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Memoria de la arquitectura peruana contemporánea. Humberto Viccina.

Siendo inminente la construcción del Lugar de la Memoria el arquitecto


Humberto Viccina ha tomado como pretexto el concurso para hablarnos un
poco del panorama de la arquitectura peruana contemporánea.

Memoria de la arquitectura peruana contemporánea

por Humberto Viccina*

En el mes de abril se dio el fallo del concurso arquitectónico para el Lugar de


la Memoria en un sector del acantilado de Miraflores, en Lima. Sin duda el
conjunto de propuestas refleja el “estado del arte” de la arquitectura en el
Perú contemporáneo, quienes son sus protagonistas y cuáles son sus
intenciones, sus ideas o sus búsquedas. Fuera de la importancia que en sí
mismo tiene el proyecto, las propuestas presentadas nos permiten verificar
como hoy en día los arquitectos peruanos se insertan cómodamente en el
ámbito de las tendencias internacionales de la arquitectura. En efecto, no hay
nada nuevo. Las propuestas presentadas responden a la arquitectura global
más difundida, donde las referencias al contexto geo-cultural son obligatorias
así como la utilización de una tecnología acorde con nuestro tiempo y las
posibilidades reales. En general, y cómo hace un tiempo dijo Roberto
Fernández de la arquitectura peruana, las propuestas muestran-en general- un
cierto realismo moderno, con alguna que otra metáfora, sin lugar a
experimentaciones de vanguardia.

Esto no tiene nada de malo, es normal en un país que está en desarrollo


económico y en un verdadero “Boom” constructivo, al menos en Lima y
algunas otras ciudades cercanas a la costa. Ya llegará el momento de
experimentar y hacer vanguardia, cuando -sobre todo ellas- las facultades de
arquitectura peruanas manejen grandes presupuestos para la investigación y
la experimentación, para el fomento de la teoría y la crítica arquitectónicas.
Por el momento existe la inquietud profesional de los arquitectos jóvenes, a
la cual hay que darle oportunidades y estas son los concursos abiertos de
arquitectura.

Hacer un edificio en un acantilado frente al mar es uno de las más


interesantes intervenciones que puede hacer el ser humano. Se trata de una
operación real de transformación de la naturaleza. Lo interesante es que la
intervención del llamado Lugar de la Memoria es también urbana ya que será
parte de un distrito en densificación creciente como es Miraflores. En ese
sentido, se trataba de diseñar un edificio para el acantilado que sea al mismo
tiempo un edificio para la ciudad. De hecho, los proyectos plantean espacios
urbanos de acceso público y abierto que ligan el edificio con la ciudad al
tiempo que denotan su importancia como equipamiento cultural. Casi todas
las propuestas consideran este hecho y solucionan el programa desde diversas
perspectivas, sin embargo, podríamos decir que el desafío era determinar el
mecanismo de relación entre la masa arquitectónica de los espacios
expositivos y dos elementos ineludibles: el entorno geográfico y los espacios
públicos abiertos.
En términos generales podemos decir que se tenían dos opciones
contrapuestas como solución, la mímesis y el contraste; pero también
podríamos agregar una tercera, intermedia y conciliadora, presente en la base
conceptual de muchas propuestas. Los proyectos de Barclay-Crousse y Longhi
(primer y tercer lugar en el concurso, respectivamente) buscan más bien una
cierta mímesis. Por otro lado, sería de contraste la propuesta del equipo de
Ciriani, la de Ishiyama y la de Becerra/De Rivero/Puente-Arnao. Entre el
camuflaje y la presencia institucional del edificio, la tercera opción, destacan
a mi modo de ver la propuesta presentada por Freundt/Romero/Sánchez-
Griñan y aquella del quinto puesto concebida por Manuel Flores, tal vez la
más original de todas las presentadas.

En efecto, Manuel Flores hace una plaza-edificio en la que no hay solución de


continuidad, lo urbano y lo arquitectónico se fusionan al tiempo que la
adecuación a la topografía resulta casi natural, lógica, evidente. La entrada
es la bajada a una plaza y en algún momento se podría estar en un espacio
interior…pero parecería que nunca hemos llegado a entrar. Es el alarde de
humildad de la arquitectura en beneficio del espacio urbano y común, sin
recomponer ningún paisaje y sólo respetando -y usando - el existente. Una
propuesta similar presentó la arquitecta Solana Costa, pero la gráfica
utilizada no termina de explicar adecuadamente la riqueza de la idea. En
contrapartida, la propuesta de Ballén/Leguía/Munares (el segundo lugar)
resulta demasiado obvia e inmediata, evocando la propuesta de Tadao Ando
para el Museo Histórico de Chikatsu-Asuka en Osaka, hace más de quince
años.

En el caso del proyecto de Freundt/Romero/Sanchez- Griñan la mímesis


impecable del volumen contrasta con el expresionismo del espacio de ingreso
donde la topografía se sustituye por un conjunto escultórico, una especie de
accidente lleno de artificialidad, monumental manera de marcar la
importancia institucional del edificio. A diferencia del proyecto de Flores la
arquitectura no desaparece sino que se presenta inesperadamente de manera
sorprendente, como exigiendo la consideración de su presencia como un
aporte de la contemporaneidad global.

La presencia de la arquitectura puede modificar el paisaje y mejorarlo. Así


parecen entenderlo los autores de algunas propuestas que optan por el
contraste entre lo artificial y lo natural, por la presencia del objeto
arquitectónico, y esto dentro de la línea académica de la modernidad. Ciriani
y su equipo propuso un cubo no masivo y blanco sobre el acantilado, no se
impone pero tampoco se anonada. Es interesante la evidencia de tal
operación cuando vemos que a través de su estructura “espacial” se vislumbra
el perfil del acantilado, evocando la perspicacia que mostró Le Corbusier al
separar el edificio de la naturaleza para que esta pase por debajo; en este
caso la naturaleza pasa por detrás y como si, en realidad está en segundo
plano, es una protagonista del reparto. Este proyecto parece demostrar como
los arquitectos pueden plantear con habilidad una arquitectura global,
abstracta en su contenido y sin relación directa y formal con la cultura local,
aquello que otros proyectos quisieron más bien resaltar explícitamente.
Otro proyecto de contraste es el de Ishiyama, sutil y elegante volumen que
emerge sobre una masa de transición. Resulta atinado pues proponer una
“masa” ligera sobre otra que intenta estar arraigada al suelo. En realidad, se
trata de la construcción ligera que caracteriza un grupo de arquitectos
contemporáneos como Ito o Nouvel, quienes utilizan la tecnología para buscar
desaparecer el peso y la materialidad de la arquitectura, hacerla ambigua en
su lectura y posarse sobre el terreno como un objeto artificial sobrio y
amigable. El objeto de Ishiyama es en realidad una lámpara o una cometa de
papel que llega incluso a tener el carácter de arquitectura efímera.

En contraste físico con el medio pero referencial con la arquitectura peruana


ancestral podemos situar la propuesta de Becerra/De rivero/Puente-Arnao.
Han sido de los pocos en darse cuenta que una forma cilíndrica facilitaba el
flujo espacial que inserta el edificio, dada su ubicación, en el tejido urbano y
vial de la ciudad. Al mismo tiempo, la chullpa que identifica una arquitectura
andina auténtica, es una construcción funeraria con que se muestra la
memoria y el respeto que por los difuntos tenemos desde siempre los
peruanos, precisamente lo que constituye el “leitmotiv” del edificio. Sin
embargo, la crítica a esta propuesta podría radicar en su asentado carácter
figurativo, así como en la presencia de una construcción de rasgos
constructivos andinos en plena costa peruana.

El lenguaje que utiliza Longhi en su propuesta resulta similar pero no figura la


textura de un sistema constructivo, sólo lo evoca y esta evocación se hace
evidente con la escala. En efecto, es esa nueva piedra que es el concreto
armado la busca lucirse y se muestra en grandes bloques, gigantes
contenedores que expresan movimiento a pesar de su sobria contundencia
estereotómica. Esta propuesta busca recomponer un farallón sobre la tierra
pero evocando la forma antigua en que los arquitectos peruanos construían y
dejando una plaza verde para la contemplación del mar. No resulta sin
embargo muy feliz las construcciones que Longhi busca camuflar entre los
andenes que complementan la propuesta, la sola imagen del farallón pétreo –
que es una formación marina – irregular y evocativa hubiera sido suficiente.

De la misma manera que el proyecto de Longhi, el proyecto ganador del


concurso busca continuar la forma del acantilado erosionado en una propuesta
de corte mimético. Lamentablemente, el manejo euclidiano de la geometría
resulta agresivo y contrastante, o sea, no es realidad un proyecto mimético y
esto además se enfatiza con la inmensa pared cuadrangular que tiene hacia el
mar. Por lo demás, el proyecto tiene una serie de coincidencias con la
propuesta de Longhi y presenta un interesante manejo del espacio. Creo que
será un lugar de uso urbano que servirá de ejemplo para la promoción de
proyectos que ayuden a componer la cara de Lima frente al mar, un gran
proyecto urbano común que todos los arquitectos que vivimos en Lima
consideramos necesario.

El concurso para el Lugar de la Memoria ha sido la ocasión de radiografiar la


arquitectura peruana. Los ganadores son en su mayoría jóvenes y eso hace
pensar que al país le queda un futuro esperanzador. La nueva generación de
arquitectos peruanos ha cambiado de forma de ver la arquitectura, se sienten
tan nacionales como ciudadanos del mundo, y saben que todos tenemos que
superar el reto de la invención y aportar con lo propio a la cultura universal
de la arquitectura. Sólo nos queda esperar que los promotores urbanos y las
autoridades públicas reconozcan la necesidad de dotar a Lima y a todas las
ciudades del Perú de espacios públicos y edificios de la más alta calidad, y
para eso es preciso convocar a concursos abiertos de anteproyectos ya que
existe un espectacular potencial profesional que puede hacer de la
arquitectura peruana una referencia a nivel internacional. Para terminar me
permito manipular unas palabras de Longhi escritas entre las imágenes del
proyecto que presentó al concurso y que me parecen pueden animar “mutatis
mutandis” a los arquitectos de cualquier país latinoamericano: Todos
queremos proyectar esos espacios… “donde el peruano se encuentre con su
cultura, con su identidad, para que así no siga buscando fuera lo
extraordinario que tiene dentro”.

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