Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
REIGN ; (통치) (YOONMIN) #1
REIGN ; (통치) (YOONMIN) #1
👑 Yoonmin Fanfic.
👑 #1 de la Saga REIGN.
👑 IMPORTANTE LEER LA SAGA EN ORDEN.
👑 Omegaverse.
👑 HISTORIA TÓXICA, LEER SIN PREJUICIOS. TAL VEZ
ASÍ LA DISFRUTEN
👑 MPREG.
👑 Mención de otros Shipps.
👑 Historia original subida en Septiembre 13 del 2018
por @yosoyhoshi
❝SINOPSIS❞
—Hace cientos de años, cuando el trono y el reinado pertenecían a una
familia de antepasados cambiaformas, Geumgi fue un reino gobernado por
la avaricia y maldad de la familia Kim. Familia que generación tras
generación fue desgastando y marchitando a su pueblo, sorbiendo cada gota
de lo que podía beneficiarle sin importarle las necesidades o el sufrimiento
ajeno a ellos.
—Al igual que alguien que está murmurando. —Regañó ella frunciendo
sus labios pintados de un fuerte rojo. —Fue llevada a cabo una enorme
reunión con toda la manada de la familia Kim. —Continuó. —La familia
Min y la familia Jung, en donde las dos últimas amenazaron con una guerra
a la primera.
—Los Kim propusieron una idea. —Dijo ella mostrando su dedo índice. —
Dividir el reino en tres partes, de esa manera ellos seguirían en el trono y
las otras dos familias tendrían su propio reino que gobernar a la manera que
ellos consideraban correcta.
—Ahora son tres reinos diferentes, todos los que pudieron huir del reino de
los Kim lo hicieron.
—Tu abuelo murió hace mucho tiempo, en la lucha contra los Kim para
defender el reino de Busan de un ataque. Su reino, el reino que ahora es de
tu padre... —La mujer miró al niño frente a ella. —El reino que en pocos
años será tuyo.
El niño hizo una mueca de puro enojo, mostrando sus pequeños colmillos
superiores, gruñendo muy levemente como si estuviese listo para morderla
y atacarla. Su madre acarició su corto cabello negro y peinó su flequillo a
un lado con tranquilidad.
—Lo logramos, ¡Y brindo por ello! ¡Brindo por ambos reinos que estan en
paz el uno con el otro! ¡Y por nuestro hijos y futuros reyes! —Gritó Min,
recibiendo risas y abrazos del Rey Jung.
—¡Min Yoongi, ya estas grande para estas tonterías! —Gritó sin aire,
sonrojado por el esfuerzo de correr. Escuchó algo tras él, pudo ver a quien
perseguía cruzar a otro pasillo de altos arbustos sin prestarle atención. —
¡Oye, espera!
—¡Espera!
—Si, si, ya sé. —Lo interrumpió el Beta tomando aire en gran cantidad, se
sostuvo de sus propias rodillas para descansar un poco, quizá para no
desfallecer ahí mismo. —Como si no tuvieras más. Ah, me falta en aire...
—Solo dime que quieres. —Le cortó el habla. —Estoy intentando
descansar.
—Ya sé, Seokjin —Gruñó interrumpiéndolo. —No soy idiota, sé que hay
reunión del consejo, ¿Para eso me molestas? ¿Para recordarme cosas que
ya sé?
—¿Qué?
—No me interesa verlo ni saber lo que crees. —Dándose media vuelta para
seguir su camino, miró sobre el hombro a Seokjin, volviendo sus labios
rosados una repetina línea fina y tensa. —Viene a lo mismo de siempre. A
insistirme para que busque Omega.
Cuando empezó a dar pasos para alejarse Seokjin comenzó a caminar tras
el, esta vez más calmado al ver que el pelinegro no tenía intención alguna
de escabullirse de él, sino de solo moverse a alguna dirección desconocida.
Al menos para el castaño. El Beta pasó saliva por sus labios, algo nervioso,
haciendo puños sus manos para evitar el temblor de las mismas.
Normalmente no tenía ningún derecho a opinar sobre la vida del Rey, ser
su consejero ya era suficiente, pero no referente a temas personales. Nunca
se podía entrar en lo personal cuando se trataba de Min Yoongi.
Con eso dió por concluida la conversación, dió un giró en un pasillo nuevo
y antes de que el Beta Seokjin pudiera cruzarlo ya se había perdido entre
otro, no dejando rastro o ganas de perseguirlo por cargar con una actitud
tan grosera la mayoría del tiempo. El Beta contuvo un gruñido, no
sintiéndose un animal para soltarlo, y cruzándose de brazos como un niño
regañado, dando un golpe al césped con su pie de forma malcriada y muy
poco decente.
—Te escuche, Seokjin. —Se escuchó del otro lado del muro de arbustos.
—¡Ya lo sé!
Dando unas patadas de malcriadez al verde y reluciente césped se dió
media vuelta y se encaminó de nuevo al enorme castillo. Min Yoongi iba a
sacarle canas antes que su edad. Guardias, un par de Betas sirvientas,
estaban a cada lado de las enormes puertas traseras del castillo que
conducían al jardín. Vigilando cualquier movimiento perceptible con rostro
serio. Seokjin les deseó un buen día como siempre lo hacía por educación y
comenzó a hacer un pequeño berrinche un su mente, objetando el
comportamiento de Yoongi, criticándolo, despreciándolo, odiándolo y
finalmente aceptándolo, porque para Min Yoongi no existía un cambio,
Seokjin no creía en los milagros. Y después de todo, a pesar de tanto mal
trato hacia él, se consideraba a sí mismo un amigo cercano del Rey. No
podía odiarlo por más que quisiera solo golpearlo en el rostro con su
zapato.
Pensó que el siempre tenía que lidiar con el pelinegro, solo por ser el
primer y único ayudante del mismo, su mano derecha y casi la izquierda
también. Era injusto, ¿Min Yoongi creía poder tratarlo así? Obviamente
podía, aparte de ser un Alfa demasiado amargado y rabioso era el Rey y su
jefe, pero a Seokjin realmente no le importaba, había estado lidiando con
Yoongi los últimos cinco años de su vida, lo suficiente para saber que el
hombre hacía lo que se le venía en gana sin importarle opinión ajena, solo
que esta vez Seokjin quería divertirse un poco, jugar sucio con la autoridad.
¡Él era tan bueno con el Alfa! Y siempre recibía regaños. Si era malo una
vez, una pequeñísima vez no había problemas, ¿O si? Sonrió malicioso al
dar órdenes a los mensajeros reales, que avisaran al consejo que la reunión
se cancelaba porque el Rey atendería algunos "Asuntos personales" y que
la misma se pasaría al día siguiente. Mientras la voz se corría fuera del
castillo hacia los respectivos hogares del consejo, decidió dar la orden a un
mensajero de hacer llegar una carta urgente al padre de Yoongi, el cual no
vivía demasiado lejos del castillo, en una gran casa solitaria, pero bien
custodiada en caso de cualquier posible ataque. La carta decía que la
reunión con su hijo se había movido para un poco antes de las tres,
espeficando que Yoongi estaría feliz de recibirlo en el castillo después de
tanto tiempo y que estaba emocionado de hablar con él. Muy poco creíble,
quizá hasta cruel para una mentira hacia el antiguo Rey, sin embargo a
Seokjin no le importó demasiado. Sería divertido fastidiar al irritante Min
Yoongi.
Por otro lado, Min Yoongi caminaba con tranquilidad, saliendo del
laberinto luego de casi hora y media, con la mirada de los guardias fijas en
él. Lamentablemente no podía hacer nada contra eso, necesitaba la
seguridad según lo que decía su padre a pesar de que Yoongi pudiera
acabar con cualquier amenaza con su propia fuerza. No era de su agrado ir
por los jardines, eso no le gustaba a pesar de que estaba lleno de hermosas
rosas rojas y una fuente muy bonita, árboles grandes y arbustos cuidados,
porque el jardín le recordaba al pasado, y Min Yoongi odiaba el pasado.
Pero al parecer era el único lugar en donde no tenía tantos ojos encima,
pues podía perderse entre el laberinto por horas sabiendo bien como salir.
Entró al castillo después de unas horas y se dirigió a las inmensas y largas
escaleras, subiendo una por una lentamente, sin prisas, disfrutando el no
tener que ir de lado a lado, ya que aquel día solo tenía una cosa más que
hacer, así que se movió dispuesto a ir a la sala de reuniones para esperar a
los diez hombres del consejo, la mayoría ya ancianos y otros solo mayores.
Las reuniones solían terminar rápido, así que podría irse a la cama y
descansar en la soledad de su habitación, era lo que más anhelaba aquel día,
más con el incesante dolor de cabeza que lo atacaba. Cuando caminó por
los pasillos oscurecidos varias sirvientas lo miraron por menos de dos
segundos, dirigieron rápidamente su mirada a algún lugar para limpiar a la
perfección, ya fuera la alfombra de color vino o las paredes, o los jarrones,
o cualquier detalle y no caer en la boca del malhumorado de Min Yoongi.
—Oye, tú.
—Deja las cortinas, que no pedí que entrara el sol. —Escupió las palabras
con rabia.
—S-Si.
A pesar que las cortinas eran oscuras y pesadas, tenían una abertura que las
separaba del medio y dejaba que entrara un mínimo de luz que iluminaba el
pasillo. Ella asintió avergonzada y se fue a limpiar el piso. Una de sus
compañeras también la miró mal, ¿Acaso era nueva o algún gusano le había
comido el cerebro? A Min Yoongi no le gustaba abrir las cortinas, ni
siquiera para ver si era de día, para algo estaban las velas en las lámparas,
las cuales no se encendían hasta la noche. No era tan difícil seguir órdenes
simples, Según Yoongi.
Min Yoongi odiaba con su alma entera admitir que aquel Omega era
atractivo, estúpidamente atractivo, como lo más atractivo que alguna vez
miró. Lo más atractivo que el mundo pudiera tener. Con aquellos labios,
aquellos ojos algo saltones y verdosos que por alguna razón le recordaban
al Otoño. Aquella piel notablemente suave, delicada y…Marcable.
El Alfa menor negó con su cabeza, cerrando sus ojos unos segundos,
obligándose a reaccionar y volver a la realidad, sintiéndose un poco
estúpido por haberse entretenido tan fácilmente con una mirada coqueta y
una belleza alegable y sedante. Gruñó en sus adentros antes de abrir los
ojos, sintiéndose avergonzado de sí mismo, pero no demostrando aquello.
Su padre le hizo una seña al rubio de lindos ojos, este asintió antes de
comenzó a caminar lentamente en dirección al pelinegro, rodeando la mesa
y dando pasos seguros y suaves, tranquilos. Con cada paso que daba el
rubio Yoongi fruncía más el cenó y ponía sus defensas cada vez más altas,
por si al hombre con rostro de niña se le ocurría hacer algo estúpido. Al
estar a metro y medio de Yoongi hizo una reverencia excelente, dejando al
joven Alfa confundido y muy, muy molesto por el silencio que creaba una
burbuja de incomodidad a su alrededor. ¿Quién demonios era él? La
pregunta fue contestada de inmediato sin necesidad de emplearla en voz
alta.
—Mi Rey, soy Park Jimin. —Se presentó aún en su reverencia, su voz
suave y ligera, como los pétalos de las rosas más lindas del jardín.
Min Yoongi odio sentir lo que sintió en aquel momento, la adoración por la
voz que le hablaba con el respeto y la suavidad con la que siempre creyó
merecer ser tratado. No sonaba como el resto de las personas que solo
esperaban su aprobación o a penas su tolerancia. Sonaba sincero, sonaba
leal, sonaba como un ciego creyente a su Rey en medio de la oscuridad.
Min Yoongi sintió su pecho elevarse de egocéntrica, un nuevo escalón de
egocéntrica. Casi deseo ponerlo de rodillas para que repitiera sus palabras.
Mi Rey. Mi Rey. Mi Rey. Ah, Min Yoongi nunca se sintió tan orgulloso de
ser llamado Rey hasta escuchar aquella voz hacerlo.
—Su madre. —La elección de palabras hizo que un silencio reinara. —Ella
me eligió hace mucho tiempo.
—Cállate.
Jimin apretó sus labios, sintiéndose atacado por tan grosera actitud.
Bloqueó unos momentos, pensando en que debería decir ante aquello. Pero
él había ordenado silencio, y Jimin sabía acatar órdenes. Mucho más si se
trataba del aquel que sería su Alfa, su futuro. Así que asintió, actuando
obediente ante el temperamental pelinegro. Bajó la cabeza y miró sus
manos entrelazadas, intentando no sentir el picor de la mirada ajena sobre
él.
—No intentaba hacerle gracia. —Musitó apenas Jimin. —Me refiero a que
no es una broma lo que intento...
—Cierra la boca. —Jimin apretó los labios de nuevo y bajó un poco más su
cabeza. —Hablas mucho para mi gusto, agrégale que solo dices tonterías.
Yoongi volvió a mirar a su padre, sus músculos estaban tan tensos que
creía que comenzaría a temblar de rabia. Le habló al hombre y su voz sonó
pesada y baja, como si tratara de mantener una conversación privada a
pesar de que no era así por la obvia presencia del rubio, el cual Yoongi
ignoraba con la naturaleza con la que ignoraba a la mayoría de las personas
que poco interés le causaban.
El Alfa al mando del Reino tomó una posición de ataque, mientras que su
padre torció el gesto, listo para recibir cualquier cosa que viniera del
pelinegro.
Jimin tocó su rostro enseguida, sus dedos sintiendo sus mejillas regordetas
y su ceño frunciéndose en preocupación.
Sin querer inhaló con brusquedad el olor dulce del Omega. Tan
profundamente que casi suspira de gusto. Solo se enfureció más, así que no
pudo controlar el tono de su voz, cualquiera que pasara por el lugar podría
escucharlo y preguntarse que pasaba en aquella sala de reuniones, pero
poco le importaba al Rey, se limitaba a pagar su rabia con los causantes de
la misma, en eso era lo suficientemente bueno.
Jimin no era un Omega valiente. Era cobarde la mayoría del tiempo, pero
Yoongi no estaba siendo razonable con él, y de alguna manera tenía que
hacerlo entender que él no podía darse la vuelta e irse. Así que se enderezó,
sacando el pecho como si de fuera un ave y levantó su mentón en alto con
una cristalizada mirada llameante de molestia. Era el momento de dejar su
amabilidad y paciencia a un lado, solo una vez, porque era necesario. El
Alfa parecía no querer aceptarlo, y él había trabajado demasiado para estar
allí por orden de la antigua Omega del que antes era el Rey. Solo esa vez el
Omega decidió que le daría una lección a su Alfa aunque naturalmente las
cosas fueran al revés. Alzó la voz un poco y tocó con su dedo el pecho del
contrario, siendo irrespetuoso al golpearlo con su dedo a medida de que
hablaba al pelinegro y siendo consciente de ello.
El Alfa gruño mucho más fuerte que antes, volviendo lentamente el rostro
para ver al insolente que se había atrevido a levantar la mano para
golpearlo, listo para romper sus huesos y ver la sangre correr en aquel
lugar. Quería pelear, quería matar y su lobo estaba más que listo para
hacerlo. Comenzaba a ver un manto rojo sobre el Omega.
—Tú lo golpeaste primero, Yoongi. Que sea tu Omega no quiere decir que
debas maltratarlo, saliste de una ¿Lo olvidas? Trátalo bien.
Seokjin frunció los labios, dando paso libre al mayor de los tres para hablar
y haciéndole una señal de rendición al mismo. El hombre soltó un suspiro
cansado y dió pasos hacia su primogénito.
—Hijo...
—Yoongi...
—Vete, largo, ¡Largo los dos! —Los corrió. —Quiero estar solo, ¡Fuera!
El par que intentaba calmar los humos del Rey se miró mutuamente,
aceptando que tenían que estar fuera de aquella habitación para que el Alfa
se calmara totalmente. Así que lo hicieron, se fueron y lo dejaron airear sus
emociones. Mientras menos molesto sería más manejable, al menos eso
creía Seokjin. Lo que no comprendía nunca era que Min Yoongi era igual
de flexible que una roca. El no daba su brazo a torcer, primero debían
cortárselo.
—Tú madre...
—Lo siento. —Jimin apretó sus labios y aclaró su voz con un carraspeo. —
Pero, ¿Quiere saberlo? —Preguntó ignorando el tono amenazante de
Yoongi.
—La conocí la noche en la que el reino de los Jung y el de ustedes los Min
se unieron en celebración, cuando descubrieron que los primogénitos eran
Alfas, futuros Reyes. Ella me buscó. Más bien me encontró.
—Me encontró en casa de mis abuelos. Ella decidió que yo sería su Omega
esa noche, entonces comenzó a entrenarme. Se convirtió en su institutriz.
—Tres veces a la semana iba a enseñarme como ser el mejor Omega. Tres
días seguidos. Sin embargo solo lo hizo un par de años, luego enfermó y no
pudo seguir visitándome.
—Ella murió.
—¿Y? Yo no te lo pregunté, ugh. —El pelinegro cerró los ojos y negó con
molestia. —No voy a limpiarte las lágrimas, no te vuelvas sentimental.
Yoongi parpadeó sin poder creerlo. Se enteró que era un Alfa a los catorce,
igual que su amigo y Rey vecino Hoseok, su madre había muerto cuando
tenía dieciséis años, él tomó el reinado a los veintiuno, ahora él tenía
veintiséis...Un momento.
—Si, casi trece. —Asintió el rubio volviendo su mirada a los ojos ajenos.
—Pero valió la pena.
Jimin deslizó sus dedos casi hasta la comisura de los labios rosados del
pelinegro, pero él mismo tomó su muñeca, su agarre muy fuerte,
lastimándolo y llegándolo a asustar solo un poco.
—No creas que olvido que me golpeaste. —Murmuró con intensa mirada
oscura, llena de rencor y desagrado. —No quieras simplemente tocar mis
labios.
—Hablas demasiado.
—Fui reservado desde muy pequeño solo para ti. —Tuteó sin darse cuenta,
embelesado bajo la mirada indiferente del Alfa. —Tú padre, tú madre y
Seokjin Hyung, solo ellos lo sabían, me mantuvieron oculto. Cuando
tomaste el trono hace cinco años y tu padre se retiró del castillo me llevó a
su casa, Seokjin no podía estar todo el tiempo conmigo para cuidarme.
—Pero le prometí a tu madre cuidarte así me tomara una vida entera llegar
a ti. —Jimin hizo una mueca de tristeza. —No cedían ante la idea de tener
un Omega.
—Y no pienso ceder.
Yoongi se apartó del Omega, despertando del trance al que había entrado.
¿Por qué habló con él? ¿Por qué se dejó tocar? ¿Por qué no lo mató de una
vez? Hace nada quería clavarle los colmillos. Jimin se notó levemente
herido cuando Yoongi lo miró de arriba a abajo con desprecio, pero no dijo
nada, se limitó a estar ahí bajo su mirada oscura.
No necesitaba pedir permiso para entrar, era su castillo, por lo tanto era su
habitación y podía entrar cada vez que le dieran ganas. Así que empujó la
puerta y divisó como un Omega sentado de espaldas en una gran cama dió
un brinco de susto, tomando la fina bata que se resbalaba de sus hombros
para cubrir la parte inferior de su cuerpo por completo mientras el Alfa
entraba y cerraba de un portazo tras él. El rubio apretó los labios y miró
sobre su hombro, levantándose al atar el lazo que cerraba su atuendo poco
discreto.
—¿Por ti? —Yoongi abrió los ojos de par en par. —Debes estar hablando
en broma.
—¿Qué?
—¡No! ¿De qué hablas? —Yoongi negó y cerró sus ojos, abriéndolos antes
de caminar hasta el con paso brusco. —¡Ya me cansé! ¡Te largas ya!
Jimin soltó un respingo cuando Yoongi tomó su brazo con fuerza, tirando
de su cuerpo como si fuera de trapo y moviéndolo fácilmente a través de
aquella habitación. El rubio parpadeó con ojos abiertos de par en par,
deteniendo al pelinegro con algo de fuerza, o haciendo el intento al menos.
—¿Me echará una noche fría? ¿A esta hora? —Preguntó con voz
fingidamente lastimera. —¿Y desnudo?
—Le propongo algo, por favor escuche. —Pidió al tiempo que Yoongi se
frotaba las sienes en impaciencia. —Déjeme quedar esta noche. Le iré a
leer algo a su habitación para que duerma entre sus mantas, entonces
mañana usted podrá decidir. ¿Le suena bien mi propuesta?
Yoongi soltó un suspiro al aire, una risa sin gracia más que nada. Le dió la
espalda al rubio solo porque creyó que podría írsele encima y ahorcarlo.
Frotó sus ojos y gruñó con fuerza, girándose luego para encararlo otra vez.
Dejó que sus manos se colaran entre los bolsillos de su pantalón y dió un
par de pasos hasta el rubio, acortando la distancia. Yoongi entrecerró un
poco sus ojos, mostrando sus colmillos.
—Bajo toda esa maldita sonrisa que te pintas todo el tiempo y esa actitud
coqueta guardas a un demonio manipulador y tramposo. ¿Crees que no
puedo verlo? ¿Crees acaso que no me doy cuenta?
Jimin miró con atención los colmillos del Alfa mientras el mismo acortaba
la distancia entre ellos para intimidarlo, pero el rubio solo temblo de un
nerviosismo que lo hacía querer reír de alegría por tal cercanía. Parpadeó y
negó.
—No me llames Alfa, no soy tú Alfa. —La respiración del mayor comenzó
a descontrolarse y los gruñidos rabiosos y lobunos comenzaron a ser más
agresivos. —No soy el Alfa de nadie ni lo seré.
—Mejor que sea mañana temprano, ahora usted debería relajarse y dormir
mucho. Para que pueda tomar mejor la espada con la que va a matarme,
claro.
~•~•~
Seokjin no pudo evitar sonreír, ¿Cómo podía el Omega ser paciente con
Yoongi? Aún después de tan mal trato y tantas groserías, parecía no querer
rendirse con él, dejarlo pasar todo y seguir adelante. Era muy admirable o
muy testarudo. Y como Seokjin lo conocía bien se limitó de continuar
comiendo.
—¿Tú de qué te ríes? —Le preguntó Yoongi a Seokjin, hundiéndose en su
asiento, aquel que solía ocupar el líder, donde podía ver el resto de las sillas
vacías.
—¿Qué? No le tutee.
Seokjin volvió a sonreír, esta vez con ganas de carcajearse, y no era que
Jimin estuviera burlándose de Yoongi, es que era tan alegre que molestaba
al Alfa, y eso lo divertía muchísimo más de lo que podía admitir. Jimin se
estiró hasta tomar un panecillo, le untó algo de mantequilla y lo puso en el
plato de Yoongi. Así también tomó algunas uvas verdes, rectángulos de
queso blanco y galletas saladas. En el proceso Yoongi estaba cruzado de
brazos, mirando con el ceño fruncido y la molestia recorriendo su cuerpo.
Quería desayunar tranquilamente, no con la presencia de aquel Omega
molesto que metía sus manos en donde no le importaba.
Jimin por otro lado tenía sus labios en forma de "O" y mantenía los ojos
cerrados, intentando respirar bien. Sus dedos tallaron sus ojos con fuerza,
sintiendo el ardor en ellos y empezando a soltar lágrimas también.
—Entro en mis ojos, entro en mis ojos. —Dijo apretando sus dientes con
fuerza. —Ah, Dios, mis ojos, como arde.
El Alfa arqueó una de sus cejas sin poder creerlo ¿De repente el no existía?
El Alfa estaba furioso con el par que reía de sus bromas privadas, hablando
como si el no estuviera presente. ¡Como si...! ¡Como si nada, ahí ese par!
—¿Por qué tenías que hacer eso? —Preguntó el castaño acunando el rostro
del Omega entre la mitad de su brazo, como si abrazara su cabeza de
repente. —Jimin no te hizo nada.
—Estaba molestándome.
—Eso no es verdad.
—Eres manipulador.
Jimin se puso de pie percibiendo una pelea, su camisa estaba mojada y sus
pantalones también, así que para él ya no tenía mucho sentido permanecer
ahí por más tiempo, dentro de poco se sentiría muy pegajoso.
Jimin lo miró con total indiferencia, luego al mayor de los tres, sonriéndole
y quitándole la servilleta para seguir limpiándose el solo. Comenzaba a
sentirse muy asqueado con la sensación del jugo pegándose a su cuerpo.
Jimin asintió y sin más se encaminó a la puerta yéndose, con su camisa azul
cielo empapada, pero sin un toque de ira en si. Mientras Seokjin volvía a su
asiento y continuaba comiendo mientras Yoongi lo miraba fijamente,
intentando descifrar algo mientras el castaño lo ignoraba rotundamente y se
tragaba una uva tras otra. Yoongi tenía la habilidad de ponerle los pelos de
punta a todos, así que fue cuestión de tiempo para que Seokjin se sintiera
como si fuera a ser cazado.
—Si.
—¿Por qué?
—¿Por qué qué? —Seokjin tomó una galleta y la rompió por la mitad. —
Jimin es un Omega de lo más tierno y amable, es un lindo apodo.
El lobo del Alfa alzó su hocico en lo alto y giró su cabeza a otro lado,
dando a entender así como Yoongi, que hacía lo que se le daba la gana sin
importarle nada más que el.
~•~•~
El resto del día Yoongi se movió de aquí para allá, reuniéndose con el
consejo y firmando papeles importantes. Sintió que le daría un fuerte dolor
de cabeza al leer el informe número diez que Seokjin le hizo llegar. La
puerta de su oficina fue tocada cuatro veces de manera rítmica. Yoongi
frunció el ceño, pero estaba tan concentrado leyendo que ni siquiera
contestó. La puerta se abrió luego de un rato, un rubio con camisa rosa de
mangas largas apareció con una bandeja de plata y una sonrisa que Yoongi
no había visto, en donde mostraba una linda dentadura reluciente que
volvía sus ojos unas curiosas medias lunas.
—Aquí no se come.
—Vamos, mi Rey, tiene que comer. Sin fuerzas no puede seguir. —Dijo
Jimin animado, invitándolo a probar bocado.
—Bueno.
Yoongi suspiro cuando vio al Omega alejarse hasta la puerta. Bien, había
ganado, el Omega se iría y lo dejaría en paz de una buena vez, bien por
Yoongi. Tomó los papeles que reposaban en su regazo y les echó una
mirada rápida para verificar en donde se había quedado.
Un murmuro que llegó hasta Yoongi. Un murmuro que Yoongi no pasó por
alto ni por un segundo. Levantó la mirada lentamente, mirando al Omega
que intentaba abrir la puerta sin derramar absolutamente nada en el suelo.
Yoongi torció el gesto y relamió sus labios. ¿Jinnie Hyung? ¿Quizá Jinnie
Hyung tenía hambre? ¿Qué? Se suponía que Jimin le había llevado aquella
comida a él, esa comida era suya, y aunque él no la quería le pertenecía a
él. Puede que fuera un pensamiento egoísta, pero así era Yoongi y no había
cambiado en veintiséis años, ¿Por qué iba a cambiar a aquellas alturas?
Además odiaba la relación entre Jimin y Seokjin, lo ponía rabioso. Miró
solo unos momentos como Jimin estaba sufriendo para abrir la puerta.
—Largo.
—¿Puedo pasar?
Gruño ante la aniñada voz dulce y suave. Golpeó su almohada deseando
gruñir demasiado fuerte como para espantarlo.
—No. —Respondió.
Sin tomar en cuenta la respuesta Jimin entró. Traía una pijama color crema
con detalles dorados bordados, su rostro estaba impecable y limpio. Yoongi
notó que usaba maquillaje ahora que no lo traía, pero vagamente pensó que
igual se veía bien, igual de atractivo. Se riñó a sí mismo por el análisis y los
pensamientos. En sus manos sostenía un grueso libro viejo y resistente.
Quizá con eso podría golpear al Omega si se lo quitaba, pero se sentía muy
agotado y no tan irritado como para tomarse la molestia de levantarse y
hacerle algo.
—No me importa.
Entre las palabras de Jimin, Yoongi se encontraba boca abajo para no verlo,
con su almohada bajo su cuello para ver la cabecera de la cama como
distracción para que el Omega se sintiera ignorado y se fuera. Pero sin
querer escuchaba a Jimin, demasiado atento y empezaba a cabecear, su
cabeza caía hacia adelante y hacia atrás, sintiendo el sueño, pero no
queriendo dormir, porque quería saber que palabra acompañaría a la
anterior. Pero Jimin dejó de hablar. Yoongi esperó un rato, pero la lectura
no continuó. El pelinegro miró sobre su hombro sin poder verlo realmente,
parpadeando de manera perezosa para alejar el sueño.
Yoongi volvió a acomodarse en su lugar, esta vez mejor y cerró los ojos,
realmente interesado en la historia. Pasaron varios minutos, Jimin leía
pausado y con paciencia, eso y su dulce aroma mantenían a Yoongi
demasiado tranquilo, demasiado relajado y dormitando. El Alfa estaba casi
dormido cuando el libro se cerró entre las regordetas manos del Omega.
Escuchó como Jimin desataba cuerdas y sintió como las cortinas de color
crema caían a los lados de la cama. Se vió encerrado, envuelto en su
espacio de descanso, luego todo fue oscuro para él, la velas en las lámparas
habían sido apagadas. Lo último que sintió fueron unos abultados labios
contra su mejilla. Densos y suaves.
Hasta que salió de la oscuridad a pasos lentos, con una sonrisa coqueta
adornando su rostro, mejillas sonrojadas y labios rosas. El Omega llegó
hasta el Alfa, el cual le tendió la mano para recibirlo. Jimin la tomó
gustoso, acercándose hasta sentir la otra mano del Alfa en su cintura. Sus
cuerpos se apegaron y Yoongi miró los ojos verdosos del menor, brillaban
con las luces de las velas, se notaban más grandes y expresivos.
—¿Bailamos, Alfa?
Yoongi asintió, comenzando a moverse con él, de lado a lado, llevados por
la melodía, una melodía que se volvía melancólica y triste. Jimin sonrió,
Yoongi pareció caer hipnotizado. Levantó la mirada encontrándose con su
madre, mirando a lo lejos con una sonrisa. Usaba un vestido color violeta
con encaje negro, ese que tanto amaba usar. Lo miraba con enorme
felicidad, sus manos entrelazadas sobre su pecho, como si así pudiera
detener su ritmo cardiaco. Dijo algo, algo que Yoongi no entendió, pero
que lo hizo ver al rubio Omega de nuevo.
—Soy todo tuyo. —Le dijo Jimin. —¿No quieres besar a tú Omega?
Park Jimin unió sus manos tras a cabeza de Yoongi, acariciando su cabello
negro y tirando de pequeños mechones. Sus ojos se cerraron poco a poco,
como si sintieran mucho sueño, pero solo las sensaciones en sus cuerpos
los adormecían.
Entonces sus labios chocaron, un roce apenas que terminó en una unión
increíble. Se separaron. Se miraron a los ojos. Yoongi despertó.
—¿Pero qué...?
—¡Seokjin Hyung!
—¡Jinnie Hyung!
¿Jinnie quién? ¿Para que llamaba a ese? ¿Por qué llamaba el a Seokjin?
Solo lograba que Yoongi recobrara la molestia que flaqueaba en él. Yoongi
se arrodilló a su lado, dispuesto a cubrir su boca para callarlo, pero un
estruendo lo distrajo. Afuera llovía, llovía a cantaros. Una gran tormenta
que parecía querer romper los cristales del ventanal con las gotas de agua
fría que los golpeaban con violencia. Al parecer aún era de noche, y al
parecer también se había olvidado cerrar las cortinas, solo los rayos de la
tormenta iluminaban la habitación cada tantos segundos.
El Alfa intentó tomarlo de los brazos, pero el Omega solo gruñó con rabia,
moviéndose solo un poco para alejarse el pelinegro.
—¡Quítate, no me toques!
Yoongi alejó sus manos del cuerpo casi acostado de Jimin antes de siquiera
ponerlas sobre él. Frunció el ceño y los labios, sus manos se hicieron puños
y su rabia se reflejó en su rostro sonrojado.
Yoongi quiso patearlo de nuevo, no tanto por el llanto, más bien por el
llamado, por la persona a quien llamaba, ¿Desde cuándo tan amigos el par?
Si, Seokjin había sido parte de su entrenamiento, pero ¿Y qué? ¡Maldición,
Yoongi no lograba comprenderlo! Cuando Jimin no obtuvo respuesta de
nadie más que de la tormenta el lobo del Omega hizo un sonido lastimero
que abandonó la garganta de Jimin. Apegó su mejillas al suelo soltando un
llanto lobuno que no tenía intenciones de detener pronto, sintiéndose en
peligro y muy abandonado. Quizá Yoongi si había empleado demasiada
fuerza.
—Oh, no... —Susurró Yoongi. Sus dedos pasearon sobre el hematoma con
cuidado. —Maldición, ¿Qué hice?
Jimin sintió como el Alfa se alejaba de él, sintió ganas de llorar de nuevo
cuando lo sintió bajar de la cama y poco después escuchó la puerta
cerrarse. Yoongi corrió por los pasillos, encontrándose con guardias
vigilando todos los rincones del castillo. Bajó hasta la cocina, más allá de
las habitaciones de la servidumbre, buscando una puerta específica. Cuando
la tuvo al frente la toco muy fuerte, poco después la mujer salió.
~•~•~
—Yoongi.
—¿Si?
—No me moveré.
Yoongi sintió la rabia colarse en su sistema, pero no pudo hacer más que
retorcerse de envidia porque por alguna razón no podía ir hacia ellos y la
risa escandalosa de Jimin solo lo hacía sentir más y más celoso. Las manos
de Seokjin subieron al cuello de Jimin y lo acariciaron sobre su gargantilla,
haciéndolo levantar la mirada hacia él.
Yoongi salió de su transe solo para verlo a los ojos. Frunció el ceño y los
labios, entrecerrando los ojos con molestia.
—¿Qué te importa?
Seokjin miró la puerta del comedor un rato, llevando su dedo índice a sus
labios y acariciándolos pensativo. Jimin siempre era puntual en todo
momento, sabía bien que debía seguir los horarios, eso solo significaba que
algo pasaba.
—En ese caso para eso estoy yo, ¿No lo crees? —Espetó Yoongi dejando
caer los cubiertos sobre su plato con molestia.
Seokjin lo miró con los ojos bien abiertos. El Alfa empezaba a marcar
territorio y el castaño no se lo esperaba en lo absoluto a pesar de que
debería. Seokjin miró los aterradores ojos negros de Yoongi y respiró
hondo.
—Yoongi...
—¿Qué? ¿Por qué te interesas tanto por el? ¿Qué rayos?
Seokjin sintió el aire tenso de repente, y sintió también aquella tensión por
parte del Alfa por alguna razón. Se levantó de la mesa y soltó un silbido
antes de caminar a la salida, haciéndolo quedar como si estuviera loco al
decir aquello. Yoongi lo miró con el ceño fruncido.
~•~•~
—¡Min Yoongi!
El Alfa rodó los ojos al cielo, aquel grito de molestia provenía del Beta
fastidioso. Al parecer Jimin ya había ido a lloriquearle a Seokjin las cosas
que Yoongi le había hecho pasar. Seokjin sin permiso entro a su lugar de
trabajo y se cruzó de brazos indignado. Yoongi lo miró con poco interés,
apoyando sus brazos a cada lado de su silla y esperando a que el Rey del
drama, como a veces llamaba a Seokjin para molestarlo, dijera lo que
tuviera que decir.
—¿Medianoche? ¿Qué?
—No estás en tu celo ¿O si? Porque si abusaste de Jimin juro que te voy a
decapitar. Haré mi mejor intento.
—Pues ahí no está porque ya busqué ahí, ¿Qué demonios hiciste? ¿Cómo
que ahí lo dejaste? ¿Qué pasó a media noche?
—El castillo es enorme, hay más de cien habitaciones, además están los
salones, los baños, las bibliotecas...
Las bibliotecas serían buena opción para buscar, Yoongi pensó vagamente
que el Omega podría estar buscando el próximo libro que le leería por las
noches al terminar el que apenas le iniciaba a leer. Seokjin lo atrajo a la
realidad con una negativa.
—No está, unas Betas me ayudaron ya a buscarlo por todo el castillo. Nada
en las habitaciones reales, nada en las habitaciones de la servidumbre, nada
en la cocina, nada en las bibliotecas. Jimin no está.
Yoongi arqueó una de sus cejas mientras su vista se perdía en algún punto
de la habitación. ¿Jimin no estaba en ningún lugar? ¿Había decidido irse?
—¿Qué cosa?
Con el paso del rato al parecer el Omega había desaparecido del castillo,
Seokjin se preocupó tanto que envió a los guardias a revisarlo de arriba a
abajo nuevamente, cada esquina de los pisos, los jardines y de más. Yoongi
lo había acompañado en todo momento, curioso de saber si el Omega se
había marchado. Tal vez no había soportado y aquel maltrato nocturno fue
la gota que derramó su vaso de paciencia. Yoongi sonrió ante la idea de no
tener que lidiar más con él, aunque también se sintió inesperada y
brutalmente decepcionado.
Seokjin bajó el dedo con el que lo señalaba a Yoongi para abrir los ojos
hasta no poder. Yoongi incluso miró tras él para percatarse de que no había
un espanto asustándolo. Luego de volver la mirada a Seokjin el castaño
golpeó levemente su cabeza y sonrió como un idiota.
—El me pidió pasar los días jueves con él en el bosque. —Explicó el Beta.
—Casi lo olvido, debe estar esperándome, nos vemos luego.
—Oh, bueno.
Yoongi se giró y dió tres pasos para volver a su trabajo antes de reaccionar.
Su mente pareció funcionar de un momento a otro. Las palabras se atoraron
en su garganta y salieron como un pequeño balbuceo tonto. Un par de
guardias lo miraron cuando abrió demasiado los ojos como Seokjin lo hacía
rato atrás, esperaron a que terminara de salir de su transe y reaccionara.
Cuando lo hizo contuvieron un respiro. No sería lindo lo que sea que
viniera. La manos de Yoongi se hicieron puños dentro de sus bolsillos al
procesar las palabras de Seokjin y repetirlas en su mente, todas las de
aquella mañana a decir verdad.
Seokjin había dicho que era el responsable del bienestar del Omega. Se
había preocupado demasiado cuando no llegó a desayunar y se desesperó al
no encontrarlo en el castillo. Ahora de repente ambos de tenían una cita
cada jueves en el bosque. Yoongi se enfureció.
Seokjin no era el Alfa de Jimin, no debía preocuparse por él, tampoco debía
llamarlo con tantos apodos o agendar citas para verlo en el bosque, para
tener citas, como si fuera un cortejo. Seokjin no debía tomar un rol que
definitivamente no le pertenecía.
Recordó su sueño, a Jimin y Seokjin en el bosque y él lejos, ignorado
mientras el par reía y corría juguetones, divirtiéndose como si no hubiera
un mañana después de aquello. La mente de Yoongi gritaba que Seokjin era
su como una Nana para Jimin, pues lo había entrenado desde muy pequeño
para ser un buen Omega junto con su madre, era su amigo, solo su amigo.
Pero Yoongi no escuchaba y su lobo gruñía y se movía rabioso. Limpió las
comisuras de sus labios con sus dedos y chasqueó la lengua bajo la mirada
atenta de los ahora temerosos guardias, los cuales escucharon como un
gruñido abandonaba su garganta.
—¡Seokjin!
El gritó del Alfa llamó la atención del castaño. Caminó a su dirección con
la respiración inestable y la manos hechas puños a cada lado de él. Cuando
estuvo frente a el le golpeó el pecho con su dedo índice y algo de fueza,
haciéndolo retroceder
Seokjin frunció los labios sin comprender la ira del pelinegro, pero
asintiendo no dispuesto a hacerlo estallar en gritos y rabietas.
—De acuerdo.
—Segundo: ¿Por qué Jimin y tú harían una cita para verse cada jueves en el
bosque?
Los guardias fingieron ser ajenos a la situación, miraron un punto fijo lejos
de par. Ellos tenían una frase que usaban siempre entre sí, "No dejes que
Min Yoongi te ponga el ojo encima", porque eso nunca terminaba bien, ni
en el mejor de los sentidos.
Seokjin sintió que algo pasaría pronto, quizá horribles gritos por parte del
Alfa, o quizá peor, violencia física, palabrería amenazante, echarlo del
castillo, encerrarlo en el calabozo...
—Yoongi...
Seokjin sabía que eso pasaría tarde o temprano. Sabía que Yoongi
reaccionaría a la amistad entre él y Jimin. Yoongi había asegurado que no
quería un Omega, pero ese Omega había sido nombrado suyo, tanto por su
padre como por el mismo Jimin, y los Alfas eran sobreprotectores y
controladores, mucho más con lo que creían suyo, el triple con los Omegas,
y Yoongi ya había aceptado en lo más profundo de su mente que aunque no
quería a Jimin, ese Omega le pertenecía. El hecho de que Yoongi no hiciera
nada con el Omega no significaba que alguien más pudiera tomarlo u
ocupar su tiempo, eso le enfurecía, porque Yoongi era un posesivo. Y algo
peor que un Alfa sobreprotector y controlador era uno obstinado,
caprichoso, sobreprotector y posesivo. Todo lo que Yoongi era.
—Claro que no, Yoongi. —Se señaló a si mismo nervioso por la reacción
del opuesto. —Soy un Beta, ¿Lo olvidas? No soy lo que un Omega
necesita, no como tu crees ahora mismo, Jimin lo sabe, sabe que es tu
Omega, solo cálmate...
—Lárgate.
Se aproximó hasta él, con paso seguro, llamando su atención al tiempo que
sacaba sus manos de sus bolsillos. Jimin frunció el entrecejo, confundido
mientras Yoongi acortaba cada vez más la distancia entre ellos. Pintó una
sonrisa de recibimiento en sus labios cuando sus miradas se encontraron,
pero se borró de inmediato ante el rostro reflejante de rabia.
Jimin cerró los ojos y llevó sus manos hasta la que sostenía sus cabellos.
Clavo sus uñas cortas en la piel blanquecina cuando lo zarandeó un poco de
lado a lado, como un niño con su juguete.
—¿Qué te hizo creer que Seokjin y tú podrían reunirse aquí cada Jueves
solos?
—¿Qué? ¡Ah!
Jimin cerró los ojos con fuerza ante el grito, apretando los labios y
ahogando un chillido de dolor. Yoongi volvió a zarandearlo con fuerza,
obligándolo a responder.
—¡Solo quería venir al bosque, solo eso! ¡Me gusta venir al bosque, pero
no puedo venir solo! ¡Auch! ¡Ay! —Gritó cuando Yoongi volvió a
zarandearlo. —¡Yoongi Hyung, no creí que le molestaría! ¡No iba a
traerme si se lo pedía!
Jimin sintió el impulso de gritar "¡Igual me dirías que no!", pero se tragó
esas palabras. Asintió como pudo y contuvo un grito, abriendo sus ojos
verdosos mientras intentaba mirar a Yoongi.
Y Jimin pensó que no era para menos, porque al tener un Alfa era muy
importante no faltarles el respeto o hacer cosas que puedan molestarles o
que pueda dañar su orgullo. Jimin sintió que hizo todo aquello al tener tal
cercanía con Seokjin frente al Alfa, al no avisarle sobre sus encuentros
futuros y mantenerlo oculto como si de un engaño amoroso se tratara. Jimin
suspiró.
—No vas a volver a salir del castillo, ni siquiera volverás a hablar con
Seokjin, ¿Me entiendes? —Jimin asintió como pudo. —Quizá las cosas
serían diferentes, pero decidiste comportarte como un cualquiera.
—No me llame así, Hyung, por favor.
Para la calma de Jimin, Yoongi solo lo arrojó contra el duro suelo con hojas
caídas de los árboles. Miró a Yoongi, lleno de incertidumbre y miedo. El
Alfa lo miró con desprecio y rabia.
Llovía, llovía muy fuerte esa noche durante la cena. Mientras Yoongi
tomaba vino y comía pescado asado con vegetales hervidos muy a gusto en
su asiento, Seokjin estaba a punto de comerse los dedos porque ya no le
quedaban uñas que morder. No había tocado su cena, no podía, le dolía el
estómago de solo pensar en Jimin afuera, solo en el bosque, hambriento y
empapado de agua fría. El Beta no comprendía como Yoongi podía comer
tan a gusto y tranquilo. Era cruel e inhumano, muy descabellado.
—Yoongi...
Las súplicas del mayor fueron completamente ignoradas, así que tuvo que
prepararse mentalmente para una noche intranquila y desvelante en la que
no dejaría de pesar en el Omega.
Cuando Yoongi estuvo vestido con su pijama miró desde su balcón cerrado
la oscuridad de la noche, la lluvia aún caía, un poco menos fuerte ahora,
pero aún así lo suficiente. Imaginó a Jimin tiritando de frío en algún lado y
gruñó al aire.
—Maldito. Te lo ganaste.
—Por la misma razón no debería haber tanto peligro. Estén atentos, si los
necesito aullare.
"Perdón..."
Yoongi volvió a acercar su hocico a su nuca, esta vez logrando clavar sus
dientes en la piel del Omega. Los Omegas solían ser mucho más pequeños
que los Alfas en su apariencia lobuna, así que gracias a su tamaño y peso
Jimin fue levantado por el aire por Yoongi, el cual empezaba a caminar
sosteniéndolo con sus dientes sin que doliera, tal y como lo transportaba su
madre cuando era un cachorro, solo que ahora el que transportaba era el.
Al llegar al muro que separaba los jardines del palacio del bosque un par de
guardias lo esperaban con la entrada abierta. Los guardias sintieron pena
por el Omega, si ese era su castigo por un malentendido, siendo el propio
Omega del Alfa, ¿Qué le tocaría a ellos si cometían un error? Bueno, había
varias historias escalofriantes sobre guardias que rompían las reglas y que
Min Yoongi se encargaba de castigar.
—Insolente.
—Es solo para que puedas cubrirte, los guardias van a verte.
Yoongi depositó a Jimin en la silla del tocador, la bata mal puesta resbaló y
cayó sobre su entrepierna. El pelinegro tomó el libro y tomó una de las
manos temblorosas del menor para que lo sostuviera.
Dejó de leer cuando algo cubrió sus ojos y cabeza. Yoongi agitaba sus
manos sobre la toalla para secar el agua en el cabello de Jimin, luego con
su cuello, espalda y brazos. Torpe, brusco y tallando un poco fuerte su piel.
Jimin miró su figura desnuda pasearse hasta en la habitación en donde
estaba su ropa, el armario, pronto salió vestido solo con un pantalón de
pijama, secando su cabello con la misma toalla.
—No te detengas.
—...Y dijo s-soltando un s-suspiro que nunca se h-había sentido tan mal.
Tan solo y traicionado. Tan temeroso de lo que podría pasar si no a-actuaba
pronto. S-Sin embargo no pudo hacer n-nada. Despertó y n-nunca se había
s-sentido tan frustrado.
Yoongi abrió sus ojos cerrados esperando más palabras, pero era obvio que
la lectura había terminado al tiempo que una tormenta iniciaba afuera.
—Y-Yoongi Hyung...
—Gracias.
Cuando creyó que el Omega se había ido su voz volvió a resonar, más baja
y tímida.
Se escuchó un sollozo y un hipido por parte del rubio, Jimin talló sus ojos
como un bebé.
—¿Qué?
—¿No te dije que te fueras? —Le preguntó inhalando con fuerza una curva
sonrisa socarrona. —Fuera.
—Es que tengo mucho miedo. —Dijo con voz aguda. —Yoongi Hyung,
por su culpa tengo más miedo. —Tocó su pecho y lloró en silencio.
Yoongi rodó los ojos lentamente, pero frunció el entrecejo cuando caminó
hasta la puerta.
—A mi habitación.
—Sube.
—Lo sé.
Más bien, la cercanía de Park Jimin en su cama. Nunca pensó que podía
sentirse reconfortado con alguien que durmiera a su lado, y temía que se
volviera una necesidad, pero mientras lo tomaría como un capricho que
deseaba cumplir; Dormir con Jimin. Con su cercanía y su calor a pesar de
que ambos estaban helados por mojarse en la lluvia. Solo eso, solo aquella
vez. Sería solo una vez.
Y mientras en secreto ansiaba que lo rodeara con sus brazos las yemas de
los dedos que Jimin acariciaron a penas su espalda, sus labios esponjosos
presionándose contra ella después en un suave y corto beso antes de tomar
una distancia de unos pocos centímetros. Un suspiro cayó sobre la piel de
Yoongi y lo hizo sentir escalofríos.
Jimin giró su cabeza y Yoongi creyó que despertaría cuando sus rostros
quedaron frente a frente, pero no lo hizo. Yoongi curvó una sonrisa cuando
Jimin se limitó a soltar un mínimo bostezo y relamer sus labios rosados. El
Alfa relamió sus propios labios y se inclinó, no dudando en presionarlos
contra los abultados de Jimin.
Yoongi nunca había besado labios iguales. Eran suaves y llenos de algo
extraño que le arrebataba el aliento por completo y lo volvían adicto en
pocos segundos. Yoongi se dió el gusto de cerrar los ojos mientras
saboreaba el momento, separándose apenas para suspirar de deleite. No
supo si fue vergonzoso pensar en que ese había sido el mejor beso de toda
su vida, pero era extraño que Min Yoongi se sintiera avergonzado por algo
así que no pensó demasíado en ello.
Jimin volvió a girarse, esta vez quedando boca abajo, extendiendo sus
brazos a cada lado de su cabeza y soltando un suspiro cansado. No tenía el
sueño más ligero del mundo y Yoongi lo agradecía en aquellos momentos.
Yoongi no tenía idea del porque, pero no tenía el control de su cuerpo, solo
acataba las órdenes de su lobo, parecía estar en su forma lobuna, acechando
a Jimin con aquellos oscuros ojos y moviéndose con cuidado y
sigilosamente hasta quedar entre la piernas del menor. Miró su cabellera
rubia desordenada, bajando por su nuca, hombros, espalda, cintura y
caderas...Hasta llegar a su trasero.
—¿Yoongi Hyung?
Las pálidas manos tomaron el trasero del Omega, separándolo con todas las
intenciones del mundo, dejando su parte más privada a la vista. Se acercó
lento, pero seguro, respirando pesadamente sobre la piel. Jimin sintió
escalofríos y tembló levemente, parpadeando para despertar.
—¿Hyung...? ¡Ah!
El Omega se retorció bajo el húmedo músculo que se movía libremente
sobre su zona más sensible, soltando un profundo gemido avergonzado tras
las inesperadas descargas de placer recibido. Yoongi movía su lengua de
arriba a abajo, acariciando la piel y sintiendo algo más que su propia saliva
humedecer el lugar. Jimin disfrutaba aquello y se sentía orgulloso de sí
mismo por provocar tales sensaciones en el Omega. Sus labios dejaron
castos besos, deleitándose con los sonidos que el Omega producía y con el
dulce aroma que se intensificaba. Jimin levantó sus caderas y se empujó en
busca de más. Yoongi lo recibió más que complacido, degustando aquel
agujero como si estuviese hambriento, provocando pegajosos y lujuriosos
sonidos al separarse solo para tomarlo más profundo, apegando su nariz a
la piel y rasguñando con los dientes con cuidado.
—U-Usted lo es...
De golpe el Alfa giró en cuerpo de Jimin y trepó sobre el mismo para tener
su rostro frente a él.
Abrió los ojos de nuevo para buscar los verdosos, pero Yoongi había
despertado.
Había mucha luz que entraba por el balcón y traspasaba el cortinaje del
dosel iluminando su alrededor. El pelinegro respiraba con dificultad y
estaba sudando. Sintió el bulto bajo su pijama y una ausencia en el lugar.
Yoongi notó que Jimin no estaba cuando lo buscó con la mirada. No tardó
demasiado en salir de la cama y salir de la habitación dando un portazo de
enojo y frustración.
Caminó por los pasillos con mala cara como de costumbre, pero esta vez
estaba en pijama, descalzo y con la parte inferior de su cuerpo desnuda, sin
mencionar el cabello desordenado, sus ojos más pequeños por los rastros de
sueño, su horrible mal humor, peor que el de costumbre y el bulto entre sus
pantalones que comenzaba a desaparecer por el frío. Los guardias se
miraron entre sí sin comprender nada. El Alfa entró al comedor abriendo la
puerta de golpe, encontrándose con nadie que quisiera ver, solo las
sirvientas limpiando el piso y los ventanales.
—¿Tardes?
—Si, señor. Es mediodía. —Hizo una reverencia y bajó la mirada a los pies
descalzos del Alfa. —¿Desea comer ahora?
—No.
—¿Con quién?
—Con Seokjin...
~•~•~
—No lo hago.
—Me respira en la nuca. —Jimin rió. —Quiero dibujar bien esta rosa,
¿Podría irse antes de que Yoongi despierte?
—Lo sé, me lo dejó claro desde el primer día en que nos conocimos,
Hyung. —Jimin trazó unas líneas en la hoja. —Tranquilo, nada que deba
preocuparlo. Aunque de igual forma no podría ganar una pelea con Yoongi
Hyung, ¿Me equivoco? —Preguntó Jimin divertido.
—No te equivocas, me mataría en menos tiempo del que crees, pero yo
solo intento protegerte. —Seokjin sonrió. —Eres un bebé, eres mi
hermanito de otra madre, me preocupo por ti. Siempre supe que esto sería
duro para ti, lo que lo vuelve duro para mi, porque sabes bien que cuando
un Omega tiene un Alfa es todo un poco difícil. Más si ese Alfa es Yoongi.
—¿Enserio?
—Si.
Al ver los ojos verdosos de Jimin iluminarse con una sonrisa acompañada
el también sonrió.
—Lo juro, Hyung... —Jimin miró la rosa nuevamente, pero esta vez con
una mueca triste. —Pero estaba dormido o algo así.
Jimin asintió aún si verlo, luego Seokjin hizo una mueca por aquello,
odiando ver el mal trato hacia Jimin cuando claramente nada malo hacía.
—Seokjin, lárgate.
El castaño asintió y los dejó solos. Caminó refunfuñando, cada vez más
alto mientra se alejaba del par.
—¿Y-Yo?
—Ponle los ojos encima. —Lo señaló. —No permitas que las cosas se
salgan de control.
Jimin por otro lado continuaba sin mirar al Alfa, miraba sus botas y el
césped, aborreciendo el tenso silencio entre ellos. Finalmente Yoongi
habló.
Jimin temía mentir, no sabía hacía cuanto estaba el Alfa allí, aunque
después de todo estaban susurrando, no creía que realmente lo había
escuchado.
—Ya le dije, Hyung. Seokjin Hyung solo me estaba diciendo que no hacer.
—Ni siquiera me obedeces. Te dije que no podías hablar con el, Jimin, te
dije que...
—¡Yoongi Hyung!
Yoongi dejó caer el trozo que dividió la rosa a la mitad y la dejo caer. Un
dibujo se reveló en otra hoja. Una casa. También la rasgó.
—¡Yoongi Hyung, Yoongi Hyung, no! ¡Por favor, por favor! ¡Se lo ruego!
Jimin veía todo con ojos cristalinos. Miraba fijamente el desastre frente a
el. Luego miró a Yoongi, liberando las lágrimas retenidas. El contrario se
dió la vuelta para irse entonces.
Jimin dejó caer unas cuantas lágrimas, diciendo con voz estrangulada:
—U-Usted.
—Usted lo es. —Repitió Jimin, tragando duro y cerrando los ojos. —Usted.
Yoongi se puso de pie y pateo las hojas bajo sus pies descalzos en un acto
de superioridad y humillación. Jimin sollozó y cubrió sus ojos, realmente
decaído y triste con las acciones del Alfa y Rey. Yoongi chasqueó la
lengua, sintiendo un poco menos de tensión en todo su cuerpo.
—Ahora lárgate a tu habitación, me encargaré de que no salgas el resto del
día.
❝Ocho❞
Words of my hearts – Kim Jeonji
Aquel día en medio de la reunión del consejo pensaba en eso, con mala
cara y ausente del tema a tratar. Solo podía pensar en el Omega, el Omega
que actuaba tan indiferente y que solo le leía por las noches. De pie y con
las manos entrelazadas tras el miró a la nada. Ni siquiera notó las cortinas
abiertas y la increíble iluminación que daba la luz exterior en aquel
precioso comedor. Una de las sirvientas abrió la puerta de un empujón y la
dejó abierta para que otra entrara con una bandeja en manos. Esta fue
detenida por un rubio que colocó una taza más de té en la bandeja de plata
y le sonrió cuando esta agradeció, ¡Jimin!
Yoongi no pudo ver más al Omega, la sirvienta entró y la puerta fue
cerrada. Seokjin hablaba con los hombres del consejo, Yoongi le palmeó la
espalda dispuesto a escabullirse de aquello y murmuró con voz grave:
—¿Omega?
—Si, Señor.
—Vaya, ¡Pero que bueno! Justo pensaba en como volver a insistir sin que
me tragara vivo.
Otros asintieron entre pequeñas risas respondiendo que ellos igual. Pero
pronto todos atacaron a Seokjin con preguntas que iban más allá de sus
conocimientos y también más allá de lo que tenía permitido decir.
—¿Y la boda?
Yoongi pudo escucharlos desde afuera, pero no tenía tiempo para ellos,
quería llegar hasta el Omega que se alejaba del comedor principal. —Que
no se usaba hacía años, pero en donde por alguna razón Seokjin decidió
que se serviría un almuerzo para los del consejo. —Y comenzaba a subir
las escaleras. Yoongi corrió por las primeras cinco, acercándose lo más
posible al Omega para que sus palabras solo llegaran a escucharse entre
ellos.
—Jimin.
El rubio se giró con sorpresa, mirando al hombre tres escalones por debajo
de él y suspiró. Hizo una reverencia corteza y bajó la mirada para no ver la
oscura gatuna.
Yoongi no supo que más decir, su mente quedó en blanco al ver los
verdosos ojos del Omega moverse de aquí para allá mientras permanecía
cabizbajo. Parecía un poco cansado bajo el maquillaje que se limitaba a
polvos, pero lucía igual de lindo que siempre. Eso pensaba Yoongi. Vestía
pantalones negros que denotaban sus piernas y una camisa de mangas
largas de color vino. Un collar de cuero ajustado cubría su cuello y sus
labios brillaban como siempre. Su cabello estaba peinado hacia atrás le
hacía ver muy varonil, todavía más con una de sus cejas elevadas en
interrogación cuando por fin levantó la mirada, nadie creería que bajo esa
fachada había alguien tan tierno, delicado, sensible y sumiso.
—¿Ayudaste en la comida?
Hubo silencio por parte del rubio. Yoongi no se sintió molesto, esta vez se
sintió como si recibiera una patada en el estómago.
—No.
—No te creo.
Yoongi gruñó dando un leve manotazo a Jimin para que dejara su corbata
en paz. El Omega estaba actuando muy raro, eso a Yoongi lo sacaba de
lugar. Lo miró ocultar sus manos tras el y desviar la mirada de nuevo.
—Vuelva a la reunión.
El Omega se alejó del pelinegro y subió las escaleras una a una, sin prisa
por llegar a su habitación. Yoongi sintió su corazón oprimirse y su pecho
pesar en una extraña agonía que nunca había sentido antes, pero que al
parecer lo acompañaría siempre que involucrara a Park Jimin.
—Jimin. —Llamó Yoongi nuevamente con menos ánimos que antes,
haciéndolo girar en su lugar.
—¿Si?
~•~•~
—¿Cuál es su nombre?
—Ajá.
—Pero eso traerá ciertos problemas para tener bebés. —Dijo otro hombre
de manera odiosa. —Conozco a uno que solo logró tener un bebé, los
Omegas no son muy fértiles. Son casi inservibles.
—Oh, calla. Los Omegas están bien, y por lo que he escuchado de Jimin es
uno muy completo.
Yoongi miró al hombre que había dicho eso, casi salta de su asiento para
arrancarle la cabeza. No le gusto que se expresara tan descaradamente de
Jimin ¡Como si tuvieran toda la confianza del mundo! ¿Acaso tomaban el
té cada tarde para compartir opiniones? ¡Porquerías e insolencias! Miró al
hombre de cabello castaño que había dicho aquello, el más joven del
consejo, probablemente más joven que Yoongi.
—Es mi Omega del cual hablas. —Le recordó. —Cuida tus malditas
palabras de insinuación o voy a cortarte la lengua.
Y tuvo que soportarlo, todavía más cuando a todos se les ocurrió brindar
por ello. Ni siquiera tuvo ánimos de cenar, solo quiso ir a su habitación
para esperar a Jimin y escuchar la historia, escuchar su dulce voz.
Sorprendentemente ahí estaba el, vestido con un pijama blanco, con los
pies descalzos y el cabello húmedo, sentado en el mismo lugar de siempre.
No llevaba maquillaje, pero si un libro grueso entre sus manos.
Quince minutos después el pelinegro salió con un albornoz color vino que
cubría su cuerpo, las cintas se ataban en su cintura y la humedad en su
cuerpo la hacía lucir transparentosa y muy pegada. Le dio pereza vestirse a
pesar de que hacía frío, solo se trepó a la cama y se recostó boca abajo para
escuchar al Omega. Las palabras acariciaron sus oídos una y otra vez, por
varios minutos en la que la dulce voz lo hizo sentirse cómodo y listo para
dormir.
—...Con un beso que lo hizo despertar y querer dormir mil años más.
Una tregua. Quizá eso necesitaban. Yoongi asintió y Jimin sonrió sin
mostrar dentadura. Un sonrojo se instaló en sus mejillas cuando bajó la
vista.
Jimin remarcó su pómulo con una sonrisa más grande que también lo hizo
arrugar su nariz, Yoongi se sintió estúpidamente manipulado por esa
sonrisa, por ese sonrojo, por ese rostro. Yoongi se acercó un poco hasta la
mejilla del Omega para darle un beso, mirando esa zona rojiza que
esperaba por su gentil tregua.
Yoongi parpadeó un poco para alejar la sorpresa, pero solo sintió calor en
el rostro. Jimin por otro lado intentó escapar rápidamente de cualquier
posible pelea, pero el Alfa lo tomó del brazo antes de que si quiera pudiera
ir tres pasos lejos y lo sentó de golpe en la cama, el pelinegro sentándose
también. Los ojos verdosos lo miraron como si se hubiese involucrado en
un problema en extremo grande, pero Jimin no sabía algo.
—¿Vas a huir?
—Pues está lleno de fallas. —Dijo Yoongi despectivo. —Soy más rápido y
listo que tú.
—Escaparía de querer.
—Inténtalo, anda.
Jimin miró a Yoongi unos segundos, luego se levantó de la cama,
esquivando la mano que intentó tomar su brazo de nuevo y dándole la
espalda a Yoongi para correr a la puerta. No conto con que Yoongi lo
tomaría de su camisa y lo haría retroceder de un tirón, haciéndolo caer con
fuerza en la cama sobre su espalda. De inmediato Yoongi se trepó sobre
Jimin, acorralándolo contra la cama y apresando sus manos contra la
misma al poner sus manos sobre las suyas. Yoongi mostró sus colmillos
mirándolo desde arriba.
—¿No es obvio?
Jimin miró a Yoongi a los ojos y luego a los labios. Raramente eso hizo
que Yoongi se fijara en los labios gruesos de Jimin y pudo notar como el
Omega se inclinaba hacia adelante, acercándose a su rostro.
—Yo diría que soy más como el zorro. —Continuó diciendo, sus labios
rozando a penas con los de Yoongi.
El mayor se sintió hipnotizar con la cercanía, así que cerró los ojos y
entreabrió sus labios, sintiendo la nariz de Jimin acariciarlos de arriba a
abajo. Sintió las piernas de Jimin doblarse y escabullirse fuera de entre las
suyas, ajustándose en su cintura de manera suave. Las manos del Omega
empujaron las suyas suavemente y se empujó a si mismo a sentarse.
Yoongi, completamente distraído tiró de él con suavidad, ayudándolo.
Entreabrió sus ojos y miró los verdosos.
—¿El zorro?
Jimin jadeó cuando fue tomado del cuello, Yoongi lo acercó a su rostro y le
mostró los colmillos.
—No te pregunte.
—Duérmete.
—¿Qué pasa?
—Shh.
Seokjin miró a las casi arrodilladas mujeres de mala gana, pero el también
tenía curiosidad, así que se estiró para ver. ¡Y que le arrancaran los ojos si
tenía alucinaciones!
—Que me lleve el diablo al infierno. —Dijo una de las mujeres. —¿De qué
se ríe Jimin y por qué no tiene fruta en la cabeza?
—¡Eso no es su problema! —Espetó Seokjin en un susurro. Tomó a las
mujeres del uniforme y tiró de ellas para alejarlas de la puerta. —Tengan
respeto hacia el Omega del castillo ¡Váyanse a trabajar!
Por otro lado el Omega aún no podía creer las palabras de Yoongi, aquel
Min Yoongi malhumorado y frío.
—No seas impaciente. —Yoongi miró al rubio y casi bufó. —¿O prefieres
que no te de nada? ¿Prefieres que me retracte?
Jimin abrió sus ojos de manera graciosa y apretó sus mejillas con sus
manos, haciendo una 'O' con sus labios fruncidos.
Yoongi miro su plato y una sonrisa ladina se cruzó por sus labios. La
actitud tan positiva y armoniosa del Omega había vuelto y eso por alguna
razón normalizaba las cosas para el Alfa.
—Hyung.
—¿Qué?
—No.
—No.
—¡Yoon!
Jimin miró su plato vacío y asintió, aún no se servía nada. Tomó un racimo
de uvas y comenzó a comerlo. Al terminarlo Yoongi estaba tomando el
resto de su jugo.
—¿Qué quieres?
Yoongi resopló. Al parecer el Omega sabía manipular bien bajo esa mirada
llena de fingida inocencia. Yoongi lo sabía y nunca lo dejaba pasar. Una
sonrisa burlesca se pintó en el rostro del rubio, peinó el cabello sobre su
frente y dijo:
Seokjin por poco cae sobre su trasero, ¡Estaba casi tan pálido como el Alfa
por la impresión! Pero lo suficientemente cuerdo como para correr lejos
antes de ser atrapado. Al ir por la mitad del pasillo un grito lo detuvo.
—¡Seokjin Hyung!
—Vamos a dar un paseo, Yoongi Hyung nos dio permiso. Solo porque
tiene cosas que hacer. —Jimin sonrió. —Su condición fue que no podemos
ir más allá de los jardines. Además de que vayamos a los jardines
delanteros, así podrá vernos desde su lugar de trabajo.
Jimin arrastró del brazo a Seokjin y bajaron juntos las escaleras. El beta
sonrió.
—No de mucho.
Seokjin puso mala cara. ¿Acaso Park Jimin no iba a contarle lo que había
pasado?
—Desayunamos.
—¿Y ya?
—¿Yoongi?
—¡Usted, Hyung!
Yoongi miraba al par reír mientras caminaban por los jardines delanteros,
el mismo en donde había roto los dibujos de Jimin. El rubio olfateó las
rosas rojas y Seokjin le dijo algo que lo hizo fruncir el ceño. Yoongi
también lo hizo, ¿Qué decía Jin? Así no podía concentrarse. Y no pudo
concentrarse cuando Jimin miró a los ventanales en donde Yoongi miraba.
Capturó su mirada, saludó con su mano y continuó con su paseo
toqueteando las rosas de los arbustos.
El Alfa negó repetidas veces con los ojos cerrados. Tenía que concentrarse
en su trabajo como Rey, pero no lo logró en lo absoluto.
El resto del día derramó tinta sobre ciertos papeles importantes, también en
el suelo y arruinó unas cuantas cosas más. Alguien tocó la puerta cuando
rompió una carta mal escrita.
Ver que era Jimin y no una de las sirvientas fue gratificante. Sintió que
aquellos almuerzos y cenas perdidas se reunieron para exigir una gran
comida. Su estómago gruñó, demasiado alto para el gusto de Yoongi. El
rubio sonrió, logrando escuchar lo que Yoongi trató de disimular mirando
la carta rota y carraspeando.
Yoongi sintió como si su madre le riñera, así que de una manera estúpida
Jimin logró persuadirlo. Como el estúpido que sentía que era se levantó de
su asiento y se dirigió hasta el Omega, siendo recibido por una amable
sonrisa. Juntos caminaron con calma por el pasillo, Jimin juntando sus
manos frente a él mientras Yoongi las guardaba en sus bolsillos delanteros
de los pantalones que vestía.
—Hay variedad, ya sabe. —Jimin miró a Yoongi, pero este no. —Hay
ternera y...
—No, solo ternera. Ah, también pollo. —Jimin curvó una sonrisa. —
Comerá bien, se lo aseguro. Pediré que mañana cocinen carne de cerdo, me
encargaré...No creí que quisiera eso. Puedo...
—Quiero decir...
—No tienes que dejar de comer, solo se me hizo curioso porque ustedes se
preocupan de que les crezca el culo y que su faja no les rodee la cintura. —
Yoongi tomó su copa y miró el vino en su interior. —Digo, creo que tu ya
no deberías preocuparte por eso ¿Entiendes?
—¿D-Dice que ya estoy muy gordo? —Jimin abrió sus ojos un poco. —
¿Que mi trasero ya es muy grande?
—¿Qué?
—Bueno sí. Es decir, no. —Yoongi carraspeó y miró a Jimin con una
extraña desesperación en querer arreglar su error. —Tienes un gran culo,
no un gran culo, pero si, quiero decir ¿Entiendes? No es que todos puedan
verlo. Si, pero la verdad es que ¿A quién no le gusta? Me gusta, quiero
decir, es un lindo culo.
Jimin se sonrojó aún más y sus ojos parecieron cristalizarse. Yoongi sintió
su rostro hervir de inmediato, la idea de su rostro enrojecido golpeando su
mente de forma vergonzosa. Entonces habló de nuevo y sin pensar,
tampoco era como si pensar lo estuviera ayudando.
—Si, lo sé...
—Es que ella decía que eso engordaba, decía que se sentía más gorda
cuando lo comía. —Yoongi miró al frente, aún sintiéndose nervioso. —
Decía lo mismo de la carne, la ternera. —Yoongi miró la carne en la mesa.
—Solo es carne, ¿O no?
Jimin tomó el mismo tenedor y dejó aquel trozo de carne en el plato del
Alfa, tomando luego unas papas hervidas y dejándolas también en su plato.
Yoongi masticó un resto de comida en su boca y miró al Omega solo tomar
un sorbo de agua.
—Eso es ridículo.
—¿Quién te crees para mirarme así? —Yoongi mostró uno de sus colmillos
con amenaza. —Quítame esa mirada de encima, insolente. El vino. —Casi
gruñe. —¿Qué tiene de malo el vino?
—Si el vino lo pone...Caliente o no, no creo que sea algo que decir en voz
alta.
—Si, claro. —Jimin tomó otro sorbo de agua y tomó una servilleta,
limpiando sus manos y dando por culminada su comida.
—Pues déjame decirte que existe el celo, tú también lo tienes cada cuanto,
así que hacerte el pulcro solo te deja como un hipócrita.
—No, no pensé eso. —Jimin frunció los labios gruesos y soltó un suspiro.
—Solo pensé en usted en ese estado y en quien le ayudaba, es todo. Por eso
no quiero imaginarlo, porque tendría que imaginar quien lo ayudaba en el
pasado y...No quiero.
—¿Para qué? ¿Qué quieres hacer? —Yoongi rió nasalmente antes de tomar
un trago de vino. —Vas rápido, Omega. Tomaste alas, ¿No?
El vino se le fue a la nariz al Alfa, provocándole una tos molesta que casi lo
deja sin aire. Dio golpes en su pecho con su puño, Jimin sonrió
malvadamente cuando bebió un poco de su vaso de agua, escuchando los
intentos de Yoongi por tomar aire.
—¿Cómo que...? —Yoongi tosió una última vez. —¿Cómo que te gusta
que te cortejen antes de llevarte a la cama?
—Se que no repara nada, pero puedes llenarlo con nuevos dibujos.
Un libro de tapa gruesa estaba en las manos de Jimin. Era grande, tenía
detalles dorados y un símbolo en medio, el símbolo de Busan. A parte
habían varias acuarelas de distintos colores dentro de la caja, pinceles y una
llave plateada.
Jimin dejó todo en la cama, mirando al Alfa de pie con una sonrisa pícara
en sus labios.
—Es un mentiroso.
—Si.
~•~•~
—¿Qué ocurre?
—¿Pero?
Seokjin lo miró con ojos cristalinos, como si pudiera echarse a llorar en
cualquier momento.
—Hyung, es muy tarde para leer otro capítulo, me voy a dormir a mitad del
párrafo. —Insistió el Omega.
Los atacantes estaban conformados por un par de Alfas rebeldes, unos que
se negaron a dar información sobre el por qué de sus acciones, pero que
tenían una insignia en la camisa, al lado izquierdo de su pecho. Una
insignia con el símbolo del reino de Seoul, el reino de los Kim. Murieron
poco después en manos de Yoongi, uno por uno. Por atreverse a entrar al
castillo y por agredir al Omega, Omega con el cual estaba muy molesto.
—¿Compromiso? No sea celoso. —Jimin hizo una mueca. —Me arden los
ojos.
—Me arden los ojos. —Repitió Yoongi entre dientes. —Y no estoy celoso.
—Siempre lo hago.
Yoongi abrió los ojos y lo miró hacer un recorrido hasta el balcón, Jimin
cerró las puertas y luego se acercó a la cama para poder soltar el cortinaje
color mantequilla. Yoongi lo detuvo, sentándose en su lugar y apoyando
sus manos de la cama, teniendo una tediosa sensación de abandono.
—Ven acá.
Jimin posó su mirada dudosa sobre la seria mirada del Alfa solo un
segundo. Luego simplemente se trepó a la cama, apoyándose de sus rodillas
y manos para intentar quedar a su altura.
Yoongi soltó un siseo demasiado silencioso, como una pequeña risa ante lo
inocente y risueña que había sonado aquella confesión. Obviamente,
montar a caballo. Jimin no había mantenido ningún tipo de relación sexual
con nadie, eso podía olerse; Jimin era un Omega virgen. Por eso su olor era
tan embriagante, por eso Yoongi siempre despertaba con problemas entre
sus pantalones, por eso no podía dejar de olisquear ese aroma cada vez que
estaba cerca del Omega. Porque lo llamaba de manera inconsciente y el
caía de la misma manera. Yoongi comenzó a pensar en que quizá eso lo
obligaba a usar el collar que aún por las noches utilizaba. Quizá por eso
nunca lo dejaron empatizar con Alfas. ¿Cuántos matarían por tener al
Omega?
Con ojos duros y voz demandante luego de pensar un tiempo Yoongi dijo:
—Realmente eso no me importa. —Presionó las caderas con sus dedos con
fuerza. —Bésame.
—¿Eh? —Jimin abrió sus ojos un poco y Yoongi se inclinó hacia él,
depositando su aliento caliente sobre sus labios.
Jimin lo tomó de las mejillas y se inclinó un poco más, cerrando sus ojos
antes de obedecer. Lo besó, un beso simple. Pero luego de tantear el terreno
desconocido Jimin lo besó lenta y cruelmente, en un suave vaivén de
emociones que aceleraban el corazón del Omega y lo llevaban a un cielo
que creía que nunca podría tocar. Sin querer, el corazón de Yoongi latió
con fuerza y como si eso fuera un impulso su lengua se hizo presenciar,
acarició los labios contrarios y Jimin se separó un momento. Yoongi pensó
en todo tipo de posibilidades vergonzosas por las que Jimin se pudo separar
de el; Desde su aliento hasta su disgusto, pero al final solo fue para ajustar
más su rostro al suyo y así recibirlo mejor.
Era un delirio.
Cuando Jimin intentaba tomar aire la mano de Yoongi apresaba su nuca y
lo empujaba de vuelta a sus labios. Cuando Yoongi se alejaba para ver el
rostro del Omega el último se arrojaba en una búsqueda desesperada de
aquellos finos labios rosados, pero hinchados y brillantes.
Inconscientemente se abrazaban, acercando sus cuerpos hasta el punto de
querer fusionarse el uno con el otro. La situación comenzaba a salirse de
sus manos, lo sabían, pero no se detenían, no podían; Era adictivo.
Porque sí, después de años pensaba que ya iba siendo hora de compartir su
espacio personal, su cama y su placer. Quería que Park Jimin fuera parte de
aquella obra.
El menor cerró sus ojos cegado por la leve excitación del momento,
asintiendo sin detenerse hasta que su voz logró salir en un suspiro
tembloroso.
—S-Si.
Sin querer evitarlo Yoongi tomó aquel trasero y lo empujó hacía sus
caderas, impulsándose también, fingiendo una embestida. Jimin intentó
calmar el calor que comenzaba a instalarse en su cuerpo, pero era imposible
cuando Yoongi continuaba acariciando aquella zona y tomaba posesión de
sus labios de nuevo. Se permitió acariciar el cuello del contrario con sus
dedos, sintiéndose a el mismo moverse en busca de fricción. Ambos
querían contacto y la ropa era un total estorbo.
—No puedes hacer esto con nadie más. —Advirtió el mayor con ojos
toscos. —No puedes besar a nadie, no puedes tocar a nadie y nadie puede
tocarte a ti. Si alguien se atreve a tocarte yo...
Duda.
Pero la puerta de la habitación fue abierta tan bruscamente que todo aquello
que vivían fue brutalmente interrumpido.
Aquella frase fue suficiente para que saliera de la habitación y los dejara
solos. Yoongi miraba fijamente la puerta. Jimin sintió su rostro hervir de
vergüenza y tuvo un momento para pensar con cordura. Se había dejado
llevar por sensaciones que nunca había experimentado y lo habían atrapado
en el acto. Sus manos fueron tras el, buscando las de Yoongi para sacarlas
de su trasero, pero recibió un apretón como respuesta. Los negros ojos se
posaron en los verdosos casi con confusión.
Las manos del Alfa salieron de su escondite, subiendo hacia el cuello del
contrario, intentando desabrochar el collar. Cuando lo logró lo arrojó a un
extremo de la cama con descuido.
Miró a Jimin con poca paciencia, pero esperando a que él diera el próximo
paso. El Omega parpadeó y torció el gesto, exponiendo la curvatura de su
cuello y cerrando los ojos en acto de sumisión. Yoongi sonrió ampliamente,
acariciando la piel expuesta con sus dedos.
—Bien... —Se acercó a la oreja de Jimin y susurró. —Voy a jugar contigo,
Jimin.
Sus dedos fueron reemplazados por sus labios, los cuales fueron
reemplazados más de una vez por su lengua, que se encargaba de barrer
toda la tersa piel del cuello del Omega y que era acompañada por punzantes
pellizcos de dientes. Los gemidos de Jimin no se hicieron esperar,
embelesado con la delicadeza y la tortura de Min Yoongi.
—Ah, Hyung...
Jimin llevó sus rodillas a su pecho para intentarlo de nuevo, pero Yoongi
no desaprovechó la oportunidad de tenerlo en aquella posición.
Sorprendiéndose ante el nuevo aroma que flotaba en la habitación y algo
más.
—¿Quieres que me detenga? —Jimin cerró los ojos con los movimientos
de los dedos en su interior y negó inconsciente. —Yo tampoco quiero.
—No.
Yoongi se alejó del Omega, este tembló cuando todo el placer se detuvo. El
Alfa se sintió indignado con él. ¿No podía decirle, no quería decirle o era
una excusa? Se molestó de inmediato.
—P-Pero...
Jimin balbuceó una y otra vez, no pudiendo creer aquello. Se relamió los
labios.
—Pero no es justo.
—No es mi problema.
~•~•~
Caminó casi hasta el otro lado del pasillo, a la última puerta, la que era la
habitación del Omega. Recordó que debía ser cuidadoso al entrar, pues los
Omegas eran muy delicados en su celo, aunque cada uno era diferente, o
eso le había enseñado su madre. Respiró profundo antes de abrir la puerta,
pero pareció paralizarse completamente ante la imagen.
—¿Qué haces?
Yoongi cerró la puerta tan fuerte que resonó en todo el pasillo. Miró tras el
sin soltar el pomo de la puerta, casi aterrado por ser atrapado con las manos
en la masa o más bien de chismoso. Le gruñó al castaño somnoliento. Su
voz salió ronca.
—¿Yoongi?
Ambos hombres se miraron entre sí. Seokjin sin comprender, Yoongi con
ganas de romper el cuerpo del Beta.
Seokjin parpadeó sin creerlo, sus labios formaron una enorme "O" cuando
todo le dió un golpe en la cabeza. Cubrió sus labios con su mano libre y
comenzó a reír en voz baja.
El Alfa solo supo rodar los ojos de mala gana ante la respuesta, volviendo a
caminar de allá para acá inquieto, acariciando bruscamente su mentón y
gruñendo bajo en impotencia.
Yoongi frunció el ceño cuando Seokjin caminó hasta pasar por su lado.
—Averígualo.
—Exacto, ahora imagina que este maldito Alfa se ensaña contigo esta
noche. —Retó. —Dime de que estás hablando. —Reforzó el agarré en la
nuca y Seokjin gruñó de dolor. —Ahora.
—¿Meloso?
—Si, como sea. —El Beta se rascó la cabeza incómodo. —A veces durante
su celo había una que otra visita de amigos de tu padre, el salía de la
habitación e intentaba seducirlos. Siempre teníamos que intervenir, yo me
encargaba de vigilarlo y cuidarlo.
—N-No.
—Mientes.
—Continúa hablando.
Seokjin caminó hasta la puerta y la abrió para irse. Yoongi lo miró con ojos
chispeantes y con voz gruesa advirtió en un murmuro:
Le había dicho a Jimin que lo quería, ¿Lo hacía? No, el no quería pensar en
ello. Así que dió vueltas por el castillo durante un par de horas y luego
volvió a la cama, necesitaba despejar su mente.
Por la mañana se dió un baño y se vistió para estar presentable, había una
reunión del consejo aquel día, debía discutir el inconveniente con los Alfas
enviados del reino de los Kim lo antes posible.
Cerró sus ojos mientras caminaba por el pasillo, deleitándose con el aroma
dulce que desprendía Jimin por todos lados. No tenía idea de que haría.
Cuando llegó a su puerta comprobó que no había seguro de por medio, así
que entró sin aviso.
Era una habitación grande, con mucha luz natural que casi deja ciego al
Alfa. El odiaba la luz, mantenía la luz natural baja en el castillo, cortinas
cerradas y ventanales cerrados. La cama era grande, sin dosel, con sábanas
desordenadas y una manta en el suelo. En medio de la cama estaba Jimin,
mirando el techo y sonriendo al sentir el aroma del Alfa. Yoongi frunció el
ceño al verlo con una de sus camisas puestas. Su camisa favorita, casi le da
un ataque.
—No.
Yoongi pasó saliva por sus labios, perdido ante la actitud de Jimin,
completamente diferente a lo normal. Estaba siendo muy atrevido y lo
tuteaba sin parecer necesario...Le gustaba.
—No, quédatela.
Yoongi se estremeció ante las palabras de Jimin. Carraspeó para que Jimin
tomara distancia, pero no lo hizo. Un recuerdo vino a su mente, las palabras
susurrantes que decían "Tu padre intento ir más allá". Se molestó con
Jimin al pensar de nuevo en eso. Jimin actuó necesitado ante su padre, ante
varios hombres, aún cuando sabía que estaba prometido, que tenía un Alfa
al cual guardarle respeto ¿Por qué lo había hecho? ¿Por qué?
—Te estuve esperando toda la noche despierto, ¿Por qué tardaste tanto? —
Yoongi no respondió a su pregunta cuando Jimin apegó su mejilla a su
pecho, acariciándolo. —Te necesito mucho.
—Duérmete.
—Yo no quiero dormir. —Jimin ladeó la cabeza con una sonrisa juguetona.
—Quiero otra cosa.
—Verdad.
—¿Por qué?
Sin aviso previo tomó el rostro de Yoongi entre sus manos y lo besó. Sus
labios se movieron lentamente sobre los del blanquecino.
—Ninguno pareció ser un Alfa real. —Murmuró separándose de los labios
ajenos para volver atraparlos, dando un mordisco al labio inferior del Alfa.
Yoongi gruñó y cedió al beso, subiéndolo consideradamente de ritmo y
tomando al Omega de la cintura cuando lo sentó en la cama y se subió a
horcajadas de él.
Yoongi suspiró llevado por aquel sentimiento que lo controlaba cada vez
que estaba con el Omega. Cuando Jimin lo miró mordiendo su propio
inferior labios deliró, su corazón dió brincos de emoción sin razón y solo
quiso acceder a cualquier petición de aquel Omega de hermoso rostro y
coquetería risueña.
—Eso pude notar. —Se burló Yoongi y Jimin sonrió, tomó una de las
manos de Yoongi y la llevo a sus labios carnosos. El pelinegro delineó los
gruesos labios con su índice y se sorprendió de que el Omega lo tomara
entre sus dientes y lo mordisquera.
Pasó su legua sobre el mismo, del inicio a la punta, sin dejar de ver los ojos
felinos de Yoongi, el cual ahogó un gruñido. Su lobo estaba mirando todo
con lujuria. Ambos parecían haber entrado a un mundo solo para ellos.
Jimin dejó de hacerlo y parpadeó con brillantes ojos verdosos con aire
otoñal.
Jimin medio rió con mejillas tiñéndose de un tono carmesí, Yoongi lo miró
con ojos brillosos cuando negó con vergüenza.
—Cuando entraste...
—¿Si?
Jimin soltó una pequeña risa en su oído. Yoongi dió una mordida coqueta
al cuello de Jimin provocándole un gemido cuando olfateó aquel dulce
aroma que desprendía, la feromonas llamándolo, cayendo poco a poco
como un insecto en la telaraña de una araña hambrienta.
El tragó duro y suspiró, sintiéndose así mismo muy cálido. Sintió a Jimin
alejarse de él y se miraron a los ojos, expectantes el uno del otro. Yoongi
habló entonces, creyendo que debía romper el silencio.
—Yo...Debo ir a mi reunión.
—P-Pero es temprano.
—Debo desayunar. —Yoongi se sintió nervioso cuando Jimin comenzó a
acariciar su rostro con sus delicadas manos. —También tú, les diré a las
sirvientas que traigan comida.
Y antes de que Yoongi pudiera decir algo Jimin se acercó a sus labios y lo
besó, tirando con suavidad de su labios inferior y dejándolo ir para después
darle una lamida que hizo a Yoongi jadear.
Yoongi no lo estaba mirando, pero sabía bien lo que sus manos estaban
haciendo. Jimin, sin dejar de mirar los oscuros ojos del mayor deslizó sus
manos bajo su camisa, la cual le quedaba a la altura de los muslos, tomando
su ropa interior y bajándola sin prisa. Después de unos cortos movimientos
pudo tenerla entre sus manos y sin vergüenza alguna la dejó caer entre
ambos cuerpos. Min Yoongi casi palidece, llevando sus dedos al cuello de
su camisa y tirando con incomodidad, tratando de disimular el bulto que
crecía entre sus pantalones. El Omega lo tomó de las manos y las llevó a su
trasero por sobre la camisa, dejándolas ahí mientras las suyas iban a los
botones de la camisa del Alfa.
—¿Te quedarás?
—Será solo un rato. —Dijo Yoongi un poco agitado. —El desayuno puede
esperar.
—Bueno...
Pero también pensó que tal vez así era Park Jimin; Un Omega con una
dualidad que flaqueaba entre lo sensual y lo adorable.
Jimin cerró los ojos y gimió cuando los besos de Yoongi se movieron a la
curvatura de su cuello, jugando con aquella sensible zona y moviéndose a
su garganta y bajando para morder sus clavículas sobre la tela de la camisa.
—¿Lo soy?
—Si.
—Aquí.
—No, no, Señor. —Dijo tomando su rostro en sus manos, haciendo labios
de pez e inflando más sus mejillas.
Yoongi sabía que no lo estaba tomando enserio, pero no podía darse el lujo
de perder tiempo, al final mientras más rápido terminara, más pronto
volvería. Se dió media vuelta y dió tres pasos antes de escuchar la voz de
Jimin.
—¿Y si salgo?
Jimin lo miro volviendo sus labios una línea. Luego volvió su mirada a su
almohada y al Alfa nuevamente. Sonrió coqueto entonces.
—¿Puedo salir ahora?
—Oh.
Jimin cerró el ventanal con cuidado, también las cortinas, las dejó caer para
que hubiese un poco más de oscuridad y Yoongi supo lo que intentaba.
Quería que su olor se atrapara y mareara a Yoongi. Jimin lo encaró.
—No fue suficiente. —Un pequeño sollozo salió de sus labios. —Necesito
más que tus dedos.
—¡No!
Jimin tomó a Yoongi desprevenido y corrió hacia él, saltándole encima,
enredando sus piernas en la cintura ajena y besando con fervor los finos
labios rosados. Yoongi se tambaleó ante el ataque, sintiendo los brazos
rodear su cuello, pero se estabilizó y giró el rostro para alejarse de los besos
que hacían flaquear su posición.
—Jimin, déjame. —El rubio volvió a tomar sus labios ahogando el gruñido
del Alfa. —¡Quítate! —Espetó intentando empujar su cuerpo.
"Sé delicado"
—¿Si?
—Espérame, ¿Si?
~•~•~
—Me preocupa que puedan atacar los pueblos que estan cerca de la
frontera, me encargaré de reforzar la vigilancia el extremo para no tener
inconvenientes o accidentes. Nunca tuve contacto con el reino de Seoul,
pero los Kim no son confiables, por lo que parece necesitamos tener un
puente de conexión ahora.
Que molestia.
Seokjin tras los Alfas que miraban a Yoongi se rascó el cuello y articuló
algo inaudible. Yoongi frunció el ceño sin comprender en lo absoluto.
Yoongi busco aquella voz, aquella voz que alguna vez hablo libremente de
Jimin como si Yoongi no estuviera presente. Su labio superior tuvo un tick
que lo hizo mostrar un colmillo al tiempo que su mala cara se volvía más
dura. El hombre ladeó una sonrisa y miró su vaso de agua mientras el
pelinegro lo miraba fijamente.
—¿Y yo te lo pregunté?
—Solo digo que todos nos dimos cuenta... —Habló socarrón. —...De que
hay un Omega en celo cerca. Los rasguños en su cuello son una pista más.
—Intenta olfatear que tan cerca esta, llegaré a ti para arrancarte la cabeza
antes de que puedas siquiera salir de aquí en su búsqueda.
Yoongi se puso de pie tan bruscamente que la silla se arrastró hacia atrás
acallando a todos. Seokjin miró mal al Alfa que actuaba como el dueño del
lugar, luego habló en voz alta.
—Respeto al Rey.
—Si, si. —Interrumpió Yoongi. —No es con usted el problema, es con este
idiota insolente. Debería controlar a su hijo.
Seokjin sonrió abiertamente cuando todos parecieron algo intimidados. La
mayoría de los Alfas tenían Omegas marcados, así que eran inmunes al
aroma de Jimin, pero el único Alfa que no tenía una pareja era Chanyeol,
eso no era bueno, pero Yoongi estaba allí para proteger a Jimin....
—¡Yoongi Hyung!
—¿Yoongi?
Llevó sus manos al cuello del pelinegro e intento girarlos para quedar sobre
el, pero Yoongi mordió su antebrazo con fuerza, tirando de la carne
descubierta y logrando desprender un pedazo de la misma. Su lobo estaba
furioso, al borde de salir a la luz, los gritos de las sirvientas que antes
servían té no se hicieron esperar y el escándalo fue entonces mayor.
Llevó sus dientes ensangrentados al cuello del hombre bajo el que gritaba
de dolor, listo para clavarlos en su piel, listo para desgarrar sus venas y
verlo desangrarse hasta morir.
—¡Yoongi Hyung, alto!
Aquel grito lo detuvo. Giró su rostro aún cuando estuvo tan cerca de la piel
ajena solo para ver al portador de aquella voz.
—¡CÁLLATE!
Seokjin actuó sin pensar, reuniendo toda la fuerza que podía y colocándose
entre el Alfa y el Omega. Empujó a Yoongi y a Jimin lejos con mucha
dificultad. Logró que Yoongi soltara a Jimin solo para que lo tomara a él de
los brazos. Juró que lo arrojaría lejos, contra la pared o contra la mesa de
reuniones quizá. Pero Yoongi no lo hizo, estaba quieto, casi congelado.
Seokjin abrió sus ojos, los había cerrado del miedo. Giró su rostro para ver
lo que Yoongi veía tras el entonces.
Seokjin gritó escapando del agarre del Alfa para dejarse caer a un lado del
Omega entonces. Intentó tomarlo entre sus brazos torpemente, mirando su
rostro magullado.
Sus dedos a penas y tocaron una de sus mejillas, la derecha que estaba
sangrando por rasguños que los anillos de Yoongi dejaron en su piel. Su
labio también sangraba, su pómulo izquierdo se hinchaba, las lágrimas de
Jimin se mezclaban con la sangre y resbalaban por su rostro que se
hinchaba más cada segundo.
—J-Jimin...
—Si.
—Aquí.
Yoongi tenía que irse, no podía quedarse con Jimin, tenía una reunión
importante. No pudo hacer nada con él...Nada que implicara anudarlo o
marcarlo, tenía poco tiempo así que solo hizo uso de sus manos y boca para
calmar los deseos del Omega. Al parecer lo logró, no parecía estar tan
necesitado, se notaba tranquilo. Aunque Yoongi no estaba satisfecho y en
el fondo sentía que el Omega tampoco, su olor seguía siendo muy fuerte,
pero fue un buen entretenimiento previo. Lo señaló amenazante.
—No, no, Señor. —Dijo tomando su rostro en sus manos, haciendo labios
de pez e inflando más sus mejillas.
Yoongi sabía que no lo estaba tomando enserio, pero no podía darse el lujo
de perder tiempo, al final mientras más rápido terminara, más pronto
volvería.
—¿Y si salgo?
Jimin lo miro volviendo sus labios una línea. Luego volvió su mirada a su
almohada y al Alfa nuevamente. Sonrió coqueto.
Jimin cerró el ventanal con cuidado, también las cortinas, las dejó caer para
que hubiese un poco más de oscuridad y Yoongi supo lo que intentaba.
Quería que su olor se atrapara y mareara a Yoongi. Jimin lo encaró.
—No fue suficiente. —Un pequeño sollozo salió de sus labios. —Necesito
más que tus dedos y tu lengua para saciarme.
—¡No!
"Se delicado"
—¿Si?
—Espérame, ¿Si?
~•~•~
—Me preocupa que puedan atacar los pueblos que están cerca de la
frontera, me encargaré de reforzar la vigilancia el extremo para no tener
inconvenientes o accidentes. Nunca tuve contacto con el reino de Seoul,
pero los Kim no son confiables, por lo que parece necesitamos tener un
puente de conexión ahora.
Seokjin tras los Alfas que miraban a Yoongi se rascó el cuello y articuló
algo inaudible. Yoongi frunció el ceño sin comprender.
Otro hombre rió, uno calvo y gordinflón. Los demás se limitaron a reír
cortamente.
Yoongi busco aquella voz, aquella voz que alguna vez hablo libremente de
Jimin como si Yoongi no estuviera presente. Su labio superior tuvo un tick
que lo hizo mostrar un colmillo al tiempo que su mala cara se volvía más
dura. El hombre ladeó una sonrisa y miró su vaso de agua.
—¿Y yo te lo pregunté?
—Solo digo que todos nos dimos cuenta... —Habló socarrón. —De que hay
un Omega en celo cerca. Los rasguños en su cuello son un extra.
—Intenta olfatear que tan cerca esta, llegaré a ti para arrancarte la cabeza
antes de que puedas siquiera salir de aquí en su busqueda.
Yoongi se puso de pie tan bruscamente que la silla se arrastró hacia atrás
acallando a todos. Seokjin miró mal al Alfa que actuaba como el dueño del
lugar, luego habló.
—Respeto al Rey.
—Solo bromeo.
—Si, si. —Interrumpió Yoongi. —No es con usted el problema, es con este
idiota insolente. Debería controlar a su hijo.
—¡Yoongi Oppa!
—¿Yoongi?
Llevó sus manos al cuello del pelinegro e intento girarlos para quedar sobre
él, pero Yoongi mordió su antebrazo con fuerza, tirando de la carne
descubierta y logrando desprender un pedazo de la misma. Su lobo estaba
furioso, al borde de salir a la luz, los gritos de las sirvientas que antes
servían té no se hicieron esperar.
Llevó sus dientes ensangrentados al cuello del hombre bajo el, listo para
clavarlos en su piel, listo para desgarrar sus venas y verlo desangrarse hasta
morir.
—¡Yoongi Oppa!
Aquel grito lo detuvo. Giró su rostro aún cuando estuvo tan cerca de la piel
ajena solo para ver al portador de aquella voz.
—¡CÁLLATE!
Seokjin actuó sin pensar, reuniendo toda la fuerza que podía y colocándose
entre el Alfa y el Omega. Empujó a Yoongi y a Jimin lejos con muchas
dificultad. Logró que Yoongi soltara a Jimin solo para que lo tomara a el de
los brazos.
Seokjin gritó escapando del agarre del Alfa para dejarse caer a un lado del
Omega entonces. Intentó tomarlo entre sus brazos torpemente, mirando su
rostro magullado.
Sus dedos a penas y tocaron una de sus mejillas, la izquierda que estaba
sangrando por rasguños que los anillos de Yoongi dejaron en su piel. Su
labio también sangraba, su pómulo derecho se hinchaba, las lágrimas de
Jimin se mezclaban con la sangre y resbalaban por su rostro que se
hinchaba más cada segundo.
Dió pasos hasta el Omega inconsciente, provocando que Jin lo abrazara con
fuerza por inercia como protección.
Entonces Yoongi hizo algo que nunca antes había hecho; Emitió un fuerte
gemido lobuno lleno de tristeza, consumido por la culpa y el dolor
emocional que nunca llegó a experimentar hasta ese momento.
Momento en el que Jimin huyó atemorizado de él.
❝Trece❞
No lo quería, lo había rechazado, lo había golpeado con ira, se sentía
molesto con él, no lo quería cerca.
Pero Yoongi le había dicho que lo quería, ¿Fue una mentira? ¿Lo dijo para
poder tocarlo? ¿Lo sentía realmente? ¿Por qué lo golpeó si lo quería? ¿Qué
significaba?
Quizá fue su instinto de Alfa, quizá por eso golpeó a Jimin, por eso le gritó
y lo golpeó hasta desmayarlo, por desobedecerlo, por haberlo provocado.
Sorbió su nariz y se abrazó más de lo que pudo. Aquel lugar era estrecho,
sus rodillas estaban sobre su pecho y el veía el techo de aquel feo lugar sin
poder moverse.
—¿Jimin?
—No lo sé.
Jimin escuchó los pasos pisar algo de arena, sonaban cada vez más cerca de
el. No podía permitirse ser descubierto.
—Jin.
—¿Si?
Pasos alejándose cada vez más. Jimin se hundió más en su lugar, pero eso
provocó un ruido, pues su codo golpeó el metal de aquel contenedor que
cargaba carbón por dentro y por fuera. Cerró sus ojos fuertemente ante su
torpeza.
—N-No.
—¿No qué?
—Jimin, ¿Te caíste o te arrojaste? Dios, estás atascado ahí ¿Te lastimaste?
Jimin lloró, esta vez en voz alta, dejando caer sus lágrimas, resbalando
estas por sus sienes hasta el suelo. Ya le dolía la espalda, estuvo todo el
tiempo sobre esta en ese frío y duro suelo. No podía moverse, no sentía
más que calambres.
—No llores, Jimin, te lo suplico, voy a sacarte ¿Si? Te voy a sacar de este
polvoriento y frío lugar.
Yoongi se estiró lo más que pudo, sus dedos lograban tocar el hombro
ajeno con dificultad, eso lo hizo maldecir.
—Lo siento, Jimin, lo siento tanto. —Se lamentó el Alfa. —Lo siento.
Estás en un estado delicado y no pude comprenderlo, no debí dejarte solo
en ningún maldito momento. —Se arrepintió. —No debí golpearte, no debí,
perdóname. —Casi solloza el, algo en su pecho pensando de manera
inimaginable. —Es que...Solo pude pensar en Chanyeol intentando tomarte
y en que todo era tu culpa por salir de la habitación, debiste esperarme. —
Yoongi cerró los ojos, rozando sus dedos con el hombro contrario,
desesperado por sentir al Omega. —Pero no es excusa, lo siento mucho,
por favor, entiéndeme, yo nunca tuve un Omega antes, no sabía
que...Perdón.
—¿Enserio?
—Lo siento.
—¿Si?
—No, Jimin, no quiero que lo hagas, ¿Bien? Te voy a cuidar ahora para
que no hayan inconvenientes...
Los ojos de Jimin formaron medias lunas cuando sonrió más, como de
costumbre. Emitió un pequeño ronroneo y acarició el pecho del mayor con
dobles intenciones. Acercó sus labios a los de Yoongi y plantó un rápido y
corto beso. Lo uno tras otro. Más duros, más duraderos. Yoongi se limitó a
recibirlos, amando repentinamente la sensación de dejarse hacer por aquel
Omega. De pronto el Omega intentaba treparse al regazo del mayor,
desesperado por cercanía y contacto físico, pero Yoongi se lo impidió.
—Pero...
—Ya es muy tarde, Omega, te escondiste aquí por horas. —Le recordó
elevando una ceja como símbolo de superioridad fingida. —Así que vas a
obedecerme esta vez. Mañana será otro día.
—¡Yoongi!
Yoongi le había dicho que volvería pronto, tomaría un baño, estaba sucio
después de haber encontrado a Jimin en lo más profundo del sótano, sin
embargo antes de encerrarse en el baño le había dado uno muy largo y frío
al Omega. Aunque el Alfa había tardado tanto que la calentura de Jimin se
elevaba.
—Yoongi, Yoongi... —Se quejó con una gota de sudor resbalando por su
nariz. La limpió contra la almohada sin importarle que la crema para sus
moretones se limpiara también. —¡Yoongi Oppa, apresúrate!
Jimin tomó la sábana en sus manos hechas puños y gimió profundo cuando
sintió un dedo deslizarse dentro de su trasero. Sintió su rostro arder cuando
Yoongi comenzó a moverlo.
Jimin suspiró cuando los besos bajaron a su cuello, sobre su pecho y sus
pezones. La corriente eléctrica que recorrió su cuerpo en aquel momento lo
hizo gemir en respuesta. Su lobo estaba ansioso, sumiso y listo.
Yoongi acarició su cintura suavemente.
Yoongi levantó su mirada para verlo, pero Jimin echaba su cabeza hacia
atrás por el placer contenido.
Yoongi acarició las piernas del rubio con cuidado, conteniéndose de solo
tomarlo, queriendo extender el momento a pesar de que se extendería por
mucho rato. Besó entre sus muslos y sobre ellos, lamiendo y mordiendo
solo para escuchar a Jimin suplicar por más.
Jimin lo miró con los ojos entrecerrados, casi en su típica media luna. Las
manos de Yoongi tomando sus caderas, arrastrándolo hasta quedar cara a
cara. Jimin ahogó un gemido por la mirada iluminada del Alfa. Su rostro
estaba serio, sumido en algún lugar lejano a la realidad.
Jimin intentó tocarlo, pero Yoongi apresó sus manos con fuerza.
—Si, lo se.
—Vas a ser el Omega del Rey y Alfa líder. —Le dijo. —¿Es lo que
quieres?
¿Cuándo fue la última vez que lo besó? No lo recordaba, pero algo le decía
que había pasado una eternidad sin sentir esos esponjosos labios rosados
sobre los suyos.
La sensación era adictiva, pero también era muy peligrosa. Con cada roce
de labios sentía su pulso acelerarse, no podía creer lo mucho que latía su
corazón, no podía creer que el lugar de los jadeos de Jimin escuchara su
pulso atormentar sus oídos.
¿Lo ojos de Jimin siempre fueron tan brillantes? ¿Tan vivos y expresivos?
El Omega tomó el rostro del Alfa entre sus manos, acariciando sus mejillas
con sus dedos y sonriendo hacia el. Yoongi no se movió a pesar de que el
tacto le quemaba la piel ahora fría.
—Si, si, eso quiero, es lo que siempre quise. —Sonrió en medio del
susurro. —Ten —necesito tanto...
Yoongi gruñó ante las palabras, no queriendo aceptar lo que era necesario
aceptar, porque Yoongi lo necesitaba como nunca necesito a nadie, lo
necesitaba tan mal. Al verlo de nuevo a los ojos supo que no eran solo ellos
hablando.
Sus labios habían tomado ventaja aquella vez sin intenciones de ocultar sus
mutuos deseos y sentimientos. Sus ojos los delataban, aquella sinceridad y
profundidad les hacía saber que sus lobos estaban desesperados por ser
escuchados.
Y ahora que ambos volvían a tomar el control de sus mentes supieron que
no había un retroceso ante las declaraciones de dos lobos enamorados.
❝Quince❞
Jimin forcejeó sutilmente con el brazo que lo rodeaba, ganándose un
gruñido por parte del Alfa blanquecino. Con ayuda de un par de
movimientos logró escapar de entre el calor de las mantas y el brazo fuerte
de Yoongi, saliendo finalmente de la cama, completamente acalorado.
Vistió su cuerpo desnudo con una camisa del Alfa, no importándole el no
llevar ropa interior. Dió una rápida mirada al Alfa dormido boca abajo
entre mantas desordenadas y se encaminó fuera de la habitación.
Sus pasos eran cortos y torpes a pesar de querer ir rápido. La parte baja de
su cuerpo se sentía adormecida por el trabajo hecho un par de horas atrás,
sin embargo el Omega sonreía como nunca. Sus ojos se cerraban y de
abrían lentamente, queriendo apagarse para dormir, solo que su garganta no
se lo permitía, necesitaba tomar agua.
Hacía calor o quizá solo era celo. ¿No debería hacer menos calor si ya fue
atendido? No lo recordaba, aunque tampoco le tomaba mucha importancia.
—Jinnie Hyung. —Dijo casi gritando. —Hola, Jinnie Hyung. ¿Qué hace
despierto de tan madrugada? Que linda casualidad.
Jin lo miró un poco exaltado, pero calmando sus nervios para saludar al
Omega.
—Jimin. —Musitó. —¿Qué haces aquí abajo? —Sus ojos se movieron tras
él. —¿Y Yoongi?
—Mi Alfa duerme. —Dijo sonriendo sin mostrar los dientes, con aire
orgulloso y feliz.
—Estoy enlazado.
—Luce...Doloroso.
—¿Placentero?
—Si.
—Me anudó, eso fue un poco doloroso, solo un poco porque Yoongi fue un
poco bruto y desesperado. —Jimin hizo una cara pensativa. —Además ya
sabes, no recuerdo casi nada desde ahí...Pequeñas cosas.
Jimin pensó en como explicarlo para que comprendiera. Si, Seokjin había
sido parte de su educación, pero él no le había dicho como ser Omega en
celo, de eso se encargaba la madre de Yoongi. Jin solo se encargaba de otro
tipo de clases, no era como si no supiera nada entre Alfas y Omegas, pero
tampoco lo sabía todo y la curiosidad del tema le había ganado.
Seokjin parpadeó sin poder asimilar aún. Jimin no le dió mucho tiempo,
pues continuó.
—Si.
—¿Desmayar...? ¡¿Qué?!
—Si, es que no pude soportarlo, después de todo fue mi primera vez. —Le
dijo al Beta. —¡Uh! Pero desperté cuando estuvo a punto de terminar y
pude sentir cuando me marcaba. —Sonrió pícaro. —Esa mordida es muy
placentera. Es una conexión más allá de lo explicable.
Luego de eso miró como Jimin comenzaba a sudar aún sonriente, tocó su
frente preocupado.
—Jimin, ¡Hierves!
—Lo hará si te vuelves a alejar de mí. —Dijo Yoongi. Pasó una última vez
su lengua por la sensible piel de la mordida, notando que ya no había
sangre que limpiar, pero admirando el sano color rojizo de ella.
Seokjin retrocedió cuando los ojos del Alfa se posaron en él con amenaza.
Levantó sus manos al aire en señal de paz, pero antes de que Yoongi
siquiera pudiera mostrar sus colmillos Jimin le acarició el abdomen,
besando su pecho y apegando su rostro al mismo en busca de confort.
Yoongi lo miró y le acarició el cabello.
~•~•~
Yoongi dejó caer las cortinas del dosel color mantequilla y las cerró
alrededor de la cama. Dormir en otro lugar que no fuera su cama no le
gustaba, así que decidió que lo mejor era un cambio de habitación. Miró al
Omega recostado boca arriba intentando tomar bocanadas de aire. El
pelinegro se quitó los pantalones de pijama que solo se había puesto para
buscar a Jimin y se adentró a su pequeña y cálida cueva.
Jimin sudaba un poco por el calor que recorría su cuerpo, una nueva oleada
de necesidad lo recorrió impresionándolo a él mismo, ¿No fue ya
suficiente? Jimin había utilizado supresores toda su vida, guardándose
exclusivamente para Yoongi, pero nunca creyó que necesitara tanto de él
en su celo.
El Alfa llevó sus manos al trasero del Omega dándole un apretón seductor
mientras le mordía el labio y escuchaba su gemido placentero.
—Si, Alfa.
—Son las jodidas seis de la mañana, Jin. —Gruñó Yoongi molesto por ser
interrumpido.
—Antes de que me eches a patadas como el salvaje que eres tengo que
decirte algo.
—Juro que estoy a punto de explotar, juro que si alguien más hace una
estupidez voy a mancharme las manos de sangre, ¡Es una maldita
advertencia! ¡Incluyéndote Jimin!
El Alfa hablaba tan alto que seguro los guardias que de vez en cuando
vigilaban el pasillo escuchaban. Jimin pestañeó cansado.
Jimin se sintió herido por las palabras, muy rápidamente sus ojos se
llenaron de lágrimas.
—Yoongi Hyung Alfa. —Lo interrumpió Jimin dejando fluir las lágrimas.
—Por favor, me hace sentir muy mal.
—¡No estoy malditamente celoso! ¿Por qué debería? ¿Por qué hay otro
Alfa cerca que podría tomarte? —Sus palabras y tono de voz lo
contradecían. Miró a Jimin haciendo expresiones con sus manos. —Podría
matarlo en poco tiempo y no lograría tocarte. Haría lo mismo con ese
estúpido Beta y con cualquiera que crea que tiene una oportunidad de
tocarte o tan siquiera tener contacto contigo.
—Ya estoy marcado, puedo reprimir mi celo. —Le dijo. —Así no hago
nada que le moleste, Yoongi Hyung.
—Jimin está en celo. —Le explicó Jin al mayor sin verlo. —Y Yoongi lo
ha marcado.
—El reino de los Kim ha cambiado más de lo que creemos, las fronteras
estan más que reforzadas, nadie sabe lo que pasa dentro. Si queremos
protegernos debemos tener un puente de comunicación con ese reino.
Hubo un breve silencio en el que Yoongi sintió calor. Cerró los ojos
sintiendo un ardor al final de su cuello, justo entre sus clavículas. Lo ignoró
completamente al escuchar a su padre hablar.
—Si.
—¿Y qué les dirás? ¿Podrían dejar de atacarnos? Por favor. Ah, y Gracias.
—Se burló. —Los Kim son traidores, papá. —Su voz salió neutra. —No
podemos confiar en ellos de ninguna manera. No es como convivir con el
reino de los Jung, no podemos enviar cartas, ¿A quién piensas enviar como
paloma mensajera?
—A Jimin.
Seokjin bajó la cabeza cuando Yoongi lo miró. Entrecerró sus ojos gatunos
esperando a que levantara la mirada. Al no obtenerla la volvió a su padre.
—¿Estás loco?
—Yoongi. —Musitó.
—Yoongi Alfa.
Jimin se acercó al pelinegro, con ojos cansados y tez pálida. Sus labios
agrietados se movieron para dejar salir un susurro privado.
Aquello fue como una patada en el estómago para el Alfa. Antes de poder
decir algo Jimin miró tras él al mayor de todos, el cual parecía muy
consternado.
—Lo siento mucho. —Se disculpó con sinceridad el rubio. —Mi Alfa solo
esta de mal humor, no ha dormido bien y está más irritable que de
costumbre. Dijo eso solo porque se sintió atacado.
Las palabras de Jimin parecieron ser las correctas, pues el padre de Yoongi
asintió borrando todo rastro de tristeza de su rostro.
Haciendo una leve inclinación de respeto miró a Yoongi, el cual sin saber
aún le daba la espalda, rodeando a Jimin de la cintura con su brazo para
impedir que se moviera y mirando un punto muerto en el piso como
cachorro regañado.
—Hijo, lo siento.
Finalmente se dió por vencido. Solo porque Jimin lo pedía, así que era
como disculparse con él y eso no le pesaba ya.
—Entiendo que deba descansar, así será y luego podremos partir a Seoul.
—Alfa. —Cerró fuertemente sus ojos y negó. —Me siento muy mal.
Por eso a Yoongi le ardía tanto el cuello. El sabía que era algo referente al
Omega, pero lo ignoró para prestarle atención a alguien más. Maldijo antes
de tomarlo en brazos. Ahora no era tiempo de estar molesto, tenía que
cuidar del Omega si no quería verlo muerto en poco tiempo.
El Omega gimió el nombre del Alfa. Yoongi cerró la puerta con seguro
luego de entrar a su oscura habitación. Agradecía mantener siempre las
oscuras cortinas evitando la luz exterior, aún más en esos momentos en el
que el olor del Omega llenaba el lugar.
—¿Por qué no? —Reclamó el rubio con recelo. Suspiró cuando Yoongi se
deshizo de la prenda por si solo.
Por inercia el Omega tanteo sus colmillos con su lengua, acercando sus
dientes luego y mordiendo.
Claro que Jimin sabía todo eso, por lo mismo debía recordar como
demonios debía alimentarse de la sangre de su Alfa. Yoongi podía
alimentarse de Jimin sin problemas y así siempre fortalecerse más, así
como a la marca y su relación, pero que un Alfa se alimentara de un Omega
no era realmente necesario, lo hacían por el nivel de conexión que se
formaba entre ambos. Los Omega no. Necesitaban alimentarse de sus Alfas
en sus celos para estar fuertes, ahora que Jimin tenía un Alfa que lo había
marcado era normal necesitar las fuerzas que su sangre le brindaba.
—Lo siento.
Yoongi limpió las lágrimas ajenas y obligó a Jimin a verlo. Sus ojos verdes
estaban llorosos.
—No te voy a forzar, pero tampoco dejaré que desistas, debes hacerlo
¿Quieres probar mordiendo en otro lugar?
El mayor le mostró su muñeca, podían verse las venas azules aún cuando
no había mucha luz. Jimin la aceptó cuando la empujó a su boca y clavó
sus colmillos en ella suavemente.
De nuevo no logró nada. Comenzaba a caer en tristeza por ser tan inútil.
—Si lo haré.
Yoongi ladeó la cabeza: —Si, pero no será tan doloroso como crees. Me va
a gustar. —Le guiñó el ojo siendo coqueto.
Jimin recordó el placer que sintió con su mordida, ¿La sentiría Yoongi con
la suya?
—¿Yoongi Alfa?
—¿Y si no puedo?
Jimin gimió al sentir uno de sus pezones siendo humedecido por la legua de
Yoongi. El pelinegro se encargó de eliminar toda la ropa que los vestía y
dejó al Omega de rodillas, exponiendo su trasero y sosteniéndose de sus
antebrazos.
—Muerde.
—Vamos, Omega, disfruta ahora que soy suave. —Se separó de su labios
con un chasquido. —Cuando entre en mi celo probablemente me taches de
salvaje.
—¿Ya ves? —Sonrió mostrando una peculiar y real sonrisa que mostraba
sus encías. —Fui bruto y no estoy en mi celo.
La melodiosa risa de Jimin fue callada por los labios del Alfa. Yoongi
sonrió en sus labios también.
—Ah. —Gimió Yoongi en voz alta al sentir como Jimin le clavaba los
colmillos. —Si, así...
—Lo haces bien. —Le susurró. —Hazlo hasta que estes satisfecho, sabré si
dejas de hacerlo antes.
—¿Cómo sabe, Alfa? —Mientras lo dijo las gotas de sangre cayeron sobre
sus labios.
—¿Qué?
—No.
Solo para comprobar volvió a pasear su mano por el trasero desnudo del
mayor. Jimin gritó al sentir la fuerte estocada que le hizo cerrar los ojos.
—¿P-Por qué?
—Porque me da cosquillas ¿Bien?
Luego de eso decidió que Jimin tenía que saber como se sentían las
verdaderas nalgadas.
❝Dieciocho❞
—Yo puedo ir solo.
—No importa, iré con usted. —El rubio se abrazó a la cintura del mayor.
—Jimin, necesito ir al baño. Solo. —Se deshizo del agarre del menor y se
levantó de la cama. —No tardó.
—Es porque me gusta estar limpio, no como otros. —Lo miró con
obviedad.
—Tu quédate entre sudor y suciedad. —Le dijo caminando al baño. —Yo
me sumergiré entre agua y jabón un rato.
—¡Pero no tarde!
—Lo que hacen los deseos carnales, al parecer buen sexo te mejora. —
Murmuró tallando su mejilla ruborizada. —Parezco niña sin mi palidez.
Rascó las cicatrices y volvió a su tarea inicial; Un tiempo solo para el.
Necesitaba organizar sus ideas, separarse de sus estúpidos sentimientos un
rato para pensar con la cabeza fría. Suspiró al recordar los últimos días con
cierto reproche. Le repetía a su lobo que era un imbécil por actuar
instintivamente y sacar sus sentimientos a flote. Sin embargo al estar dentro
de aquella tina llena de agua fría y burbujas continuó pensando en el
Omega. Pensó en que Jimin no había tomado una ducha desde el día de
ayer y que quizá las burbujas le gustarían mucho. Acarició su pecho para
limpiarse bien y frunció el ceño. ¿Por qué echaba tanto al Omega de menos
si solo habían pasado unos minutos y quería lejanía? Además de que
estaban a una puerta de separación y que hace nada intentaba pensar con
claridad, sin tener que incluir al Omega. Aquel momento de privacidad se
sentía demasiado solo.
—Jimin, ven a darte un baño. —Llamó en voz alta. —Tu apestas ¿Lo
recuerdas? —Excusó sus intenciones, aunque ni siquiera él sabía cuales
eran.
—Es que estaba buscando una camisa. —Le dijo mirando la prenda.
—¿Para qué?
—Tocaron la puerta...
Yoongi cerró los ojos satisfecho cuando estuvieron frente a frente y estiró
sus piernas a cada lado del rubio, reposando sus brazos en la cerámica de la
tina y hundiéndose en el agua. Como si acabara de tomar un refrescante
trago de agua fría después de atravesar un infierno entero.
Jimin gateó un poco hasta estar cerca de él, pero no hizo nada más que
acurrucarse en su pecho. Yoongi no se movió.
—¿A dónde?
—Yoongi Hyung...
—Si, si tengo.
—Yoongi Hyung... —Su labio inferior tembló. —Si puedo servir para que
no empiece una guerra entre reinos lo haré. No quiero que pase nada
malo...
Miró los finos labios que Yoongi relamía para no ver sus ojos molestos.
—¿Otra...?
El de piel blanquecina pareció decaer ante las confesiones del rubio. Sintió
el remordimiento por haberlo abofeteado solo días después, se sintió mal
incluso por no haber estado esa noche para protegerlo.
—Tengo que ir, ¿Y si vienen por mi de nuevo? O peor, ¿Si vienen por
usted? Debemos detener cualquier tipo de ataque.
—N-No lo haré.
—Esta b-bien.
Jimin le sostuvo la mirada cuando el Alfa casi junta sus narices. Su suspiró
cayó en los labios del pelinegro.
—No quiero que tengas miedo. —Sus ojos parecieron suavizarse al decir
eso. —No tengas miedo, Jimin. Yo voy a protegerte de todo. Lo prometo.
—No, no contigo.
—¿Me quiere?
Yoongi frunció los labios. No estaba listo para enfrentar esa pregunta, sabía
que Jimin iba a querer esa respuesta más temprano que tarde, pero él no
quería enfrentarla aún. Plantó un suave y casto beso en los contrarios
porque en el fondo lo necesitaba. Suspiró luego.
A Seokjin casi se le salen los ojos al escuchar la risa ronca de Yoongi del
otro lado de la puerta, ¿En qué momento había apegado su oreja a ella?
Bueno, la pareja lo tenía intrigado, ¡Nadie sabía de que se trataba aquello!
Muchos se preguntaban si Yoongi lo obligaba a estar con él o si a Jimin le
pagaban, ¿Quién querría estar con el amargado y feroz lobo solitario? Era
como leer un libro de suspenso, nadie sabía que pasaría en el siguiente
capítulo. Así era esa relación y a Seokjin le asustaba las muchas diferencias
que tenía la pareja. Yoongi era tremendamente amargado y frívolo, que
estuviera así con el Omega era muy sospechoso.
Seokjin no pudo escuchar nada más que una exclamación y de nuevo la risa
de Yoongi, un poco más fuerte y libre.
—No.
—Te he visto desnudo casi cinco días, no hay nada que no haya visto.
—¡Yoongi Hyung!
En pocos segundos Seokjin escuchó una puerta interna cerrarse. Así que
supuso que lo mejor era irse.
~•~•~
Jimin había insistido en que tenían que ir a desayunar donde siempre, pues
su celo ya había pasado, pero Yoongi era más que terco y casi lo deja
encerrado en la habitación. Finalmente aceptó salir y Jimin estaba muy
feliz por salir de su encierro.
El Omega abrió las cortinas del comedor hasta más no poder y luego abrió
los ventanales inhalando el aire fresco que entraba. Tomó aire y exhaló.
Pensó en que lo mejor era pasar por alto los recuerdos de sus días de celo,
pensar en ello le daba cierta vergüenza. Yoongi lo miró y llevado por
instinto protector dijo:
Sonrió de pura felicidad cuando fue bien recibido y rodeado por los brazos
de Yoongi.
Yoongi se limitó a asentir, porque él debía resolver ese tema rápido, debía
mantener todo en orden y ¿Por qué mentir? El Alfa quería venganza por lo
que pasó a Jimin. Quería tener al Rey Kim frente a él y romperle todos los
huesos.
Notó que tensaba los músculos cuando Jimin le acarició el mentón. Lo miró
sin expresión alguna y aceptó el trozo de manzana que le ofrecía.
Seokjin tuvo que forzarse a cerrar la boca. Había ignorado el informe tan
específico sobre su agilidad para la protección del castillo que había creado
en cuestión de segundos con orgullo. No tenía un lado animal, pero gruñó
para sus adentros.
—Si, eso decía. —Casi se quejó el castaño. —En la parte trasera del muro
hay veinte guardias en total a lo largo, son muchos metros cuadrados los
que protege ese muro. —Volvió a quejarse, esta vez en voz baja. —
Además hay dos más de esos guardias en la salida al jardín. A Jimin no le
va a pasar nada.
—Ya lo sé. —Le dijo para calmar la molestia reciente que le provocaba
hablar del tema. —Pero me gustaría saber el plan.
~•~•~
Al final Jimin tuvo que ir con Yoongi hasta su lugar de trabajo, se sentó a
un lado de su escritorio e ignoró las voces en debate de Yoongi y Seokjin.
Estuvieron ahí horas, resolviendo los problemas del reino, discutiendo
sobre cosas que Jimin no entendía y finalmente tomando decisiones sobre
los pueblos más lejanos del castillo.
—¿Qué haces?
Aunque Jimin sabía que al Alfa le gustaba escuchar sus cumplidos. Podía
notarlo a pesar de su actitud indiferente en cuanto a su retrato. Repitió el
halago.
—Enserio, es muy guapo. —Cerró el libro y tomó su rostro entre sus
manos. —Su cabello y... —Dejó la frase en el aire y suspiró risueño.
—¿Y qué?
—Y sus ojos.
—Si, esos oscuros y profundos ojos gatunos tan bonitos. —Murmuró Jimin
con voz melosa. —Sentí que me hundía en ellos cuando los vi por primera
vez.
—Además su piel es casi tan blanca como la leche. Sus venas azules
pueden verse en sus antebrazos.
—Si, mucho.
—También me gusta que solo sus labios sean rosados. Resaltan sobre su
piel de una hermosa manera. Como un muñeco de porcelana.
—¿Porcelana?
—Oh...
Yoongi no sabía que más decir, parecía haberse quedado sin voz, además
de que oír tantas cosas buenas de él no había pasado nunca. Se rascó la
nuca en un acto de nerviosismo, su lobo empujándolo a actuar rápido,
queriendo que lo halagara también. Pero Yoongi no lo permitiría, ya no
estaba bajo los efectos del Omega en celo que hacía relucir los deseos de su
lobo, podía controlarse, además ahora que el celo de Jimin había acabado
ya no tenía excusa...
—Tu abuela.
El Alfa quiso golpearse por ser tan directo en ese momento, pero no
conocía como dar rodeos. Miró a Jimin fruncir los regordetos labios.
—¿Cómo?
Jimin negó con la cabeza y se puso de pie tomando su libro entre sus
manos.
—Es hora del almuerzo, Yoongi Hyung. Debe ir con el consejo más tarde
así que será mejor tener fuerzas.
—Yoongi Hyung.
—¿Qué?
Yoongi estuvo a punto de tirar a la basura esa idea tonta del cortejo, pero
Jimin había hecho chocar sus labios inesperadamente y se había alejado
antes de que Yoongi pudiese salir del transe.
No le gustaba admitirlo.
Pero su lobo movía la cola felizmente ante los actos del Omega.
❝Veinte❞
—Entonces, ¿Ese es el plan?
—El Omega es reciente pareja del Rey Alfa, a duras penas estan entrando
en un cortejo, no deberían separarse ahora. —Intervino uno de ellos algo
molesto, peleando con el Alfa a su lado.
Seokjin y Yoongi se miraron automáticamente.
Dejó la frase en el aire justo cuando todos lo miraron. Yoongi rodó los ojos
e indiferentemente dijo:
—No seas tonto, ¡Es cuando un Alfa esta en celo que marca a su Omega!
—¡Oh, vaya!
—Respira.
—No creo que haga falta una unión. —Se limitó a responder.
—Si, si.
Yoongi miró a su padre al final de la mesa, el cual se había levantado como
varios.
—Está claro que mi hijo ha hecho todo al revés. —Dijo el. —Pero lo ha
hecho, ya habíamos presionado demasiado para la integración de un Omega
en su vida, y en lo que a mi respecta ya no meteré las manos en el asunto.
Lo que pase entre ellos es su problema y nada más que su problema.
El castaño Alfa que había dicho que los Omega no eran parte de una guerra
soltó un suspiro y se recargó de la mesa.
Yoongi casi rueda los ojos de nuevo, porque él sabía todo eso, le gustaba
mantener su vida en privado y nunca fue de otra manera, quizá porque
nunca había ocurrido algo con su vida que tuviera que informar al consejo.
Lo más profundo que ha tocado sobre su vida personal era avisar cuando
estaba en su celo, por sí harían alguna reunión esos días o algo parecido.
Nunca tuvo que dar explicaciones de nada, porque la cosa era simple; El
hacía lo que se le venía en gana, eso nunca afectaba a nadie porque no
terminaba siendo controversial.
—Si, queremos conocer a quien acompañará al Rey por el resto de sus días.
—Estoy emocionado, ¡Lo tiene guardado en una caja para que nadie lo vea!
Yoongi sintió una punzada de celos en el pecho, ¿Por qué tan ansiosos?
¡Solo había marcado a un Omega! No era como si todo fuera a cambiar por
eso...
Además, ellos ya tenían a sus Omega, ¿Por qué querían ver a Jimin?
—Es verdad, deberían estar pegados como metal e imán, ¿En dónde está el
Omega?
—¿Cómo que por ahí? —Preguntó esta vez Yoongi. —Dijiste que lo habías
encerrado en su habitación como te lo ordené.
—Yo era igual con mi Omega los primeros meses, ¡Casi la ató de pies y
manos para vigilarla! Que tiempos.
Yoongi frunció el ceño, ¿Por qué desde la llegada de Jimin el consejo había
decidido actuar en cada reunión de trabajo como si de un almuerzo casual
se tratara? ¡Como si solo fueran a tomar té y a hablar sobre la relación de
Yoongi y sus vidas personales!
—Yoongi, déjalo tranquilo que disfrute del aire fresco del jardín, ha estado
encerrado todos estos días y...
—¡El jardín!
—No, por ahí no. —Habló el joven castaño que había dado el gran discurso
a Yoongi. —Por ahí tampoco. A la derecha...Volvió a ir por la izquierda.
—¡Sigue de espaldas!
—¡Eh! Alguien me pisó el pie.
O quizá eran los celos, quizá estaba demasiado celoso porque todos
miraban a Jimin.
—¡Ve a buscarlo!
Seokjin lo miró mal y se cruzó de brazos. Yoongi escuchó a los del consejo
hablar de nuevo.
Alguno de ellos, Yoongi no supo quien, abrió el gran ventanal y empujó los
cristales fuera. Casi caen asomando sus cuerpos fuera. Al parecer logrando
captar la atención de Jimin. Yoongi corrió cuando comenzaron a saludar,
haciéndose espacio entre ellos y mirando también en medio de todos.
Jimin sonreía algo sonrojado y hacía una que otra reverencia de respeto
para todos. Los del consejo soltaban un enorme "Aww" ante eso.
El rubio sonrió volviendo sus ojos medias lunas cuando miró a Yoongi y
llevando su mano a sus abultados labios rosados le arrojó un beso. Luego
de eso desapareció dentro del castillo.
Yoongi lo ignoró y abrió la puerta para salir. La cerró con fuerza al ver a
Jimin del otro lado, como si hubiese visto a un espanto.
—Creo que si era la luz, ahora que lo veo está muy pálido.
¿Por qué estaba tan ansioso ahora? ¿Era por qué su Omega estaba a una
puerta de distancia de casi una docena de Alfas? ¿O era por qué de repente
quería devolverle aquel beso volador junto a unas nalgadas por
avergonzarlo así? No lo sabía con exactitud, ¡No podía concentrarse así!
Abrió la puerta a medias, agradeciendo que los del consejo estaban del lado
contrario y miró al ojiverde.
Yoongi abrió la boca para cambiar aquello, Jimin aprovechó para arrojarse
a sus labios. Los aceptó gustoso, dando pasos fuera de aquel lugar y
cerrando la puerta tras él. Se alejó de su rostro sosteniendo muy cerca al
Omega y volviendo a besarlo intensamente. No, definitivamente no estaba
pensando con la cabeza fría.
—Me acabas de avergonzar. —Se quejó el Alfa mordiendo los belfos
regordetes.
Para cuando Yoongi volvió adentro todo el mundo lo veía. Limpió sus
labios con su pulgar y chasqueó la lengua como si nada hubiese pasado tras
la puerta.
—¿El plan?
—No lo sé.
—No queremos que pase mucho antes de ir, podría haber otro ataque.
Además creerán que estoy asustado y que no pienso dar la cara, y yo no soy
un cobarde.
—Pero sus Alfas nunca volvieron, ¿No les dice eso que no lograron su
objetivo?
Jimin sintió cosquillas con el beso mojado que Yoongi plantó en su nuca y
echó la cabeza atrás para impedirle en acceso a la zona. Yoongi decidió
besar otro lado.
—No es sobre si quieres o no, Jimin, no son vacaciones. Ellos sugieren que
te deje aquí en el castillo, el campo de batalla no es lugar de un Omega y
tienen toda la razón. Pero ahora que saben que te he marcado quieren que
pasen unos días para ver si los efectos de la marca pasan.
Jimin rió.
—Pero claro que lo está, Yoongi Hyung. —Jimin intentó verlo sobre su
hombro. —Hace un rato me hizo un escándalo por ir al jardín solo. Además
no se despega de mi.
—Eso no es verdad.
—Ni siquiera tienes la camisa puesta, vuelve aquí, estaba en medio de algo.
Yoongi rodó los ojos y miró a otro lado con indiferencia. Su lobo se rehusó
a hacer algo, así que se recostó en algún lugar con pereza.
El pelinegro miró al rubio sin expresión alguna, mientras que Jimin sonreía
hasta más no poder ver.
—¿Verdad? —Preguntó.
—Jimin, creo que te confundes un poco con todo esto de la marca y eso.
—Yoongi Hyung...
El Omega fue de nuevo ignorado. Sintió una punzada en el pecho, justo del
lado de su corazón. Su nariz quemó y sus lágrimas empeñaron su visión
cuando Yoongi lo miró por sobre su hombro, su oscura mirada ni siquiera
llegando hasta el. Sus cejas se elevaron en aburrimiento fingido y ni
siquiera se molestó en suavizar el golpe. Solo quería decir las cosas claras,
quizá si las decía en voz alta podría deshacerse del tema y seguir con su
vida.
—No, Jimin. Yo no te quiero.
—No es verdad...
—Lo es, Jimin. —Asintió. —No pude evitar decir que te quería la primera
vez, quizá solo lo dije para que cayeras rendido a mis brazos esa noche, no
lo sé, pero me arrepiento de haberlo dicho.
Jimin negó una y otra vez, sintiendo como su rostro escurría lágrimas frías
que caían en sus muslos. Sus manos temblaban levemente y se sintió tan
frío como el hielo de los ríos en invierno.
—Mi lobo también estaba presente, pero eso no significa que estuve
inconsciente. —Balbuceó. —No significa que actué de una manera que no
quería, no significa que mi lobo me haya obligado a hacer cosas. Los lobos
no hacen algo que nosotros no queramos.
—Pues al parecer si lo hacen. —Cortó. —O al parecer el mío, porque yo no
te quiero como tu crees. Jimin, quería estar contigo, esa es la única verdad.
—No, ¡No!
Jimin tomó su cabeza entre sus manos y comenzó a pensar en todos sus
estudios, todo lo que sabía, intentando encontrar una lógica, algo que lo
ayudará a aplacar el dolor.
—Nunca dije que mi lobo no fuera sincero. —Habló él. —Pero que mi lobo
este enamorado de ti no significa que yo también tenga que estarlo.
Lloró contra las mantas, cubriendo su tristeza entre sus brazos y cerrando
los ojos fuertemente para huir de la cruel realidad que lo abrumaba.
—¿Solo me uso?
—¿Entonces?
—No lo sé, yo no se nada. —Se apresuró a decir ahora molesto por no estar
claro con lo que sentía. —¡No se!
Jimin sollozó dolido.
Jimin gruñó de pura impotencia y dolor, haciendo sus manos puños a sus
lados.
—¡A-Alfa! ¡Alfa!
Dos lágrimas resbalaron por sus sienes, Yoongi las limpio con sus pulgares
y talló la zona para eliminar el rastro. Besó la frente del Omega entonces,
sintiendo una descarga de calor en el pecho que necesitaba liberar con
algún acto de cariño genuino.
Lo próximo que pudo sentir Yoongi fue su cercana liberación, así que
sostuvo al Jimin que estaba abrazado como un Koala a su tronco, flotando
mientras Yoongi lo sostenía con un brazo sin problemas, logrando más
accesibilidad a su entrada.
—Ya casi. Ya casi, Jimin, solo un poco más, resiste. —Informó con voz
tensa al sentir a Jimin ser sacudido por fuertes temblores. —Mantente
despierto, quiero que estés despierto cuando termine. —Gruñó.
—S-Si...Si, Alfa.
El placer duró un minuto, fue más fuerte al final, cuando Yoongi llegó a su
tan buscado orgasmo y lo mordió más fuerte. Jimin también llegó, de
nuevo.
Aunque el acto debía ser diferente, Yoongi reposó su cabeza sobre el tibio
pecho desnudo de Jimin y acarició su costado con sus dedos. El Omega lo
abrazó sin dudar y el Alfa cerró sus ojos sintiendo una increíble paz
interna.
—También yo a ti.
Los recuerdos eran duros de reproducir cuando eran tan fuertes como ese.
Yoongi no dejaba de repetir ese momento en su mente, una y otra vez,
como si fuera lo único en lo que podía pensar. Cerró los ojos al pensar en
las caricias que brindo al Omega mientras dormía aquella noche, en las
veces que le susurró al oído un "Te quiero" y en que tan cerca lo abrazó
mirándolo dormir.
—Quería disculparme de nuevo por lo del otro día, no tenía idea de que
reaccionarias así de mal. —Habló el Alfa más viejo al más joven.
—Claro que si, de haberme dicho que la idea era perfecta quizá te creería,
pero no lo hiciste. —Su padre apoyó sus brazos cruzados sobre la mesa. —
Tu defendiste a ese Omega.
El Alfa mayor continuaba con una suave sonrisa en sus labios, pero con
ojos tristes al ver a su hijo en tan mal estado. Mucho más pálido, algo
descuidado y con grandes ojeras. Estaba un poco delgado y su actitud no
era natural, había aplacado su amargura venenosa para reemplazarla por
indiferencia. Ni siquiera estaban discutiendo, Yoongi parecía muy débil
para hacerlo.
—No lo marcaste por ser un posesivo, sabes lo que conlleva una marca, no
eres un tonto, Yoongi, eres inteligente. Terco, pero inteligente.
—No, no lo hago.
Yoongi lo miró directo a los ojos, su padre frunció el ceño en preocupación
al ver la desesperación en esos negros ojos rasgados. ¿En qué momento
habían dejado de reflejar felicidad?
—Si, exacto.
—¡No! ¡Claro que no! —Yoongi dejó caer sus manos sobre la mesa,
haciendo resonar las tazas de té sobre esta y negando con el ceño fruncido.
—No.
—¿Por qué lo marcaste entonces? ¿Por qué arriesgar tu propia vida por un
capricho?
—Majestad.
Se encontraba en una lucha constante entre lo que sentía y lo que creía que
debía sentir.
Su padre tomó a la Beta del brazo sin que Yoongi lo mirara y le susurró
una orden. Ella corrió fuera y los dejó solos de nuevo.
—No soy un crío, papá, se lo que hago, o lo sabía hasta que interviniste en
mi vida. Tu... ¡Tu y ese Mochi!
—¿Mochi?
—Es decir, Jimin. —Se corrigió rápidamente. —Olvida lo que dije, dije
Jimin. Jimin.
—¡No! ¡Nada de esto esta bien! ¡Yo debería odiarlo! ¡¿Por qué lo trajiste?!
¡Esto es todo su culpa!
Se decidió por mirar la puerta entonces, solo miró y miró como siempre,
esperando a que Jimin entrara y le sirviera de comer a ambos.
Yoongi hizo una mueca con sus labios, como una sonrisa inversa, negando
con su cabeza. Las palabras de verdad le enviaron un escalofrío a la
espalda.
—No...
Su padre esperó y esperó una respuesta, pero esa respuesta nunca llegó.
Bajó la mirada antes de levantarse para irse. Pero antes de hacerlo iba a
decir algo que arrastró con él por años.
Su cabello caía en una lisa cascada negra hasta su cintura, la cual era
adornada por preciosas piedras del vestido blanco que cubría totalmente
sus piernas. Era esponjoso como las nubes, Yoongi no podía dejar de
tocarlo con disimulo como si fuera una almohada al querer "quitarlo" de
encima de su pie. Tenía un escote pronunciado, pero no exagerado, el cual
también estaba adornado con esas piedras preciosas y brillantes.
Ella dió vueltas logrando que sus tacones resonaran sobre la cerámica,
logrando que las piedras de su vestido brillaran como arcoiris por la luz
exterior que se filtraba por el ventanal y logrando que Yoongi se atontara
unos segundos.
—¿Me ayudas?
Tragó saliva y pasó la lengua por sus labios. Era tan bonita y resplandecía
tanto como un lindo día de verano. Negó y desvió la mirada.
—No.
Miró los árboles con el mayor desinterés del mundo y escuchó pasos tras
el. Miró sobre sus hombros como en el gran espejo se reflejaba el enorme
vestido.
—Debes saberlo.
—No, no lo sé.
Él ladeó la cabeza.
—No.
—Según tú ¿Qué?
—Gracias.
—Como sea.
—Sonríe, Yoongi.
No era del todo verdad, pues ella decía eso cada día. Excepto en los días
lluviosos. Ella hizo una mueca, pero pronto se volvió seria. Esa seriedad
de hielo, en donde Yoongi sabía que no hablaría más, que lo ignoraría y
seguiría con su vida.
El menor fue ignorado por unos minutos cuando hizo comentarios críticos
por el falso maquillaje en exceso y los anillos grandes. Eso le molestó. Se
dió la vuelta y le dió la espalda.
—¡Mamá!
—¡M-Mamá!
—Lo sé.
El menor parpadeó varias veces, sintiendo sueño cuando su madre extendió
su mano a su dirección, caminó un par de pasos con rapidez...
Las caricias continuaron, pero no podía ver nada más que una profunda
oscuridad. Recordó que se ocultaba entre sus brazos y levantó con cuidado
la cabeza, dormitando un poco.
—¿Mamá?
—¿Mochi?
—Yoongi...
—Lo obligué a tomar una crema de calabazas, pero no acepto más que eso.
Sabe que últimamente no comes, así que...
El pelinegro pasó saliva por sus labios y negó nuevamente con la cabeza. A
pesar del reproche en la voz de Seokjin, él no dejó de acariciarle la espalda.
Se dejó hacer por las caricias del mayor
—Yoongi...Denten esto.
—No puedo.
—No quiero presionar esto, Yoongi, no lograría nada con eso de igual
modo, pero no puedo no decirte nada, lo sabes ¿No?
—Seokjin...
—Están sufriendo, necesitas detener esto, tienes que detener esto. —Rogó.
—Por favor...
—¡Déjame!
Llegó al tercer piso y corrió. Corrió como cuando era un niño y querían
castigarlo, siempre corría hasta ocultarse, pero él no quería un escondite en
ese momento. Yoongi quería un refugio después de tanto dolor y ese
refugio tenía un nombre.
El Alfa logró escuchar algo más que el eco de su voz, un débil gemido
agudo y lastimero, un llamado de un Omega asustado a su Alfa. Jimin se
sentía desprotegido, completamente solo y abandonado.
—¡Ya voy, Jimin! ¡Espera, p-por favor! —Un sollozo escapó de sus labios
cuando corrió más rápido. —¡Ya voy! ¡Resiste!
Aquel pasillo era desesperante, nunca pareció tan solo, nunca estuvo tan
silencioso, nunca se sintió tan escalofriante. Se sentía la tensión, se palpaba
la muerte y Yoongi no podía permitirlo.
—¡Aquí estoy! ¡Aquí estoy! —Gritó asustado, arreglándoselas para que sus
manos temblorosas abrieran la puerta.
—Jimin. —Llamó.
No hubo una respuesta. Apresó con ambas manos la ajena y sintió lo fría
que estaba. Comenzó a frotarla entre las suyas, creando fricción en busca
de calor. Negó con la cabeza al no ver moviento por parte del Omega.
—No, no, no. —Dijo, lágrimas abandonando sus ojos. —No, no, Jimin,
no...
Tocó su estómago sobre la tela del suéter, luego tomó su rostro entre sus
manos con cuiadando, mirando con horror que no reaccionaba.
—Jimin, Jimin...
Su mano dió ligeros golpes a la mejilla, fueron tres, uno más fuerte que el
otro, pero Jimin parecía un muñeco de trapo sin vida. Yoongi miró más
arriba, la cabellera que antes relucía en hebras rubias estaba tenida de un
color gris plata, igual que un cielo que esta a punto de llorar.
El Alfa dejó caer más lágrimas, una tras otra mientras se subía a la cama y
tiraba del cuello del grueso suéter con brusquedad. Buscó en la curvatura
de aquel cuello esbelto la marca que hace poco había creado, esperando ver
su forma y su color rojizo, pero lo que encontró lo hizo temblar de dolor.
Gris. Gris igual que su cabello. La marca casi inexistente de una mordedura
reciente, estaba agrietada, reseca y descuidada. Su lobo interno lloro,
logrando que Yoongi soltara un audible gemido lobuno dolorido. Eso, ¡Eso
era lo que no debía pasar! Yoongi lo sabía, lo sabía muy bien y aún así
permitió que pasara.
Pero no lo había hecho a propósito, sin embargo, fue su culpa. Sus manos
sacudieron los hombros del Omega.
—Vas a estar bien, vas estar bien. —Murmuró. —Ya verás, y-yo...
Tragó duro y sin decir más le clavó los dientes a la piel tersa. Sus afilados
colmillos enterrándose con desespero, rasgando profundo junto a otros
dientes y obteniendo pronto un líquido caliente que los manchaba. Yoongi
saboreó las gotas de sangre color vino tinto, pero no por demasiado, se
separó para ver el rostro del Omega.
Nada. Nada más que sangre caliente y piel manchada de la misma. El Alfa
tomó al Omega entre sus brazos, acunándolo y abrazándolo muy
fuertemente, chocando su mejilla contra la fría nariz y pómulo de Jimin.
Sollozó con fuerza, apretando el agarre y sosteniéndolo como si esa fuera la
última alternativa.
—¡Seokjin!
El olor a dulce chocolate caliente y menta casi parecía no existir, así que
Yoongi se aferró a él, sintiendo gotear su nariz cada vez que intentaba
olfatearlo. Las gotas de sangre caían en la mejilla de Jimin.
—¡SEOKJIN!
—¿Majestad?
—¿Qué le...?
Jisoo tocó la mejilla fría del Omega cuando lo sostuvo en brazos con
complicación. Su ceño se frunció en complicación y palpó la mordida
sangrante en su cuello. Una marca no debía sangrar a menos de que el
Omega necesitara de su Alfa.
Yoongi miró a la puerta gruñendo, pensó que se quedaría sin voz de seguir
gritando como un desquiciado, pero continuó.
—¡SEOKJIN!
—¡Majestad, respira!
Yoongi estuvo a nada de gritarle algo grosero por pedirle tal cosa en un
momento tan delicado, pero no tardó en darse cuenta de que no era una
petición, era un aviso.
—¿Q-Qué?
El pelinegro observó los dedos de la Beta bajo la nariz del peliplata. Ella lo
miró un par de segundos antes de mover su mano al pecho de Jimin. Dejó
reposar su palma en el unos segundos para afirmar lo que antes había dicho
con seguridad.
El Omega lloraba.
—¿Jimin?
De nuevo no hubo respuesta, pero las lágrimas continuaron cayendo por las
sienes de Jimin. Yoongi intentó sentarlo, logrando que ahora descendieran
por sus pómulos hasta sus labios abultados y mentón.
El ave era hermosa, blanca y gris, regordeta, muy parecida a un búho, pero
con un pico negro muy torcido hacia abajo como la de un cuervo. Sus ojos
eran amarillos, redondos, grandes y saltones como los de un sapo, su pecho
tenía la forma de un corazón y se veía más suave de lo que Yoongi
recordaba haber tocado una vez. Jugeum era una especie preciosa, pero su
belleza era un engañoso veneno.
El ave volvió a cantar, suave, triste, en perfecta tonalidad melancólica.
Yoongi intentó ocultar a Jimin en su cuello.
Le gritó de nuevo al Alfa, tan agudo que podría dejar sordo a cualquiera.
Yoongi gruñó en voz alta, advirtiendo al Ave a no acercarse y mostrando la
almohada en lo alto antes de arrojársela con fuerza.
—Ya se fue, ya se ha ido. —Le dijo como si esa fuera la razón por la que
Jimin lloraba. —Esa maldita ave. —Espetó. —Ya no llores, ya no está.
El Alfa cerró los ojos recordando como esa ave había entrado una vez a su
habitación, como la había sostenido en sus manos y como se había dormido
con su canto. Nunca había dormido tan profundo como aquella noche, así
como nunca imaginó que su madre moriría. El ave estuvo con el cada día,
cantándole hasta dormir, pero no supo de que se trataba hasta que su madre
murió y Seokjin lo miro con el ave entre manos. Entonces supo que era un
Jugeum, aquella conocida como el ave de la muerte, la que se encargaba de
avisar que alguien moriría pronto y que esperaba paciente a que aquello
pasara cerca de la casa de la víctima, cantando por las noches la suave
melodía que endulzaba los oídos de los no conocedores de ella y aterraba a
los sabían identificarla.
Acarició el cabello platinado del Omega y le besó la frente fría una y otra
vez, sin importar cuanto lo hacía sentía que no era suficiente.
Sus palabras resonaron de nuevo sin obtener una respuesta, solo dejándolo
en espera agonizante acompañada del canto del Jugeum fuera del castillo.
El reloj comenzaba a correr para Jimin y a esas alturas todos debían saber
que la muerte se aproximaba.
❝Veinticinco❞
El pelinegro escuchaba las palabras como si estuviera sumergido bajo el
agua; Claras, pero lejanas. Sintiéndose ausente entre las personas dentro de
la habitación, estando presente pero haciéndose a un lado al no querer
participar en el intercambio de palabras que solo lo hacían caer en un
profunda tristeza. Se limitaba a ser un oyente lejano en la silla de aquella
esquina. El hombre explicaba algo, Seokjin argumentaba y de vez en
cuando hacía de mudo para escuchar más sobre lo que decía, mientras que
la Beta pelinegra sostenía un pañuelo en sus manos que arrugaba
constantemente.
No dijo nada durante un largo rato. Sus ojos ardían por haber llorado tanto,
su rostro se sentía pegajoso por las lágrimas secas, la garganta le dolía, ni
siquiera sabía si podía hablar sin sentir que se atragantaba con fragmentos
de un cristal roto. El Alfa solo pudo pronunciar una pregunta. Su voz salió
ronca y pesada, arrastrando cada letra con pesar.
—¿Y va a despertar?
—No lo sé.
—Tiene que saber algo. —Dijo entre dientes el Alfa, conteniendo su ira
creciente y su tristeza. Sus ojos se cristalizaron por las lágrimas nuevas. —
No intente mentirme, porque si lo hace va a arrepentirse.
—¿Pero? —Escupió.
—Lamento decir que no puedo hacer nada por el. Jimin estaba deprimido
hasta donde me informaron, estaba recientemente marcado y fue
descuidado, lo normal sería la muerte, no un coma.
Jisoo miró al hombre con los ojos bien abiertos, esperando a que este diera
una buena respuesta. Sin embargo no fue así.
—No tiene una fecha de culminación, pero quiero hablarles con total
sinceridad; El Omega puede morir en cualquier momento. Su corazón esta
débil, ya se detuvo una vez, no será difícil que pase una segunda y hacer
que vuelva a palpitar no será tarea fácil. Consideren que el hecho de haya
podido hacerlo latir nuevamente es un milagro.
—Oh, no. —Ahogó Seokjin cubriendo sus labios con horror. —No, no mi
Jimin.
El Alfa miró al hombre a los ojos con ira pura y poca paciencia.
El doctor pareció incómodo ante la cercanía y furia del Alfa, así que
retrocedió un par de pasos.
—La marca sangra cuando el Omega necesita del Alfa en el celo, pero
Jimin-ah no lo esta. —El doctor tomó un respiro antes de continuar. —La
razón por la que la marca sangra es porque recientemente fue mordido.
—¿Qué?
Seokjin movió sus ojos cristalinos hacia Yoongi, aún shockeado por todo.
Jisoo lo imitó sin poder creer aquello. Se sostuvo fuertemente del brazo de
Seokjin, pensando que ella misma caería desmayada en cualquier
momento.
—Pero e-eso debe ser algún efecto secundario del coma. —Medio sonrió
como si le estuvieran jugando una broma a todos ellos. —¿V-Verdad? El
Rey Yoongi es su Alfa...
Jisoo quiso decir algo más, pero el doctor se apresuró a salir, como si estar
más tiempo en aquella habitación le fuera a provocar jaqueca. Dió una
última mirada por sobre su hombro.
—Déjenme solo.
—Pero...
Casi empuja al castaño fuera. Echó una mirada al Alfa que se mantenía de
pie mirando al Omega profundamente dormido. Sintió un nudo en la
garganta y su corazón romperse. Ella había escuchado el cantar del Jugeum
con claridad y apostaba a que todos lo habían hecho, pero aún así tenía la
esperanza algo más alta que el miedo.
—No voy a permitir que mueras. —Le dijo. —No te lo permito ¿Me oyes?
—Me rechazas, ¿Por qué me rechazas ahora? Ahora que más me necesitas,
¿Por qué lo haces? Eres un tonto, Jimin.
Las lágrimas frías cayeron sobre el pecho cubierto del Omega. Yoongi lo
tomó del suéter e intentó sacudirlo sin fuerza alguna.
Un llanto incesante abandonó los finos labios del mayor, haciéndolo casi
tiritar.
—Quiero que me hables, quiero que me grites que soy una basura. Por
favor, te lo suplico, abre los ojos, mírame y háblame. —Rogó con voz
quebrada y jadeante.
Miró como nuevas gotas transparentes mojaban sus pestañas y caían sobre
sus pómulos. Lloraba, Jimin volvía a llorar de tristeza y Yoongi no podía
sentirse peor.
Su cabeza cayó para enterrarse en el pecho del contrario, lloró contra este
sin consuelo alguno, ahogándose al no poder respirar y gimoteando
disculpas una y otra vez. Se retorcía en busca de alguna reacción, quería
que Jimin lo rodeara con sus brazos hasta envolverlo en un fuerte abrazo.
Levantó su mirada y acarició con su nariz el mentón de Jimin, queriendo
tacto, queriendo cercanía.
—Abre los ojos, ¿Si? —Gimió. —Por favor, muéstrame esos brillantes ojos
verdes, Mochi.
Pudo sentir el corazón del menor latir cuando reposó su oreja sobre su
pecho y lo abrazó.
Nunca se sintió tan vacío, nunca se sintió tan perdido. Nunca pensó
necesitar tanto algo como en aquel momento. Nunca creyó que necesitaría
tanto de alguien, y vaya que necesitaba a Jimin, necesitaba de nuevo a su
Omega.
Y sin más besó los abultados labios agrietados de aquel que alguna vez lo
amó también.
❝Veintiseis❞
—Jisoo, cambia las sábanas, iré a darle un baño.
La Beta asintió y comenzó a destender las sábanas de la gran cama del Alfa
con cuidado. Miró como el pelinegro caminaba con el peliplata en brazos y
como desaparecía dentro del baño. Suspiró antes de continuar con su
trabajo, sintiendo como su corazón se oprimía ante el silencio.
Jisoo negó y tomó las almohadas para sacudirlas y ponerle nuevas fundas
limpias antes de que el Alfa volviera con Jimin en brazos.
Por otro lado Yoongi se sumergía en la tina de agua caliente que la Beta
había preparado antes. Apegó la espalda del Omega a su pecho desnudo y
acarició su estómago.
—Espero que no esté muy caliente. —Murmuró con los labios apegados a
hombro del Omega. —Aunque lo necesitas, estas helado.
Al terminar avisó a Jisoo que podía irse, saliendo así del baño con el
Omega envuelto en un toalla. La habitación estaba limpia, habían sábanas
nuevas tendidas en la cama, estiradas y sin arrugas. Colocó a Jimin en la
misma y comenzó a secar las gotas de agua de su cuerpo.
—Te voy a abrigar muy bien, así no estarás frío. —Aseguró. —Luego te
pondré muchas mantas encima hasta que estes muy calentito.
El Alfa cumplió con lo que dijo y vistió a Jimin con una de sus pijamas, la
más cómoda que encontró, aunque todas eran de seda y no cubrían
demasiado del frío, así que le colocó otra sobre la que ya le había colocado.
Como si se tratara de una cebolla, Yoongi le colocó capa tras capa de
pijama, al igual que con los calcetines. Lo dejó sobre las almohadas y lo
cubrió con las mantas, unas cuatro.
Cuando el mismo estuvo vestido se metió bajo las mantas junto al Omega,
reposando su cabeza en su pecho para escuchar el palpitar de su corazón y
asegurarse de que continuara ahí con el. Lo rodeó con su brazo y pierna,
casi trepándose sobre el peliplata.
—Espero que tomes temperatura pronto, es preocupante que estés tan frío.
—Murmuró.
—Lamento tanto todo lo que te he hecho, Mochi. Espero que algún día
puedas perdonarme.
Bien sabía el Alfa que Jimin no contestaría, pero aún así en el fondo en
esperaba a que lo hiciera. Que levantara su mano y acariciaba su cabello
para luego decir "Lo perdono, Yoongi Alfa". Quizá hasta un beso de tregua.
Cerró sus ojos recordando su dulce voz, utilizándola para que dijera cosas
buenas, cosas tranquilizantes que lo impulsaran a seguir.
Pero Jimin no hablaba para el, solo estaba en sus pensamientos, el Omega
no contestaba, no lo había hecho en cinco días y no daba señales de querer
hacerlo.
Yoongi se apresuró darle un pequeño apretón rápido y un besó en el
mentón. Toco bajó las capas de tela su estómago, al parecer su helada
temperatura había bajado solo a fría. Hizo sonidos extraños entonces,
dándole un recordatorio al Alfa.
En los últimos cinco días el Omega había perdido una cantidad notable de
peso, sus costillas se marcaban y también sus clavículas. Habían decidido
junto a la Beta Jisoo que la mejor alternativa para hacer que algo llegara a
su estómago eran los líquidos, las sopas de verdura semi espesas parecían
bajar bien por su garganta, pero a veces interrumpía su respiración, dando
signos de que se atragantaba, entonces Yoongi lo hacía quedar boca abajo
muy rápido al borde de la cama y golpeaba su espalda para que lo que
obstruía en su garganta saliera. Parecían alimentar a un títere, les tomaba
mucho tiempo hacer que toda la sopa bajara por su garganta y con sumo
cuidado deslizaban agua por la misma para mantenerlo hidratado. Sin
embargo, no era suficiente, Jimin necesitaba más que líquidos para estar
sano.
Intentaba decirse que no había sido a propósito, que él pasaba por su propia
lucha interna y por eso se alejó de Jimin. Pero en su mente no existía
justificación alguna para el daño que había causado a aquel peliplata
inconsciente que yacía a su lado. Simplemente no había razón suficiente
para haber desaparecido la vida del Omega.
Jimin ya no tenía una marca, pero Yoongi podía hacer una nueva. El doctor
había dicho que el Omega estaba rechazando su mordida, Yoongi entendía
porque, pero la marca tardaba en desaparecer y sangrar mientras se
limpiaban rastros del Alfa no deseado.
Si se suponía que una primera marca fortalecía al Omega eso debía ayudar
a Jimin en algo, y no solo eso, un Omega debía alimentarse de la sangre de
su Alfa para estar fuerte, más cuando está sangraba. ¿Qué pasaría si Yoongi
lo marcaba y aprovechaba el tiempo que tardaba el Omega en rechazar la
marca para alimentarlo con su sangre?
Era un plan sin sentido, sin pies ni cabeza, no tenía lógica alguna, pero
Yoongi realmente estaba desesperado. Podía intentar algo o dejar que todo
siguiera su cruel curso.
Dudo, lo hizo por demasiado tiempo, porque sin querer se estaba creando
ilusiones y esperanzas, sabiendo que tenía más posibilidades de fallar que
de salir vencedor. Mordió su propio labio inferior ante la duda, su entrecejo
frunciéndose en preocupación ante el mar de pensamientos que
comenzaban a provocarle un fuerte dolor de cabeza. Su cuerpo se balanceó
suavemente, sintiéndose mareado de un momento a otro, queriendo cerrar
los ojos para estabilizarse, pero no permitiéndoselo ni por un escaso
segundo. No se trataba de él, nada se trataba de él y nada debía tener más
atención que Jimin. Jimin, debía hacer algo, debía hacer todo lo que
estuviera en sus manos y lo que no también, por el.
Actuó lo más rápido que pudo entonces, cegado por lo anhelo, atormentado
por el miedo, rogando mientras se desgarraba la muñeca que aquello no
fuera solo una tontería.
❝Veintisiete❞
Ahí estaba de nuevo ese olor, rodeándolo y colándose en su olfato sin
intención alguna. El olor a pino, lodo y lluvia le hacía cosquillas en la
nariz, hacía bailar a su corazón un poco menos lento.
Voz, aquella voz que siempre le hablaba. Estaba tan perdido, tan solo y
desesperado que escuchar esa voz era un tranquilizante natural. Quiso
agradecerle por hablarle, quiso pedirle que encendiera las luces, o que
abriera las cortinas, porque todo estaba demasiado oscuro. Había estado
oscuro ya demasiado tiempo para su gusto y eso lo asustaba.
Tardó, pero supo entonces que la oscuridad que lo rodeaba era a causa de
sus ojos cerrados, ¿Estaba dormido? ¿Era eso? Pero había pasado mucho
tiempo ¿Cómo podía estar dormido y estar tan presente como en ese
momento?
—Espera un momento.
Volvía a sentirse solo, volvía a estar perdido. Hacía frío, le congelaba los
huesos y lo paralizaba. Lo dejaban, lo dejaban en medio de la oscuridad y
el frío, en medio de un limbo de desorientación y miedo. Lo dejaban, lo
dejaban de nuevo, lo dejaban de nuevo, lo dejaban de nuevo...
¡Morir! ¿Iba a morir? ¿Estaba muriendo, era eso? ¿Por eso no se movía?
¿Por eso no hablaba? ¿Por eso no recuerda nada?
Una mano tomó la suya, se sentía suave, cálida, familiar, muy familiar...
—¿Puedo pasar?
—Si, pasa.
—Lo sé.
—Lo hace a veces, creo que es demasiado para el. Deja de hacerlo cuando
estoy cerca.
¿Un qué? ¿Un baño? ¿Cuándo y por qué no sintió eso? ¿Por qué sentía que
dormía y despertaba sin tener ninguna diferencia de tenebroso escenario?
¿Cuánto había dormido? ¿Cuánto había pasado allí? Le dolía la espalda, le
dolían la piernas y el cuello. Se sentía entumecido, como un animal
disecado en vida.
Unas manos tantearon su pecho, cubriéndolo con algo. La voz cortante del
Alfa incluso cortó el flujo de pensamientos de Jimin.
—Estas con él siempre, yo puedo quedarme con el ¿No quieres tomar algo
de sol? Últimamente estas muy débil...
—Estoy bien, yo cuidaré de Jimin.
Sintió los colmillos posicionarse en el lugar correcto para atacar sus venas.
"Por favor, por favor, vas a lastimarme de nuevo, vas a hacer que me
sienta muy mal, ya no quiero, ya no quiero..."
La dentadura hizo presión, se hundió en su piel hasta romperla, su sangre
fusionándose con la saliva del Alfa cuando este pasó su lengua una y otra
vez sin soltarlo. Pudo sentir como la mano hacía presión en su nuca y como
su dentadura se clavaba más en el.
Una corriente de cosquillas y placer recorrió su cuerpo, pero eso duró poco,
sabía que ahora venía lo malo.
Los síntomas se hicieron presentes dos veces más rápido que la vez
anterior, incluso más potentes y más fuertes. Su cabeza dió vueltas y dolió,
como si de pronto la hubieran golpeado contra algo resistente y duro.
Eran esos síntomas que aparecían cada vez que el Alfa lo mordía, lo que lo
hacía rechazarlo, porque de no hacerlo, todo se volvía peor cada segundo.
Así que lo hizo, comenzó a rechazarlo en cuando Yoongi se alejó de el.
Rechazarlo dolía, dolía mucho más esa vez por alguna razón.
"No puedo, me duele, me hace mal sostenerla, me hace muy mal." Intento
decirle sin éxito.
Quiso gritar, patalear, llorar y maldecir. Quiso empujarlo, quiso gritarle que
le hacía daño, mucho daño, quiso decirle como se sentía. Pero no podía, no
podía hacer nada más que estar muy quieto como un muñeco de trapo sin
vida.
Sin embargo esa vez fue muy diferente, la sangre hizo contacto con aquello
que obstruía su garganta y de pronto ascendió muy rápido todo,
quemándolo como un volcán en erupción.
—¿Pero qué...?
Vómito, estaba vomitando. Se moría por dar arcadas y expulsar todo por su
cuenta, pero su cuerpo no reaccionaba a nada, solo dejaba que todo el
vómito ácido y mal oliente saliera. Si Yoongi no se hubiese percatado de
aquel detalle y no lo hubiese inclinado, Jimin se hubiese ahogado en
vómito.
"¿Qué pasa? ¿Qué está pasando? ¿Por qué estoy vomitando? ¿Por qué me
siento tan mal?"
—Oh, Chim...
"Mira lo que hiciste, mira lo que me hiciste, todo es tu culpa, ¡Todo esto es
tu culpa!"
—¡Jisoo!
—¡Jisoo!
De nuevo se escuchaba aquel canto, aquella triste melodía que el ave hacía
resonar.
"Ayúdame"
—¡JISOO!
❝Veintiocho❞
—¡Nayeon!
—¡Nayeon!
Pero era enorme, y ella se sumía tanto en sus historias que no escuchaba los
gritos de Jin hasta que era realmente altos y agudos.
—O-Oppa...
—Ya veo porque nunca terminas de limpiar este lugar, ¡Si te la pasas
leyendo todo!
Pues era la más joven sirvienta, contaba con solo dieciocho años.
Nayeon lo miró con algo diversión pintando sus oscuros ojos, pues Seokjin
seguía demasiado de mal humor, gritando y hablando solo lo mucho que
debía medir sus palabras.
—Seokjin Oppa, hoy esta de mal humor y usted nunca esta de mal humor,
¿Qué pasa?
—La presión está sobre mis hombros desde que Yoongi marcó a Jimin,
estoy sobre estresado.
—Bien, me rindo. —Aceptó tocando sus sienes. —Me voy a arrugar rápido
si sigo estresándome tanto. Todo tiene solución. —Se dijo. —La crisis se
superará...Mientras. —Casi gime. —Iré a preparar todo para la reunión.
—¿Qué reunión?
—Ah, ¡Ya ni se! Alguien está exigiendo hablar con Yoongi, ¡Pero
obviamente el no puede! ¡El debe solucionar otras cosas! ¡Aún cuando no
esta haciendo nada está afectando el reino y todo por esa marca!
—Seokjin Oppa, respire. —Pidió ella algo preocupada al verlo perder tanto
la tranquilidad. —Esta muy nervioso.
—¡Un par de vidas estan en juego por una mordida! ¡Nada más y nada
menos que la vida del Rey y Alfa líder y la de su Omega! ¡¿Cómo quieres
que este?! —Casi llora.
La Beta sonrió gentilmente. Todos estaban enterados del riesgo de todo
aquel problema, si alguno de los dos moría el otro probablemente también,
¿Y qué haría un reino sin su Rey Alfa Líder?
—¿Quién rayos es usted y por qué está allá tan oculto? —Espetó con voz
vacilante, frunciendo el entrecejo y estrechando los ojos.
Seokjin sintió que había ignorado por completo sus palabras. Lo miró
irritado.
—Pues sea lo que sea, lo hablará conmigo; Su Beta y mano derecha. —Lo
interrumpió.
Su voz sonaba pacífica y firme, pero sus ojos mostraban molestia y un poco
de burla quizá. El castaño quiso gritarle, pero se contuvo.
—Escúcheme bien, estoy más que de mal humor hoy, así que le daré dos
opciones; Habla conmigo sobre esas noticias importantes o llamo a los
guardias para que lo saquen de aquí. No estoy para que me irriten hoy.
El hombre de color canela medio sonrió, una sonrisa torcida y llena de total
gracia que Seokjin depreció con la mirada de inmediato.
Además y para aterrar más al Alfa, el cuerpo que sostenía con firmeza
estaba teniendo espasmos, fuertes espasmos.
Jisoo a su lado cubría sus labios, sus ojos abriéndose con impresión y las
piernas temblándole como los postres fríos que solía comer de pequeña.
Una nueva arcada y Yoongi lo empujó al frente, tomando aún sus cabellos
para intentar controlarlo. El vómito caliente impactó contra sus piernas y
las mantas con brusquedad. El mayor pudo ver con claridad como Jimin
devolvía hasta lo que no había ingerido.
Cuando nada más cayó de su boca supo que aquello había terminado.
Tomó una bocanada de aire, como si fuera el quien todo el tiempo estuvo
ahogado.
—Ah, maldita sea. —Musitó. —¡Maldición! Que susto me diste, Mochi. —
Le dijo al Omega, acercándolo a su cuello y abrazándolo. —
Santa...Maldición. —Terminó por decir.
Cerró los ojos para intentar controlarse. Sentía su cuerpo temblar ante la
sensación de pánico, pero todo había pasado, Jimin volvía a estar
estable...Más o menos.
—Majestad.
—Majestad, Jimin...
—¿Qué ocurre?
La Beta solo pudo estirar su brazo, señalando el cuello del menor. Yoongi
lo alejó de su cuerpo, sosteniéndolo en todo momento para examinar lo que
la pelinegra señalaba.
~•~•~
—¡Yoongi, Yoongi!
Continuó acariciando el cuerpo del Omega con sus manos llenas de jabón,
jugando un poco con su cabello platinado y dejando castos besos en su
nuca, mejilla y sien. Lo abrazó mirando sus piernas estiradas y soltó un
suspiró cuando el vapor del agua caliente lo hizo relajarse.
—Te amo.
—Cuando todo esto acabe lo arreglaremos todo. —Le susurró dándole otro
beso a su mejilla. —Estaremos bien y seremos muy felices. —Aseguró. —
Haremos lo quieras. Abriremos todas la cortinas y ventanas, daremos
paseos por el bosque...Dormiremos juntos de nuevo, abrazados como lo
hacíamos. —Le recordó. —Incluso te dejaré acariciarme el trasero, ¿Te
gusta la idea?
—¿Sobre qué?
—No.
Ahí estaban los Beta Seokjin y Jisoo, parados como un par de soldaditos de
guerra que esperaban órdenes. Jisoo habló primero.
—Hay alguien que pidió verte con urgencia, y-y yo me presenté para ver de
quien se trataba...
—¿Cómo? ¿Lo dejaron entrar sin saber quien era? —Casi gruñe.
—¿Qué?
El Alfa no pudo hacer nada más que resoplar. ¿Acaso lo perseguían los
problemas? El solo quería echarlos a todos y recostarse a un lado de Jimin
hasta verlo despertar. ¿Qué tenían que ver los problemas del reino de los
Jung con el? Si, Jung Hoseok era su amigo, por la misma razón debía haber
recibido alguna carta de su parte con el aviso sobre un tal Jung Namjoon. Y
al no haber recibido nada parecido no podía creer en tales estupideces... ¿O
si recibió alguna carta? No lo sabía ¿Cómo iba a saberlo estando todo el día
encerrado entre cuatro paredes? Tampoco le interesaba en aquel momento,
con total sinceridad el solo quería echarse a morir por no obtener respuestas
de su Omega. En todo caso, si Jung Namjoon era el supuesto heredero de
Kusan ¿Qué hacía buscando a Yoongi en Busan? Debería estar en el
castillo de los Jung, arreglando sus asuntos, peleando, matándose o algo
por el estilo, ¡No estar ahí molestando al Alfa! Tenía cosas más importantes
en las cuales centrar su atención.
Se resignó. Recordó que era el Rey, y como Rey y Alfa líder tenía que
velar por la seguridad y el orden de todo...
—Gracias, es el estrés.
Por alguna razón que Yoongi desconocía el Beta tomó su estómago entre
sus manos y se quejó. Luego se fue. Al parecer la estaba pasando igual de
mal que Yoongi.
Con dificultad se levantó y sin ánimos caminó hasta la puerta. Debía hacer
rápido lo que iba a hacer con el farsante que estaba en su castillo para
volver con él lo antes posible.
Miró una última vez al Omega inmóvil, mordiendo su labio antes de salir
de la habitación. Fue todo demasiado serio desde ahí.
Alejarse de Jimin lo hacía sentir muy mal, más ahora que volvía a haber
una marca. Sentía que luchaba contra una fuerte corriente de agua, pero se
obligó a mantenerse firme.
—Lo era.
—Aquí el único que debería dejar de jugar eres tú. —Casi gruñe en
respuesta. —Yo tampoco estoy de buenas.
—J-Jimin.
—¡Majestad! —Gritó.
Era el, era Jimin quien lo veía con profundos ojos verdes brillosos, era el
quien parpadeaba de manera casi inocente y que mantenía la completa
serenidad en su postura.
Sus brazos lo rodearon por sobre sus hombros, abrazándolo con fuerza
mientras se ocultaba en la curvatura de su cuello.
—No sabes lo feliz que me haces, no tienes idea de lo feliz que estoy. —
Sollozó. Besó su marca castamente. —Sabía que despertarías, sabía que
funcionaría.
Jimin estiró sus manos rápidamente hasta tomar el cuello del Alfa con
decisión, sus dedos haciendo presión sobre la piel blanquecina al tiempo
que se acercaba hasta este.
—¿Jimin?
Las manos de Jimin tiraron de la camisa ajena, quitando los tres primeros
botones con rapidéz desmedida. Yoongi ahogó una exclamación al sentir la
repentina intromisión de Jimin con su piel.
Cerró los ojos cuando mordió fuertemente entre sus clavículas, rasgando su
piel y succionando su sangre. Una ola de placer y cosquilleos lo invadió.
Sintió su lengua lamer su piel, sus dientes mordiendo una y otra vez al
tiempo que succionaba con desespero. El Alfa se removío sobre su cuerpo,
sintiendo la excitación abriendo paso.
—Oh, Jimin...
Se veía radiante en todos los sentidos. Sus mejillas tenían color, igual que
su piel, volvía a la normalidad. Se veía sano, se veía hermoso.
Se miraron largos segundos en los que Yoongi lo admiró sin perder ningún
detalle. Se acercó lentamente, dispuesto a besar los abultados y esponjosos
labios rosados.
Quizá Jimin quería hacer pipí o lavarse la cara. Ahora que tenía control de
su cuerpo podía valerse por sí mismo, pero Yoongi no quería alejarse, iba a
esperarlo.
Jimin salió entonces, vestido solo con la primera pijama que Yoongi le
puso bajo las otras. Le dió espacio para salir y lo siguió hasta el armario.
—¿Mochi?
—¿Qué?
—Sí, Majestad.
Miró al armario esperando a que Jimin saliera, gritó antes de que la Beta se
fuera por completo.
—¡Jisoo!
—Enseguida.
Pero Jimin no se detuvo, continuó caminando. Yoongi tuvo que correr para
alcanzarlo entonces.
—¡Jimin, espérame!
Jimin comenzó a bajar de nuevo, esta vez con Yoongi tras el, casi pisándole
los talones.
Jisoo los siguió a buen paso, dejando todo en la mesa en la que Yoongi
solía sentarse durante su alejamiento con Jimin. Se despidió y los dejó en
completa soledad.
—No quiero.
Jimin parecía estar muy receptivo de un momento a otro, incluso más que
en su celo, así que a penas Yoongi tocó su ahora húmeda entrada gimió por
lo alto. Se creó una tensión sexual palpable entre ambos.
Alguien abrió la puerta, una Beta de cabellos rojizos que captó la atención
de ambos. Salió enseguida casi gritando una disculpa. Yoongi gruñó a la
puerta, separándose un poco de Jimin. El menor lo tomó de la camisa,
tironeándola con malcriadez y enojo.
—No te detengas, quiero llegar, quiero me hagas llegar. —Casi lloriquea.
—Vamos, no seas gentil conmigo, Yoongi...
¿Por qué estaba el tan deseoso después de ser tan indiferente? ¿Cómo
ambos habían llegado al punto de tener sexo en la mesa del comedor como
un par de desesperados? A Yoongi le encantaba la forma sucia en la que
Jimin le hablaba, le encantaba lo desesperado que estaba y como lo
reclamaba.
—¿Namjoon?
❝Treintayuno❞
El agarre de Yoongi en la cintura de Jimin se volvió posesivo al tiempo que
su ceño se fruncía en molestia pura. Lo miró, aún miraba al hombre de piel
canela como si no entendiera nada.
—¿Lo conoces?
—Si.
Jimin se soltó de su agarre para girarse, pero no pasó mucho tiempo para
que Yoongi lo capturara en un abrazó por la espalda, queriendo detener
cualquier tipo de avance de Jimin hacia Namjoon. Yoongi pudo ver como
Jimin tomaba una larga inhalada de aire, supo que olfateaba el olor a
ciruelas y rosas que desprendía aquel Alfa, así que reforzó su agarre, casi
apretándole las costillas, diciéndole con eso "Detente".
Namjoon medio sonrió, luego de eso hizo una pequeña reverencia sin dejar
de mirarlo.
—Yoongi...
El Alfa al mando de aquel lugar intentó apartar a Jimin, pero este carraspeó
e intentó detenerlo, intentó prevenir lo que creía sucedería. Yoongi
continuó hablando.
Jimin intentó usar sus manos para detener al pelinegro que comenzaba a
dar pasos al frente, pero solo logró avanzar con él para no caerse en un
intento fallido. Namjoon no se quedaba atrás, también avanzaba.
Namjoon tomó la mano de Jimin, solo por provocación al Alfa, cosa que
terminó en un caos. Yoongi empujó a Jimin con su brazo por el estómago
para alejarlo, el rubio gritó por el inesperado empuje que casi lo hace caer
al dar un traspié hacia atrás. Exclamó algo cuando Yoongi empujó a
Namjoon fuertemente, haciéndolo dar un par de pasos atrás, pero todo se
descontroló en cuanto Namjoon devolvió el empuje.
El nombrado propinó un golpe en la nariz del enemigo, tan fuerte que logró
romperla. Recibió un puñetazo en el pómulo izquierdo por eso. Sin
importar que, ambos continuaban con su lucha, así que Jimin gritó más
alto.
Pasaron solo segundos antes de que azotaran la puerta, frente a ellos estaba
Seokjin. Su camisa arrugada y sus ojos cansados mirando la escena con
más que molestia.
Los guardias tomaron, entre seis a los Alfas, alejándolos con brusquedad
ante tanta violencia. Se gruñeron mutuamente. Seokjin gritó de nuevo,
directamente al Alfa de cabellos blancos.
—¡No me...!
Los guardias solo pudieron abrir sus ojos por la impresión, más no dijeron
nada, intimidados.
—¡Te vas a ir ya mismo de aquí! ¡Lo que sea que tengas que hacer con tu
maldito reinado imaginario vas a hacerlo lejos de aqui!
—¡Jimin, no te metas!
Con eso los guardias lo sacaron del lugar. Seokjin miró a Yoongi y luego a
Jimin, pero no dijo más nada, se dió la vuelta y se marchó. Yoongi pudo
escuchar un "Salvajes" de su parte antes de irse. No le dijo nada a Jimin, no
lo abrazó ni lloró como un dramático por su regreso, pero Yoongi no
culpaba al pobre Beta.
—¿Qué? Suéltame.
—No.
—¿No?
—¡No!
—¡¿No qué?!
—¡No!
—¿Por qué actúas así? —Intentó sonar calmado para no intimidarlo. —¿Es
por el que actúas así? —Yoongi suspiró desesperado cuando Jimin se echó
hacia atrás queriendo alejarse. Lo rodeó con sus brazos para que no cayera.
—Jimin, detente. Hablemos ¿Quieres?
—No.
Jimin no respondió, solo negó de nuevo, mirándolo a los ojos esta vez. Sus
ojos estaban cristalizados por las lágrimas contenidas. Mordió su labio
inferior negando de nuevo.
—Yo no quería.
—Pero lo hiciste.
—Y-Yo se que hay que resolver muchas cosas. —Casi susurra el Alfa con
un hilo de voz. —Se q-que lo arruiné todo, pero p-puedo explicarlo...
Las manos regordetas se volvieron puños con los que empezó a golpear el
pecho del mayor, gruñendo al no poder hacer gran daño. Yoongi balbuceó
entristecido.
Sorbió su nariz.
—Jimin...
—Vete.
—Yo no.
—He dicho que no. —Espetó el menor desde adentro. —Es tarde, lárgate y
déjame dormir.
Yoongi soltó otro suspiro, un poco más pesado que el anterior. Sus manos
se apegaron a la puerta, empujándola sin fuerza solo para persistir. Golpeó
su frente una y otra vez contra ella, creyendo que quizá así Jimin le abriría.
—¡Que te largues!
—¡No!
Era más de media noche, pero Yoongi no quería detenerse, quería entrar a
esa habitación en la que Jimin se había refugiado, quería abrazarlo y
explicarle las cosas. Pedirle perdón y escuchar su aceptación. Era un terco,
no iba a rendirse tan fácil. Sin embargo sentía la rabia de Jimin,
mezclándose también con una fuerte tristeza.
—No quería lastimarte de esa manera. —Aseguró. —Te lo juro, nunca fue
mi intención, no quería que nada de eso pasara.
—¿C-Cómo dices?
—Que me voy.
—¿Pero qué...?
Sintió la sacudida de las piernas, las abrazó más fuerte, enterrando su rostro
en ellas y cerrando los ojos. Sollozó fuertemente.
—Quítate, Yoongi.
—¿En dónde está mi Mochi? —Casi grita. —Necesito que vuelva, necesito
hablar con el.
Jimin habló con voz grave y pastosa, también quería llorar, porque dolía,
dolía mucho todo aquello.
—¡No es cierto!
Yoongi lloró más fuerte contra sus piernas, rasguñándolo sobre la tela y
gritando de pura frustración como un desquiciado. Jimin miró a un punto
muerto.
—Me quedó claro demasiado tarde, Yoongi Hyung. —El mayor balbuceó
algo entre su llanto, pero Jimin intentó patearlo de nuevo. —¡Ya! ¡Quítate
y déjame ir! ¡Quiero irme! ¡No quiero verte más nunca!
—¡Por favor! —Hipó. —¡Por favor! ¡No te vayas! ¡No quiero perderte!
Jimin comenzó a darle golpes con sus puños, un par en la cabeza y los
continuó en su espalda, porque en el fondo no quería lastimarlo demasiado.
Yoongi se limitó a llorar contra él, no dejando que su agarre se deslizara o
aflojara en ningún momento, sin importar los golpes y las jaladas de
cabello.
—¡No quiero perderte, no quiero perderte, por favor, yo te amo, te amo
más que a mi miserable vida, no me dejes solo de nuevo!
—¡Te odio, te odio, te odio! —Lloró Jimin. —¡Te odio tanto tanto! ¡Ojalá
nunca me hubiese enamorado de ti! ¡Ojalá nunca hubiese conocido a tu
madre! ¡Ojalá nunca hubiese aceptado ser tu maldito Omega!
Le dolía escuchar eso, le dolía solo porque Jimin lo decía, porque el amaba
a Jimin con toda su alma.
—No me dejes solo de nuevo, no puedo vivir sin ti, no puedo, no quiero. —
Suplicó entre gimoteos de dolor. —Morí el día que caíste dormido en esa
cama, estoy muerto ahora que dices no amarme, sin ti yo no tengo razones
para seguir.
—Quítate. —Resopló.
—Y-Yoongi...
—Creo que por eso te eligió. —Sollozó. —Porque eres igual a ella en casi
todos los malditos sentidos.
Jimin parpadeó dejando ir las lágrimas retenidas, mirando el techo con los
sentimientos mezclados. El Alfa se abrazó más a él, susurrando y
sollozando como un bebé triste y melancólico.
—No lo sé, tal vez jamás lo sabré, pero se que no puedo dejarte ir también.
No puedo, te amo demasiado y no se que hacer. Perdóname, perdóname,
Jimin.
Las manos de Jimin se aferraron a sus hombros para empujarlo, pero solo
las dejo ahí, sintiendo como el cuerpo sobre él le proporcionaba calor.
—Dime que quieres, haré lo que sea para que me perdones. —Hipó el
pelinegro con ojos hinchados y rojizos.
—No...
—Si.
Yoongi mordió con fuerza su labio, tanto que saboreó su propia sangre.
Pensó en lo egoísta que le encantaría ser con el, en como le gustaría
encerrarlo de nuevo en una habitación para mantenerlo con él por
siempre...
También era la felicidad de Jimin, y eso era lo que más quería Yoongi. No
quería su sufrimiento ni su dolor, solo quería que ese Omega fuera feliz,
porque se lo merecía aunque eso se llevara la vida de Yoongi.
Miró sus tristes ojos verdosos, soltando su labio para dejarlo temblar.
—Lo prometo.
❝Treintaytres❞
Muchas veces en el pasado Yoongi había visto ir y venir a escondidas y a
veces no tan escondida a su madre. Solía ir vestida como toda una
princesa y siempre llevaba una pequeña canasta rectangular vacía. La
primera vez que ella partió fue cuando él tenía cinco años, la vio
desplazarse por el jardín trasero, entre el laberinto. La detuvo cuando
quiso ir más allá del muro y comenzó a llorar, ¿A dónde iba entonces?
Ella le decía que debía hacer un corto viaje, pero Yoongi supo después que
no fue nada corto, estuvo una semana ausente. Yoongi se sentía
desprotegido sin su madre, no tenía su reconfortante olor para calmarlo
cuando estaba asustado y necesitado de su calor. ¿Por qué se iba? ¿Por
qué su padre no hacía nada al no verla en los pasillos? ¿No la extrañaba
el?
Cuando volvió de su viaje la cesta estaba llena de juguetes para él, pero a
Yoongi no le interesaban, solo quería a su madre. Ella no olía como de
costumbre cuando la abrazaba, olía a tabaco y flores marchitas,
demasiado desagradable para ser verdad. Al parecer a su padre tampoco
le gustaba, porque por las noches Yoongi los escuchaba pelear por eso.
Yoongi lloraba casi todo el tiempo, y sentía mucha rabia porque alguien le
estaba robando a su madre, alguien con feo olor que aplacaba el suyo, tan
natural y delicioso. Aunque a veces ese feo olor no era el único que
arrastraba, muchas veces traía otro, un olor a algas y granos de café.
Yoongi no sabía que era lo que pasaba, pero no le gustaba. Esa rutina se
instaló todo un año.
Una vez, al verla llegar corrió a su lado, listo para abrazarla y llorarle
como siempre, pero ella no estaba sola, había alguien con ella. Una niña.
Tan enano como el, de cabellos rubios y ojos azules. Parecía tímido
ocultándose tras el pronunciado vestido azul que vestia ella. La mujer de
largos cabellos castaños le acariciaba las hebras rubias con cariño y le
sonreía a Yoongi al mismo tiempo, el cual estaba muy celoso de aquel
niño.
El pelinegro infló sus mejillas con molestia cuando ella comenzó a caminar
lejos. La siguió hasta una habitación en el tercer piso que nunca había
visto, la cual abrió con una llave que guardaba en sus pechos. Cuando la
abrió entró junto a ella, aún cargaba al, pero lo dejó en el suelo para
cerrar la puerta. Cuando caminó hasta la cama Yoongi pudo notar sus
tacones tirados en la alfombra. Lo próximo que notó fue como ella
caminaba a la gran cama con sábanas color mantequilla y se dejaba caer
en ella. Les sonrió después de soltar un suspiró.
—G-Gracias, Omma.
¿Por qué con el? ¿Por qué tenía que estar él ahí? ¿Quién era? ¿Por qué
abrazaba a su madre?
—Ven, Yoongi.
—Si, pequeño.
Por alguna razón que Yoongi no entendía su madre les pidió hacer silencio
mientras iba a la cocina, diciéndole a Yoongi que nadie podía enterarse de
que estaban ahí. Los dejó solos un rato, así que Yoongi comenzó a
desesperarse y a molestarse. Miró al niño rubio que seguía recostado,
tallando uno de sus ojos con fatiga.
—Ella no es tu Omma.
—Si lo es.
—¡Que no!
—¡Niños!
Yoongi lo miró tomar una entre sus deditos y mojarla entre el chocolate
derretido. Le dió una mordida, soltando una sonrisa de felicidad luego. El
pelinegro notó como su madre sonreía al ver al niño contento y se sintió
celoso de el.
La misma fresa que el niño mordía fue a parar a sus labios. Abrió la boca
para protestar, pero el niño se la metió en la boca antes de que pudiera
hacer algo. Yoongi hizo una mueca, pues aún tenía el tallo aún y no estaba
tan dulce como le gustaría. No le agradaban las fresas. Tosió lagrimeando
un poco.
Yoongi no sabía de que iba aquello, no sabía quien era el niño, tampoco
porque estaba allí o porque se quedaría. Solo quería tener a su madre
cerca de nuevo, así que se lo prometió.
Así fueron los próximos años, desaparecía y aparecía sin avisar, trayendo
juguetes los cuales Yoongi rechazaba con rencor. Se escuchando las peleas
nocturnas de sus padres, levantándose para encontrarse a el solo en el
comedor, yendo a sus clases sin poder charlar de ellas con alguien. Su
madre ya no dormía con su padre, dormía en aquella habitación en la que
alguna vez durmió un niño de cabellera rubia. Solía cantarle a Yoongi a
veces cuando quería que su hijo no estuviera tan molesto con ella. Cuando
tenía ocho años, el día después de su cumpleaños, el cual parecieron
olvidar todos, se encontraba sentado a su lado, conteniendo las lágrimas
en sus ojos.
—Ya no me quieres.
—Hijo, yo te amo.
—Yoongi...
—No me digas mentiras, no soy estúpido. Vas a ver siempre a ese niño
¿Verdad? Y a otro papá que no es el mío.
—Es la llave de esta habitación. Quiero que la guardes, todas mis cosas
están aquí. Si tu padre entra, quizá destruya todo.
Yoongi miró alrededor, los cuadros pintados por ella, sus libros de dibujos
de sus diarios sobre el escritorio.
—¡Yo soy tu hijo, no el! ¡Se que vas a verlo! ¡Se que lo quieres más que a
mi y que a papá!
Antes de poder moverse dos metros unos brazos lo rodearon desde atrás,
inmovilizándolo suavemente. Pudo sentir como el Alfa ocultaba su rostro
entre la curvatura de su cuello y se apegaba a el.
—Yoongi.
Más allá del hermoso jardín principal del castillo estaba Seokjin, varias
Betas empleadas del castillo junto a el, incluyendo a Jisoo y Nayeon.
Varias de ellas tenían un pañuelo en manos, con los cuales secaban sus
lágrimas y reprimían su llanto. Seokjin estaba quieto en su lugar, también
intentando ocultar su tristeza. Lo abrazó a penas llegó.
El rubio arrugó la nariz para no llorar, sin embargo, su voz salió aguda y
quebrada.
—Yo también.
—O-Omega Jimin...
A la luz podía ver sus ojeras, sus ojos rojos e hinchados. Su rostro sin color
tenía rastros de sonrojo en la nariz y mejillas por haber llorado antes, pero
el Alfa no tenía intención de mostrar lágrimas como los demás. Bajó la
cabeza para verlo directo a los ojos verdosos. Tendió algo a Jimin entre sus
manos.
Lo dicho había sonado tan bajo que fue un secreto intercambiado solo para
ellos. A Jimin le temblaron las manos, así que se aferró a aquello que
sostenía.
—Yo estaba encantado contigo desde la primera vez que te vi, Jimin. —
Susurró. —Para cuando te di el libro yo ya te quería mucho. Aunque no me
creas.
—Ayer dije que te parecías a mi madre en demasiadas cosas, por esa razón
te despreciaba tanto. Desquitaba mis rabias contigo porque no pude hacerlo
nunca con ella, tenerte en el castillo era como tenerla a ella devuelta y lo
tomé de la peor manera. —Su susurro pareció inestable. —Pero olvidaba
que tu no eras ella, Mochi, eras solo tú.
Jimin ni siquiera quería parpadear, no quería dejar de ver los ojos gatunos
del mayor ni un segundo.
Jimin no sabía que retenía lágrimas hasta que cayeron libres por sus
mejillas. Yoongi las limpió con sus pulgares con cariño. Soltó una tras otra
sin importarle nada.
—¿Si?
—Perdóname. —Casi solloza. —Sé que no tengo perdón para todo lo que
te hice, pero por favor, perdóname.
—Es un viaje largo a Kusan. Las sirvientas prepararon algunas cosas para ti
en el carruaje. Quería llevarte, pero eso no sería...Prudente de mi parte.
Sabré que estas bien en cuanto una carta de tu parte llegue a manos de
Seokjin.
—Jimin.
—¿Si?
De fondo las Betas cubrían los labios con fuerza para no soltar algún
chillido o llanto, alejándose un poco junto con Seokjin para que no se
sintieran tan sofocados en su propia despedida. Tuvieron que jalonear a
Nayeon para que saliera de su burbuja y retrocediera también.
Jimin y Yoongi se miraron. Tan simple y tan profundo a la vez. Sus ojos
eran un mar de sentimientos, pero no decían nada que los demostrara. Sus
respiraciones inestables los hicieron tomar pequeñas bocanadas de aire, se
sentían asfixiados aún estando rodeados de aire fresco y naturaleza. Yoongi
volvió a hablar.
Yoongi no pudo evitar sentir que el alma se le caía a los pies cuando Jimin
miró a través del vidrio de su ventana.
—Adios, mi amor.
❝Treintaycinco❞
Bajo la luz del sol Kusan parecía ser el mismo reino hermoso que Jimin
recordaba. Las calles por las que Jimin hubo paseado alguna vez tenían el
mismo aspecto rústico y familiar. Las carretas llenas de frutas y vegetales
eran empujadas por los vendedores que utilizaban un sombrero para el sol,
sus hijos pequeños corrían tras ellos, jugando y riendo. En las ventanas de
las casas habían una que otra mujer viendo hacia afuera, sacudiendo algún
trapo viejo con el que limpiaban algo polvoriento. Olía a animales y tierra,
alegría y convivencia. Olía a pasado y recuerdos.
—Porque al parecer aquel conductor iba muy seguido. —Tuvo que mostrar
un tipo de placa con el símbolo de Busan y una carta con lo que parecía ser
el motivo de su llegada. Los dejaron entrar entonces.
—No tan lejos, Kusan no es es tan grande como Busan. —Jimin hizo una
mueca. —Aunque nunca le di un recorrido real.
—La noche antes de que marchamos habló conmigo, ordenó que lo llevara
hasta su casa y me asegurara de que estuviese a salvo. —Explicó. —
También me dijo que le diera un recordatorio sobre enviar una carta,
entenderá usted que debo obedecer al Rey.
Jimin asintió, resignándose a que era eso o la posible muerte del Beta que
desobedecia al Rey y Alfa líder de Busan. Además, el hombre también se
veía agotado, quizá podía ofrecerle comida y bebida junto a una pequeña
siesta para recuperar energías antes de dar retroceso hasta el reino, cosa que
lo mantendría dos días despierto y en solitario. Dejó su maleta en el suelo,
resoplando antes de aceptar.
—Esta bien.
Dentro del carruaje Jimin miró por la ventana a varios niños correr a su
lado al ritmo tranquilo del caminar de los caballos. Le sonreían mientras
que otros solo lo miraban con impresión. Unos lo siguieron un largo rato,
pero otros solo unos pasos antes de despedirse del rubio. Jimin les sonrió y
saludo a todos.
El hombre al parecer tenía la misma idea, porque sonrió antes de hacer una
reverencia. Jimin agitó su mano contento por la ternura de niña. Aquello le
recordó a Seokjin, quien solía llamarlo "Principito" cuando Yoongi aún era
el príncipe de Kusan, puesto que él estaba prometido solo para Yoongi.
Técnicamente Jimin era un Omega como cualquier otro, pero algo lo hacía
especial y eso era compromiso con Yoongi y su marca. Porque no era
cualquier marca, quizá sí ante los ojos de los demás, pero no ante los ojos
de quienes sabían quién lo había marcado.
En su recorrido de casi veinte minutos Jimin pudo divisar una pequeña casa
con dos ventanas en la fachada, llenas de macetas alineadas que aún no
tenían plantas, la puerta tenía tres números dibujados para identificarla ante
las otras, Jimin nunca olvidó esos números al irse.
—Tía, Soyeon...
Tan desconcertado como impresionado, Jimin dió dos pasos atrás ante la
imagen de la pelinegra con pocas canas y de ojos castaños. Las arrugas
bajo sus ojos amargos como el café sin azúcar la hacían lucir tenebrosa.
Sus manos se juntaron frente a ella, sus uñas largas y ovaladas adornando
dedos huesudos y algo torcidos. Vestía un vestido blanco, cosa que la hacía
parecer un espanto andante para Jimin. Su olor natural a limón y vainilla le
resultó desagradable. Pensó que quizá la maldad interior de la mujer
comenzaba a reflejarse en su apariencia, pues no quedaba rastro de la que
alguna vez fue una hermosa mujer.
—Pero miren quien esta aquí. —Dijo en tono ácido. —El pequeño
principito.
Aquel apodo dicho por ella lo hizo querer gruñirle, hacía nada había
recordado la linda voz de su Hyung diciéndole de aquella manera y ahora
ella parecía mancharlo.
—No me llame de esa manera. —De nuevo sentía que ella ensuciaba algo
lindo. —¿Qué hace aquí?
—La pregunta va para ti, ¿Qué crees que haces aquí?
—Vine a ver a mi abuela Yuqi, ¿En dónde está? —Preguntó firme, pero
preocupado.
La mujer no contestó, mostró una sonrisa tan torcida como ella y se dió la
vuelta, dejando la puerta abierta para que entrara. Lo dudó, pero finalmente
entró seguido del hombre que lo había llevado hasta ahí.
Era pequeña, así que encontró muy fácilmente a la mujer con la mirada, en
la cocina, poniendo algo en una taza de té, balanceándose de un lado al otro
para tomar algo que necesitaba.
El Omega no quería tomar asiento frente a ella, no quería estar cerca de ella
ni siquiera cinco segundos. La conocía a la perfección, nada que tuviera
que ver con ella era bueno, siempre había una doble intención muy mala. A
pesar de eso, Jimin se vió obligado a soltar al Beta vestido de traje negro e
ir hasta ella. Tomó asiento entonces, dándole la espalda al hombre y
escuchando como el mismo dejaba la maleta en el suelo.
—No. No lo soy.
Ella estiró su mano hasta quitarle la taza, arrastrándola por la mesa hasta
ella y luego llevándola a sus labios. Tomó muy rápido el contenido sin
dejar de ver a Jimin. El no se dejó intimidar.
La mujer sonrió más, si aquello era posible, riendo un poco para sus
adentros. Jimin lamentó haber entrado en esa casa entonces.
—Quizá tu Alfa sea estúpido y no lo haya notado. Por eso estas aquí solo y
sin protección.
—Pero recuerda que yo también soy Alfa, Jimin. Puedo olerte muy bien.
Jimin tuvo que haber sabido aquello. No, Yoongi no era estúpido, gracias a
la depresión que había generado el coma Jimin había perdido su olor en
gran cantidad, creyó que lo recuperaría con el tiempo, pero tenía que partir
de Busan y alejarse de Yoongi antes de que pasara, y así fue. En el camino
a Kusan había recuperado su olor, pero ahora era más fuerte y más dulzón
por una razón específica.
—Es solo té, me viste tomarlo. —Ella negó aún sonriendo, de pronto hizo
un puchero fingido. —No iba a lastimarte, sobrino...
—¿Segura?
—Para nada.
—¿Qué viniste a buscar entonces?
—¿Tan solo?
—Un Alfa no deja solo a su Omega más de unas horas, menos más de dos
días.
El Beta tras la mujer le hizo una señal con la cabeza, como si intentara
decir que era momento de salir de aquel lugar, al parecer el notaba lo malo
de la situación. Jimin solo pudo dar un paso en dirección a la puerta antes
de que la mirada de Soyeon lo detuviera.
—Mi Alfa sabe que estoy aquí. —Repitió. —No soy un fugitivo.
—O mejor...
Soyeon junto sus manos, haciendo tronar los huesos de sus dedos,
sonriendo de nuevo con gran maldad, sin ningún sentimiento de empatía
por el Omega.
—¿Qué dirían las personas que están buscándote si supieran que estas aquí
y que en tu vientre llevas al heredero del reino Busan?
❝Treintayseis❞
—Te hablo enserio, algo no está bien.
—La marca.
—Yoongi... —Jin aclaró su garganta. —No quiero ser cruel contigo, pero
hace cuatro días que Jimin se fue, su marca ya no debe existir.
—Yoongi...
—Jimin esta bien, a estas alturas debe estar feliz junto a su abuela,
recuperando los años que no compartió con ella.
—¿Estás seguro de que no solo inventas una excusa? Solo estas triste
porque Jimin se fue.
Yoongi no dijo nada, pasó por su lado y continuó con su camino, siendo
seguido por el Beta.
—Yoongi, ya enserio.
—Puedo sentir su miedo, puedo saber cuando algo no va bien. Tengo esta
sensación desde hace dos días.
—Si.
—¡Puede ser cualquier cosa tonta! Puede que estes exagerando, intenta
calmarte, intenta...
Para Seokjin nada tenía sentido, ¿Por qué debería la marca estar intacta?
No había una razón lógica, menos si Jimin estaba recién marcado. La
marca debía haber desaparecido, Yoongi debería sentirse peor que basura y
Seokjin debería estar consolándolo, pero Yoongi no se veía mal, todo lo
contrario, se veía completamente normal.
—Pero...
—Seokjin tiene razón, el carruaje nos hará ir más lento. —Dijo. Miró al
guardia. —Prepara mi caballo también, partimos en quince minutos.
—Si, Majestad.
Yoongi le dió la espalda y continuó con su camino, Jin a penas pudo
seguirle el paso, balbuceando y gruñendo al no poder detener aquello.
—Envié a uno de mis guardias, lo hice pasar por el conductor del carruaje.
—Confesó el pelinegro.
—¿Que tu qué?
El Alfa ladeó la cabeza como diciendo que continuara pensando, cosa que
Seokjin hizo. Algo hizo click en su cabeza.
—Me comunicará a través de cartas lo que pase con Jimin. —Frunció los
labios. —Tengo que mantenerlo a salvo.
—¡Este es su hogar!
—Yoongi...
Así que Seokjin calló y retrocedió, dándole paso libre a hacer lo que
quisiera. Tenía el vago pensamiento de que si iba a Kusan en busca de
Jimin, quizá no encontraría más que rechazo. Tal vez de esa manera
entendería que había terminado.
"Querido infeliz, hace mucho que no compartimos una carta, como siempre
soy yo quien tiene que recordarte que tienes a un amigo gobernando un
reino diferente al tuyo. Lamento decir que esta carta no es para enviarte
mis saludos y mis buenos deseos a tu reino, va a algo más profundo y un
tanto grave. Mi reino se ha visto atacado por Alfas y Betas desconocidos,
pudimos capturar unos cuantos de ellos, pero lastimosamente no dieron
demasiada información antes de que les tronara el cuello. La realidad del
asunto es que pertenecían al reino de Seoul, pudimos notarlo por las
insignias en su vestimenta, así que a pesar de no haber confesado algo, nos
dijeron lo suficiente con aquello. Estaré viajando a tu reino los próximos
días, espero que me recibas, si no lo haces sabes muy bien que igual me
quedaré. Nos vemos pronto, Yoongi.
—Jung Hoseok."
Yoongi no pudo evitar rodar los ojos, pero miró a Seokjin antes de darle la
carta, la cual tomó entre sus largos dedos para echarle un vistazo. Su
corazón se aceleró al pensar en Jimin, el cual estaba en el reino de Kusan
hace ya dos días.
—Será mejor que me vaya ahora, y será mejor que mantengas la vigilancia
en el castillo, podrían atacar nuevamente.
—No es seguro para ninguno de los dos, escucha, por favor, si nos
comunicamos con el consejo de Kusan podemos hacer que protejan a Jimin
y...
Incluso cuando intentó seguir a Yoongi para continuar con su hablar el Alfa
no lo escuchó, lanzaba órdenes de aquí para allá a guardias y empleados sin
detenerse demasiado tiempo.
Seokjin inhaló el aire fresco del jardín principal antes de correr tras
Yoongi. Los guardias estaban al lado de sus respectivos caballos blancos,
así que pudo ver a Yoongi tomar su lugar a un lado de aquel que no tenía
acompañante. Seokjin debía actuar, llamar al padre de Yoongi, intentar
detener al Alfa, ¡Algo! No podía irse así como si nada, tenía
responsabilidades y deberes con los cuales cumplir, ¡Era el Rey y Alfa
líder! ¿Qué iba a hacer Busan sin su Rey y Alfa líder?
Yoongi dió la orden de que abrieran las enormes y altaa puertas de muro
para salir, cosa que no tardaron en hacer.
El Alfa abrió la boca para hablar, pero fue interrumpido por el sonido del
trote de unos caballos a la lejanía.
Cuatro caballos blancos arrastraban consigo un gran carruaje negro que
Yoongi desconocía por completo. En un principio lo había confundido con
uno de los carruajes de su castillo, el mismo en el que Jimin había partido,
sin embargo no el mismo modelo y no traía las características banderas
color vino y detalles dorados, en su lugar habían banderas púrpuras con
detalles dorados, incluyendo aquel símbolo que había estado invadiendo
dos reinos de manera molesta, violenta y ofensiva.
Kim Taehyung, Rey y Alfa líder de Seoul estaba a solo metros de Yoongi y
no se pudo crear un ambiente más tenso y peligroso entonces.
❝Treintaysiete❞
Alguien más bajo de aquel carruaje, un hombre alto de cabellos castaños y
hombros anchos, vestido por completo de negro, con una caja mediana en
manos. Miraba con casi la misma arrogancia que el rubio a todos, pero no
tan relajada como el mismo. Yoongi tomó posición, los guardias dieron un
paso al frente, intentando intimidar a los invasores. Taehyung permaneció
quieto, como si no hubiesen hecho nada, pero el hombre vestido de negro
retrocedió, cerrando la puerta del carruaje de golpe y manteniendo su mano
en esta.
El ojiazul habló, con voz gruesa y pesada, alto y claro para que todos
escucharan.
—Envía cartas urgentes a todos los del consejo ahora mismo, necesitan
estar al tanto de esto. —Ordenó.
Al llegar al segundo piso sintió la mirada de los guardias en él, así que se
obligó a mantenerse firme en su postura usual. Sin embargo, caminó más
lento a medida de que los pensamientos jugaban en su contra, a medida de
que los recuerdos se arremolinaban en su mente, a medida de que el pasado
lleno de desespero y traición lo azotaba con fuerza en la espalda,
noqueándolo antes de alejarse tres metros de las escaleras. Se detuvo bajo
la vista de todos, su cuerpo pesado de repente, su pecho contraido en pesar
e ira, su mente en un blanco demasiado cegante. Quería vomitar, algo lo
estaba ahogando.
Yoongi abrió la boca para decir algo pero un ruido proveniente de las
escaleras les hizo ver en su dirección a ambos, el sonido de un gruñido los
detuvo.
Con la cercanía podía oler más claramente aquel olor que a veces recordaba
con disgusto. El aroma a almendras y chocolate amargo le lleno por
completo las fosas nazales. La respiración del ojiazul cayó en su oído
izquierdo, incomodándolo y haciéndolo gruñir. Los guardias miraron sin
dejar de apuntar al pelinegro que estaba en las escaleras, esperando algún
movimiento en falso para atacar.
—Si tus guardias le hacen daño a mi Omega o a mi bebé juro que voy a
ahorcarte hasta que sangres por los ojos.
Al decir aquello hizo presión en el cuello de Yoongi. Sus ojos cerrándose
en frustración y su gruñido imponente abandonando sus labios.
—¡Suéltame!
—Has que se detengan, Yoongi ¡Ahora! —Espetó molesto el rubio tras el.
—He matado antes por mi Omega, no me importaría hacerlo nuevamente.
Al momento que los guardias acataron las órdenes, Taehyung dejó libre a
Yoongi, el cual le dió la cara y lo empujó fuertemente. Taehyung solo optó
por gruñirle en advertencia, mostrado uno de sus colmillos. La mirada
azulada se dirigió al Omega, su aroma era parecido al de Taehyung, pero
olía a chocolate dulce y pino. El Omega miró inseguro el lugar, pero su
Alfa no parecía tan preocupado por otro ataque. Ambos estaban agitados
por la escena armada hacía nada.
—Casi me atraviesan con una espada. —Hizo una cara molesta. —Vaya
hospitalidad.
Yoongi lo miró caminar hasta ellos, muy lentamente, como si temiera que
cualquier movimiento brusco volviera alertar a los guardias. Suspiró al
llegar hasta el ojiazul, dándole una mirada tensa y muy cansada a la que
Taehyung relajó su expresión. Yoongi observó en silencio como el par se
hablaba con miradas suaves y cejas expresivas, además de pequeñas
sonrisas por parte del Omega, como si Yoongi no existiera. El Omega
estiró su mano hasta el pómulo afectado de su Alfa e hizo una mueca de
disgusto. El bebé estaba dormido sobre el hombro del Omega, cubierto
hasta la cabeza con una manta azul cielo, igual a la camisa del que decía ser
su padre, así que no podía verlo en lo absoluto, solo su brazo colgando.
Nuevamente después de muchos años, Yoongi estuvo celoso de Taehyung,
porque a pesar de todo, Taehyung tenía a un Omega a su lado mientras que
el no. Y no solo eso, tenían un bebé juntos, algo que sin saber Yoongi
comenzaba a desear junto a Jimin. La tristeza reemplazó los celos y lo hizo
preguntarse una vez más que había hecho mal a lo largo de su vida para ser
abandonado tantas veces y permanecer tan solo y miserable. Finalmente
Taehyung miró a Yoongi.
—¿Qué?
—Mi ayudante suplente Lee Minho. —Lo presentó Taehyung sin querer
formalidades.
—¿Qué es?
Yoongi levantó la mirada, mirándolo con acidez al recordar aquel día del
ataque en su propio castillo.
Yoongi arrojó el traje sobre la gran mesa sin dejar de ver al Alfa.
—No lo llames así, idiota ¿Acaso crees que viajamos tantas horas hasta
aquí para escuchar tus ofensas?
Los ojos azules del Alfa se posaron en el pelinegro a su lado de mala
manera.
—¿Ah, no?
—El reino de Kusan también ha sido atacado, ¿Adivina qué? Las insignias
de tu reino también fueron pistas para ellos.
Habían pasado unas dos horas luego de la llegada de los Kim a Busan. El
consejo había llegado y todos estaban encerrados en la sala de reuniones,
incluido Jungkook. Unas tres horas más estuvieron en debate en el que
Yoongi no participó, pero si los del consejo, en forma un tanto
discriminatoria hacía Kim Taehyung. Faltaba un hombre del consejo, el
cual llegó en medio de una discusión un tanto fuerte entre Taehyung y uno
de los hombres. Taehyung parecía estar realmente molesto, pero aún así se
contenía de atacar al hombre, quizá por la seguridad de su familia, pues
estaba en desventaja al tenerla ahí.
—¿Qué hace él aquí? —Preguntó el recién llegado con mala cara. —Un
Omega no puede estar aquí.
—¿Sugieres?
—Si, sugiero.
—Ten cuidado.
—No importa, de igual modo dudo que se vayan hoy. —Ladeó la cabeza.
—Les daré una habitación para que...
—Golpes, muy tarde por la noche. —Contestó el Alfa con voz tensa. —
Mataron a dos de mis guardias y entraron por el muro.
—¿Qué?
—El día que intentaron entrar al castillo yo estaba en el jardín principal con
Boocheon. Pensé que le harían algo, querían tomarlo.
—¿Boocheon?
—Mi bebé.
El nombrado bebé dejó de llorar repentinamente bajo su manta, pero no
duró demasiado, lloró más fuerte después y se removío entre los brazos y
pecho de su portador.
Sin querer entró con él, cerrando la puerta y moviéndose hasta la silla del
tocador. Se sentó y suspiró claramente agotado. Jungkook se dirigió a la
gran cama, apoyando su rodilla con cuidado en la misma e impulsándose
para subirse a ella.
—¿No es bonito?
—¿Nosotros?
—No.
—Predigo cosas a veces, por intuición o que se yo. —Frunció los hombros
y jugó con los pies cubiertos del bebé ahora callado. —Pasó con Boocheon,
dije que sería un varón y aquí está. Supongo que me equivoqué.
—Si, creí oler a un Omega muy fuerte, pero fue solo un momento, no me
hagas caso.
Por puro instinto Yoongi inhaló, agudizando su olfato, sin embargo no olía
nada más que aquel Omega frente a él, el cual no era atrayente por estar ya
marcado. Tampoco sentía a Jimin ¿Habría desaparecido ya la marca?
—Hace tiempo ya, estoy seguro de que no fuiste quien nos atacó, por eso
vine. —Confesó. —A parte de querer conocerte.
—¿Querer conocerme?
—Si.
—¿Por qué?
La voz de Yoongi salió espesa y ronca. El Omega lo miró con ojos suaves,
sonriéndole un poco a pesar de todo lo que había pasado en el día. De
nuevo el llanto del bebé interrumpió.
—Yo ya me voy.
~•~•~
—Ya son las ocho, por favor lleguemos a un acuerdo. —Pidió el Beta
Seokjin ante tanto revuelo.
Los hombres del consejo se miraron los unos a los otros, Yoongi miraba a
Taehyung. Ambos sabían lo que venía, lo que debía pasar, pero Taehyung
esperó a que Yoongi hablará. Lo hizo luego de suspirar.
—Jung Hoseok estará viniendo en los próximos días para hablar sobre el
ataque a su reino. Se sorprenderá al ver al Rey de Seoul aquí, pero
queramos o no debe permanecer aquí hasta que aclaremos las cosas. —
Yoongi miró a un par de Alfas disgustados. —Obviamente todo esto no es
más que una trampa para todos nosotros, aún debemos explicárselo al Rey
Hoseok. Mientras, el Rey Taehyung estará hospedado aquí en mi castillo.
Aquello fue suficiente para que Seokjin los acompañara a todos afuera, a
todos menos a Taehyung, el cual continuaba sentado en una de las sillas,
observando a Yoongi neutro y callado.
—¿Qué me ves?
—¿Jimin?
—¿Qué te importa?
—Es porque estoy seguro de que hay alguien que me ama y espera ansioso
mi llegada, Yoongi. ¿Puedes decir lo mismo?
—Buenas noches.
Taehyung detuvo sus pasos cuando observó un bulto bajo las mantas de la
cama. Hizo el menor ruido posible en cuanto se acercó al lado libre de la
cama, notando las dos maletas que habían empacado "En caso de" y la ropa
que Jungkook había utilizado en el día doblada sobre una silla. Se sentó al
borde de la cama y cerró los ojos completamente cansado de estar todo el
día discutiendo y discutiendo para defenderse y defender a los suyos.
—¿Algún avance?
—Yo no.
—Tae...
—No.
El pelinegro refunfuñó en voz baja: —Ni siquiera sabes que iba a decir.
—No seas tonto, han sido días realmente estresantes, comprendo todo. —
Jungkook volvió a sonreír. —Esta todo bien. No me descuidarías a
propósito, o por algún otro Omega.
—Si, si.
—Claro.
—No los ignoro, los escucho. —Jugó un poco más. —Sabes que también te
amo, siempre te lo digo.
Con un desliz de manos hasta los muslos ajenos Taehyung lo hizo sentarse
a horcajadas de él, quedando a la altura perfecta para degustar los labios
rosados que tanto amaba besar. El Alfa mordisqueó el labio inferior del
contrario, comenzando a desabotonar los botones de su pijama. Jungkook
estaba tan entregado a aquel beso pasional que ni siquiera lo notó, no hasta
que las grandes manos de Taehyung se pasaron los su torso desnudo. Se
separó del beso, abriendo sus ojos repentinamente cerrados para ver los
azulados, a punto de decir algo. Solo pudo soltar un respingo cuando los
dedos del Alfa acariciaron sus pezones erectos.
—¿Por qué pienso que no lo dices por el sabor, Taehyung? —Casi regaña.
—Alfa, lujurioso.
Jungkook pensó algo entonces, cuando Taehyung volvió a lamer uno de sus
pezones, succionando el líquido tibio y mordisqueando muy levemente.
—La luna roja está cerca. Quizá por eso eso estas tan deseoso.
—Ya quiero hacerte mío de nuevo, amor. —Su vista volvió al pezón
erecto. —Jugaré con estos...Y con este.
—No si no gritas.
—Claro que no. —Negó. —Mi ángel está soñando con otros angelitos,
además no pretendía tomarte con él aquí, estoy excitado no descabellado.
—¿Entonces?
El niño miró a su padre como si no entendiera lo que decía, pero sus labios
finos y rosados formaron una sonrisa abierta que dejó a la vista sus encías
sin dentadura. Sus pequeños ojos azules brillando de alegría mientras
agitaba sus piernas en el aire, como un canguro que quería saltar. Taehyung
no evitó reír contagiado por la felicidad del inocente niño.
Jungkook fue ignorado. Taehyung subía y bajaba al niño entre sus manos,
haciendo caras de impresión cada que lo elevaba y riendo al bajarlo por la
felicidad del niño.
—¿Eh?
—No. —Carraspeó colocando sus manos en sus muslos sin saber que hacer
con ellas. —Gracias. —Dijo sintiendo que había sido demasiado
cortante.—Es que yo no cargo bebés.
—Es liviano. —Soltó nervioso. —No pesa nada aunque parece una bola de
masa.
—¿Qué dije?
Taehyung se limitó a rodar los ojos y a ver a su hijo siendo sostenido aún
de la misma forma. Le habló a Yoongi con voz severa.
Estirando sus brazos le quitó al bebé de las manos y lo dejó reposar sobre
su hombro. Jungkook suspiró pesadamente al ver a ambos Alfas mirarse
tan malamente.
—¿Podríamos...?
—Traje el biberón, puedes decirle a las cocineras que calienten leche y...
—Necesita tu leche. —Dijo con calma, pero con aquella voz que Jungkook
conocía bien. —Vamos.
Jungkook puso mala cara: —Oh, no, no. —Lo señaló. —No me trates así,
lo advierto.
—Uno.
—Dos.
—Tres.
Jungkook tenía la costumbre de enumerar cada vez que Taehyung
comenzaba a comportarse de mala manera. Para señalar intencionalmente
lo que hacía mal y lograr que Taehyung no desquitara sus malas energías
con el. No funcionaba siempre, en realidad sacaba a Taehyung de quicio y
terminaban en una discusión algunas veces. Podía molestarse más o
simplemente calmarse y controlarse.
—Tae... —Miró la camisa roja de mangas largas que vestía aquel día el
rubio. —No tiene nada de malo que Yoongi sostenga a nuestro cachorro
unos momentos. No tenemos confianza suficiente, pero...
—Pero nada, ¿Por qué tenías que quitármelo para dejárselo a él?
—Eres muy celoso con Boocheon. Taehyung, ¿Sabes que no se trata de una
competencia?
—Lo sé.
—¿Seguro?
—Yoongi tu hermano.
Taehyung cerró los ojos, intentando encontrar un tipo de paz interior con
aquel acto posando sus manos en los hombros de Jungkook y abriendo
luego sus ojos.
—Discúlpame.
El ojiazul se inclinó y juntó sus labios con los de Jungkook por unos
segundos. Se alejó solo un par de centímetros, se miraron a los ojos con
tranquilidad.
—Tae ¿En dónde crees que este el Omega de Yoongi? No lo he visto desde
que llegamos.
—No puedo evitar notar que se siente muy solo. Además es muy extraño
que no esten juntos.
El ojiazul medio sonrió por todas las inusuales cosas que Jungkook solía
pensar: —¿Y ahora?
—¿Qué?
—Nada, olvídalo.
❝Cuarentayuno❞
—Cálmate, Taehyung.
Seokjin hizo una mueca: —Pero si ya son las tres ¿En dónde está?
—Ayer después del almuerzo. —Dijo el Omega. —Siguen sin poder cruzar
más de una frase sin querer soltarse unos cuantos gruñidos.
Seokjin negó mirando sus zapatos brillantes. Pensó en si habría sido una
pelea fuerte o una muy tonta, aunque conociendo como eran los Alfa de
orgullosos y resentidos no intentó ni siquiera imaginarlo.
—Era de esperarse.
—Han pasado tres días ya. Taehyung dijo que de no aparecer en tres días
nos iríamos. —Murmuró. —Intenté platicarlo esta mañana, pero no quiere
escucharme.
—La luna roja esta a nada. —Seokjin suspiró y se frotó la nuca. —Pobre,
Yoongi...
—Si, eso lo sé, Hyung. —Asintió. —¿Por qué? Es decir, desde que
llegamos esta afuera, es raro, no suelo pasar más de unas horas lejos de
Taehyung, necesito a mi Alfa... —Jungkook se preocupó arrugando su
entrecejo. —¿Acaso lo enviaron lejos porque estamos aquí? ¿Un tema de
seguridad? Porque si es así...
Seokjin dudó solo unos segundos más, decidiendo que no ganarían nada
ocultando aquel enorme detalle a la pareja. Sus ojos cafés mostraron duda
al hablar.
—¿Hace cuánto?
Seokjin rodó los ojos al cielo con molestia. Al ver la apariencia del Alfa
preguntó.
—¿Estabas durmiendo?
—La luna roja esta a la vuelta de la esquina, no puedes culparme por estar
encerrado.
—Vaya, así que todos estan sintiendo los efectos. —Murmuró Jungkook.
—No hay más Alfas en el castillo ¿Verdad? Supongo que con dos ya es
suficiente en estos días en los que los Alfa estan en celo.
—Si, de acuerdo.
—Guardias vigilando las calles del pueblo, Betas cuidando a los niños y
bebés para evitar consecuencias y uno que otro refugio para los Omegas
solteros. —El castaño hizo un ademán con la mano. —Algunos Alfa no
pueden controlarse, no queremos accidentes.
Casi sin permiso Seokjin le quitó al bebé a Jungkook. Por suerte él no actuó
demasiado receloso y se lo acomodó en su ancho hombro para que lo
sostuviera bien. Yoongi ignoró al bebé y se aclaró la garganta mirando al
suelo.
—Me retiro. —Se despidió de ambos. —De haber alguna noticia, por
favor...
Con un brusco movimiento se deshizo del agarre del Alfa, dándole una
mala cara y un gruñido molesto. Taehyung se limitó a mirarlo de mala
gana.
Taehyung se inclinó hasta quedar muy cerca del rostro contrario. Ambos se
miraron mal.
—Bendito sea aquel que te soporta, Kim Taehyung. —Dijo mirando los
ojos azules. —A veces simplemente no te entiendo, pero te amo.
Las palabras hicieron gruñir a Taehyung. Soltó el brazo de Jungkook y se
alejó cruzando sus brazos sobre su pecho, claramente afectado por el "Te
amo".
—Te amo, Alfa receloso. —Le dijo pasando por su lado muy lentamente,
mirándolo con seducción y lujuria no tan fingida. —A ti y solo a ti.
Miró como el Omega se alejaba a paso tranquilo pero firme. Pudo admirar
al bebé en su hombro, despierto y atento a lo que ocurría a su alrededor.
Taehyung tomó una profunda inhalación cuando el cachorro lo reconoció,
sus ojos azules haciéndose pequeños cuando sonrió levemente, pero la
sonrisa de bebé duró poco, refrego su rostro contra el hombro de quien lo
sostenía. Taehyung supo que tenía sueño enseguida, pero por más que le
hubiese gustado ir tras él para dormirlo había llegado el momento de
resolver aquel problema que tenía días explotándole la cabeza de molestia.
Justo cuando iba a girarse para ir camino abajo una voz burlona y varonil
resonó en el pasillo.
El rubio tensó los músculos al instante, dándose la vuelta con una mirada
de depredador después de ver a su Omega desaparecer del otro lado de una
puerta. Jungkook no llegó a percibir la llegada de un tercero así que se
encerró.
Taehyung tensó la mandíbula y torció el gesto.
—Jung Hoseok...Maldito.
❝Cuarentaydos❞
—Si, Majestad.
Yoongi puso mala cara enseguida, recordar a aquel Alfa le provocaba dolor
de cabeza, sin embargo ya que Hoseok estaba allí presente podrían aclarar
muchas cosas. Mataría dos pájaros de un tiro.
—Si, Majestad.
Yoongi esperó pacientemente a que del otro lado del muro fueran revisados
aquellos inesperados visitantes. Aprovechó el momento para ver los
jardines principales, las rosas se notaban más grandes y más rojas, lucían a
la perfección con los arbustos bien cuidados e iban bien combinadas con
las banderas rojas con dorado que representaban el reino de Busan, las
cuales colgaban en la fachada del castillo. Hizo tronar los huesos de su
cuello y cerró los ojos antes de suspirar. No había estado descansando
correctamente, se limitaba a moverse en la cama sintiéndola demasiado
grande para el, demasiado vacía. Le hacía mucha falta Jimin para abrazarlo
y recostarse en su pecho como solía hacerlo. Recordó como Jimin le
acariciaba el cabello cada vez que el se dormía en su pecho. Era un
recuerdo reconfortante, pero muy masoquista.
Para cuando abrió los ojos un caballo café estaba entrando, más allá de los
jardines principales Yoongi divisó al moreno de cabellera blanca,
deteniendo al caballo y mirando a Yoongi con una ceja elevada en
superioridad.
—Eres tú. —A penas susurró agitado el pelinegro. —Eres tú, haz vuelto.
Yoongi dejó que Jimin tocará tierra firme aún sin soltarlo.
Sus manos grandes y delgadas pasearon de sus brazos hasta sus hombros,
acariciando con algo de fuerza. Miró su rostro detalladamente, intentando
observar los cambios que había tenido en la última semana, intentando
encontrar algún daño o alguna diferencia. Nada más que unas mejillas un
poco más regordetas y un rostro radiante. También habían pequeñas pecas
en sus pómulos que podían verse un poco bajo el maquillaje.
—Si.
—Volviste...
Las manos del Alfa se movieron hasta la espalda del Omega, viajando por
sus omóplatos y bajando con esmero y lentitud, apegándolo a el mientras
apegaba su frente a la contraria, entrecerrando los ojos y presionando sus
dientes con fuerza. Jimin se permitió acariciar los costados de Yoongi,
disfrutando mover sus manos hasta su pecho, en donde no paro de acariciar
sobre la tela de su camisa. Rozó sus narices juntas, sus respiraciones
mezclándose entre si una y otra vez.
—De nada.
—¿Cómo dices?
Jimin negó no sabiendo como comenzar a contar todo lo que pasó los
últimos días. Tomó el rostro de Yoongi entre sus manos para que su
contacto visual se mantuviera, diciéndole con ojos suplicantes que debía
mantener la calma. Lamentablemente Yoongi respiró de manera brusca,
sintiendo algo diferente en aroma del hombre ojiverde frente a el.
Las lágrimas que Jimin retenía desde que vió a Yoongi se deslizaron por
sus mejillas lentamente, cosa que lo llevó a bajar la mirada avergonzado.
Yoongi rompió el contacto de sus manos para enterrar su rostro en el cuello
contrario, inhalando fuerte y profundo el aroma dulzón con el que solía
dormir, sintiéndolo y pudiendo diferenciar la diferencia. Olía a Jimin de
manera intensa, dulce melocotón, pero también olía a algo más...Ciruela y
flores...Jimin olía a Namjoon.
Olfateó un poco más y volvió a mirar a Yoongi aún llorando. Se limpió las
lágrimas con sus manos regordetas mirando los labios del Alfa pelinegro
que comenzaba a nivelar su respiración.
—Adentro está Jung Hoseok. —Le dijo. —Terminemos con esto de una
buena vez. —Su mirada se dirigió a Jimin. —Tú y yo hablaremos después.
—Un gusto, estafador. Dime ¿Qué crees que haces fingiendo ser el
heredero de mi reino?
—Es hora de sacar al aire trapos viejos, Hoseok. —Le respondió Namjoon.
—Puede que te sientas superior a mi al igual que ustedes. —Miró a
Taehyung y Yoongi con desdén. —Pero no durará demasiado.
—¿O qué? —Desafío dándole frente. —¿Me matarás cómo a tus padres?
Debo admitir que la historia aterroriza a los niños de mi reino. Creen que
eres un monstruo.
Taehyung rodó los ojos al cielo: —Por favor, dime algo que no sepa,
pedazo de porquería andante.
—Fanfarroneas demasiado.
Jimin miró a Yoongi esperando alguna señal para que fuera, se sentía
incómodo ante los desconocidos que peleaban, pero Yoongi ni siquiera lo
miro, le habló al par que peleaba.
Yoongi empujó a Jimin tras el, presintiendo el futuro ataque que Taehyung
propinaria al escuchar como nombraban a su hijo en forma tan burlesca. El
rubio Omega saltó del susto cuando Taehyung llegó hasta Hoseok,
quedando demasiado cerca, mostrando ojos furiosos y puños cerrados.
—Será mejor que cierres la boca.
—¿E-Eres mi hermano?
Taehyung miró a Hoseok con ira pura, pero Jungkook habló más alto para
captar su atención.
—D-Déjame explicarte...
—Oh, no puede ser. —Exhaló el. —¿Por qué titubeas? —Casi reprocha.
Sus ojos se cristalizaron de inmediato. —¿¡Por qué estás titubeando!?
Jimin frunció los labios con fuerza, sintiendo una tensión extrema en el
lugar que lo hacía querer desaparecer, sus nervios comenzaban a elevarse.
Miró a Yoongi en busca de algo que lo calmara un poco, pero no encontró
su mirada, así que continuó observando la escena.
—No grites, cariño. —Pidió el Alfa del Omega histérico. —Por favor,
cálmate.
Jimin tembló, sacudido por todo ¿Su madre qué? ¿Otro hijo? ¿Qué tanto se
había perdido aquella semana? ¿Qué estaba pasando por alto?
—Debe haber una explicación lógica para todo esto. —Jimin trato de
razonar demasiado inseguro. —¿Quién eres tú? —Le preguntó a Taehyung.
—¿D-De qué se trata esto? ¿A qué se refiere, Yoongi?
Hoseok soltó una mínima risa amarga, dándose cuenta de que sus
intenciones de enviar al diablo a Kim Taehyung habían llevado al mismo a
sacar otro secreto a flote que al parecer nadie sabía, ni siquiera el.
Yoongi mostró sus colmillos al pelinaranja, lleno de ira y algo más. Hoseok
había hecho a Taehyung revelar el secreto que los involucraba a ambos.
Ahora todos lo sabían, sabían lo que había ocultado por años, todo su
esfuerzo, todo el esfuerzo de su madre...
Hoseok prosiguió: —¿Sabes? Nunca me interesé por los Kim. Eran una
familia vetada, una familia cruel y sin sentimientos. Sin embargo, tuve que
hacer una visita una vez con mi padre, no sabes cuanto se puede saber si
escuchas a las personas correctas. —Su sonrisa se asomó y rascó su mejilla.
—Tenía veinte años cuando fui a Seoul, el Rey no recibió a nadie, ni
siquiera nos dejaron entrar al reino, todo por el estúpido acuerdo de
separación. Pero alguien me ayudó a entrar.
—Me contaron una historia, una que incluía a un difunto Rey y a su esposa
estéril. Los Kim reinaban, pero querían a un heredero para moldearlo a su
gusto. —El miró a Yoongi. —Supongo que ahora sé como tuvieron a
Taehyung, ¿Debo asumir que fue tu madre?
Jungkook fue señalado: —Ese bebé eras tu. La mujer ordenó que se lo
llevaran lejos, que lo dejaran en algún lugar, o que los cerdos se los
comieran. Pero la sirvienta que lo llevaba en brazos descubrió que el bebé
estaba vivo. Se apiadó de la criatura y se lo entregó a una anciana que no
dudo en entregarlo al orfanato. Después de todo, ser un Kim no sería tan
divertido para el pequeño. Allí creció hasta que unos Betas lo sacaron del
agujero, aquellos que me contaron la historia, criándolo luego de manera
pobre y lastimera. Sabían que era el hijo del difunto Rey, pero no dijeron
nada, no siquiera a él. —Relamió sus labios volviendo su rostro una moleta
expresión. —Lo hacían sufrír por ser el hijo del hombre que les hacía llover
la desgracia...Hasta que yo lo rescate.
—Lo llevé a mi reino, lo presenté con mi familia, hice todo lo que estuvo
en mis manos para que se sintiera a salvo, para que se sintiera feliz.
—Hice todo por él, hice todo por ti, Jungkook. —Le echó en cara. —Te
ofrecí mi vida entera, puse un anillo en tu dedo incluso, ¿Y como me
pagaste? ¡Volviendo a Seoul! ¡Rechazando mi amor solo para ser un
vagabundo entre los bosques!
—¡Te di todo! —Bramó furioso. —¡Y ahora...! —Miró a Taehyung con ira
contenida. —¡Y ahora me entero de que estas con tu propio hermano!
Por instinto Jimin recordó algo; El bebé que habían nombrado desde un
principio. Su cabeza hacía énfasis en el bebé que estaba en algún lado, y al
que por lo que había dicho Jungkook le pasaba algo. Corrió en su
búsqueda, llevado por la preocupación de lo que podría ocurrirle al bebé en
su soledad.
—¡No lo es!
—Maldito mentiroso.
—No lo es.
Hoseok rió para no dejar caer las lágrimas que adornaban sus ojos.
Algo no convencía a Jungkook del todo, así que con una inseguridad
inmensa acortó la distancia entre ambos, mirándolo directamente a los ojos,
buscando la sinceridad en ellos.
—¿Y tú qué pruebas tienes? —Reclamó el ojiazul. —¿Tienes algo más que
chismes baratos y cuentos inventados? ¡Es solo un cuento!
—¡Si, mi madrastra estuvo embarazada! ¡Pero ese niño estaba muerto! ¡Yo
vi como se lo llevaban! ¡Jungkook no es mi maldito hermano, Hoseok!
¡Todo lo que dices es falso porque quieres perjudicarnos!
Al no obtener nada más que miradas Namjoon decidió que era momento de
interferir, debía acabar con todo eso pronto o terminarían clavándose un
puñal en el pecho.
—¿Y las pruebas? —Preguntó otra Beta, una que pasaba su trapo viejo por
el piso para tallar la cerámica.
—Dice que hay un lunar familiar, no se que tanto dijo. Hoseok Oppa no
negó tenerlo y Namjoon Oppa dice tenerlo también. También dijo que el
niño tenía una cicatriz en la planta del pie por un accidente que ocurrió
cuando aún estaba pequeño.
—La verdad yo no le creo nada. —Puso mala cara la Beta dejando el plato
en la mesa. —Suena a puro invento, ¿Dos hermanos casándose? ¡Sería un
escándalo total! Aunque viniendo de los Kim...No lo sé, se me hace raro.
Automáticamente la Beta cubrió sus labios con sus manos. Seokjin la soltó
y miró mal al trío.
Una de las Beta comenzó a llorar muy fuerte, siendo esta consolada por las
otras dos. Seokjin miró a lo largo de la cocina. El par de cocineras estaban
cenando tranquilamente, pero aún así bajaron la mirada para no enfrentar a
Seokjin.
—Si, Seokjin Oppa, ella esta en los dormitorios. —Señaló tras ella por el
largo pasillo como doble salida al final. Un guardia lo vigilaba. ¿Ocurrió
algo?
—Si. —Asintió tomándola de los hombros. —Ve y lávate muy bien las
manos, necesito que busques agua fría y un pañuelo nuevo.
—¿Para qué?
Con aquellas tres palabras la pelinegra tardó solo cinco segundos en abrír la
puerta. Estaba en su pijama, una bata blanca hasta los tobillos, que cubría
incluso su cuello y brazos. Tenía volandas que la hacían lucir muy tierna y
unos bordados amarillos en las magas y cuello.
Con solo estar frente a la puerta pudieron escuchar los gritos y lloriqueos
del niño. Nayeon se atrevió a tocar la puerta, avisando su llegada en voz
alta antes de entrar sin recibir respuesta. Jisoo detuvo a Seokjin cuando
quiso entrar.
—Si, Oppa.
Nayeon intentó pasar por alto los gritos del bebé, caminando hacia la mesa
de noche y dejando el agua sobre la misma. Jisoo la alcanzó, un poco
intimidada por el Alfa con mala cara que intentaba llegar hasta el Omega
sin tener que corretearlo por la habitación como un gato a un ratón.
Jungkook cargaba a su bebé en su hombro, desnudo de pies a cabeza,
dejando ver un trasero redondo y pálido. Bajo este pasaba el brazo de
Jungkook, su otra mano palmeaba la espalda desnuda con cuidado al
tiempo que mecía a la criatura con su cuerpo en un intento desesperado por
calmarlo. Jungkook tenía los ojos hinchados, rojos al igual que su nariz,
rastros de lágrimas secas en sus mejillas y barbilla y el cabello
desordenado.
Taehyung tendió sus manos en busca del pequeño, pero Jungkook se alejó.
El ojiazul dió pasos a su dirección.
—N-No.
"—Hablé con Jimin, estuvo un rato con Jungkook y con el bebé, incluso
buscaron las pruebas de que era el príncipe perdido en su cuerpo...Pero no
había lunar o cicatriz."
Pobre, pobre Omega. Recordó las palabras de Yoongi repetidas por Seokjin
cuando le relataba.
"—Todo esta historia de la que Hoseok y Taehyung hablan y que incluye a
Jungkook se me hace sospechosa...He estado recordando cosas e
intentando unir cabos sueltos y sacar cuentas...Existe la posibilidad de que
mamá haya estado embarazada una tercera vez. Citaré a mi padre mañana
para confirmarlo."
¿Qué enredo era aquel? Jisoo no quería juzgar a nadie, pero la madre de
Yoongi parecía ser la mujer del pueblo.
Los gritos del Alfa asustaron a Nayeon, incluso asustaron a Jungkook y por
su puesto al bebé. Este último tensó notablemente el cuerpo luego de una
sacudida por el susto, llorando después con esmero. Jungkook lo abrazó
retrocediendo, pero tuvo que detenerse cuando las manos del rubio
quiseron tomar al bebé.
—No dije eso, es solo que los asusta a ambos... —Dijo ella, su voz
haciéndose pequeña ante los intimidantes ojos azules.
—Jungkook, perdóname.
—No quiero tener esta cercanía, ya no más, no por ahora, estoy muy
confundido, suéltame.
Jungkook lo miró a los ojos. El Alfa había estado negándolo todo el día,
asegurando que la historia era falsa ¿Por qué ahora hacía esa confesión
junto aquella pregunta? El Omega sintió su corazón acelerarse.
~•~•~
—Mi hermoso Omega, ¿Cómo fue que te dejé ir?
Yoongi besó una vez los abultados labios rosados, ya hinchados por tanto
contacto con los contrarioa.
Jimin le había contando todo lo que había pasado desde su llegada a Kusan;
Desde el ataque de su tía hasta la muerte del guardia en su defensa.
Evitando mencionar su embarazo. Contó también posterior a eso; Como
Namjoon lo había encontrado en un estado desfavorable y como lo había
ayudado a recomponerse después de dos días a caballo, sin comida y casi
sin agua. Yoongi se echó la culpa por completo, lamentándose y pidiendo
perdón una y otra vez. Allí de pie, frente a frente, de nuevo juntos en
aquella oscura habitación iluminada por velas.
—Prometo que estoy muy bien ahora, Yoongi. —Aseguró sintiendo los
besos del Alfa descender hasta su cuello.
Tan dulce, tan embriagador, tan...Diferente a antes. Había algo, algo que
Yoongi no había pensado hasta ese momento. El aroma de Jimin estaba
más fuerte y dulce hasta el punto de llegar a ser empalagoso. Se detuvo
entonces y Jimin pudo respirar y recuperar el aliento.
El labio inferior de Jimin tembló de miedo ante la mirada seria del Alfa,
temblando incluso por como comenzaba a torcer el gesto de manera casi
macabra.
Jimin sentía sus manos y pies fríos, casi congelados por el el miedo ante la
espera de lo que pasaría próximamente. Su ceño se frunció en preocupación
y sus labios temblaron al intentar hablar.
—Y-Yoongi...
Jimin bajó la mirada a un punto perdido entre el color vino de las mantas.
Sintió sus mejillas arder en vergüenza y sus ojos cristalizarse con lágrimas
calientes.
Jimij se encogió por el tono de voz que utilizaba, deseando ocultarse entre
la oscuridad de las cobijas para así no tener que enfrentar al Alfa molesto.
Sin embargo, ya había prolongado todo demasiado tiempo.
El rubio tomó las mantas en puños, relamiendo sus labios y suspirando con
pesadez. Ocultar cosas le pesaba emocionalmente, hacerlo no era su fuerte.
La reacción de Jimin solo fue bajar más la cabeza, intentaba hacerse más
pequeño, sin embargo seguía siendo el, allí en la cama, obligado a enfrentar
las consecuencias de sus actos.
Con rabia pataleó sobre la cama, como un niño que no aceptaba un no.
Hubo un largo silencio en el que Jimin miró a Yoongi con ojos brillosos, un
brillo especial. Yoongi resopló, sientiendo que aquella frase le sacudía en
mundo se dejó caer en la cama de espaldas al Omega. Ya no tenía sentido
pelear, ya no tenía sentido seguir discutiendo. Jimin estaba bien, y el bebé
también, eso era lo único que importaba.
—¿Lo lastimé?
—¿Eh?
—¡No! ¡Claro que no! —Casi ríe Jimin. —No le haces daño, esta bien.
Jimin acercó su rostro al del Alfa cuando se giró para verlo a los ojos, sus
ojos verdosos se volvieron medias lunas al sonreírle, mordiendo su labio
con picardia.
Yoongi abrió sus ojos hasta más no poder, balbuceando un poco antes de
mirarlo de mala gana. El Alfa se había sonrojado un poco.
—Yo no tendré que convencerte de nada, la luna roja esta más cerca de lo
que piensas, estarás necesitado de mi y yo me entregaré gustoso.
Por alguna tonta razón Yoongi se sonrojo mucho más, así que para
disimular su repentina vergüenza bajo la cabeza y fingió una tos. Jimin
llevó su mano a la cabellera negra, enterrando sus dedos en ella, no
dándose cuenta hasta ese momento de que tanto había extrañado
acariciarlo. Así que se limitó a hacerle mimos en la cabeza, viendo como
Yoongi cedía, cerrando los ojos y soltando suspiros satisfactorios.
—Te dije que rechacé tu marca mientras estaba en coma, ¿Lo recuerdas?
—Dijo suave el rubio, sonriendo aún. —¿Sabes por qué fue? Además de
que no quería, me hacía sentir muy mal.
—No fui yo. —Jimin bajó sus caricias a la mejilla del mayor. —Fue
nuestro bebé.
—Leí una vez que los bebés crean una conexión con sus padres al
escucharlos aún cuando estan dentro del vientre. —Explicó. —Tu me
hablabas todo el tiempo, podía escucharte, quizá creyó que le hablabas.
Además, al marcarme podía sentirte, sentir tu escencia, para ese entonces
yo no tenía casi de la mía. Terminó exigiendo más de ti, era lo único que
percibía mientras yo estaba casi...Bueno. —Ladeó la cabeza. —Me obligó a
aceptar la marca, necesitaba aferrarse a algo.
Yoongi le quitó las manos del vientre desnudo, sin dejar de ver aquella
zona. Parpadeó un par de veces, pero mantuvo el silencio. Lo vió ladear la
cabeza, pensativo y callado como la soledad. Finalmente el Alfa soltó unaa
palabras al aire.
—¿Seré...Papá?
—Si, Yoongi.
—¿Tendré un bebé?
Jimin comenzó a reír, acortando su distancia para besarlo en los labios,
luego en las mejillas y la frente. Yoongi solo lo tomaba de los brazos, como
si pudiera estabilizarse de aquella forma.
Pero lo que más le preocupaba era no poder recordar en donde había visto a
ese Omega.
❝Cuarentayseis❞
Estaba oscuro en aquel salón, solo la tenue luz de la luna entraba por el
gran ventanal medio abierto. En un sillón de los tantos que habían yacía un
Alfa de ojos azules, sosteniendo entre sus brazos a un bebé de doradas
hebras de cabello que dormía profundamente. Sollozaba y se quejaba en
sueños cada tantos segundos, pero su padre se encargaba de arrullarlo y
mecerlo suavemente para darle a entender que estaba junto a él,
protegiéndolo a toda costa. Pero Taehyung odiaba no poder protegerlo de
lo que lo lastimaba internamente. La enfermedad que lo acechaba en aquel
momento mantenía el cuerpo pequeño hirviendo, más el niño no sudaba,
solo mantenía todo el calor abrasador encerrado en su pequeño cuerpo.
Había estornudado un par de veces, eso no era una buena señal, un resfrío
era lo que menos necesitaba Boocheon.
Bajo la palma grande del Alfa reposaba el trasero de aquel niño cubierto
por el pañal, Taehyung le dió unas muy suaves palmaditas mientras le
siseaba al niño que comenzaba a removerse en sus brazos. Sorbió su propia
nariz, había llorado en demasia aquel día, sentía su rostro hinchado y
enrojecido, no obstante mantuvo su expresión seria y firme.
Ya era tarde, quizá ya era más de media noche, pero escuchó la puerta de
aquella habitación del segundo piso abrirse. Miró en su dirección, una mata
de cabello negro asomándose y una pijama azul reluciendo entre la
oscuridad.
—¿Jungkook?
—Felicidades. —La respuesta le pareció muy seca, así que dijo algo más.
—Es increíble.
—¿Percibo sarcasmo?
—Creo que serás un buen padre. —Al ver que Yoongi tenía la intención de
decir algo se apresuró diciendo. —Eres una mierda de hermano, pero puede
que seas mejor como padre.
—No seas ridículo, tenía once años. —Se defendió. —Tu ni siquiera podías
dibujar un atardecer.
Ambos callaron entonces, limitándose los dos a estar presentes. Sabían que
entraban a un territorio delicado como lo era su pasado, estar en aquella
habitación en especial era un tremendo regreso en el tiempo. El rubio miró
nuevamente a su hijo, intentando tocar bajo su cabeza pequeña un cuello
casi inexistente, encontrándose con piel muy caliente.
—¿Sigue malito?
—Al menos dejó de llorar, Jisoo me dijo que estuvo todo el tiempo
llorando.
Cuando dijo eso sus dedos índice y medio volvieron a colarse bajo su
pequeña papada de grasa, instalándose en su garganta y dando un tipo de
suave masaje.
—Estan muy mal ¿No? Por eso estás aquí solo, realmente no estan
turnándose.
Que Yoongi fuera tan directo tenía sus desventajas, como hacerte sentir
mal a veces o incluso molesto, pero Taehyung era igual, odiaba los rodeos.
Respondió sin verlo.
—Jungkook no quiere estar cerca de mi. —Casi susurra. —Le dije que se
fuera al diablo, estaba muy molesto entonces, pero me arrepiento de
haberlo maltratado.
Yoongi frunció el entrecejo: —¿A qué te refieres? Dijiste que solo era una
historia de pueblo.
—Yo mentí.
—¿Qué?
El rubio miró a Yoongi de nuevo, listo para confesar quizá uno de sus
tantos pecados.
—Mi madrastra hizo creer a todos que estaba en espera, incluso a mi, pero
descubrí que era falso, solo era un bulto hecho pasar por una enorme panza
llena de un bebé. Lo descubrí el día del supuesto parto, cuando ella decidió
hacerlo totalmente sola en la habitación. Me pregunté quien en su parto
desearía estar tan sola, además de estar en una habitación tan alejada, así
que fui a verla...La vi desnuda, no tenía más que un plano abdomen y
derramaba tinta roja en la cama.
Yoongi parecía estar paralizado, sin embargo cerró los ojos al tiempo que
soltaba un suspiro agotado, como si con eso maldiciera al aire.
—Le pregunté a dónde íbamos cuando noté un carruaje, pero ella solo me
dijo que entrara. Comenzamos a andar demasiado rápido y el niño comenzó
a llorar. Yo...Bueno, no importa eso. —Negó. —Llegamos hasta un lugar y
mamá me dijo que me despidiera del bebé...Dijo "Despídete de Jungkook,
cariño. El paseo terminó para el".
Yoongi tenía que agudizar el oído, no escuchaba bien los susurros aún en el
distante silencio de aquella habitación.
—Para que el teatro no cayera Shuho dijo que el bebé había nacido muerto.
De ahí la historia.
Yoongi no supo distinguir bien, pero pudo jurar que vio una lágrima caer
del ojo azul cielo de Taehyung.
—Tuve que confesar esta noche, luego de que las Betas se llevarán a
Boocheon. Le dije todo, le conté toda la verdad, ya no quería mentirle él
estaba demasiado confundido y no quería que durara más de mí, quería ser
sincero. —Comenzó a llorar un poco más fuerte. —No esperaba nada
bueno, pero aún así me dolió todo su rechazo, todas sus palabras.
—Taehyung...
—Taehyung...
Yoongi no sabía que decir ¿Qué podía decir? Enterarse de que Jungkook
era su hermano era como si recibiera un golpe inesperado en el rostro, pero
que fuera esposo de su también hermano Taehyung era totalmente
diferente. Sin embargo lo asumió rápido, como si estuviera acostumbrado a
enterarse de todas las cosas malas que alguna vez alguien hizo, o para ser
más exacto que su madre hizo, como por ejemplo; Tener un tercer hijo
escondido y dejarlo en un orfanato.
—¿Lo golpeaste?
Aún después de tan amable saludo obligado a salir a flote para romper el
hielo el Omega continuó demasiado incómodo como para saludar también.
Jungkook sonrió por primera vez en el día, mostrando sus lindos dientes
delanteros a su hijo desesperado. La borró para ver a Yoongi.
—¿Vendrás también?
~•~•~
Su dedo fue a los labios pequeños, tanteando para que abriera la boca.
Cuando el bebé lo hizo pensando que se trataba de algún alimento
Jungkook pudo explorar sus encías.
—¿Qué tiene?
El Alfa logró captar el murmuro del Omega, así que le dió una última
mirada al bebé que volvía a su labor de comer y se centró en verlo.
—No me importa. —Espetó en voz baja. —Además te dije que podrás ver
a Boocheon cuando quieras, después de todo eres su padre.
—¿Y a dónde piensas ir? —Elevó la voz Taehyung. —¿A dónde piensas
que irás?
—A donde sea.
Taehyung quiso golpearse la boca hasta romperse los dientes luego de eso.
Sabía que se había excedido. Jungkook lo encaró, fulminándolo con la
mirada.
—¿Qué insinúas?
—Nada.
—¿Perdón?
—Como escuchas.
Silencio. Taehyung masajeó sus sienes, cerrando los ojos con fuerza y
soltando pequeños quejidos de amargura y molestia.
—Contesta.
—Y me amas ¿Verdad?
—Cállate, Taehyung.
—¿Tienes hambre?
—Si.
—Pues no me interesa.
El rubio pataleo y golpeó el sofá con uno de sus pies. Sus ojos azules
miraron el ventanal con cortinas cerradas y corrió hasta él para
desplazarlas a los lados. Cuando sus manos tomaron la tela oscura Yoongi
volvió a hablar.
—Es que...
—No se porque demonios tengo que ser yo quien te vigile cuando vienes a
estorbar mientras ella está en quien sabe donde. —Refunfuñó el pelinegro.
—Hambre ¡Ni que yo supiera cocinar!
—¡Ajá! —Exclamó.
—No tenemos el mismo papi, pero aún así somos hermanos. —Decía
mientras jugaba con sus dedos. —Mamá dice que no importa si no tenemos
en mismo papi.
Yoongi rodó sus ojos ante el recuerdo de solo un año atrás. Hacía un mes
que había cumplido ocho años y había estado completamente solo, su
mamá había vuelto solo el día siguiente para irse el que seguía con
Taehyung. Yoongi detestaba a Taehyung por robarle la atención de su
madre. Pero se aprovechaba de él y de su gran inocencia.
—¡Un...Un...! —Casi gritaba sin saber que decir. —¡Un panecillo con
queso!
—Eso no es almuerzo. —Escupió el mayor.
—Entonces...No sé.
—Entonces no te llevaré a ningún lado. Por tu culpa debo estar aquí todo
el día, ¿Y piensas prepararme solo un panecillo como recompensa por mi
esfuerzo?
—Pero...
—Pues cuando yo crezca tendré una novia. —Se jactó Yoongi. —Y será
muy bonita.
—¿Cómo mamá?
Con entusiasmo se lanzó a los brazos de Yoongi, el cual casi cayó al suelo
por el peso del niño que lo desestabilizaba. Lo abrazó a su cuerpo sin
saber que hacer para balancearse, Taehyung riendo como si no hubiese un
mañana y sus delgadas piernas enredadas en la cintura del pelinegro con
fuerza.
—¿Y tú para qué quieres novio? —Casi chilla. —Quítate, eres un raro.
—Es que hay un niño muy bonito que vi, pero es más grande que nosotros.
—Rió por las mueca que hacía Yoongi al tambalearse con el encima.
—Parece que tu y Kai pasan mucho tiempo juntos. —Yoongi uso una voz
desagradable. —¿Ya son novios? —Se burló. —A Taehyung le gustan los
niños, a Taehyung le gustan los niños... —Canturreó.
—No, no lo sé.
Sintiendo como su respiración se volvía pesada Yoongi miró los ojos azules
con inseguridad.
—Jugamos.
—¿A qué?
—Juegos.
Yoongi era demasiado inteligente para tener solo ocho años, entendía
cosas que solo los mayores deberían entender, pero por el contrario
Taehyung parecía pensar como un bebé, era demasiado inocente,
demasiado bueno con todos y Yoongi solía aprovecharse de eso para que
fuera su sirviente y le trajera cosas que le daba pereza buscar. Sin
embargo él sabía que habían personas con malicia, lo había leído en sus
cuentos de terror para adultos y le preocupó enseguida que una persona
mala le hubiese hecho algún daño a Taehyung.
—Juegos, Kai inventa los juegos. —Explicó aún sonriente. —El ganador
recibe algo a cambio.
—Vamos, TaeTae. —Lo ánimo de la mejor forma que pudo. —Me puedes
contar lo que sea.
—¿Enserio?
Yoongi palideció ante las palabras y habían dos razones por la cuales lo
hacía. En primer lugar porque su madre le daba pequeños besos a
Taehyung en los labios, como piquitos de pez, lo sabía por que cuando
Taehyung se quedaba dormían juntos en la habitación de aquel tercer piso
y su madre lo hacía para darle las buenas noches al ojiazul, pero comenzó
a darles un besito de pez en los labios a ambos desde que Yoongi empezó a
querer el cariño por igual. En segundo lugar porque ese tal Kai era un
completo desconocido para Yoongi y por lo escuchado era mayor y un
completo aprovechado.
—A veces me toca.
—¿Qué?
Yoongi estuvo a nada de soltar un suspiro aliviado, pensó que quizá no era
nada grave, incluso quiso gritarle a Taehyung por darle un susto, sin
embargo una nueva preocupación lo invadió antes de siquiera dejar pasar
cinco segundos.
—¿Eso es...Malo?
—Pero el me dijo que estaba bien. —Su voz tembló ligeramente. —Me dijo
que estaba bien con el.
—Ay, Taehyung...
Las manos de Taehyung limpiaron las mejillas pálidas del mayor, pero las
mismas continuaban cayendo y hacían sentir afligido al ojiazul. En muy
poco tiempo el también comenzó a llorar.
—¡No!
—¡No!
El rostro angelical de aquel ojiazul se enterró en el cuello de Yoongi y
lloró muy fuerte.
—Taehyung, ella estuvo contigo. —Gruñó. —Quizá estés haciendo mal las
cuentas.
—¡Yo sé contar!
—Yoongi.
—Cuéntame.
—No. —Se apresuró a decir. Negó luego con su cabeza, aceptando que
había sido muy brusco. —No es nada.
—Es algo, algo que te afecta, no voy a irme a dormir mientras estes así de
asustado.
—No es eso, solo no quiero decirlo en voz alta. —Yoongi miró sus pies
como si estuviese avergonzado. —Soñé con el pasado, es algo que no debe
volver al presente, debe quedarse atrás.
Con cuidado el flequillo oscuro fue peinado hacia atrás por Jimin, dejando
descubierta la frente del Alfa. Se inclinó y plantó un largo beso suave en la
piel blanquecina que estaba oculta casi siempre. Con ese beso Yoongi
pareció quebrarse.
—Es tu madre.
El pelinegro apoyó sus codos de sus rodillas y enterró su rostro entre sus
manos para que Jimin no pudiera verlo más.
—Y-Yoongi...
Lo menos que hizo Jimin fue alejarse de aquel hombre. Se las arregló para
posarse a su lado y abrazarlo con toda la fuerza que poseía. Sus manos
acariciaban los brazos pálidos y sus labios plantaban besos suaves en la
nuca sudada por el agotamiento de su reciente pesadilla. Yoongi sollozaba
y gimoteaba, balbuceaba cosas incoherentes y llegaba a atragantarse y a
asfixiarse por su inestable respiración.
—Fuera, quiero estar solo, vete. —Lo corrió Yoongi agitando su cuerpo
para zafarse de los brazos que lo abrazaban con calidez.
—Yoongi, soy yo. —Aseguró. —Soy Jimin, mi amor, solo soy yo. S-Soy
yo, solo soy yo.
Intentó sacarlo del escondite entre sus manos, pero no se dejaba hacer.
—Mi amor ¿Qué fue lo que soñaste? —Jimin parpadeó nervioso. —Yoongi
estás temblando.
—Yoongi...
Jimin sentía pánico por como Yoongi se trataba en las palabras y lloraba
sin respirar más de dos segundos, como si se ahogara en un mar de
recuerdos. Quiso sacudirlo, quizá así lo haría volver a sí mismo. Pero no lo
hizo, lo dejó desahogarse, lo dejó drenar todo.
—Jimin ella no lo protegió. —Lloró. —Ella dejó que le hicieran daño, nos
abandonó a ambos.
—Yoongi no entiendo nada. —Jimin acarició sus cabellos. —Pero aquí
estoy, no voy a dejarte ¿Esta bien? Llora todo lo que quieras. —En ese
momento Yoongi lloró más fuerte. —Estarás muy bien, te lo prometo,
desahógate, estoy aquí contigo, yo te cuido.
—J-Jimin...
—S-Si...
Sentía la vergüenza de Yoongi, podía sentir como toda esa escena lo había
dejado avergonzado. Se separaron el uno del otro cuando Yoongi le dió una
lamida a la marca. Se miraron a los ojos, ambos rojizos e hinchados por
haber llorado.
—Te amo.
Para demostrarlo Jimin besó los finos labios. Volvió a hacerlo, sintiéndose
atraído por el inferior, dándole un muy suave beso a este y tirando del
mismo con sus labios. Miró como Yoongi cerraba los ojos y entreabría los
labios. La rosada lengua de Jimin tanteo terreno en los finos labios
contrarios y Yoongi la recibió gustoso, sacando la suya para tocar la que
quería adentrarse a su boca.
Sus labios se tocaron cuando estuvieron medio abiertos, dejando que sus
lenguas se acariciaran con lentitud y sensualidad. Yoongi le dió un pequeño
empuje a la de Jimin y el rubio aprovechó la oportunidad para tomar la
lengua de Yoongi entre sus labios, dando pequeños chupetones antes de
que Yoongi subiera de tono la melodía pegajosa de sus caricias.
~•~•~
Seokjin abrazó a Jimin con fuerza, tanta que Yoongi tuvo que regañarlo.
—También estoy feliz de que este aquí Yoongi. —Se quejó el Beta.
—No es de cristal.
—¡Hombre! Felicidades.
—¿Está mejor?
Jungkook golpeó con disimulo la pierna del ojiazul, sonriendo más cuando
Taehyung se lo tendió por sobre la mesa al Alfa que lo pedía, entendiendo
el mensaje del que era su Omega.
Jimin sonrió enormemente, tendiendo su mano para tocar la mano del bebé
vestido en un pijama que lo hacía lucir adorable.
—Es precioso.
—¡Pero mira como sonríe, Yoongi! Oh, mira ¡Le esta saliendo un
dientecito!
Hoseok ignoró todo, ¿Por qué tenía que prestarle atención a la familia de su
primer amor? No era nada cómodo, no era como si no le doliera.
Cuando escuchó eso Yoongi dejó la última tortilla que reposaba en su plato
en el del distraído Jimin, siendo atrapado esta vez por Taehyung. Se
miraron unos segundos y luego se ignoraron como si no hubiese pasado
nada.
—No estoy asustado, esta bien. —Restó importancia. —¿Y qué con el
parto?
—Bueno...
—Ah, si.
Para cuando Jimin volvió sus ojos a su comida Boocheon sentado en el
regazo de su Omma se quiso estirar para tomar un cubierto que sobre salía
de la mesa. El brazo que rodeaba su cuerpo se lo impedía, así que el niño
emitía un tipo de gruñido demasiado tierno y gracioso.
—Hoy estas muy receptivo, Boo. —Dijo Yoongi alcanzando una fruta de
aquella temporada de Marzo. —Así que nació el diez de... ¿Octubre? Digo,
dijiste que hoy cumplía seis meses.
—Si, así es. —Jungkook miró al bebé que aún gruñía. —Ya esta creciendo
mucho.
El niño logró capturar en su mano parte del mantel color vino, no dudo tirar
de él.
—¿Todo bien?
—¿Cómo dices?
Pasó un largo rato para Taehyung hiciera algo. Sonrió. Una pequeña
sonrisa que decía más que mil palabras.
Taehyung rió muy levemente. Negó con su cabeza sin creer que Yoongi se
estuviera disculpando con él, a su modo no tan directo, pero un tipo de
disculpa por todo al fin.
—En cuanto mi padre llegué estarás presente. Veamos que puede decirnos
el de todo este enredo.
~•~•~
—¿Y bien?
—Siete meses.
Jimin rodó los ojos al cielo, presentía que Yoongi sería un fastidio con el
embarazo.
—Mantente alejado del vino ¿Si? Por ahora el reposo es necesario. Nada de
ajetreo, mantente sereno, el primer trimestre es importante ¿Bien?
—Si. —Asintió Jimin con una sonrisa cerrada. —Muchas gracias por...
Yoongi divisó a su padre sentado en una de las tantas sillas en aquella mesa
de reuniones, juntaba sus manos sobre la misma y las veía entretenido,
sumido en algún pensamiento. Levantó la mirada cuando Yoongi
carraspeó, llamando su atención y dándole un saludo con un asentimiento
de cabeza.
—Papá.
Olía a vino, a mucho vino. Taehyung estaba ebrio, su voz estaba patosa y
su olor lo hacía saber.
—¿Cómo sacar estos temas al aire? ¡Así como si fuera una tontería de la
que hablas! ¿Te das cuenta de lo que siento cada vez hablamos de ella? —
Preguntó, su entrecejo frunciéndose en preocupación y nostalgia. —¿Cómo
te sentirías de estar en mi lugar? ¿Cómo te sentirías si Jimin muriera y...?
—¿Y qué te hace pensar que por ser el padre de mi hermano mayor tengo
algún impedimento para matarte?
Min Sihyuk miró un punto fijo en la mesa, sus manos cerrándose en puños,
como si contuviera su impotencia, molestia y dolor en ellos. Su respiración
se notó complicada, pesada y muy poco rítmica. Sus mejillas se tiñeron
rojas y sus ojos más pequeños que los de Yoongi se cerraron con fuerza.
Las palabras salían con tanto cólera que Yoongi y Taehyung se levantaron
de sus asientos, sus lobos estamos atentos en todo momento. Rodeó la mesa
hasta estar cerca de Yoongi, justo frente a él. Señaló a Taehyung tras el
pelinegro y Yoongi enseguida se posicionó como un escudo protector,
como si actuara por puro reflejo.
—Ya tiene edad para defenderse solo, no hace falta que recibas sus golpes,
Yoongi, no más.
—¿Por qué no lo crió? ¿Por qué decidió dejarlo en un orfanato antes que
dejarlo en el reino Kim como a Taehyung?
—Yoongi, tu no entiendes.
—Es imposible que esté aquí, porque ese bebé está muerto.
—Lo está.
—Papá...
—¿Cómo?
Min Sihyuk tomó aire, dando pasos lentos y casi vagos en dirección al
asiento que antes ocupaba. Taehyung y Yoongi lo siguieron con la mirada,
pero a esas alturas no estaban dispuestos a sentarse. La incertidumbre
estaba acabando con su mente. Golpeó la mesa suavemente con sus
nudillos, luego con su palma, sus anillos resonando contra la madera de
manera casi escandalosa ante el silencio entre los tres.
—Sabía que no era mío, así que ni siquiera me emocioné como lo hice
cuando estaba en espera de Taehyung. —Pronunciar aquel nombre lo hizo
hacer una mueca. —La confronté, pero ella ni siquiera me quiso dar una
explicación. Solo expresó su felicidad por el nuevo cachorro que venía en
camino. No pude soportar su descaro, era demasiado cínica con sus
engaños, simplemente no pude tolerarlo...La apuñalé en el vientre, me
encargué de que aquel niño jamás naciera. Ni él, ni otro.
Taehyung no creyó aquello, lo miró de mala gana, negando aquella
historia.
—Eso no es verdad.
—No es posible. —Negó Yoongi. —Ni siquiera tiene sentido ¿En qué
momento pasó? ¿Cómo?
Algo hizo click. Tanto en Yoongi como en Taehyung. El ojiazul miró con
profundidad a su atacante, sus manos tomaron con fuerza sus muñecas, sus
nudillos haciéndose blancos por la presión que ejercía. Yoongi deseó no
haber estado presente, deseó no haber citado a su padre, deseó incluso no
haber existido. La voz de Yoongi sonó temblorosa.
—La verdad no creo que debería llegar tan alto, ¿Y si te vomita el rostro?
—Buenas tardes.
—Min Yoongi ¿Podrías llevarme con él? Se supone que tendríamos una
reunión con su padre hoy, al menos eso me dijo ayer.
—Oh, claro. —Aceptó Jimin. —Por aquí.
—¿Yoongi? —Su mano libre limpió las lágrimas que caían a cascadas por
sus mejillas.
—Fue el. —Chilló Yoongi en respuesta.
Sihyuk se levantó del suelo, mirando esta vez a Jimin, al bebé en sus
brazos. Por la apariencia del pequeño pudo saber que pertenecía a
Taehyung. Se maldijo por no haberlo matado cuando era niño, maldijo
haberlo dejado vivir...Pero no cometería el error de dejarlo pasar de nuevo.
Iba a vengarse.
Su mano fue hasta su cintura, buscando la daga que solía llevar para
defenderse. Cuando la tuvo a su alcancé aprovechó el descuido de todos.
Fue fácil correr hacía Jimin, tan fácil como como cortar una tarta.
Simplemente levantó la daga en lo alto y la clavó en la tersa y suave piel.
Sin culpas, sin remordimiento ni titubeos. Simplemente lo hizo y los gritos
desgarradores del Omega fueron su recompensa.
—¡MI BEBÉ!
❝Cincuenta❞
Jimin ni siquiera pudo reaccionar, su cuerpo se paralizó del miedo al ver
que la daga iba en su dirección. Llegó a retroceder solo cuando la daga tocó
el punto que quería. Se lamentó enseguida por no lograr esquivar el arma.
Jimin sintió la sangre escurrir hasta colarse entre sus dedos. El desgarrador
grito dolorido e infantil del pequeño bebé rubio lo hizo temblar antes de
que se lo arrebataran de los brazos. Miró quieto en su lugar como Jungkook
abrazaba al niño a su cuerpo, llorando a mares por los lloriqueos casi
asfixiantes del bebé. Taehyung llegó rápidamente a ellos, apegándose al
cuerpo del Omega que se negaba a soltar a su hijo herido. La sangre
manchaba sus ropas y goteaba hasta el suelo, el niño se privaba en su llanto
asustando a los presentes, haciendo todo aquello una terrorífica escena. Los
guardias entraron azotando las puertas, mostrando sus espadas ante el
escándalo y señalándolos a todos en busca del agresor. Min Sihyuk dejó
caer la daga al suelo salpicando sus zapatos de sangre y luego dejándose
caer de rodillas, como si no pudiera resistir su pecho.
Casi se le cae el alma a los pies cuando la pequeña mano de su hijo fue a
los labios de su padre, golpeándolos con su suave palma una y otra vez a
medida de que sus gritos incrementaban, mirándolo suplicante, como si le
pidiera que detuvieran todo lo que lo lastimaba, sus lágrimas empapando el
redondo rostro regordete. Taehyung cerró los ojos, no soportando la
imagen de su bebé y sollozando en voz alta.
—Ten por seguro que no te ayudaré a salir de esta. —Dijo con voz espesa.
—Si Taehyung va a matarte no seré yo quien lo impida.
Seokjin lo miró salir, algo incómodo por la tensión del momento y nervioso
por las condiciones del bebé. Miró al moreno de cabellos blancos, haciendo
un ademán con su mano para llamarlo. Namjoon lo siguió sin rechistar.
Aún en la distancia se escuchaban los gritos del bebé, y Seokjin no quería
ni siquiera imaginar en la consecuencias de todo aquello. Sihyuk había
herido al príncipe de Seoul, su vida de por si estaba en peligro ¿Qué pasaría
si el bebé moría?
~•~•~
—Su hijo tuvo mucha suerte. Fue más como un rasguño, uno profundo. —
Señaló la herida, una línea torcida y medio abierta. —Empezó por su
costado, pero se desvió hasta su estómago, como si lo hubiesen hecho por
accidente.
—Creo que le lastimó una costilla, pero nada más que piel abierta. No
tienen de que preocuparse más que de una infección. Tendrá unos puntos
para que la herida cierre y cicatrice.
—¿N-No va a morir?
—¿Su... Qué?
La aguja atravesó la piel del bebé una y otra vez, uniendo de nuevo lo antes
separado. Taehyung imaginó el dolor por el que pasó su bebé, el dolor por
el que pasaría al despertar.
—Esta bien, esta bien, nuestro niño está bien. —Repitió Jungkook más
para el mismo, abrazándose con fuerza y luego sosteniéndose de sus
rodillas como si hubiese terminado una larga carrera. —D-Despertará de
nuevo y volveremos a casa ¿No es así Tae? Volveremos a nuestro hogar y
todo será igual que antes ¿Verdad?
—Volveremos.
—Si... Ahora.
—¿Taehyung?
—Ya vuelvo.
—T-Tae ¿A dónde vas?
—Tu quédate aquí, Boocheon estará muy mal cuando despierte y necesitará
de ti.
—Necesitará de ambos.
—¿Tienes idea del dolor por el que acaba de pasar mi hijo? —Preguntó en
un murmuro. El hombre quiso hablar, pero solo salían quejidos de sus
labios. —Piensa en lo que estas sintiendo ahora...Pero más fuerte. —Retiró
unos centímetros de la daga solo para apuñalarlo con fuerza. —Más, más,
más fuerte.
Lo apuñaló tres veces más, a medida de que sus palabras salían. Sihyuk
cerró sus ojos con fuerza, Taehyung torció el gesto, sus ojos crispando
furia.
—Es solo un bebé, Sihyuk. —Casi gruñe. —Es mi bebé, ¿Tienes idea de lo
mucho que amo a ese niño? ¿Acaso tenías tanto miedo de enfrentarme que
tuviste que herir a mi bebé? Maldito Alfa cobarde.
—Y-Yoongi...
En un rápido movimiento la daga salió y fue hasta el rostro del Alfa más
viejo. Se hizo un corte de su mejilla a la abertura de sus labios.
—Y-Yoon...
Tae lo soltó, dándole una última puñalada, esta vez en el pecho. Ni siquiera
se molestó en retirar la daga, simplemente lo dejó desangrarse como lo
hacía su hijo momentos atrás.
❝Cincuentayuno❞
Entre la oscuridad de aquella habitación Jimin podía ver a Yoongi
encorvado en la ventana, sosteniéndose del marco de la misma, mirando a
la lejanía. El rubio se removió en aquella cama, mirado a su vez alrededor
aquella nueva habitación que nunca había visto. Grande, lo suficientemente
espaciosa y limpia a pesar de que se notaba que nadie la había habitado.
Hacía tanto frío y se veía tan simple, decorada con solo una cama y un
armario, que parecía casi un calabozo. Mientras acariciaba su vestimenta
negra volvió la vista a su Alfa, guardando luto junto a él por la reciente
muerte y pérdida. Cansado de ser inútil se levantó y caminó hasta él,
abrazándolo desde atrás y mirando lo que el.
—Yoongi. —La voz de Jimin salió ronca por todo el tiempo que había
estado sin hablar. —Yoon...Deberías dormir un poco.
—¿P-Por qué?
—Creo que estando aquí...De alguna manera, me despido de una buena vez
de ella y de mi padre.
—Uhm.
Su voz pesada y baja sonaba casi amenazadora, aunque Jimin sabía que
solo era por su estado no evitó sentirse muy regañado. Ni siquiera tuvo
tiempo de responder cuando recibió la orden.
—Jimin ahora mismo te vas a comer. Nuestro bebé necesita crecer sano
¿Acaso lo olvidas?
—No lo vi apropiado, es todo. —Musitó tomando las huesudas manos
pálidas entre las suyas.
—El bebé no tiene que pagar los platos rotos. —Susurró suave. —Ya un
bebé lo hizo hoy, nuestro bebé no debería. Ve y come algo ahora mismo,
Jimin.
Yoongi se relamió los finos labios rosados con lentitud, como si saboreara
y analizara.
—Ya lo haces.
—¿Quieres cantar?
—Quiero cantarte.
Yoongi medio sonrió, soltando un pequeña risa nasal cuando los dedos de
Jimin hicieron círculos imaginarios en su piel.
—Mi amor por ti no morirá, vivo permanecerá, como el canto del ruiseñor
llenando el mundo de esplendor...
—No lo sé, tampoco creo que sea buena idea, es tarde para invadir una
habitación ajena.
—No es tan tarde, además podría llevarles una crema para que pueda
cicatrizar rápido esa herida.
Yoongi rodó los ojos al cielo: —Insisto. No me gusta que me molesten a
altas horas de la noche, a ellos tampoco debe gustarles.
—Jimin...
—Si mi Rey.
Todo estaba oscuro, una que otra sirvienta terminaba de sacudir un par de
cosas para retirarse a sus habitaciones, así que Jimin continuó con su
camino, sintiéndose casi agotado al llegar a su destino; Las habitaciones
principales.
Suspiró y tomó una bocanada de aire antes de posarse frente a la puerta que
lo llevaría a su destino. Levantó su puño para golpearla, practicando una
disculpa en su mente por la interrupción y el atrevimiento. Sin embargo la
voz del Alfa de dorados cabellos llegó a escucharse antes de poder dar el
primer toque.
—¿No piensas darme una explicación o tendré que obligarte?
—Es un error.
—Te lo preguntaré una vez, Jungkook. ¿Por qué hueles a el? No quiero
excusas baratas. Habla, ahora.
El salto de susto que el ojiverde dió ante el grito casi provoca que su
corazón escapara por su garganta.
Jimin cerró sus ojos con fuerza, sintiendo todo como si el fuera el agredido.
Escuchó un lloriqueo por parte de Jungkook de nuevo, sonaba algo agitado.
Los sollozos del Omega alteraban a Jimin, el cual parecía una estatua en su
lugar.
—No lo hice, no lo haría, nuestro bebé está delicado ¿Cómo crees que haría
algo así? S-Soy tu esposo, soy tu Omega.
—¿Omega Jimin?
Aquel que abrió la puerta fue Taehyung, tan imponente y serio como
siempre, haciendo sonrojar a la Beta bajo su mirada azulada. La luz
amarillenta iluminó parte del pasillo.
Ella asintió: —Si, pero solo un poco. El Rey se interpuso para que no lo
viera más tiempo. —Hizo una mueca. —El Omega Jungkook estaba
sangrando.
—¿S-Sangrando?
—Los vi luego de llevar al bebé con una enfermera que Seokjin Oppa había
llamado. Hoseok Oppa estaba abrazando a Jungkook...Pero luego sin más
se besaron. —Ella miró a los lados como si alguien escuchara. —Más bien
Hoseok Oppa a Jungkook, como si lo forzara. Creo que Jungkook no quería
hacerlo, pero Hoseok Oppa no quería soltarlo.
—Oh, Dios mío... —Susurró Jimin cubriendo sus labios. Negó con la
cabeza en desaprobación.
—¿Qué?
—Es que noté que tenía intenciones de llevarlo todo a otro nivel. Eso hasta
que me vió. Jungkook se liberó y corrió lejos, yo me asusté por como
Hoseok Oppa me miraba, así que me fuí.
—Jimin. —Volvió a llamar. —Jimin ya son la una ¿Podrías abrír los ojos,
bonito?
Que por cierto le debía haber dado hace horas. Casi gruñe al no obtener
respuesta de aquel Omega que dormía plácidamente como si fuera de
madrugada. Palmeó más fuerte el trasero, dándole un sonora nalgada que
propablemente dolería con el pasar de los segundos.
—¡Arriba, Mochi!
Sus ojos verdes se abrieron con pereza, encontrándose con oscuridad, nada
de luz interrumpía su visión, cosa que agradeció. Levantó la cabeza y tragó
saliva, haciendo una mueca al sentir parte de su mejilla llena de la misma.
Estuvo a punto de volver a caer dormido, pero la gruesa voz del Alfa lo
hizo mantenerse despierto.
—¿No le hace daño al bebé que estés boca abajo? Ruédate, lo estas
asfixiando.
Más por Yoongi que por el terminó sobre su espalda, aclarando su vista
solo para ver el dosel color mantequilla que lo rodeaba y protegía de los
mosquitos. Cerró sus ojos sintiendo a Yoongi traparse en la cama,
sentándose a horcajadas sobre el, justo sobre sus muslos. El silencio lo hizo
perderse en el hilo de pensamientos sobre cosas estúpidas, así que terminó
cerrando los ojos de nuevo. Se quejó cuando los finos labios de Yoongi
chocaron con los suyos una y otra vez, en sus labios, mejillas babeadas,
frente y nariz.
—¿Te molesto?
El rubio gruñó y abrió los ojos de una buena vez, mirando al causante de su
molestia, aquel que interrumpía su sueño.
—Si. —Sentenció estirando los dedos de sus pies y haciendo sus huesos
tronar.
—No.
Con eso intentó acomodarse en posición fetal, sus brazos intentaban cubrir
su rostro y sus piernas intentaban liberarse de las de Yoongi, el cual tenía
una mala cara por el comportamiento infantil de Jimin. Su entrecejo se
frunció y se profundizó segundos después, haciendo una mueca de
indignación. Se bajó de encima de Jimin y se sentó a su lado.
Se dió media vuelta para verlo, dejando una de sus piernas fuera de la cama
y otra reposando en ella. Jimin lo miró a los ojos con rareza, tocando su
estómago y haciendo una mueca.
Jimin esquivó las manos que intentaban tocar su rostro, pero gracias a un
mareo tuvo un momento de debilidad en el que Yoongi lo tomó de las
mejillas.
Fue un gran error no haberle dado un permiso a Jimin para que fuera al
baño, lo supo cuando el Omega se inclinó casi bruscamente, expulsando el
vómito justo en la camisa y pantalón de Yoongi. Solo pudo hacer una
mueca de disgusto. Debió saberlo, solo eran náuseas del embarazo.
—Ya que. —Se limitó a responder el Alfa. Hizo un mohín gracioso que en
otras circunstancias habría hecho sonreír a Jimin. —Da igual, pero se
vuelve pegajoso. Tomemos un baño.
~•~•~
Su gran mano pálida bajó hasta el abultado vientre, dándole suaves caricias
circulares, acariciando a su bebé.
—Me pregunto como será tocarlo cuando esté con nosotros. —Murmuró
sonriendo inconscientemente. —Cómo será acariciar su carita. ¿Crees que
se parecerá a ti o a mi?
Jimin dió una leve negativa con la cabeza que Yoongi tomó como un "No
lo sé". Pasearon un rato en un silencio tranquilo, solo el agua se escuchaba
cuando Yoongi movía su mano para jugar con ella.
Yoongi bufó y miró a otro lado, soltando a Jimin y dejando que sus manos
tocaran el fondo de tina. El Omega se giró sobre su costado, abrazando el a
Yoongi esta vez.
Con sus cubiertos abrió la carne hasta separarla en dos partes, buscando y
buscando entre la misma y señalando los mechones de carne que deshacía
sin gracias. Yoongi masticó lo que se encontraba en su boca, mirando a
Jimin como si estuviera loco.
—Tarta.
—¿...Tarta?
—De fresa.
Yoongi miró a la Beta que les había traído la comida como si ella pudiera
traducir la petición de Jimin. Ella miró al par y tomó con una sonrisa la
comida que Jimin había dejado de lado.
—Puedo decirle a la cocinera Minnie que prepare una tarta de fresa, pero
tardará unas horas ¿No querrá algo más? Para mientras. No desayuno nada.
—No me gusta como sabe. —Se quejó. —No me gusta nada. Ni siquiera
quiero ver ese puré de papa que tienes ahí, se ve igual al vómito de hace un
rato.
Jimin limpió sus mejillas mojadas en lágrimas y sollozó. Yoongi tuvo una
duda que casi le explota la cabeza de coraje.
—¿Lo golpeó frente a Boocheon? —Casi grita.
—Yoongi, tienes que hablar con Taehyung, dijo que lo echará de su castillo
cuando vuelvan y que le quitará al pequeño Booch.
—M-Majestad.
—¡Yoongi!
—¡Oh, maldición!
Finalmente para culminar de una vez por todas con aquel tema se decidió
que los tres reinos deberían mantener la conexión. Los reinos debían enviar
reportes mensuales en cartas sobre el estado de su pueblo entre sí,
acentuando cualquier cosa sospechosa que pudiera involucrar a los
atacantes de los reinos o futuros de los mismos. Gracias a no tener
suficiente de lo que ayudarse para continuar con una investigación decente
no tuvieron más opción que solo prevenir cualquier nuevo ataque y mejorar
la seguridad.
Yoongi tomó a Taehyung del brazo, no dejando que avanzara por el pasillo
y dándole una última mirada al pelinaranja que yacía lejos de ellos. El
ojiazul se soltó con molestia, sacudiendo con su mano como si el Alfa lo
hubiese ensuciado y dándole una mirada molesta y curiosa.
—¿Qué? —Preguntó.
El Alfa rubio rodó los ojos al cielo, suspirando como si le hubiesen hecho
aquella pregunta más de una vez. Relamió sus labios al mirar de nuevo a
Yoongi, no respondiendo.
—No soy el más indicado para esto. —Admitió. —Tengo mi historial, así
que sería un descaro de mi parte darte un regaño, no creo que los problemas
de las relaciones ajenas deban ser temas tocados por terceros, pero...
Taehyung casi ríe de manera irónica, pero ahogó el sonido que se mezclaba
con uno de impresion y burla —¿Tu sobrino?
—¿Por qué de repente crees que puedes darme alguna orden o exigirme
explicaciones?
Yoongi dió un paso al frente, quedando más cerca del rubio de ojos azules.
Pasó saliva por sus labios y murmuró cortante.
—¿Por qué? ¿Por qué fue con el teniéndome a mi? —Exigió saber a aquel
que no tenía su respuesta. —¿Por qué fue con ese hombre? —Se señaló a si
mismo. —¿Es que acaso jamás seré suficiente para Jungkook? ¿Qué es lo
que quiere de mi? —Su mirada mostró algo más que rabia, mostró
desesperación y lamento, pero su rostro no, siguió rígido.
—¡Al diablo con eso, no sabes nada! ¡Al diablo, maldición! ¡Ya no me
importa!
Yoongi no supo que decir, porque maldita sea ¡Meterse en líos ajenos
nunca era bueno! ¿Jungkook realmente lo había engañado o su amigo
pelinaranja de toda la vida le había puesto una trampa a su enemigo
Taehyung? Cualquier opinión que diera podía perjudicar a cualquiera de
los tres, no se podía arreglar todo sin encontrar un culpable.
Entonces le dió la espalda, yéndose a través del pasillo llevado por los mil
y un demonios.
—Ya la tenía.
—¿Mínimos?
—Jimin... —Musitó.
Por pura cobardía y poca confianza en si mismo continuó con los ojos
cerrados, no queriendo ver a Jimin, no queriendo arriesgarse.
Se dejó caer de espaldas en la cama y posó su brazo sobre sus ojos. Intentó
respirar lo menos posible, intentó pensar en otras cosas lejos de la
situación.
Casi salta alterado al sentir un peso sobre su entrepierna, pero solo fue un
susto interno, se encargó de no demostrar su alteración, pareció paralizado
cuando los labios de Jimin plantaron suaves besos en su garganta expuesta.
—Jimin...
—No, no, no, no. —Se apresuró a decir, apoyándose de sus manos para
sentarse. —Jimin, no. No.
Más por instinto que por nada sus caderas dieron un par de empujones,
enterrándose de llenó hasta la garganta del ojiverde. Al darse cuenta de lo
que había hecho se arrepintió enseguida, tomando a Jimin de la cabellera
rubia y tirando de ella hasta apartarlo de su zona íntima. Miró sus ojos
brillosos de lágrimas por el inesperado ataque a su garganta, sus mejillas
sonrojadas y un hilo de saliva adornando hasta su barbilla.
No supo muy bien como, pero Yoongi estaba recostado, sin su camisa,
retorciéndose bajo los besos húmedos que Jimin deslizaba por su estómago
y vientre, sosteniendo sus caderas, su tacto hervía sobre la necesidad de
Yoongi, sus caricias quemaban como las llamas de una cálida fogata en
invierno. Yoongi bajó la mirada, Jimin la subió y ambas se encontraron
llameantes de deseo.
Yoongi dió besos hasta llegar a la marca de Jimin, olisqueando sobre ella y
comenzando a besarla y lamerla. Jimin se encogió en su lugar, soltando
suspiros placenteros que se volvían gemidos a medida de que Yoongi lo
apegaba a su cuerpo desnudo.
Jimin fue recostado casi al final de la cama, su cabeza casi llegando fuera
de esta y Yoongi reposando sus antebrazos a cada lado de él, dejando que
su cuerpo blanquecino se apegaba al suyo. Jimin casi gruñó cuando Yoongi
se tomó demasiado tiempo analizando sus labios antes de besarlo. Sus
lenguas dieron un chasquido, los dientes de Yoongi se encajaron levemente
en el belfo del rubio.
—Tienes que decirme si soy muy rudo, ¿Bien, cariño? Podré controlarme.
—¡A-Ah, Yoongi!
—N-No, no duele, sigue, sigue por favor ¡Oh! Si, así, así...
Jimin estuvo anhelando aquello desde hacía mucho, estaba a nada de llegar
a su deseado orgasmo, pero no tomó en cuenta que no sería solo sexo hasta
que él estuviera saciado...Era hasta que Yoongi estuviera saciado. Se
encontraban en luna roja así que eso sonaba lejano.
—Date la vuelta.
❝Cincuentaycuatro❞
—No lo hace a propósito, Boo. —Le dijo. —Estoy muy seguro de que te
tomaría en brazos de estar despierto.
Ante las palabras Boocheon tomó su pequeño pie cubierto por su pijama
azul oscuro y se lo llevó a la boca, mordisqueando con sus encías y diente.
Jungkook lo miró enternecido, contento por verlo actuar tan normal y no
mostrarse dolorido por su reciente herida. Rió un poco cuando el niño
tosió, ahogándose al parecer con su propia saliva.
—Adiós, Jimin.
~•~•~
—¿Así de fácil?
Yoongi frunció los hombros con desinterés, de igual modo lo único que le
importaba en ese momento era que Jungkook y Boocheon estuvieran bien,
porque Yoongi no dudaba del notable cariño de Taehyung hacia su hijo, y
aunque solo lo había visto unos cuantos días dudaba en extremo que
Taehyung pudiera cuidar a aquel bebé por si solo, quisiera o no Jungkook
debía estar presente. Sin más le dijo.
—Quizá, pero se que sigues siendo un sensible y llorón. Al menos con ese
Omega. ¿Se te olvida como lloraste cuando te dijo que te dejaría? —Se
jactó.
—No.
—¿Por qué tarda tanto? —Casi reclama al viento. —¿Es que acaso no nota
que es el único que falta o se le quedó algo? Todo está en el carruaje, ¿Por
qué demonios tarda tanto en decir adiós? ¡Jungkook! —Gritó su nombre de
una manera muy poco digna de un rey. —¡Jungkook!
—Aquí estoy.
Al pasar por un lado del Alfa se giró de nuevo, dándose cuenta de que aún
no se despedía de Yoongi. Hizo una leve reverencia y le tendió a Boocheon
una última vez. Yoongi sonrió automáticamente cuando el niño le sonrió
con rosadas encías. Llevado por un impulso le besó la frente y lo devolvió.
—¿Cuándo volverán?
—Puedes escribirnos cartas, más a Jimin que a mi, ustedes parecen haberse
hecho muy amigos. Además tendremos un bebé y necesitaremos consejos.
Sin decir nada más el Omega le dió la espalda y caminó hasta el carruaje,
subió en este y desapareció de la vista de todos. Taehyung y Yoongi se
miraron, el mayor dió un asentimiento de cabeza que Taehyung regreso.
Yoongi sintió una repentina presión en su pecho, un nudo en su garganta y
un pequeño tiemblo en sus manos. Realmente estaba allí frente a Taehyung,
nunca creyó volver a tenerlo en el castillo, ni siquiera lo quiso al llegar y
ahora que se iba quería detenerlo y hacerlo permanecer. Yoongi no estaba
listo para despedirse de él de nuevo, no quería...Pero tenía que. Con voz
tensa intentó sonar como de costumbre.
—Adiós, estorbo.
—Están grises...
—Pero existen.
Hubo un breve silencio en el que Taehyung lo miró con molestia, pero
Jungkook se negó a mirarlo. Finalmente el Omega suspiró agotado.
—No empecemos con eso de nuevo. —Pidió Yoongi tomando uno de sus
rollos de salmón. —Estabas cansado, te dejé agotado la noche anterior a
eso.
Yoongi casi bufa al aire, rodando sus ojos en una suplica antes de llevar su
rollo a su boca, antes de comerlo dijo: —Jungkook no esta molesto contigo.
Cuando Jimin tomó otro rollo de salmón entre sus palillos Yoongi tomó un
sorbo de su vino. Se hizo el pensativo aún cuando tenía una buena
respuesta.
Su cabello había cambiado su dorado color por uno más oscuro, un beige
que lo hacía lucir muy tierno. En aquel trimestre no se había cortado el
cabello ni siquiera un poco, más por descuido que por nada, así que estaba
largo hasta su mentón, podía fácilmente pasar más por un "Ella" que por un
"El", pero a Yoongi realmente eso lo tenía sin cuidado. Era Jimin y eso era
lo único que le importaba.
—Ya te lo he dicho, no es un el, es una ella, es una niña. —Su voz tenía
cierta insistencia.
—¿Sabes qué?
—No, de eso has hablado tu, todo el tiempo. —Le reprochó Yoongi. —No
es que Jungkook no me importe, pero es que, diablos. —Casi exclama. —
Duermes todo el tiempo y a penas te veo en el almuerzo y la cena, cuando
hablamos solo hablas de Jungkook o no hablas, sabes bien que las cartas de
Taehyung son esos informes mensuales. ¿Podemos acaso hablar de
nosotros y de nuestro bebé?
Jimin tenía un tipo de rutina establecida. Se levantaba cerca de las doce del
medio día e iba a almorzar con Yoongi, pues el mismo tenía deberes que
cumplir y sus comidas eran laa únicas horas libres. Luego de comer se iba
de vuelta a sua pendientes y Jimin se daba un baño antes de volver a
dormir. Para la cena Yoongi lo obligaba a depertar y volvían a la habitación
para dormir juntos, porque sí, Yoongi no había obedecido a Jungkook en
eso de no dejarlo dormir tanto. Cerca de la una de la mañana Jimin
despertaba y se escabullía silenciosamente a la cocina para comer su postre
de arróz favorito luego de bañarlo en limón. Yoongi se había percatado de
sus huídas un par de veces al despertar porque Jimin se deshacia de su
abrazo nocturno, sin embargo no le objetava nada, lo dejaba en paz.
—Si, duermo mucho ¿Y qué? Tu estás de allá para acá todo el día y solo
me ves a la hora de comer así que no hay demasiada diferencia.
Yoongi utilizó sus manos como escudos antes de siquiera estar cerca de
poder recibir el panesillo que Jimin había arrojado.
Supo enseguida que había metido la pata con lo que había dicho. Supo que
había metido la pata muy al fondo del lodo cuando Jimin miró los palillos
que su mano regordeta hace nada volvía a sostener. Luego miró su panza,
inspeccionó sus brazos, su expresión rompiéndose cada vez más al darse
totalmente cuenta de lo mucho que había cambiado su cuerpo, todo por
dormir y comer. Yoongi sintió que sudaba frío cuando Jimin volvió a verlo,
rompiéndose en llanto con un chillido bajo.
—Ya se que estoy gordo, no tenías que decírmelo así.
Yoongi negó con su cabeza muy rápido, Jimin se cubrió el rostro y lloró
contra sus palmas.
—No tiene nada de malo, es lo que hacen los embarazados, esta bien, esta
bien que comas mucho y duermas más. —Por alguna razón sintió que lo
empeoraba. —Soy tonto, sabes que me expresé mal, no quería decir que
estas unos kilos más arriba de lo normal, solo quería...Yo...Bueno...
—No me importa.
Jimin lo fulminó con la mirada y luego se fue sin más. Yoongi casi se
golpea, pero algo en la mano de Seokjin lo entretuvo.
—¿Qué es eso?
—Ah, si. —El Beta miró el sobre en su mano y se lo tendió. —Es para
Jimin, es de su amigo Omega. Jungkook.
Yoongi sintió que se le abrían las puertas del mismísimo cielo al escuchar a
Seokjin dar tan buena noticia. Le arrancó el sobre de inmediato, pero
capturo su muñeca enseguida, pues no era la carta a lo que se refería.
Con su pulgar Yoongi tocó el aro dorado en el dedo anular de Seokjin. Era
simple, grueso y brillante, muy atractivo.
—Ya tienes una gran colección de ellos, solo mira los que tienes en los
dedos.
—Solo son ocho, podrían haber más. —Medió sonrió perverso. —Como
ese.
—Siempre que te presto algo te lo quedas, dime ¿En dónde está mi collar
de onix negro?
Ante la risa burlesca de Yoongi el Beta volvió a rodar los ojos, estando tan
quieto y serio que Yoongi lo miró mal.
—Ya ¿Qué tienes? ¿Intercambiaste roles con alguien? ¿Por qué actuas así?
Siempre me prestas tus cosas sin importar que.
Yoongi dudo un poco, pensando que quizá de nuevo había metido la pata.
—¡Claro! ¡Ahora soy el último que se entera de todo! Dime ¿Jimin lo sabe?
—Es...
—¡No, no me digas! ¡No quiero saber nada! —Se cruzó de brazos y gruñó.
—Me voy a resolver mis líos con mi pareja, ¡El cual todos conocen!
—¡Pues cuando lo haga espero que te enteres una semana después para que
sepas como se siente!
~•~•~
Más ansioso por que la rabia de Jimin fuera dirigida a Seokjin que a el
Yoongi casi corre al bulto en la cama. Miró el sello de Seoul en el sobre y
lo despegó sin permiso.
Se sentó en la cama y quitó las mantas sobre el bulto. Pero solo habían
almohadas. Se levanto curioso, yendo al baño y tocando la puerta.
Pero media hora después en las que Yoongi buscó en la biblioteca, por si
leía algo, el establo, porque a Jimin le gustaba estar con los caballos, la
cocina, el salón principal, la habitación de estar que habían amoldado a su
gusto para pasar el tiempo y tomar té descubrió que Jimin no estaba y las
opciones se agotaban. Lo llamó a través de su marca, su lobo atento
esperando una respuesta que no llegó. La preocupación ardió entre sus
clavículas, aquel lugar que Jimin siempre mordía para alimentarse en sus
celos. Si Jimin no estaba en ninguno de aquellos lugares...
—¡NO!
Yoongi no hizo caso, abrió la puerta, pero tras ella Jimin utilizaba su fuerza
para impedir que se abriera más de unos centímetros. Yoongi podía ver la
luz del día que irradiaba en aquella habitación.
—¡No, por favor! ¡No entres! —Casi gime. —Por favor, no puedo empujar
más fuerte, no sigas intentando abrir la puerta o voy a caerme.
—N-Nada.
—Jimin. —Regañó el. —He preguntado que rayos estas haciendo ahí, te
estuve buscando.
El Alfa decidió probar con algo distinto, hizo silencio y se alejó, pisando
fuerte para que Jimin creyera que se iba, pero volviendo sigilosamente y
quedándose a solo un metro al lado de la puerta. Poco después escuchó
como se abría, Jimin salió y miró del lado contrario donde se encontraba
Yoongi.
Casi grita cuando Jimin lo tomó de los cabellos con fuerza, tirando de el
hacia atrás para que no entrara.
—¡Jimin!
—Mirando.
—Es que tenía la llave, me la diste solo me dieron ganas de venir a ver.
Jimin parpadeó elevando sus cejas: —Tu aún no me has contado sobre
aquello.
Cuando Jimin rodeó su cuello con sus brazos pudo sentir su panza contra su
plano estómago. Yoongi lo tomó de la cintura y junto sus frente para rozar
sus narices en muestra de cariño.
—¿Por qué? ¿Qué me ocultas? —Yoongi arqueó una ceja. —¿Qué Alfa
esta allí dentro? —Bromeó.
—¡Nada de eso!
—¿Entonces?
—Yoongi. —Lo detuvo. —No digas esas cosas en voz alta, estamos en el
pasillo.
—Solo digo.
—Nido.
—¿Un nido para nuestro bebé? —Casi sonríe el Alfa. —¿Me hablas
enserio?
El Alfa se despegó del Omega con una sonrisa, girándose a medias para
invadir ansioso aquella habitación, sin embargo las manos de Jimin
tomaron su muñeca impidiendo que avanzara. Yoongi lo miró extrañado.
—No.
—Si, esta bien. —Su voz fue tan fría como el agua del río por la mañana,
haciendo notar su molestia.
—Yoongi...
La ahora grisásea mirada oscura se posó en el, capturando los verdosos ojos
repentinamente llorosos de Jimin.
—¿Fallarías? ¿A quién?
—Jimin. —Dijo con voz firme. —Nunca, nunca vuelvas a decir que le
fallas a mi madre porque eso me molesta y es mierda ¿Bien?
Parecía estar muy lejos de hacerlo. Parecía ser más que un embarazado con
bajas de ánimo. Parecía ser menos superficial y más profundo, mucho más
profundo.
Entonces Yoongi pensó que quizá el no era el único que necesitaba salir a
flote.
❝Cincuentaysiete❞
El doctor Kang Haein, un Beta de cabello castaño y tez algo morena,
médico de cabecera de Yoongi que se encontraba casi de rodillas para estar
a la altura del Omega sentado en aquella silla del tocador. Jimin tenía los
ojos y las mejillas enrojecidas por haber llorado solo minutos antes, sus
manos estaban sobre su panza y su mirada sobre el doctor.
Jimin se relamió los labios y con muy pocos ánimos dijo: —Hace unos días
la bebé empezó a patear.
Yoongi miró como el doctor presionó un poco más sus dedos en el vientre
de Jimin, así que sintiéndose repentinamente molesto soltó un leve gruñido
de amenaza sin poder detenerlo. El doctor lo miró con rostro serio y sereno
mientras el Alfa lo fulminaba con la mirada. Jimin hizo una mueca.
—Como mucho.
—¿Qué cosas?
—¿Qué cosa?
—¿A qué se debe? —Preguntó esta vez Yoongi. —¿Es peligroso? ¿Le
pasará algo a mi bebé?
—Oh, Dios. —Susurró Jimin cubriendo sus labios, sus ojos llenándose de
lágrimas.
Hubo silencio de nuevo, pero esta vez el llanto de Jimin lo rompió. Sus
sollozos silenciosos eran lo único que resonaba en la habitación. Yoongi,
guiado por su lobo lo consoló, tocando sus hombros y dándoles pequeños
apretones, sin embargo no parecía ser suficiente.
—No va a pasar nada malo. —Aseguró, porque el sentía que así sería. —
Esto es solo un llamado de atención, no pasa nada.
—Pero mi bebita...
—Nuestro bebito esta bien. —Yoongi sonrió más cuando Jimin lo miró con
disgusto. —Solo...Solo debes alimentarte mejor y no dormir tanto. Me
encargaré de que esten bien.
El doctor Kang ni siquiera los miró, de manera casual guardó sus cosas y se
mantuvo de pie hasta que la pareja terminó de intercambiar palabras que
consistían en apoyo por parte del Alfa e inseguridad por parte del Omega.
Cuando Yoongi plantó un beso en los labios rosados de Jimin carraspeó
para llamar la atención, la cual obtuvo muy poco después. Hablo en medio
de un suspiro.
—Sugiero que...
—¡Oh!
—Si, un poco.
~•~•~
El Alfa casi gruñe cuando el Omega hizo caso Omiso y continuó cepillando
su cabello.
Jimin lo miró a través del espejo, su camisa del pijama azul resbalándose
un poco hasta mostrar su clavícula izquierda.
—Jimin ya ven a dormir, son las nueve, esta bien dormir ahora. —Insistió
el Alfa.
—Iré en un rato.
Jimin se moría de sueño, había estado despierto todo el día, pero no quería
dormir, no sabiendo que por su fatiga su bebé recibiría solo una mala salud.
—Si vienes te contaré una cosa. No, dos cosas. —Aseguró el pelinegro. —
Ambas te importan.
Yoongi casi suelta una exclamación por la confesión. Jimin que dormía la
mayoría del tiempo lo sabía incluso antes que el.
—No tienes que levantarte, iré por ella. —Lo empujó levemente. —De
igual modo alguien debe apagar las luces.
Jimin lo miró caminar lejos de el, buscando entre los primeros cajones del
tocador mientras tarareaba una melodía pensativa.
—Apresúrate.
—Yo solo espero que Jungkook no la pase mal. —Hizo una mueca.
—Pero es...Injusto.
Jimin ladeó la cabeza diciendo un "No, pero..." que quedó en el aire cuando
Yoongi apagó las luces y quedó en la expectativa de la oscuridad. Lo
próximo que sintió fue como la cama se hundía a su lado. Yoongi dió una
caricia al vientre ajeno y luego beso la panza como hacía cada vez que
podía desde que era notable. Jimin sonrió al sentir los labios en su mejilla y
no evitó girar el rostro para capturar los labios con los suyos en un amoroso
beso.
—Descansa.
—No asumas que es un niño, puede ser una niña, por eso estará bien
hacerlos de color blanco para mantener la expectativa.
Las tres Betas costureras continuaron su debate, mostrando las telas que
cargaban en sus manos y casi discutiendo. Jimin reposaba su brazo y
barbilla en el respaldo del gran sofá de terciopelo rojo, sus piernas
extendidas a lo largo del mismo y su mirada molesta sobre las Betas.
Estaba de muy mal humor, eran las cuatro de la tarde y no estaba
durmiendo como preferiría, estaba siendo obligado por Yoongi a estar
despierto y socializando. Había pasado todo un mes desde la visita del
doctor Kang y justo aquel día el hombre le había hecho una de sus visitas
mensuales para vigilar el embarazo. Felicitó a los padres pues estaban
haciendo un buen trabajo en cuanto a las indicaciones del doctor; Jimin
habia estado más activo, había caminado y respirado aire fresco de los
jardines, también había mejorado su dieta, doblegando la comida y
cambiando sus antojos por los tontos vegetales que Yoongi insistía en que
comiera.
—El color azul será mejor. —Insistió Joy. —Estoy segura de que será un
niño.
—Concuerdo con Joy. —Dijo Yoongi, pareciendo relajado al ver las telas
en las manos de las mujeres, estiró las piernas y las cruzo. —Será un varón,
así que deberían ser azules.
—Yo creo que será niña. —Dijo Seokjin, dándole a Jimin un motivo para
animarse un poco. —Así que el rosa iría bien.
La mirada del castaño se posó en la Beta pelinegra que portaba un lindo
anillo de oro en su dedo con un diamante pequeño. Le sonrió.
—Pues yo opino que es niña. —Miyeon tironeó la tela que Soojin intentaba
quitarle.
—Yo creo que niño. —Neyeon sacudió su escoba y barrió un poco más. —
No me preguntaron, pero los primeros siempre son niños.
—Pero por la forma de su panza parece niña, ¡No seas tonta! ¡Debemos
hacerlos rosa!
—¿Y qué tiene que ver si es niño o niña? La ropa voy a llevarla yo.
Jimin sabía desde siempre que eran las prendas del embarazo, y el nunca
vió nada extraño en ello, usaba batas para dormir cuando tenía diez años,
sin embargo estaba muy sensible y se sentía demasiado criticado
últimamente a pesar de no haber razones para sentirse así.
—Oh, no será como piensa. —Sonrió Miyeon esta vez. —Los vestidos para
los hombres son muy distintos, es como una camisa muy larga y tiene una
apertura a cada lado desde la cintura. —Se encogió de hombros. —Usará
pantalones debajo así que no cambia demasiado las cosas. En cuanto a las
batas son solo la pijama para que esté más cómodo.
—No creo que sea necesario. S-Solo necesito ropa más grande.
—Necesita ropa de embarazado, vienen meses pesados así que debe estar
lo más cómodo posible.
Jimin hizo una mueca y Yoongi lo miró con ternura. El Omega abrió la
boca para decir algo, pero la cerró el cuanto Soojin volvió a hablar, esta vez
con Yoongi.
Yoongi no había sido tan temible como antes de Jimin, pero no quería
tentarse. A veces si lo hacían enojar mostraba que seguía siendo el mismo
poco tratable de siempre.
—Así es. —Asintió Yoongi. —El carpintero empezará con ella pronto.
—Ya me tienen harto, soy la madre y ni siquiera puedo decidir que usaré
yo. —Espetó molesto, levantándose con cuidado del mueble.
Jimin lo fulminó con la mirada y sin decir nada decidió que era hora de irse
lejos de todos. Que tomaran las decisiones sin el ¿Qué más daba? De igual
modo no era tan buen Omega, no iba a poder decidir, quizá eso pensaba
Yoongi, qur no podría elegir lo mejor para el cachorro, por eso el elegía la
comida, los horarios de dormir, los horarios de paseo, los colores de la
ropa, cuando ordenar que la cuna del bebé fuera hecha...
—¿Eso crees?
—¿A qué?
—¿Por qué estás molesto, Mochi? Pensé que te haría feliz que
estuviésemos juntos para empezar con tu ropa nueva.
—¿Qué te haría feliz? Quiero hacerte feliz, no quiero que estes molesto
conmigo. —Yoongi intentó tomar su mano en vano.
—Puedo llegar un poco tarde, dime qur hice mal. —Insistió suavemente.
Jimin intentó apartar las manos con una sacudida sin éxito, gruñó dándole
un fuerte empujón al Alfa que terminó arrojándolo contra la pared, casi
haciéndolo caer escaleras abajo.
—¡Vete al demonio!
Jimin frunció los labios, sus músculos volviéndose tensos a medida de que
el Alfa se alejaba de el y la culpa abarcando su pecho poco a poco. Lo
escuchó refunfuñar hasta que la voz fue lejana e inexistente, entonces
rompió en llanto, ahí en medio de las escaleras, mientras estaba sudado y
sonrojado por el esfuerzo de subir las escaleras con una panza pesada.
Sus sollozos se hicieron intensos, así que se cubrió la boca para no tener
que llamar demasiado la atención. Se limpió las lágrimas dando paso libre
y nuevas y continuó su camino.
Que mal Omega era, Yoongi se comportaba tan lindo y paciente y el...El lo
empuja contra una pared de mala gana. ¿Por qué era tan tonto? ¿Por qué
siempre estaba tan molesto y triste? El no entendía, pero tampoco quería
detenerse a pensarlo porque le dolía mucho la cabeza de un momento a
otro.
Finalmente y con mucho esfuerzo llegó al tercer piso, caminó a lo largo del
pasillo hasta las habitaciones principales y pasó por alto su habitación. No
tenías ganas de estar ahí, quería estar en otro lado, quería estar en el nido de
su bebé.
Así que descubrió que a solo una habitación de distancia a la suya había
una que nunca había sido habitada. Estaba limpia, pero fría y oscura,
demasiado tosca, pero al mismo tiempo necesitada de amor. Así que Jimin
la tomó, pidió la llave a un empleado y comenzó casi sin darse cuenta su
trabajo.
—Tu padre me hizo llorar, pero yo lo hice molestar primero. Estoy muy
molesto.
Del otro lado de la puerta un Alfa mantenía su mano hecha puño para tocar
la puerta, pero el se limitaba a escuchar a Jimin, el cual continuó.
Jimin suspiró sintiendo que se dormía en aquella cómoda cama. Las nubes
del papel tapiz lo hicieron bostezar y soñar. Unas últimas palabras
abandonaron sus labios rosados.
Yoongi negó con su cabeza, notando como Jimin se aferraba a el con más
fuerza. Supo que algo perturbaba a Jimin, solía ponerse muy meloso y
tímido cuando algo estaba pesándole.
"Solo quería aire fresco." Le dijo "La luna esta muy bonita esta noche."
—¿Seguro?
—No tengo tan mal cuerpo. —Bromeó Yoongi mirando como Jimin
buscaba su ropa con la mirada.
—No es gracioso.
—No es eso lo que me preocupa. —Negó Jimin. —Es que yo tengo miedo
de no poder hacer nada bien.
El Alfa sonrió divertido, porque no creía que aquello podría pasar, Jimin
era muy atento con el mismo y con los demás, considerado, cariñoso y muy
bueno ¿Cómo no lo sería con su propio bebé?
—¿A mi?
—Amo cuando ríes, cuando sonríes. Amo verte feliz. No quiero que estes
triste, angustiado o asustado. No se si mi discurso fue claro, pero el punto
es que dejes ir todo lo que ahora te perturba.
Jimin pensó en ello, en todas las palabras de Yoongi. Yoongi que había
sido lo suficientemente valiente para afrontar todo lo que aún le dolía y
afectaba. Yoongi que estaba dispuesto a perdonar y olvidar a pesar de que
lo hirieron en demasía. Yoongi, su hermoso y frágil y fuerte al mismo
tiempo. Yoongi al que amaba tanto.
Por primera vez en todo el rato Jimin se alejó de Yoongi, mirándolo a los
ojos grisaseos y rasgados. De pronto nada importaba. No importaba el
temor que tenía de no ser perfecto. No importaba el fallar u olvidar alguna
regla de todos sus años de entrenamientos, de igual modo las había roto
antes, desde un principio cuando abofeteó a Yoongi, luego al volver a
Kusan...Pero no importaba, ya no, porque en el fondo a Yoongi nunca le
importó tener a un Omega entrenado. Solo quería a alguien real, que lo
amara como era y lo ayudara a salir de su hoyo negro, y Jimin lo fue sin
necesidad de seguir un manual creado para ser el buen Omega del Rey,
Jimin nunca fue falso, solo fue el. Si, soportó injusticias tratando de ser lo
que Hyuna alguna vez definió como "Un buen Omega", pero aún cuando
no lo hizo Yoongi se enamoró de el por la misma razón, Jimin fue el
mismo. Fue un coqueto, un insolente y un rebelde quizá...Pero no había
nada de malo. El siempre fue un buen Omega.
—El doctor dijo que nos quedaremos con nuestros nuevos olores. Ya no
cambiaran más, solo pasa en el primer embarazo.
—Necesita un hermano.
Eran cerca de las tres de la tarde, ya habían almorzado y Jimin sentía que
devolvería toda su comida por los nervios. El día anterior habían avisado al
pueblo que el siguiente día cerca de la casa el Rey y Alfa líder Min Yoongi
presentaría a su Omega Jimin ante todo el reino en un recorrido a carruaje
por los caminos del pueblo. Habían dado aviso a todos y estaban
emocinados por al fin conocer al afortunado quien acompañaría al Rey por
el resto de sus días. Sabían ya que Jimin estaba esperando el bebé de
Yoongi, de algun manera el chisme llegó a las calles y los escandalizó por
no haber un matrimonio de por medio, por haberlo mantenido oculto, sin
embargo continuaban emocionados.
—No deberías, estará todo bien. Todos deben estar en las calles
esperándonos. Luego vendremos a la cena especial.
Una nalgada provocó que Jimin soltara un respingo de sorpresa. Fingió una
mirada asesina al tiempo que recibía otra.
—No, gracias.
Jimin comenzó a reír cuando Yoongi atacó su cuello con mosdiscos suaves
y besos intensos. Su risa fue disminuyendo y sus ojos se cerraron,
frunciendo el ceño cuando Yoongi no se detuvo y continuó, despertando
sensaciones satisfactorias en Jimin. Hizo un rápido conteo en su mente,
entonces pudo darse cuenta de que Yoongi estaba en celo.
—No.
—Tengo tantas ganas de estar contigo, precioso. Hace tantos meses que no
lo hacemos. Será muy rápido, lo prometo. Moriré si resisto más tiempo.
Jimin gimió nuevamente, sintiendo como los dientes de Yoongi se clavaban
suavenmente en su mejilla, luego en la otra, dejando besos y algo de saliva.
—Yoongi...
Sin previo aviso Yoongi bajó los pantalones y ropa interior de Jimin hasta
sus muslos, ganándose otro grito de sorpresa. Jimin se sintió demasiado
avergonzado cuando Yoongi acarició su trasero.
—¿Puedo? Tu decides.
—Se gentil.
Tuvo que cubrirle la boca a Jimin para no hacer demasiado ruido aún
cuando estaban en su habitación. El rubio le mordió la palma un par de
veces mientras lloriqueaba lo más que se le permitía. Yoongi resopló
sintiendo una capa de sudor en su frente, gimiendo una tras otra vez,
lamiendo la nuca de Jimin y mordisqueándola.
—Terminarás tan bien follado que por la noche querrás más. —Suspiró
Yoongi cerca de su oído, soltando un sensual gemido después.
—¡Jimin!
—¿Omega Jimin?
—Bien, Majestad.
Yoongi sintió que se ahogaba cuando gimió alto cuando la Beta se fue, no
descansó ni un momento a pesar de que sus muslos quemaban por el
esfuerzo, sus piernas temblaban pero se sentía tan cerca. El Omega llegó a
su orgasmo con un pequeño grito, aferrándose a las barandillas. Yoongi
cerró los ojos con fuerza, logrando alcanzar su climax poco después. Dejó
escapar un jadeo y tiró de Jimin echándose hacia atrás y sentándose para
descansar por fin, Jimin sobre sus piernas, sudado y agotado.
—Mi bebé fuerte. —Habló Yoongi mirando la panza por sobre el hombro
de Jimin. —¿Te desperté? —Rió.
—¿Mucho?
—No, pero aún así. Siento que todo en mi interior esta muy presionado.
—Falta muy poco para que nazca, debe ser absolutamente normal.
—Ahora estoy agotado por tu culpa. —Yoongi rió. —No te rías. Ayúdame
a vestirme y...
—¿Majestad? Esta listo el saco del Omega Jimin. —La voz de la costurera
Soojin resonó. —¿Majestad?
—Jimin ¿Por qué siento que nuestro futuro estará lleno de este tipo de
interrupciones?
—Combinados como toda pareja real, como debe ser, bien hecho. —Se
felicitó a ella misma. —Traeré más cosas mañana, deberían ver lo que
tenemos para ustedes, se verán muy bien.
—Gracias, Soojin.
—Es un placer.
—¡YOONGI!
Definitivamente el celo del Alfa estaba jugándole totalmente en contra, de
no detenerlo sus nalgas acabarían amoratadas por el simple capricho de
Yoongi por nalguearlaa tanto y tan fuerte. Jimin lo encaró molesto,
soltando una exclamación de sorpresa al ver su mano alzada entre ellos.
Entre sus dedos sostenía un aro dorado, un rubí brillante y bien incrustado
reposaba en medio de este, haciéndolo extremadamente llamativo y
hermoso.
El pelinegro alejó el anillo sin dejar que Jimin lo tomara. Su sonrisa torcida
y su mirada gatuna reflejaron curiosidad y expectativa que el Omega no
tardó en capturar.
—¿C-Cómo?
—¡Yoongi...!
—Yoongi ya he olvidado todos los malos ratos. —Casi rueda los ojos el
rubio. —Imagina que viviera todo el tiempo recordando las cosas malas del
pasado ¿Cómo podría vivir tranquilo? Lo que hiciste estuvo mal, pero
cambiaste y...
Casarse con Yoongi siempre fue su sueño ¿Por qué negárselo ahora que
estaba tan cerca de tenerlo? Yoongi era el amor de su vida, no había nadie
quien podría reemplazar su lugar.
—Si, acepto, acepto. —Casi grita Jimin contento, dejando que Yoongi
tomara su mano izquierda.
~•~•~
Luego de una reverencia la mujer les dejó seguir su camino. Otra hizo una
reverencia, acompañada de los que parecían ser sus dos niños pequeños y
ofreció agua a Jimin.
—Mira, Mochi, ella tiene dos. —Señalo Yoongi a los pequeños, dándoles
una sonrisa. —Hola.
Los niños muy nerviosos se ocultaron tras su madre, uno de ellos rió e
intentó utilizar su vestido para cubriese. La mujer asintió contenta.
—Que hermosos.
—Hola, soy Jimin. —Se presentó. —Lamento si no te gustó que tocara tus
flores.
Tenía cabello negro y algo largo, sus ojos eran igual de negros y su tez era
pálida. Se notaba joven, más que Jimin, incluso le recordó a Jungkook.
Vestía una camisa azul cielo, su cuello algo ajustado al igual que sus
muñecas a la vista cuando tomó la pequeña maceta y la acercó a Jimin.
—Oh, no. Esta bien, hay muchas en el castillo, no tienes que dármelas.
—Por favor, tómelas como un obsequio. Son muy bonitas y huelen tan bien
como usted.
—G-Gracias.
—¿Eh?
—No, esta bien, es solo... —Jimin suspiró quitándose el saco. —No lo sé.
—Estás muy raro desde que volvimos. —Yoongi hizo una mueca. —¿Pasó
algo?
El Omega frunció los hombros: —Solo no creí que pudieran haber dos
personas con dos olores idénticos. Olemos casi igual...Aunque ahora que lo
pienso...
—¿Estás molesto?
—Para nada.
—Yoongi, no te molestes.
Pero media frase solo la escuchó Jimin, pues el Alfa había cerrado de un
portazo. Jimin rodó los ojos al cielo y volvió su vista a la pequeña maceta.
Yoongi asintió y miró al frente. Por primera vez en muchos años iba a abrír
las puertas del castillo a aquellos del pueblo. Recordaba perfectamente
como su padre se sentaba en el trono con su hijo junto a el cada fin de mes,
dejándolos pasar uno por uno solo para hacer peticiones especiales al Rey.
Algunos pedían medicinas que no podían comprar, otros un lugar para
vivir, unos simplemente iban a ver al Rey. Yoongi nunca había hecho eso
desde que tomó el trono, había cancelado aquello porque para el era
suficiente hacer visitas al pueblo junto a Seokjin y los guardias cada dos o
tres meses para cerciorarse de que todo fuera bien. Jimin fue quien lo hizo
cambiar de opinión diciendo que quizá habían muchas personas que
necesitaran de su ayuda para algunas cosas, así que luego de pensar mucho
dió el aviso al pueblo de que aquella tradición de Reyes volvía.
Seokjin rodó los ojos al mismo tiempo que sonreía, dándole la espalda a la
pareja y mirando el enorme salón del trono. Normalmente no se usaba
demasiado, se utilizaba antes para las visitas mensuales de los pueblerinos,
alguna boda, la coronación de un nuevo Rey, la presentación de un nuevo
descendiente del Rey...No era de tanto uso.
Uno de los guardias asintió y salió por la puerta oscura, Seokjin se colocó a
un lado de Yoongi, una lista en su mano. Minutos después junto a el entró
una mujer algo mayor, utilizaba un bastón y solo llegó hasta mitad de
camino por orden del guardia. Su vestido era largo hasta los tobillos y
oscuro, un lazo adornaba su cuello y un sombrero su cabeza. Sonrió a
Yoongi y el mismo le dió un asentimiento. Yoongi no supo que decir,
intentó recordar lo que decía su imponente padre.
—Si, cariño.
—Me disculpo. —Hizo una otra reverencia. —Estaba siendo algo tonto.
—Si. —Dijo Jimin aceptando la mano del guardia a su lado para empezar a
bajar. —Es notable.
Seokjin fue con Jimin y Yeonjun lo miró hasta que la puerta se cerró tras
el. El pelinegro sonrió enternecido.
—Quizá no puedo impedirle nada a el, pero si a ti. —Medio sonrió con la
mueca del contrario. —Guardias, llévenselo.
El Alfa líder casi ríe de impresión, pero su humor no estaba en ese nivel,
estaba muy bajo, el estaba muy molesto...Aún recordaba como Jimin
miraba a ese niño, recordaba como los dos estaban embelasados el uno con
el otro. Ahora de la nada volvía aparecer ¿Queriendo conocer a Jimin
mejor? ¿Es qué acaso no se daba cuenta de que le estaba faltando el respeto
a Yoongi? ¿No entendía que había alguien más en la vida de Jimin? ¿Que
ese Omega ya estaba marcado y comprometido?
—Cobarde. —Repitió Yeonjun rabioso.
—¡Cobarde!
—Eres inutil, eres inferior. Pero yo no. Yo soy superior a todo. —Le dijo
con claridad y detenimiento, marcando la línea de su territorio. —Yo soy tu
Alfa, yo soy tu Rey.
Yeonjun cerró los ojos, parecía volverse azul con el pasar de los segundos.
Jimin caminó lo más rápido que su estado le permitió, llegando hasta ellos
algo agitado y preocupado.
—Guardias, llévenselo.
—¿Conmigo? ¡Por favor! No me digas que solo escuchaste lo que dije yo.
—Todo este tiempo lo has hecho tan bien ¿Cómo pudiste volver a actuar de
esa forma de nuevo? Estoy seguro de que lo golpeaste. —Acusó. —¡Y lo
estabas asfixiado! ¿Hasta dónde llegan tus celos?
—¡Bueno, ya cállate!
Jimin abrió los ojos en demasía, acatando la orden más por el susto del
grito que por nada. Yoongi miró a los guardias, podía jurar que echaría
fuego por la boca en algún momento.
Yoongi miró a Jimin el cual aún estaba callado y algo impresionado. Sus
ojos estaban algo llenos de lágrimas porque Jimin simplemente era
demasiado sensible.
Luego del ataqué del Alfa a Yeonjun Jimin se había disculpado con Yoongi
por haberlo juzgado, y estaban bien, pero Yoongi descubrió que Yeonjun
de repente aparecía en todos los lugares en los que Jimin estaba cuando
salía con las Betas al pueblo. Durante dos semanas fueron momentos de
peleas y silencios distantes, todo porque Jimin se empeñaba en defender al
Alfa que quería conquistarlo, negando sus intentos por cortejarlo y
poniendo excusas tontas.
Aquel día Jimin había ido a visitar junto a Jisoo y unos guardias el
orfanato, y casualmente Yeonjun estaba allí como voluntario. Los guardias
casi arman un alboroto para llevarlo lejos de Jimin, advertidos por Yoongi.
Jimin intentó defenderlo y casi sale lastimado, lo cual lo llevó a pelear con
el guardia. Lo posterior es que Jimin y Yoongi terminaron en una fuerte
discusión.
—Es urgente, ¿Por qué crees que ni siquiera dieron aviso a mi llegada?
Jung Hoseok.
—¿Qué hace aquí? —Le preguntó a Seokjin sin siquiera poder pensarlo dos
veces antes de hablar.
—Sígueme.
~•~•~
Neyeon sirvió el té en las tazas de las tres personas en la mesa. Jimin tomó
un sorbo del suyo, pero el par que hablaba ni siquiera prestó atención a la
bebida.
Por la mala cara de Hoseok Jimin pudo jurar que en cualquier momento
rompería algo. Pero el Alfa pelinaranja parecía tener más autocontrol del
que su cuerpo podía guardar. Se dejó caer en su asiento y tomó también de
su té. Jimin lo vió cerrar sus ojos y gruñir antes de decir algo inentendible
entre dientes. El Omega se acabó el té demasiado rápido y agradeció a una
Nayeon que dejaba galletas en la mesa y le servía un poco más antes de
irse. Cuando masticó la galleta de avena Hoseok soltó un par de palabras en
medio del silencio.
—Lo logró.
Yoongi abrió sus ojos en demasía cuando escuchó la noticia, Jimin sintió
que se le secaba la boca así que tomó más té y bajó la mirada removiéndose
en su lugar.
—No sé como, solo se que manipuló a mi padre con algo. —Explicó con
las manos hechas puños en impotencia. —¡Demostro que es el primogénito
de mi padre! Ni siquiera importa que no sea el hijo de mi madre, lo único
que importa es que sea hijo del Alfa. Nunca creí que pudiera lograrlo.
Yoongi parpadeó haciendo una mueca, por primera vez desque que Hoseok
entró a la habitación miró a Jimin como si buscara ayuda de su Omega.
Jimin elevó las cejas y miró algo más que su té.
—Lo siento, Hyung. —Dijo Jimin. —Ha de ser duro ¿Lo han corrido del
castillo?
—Sin importar que sigues siendo hijo del anterior Rey. —Le dijo Yoongi
aceptando el cambio demasiado rápido.
—Ya no seré el Rey, ¡He sido el Rey casi siete malditos años! —Exclamó
furioso, su mano golpeó la mesa. —¡Y el solo llega y lo toma! ¡Ese maldito
bastardo hijo de...!
—¿Uhm?
Hoseok puso mala cara, pero frunció el entrejo extrañado cuando Yoongi
dió un apretón a su hombro. Jimin sintió cierto significado en aquello.
Jimin miró al pelinaranja asentir y ser guiado por Yoongi hasta la puerta.
Ambos salieron y Jimin no recibió palabra alguna de su parte. La puerta se
abrió solo para dejar entrar a Nayeon.
—Ayer habían cartas para mi, pero no pude leerlas ¿Crees que podrías
traerlas?
—Oh, claro.
Para cuando Jimin obtuvo lo pedido lo primero que abrió fue una carta con
el sello de Seoul, sabiendo bien que se trataba de Jungkook. Daba sus
saludos y buenos deseos, además de darle unas cuantas recomendaciones al
Omega embarazado. Habló de Boocheon y lo mucho que desearía que
Jimin lo viera. Próximamente Jimin abrió una carta con el sello común de
Kusan. A diferencia del sello de la realeza que era de color vino, era uno
casi blanco. No supo quien podría haberle escrito desde Kusan, pues no se
había intentando comunicar con su abuela desde aquella catastrófica visita
que acabó en sangre.
Empezó con un "Querido amigo", pero tuvo que detenerse cuando desvió
el camino de su letra e hizo una pequeña línea chueca. Utilizó otra hoja,
pero le pasó lo mismo, las manos le temblaban. Estaba nervioso, la carta
que había dejado de lado lo tenía muy intranquilo. Solo tenía la necesidad
de ir con Yoongi y abrazarlo, así que eso haría...
El papel casi se arruga en sus manos sudorosas, los temblores de sus manos
complicaban su lectura y maldecia internamente el hecho de estar tan
nervioso. La carta iniciaba con un gran saludo con falso cariño, el apodo
"Sobrino" reinando cada dos o tres líneas. No pudo leer más que una
presentación y una pregunta hipócrita de binestar, Yoongi había vuelto al
comedor. Miró a Jimin acercándose a paso tranquilo, sus manos en los
bolsillos de sus pantalones y el nudo de su corbata floja.
—Hemos estado molestos antes, pero eso no significa que no quiera que
durmamos juntos. —Yoongi miró el ventanal relamiendo sus labios. —
¿Quieres que te deje solo en la cama esta noche?
—No, claro que no. —Se apresuró a responder. —No quiero eso, ya no
quiero pelear.
—Pero, pero, siempre hay un pero, todo para defender a ese maldito
imprudente. —Lo interrumpió.
Jimin bajó la mirada sin saber bien que responder. ¿Pero? ¿Siempre ponía
peros? No lo notaba.
—Te voy a preguntar algo... —Musitó Yoongi con voz espesa. —Y pido
que me respondas con la verdad.
—P-Puedes contarme lo que sea, Mochi. —Su voz vaciló. —S-Soy tu Alfa,
ten la confiaza de contarme todo, no v-voy a dañarte o hacerte algo malo
¿Verdad que lo sabes?
—¿Entonces qué es lo que ves en ese Alfa? —Casi exige saber en voz baja.
—¿Cómo es que te atrae su olor cuando llevas mi marca? —En un
parpadeo Yoongi derramó sus lágrimas, no dejando de mirarlo volvió a
tragar duro. —¿Por qué ya no te alimentas de mi como siempre? ¿Por qué
solo peleas conmigo? Dime si hay algo que te molesta, debes decirme,
Mochi.
—No se que pasa, no se lo que pasa. —Aseguró el rubio. —Yo solo quiero
estar a tu lado.
—Esperaré en la habitación.
Sus manos arruinaron la hoja, la arrojaron lo más lejos que pudo llegar.
Jimin empezó a llorar, el temor invadiendo su sistema.
—¡Yoongi!
—¡Ayuda! —Suplicó con las lágrimas lavando sus mejillas. —¡Ayuda, por
favor! ¡Me duele! ¡M-Me duele!
—¡YOONGI!
❝Sesentaytres❞
Jimin entregó a Nayeon el resto de las cartas, pidiéndole que por favor las
guardara en el cofre que se mantenía en su tocador. La Beta obedeció muy
rápidamente, volviendo a Jimin y sentándose a orillas de la cama junto a el.
Sabía que era mucho atrevimiento para cualquiera hacer eso, pero Nayeon,
Jisoo, Soojin, Miyeon y otras Betas más se habían vuelto muy cercanas al
Omega, siendo afortunadas ya que Jimin no era muy apegado a nadie más
que su Alfa y le gustaba la privacidad.
—Ya no duele mucho. —Medio sonrió el rubio sin ganas. —Estoy bien.
—No quería una celebración ahora. —Se limitó a decir. —Para mi estuvo
bien solo casarnos y ya.
Jimin frunció los hombros: —Ya no quería una. Estoy bien así.
La Beta se abrazó, los diciembres siempre eran fríos, así que se encargó de
abrigar más a Jimin aún cuando el objetaba.
—Nayeon, estoy bien.
La Beta sonrió viendo a través de la gran ventana. Si, era una vista
preciosa. Los árboles parecían estar congelados bajo una capa de hielo,
todo era resplandor blanco de nievo, brillante y limpio.
Nayeon asintió y volvió a donde estaba antes, sentándose con total gracia
en la cama.
—Lo siento. —Sonrió la Beta. —Pero creo que será un niño. ¡Ah! Omega
Jimin ¿Ya ha buscado nombre para el pequeño? ¿O solo ha pensado en
nombres de niña?
—No tan mal, solo quiero caminar. —Jimin crispó los labios. —Tengo
ganas de ir al bosque.
Yoongi hizo una mueca: —Debo salir, no hagas nada que pueda lastimarte.
Una mujer joven, de cabello negro y ondulado desde su raíz. Su piel era
blanca y su rostro no dejaba rastros de arruga, parecía ser de porcelana
junto a rojos labios pequeños en forma de corazón. Sus ojos expresivos
mostraron angustia y anhelo al buscar a lo largo de la habitación, incluso
casi tropieza con su largo vestido simple de encaje al dar un paso al frente.
El corazón de Jimin se paralizó enseguida.
—Jimin, Jimin. —Repitió ella. —Oh, mi bebé, estas bien, estas bien.
Jimin sonrió volviendo sus ojos sus típicas medias lunas, derramando un
par de lágrimas calientes y abrazando con dificultad a la mujer. Yoongi
asintió, satisfecho consigo mismo mientras miraba la escena desde lejos.
Jimin volvía a estar alegre, eso era todo, solo necesitaba compañía familiar.
Al no estar ya Hoseok como Rey fue algo difícil que sus guardias entraran
a Kusan, pero al hacerlo pudieron localizar a la mujer. Yoongi dudó hasta
cierto punto que fuera la mujer, más que su abuela parecía su madre, sin
embargo nada perdía intentando, Jimin necesitaba amor y apoyo de alguien
muy cercano y Yoongi había sido demasiado desconciderado al no haber
pensado en localizar a su abuela antes e incluso en aquellos momentos en
los que Jimin necesitaba tanta ayuda.
Ella cubrió sus labios de la impresión, pero sonrió poco después de aquello,
riendo de pura felicidad y toqueteando la panza ajena. Jimin la miró
preocupado.
—Lamento no haber...
La mujer negó mirándolo: —Es común arreglar las bodas para aquellos de
la realeza. No creí que mi pequeño Jimin sería el elegido, de igual manera
no somos de clase alta.
—Todo fue bien, abuela. Todo esta muy bien, estoy muy enamorado y feliz
con mi Alfa.
—No, te creo. —Aseguró. —Si dices que eres feliz, lo eres. No te eneseñé
a mentir.
Por alguna razón desconocida para los presentes Jimin bajó la mirada y
evitó responder a aquello.
Claro, debió saberlo. Debió saberlo, debió saber que no era lo que Jimin
necesitaba. ¿Qué necesitaba el Omega?
Hoseok puso mala cara, siguiendo a Yoongi hasta los jardines traseros,
tardando una eternidad por lo enorme que era el castillo. Ya no era como
cuando eran niños o solo se sentía muy perezoso.
Yoongi miró más allá de ellos: —Nunca he intentado localizar uno ¿Cómo
deberían oler?
Los brujos tenían muy mala fama, hacía años solían raptarlos al
encontrarlos y luego de ello los quemaban, sabiendo que no morirían
eternamente, pero condenándolos a la muerte temporal para deshacerse de
ellos por un plazo de tiempo. Pocos lograban encontrarlos, normalmente se
ocultaban en lo profundo de los bosques y pantanos y no se mostraban en
forma física porque eso siempre iba en su contra; Eran demasiado débiles y
vulnerables algunos. Habían buscado uno desde hacía ya semanas sin éxito,
a escondidas de Jimin y de todos los posibles.
—No es solo darle una lección se trata de muchas cosas, yo creo...Creo que
a Jimin le importa, Yeonjun.
—Lo dudo.
Yoongi alzó sus manos como si así demostrara que no atacaría a su amigo
y que debía calmarse un poco. Sin embargo el pelinaranja se levantó para
encararlo correctamente.
—¿Qué quieren?
—Tienes muy mala fama con los brujos, Hoseok. —Dijo ella de manera
directa. —No nos agradas.
—Te daré dos anillos de oro, uno de ellos con una esmeralda.
Yoongi miró a su amigo. Era estuto y para nada manipulable, quizá por eso
a los brujos no les agradaba, no se dejaba engañar y buscaba siempre el
trato justo. La mujer apretó los dientes.
—Tramposo.
—Bien.
—Eres su Alfa, si. —Aceptó ella. —Lo marcaste y has bebido su sangre así
como el la tuya. Te ama, reconoce que te pertenece, pero no eres quien
necesita realmente, no eres a quien el destino quiere a su lado.
—No hay duda de ello, puedo sentirlo aún cuando estan tan separados.
Pero el lobo de Jimin no puede ignorar que otro esta llamándolo y que ese
otro es muy importante.
La mujer acarició la nieve una vez más antes de suspirar con pesadez.
—El ha estado actuando diferente porque en su interior sabe que algo esta
cambiando...Solo es cuestión de tiempo para que se enamore de aquel
hecho para el. Su pareja destinada.
—¿Qué se supone que debo hacer para impedirlo? —Casi grita Yoongi, no
dándose cuenta de que se acercaba a la mujer de manera amenazante hasta
que Hoseok lo obligó a retroceder. —¡Dímelo!
Hosoek empujó a Yoongi cuando quiso atacar a la mujer que solo se reía de
el, lo obligó a mantenerse en su lugar para no hacer algo tonto. Encaró a la
bruja con molestia.
—Deshacerse del lazo del destino puede ser peligroso, verán. —Ella aclaro
su garganta antes de fingir tristeza. —Jimin-ah ya esta marcado y esta muy
enamorado, podría soportar muy fácilmente que el lazo con su destinado se
rompiera teniendo en cuenta que no tiene una relación cercana con el, pero
en cambio su destinado podría sufrir mucho.
—Dinos que hacer. —Repitió Hoseok algo irritado. —¿Qué hacemos para
que Jimin vuelva a la normalidad?
—¿Qué?
Hoseok casi pudo sentir la sonrisa de aquella bruja a sus espaldas, tomó el
puente de su nariz entre sus dedos y cerró los ojos con fuerza pensando que
Yoongi no podían ser estúpido en aquel momento, no podía dejarse
manipular tan fácilmente. Lo miró por unos segundos en los que Yoongi lo
ignoró y pudo notar sus ojos cristalizados por las lágrimas retenidas.
Suspiró pesadamente. Las malditas cosas que se hacían por amor,
¡Tremenda estupidez!
Ella rió cubriendo sus labios con gracia ante el comentario del pelinaranja y
se abrazó luego como si un escalofrío la atacara. Negó con los ojos
cerrados mientras continuaba riendo.
—Una cría por un hechizo. —Sonrió ella. —Solo una, Yoongi, tendrás
más, lo prometo.
Yoongi se detuvo y se dió media vuelta para enfrentar a aquella mujer, sin
embargo esta ya no estaba. Hoseok lo tomó del brazo y lo tironeó para que
avanzaran, refunfuñando entre dientes maldiciones y groserias.
—¡Bruja, maldita! —Gritó con todas su fuerzas. —¡No hay otro más que
yo para Jimin! ¡¿Me escuchas?! ¡Jimin es mío y yo soy suyo! ¡Nada va a
cambiarlo!
—¡Es mi Omega!
El pelinaranja miró por sobre su hombro al Alfa que se había detenido solo
un metro tras el. Miraba a su derecha de manera detallada y confusa, dando
paso finalmente a una expresión de puro rencor.
—¿Yoongi?
Hoseok siguió su mirada hasta escontrarse con alguien vestido con una
capa tan oscura como el café. Un joven de piel pálida y labios gruesos y
rosados que daba pasos hacía algún lado que solo el podía saber, lejos de
ellos. Supo que todo estaba mal cuando Yoongi lo siguió. Intentó
perseguirlo, pero había tropezado y caído, su pie demasiado enterrado en la
nieve de un momento a otro. Maldijo para si mismo cuando ya no pudo ver
a Yoongi.
Mientras el Alfa seguía de manera sigilosa al joven de capa sus puños se
apretaron, uno de de ellos ardía en los nudillos rotos por el golpe dado al
árbol anterior. Ignoró el ardor, el dolor, ignoró el llamado de Jimin al cual
su lobo interior aulló...Estaba demasiado molesto y dolido. Necesitaba
deshacerse de la piedra en su zapato, necesitaba matar a Yeonjun y
asegurarse de que Jimin permaneciera a su lado, por más egoísta que fuera
el pensamiento.
Tomó una roca, la más grande que pudo encontrar entre la nieve, era
pasasa, serviría sin dudas. Un solo golpe en la cabeza, el maldito
entrometido ni siquiera tenía que sufrir, solo debía morir y ya. Dió pasos
sordos para acercarse, estaba solo a metros, debía alcanzarlo, golpearlo,
dejar que su cuerpo se cubriera con las tormentas de nieve y olvidarse de
aquel problema. Solo debía arrojarle la roca en la cabeza.
—¿Yoongi?
El nombrado se exaltó por aquella suave voz dulce, tanto que dejó caer la
roca y miró rápidamente a la dirección de la que provenía aquella voz.
—¿J-Jungkook?
Una ráfaga de aire frío azotó el rostro de Yoongi. Sus ojos volvieron a
cristalizarse en lágrimas mientras permanecía quieto y temblaba. Jungkook
no había notado nada sobre Yeonjun.
—¿Parto?
—Al fin viene su bebé. —Asintió Jungkook. —Sube, rápido.
—¡Yoongi!
Las puertas se abrieron de golpe y Yoongi entró como alma que llevaba el
diablo, asustando a algunas Betas y alarmando a algunos guardias que al
ver de quien se trataba alejaron sus manos de las espadas que siempre
reposaban a un lado de sus caderas. Las escaleras se hicieron eternas y aún
cuando estaba lejos de llegar podía escuchar los gritos de Jimin hacer eco.
¡Había llegado la hora, aquella que tanto habían esperado! Su bebé iba a
nacer. Escuchó un nuevo gritó elevándose en el pasillo, el lloriqueó de
Jimin poco después y pasoa por aquí y por allá. Sin aliento corrió a su
habitación.
—P-Puedo hacerlo ¿Quién dice que no? —Ni siquiera Jimin sonaba
convencido. —Solo es un poco de dolor.
Yoongi tomó una de ellas y el rubio la apretó con fuerza, dando un gruñido
al aire y luego un chillido.
—No me perdería una vida junto a ti. —Apretó la mandíbula. —Sea lo que
sea que pase lo afrontaremos juntos ¿Lo olvidas? Tu y yo, por eso estamos
juntos.
—Lo prometo.
Seokjin escuchó el grito desde afuera, no evitó llevarse los dedos a la boca
para morderse las uñas, iba a morir si seguía escuchando los gritos de
Jimin. Jisoo le sonrió y le besó la mejilla, dándole suaves caricias en el
brazo. Jungkook siguió con su mirada al bebé que daba pasos rápidos en
dirección a su padre sentado en una silla cercana para luego darle el tigre
peluche que su pequeña mano sostenía. Cuando Taehyung dijo "Gracias" y
lo tomó, Boocheon solo se lo volvió a arrancar de las manos y corrió lejos
mientras reía tiernamente. Era un total egoísta con sus juguetes.
—Si escucho gritos otra hora voy a enloquecer. —Aseguró Seokjin. —Ha
pasado un hora. Jungkook ¿Tardaste tanto en dar a luz?
La hacía bien, o al menos eso intentaba. Jimin luchaba con todas sus
fuerzas para no seguir gritando y expulsar a su cachorro de su interior, pero
pensarlo era muchísimo más fácil que intentarlo.
—Basta, Jimin, solo intenta ayudarnos. —Yoongi habló con voz firme.
Ella flaqueó, pero sin poder hacer nada se fue, asegurándose de abrír lo
menos posible la puerta. Yoongi por su parte hizo que Jimin se colocara lo
más cómodo posible en la cama, quedando sobre su costado izquierdo
mientras se acariciaba la panza. Se aseguró de cerrar las cortinas y de que
todo estuviera tranquilo, para luego recostarse a su lado, frente a frente
como si fueran a dormir. Jimin soltó un quejido y Yoongi besó su frente.
Ya no habían gritos, mal humor o llanto, solo eran ellos dos, caricias y un
silencio razonable. Luego de un rato Yoongi preguntó.
—Si.
—No.
—Mochi, necesito ver.
Jimin nego repetidas veces, cerrando sus ojos en cansancio: —Me duele
muchísimo.
Ahí estaba. Una pequeña maraña de cabello rubio a la vista que a penas se
asomaba, cubierta de una sustancia viscosa de color blanca y de sangre
también. Yoongi retuvo el aliento sorprendido, sintiendo de repente que
debía sostener aquello entre sus brazos. Jimin respiró agitado por sus labios
entonces, sintiendo una presión increíblemente fuerte en la parte baja de su
abdomen, dolor en su espalda y caderas mientras por alguna razón
intentaba hacerse más pequeño tratando inutilmente de llevar sus rodillas
hasta su pecho y pujando. Su cuerpo empezaba a rechazar lo que estaba en
su interior.
Yoongi miró más, más que cabello y una pequeña cabeza. Veía unos ojos
fuertemente cerrados y una nariz demasiado parecida a la suya. También
podía ver unos labios deformados en una mueca indescriptible de enojo que
por alguna razón hizo que Yoongi quisiera llorar. Por instinto llevó sus
manos hasta aquella pequeña cabeza, asustado al ver que su cuerpo
comenzaba a salir por completo y se resbalaba fuera. Palideció al sentir el
cuerpo baboso entre sus manos, temió que resbalara. Jimin suspiró de
alivió, su voz resonando de manera débil.
—Yoongi, ¿Está...?
—Esta llorando... —Susurró Yoongi sin poder creerlo. —Mi bebé esta
llorando.
Aquella mano fue hasta su vientre al tiempo que un nuevo grito de dolor se
extendía en la habitación. Yoongi frunció el ceño en preocupación y la
partera estuvo alerta.
—N-No lo sé.
Yoongi miró al bebé que lloraba entre sus brazos y lo meció por instinto,
tratando de calmar su preocupación por medio de aquello. Parecía no poder
tener largos momentos de felicidad continua. Escuchó a Jimin gruñir y
próximamente llorar.
Ella hizo lo mismo que con el primero, lo limpio con agua y lo envolvió en
un toalla al no tener una manta a su disposición. El llanto de ambos bebés
hacía eco en la habitación. Yoongi sostuvó con un brazo el primero y con el
otro el segundo, sintiendo su corazón palpital fuerte y veloz. Rió de pura
ironía.
La habitación estaba a oscuras, otra indicación que la mujer había dado era
mantenerla así durante al menos siete días, hasta que los bebés abrieran los
ojos. Yoongi agradeció haberlas cerrado antes de que nacieran.
—Si quiero. —Arrastró las palabras, rodeando al Alfa con sus brazos. —
Pero estoy muy cansado.
—Yo mucho más. —Sonrió al ver a los bebés. —No sabía que tendríamos
tres.
—Ahora será más difícil todo. —Suspiró el rubio. —Empezando por saber
cual es cual.
—Eso no será muy complicado. —Ánimo Yoongi. —No son demasiado
parecidos.
Con mucho cuidado acarició una de sus mejillas sonrojadas con sus
nudillos. Jimin notó como estos estaban rasguñados y tomó la mano
enseguida.
—¿Qué te pasó?
—Me caí sobre el río congelado. —Mintió Yoongi. —Pero estoy bien.
Con cariño Jimin se llevó la mano hasta los labios, dando un beso a los
nudillos heridos y luego besando los labios del pelinegro. Yoongi lo tomó
del rostro y empujó su lengua contra su boca, riendo cuando Jimin lo hizo
también. Tres toques en la puerta hicieron que se separaran, así como
también despertaron al mayor de los pequeños Min. El niño agitó su
pequeña cabeza y empezó a llorar en voz alta y ruidosa.
Jimin se inclinó con un quejido de dolor y tomó al bebé llorón entre sus
manos, acercándolo a su pecho y acogiéndolo entre sus brazos,
protegiéndolo y haciéndole saber que estaba a salvo mientras lo mecía de
manera suave y siseaba para su calma.
—¿Podemos entrar?
Yoongi se movió para estar más cerca del Omega, estirando su mano para
tirar de la manta y dejar libres sus pequeños brazos ocultos por la pijama.
El niño levantó de manera torpe y poco balanceada sus brazos, una de sus
manos yendo hacia su ojo derecho y arrastrándose por su mejilla. Lloró
más fuerte.
—Tiene hambre.
—¿Cómo lo sabes?
Yoongi miró a Jimin directo a los ojos y el mismo se sonrojo por alguna
razón que Yoongi no comprendió. Con una de sus manos comenzó a quitar
los botones de su camisa bajo la mirada encandilante del Alfa curioso,
cuando dejó su pezón rozado a la vista Yoongi apoyó su mejilla en el
hombro del Omega, observando con detenimiento con Jimin acercaba el
rostro del niño al mismo. Yoongi estiró su mano antes de que siquiera
hubiese un roce entre la boca del pequeño y el pezón, apartando y
aplastando la manta que buscaba interponerse. Entonces pasó, el pequeño
bebé apegó sus pequeños labios alrededor del erecto pezón rosado, su nariz
se arrugó y al mismo tiempo sus boca se abrió y se cerró variadas veces,
llenando de baba la piel de Jimin, pareciendo demasiado desesperado, sin
embargó no succionó en ningún momento. Se alejó y gritó antes de volver
a llorar.
—Joonhyung.
—Cuando era niño tenía un libro con relatos de terror, unos niños
protagonizaban todos los capítulos y recuerdo que había uno muy
malcriado y cascarrabias. —Explicó sin dejar de ver al bebé. —Era mi
favorito porque siempre espantaba a los monstruos que dormían bajo su
cama con solo sus gritos. Se llamaba Joonhyung. Quiero que mi hijo se
llame Joonhyung, quizá no espante monstruos, pero yo me encargaré de
defender a mi pequeño niño malcriado.
El Alfa soltó su dedo del agarré del bebé y el mismo llevó su mano hecha
puño al pecho de Jimin, encargándose solo de saciar su hambre. Yoongi
miró al niño que comenzaba a despertar entonces, el del medio. Lo tomó
entre sus manos y lo acunó en sus brazos de manera protectora. El niño
hizo una mueca y se removió.
Yoongi arqueó una de sus cejas: —Pensé que solo habías pensado nombres
de mujer.
—Lo hice, pero pensé que si tenía un niño no podría ponerle ninguno de los
nombres pensados.
Yoongi no pudo evitar reír ante aquello. ¿Quién diría que la vida los
llevaría hasta ahí, a aquella cama junto a tres pequeños que nombraban con
tanto cariño? Yoongi nunca se lo hubiese podido imaginar, ni siquiera
Jimin que estaba tan ciegamente enamorado del Alfa desde tan joven.
Maldita bruja, ella sabía que se acercaba el parto, sabía que Jimin tendría
trillizos, por eso pidió un bebé. Solo una cría. No, Yoongi jamás podría
ceder a algo parecido. Profundizó el beso sin darse cuenta, besando de
manera casi brusca al Omega, como si a través de el pudiera hacerle saber a
Jimin su frustración. A Jimin le gustó la posesividad del beso y como
pronto aquellos labios bajaban a su cuello. Se sentía muy bien que lo
mimaran después de tanto esfuerzo. Yoongi se separó de el, tomando aire y
besando su mejilla. Luego simplemente dió una suave lamida en ella en
muestra de cariño.
~•~•~
Eran cerca de la una de la mañana, hacía y frío y en la oscuridad de la
habitación hacía eco el llanto de tres bebés que demostraban estar muy
molestos. Habían pasado largos minutos desde que habían empezado a
llorar, iniciando por el malcriado Joonhyung. Jimin dormía profundamente
y Yoongi solo vigilaba que los bebés permanecieran en su lugar, no
sintiéndose capaz de dormir con ellos en la cama, puesto que los
carpinteros solo habían hecho una cuna oficial para "El bebé", la cual
estaba en el nido que Jimin había estado preparando durante mucho tiempo
y que Yoongi no quiso buscar por no querer separarse. Antes de que Jimin
pudiera sentir que Joonhyung se quejaba decidió levantarlo, sabiendo que
su pareja estaba agotada y necesitaba recuperar todas las energías
empleadas en el parto para poder cuidar bien de los bebés y de sí mismo.
Y ahora los dos estaban despiertos, con tres niños recién nacidos que
lloraban por atención, Jimin sostenía a Hyunwoo entre sus brazos mientras
que Yoongi mantenía a Taehee y Joonhyung recostados en la cama. Era un
caos.
—Es para que no tengan gases. —Le dijo. —Olvidé que debíamos hacer
esto.
—Esta bien. —Yoongi probó dar unas palmadas muy suaves y obtuvo a
cambio un tipo de suspiro por parte del bebé.
—Ya esta, Taehee, aquí estoy, no llores más. —El niño continuó llorando.
—¿Qué pasa mi bebé precioso?
Jimin escuchó algo por sobre el llanto, tocaban la puerta muy suavemente,
casi de manera imperceptible. Una voz resonó fuera y Jimin pareció
escuchar a un ángel hablar.
—¿Hyung? ¿Jimin-ah? —Preguntó Jungkook desde afuera. —¿Está todo
bien? ¿Necesitan ayuda? La abuela Yuqi me envió, al parecer también
escuchó el escándalo.
—Adelante, Jungkook.
—Ven, acércate.
Jungkook no tardó en ir, se dejó caer con cuidado en la cama frente a Jimin
y estiró los brazos para tomar al pequeño bebé recostado en la misma y
arrastrarlo hasta el. Le sonrió a la carita sonrojada por tanto grito.
—Solo Jiyook, pero ella nunca cuidó recién nacidos. —Suspiró, luego
sonrió al escuchar que Taehee en sus brazos volvía a llorar. —Pero no
hablaré de mi. Ahora si debe tener hambre.
—No tienes que sentirte mal. —Se apresuró a decir Jungkook. —Solo es
un poco de ayuda.
Sobraba decir que a Yoongi no le agradaba la idea, podía notarse con solo
mirar su rostro, no le gustaba que Jungkook diera de comer a sus hijos de
su pecho. Sus hombros se fruncieron y asintió casi a la fuerza.
—Si, supongo.
—No me veas, por favor. —Pidió Jungkook al Alfa cuando bajó a Taehee
para empezar a quitar los botones de su pijama. Yoongi le dió la espalda y
se alejó a otro lado, dándole el espacio necesario.
El nombrado sonrió y caminó hasta la puerta, Taehyung les dió una última
mirada y salió junto a Jungkook. Yoongi gruñó llamando la atención de
Jimin.
—Taehyung, eso esta mal. Ni siquiera dijo nada, solo entró con Boocheon
y se llevó a Jungkook. —Escupió. —¿Qué diablos con el?
Jimin medio sonrió: —Lo sé. Tampoco yo estaba muy feliz con verlo
amamantar a mi bebé, pero solo fue bueno con nosotros y fue una enorme
ayuda. —El Omega suspiró y sintió sus brazos empezar a adormecerse. —
En cuanto a Taehyung...El solo es así. Solo quiso a su Omega de vuelta en
su habitación.
—Appa...
—¿Quieres que jueguemos?
—No puedo quitarle el ojo, Boocheon. No hay que romper los juguetes.
—Solo cansado.
—Pase.
—Tu sabes que. —Obvio Jungkook. —¿Qué pasa contigo? ¿Acaso estás
molesto? ¿Hice algo?
—No es de tu incumbencia.
—Ni siquiera es una explicación, ¿Por qué te cuesta solo decirme que
sucede?
—Ya te dije que no te concierne. —Los ojos azules le dieron una mirada
profundamente molesta y su mandíbula se tensó antes de mostrar los
colmillos. —No seas entrometido ¿Quieres?
—Porque no quiero.
Sin poder evitarlo sus manos se hicieron puños y propinó un par de golpes
en el pecho del contrario, gruñendo al tiempo que con sus pies golpeaba el
suelo, como si así pudiera conseguir algo. Como si se tratara de un peso
muerto Taehyung lo tomó de los brazos y lo arrojó a la cama, Jungkook
enterró su rostro entre las sábanas y comenzó a llorar, quebrándose en
sollozos y lágrimas como cuando Boocheon era regañado. Su cuerpo se
hizo un peso muerto sobre la cama mientras drenaba toda la tristeza que
había estado conteniendo por un tiempo.
Gritó golpeando la cama con su puño: —¡Estoy harto de tus secretos Kim
Taehyung!
—Cállate, Jungkook.
Jungkook escuchó sus pasos alejándose, fuertes y distantes como todo
Taehyung. Jungkook sintió su rostro arder de furia, quería gritar y llorar,
quería quizá arrojarse por la ventana, o quizá arrojar a Taehyung por la
ventana luego de romperle la sonrisa.
—Se que estas viendo a alguien más. —Habló alto y con rabia. No hubo
más que silencio, así que se levantó y encaró al Alfa que estaba de
espaldas. —¿Por qué no solo me lo dices?
—¿Y?
El Alfa gruñó y mordió el cuello del contrario con fuerza, haciéndolo soltar
un gemido de dolor y placer, una mezcla extraña y usualmente satisfactoria
para Jungkook. Taehyung lo miró a los ojos de mala gana, negando y
resoplando.
—El mismo que dejas cada noche desde hace una semana. —El labio
inferior de Jungkook tembló ante su propio reclamo, queriendo llorar de
nuevo. —Crees que duermo, pero me doy cuenta de como me dejas solo en
la cama.
Taehyung crispó los labios al verlo a los ojos, conteniendo una risa que no
era prudente soltar si quería que Jungkook no lo golpeara.
—¿No me engañas?
—No vivirías para contarlo. —Aseguró el rubio. —Era una sorpresa para
ti, pero lo arruinaste. —Suspiró y acarició la mejilla rosada de Jungkook.
—Estoy muy estresado, realmente lamento mi mal trato.
—¿Alguien?
—Ahí, en la ventana.
—¡Alfa!
—¡Alfa! —Gritó, llamando más por cobardía ante el silencio que por nada.
—Y por eso vine. —Dijo el rubio alejándose del cuerpo ajeno sin soltarlo y
levantándo la mirada para ver el rostro blanquecino. —Es hora de dormir.
—Me echas fuera, ya entiendo. —Lo interrumpió el rubio. —Ya suelta esa
pluma y aliméntate, por favor.
—No los daño. —Aseguró el pequeño rubio. —Solo los ordeno, no seas
pesado.
—Son importantes.
—Lo es, pero me gusta. —Admitió con voz ronca. —Soy junto a el
responsable del bienestar de la manada, es decir el reino. Soy su mano
derecha, casi la izquierda también.
—No tienes que estar celoso de que hayan elegido a un segundo ayudante,
eres el mejor, te lo digo siempre. —El pelinegro se sintió lleno de energías
y mucha confianza al escucharlo decir aquello. —Pero esto es demasiado,
Sehun, te vuelves paranoico.
—No, no lo es. Estoy bien, podría quedarme toda la noche haciendo estos
papeleos.
—¿Estás molesto?
Cuando estuvo a poco de llegar a la puerta pudo escuchar una pequeña risa
del Alfa, seguida de una petición a la cual no dudó en dar media vuelta para
volver.
El Alfa sonrió cuando el rubio estuvo frente a el, estiro sus manos y tomó
las suyas con cariño, inclinándose para acariciar su cuello con su nariz,
olfateando el aroma a miel, uvas pasas y tulipanes que desprendía tan
libremente. Su lengua acarició la curvatura del cuello ajeno y besó
arrebatando un leve gemido del rubio.
—Bien, entonces déjate de coqueterías con otros Alfas. —La sonrisa del
Alfa fue reemplazada por una seria expresión. —Sobretodo con ese hombre
de cabello castaño con quien te vi ayer.
—Pero si es el panadero. —Rodó los ojos el rubio. —Lo único que quiero
de el son sus pasteles.
—Y lo que el quiere de ti es otra cosa.
—Y-Yo ya estoy cansado de rogarte por una marca, tus excusas ya no las
creo, a otro lobo con ese hueso.
Sehun rodó los ojos y luego besó los finos labios del más bajo, más no
necesariamente era el menor por su altura, Baekhyun le llevaba un par de
años de más en edad por más que la gente no pudiera creerlo, pues el
Omega era en extremo tierno y el Alfa lucía en extremo serio.
Cada vez que Baekhyun iba a altas horas de la noche al castillo se quedaba
a dormir, al menos desde que Kim Taehyung hacía viajes a Busan, ya que
eran los días que Sehun no volvía a casa solo para quedarse en el castillo.
Su relación era complicada, habían estado más de dos años juntos, más en
secreto que en otro modo, porque a Sehun le gustaba mantener todo lo suyo
bajo su privacidad, mientras que Baekhyun quería salir tomado de la mano
con el, presentarlo ante sus padres, ante sus amigos...Pero se limitaban a
llevarlo con calma, viviendo juntos sin un matrimonio de por medio,
dejándole a la gente el que pensar sobre ellos, separándose durante el día y
reuniéndose por las noches para estar juntos en su acogedor hogar. A veces
debía tolerar que Sehun no fuera demasiado expresivo en cuanto al cariño
que sentía, al contrario de eso la mayoría del tiempo era tosco y seco,
amable, pero muy indiferente al final, así como Sehun debía tolerar la
personalidad activa, sociable y ligeramente obstinante de Baekhyun.
Habían peleas por las horas de soledad en casa, por los Alfas con los que
Baekhyun solía hablar, por las inseguridades y los miedos, pero también
había mucha felicidad y lealtad, permanecían juntos a pesar de todo. Estaba
bien para ambos, estaba bien para Baekhyun aunque a veces la presión
social cayera sobre sus hombros.
—¿Seguro?
Fue un fuerte empuje el que lo hizo gritar de pánico y miedo, el mismo que
también lo hizo caer por aquella ventana del tercer piso.
❝Sesentayocho❞
Los trillizos estaban dormidos, cada uno en una cuna que los acogía a la
perfección, con mantas blancas que cubrian sus pequeños cuerpos para
evitarles el frío de los finales de diciembre. Jimin levantaba el dosel blanco
de muselina de la cuna de Hyunwoo y sonreía mientras el pequeño daba un
bostezo al aire. Su publico, un grupo de tres costureras y una Nodriza,
Jisoo, exclamaron en voz baja lo lindo y extremadamente hermoso que
aquel pequeño acto era en aquel niño. Jisoo levantó el dosel del niño
Taehee, que comenzaba a despertar y a abrír los ojos con pereza y molestia
reflejada en su ceño fruncido, le sonrió ladeando la cabeza para que supiera
que todo estaba muy bien.
—No puedo creer que hayan pasado tres semanas. —Sonrió Jisoo. —Se
ven tan hermosos.
—Se ven muy sanos. —Dijo Soojin. —Omega Jimin, son tan bonitos.
—No lo entiendo, soy Beta, no Omega, ni Alfa. —La miró mal. Jimin se
encogió de hombros cuando volvió a mirarlo. —¿Por qué son tan
protectores?
—Al parecer ser pareja de Jin Oppa le sirvió de ayuda ¿O no? Ella ni
siquiera puede dar leche.
Jimin había elegido a Jisoo por una razón; Era la hija mayor de una madre
Omega soltera y hermana de cinco hermanos menores que variaban entre
Alfas y Omegas. Siempre fue la cabeza de la casa junto con su madre por
lo que había escuchado Jimin, así que siempre debía cuidar a sus hermanos,
darles de comer, bañarlos, enseñarlos a leer, escribir y mucho más mientras
su madre trabajaba en el mercado. Tuvo que comprender si o si todo lo que
conlleva convivir con Omegas y Alfas, lo que le fue difícil por ser la única
Beta en la familia. Tenía experiencia suficiente.
—Jisoo, debemos darles un baño a los bebés. —Habló Jimin al ver que el
par que antes dormía comenzaba a despertar. —Además debo alimentarlos,
pronto será la hora del almuerzo y no podré comer con todos llorando.
El bebé entrecerró los ojos al punto de hacerles creer que volvería a dormir,
pero luego parpadeó y sonrió abiertamente ante la voz de su padre
hablándole. Jimin pudo derretirse de tanta dulzura de no ser porque no era
un hombre de azúcar. Yoongi se dirigió hacía Joonhyung, el cual empezaba
a quejarse y le habló también.
~•~•~
—Carajo.
—Eso hacen, no puedes maldecir cada vez que lo hacen. Es tu culpa por
olvidar colocarte el pañal encima.
Jimin suspiró negando: —El día que uno de mis hijo diga una grosería tu y
yo tendremos problemas.
—¡¡APPAAA!!
—Vamos, no fue para tanto, ni siquiera fui rudo, solo fue un pellizco. —
Aseguró el Alfa disgustado.
—Ya esta, no grites, Boocheon ¿Te duele? —Le preguntó al bebé que solo
continuó pateando y llorando.
La que liaría si Taehyung escuchaba los gritos, penso Jungkook. Taehyung
era muy delicado en cuanto a su hijo, Jungkook lo era igual, pero Taehyung
lo sobrepasaba por mucho. Una vez una de las sirvientas de su castillo en
Seoul había rasguñado sin querer a Boocheon en el cuello, solo eso fue
suficiente para echarla del castillo de por vida, ya que ella ni siquiera tenía
el permiso de estar en la habitación del niño. Era protector, mucho, igual
con Jungkook, a veces más que un Alfa parecía un padre para el Omega.
El Alfa dijo algo que Yoongi no captó, dándose la vuelta para irse y
dejando ver el rostro sonrojado y lleno de lágrimas del bebé. Boocheon
miró a Yoongi, ahora calmado, luego miró el piso y de la nada sonrio
dejando sus encías a la vista y sus dos dientes medios inferiores. Yoongi
casi cae al suelo, señalando al bebé, pero no teniendo tiempo de reaccionar
antes de que Taehyung se lo llevara fuera.
Yoongi frunció los labios ante la pregunta del pelinegro: —No, supongo.
Desde que habían hecho un tratado de paz entre los tres reinos Yoongi
había anunciado a Busan que Seoul no era una amenaza para ellos, pues los
problemas habían acabado y que Kim Taehyung no era ni siquiera parecido
a su difunto padre Kim Taeyang. Además de ello decidió confesar el
secreto que había guardado por años; Su hermandad con Taehyung.
Omitiendo todo sobre la historia y solo diciendo que compartían a una
misma madre ahora muerta y que le debían tanto respeto como a el. El
pueblo sorpresivamente aceptó todas las palabras, viendo a Seoul como un
reino hermano, sin embargo Taehyung no quería realmente asistir a
ninguna cena para soportar al consejo que alguna vez lo había juzgado tan
duramente.
—Es que...
—¿Podrías decirle que deje de ser un maldito egoísta? Se trata de mis hijos,
de sus sobrinos.
Jungkook se sintió una mala persona, realmente quería estar ahí, pero no se
presentaría sin su Alfa.
—¡Que hermosos!
—¡Adorables!
Jimin asintió ante el último comentario, porque a pesar de que eran rubios
se podía ver a Yoongi en cada uno de ellos. Los hombres del consejo y sus
mujeres se alejaron de los bebés, aunque tampoco era como si puedieran
acercarse demasiado, Jisoo les advertía que debían mantenerse a una
distancia prudente. Yoongi estaba atento a los movimientos de todos
alrededor de su Omega y sus cachorros, sintiendo sus colmillos picar al
querer mostrarlos en un gruñido cada vez que alguien se acercaba.
Por otro lado una familia de tres bien vestida entraba al gran salón, un bebé
estaba caminando en medio de ellos, a pasos cortos y rápidos.
—¡Oh, pero que hermoso! ¿Es el sobrino de Yoongi, no? —Preguntó una
mujer de cabellos castaños. —Y usted debe ser Kim Taehyung. Majestad.
—Ante la reverencia su escote se pronunció de manera casi descarada y
Jungkook puso mala cara. —Quedé paralizada con la noticia de la
hermandad, lo tenían bien oculto.
—Ella fue una traidora, nos engañó a todos, pero supongo que no hay que
ver más hacia el pasado, ustedes no tienen la culpa.
—Que presumido.
—Siempre, mi vida.
Todos fueron llamados a sentarse en sus lugares, la cena sería servida, así
que cuando Jisoo empezó a mover a los bebés en sus cochecitos, Jimin fue
tras ella. Yoongi estuvo a punto de seguirlo, pero una suave mano tomó la
suya. Se sobresaltó y se giró pensando en quien se había tomado el
atrevimiento. Sintió entonces que la sangre se le helaba al ver los rellenos
labios rosados y los ojos almendrados con delineado negro que pensó que
no vería jamás.
—L-Lalisa.
❝Sesentaynueve❞
Con ojos pispiretos y un movimiento de labios la castaña de flequillo recto
logró poner a Yoongi demasiado nervioso. Se soltó de su agarre antes de
que alguien a su alrededor lo notara, no dándose cuenta de que un ojiazul
ya lo había visto todo. La mujer de piel tersa acarició el vestido ancho de
color verde aceituna que vestía y sonrió con labios brillosos.
—Si, años. —Yoongi pasó saliva por sus labios resecos y tragó duro.
—Si, pero tenía que venir, ya sabes. —Sonrió ella. —No podía creer que
Min Yoongi tuviera bebés, pensé que quizá te obligaron, así que puedes
decírmelo ahora que estamos cara a cara.
—¿Entonces tú lo decidiste?
—¿No realmente? Explícate, por favor. —Pidió ella. —Aún no olvido que
evitamos estar juntos para evitar tal tragedia.
Yoongi abrió la boca para responder, pero una mano tomó la suya, pudo
reconocer el tacto, no tardó en olisquear el aroma a coco y su compañía, así
que en definitiva entró en pánico internamente.
—Jimin.
—Jimin. —La mujer pareció saborear el nombre. —Soy Lalisa. Debes ser
el Omega.
—Los bebés deben quitar mucho tiempo, te ves agotado ¿Por qué no usas
maquillaje?
—Lo hice.
—¿Lo hiciste?
—Te verías bonito. —Aseguró ella. —Solo debes cubrir esas ojeras y esas
pecas, luego estarás bien.
—Gracias por los consejos, puede que los tome en cuenta. —Jimin miró a
Yoongi y este igual, pudo sentir el reproche en los ojos verdosos, sin
embargo Jimin se limitó a decir. —¿Cenamos ya?
El Alfa sintió su pulso acelerarse, si bien recordaba de Lalisa era más que
molesta y mal intencionada, Jimin tenía un lado que podía ser peligroso y
que Yoongi nunca había apreciado desde tan cerca. No quería apreciarlo
aquella noche, pero por alguna maldita razón no podía moverse y ceder
ante el tirón suave de Jimin para alejarse de aquella mujer.
—No hay que ser cara dura. —Bromeó ella. —¿Algo te ofendió?
—Toda tú eres una ofensa para mi.
—Déjame.
—Bien hecho.
—No seas mentiroso, nunca me acosté con ella. —Se apresuró a decir,
golpeando el pecho del contrario con molestia al verlo reír entre dientes.
—Bromeo, habló de ti esa noche, pero dijo algo estúpido sobre haber
logrado meterse ya con dos príncipes y un rey. Nunca volví a verla, bueno,
una vez más, creo que para ella fue excitante meterse con alguien con tan
mala fama.
—¿Qué cosa?
Jungkook sonrió cuando se integró a la conversación de ambos Alfas,
obteniendo la mirada y atención de ambos enseguida. Taehyung pasó la
lengua por sus labios y suspiró buscando entre las personas solo para no
verlo a los ojos.
—El frío.
—¿Eh?
—El frío. Si los trillizos o Boocheon llevan frío será un problema porque
enfermarán. —Explicó Taehyung con obviedad y falsedad imperceptible.
—Gracias a todos por asistir. —Agradeció Jimin con una sonrisa. —Ya
saben que el año nuevo esta a solo días, y junto a la fiesta celebraremos el
bautizo de los trillizos.
—Puedo explicarlo.
—Estaba paralizado, no tenía idea de que una invitación había ido a parar
en sus manos.
~•~•~
Jimin finalizó sus quejas con un gruñido y abrazó al niño rubio dormido en
sus brazos en busca de cariño, se lo había quitado a su madre justo al caer
dormido. Jungkook negó y resopló mientras continuaban subiendo
escaleras tras escaleras, de manera perezosa mientras se quejaban y sacaban
todos sus reconres previos a la luz.
—Esa mujer es una molestia. La conocí hace unos años, fue al castillo. Ella
había estado con Taehyung antes, una vez por sexo.
—¿O qué?
—No seas una arrastrada, ten un poco de dignidad. —Le dijo Jimin
molesto.
—Solo quiero ayudar, puedo ver que ambos tienen bebés, ese que cargas
esta muy bonito. —Jungkook afinó la mirada asesina que pintaba sus ojos
al escucharla nombrar a su hijo. —¿No creen que necesitan ayuda? Con sus
esposos, claro.
La castaña dió pasos hacia Jungkook, sus pasos entaconados resonaron bajo
su vestido verde y Jungkook la odió cuando sonrió.
La castaña tomó aire audiblemente por su nariz y luego miró a Jimin con
rabia, como si el fuera hecho algo, cualquier cosa mala. Jungkook le siseó
llamando su atención de nuevo.
—No es mi amiga. Fue hace años, solo la besaba frente a mi madre para
hacerla explotar de rabia, ella la odiaba, y en cierto modo yo también. —
Yoongi suspiró caminando junto al Omega. —Yo lamento no haberla
puesto en su lugar.
—¿Enserio?
—Será horrible.
—Jimin.
—Ya voy. —Aseguró el cubriendo los cuerpos de los niños con la manta.
—Jimin...
~•~•~
—¡Ya! —Jimin rió y luego miró extrañado a Yoongi. —Me duele el pecho,
¿Por qué no han llorado?
Jimin hizo una mueca y se sentó en su lugar, tocando sus pechos medio
llenos que lo hacían sentir como un Alfa fortachon. Los acarició y se quejo.
—Yoongi si duele.
—Alimentarlos.
El pelinegro bufó y rodó los ojos, ese no era el plan, su plan era dormir y
apreciar las cuatro horas que tenía para descansar correctamente sin los
trillizos en cama, pero Jimin estaba actuando como toda una madre
preocupada. Justo cuando iba a levantarse de la cama para cumplir los
caprichos del rubio el mismo lo detuvo, empezando a desabrochar su
camisa.
—¿Qué haces?
Pero Yoongi hizo caso omiso, arrastró la lengua hasta el otro pezón y lo
acarició con sus labios, lo besó y succionó.
—¿No te gusta?
Sin previó avisó tomó los labios del Omega entre los suyos, besándolos
profunda y salvajemente, dejando sus manoa vagar por lugares que
encendían el cuerpo de Jimin. El rubio solo pensaba que ninguno de los dos
debería estar tan excitados, habían pasado más de dos meses sin estar
juntos, pero debían esperar, el aún necesitaba tomar reposo y cuidados.
Deslizó las cortinas y abrió solo un poco las ventanas, soltando un suspiro
satisfactorio cuando el aire fresco y frío golpeo su rostro. Sus manos fueron
hasta el primer botón de su camisa de pijama y lo desabotonó, haciendo lo
mismo con el que le seguía y con el siguiente también, deseando que el
calor desapareciera y fuera reemplazado por solo frío. Cerró los ojos y
gimió bajo ante el aire chocando contra su piel caliente.
—¿Estás bien? —La voz ronca y profunda de Taehyung llegó hasta sus
oídos, recordándole que para despertar a Taehyung solo necesitaba mover
un pie fuera de la cama.
Jungkook aspiró aire y lo dejó ir, sintió gotas perladas de sudor en su frente
y nuca, desesperándolo y molestándolo. Con la manga de su pijama limpió
su frente casi de manera brusca, para cuando repitió el proceso en su nuca
su frente volvía estar sudada. Gruñó y quitó otro botón de su camisa, no
soportando tanto acaloramiento. Finalmente se alejó de la ventana y la
cerró, decidiendo que tal vez no se le pasaría tan pronto, además
comenzaba a sentir los dolores punzantes en su vientre.
—¿Quieres uno?
Ante la pregunta Jungkook hizo una mueca negando, porque realmente no
quería, tomar supresores no le gustaba, la planta le daba mucho sueño y
pereza, no quería estar en aquel estado de somnolencia por demasiado
tiempo. Se arrastró de vuelta hasta la cama y se dejó caer de espaldas en su
lugar. Casi enseguida sintió las manos de Taehyung sobre su pecho y
estómago, abriendo paso entre la tela azul de su pijama para dejar al
descubierta su piel pálida. Rodó para quedar boca abajo y el rubio se
encargo de quitarle por completo la camisa, siguiendo por tirar de sus
pantalones y ropa interior hasta deshacerse de las prendas y dejándolo
desnudo por completo. El Omega estaba sintiéndose tan mal que ni siquiera
se preocupó en sentir vergüenza por la exposición. Su piel estaba pegajosa
por sudar, pero a Taehyung no le importó en lo absoluto tomar a Jungkook
de la cintura e inclinarse sobre el para dar soplidos a su nuca sudorosa. Los
celos para Jungkook eran molestos, porque a parte del calor que lo llevaba
a tener fiebre sus dolores eran en extremo fuertes, hasta el punto de hacerlo
llorar.
—S-Si.
—Iré a ver. —Murmuró el Alfa, miró a Jungkook con brillosos ojos azules.
—Cúbrete, por favor.
—¿Qué ocurre?
—¿Taehyung?
—Lo sé.
~•~•~
Las puertas del carruaje se abrieron dejando salir a aquellos dueños del
castillo, gracias a las diversas paradas que habían tenido que hacer para una
cosa u otra habían llegado unas horas más de lo calculado. Eran las siete de
la mañana en el reino de Seoul, y lucía como una digna mañana de
invierno, tan fría y pura que era fácil de admirar. Pero Jungkook no se
concentró en al fin haber vuelto a su hogar, se centró instantáneamente en
el Alfa que los recibía, con ojos enrojecidos y ojeras profundas. Su rostro
reflejaba angustia y mucha preocupación. Jungkook solo pudo acercársele
y rodear su cintura con uno de sus brazos, ya que en el otro sostenía a
Boocheon sobre su hombro, despierto pero demasiado perezoso. Sehun
aceptó el abrazo solo por unos segundos, luego alejó a Jungkook y el
mismo lo comprendió. Taehyung miró al Alfa y frunció los labios.
—Esta muy bien, no tienes que disculparte por esa tontería. —Aseguró
Taehyung dándole unas paladas reconfortantes en su hombro. —Haremos
todo lo que esté en nuestras manos juntos ¿Bien? Baekhyun aparecerá.
Jungkook miró a Sehun, dándole una caricia en el brazo con su mano libre,
un intento de apoyo, aunque sabía perfectamente que no había consolación
para la desaparición de su Omega, porque era algo duro de asimilar y
cargar. Aún así quería darle su apoyo, de alguna manera, aunque fuera
mínimo y casi inservible Jungkook quería que Sehun supiera que estaba ahí
para el y que lo estaría siempre que pudiera.
El Alfa ni siquiera lo miró, mantuvo sus manos tras el, frotándolas entre sí
con nerviosismo y miedo. Frunció el ceño con preocupación, su respiración
volviéndose inestable y sus ojos ardiendo después de tantas horas despierto.
~•~•~
—Baek, Baek. —Llamó el Alfa con lágrimas deslizándose por sus mejillas.
—¡Ya estoy aquí, despierta!
El pelinegro solo supo ignorar, dejando que sus sollozos reemplazaran las
palabras que debería decir, ¿Qué debía decir? El no sabía, no sabía si su
Omega estaba muerto, o si vivía, y Sehun no quería comprobarlo tampoco,
porque estaba tan malditamente aterrado que temblaba e hipaba, nunca
había estado tan descontrolado, nunca había estado tan triste, nunca se
había sentido más asustado de que alguien lo dejara solo. Sus labios
rozaron la oreja del Omega, temblando y acariciándola con suavidad.
—Alfa...
—Baekhyun. —Se atragantó Sehun con sus lágrimas. —Baek, aquí estoy,
¿Me escuchas?
—No tienes que decir nada si no quieres, puedo esperar. —Carraspeó para
aclarar un poco su voz ronca. —Hasta que estes listo.
~•~•~
—¡Ah, pero maldición!
Yoongi dejó al bebé Hyunwoo casi de mala gana sobre la cama, diciendo
cosas entre dientes mientras se desabotonaba la camisa.
El niño negó con la cabeza, buscando algo con su mirada al tiempo que sus
labios se volvían una mueca de desagrado. Sus pequeñas manos tallaron
sus mejillas descuidadamente y sus pienas se encogieron antes de cerrar los
ojos y soltar un grito que iniciaba un llanto. Yoongi no le prestó mucha
atención a eso, pues los trillizos lloraban siempre, y estaba seguro de que
no le pasaba nada malo, quizá solo había sido su brusca voz. Continuó
quitándose la camisa, limpiando un poco en su pecho y luego arrojándola al
suelo como si no le interesara ensuciarla más. Miró al rubio menor y se
inclinó para estar frente a frente.
—No, no, no. —Yoongi formó sus labios lo más parecidos a los de un pato
y negó. —No llores. —Hyunwoo cesó su llanto como si pudiera obedecer a
Yoongi. —Omma me dejó a cargo de ti y si te encuentra llorando tendré
problemas ¿Bien?
La puerta fue tocada un par de veces, Yoongi giró sobre sus pies y la miró
cuando la voz de Jisoo pidió permiso para entrar. El alfa contestó con un
"Adelante" y la pelinegra entró sosteniendo entre sus brazos a Joonhyung y
Taehee, casi dormidos para no decir que ya estaban en los brazos de
Morfeo. Hyunwoo no tardaría en hacerlo también, aunque Yoongi ya sabía
bien que comía tanto antes como después de dormir, porque aquel niño era
un tragón total, necesitaría el pecho de su Omma para dormir. Comía
mucho más que sus hermanos, quizá el doble. De igual modo a Yoongi le
parecía en extremo adorable. Miró a Jisoo acercarse a la cama y sentarse en
la misma, logrando sin ninguna ayuda recostar a los bebés boca arriba para
que descansaran.
—Creo que dijo que iría a la cocina. —La frase sonó algo dudosa, como si
no pudiese del todo que había pasado con el Omega.
—No se preocupe...
—Creí que como ya hay tres... —Ella ladeó la cabeza. —No creí que
querrían más.
—Algo así, tal vez. —Chasqueó la lengua medio aburrido de tanta charla.
—Como hermanos todos podrán jugar juntos y crecer unidos.
—¿Qué cosa?
Yoongi soltó un bufido que incluía una corta risa casi burlesca. Rodó los
ojos al cielo y meció al bebé en sus brazos, negando con su cabeza como si
la pregunta fuera estúpida.
—No es que vaya a embarazarlo a propósito. —La idea lo hizo sentir muy
mal y enfermo. —Pero digamos que pasará cuando yo lo diga.
Yoongi giró la cabeza solo para ver como un Omega de rubios cabellos y
ojos verdes entraba a la habitación, levantando una ceja en interrogación y
cruzándose de brazos, pareciendo molesto. Yoongi se hizo el desentendido.
Jimin rodó los ojos al cielo. —Cielos, cariño. —Casi resopla, frunciendo
sus labios y abultándolos para plantar un suave beso rápido en los labios
del Alfa. —Dame un respiro.
—Solo he estado un poco ocupado, tengo que cumplir como Rey. —Intentó
explicar lo obvio para todos. —Pero siempre estoy en las comidas y antes
de dormir, también de madrugada.
—¿Qué dices, Yoongi? Te esfuerzas mucho, estas con los bebés cada
minuto que tienes libre. —Aseguró Jimin mirando a Hyunwoo con una
sonrisa. —Los adoras y lo demuestras.
—También te adoro a ti. —Casi se queja el Alfa. —No quiero que te
sientas abandonado por mi.
Jimin se sonrojó notablemente ante las palabras y contuvo una sonrisa que
arrugó su nariz y volvió sus ojos medias lunas. Yoongi no lo pasó por alto,
caminó hasta la cama y se sentó frente a el, estirando su mano para dar una
caricia en su regordeta mejilla sonrojada. Jimin tembló por el tacto y
suspiró.
—¿Recuperarte de qué?
Yoongi casi rueda los ojos. Jimin había perdido una cantidad notable de
peso desde el parto de los trillizos, y sí, aún se notaba algo relleno, pero no
estaba lejos de volver a tener la misma figura de antes del embarazo. A
Yoongi no le importaba la grasa extra en sus brazos o vientre, el realmente
ni siquiera se fijaba en eso, porque Jimin lucía precioso para el sin importar
que. Pero el Omega no parecía conforme con eso.
—No me gusta como me veo, tampoco me gusta que me veas cuando estoy
desnudo, me siento avergonzado.
El rubio le besó los labios para acallar sus palabras y Yoongi correspondió,
moviendo sus labios a su lento ritmo hipnotizante y acariciando su
cabellera rubia. Jimin se separó y chocó ambas narices en muestra de
cariño, sus ojos brillaban de amor al ver los oscuros, perdiéndose también
en su brillo, pasando su mano por la cabellera azabache y tirando
suavemente de ella con sus dedos, dejando la frente blanquecina al
descubierto. Yoongi le sonrió mostrando sus encías rosadas, disfrutando
aquel momento con toda su vida.
—Creo que una siesta en familia nos vendrá bien. —Murmuró embelesado
con el Omega.
Con rapidéz se colocó los zapatos, se talló los ojos para apartar el sueño de
su sistema y volvió a bostezar. Vaya que había sido una buena siesta,
quería volver y dormir junto a sus hijos de nuevo. Pero debía buscar a su
Omega y volver al trabajo.
Caminó hasta el baño, notando que no había nadie. Sabiendo que tampoco
estaría en el armario salió de su habitación, encontrándose con una Beta
pelirroja, la misma que lo había encontrado en tantas situaciones íntimas
con Jimin. Ella se sonrojo, no superándolo aún después de tanto tiempo,
pero Yoongi solo espetó una orden.
Yoongi asintió y se fue hacia las escaleras, mirando como la pelirroja iba
en busca de Jisoo con prisa. El pelinegro bajó rascando entre sus clavículas,
sintiendo ardor, escozor....Pero no estaba rasgado o sangrando, no
comprendía. Sentía una sensación muy distinta a cuando Jimin estaba en
celo y necesitaba beber su sangre, sentía todo lo contrario a su necesidad y
eso lo estana poniendo ansioso.
Porque sabía que habían cosas muy delicadas que no se habían resuelto aún
y eso era lo que lo tenía hecho un maniático en aquel momento. Porque el
nombre de Yeonjun se repetía y repetía en su cabeza una y otra vez.
Yoongi sentía el dolor de cabeza, el dolor en su pecho. Quiso gritar el
nombre de Jimin para esperar su respuesta, pero ni siquiera fue necesario,
podía verlo no demasiado lejos, podía verlo con Yeonjun. Yoongi no
detuvo sus pasos, incluso fué más rápido, casi corriendo a medida de que
Yeonjun le decía a Jimin cosas que Yoongi no escuchaba. Jimin lo miraba
con los ojos bien abiertos, sus labios entreabriéndose ligeramente y sus
manos tocando su pecho. Yoongi permaneció quieto de golpe cuando
Yeonjun tomó de los hombros a su rubio y se acercó hasta que sus labios
chocaron contra los abultados de Jimin.
—¡Tu ni siquiera deberías estar caminando por ahí! ¡¿Por qué mierda
viniste hasta aquí?! ¡¿Por qué estás con el y dejas que te bese?! —Exigió
saber el Alfa, su rostro se volvió rojo por completo. —¡CONTESTA!
—Ya era hora de que Jimin viniera a quien le pertenece. —Habló Yeonjun
desde atrás. —Rondé cerca del castillo tanto tiempo, sabía que lobo
entendería en algún momento que debía estar conmigo.
—¡Suéltame!
—N-Nada.
—Estas llorando, algo está pasando. —Jimin frunció los labios. —¿Tuviste
una pesadilla?
Yoongi asintió entre sus manos, soltando sollozo tras sollozo, como los
niños pequeños lo hacían. Jimin limpió las nuevas lágrimas que
amenazaban con escurrir de su rostro, pero luego simplemente lo abrazó
por el cuello, logrando que Yoongi se ocultara en la curvatura del suyo. Sus
manos acariciaron la espalda bien formada.
—Ya pasó, estás despierto y estas bien. —Aseguró Jimin. —¿Quieres
hablar de eso?
—Te amo.
—Te amo tanto, Min Jimin. —La voz de Yoongi era inestable y algo
gangosa, sorbía su nariz y gimoteaba como si no soportara el peso de llorar.
—Te amo, te amo, por favor dime que también me amas.
—Yoongi...
—Dime que no vas a dejarme, dime que tu amor sigue intacto por mi, que
si es amor de verdad, de ese que dura toda una vida.
—¡Nada!
Yoongi abrió los ojos y miró a los pequeños rubios durmientes. Se movió
hasta ellos y tomó a Taehee en sus brazos. Jimin tocó su espalda inseguro
de que quería lograr el Alfa, pero su corazón se oprimió al ver como
Yoongi le besaba los cachetes y la frente, manchando su rostro de algunas
lágrimas que caían de sus ojos. Fue una imagen preocupante porque Jimin
imaginó muy de repente que Taehee tenía algo malo y por eso Yoongi
lloraba aunque no era el caso.
—Y-Yoongi no. —Pidió con las manos en sus hombros. —Estoy débil, no
bebas mi sangre o yo ¡A-Ay! —Chilló al sentir el empujé profundo de la
dentadura, doloroso y brusco, de no ser Yoongi el que lo hiciera pensaría
que querrían matarlo. —Y-Yoongi con cuidado. —Suplicó ahogado con
sus palabras.
Se quedaron así largos minutos hasta que Jimin dejó de beber y se limitó a
abrazarlo, a escuchar los latidos de su corazón con su oreja apegada a su
pecho. Jimin acarició su muslo derecho y miró a los bebés.
—Yoongi, dime.
—Quédate ahí.
—Pero...
—Lo prometo.
Yoongi lo tomó de las mejillas con una mano y lo besó con fuerza en los
labios, luego su nariz y su frente. Jimin estaba tan desorientado que sentía
ganas de llorar y echarse a patalear ahí mismo.
—Te amo, te amo demasiado. —Le aseguró. —Eres mi Alfa, eres el amor
de mi vida.
Jimin sintió un enorme peso sobre sus hombros que lo hizo temblar y
amenazó con tirarlo en aquel momento. Su nariz se arrugó con la mueca
que hizo para evitar llorar, pero fue en vano, chilló al hablar y un sollozo lo
interrumpió.
—Si yo tuviese que hacer algo malo para que estemos juntos para siempre
¿Estaría bien?
Jimin negó, casi gritando: —Estamos juntos ahora, Yoongi ¿Por qué actúas
de esta manera? ¿Qué sucede?
Pudo escucharlo hablar del otro lado con uno de los guardias, pudo
escuchar como se aseguraban de que aquella puerta no fuera abierta. Jimin
sintió escozor en sus ojos por las lágrimas retenidas, estaba aterrado.
Golpeó la puerta de nuevo.
Pero Yoongi no le dió una respusta, la puerta no se abrió y Jimin tuvo que
rendirse cuando el lloriqueo de uno de sus bebés hizo eco en la habitación.
—¿Podrías explicar por qué tan molesto conmigo? Si, no estuve, pero sabes
bien que era porque el maldito Taehyung estaba aquí y lo odio. —Hoseok
empujó a Yoongi al recordar algo. —¡Deberías estar molesto con el que se
fue sin avisarte nada!
—¿A dónde?
—Al bosque.
Hoseok gruñó cuando el Alfa tiró de su brazo para que juntos comenzaran a
caminar escaleras abajo. Entre paso y paso Hoseok jugaba con el botón de
su cuello, siguiendo al pelinegro hasta los congelados jardines traseros
hasta el muro.
—He perdido mucho tiempo sin hacer nada para deshacer el lazo del
destino.
—No pasó nada, solo soñé cosas que me hicieron salirme un poco de
control. —Le dijo relamiendo sus labios. —No puedo dejar que pase lo que
pasó en aquella pesadilla.
—¿Qué?
—Mi nombre. —Aclaró la mujer con una mueca, acercándose al par con
pasos de cazador.
La nombrada rió entre dientes por las palabras de Hoseok y Yoongi frunció
el entrecejo sin poder comprender nada. Hoseok rodó los ojos cuando la
mujer tomó sus mejillas entre sus manos y pasó su lengua por su pómulo.
Yoongi realmente no comprendía nada, pero se hizo una pequeña idea.
—Hoseok ¿Acaso...?
Hoseok empujó a la mujer hasta que quedó frente a ambos, ella soltó un
respingo de sorpresa por la brusquedad y contuvo el aliento cuando la
palma de Hoseok impactó contra su trasero. Se tensó momentáneamente.
—Pues debiste buscarte otra. —Se cruzó de brazos la rubia, recibiendo otro
impacto en su trasero, uno más fuerte. —¡Ya!
—El naranja te sienta bien. —Admitió ella mirando sus uñas con
desinterés. —Además no me tratas como se debe.
Joowon chilló cuando sus rubios cabellos fueron tomados por Hoseok, el
cual tiró de ellos con una fuerza considerable, más para molestarla que para
lastimarla. Ella pateó nieve como una niña pequeña que estaba haciendo
una rabieta, luego simplemente caminó para alejarse de Hoseok. Yoongi
detuvo todos y cada uno de sus sentimientos en aquel momento y pensó
con la cabeza. Hoseok tenía algún tipo de enredo con aquella mujer solo
para obtener su ayuda, pero al parecer no hacía algo bien y Yoongi supo
que era al escucharla decir aquello último que salió de su boca. Quizá
Hoseok no negociaba de la manera correcta. Tal vez solo debían ser menos
fríos.
Joowon rodó los ojos al cielo y chasqueó la lengua. Miró los copos de
nieve que caían del cielo con suavidad, unos tras otro, de manera dispareja
y desordenada. Suspiró con una pesadez desmedida y cerró los ojos.
—¿H-Hablas enserio?
—Tu ve a hacer lo tuyo. Todo debe estar fresco así que si lo haremos hoy
deberemos recolectar las cosas al mismo tiempo.
—Los sapos se ocultan en donde haya tierra y este hueco. —Explicó ella
con seguridad. —En cuanto a las golondrinas si será difícil, es invierno.
—Estan entrando al árbol por ese agujero. —Señaló Hoseok. —Seguro ahí
está su nido, vamos, solo tienes que meter la mano y sacarla.
Sin tomarle importancia a sus palabras Joowon se soltó de una de las ramas
y rápidamente introdujo su mano en el hoyo. Sintió un par de picoteos,
revoloteos emplumados que le acariciaron la palma de su mano y un
esponjoso movimiento cuando cerró la mano alrededor de algo. Cerró los
ojos cuando algo voló cerca de su rostro, la golondrina había escapado. Ella
frunció el ceño y retiró su mano con cuidado del hoyo, no soltando lo que
sostenía. Entre su puño estaba una holondrina azulada, casi siendo
asfixiada por ella. Sonrió entonces, satisfecha con haberla conseguido.
—¡La tengo!
Joowon estuvo a nada de obedecer, pero se colgó de una rama bajo sus
hombros y se la ingenio para tomar a la golondrina de las patas, en el
proceso para no dejarla escapar su vista se posó unos metros más allá de
ellos, en donde entre árboles unos lobos castaños se movían. Se extrañó,
pues no solía ver lobos en aquel lado del bosque. Se preguntó que harían
tres lobos paseando en invierno por ahí, tan cerca del castillo. Era bruja,
pero no lograba saberlo todo, solo que aquello no era nada bueno, lo tuvo
más seguro cuando logró identificar a uno de ellos. Se soltó y se dejó caer
con cuidado, aterrizando en el suelo de manera ágil y sin problemas,
Hoseok se impresionó de que no se rompiera una pierna, así que se acercó a
ella para ayudarla a levantarse de sus rodillas, mirándola sacudir su vestido
lleno de nieve. Aún sostenía la golondrina que estaba desesperada por huir,
moviendo sus alas de manera rápida.
—Buen trabajo.
—Una bestia es lo que te hace falta para que dejes de ser tan difícil,
obstinada y quejica.
—¿Sigues con eso? —Ella desvío la mirada del ave a un punto lejano, solo
para que Hoseok no mirara su sonrojo. —Ya olvídalo, no voy a ningún lado
contigo. Además podre ser bruja, pero soy mujer, trátame como tal.
—Así que ¿Por eso olvidaste traer tu capa? —Preguntó. —¿Por qué quieres
que te trate como una mujer?
—¿Te está molestando este Alfa, Joowon? —Preguntó con voz no muy
grave. —O mejor respóndeme tú, naranja.
—Soy su pareja.
—Yo soy el príncipe de Kusan, pero aquí estoy lidiando con el.
—Recuerda que son aliados del reino, Suho. —Le dijo Joowon al lobo,
apoyando su barbilla del hombro de Hoseok y ladeando su cabeza. —Es
superior, compórtate y muestra tu respeto...Además deja de decir que eres
mi pareja, eso es falso.
—Los próximos que iran a un calabozo. Estaban por ahí cerca del castillo,
incluso quisieron atacar a uno de los guardias, pero los vi antes. —Los
nombrados bajaron las orejas y la cabeza.
—Joowon es mi hermana.
La rubia sabía que Hoseok estaba bromeando, pero uno de los problemas
de Suho era que el no capturaba las bromas, y cuando lo hacían las odiaba
y maldecia, porque el era tremendamente serio y muy poco flexible en
cuando a eso. Joowon quiso golpear el rostro del pelinaranja al ver su
sonrisa. El lobo torció el gesto.
—¿Relación?
—¡Cállate, no digas...!
Ella casi se atraganta con sus palabras, soltándose del agarre de Hoseok
cuando el entrelazó sus manos, mirándola de manera coqueta y sonriendo
socarrón. Lo empujó y se alejó.
—No soporta una broma. —Hoseok avanzó un par de pasos para seguirla y
sonrió torcidamente. —Joowon, no te...
—¡Suho, Suho! —Gritó Joowon cuando esquivó los colmillos del extraño
lobo.
Se escuchó su aullido, uno prolongado, luego otro, otro y otro, más cortos
cada vez, entonces la rubia entendió, el llamado de los guardianes de las
manadas de Busan. En poco tiempo nueve lobos los rodearon, todos
castaños y negros, con matices que los diferenciaban a todos. Ni siquiera se
mantuvieron demasiado tiempo en aquel lugar, todos ellos siguieron a Suho
a donde los llevaba. Joowon solo miró aquella dirección hasta que ya no
pudo verlos, se levantó y se sacudió el vestido. Tras ella Hoseok hablaba.
—No se que demonios fue eso, pero estoy seguro de que es otro problema
para Yoongi. Por cierto, no eres tan cobarde como creí.
Joowon se giró y dió un paso al frente para responderle, no esperando verlo
completamente desnudo y de pie a nada de invadir su espacio personal. En
un momento de vergüenza bajo la cabeza y torpemente perdió el balance,
pisando su vestido y cayendo hacia adelante, sobre Hoseok, el cual también
cayó de espaldas en medio de una exclamación de sorpresa.
Joowon pensó en lo suave que era su bien formado pecho cuando cayó
sobre el, su rostro se enterró en la curvatura de su cuello sin poder evitar e
inhaló su olor a toronja y alpiste y hojas de cerezo.
—Estoy consciente de que soy irresistible, pero no creo que hacerlo aquí en
la nieve sea buena idea.
—Hoseok.
—¿Qué?
~•~•~
Yoongi miró a cada lado de aquel lugar antes de emplear algún movimiento
comprometedor. No habían demasiadas personas fuera de sus casas, eran
unas pocas mujeres con cargas de leñas en sus cestas y un par de hombres
que empujaban carretas, alrededor de la casa de Yeonjun no había nadie de
quien preocuparse, así que Yoongi avanzó. Cubierto por una capa negra se
aseguró de que su rostro no fuera notado, y como si se tratara del dueño de
aquella pequeña casa abrió la puerta, aunque no fue nada fácil. Tuvo que
forzarla empleando su fuerza de Alfa, empujando la puerta sin llamar
demasiado la atención y rompiendo la cerradura. Entró entonces.
—Quieto, imbécil.
—¡Suéltame!
—Si tan solo pudiera matarte. —Susurró el Alfa molesto. —Si tan solo
pudiera hacer que te murieras. Me pregunto si a Joowon le hará falta un ojo
tuyo, estaría complacido de dárselo.
Decidió que cortaría su brazo, estaba un poco flácido así que podía cortar
fácilmente el trozo de piel que necesitaba. Cortó un tamaño medio, no
sabiendo la cantidad. Luego la colocó en el pañuelo y la envolvió sin
ningún asco, pensando en que debía apresurarse si no quería que
comenzara a podrirse. La herida sagraba, así que tomó el fraco que había
llevado y lo colocó en donde goteaba y salían pequñas lineas de sangre.
—Q-Quiero vomitar.
—No es mi lío.
—No me arrepiento.
—¿Eh? —El menor que parecía poder dormirse abrió los ojos en demasía.
—¿Peras?
Sin importarle mucho Yoongi le hizo girar la cabeza para tomar el cabello
largo de su nuca. La cuchilla cortó un buen mechón de su cabello negro a la
perfección. Yeonjun ni siquiera dijo nada, solo cerró los ojos.
—J-Jimin... —Susurró.
~•~•~
—Si, ya voy.
Joowon abrió la boca para decir algo, pero fue interrumpida por un llanto
fuerte y malcriado que se hacía cada vez más cercano. El corazón de
Yoongi dio un brinco cuando la puerta de la cocina se abrió, dejando ver a
un Jimin en pijama con uno de los trillizos llorando desmedidamente entre
sus brazos, Jimin también lo hacía, sus mejillas estaban empapadas y su
cabello estaba desordenado. Ubicó a Yoongi y solo se quedó de pie,
mirándolo sin hacer acto de querer calmar al niño. El Alfa se acercó a el, ya
lo había visto un par de veces de esa manera, llorando junto a uno de los
bebés, sintiéndose inútil por no lograr que deje de llorar.
—No se calla... —Susurró cuando Yoongi estuvo a nada de quitarle el bebé
en sus brazos. —No tiene hambre, no tiene sueño, no tiene gases...
—Oh, Jimin....
—¡Eres un tonto!
Hoseok dió un paso atrás y Joowon un paso al frente, caminando hasta una
silla cercana y posicionándola detrás del que peleaba con Yoongi. Lo tomó
del brazo y Jimin salió un momento de su burbuja de furia para mirarla.
Fue sentado por ella sin poder negarse a aquello.
—Yoongi debe decirte algo. —Le dijo ella y Jimin se soltó de su agarre.
—Yoongi...
—Yo no puedo hacer mucho contra la muerte. —Se sincero ella. —Pero
puedo proteger a los niños si me lo pides.
—No puedo hacer nada con niños ajenos si no me lo piden sus padres, es
una regla, los niños son una regla.
—¿Yoongi?
—¿Qué ha dicho?
—No, es que...
El guardia retuvo sus palabras y suspiró mirando a otro lado. ¿Por qué el
nuevo Rey debía ser tan...Idiota? Ni siquiera recordaba que el mismo había
ordenado colocarle aquel trapo en la boca. Decidió callar, siempre era
mejor callar, porque con el Rey Namjoon el siempre, siempre debía tener la
razón, no le gustaba no tenerla.
Con un tirón de la tela el Alfa pudo hablar, pudo tomar una bocanada de
aire y gruñir con fuerza por su ira contenida.
—Dinos tu nombre.
—Los Alfas solemos ser muy orgullosos, el no me dirá nada a menos que
no tenga opción.
El Alfa soltó un suspiro pesado, frunciendo sus labios con fuerza y luego
bufando en voz alta.
—Min Yoongi.
Namjoon se congeló unos segundos, pero luego sus labios curvaron una
sonrisa venenosa. Era de esperarse, Jung Hoseok era amigo de Min
Yoongi, y no era un secreto que Min Yoongi y Namjoon nunca se llevaron
realmente bien. ¿Era aquel un ataque de Hoseok por medio de Min Yoongi
para recuperar su reino? El pelinaranja no se presentó nunca más en el
castillo desde que fue despojado de su corona de Rey para volver a utilizar
una corona de príncipe. Hoseok estaba rencoroso por aquello, Yoongi
posiblemente estaba rabioso por la conexión amistosa que Jimin y
Namjoon tenían, así que para Namjoon todo daba sentido, no necesitaba
más explicaciones que un solo aquel nombre. Se levantó satisfecho con la
respuesta, dándole la espalda y empezando a caminar.
—¿Majestad?
Namjoon sonrió: —No tiene sentido que sigas vivo. —Miró al guardia y
mostró sus colmillos. —Rápido. Debemos partir a Busan.
~•~•~
—Con esta aguja pincho los parpados del destino, y con este hilo rojo
cierro sus ojos para oscurecer su camino.
Joowon comenzó a coser los ojos del sapo, siendo poco torpe y muy rápida
en ello, terminando antes de lo que Hoseok pensaba. Ni siquiera se molestó
en cortar el hilo y separar la aguja, tomó la cinta roja y continuó con su
hablar.
—Ataré esta cinta roja en cada pata para bloquear sus pasos, siendo esta
cinta el hilo del destino que une a un Alfa y un Omega, Jimin y Yeonjun.
—Uno aquí sus sangres y cabellos, como el destino unió sus vidas, dejo
que se mezclen en el agua como tiene el destino planeado se mezclen sus
vidas en realidad.
Pero ella no le respondió, dejo caer las plumas dentro de la olla y acarició
el vapor con las palmas de sus manos, concentrada en lo que se cocinaba
dentro del agua hirviendo.
—Exijo la libertar de estas dos almas encadenadas, exijo que el amor a los
que se les ha comprometido desde tiempo atrás desaparezca y no sean más
que simples personas desentendidas el uno del otro. —Musitó ella con
carácter y una enorme fuerza de voluntad. —Destino, abriré tus ojos de
nuevo para que puedas ver, desataré tus patas para que puedas correr de
nuevo por tu camino, pero debes cumplir mis exigencias, debes liberar a
Jimin y Yeonjun de tus planes, debes obedecer la voz de aquella que ha
logrado hablar contigo, aquella que hoy logrará manipularte.
—Tenemos que...
La nombrada dejó de hablar solo para tensar sus mandíbula y mostrar sus
dientes antes de gruñir, empujando algo invisible con sus manos frente a
ella, al mismo tiempo el sapo empezó a dar vueltas, vueltas y vueltas dentro
de el agua burbujeante y humeante. El agua se volvía color negra, luego,
poco a poco, fue espesa y color vino. Los quejidos del sapo se elevaron en
la habitación y la rubia comenzó a temblar, empezando a mover el dedo
índice de su mano derecha en círculos y círculos. Hoseok la sintió temblar
de manera violenta así que la sostuvo, casi abrazándola con fuerza ante las
sacudidas. Joowon estiró sus manos, queriendo casi adentrarlas a la olla,
pero el pelinaranja se lo impidió, alejándola lo suficiente para que no se
quemara.
Entonces la llama se apago con una fuerte ráfaga de viento que sopló con
fuerza desde algún misterioso lugar y el agua hirviendo no burbujeó más, el
vapor desapareció y las piernas de la bruja fallaron, dejándola caer en el
suelo, siento sostenida por Hoseok en todo momento.
La mujer abrió los ojos con lentitud, mirando a Hoseok casi borroso. El
Alfa le acarició la mejilla y suspiró de alivio puro, limpiando con su pulgar
la nariz goteante.
—Nunca vuelvas a colocar los ojos en blanco así, bruja estúpida, me diste
escalofríos.
—No, pero creí que se caería todo un piso sobre nosotros. —Hoseok miró
hacia arriba comprobando que no, ni siquiera viendo la ya inexistente
grieta. —De igual manera, me iría contigo o sin ti si eso pasaba.
—Eres toda una bestia entrenada, seguro lo harías. —Río levemente ella.
Hoseok negó y sonrió también inclinándose solo para besar los carnosos
labios de la mujer con capricho y diversión, no dándose cuenta que en
medio de una caricia de la misma su cabello se volvía negro. Joowon lo
alejó y con su ayuda se levantó, tomando las tijeras a un lado de la olla y
mirando dentro de la misma.
—Bien, destino. —Habló de nuevo, acercando las tijeras a la cinta roja que
ataba una patas. —Cumplo mi parte, ahora debes cumplir la tuya.
—El sapo se ha vuelto sangre roja junto al resto de las cosas, significa que
mi hechizo ha funcionado. —Murmuró Joowon intacta en su lugar, como si
no pudiera creerlo. —Ahora esperemos que el destino no este resentido.
—He dicho antes que podía morir alguien. —Joowon tomó una taza de té
cercana a ella y un cucharon. —Veo en pequeños destellos el futuro y
tengo corazonadas, eso lo sabes. Dije que puede ser Yeonjun, Jimin o sus
bebés, incluso podría ser Yoongi, pero no puedo predecir al destino, es
rencoroso cuando se juega con el, he visto como reclama vidas de aquellos
que entran en su juego por cosas personales o las vidas de los que más
aman como castigo. Yoongi fue quien planeó esto, así que sus seres más
amados corren el riesgo, igual el, pero no lo dije porque no creo que el
destino cobre con su vida.
—Si, lo intentaré. —Asintió ella. —Son bebés, tal vez el destino les tenga
piedad, más si les doy protección.
—No puedo hacerme responsable de las decisiones que toman aquellos que
tienen conciencia de lo bueno y lo malo, ellos decidieron entrar, ellos
deberán afrontar sus consecuencias.
—Algo parecido.
Hoseok puso mala cara cuando aquel líquido espeso de mal olor fue
servido en la taza de té por Joowon, ella por otro lado empezó a caminar
hacia la puerta para salir. Hoseok la siguió, tomando su mano libre y
entrelazándola con la misma, entonces ella se detuvo.
Sintió la panda roja treparse por sus espalda y poco después sus patas
peludas abrazadas a su cuello, haciéndolo sentir la calidez de su pelaje.
Llevó su peso sin problema, empezando a caminar fuera con ella colgando
tras el. Como era de esperarse varias empleadas estaban por ahí limpiando
y ordenando, una de ellas soltó una exclamación de sorpresa al ver al
animal colgado de Hoseok como una mascota.
~•~•~
Jimin frunció los labios mientras sus ojos se llenaban de lágrimas que se
derramaron sobre la almohada. Frotó su mejilla en ella soltando un sollozo
que le desgarró el alma a Yoongi. El Alfa acortó la distancia entre ellos y
besó su frente con suavidad, bajando a su nariz y terminando en sus labios.
Lo besó con delicadeza y con mucha pasión, suspirando ambos al mismo
tiempo y sintiendo sus estómago revolotear, como cuando a penas
aprendían a amarse mutuamente. Yoongi cerró los ojos y susurró, rozando
sus labios con los rosados de Jimin.
—Yoongi. —Ante el llamado el Alfa abrió los ojos, encontrándose con una
verdosa y angustiante mirada. —Tengo muchísimo miedo.
—Si muero no podré verte nunca más. —Sollozó. —N-No veré más a mis
bebés.
—Mi amor...
—Tú no lo sabes.
—No lo pienses demasiado, no tiene buen sabor, solo tómalo todo rápido.
Joowon asintió: —Y algunas plantas, pero tómalo ahora que esta caliente,
sabrá peor cuando enfríe.
—Jimin, no. —Joowon parpadeó con los ojos abiertos. —Debe ser todo de
una vez.
—Que estúpido. —Se dijo a si mismo el Omega, con pena y tristeza. —Por
poco lo arruino. —Miró a Yoongi y suspiró. —De beberlo no podría
besarte.
—Mis bebés... —Susurró solo para el, sintiendo sus lágrimas escurrir por
su barbilla. —No puedo imaginarme una vida sin ustedes...Pero en todo
caso el que morirá soy voz, será fácil para ustedes, no recordarán mi rostro
o mi voz. —Jimin ahogó un sollozo mientras su mirada viajaba a los
rostros de los niños. —Espero que aún después de la muerte yo pueda
recordarlos.
—¿Cuidarás de ellos?
—Promételo.
—Lo prometo. —Yoongi negó con la cabeza. —Tu lo harás conmigo,
coqueto, solo...
Sus manos fueron a su garganta y la abrazo con las mismas, cerrando los
ojos y empezando a toser. Joowon bajó la mirada y se encogió en su lugar,
sintiendo pena cuando la tos de Jimin empeoraba con cada segundo.
Yoongi le daba palmadas en la espalda, intentaba convencerlo de que debía
respirar, pero Jimin tosió hasta vomitar fuera de la cama. Yoongi lo sostuvo
de los hombros, tocando la frente empañada de sudor frío.
—Jimin, mi amor.
Antes de que Yoongi pudiese decir algo Jimin cayó al suelo, temblando en
el mismo de forma frenética y sacudiéndose violentamente. Yoongi corrió a
tirarse a su lado, sosteniéndolo entre sus brazos en un abrazo fuerte.
—¡Jimin, Jimin!
—Tiembla.
—Jimin...
—Nada.
—Oh, por favor... —Su labio inferior tembló. —Oh, Alfa. Ese ha sido el
peor té de todo el mundo.
—Jimin...
—Tanto, tanto...
—¿Qué tanto?
—En ese caso puedo ser muy dulce. —Ronroneó, acercándose a Jimin y
mordiendo su mejilla de manera juguetona.
El rubio rió: —Estoy bromeando, solo bromeo. —Rió más cuando Yoongi
gruñó y lo mordió más fuerte. —¡Ouch!
—No se juega con los sentimientos de tu Alfa, coqueto. —Advirtió con voz
ronca y seductora. —No es divertido.
—Eres tan dulce. —Musitó Jimin volviendo sus ojos medias lunas. —Y tan
mío, tan malditamente mío.
—Esas palabrotas. —Riñó Yoongi. —No son de Omega, deja las groserías.
Por los niños. —Le guiñó el ojo en burla.
—¡Yoongi!
—¿Qué?
Jimin rodó los ojos al cielo: —Si, Jisoo. Muchas gracias por el desayuno.
Yoongi dejó al bebé rubio acunado entre sus brazos y con su índice tocó los
labios rosados y brillantes por saliva en forma de corazón, jugando con
Taehee mientras el volvía a dormirse. Jimin bajó a Hyunwoo de su hombro
y lo miró sonreír de un momento a otro, como si ser recostado en la cama
lo hiciera feliz.
—No estoy molesto. —Admitió Jimin. —Solo no quiero que vuelvas a caer
en el mismo hoyo.
—Majestad, todo esta listo aquí. —Dijo Jisoo saliendo del baño y
acercándose a la cama. —¿Me los llevo ya?
Jisoo les dió un baño y entre los tres los vistieron, lucían hermosos con sus
pequeños trajes ceremoniales del bautizo y los adornos de los mismos. Los
dejaron en los coches y los empujaron fuera, los trillizos no tardaron en
volver a dormir como hacían casi siempre, así que muy fácilmente
pudieron almorzar en tranquilidad. Jisoo y Seokjin se sentaron con Jimin y
Yoongi por petición de los mismos, obligándolos a hablarles de la boda y el
futuro que tenían planeado juntos.
Yoongi contó como su madre dormía ahí cuando ya sus padres no podían
lidiar el uno con el otro, y como cuando su madre escabullía a Taehyung al
castillo lo dejaba dormir ahí con ella hasta que Yoongi la reemplazó y ella
se iba a otra habitación para dejarlos convivir como hermanos que eran.
Contó como lloraba ahí cuando ella se iba, contó como le tomó odio
incluso a su padre por no haberle dado cariño y atención, como odio haber
existido y como su madre provocó que Taehyung existiera y la alejara de
el.
Entonces Jimin odió todo lo que le hizo daño a su Alfa, pero luego lo dejó
ir, porque entendió que si nada de aquello hubiese pasado ellos no
estuviesen juntos en aquel momento. Jimin no odio a Hyuna, no odió haber
sido reclutado para ser su Omega, no odió los años de encierro, no odió la
espera, porque tenía a Yoongi y lo amaba.
Se amaban.
La llave cerró la puerta y decidieron no volver a abrirla nunca, ya el pasado
era un problema menos y el peso que cargaron alguna vez, por mínimo o
enorme que fuera desaparecía y juntos caminaban hacia el futuro. Uno
brillante y prometedor, con unos trillizos hermosos y demasiado por vivir.
—No pueden verlos así, Majestad. —Casi regaña. —Son los Reyes de
Seoul, ¿Qué van a pensar?
Por otro lado Yoongi agradeció a un Rey y a su esposa por el regalo que
una Beta dejaba al lado de los otros para los bebés, siendo este pesado por
como podía notar Yoongi que la Beta lo dejaba en el piso, la mesa estaba
llena. Cuando se alejaron Joowon y Hoseok se acercaron hasta estar a
metros de distancia de los tronos y las cunas, tal y como debía ser en esas
situaciones. Joowon hizo una reverencia y sonrió cuando la mayoría de las
personas la miraron intimidadas, reconociéndola como una bruja, más no
un escándalo por estar ella con Hoseok.
—Mi regalo para los trillizos viene acompañado de un poco de magia
blanca, ¿Me lo permiten?
—De nuevo con tus cosas raras. Ya veremos cuando te suba a rastras al
carruaje.
—Estrellas. Brillan como las estrellas, tanto que las confundo, lo siento.
Jimin ahogó una risa con su mano, deteniendo el baile un momento para
poder reír tontamente. Luego se estiró y besó a Yoongi por largos
segundos, no lo suficientemente pasional como para llamar la atención,
pero lleno de mucho cariño. Cuando Jimin abrió los ojos y abrazó a Yoongi
pudo ver a Jungkook hacerse paso entre las personas con Boocheon en sus
brazos. Su felicidad se elevó tan alto como su brazo, sabiendo que estaba
fuera de lugar torcer su compostura pero de igual manera gritando.
¿Qué le había pasado? Estaba sucio y descuidado, no parecía ser el, y Jimin
se preguntó entonces si algo malo había pasado. Frunció el ceño en
preocupación junto con Yoongi y ambos dieron pasos en su dirección. De
repente un estruendo tras otro hicieron a la mayoría de las personas en el
lugar soltar un grito de susto. Jimin miró a Jungkook cubrir la cabeza de
Boocheon y colocarse de cuclillas, cuando quiso correr hacia el se detuvo
abruptamente, recordando que tenía una prioridad.
Jimin tomó a Joonhyun de la cuna y corrió tras Jisoo y Seokjin, los cuales
llevaban al otro par y corrían lejos, en dirección a las habitaciones de las
empleadas. Yoongi los siguió y los cubrió hasta que supo que debía
proteger sus espaldas mientras se resguardaban en algún lugar. Le quitó a
uno de sus guardias la espada y actuó tan rápido como su lobo le ordenó,
golpeando a uno de los intrusos con la misma y comenzando a luchar con
el para matarlo.
—¡TAEHYUNG!
—No lo sé, cariño. —Se disculpó el Beta meciendo al niño con nervios.
Hoseok propinó una fuerte patada en el estómago del rebelde que lo hizo
doblarse y soltar a Joowon, la misma al estar libre tocó la cabeza del Alfa e
instantáneamente cayó desmayado en el suelo.
—¿Jimin?
—Yoongi.
El Alfa corrió al lugar de donde provenía la voz, bajo una de las camas, ahí
estaba el rubio con un bebé sobre su pecho, abrazado con furrza. Yoongi le
tendió la mano y de manera rápida pensó en lo mucho que aquella situación
le recordaba a cuando lo había golpeado y se había ocultado de el. Solo que
esta vez Jimin estaba aterrado de desconocidos que armaban un terrorífico
escándalo.
Seokjin y Jisoo salieron del armario al darse cuenta de que nadie peligroso
estaba en la habitación, sosteniendo a Taehee y Hyunwoo, Yoongi ayudó a
Jimin a levantarse y los guió a la puerta.
—¡Min Yoongi! —Llamó alto y claro por sobre los gritos de los demás. —
¡Da la cara y pelea!
Suho quería matar a aquel hombre, pero supo que no podría cuando la
espada atravesó su pecho. Un alarido de dolor lo abandonó cuando fue
arrojado al suelo, lo único que pudo hacer fue arrastrarse hasta su hermana.
Joowon lo miró y las lágrimas resbalaron de sus ojos, entre sus espasmos y
un mareo cegador solo pudo tocar su cabeza y sentir el hocico del lobo en
su cuello, olfeándola y lamiéndola. Escuchó su llanto lastimero, entonces
ella lloró también.
—S-Suho...
—¡Eres una estúpida! —Le gritó rabioso. —¡Sabias que esto pasaría, bruja
tonta!
Suho aulló con las pocas fuerzas que le quedaban y poco después murió
junto con su hermana.
—Será como matar tres pájaros de un tiro. —Dijo aquel hombre con una
sonrisa casi diabólicas. —Serás el primero, luego sera Jung y cuando
encuentre a Min Yoongi...
—¡Salgan, rápido!
El rubio no necesitó tiempo para pensarlo porque lo único que quería era
mantener a salvo a Jungkook y Boocheon, así que volvió a tomar al Omega
en sus brazos y corrió antes de poder tener otro tropiezo indeseado. En
cuanto Yoongi obtuvo la mirada furiosa del Alfa en su persona sostuvo la
espada en posición de ataque, fue entonces cuando un grito resonó en todo
el lugar.
—¡FUEGO!
Como supuso el Alfa entró tras él, pero lo que no esperó fue que arrastrara
un mueble para impedir la salida. El humo comenzaba a acumularse.
—Pues ven.
El Alfa que se hacía llamar Bang Chan corrió hasta el alzando su espada en
lo alto, pero Yoongi pateó su pecho para hacerlo doblar, no esperando el
puño que impactó en su mejilla. Fue empujado y arrojado al suelo, tuvo que
esquivar la espada que casi se clava en su rostro y por pura suerte logró
levantarse. Su agilidad le permitió esquivar golpes y propinar otros, pero
sus ojos empezaban a picar por el humo y una tos empezaba a abandonar
sus labios. Por descuido se dejó derribar de nuevo, esta vez un pie lo
mantuvo en su lugar. Miró los ojos del Alfa con rabia, listo para hacerlo
caer también, pero viéndose inmovilizado por la punta de la espada sobre
su pecho, justo sobre su corazón. Estaba atrapado.
—Lo hice. —Casi grita. —Lo hice, al fin, lo hice, Min Yoongi, te tengo, te
voy a matar al fin...Y seré el Rey.
Yoongi sonrió hasta mostrar sus encías, aceptando la mano que le tendía el
Alfa y levantándose. Tras el algo cayó y los hizo saltar en alerta, el
candelabro había caído quedando destrozado. Supieron que debían salir de
inmediato.
Afuera los rebeldes eran encadenados uno tras otro, los invitados miraban
expectantes la entrada del castillo y murmuraban preocupados mientras el
tiempo pasaba. Jimin meció a su hijo preocupado, Jungkook a su lado
sentado en el suelo miró el castillo con tensión.
—¡Yoongi, mi amor!
—Ya se acabó.
❝EPILOGO❞
Bang Chan, según los rebeldes, era un Alfa que buscaba la justicia que su
abuelo no recibió nunca. Al momento de separar el reino de Geumgi, no
solo estuvieron los Jung y los Min, al parecer los Bang también estuvieron
ahí exigiendo la liberación de un pueblo gobernado por la maldad, pero
cuando los Kim propusieron dividir el reino no contaron con que ellos no
reinarían, a diferencia de los Min y los Jung. Los Bang se llenaron de
resentimiento y desaparecieron del mapa de un día a otro. Con el pasar de
los años su odio e irá la pasaron a sus hijos y nietos, asegurando que
gracias a la injusticia de los Kim, Jung y los Min vivían en la nada, de
manera miserable. Bang Chan fué uno de los que más resentimiento guardó
en su pecho, así que planeó destruir a los reinos, planeando crear una
guerra entre ellos, pero al no tener éxito decidió ir de frente, no contando
con que eso no saldría tan bien para el, pues terminó muerto y los suyos
rastreados y encerrados.
Yoongi arrugó la nariz cuando una mano aplastó su ojo, otra su estómago y
otra tiró de sus cabellos oscuros.
El Alfa estiró su mano y con su dedo limpió la gota pesada de baba que se
deslizaba por el mentón del niño mayor. La mano que aplastaba el ojo del
azabache se movió hasta sus labios, pellizcando y tratando de tirar de ellos.
Miró el rostro de su padre con fascinación, sus labios formando una "o"
mínima cuando Yoongi fingió mordidas a sus pequeños dedos.
—¿Tú tienes algo para decir? —Yoongi besó la palma del niño y le sonrió.
—¿Aún no estás listo? —Hyunwoo sacó la lengua y la pasó por su labios
inferior y hasta su mentón. —No, aún no estás listo.
El azabache descubrió porque sus hijos gateaba y reía tan felizmente y era
que Jimin se acercaba a ellos. Se arrodilló en el césped con una hermosa
sonrisa que volvía sus ojos medias lunas y recibió al niño con los brazos
abiertos, cargándolo en brazos cuando llegó hasta él. Lo besó luego en la
mejilla, y el pequeño niño rubio feliz de metió un dedo a la boca,
gorgojeando. Yoongi se arrastró solo un poco, lo suficiente para un
inclinarse y besar a su Omega en los labios.
—Hola, Mochi.
—Tardaste.
Jimin bufó ante la risa de Yoongi, parecía tan divertido, como si hubiese
contado algún chiste.
Jimin no discutiría con Yoongi, ya habían hablado tanto del tema que
aburría y desgastaba, así que se recostó en el césped y cerró los ojos
dejando de lado al niño que escapaba de sus brazos. Yoongi se aproximó
hasta el, inclinándose y besándolo de nuevo.
—¿Si?
—Si.
Jimin miró al Alfa a los ojos, con cierto reproche en los ojos y un sonrojo
en sus mejillas.
—No tuve la oportunidad de hablar de él, pero era obvio que ustedes se
conocían, lo que me asegura que me mentiste.
—¿En qué?
—Que no te dejaban relacionarte con Alfas.
Yoongi arqueó una ceja: —¿Me dices que nunca te enamoraste del único
Alfa con el convivías a escondidas?
—Claro, como no. —Dijo sarcástico el Alfa mirando a otro lado, pero
permitiendo que el Omega lo continuara besando.
—Tú lo eres.
Fin...
❝CapítuloEspecial❞
Jimin se removió bajo el brazo del Alfa, ganándose un gruñido por parte
del mismo y un pellizco en su nalga derecha. El Omega se quejo y dió un
manotazo al brazo que le evitaba salir de la cama, no obteniendo otro
resultado más que otro pellizco, esta vez en su estómago.
Como respuesta el mayor emitió un gruñido, ni siquiera abrió los ojos, solo
murmuró con voz baja y ronca.
Jimin rió divertido, sintiendo los labios finos besar su mejilla regordeta y
como Yoongi daba una lamida cariñosa.
—Eres un mezquino.
—Que descarado.
—Yoongi. —Se quejó Jimin al sentir los dientes del mayor clavarse con
suavidad en su mejilla como si fuera a dar un gran mordizco a una
manzana. —Iugh. —Dijo sintiendo la lengua babosa mojar su piel en
demasía a propósito. Segundos después el Alfa mordió y babeó un poco
más. —Basta, que asco ¡No!
El Omega se alejó rápidamente y se limpió la mejilla con la funda de su
almohada, mirando mal al Alfa que sólo volvía a quedarse dormido, si es
que alguna vez había despertado. Jimin se arrastró fuera de la cama,
apartando delgado dosel transparentoso de color blanco y buscó su pijama
esparcida en algún lugar del suelo. Se levantó, se estiró y caminó con
pereza hasta tomar su pantalón de pijama y colocárselo.
—Lindo culo.
Jimin miró mal al Alfa por sobre su hombro, seguía "Dormido". Jimin solía
despertar después de Yoongi, pero con el pasar del tiempo la cosa había
cambiado y Jimin despertaba antes y despertaba a Yoongi para que el día
comenzara. El pelinegro se había vuelto algo perezoso en cuanto a dormir y
despertarse, pero para Jimin realmente no era un problema tenerlo en cama
durmiendo y durmiendo. El rubio terminó de vestirse y caminó hasta el
balcón, abriendo sus puertas y caminando afuera para asomarse. Unos
jardineros estaban abajo, regando las plantas y trabajando en las rosas. Un
par logró mirar a Jimin e hicieron una reverencia, a lo que Jimin respondió
con un agitamiento de mano y una sonrisa sin dentadura. Volvió adentro y
se posicionó frente su lado de la cama, frotando sus pies descalzos entre sí
mientras veía a Yoongi dormir.
—Oblígame, amor.
—Me voy.
—¿Si? —Preguntó.
Pero nadie respondió, la puerta se abrió con lentitud, cosa que formó un
mueca de disgusto en Jimin por entrar sin pedir permiso, pero al ver el
cabello rubio revuelto y los ojos verdosos rasgados del cachetón Hyunwoo
sonrió enormemente.
—¡Omma!
Jimin rió y se estiró para tomar sus pequeñas manos, tirando de el hasta
subirlo. Jimin ayudó a Hyunwoo, el cual nunca podía subirse solo a la cama
y pronto todos estuvieron sobre la misma.
Hyunwoo, quien se frotaba uno de sus ojos y que estaba arrodillado frente a
Jimin se estiró para besarlo en la mejilla.
—Annyeong, mi amor.
—No, Tae, claro que no me duele. —Lo calmó enseguida, sabiendo de que
se trataba. —Anoche comí fresas y no me lavé, se me olvidó.
Jimin abrió sus ojos en demasía cuando todos los niños se le subieron
encima y comenzaron a empujarse entre sí, peleando y gritando, uno de
ellos incluso golpeando al otro; Hyunwoo a Joonhyung. Jimin los miró mal
y se cubrió el pecho con sus manos a pesar de que ya su pijama lo cubría.
Los niños no hicieron más que ignorarlo, continuaron con su tierna pelea y
sus golpes, pero Yoongi se estresaba muy rápido con los gritos tan
temprano, así que emitió un gran gruñido de lobo que hizo callar a los
niños, los cuales le dieron su atención enseguida.
—Yo no fui. —Casi canturrea Taehee, librándose de toda culpa con una
sonrisa mientras se ocultaba tras el brazo de Jimin.
—Es que no sale. —Casi chilla el, mirando a su padre y dejando caer sus
brazos dramáticamente a sus lados. —¡No sale, Appa!
—Estás grande para tomar leche de teta. —Le dijo Yoongi, logrando que
este se encogiera en su lugar.
~•~•~
El niño dentro de la tina miró entre sus piernas y señalo lo que adornaba
entre ellas. Sus hermanos miraron curiosos y luego lo hicieron entre sus
propias piernas. Yoongi dejó caer el agua sobre la cabeza del niño,
haciendo que se cegara un momento con su cabello rubio cayendo sobre
sus párpados.
—Eso es tu pipilu.
—¿Pipilu?
—Ah.
Joonhyung dejó de ver entre sus piernas y tocó sus pies, jugando con ellos
bajo el agua, perdiendo el interés en aquello, mientras Hyunwoo reía.
Yoongi ladeó una sonrisa, lavando el cabello del menor.
—Porque eres grande. —Dijo Taehee, lavantando sus brazos lo más que
pudo. —Así de grande.
—¿Pero si mi pipilu?
—¡PIPIIIIIIII!
Yoongi hizo una mueca y entrecerró los ojos en molestia ante el grito
desesperado.
—Listo.
—Sip.
Yoongi tomó de nuevo al niño entre sus brazos y lo llevó a la tina, dándole
una última enjuagada antes de dejarlo fuera y comenzar a secarlo. Luego a
otro y a otro. Los niños miraron a su padre desde abajo secarse el cabello y
el resto del cuerpo, esperando a que dijera algo.
—En su habitación.
Y en el descuido del Alfa los niños corrieron riendo hasta llegar a abrir la
puerta. Los pequeños pasos y las risas hicieron que Yoongi asomara la
cabeza, justo a tiempo para verlos salir atropellándose uno tras otro.
—¡Niños! ¡No!
Solo pudo ver unas nalguitas salir de último por aquella puerta.
—¡No!
—¡Jisoo! —Casi resopla Yoongi llegando hasta ellos, miró a los niños
molesto. —Niños.
—Por favor.
Taehee miró a Jisoo mientras se alejaban y le empezó a hablar, palabras
que Yoongi pudo escuchar.
—¿Después desayunamos?
Yoongi rodó los ojos al cielo y se dió media vuelta, ignorando a los
guardias y volviendo a su habitación, deteniéndose a mitad de camino en
ella antes de chocar con un rubio de ojos verdes. Jimin sonrió y cortó el
espacio para besarlo.
Sin nada que decir Jimin se mordió el labio inferior y sonrió, delineándolo
juguetonamente luego con su lengua. Yoongi se relamió los suyos
entendiendo aquello y cerró la puerta tras el con seguro, tomando al rubio
de la cintura y sonriéndole con una felina mirada azabache llena de
travesura.
—Shht, que tenemos poco tiempo antes de que algún niño toque esa puerta.
Jimin rió y se dejó llevar hasta la cama, en donde fue sentado con cuidado
mientras Yoongi acariciaba sus hebras doradas con cariño. El ojiverde
pestañeó de manera coqueta un par de veces y cuando Yoongi paseó su
pulgar por sus labios lo capturó entre sus dientes.
~•~•~
—Joonhyung, sentado.
Jimin se inclinó un poco y estiró sus brazos justo a tiempo para sostener al
niño desobediente de los brazos y detener su andar, alzándolo por el aire y
posándolo sobre su cadera izquierda. Taehee sonrió corriendo hasta su
asiento y subiendo con mucha complejidad.
—No seas egoísta, además es hora de comer. —Le dijo Jimin sentándolo a
un lado de Hyunwoo. —A comer, ¿Ya estamos listos?
—Así no. —Río Yoongi negando por las ocurrencias de sus hijos.
—Ah. —El niño tomó la mano de Taehee y de Joonhyung, mientras que los
otros niños enlazaban sus manitos con la de quien quedara a su lado, siendo
imitados por los mayores. Cerró sus ojos. —Dios...Uhm...Gracias por el
pan...El jugo...Las galletas, la... —El niño miró a Jisoo unos asientos más
allá. —¿También la leche de teta?
Como siempre todo fue caótico, los niños se peleaban por alguna comida
que al final terminaban compartiendo, derramaban algo sobre la mesa al no
ser lo suficientemente altos para llegar, ni siquiera con el cojín bajo su
trasero que los desestabilizaba. Había siempre un desastre, camisas llenas
de jalea, bigotes falsos de algún jugo, migas de algo en las mejillas...Lo de
cada día al comer.
El rubio Omega sonrió con malicia al ver un paquete atado con cuerdas
finas, un par de iniciales hechas con tinta casi desbordada viéndose casi
borrosas en una esquina. Tal vez se había mojado y por eso era casi
ilegible, pero Jimin podía reconocer las letras.
P.J.
Con rapidez Jimin dejó caer el paquete y con la parte posterior de su pie
derecho la pateó tras él lo suficientemente fuerte como para que —con
suerte —desapareciera bajo la cama.
La mirada del ojiverde logró captar la oscura y gatuna que se asomaba con
confusión por aquella puerta, la voz ronca y pesada saliendo de los labios
finos y rosados del Alfa que se adentraba a la habitación.
—¿Jimin? —Musitó.
—Yoongi. —El Omega junto sus manos sobre su pecho y tensó los labios,
dando pasos hasta él a medida de que él Alfa se acercaba. —Ahí estás.
—Buscándote. —Mintió.
Jimin cerró la boca y parpadeó, sus manos yendo a los hombros desnudos
del Alfa y acariciándolos.
Yoongi se limitó a torcer una sonrisa que no llegó a tocar sus ojos, y negó
muy levemente, bajando sus manos a la cintura del Omega, tirando de él
más cerca.
—Claro que no, solo me tomó por sorpresa oler tu aroma desde allá afuera.
—Murmuró Yoongi.
Jimin sonrió y entrecerró sus ojos por su sonrisa, sintiendo como Yoongi
quería unirse a él en un abrazo. Jimin envolvió su cuello con sus brazos y
se estiró para unir sus labios, no dejando que mirara tras él. El Alfa aceptó
el beso suave que le daba el rubio y besó su nariz luego, acariciando sus
costados. Los ojos gatunos miraron los verdosos mientras negaba
levemente con su cabeza y hablaba de nuevo.
—Tú también.
—Entonces vamos.
—Si. —Una sonrisa por parte del mayor lo hizo apegarse a él. —Vámonos
a dormir.