La evaluación de los ancianos suele ser diferente de la evaluación médica convencional. En
ellos, y en especial los muy ancianos o debilitados, la anamnesis y el examen físico pueden realizarse en diferentes momentos, y el propio examen puede requerir 2 consultas, porque los pacientes se cansan rápido. Los ancianos presentan problemas de salud diferentes, a menudo más complejos, como múltiples enfermedades, que pueden requerir varios fármacos (polimedicación) y mayor probabilidad de prescripción de un fármaco de alto riesgo. En promedio, los ancianos presentan 6 enfermedades diagnosticables, y el médico de atención primaria muchas veces desconoce algunas de ellas. Una enfermedad en un aparato o sistema puede debilitar otro aparato o sistema, exacerbar el deterioro de ambos y producir discapacidad, dependencia y, sin intervención, la muerte. La existencia de varias enfermedades simultáneas complica el diagnóstico y el tratamiento y los efectos se amplifican por las desventajas sociales (p. ej., el aislamiento) y la pobreza (dado que muchos pacientes sobreviven a sus recursos y a sus pares que los podrían acompañar) y por problemas funcionales y financieros. Los médicos también deben prestar una atención especial a algunos síntomas geriátricos frecuentes (p. ej., delirio, mareos, síncope, caídas, problemas de movilidad, pérdida de peso o apetito, incontinencia urinaria), que pueden ser secundarios a enfermedades de varios órganos. Anamnesis La entrevista y la evaluación de los ancianos suele requerir más tiempo, en parte porque tienen características que interfieren sobre la evaluación. Deben considerarse los siguientes elementos: Deficiencias sensitivos: si el paciente usa prótesis dentales, lentes o audífonos en condiciones normales, debe usarlos para facilitar la comunicación durante la entrevista. Subinforme de los síntomas: los pacientes ancianos pueden no informar síntomas que consideran parte de su envejecimiento normal (disnea, deficiencias auditivas o visuales, problemas de memoria, incontinencia, trastornos de la marcha, estreñimiento, mareos, caídas). Sin embargo, ningún síntoma debe atribuirse al envejecimiento normal salvo que se realice una evaluación minuciosa y se excluyan otras posibles causas. Manifestaciones no habituales de un trastorno: los ancianos pueden no experimentar las manifestaciones típicas de la enfermedad. En cambio, pueden manifestar síntomas inespecíficos (cansancio, confusión, pérdida de peso). Deterioro funcional como única manifestación: las enfermedades pueden manifestarse sólo con deterioro funcional. En ese caso, las preguntas habituales pueden no resultar útiles. Por ejemplo, cuando se le pregunta a un paciente con artritis grave por síntomas articulares, puede no informar el dolor, edema ni rigidez, pero si se le pregunta acerca de cambios en las actividades, puede informar, por ejemplo, que desde hace bastante tiempo no realiza caminatas ni concurre al hospital para realizar tareas voluntarias. La averiguación acerca de la duración del deterioro funcional (p. ej., ¿desde hace cuánto tiempo no es capaz de realizar las compras por sus propios medios?) puede proporcionar información útil. Dificultades para recordar: los pacientes pueden no recordar con exactitud los antecedentes de enfermedades, hospitalizaciones, operaciones y consumo de fármacos, y el médico debe obtener estos datos de otras fuentes (p. ej., miembros de la familia, registro de salud ambulatoria o historia clínica). Miedo: los ancianos pueden mostrarse reticentes a informar síntomas porque temen la hospitalización, que pueden asociar con la muerte. Trastornos y problemas relacionados con la edad: la depresión (frecuente en adultos mayores vulnerables y enfermos), las pérdidas acumulativas asociadas con la vejez y las molestias ocasionadas por la enfermedad pueden determinar que los ancianos sean menos aptos para proporcionar información relacionada con la salud a los médicos. Entrevista Los datos que pueda obtener el médico acerca de las preocupaciones cotidianas del paciente anciano, sus circunstancias sociales, su función mental, su estado emocional y su sentido del bienestar contribuyen a orientar y guiar la entrevista. La descripción de un día típico revela información acerca de la calidad de vida y la función mental y física. En particular, esta aproximación es útil durante la primera cita con el paciente. Se le debe brindar al paciente el tiempo necesario para comentar los temas que le resultan importantes. La información obtenida puede ayudar al profesional a comunicarse mejor con los pacientes y los miembros de su familia. El examen del estado mental puede ser necesario al principio de la consulta para determinar si la información ofrecida por el paciente es fiable; este examen debe realizarse con delicadeza de manera que el paciente no se sienta incómodo, ofendido o adopte una actitud defensiva. Se deben hacer anualmente estudios de detección de rutina para los trastornos físicos y psicológicos. A menudo, ciertas claves verbales y no verbales (p. ej., la forma en que se relata la historia, la velocidad del habla, el tono de la voz, el contacto ocular) pueden ofrecer información, como se ve a continuación: Depresión: los ancianos pueden omitir o negar los síntomas de ansiedad o depresión, pero los expresan a través de un disminución del volumen de la voz y el entusiasmo o, incluso, con lágrimas. Salud física y mental: la información de los pacientes acerca del sueño y el apetito puede ser muy reveladora. Aumento o descenso de peso: los médicos deben señalar cambios en la forma en que les calza la ropa o las prótesis dentales. A menos que haya un deterioror del estado mental, el paciente debe ser entrevistado solo para estimular el comentario de aspectos personales. Los médicos también pueden necesitar hablar con un familiar o un cuidador, que puede dar una perspectiva diferente acerca de la función, y el estado mental y emocional. Estas entrevistas se pueden realizar con el paciente ausente o presente. El médico debe pedirle permiso al paciente antes de llamar a un familiar o un cuidador para que esté presente durante la entrevista y le debe explicar que esto es habitual. Si se entrevista al cuidador sin el paciente presente, se le debe proporcionar al paciente una ocupación (p. ej., completar un cuestionario estandarizado, entrevista con otro miembro del equipo multidisciplinario). Si corresponde, el médico debe considerar la posibilidad de abuso de fármacos por parte del paciente y de abuso del paciente por el cuidador. Anamnesis Cuando se averiguan los antecedentes médicos, debe consultarse acerca de trastornos que solían ser comunes en el pasado (fiebre reumática, poliomielitis) y tratamientos antiguos (p. ej. terapia del neumotórax en caso de tuberculosis, mercurio para la sífilis). También es preciso conocer las vacunaciones (p. ej., tétanos, gripe, neumococo) que recibió el paciente, las reacciones adversas a las inmunizaciones y los resultados de las pruebas cutáneas para identificar tuberculosis. Si el paciente recuerda haberse sometido a una cirugía, pero no el procedimiento específico o su propósito, siempre que sea posible deben obtenerse los registros quirúrgicos. El médico debe formular preguntas diseñadas para revisar en forma sistemática cada área o sistema corporal (revisión de sistemas) para comprobar otras enfermedades y problemas frecuentes que los pacientes pueden haber olvidado mencionar. Antecedentes farmacológicos Deben registrarse los fármacos recetados al paciente y entregarse una copia a éste o a su cuidador. El registro debe contener Fármacos utilizados Dosis Esquema de dosificación Médico que lo prescribió Razón de la prescripción Naturaleza precisa de alergias farmacológicas Todos los medicamentos que se utilizan deben ser registrados, incluyendo Fármacos tópicos (que puede ser absorbidos sistémicamente) Medicamentos de venta libre (que pueden ocasionar graves consecuencias si se abusa de ellos y pueden interactuar con los medicamentos recetados) Suplementos dietéticos Preparados de hierbas medicinales (porque muchos pueden interactuar de manera adversa con medicamentos que se venden bajo receta y de venta libre) Antecedentes de alcoholismo, tabaquismo y drogadicción Hay que buscar signos de enfermedades asociadas con el consumo de alcohol (que suelen subdiagnosticarse en los ancianos). Estos signos incluyen confusión, ira, hostilidad, aliento a alcohol, trastornos del equilibrio y la marcha, temblores, neuropatía periférica y deficiencias nutricionales. Los cuestionarios sistematizados y las preguntas para determinar la cantidad y la frecuencia del consumo de alcohol pueden ser útiles. La Short Michigan Alcohol Screening Test-Geriatric Version (o SMAST-G) es una prueba de 10 preguntas diseñada para personas de 65 años o más. Dos o más respuestas "sí" sugieren la posibilidad de abuso de alcohol. 1. Al hablar con otros, ¿alguna vez ha subestimado cuánto bebes? 2. Después de unos tragos, ¿alguna vez no ha comido o ha podido saltearse una comida porque no tenía hambre? 3. ¿Tomar algunas bebidas ayuda a disminuir su agitación o sus temblores? 4. ¿El alcohol a veces le dificulta recordar partes del día o de la noche? 5. ¿Suele tomar un trago para relajarse o calmar sus nervios? 6. ¿Bebe para olvidar sus problemas? 7. ¿Alguna vez ha aumentado su consumo de alcohol después de experimentar una pérdida en su vida? 8. ¿Alguna vez un médico o una enfermera dijeron que estaban preocupados por su consumo de alcohol? 9. ¿Alguna vez ha establecido reglas para administrar su consumo de alcohol? 10. Cuando se siente solo, ¿le ayuda tomar un trago? Antecedentes nutricionales Debe determinarse el tipo, la cantidad y la frecuencia de la alimentación. Los pacientes que consumen ≤ 2 comidas al día presentan un riesgo elevado de desnutrición. Los médicos deben formular las siguientes preguntas: Dietas especiales (p. ej., hiposódica, con bajo contenido de hidratos de carbono) o dietas muy hipocalóricas auto prescritas Ingesta de fibras en la dieta y vitaminas que se venden bajo receta o de venta libre Pérdida de peso o cambios en la forma que le queda la ropa Cantidad de dinero que gasta el paciente en alimentos Accesibilidad a los alimentos y artefactos adecuados para cocinar Variedad y frescura de los alimentos Hay que evaluar si el paciente es capaz de comer (masticar y deglutir) Esto puede verse comprometido en aquellos con xerostomía o problemas dentales, lo que es habitual en los ancianos. La reducción del gusto o el olfato puede disminuir el placer por la comida, y hacer que el paciente coma menos. Aquellos con compromiso visual, artritis, inmovilidad o temblores pueden hallar dificultades para preparar la comida e incluso quemarse o lastimarse mientras cocinan. Los individuos preocupados por la incontinencia urinaria pueden reducir su ingesta de líquido y, como consecuencia, también comer menos. Antecedentes de salud mental Los problemas de salud mental pueden no detectarse fácilmente en los ancianos. Los síntomas que pueden indicar una enfermedad mental en pacientes más jóvenes (p. ej., insomnio, cambios en el patrón del sueño, estreñimiento, disfunción cognitiva, anorexia, pérdida de peso, cansancio, preocupación por las funciones corporales, aumento del consumo de alcohol) pueden deberse a otra razón en los ancianos. Los episodios de tristeza, desesperanza y llanto pueden indicar depresión. La irritabilidad puede ser el síntoma afectivo principal de la depresión, o los pacientes pueden mostrar una disfunción cognitiva. La ansiedad generalizada es el trastorno mental más frecuente en los ancianos y acompaña con frecuencia a la depresión. Se les debe preguntar a los pacientes si tuvieron alucinaciones o delirios, si recibieron atención mental en el pasado (incluso psicoterapia, internación en instituciones mentales y terapia electroconvulsiva), el uso de fármacos psicoactivos y cambios recientes en las circunstancias. Muchas circunstancias (p. ej., pérdida reciente de un ser querido, pérdida de la audición, cambio del lugar de residencia o la convivencia, pérdida de la independencia) pueden contribuir a provocar depresión. Es importante conocer las creencias espirituales y religiosas del paciente, por ejemplo, su interpretación personal del envejecimiento, el deterioro de la salud y la muerte. Estado funcional La evaluación geriátrica global debe incluir la capacidad del paciente de valerse por sí mismo, o si requiere cierto grado de ayuda para las actividades básicas de la vida cotidiana (ABVC) o actividades instrumentales de la vida cotidiana (AIVC) o necesita asistencia geriátrica total. Pueden formularse preguntas abiertas acerca de las capacidades del paciente para realizar actividades o el paciente puede completar un formulario de evaluación estandarizado con preguntas sobre actividades básicas e instrumentales específicas de la vida cotidiana. Antecedentes sociales Los médicos deben obtener información sobre la forma de vida del paciente, en particular dónde y con quién vive (p. ej., si vive solo en una casa aislada o en un departamento que forma parte de un edificio poblado), la accesibilidad a su residencia (p. ej., por escaleras o sobre una colina) y los medios de transporte disponibles para acceder a su vivienda. Estos factores afectan la capacidad para conseguir los alimentos, la atención sanitaria y otros recursos importantes. También debe determinarse el número de habitaciones, la cantidad y el tipo de teléfonos, la presencia de detectores de humo y de monóxido de carbono y la condición del sistema de calefacción y la plomería de la vivienda, así como la disponibilidad de elevadores, escaleras y aire acondicionado. La evaluación de la seguridad del hogar permite definir las características que pueden promover caídas (p. ej., iluminación inadecuada, bañeras resbaladizas, alfombras mal adheridas) y sugerir soluciones. La descripción del paciente de un día típico, con comentarios sobre actividades como lectura, televisión, trabajo, ejercicios, actividades recreativas e interacción con otras personas, proporciona información muy útil. Los médicos deben formular las siguientes preguntas: Frequencia y naturaleza de los contactos sociales (p. ej., amigos, reuniones con otros ancianos), visitas de familiares y participación en actividades religiosas o espirituales Conducción de automóviles y disponibilidad de otras formas de transporte Cuidadores y sistemas de contención (p. ej., iglesias, grupos de ancianos, amigos, vecinos) disponibles para el paciente Capacidad de los miembros de la familia de ayudar al paciente (p. ej., capacidad laboral, estado de salud, lejanía respecto del domicilio del paciente) Actitud del paciente hacia los miembros de su familia y de ellos hacia él (incluso nivel de interés para ayudarlo y deseo de ayudar) Debe registrarse el estado marital del paciente. Las preguntas relacionadas con prácticas y satisfacción sexual deben realizarse con delicadeza y sensibilidad, pero deben ser completas. También es necesario establecer el número y sexo de las parejas sexuales y el riesgo de enfermedades de transmisión sexual. Asimismo, debe consultarse sobre el nivel educativo, los trabajos realizados, las exposiciones conocidas a radiactividad o asbesto y sus pasatiempos actuales y del pasado. También debe indagarse acerca de dificultades económicas asociadas con el retiro, un ingreso fijo o la muerte del cónyuge o la pareja. Los problemas financieros o de salud pueden conducir a la pérdida del hogar, el estado social o la independencia. Se les debe preguntar a los pacientes sobre las relaciones pasadas con otros médicos, dado que el paciente puede haber perdido a un médico que lo atendió durante muchos años a causa de su retiro o muerte o porque el paciente se mudó. Examen físico La observación del paciente y sus movimientos (p. ej., deambulación en el consultorio, sentarse o levantarse de una silla, acostarse o levantarse de la camilla, ponerse o sacarse las medias y los zapatos) puede proporcionar información útil sobre su funcionalidad. Su higiene personal (p. ej., vestimenta, limpieza, olor) puede aportar información sobre el estado mental y la capacidad de cuidar de sí mismo. Si el paciente se cansa, el examen físico puede detenerse y continuar en otra consulta. Los pacientes ancianos pueden requerir más tiempo para desvestirse y trasladarse a la camilla; no deben ser apurados. La camilla debe ajustarse a una altura que el paciente pueda acceder fácilmente; un banquito puede ayudarlo. El médico debe describir el aspecto general del paciente (p. ej., cómodo, inquieto, desnutrido, desatento, pálido, disneico, cianótico). Si el examen se realiza en la cama, debe tomarse nota del uso de cojines o colchones protectores, barandas (parciales o completas), restricciones físicas, sonda urinaria o pañal para adultos. Signos vitales En cada consulta debe registrarse el peso. La altura se registra anualmente para comprobar su reducción por osteoporosis. También debe registrarse la temperatura. La hipotermia puede pasar inadvertida si el termómetro no es capaz de medir temperaturas unos pocos grados por debajo de las normales. La ausencia de fiebre no excluye infección. Los pulsos y la presión arterial deben medirse en ambos brazos. El pulso se registra durante 30 segundos; toda irregularidad observada debe quedar anotada en la historia clínica. Dado que numerosos factores pueden alterar la presión arterial, ésta debe medirse varias veces tras descansos de > 5 minutos. En todos los pacientes ancianos, debe buscarse la existencia de hipotensión ortostática dado que es frecuente. La presión arterial se mide con el paciente en decúbito supino y luego, tras haber permanecido de pie durante 3 a 5 minutos. Si la presión arterial sistólica disminuye ≥ 20 mmHg una vez que el paciente se pone de pie o se detectan síntomas de hipotensión, se diagnostica hipotensión ortostática. Se requiere precaución cuando se evalúan pacientes hipovolémicos. La frecuencia respiratoria normal en los ancianos puede ser de hasta 25 respiraciones/minuto. Una frecuencia > 25 respiraciones/minuto puede ser el primer signo de infección respiratoria baja, insuficiencia cardíaca u otra enfermedad. Piel y uñas: En la inspección inicial puede evaluarse el color (rubor normal, palidez, cianosis). La exploración consiste en la búsqueda de lesiones premalignas y malignas, isquemia tisular y úlceras por decúbito. En los ancianos, deben considerarse los siguientes elementos: Las equimosis pueden aparecer fácilmente en la piel lesionada, a menudo en el antebrazo, porque la dermis se adelgaza con el envejecimiento. El bronceado dispar puede ser normal debido a la pérdida progresiva de melanocitos con el envejecimiento. Los surcos longitudinales sobre las uñas y la ausencia de lúnulas en forma de medialuna son hallazgos normales en los ancianos. Pueden identificarse fracturas de la placa ungueal debido a su adelgazamiento asociado con el paso de los años. Las hemorragias negras en astilla en el tercio medio o distal de la uña son más frecuentes debido a traumatismos que a bacteriemia. El hallazgo de una uña del dedo del pie amarillenta y engrosada indica onicomicosis, que es una infección micótica. Los bordes de las uñas de los pies que se curvan hacia adentro y hacia abajo sugieren una "uña encarnada" (onicocriptosis). Las uñas blanquecinas que se descaman con facilidad, a veces con superficie puntiforme, indican psoriasis. Los hematomas de causa desconocida pueden indicar abusos. Cabeza y cuello Cara Los hallazgos normales relacionados con la edad pueden incluir los siguientes: Cejas que caen por debajo del borde orbitario superior Descenso del mentón Pérdida del ángulo entre la línea submandibular y el cuello Arrugas Piel seca Vellos terminales gruesos en las orejas, la nariz, sobre el labio superior y el mentón Nariz: El descenso progresivo de la punta de la nariz es un hallazgo normal. Puede aumentar la separación entre los cartílagos laterales superior e inferior y agrandar y elongar la nariz. Ojos: Los hallazgos normales relacionados con la edad son los siguientes: Pérdida de la grasa orbitaria: puede causar un hundimiento gradual de los ojos en dirección posterior dentro de la órbita (enoftalmos). Seudoptosis (reducción del tamaño de la apertura palpebral) Entropión (inversión de los bordes palpebrales inferiores) Ectropión (eversión de los bordes palpebrales inferiores) Arco senil (anillo blanco en el limbo) Con el envejecimiento aparece la presbicia; el cristalino pierde elasticidad y disminuye su capacidad de cambiar de forma durante la visión de objetos cercanos. El examen ocular debe enfocarse en la evaluación de la agudeza visual (p. ej., con una cartilla de Snellen). Los campos visuales deben evaluarse en la cabecera del paciente mediante confrontación, es decir que se le debe pedir al paciente que mire al examinador de manera de poder determinar diferencias entre el campo visual del examinador y el del paciente. La oftalmoscopia se realiza para identificar cataratas , degeneración del nervio óptico o degeneración de la mácula y evidencias de glaucoma , hipertensión o diabetes . En todos los ancianos, se recomienda un examen ocular a cargo de un oftalmólogo o un optometrista cada 1 o 2 años dado que este examen puede ser mucho más sensible para detectar ciertas enfermedades oculares frecuentes (p. ej., glaucoma, cataratas, enfermedades retinianas). Oídos: El conducto auditivo externo debe examinarse para detectar cerumen, en especial si se encuentra un problema de audición durante la consulta. Si un paciente usa un audífono externo, este debe retirarse y evaluarse. Para evaluar la audición, los examinadores deben susurrar 3 a 6 palabras o letras al azar en ambos oídos del paciente sin que éste mire sus labios. Si el paciente repite correctamente al menos la mitad de las palabras que escuchó en cada oído, se considera que la audición es funcional para la conversación entre dos personas. Los pacientes con presbiacusia (deficiencia auditiva gradual, bilateral, simétrica y a predominio de altas frecuencias relacionada con la edad) tienen más dificultades para escuchar un diálogo que para escuchar sonidos. Boca La boca se examina para identificar gingivorragia o inflamación de las encías, pérdida o rotura de piezas dentarias, infecciones micóticas y signos de cáncer (p. ej., leucoplasia, eritroplasia, úlceras, tumores). Los hallazgos pueden incluir Oscurecimiento de los dientes: debido a colorantes extrínsecos y a disminución de la transparencia del esmalte, que se asocian con el envejecimiento Fisuras en la boca y la lengua, la lengua se pega a la mucosa yugal: xerostomía Encías eritematosas y edematosas que sangran fácilmente: en general, indican una enfermedad gingival o periodontal Mal aliento: puede indicar caries, periodontitis, otras enfermedades bucales o, a veces, enfermedades pulmonares Deben examinarse las superficies dorsal y ventral de la lengua. Los cambios más frecuentes relacionados con la edad son las várices venosas en la superficie ventral, la glositis migratoria benigna (lengua geográfica) y la atrofia de las papilas en las caras laterales de la lengua. En pacientes edéntulos, la lengua puede agrandarse para facilitar la masticación. No obstante, este aumento de tamaño también puede indicar amiloidosis o hipotiroidismo . El dolor en una lengua de textura lisa puede indicar una deficiencia de vitamina B12 . Las prótesis dentales deben extraerse antes de examinar la boca. Estas prótesis aumentan el riesgo de candidiasis bucal y de reabsorción de las crestas alveolares. La inflamación de la mucosa palatina y las úlceras en las crestas alveolares pueden deberse al uso de prótesis inadecuadas. Debe palparse el interior de la boca. Una glándula parótida edematizada, dura y dolorosa a la palpación puede indicar una parotiditis, en particular en pacientes deshidratados. En aquellos con parotiditis bacteriana, puede exprimirse pus a través del conducto de Stensen. Los microorganismos causales suelen ser estafilococos. Articulación temporomandibular: Esta articulación debe examinarse para identificar degeneración (artrosis), que es un cambio frecuente relacionado con la edad. La glándula tiroides, localizada en la porción inferior del cuello en los ancianos, a menudo debajo del esternón, debe examinarse para determinar si está aumentada de tamaño y si contiene nódulos. Los soplos carotídeos debidos a la transmisión de soplos cardíacos pueden diferenciarse de los generados por la estenosis de la arteria carótida moviendo el estetoscopio hacia arriba en el cuello: un soplo cardíaco transmitido se vuelve más suave, mientras que el soplo de la estenosis de la arteria carótida se hace más intenso. Los soplos debidos a estenosis de la arteria carótida sugieren una aterosclerosis sistémica. A continuación, debe comprobarse la flexibilidad del cuello. La resistencia a la flexión, la extensión y la rotación lateral pasivas puede indicar un trastorno de la columna vertebral cervical. Tórax y espalda Todos los campos pulmonares deben examinarse mediante percusión y auscultación. Pueden auscultarse estertores basilares en pulmones de pacientes sanos, pero deben desaparecer después de varias respiraciones profundas. También debe registrarse la extensión de las excursiones respiratorias (movimiento del diafragma y capacidad de expandir el tórax). La espalda debe examinarse para detectar escoliosis y dolor a la palpación. El dolor intenso en la región lumbar, la cadera y la pierna con marcado dolor sacro a la palpación pueden indicar fracturas osteoporóticas espontáneas del sacro, que pueden encontrarse en ancianos. Mamas Tanto en los hombres como las mujeres, las mamas deben evaluarse anualmente para hallar irregularidades y nódulos. En las mujeres ≤ 74 años, la mamografía de cribado también se recomienda, en especial cuando hay antecedentes familiares de cáncer de mama. Si los pezones estrán retraídos, debe aplicarse presión alrededor de ellos para evertirlos; la presión evierte los pezones cuando la retracción se debe al envejecimiento, no así cuando existe una lesión subyacente. Corazón El tamaño del corazón puede evaluarse palpando la punta. No obstante, su desplazamiento por cifoescoliosis puede complicar la evaluación. La auscultación debe realizarse en forma sistemática (frecuencia, regularidad, soplos, chasquidos y frotes). Una bradicardia sinusal asintomática de causa desconocida en una persona mayor aparentemente sana puede no tener importancia clínica. Un ritmo irregularmente irregular sugiere una fibrilación auricular . Aparato gastrointestinal El abdomen se palpa en busca de debilidad de los músculos abdominales, que es frecuente en ancianos y puede predisponer al desarrollo de hernias. La mayoría de los aneurismas de la aorta abdominal se palpan como un tumor pulsátil; no obstante, sólo es posible evaluar su dimensión lateral durante el examen físico. En algunos pacientes (en particular delgados) es posible palpar la aorta normal, pero el vaso y sus pulsaciones no se extienden en dirección lateral. La ecografía de la aorta se recomienda como estudio de cribado para todos los hombres mayores que han fumado alguna vez. El hígado y el bazo deben palparse para determinar si están aumentados de tamaño. También debe comprobarse la frecuencia y las características de los ruidos intestinales y percutir el área suprapúbica para identificar la presencia de dolor a la palpación, molestias o signos de retención urinaria. El área anorrectal debe examinarse desde el exterior en busca de fisuras, hemorroides y otras lesiones. También se debe evaluar la sensibilidad y el reflejo de guiño anal. Tanto en hombres como en mujeres debe realizarse un tacto rectal para detectar tumores, estenosis, dolor, o bolos fecales. También se debe hacer estudio para identificar sangre oculta en materia fecal. Aparato reproductor masculino Debe palparse la próstata en busca de nódulos y dolor a la palpación y para definir su consistencia. La estimación del tamaño de la próstata con tacto rectal es imprecisa y el tamaño no se correlaciona con la presencia de obstrucción uretral; no obstante, el tacto rectal permite una evaluación cualitativa. Aparato reproductor femenino Para realizar el examen pelviano bimanual, las pacientes que carecen de movilidad en la cadera pueden recostarse en decúbito lateral izquierdo. La reducción posmenopáusica de la concentración de estrógenos produce atrofia de las mucosas vaginal y uretral; la mucosa vaginal se encuentra seca y sin pliegues. Los ovarios no deben poder palparse 10 años después de la menopausia; la presencia de ovarios palpables sugiere un cáncer. También debe examinarse el introito para detectar prolapso de la uretra, la vagina, el cuello uterino y el útero. Se debe pedir a la paciente que tosa para evidenciar un escape de orina y un prolapso intermitente. No se recomienda la prueba de Papanicolaou (Pap) para mujeres ≥ 65 años que hayan tenido resultados normales en los 10 años anteriores. Sistema musculoesquelético: Deben examinarse las articulaciones para identificar dolor espontáneo o a la movilización, tumefacción, subluxaciones, crepitación, calor, eritema y otras alteraciones que podrían sugerir una enfermedad. Pies : El diagnóstico y el tratamiento de los problemas de los pies , cuya frecuencia aumenta con el envejecimiento, ayudan a las personas ancianas a mantener su independencia. Los hallazgos más frecuentes relacionados con la edad son la deformidad en valgo del primer metatarsiano, la prominencia medial de la cabeza del primer metatarsiano con desviación lateral y rotación del primer dedo y la desviación lateral de la cabeza del quinto metatarsiano. El "dedo martillo" (hiperflexión de la articulación interfalángica proximal) y el dedo en garra (hiperflexión de las articulaciones interfalángicas proximal y distal de los dedos del pie) pueden interferir con la función y las actividades de la vida cotidiana. Las deformidades de los dedos del pie pueden ser el resultado de muchos años de calzado incorrecto o de enfermedades como artritis reumatoide, diabetes o neurológicas (p. ej., enfermedad de Charcot-Marie-Tooth). Los pacientes con problemas en los pies deben enviarse a un podólogo para su evaluación y tratamiento regular. Sistema nervioso El examen neurológico de los pacientes ancianos es similar al de cualquier adulto. No obstante, ciertas enfermedades no neurológicas frecuentes en ancianos pueden complicar este examen. Por ejemplo, las deficiencias visuales y auditivas pueden impedir la evaluación de los nervios craneales, y la periartritis, en ciertas articulaciones, en especial los hombros y las caderas, pueden interferir sobre la evaluación de la función motora. Los signos detectados durante el examen deben evaluarse en función de la edad, los antecedentes y otros hallazgos. En los ancianos pueden hallarse signos simétricos no asociados con pérdidas funcionales ni otros signos y síntomas neurológicos. El médico debe decidir si estos hallazgos justifican una evaluación minuciosa en busca de una lesión neurológica. Los pacientes deben revaluarse de manera periódica en busca de cambios funcionales, asimetrías y síntomas nuevos. Función motora Puede evaluarse la presencia de temblores durante el apretón de manos y en otras actividades simples. Si se identifica un temblor, debe establecerse su amplitud, su ritmo, su distribución, su frecuencia y el momento en que se produce (en reposo, con la actividad o intencional). Fuerza muscular Los ancianos, en particular los que no practican entrenamiento de resistencia en forma regular, pueden presentar debilidad durante una evaluación de rutina. Por ejemplo, durante el examen físico el médico puede extender fácilmente el codo del paciente a pesar de sus esfuerzos por mantener la contracción. Si la debilidad es simétrica, no preocupa al paciente y no modificó la funcionalidad o su nivel de actividad, es probable que se deba a falta de uso más que a una enfermedad neurológica. Tal debilidad es tratable con entrenamiento de resistencia; especialmente para las piernas, se puede mejorar la movilidad y reducir el riesgo de caídas. Marcha y postura Deben evaluarse todos los componentes de la marcha, como el inicio de la deambulación, la longitud, la altura, la simetría, la continuidad y la cadencia (ritmo) del paso, la velocidad de la deambulación, el ancho de los pasos y la postura al caminar. También debe determinarse la sensibilidad, el control musculoesquelético y motor y la atención, que son necesarios para lograr una marcha coordinada independiente. Reflejos Deben evaluarse los reflejos osteotendinosos profundos. El envejecimiento suele ejercer muy poco efecto sobre ellos. Sin embargo, la estimulación del reflejo del tendón calcáneo (Aquiles) puede requerir técnicas especiales (p. ej., evaluación con el paciente arrodillado con sus pies en el borde de la cama y sus manos juntas). La disminución o la ausencia de un reflejo, que se observa en casi el 50% de los pacientes mayores, puede no indicar una enfermedad, en especial si es simétrica. Es el resultado de la disminución de la elasticidad de los tendones y la reducción de la velocidad de conducción nerviosa en la rama larga del arco reflejo tendinoso. Estado mental El examen del estado mental es importante en las personas ≥ 70 años. Los pacientes que se sienten mal con esta evaluación deben saber que se realiza en forma sistemática. El examinador debe asegurar que el paciente puede oír, ya que las deficiencias auditivas que le impiden escuchar y comprender las preguntas pueden confundirse con una disfunción cognitiva. La evaluación del estado mental de un paciente con un trastorno del habla o el lenguaje (p. ej., mutismo, disartria, apraxia del habla, afasia) puede ser compleja. La orientación puede ser normal en muchos pacientes con demencia u otros trastornos cognitivos. En consecuencia, la evaluación puede requerir preguntas que identifiquen alteraciones en la conciencia, el juicio, el cálculo, el habla, el lenguaje, la praxia, la función ejecutiva o la memoria, además de la orientación. Estado nutricional Con el envejecimiento, se modifica la interpretación de muchas mediciones que reflejan el estado nutricional en personas más jóvenes. Por ejemplo, el envejecimiento puede modificar la altura. Los cambios de peso pueden reflejar alteraciones nutricionales o en el balance hídrico. La proporción de masa corporal magra y de grasa corporal cambia. A pesar de estos cambios relacionados con la edad, el índice de masa corporal (IMC) sigue siendo útil en los ancianos, aunque subestima la obesidad. En cambio, se utiliza la circunferencia de la cintura y la relación cintura-cadera. Se considera que hay riesgo aumentado cuando la circunferencia de la cintura es > 102 cm (> 40 pulg) en los hombres o > 88 cm (> 35 pulg) en las mujeres, o si la relación cintura-cadera es > 0,9 en los hombres y > 0,85 en las mujeres. Si se identifican problemas en los antecedentes nutricionales (p. ej., pérdida de peso, probables deficiencias en nutrientes esenciales) o en el IMC, debe realizarse una evaluación nutricional minuciosa, incluso con pruebas de laboratorio.