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Magistro de San Agustín

Aurelio Agustín (354-430), argelino África, nació de padre pagano, Patricio,


y de madre cristiana, Mónica. Se educó en las ciudades norteafricanas de
Tagaste, Madaura y Cartago. La Iglesia católica lo acogió mediante el
bautismo en 387. Fue ordenado presbítero de Hipona en 391 y obispo de la
ciudad en 395. El día 24 de agosto de 410 entraron en Roma, por la puerta
Salaria, las tropas de Alarico, saqueándola a hierro y fuego. Esta desgracia
motivó que Agustín predicase su Sermón sobre la caída de Roma y escribiera
La ciudad de Dios. Dos decenios después, las huestes de Genserico
asediaron Hipona, donde su obispo murió en 430.
Los padres, conscientes de las extraordinarias dotes intelectuales de Agustín,
le proporcionaron todos los estudios entonces posibles. Estudió las primeras
letras en Tagaste, de los 6 a los 13 años (361-367), la Gramática en Madaura
(367-370), y tras un año de paro estudiantil por falta de recursos económicos,
cursó Retórica en Cartago (371-374). Se estrenó como «gramaticus» en la
escuela de Tagaste en el curso 374-375, y entre sus alumnos del primer año
está Alipio, que será su gran amigo y compañero de toda la vida.
Durante seis años (375-381) regenta una escuela de Retórica en Cartago. El
mundo estudiantil está revuelto. El mismo Agustín anda muy inquieto y se
debate en mil angustias. En busca de superación y sosiego se lanza a la
conquista de Roma.
El año 383 abre una nueva escuela de Retórica en la Capital del Imperio sin
demasiada fortuna. En Roma surge la gran oportunidad: se presenta a un
concurso público para cubrir la cátedra de Retórica de la Casa Imperial de
Milán y obtiene el primer puesto.
Se traslada a Milán en el año 384. Ha llegado al máximo a que podía aspirar
como profesional de la enseñanza, pero en su interior está atormentado y
sus inquietudes personales no le dan tregua.
El feliz encuentro con San Ambrosio, el no menos feliz reencuentro con su
madre –venida desde África en el 385–, su propia maduración interior de la
mano de los neoplatónicos y de San Pablo, y el toque final de la gracia de
Dios, dan un vuelco total a su vida y un nuevo rumbo a su aventura humana:
se convierte a Jesucristo. Y como consecuencia de su nueva vida, renuncia
a la cátedra y abandona su carrera profesional en el verano del año 386.
Decidido a ser cristiano de forma radical, es bautizado por San Ambrosio,
Obispo de Milán, la noche del 24 de abril del año 387. Vuelve de manera
definitiva a África y funda la vida religiosa agustiniana. Es ordenado
sacerdote cuando tenía 37 años, y a los 41 es consagrado Obispo, muriendo
a los 76, el día 28 de agosto del año 430. En la misma ciudad donde fue
ordenado sacerdote estuvo de Obispo toda su vida, en Annaba de Argelia,
entonces llamada Hipona, y desde la que irradió su doctrina y enseñanzas
en defensa de la fe católica.

Confesiones
La primera infancia no la recuerda, en la niñez experimentó miserias y
engaños ya que se le proponía como norma del buen vivir obedecer a sus
preceptores que lo amonestaban para sobresalir en el arte de la palabra y
así alcanzar el renombre mundano. Si era perezoso en aprender le
pegaban, pero afortunadamente conoció a hombres que creían en Dios.
Su madre se preocupaba porque él conservara la fe y se fortaleciera en ella,
y aún así su bautizo fue aplazado. Durante su niñez no le gustaba leer, pero
sí le gustaba el latín, y leía todos los libros que tuviese en sus manos.
Le gustaba encontrar la verdad en todo, no le gustaba que lo engañaran y
tenía muy buena memoria.
En la adolescencia se descarrió y siempre trataba de saciar sus deseos y
pasiones más bajas, a los 16 años en lo único que pensaba era en fornicar

10 citas de San Agustín para conocer sus ideas


1. “Pobre no es quien tiene menos, sino quien más necesita para ser feliz”
2. “La fe es creer lo que no vemos, y su recompensa, ver lo que creemos”
3. “El mundo es igual que un libro y aquellos que no viajan sólo leen una
página”
4. “Haz lo que puedas. Dios no te pide más”
5. “No salgas de ti. Vuelve a tu interior. En el interior del hombre se
encuentra la verdad”
6. “Cuida el orden y él mismo orden cuidará de ti”
7. “El amor es una piedra preciosa. Cuando no se posee, todo falta.
Cuando se posee, todo sobra”
8. “Conócete. Acéptate. Supérate”
9. “Errar es humano. Perseverar en el error es diabólico”
10. “La ociosidad camina con lentitud y, al final, todos los vicios la
alcanzan”

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