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Comprensión de Lectura, La democracia y sus críticos por


Robert Dahl

Pamela Montero Matarrita


Universidad de Costa Rica
Filosofía EG-0125
Sergio Aguilar Cascante
Fecha de entrega: 05/09/21
Paginas utilizadas: 35-49
ll Ciclo
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Para nadie es un secreto que Robert Dahl como politólogo sabía


muy bien que una de las tareas de la ciencia política para la
democracia es la de establecer sus condiciones y sus límites, a
través del desarrollo de su teorización, el señor Robert Dahl c
como todos aquellos grandes que se han ocupado de la teoría
democrática.

En el capito 2, llamado: Hacia la segunda transformación:


republicanismo, representación y lógica de la igualdad, se pueden
demostrar una serie de hechos los cuales demuestran la
ideología tan puntual del Robert Dahl, que en mi perspectiva me
parece una de las mas acertadas que hasta el momento he
podido leer.

Por su relevancia histórica e influencia política, así como por su


propio contenido conceptual, el conteo de tipos de democracia
ideal se refiere a la necesidad de considerar la rebelión, la
maximización y la democracia de derecho natural en el contexto
de la revolución relevante. La consolidación de los Estados
Unidos a fines del siglo XVIII, Robert Dahl llamó democracia al
estilo de Madison, este término tiene sentido, porque James
Madison, quien es considerado el "padre de la Constitución
estadounidense", sería " Una manera clara, lógica y ordenada de
exponer la forma en que Robert Dahl, hablando de teorías que
afectan la cultura política igualitaria y justa, James Madison tiene
una fuerte vida política: es representante del Congreso,
Secretario de Estado y cuarto presidente de los Estados Unidos.
Estados. Colaboró con George Washington para formar el primer
gobierno y fundó el Partido Republicano Demócrata (el
predecesor del actual Partido Demócrata), esto la compra de
Luisiana a Francia y escribió varios ensayos reflejando las ideas
de su tiempo, especialmente en El federalista, donde fijó las
bases de interpretación constitucional. Aunque durante su
gobierno (de 1809 a 1817) los ingleses protagonizaron una
incursión que terminó con la toma por un día y la quema del
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Capitolio y de la Casa Blanca, aunque este fue acusado de


cobardía por huir de la capital federal y por abandonar la Casa
Blanca, se lo considera uno de los más importantes padres
fundadores de la democracia estadounidense.

La república, entendida por Madison como una democracia


representativa de amplia cobertura, debería ante todo, resguardar
la libertad individual y prevenir los efectos maliciosos y que estos
respondan a las pasiones o a los intereses de la mayoría o de
alguna minoría, terminan siempre por destruir las posiciones de
los más débiles. A diferencia de la democracia directa, llamada
por Madison democracia pura, la democracia representativa a
gran escala se caracterizaría por establecer un gobierno
delegado, eficiente y centralizado; un sistema con amplio
electorado que elegiría con mayor probabilidad, a los mejores
candidatos al Parlamento.

Dahl expresó la necesidad de organizar un gobierno


constitucional para un país en expansión, lo que llevó a los
padres fundadores a determinar que la ley sería aprobada por los
representantes votados por el pueblo, lo que resultó en la
celebración de elecciones competitivas periódicas, destacando
inevitablemente a los partidos políticos; y eliminó su miedo a las
consecuencias del comportamiento dañino de los grupos, Dahl
enfatiza la necesidad de controlarlas. A su vez, Madison optó por
expandir los votantes para maximizar el potencial de la República.
Esto se entiende como el establecimiento de un sistema político
empoderado para un pequeño número de ciudadanos en una
escala cada vez mayor. El voto por la gobernabilidad no es un
secreto para nadie, porque el proceso es degradante para
muchas personas, principalmente mujeres que han sido privadas
de sus derechos durante muchos años.
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Entonces en Estados Unidos solo se podía realizar el gobierno


representativo de la república, el cual es diferente a la democracia
directa visualizada por Madison como pura. No obstante, su
distinción no tuvo repercusiones asumiéndose que a la
democracia estadounidense le era incoherente la participación del
pueblo ejerciendo el gobierno, aunque no directamente, sino en la
república, a través de sus representantes. Esta constituiría la
única forma de viabilizar la democracia a gran escala, es decir, de
realizarla en Estados nacionales grandes y modernos.

Posteriormente, desde el punto de vista teórico, esta también


sería la posición dominante. A principios del siglo XX, Dahl
remarca que Destutt de Tracy insistió en que la representación
habría falseado las doctrinas del Barón de Montesquieu y de Jean
Jacques Rousseau, quienes negaron la esencia democrática de
los gobiernos representativos. Además, hacia 1820, James Mill
proclamó la representación como el gran descubrimiento
moderno. La inclusión de las mujeres como sujetos políticos con
derecho al voto, se dio en Estados Unidos recién en 1920.
Además, subsistió la nulidad de los derechos civiles hasta los
años 60, especialmente en contra de los afroamericanos, no
obstante, desde fines del siglo XIX se produjeron protestas en
distintas partes del mundo, reconociéndose en los países
democráticos hasta los años 70 del siglo XX, a las mujeres y de
los negros como miembros políticos con derechos igualitarios,
incluyendo a los residentes extranjeros legales y permanentes.

Cabe preguntarse cómo un aspecto de la democracia sería, al


mismo tiempo, un grave riesgo contra ella. Es decir, cómo
Madison y los sustentadores de la teoría igualitaria y de equidad,
defendían la existencia necesaria de los partidos políticos,
reconociendo inmediatamente que tales facciones podrían
precipitar la tiranía.

Evidentemente, las ideas de Montesquieu tienen un impacto


decisivo en la imagen de las distintas facciones (grupos) como
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peligro antidemocrático, asumiendo que sus intereses tenderán a


oponerse a los intereses generales, y porque minarán la
estabilidad del gobierno, conduciendo a una política sistémica.
Sin embargo, Madison y varios teóricos de la época defendieron a
todos los partidos. Por lo tanto, solo mediante el establecimiento
de un sistema de controles y equilibrios consensuados, los
partidos políticos, que son facciones independientes y en
competencia, pueden tomar medidas para movilizar eficazmente
a los votantes del país, especialmente a la legislatura, para
garantizar que la mayoría pueda abrumar razonablemente a la
oposición de la minoría. La filosofía política de Robert Dahl asume
que, el intento de resolver el problema de la mayoría desde la
perspectiva de la igualdad y la democracia justa, no resolvió la
irracionalidad del caso. Dahl citó diez hipótesis para resumir el
argumento de Madison y este afirma que la filosofía política
subyacente es, sin duda, la que se funda en una antropología
negativa: “Ante la ausencia de restricciones o de controles
externos, un individuo determinado o grupo de individuos se
erigirá en tirano de los demás”, es decir, el hombre,
individualmente o en grupo, tendría también una tendencia natural
a la agresión y al sometimiento de los demás con el propósito de
mantener o incrementar su poder sobre ellos.

En mi opinión es probable que dicha tiranía la ejerza una minoría


de individuos sobre la mayoría, aunque también es posible la
situación inversa: la tiranía de la mayoría sobre las minorías. No
obstante, se puede restringir las chances de realizar una vida
política que se destruya. Posteriormente, Dahl señala las últimas
cinco hipótesis que constituirían la argumentación de Madison:
realizar elecciones no implica necesariamente un control externo
para evitar la tiranía; la mejor forma de controlar a las facciones,
para evitar su impacto negativo sobre los intereses comunes, es
controlando los efectos de su acción; el principio de la mayoría
solo sirve para controlar los efectos de la acción de las facciones
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minoritarias, no de la facción mayoritaria; y, finalmente, la acción


de la facción mayoritaria puede controlarse si y solo si existiese
un electorado “numeroso, extenso y diverso en sus intereses”,
aunque esto tampoco es suficiente para que no se dé la tiranía de
la mayoría.

En mi punto de vista resulta notable que, en la constitución de la


primera democracia representativa de la época moderna, los
teóricos y políticos prevengan sobre la dictadura de la mayoría
que domina los derechos de las minorías. Dahl dice que tal
vulneración de derechos, es decir, en el lenguaje de Madison, el
ejercicio de la tiranía supone una grave privación de los derechos
naturales de los ofendidos. Es decir, la filosofía de la democracia
de la igualdad y equidad invocaría, una suposición que no es
naturalista que concibe la existencia de derechos innatos dada la
esencia del ser humano.

Además, la posibilidad de afirmar falsamente que existen


regímenes democráticos es notoria porque parecen tener
elecciones limpias, regulares y actualizadas, cuando en realidad
son lo único que pueden hacer cuando están agobiados por la
historia del pueblo. es continuar alabando los tentáculos del
gobierno. Los líderes ejercen su discreción aplastando la
independencia de los poderes legislativo y judicial, eliminando los
controles y contrapesos, las sanciones y los controles externos, y
lo más triste el cinismo que tienen para querer obtener bienes
propios.

La filosofía política de Robert Dahl demanda el establecimiento de


un sistema de contrapesos y controles externos que evite la
actuación injusta en el poder, efectuando sometimiento a la ley, y
en el peor de los casos, legislando, dirigiendo bienes para su
propio beneficio.

De esta manera, el sistema obligaría con el sometimiento a la ley


y la justicia, la vigencia de barreras efectivas y el imperio de las
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instituciones a que los propios gobernantes y cualquier grupo que


se organice estuviesen restringidos en sus impulsos negativos de
poder. No obstante, aparece una carencia teórica en la
argumentación de este tipo de democracia; y es que, al final,
recurre a una fundamentación metafísica de corte iusnaturalista
como la que se evidencia en el caso de Madison, quien aboga en
contra de la tiranía que mella los derechos naturales.

Dicha alusión no le gusta para nada a Robert Dahl teóricamente,


de modo que la presenta como una deficiencia intelectual
susceptible a la especulación filosófica; aunque, en la política
real, efectivamente, por ejemplo, los derechos humanos, por
poner el caso, tienen mucha utilidad, constituyéndose en una
bandera propicia para enfrentar a la tiranía.

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