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PEDRO MERINO
1989
~XXXIV- ENERO-DICIEMBRE -- 133.136 -
MADRID
394 ENRIQUE RIVERA DE VENTOSA
teofanías, en los textos de contenido cristológico o eclesiológico. En dos la se repite continuamente y le sirve a Agustín para esclarecer otros proble-
largos capítulos se ofrece elenco completo y comentario de los lugares, mas concomitantes al misterio de la unión hipostática. Tanto dentro de la
contexto y matices con que la palabra «persona» ocurre en los escritos misma cristología, como en la doctrina trinitaria y en la antropología teoló-
agustinianos. El uso gramatical-exegético: la 'persona' del Padre o de Cris- gica, estaba preparado el ambiente para hablar de «Cristo una sola perso-
to como sujeto último subsistente. También el uso jurídico de persona na». Agustín avanzó sobre sus predecesores al pasar, con mayor decisión,
tiene importancia para Agustín en otros contextos, pero el A. señala que de un concepto funcional de «persona» a dotarle de mayor densidad onto-
no hay influjo de este uso jurídico en la Cristología de Agustín (p. 102). lógico-sustantiva.
El uso antropológico, la designación del hombre como persona creció La importancia de la investigación realizada por H. R. Drobner es
en simbiosis con el uso cristológico que ahora se estudia. Recuérdese la pluriforme: para el estudio de la palabra/concepto de persona, tan impor-
analogía/simboismo tan conocido por los Padres: como el cuerpo y el tante en toda nuestra cultura occidental, tanto filosófica como teológica.
alma en un solo hombre, una persona humana, así Dios y el hombre es un Mediante León Magno la fórmula llegó a ser 'canonizada' en Calcedonia
solo Cristo: una única persona en Cristo. También Agustín utiliza esta y luego adquiere un puesto prioritario incluso en las discusiones cristológi-
analogía en momentos importantes de su obra. Pero, dentro de su menta- cas de nuestros días. El A. tiene interés peculiar en subrayar el camino
lidad neoplatónica no pudo menos de advertir que la comparación era mental por el que Agustín llegó a la fórmula. Califica de menos importante
floja. Por ello, parece hay que admitir que, si bien inicialmente la analogía la influencia de la filosofía vigente en la época. Agustín está enraizado en
antropológica ponía en camino hacia el misterio de la unión hipostática, la tradición viviente de la Iglesia que confiesa la perfecta unidad de Cristo.
sin embargo Agustín hubo de dar más densidad y sustantividad a la unión Como recurso cultural acude a los métodos usados por gramáticos y retó-
alma-cuerpo, apoyándose en la sustancialidad de la unión Dios-Hombre ricos en la exégesis de textos literarios. Agustín los dota de nivel teológico
en Cristo (p. 124s). Desde su cristología mejoró su antropología, y no a la y densidad ontológica. Señalamos, por fin, otros aspectos complementarios
inversa. que confieren valores adicionales muy apreciables: los diversos capítulos y
El uso cristológico del concepto de persona ocupa la parte 2.' de la su problemática terminan ofreciendo -en pocas líneas- los resultados
obra. Hablando de Cristo, Agustín usa la palabra persona ya desde 390, respectivos. Ello favorece la claridad de la exposición y su asimilación
pero sólo tras un largo proceso de maduración llega a la formulación mejor. Un apéndice elenca los textos cristológicos de Agustín referentes al
definitiva el a. 411. Este proceso de maduración se describe y documenta tema. Indices de fuentes, literatura, lugares bíblicos, autores antiguos y
en los cap. 4-5 (p. 127-172). Pero Agustín estaba y tenía interés en estar modernos, palabras griegas y latinas, nombres y conceptos. No dudamos
inserto en una amplia tradición doctrinal de la Iglesia. Por lo que se refiere de que el libro será buen instrumento de ulterior trabajo personal para los
a la cristología occidental, sus conocimientos podemos decir que eran muy interesados en estos problemas.
completos. Escasos tal vez sus conocimientos de los teólogos orientales.
En esta tradición doctrinal el uso de la palabra «persona/prosopon» para A. VILLALMONTE
expresar la unidad de Cristo ya era utilizada con frecuencia y seguridad.
Queda por determinar más en concreto cuál es el influjo que cada uno de
los teólogos anteriores y contemporáneos pudieron tener en Agustín. Con-
creción difícil de hacer. Seguro es para Drobner que el influjo existió y
que Agustín llegó a la fórmula definitiva profundizando y prosiguiendo el
camino emprendido por predecesores suyos, como Tertuliano y Teodoro
de Mopsuestia: el' análisis gramatical/exegético de la palabra persona en
los textos bíblicos.
A partir del a. 411 aparece clara y segura la fórmula «unidad de perso-
na» para expresar el misterio de la encarnación. Desde esa fecha la fórmu-