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PDF Obras Hidraulicas para La Correccion de Torrentes Compress
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All content following this page was uploaded by Juan Manuel Diez Hernández on 28 August 2016.
v
F= · v : velocidad de flujo (m/s).
g ⋅ hm · g : aceleración de la gravedad (m2/s).
· hm : calado medio (m).
Los torrentes son cursos de agua torrenciales que discurren por zonas de montaña con fuertes
pendientes, generalmente por encima del 6% y con unas velocidades de flujo superiores a los 6 m/s. El
régimen hidráulico es claramente torrencial (F>1). Las altas velocidades originan elevadas tensiones de
arrastre que generalmente superan la tensión crítica de arrastre de los materiales del fondo, originando
caudales sólidos formados esencialmente por acarreos procedentes del lecho del cauce (Carga de
material del lecho = “Bed load”) que se desplazan por deslizamiento, arrastre, saltación o reptación. Las
cuencas de los torrentes son poco extensas y de relieve abrupto, presentado una curva hipsográfica con
zonas claramente definidas. El tiempo de concentración es bajo, lo que supone una rápida respuesta de
la cuenca tras el aguacero, por lo que la incorporación de la escorrentía superficial al cauce es muy
rápida y concentrada. Los caudales punta originados tienen un gran potencial erosivo, que
frecuentemente se traduce en erosiones verticales (incisión en "U" y en “V”) y horizontales (erosión en
los taludes del cauce y desplomes) en el torrente.
Además de estos criterios generales, existen algunos coeficientes que permiten clasificar curso de agua
como un río o un torrente, incluso clasificarlos según su potencial erosivo. Uno de estos coeficientes es el
"Coeficiente de torrencialidad Kb" de ŠKOPEK (1988).
• En cuencas con escasa superficie forestal, el parámetro Sf puede calcularse con la expresión:
Donde:
- Sl : superficie de la cuenca con cobertura forestal (km2).
- Sp : superficie cubierta de pastos permanentes y praderas (km2).
- So : superficie cubierta de pastizales degradados o cultivos con escasa cobertura (km2).
En la cuenca aparecen todos los tipos de procesos erosivos. Cauce muy degradado por
erosión transversal y avance longitudinal. Continuo arrastre y transporte de acarreos.
1,0 Superficie de la cuenca muy expuesta a los procesos erosivos. Pendiente de las
vertientes superior al 50%.
En más del 80% de la cuenca existe erosión en regueros y en cárcavas. En el cauce
0,9 predomina el transporte de materiales en forma de acarreos.
Más del 50% de la cuenca sufre erosión en regueros y cárcavas. La pendiente de las
0,8 laderas es mayor del 30%. Existe un apreciable transporte de materiales y una intensa
acumulación de materiales gruesos en el lecho.
La erosión en regueros predomina en la cuenca. La pendiente de las laderas es mayor
0,7 del 20%. Existe transporte de gravas y guijarros en el cauce.
La erosión laminar predomina en la cuenca. Esporádicamente se produce erosión en
0,6 cárcavas. Existe una considerable erosión longitudinal y transversal en el cauce, con
transporte de gravas.
La erosión laminar afecta a más del 50% de la superficie. En el cauce existe transporte y
0,5 acumulación de gravas. Las pendientes de las laderas son mayores del 20%.
Del 25% al 30% de la superficie sufre erosión laminar y esporádicamente aparece
0,4 erosión en regueros. Existe transporte y acumulación de acarreos más pequeños. La
pendiente de las laderas es del 10% al 15%. La cubierta vegetal está degradada.
Aproximadamente en el 20% de la cuenca existe erosión laminar. Existen signos de
0,3 lavado del horizonte superior del perfil edáfico. Transporte de sedimentos en el cauce.
Toda la cuenca está libre de procesos de erosión. Existe una gran proporción de
0,2 superficie agrícola en la cuenca. Las pendientes son superiores al 20%.
En toda la cuenca no hay procesos erosivos. La cubierta forestal es predominante y está
0,1 - 0 formada por bosques protectores bien estructurados. El resto de la superficie está
protegida por pastizales perennes. El perfil longitudinal del cauce está estabilizado en
ambos sentidos de gradiente (erosión = sedimentación).
Una vez obtenidos todos los parámetros, se calcula el coeficiente Kb y se contrasta su valor con los
ofrecidos en la tabla 3. Con este criterio se puede estimar si un curso de agua se comportará como
torrente o como río.
La formación de un torrente se debe al avance de la incisión creada por la lámina de escorrentía cuando
discurre a alta velocidad por una ladera de fuerte pendiente y poco protegida. El avance de la incisión
inicialmente es longitudinal y posteriormente se hace transversal al eje hidráulico del curso de agua.
Avance longitudinal
Si suponemos que CBF es el perfil longitudinal de una ladera (Fig.2), el flujo de escorrentía avanzará por
ella y tenderá a concentrarse en alguna pequeña depresión (punto B) donde ejercerá su poder erosivo,
profundizando hasta formar un pequeño reguero. Posteriormente, éste va aumentado y aparecen otros
nuevos hasta que finalmente se concentran formando una cárcava BF cuyo tamaño dependerá de la
intensidad y duración de los aguaceros. El volumen C arrastrado, se depositará aguas abajo del punto
fijo de avance o nivel de base F, alcanzando la posición Bo.
Con el aporte de nuevas escorrentías, la cárcava sufre una erosión remontante en la que la cabecera y el
punto de equilibrio más alto del lecho del cauce se desplazan ladera arriba (posiciones B', B'', B''', ...). En
sucesivos episodios de lluvia los volúmenes arrastrados C', C'', C''', ..., se van depositando aguas abajo
del nivel de base F de forma escalonada, formando el cono de deyección (puntos Bo', Bo'', Bo ''', ...). La
pendiente de la cuña de sedimentos depende del tamaño y origen de los materiales y del caudal líquido
de flujo. El proceso de avance remontante prosigue así hasta que la pendiente de la ladera desciende y
se forma un perfil longitudinal más estable; momento en el que se inicia el avance transversal.
Avance transversal
Bajo determinadas condiciones geomorfológicas, el avance remontante cesa. Esto sucede cuando el
punto más alto de la divisoria de la cárcava conecta con la divisoria de la cuenca, cuando alcanza una
zona en la ladera con muy baja pendiente, o cuando la ladera conecta con un páramo. Entonces la
erosión remontante no puede continuar y se crea un nuevo punto de equilibrio P.
En este momento, a partir del último perfil estrecho y profundo del avance longitudinal FP1, el barranco
se ensancha transversalmente a su eje hidráulico formando un embudo con base en el punto P, a partir
del cual surgen nuevos barrancos (puntos 1, 2, 3, ...). Esta nueva red de drenaje se denomina "cuenca
de recepción" y todos sus caudales sólidos atraviesan el punto P, discurren por una zona de transporte y
finalmente se depositan en el cono de deyección.
En la mayor parte de los torrentes se diferencias claramente cuatro partes, en cada una de las cuales los
procesos geomorfológicos implicados son distintos (Fig.2): la cuenca de recepción (CP), la garganta (PF),
el cono de deyección (FG) y el canal de desagüe (GH).
Es la parte mas elevada y extensa del torrente y de ella proviene la mayor parte de los caudales sólidos y
líquidos. Las pendientes son muy pronunciadas y determinan un tiempo de concentración muy reducido,
de forma que los aportes de escorrentía se incorporan muy rápido la red de drenaje confluyendo en el
punto P. Las cuencas de recepción pueden clasificarse en cuatro clases principales:
• TIPO I: Son escarpes en roca muy pronunciados que pueden alcanzar varios cientos de metros. La
forma de embudo apenas se hace patente. Suelen ser muy peligrosos por el gran volumen de acarreos
que produce y la rapidez con la que salen transportados hacia la llanura. Algunos ejemplos son los
escarpes y vertientes sobre calizas.
• TIPO II: Se asientan en materiales fácilmente disgregables (p.e margas sobre calcilutitas) en los que
el torrente se ensancha muy rápido aportando gran cantidad de sólidos. La forma de embudo está muy
marcada.
• TIPO III: Son una mezcla de los dos anteriores. La parte superior del torrente son escarpes de roca
en cuya base se encuentra un embudo de tipo II. Las aguas se concentran rápidamente transportando
altos caudales sólidos que atraviesan el embudo tipo II originando torrentes extremadamente dañinos.
Este es el caso de escarpes sobre calizas en cuya base existen margas. Los arrastres procedentes de la
parte superior son sobre todo acarreos, mientras que en la parte inferior predominan los sedimentos.
• TIPO IV: Constituidos por varias cuencas de recepción de los tipos anteriores. Son los grandes
torrentes que pueden abarcar extensiones de miles de hectáreas.
Garganta (PF)
Generalmente está constituida por un cauce estrecho y encajonado con pendientes muy variables por el
que discurren, a gran velocidad, los caudales originados aguas arriba cargados con un importante caudal
sólido (carga de lavado total o "total load") hasta que se depositan en el cono de deyección. El punto P
de inicio se identifica por un estrechamiento (torrentes simples) o porque aguas abajo no existen
tributarios importantes (torrentes compuestos). La longitud es variable: desde cero en algunos torrentes
del tipo I y II, hasta varios kilómetros en caso de torrentes de tipo III y IV. Predomina el transporte de
materiales (velocidades muy superiores a las de sedimentación) procedentes tanto de la cuenca de
recepción como del cauce, y sus tamaños son muy variables.
Es el tramo aguas abajo de la garganta en el que la pendiente se reduce bruscamente, la velocidad del
flujo es mucho menor y permite la sedimentación de los materiales, los cuales se van acumulando
progresivamente formando un cono con vértice en el punto F. En cada avenida, los acarreos de mayor
tamaño son los que primero se depositan, después los cantos rodados y finalmente las gravas y arenas.
Como cada avenida tiene una fuerza tractiva diferente, generalmente se encuentra en el cauce de un
torrente una mezcla de acarreos de diferente granulometría sin una estratificación definida.
En este tramo final del torrente, las aguas discurren lentamente y prácticamente libres de acarreos, ya
que la mayor parte se depositaron aguas arriba. El cauce tiende a encajarse en la planicie hasta la
sección de cierre. No siempre existe este tramo y, en ocasiones, es difícil de discernir entre un cono de
deyección y el canal de desagüe. Como el potencial erosivo en este tramo es prácticamente nulo, nos
centraremos exclusivamente en los tres primeros, que es donde se centrarán las medidas correctoras.
Los torrentes pueden clasificarse atendiendo a su tamaño, origen del caudal sólido y su funcionamiento
hidro-geomorfológico. Para los objetivos que pretendemos en este tema, se atiende a la última
clasificación.
El modelado de un lecho fluvial se debe a la combinación a lo largo del tiempo de los procesos de
erosión, transporte y sedimentación; tendiendo a encontrar un perfecto equilibrio entre las condiciones
del flujo y las del lecho, que no siempre se consigue. Cuando se alcance esta situación estable, el
torrente habrá logrado su pendiente de equilibrio y la energía del flujo se invertirá exclusivamente en
transportar el caudal sólido y evacuar los excedentes (la potencia neta será es cero).
En el comportamiento de torrente a lo largo del tiempo (por ejemplo un año) puede hablarse de dos
períodos (Fig.3):
• Períodos de reposo: Correspondientes a los flujos ordinarios. En los tramos cuya pendiente es la
de equilibrio, la potencia neta es cero y solamente hay transporte. No existe actividad
geomorfológica ya que la tensión tractiva del flujo es inferior a la tensión crítica de arrastre de los
materiales del lecho, por lo que no se produce caudal sólido (Q<Qo).
Torrentes Depositantes
Son aquellos en los que el aporte de materiales sólidos es muy elevado y la energía de la corriente se
invierte íntegramente en el transporte de los mismos, por lo que la erosión en el cauce no es posible. El
flujo está saturado (el contenido de sedimentos es igual o superior al que puede transportarse) y la
potencia neta es negativa; de forma que los depósitos de los materiales tienden a elevar el cauce o, al
menos, a no profundizarlo.
Estos torrentes suponen un peligro porque los materiales acumulados pueden colapsar puentes,
obstaculizar caminos, inundar fincas de cultivos (daños en la cosecha, sistema de riegos, etc.), anegar
poblaciones (caso de lavas torrenciales), aterrar embalses, etc. En ocasiones los materiales obstruyen
una sección transversal del torrente formando un pequeño dique donde inicialmente quedan retenidos;
pero cuando la avenida es suficientemente enérgica, el dique se rompe y origina una avenida de agua
con sedimentos de gran poder destructivo (ver anejo A). Los mecanismos correctores son:
Torrentes Socavantes
• Construcción de umbrales de fondo que no emergen sensiblemente del fondo del cauce
(Fig.6). Para que se produzca la pendiente de compensación es necesario un cierto arrastre de
materiales (lo que puede representar un inconveniente), en contraposición con los diques de
consolidación en los que dicha pendiente se logra por sobreelevación del aluvión (sedimentación).
) REVESTIMIENTO DEL CAUCE DEL TORRENTE: Modificando la rugosidad del cauce con
mampostería, materiales naturales, acciones biológicas, etc., pueden lograrse cauces no erosivos.
Esta solución puede adoptarse cuando no sea posible una elevación del lecho del cauce. Presentan el
inconveniente de estar sujetas permanentemente al efecto abrasivo del agua con sedimentos. En
algunos lugares es común construir obras de canalización en el cono de deyección o el canal de
desagüe del torrente (donde suelen ubicarse los núcleos habitados) una vez concluidos los trabajos
de corrección de la cuenca y la construcción de diques en la garganta. De esta forma, los costos de
mantenimiento de la canalización se reducen considerablemente pues la abrasión es mucho menor.
1. INTRODUCCIÓN
El dique es una estructura de control vertical de la erosión en el lecho y los márgenes de un torrente. Sus
efectos principalmente son:
a. Fijar el lecho, controlando su progresivo descenso por la acción erosiva de las aguas.
b. Mientras que está sin aterrar, las aguas embalsadas frenan la velocidad de llegada de los materiales
transportados, retienen los más gruesos y disminuyen el caudal sólido vertido.
c. Los depósitos provocan la elevación del cauce alcanzando una pendiente (pendiente de
compensación), menor que la del cauce natural. (Disminuyen la pendiente del cauce).
d. La menor sección en el cauce tendrá una mayor anchura, que influye igualmente en la velocidad de
las aguas por disminución del calado (profundidad) de las aguas.
1 2
H’
H=calado
Sección mojada
- R = radio hidráulico = ≈ calado H en secciones anchas.
Perímetro mojado
presas) según se aterran pierden capacidad y por lo tanto disminuye su vida útil si no se retiran los
sedimentos.
Los tipos principales de diques de control de la erosión son:
1.- Diques de consolidación: Se construyen para evitar los fenómenos directos de erosión en los cauces
y en las laderas de los márgenes afectadas de inestabilidad. Se impone una cota fija con lo que se
impide un descenso erosivo del lecho del cauce.
2.- Diques de retenida: Se construyen para detener materiales sólidos y para laminar la punta de los
caudales de avenida. De esta forma se evitan aterramientos aguas abajo del dique. Dentro de este
tipo de diques existen unos huecos de retenida selectiva, troneras, que funcionan a modo de un
tamiz.
Los elementos más característicos de un dique se señalan a continuación en el dibujo. El lugar donde se
emplaza el dique constituye la cerrada y define en el torrente una zona aguas arriba y otra zona aguas
abajo (hacia donde mira el dique).
Paramento
aguas abajo Coronación
Mechinales
En la primera el dique retiene las aguas que le llegan y se va llenando, en la segunda el material retenido
se va asentando, y en la tercera, los aterramientos alcanzan la altura del dique y por lo tanto la
pendiente de equilibrio o pendiente de compensación.
Por análisis de las tres situaciones y salvo casos excepcionales se concluye que la primera etapa es la
más desfavorable. Durante esta etapa, las solicitaciones exteriores que tienden a desestabilizar la
estructura (empuje hidrostático para un peso específico del agua más sedimentos ≈ 1,2 t/m3) son
máximas, por lo que el dique ha de ser dimensionado y construido para que resista durante la etapa de
colmatación.
En la 2ª etapa, el peligro de que el empuje provocado por los sedimentos mojados sea mayor que el
hidrostático de la etapa anterior, queda reducido por la construcción de mechinales que permiten el flujo
de agua, mientras que se produce la consolidación del dique1.
1
En este caso, se admite que el empuje hidrostático del agua que moja los sedimentos es el 70% del valor en la
etapa de colmatación, y el empuje de los sedimentos, aplicando diversos criterios de empujes de tierras, corresponde
al 30% del empuje hidrostático en la fase de colmatación, con lo cual, como mucho, se admite que en la 2ª etapa los
empujes pueden adoptar el valor del empuje en la 1ª (Suárez, 1993).
En la última etapa tenemos un lecho consolidado e impermeable formado por los sedimentos (sólidos en
suspensión) y acarreos (material traído por el cauce), por lo que el empuje hidrostático es muy pequeño.
Si dibujamos el perfil longitudinal del cauce aguas arriba del dique tenemos:
Ιc = pendiente de compensación.
Ιc Ι = pendiente original del lecho.
H = altura del dique.
L = longitud de aterramiento.
H
Se observa que los sedimentos y acarreos no se han depositado formando un plano horizontal sino que
el lecho tiene una pendiente que denominamos pendiente de compensación , que constituye la pendiente
del lecho para la cual los volúmenes arrastrados y los depositados por la corriente se igualan. Esta
pendiente constituye una pendiente de equilibrio ya que es más o menos estable en el tiempo.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
SKOPEK V. 1988. Ursprung und Intensität der anthropogenen Erosion. En Isergebirge der CSSR. 1988/I,
75-86.
SUÁREZ VILLAR, L.M. 1993. Presas de corrección de torrentes y retención de sedimentos. Ministerio
del Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables, Venezuela.