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Villegas P.
En un artículo anterior[i] se hizo referencia al hecho de que el Mercosur representa al igual que otras
modalidades de integración económica, una estrategia adoptada por las burguesías nacionales para
expandir sus mercados más allá de sus fronteras nacionales y con ello obtener ventajas derivadas del
aprovechamiento de las economías de escala generadas a partir de la existencia de un mayor mercado,
con potencialidades para la colocación de una cantidad también mayor de mercancías. En ese sentido, la
iniciativa para la conformación del Mercado Común Suramericano a principios de la década de 1.990,
fue impulsada por las burguesías de los países suramericanos con economías más grandes a saber:
Argentina y Brasil.
Ahora bien, esta última nación es la que precisamente representa no solo la economía de mayor
tamaño dentro del bloque regional, sino que a su vez, es la que se erige en la actualidad como una de las
“economías emergentes” a escala mundial. Además de ello, la burguesía de ese país tiene la clara visión
de convertirlo en la potencia hegemónica del continente suramericano y no solo en lo que se refiere al
aspecto futbolístico. De allí que el proceso de expansión económica y la acumulación de capital
implícita, conlleva necesariamente a que los capitales brasileños tengan cada vez mayor presencia e
influencia a nivel mundial, y en primera instancia, a nivel suramericano. Todo ello apunta a que
Mercosur haya sido concebido como un mecanismo para la expansión del capital brasileño y sus socios
foráneos, dentro de lo que para la burguesía brasileña es “su zona natural de influencia.”
Este proceso expansionista al cual algunos autores llaman “internacionalización de las empresas
brasileñas”[ii] toma impulso a partir de la última década del siglo XX en un contexto de liberalización del
comercio mundial, y precisamente es en ésta década cuando la constitución del Mercosur, en palabras
de Da Silva,[iii] “funcionó como un nuevo determinante para el establecimiento de las empresas
brasileñas en el exterior, preferentemente vía asociación con empresas locales o adquisición parcial o
total de capacidad productiva ya existente” Así, lo que en un principio se muestra como la expansión
comercial de empresas de origen brasileño, pasa mediante un desplazamiento de competidores locales
más pequeños, a una fase de acumulación de capital real fijo, lo que amplía aún más las capacidades
productivas y de distribución de dichas empresas.
Desde el punto de vista sectorial, donde existe una presencia internacional importante de capitales
brasileños es en lo que se refiere a actividades como extracción de hidrocarburos, petroquímica,
minería, textiles, metalurgia, siderurgia, alimentos, bebidas y autopartes. Y desde el punto de su
localización, las empresas brasileñas tienen presencia en Estados Unidos de América (EUA), Canadá, la
Unión Europea (UE) y como es “natural” en sus naciones vecinas (Brasil limita con 10 países en
Suramérica).
Un dato interesante se puede extraer del ranking realizado en 2.011 por la revista América Economía[iv]
de las empresas más grandes de América Latina. Dicho ranking abarca 500 empresas evaluando
indicadores como: valor de las ventas, utilidad neta, activos totales y patrimonio. Entre las principales
50 empresas consideradas, se encuentran 11 empresas mexicanas, 3 argentinas, 5 chilenas, 1
colombiana, 1 venezolana (PDVSA) y 29 empresas brasileñas, es decir, más de las mitad. Una proporción
similar favorable a la burguesía brasileña se puede observar en la totalidad del ranking de 500.
Ya en un contexto más específico, si se focaliza el análisis en el marco del Mercosur, tenemos que según
lo afirmado por Raúl Zibechi[v], en el Uruguay, el capital brasileño adquirió varias empresas del ramo
frigorífico, al punto de que una sola empresa brasileña acapara el 30% de la producción cárnica y en
total, el capital brasileño controla el 43% de las exportaciones de ese rubro, el cual es el principal
producto de exportación de la República Oriental. Otro dato muy ilustrativo es el que indica el
mencionado autor cuando afirma que “de las diez principales empresas exportadoras del Uruguay,
cinco son brasileñas, una arrocera y cuatro frigoríficos;”. Por otra parte, Petrobrás controla 89
estaciones de servicio en el mencionado país, con lo cual pasó a dominar el 22% del mercado uruguayo
de combustibles.
En la Argentina, la presencia de las transnacionales brasileñas abarca sectores estratégicos para la
economía de ese país, como es el caso de la explotación de hidrocarburos en la cual Petrobrás se
convirtió en el principal inversionista extranjero durante el año 2.006, al llegar a la cifra de 3.000
millones de dólares. Asimismo, la empresa Camargo Correa controla el 46% de la industria cementera
argentina, la multinacional Ambev es propietaria de Quilmes, la principal empresa cervecera de ese país,
Friboi compró Swift, con la cual la multinacional brasileña se consolida como la mayor empresa
frigorífica a nivel mundial, el 97% del mercado argentino del acero es de propiedad. Así, la presencia del
capital proveniente de Brasil se hace presente en otras actividades como: materiales de construcción,
comercio, construcción, banca, automotriz, autopartes, petroquímica, etc.
Una evidencia de la capacidad del capital brasileño de internacionalizarse se puede obtener si se revisan
datos también publicados por la revista América Economía[vii] en donde se detallan las inversiones
realizada por empresas de Brasil en el extranjero durante el año 2.009. Estos datos revelan que durante
ese año, la inversión foránea de empresas Brasileñas ascendió a 87.148 millones de Dólares de EUA,
cifra muy significativa si se tiene en cuenta el tamaño de las economías del resto de las naciones del
Mercosur. Si se considera el mismo año de referencia, se evidencia con base a cifras publicadas por la
CEPAL[viii] que el monto de la inversión mencionado, es equivalente al 28% del PIB de Argentina, el 26%
del PIB de Venezuela, casi 3 veces el PIB del Uruguay y más de 6 veces el PIB del Paraguay.
Adicionalmente, la referida publicación revela que estas empresas obtuvieron durante el mismo
periodo un total de 61.000 millones de dólares en ingresos por ventas y emplearon un total de 179.000
trabajadores en el extranjero. A continuación se presenta el monto invertido por las 15 principales
empresas con inversiones en el extranjero durante 2.009, así como la actividad económica que realizan.
Otra forma de medir dicha internacionalización es a través del porcentaje de trabajadores que cada
empresa tiene en el extranjero, así como el porcentaje de ingresos que son generados fuera de Brasil,
tales datos, que corresponden al año 2.011 se muestran en el cuadro siguiente:
Los datos mostrados anteriormente parecen indicar, el carácter transnacional del capital brasileño y el
dominio cada vez mayor de actividades económicas en los países integrantes no solo del Mercosur sino
del resto del ámbito suramericano. Plantear esta situación en ningún caso debe entenderse como
chovinismo antibrasileño, simplemente es un ejemplo más de cómo dentro de la dinámica capitalista,
los capitales grandes y más eficientes terminan desplazando a los capitales más pequeños, acentuando
con ello el proceso de concentración y acumulación de capital. Es por ello que, una vez más se
demuestra que así como los capitales no conocen de nacionalidades, las luchas del proletariado deben
ser planteadas desde una perspectiva de clase con carácter internacionalista.
Por otra parte, afirmar que los capitalistas brasileños son “preferibles” que los norteamericanos o
europeos, solamente revela la miopía del reformismo nacionalista, obviando el hecho de que (en
palabras de Lenin) “el imperialismo es la fase superior del capitalismo” no importa cuál sea su origen
geográfico. Por ello, la importancia de que la clase obrera de todo el continente esté en conocimiento de
las pretensiones expansionistas y hegemónicas de la burguesía brasileña en la región, y que en particular
la clase obrera del Brasil debe plantearse definitivamente la toma del poder político en esa nación,
distanciándose de la dirigencia reformista que ostenta el poder político actualmente y potenciando la
revolución socialista a escala continental.