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Según el artículo 2186 es uno de los principales cuasicontratos y tiene lugar cuando una
persona administra sin mandato los negocios de otra, obligándose para con ésta, y
obligándola en ciertos casos.
En otras palabras, consiste en que una persona administra sin el mandato ni convenio
previo alguno, ya sea expreso o tácito, los negocios de otro. Para que la agencia oficiosa
surta efecto es necesaria la ratificación posterior a todo lo actuado en virtud de la
agencia oficiosa, de lo contrario habrá lugar a la Indemnización de daños y perjuicios.
Por ejemplo, una persona se ha ausentado sin adoptar las medidas necesarias en
resguardo de Sus Intereses; viene otra persona asume la tarea de resguardar los intereses
del ausente: paga en su nombre a un acreedor exigente que se disponía a hacer efectivo
su crédito; contrata las reparaciones que reclaman ciertos bienes, etc. A esto se
denomina gestión de negocios o agencia oficiosa.
Esta administración sin mandato es elemento principal que lo diferencia del mandato
propiamente dicho, pues en la gestión de negocios ajenos o agencia oficiosa se actúa sin
existir un acto convencional previo entre las partes.
La persona que realiza la gestión se denomina agente oficioso o gerente; la persona por
cuya cuenta se verifica se denomina interesado.
Ahora bien, Para el profesor Iván Escobar Fornos , la agencia oficiosa se constituye de
los siguientes elementos:
a) debe existir la participación voluntaria respecto de negocios ajenos, pues obviamente,
si proviene de la ley estaríamos frente a la guarda, y si proviene del encargo hecho por
el interesado sería un mandato;
b) como segundo punto tenemos que debe referirse a la administración de bienes ajenos,
que impliquen actos jurídicos o materiales, por ejemplo, contratar a un tercero para que
efectúe reparaciones sobre un bien que no le pertenece; sin que se pueda considerar
como agencia oficiosa los actos realizados en negocios propios, creyéndose ajenos. En
el caso de que las gestiones se hubiesen hecho sobre bienes propios, creyéndose ajenos,
le quedaría al gestor el derecho de interponer la actio in rem verso (La acción de
enriquecimiento sin causa es la que corresponde a quien ha experimentado un
empobrecimiento injustificado de su patrimonio para obtener una indemnización o
restitución de la cosa desde aquel que se ha enriquecido a su costa sin causa o
injustamente.), para buscar la restitución de lo invertido. Distinto es el caso, de quien,
siendo únicamente depositario de un bien ajeno, lo enajena o dispone sin autorización,
lo cual generaría a más de una posible responsabilidad penal, el pago de daños y
perjuicios.
Otros elementos que define el autor son: c) debe existir en el gestor la intención o ánimo
de obligar al propietario del bien, con el propósito de que este le reponga los gastos
incurridos, situación que deberá ser comprobada;
d) no debe preceder de un mandato u obligación legal; es decir, proviene de un acto
voluntario de quien efectúa la gestión de negocios, obviamente debiendo considerarse
que, de existir aceptación de la agencia oficiosa, produce los efectos del mandato; y,
e) la gestión oficiosa no procede cuando de por medio existe prohibición del propietario
del bien y la intromisión es forzada contra negativa expresa.
Con lo expuesto podemos observar que para que pueda constituirse la gestión de
negocios ajenos o denominados también como agencia oficiosa, es necesario que la
participación sea voluntaria respecto de la administración o gestión de los bienes ajenos.
Negocios que no se los realizan necesariamente por un espíritu altruista o desinteresado,
toda vez que el gestor busca siempre el cumplimiento de la obligación del dueño en
restituir lo gastado. Al respecto, la Corte Nacional de Justicia, se ha pronunciado sobre
la naturaleza jurídica de la agencia oficiosa manifestando que; “El agente oficioso debe
emplear en la gestión los cuidados de un buen padre de familia, sin embargo, si se ha
hecho cargo de la gestión para salvar de un peligro inminente los intereses ajenos,
sólo es responsable del dolo o de la culpa grave, si la ha tomado
voluntariamente, es responsable hasta de culpa leve, salvo que se haya ofrecido a
tomarla impidiendo que otros la tomasen, pues en este caso responderá de toda
culpa” .
Efectos:
El interesado no está obligado a pagar salario alguno al gerente.