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Efectos de los Celos sobre la “victima”

En primer lugar habrá que matizar que los celos


son un sentimiento que por sí sólo no es malo,
estará en función de su intensidad y sus
consecuencias. Los celos surgen como deseo de
garantizarnos que algo o alguien nos pertenezca,
nos sea leal, que podamos continuar teniendo
exclusividad o “derechos especiales” por delante
de otras personas. Este sentimiento nos facilita o
motiva para conseguir lo que consideramos
importante no perder. En el ámbito de la pareja
el problema suele aparecer cuando se dan por
separado o juntas las siguientes circunstancias:
la primera cuando la necesidad de certezas, el
deseo de asegurarse de que el otro es fiel se
torna obsesivo, y constantemente se busca
información, datos que certifiquen que el temor
es sólo eso, un miedo infundado.

La segunda, cuando el tipo de relación está muy marcado por la desigualdad: Cuando de un
lado existe una actitud impositiva y del otro un exceso de amoldamiento y sumisión,
evitando en demasía el conflicto, creyendo que siempre existe una forma de hacer las
cosas sin que se produzca  malestar en los demás. 

Cuando el celoso entra en un bucle obsesivo y busca constantemente descartar su temor,


influye directamente en la otra persona, en la víctima. Es frecuente que quien es objeto de
los celos de otro entre en un juego en el que se intenta demostrar constantemente la
inocencia aportando pruebas sobre lo absurdo de la duda. Claro que si ya alcanzaron los
celos grado de patología será un intento inútil por calmar al otro. Es posible que de esta
forma se produzca un alivio en el celoso pero sólo de manera temporal. En la medida en la
que la víctima se vea con la capacidad de hacer ver al otro que es todo una tontería pondrá
cada vez más medios y por tanto actuará en más ocasiones previendo el pensamiento y
modificando con quién estar y donde para que así no haya “equívocos”. Cuando pasan los
meses o los años y la tranquilidad de la pareja está sólo en función de alejarse de cualquier
situación “potencialmente peligrosa”, la víctima puede haber abandonado actividades de
ocio, amistades y sentir culpa por hacer todo aquello que genere malestar en el otro, de esta
manera la autoestima se resiente duramente y se hace más difícil pensar que existe otro
camino que convencer al otro. Además al haberse reducido el círculo de personas y actividad
se pierden otras referencias. De hecho aun cuando sea destructiva el tipo de relación celosa,
la víctima no percibe siempre un deseo de dañar por parte del celoso, lo ve como algo que
no puede evitar y por tanto no genera fácilmente mecanismos para alejarse. Se confunde
frecuentemente entender con justificar el comportamiento celoso. Si la víctima lleva mucho
tiempo siendo el objeto de los celos y mucho tiempo intentando demostrar su inocencia
podrá tener la sensación de estar a punto de resolver la situación y por tanto darse por
vencido ya, es echar por tierra todo el esfuerzo anterior.

El resultado final en estos casos es variado, pero es frecuente que sólo tras la acumulación
de muchas situaciones conflictivas, de una destrucción personal importante se pongan
medios para crear una vida además de la creada con el celoso. Al ser así se comienzan a
recuperar otros referentes que facilitan concederse el derecho a tener más vida que la que se
ha tenido. Muchas veces siendo el principio de una reformulación total de la relación o
incluso de la ruptura de la pareja

Es difícil que el celoso deje de reclamar pruebas ya que siente que es la única forma eficaz
de calmarse, así es frecuente que sólo se produzca un cambio con ayuda especializada. Lo
que ocurre es que para que se precipite la necesidad de cambio antes la víctima deberá
fortalecerse para poner freno a las demandas obsesivas. En los casos cronificados una ayuda
podrá provenir también de la psicoterapia. El resultado lo determinará especialmente la
implicación y el deseo de cambio por parte de ambos.

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