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Introducción

Listeria monocytogenes fue descrita como germen patógeno por primera


vez en 1926, como responsable de un brote que afectó a conejos y cerdos,
pero no fue hasta la década de los 80, cuando se reconoció su capacidad de
producir enfermedades en humanos tras la ingesta de alimentos
contaminados(1). Es una bacteria saprofita, ubicua, ampliamente distribuida
en el ambiente y, por su gran capacidad de sobrevivir en temperaturas o pH
extremos, capaz de contaminar una amplia variedad de comidas y bebidas.
La infección por L. monocytogenes produce normalmente síntomas leves y
autolimitados en la población general sana, aunque ha sido responsable de
grandes brotes alimentarios con importantes consecuencias sociosanitarias.
Sin embargo, puede dar lugar a cuadros clínicos graves en poblaciones
especiales como: neonatos, mujeres embarazadas y personas con algún
grado de inmunodepresión. De hecho, L. monocytogenes es el patógeno
responsable de la mayor morbimortalidad relacionada con las
intoxicaciones alimentarias en los países desarrollados, con una incidencia
estimada de 3-6 casos por millón de habitantes al año

Síntomas
Si desarrollas una infección de listeria, es posible que tengas:

 Fiebre
 Escalofríos
 Dolores musculares
 Náuseas
 Diarrea
Los síntomas pueden comenzar unos días después de haber ingerido alimentos
contaminados, pero pueden pasar 30 días o más antes de que comiencen los primeros
signos y síntomas de la infección.
Si la infección de listeria se extiende hasta tu sistema nervioso, los signos y síntomas
pueden incluir:

 Dolor de cabeza
 Rigidez en el cuello
 Confusión o cambios en el nivel de alerta
 Pérdida de equilibrio
 Convulsiones
Causas
La bacteria de la listeria puede encontrarse en el suelo, el agua y las heces
de los animales. Las personas pueden infectarse si comen lo siguiente:
 Vegetales crudos que provienen de suelos contaminados o de
estiércol contaminado usado como fertilizante
 Carne contaminada
 Leche no pasteurizada o alimentos hechos con leche no
pasteurizada
 Ciertos alimentos procesados, tales como quesos blandos, perros
calientes y fiambres que han sido contaminados después del
procesamiento
Microbiología
 L. monocytogenes es un bacilo grampositivo, anaerobio facultativo,
de crecimiento intracelular, no esporulado, catalasa positivo y
oxidasa negativo, que crece fácilmente en agar sangre, produciendo
hemolisis incompleta. La bacteria posee de uno a seis flagelos y
exhibe una característica motilidad rotatoria “de movimientos
tambaleantes” a 25ºC. El crecimiento óptimo ocurre entre los 30-
37ºC, pero crece mejor que otras bacterias a temperaturas bajas
(entre 4 y 10ºC) y es resistente a los ambientes con pH bajo y alto
contenido en sal. Estas características diferenciales con respecto a
otros gérmenes, la convierten en un patógeno importante en la
industria alimentaria.
 En la tinción de gram, Listeria puede confundirse con un
estreptococo, un enterococo o un difteroide, hecho que debe ser
tenido en cuenta a la hora de interpretar los resultados en la práctica
clínica. En el laboratorio, crece fácilmente en medios de cultivo
habituales de líquidos estériles, como sangre o líquido
cefalorraquídeo (LCR), pero no se aísla en el coprocultivo, ya que
los medios usados de rutina inhiben su crecimiento.
 Recientemente, han sido identificadas 17 especies del
género Listeria spp.(3). Solo L. monocytogenes es patógena en
humanos, aunque se han comunicado casos anecdóticos de infección
por otras especies en individuos inmunodeprimidos(4). Existen, al
menos, 13 serotipos basados en los antígenos O celular y H flagelar,
aunque los subtipos productores de enfermedad son: 4b, 1/2a y 1/2 b.
Técnicas de electroforesis en campo pulsado (PFGE)
o ribotyping pueden ser empleadas para detectar brotes con fines
epidemiológicos.

Cuadros clínicos
 Tras el contacto con Listeria, normalmente a través de la ingesta de
comida contaminada, la infección cursa en individuos sanos de
manera asintomática o con un cuadro leve de: fiebre, cefalea,
mialgias o diarrea. El diagnóstico no es frecuente en casos
esporádicos, ya que Listeria no se detecta en los medios habituales
de cultivo de heces, pero su participación debe considerarse en brotes
epidémicos. Este cuadro es autolimitado y no precisa tratamiento
específico.
 En poblaciones seleccionadas como: embarazadas, neonatos,
inmunodeprimidos o ancianos, Listeria puede producir una infección
invasiva que da lugar a diferentes cuadros clínicos graves y con una
elevada morbimortalidad. Los cuadros clínicos más frecuentes son:
bacteriemia primaria, infección del sistema nervioso central e
infección materno-fetal, que se desarrolla en la gestante y el neonato,
aunque ocasionalmente, se producen otros cuadros como:
infecciones endovasculares y endocarditis, infecciones
pleuropulmonares, cutáneas, endoftalmitis, artritis, osteomielitis o
abscesos hepáticos, entre otras.

Bacteriemia primaria
La bacteriemia sin foco evidente es la manifestación más común fuera del
periodo neonatal. Se caracteriza por un cuadro de fiebre, mialgias y
artralgias, indistinguible de los cuadros de bacteriemia producidos por otras
bacterias. En el estudio Monalisa, el mayor registro prospectivo de casos de
listeriosis invasiva publicado hasta la fecha, en el que se incluyeron más de
800 pacientes entre los años 2009 y 2013, se incluyeron 427 casos de
bacteriemia primaria y todos presentaban, al menos, un síntoma de: fiebre,
descompensación de enfermedades previas, diarrea, cuadro pseudogripal o
fallo multiorgánico. La mortalidad fue del 46% a los 90 días.
Listeriosis materno-fetal

La infección es más frecuente en el tercer trimestre del embarazo, como consecuencia


de la alteración de la inmunidad celular. Sin embargo, las consecuencias para el feto
serán más graves cuanto menos avanzada esté la gestación, produciendo el aborto o la
muerte neonatal hasta en el 20% de los casos, si la infección tiene lugar durante el
primer trimestre del embarazo. En cambio, dos tercios de los niños nacidos vivos de
mujeres que hayan padecido listeriosis durante el embarazo, desarrollarán infección
neonatal, sin embargo, el diagnóstico precoz continúa siendo un reto, debido al elevado
número de mujeres asintomáticas o con síntomas menores. La infección en el feto puede
adquirirse por vía fetoplacentaria o, de forma menos frecuente, durante el paso a través
del canal del parto.

Si la infección se produce intraútero, la tasa de mortalidad se aproxima al 50%, bien por


aborto espontáneo o por la muerte del feto en las siguientes horas al nacimiento, debido
a una forma de listeriosis conocida como granulomatosis infantoséptica, caracterizada
por microabscesos y granulomas diseminados, particularmente en hígado y bazo. Las
mayores concentraciones de bacterias se han encontrado en el pulmón neonatal y en el
intestino, por lo que se ha sugerido que la infección es adquirida en el útero por
inhalación de líquido amniótico infectado, más que por vía hematógena. En aquellos
niños nacidos a término que adquieren la infección durante su paso por el canal del
parto, la forma más frecuente de presentación es una sepsis neonatal tardía, con el
desarrollo de meningitis entre los 10 y 30 días de vida. En muchos de estos casos, las
madres permanecieron asintomáticas durante toda la gestación y los embarazos se
llevaron a término.

La mortalidad ronda el 25% de los casos. En un registro prospectivo de casos de


listeriosis neonatal llevado a cabo en Reino Unido, entre los años 2004 y 2014, se
confirmaron 19 casos, con una incidencia global de 3,4 por cada 100.000 nacidos
vivos. En el 90% de ellos, la presentación fue una sepsis neonatal precoz, y 4 casos se
diagnosticaron de meningoencefalitis. La mortalidad fue del 21% de los casos, todos
ellos dentro de los primeros 7 días desde el debut de la enfermedad.

De los 82 neonatos nacidos vivos, solo 10 de ellos presentaban una exploración física


normal al nacimiento sin signos de infección y no precisaron tratamiento antibiótico.

INFECCION DEL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL

La infección invasiva por L. monocitogenes produce afectación del SNC


con relativa frecuencia, debido al especial tropismo de la bacteria por las
meninges y el parénquima cerebral, en particular por el tronco del encéfalo.
La mortalidad es elevada y las secuelas neurológicas pueden afectar a más
del 60% de los supervivientes, según algunas series(19).
La meningitis por L. monocytogenes es una de las causas a incluir en el
diagnóstico diferencial de la meningitis neonatal y la segunda en frecuencia
en adultos mayores de 50 años e inmunodeprimidos, después de S.
pneumoniae. Un número reducido de casos ha sido comunicado en niños
inmunocompetentes fuera del periodo neonatal. Clínicamente, presenta
algunos hechos diferenciales que pueden hacer sospechar esta etiología
frente a otras bacterias productoras de meningitis
La invasión del parénquima cerebral por L. monocytogenes puede dar lugar
a áreas de cerebritis o abscesos focales. En estos casos, la clínica
predominante es la alteración del nivel de conciencia o la disfunción
cognitiva, y puede simular una encefalitis por virus del grupo herpes. A
menudo, los hemocultivos son positivos, y puede desarrollarse una
meningitis concomitante, con aislamiento del germen en LCR, en el 25-
40% de los casos.
En contraste con otras infecciones por Listeria, la afectación del tronco del
encéfalo o rombencefalitis ocurre con mayor frecuencia en adultos sanos(22).
El cuadro clínico típico es una enfermedad bifásica con una fase
prodrómica de: fiebre, cefalea, náuseas y vómitos que dura entre 3 y 4 días,
seguido de un inicio brusco de déficits focales de pares craneales
asimétrico, signos cerebelosos y hemiparesia o hemihipoestesia. La
mortalidad y el desarrollo de secuelas neurológicas es elevada.
Tratamiento

El régimen de tratamiento antibiótico y su duración óptima se basan en


recomendaciones de expertos, fundamentados en estudios de susceptibilidad in
vitro, modelos animales o estudios clínicos observacionales con un pequeño número de
pacientes, debido a la falta de ensayos clínicos controlados. Excepto en los casos de
alergia a betalactámicos, amoxicilina, ampicilina y penicilina son las drogas de
elección. Trimetoprim-sulfametoxazol es un tratamiento alternativo en los pacientes
alérgicos a betalactámicos, que presenta una buena penetración en el SISTEMA
NERVIOSO CENTRA y efecto bactericida contra Listeria, aunque demostró menos
eficacia que ampicilina o quinolonas en un modelo experimental de meningitis en
monoterapia. En un estudio no randomizado de pacientes con meningoencefalitis
grave, la combinación de ampicilina y cotrimoxazol se asoció con menor mortalidad y
secuelas neurológicas que ampicilina y aminoglucósido, aunque la experiencia clínica
es escasa. Rifampicina ha demostrado excelente actividad intracelular y penetración en
el SISTEMA NERVIOSO CENTRAL e intracelular, y se ha usado en el tratamiento
combinado de infecciones graves. Por último, dentro de los fármacos usados para el
tratamiento de la listeriosis, vancomicina muestra actividad variable y su uso está
limitado en meningitis por su escasa penetración a través de la barrera
hematoencefálica, hechos que limitan su uso en listeriosis invasiva.

Prevención

Para prevenir la infección por listeria, sigue estas simples pautas de seguridad
alimentaria:

 Mantén los objetos limpios. Lávate muy bien las manos con agua
tibia y jabón antes y después de manipular o preparar alimentos.
Después de cocinar, usa agua caliente y jabón para lavar los
utensilios, las tablas para cortar y otras superficies de preparación
de alimentos.

 Friega los vegetales crudos. Limpia los vegetales crudos con un


cepillo de fregar o con un cepillo específico para vegetales bajo
mucha agua corriente.

 Cocina muy bien los alimentos. Usa un termómetro de cocina


para asegurarte de que los platos de carne, aves y huevos se
cocinen a una temperatura segura.

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