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Significante: carta 52 Freud: Trabajo con la suposición de que nuestro mecanismo

psíquico nació siguiendo una disposición en capas, mediante un ordenamiento en el


cual cada cuanto, el material que se tiene a mano sufre una reorganización según
nuevas relaciones y un trastocamiento en la inscripción, una reinscripción.

El nacimiento del significante es la simultaneidad, y también su existencia es una


conexión sincrónica.

Sin duda, lo real en juego no debe tomarse en el sentido en que lo entendemos 


habitualmente, que implica objetividad, confusión que se produce sin cesar en los
escritos analíticos. Lo subjetivo aparece en lo real en tanto supone que tenemos
enfrente un sujeto capaz de valerse del significante, del juego del significante, y capaz
de usarlo del mismo modo que nosotros lo usamos; no para significar algo, sino
precisamente, para engañar acerca de lo que ha de ser significado.

Si el psicoanálisis nos enseña algo, es precisamente que el desarrollo del ser humano
no puede en modo alguno ser directamente deducible de la construcción, de las
interferencias, de las composiciones, vale decir, de los instintos. El mundo, en el que
vivimos, en medio del cual nos orientamos, y sin el cual de ningún modo podemos
orientarnos, no implica solamente la existencia de las significaciones, sino el orden del
significante.

“si el comlplejo de Edipo no es la introducción del significante, les pido que me den de
él alguna concepción distinta. Su grado de colaboración sólo es tan esencial para la
normalización sexual porque introduce el funcionamiento del significante en tanto tal
en la conquista del susodicho hombre o mujer.

Pero aún es necesario que el sujeto adquiera el orden del significante, lo conquiste,
sea colocado respecto a él en una relación de implicación que lo afecte en su ser, lo
cual culmina en la formación de lo que llamamos en nuestro lenguaje el superyó.

En el histérico ¿en qué estriban los síntomas, si no es en la implicación del organismo


humano en algo que está estructurado como lenguaje; debido a lo cual determinado
elemento de su funcionamiento entrará en juego como significante.

Freud articula enérgicamente, incluso en el texto sobre el presidente Schreber, la


radical distinción que existe entre convicción pasional y convicción delirante. La
primera surge de la proyección intencional: por ejemplo, los celos que hacen que esté
celoso en el otro de mis propios sentimientos,  en los que impuso al otro mis propias
pulsiones de infidelidad. En lo que respecta a la segunda, Freud tiene esta formula: lo
que fue rechazado del interior reaparecerá en el exterior, o también, como se intenta
expresarlo en un lenguaje amplificador, lo que ha sido suprimido en la idea
reaparecerá en lo real. Pero ¿qué quiere decir esto? Para lo anterior, hay que dar fe
de las dificultades conceptuales en las que uno se ve envuelto si confunde aunque
más no sea un poco, la noción de realidad con la de objetividad, incluso con la de
significación, si se pasa realidad diferente a la de la experiencia de lo real, a una
realidad en el sentimiento de lo real.

En el caso de schreber, vemos al comienzo un periodo de trastorno.


Reconstruyéndolos podemos encontrar, salvo algunos detalles, toda la apariencia de
la significación y de los mecanismos cuyo juego apreciamos en la neurosis. Nada se
asemeja tanto a una sintomatología neurótica como una sintomatología pre sicótica. 
Una vez hecho el diagnostico, se nos dice entonces que ahí el inconsciente está
desplegado afuera, que todo lo que es el id paso al mundo externo, y que las
significaciones en juego son tan claras que justamente no podemos intervenir.

¿a partir de qué momento decimos que el sujeto pasó la barrera, que está en el
delirio? Tenemos el periodo prepsicotico. Nuestro presidente scrheber vive algo cuya
índole es la perplejidad. Nos da, en estado viviente, esa pregunta que yo les decía
estar en el fondo de toda forma neurótica. Es presa uno lo dice retroactivamente – de
extraños presentimientos, es invadido bruscamente por esa imagen, la que menos
hubiera uno penasdo que iba a surgir en la mente de un hombre de su especie y estilo,
que debe ser muy agradable ser una mujer sufriendo el acoplamiento es un periodo de
confusión pánico ¿basta esto para ubicar la entrada en la psicosis? De ninguna
manera. Ejemplo:

Katan: hombre joven en pubertad, inducido por un camarada se interesa por un joven
que es la misma de interés del camarada, una vez sufrientemente avanzado en su
identificación a su camarada, la joven caerá a sus brazos. Lo anterior es un
mecanismo de compensación imaginaria, compensación imaginaria del Edipo ausente,
que le hubiera dado la virtualidad del Edipo ausente, no de la imagen paterna, sino del
significante, del NOMBRE DEL PADRE.

Cuando la psicosis estalla, el sujeto se comportará como antes, como homosexual


inconsciente. Todo su comportamiento en relación al amigo que es el elemento piloto
de su tentativa de estructuración en el momento de la pubertad, reaparece en su
delirio. ¿a partir de que momento delira? A partir del momento en que dice que su
padre le persigue para matarlo, para robarlo, para castrarlo. Pero el punto esencial,
que nadie subraya, es que el delirio comienza a partir del momento en que la iniciativa
viene de otro con mayúscula, en que la iniciativa, está fundada en una actividad
subjetiva. El otro quiere esto y quiere sobre todo que se sepa, quiere significarlo.

En cuanto hay delirio, entramos a todo trapo en el dominio de una intersubjetividad, de


la cual todo el problema está en saber porqué es fantasmática. Lo que encontramos
en esta sintomatología siempre es lo que ya les indique el año pasado en relación al
sueño de la inyección de irma: los sujetos inmiscuidos. ¿Quién habla?.

Lo propio de la dimensión intersubjetiva, es que tiene en lo real un sujeto capaz de


servirse del significante en tanto tal, esto es, no para informar, sino muy precisamente
para engañar a uno. El nombre del padre.

La defensa, en efecto, es esto, en tanto tiene una relación esencial con el significante, 
no con la prevalencia de la significación, sino con la idolatría del significante en tanto
tal. Los sujetos inmiscuidos ¿no es eso precisamente lo que se nos aparece en el
delirio? Ejemplo: notese toda la diferencia que hay entre “el medico jefe que hizo
operar al enfermo por su interno, y el medico jefe que tenia que operar al enfermo, lo
hizo operar por su interno.

Se dan cuenta de que aunque culmine en la misma acción quiere decir dos cosas
completamente diferentes. Todo trascurre cual si el sujeto reaccionase a él mediante
una tentativa de restitución, de compensación. La crisis se desencadena
fundamentalmente por una pregunta: ¿qué es…? no sé.  Supongo que el sujeto
reacciona a la ausencia de significante por la afirmación tanto más subrayada de otro.

En el ser humano las significaciones más cercanas a la necesidad, las significaciones


relativas a la inserción más animal en el medio circundante en tanto nutritivo, y en
tanto cautivante, las significaciones primordiales están sometidas, en su sucesión e
instauración misma, a leyes que son las del significante.

El complejo de Edipo es esencial para que el sujeto pueda acceder a una estructura
humanizada de lo real. Para que haya realidad, para que el acceso a la realidad sea
suficiente, para que el sentimiento de realidad sea un justo guía, para que la realidad
no sea lo que es en la psicosis, es necesario que el complejo de Edipo haya sido
vivido. Sin embargo, solo podemos articular este complejo, su cristalización triangular,
sus diversas modalidades y consecuencias, su crisis terminal, llamada su declinar
sancionada por la introducción del sujeto en una nueva dimensión, en la medida en
que el sujeto es a la vez el mismo y los otros dos participantes. El termino de
identificación que ustedes usan a cada momento, no significa otra cosa. Hay allí pues
intersubjetividad y organización dialéctica. Esto es impensable, a menos que el campo
que delimitamos en los nombres de Edipo tenga una estructura simbólica.

A diferencia de la neurosis y a pesar de tener en común los mecanismos de festación,


en la psicosis no se tiene en sí mismo significación propia. A cada minuto muestra
experiencia, nos hace sentir que hay significante humanas no podría establecerse.
¿acaso todas las mitologías no explican esto mismo? Estas mitologías apuntan a la
instalación, al mantenimiento en pie del hombre en el mundo. Le hacen saber cuáles
son los significantes primordiales, cómo concebir su relación y su genealogía.

NO EXISTE NEUROSIS SIN EDIPO.

En la psicosis estamos en un agujero, en una falta a nivel del significante.

Estamos seguros que los neuróticos se hicieron una pregunta. Los psicóticos, no es
tan seguro. Quizá la respuesta les llegó antes que la pregunta: es una hipótesis.

No hay preguntas para un sujeto sin que haya otro a quien se le haya hecho. Alguien
me decía recientemente en un análisis. A fin de cuentas, no tengo nada que pedir a
nadie. Era una confesión triste. Le hice notar que en todo caso, si tenia algo que pedir
era forzoso que se le pidiese a alguien.

No somos demasiado exigentes en cuanto al rigor de nuestras articulaciones, y puesto


que aprendimos de Freud que el principio de contradicción no funciona en el
inconsciente, formula sugestiva e interesante, pero, si una se queda en ella, un poco
limitada – cuando algo no camina en un sentido se lo explica por su contrario.

Esto puede provocar bastantes conflictos, pero, esencialmente, no se trata de las


contestaciones conflictivas que se explican en las neurosis por una descompensación
significativa. En la psicosis el significante está en causa, y como el significante nunca
está solo, como siempre forma algo coherente – es la significación misma del
significante – la falta de un significante lleva necesariamente a poner en tela de juicio
el conjunto del significante.

En las neurosis, la significación desaparece por un tiempo, eclipsada, y va a andar en


otro lado; mientras que la realidad aguanta bien el golpe. Defensas como estas no son
suficientes en el caso de la psicosis y lo que debe proteger al sujeto aparece en la
realidad. Este coloca fuera lo que puede conmover la pulsión instintiva que hay que
enfrentar.

Podemos también formular la pregunta en sentido inverso, a saber: ¿Qué ocurre


cuando la verdad de la cosa falta, cuando ya no hay nada para presentarla en su
verdad, cuando, por ejemplo, el registro del padre está ausente? ¿qué ocurre si se
produjo cierta falta en la función del padre?

Esta verdadera desposesión primitiva del significante será lo que el sujeto tendrá que
cargar, y aquello cuya compensación, deberá asumir, largamente, en su vida, a través
de una serie de identificaciones puramente conformistas a personajes que le darán la
impresión de que hay que hacer algo para ser hombre.

Metodológicamente, tenemos el derecho de aceptar entonces el testimonio del


alienado sobre su posesión respecto al lenguaje y tenemos que tomarlo en el análisis
del conjunto de las relaciones del sujeto con el lenguaje.

Schreber mismo nos indica que algo en él, en un momento dado, se vio
profundamente perturbado.

Esta problemática se inserta entre la imagen del yo, y esa imagen sobrelevada
encumbrada con respecto a la primera, la del otro con mayúsculas, la imago paterna,
en tanto instaura la doble perspectiva, dentro del sujeto, del yo y del ideal del yo, para
no hablar en esta ocasión del superyó. Tenemos la impresión de que en tanto no
adquirió, o bien perdió ese otro, que se encuentra con otro puramente imaginario, el
otro disminuido y caído con quien solo son posibles relaciones de frustración: ese otro
lo niega, literalmente lo mata. Este otro es lo más radical que puede haber en la
alienación imaginaria.

Notas del cuaderno con opinión personal:

Pag. 71  ¿Qué es el análisis de las resistencias?

No es, como se entiende, si no a formularlo – y se lo formula -  les daré múltiples


ejemplos – mucho más a practicarlo no es intervenir ante el sujeto para que este tome
conciencia de la forma en que sus aficiones, sus prejuicios, el equilibrio de su yo, le
impide ver. No es una persuasión que muy pronto cae en la sugestión. No es reforzar,
como se dice, el yo del sujeto, o encontrar un aliado en su parte sana. No es
convencer, es, en cada momento de la relación analítica, saber en qué nivel debe ser
aportada la respuesta. Ella concierne a su historia en tanto que él la desconoce y es
eso lo que expresa, muy a pesar suyo, a través de toda su conducta, en la medida en
que oscuramente busca reconocerla. Su vida está orientada por una problemática que
no es la de lo vivido, sino la de su destino, a saber: ¿qué significa su historia?

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