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En este tiempo litúrgico se utiliza el color morado, como morado fue el manto que
le pusieron a nuestro Señor en camino a la cruz.
“Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica.
Ninguno busque su propio bien, sino el del otro. No seáis tropiezo ni a judíos, ni a
gentiles, ni a la iglesia de Dios; como también yo en todas las cosas agrado a
todos, no procurando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean
salvos” 1 Corintios 10: 23-24, 32-33
Estas palabras llenan de temor mi corazón, pues reconozco mi libertad cristiana, la
cual practico sin temor alguno, pero cuando la estoy ejercitando siempre me
preocupa poder servir de tropiezo para aquellos que son débiles en la fe. Todo
conviene, pero lastimosamente no todo sirve para edificación de los hermanos o
de otros hombres fuera de Cristo. Y esta es mi principal preocupación con la
Cuaresma.
¿Qué es la Cuaresma?
¿Cuál es la Confusión?
En teología conocemos tres términos que tienen muchos que ver con este tema: el
pactum salutis; historia salutis; y el ordo salutis. Estos términos se refieren a la
obra de redención de la Trinidad. El primero se refiere al decreto de salvación del
Padre, el segundo a la obra redentora de nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de
Dios, y el último se refiere a lo que Dios el Espíritu Santo hace en la salvación de
un pecador.
Como creyentes no podemos confundir lo que se hizo una sola vez en la historia
de la humanidad, lo que ocurrió dentro de la historia humana como algo irrepetible
por Cristo para beneficio de los que creen verdaderamente en Él. Si lo hacemos
caemos en el error que ha sido perpetuado por el catolicismo romano.
Una de las cosas que yo he tratado de mostrar, así como lo han hecho muchos
grandes hombres de Dios, es el falso evangelio predicado por Roma. Sabemos
por las Escrituras que este error no es reciente, sino que surgió desde el inicio de
la enseñanza apostólica. A los gálatas, el apóstol Pablo, corrigió y regaño por
prestarse a oír las falsas enseñanzas de los judaizantes, quienes decían ser
apóstoles de Cristo, pero que sin embargo, estaban enseñando un mensaje
contrario al evangelio entregado por el mismo Señor a sus apóstoles.
Lo que estaban haciendo los falsos maestros en Galacia era enseñar que para
poder ser justificados ante Dios, los creyentes debían observar la Ley mosaica.
Muchos creyentes en esa iglesia fueron ordenados or estos hombres a ser
circuncidados. Pablo, frustrado por lo que ha escuchado de ellos, les exhorta a no
seguir esas falsas enseñanzas, pues toda la revelación divina demuestra que la
justificación no es por las obras, sino por la fe en Jesucristo.
Pablo demuestra que sus palabras son ciertas ejemplificándolo con el patriarca
Abraham, quien fue justificado por Dios por su fe en la promesa dada por Él
mucho antes de haberse circuncidado. Inclusive, la misma Ley mosaica, que fue
dada cuatrocientos años después a esta promesa, no tenía la intención de abolir el
pacto previo hecho entre Dios y el patriarca.
El error de la Cuaresma como celebración es creer que esas cosas-el ayuno, las
prácticas ascéticas-forman parte de la vida cristiana para ganar el favor de Dios de
uno u otra manera. Ningún evangélico puede negar que esta es la creencia
católico romana. En la mente de Roma está la idea que los hombres deben hacer
constantemente obras de justicia, no como consecuencia de haber nacido de Dios,
sino como algo que puede hacer que Dios sea más favorable con los hombres.
Esto es lo mismo que notamos dentro del movimiento carismático, que enseña
que haciendo un pacto con Dios-dando dinero-Él será más favorable hacia el
creyente y le dará lo que le ha pedido. En ambos casos, notamos la perversión del
evangelio bíblico que dice que los hombres son justificados por medio de la fe en
Jesucristo y que una vez adoptados por Dios, Él está total y completamente a
nuestro favor. Nada puede separarnos del amor de Dios, pues Él está a nuestro
favor. Y esa actitud de parte del Padre se debe a lo que Cristo, Su Hijo, hizo en la
cruz. Si decimos que debemos hacer que Dios nos favorezca haciendo algo
nosotros mismos estamos nulificando el sacrificio de Cristo, lo cual es una
blasfemia. Esto fue lo que vio Pablo en las enseñanzas de los judaizantes y por
ello fue tan crítico con los gálatas.
Si lo hago los hermanos inmaduros podrían pensar que ellos deben hacer cosas,
como enseñan los carismáticos, para que Dios les favorezca, negando así la
verdad bíblica que en Cristo el creyente es eternamente favorecido por Dios. Si lo
hago, los incrédulos seguirían creyendo la mentira típica del hombre natural: la
salvación viene al hombre si mis obras buenas sobrepasan las malas.