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Un equipo de investigadores bajó al interior del llamado "pozo del infierno", ubicado en medio
del desierto de Yemen. Se trata de un agujero de 20 metros de ancho y unos cien de
profundidad que ha despertado infinidad de historias.
La investigación se abocó al primer descenso documentado al pozo, del que se dice que
alberga espíritus malignos. Por superstición o miedo, los habitantes del lugar siempre se han
negado a bajar a su interior, hasta que se organizó la expedición del Equipo de Exploración de
Cuevas de Omán (OCET), un país vecino de Yemen.
En total, ocho expertos en espeleología (ciencia que investiga las cavernas) descendieron en
rápel, mientras otros dos investigadores monitoreaban desde la superficie. “La pasión nos
impulsó a hacer esto, y sentimos que es algo que revelará una nueva maravilla y parte de la
historia de Yemen”, añadió Kindi. “Recolectamos muestras de agua, rocas, tierra y algunos
animales muertos, pero aún no los hemos analizado”, precisó el experto, quien dijo que “no
había un mal olor, solo el de algunos pájaros muertos”.
Las propias autoridades yemeníes aseguraron que no sabían lo que había en el interior del
pozo y que como mucho habían podido bajar hasta los 60 metros. Una teoría señala que
podría ser un volcán, si bien no hay evidencia que abone esa hipótesis. Otros afirman que
podría ser un pingo, un fenómeno geológico que se detectó en Rusia en los últimos años.
Para los lugareños de la provincia de Al-Mahra, es "una prisión para los demonios", y el mal
olor que emanaría de su interior sería la señal de que es la "boca del infierno". Y creen que las
visitas al cráter y su sola mención pueden traer mala suerte.