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La manipulación genética, ¿El nuevo enigma del siglo XXI?

Durante este siglo se han logrado hacer diversos descubrimientos científicos y de técnicas
innovadoras, muchas de ellas tecnológicas donde estas afectan de manera impresionante las
relaciones humanas desde los diferentes puntos de vista como lo son las estructuras sociales,
económicas, culturales y, es ahí donde la ciencia debe solucionar los nuevos problemas
ocasionados por los aportes de la biología, la medicina y las nuevas tecnologías de la información y
las comunicaciones.

Ahora bien, en los ámbitos de la Biología y la Genética ha logrado tener un gran auge, de tal forma
que se han confundido con un poder no conocido antes en otros estadios de la historia. Sin
embargo, no todo ha de ser posible y/o positivo para la ciencia, pues desde el punto de vista ético
y jurídico se piensa que muchos de estos cambios pueden comprometer de forma irreversible, no
solo el presente, sino también el futuro de la humanidad.

Por ese motivo, esta preocupación ha impulsado la promoción de un orden internacional se


puedan prevenir y hasta cierto grado evitar, todos aquellos intentos perjudiciales de aplicación de
la ciencia, claramente sin limitar los beneficios de la ciencia y la genética; y es por ello que el
movimiento bioético se desarrolló como una forma de pensamiento y acción que se ocupa de
estudiar, regular y plantear posibles soluciones al poder transformador de las ciencias de la vida,
para asegurar que el conocimiento científico no se vuelva en contra de la humanidad y, en cambio,
sea fuente de bienestar para los individuos y las naciones, siendo su principal objetivo el de
proteger los derechos

Durante los últimos años, los avances que se han producido en el ámbito de la Genética han sido
espectaculares. Nunca la ciencia había presentado a la humanidad, al menos desde la fisión
nuclear, oportunidades y dilemas de tal magnitud y complejidad.

Una buena prueba de ello es, por ejemplo, las posibilidades que ofrece la ingeniería genética.
Pero, frente a las innegables ventajas que reportan estos descubrimientos, también se plantean
situaciones en las que se encuentran en juego derechos humanos básicos. Ello pone de manifiesto
la necesidad de que el jurista profundice, desde un conocimiento científico serio, en las
consecuencias que estas nuevas técnicas van a tener para el hombre y su entorno. Se impone la
necesidad de una reflexión serena que aborde aspectos científicos, éticos y jurídicos.

En relación con el nivel científico, quiero insistir en la idea de que los datos que aportan los
descubrimientos genéticos no pueden ser algo totalmente ajeno al jurista. Cada vez es más clara la
intervención del Derecho en estos temas. Por ello, es importante que el operador jurídico los
conozca, al menos en sus formulaciones básicas. Así, por ejemplo, en lo que se refiere a la labor
del legislador, hay que partir de la idea de que, en esta materia, una buena norma únicamente
puede basarse en unos correctos datos científicos. Aquí debe incluirse, tanto el conocimiento de
las técnicas básicas que se utilizan, como el de las consecuencias que se derivarán de su aplicación.

Sólo así podrán protegerse eficazmente todos los derechos humanos en juego. Para poder
analizar, con cierto rigor, la relación existente entre la "nueva genética" 2 y los derechos humanos,
es necesario partir de la existencia, en este campo, de dos grandes sectores de trabajo científico:
a) El ámbito de la información genética u obtención de datos a partir de los genes. Se trata,
básicamente, del Proyecto Genoma Humano

b) El campo de la manipulación genética o del trabajo directo con genes, modificándolos o


insertándolos en el mismo organismo del que se han extraído o en otro. Nos encontramos,
fundamentalmente, en el ámbito de la ingeniería genética.

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