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Los transgénicos son organismos modificados mediante ingeniería genética en los que se han
introducido uno o varios genes de otras especies. Por ejemplo, el maíz transgénico que se
cultiva en España contiene un gen de la bacteria Bacillus thuringiensis. Si en algún caso ves
o escuchas hablar de organismos modificados genéticamente (OMG), también estarán
hablando de transgénicos.
Durante siglos se ha utilizado el cruce de los mejores ejemplares de cada especie para mejorar
los cultivos y las razas ganaderas entre una misma especie. Pero los cultivos y alimentos
transgénicos son diferentes: se saltan las barreras entre especies, introduciendo en ellos genes
de especies que no podrían cruzarse en la naturaleza.
Son pocos: básicamente soja, maíz, algodón y colza, que suponen prácticamente el 100% de
la superficie cultivada con OMG a nivel mundial
¿Cuáles son los beneficios de los transgénicos?
Se ha demostrado que no tienen un mayor rendimiento, que los impactos ambientales son
graves (debido principalmente al incremento en el uso de agro tóxicos) y que los costes
socioeconómicos son elevados (debido a la imposible coexistencia con el sector ecológico y
la falta de responsabilidad ante la contaminación).
Además existen serias dudas sobre sus efectos acumulativos y a largo plazo en la salud.
La experiencia que existe con estos alimentos transgénicos, es muy limitada en el tiempo y
podrían existir consecuencias que aún no hemos conseguido valorar. Este uno de los
argumentos más fuertes de quienes combaten estos productos. El punto es que si bien es
cierto que la experiencia es limitada y podría ocurrir algo, no queda claro ni que podría ser
ni debido a que. En otras palabras, es un argumento con una fundamentación discutible.
La resistencia que se genera en algunas especies frente a enemigos naturales (plagas) podría
derivar en especies de más complicado manejo. Este es un argumento bastante más sólido
que el anterior.
El planteo es que podrían surgir nuevas plagas resistentes a la resistencia adquirida de los
alimentos transgénicos es un argumento similar al que se utiliza con los antibióticos. Si bien
han sido tal vez la revolución más importante en la medicina y han logrado curar millones de
personas de lo que antes era una muerte segura, es cierto también que han surgido gérmenes
con una importante resistencia a los antibióticos.
Esto desencadena una batalla eterna de desarrollo de nuevos antibióticos y nuevas resistencia.
Sin embargo, si evaluamos el resultado final, sin duda alguna es positivo en relación a la
importancia que han tenido y tienen hoy día los antibióticos.
Hay enormes intereses comerciales detrás del desarrollo de estos productos y alimentos
transgénicos, lo que despierta una cierta desconfianza.
La relación de la sociedad con el poder tecno científico se ha modificado (de las implé
aceptación pasiva y la confianza ple-na, a la preocupación e interés por controlar sus posibles
efectos negativos). Particularmente, este marco de controversias sociales ha sido significativo
en el caso de la biotecnología, como también lo había sido en los debates acerca de la
seguridad de la industria nuclear, la industria química o la farmacéutica. Así pues, la relación
entre la tecno ciencia y la sociedad se ha vuelto conflictiva, controversial, y ello se debe al
mayor interés social en la reducción de los riesgos para el medio ambiente y la salud humana
que conllevan la realización tecno científicas.
Como resultado de amplios debates, ha habido cierto consenso de restricciones y moratorias
sobre la biotecnología aplicada al genoma humano (por lo menos en el caso de la clonación
reproductiva);en cambio, en lo que se refiere a la aplicación de la tecnología de ADN
recombinante en la producción de alimentos se han suscitado contra verías y conflictos de
valores que se basan en el margen de incertidumbre que aún subsiste con respecto a la
posibilidad de efectos ambientales negativos a largo plazo.
BIBLIOGRAFÍA