rario que es rnanifestacion de ntes de la evangelizaci6n cristiana de lsla de Pascua, se pue-
den considerar ties grandes periodos en la evolucidn religiosa de Makemake, la divinidad generndora que sus habitantes. H primero se extiende desde la llegada polinesica A Pasc u a en ha asumido 10s antiguos roles de el siglo IVd.C. hasta el siglo IX, aproximadamente', y es caracteri- zado por manifestaciones animistas, culto a 10s muertos y un poli- es masculinas y femeninas al teismo astral, peculiar de 10s tiempos neoliticos. El segundo periodo se desarrolla a partir del arribo, en el siglo IX, de una expedic idn polinksica que queda atrapada en la Isla. Este dura hasta fines del siglo XVll d.C., 6poca en que, junto al animism0 tradicional y el politefsmo, se manifiestan importantes Camilo I. Cobo de la M a z a ' (ambios en el culto a 10s muertos con la aparici6n del ahu-moai. I a liltima etapa comprende casi todo el siglo XVlll y la primera mitad del XIX, donde hace su aparicidn el culto del Tangafa-Manu LI Hombre Pijaro. I a presentacidn en estas lineas se concentra en el segundo periodo, cuando aparecen las manifestaciones culturales monoteistas.
NoV'UDADIS FN ( i
lsla de Pascua abunda en vestigios religiosos que se apirc lall
apenas alguien se aproxima a ella ya sea por mar o aire. AI sobre- volar a baja altura el perimetro de la Isla, e l estudioso observa multitud de escutturas que proliferan en su en- alcanzado ambitos profundos, cornpartiendo torno e interior. pensamientos y creencias, al punto de innovar Una gran cantidad de estos megalitos, 10s expresiones culturales referidas a 10s muertos. mi, se encuentra semi enterrada en las faldas Una innovacion que aparece entre las cos- del volcan Rano Raraku. Otros moai aparecen tumbres religiosas pascuenses es la presencia de b t r u i d o s junto a ruinosas plataformas, y, 10s un dios, Makemake, cuya caracteristica princi- m o s , erguidos en sus sitios originales gracias pal es la de ser responsable linico de la genera- el trabajo de arque6logos. ción do vida. I as plataformas de estos moai, 10s ah, Se trata de un dios masculino, desprovisto d en realidad construcciones funerarias en cuyo antiguas concepciones astrales, que no que interior se guardan restos de difuntos. de una diosa para dar el ser. A él 6 1 s Estas dos manifestaciones vinculadas al cul- de otorgar vida al ser humano ya los animales, y fo de 10s muertos, moai y ahu, aparecen en Pas- el ser a las cosas. Se trata de una divinidad inde- ct~ a partir del siglo noveno d.C., cuando 10s pendiente pare decidir c ualquie acto de gene- difuntos ya no son enterrados tapandolos con ración. piedras, en forma de tlimulos, como se hacia pri- En el pensamiento religioso de los nativos mitivamente. En este periodo, 10s caddveres se pascuenses, tal divinidad es anuncio del comien- disecan sobre el ahupara instalar las osamentas zo en la Isla de una idea monoteísta, de un dios timpias en su interior. Posteriormente, estos se- todopoderoso. Todo esto se produce, naturalmen- pulcros son coronados con uno y mas moai a te, en el marco de un contexto politeísta. medida que se incorporan restos de nuevos di- funtos.
Di Los elementos constitutivos de un culto reli-
gioso se caracterizan ñor sor gestos orientados a En medio de la soledad del Pacífico y sin reconocer el poder divino, o instrumentos de posibilidades c\v intercambio comercial ni cul- mediación para alcanzar beneficios de la divini- tural alguno durante cuatrocientos años de aisla- dad y, necesariamente, son inspirados por con- miento, los primitivos habitantes do la Isla no cepciones de orden teológic o, pueden desarrollar un cambio tan radical en el El moai, en este caso, elemento descollante culto a sus muertos sin la intervención de tacto- del walt a n Z a - s en Ma de Pascua, conti res externos. ne necesariamente motivac iones de inspiración Efectivamente, en sus Leyendas de Isla de teológica que justifican sus características. Iden- Pascua, el padre Sebastián Englert recoge de los tifica! tales motivaciones profundas es indispen- nativos una tradición que narra la presencia en sable para comprender en lodo su alcance los la Isla de los recién llegados, "hombres de raza cambios religiosos surgidos del proceso cultural corpulenta de orejas largas... sin mujeres..." de integración experimental lo en Pascua a partir Esos exploradores, por causas que no cono- del siglo IX d.C A fin de lograr este propósito, se cemos, no pueden regresar a su lugar de origen iiuv requiere previamente establecer la relación exis- quedando atrapados en la Isla. También tente entre el ahu-moai y la nueva divinidad y, polinésicos, la lengua común les facilita su inte- antes todavía, la existente entre el propio ahu y gración con los lugareños. Los recién llegados su moai. tratan ideas nuevas, propias de archipiélagos con En primer término, es oportuno recordar que fecundo intercambio comercial y cultural y la la tradición nativa llama ,1 \a< moai, "moaiaringa comunicación de sus novedades pronto abarca ora", es decir, "escultura de rostro vivo* y, para todos 10s imbitos de la d insular. ella, estos son antepasados, reyes o ancestros, Es mucho lo que hay por recibir y mucho lo cuyos espíritus permanecen vigilantes r.n la roca por dar después de un hiato cultural de cuatro a fin de proteger a subditos y familiares. Esto evi- siglos. Los dos grupos, nativos y exploradores, dencia que lo que une a sepulcro y escultura es presentan un dis-tanciamiento cultural de doscien- el espíritu del difunto yue habita en el monolito. tos a trescientos anos. No es extraño, entonces, Establecida esta primera relación es preciso que la presencia en la Isla de eslos exploradores encontrar el nexo existente en [re el espíritu del —"orejas largas"— I legados desde el futuro., haya difunto y la característica propia de Id divinidad, es decir, "su independencia en el generar" o "SO culinidad y feminidad fundidas en uno. No son poder gene rador independiente". dos en uno, sin0 uno con el poder de dos, condi- Si se piensa al "espfritu del difunto", presen- c i6n que lo relaciona esencialmente al concept0 te en la roca, en una funci6n protectora, corno teol6gico caracteristico del dios Makemake. dic e la tradici6n. se perderia toda relaci6n entre El moai megalitic o, entonces, no esotra cosa ambos elemento s, puesto que no serfa compren- que la expresi6n pl6stica del inmenso "poder ge - sible que el antepasado protegiera a 10s suyos ador independiente" de la divinidad. de una divinidad cuya cualidad propia carece La funci6n cultual rnediadora del rnoaiaringa de agresividad. La funci6n cultual del rnoai d oa i d ser en radecimiento a la divinidad ser, entonc es, de orden laudativo o impet por el "poder generador" recibido a través de los o ambos a la vez. v e z . o de ruego para generar mejor vida, El "tostro vivo" del megalito puede ser, o ambas a la vez. hipot&icamente, un gesto de a c de ci6 En apoyo de la función "de ruego" o de rwgo, o ambos, por este "poder generador del moai puede esgrimirse la situación independiente" concedid o por recibir de par- de endogamia en que se encuentra el ir ik- ladivinidad, Esta op< ¡ón tiene sentido por- yrupo de primeros inmigrantes en la que presenta un a relacibn coheren entre moai Isla, h e r e n r o c i e n t o s aiios de re- y divinidad. Todavfa es prec iso de por- lacionarse sólo entre ellos. De esto se que, perfect arnente, el ahu y su moai podrían dan cuenta sólo con la llegada de los tener relaci6n con la antigua divi solar. exploradores. Resulta interesante a este respec- UN to destacar que las tradiciones nati- Fa I a n que 10s exploradores Resulta claro, a estas alturas del discurso, que d e l c o s rnotejan a 10s residentes un primer aspec t0 de la relaci6n cfel moa/con dr 'í.in^j/.i htifhiu momoko", hom- el dios está dado por la función mediadora del bres de estructura alagartijada, y, és- rostro del antepasado. Pero, tambi e com- tos, a su vez, denominan a los ante- prende que la presencia de un rost en el moai riores como "tangata htin<w eepe' no eKplir.a ni su forma ni su vinculación con la hombres de estructura ancha. Se evi- (aracteristica divina de "generad independien- enera d que nte se reco- te". En todo caso, la pista pa encontrar este nocen con notables diferencias cor- nexo no puede encontrarse s en el propio pora I es. mi debido, principalme a que su modelo No os difícil suponer que la : y estilo se repiten rigurosos durante cinco siglos, da de aquellos avezados navegantes ,rewlando una idea definida y de profunda mo- polinésiros a Pascua constituye un tivaci6n que inspira la prod en serie de pocieroso enriquecimiento genético decenas de esculturas en la roca volcánica del que, a los pocos años de integrarse Rano Raraku. los dos grupos, puede justificar ple- I as leyendas nativas, a las cuales acudimos namente tanto las rogativas a la divi- mu \ amenté en busco de antecedentes que den nidad por "una vida mejor" como los luz sobre el modelo del moai, lo explican como agradecimientos cuando los sucesivos una forma fdic a. Un analisis más acucioso, de nacimientos de los nuevos cruces manifiestan naturaleza filologica, sobre el moai revela que mejorías apreriahles. "puk no se trata de una regresi6n religiosa a tiempos En todas estas ciones cultuales son me- más primitivos, cuando los varones querían rei- diadores los antepasados, "rostros vivos". vindií ar la ma« ulinidad frente a una diosa ma- Los nativos mantienen el ahu-moai como dre todopoderosa \ y de d y u e i i a d u e i i a por m6s de setecientos ahos, t*n uno. figura ' i>.'I moai integra una unidad con su cabe- tal vez, hasta que los efectos de la endogamia llera en forma de moño—que para algunos apa- desaparecen. Luego, este culto pierde sentido, rece como un sombrero—, atado en la parte o lo interrumpen por otras causas y, mientras lo superior de la cabeza. Este moño es ol pukao. olvidan, se relacionan con la divinidad en busca "Moai", escultura, y "pukao", moño, revelan al de apoyo trente a otras necesidades y bajo otras conjunto escult6rico como la prese@ia: de mas- consideraciorn ted6gi