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La tiranía del sentido común

La reconversión neoliberal de México

Continente Negro
Irmgard Emmelhainz

La tiranía del sentido común


La reconversión neoliberal de México

Paradiso editores
(México)
Colección Continente Negro
A CARGO DE ALEJANDRO CERDA RUEDA

Primera edición: 2016

D.R. © 2016 Paradiso editores S.A. de C.V.


© 2015 Franco “Bifo” Berardi

Diseño de portada: Elsie Portes & Pedro Reyes


Imagen del centro del libro: Sin título, © 2015 Miguel Ventura

ISBN 978-607-96715-8-7

Impreso y hecho en México


Printed and made in Mexico

Quedan prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo
las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta
obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el
tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alqui-
ler o préstamos públicos.
Agradecimientos

A Miguel Ventura, interlocutor, mejor amigo, housemate, co-


parent, por su apoyo: quién sabe si hubieran salido este libro (y
el otro). A Lucero Ortiz y Marco Pérez Licea, Fabiola Guarneros
y José Hugo García, Eshrat y Javan Erfanian y Miguel Ventura
por ser parte de la tribu que criamos a Layla. A René Sánchez
Galindo y Erwin Slim, por su generosidad al abrirme la puerta y
los ojos a su importante labor socio-política. A mis colaborado-
res del comité editorial Scapegoat Journal, quienes han apoyado
y dado un contexto a mi trabajo, me han enseñado todo lo que
hay que saber sobre las peripecias de las publicaciones indepen-
dientes, y que no pasa nada si se retrasan las entregas: Adrian
Blackwell, Adam Bobbette, Seth Denizen, Jane Hutton, Marcin
Kedzior, Chris Lee y Christie Pearson. A Luis Emmelhainz, Saúl
Hernández, Pepe Steinsleger y a John Ricco, por estar ahí. El
último capítulo de este libro está dedicado a las mujeres que
han inspirado, marcado o enriquecido mi vida y escritura de al­
guna u otra manera: Alessandra Renzi, Alexa Pauls, Ana Cardo-
so, Ana Paola Frías, Beate Seel, BH Yael, Carmina Bretón, Ceci
Ibáñez, Cecilia Ortiz, Cecilia Rivera, Daniela Gil, Elsie Portes,
Eshrat Erfanian, Fátima González, Gabriela Hinojosa, Gabriela
Rangel, Hannah Freiwald, Hannelore Emmelhainz, Helga Kai-
ser, Iliana Padilla, Invasorix, Irma Carolina Rubio, Issa Velasco,
Isabel Vericat, Isadora Hastings, Jimena Acosta, Karen Cordero,
Khadijeh Habsbaneh, Layla García Emmelhainz, Lindy Salinas,
Lizzy Cancino, Lorena Glinz, Margaret Schlubach-Rüping, Mari
Carmen Pérez, María José Bruña Bragado, María Luisa Emme-
lhainz, María Luisa Naveda, Maria Virginia Jaua, Maricris Ma-
ristany, Mary Ortiz, Myriam Porras, Nuria Úrculo, Pilar Reyes,
Pip Day, Rebecca Comay, Regina Kuri, Romi Mikulinski, Rosa

7
Prólogo

Noriega, Rosa Macip, Sally Abu Bakr, Shay de Grandis, Silvia


Gru­ner, Sonia Nimr, Susanísima Vargas, Tatiana Cuevas, Tina
Metschar, Tzikriat Fanni, Ximena Álvarez.

π
Prólogo. Necro-capitalismo y sensibilidad

FRANCO «BIFO» BERARDI

Al ver en 2004 las imágenes que circulaban de la prisión de Abu


Ghraib de los sonrientes torturadores (hombres y mujeres) esta-
dounidenses y los cuerpos de los hombres iraquíes, desnudos y
humillados, lo primero que pensé fue en los millones de niños
árabes que estaban viendo esas mismas imágenes en las pan-
tallas de televisión en sus casas en El Cairo, Londres, Túnez,
París y otros cientos de ciudades en Eurabia. Me pregunté a mí
mismo: ¿Qué es lo que les depara el futuro? ¿Qué tipo de mons-
truosa imaginación ha sido alimentada?
A diez años de los hechos obtuvimos una respuesta: al ha-
ber crecido, aquellos niños dejaron sus casas para embarcarse
a Siria, Irak y Libia en donde el Califato les ofrece un sala-
rio (mismo que no pueden ganar en sus países de origen) y
algo más importante: la oportunidad de rajarle la garganta a
un infiel, posiblemente algún occidental. La espiral de guerra,
terrorismo y barbarie de alta tecnología está en plena expan-
sión, al tiempo que vemos desplegarse los efectos de la guerra
infinita contra el terrorismo iniciada por George W. Bush. Se
hace evidente que la concatenación de la violencia no va a ser
resuelta por ningún acto político o diplomático. Aunque sea el
resultado del ejercicio político del poder, la demencia no habla
un lenguaje político.
Cuando Osama Bin Laden prometió el re-establecimiento
del Califato, todo el mundo en Occidente consideró que sus pa-
labras eran signo de locura. Sin embargo, la insania y anacro-
nismo de este proyecto se ha vuelto hoy en día una realidad.
¿Cómo podemos explicar esta regresión al pasado y la indecible
violencia que está causando? De hecho, el Califato no es un resi-
duo del pasado, sino parte del paisaje político contemporáneo,

9
Prólogo

10

parte del espectáculo, y debemos tratar de comprender cómo ha


podido surgir.
El Califato es una corporación global. Sus actividades eco-
nómicas consisten en: apoderarse de territorio, robar dinero de
bancos y petróleo de las refinerías, secuestrar gente para obte-
ner rescates. Emplea varios miles de hombres jóvenes desem-
pleados provenientes de ciudades tanto árabes como europeas,
quienes ofrecen su necro-fuerza-de-trabajo a cambio de 450 dó-
lares al mes. El flujo de reclutas en potencia se va expandiendo
cada vez más porque la miseria crece y crece como consecuencia
de la extorsión financiera sistemática, y porque que la imagina-
ción global está siendo invadida de flujos de enojo, desespera-
ción y ánimos de venganza.
Ésta es una de las razones de la inexplicable espiral de vio-
lencia que está golpeando no sólo el Medio Oriente, sino a una
creciente parte del planeta. Pero esta explicación no basta, ya
que se queda corta en dar cuenta de la dimensión más amplia
de la ferocidad y desesperación que los yihadistas están expre-
sando a través de sus acciones. Para poder comprender lo que
está ocurriendo en la sensibilidad de aquellos que militan en los
rangos del necro-capitalismo, se hace necesario hacer un análi-
sis más profundo.
En México, otra necro-corporación está aterrorizando a la
población en colaboración con sectores de la policía, del ejército
y la élite política. Al igual que los iraquíes, sirios y libios viven
con los efectos de la guerra contra el terrorismo, los mexicanos
sufren las duraderas secuelas de la guerra contra las drogas de-
clarada por Richard Nixon hace cuarenta años. La suya fue el
prototipo de una guerra infinita, contra un enemigo abstracto y
omnipresente que no puede ser vencido porque es impersonal,
multifacético y prolifera sin parar. La guerra contra las drogas
no estaba destinada a traer tarde o temprano la paz, sino que
se circunscribió para alimentar las varias organizaciones crimi-
nales armadas que florecen en la prohibición y en la violencia,
y para alimentar una corporación que es la segunda potencia
económica del país.
Prólogo

11

En junio de 2011, la Comisión Global sobre la Política de


Narcóticos emitió una declaración que entre otras cosas, de-
cía: “La guerra global contra las drogas ha sido un fracaso con
consecuencias devastadoras tanto para individuos como para
sociedades alrededor del mundo. Cincuenta años después del
establecimiento de la Convención Única sobre Narcóticos de las
Naciones Unidas, y años después de que el presidente Richard
Nixon lanzó una guerra por parte del gobierno de Estados Uni-
dos contra las drogas, se hace evidente que reformas fundamen-
tales en las políticas globales de control de drogas son urgente-
mente necesarias”.
Sin embargo, la guerra contra las drogas continúa, alimen-
tando la violencia, la ilegalidad, el precio de sustancias psicoac-
tivas y el número de adictos a ellas. Es posible y debemos ex-
plicar esta ola de violencia desde el punto de vista de políticas
ineficaces y miseria social. Sin embargo, esto no es suficiente
porque estas explicaciones se quedan cortas en ayudarnos a
comprender la dimensión psicológica de una generación que
mezcla alta tecnología e información global con la brutal degra-
dación de compasión y humanidad. La explosión de barbarie
que estamos atestiguando en nuestro tiempo tiene una dimen-
sión tanto psicológica como estética que no debe de ser descar-
tada: la mutación que está ocurriendo debe de ser interpretada
desde el punto de vista de la sensibilidad.
El magma de la imaginación colectiva ha sido invadido por
un flujo de estimulaciones neuronales: pesadillas y fantasmas
impregnan la psicosfera global, la incesante movilización de la
atención está provocando un efecto de pánico, desorientación
y miedo en masa. La híper-estimulación del sistema nervioso
social está produciendo un efecto de agotamiento en el cerebro
emocional y de desactivación de la conciencia moral. Un tipo de
desensibilización la cual es simultáneamente ética y estética.
Es por ello que el libro de Irmgard Emmelhainz es oportuno
e importante. Aunque la atención internacional crece alrededor
de la guerra contra el crimen en México, en particular después
de los eventos de Ayotzinapa, faltaba una apreciación de la
Prólogo

12

subjetividad involucrada en esta situación infernal. Este libro


ofrece por fin una visión del paisaje cultural e imaginario que
le sirve de trasfondo a la violencia. De hecho, este libro propo-
ne un acercamiento al problema de la necro-política basado en
una consideración de las dimensiones del arte, de los medios y
de la sensibilidad. Cuestionando la situación mexicana, ponien-
do atención particular en las conexiones entre la desregulación
neoliberal, la descomposición de una ética de gobierno, la ba-
nalización de los medios de la violencia y la mercantilización
del cuerpo erótico, Emmelhainz revela la relación entre subjeti-
vidad y gobernancia neoliberal y sus efectos en la sensibilidad
y en el sentido común que le dan forma a las vidas y formas de
vida de los mexicanos.
La pregunta a la que este libro trata de responder es la si-
guiente: ¿Dónde podemos encontrar el origen de esta demen-
cia feroz? Se hace urgente encontrar respuestas desde el punto
de vista político y económico, pero si queremos llegar al cen-
tro, necesitamos elaborar una percepción a partir de los cam-
bios que han ocurrido en la esfera de la sensibilidad: medios,
infoesfera y psicosfera, que son los escalones hacia la transfor-
mación subjetiva.
Lo que es nuevo e interesante en el camino propuesto por
Emmelhainz es la sugerencia de que la esfera de la sensibilidad
es crucial. ¿Qué es la sensibilidad? Digamos que la sensibilidad
es la facultad de intercambiar significado sin usar palabras, la
condición del entendimiento empático. Esta facultad es la que
le da forma a la vida cotidiana y la que proporciona el entendi-
miento mutuo al seno de una comunidad. El arte, los medios, las
sustancias psicoactivas transforman la sensibilidad, ya que nos
dan la posibilidad de extraer el significado del contacto sensi-
ble entre el cuerpo y la infoesfera que le rodea. A través de una
exploración del lazo entre arte, medios, economía y poder polí-
tico, este libro nos ayuda a comprender lo que ha ocurrido en la
mente mexicana, pero más ampliamente hablando, lo que está
ocurriendo en la mente global en la era del neoliberalismo, de las
corporaciones mediáticas y la estimulación nerviosa sin fin.
Prólogo

13

Como Emmelhainz escribe:

El neoliberalismo opera en nuestra realidad sensual traba-


jando nuestras subjetividades a partir del deseo, la sensibi-
lidad y el afecto, lo cual empapa al arte y a la cultura, así
diferencia al tiempo que homogeneiza moldeando vidas y
deseos. En este sentido, confunde la información por el co-
nocimiento, a la comunicación con la información, mientras
le da forma al espacio y, por lo tanto, a las relaciones socia-
les. Normaliza la violencia, crea modos de ver al mundo a
partir de un sentido común que justifica la destrucción y
el despojo con nociones de progreso y desarrollo, tratando
de dar solución a la precariedad laboral con programas de
autoayuda y de educación permanente.1

Convirtiendo en sentido común lo absurdo de la explotación


extrema, la depredación sistémica y la devastación medioam-
biental, la economía neoliberal ha transformado la violencia en
negocio cotidiano. La híper-estimulación nerviosa del cuerpo
social está produciendo un efecto de desensibilización que está
haciendo que la gente se acostumbre al horror cotidiano. ¿Cómo
despertar de la pesadilla? El libro de Emmelhainz nos ayuda a
encontrar una manera de comprender y, por lo tanto, de superar
el infierno necro-capitalista.

1
Véase infra p. 22. (Cap. 1)
Introducción. Sensibilidad y sentido común neoliberales

Al experimentar tristeza infinita, el mundo en


sí parece alterado de alguna u otra manera:
coloreado por la tristeza, o desfigurado. [Esto
tiene origen] en la desolación, en el sentido
de que el mundo aparece como congelado y
que nada nuevo es posible. Ello puede llevar a
paroxismos terribles de destrucción, intentos por
estrellar el caparazón de la realidad para liberar
al yo auténtico que está atrapado dentro; pero
también puede alejar completamente al yo de sí
mismo, hacia nuevos compromisos con el mundo
que pueden reconocer la necesidad urgente de
desarrollar otra lógica de existencia, otra manera
de seguir adelante.

Dominic Fox, Cold World

No volveremos al pasado sin haber peleado antes.

Liquidity de Hito Steyerl

El México actual está siendo gobernado a través de una com-


pleja red de relaciones y formas de poder que se complementan
entre sí. A la represión violenta de Estado se le une el gobierno
de opinión por medio de los medios masivos de comunicación,
junto con la criminalización de la disidencia, la precariedad la-
boral como una forma de sujeción, miedo ante la inseguridad
causada por el crimen organizado, un totalitarismo oligarca re-

15
Introducción

16

forzado, y vigilancia gubernamental con alcances sin preceden-


tes a través del internet y la comunicación digital.
Mientras que las fuerzas políticas han impulsado una redis-
tribución de la riqueza enfocada en la esfera privada, medios de
comunicación y producción cultural, en detrimento del sistema
público de salud y educación, las políticas neoliberales ejercen
violencia sobre los cuerpos y las formas de vida. La nueva forma
de soberanía se fundamenta en lo que Henri A. Giroux llama
“poder profundo”, conformado por las élites financieras y polí-
ticas que detentan el poder y que toman las decisiones a su fa-
vor a puertas cerradas. Las decisiones claves que conciernen a la
economía se negocian en secreto dentro del reino sin límites del
capital, haciendo que el espacio de toma de decisiones políticas
sea bastante limitado.1 Ante esta forma de poder, el Estado es el
garante de la acumulación de capital, mientras que los procesos
políticos lidian con temas ajenos al capitalismo, por ejemplo, las
guerras culturales. Las nuevas élites globales no tienen alianzas
con los Estados-nación ni les importa el daño que les puedan
hacer a los trabajadores, al medio ambiente, ni a la humanidad.
Estas élites viven en comunidades amuralladas y pueden flotar
sobre el tráfico de las ciudades —por ejemplo, en Sao Paulo, en
helicóptero—, sobre las fronteras, las leyes y las regulaciones
nacionales.2 A nivel global, los nuevos oligarcas se han dado a la

1
Un ejemplo de negociaciones y tratados secretos es el “Acuerdo de Comercio
de Servicios” (tisa, por sus siglas en inglés) ratificado en mayo de 2014. Este
tratado abarca 50 países y la mayoría de los servicios comerciales del mundo.
Establece reglas para auxiliar la expansión de financieras multinacionales a otras
naciones previniendo barreras regulatorias. El tratado prohíbe la regulación de
servicios financieros y promueve apertura del flujo de información entre las
fronteras (información financiera y personal). Cuando el tratado se firmó no
se supo casi nada. Sin embargo, para Žižek, esto es un ejemplo de asesinato de
la democracia occidental. Slavoj Žižek, “How Capital Captured Politics”, en
The Guardian, 13 de Julio de 2014. www.theguardian.com/commentisfree/2014/
jul/13/capital-politics-wikileaks-democracy-market-freedom
2
C. J. Polychroniou, “An interview with Henri Giroux on Democracy in Crisis”,
en Counterpunch, 5 de Mayo de 2014. www.counterpunch.org/2014/05/30/an-
interview-with-henry-giroux-on-democracy-in-crisis/
Introducción

17

tarea de transformar todos los Estados-nación en instrumentos


serviles para enriquecerse y aumentar su poder a través de re-
formas neoliberales y el capitalismo financiero.3
Para legitimar la política neoliberal de exclusión y violencia,
las instituciones estatales en México han estado sujetas, desde los
ochentas, a un proceso de ahuecamiento para servir a los intere-
ses del capital global en nombre del “desarrollo” y “crecimiento
económico”. Para ello, se han aplicado reformas neoliberales,
que en realidad implican una forma de capitalismo depreda­dor
entre cuyos daños colaterales están las redes de seguridad y lazos
sociales, un darwinismo social para someter a los ciudadanos y
legitimar una política de exclusión y violencia. La nueva “nor-
malidad” es un estado de excepción de inseguridad y precarie-
dad permanentes, junto con niveles de violencia impensables.
Una de las razones a que se debe esta “normalidad” es que el
neoliberalismo ha instituido una noción de “desechabilidad”
haciendo que poblaciones enteras se consideren excedentes y
que se excluyan, que vastas regiones sean abandonadas y he-
chas vulnerables, para lo cual se justifican medidas draconia-
nas de vigilancia, militarización y criminalización. En el México
contemporáneo, cientos de comunidades han sido despojadas
y desplazadas a la fuerza a cinturones de miseria, a ciudades
rurales u obligados a migrar a Estados Unidos. Mientras tanto,
en las áreas metropolitanas se lleva a cabo una limpieza social
que penaliza lo que se conoce como los “crímenes de calidad
de vida”: ambulantaje, indigentes, vagabundeo. La fuerza poli-
cial ha incrementado y los nuevos policías tienen mejores armas
y entrenamiento. Las cámaras graban lo que ocurre por todas
partes, mientras que vivimos endeudados y con los fantasmas
de ríos muertos, pozos secos, montañas pelonas, mares tóxicos

3
O la emancipación de la acumulación de dinero de la producción industrial
de mercancías. Franco Berardi, “Emancipation of the Sign: Poetry and Finance
During the Twentieth Century”, en e-flux journal, Noviembre de 2012. www.e-
flux.com/journal/emancipation-of-the-sign-poetry-and-finance-during-the-
twentieth-century/
Introducción

18

y bosques deforestados. Las tierras de millones de gentes están


siendo adquiridas y dadas a corporaciones privadas en nom-
bre del “interés público” para crear granjas industrializadas, o
Zonas Especiales de Desarrollo Económico (epz), proyectos de
infraestructura, presas, carreteras, manufactura de autos, culti-
vo de marihuana y amapola, o extracción de recursos. La de-
vastación del medio ambiente se refleja en el paisaje desértico
del empobrecimiento del ambiente social por la precariedad so-
cial.4 Ante este panorama, podría decirse que el neoliberalismo
es una forma de reingeniería ecológica, social y cultural que ha
destruido el medio ambiente al tiempo que ha reproducido la
cultura de consumo, estupidez y analfabetismo. Mucha gente
ha sucumbido a la limitación neoliberal de la acción autónoma y
se piensan principalmente como consumidores, presas de la cul-
tura de placer hedonista pero también del miedo y la violencia.
Por eso, una de las consecuencias de las políticas neoliberales es
que ha producido una crisis colectiva existencial de injerencia,
haciendo que un autoritarismo enraizado en tradiciones histó-
ricas, pedagógicas y culturales particulares a México se afiance
como una red de control que prolifera y se reacomoda mientras
subjetiva, moldea y somete.
En este sentido, Wendy Brown plantea al neoliberalismo
como una forma de racionalidad gubernamental que va adqui-
riendo características regionales y que ha desentrañado sus-
tancialmente a la democracia. Así, el neoliberalismo ha sido
un ataque sistemático a principios, prácticas, culturas, sujetos
e instituciones democráticos. Con el neoliberalismo, los valores
y las prácticas democráticas como la libertad de expresión, las
leyes de soberanía popular, la participación, la educación, los
bienes públicos y el poder compartido se someten a la lógica
del mercado.5 Retomando la noción de Foucault de neoliberalis-
mo como “la conducción de las conductas”,6 desarrollada en sus

4
Idem.
5
Wendy Brown, Undoing the Demos. Nueva York, Zone Books, 2015, p. 10.
6
Michel Foucault, El gobierno de sí y de los otros. Madrid, Akal, 2011.
Introducción

19

conferencias del Collège de France a principios de los ochentas,


para Brown, el neoliberalismo no es sólo una política económi-
ca, sino una racionalidad de gobierno que disemina valores de
mercado para construir a lo humano como homo œconomicus.7 En
otras palabras, el neoliberalismo es una forma de razonamiento
que configura todos los aspectos de la existencia en términos
económicos, haciendo que corporaciones, personas y Estados se
comporten de manera tal que maximicen el valor de su capi-
tal con prácticas de emprendimiento, auto-inversión, atracción
de inversionistas y otras técnicas de maximización y eficiencia.
Tomando estos aspectos en cuenta, en este libro se plantea al
neoliberalismo como una sensibilidad y un sentido común. Forjo
mis ideas a partir de la noción de Foucault-Brown acerca del
neoliberalismo como una racionalidad política y de gobierno,
y como una racionalidad normativa que implica que el poder
gobierna a partir de un régimen de verdad que se convierte en
sentido común. Además, como veremos, el neoliberalismo ha
mutado para convertirse en una manera de relacionarse con el
mundo, la naturaleza, las cosas y los seres, presuponiendo el
crecimiento y desarrollo ilimitados: una sensibilidad en el sen-
tido de percibir y comprender lo que no puede ser verbaliza-
do pero que se convierte en una forma de sentido común, per-
meando nuestra habilidad básica para percibir, comprender y
juzgar cosas, compartido por todas las personas y empapando
los signos que intercambiamos como colectivo, los espacios por
los que circulamos, y nuestras formas de vivir. Lo que está en
juego es la forma de nuestra existencia, cómo nos comportamos y
cómo nos relacionamos con los demás y con nosotros mismos.
Este libro es un ejercicio in-disciplinario de pensamiento crí-
tico anclado en México y con una perspectiva global, con el ob-
jetivo de desmadejar los mecanismos neoliberales que trabajan
desde el interior las subjetividades y que se han convertido en
sentido común que rige todas las áreas de la vida. Me interesa ir

7
W. Brown, op. cit., p. 177.
Introducción

20

más allá de la idea posmoderna que el sujeto está a merced de la


ideología y del espectáculo detrás de los cuales no hay ninguna
verdad o realidad absoluta. En la cosmovisión posmodernista, la
realidad se construye con signos que a su vez constituyen suje-
tos. En contraste, busco plantear a lo humano como un elemen­to
de la red de lo real que le da forma a la manera en que el mundo
se da a la percepción a través de la distribución neoliberal de la
realidad sensual, que es homogénea y diferenciada y constituida
por flujos estéticos y afectivos que eluden definición y captura,
pero que le dan forma. El capitalismo neoliberal está intrínse-
camente enraizado en la vida, en la sensibilidad y en la distri-
bución de lo sensible. Concretamente, lo que me interesa explo-
rar es la manera en la que la planeación urbana en la ciudad de
México está dirigida hacia la segregación espacial al diferenciar
y homogeneizar las distintas clases socio-económicas, al igual
que los bienes y servicios a los que tienen acceso. Asimismo, de-
seo mostrar la forma en la que el neoliberalismo rige la lógica
de vida, trabajo y subjetivación como formas de control social,
además de cómo la cultura y la producción de arte obedecen a
la lógica del libre mercado para convertirse en escaparates de
la democracia y vehículo de la sensibilidad neoliberal. Por otro
lado, busco elucidar cómo el imaginario colectivo es transforma-
do por la violencia en un espasmo de dolor comunitario, hacien-
do urgente la emancipación de una visión moral de la violencia
para poder politizar al colectivo a partir de luchas anti-capitalis-
tas. Se analizará también cómo los movimientos sociales, a pesar
de su intermitente ebullición, canalizan el descontento sin poder
concretarse en instancias de organización política alternativas,
por lo que quedan como ejercicios de las luchas anti-sistémicas
por venir, embriones de la futura organización autónoma. En el
último capítulo examino las formas neoliberales de administrar
los cuerpos —específicamente de las mujeres— y cómo el ideal
de mujer emancipada se transformó en un manual que refuerza
el hetero-patriarcado, haciendo urgente plantear la lucha de las
mujeres en la base del capitalismo: el sistema socio-económico
basado en la división laboral de género.
Introducción

21

En los ochentas, el movimiento punk declaró “¡No hay futu-


ro!”. Esta predicción se ha hecho verdadera: la noción modernista
de un futuro progresista ha sido sustituida por un sentimiento
apocalíptico que el futuro es sinónimo de una catástrofe global
a nivel financiero, medioambiental y urbano.8 En ese sentido, la
tesis del antropoceno podría servir como la antítesis del sentido
común neoliberal que opera en nombre del desarrollo y la mejora
(individuales). Nuestra era geológica es la sexta extinción masiva
y su causa principal es la transformación de la tierra por el hom-
bre bajo la racionalidad del capitalismo industrial y global, que
ha inaugurado un proceso de (auto)destrucción. Por un lado, si-
guiendo a Naomi Klein, nuestra economía global está completa-
mente creada y sustentada por la quema de combustibles fósiles,
una dependencia fundacional del capitalismo que no puede ser
cambiada por las políticas neoliberales que suponen que los me-
canismos del mercado traerán la solución, sino a través de inter-
venciones masivas e inmediatas.9 Desde esta perspectiva, el neo-
liberalismo es una forma de acumulación capitalista que pone la
vida y los comunes a su servicio mientras los destruye. De acuer-
do con Klein, la devastación medioambiental es indisociable del
modelo económico basado en la ortodoxia del libre mercado y el
frenesí de la expansión económica. Una de las fuerzas principales
que impulsaron al sistema de comercio diseñado en los ochentas
y noventas fue permitir a las empresas multinacionales recorrer
el mundo buscando la fuerza de trabajo más barata y explotable.
Por ejemplo, las primeras maquiladoras en México y Centroa-
mérica se habían trasladado, en los noventas, a China, donde los
sueldos eran sumamente bajos, los sindicatos fueron brutalmen-
te reprimi­dos, y el Estado gastó fondos sin precedentes en pro-

8
F. Berardi, After the Future. Gary Genosko y Nicholas Thoburn (eds.). Londres,
AK Press, 2011.
9
De hecho, puede que ya sea demasiado tarde para actuar. Como lo plantea
Naomi Klein, la situación del calentamiento global es de tal gravedad que
habría que imaginar que todas las alarmas de las casas están sonando al
unísono y sin parar. Naomi Klein, This Changes Everything. Nueva York, Simon
& Shuster, 2014.
Introducción

22

yectos masivos de infraestructura —puertos, carreteras, plantas


eléctricas funcionando con carbón, presas—, para asegurarse de
que las fábricas no pararan de funcionar. Es por eso que el sueño
de un comerciante del libre mercado es la pesadilla del medio
ambiente, habiendo estricta correlación entre los sueldos bajos y
las altas emisiones de carbono.10 Por otro lado, a nivel global, los
precios de comida no dejan de aumentar. Esto se debe a que los
jeques del Golfo Pérsico, corporaciones Chinas, especuladores de
Wall Street, oligarcas rusos, indios billonarios de la industria del
microchip, dueños de fondos de cobertura londinenses, se están
apropiando de enormes porciones de tierra barata y someter a la
industria de la alimentación a la especulación financiera, despla-
zando, alienando, desempleando y destruyendo culturas y for-
mas de vida.11 Los problemas del mal uso y distribución de tierra
están enraizados en la herencia de las colonizaciones, además de
que la agroindustria y el actual sistema de distribución corporati-
vo de alimentos son las causas principales del cambio climático.12
Los desarrolladores que llegan a devastar la tierra imponen cál-
culos que no son sustentables. La devastación del medio ambien-
te es una forma de violencia gradual e invisible, “lenta” —como
la llama Rob Nixon—, causada por el cambio climático, al verter
desechos tóxicos, deforestar, contaminar océanos, etcétera, lo que
constituye una forma de violencia que permea las vidas de la gen-
te, que es considerada desechable.13 Esta forma de violencia, junto
con la violencia estatal y aquella ligada al narco y crimen organi-
zado, están directamente vinculadas a la aplicación sistémica de
reformas neoliberales sustentadas en el sentido común de actuar
en interés propio, que a su vez, es parte de un mecanismo de su-
jeción y subjetivación que trae la fragmentación del tejido social y
la devastación medioambiental.

10
Ibid., pp. 81-82.
11
Fred Pearce, The Land Grabbers. Boston, Beacon Press, 2012.
12
Silvia Ribeiro, “Comida que calienta”, en La Jornada, 8 de Septiembre de 2012.
www.jornada.unam.mx/2012/09/08/opinion/019a1eco.
13
Rob Nixon, Slow Violence and the Environmentalism of the Poor. Cambridge,
Massachusetts, Harvard University Press, 2011.
Introducción

23

Desde hace cuatro décadas, “los comunes”14 se han ido pri-


vatizando poco a poco, al tiempo que el estado de bienestar co-
menzó a desmantelarse. El espíritu de nuestros días es hostil a
las escuelas públicas, a la seguridad social y otras instituciones
enfocadas en ayudar a los más débiles y en administrar los co-
munes. El mantra oficial es “el mercado —o el más poderoso—
es primero”. Parte de la mitología de los mercados es que au-
mentan las elecciones o las posibilidades, aunque de hecho las
restringen. Por ejemplo, podemos elegir entre dos automóviles
idénticos de distintas marcas, o comprarlos con distintos planes de
pago, pero el mercado no nos da la opción entre un automóvil
y un sistema de transporte público eficiente. Paulatinamente,
las instituciones públicas se han privatizado, o las funciones del
gobierno subcontratadas, justificándose por la idea de que se-
rán más competitivas ofreciendo servicios de mejor calidad. El
mecanismo para hacerlo consiste en quitar subsidios para hacer
inoperativo el organismo o institución, para luego demonizar
a los sindicatos limitando la independencia y posibilidad de
injerencia de los trabajadores. Para que la institución pública,
que proporciona un servicio público en cuestión (escuela, hos-
pital, etcétera), deje de ser un desastre, la gente acepta la pri-
vatización. Sin embargo, las privatizaciones no hacen que las
institucio­nes o servicios públicos sean necesariamente mejores,
sino que se enfoquen en generar ganancias.
La lógica de privatización del neoliberalismo promueve que
todo el mundo pueda ser accionista, propietario y emprendedor.
Al mismo tiempo, celebra al visionario creativo, al trabajador in-
dependiente, la libertad de expresión individual, mientras pro-
clama la autonomía de las esferas económica, política y cultural.
Los verbos fetiches de esta era son: cambiar, reformar, mover,
romper, mejorar, participar, interactuar, acciones que casi nunca
llevan complemento directo. Todo el mundo busca explotar su

14
Los comunes es un término que se refiere a los recursos naturales y culturales
que le pertenecen a todos los miembros de una sociedad, incluyendo lenguaje,
aire, agua, tierra.
Introducción

24

capital humano para modificar algunas cosas y preservar otras.


En este sentido, la auto-explotación es el nuevo conformismo.
Además, las decisiones son tomadas por una minoría y la deuda
pública —la condición existencial del ciudadano-consumidor
neoliberal— sigue empobreciendo a todos. A escala global, so-
mos vigilados en cada momento en los espacios públicos y en
el ámbito privado: el internet es un dispositivo en el que se ha
vaciado la infraestructura vital de millones de personas en todo
el mundo que está a disposición de los nuevos mecanismos de
control gubernamental-corporativo trasnacional.

Neoliberalismo en México

En 1979, Estados Unidos sufrió dos crisis de petróleo y una fi-


nanciera; en octubre de ese mismo año, Paul Volcker, presidente
de la Reserva Federal de los Estados Unidos, reveló una nueva
política monetaria destinada a hacer que el dólar se convirtiera
en la moneda más deseable del mundo y elevó las tasas de inte-
rés para combatir la inflación. Cuando en 1982 México incum-
plió los pagos de la deuda, se le aplicó el “Volker shock” para
asegurar un programa rígido de pago a intereses exorbitantes.
El capital “huyó” del país, el peso mexicano perdió 78% de su
valor y siguió devaluándose. Para solucionar el pago de la deu-
da, la administración de Reagan unió los poderes de la Tesorería
de los Estados Unidos y los del Fondo Monetario Internacional
(fmi) para refinanciarla a cambio de reformas neoliberales.15 El
gobierno mexicano del presidente José López Portillo sucumbió
a la presión y sometió al país a medidas draconianas de auste-
ridad diseñadas por el fmi, que incluían un programa de pri-
vatización y desregulación, al igual que una serie de reformas
para liberalizar el régimen del comercio mexicano. Aquel año,
el último de la presidencia de López Portillo, se tomó la medida
populista de nacionalizar a los bancos para frenar la especula-

15
David Harvey, A Brief History of Neoliberalism. Oxford, Oxford University
Press, 2005, p. 29.
Introducción

25

ción y la fuga de capitales, y para imponer controles sobre las


divisas. En su último discurso, el presidente anunció famosa-
mente su decisión estallando en llanto y balbuceando: “Es ahora
o nunca. Nos han saqueado. Es el fin de México. ¡No nos volve-
rán a saquear!”.16
Este episodio marca el comienzo de la reestructuración del
Estado y economía mexicanos inspirados en el proceso, ideo-
logía y marco operativo conocido como “neoliberalismo”.17 El
neoliberalismo ha implicado un cambio de la política de indus-
trialización dirigida por el Estado y de políticas de estado de
bienestar, a una política económica sujeta al libre mercado. Los
exhaustivos programas de reforma y liberalización económica
que habían sido puestos en marcha una década antes, continua-
ron en 1991 y 1992 bajo el mandato de Carlos Salinas de Gortari:
se privatizaron rápidamente los bancos y, en 1993, se ratificó el
Tratado de Libre Comercio de América del Norte (tlc).
El tlc se concibió como un instrumento para consolidar y
hacer permanente la visión neoliberal del mundo. En ese en-
tonces, la eliminación de las barreras de comercio entre Estados
Unidos, Canadá y México se anunciaba como la mejor manera
de lograr el desarrollo económico en México. De acuerdo con
Galeano, políticos y tecnócratas prometieron que el tratado
permitiría que el Tercer Mundo se convirtiera finalmente en un
“Rico, cultivado y feliz” Primer Mundo. “Podemos ser como
ellos”, fue el mantra que llevaría el subdesarrollo a la moder-
nidad.18 El tratado abarcó aspectos de inversión, mercados la-
borales y políticas medioambientales. Fue el primer tratado de
comercio firmado entre países avanzados y una economía en
vías desarrollo, y dio lugar al área más grande del mundo de
intercambio comercial en términos de Producto Interno Bruto

16
Gloria Leticia Díaz, “Quiso, no pudo... y se pudrió”, en Proceso, 19 de Febrero
de 2004. www.latinamericanstudies.org/mexico/portillo-pudrio.htm.
17
Jamie Peck y Adam Tickell, “Neoliberalizing Space”, en Antipode, 34(3), 2002,
p. 392.
18
Eduardo Galeano, “To Be Like Them”, en Charles Bowden (ed.), Juárez: The
Laboratory of Our Future. Nueva York, Aperture, 1998, p. 121.
Introducción

26

(pib) y después de la Unión Europea, es la segunda en térmi-


nos del volumen total de comercio.19 Según la línea oficial re-
presentada del politólogo y comentarista Luis Rubio, el tlc es
un instrumento político estratégico que sirvió para orientar al
país “hacia el futuro y hacia fuera”, promoviendo el desarrollo
económico del país y estableciendo un régimen de “disciplina
política”. Según Rubio, implicó también despolitizar las decisio-
nes de inversión de las empresas y de los inversionistas:

Gracias al tratado, la economía logró que las exportaciones


mexicanas crecieran de manera verdaderamente prodigio-
sa. En sus 20 años de vida, el tlc ha hecho posible que el
crecimiento de las exportaciones no sólo compensara la
contracción que caracteriza al mercado interno, sino que le dio
un nuevo horizonte al desarrollo industrial del país.20

El nuevo horizonte de desarrollo industrial, según Rubio,


tuvo que ver con un incremento en la productividad de las em-
presas mexicanas que aprovecharon las ventajas comparativas
con las que cuenta el país y desarrollaron ventajas competitivas
propias. Otra de las consecuencias positivas del tlc, según Ru-
bio, fue el crecimiento del crédito (de consumo e hipotecario)
y la reducción del precio real de los bienes de consumo; dos
factores que son la base del mito del surgimiento de una nueva
clase media en México,21 que es supuestamente un indicador de
reducción de la pobreza en los últimos 20 años.
Sin embargo, desde un punto de vista distinto al oficial, a
diez años de la firma del tratado, la promesa de modernización
aún no se había cumplido—a menos que por modernización se

19
M. Ayhan Kose, Guy M. Meredith, y Christopher M. Towe, “How Has
nafta Affected the Mexican Economy? Review and Evidence”, en imf Working
Paper (WP/04/59), Abril de 2004, p. 6. www.imf.org/external/pubs/ft/wp/2004/
wp0459.pdf
20
Luis Rubio, Veinte años del TLC, su dimensión política y estratégica. México, fce,
2014. (Las cursivas son mías).
21
Ibid., p. 58.
Introducción

27

entienda acceso masivo a bienes de consumo barato y a otros


servicios y mercancías a través del crédito. La inversión ex-
tranjera se había concentrado en las maquiladoras (fábricas de
ensamblaje), creando una economía orientada a la exportación
de manufacturas desconectada del desarrollo económico direc-
to del resto del país. Además, en el momento en que China y
otras regiones de América Latina comenzaron a integrarse al
comercio global, algunos segmentos del sector de exportación,
como el sector textil, trasladaron su producción a otros países
en donde la producción era aún más barata. Indiscutiblemente,
a partir de 1994 la economía mexicana fue debilitada a favor de
una “inserción” subordinada y desigual a los flujos de capital
internacional. El sector agropecuario fue el más golpeado: en-
tre 1994 y 2004, Estados Unidos inundó el mercado mexicano
con productos agropecuarios altamente subsidiados, obligando
a los productores nacionales a bajar sus precios, haciendo que
eventualmente quebraran. Para 2005, México ya importaba al-
rededor del 42% de los alimentos que consumía. La producción
de granos básicos como arroz, sorgo y soya, fue desmantelada
al igual que la de carne de cerdo, leche, maíz y frijoles. Como
consecuencias, en los últimos 20 años, casi 2 millones de cam-
pesinos fueron forzados a dejar sus tierras y México ha perdido
su autonomía alimentaria. Además de otros problemas traídos
por la ratificación del tlc, ha habido un impacto negativo tan-
to en los recursos naturales y medio ambiente, así como en los
derechos de los trabajadores; para la mayoría de los mexicanos,
el poder adquisitivo y los salarios disminuyeron, violando la
Constitución que garantiza un salario mínimo para sobrevivir.22
A pesar de los daños que las políticas y reformas del tlc
infringieron al país y a sus ciudadanos, se diseñaron otros tra-
tados para asegurar la continuación y expansión de las refor-
mas neoliberales a otras regiones y dominios institucionales en
México. El Plan Puebla-Panamá (2001), rebautizado Proyecto

Véase “nafta’s Impact on Mexico”, en Sierra Club. www.sierraclub.org/trade/


22

downloads/nafta-and-mexico.pdf
Introducción

28

Mesoamericano de Integración y Desarrollo (ppp-pmid) en 2007,


es un convenio que cubre proyectos de “desarrollo” en el área
conocida como Mesoamérica, una región altamente redituable
por ser rica en recursos y biodiversidad. Está también el Proyec-
to Mundo Maya, concebido durante la presidencia de Salinas
de Gortari en los noventas y puesto en marcha en 2011: consiste
en un polo de desarrollo turístico en el Sureste y la península
de Yucatán. Estos proyectos buscan “promover conectividad
y competitividad en las regiones”,23 abriéndolas a la inversión
extranjera y a la explotación de las riquezas naturales, energéti-
cas, minerales y culturales para “integrar su economía con la de
América Central y del Norte”.24 Estos proyectos fueron diseña-
dos para darle seguimiento al programa de reformas neolibera-
les, económicas y sociales, y expandirlo por todo México, pues
están transformando regiones enteras, formas de vida y formas
de ganarse la vida. Estos programas obedecen a un modelo de
integración por medio de la fragmentación, basado en desman-
telar actividades productivas a pequeña escala y a nivel nacio-
nal a favor de la inversión extranjera masiva en proyectos de
agroindustria, extracción de recursos minerales y energéticos,
y aunque algunos incluyen proyectos de auto-sustentabilidad
y asistencia simbólicos para las comunidades afectadas, están
devastando comunidades enteras.25
En su discurso de toma de posesión el 1 de diciembre de
2012 en Palacio Nacional, Enrique Peña Nieto anunció reformas
y planes concretos para terminar con los monopolios de teleco-
municaciones, además de transformar a fondo el sistema edu-
cativo y el sector energético. Una de las primeras acciones de
su gobierno fue el arresto de Esther Gordillo, la hasta entonces
“intocable” líder del sindicato de la educación (el más grande

23
Judith Amador Tello, “El proyecto Mundo Maya, ‘salvajemente neoliberal’”,
en Proceso, núm. 1813, 30 de Julio de 2011. www.proceso.com.mx/?p=277485.
24
Idem.
25
Laura Carlsen, “Plan Puebla-Panama Advances: New Name, Same Game”,
en Americas Program, 10 de Septiembre de 2009. www.cipamericas.org/
archives/1834
Introducción

29

y poderoso de América Latina). Al día siguiente se promulgó


la reforma educativa, mientras que los miembros del sindicato
de maestros, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la
Educación (cnte), organizaron protestas en la Ciudad de Méxi-
co, las cuales fueron violentamente desalojadas del Zócalo el 14
de septiembre de 2013, además de ser sistemáticamente demo-
nizadas en los medios masivos de comunicación. Como parte
integral del programa político de Peña Nieto y con el objetivo de
hacer crecer a México, se puso en marcha en 2013 el “Pacto por
México”, un acuerdo nacional firmado por los tres principales
partidos políticos que implica una ambiciosa agenda de refor-
mas estructurales e institucionales promoviendo la racionalidad
política neoliberal: cambios en la ley del trabajo, reforma fiscal,
el sistema de educación pública, la industria de telecomunica-
ciones y el sector energético; todo ello a favor de dar a las cor-
poraciones extranjeras mayor libertad para contratar y despedir
a los trabajadores y contratarlos por sueldos extremadamente
bajos buscando que la economía mexicana sea “más competiti-
va”. En un momento en el que en China aumentaron los costos
de producción y los salarios, se han hecho esfuerzos por situar
a México como la nueva China o el “Tigre Azteca”, acaparando
de nuevo la industria de la manufactura, especialmente, por-
que el Pacto por México desmiembra las leyes laborales mexica-
nas que habían permanecido intactas desde 1970.26 Además, el
“Pacto por México” está enfocado en atraer inversión global en
autos, espacio aéreo, electrodomésticos y hasta manufactura de
drones para uso civil.27 Desde este punto de vista, el crecimiento
del país implica el regreso de las maquiladoras y la continua-
ción de políticas de encarcelamiento masivo, vigilancia social,
represión brutal de movimientos sociales y criminalización de

26
Paul Imison, “The Ultimate Mexican Hype Machine: The Myth of the
Aztec Tiger”, en Counterpunch, 29-31 de Marzo de 2013. www.counterpunch.
org/2013/03/29/the-myth-of-the-aztec-tiger/
27
Chris Anderson, “Mexico: The New China”, en The New York Times, 25 de
Enero de 2013. www.nytimes.com/2013/01/27/opinion/sunday/the-tijuana-
connection-a-template-for-growth.html?_r=0
Introducción

30

disidentes (por ejemplo, las acciones recientemente cometidas


por los gobiernos de los estados de Puebla y Morelos contra los
opositores del Proyecto Integral Morelos y del Libramiento Po-
niente; este proyecto incluye la creación de dos termoeléctricas,
un gasoducto y un acueducto que afectarían tierras de cultivo,
fuentes de agua, al igual que presentan un alto nivel de riesgo
del gasoducto). Luchadores sociales, dirigentes y opositores han
sido sujetos a hostigamientos, amenazas y aprehensiones arbi-
trarias. La represión se ha expandido también contra las comu-
nidades campesinas indígenas en la Sierra Norte que se oponen
a los “proyectos de muerte”; que incluyen 87 concesiones mine-
ras, más de 10 proyectos hidroeléctricos y la extracción de gas
y petróleo con fractura hidráulica (fracking). Aunado a ello, el
gobernador del estado de Puebla, Rafael Moreno Valle, propuso
la llamada “Ley Bala”, que ya fue aprobada por el Congreso y
que habilita a los policías a disparar con armas de fuego si en
una protesta llega a haber violenta. Esta ley legitima el uso de
la fuerza y de armas de fuego en detenciones, emergencias y
desastres naturales así como manifestaciones públicas. Una ley
similar fue promulgada recientemente en Chiapas, denunciada
por su ambigüedad y sus matices represivos y totalitarios, de tal
manera que Moreno Valle ha sido acusado de enviar a través de
ella un mensaje social para inhibir las protestas.28
Como parte de la política represiva que constituye el nuevo
autoritarismo en México, existe, desde 2006, presencia militar
permanente en ciertas regiones del país bajo el disfraz de “la
guerra contra la inseguridad y el crimen organizado”. La guerra

28
“Chomsky, Galeano, Sicilia y más intelectuales exigen a Graco (Morelos) y
Moreno (Puebla) alto del acoso de activistas”, en Sin embargo, 25 de Abril de
2014. www.sinembargo.mx/25-04-2014/973048; Gilberto López Rivas, “Puebla:
entre represión y el despojo neoliberal”, en La Jornada, 25 de Abril de 2014. www.
jornada.unam.mx/2014/04/25/opinion/023a2pol; Sonia Corona, “Un Estado
mexicano admite que la policía use armas de fuego en las propuestas”, en El
País, 20 de Mayo de 2014. internacional.elpais.com/internacional/2014/05/20/
actualidad/1400613204_366357.html; Gabriela Hernández, “Acusan a Moreno
Valle de Infundir miedo a la oposición con la ‘ley bala’”, en Proceso, 20 de Mayo
de 2014. www.proceso.com.mx/?p=372718
Introducción

31

contra el crimen organizado es una forma de violencia estatal


que tiene un papel central en el proceso de reconfiguración neo-
liberal; la violencia estatal es ejercida por organismos públicos
y privados, y está sujeta a la política de seguridad global de do-
minación autoritaria que ha facilitado las formas más radica-
les de violencia represiva. La ocupación militar permanente en
ciertas regiones de México ha sido acompañada de reformas en
el sistema penitenciario, encarcelando a más gente por periodos
más largos.29 Estas medidas sirven como formas de control so-
cial30 para asegurar el llano tráfico de mercancías (legales e ile-
gales) dentro del país y hacia el norte, al igual que el medio para
implementar megaproyectos en áreas rurales (parques eólicos,
agroindustria, minas, plantas hidroeléctricas, etcétera) que no
han sólo impactado negativamente a la forma en la que la gente
vive y se gana la vida, sino que también están destruyendo el
medioambiente.
Para muchos críticos, la apresurada reforma efectuada por
Peña Nieto en diciembre de 2013 a los artículos 25°, 26° y 27° de
la Constitución, pone fin a un ciclo que se inició en los ochen-
tas para instaurar un nuevo régimen político. Con la reforma
energética, se hacen más rentables áreas del sector público y con
ello se afianza un nuevo régimen político que consiste en una
coalición de fuerzas hegemónicas que no tienen el propósito ni
de gobernar ni de administrar al bien común, sino de explotarlo.
Su propósito es establecer un nuevo modelo de Estado más pe-
queño y débil, fragmentado en sectores autónomos que buscan
lucrar con el bien común y competir a nivel internacional como
“empresas productivas del Estado”, incorporando una nueva
relación entre clase política, corporaciones y ciudadanos. A par-
tir de esta reforma, Pemex y la Comisión Federal de Electricidad
(cfe) dejarán de ser diligencias con el objetivo de proporcionar
un bien social, brindando a los mexicanos energía y prestando
un servicio público. En cambio, ambas tendrán un giro lucrativo

29
Pilar Calveiro, Violencias de Estado. Buenos Aires, Siglo XXI, 2012.
30
Idem.
Introducción

32

—su dueño será el Estado— y competirán con compañías trans-


nacionales para vender su servicio con el objetivo de generar
ganancias. En otras palabras, las reformas de Peña Nieto elimi-
nan los artículos que determinaban la exclusividad del Estado
en el manejo de energía, y a través de un régimen de contratos y
concesiones, la autonomía de Pemex y la cfe serán abolidas jun-
to con sus burócratas y sindicato (así como fue eliminado el de
Luz y Fuerza en el sexenio de Calderón desde 2010). Mientras
que la energía se convierte en materia de libre comercio, ambas
empresas quedarán a nivel de sus competidoras extranjeras que
están protegidas por tratados internacionales: el tlc permite a
los inversionistas extranjeros demandar ante tribunales inter-
nacionales y exigir al Estado compensaciones si las políticas o
acciones domésticas enflaquecen las ganancias que esperaban.
Los detalles de la reforma son ambiguos en cuanto a la propie-
dad de los hidrocarburos: ¿podrán las empresas internaciona-
les mostrar volúmenes de reservas en sus cuentas rentables al
otorgarles “licencias”, que no es lo mismo que “concesionar”,
y que, por lo tanto, no tienen derecho a ser propietarios de los
hidrocarburos del subsuelo mexicano?31
México ha sido uno de los primeros países en implementar
un aparato de estado neoliberal y, por lo tanto, sus experiencias,
junto con las de otras regiones pioneras en este sentido del su-
reste de Asia y China, han servido como ejemplos de reforma
estructural neoliberal económica, incluyendo experimentos con
la precarización del trabajo y re-localización de campesinos des-
pojados. En este contexto, las ciudades mexicanas han servido
como laboratorios de represión y administración de violencia.
Sus mecanismos de represión han sido emulados en otras partes
del mundo: por ejemplo, abuso sexual de la policía a mujeres que

31
David Brooks, “Deliberada ambigüedad en la reforma energética”, en
La Jornada, 21 de Diciembre de 2013. www.jornada.unam.mx/2013/12/21/
politica/007n1pol; L. Carlsen, “Mexico’s Oil Privatization is a Risky Business”,
en Foreign Policy in Focus, 27 de Mayo de 2014. fpif.org/mexicos-oil-privatization-
risky-business/
Introducción

33

se manifestaron en las calles en Atenco, en 2006, así como en las


protestas contra los g20 en Toronto en 2009, o dos años después,
en 2011, contra miembros de Occupy Wall Street, en Nueva York.
En 2013, se llevó a cabo la militarización experimental de 50 co-
munidades en el estado de Guerrero bajo el disfraz humanitario
de una campaña contra el hambre, propuesta por Peña Nieto y
bajo el título “Cruzada contra el hambre”.32 En 2010, se aproba-
ron cosechas experimentales de maíz transgénico en los estados
de Sinaloa y Tamaulipas, poniendo en riesgo la herencia genética
más importante del país. Al contaminar y destruir el medioam-
biente, las semillas transgénicas están diseñadas para ser mer-
cancías patentadas por unas cuantas compañías transnacionales,
contaminando el maíz en su lugar de origen y erradicando la ya
mermada producción autónoma de alimentos.33
Otra de las consecuencias de los treinta años de reformas
neoliberales impuestas a México, fue el rediseño de las jerar-
quías sociales y un nuevo paisaje social: se puso en marcha un
tipo de ingeniería social con la infraestructura y paisaje natural
como herramientas principales para mantener a las distintas
clases sociales aisladas. En el ámbito de la planeación urbana,
el gobierno delegó a desarrolladoras y corporativos la tarea de
mejorar la vivienda y las condiciones medioambientales des-
iguales. La consecuencia fue que a una sociedad, ya de por sí
desigual, se le agregó desigualdad en el desarrollo geográfico,
topológico, urbano y rural, trayendo homogeneización y, al mis-
mo tiempo, diferenciación en las formas de vivir y de ganarse
la vida de la población. En este panorama, navegan sin rumbo
nuevas subjetividades potencialmente políticas tratando de de-
nunciar y sobrevivir en un paisaje social altamente fragmentado
y violento: migrantes deportados, migrantes ilegales, campesi-
nos, desempleados en las ciudades, los ninis, maestros del siste-

32
Marcela Turati, “Militarización disfrazada de Cruzada contra el Hambre”, en
Proceso, 31 de Agosto de 2013. www.proceso.com.mx/?p=351609
33
S. Ribeiro, “Químicamente tóxico”, en La Jornada, 12 de Febrero de 2012.
www.rebelion.org/noticia.php?id=144530
Introducción

34

ma público educativo, migrantes a Estados Unidos deportados


a México, víctimas del crimen organizado de clase media y baja
(los que desfilan por las calles vestidos de blanco para “jalarles
las orejas al gobierno”), anarquistas, mineros, narco-insurgen-
tes, grupos armados de auto-defensa y policías comunitarias,
desempleados de cuello blanco, estudiantes de universidades
públicas y privadas, indígenas luchando contra megaproyectos
transnacionales y gubernamentales, miembros de sindicatos re-
cientemente desmantelados, etcétera.
Los realineamientos organizacionales neoliberales de los úl-
timos treinta años, han implicado también despojo de formas de
vida y de ganarse la vida de gente que además ha sido obligada
a trasladarse a las afueras de las ciudades y a la frontera, a sitios
en donde no son bienvenidos y en donde son más vulnerables.
Por su parte, el Estado administra y excluye sectores estratégicos
de la población, los cuales ignora selectivamente al no invertir o
proveer, gobernando bajo el principio de la “soberanía calcula-
da”, como veremos más adelante.34 La transformación neolibe-
ral de México no implica que el Estado mexicano haya fallado a
sus ciudadanos o que los males que aquejan al país sean la culpa
de políticos corruptos, como muchos eligen creer. Por ejemplo,
el “Movimiento por la Paz, Justicia y Dignidad”, liderado por el
poeta Javier Sicilia, está centrado en una crítica ética del poder
como política y, por lo tanto, se basa en la idea de que el gobier-
no debe de hacerse responsable de la violencia y de contener el
crimen. Debido a la historia mexicana de colonización y autori-
tarismo, el racismo y el derecho al despojo y exterminación de
otros están inscritos en el adn cultural de los mexicanos. Desde
su fundación, el país ha sido gobernado por una cultura política
que desdeña las leyes. Por estas razones, las reformas neolibe-
rales fueron impuestas en el país a muy bajo costo político. En
este contexto, gobernar a partir de la exclusión y la excepción
no es un signo de corrupción o fracaso. Así, podemos evocar el

Aihwa Ong, Neoliberalism as Exception. Durham, Carolina del Norte, Duke


34

University Press, 2006, p. 96.


Introducción

35

slogan de la campaña de Bill Clinton: “It’s the economy, stupid!”


(“¡Es la economía, estúpido!). De acuerdo con Aihwa Ong, la
reconfiguración neoliberal de las relaciones entre gobernados y
gobernantes, poder y conocimiento, soberanía y territorialidad,
son integrales al proyecto neoliberal. Entonces, mientras que el
estado neoliberal se encoge o se refuerza en áreas estratégicas,
proliferan técnicas para excluir o someter a los ciudadanos, al-
gunos por medio de la violencia ligada al crimen y a la guerra
contra éste, o a otras técnicas de reingeniería social.35
Con respecto a las técnicas de re-ingeniería, tanto el sector
público como el privado tratan de dar solución a la precariedad
laboral con programas de auto-ayuda y educación permanente.
Además de promover adhesión a regímenes de salud —como
la campaña nacional para combatir la diabetes y obesidad,
y el impuesto a bebidas azucaradas y comida chatarra efecti-
vo a partir de enero de 2014—, de adquisición de habilidades
(instituciones educativas privadas ofrecen sin cesar “diploma-
dos” o “certificados” caros, al tiempo que prolifera la oferta de
maestrías y doctorados de dudosa calidad académica), con el
apoyo gubernamental a la emprendeduría individual (con el
programa de estado enfocado en ayudar a crecer a pequeñas y
medianas empresas [pymes]), se facilitan varias técnicas de re-
ingeniería y acumulación de capital.36 En este contexto, la ra-
tificación del tlc ha implicado la reconversión de campesinos
y proletarios mexicanos en trabajadores de maquila (como es-
clavos, ya que ganan por debajo del sueldo mínimo), sicarios,
emprendedores, consumidores (o consumidores invalidados),
deudores, criminales, cuerpos inertes, prisioneros y la subclase
(underclass), confirmada por aquellos que están completamen-
te excluidos del sistema, hasta de la potencial reconversión o
muerte, y permanentemente desempleados. Incluso, se acuñó
un término para describir a los 8 millones de jóvenes excluidos
de la educación y trabajo: ninis, ni trabajan ni estudian, y depen-

35
Ibid., p. 2 y p. 14.
36
Ibid., p. 6.
Introducción

36

den de sus familias para que los mantengan). Es el propio éxito del
capitalismo lo que produce desempleo y exclusión, ya que el
desempleo es en sí la forma actual de explotación capitalista y,
por lo tanto, de dominación: “los explotados no son sólo los que
producen o ‘crean’, sino también los que están condenados a no
‘crear’”.37 Esto quiere decir que la dominación está inscrita en
la estructura del proceso de producción, y a ello se le debe que
todo el mundo tenga garantizadas libertad personal e igualdad.
Sin embargo, se trata, de una “igualdad” calculada, que provee
acceso (o acceso diferenciado, en cuanto a calidades de oferta) al
mercado laboral, educación, servicios de salud, vivienda y otras
opciones para generar ingresos, bienes o servicios.
Una de las consecuencias de la implementación de las polí-
ticas neoliberales en México ha sido que la vida y la muerte se
han hecho parte de la economía, ya que prevalece una cultura
de violencia que denigra y le ha puesto precio a la vida.38 El he-
cho de que un mayor número de mujeres se haya incorporado
al mercado de trabajo en lugares como Ciudad Juárez, donde
predomina la industria maquiladora, se comprende como la
razón por la cual más y más mujeres están siendo asesinadas
impunemente, y por qué este tipo de muerte se ha normalizado
y expandido al resto del país: los hombres perciben la nueva
independencia económica de las mujeres como una amenaza.39
Además, de acuerdo con Sayak Valencia y Subhabrata Banerjee,
el actual periodo de globalización neoliberal puede ser caracte-
rizado como un capitalismo gore o necro-capitalismo. En este sen-
tido, el crecimiento financiero y la acumulación económica son
inseparables del aumento de la producción mundial de muer-
te.40 Paralelo a la incorporación de la muerte a la maquinaria de

37
S. Žižek, “Capitalism Can No Longer Afford Freedom”, en ABC Religion and
Ethics, Mayo de 2012. www.abc.net.au/religion/articles/2012/05/25/3511327.htm
38
Sayak Valencia Tirana, Capitalismo Gore. Madrid, Melusina, 2010.
39
Sergio González Rodríguez, The Femicide Machine. Los Ángeles, Semiotext(e),
2011.
40
Subhabrata Banerjee, “Necrocapitalism”, en Organization Studies, 29 de
Diciembre de 2008, pp. 1541-1563, citado en Marko Stamenkovik, “Radical
Introducción

37

producción de plusvalía, el disenso ha sido legalmente crimina-


lizado y demonizado en los medios masivos de comunicación.
Por ejemplo, en un artículo para Reforma, el historiador de de-
recha, Enrique Krauze, se unió al linchamiento mediático de las
protestas del cnte. A su modo de ver —ya que en agosto de 2013
el sindicato bloqueó el aeropuerto y las arterias principales de
la Ciudad de México—, “abusaron de su derecho constitucional
de manifestarse libremente” porque sus protestas afectaron a
los habitantes de la ciudad y el sindicato actuó como “si repre-
sentaran no sólo a su gremio sino a todo el país”. En este senti-
do, la represión masiva y encarcelamiento de manifestantes es
justificada y apoyada por la ciudadanía. La falta de apoyo y has-
ta el linchamiento mediático del sindicato de maestros podría
plantearse como una guerra de clases. En resumen, la experien-
cia neoliberal de México es un ejemplo de lo que resulta cuando
las formas de poder, instituciones, materiales y sensibilidades
neoliberales operan en la economía política permitiendo a las
empresas transnacionales y corporaciones controlar la salud,
vivienda, alimentación, energía, recursos naturales, modos de
producción y formas de vida. De esta misma manera, el neo-
liberalismo ha creado instancias de dependencia perjudiciales
al Estado y a las corporaciones, los cuales a su vez, florecen en
niveles sin precedentes de marginalización, violencia, explota-
ción, desplazamiento, despojo, pobreza y muerte.

Withdrawal: Necropolitics, Capitalismo Gore and Other Kinds of Life”, en The


Johannesburg Workshop in Theory and Criticism, núm. 6.
http://jwtc.org.za/resources/docs/salon-volume-6/JWTC_Vol6_2013_Final.pdf
Introducción

38

Sensibilidad neoliberal

Tal y como tenemos la costumbre —cuando no


nos están obligando— de absorber de diversas
maneras energía en casa, también encontraremos
que es muy fácil recibir o absorber cambios
acelerados y oscilaciones que perciben e integran
nuestros órganos para conformar todo lo que
conocemos. No sé si alguna vez los filósofos
concibieron una sociedad que abogara por la
distribución doméstica de la realidad sensual.

Friedrich Kittler, “The City is a Medium”

Nuestra existencia está ligada a los flujos afectivos y


estéticos que eluden definición y captura cognitivos.

Stephen Shaviro, “Post-Cinematic Affect”

Con las medidas neoliberales, el gobierno salinista comenzó a li-


brar, en general, una guerra contra la sociedad, y en particular
contra los pobres, en dos niveles. A nivel económico, con lo que
se conoce como la privatización y que parte del principio de que
cada fragmento y célula de las esferas afectivas, biológicas y lin-
güísticas tiene que transformarse en una máquina de producción
de plusvalía. El efecto de esta forma de privatización es el em-
pobrecimiento de la vida cotidiana, la pérdida de sensibilidad
en los campos de sexualidad, comunicación, relaciones huma-
nas, además de haber profundizado la desigualdad en México,
creando una minoría híper-millonaria, una clase media a través
del endeudamiento y una mayoría despojada. A nivel social, la
guerra por parte del gobierno contra el colectivo y los pobres se
libra al criminalizar y así desestabilizar al territorio para despojar
a ciudadanos de sus formas autónomas de ganarse la vida para
insertar al país en el reacomodo de los flujos económicos globales.
Introducción

39

La guerra contra lo social implica, asimismo, una ocupación


mental y física haciendo que todo el mundo esté permanentemen-
te preocupado por la inseguridad causada por el crimen organi-
zado y por la incertidumbre inherente a condiciones precarias de
trabajo. Lo que nos preocupa son la incertidumbre y el miedo, el
ambiente que respiramos y que es administrado por el gobierno.
Si antes el miedo era un fenómeno relacionado con eventos es-
pecíficos, hoy en día, todo el mundo está constantemente lleno
de pánico y ansiedad. En este contexto, al tiempo que impone
una realidad atemorizante a través de los medios de comunica-
ción y la producción cultural —lo sensible—, el gobierno asegura
ser capaz de salvaguardar la seguridad física de los ciudadanos
al luchar contra el crimen organizado (en realidad una excusa
para militarizar el país y crear un estado de excepción donde se
ejerce la violencia de estado).41 Según Virilio, la consecuencia de
que impere un ambiente de miedo es que una “comunidad de
emociones” prevalezca sobre una “comunidad de intereses”, es
decir, el miedo colectivo da lugar a una comunidad de emociones
sincronizadas pero con deseos e intereses fuera de ritmo.42
Esta doble forma de gobernar, que implica crear un ambien-
te de miedo y garantizar la seguridad de los ciudadanos, refle-
jan las dos formas de gobierno (y/o control) que caracterizan al
neoliberalismo. Por un lado, está lo que describí arriba como
“estado profundo” desde donde dominan los súper-ricos, los
pocos que dirigen servicios financieros poderosos, grandes cor-
poraciones, la élite de los narcos, y la casta de políticos que ac-
túa en nombre de sus intereses, los que “están bien conectados
y son políticamente poderosos”. Esta oligarquía toma las deci-
siones en privado y a puertas cerradas, al tiempo que hace su
maquinaria de poder invisible. Por otro lado, está la maquinaria
que sirve para legitimar al neoliberalismo como sentido común43

41
P. Calveiro, op. cit..
42
Paul Virilio, The Administration of Fear. Los Ángeles, Semiotext(e), 2012.
43
Henry A. Giroux, “Beyond Orwellian Nightmares and Neoliberal
Authoritarianism”, en Truth Out, 15 de Octubre de 2014. www.truth-out.
Introducción

40

junto con las nuevas formas de autoritarismo: vigilancia, estado


de excepción, al militarizar amplias regiones del país, violencia
de estado, criminalización del disenso, etcétera.
En este sentido, mi hipótesis es que la implementación gra-
dual de las políticas neoliberales es indisociable de la intro-
ducción del neoliberalismo como sentido común, sensibilidad
y afecto de los sujetos. Como consecuencia, el neoliberalismo
es una forma de aprehender al mundo y generar conocimiento
sobre de él, en la que impera el pragmatismo para tomar de-
cisiones enfocándose en los resultados y maximizando los be-
neficios económicos individuales. Es decir, no planteo aquí al
neoliberalismo como ideología en el sentido clásico: como un
conjunto de ideas que participan en la reproducción del orden
pre-establecido y que contribuyen a mantener las relaciones de
dominación y explotación. Entiendo al neoliberalismo como la
producción de sentido común basado en la racionalidad del in-
terés propio y el deseo, y que no sólo mantiene sino que causa
que las relaciones de poder (una red de control) proliferen. En
otras palabras, considero al neoliberalismo como una sensibili-
dad que trabaja los deseos más íntimos, colonizando nuestros
sueños, canibalizando nuestros ideales de libertad y regurgitán-
dolos como estrategias de control social.
Otras razones por las cuales se instauró con gran facilidad
el neoliberalismo en México tienen que ver con el hecho de que
es una sociedad profundamente desigual, en la que todavía
operan las estructuras socio-económicas coloniales y relaciones
piramidales de poder a partir de una jerarquía racial (o pigmen-
tocracia). Asimismo, porque el neoliberalismo justifica la gra-
tificación instantánea y la búsqueda por realizar los intereses
individuales. Dentro de este marco, la felicidad y la realización
propias se consideran ser metas y derechos inalienables. La in-
vitación consumista a gozar, como dice el lema de Nike “Just do
it!” (“¡Sólo hazlo!”), funciona como soporte dentro de un proce-

org/news/item/26817-henry-a-giroux-beyond-orwellian-nightmares-and-
neoliberal-authoritarianism
Introducción

41

so complejo de subjetivación cuya función es asegurar la acepta-


ción del marco básico neoliberal de dominación: la fantasía del
libre comercio.44 Por lo tanto, podría pensarse al neoliberalismo
como una forma de pensar, producir y distribuir los antagonis-
mos y el goce al poner en escena una promesa de gratificación
(eternamente diferida), y al poder como una compleja red de
distribución de cuerpos inmersos en la aceleración diferencial
de la realidad sensual a partir de su distribución en el espacio.
Por ejemplo, corporaciones trasnacionales y mercadotecnia
le han dado forma a las ciudades cambiándolas radicalmente,
diferenciando (a nivel socio-económico) y homogeneizando (a
nivel sensible) paulatinamente lo que nos rodea. Por lo tanto,
el neoliberalismo opera en nuestra realidad sensual trabajando
nuestras subjetividades a partir del deseo, la sensibilidad y el
afecto, lo cual empapa al arte y a la cultura, así diferencia al
tiempo que homogeneiza moldeando vidas y deseos. En este
sentido, confunde la información con el conocimiento, a la co-
municación con la información, mientras le da forma al espacio
y, por lo tanto, a las relaciones sociales. También crea modos de
ver al mundo a partir de un sentido común que justifica la des-
trucción y el despojo con nociones de progreso y desarrollo, tra-
tando de dar solución a la precariedad laboral con programas de
autoayuda y de educación permanente, y normaliza la violencia.
El neoliberalismo es asimismo una sensibilidad que estable-
ce los términos de empatía y simpatía y que ha delineado un
nuevo Otro. Configurado como “responsabilidad social” o tra-
bajo social, “ayudar” al Otro implica enfocarse en las llamadas
“disfunciones secundarias” del actual sistema capitalista al dise-
minar prácticas personales y administrativas como la tolerancia,
mostrar respeto, alimentar el diálogo, la transparencia y la co-
laboración social. En este sentido, el Otro es una “comunidad a
venir”, el “sujeto de derechos” y la subclase (underclass), es decir,
aquellos quienes estarán permanentemente fuera de los proce-

44
F. Berardi, “The Psychopathologies of Hyper-Expression”, Transversal, 2007.
http://eipcp.net/transversal/1007/bifo/en
Introducción

42

sos de globalización, incluyendo acceso a la educación, trabajo


y consumo. El Otro es también los fundamentalistas políticos y
religiosos, fanáticos que están, por elección propia, fuera de los
procesos de globalización y modernización. Estos Otros a veces
adquieren rostro en los medios al espectacularizar sus subjeti-
vidades pero obviando los procesos macroeconómicos que los
posicionaron en situaciones que hacen que sus vidas corran peli-
gro y sean precarias. Bajo el régimen neoliberal, la obtención de
beneficios es la esencia de la democracia —el consumo es la úni-
ca forma de ciudadanía— y para resolver los problemas y servir
como modelo para estructurar las relaciones sociales está la fe en
el mercado. De este modo, las normas, los valores y el lenguaje,
determinados por la lógica del libre mercado, legitiman la pro-
ducción de zonas de muerte económica, social y civil, un auto-
ritarismo disfrazado de una versión neocolonial de democracia
que funciona sólo para criollos y mestizos de clase media y alta,
y violencia de estado y precariedad para los demás.
El sentido común neoliberal está siendo además propagado
por la cultura y el espectáculo. La epistemología neoliberal se
manifiesta en campañas y discursos políticos, además de movi-
mientos sociales, reality shows, películas y series, espacios cultura-
les (en la neutralidad de sus cubos blancos) y sus contenidos, en
el connoisseurship (vino, viajes), en la violencia (no sólo criminal,
sino la que existe en la competencia letal en el ámbito del traba-
jo), en el mercadeo, en las mercancías (materiales e inmateriales),
en la literatura y manuales de gerencia corporativa, etcétera. Este
sentido común se encuentra, sobre todo, alojado en la producción
semiótica, que es la forma de producción que predomina en la
forma actual de capitalismo, o lo que Berardi denomina semiocapi-
talismo: una forma de producción que se basa en el trabajo cogni-
tivo, que es la actividad que genera flujos semióticos para generar
riqueza, plusvalía y capital en el campo semiótico a través de la
difusión semiótica de bienes y mercancías.45

45
F. Berardi, Precarious Rhapsody. Londres, AK Press, 2009 y F. Berardi, La fábrica
de la infelicidad. Madrid, Traficantes de sueños, 2003.
Introducción

43

El semiocapitalismo no implica que la producción industrial


haya desaparecido. Al contrario, se ha multiplicado y desterri-
torializado a países en vías de desarrollo. La cuestión es que en
esta etapa del capitalismo, la producción de contenidos, el dise-
ño de experiencias, el trabajo inmaterial y la producción cultural
(el valor de intercambio de las mercancías), son una fuente de
plusvalía mayor que la mercancía en sí (su valor de uso). En
el semiocapitalismo, no consumimos el producto por su utili-
dad, sino por lo que representa en tanto estilo de vida. Al haber
mercantilizado la experiencia, lo que el mercado nos ofrece no
son mercancías para satisfacer nuestras desesidades —un con-
cepto que propone Amaia Pérez Orozco para denotar necesi-
dad pero sin escindirla del deseo—46 sino signos para construir
estilos de vida y experiencias que hacen que nuestra vida sea
placentera y significativa. Así, el semiocapitalismo es también
una manera de trabajar, ya que el trabajador cognitivo invierte
su conocimiento, experiencias y sensibilidad, pues el neolibera-
lismo es también una manera de vivir: se elimina la distinción
entre tiempo de trabajo y tiempo de vida. Los seres humanos
han sido puestos a trabajar más allá de sus capacidades físicas
y cognitivas. Además, el trabajo bajo el semiocapitalismo, tanto
en su forma como en su condición, tiene la función doble de
subjetivación y de sujeción.
Para Berardi, el semiocapitalismo ha creado epidemias so-
ciales. Primero, la euforia o híper-excitación de la burbuja .com
durante los noventas, borrando lo erótico y el cuerpo social del
trabajador cognitivo, haciendo que el cuerpo social estuviera en
permanente electrocución. En seguida, después de la explosión
de la burbuja .com, vino una depresión colectiva y saturación
informacional, lo que trajo epidemias de pánico y ansiedad en
el cuerpo social.

Amaia Pérez Orozco, Subversión feminista de la economía. Madrid, Traficantes


46

de sueños, 2014.
Introducción

44

La fragmentación neoliberal del tejido social

En la década de los ochentas, Margaret Thatcher proclamó que


ya no había más sociedad, y resaltó al “individuo” y la “familia”
como los átomos de la nueva sociedad neoliberal junto con nue-
vas formas de establecer lazos sociales regidos por la racionali-
dad del mercado. Si históricamente los mercados estaban aloja-
dos en las relaciones sociales y eran limitados por costumbres y
por una ética de responsabilidad social, ahora las relaciones so-
ciales estarían alojadas en la lógica del sistema eco­nómico, hacien-
do que la subjetividad individual y colectiva sean dominadas
por el sentido común neoliberal. Si la revolución neoliberal se
enfocó, en un principio, en la privatización y corporativización
de la esfera pública, rápidamente se trasladó a explotar nuestras
formas de vida, relaciones sociales, formas de subjetivación, es-
tableciendo nuevas formas de control y de sujeción invisibles.
La película Deux jours, une nuit (2014) de los hermanos Luc
y Jean-Pierre Dardenne, cuenta la historia de Sandra, una mujer
que trabaja en una fábrica de paneles solares en Liège, en Bél-
gica. Sandra tiene que ausentarse de su trabajo por unos meses
por cuestiones de salud, y al regresar se encuentra con que su
puesto de trabajo se ha hecho redundante y que el jefe les ha
planteado a sus compañeros de trabajo un dilema imposible:
decidir por medio de un referendo si recontratarán a Sandra, a
costa de perder un bono anual de mil euros. Durante la película,
que cubre el periodo de dos días y una noche, Sandra visita a
cada uno de sus 16 compañeros de trabajo para pedirles que
voten para que ella pueda conservar su plaza de trabajo. Ade-
más de un retrato actual de la clase trabajadora europea —que
vive con ciertas comodidades, aspirando a más, y trabajando
en condiciones precarias— dos de los signos de esta nueva era
que aparecen en la película son: 1) Sandra comprando botellas
de agua, que siempre trae en la mano cuando va a visitar a sus
compañeros, quienes al abrirle la puerta de sus casas no le ofre-
cen un vaso del líquido; y 2) Sandra ingiriendo repetidamente
antidepresivos. Una y otra vez la vemos confrontar a sus com-
Introducción

45

pañeros de trabajo con el mismo dilema: o solidarizarse con ella


(para algunos no es cuestión ni de pensárselo) o votar por ganar
el dinero extra (uno la acusa de ladrona y reacciona en forma
violenta a su petición). La película resume el dilema de nuestros
tiempos regidos por la sensibilidad neoliberal: ¿es innecesario,
moral, anticuado e impensable actuar por interés de alguien más?
Sandra expresa constantemente culpa al hacer la petición a sus
compañeros, y así la película muestra la fragmentación del co-
lectivo, de los lazos de solidaridad entre los trabajadores traídos
por la lógica de la precariedad laboral, pero también la irracio-
nalidad de la lógica de acumulación. Al final, la mayoría de los
empleados votan por su bono, sin embargo, el patrón le dice a
Sandra que no la despedirá: solamente no renovará el contrato
de 3 meses de uno de sus compañeros de trabajo, lo cual Sandra
no acepta. Al final de la película, la escuchamos hablar con su
marido por teléfono y decirle que no se siente desanimada, que
comenzará de inmediato a buscar un nuevo trabajo.
Deux jours, une nuit aborda la fragmentación de la misma
fuerza de trabajo que el siglo pasado tuvo logros inéditos ante
la violencia del capitalismo contra los más vulnerables. Esta
fragmentación fue un programa que inició en los setentas con
la introducción de políticas avocadas a liberalizar los mercados
de producción y de trabajo, privatizar al estado de bienestar y
una buena parte de los servicios gubernamentales (educación,
salud, energía, infraestructura, etcétera), además de subcontra-
tar al sector privado servicios y bienes públicos y forjar cambios
en las leyes laborales y en los derechos de los trabajadores, al
igual que promover una división trasnacional del trabajo. Al
conjunto de reformas que engloban estos procesos se les conoce
como neoliberalismo. Y, sin embargo, como veremos, a más de
cuarenta años de que se ha puesto a trabajar como una lógica
que rige la economía-política y las relaciones sociales, el neo-
liberalismo es más que un sistema regido por la economía del
libre mercado. El neoliberalismo es también la forma concreta
de funcionamiento del sistema: un conjunto de prácticas e ins-
tituciones que proporciona la medida para juzgar acciones hu-
Introducción

46

manas y un mecanismo para dirigir dichas acciones. Es decir, la


racionalidad económica como modelo de gobernanza a par­tir del
cálculo de las desesidades de la gente, ha sustituido a la ideología
política como forma de gobierno convirtiéndose en una forma
de sentido común para reorganizar a la sociedad y al Estado ba-
sándose en el libre mercado. Bajo la premisa que la lógica de los
negocios es lo que mejor determina la felicidad humana, cada
elección particular debe estar sujeta a la lógica del mercado. El
yo es tan sólo un proyecto de emprendimiento, ejemplificado
por el novio que deja a su prometida pues se da cuenta que ya
ha aprendido de ella todo lo que podía aprender (español, po-
lítica y cultura latinoamericanas), además de haber conocido a
todos los contactos que le podía presentar y por eso ya no le
interesó seguir con ella.
Con el neoliberalismo, la lucha de clases fue sustituida por
la competitividad darwinista en el campo de trabajo. Al indi-
vidualizar lo social, todos los problemas sociales y sus efectos
se codifican como defectos individuales de carácter, falta de
responsabilidad individual, hasta hacerlas patologías. La des-
movilización de los ciudadanos se lleva a cabo por medio del
control de la atención con los medios y la industria de la cultura,
motivando la distracción y la apatía. Al mismo tiempo, la inse-
guridad laboral lleva a que los ciudadanos se concentren en los
intereses privados, como en la narrativa de otra película de los
hermanos Dardenne, Rosetta (1999), en la que una adolescente
de clase trabajadora denuncia ante su patrón a uno de sus ami-
gos para que lo corran y quedarse con su trabajo. La ciudadanía
está ceñida de miedo, propagado por la impotencia individual
y la precariedad laboral, haciendo que se ejerza desde la preo-
cupación. Sheldon S. Wolin calificó al neoliberalismo de “tota-
litarismo invertido”, por ser un sistema en el cual el poder, en
vez de basarse en la figura política del líder, se basa en poderes
totalizantes abstractos. En lugar de tender a movilizar masiva-
mente a los ciudadanos, promueve la falta de solidaridad y la
despolitización por medio de los medios privados, incluyendo a
la industria de la cultura, para difundir propaganda y reforzar
Introducción

47

la visión oficial del estado de las cosas, que es tolerante e in-


cluye puntos de vista antagonistas. Si el totalitarismo clásico se
caracteriza por crear un todo organizado en el que las partes es-
tán coordinadas premeditadamente para sostener al régimen de
la clase dominante, el totalitarismo invertido refleja la creencia
que el mundo puede cambiar de acuerdo a un número limitado
de objetivos; por ejemplo, el makeover del yo, o por medio de
la supremacía militar, misma que es justificada con supuestas
amenazas de seguridad pero que en realidad encubren intereses
económicos. Mientras que el totalitarismo aspira a controlar por
completo todos los aspectos de la sociedad eliminando al otro
y neutralizando la oposición, el totalitarismo invertido se carac-
teriza por la dominación económica de la política, desplazando
a la participación ciudadana al sector de los intereses privados,
en un régimen que se sostiene en la tolerancia multicultural y
la libertad de expresión (de la oposición). Aunado a la despo-
litización del ciudadano y a su transformación en consumidor,
la hegemonía neoliberal se debe también en parte a la margina-
lización del pensamiento crítico. Este último fue sustituido por
los productores de ideas, expertos u opinionistas que operan
dentro de la industria de la cultura y los medios masivos de
comunicación.

La dictadura perfecta en la era de la representatividad celebrity

Podríamos hablar entonces de varios niveles de


autonomía: comunitario, municipal, interco­mu­ni­
tario, intermunicipal, del conjunto de comu­ni­dades
de un solo pueblo, entre varios pueblos indígenas y
otros sectores sociales.

Floriberto Díaz Gómez, “Comunidad y comunalidad”

El neoliberalismo como régimen económico del libre mercado


es indisociable de la democracia, el régimen político de la par-
Introducción

48

ticipación y accesibilidad colectivas fundado en la permanente


negociación de antagonismos y exclusiones. Una de las bases
del neoliberalismo es la libertad de expresión y, por lo tanto, así
predominan críticas al sistema en los medios masivos de comu-
nicación, en el ciberespacio y en el ámbito cultural. La “libertad
de expresión” garantizada por el régimen democrático forma
parte de la tolerancia represiva que ejemplifica cómo, bajo el
neoliberalismo, producción y consumo, subjetivación y suje-
ción, están intrínsecamente ligados. El sistema de control com-
bina un régimen policial militarizado con la tolerancia represi-
va, que implica combinar la lógica de protección con asegurar y
permitir la libertad de expresión y la “calidad de vida”.
El Partido Revolucionario Institucional (pri) que ha gober-
nado a México durante más de setenta años (con una breve pau-
sa entre 2000-2012), se ganó el adjetivo de “dictadura perfecta”
por gobernar a través de un sistema de lealtades reforzadas con
rituales e instituciones no-oficiales, negociaciones, represiones
violentas a pequeña escala y cooptando a los medios y a los inte-
lectuales para que transmitieran la versión oficial. Cuando el pri
regresó al poder en 2012, había sufrido una mutación: el gobier-
no se convirtió en un imperio mediático con tintes berlusconia-
nos47 sirviendo a intereses corporativos y financieros dirigiendo

47
Alessandra Renzi plantea a Berlusconi como emblema de la acumulación
diferencial de poder a través del capital que abarca conexiones entre poder
político, economía, crimen organizado e imperio mediático. Para Renzi, la
presidencia de Berlusconi se caracterizó por capitalizar los controles mediáticos
y la opinión pública para ahuecar la acción colectiva, su sentido social y carga
política. Además, Berlusconi apoyó su poder político con compañías diversas
como bienes raíces, finanzas, seguros, entretenimiento, publicidad. Berlusconi
es, por lo tanto, el emblema del neoliberalismo salvaje, darwinismo social y de la
política como acción en el interés propio, haciendo alianzas entre directores de
instituciones financieras, industria del Estado y emprendedores privados para
generar nichos de inversión seguros, ejerciendo el poder político con sobornos,
nepotismo y corrupción, con el objetivo de dominar el mercado a través de
una expansión capilar en sectores emergentes de la economía. Alessandra
Renzi, From Collectives to Connectives: Italian Media. Tesis de doctorado de la
Universidad de Toronto, 2011. https://tspace.library.utoronto.ca/.../Renzi_
Alessandra_201106_PhD_thes
Introducción

49

la atención pública y las acciones de la sociedad civil por medio


de los medios de comunicación de masa, las redes sociales y la
producción cultural. Las revelaciones de Wikileaks en los albores
de las elecciones de 2012 acerca del contrato entre Enrique Peña
Nieto y Televisa para promover la imagen del candidato, inau-
guraron la lógica de la representatividad celebrity y al movimiento
estudiantil #YoSoy132. Lo que los estudiantes denunciaron fue
la transformación de la política en un mundo de apariencias en-
carnando mercancías al estar fusionadas con el ámbito de la fa-
rándula y difundidas en los medios masivos y las redes sociales.
Una de las consecuencias de ello es que el acceso a los po-
líticos y a la política es mediado por el mercado de lo sensible.
La lógica de la representatividad celebrity se inauguró cuando
Arnold Schwarzenegger ganó las elecciones como gobernador
de California (en 2003 y 2006), convirtiéndose en el paradigma
de las nuevas figuras de poder como políticos-celebridades. Es-
tas figuras encarnan una brecha entre la política real y la esfera
pública (como el sitio de acción política potencial), llena de es-
pectáculo y producción cultural, mientras adquiere una función
política sustitutiva. Siguiendo a Shaviro, la brecha se crea por-
que las figuras célebres están cargadas de afecto: una celebridad
seduce, lo que significa que es alguien con quien, aunque no se
tenga una relación de intimidad, se le responde íntimamente y
uno se obsesiona porque dicha figura es inalcanzable.48
Por otro lado, el nuevo pri gobierna a través del secuestro
y manejo de la atención, el cual es una de las caras del nuevo
autoritarismo caracterizado por represiones violentas, desapari-
ciones forzadas —por parte del Estado y/o en colusión con nar-
co-paramilitares— un silenciamiento estratégico en los medios,
aunados a inversiones económicas sin precedentes en cultura,
contracultura y en producción simbólica. Una de las herramien-
tas para el secuestro de atención son el ejército de peñabots, las
miles de cuentas que actúan en el ciberespacio de manera coor-

48
Stephen Shaviro, Post-Cinematic Affect. Londres, Zero Books, 2010.
Introducción

50

dinada para posicionar temas o contrarrestar a los opositores


a través de las redes sociales, misma estrategia que fue funda-
mental para la campaña presidencial en 2012 y para ahora que
el gobierno federal arde en las hogueras del ciberespacio, donde
los peñabots son soldados en la guerra virtual de opiniones.49
Una película reciente, La dictadura perfecta (2014) de Luis Es-
trada, es demostrativa de la forma de gobernar a través del se-
cuestro de atención. La dictadura perfecta es una sátira popular de
cómo funcionan los mecanismos de poder bajo el “nuevo pri”.
En la ficción, la sede de la televisora es el Museo Universitario
de Arte Contemporáneo (muac) en la Ciudad de México, y el so-
fisticado director (criollo) está rodeado de obras clásicas de arte
moderno (Jasper Johns, Jackson Pollock, Franz Kline, Barbara
Hepworth). La forma de poder que encarna el director, que es
el titiritero que jala los hilos detrás de los políticos-celebrities a
través de los medios masivos de comunicación y las redes socia-
les, está muy por encima de la que encarnan los “virreyes”, los
gobernadores (mestizos) de provincia con costumbres vulgares,
sin educación ni cultura, asociados con el crimen organizado
y adeptos a denigrar a las mujeres en rituales machistas deco-
rados con mujeres desnudas (table dancing). Un gobernador de
provincia con aspiraciones a la presidencia contrata al director
de la televisora para que lo ayude a construirse como figura de
poder celebrity y ganar las próximas elecciones a la presidencia
del país. Esta forma de gobierno neoliberal de imágenes (a tra-
vés de las redes sociales) es un gobierno de opinión y de crea-
ción de públicos disidentes, un estilo nuevo de autoritarismo
fundamentado en la desigualdad no sólo social, sino también
mediática y cibernética.
Retomando una discusión pública reciente entre Nina Power
e Hito Steyerl, podría argumentarse que hay una diferencia entre
los tipos de públicos moldeados por el poder. Por un lado, está

49
“Peñabots del pri #EstánDeLaGreña/ Que coman pastel / La guerra de
nuestros tiempos”, en Sin embargo, 22 de Diciembre de 2014. www.sinembargo.
mx/opinion/22-12-2014/30192
Introducción

51

un público que se moviliza, que ocupa los espacios, que necesita


tener cuidado en tiempos de crisis. Éste es un “buen” público:
vivo, pero silenciado, unificado por la indignación y el dolor.
Por otro lado, está el público destructivo, que rompe la paz pú-
blica, que estalla en desplantes violentos (aquí podemos pensar
no sólo en la violencia espontánea en las zonas pobres de Lon-
dres y en las suburbios parisinos en años pasados, sino también
en los anarquistas infiltrados por el gobierno en las protestas en
la ciudad de México en 2014, o los guerrerenses que quemaron
municipalidades en los albores de la masacre de Ayotzinapa).
Este público, más fantasmático que actual, es dañino, causa mie-
do e indignación y es la justificación para castigar al “buen” pú-
blico (las movilizaciones en la Ciudad de México en solidaridad
con Ayotzinapa trataron de disuadir a los guerrerenses de no
usar la violencia como recurso político). Literalmente detenido
por la policía en nombre del “mal” público, el “buen” público
indignado y en shock se inmoviliza junto con el tiempo históri-
co en un espasmo de dolor e indignación.50 El poder neoliberal
distribuye los cuerpos y esta distribución se traduce, en el ám-
bito mediático, a la resolución o calidad de las imágenes: si el
“mal” público de anarquistas es opaco, oscuro y sus demandas
no se transmiten más que como gestos irracionales, los sicarios
son imágenes de baja resolución y consumidores discapacita­dos
que matan a sueldo para poder consumir productos semióticos
que les pudieran conferir una mejor resolución.
La forma neoliberal de gobernar a través de lo sensible im-
plica que las imágenes han cruzado la realidad51 para hacer más
profundas la desigualdad, el racismo y la misoginia en los ámbi-
tos mediático, económico y social. Explotando el potencial utó-
pico de “libre expresión”, “comunicación sin límites” y “recipro-

50
Nina Power en conversación con Hito Steyerl en el Institute of
Contemporary Art en Londres, 28 de Marzo de 2014. www.youtube.com/
watch?v=BoqHQ05J22k
51
Hito Steyerl, “Too Much World: Is the Internet Dead?”, en e-flux journal, núm.
49, 2013. www.e-flux.com/journal/too-much-world-is-the-internet-dead/
Introducción

52

cidad” de las redes sociales y medios digitales como modos de


emancipación y como supuesta base de la democracia, las nue-
vas formas de gobierno corporativo-mediático son indisociables
de la lógica del libre mercado y de la ciudadanía de consumo.
Otro ejemplo es el caso de la desaparición forzada de 43 estu-
diantes normalistas de Ayotzinapa el 26 de septiembre de 2014,
que estuvo al centro de la atención en medios, redes sociales y
el espacio público bajo la consigna “Vivos se los llevaron, vivos
los queremos”, opacando problemas y silenciando voces tam-
bién urgentes como la contaminación de ríos por Grupo México
en Sonora, los asesinatos en Tlatlaya, los femicidios por todo el
país, la desaparición de 500 personas en Allende, Coahuila en
2011, la represión y persecución de activistas y líderes sociales
en Puebla y el resto del país, encarecimiento de la canasta básica
y gasolina (ambas como consecuencias de las reformas de Peña
Nieto), devaluación del peso, etcétera. En el caso de la desapari-
ción de los estudiantes normalistas, el gobierno optó por admi-
nistrar la tragedia en los medios, aprehendiendo a los culpables
pero esperando más de dos meses para hacer públicas confesio-
nes de que estaban muertos (todavía no se sabe públicamente
cómo murieron ni dónde están los cuerpos). Se declaró como
responsables principales al alcalde de Iguala, José Luis Abarca
y a su esposa, María de los Ángeles Pineda, quienes representa-
ban al prd, al tiempo que se orquestó un linchamiento mediático
contra el ya desacreditado partido. La consigna “Vivos los que-
remos” ha capturado la imaginación de la opinión pública (del
“buen” público consternado) durante varias semanas, mientras
que el gobierno manejó la crisis mediática insertando anarquis-
tas (el mal público) a sueldo que cometieron actos de vandalis-
mo durante las protestas, que justifican la represión por medio
de la criminalización de la disidencia: las movilizaciones del 20
de noviembre y del 1 de diciembre tuvieron saldos altos de mar-
chantes arrestados arbitrariamente (en su mayoría, jóvenes estu-
diantes) y acusados falsamente de crímenes como homicidio, te-
rrorismo, etcétera. Discutiblemente, la consigna de Ayotzinapa
no es un significante que se haya vaciado en base de su reitera-
Introducción

53

ción, sino que es un significante insuficiente e incompleto, mis-


mo que intenta abarcar las demandas anti-neoliberales de los
ciudadanos, limitándolas, sin embargo, a una exigencia moral
de rendición de cuentas. Esto se debe a que la movilización es
desencadenada por la singularidad del acontecimiento —muer-
tos que finalmente cuentan para movilizar al “buen” público—
pero que se queda corta en la posible subjetivación política y el
establecimiento de lazos solidarios que atraviesen las barreras
campo/ciudad, clase social y raza, más allá de la indignación. En
este sentido, es urgente emanciparse de la visión que los males
del país se deben al crimen organizado y a los políticos corrup-
tos que gobiernan: la violencia que impera en el país es la mani-
festación del límite del neoliberalismo como necro-capitalismo,
es decir, como el proceso de producción y valorización fundado
en la destrucción de la vida, del medioambiente, del patrimo-
nio y de los comunes. En los medios y en las redes sociales, se
promueve la idea que la violencia del país es algo externo al
neoliberalismo, una distorsión causada por la cultura mexica-
na —proclive a la violencia y a la corrupción— como respon-
sable de la violencia. Sin embargo, las instancias de violencia
locales responden a procesos globales. Por lo tanto, la violencia
y la desigualdad son mutuamente constitutivas, ésta misma es
inextricable de las medidas neoliberales, el libre comercio (la
mano invisible) es indisociable del puño visible del ejército y
está ligada a sucesos sociales, circunstancias políticas, procesos
culturales y transformaciones espaciales.
La forma de gobernar a través del poder mediático y de la
creación de públicos es inseparable a la construcción de una cla-
se de productores culturales —que existe por y para sí misma
y para demostrar la salud democrática del país— a través de
un sistema de becas instaurado por el gobierno de Carlos Sali-
nas de Gortari, el fonca (Fondo Nacional para la Cultura y las
Artes). Este organismo tiene como función la subvención de la
producción cultural en México, a veces con becas vitalicias (o
renovables cada 3 años) a artistas, escritores, directores de teatro
y bailarines, o a proyectos, exposiciones, publicaciones o simpo-
Introducción

54

sios en concreto. Aunado a ello, desde hace más de una década


se vino gestando una colusión sin precedentes de apoyos a la
producción cultural en la coyuntura entre el sector privado, cor-
porativo y público. Los productores culturales le dan voz a la
sensibilidad neoliberal a favor de las necesidades de legitima-
ción, de entretenimiento, de inversión de la élite del país, y que
informan, a su vez, la opinión de la mayoría. En este contexto,
protestar y criticar se hacen dentro de los lineamientos dictados
por el decoro neoliberal caracterizado por la autocensura, o se le
da voz a los intereses de la derecha conservadora, permanecien-
do así vacuos y, por lo tanto, inefectivos. Un ejemplo de esto úl-
timo es el homenaje de Enrique Krauze a Lorenzo Zambrano, el
empresario regiomontano dueño de cemex, en donde relata su
carrera como empresario, la historia del monopolio del cemento
en México, sus proezas de innovación tecnológica e informática
y de cultura de negocios.52
La producción de “opinión pública” y conocimiento se di-
funde a través de aparatos desarrollados para hacer de la pro-
ducción y consumo de conocimiento unas prácticas reproduci-
bles y homogeneizables, transformándolas en mercancías como
cualquier otra.53 La mercantilización de la opinión se basa en el
reclamo de la “excepción cultural”. Es decir, artistas e intelec-
tuales defienden a la cultura como un ámbito distinto al de las
corporaciones de entretenimiento y de comunicación, basando
la autonomía crítica de sus opiniones en la aparente separación
entre cultura y economía. Esta posición, de acuerdo con Laz-
zarato, es débil ante las nuevas formas de producción, sociali-
zación y apropiación de conocimiento y cultura, las cuales no
son diferentes a los modos de producción, socialización y apro-

52
Gabriel García Márquez lo llamaba “Lorenzo el Magnífico”. Enrique Krauze,
“La carrera de Lorenzo Zambrano”, en Reforma, 25 de Mayo de 2014. www.
enriquekrauze.com.mx/joomla/index.php/biogr-retrato/99-biogra-de-la-
sociedad-civil-y-la-ciudadania/874-la-carrera-de-lorenzo-zambrano.html
53
Maurizio Lazzarato, “European Cultural Tradition and the New Forms of
Production and Circulation of Knowledge”, en www.moneynations.ch/topics/
euroland/text/lazzarato.htm
Introducción

55

piación de la riqueza. Esto se debe a que la producción intelec-


tual le da forma y dirección a la organización de la producción
de riqueza. Para Lazzarato, la “necesidad de conocimiento”, el
“amor por la belleza” y la “avaricia por lo exquisito” —al igual
que el imperativo de hacer crítica— son vías abiertas al desarro-
llo económico, y como cualquier otro producto, los “valores de
verdad” (o conocimiento) resultan de un proceso de producción
dentro de dispositivos desarrollados para hacer que prácticas
de producción y consumo de belleza y conocimiento sean cada
vez más reproducibles y homogeneizables (en la opinión públi-
ca, imprenta, tv, redes). Los productos culturales tienen valor
de uso garantizado por la supuesta excepcionalidad cultural
dentro del ámbito económico. La transmisión del “valor-conoci-
miento” creado por la cultura es uno de los medios de produc-
ción de riqueza, o lo que Berardi llama semiocapitalismo, y ali-
menta un deseo de consumo de bienes artísticos ligado a lo que
llamo sensibilidad neoliberal. Ello implica que la opinión pública
y la cultura no colindan con el Estado, corporaciones y medios,
sino que son parte del engranaje central de la administración de
consenso y canalización de antagonismo.
Además, como cualquier campo de producción, el arte y la
cultura han sido sujetos a la lógica de la plusvalía. No son sólo
un brazo del poder, sino que tanto Estado como corporaciones
invierten en ellos porque los conciben como fuentes de plusva-
lía, crecimiento económico y paliativo para los estragos de las
políticas neoliberales en el tejido social. Como lo declaró recien-
temente Jorge Volpi: “El horror que nos circunda demuestra
que vivimos en tiempos eminentemente shakespereanos. El arte
y la cultura son el único bálsamo frente a la barbarie”.54
Ante este panorama, los museos están sirviendo para legi-
timar gobiernos y corporaciones, y funcionan como suplemen-

54
Jorge Volpi en la inauguración del Festival Cervantino el 8 de Octubre de
2014. Abida Ventura, “Inauguran el Festival Internacional Cervantino 2014”,
en El Universal, 8 de Octubre de 2014. www.eluniversal.com.mx/cultura/2014/
festival-internacional-cervantino-2014-inauguracion-1044447.html
Introducción

56

to a la opinión pública manufacturada en los medios de masa.


Asimismo, el arte es poder simbólico y un escaparate de demo-
cracia, y por ello no es necesario censurar al arte “político” y
“crítico”. Por lo tanto, ¿qué rol podrían fungir los intelectuales
en la era neoliberal, cuando la idea posmoderna de tarea política
de “decirle la verdad al poder” está perfectamente incorporada
al mercado y a la forma de poder benévola de tolerancia repre-
siva? Muchos intelectuales se han escapado de la lucha contra el
neoliberalismo para venderse al poder corporativo-mediático,
dejando de abogar por temas de importancia social, de apoyar
a movimientos sociales, o de usar su conocimiento para crear
una cultura crítica al modelo neoliberal. Incluso, algunos se han
convertido en títeres ideológicos usando sus habilidades para
contribuir a la destrucción del contrato social, al pensamiento
crítico y a las instituciones sociales. Evidentemente, si un in-
telectual decide poner su talento al servicio del poder, puede
alcanzar riqueza, prestigio y éxito, y al mismo tiempo conven-
cerse de que puede indirectamente tener injerencia en los pro-
cesos políticos. Incapaz de percibir sus propios compromisos
ideológicos, al circular su trabajo en el régimen del mercado de
la producción cultural e intelectual, su pensamiento se convierte
en una defensa superficial del statu quo. Hay otros intelectuales
que abogan por las prácticas instituyentes —el entrecruzamien-
to de una representación dialéctica de poder y resistencia: una
forma positiva de caída, que a su vez es una práctica instituyen-
te, los “Bartlebys” de Melville, Deleuze o Agamben—55 o por
trabajar desde la institucionalidad, utilizando a las instituciones
como instrumentos de libertad de expresión, como plataformas
de visibilización, de difusión de información o de propuestas
alternativas. El problema es que, siguiendo a Bourdieu, el cam-
po intelectual está determinado por la posición que ocupa en
el campo de poder, lo cual implica que agentes determinados
socialmente ocupan posiciones que les reserva al Estado y por

55
Gerald Raunig, “Prácticas instituyentes: Fugarse, instituir y transformar”, en
Transversal, 2006. http://eipcp.net/transversal/0106/raunig/es
Introducción

57

ello, sus tomas de posición están ligadas objetiva e indisociable-


mente a la posición que el poder le ha asignado a priori.56
Entonces, ¿cuál debería de ser el papel de los intelectua-
les? En este sentido, se me vienen a la mente las acciones de
los whistleblowers como Julian Assange, Anat Kamm, Edward
Snowden o Chelsea Manning (los dos últimos encarcelados por
sus acciones y el primero atrincherado en la embajada de Ecua-
dor en Londres ante el peligro de ser extraditado y juzgado en
Estados Unidos), quienes en vez de decirle la verdad al poder,
le revelaron al público lo que el “poder profundo” no quiere
que se sepa. En un artículo reciente, Chomsky argumenta que el
intelectual ha quedado tradicionalmente atrapado entre las de-
mandas de la verdad y el poder, porque “le gustaría verse como
el hombre que busca discernir la verdad, decir la verdad como
la ve, actuar colectivamente para oponerse a la injusticia y la
opresión, para contribuir a dar forma a un mejor orden social”.57
Sin embargo, para Chomsky, si el intelectual elige este camino,
será una criatura solitaria, despreciada o injuriada, como lo son
los whistleblowers. Ante la urgencia de los cambios que se nece-
sitan hacer en el modelo socio-económico, sin caer en el dogma-
tismo de izquierda, el papel de intelectuales y activistas radica-
les debe de ser el de intentar persuadir y organizar, pero, sobre
todo, evitar la tentación de unirse a la élite represiva para ayu-
dar a crear políticas que contrarresten a las actuales formas de
totalitarismo.58 Es decir, existen dos soluciones: o trabajar desde
las estructuras avocadas a la política de rentabilidad cultural
democrática y tolerante, o darle la espalda al poder para crear
espacios autónomos, no en una relación de (tolerada) confron-
tación sino a partir de propuestas alternativas autónomas. En
vista de las movilizaciones masivas a nivel global desde 2011,
se hace evidente que una insurrección puede ocurrir en cual-

56
Pierre Bourdieu, Intelectuales, política y poder. Buenos Aires, Eudeba, 1999, p. 33.
57
Noam Chomsky, “Un movimiento genuino por el cambio social”, en La Jornada,
7 de Diciembre de 2014. www.jornada.unam.mx/2014/12/07/mundo/026a1mun
58
Idem.
Introducción

58

quier momento. La ocupación intermitente en movilizaciones


efímeras cada vez más recurrentes sustituye las huelgas sindi-
cales de antaño. Al mismo tiempo, hemos visto la proliferación
de autodefensas y policías comunitarias a lo largo y ancho del
país, como una forma de frenar los abusos del crimen organi-
zado y su complicidad con las autoridades, o para resistir a los
poderes políticos que están subastando los recursos naturales.59
Actualmente hay grupos de autodefensas en Hidalgo, Puebla,
Veracruz, Oaxaca, Guerrero, Michoacán, Tamaulipas, Quintana
Roo, partes del Estado de México: aunque las policías comunita-
rias son reconocidos por la legislación como usos y costumbres,
el gobierno empezó a criminalizarlos. Las policías comunita-
rias son distintas de las autodefensas, pues son grupos de ciu-
dadanos que se organizan y arman para procurarse seguridad
y cuando lo logran, desaparecen, se corrompen o pueden ser
utilizados por el gobierno.60 Los grupos armados defienden los
intereses de comunidades, se consideran ser un problema polí-
tico (de organización y de gobierno) como signo de la falta de
soberanía del Estado. Sin embargo, como veremos, estos grupos
son el resultado de problemas que resultan directamente del
modelo económico, ante el cual se hace urgente la construcción
de poderes no-estatales que no estén escindidos de la sociedad,
es decir, no centralizados, sino dispersos. Como lo plantea Raúl
Zibechi, si el Estado es el monopolio de la coacción física ejerci-
da por un cuerpo separado de la sociedad (la burocracia civil y
militar), con los poderes no-estatales de las comunidades indí-
genas el poder se distribuye y dispersa por todo el cuerpo social
y se somete a asambleas.61 Estas formas de autonomía apuntan

59
Teniendo en cuenta el legado negativo de las autodefensas en Colombia,
formadas por campesinos y soldados entrenados y financiados por la
agroindustria luchando contra el crimen organizado y los militares corruptos
en los noventas que acabaron corrompiéndose al convertirse en asociaciones
paramilitares criminales.
60
Linaloe R. Flores, “La violencia amplía el menu de autodefensas”, en Sin
embargo, 18 de Febrero de 2014. www.sinembargo.mx/18-02-2014/907403
61
Raúl Zibechi, Dispersar el poder. Quito, Abya-Yala, 2007, p. 29.
Introducción

59

a la urgencia de la creación de otros espacios de autonomía en


los que podamos aplicar reglas distintas a las que impone el sis-
tema neoliberal, para intentar construir de manera radicalmente
diferente relaciones socio-económicas alternativas, instituyendo
regímenes comunitarios de propiedad y gestión de los recursos.
Un ejemplo es el de la Ley de Reordenamiento Territorial en
Cuetzalan, Puebla, que implica la participación ciudadana des-
de la etapa de caracterización y diagnóstico del ordenamiento
del territorio.62 El cabildo de Cuetzalan ha tenido una victoria
a través de esta ley. Recientemente fijó una postura institucio-
nal para declarar al municipio libre de proyectos de explotación
minera, de plantas hidroeléctricas o de hidrocarburos que pu-
dieran causar daños graves al medio ambiente, así como a la
posible concesión del uso, aprovechamiento o explotación del
agua por agentes privados,63 sentando un precedente importan-
te en la lucha contra la destrucción neoliberal y un modelo de
organización autónoma.
En el contexto de nuevas formas de operar de la política neo-
liberal, la emancipación y la igualdad se basarían en tomar en
cuenta la dimensión ética de las actuales formas intolerables de
interdependencia que están siendo creadas por el modelo glo-
balizado de las finanzas y el desarrollo. En la lucha política, lo
que está en juego es la vida misma, y lo que se necesita es en-
contrar formas de auto-organizar la vida en común contra las
formas neoliberales de reingeniería social. Ante este panorama,
lo que hace falta es una percepción compartida de la situación:
que nos encontramos ante formas de poder que no se enuncian
en discursos, sino que le dan forma a la vida cotidiana, constitu-
yéndose en la realidad material. Sin el lazo de percepción com-

62
Aurelio Fernández F., “Cuetzalan: defenderse y construir”, en La Jornada, 9 de
Abril de 2014. www.jornada.unam.mx/2014/04/09/opinion/026a1pol
63
Sandra Barillas, “El cabildo de Cuetzalan, en session abierta, oficializa el
rechazo a proyectos mineros e hidroeléctricos”, en La Jornada de Oriente, 6 de
Noviembre de 2014. www.lajornadadeoriente.com.mx/2014/11/06/el-cabildo-
de-cuetzalan-en-sesion-abierta-oficializa-el-rechazo-a-proyectos-mineros-e-
hidroelectricos/
Introducción

60

partida, los gestos críticos se seguirán borrando sin dejar huella


en la negatividad y los levantamientos se seguirán reduciendo a
curiosidades académicas.
Capítulo 1. La reconversión neoliberal de México:
Soberanía calculada y formas de vida
homogéneas y diferenciadas

Los blancos han forzado a los indios a abandonar


los valles y a treparse a los cerros.

Erwin Slim Torres

México neoliberal: ¿Estado fallido o economía emergente?

Han pasado treinta años de políticas de consenso de liberaliza-


ción del mercado, lo que ha generalizado una percepción apo-
calíptica de que vivimos en un país peligroso sumergido en un
bucle de violencia y que las cosas sólo siguen empeorando. Esta
percepción coexiste con una idea de nación que aunque no ha
logrado superar por completo sus problemas de pobreza no fue
afectada por la crisis global de 2008-2009 y, como lo mencioné
en la introducción, se está supuestamente convirtiendo en una
nación en la que predomina la clase media. De este modo, en
los medios y el imaginario colectivo el país oscila entre “estado
fallido” y economía emergente ejemplar. El primero implica que
la acción correctiva es urgentemente necesaria, ya que un estado
“fallido” es:

Absolutamente incapaz de sostenerse a sí mismo como


miembro de la comunidad internacional [debido a] conflic-
tos civiles, desmantelamiento del gobierno y privación eco-
nómica. [...] En los estados fallidos imperan la violencia y la
anarquía, poniendo en peligro a sus propios ciudadanos y

61
Irmgard Emmelhainz

62

amenazando a sus vecinos con flujos de migrantes, inesta-


bilidad política y guerras inesperadas.1

Así, matizando la tesis del “estado fallido” mexicano, el


periodista Sergio González Rodríguez argumenta que el domi-
nio de ciertas regiones del país por grupos criminales implica
el trastocamiento de las esferas tradicionales de lo público y lo
privado, haciendo que la población, privada de sus derechos,
viva bajo un régimen de terror cotidiano. En otras palabras, para
González Rodríguez, la tesis del “estado fallido” implica la au-
sencia de un Estado de derecho o “imperio de la ley” debido
a la disfuncionalidad de las instituciones. En este contexto, se
considera al Estado como simulación ya que ha perdido parcial-
mente la legalidad en su territorio, implicando un falso Estado
de derecho y la construcción de un an-Estado. Para González
Rodríguez, la “degradación mexicana” comenzó en el seno de
sus instituciones, ya que la máquina criminal del narcotráfico
en México es consustancial a sus instituciones políticas y econó-
micas y al involucramiento de los Estados Unidos.2 El hecho de
que las instituciones del país se hayan corrompido o fallaran es
también la opinión hegemónica conservadora.3
En suma, la percepción de México como “estado fallido” se
materializa en áreas del país en las que el gobierno ha suspendi-
do su soberanía, ilustrando lo que Aiwha Ong llama “soberanía
calculada”. De acuerdo con Ong, los gobiernos neoliberales ma-
nejan diferencialmente a sus poblaciones, creando una diversi-
dad de zonas, entre ellas algunas regidas bajo regímenes de ex-
cepción. Es decir, en algunas áreas el Estado es sólido y protege,
mientras que en otras está (casi) ausente. Este mecanismo tiene
el doble propósito de permitir que algunas áreas sean flexibles

1
Gerald B. Herlman y Steven R. Ratner, “Saving Failed States”, en Foreign Policy,
1992-1993. www.foreignpolicy.com/articles/2010/06/21/saving_failed_states
2
Sergio González Rodríguez, Campo de guerra. Barcelona, Anagrama, 2014.
3
Alejandro Rosas y Ricardo Cayuela Gally, El México que nos duele: crónica de un
país sin rumbo. México, Planeta, 2011, p. 47.
La reconversión neoliberal de México

63

con respecto a los mercados —si no correrían el riesgo de per-


der su relevancia estructural en la economía neoliberal—4 y de
impedir que no sean un obstáculo para el flujo (legal e ilegal) de
mercancías, dinero y personas. Por ejemplo, los seis estados ad-
yacentes a los Estados Unidos están sumergidos en la anarquía
total, sufriendo una guerra entre los cárteles que buscan el con-
trol de las rutas de pasaje de bienes traficados ilegalmente. Estas
mafias cobran también cuotas de protección y de extorsión a los
ciudadanos y obligan a los inmigrantes deportados de Estados
Unidos a trabajar para ellos. Además de controlar las rutas de
contrabando, los líderes regionales del crimen organizado con-
tinúan ganando autoridad sobre los gobiernos y negocios loca-
les. Sin embargo, la industria maquiladora no ha sido ni afecta-
da por la violencia ni amenazada por las mafias: en 2011 fueron
creados un total de 10 mil empleos en 19 fábricas de Ciudad
Juárez. Cuarenta fábricas más comenzaron a trabajar a lo largo
de ese año. A pesar de la violencia, la inversión extranjera sigue
inyectándose en la ciudad, especialmente en la industria auto-
motriz.5 La estrategia del gobierno ha sido militarizar el norte
del país pero sin lidiar los verdaderos problemas al ignorar la
violencia (sembrada por los cárteles y el ejército) como si fuera
un daño colateral; aunado a ello, esto ha sido capitalizado por
los medios y la cultura audiovisual.
Otro ejemplo es el caso de los estados de Guerrero y Michoa-
cán, en donde se crearon policías comunitarias para defender-
se contra organizaciones criminales y militares. Estos estados
tienen una importante presencia militar, al mismo tiempo que
compañías transnacionales buscan desarrollar megaproyectos
de infraestructura energética y extracción de recursos minerales
que dañarán o destruirán la vida de los pobladores. Aparte del

4
Aihwa Ong, Neoliberalism as Exception. Durham, Carolina del Norte, Duke
University Press, 2006, p. 96.
5
“Violencia cierra pequeños negocios, pero no afecta a maquilas en Ciudad
Juárez”, en Milenio Jalisco, 27 de Julio 2011. http://jalisco.milenio.com/cdb/doc/
noticias2011/43ce1154b9b35f5df68a76643e162d88
Irmgard Emmelhainz

64

crimen organizado, las poblaciones indígenas han sido hechas


aún más vulnerable por el tlc en términos legales, ya que el tra-
tado permite a los inversionistas extranjeros pelear, en tribunales
internacionales, las políticas y acciones locales, por lo que tienen
la capacidad de exigir a los gobiernos demandados compensa-
ciones por políticas que los demandantes consideren que ame-
nacen las ganancias esperadas.6 Esto ha dejado a las poblaciones
indígenas en un vacío legal, además de que están expuestas a la
extorsión de los carteles y a la sujeción y represión militar.
Según varios observadores, el tlc ha contribuido a estable-
cer y expandir la industria del tráfico de drogas debido a los
vacíos de poder generados en amplias zonas rurales del país por
la política de soberanía calculada y debido al desmantelamiento
estructural de la economía mexicana. El crimen organizado se
aprovechó de la falta de formas de ganarse la vida en las áreas
rurales y transformó al tráfico de drogas primero, en una activi-
dad suplementaria para luego hacerla una actividad principal.7
Ante este panorama, comunidades en Guerrero, Tamaulipas,
Puebla, Michoacán e incluso Quintana Roo, se han organizado
para combatir la inseguridad y el crimen que imperan y que les
impiden hasta sobrevivir económicamente. De forma paralela,
muchas de estas comunidades son asediadas por trasnacionales
y corporaciones que los han despojado para explotar recursos
naturales o para llevar a cabo proyectos de infraestructura ener-
gética. El gobierno ha respondido a estos avances militarizando
vastas zonas del país, en donde impera la violencia bajo la colu-
sión del narco con el ejército.
En contraste con este panorama del ámbito rural, en una edi-
torial de febrero de 2013 del New York Times, Thomas L. Fried-
man escribió frívola y superficialmente que cabe la posibilidad
de que México se convierta en una potencia económica mundial

6
Ben Beachy, “nafta at 20”, en Public Citizen’s Global Trade Watch, Enero de
2014. www.citizen.org/documents/NAFTA-at-20.pdf
7
Juan Carlos Miranda, “tlcan, dos décadas”, en La Jornada, 2 de Enero de 2014.
www.jornada.unam.mx/2014/01/02/politica/005n1pol
La reconversión neoliberal de México

65

durante el siglo xxi. Friedman reporta que la corrupción, el cri-


men, el frágil imperio de la ley y la violencia relacionada con las
drogas son vividos en el país como una condición contra la que
se debe luchar, pero no como algo que defina ni al país ni a su
economía.8 En este sentido, el tlc prometía cumplir un “deseo
de desarrollo”, ya que hace 20 años las grandes ciudades del sur
eran consideradas como “grandes ciudades del norte vistas a
través de un espejo torcido”.9 Es decir, antes de que se firmara el
tlc, la modernización en México se percibía como una versión
distorsionada de los países desarrollados: “sucia, llena de humo,
ruido y emisiones tóxicas, se pensaba que caminar por las calles
de estas ciudades era riesgoso”.10 Aunque siguen proliferando
edificios y comunidades amuralladas en algunas áreas afluentes
de la Ciudad de México, como Polanco, Anzures, Cuauhtémoc,
Condesa y La Roma, se vive con la ilusión de estar en el pri-
mer mundo. Con vigilancia reforzada, gentrificación (aburguesa-
miento) y limpieza social, estas áreas se han vuelto accesibles a
pie. En estas colonias, el sistema de transporte colectivo público
ahora incluye bicicletas en renta y carriles para circular en ellas,
tal como en algunas ciudades europeas y estadounidenses. San-
ta Fe, un núcleo urbano al oeste de la Ciudad de México que
alberga oficinas corporativas, edificios residenciales y casas de
lujo, transmite la impresión de que uno vive en una ciudad es-
tadounidense o en algún lugar del sureste de Asia (si uno no
toma en cuenta las áreas intermitentes de cinturones de miseria
asomándose entre las enclaves de lujo). Y San Pedro Garza Gar-
cía, el municipio más rico de América Latina, ubicado en Mon-
terrey, Nuevo León, se asemeja a un afluente suburbio tejano, a
diferencia que estar rodeado por colinas que hacen la función de

8
Thomas L. Friedman, “How Mexico Got Back into the Game”, en The New York
Times, 23 de Febrero de 2013. www.nytimes.com/2013/02/24/opinion/sunday/
friedman-how-mexico-got-back-in-the-game.html?_r=0
9
Eduardo Galeano, “To Be Like Them”, en Charles Bowden (ed.), Juárez: The
Laboratory of Our Future. Nueva York, Aperture, 1998, pp. 123-127.
10
Idem.
Irmgard Emmelhainz

66

fortaleza y el cuál es accesible únicamente por un túnel. En este


sentido, el municipio está naturalmente protegido de la violen-
cia que impera en la región norte del país.11 Además, su alcalde
durante el periodo 2009-2012, Mauricio Fernández Garza, creó
famosamente un cuerpo de inteligencia financiado por los mi-
llonarios habitantes del municipio para combatir y defenderse
del crimen organizado. Como parte de su política de seguridad
pública, Fernández Garza creó también una controvertida base
de datos de empleados domésticos del municipio como medida
para prevenir secuestros y robos.
Si a principios del siglo pasado las calles de Bucarelli y Re-
forma en la ciudad de México les recordaban a los habitantes
y visitantes a ciudades europeas y estadounidenses, actual-
mente áreas afluentes de la ciudad tienen símiles en el resto
del mundo globalizado. En este sentido, como veremos más
abajo, la planeación urbana y la arquitectura contemporánea
están orientadas a aislar a las élites de los pobres, dándoles la
falsa impresión —azuzada por publicaciones como la de Fried-
man— de que viven en una ciudad homogénea dentro de un
país próspero. Estas áreas, en las que el imperio de la ley e ins-
tituciones del Estado están propiamente ausentes o se mani-
fiestan a modo de contrainsurgencia contra la resistencia a me-
gaproyectos transnacionales y las autodefensas, contrastan con
enclaves primermundistas y de lujo protegidas con tecnologías
de punta de seguridad privada, con acceso a los mejores servi-
cios de educación y salud privados, trabajos, entretenimiento,
etcétera.

11
De acuerdo con David J. Danelo, la inestabilidad en Monterrey y sus
alrededores es mucho más significativa que el caos en Ciudad Juárez, y
por lo tanto la Ciudad de México no puede permitir que el terror gobierne
a Monterrey. Los Zetas explotaron esta vulnerabilidad entre 2010-2012, pero
ahora reina la tranquilidad, por lo menos en esta parte de la ciudad. David J.
Danelo, “Toward a U.S.-Mexico Security Strategy: The Geopolitics of Northern
Mexico and the Implications for U.S. Policy”, en The Program of National
Security at the Foreign Policy Research Institute, 2011, p. 16. www.fpri.org/docs/
Toward_a_US_Mexico_Security_Strategy_Danelo.pdf
La reconversión neoliberal de México

67

De esta manera, las percepciones opuestas del México neo-


liberal no pueden ser reducidas a los esfuerzos del presidente
Enrique Peña Nieto por cambiar la imagen de México de una
“zona de guerra contra las drogas” a una “imagen de anuncio
del libre comercio”,12 sino que se deben a la indiscutible realidad
diferenciada del país. El refrán, “El mundo nunca antes había
estado mejor”, no es exclusivo a una visión miope de México.
Esta visión del mundo ha invadido medios masivos de comu-
nicación (de derecha) y publicaciones de economía y finanzas
a nivel mundial, ejemplo de la disparidad del desarrollo y pro-
greso neoliberales.13 En este contexto, la noción de “progreso” se
traduce al discurso de la realización inacabada de un (ambiguo)
proyecto social. En el caso de México, el símbolo de “progre-
so” —al igual que el percibido obstáculo al progreso político y
económico— se denota como la nueva clase media defendida
por Luis Rubio, Enrique Krauze y otros. En septiembre de 2012,
cuando su mandato estaba a punto de terminar, el presidente
Felipe Calderón también declaró que México se había converti-
do en una nación de clase media: “Las familias mexicanas han
mejorado su acceso a vivienda, coches, bienes como computa-
doras y electrodomésticos, servicios de salud, educación y en-
tretenimiento—los productos básicos que caracterizan a la cla-
se media a nivel mundial”.14 Una publicación en red del Banco
Mundial le hizo eco a la declaración de Calderón reportando
que, entre 2003 y 2009, la clase media —definida aquí como la
gente que no son ni pobres ni vulnerables, pero tampoco ricos,

12
Paul Imison, “The Ultimate Mexican Hype Machine: The Myth of the
Aztec Tiger”, en Counterpunch, 29-31 de Marzo de 2013. www.counterpunch.
org/2013/03/29/the-myth-of-the-aztec-tiger/ y Jenaro Villamil, “Bienvenido a
la recesión, Sr. Peña”, en Proceso, 1 de Octubre de 2013. www.proceso.com.
mx/?p=354274
13
Slavoj Žižek, “The World Has Never Been Better”, en The Guardian, 17 de
Febrero de 2013. www.guardian.co.uk/commentisfree/2013/feb/17/free-
market-fundamentalists-think-2013-best
14
Citado Jorge Ramos, “México se convierte en nación de clase media: fch”, en
El Universal, 25 de Septiembre de 2012. www.eluniversal.com.mx/notas/872400.
html
Irmgard Emmelhainz

68

y que tienen un grado de escolaridad de “poco menos” de 12


años--, creció en un 50%. Esto implica que un 17% de la pobla-
ción mexicana supuestamente se unió a la clase media en la úl-
tima década.15 Un reportaje de finales de 2013 publicado en el
New York Times, habla de la clase media del Bajío que surgió re-
cientemente de manera paralela al florecimiento de la industria
automotriz: de cien mil de los trabajos creados, subraya que el
30% son para jóvenes educados en universidades especializadas
en ingeniería, aeronáutica y biotecnología. Haciendo alusión al
traslado de la industria automotriz del Midwest estadounidense
al centro de México, el reportaje enfatiza que esta mano de obra
educada, o white collar, de General Motors, Ford, Chrysler, Hon-
da, Mazda, Nissan, Audi y Volkswagen, fue empleada en base
a su mérito y gracias a los negocios internacionales, y asevera
que gana una fracción de lo que ganaban sus equivalentes en
Estados Unidos.16
Los nuevos miembros de la clase media evocados por Cal-
derón, el New York Times, el Banco Mundial y los intelectuales
oficiales, son ciudadanos que han sido incorporados a la econo-
mía como deudores y/o consumidores.17 Esto es subrayado por
la definición que le da Calderón a la clase media: ser de clase
media implica tener acceso a vivienda, a todo tipo de bienes,
educación y servicios de salud privados, por ejemplo, el doctor
Simi.18 De acuerdo con Adita Nigam, el desarrollo implica una

15
“La clase media mexicana creció en la última década”, en Banco Mundial, 13
de Noviembre de 2012. www.bancomundial.org/es/news/feature/2012/11/13/
mexico-middle-class-grows-over-past-decade
16
Damien Cave, “In the Middle of Mexico, a Middle Class Rises”, en The New York
Times, 18 de Noviembre, 2013. www.nytimes.com/2013/11/19/world/americas/
in-the-middle-of-mexico-a-middle-class-is-rising.html?emc=eta1&_r=0
17
Andrés Lajous, “Verse en la clase media”, en Nexos, 27 de Febrero de 2014.
http://andreslajous.nexos.com.mx/?p=1802
18
El doctor Simi es una botarga utilizada como figura representativa de la
cadena “Farmacias Similares”, que se dedica a la venta de medicamentos
genéricos que se comercializan con un costo menor al de los medicamentos
de patente. Su dueño, el empresario Víctor González Torres, se le conoce
popularmente también como el “doctor Simi”. (N. del edit.)
La reconversión neoliberal de México

69

“híper-modernidad global”, una utopía de abundancia de cen-


tros comerciales, casinos y supervías en la que dominan el con-
sumo y la deuda y que es más imaginada que real.19 Por lo tanto,
en las sociedades neoliberales hay una compleja red de siste-
mas, procesos, dispositivos y relaciones orientados a producir
sujetos-consumidores de clase media —aunque sean nominal-
mente— al moldear sus subjetividades deseantes.20 Y México no
es la excepción.
En el discurso oficial, el progreso es simbolizado por la clase
media de consumidores endeudados que el Estado afirma haber
creado con sus políticas neoliberales. Esta clase media, sin em-
bargo, se concibe como la traba principal para el progreso nacio-
nal. En su libro, ¿Mañana o pasado? El misterio de los mexicanos, el
intelectual de derecha Jorge G. Castañeda elucida una cuestión
que ha intrigado a los pensadores modernistas mexicanos desde
José Vasconcelos, Alfonso Reyes, Octavio Paz, Samuel Ramos y
Carlos Monsiváis: la esencia del carácter nacional mexicano. A
partir de entrevistas, estadísticas y encuestas, Castañeda se da a
la tarea de definir la “naturaleza” de la clase media mexicana y
concluye de que los rasgos que definen a los mexicanos de esta
clase son: aversión a la liberalización del mercado y corrupción
e incapacidad de participar en acciones comunitarias. Castañe-
da afirma que la clase media mexicana desprecia el conflicto,
además de que sufre de un individualismo disfuncional anti-
Estados Unidos que ignora la participación social y en vez de
buscar consenso gusta de hacer negociaciones a puerta cerrada.
Estas tendencias, según Castañeda, se le contraponen a la ur-
gente necesidad de abrir la economía al mundo globalizado, e
impiden la consolidación de una democracia plena y efectiva.
A su modo de ver, el mayor obstáculo para que México pueda
ingresar a la economía global es la aversión nacional al conflic-
to y a la competencia. Para Castañeda, el problema es que la
clase media cree en el proteccionismo y los subsidios, mientras

19
Adita Nigam, Desire Named Development. Londres, Penguin, 2011, p. 3.
20
Ibid., p. 7.
Irmgard Emmelhainz

70

demoniza la privatización. Desde este punto de vista, mientras


que la clase media se ha beneficiado de la apertura económica,
su aversión por el libre mercado, la iniciativa privada y la inver-
sión extranjera, al igual que el carácter y actitudes irracionales y
anacrónicas que han cultivado, impiden que el país progrese.21
En este contexto, comentaristas y académicos oficiales han
argumentado que debido al “amor” que los mexicanos sienten
por el estancamiento, se necesita un Deng Xiaoping para hacer
las reformas necesarias para asegurar el crecimiento económico
y “dirigir” al país hacia el desarrollo. Después de treinta años de
reformas neoliberales, tecnócratas, intelectuales oficiales —los
equivalentes de los científicos del porfiriato, profetas del pro-
greso y darwinistas sociales herederos de la revolución y la “de-
mocracia factual”— junto con la clase corporativa en México,
conciben y promueven una versión de “capitalismo con valo-
res asiáticos” —una versión de capitalismo dinámico y eficien-
te funcionando bajo un estado autoritario—22 para que el país
supuestamente prospere.23 El diagnóstico de los intelectuales
oficiales (neo-científicos) y sus propuestas correctivas a la “pro-
pensión mexicana al atraso” —planteada como la incapacidad
de asumir los cambios requeridos para crecer económicamente,
debido al rechazo de reformas institucionales que asegurarían
dichos cambios—, le hace eco no sólo a las recomendaciones
prescriptivas del Fondo Monetario Internacional (fmi) y el Banco
Mundial, ya que las ideas motivadas por el libre mercado se han
infiltrado en el dominio de los medios y la cultura,24 sino tam-

21
Isabel Turrent, “Reseña de Mañana o pasado. El misterio de los mexicanos de
Jorge G. Castañeda”, en Letras Libres, 11 de Agosto 2011. www.letraslibres.com/
revista/libros/el-caracter-nacional
22
S. Žižek, “Capitalism with Asian Values”, en Aljazeera, 13 de Noviembre de 2011.
www.aljazeera.com/programmes/talktojazeera/2011/10/2011102813360731764.
html
23
Lorenzo Meyer, “Por sus frutos la conoceréis (a la economía)”, en Reforma,
6 de Junio de 2013 e I. Turrent, “Reseña de Mañana o pasado. El misterio de los
mexicanos de Jorge G. Castañeda”, en op. cit..
24
Yevgeny Kuznetsov y Carl Dahlman, Mexico’s Transition to a Knowledge-Based
Economy. Washington, The World Bank Institute, 2008 y M. Ayhan Kose, Guy
La reconversión neoliberal de México

71

bién a las reformas de finales del siglo xviii en la Ciudad de Mé-


xico llevadas a cabo por los Borbones. A finales de la Colonia, se
hicieron obras masivas de renovación en la ciudad dentro de un
marco de mejora higiénica y bienestar de todos los ciudadanos.
Sin embargo, los problemas que aquejaban a la población en esa
época eran muy diferentes a los de hoy en día: enfermedades,
basura y desperdicios tirados en la calle, acceso restringido al
agua, caminos mal pavimentados y calles inundadas, mercados
sucios, etcétera. Siguiendo a Sharon Bailey Blasco, el programa
de renovaciones oficial reflejaba la ansiedad de la élite ante el
hecho de que ricos y pobres coexistieran íntimamente y porque
no había una separación preestablecida entre las esferas pública
y privada. En este contexto, las reformas estaban enfocadas a
darle forma a la cultura plebeya, ya que la élite achacaba los ma-
les de la ciudad a las “actividades fuera de lugar y contaminan-
tes de las clases bajas”, como la desnudez pública, borracheras,
defecar en las calles y falta de higiene personal. Por lo tanto,
el proyecto de reorganización de la ciudad tuvo el objetivo de
cambiar el comportamiento tradicional o primitivo de los po-
bres reeducándolos para modernizar sus costumbres y que se
hicieran productivos dejando de ser una amenaza.25
La descripción de Castañeda acerca de lo atrasado de la clase
media mexicana —potencialmente remediable, como lo subra-
ya— le hace eco a la actitud de la élite colonial hacia los pobres
y a los aspectos discursivos de las reformas que les impusieron
(que a veces implicaban castigos físicos). A su vez, el discurso
de Castañeda sobre la clase media, se articula desde el punto de
vista de la élite que busca presionar a la población para que apo-
ye sus reformas neoliberales. En el contexto del discurso oficial,
nociones de “democracia”, “desarrollo”, “mejora”, “seguridad”,

M. Meredith, y Christopher M. Towe, “How Has nafta Affected the Mexican


Economy? Review and Evidence”, en imf Working Paper (WP/04/59), Abril de
2004, p. 6. www.imf.org/external/pubs/ft/wp/2004/wp0459.pdf
25
Sharon Bailey Blasco, Constructing Mexico City: Colonial Conflicts over Culture,
Space and Authority. Nueva York, Palgrave Macmillan, 2010.
Irmgard Emmelhainz

72

“eficiencia”, “sustentabilidad”, “diseño”, “autonomía”, “con-


ciencia medioambiental”, “creatividad”, “urbanismo verde” y
“auto-suficiencia”, son excusas para modelar nuevas formas de
vida y de ganarse la vida que implican la reconversión y que van
desde la auto-explotación, explotación, esclavitud, exclusión, en-
deudamiento, despojo, expropiación y hasta la muerte. Además,
estos conceptos están primero al centro de la subrepticia privati-
zación de los servicios y funciones del gobierno y, después, del
proceso a escala nacional de desplazamiento forzado y despojo.
Como lo han probado treinta años de reformas neolibera-
les, el desarrollo implica necesariamente exclusión, despojo y
muerte. Es por ello que la razón por la cual Castañeda eligió
plantear a la “clase media mexicana”, creada por el tlc como
el símbolo de la identidad mexicana, es doble. Por un lado, si-
guiendo el discurso oficial, da por hecho que la clase media está
encaminada —si se remedia su “atraso”— a ser la mayoría en el
país (cuando está muy lejos de ser el caso, a pesar de las decla-
raciones de Calderón, Castañeda y del Banco Mundial). Por otro
lado, tiene sentido dentro del marco de lo que Tarde y Lazzarato
llaman la creación de “el/los público(s)” como forma de control
social. La opinión pública es fabricada en los medios masivos de
comunicación corporativos y se dirige a la clase media (o a los
aspirantes a la clase media); los receptores tienen el potencial
de influenciar a otras mentes. El problema fundamental aquí es
conciliar, en el sentido de crear subjetividades consensuales, ac-
tuando unas sobre las otras. Por ejemplo, seguido he escuchado
la siguiente descripción de los oaxaqueños: “No les interesa el
progreso, están apegados a sus tradiciones, no les gusta la mo-
dernidad, están atrasados”. En este sentido, la propagación de
discursos de “mejora” y “desarrollo” —o de la supuesta aver-
sión a ellos— es una medida que sirve para lubricar el sistema y
perfeccionar el condicionamiento subjetivo y social.26

26
Maurizio Lazzarato, “De las sociedades disciplinarias a las sociedades de
control”, en Revista Euphorion núm. 5, 2009, p. 46. http://revistaeuphorion.files.
wordpress.com/2012/05/euphorion_5_cerebro_y_estetica_julio-dic_2009.pdf
La reconversión neoliberal de México

73

En una sociedad en la que los privilegios son heredados, las


brechas entre los pobres,27 la “clase media” y los ricos son cada
vez más grandes, así se forja a que los ricos vivan en un uni-
verso material y social distinto al resto, haciendo redundante la
noción de igualdad y de acceso democrático. Muchos han de-
finido al neoliberalismo como una forma de guerra de clases y
un continuo asalto al trabajo organizado en México, pues son el
resultado de la pulsión sistémica de segregar a la clase trabaja-
dora del resto de la sociedad y la economía.

(Ciudad de) México neoliberal: zonas de soberanía calculada

A pesar de que con las políticas neoliberales la industria em-


pezó a cambiar su centro de gravedad de la capital al resto del
país, el Distrito Federal sigue siendo el centro político, cultu-
ral, educativo y mediático del país. Los últimos treinta años de
reformas neoliberales han influenciado su política, sociedad,
planeación urbana y de vivienda, e industria de la cultura, con-
firiéndole a la ciudad nuevos lugares que la representan como
ciudad globalizada, combinando las condiciones óptimas para
flujo de mercancías, gente y dinero, para así invitar a la inver-
sión y ser sede de negocios a escala internacional. Las reformas
han traducido la lógica neoliberal a términos sensibles y espa-
ciales que se han materializado en la ciudad. Esto se expresa en
la organización de la vida cotidiana por medio de la exclusión
y la excepción, ambas disfrazadas, de políticas de optimización,
desarrollo y mejora. Por ejemplo, la implementación de políti-
cas aparentemente progresivas de gobernadores de izquierda
(Andrés Manuel López Obrador [2000-2006], Marcelo Ebrard
[2006-2012], y actualmente Miguel Ángel Mancera) como el ma-
trimonio gay, atracciones urbanas populistas, como la pista de
hielo masiva que se instala anualmente en el Zócalo (y a par-

27
A finales de 2012, los pobres ascendían a 53.3% de la población. Cifra del
coneval citada por José Gil Olmos, “2013, de los Peores años”, en Proceso, en 25
de Diciembre de 2013. www.proceso.com.mx/?p=361114
Irmgard Emmelhainz

74

tir de Mancera, en otras delegaciones) en épocas de navidad,


las playas artificiales durante Semana Santa en las delegaciones
menos privilegiadas, carriles para bicicletas y bicicletas para
rentar a precios accesibles como un suplemento al transporte
público en las áreas más afluentes. Estas políticas han servido
para blanquear u opacar reformas que han convertido al espacio
urbano en objeto de vigilancia, restricciones, desplazamiento y
limpieza social, por ejemplo, una supervía privada y de paga
fue construida en terrenos expropiados a la fuerza en detrimen-
to de una reserva ecológica y de la muy necesaria expansión del
sistema público de transporte.
Otros ejemplos son los megaproyectos impulsados por desa-
rrolladoras que están cambiando el tejido de la Ciudad de Méxi-
co con áreas de uso mixto, renovación, complejos habitacionales
y áreas de entretenimiento, como son: Campus Biometrópolis,28
un centro de investigación médica en el sur de la ciudad dise-
ñado por Norman Foster; el Nuevo Polanco Masterplan, o el
“Manhattan Mexicano”, que contiene alrededor de 24 desarro-
llos incluyendo Plaza Carso diseñada por Fernando Romero;
la Alameda Central en el centro histórico; la Súper Arena, un
centro de entretenimiento en Azcapotzalco; Ciudad Jardín Bi-
centenario, un distrito de usos mixtos construido en un antiguo
depósito de basura en Ciudad Nezahualcóyotl, entre otros.29
Muchos de estos nuevos proyectos urbanos están siendo, por un
lado, construidos por compañías privadas subcontratadas. La
privatización del desarrollo urbano de la ciudad se justifica con
la presuposición, impulsada por corporaciones, intereses pri-
vados e intelectuales oficiales, que el gobierno está demasiado
saturado para poder manejar y proveer a la Ciudad de México
con todo lo que necesita, y que, por lo tanto, necesita la ayuda

28
Este proyecto está suspendido desde 2012. Arturo Páramo, “Biometrópolis, el
proyecto que no prosperó”, en Excélsior, 14 de Octubre de 2012. www.excelsior.
com.mx/2012/10/14/comunidad/864232#imagen-1
29
Ivonne Santoyo Orozco, “The Apparatus of Ownership”, en Scapegoat Journal:
nafta/Mexico City, núm. 6, 2013.
La reconversión neoliberal de México

75

de la sociedad civil y de la iniciativa privada. Por otro lado, el


gobierno de la ciudad, a través de un esquema del Código Fiscal
llamado “contribución a mejoras”, ha buscado transferir el costo
de la renovación urbana a los ciudadanos. Un caso concreto es
la rehabilitación de la Avenida Presidente Masaryk, la mitad de
cuyo costo se espera que sea cubierto por los 2,700 vecinos y
comerciantes que habitan alrededor de la vialidad. El proyecto
incluye la instalación de concreto hidráulico, la rehabilitación
de banquetas, una fuente en la glorieta de Arquímedes, instala-
ciones eléctricas subterráneas, nuevo mobiliario urbano, cáma-
ras de seguridad y la sustitución de semáforos y señalización.
Algunos habitantes rechazan hacer el pago ya que lo consideran
ser un impuesto adicional al predial y han pedido que se les exi-
ma de hacerlo.30 Este esquema se implementará en otras zonas
de la ciudad bajo el pretexto que los que ganan son los vecinos,
ya que el precio de los bienes raíces aumenta con las renovacio-
nes. Esta iniciativa, al igual que la asociación entre Slim y López
Obrador, junto con Miguel Mancera, el actual gobernador de
la Ciudad de México, quien busca apoyar los 180 proyectos in-
mobiliarios de corporaciones privadas actualmente llevándose
a cabo en toda la ciudad, hacen que se borre cada vez más la dis-
tinción entre iniciativa pública y privada. Incluso, hay una nue-
va ley y programa oficial de Asociaciones Público Privadas.31

30
Laura Gómez y Alejandro Cruz, “Analizarán esquemas para concluir obra
en Masaryk, ante la negativa vecinal a pagar”, en La Jornada, 20 de Febrero
de 2014. www.jornada.unam.mx/2014/02/20/capital/038n1cap; Rocío González,
“En Polanco desconocen que deberán pagar remodelación”, en La Jornada, 30
de Enero de 2014. www.jornada.unam.mx/2014/01/30/capital/037n1cap; Laura
Gómez, Alejandro Cruz y Raúl Llanos, “Tesorero: impuesto por mejoras, sólo
en las zonas de alta plusvalía”, en La Jornada, 29 de Enero de 2014. www.
jornada.unam.mx/2014/01/29/capital/037n1cap; A. Cruz, “Pagarán vecinos de
Mazaryk (Polanco) las renovaciones al área”, en La Jornada, 24 de Enero de
2014. www.jornada.unam.mx/2014/01/24/capital/033n1cap
31
Israel Rodríguez y Alejandro Cruz, “Ofrece Mancera seguir apoyando a
constructores, para evitar pérdidas”, en La Jornada, 21 de Mayo de 2014. www.
jornada.unam.mx/2014/05/21/capital/037n1cap. Véase también la página del
piappem (Programa para el Impulso de Asociaciones Público-Privadas en los
Estados Mexicanos): www.piappem.org
Irmgard Emmelhainz

76

De acuerdo con Peck y Tickell, en las últimas dos décadas,


las ciudades se han convertido en incubadoras de estrategias
políticas e ideológicas mayores que han ayudado a mantener
la dominancia neoliberal.32 Al tiempo que la ciudad de México
se ha ido globalizando, algunas de sus áreas han sido transfor-
madas tanto en imágenes consumibles por el turismo o de en-
tretenimiento, como en espacios económicos estratégicos con-
centrando los flujos materiales e inmateriales necesarios para
insertarse en los procesos globales de producción, creación, in-
tercambio y consumo, por ejemplo, al proporcionar los servicios
que demandan las corporaciones como seguros y contaduría.
En este sentido, la transnacionalización corporativa ha implica-
do homogeneizar la ciudad, creando distritos de oficinas (e.g.
Santa Fe, el Corredor Financiero Reforma, Cuicuilco), espacios
residenciales (Nuevo Polanco, Interlomas, Casas Geo), al igual
que espacios para entretenimiento y consumo (desde Tlalpan
hasta Satélite, de Cuauhtémoc a Ecatepec, Las Águilas, Tacu-
baya, Chalco, Mixcoac). El centro histórico también ha sido re-
construido y parcialmente gentrificado (aburguesado), mientras
que las colonias Condesa, Roma y San Miguel Chapultepec, que
pueden ser consideradas como los “barrios creativos” de la ciu-
dad, han seguido evidentemente procesos de aburguesamien-
to. Estas transformaciones reflejan procesos similares —al igual
que diseños arquitectónicos minimalistas y modernos— o que
se han materializado en otras partes del mundo en las dos últi-
mas décadas.
Asimismo, las transformaciones que se han llevado a cabo
en la ciudad obedecen a la percibida necesidad de enfrentar y
resolver problemas urbanos para poder caracterizar a la ciudad
como una ciudad global. La Ciudad de México tiene presencia
corporativa multinacional importante de gente de distintas re-
giones del país y otras naciones, al tiempo que cuenta con el
prestigio basado en la concentración de élites artísticas y cientí-

32
Jamie Peck y Adam Tickell, “Neoliberalizing Space”, en Antipode, 34(3), 2002,
p. 390.
La reconversión neoliberal de México

77

ficas. Estos rasgos, según el antropólogo Néstor García Canclini,


hacen que el d.f. tenga alta concentración de capital económico
y cultural, y que sea comparable con ciudades globales como
Barcelona, Bruselas, Nueva York, París y Hong Kong. El pro-
blema es que debido a que el desarrollo de la ciudad ha sido
“desigual” la ciudad se encuentra entre la desintegración y la
globalización. Es decir, la ciudad no es lo suficientemente segu-
ra, ni tiene servicios eficientes ni conexiones ágiles lo que hacen
que la productividad se merme debido a los embotellamientos
en las calles. De este modo, para Canclini, la ciudad existe entre
su potencial de ciudad global y su realización deficiente.33
Evidentemente, los proyectos de desarrollo urbano en los
últimos 20 años se han enfocado en compensar estas deficien-
cias. El problema de la dicotomía que establece Canclini es que
los aspectos “deficientes” de la ciudad, serán eternos sujetos de
mejora. Es decir, las deficiencias son el resultado directo de las
políticas neoliberales, ya que en el mundo global coexisten inevi-
tablemente enclaves de riqueza con las de pobreza. Un ejemplo
para darle solución a las “fallas” de la ciudad fue la asociación de
Carlos Slim con Andrés Manuel López Obrador para remodelar
el Centro Histórico. Después de seis años de reconstrucción, el
precio de los bienes raíces del área había aumentado considera-
blemente. (Slim posee entre 72 y 160 edificios en el Centro.)
En 2003, López Obrador y Slim contrataron a Rudolph Giu-
liani, el antiguo alcalde de Nueva York, para que los asesorara
sobre problemas de seguridad en la zona y recomendara so-
luciones bajo la premisa que “la seguridad atrae inversiones”.
Giuliani recomendó atacar de fondo los crímenes que se pue-
den llamar de “calidad de vida”: los limpiaparabrisas en Refor-
ma, las prostitutas de la Merced, los niños rondando edificios
públicos, vendedores ambulantes, etcétera. Así, se modificó el
Código Penal y el robo de mercancía de valor de un peso se

Néstor García Canclini, “Mexico City, 2010: Improvising Globalization”, en


33

Andreas Huyssen (ed.), Other Cities, Other Worlds. Durham, Carolina del Norte,
Duke University Press, 2008.
Irmgard Emmelhainz

78

hizo castigable con la cárcel.34 De este modo, en nombre del de-


sarrollo y con el propósito de insertar a la Ciudad de México
en los procesos globales, se criminalizó la pobreza y se justificó
la limpieza social. En este sentido, las políticas del consenso de
Washington de intervención gubernamental selectiva, no sólo
han transformado cómo se ve y cómo funciona la Ciudad de
México, sino también han modificado la manera en la que la
gente vive y trabaja. Como en otras ciudades globales, la pla-
neación urbana y el diseño urbano se han hecho clave, es decir,
mientras que materializan y proporcionan espacios para que los
procesos neoliberales y globales florezcan, se crean modos y for-
mas de vida listas para consumirse que son inseparables de los
signos circulando en el régimen sensible y que materializan la
utopía global híper-moderna de consumo. La homogeneización
del ambiente efectuada por las corporaciones empresariales
coexiste con la diferenciación espacial, ya que el espacio urba-
no se polariza cada vez más, fomentando nuevas legibilidades
espaciales y abarcando regímenes de excepción: áreas de asen-
tamientos ilegales o cinturones de miseria (también conocidos
como chabolas o favelas) en Ciudad Neza, Chalco, Santa Fe,
Ecatepec, Jaltenco; áreas sumamente protegidas en enclaves de
lujo para los ricos en Interlomas, Lomas de Chapultepec, Valle
Escondido, Bosques de las Lomas. Para la clase media y media-
alta, están las colonias de Coyoacán, Tepepan, San Jerónimo.
Para la clase trabajadora, está lo que defino como “vivienda so-
cial masiva subcontratada”, concebidas como ciudades-dormi-
torios. Estos desarrollos son mejor conocidos bajo los nombres
de las compañías que los construyeron: Casas Geo, urbi, ara,
Sare, Homex, etcétera. La versión pública de este tipo de aloja-
miento se llama “Ciudades Bicentenario”. Bajo el mandato del
presidente Salinas de Gortari, se inició por todo México la trans-
ferencia de una porción de la clase trabajadora a minúsculas ca-
jas aisladas, sin infraestructura y considerablemente alejadas de

John Ross, El monstruo: Dread and Redemption in Mexico City. Nueva York,
34

Nation Books, 2010.


La reconversión neoliberal de México

79

las grandes ciudades. El precio por el acceso fácil a una hipoteca


fue tolerar largos traslados al lugar de trabajo y una falta de ac-
ceso a servicios básicos. Construidos rápidamente en tierra ba-
rata y con materiales inadecuados, estos proyectos son el resul-
tado de un mero impulso por generar ingresos. Compañías de
construcción y constructoras subcontratadas entregaron subur-
bios que se estaban cayendo a pedazos, demasiado lejos de las
ciudades carentes de infraestructura y servicios básicos. Estas
“viviendas sociales masivas” son inhabitables y se han converti-
do en un problema social a escala nacional. En los últimos años,
5 millones de casas han sido abandonadas porque estaban mal
construidas, pues se localizan en zonas de alto riesgo ambiental,
o las familias dejaron de poder pagar la hipoteca.35 Al mismo
tiempo, estos proyectos le dieron forma a un nuevo modo de
vida a la clase trabajadora que vive en condiciones precarias.
Relocalizándola a zonas periféricas, “limpiando” la ciudad, los
pobres fueron transferidos a estos nuevos sitios esterilizados de
referencia a tradiciones populares, movimientos sociales urba-
nos, resistencia cultural indígena, etcétera. La “vivienda social
masiva subcontratada” consiste, entonces, en cuadrículas de ca-
sas rodeadas por murallas y con una o dos entradas en la que
vive una clase trabajadora ordenada y dócil. Como sus contra-
partes de clase media y alta, la salud y la felicidad están intrín-
secamente ligados a la seguridad y el control.
Paradójicamente, en su lógica de diferenciación espacial, la
ciudad casi no ha cambiado desde el siglo xix. De acuerdo con
Michael Johns, para 1890, la Ciudad de México había adquirido
ya una de las principales características geográficas que la siguen
definiendo hasta hoy en día: la división entre Este-pobre y Oes-
te-rico.36 Fragmentando aún más el paisaje de la sociedad civil,
aquellos gobernados como ciudadanos coexisten con la subclase

35
Patricia Muñoz Díaz, “5 millones de casas abandonadas”, en La Jornada, 4
de Septiembre de 2013. www.jornada.unam.mx/2013/04/09/sociedad/039n1soc
36
Michael Johns, The City of Mexico in the Age of Díaz. Austin, Texas, University
of Texas Press, 1998.
Irmgard Emmelhainz

80

(underclass), que son gobernados como no-ciudadanos, con un


conjunto distinto de derechos y posibilidades de acceso.37 Esto,
junto con la proliferación de barreras físicas, vigilancia, exclu-
sión y vulnerabilidad provocada de la mayoría, han fragmen-
tado aún más este paisaje mientras que ha permitido que surjan
nuevos tipos de actores insurgentes apolíticos, por ejemplo, la
figura reciente del “narco-insurgente”,38 o los ninis. Como hemos
visto, la desigualdad es endémica al tipo de desarrollo fomenta-
do por las políticas neoliberales. Pero no sólo el neoliberalismo
le ha dado forma a la manera en que la gente vive y trabaja, sino
también a la manera en que está siendo constantemente despoja-
da y sus vidas precarizadas. La diferenciación socio-espacial que
caracteriza a la Ciudad de México se proyecta a otras regiones
urbanas y rurales del resto del país, en donde nuevas áreas de
desarrollo han sido creadas para reforzar las “vocaciones natu-
rales” de las distintas regiones que juegan diversos papeles en la
economía Mexicana. A través de tratados como tlc, el ppp-pmid,
y el Pacto por México, de Peña Nieto, la economía nacional está
siendo fragmentada en sistemas industriales urbanos y regio-
nales.39 La multiplicación de zonas diferenciadas de producción
económica y gobernanza calculada sobre el territorio nacional
promueve la regulación diferencial de las poblaciones, las cuales
pueden conectarse o desconectarse de los circuitos globales de
capital según sea conveniente. Así, el objetivo es que las corpora-
ciones puedan tener poder indirecto sobre las condiciones polí-
ticas de los ciudadanos, pues dichas regiones se caracterizan por
ser administradas flexiblemente y hacia metas para impulsar sus
predeterminadas “vocaciones económicas”.40

37
Jeremy Rifkin, The Age of Access. Londres, Thatcher, 2000.
38
Ioan Grillo, El Narco: Inside Mexico’s Criminal Insurgency. Nueva York,
Bloomsbury Press, 2011 y John Ross, “The Next Mexican Revolution”, en
Coutnerpunch, 21 de Septiembre de 2010. www.counterpunch.org/2010/09/21/
the-next-mexican-revolution/
39
Neil Brenner y Nik Theodore, “Cities and the Geographies of Actually
Existing Neolibrealism”, en Antipode, núm. 34(3), 2002, p. 370.
40
A. Ong, op. cit., p. 77.
La reconversión neoliberal de México

81

Por ejemplo, según Levy-Dabbah, la “vocación industrial


y económica” de la Ciudad de México es la economía creativa
o del conocimiento, la cual implica explotar al capital humano
desarrollando el talento para detonar actividades productivas
y atraer tecnología aplicada.41 La “vocación económica” de los
seis estados que comparten frontera con Estados Unidos ha
sido definida por sus características geográficas y climáticas, ya
que es una zona semidesértica con poca agua (lo cual la limita
a otras actividades) y hay disponibilidad de mano de obra ba-
rata; su “vocación económica natural” es la industrialización y
las plantas de ensamblaje o maquiladoras. De forma similar que
el conglomerado constituido por Guangzhou-Shenzhen-Hong-
Kong, en el que las primeras dos ciudades están dedicadas a la
producción y la última a servicios de primera calidad como lo-
gística, finanzas, derecho, diseño y marketing, emergen los con-
glomerados binacionales constituidos por San Diego-Tijuana, El
Paso-Ciudad Juárez, o Matamoros-Brownsville. Unas 3,700 ma-
quiladoras han aparecido en la parte mexicana bajo el régimen
de epz (Export Processing Zones o Zonas Francas de Exportación),
caracterizadas por exenciones de leyes federales en cuanto a im-
puestos y salarios mínimos para hacer que los bienes produci-
dos en las epz sean competitivos a nivel global.42 En esta área
imperan la anarquía y el caos sin que esto haya afectado la pro-
ducción de las maquiladoras. La violencia no se debe solamen-
te a la guerra entre los carteles, sino que está intrínsecamente

41
Simón Levy-Dabbah, “Nacionalidades creativas y capitalismo chilango”, en
Animalpolítico, 23 de Octubre de 2012. www.animalpolitico.com/blogueros-
el-chino-taliban/2012/10/23/nacionalidades-creativas-y-neocapitalismo-
chilango/#axzz2ijsZhLd0
42
La diferencia entre las epz mexicanas y asiáticas, es que en Asia las epz
son zonas híbridas que requieren estar encerradas, mientras que en México,
compañías epz se les permite localizarse en la misma área que otras empresas
registradas bajo otros regímenes. “Special Economic Zones: Performance,
Lessons Learned, and Implications for Zone Development”, en The World Bank
Group, Abril de 2008, p. 26. www.wbginvestmentclimate.org/uploads/SEZs%20
-%20Performance,%20Lessons%20Learned%20and%20Implications%20
for%20Zone%20Development.pdf
Irmgard Emmelhainz

82

ligada al hecho de que en la última década México ha perdido


competitividad con Asia, y que miles de trabajadores han sido
despedidos causando que explotara la violencia.43 En este senti-
do, prevalece en Ciudad Juárez una combinación de volatilidad
y precariedad, ya que tanto cárteles como maquiladoras siguen
la lógica de negocios de libre mercado. Como lo ha indicado el
periodista Charles Bowden, Ciudad Juárez no es la descompo-
sición del orden social, sino el laboratorio de nuestro futuro: el
nuevo orden.44
En contraste, existen las zedec (Zonas Especiales de Desa-
rrollo Controlado) concebidas para los ricos. Las zedec consis-
ten en zonas corporativas y residenciales de lujo mejor ejempli-
ficadas por Santa Fe y Atizapán, al oeste y norte de la Ciudad de
México, respectivamente, pero también representadas por Inter-
lomas (al norte de Santa Fe), Puerta de Hierro, en Zapopan, Ja-
lisco, Lomas, en Puebla, Puebla, y el municipio San Pedro Garza
García, en Monterrey, Nuevo León. Las zedec son zonas de alto
desarrollo de bienes raíces que encarnan la utopía de la clase
alta en donde los pobres son hechos invisibles. Estas zonas son
un tipo de exurbios que tienen como modelo al pequeño con-
junto de ciudades que constituyen Orange County, en el estado
de California. Su diseño busca transmitir un sentido de máxima
eficiencia, alta seguridad y la idea de que “es buen negocio vivir
allí”. Por ejemplo, Zona Esmeralda, en Atizapán, es considerada
“la zona más segura de México” y junto con Lomas del Valle y
Lomas del Valle Escondido, constituyen un racimo de desarro-
llos habitacionales de clase media, media-alta y alta, que cuenta
con un total de 16 colonias amuralladas, e incluye complejos de
consumo, entretenimiento, educación y salud, una reserva eco-
lógica, dos campos de golf y un aeropuerto. Ésta y otras zonas

43
Ed Vulliamy, “Ciudad Juárez is All Our Futures”, en The Guardian, 20 de Junio
de 2011. www.theguardian.com/commentisfree/2011/jun/20/war-capitalism-
mexico-drug-cartels
44
C. Bowden, Murder City: Ciudad Juárez and the Global Economy’s New Killing
Fields. Nueva York, Nation Books, 2010 y C. Bowden (ed.), Juárez: The Laboratory
of Our Future.
La reconversión neoliberal de México

83

privilegiadas de la Ciudad de México constituyen zonas concén-


tricas atravesadas por una división laboral jerárquica y grados
de acceso a servicios de mayor o menor calidad. Así, Atizapán,
el pueblo cuyos ejidos fueron expropiados o comprados para
construir este racimo habitacional, se ha expandido hasta con-
vertirse en una de esas ciudades a las que les falta todo para ser
ciudad. Asemejándose más a un asentamiento irregular, es la
fuente de mano de obra barata a los hogares de las colonias más
afluentes. En contraste, un anuncio en el periódico de Lomas de
Angelópolis, en Puebla, expresa el deseo de la gente de vivir en
estos conglomerados urbanos aislados y homogéneos:

Vivir en Lomas es recuperar la libertad para ti, para tus hi-


jos, para tus padres; es poder salir a la calle despreocupa-
damente, saber que los hijos están jugando en el parque,
que andan seguros en bicicleta por la ciclopista, es llegar a
casa y escuchar sus historias, sus aventuras en Lomas. Es
poder descansar un domingo escuchando el sonido de las
cascadas, la risa de la gente, saberte rodeado de naturaleza,
poder ir caminando a tomar un café o irte de compras sin
salir de Lomas. Es correr o caminar a cualquier hora para
relajarte, es saber que vives en un lugar único en Puebla.

Para Steinsleger, estos desarrollos son “bantustanes para


los ricos” comparables con proyectos recientes en Honduras y
Guatemala, los cuales plantea como ciudades “sin Dios, Estado
o ley”, administrados por magnates y regidos por el único prin-
cipio de “seguridad”. En Guatemala está Paseo de Cayalá, que
representa al nuevo “urbanismo amurallado”. A diferencia de
los suburbios estadounidenses que muchos de estos proyectos
buscan emular, Paseo de Cayalá se caracteriza por la nostalgia
del Nuevo Urbanismo de la vida de pueblo, ya que tiene calles
en las que se puede circular a pie y arquitectura colonial. Mien-
tras que ofrece un estilo de vida “cosmopolita”, la policía gua-
temalteca necesita una orden legal emitida desde dentro para
ingresar al complejo. Así, todos los problemas de la comunidad
Irmgard Emmelhainz

84

son solucionados por una “Asociación de propietarios” que to-


man las decisiones en un edificio inspirado en el monumento a
Abraham Lincoln en Washington y en el Partenón.45
Como Paseo de Cayalá, el racimo habitacional de Cuaji-
malpa/Santa Fe al oeste de la Ciudad de México implicó hacer
modificaciones a la ley. Surgió como parte de un proyecto del
presidente Salinas de Gortari quien estableció las zedec como
una herramienta legal para regular los usos del terreno y para
permitir asociaciones entre el gobierno de la ciudad y los inver-
sionistas privados (ligados al negocio de los bienes raíces). En
este sentido, la planeación urbana ha legitimado la imposición
de controles y decisiones para el beneficio exclusivo de las re-
sidencias y los corporativos, dejando a un lado las necesidades
e intereses de los ciudadanos (o de los habitantes originarios
de las zonas).46 Estos nuevos desarrollos han exacerbado los ya
existentes mecanismos de exclusión, ya que las poblaciones vi-
ven bajo la ilusión de existir en una sociedad homogénea en tér-
minos raciales y de clase.47
La herramienta legal que representan las zedec en cuanto a
planeación urbana es el precedente del proyecto de Miguel Man-
cera de las zode (Zonas de Desarrollo Económico). Este proyecto
de “urbanismo estratégico” promueve la creación de barrios te-
máticos en la Ciudad de México enfatizando su vocación econó-
mica y tejiendo lazos estratégicos entre el gobierno, la iniciativa
privada y la sociedad civil, así como de los sectores académicos
y corporativos. Las zedec implican qué áreas de la ciudad serán
rediseñadas, repobladas y rehabilitadas de acuerdo con cinco
vocaciones económicas específicas y temas anclados en edificios

45
José Steinsleger, “Guatemala y Honduras: ¿Bantustanes para ricos?”,
en La Jornada, 23 de Enero de 2013. www.jornada.unam.mx/2013/01/23/
opinion/025a1pol
46
Alfonso Valenzuela, “Santa Fe (México): Megaproyectos para una ciudad
dividida”, en Cuadernos Geográficos, núm. 40, 2007, pp. 53-66. www.ugr.
es/~cuadgeo/docs/articulos/040/040-003.pdf
47
Margarita Pérez Negrete, “Santa Fe: A ‘Global Enclave’ in Mexico City”, en
Journal of Place Management and Development, núm. 2(1), 2009, pp. 33-40.
La reconversión neoliberal de México

85

temáticos: Ciudad de la Tecnología del Futuro, Ciudad Creativa


o Cultural (o Corredor Creativo-Cultural Chapultepec),48 Ciu-
dad de la Agroindustria, Ciudad Administrativa o de Gobierno
y Ciudad de la Salud.
Los arquitectos de renombre mundial, Herzog & De Meu-
ron, han sido contratados para diseñar el proyecto, y crearán
espacios en el que la gente podrá vivir, pasear, estudiar, tra-
bajar y tener acceso a la cultura y el entretenimiento en áreas
específicas sin tener que trasladarse a otras partes de la ciudad.
Fomentando la tendencia a segregar y homogenizar a la pobla-
ción a través de la planeación urbana por medio de concesiones
privatizando servicios e infraestructura urbanos, el equivalente
de las zedec para la clase trabajadora es lo que describo arri-
ba como “vivienda social masiva subcontratada”. De forma
similar a los proyectos de “regionalización” (zoning), la maqui-
naria neoliberal de subcontratación de “vivienda social masi-
va”, además de ser un mecanismo de extracción de dinero de
los pobres, es claramente un laboratorio social que revela las
nuevas formas de dominación. Si enclaves de lujo promueven
estilos de vida cosmopolitas e híper-consumistas, el estilo de
vida prescrito para los pobres es la falta de espacios públicos y
acceso a servicios, agotamiento de traslados al lugar de trabajo,
alienación, mala alimentación y enfermedades.
En este sentido, el Plan Puebla-Panamá o Proyecto Mesoa-
mericano de Integración y Desarrollo (ppp-pmid), está enfocado
en transformar, desde el sur de México hasta América Cen-
tral, República Dominicana y Colombia, una región dedicada
a la agroindustria, producción de biocombustibles, plantas hi-
droeléctricas y extracción de recursos naturales. Esto implica
construir proyectos clave en energía, infraestructura, comunica-
ción, turismo y vivienda. El propósito es mejorar la infraestruc-
tura existente (carreteras, puertos, cableo eléctrico, etcétera) en la

48
Ximena Ramos, “ZODE Chapultepec: Planeación urbana no sustentable y
falta de transparencia”, en Nexos Blog, 2 de Diciembre de 2014. http://labrujula.
nexos.com.mx/?p=157
Irmgard Emmelhainz

86

región para permitir el óptimo flujo de bienes y servicios a través


y hacia centros estratégicos, todo dentro de un marco “competi-
tivo”. Junto con el Plan Mérida —un plan liderado por Estados
Unidos contra la narco-insurgencia modelado de acuerdo con el
Plan Colombia—, el tratado toma en consideración cuestiones de
seguridad regional y, en el caso mexicano, implica un reordena-
miento territorial para liberar zonas estratégicas para que corpo-
raciones y grupos transnacionales puedan desarrollar megapro-
yectos, desplazando campesinos, comunidades en resistencia y
traficantes de drogas. Esto involucra también cambios en el uso
de la tierra financiada por gobiernos y entidades privadas y gru-
pos transnacionales como el Banco Mundial.49
Lo que el Plan Puebla Panamá-Plan Mesoamérica concibe
para la población es el Programa de Ciudades Rurales Auto-
sustentables, un tipo de suburbios en los que campesinos des-
pojados han estado siendo relocalizados (con éxito parcial),
comenzando por los estados de Chiapas y Puebla. Las Ciuda-
des Rurales Autosustentables son también experimentos de co-
participación entre el sector público y privado, mientras que el
programa es comparable al Plan Prawer, en Israel, el cual bus-
ca relocalizar a 40,000 beduinos del Negev a ciudades con “al-
gunas facilidades municipales”. De manera similar, el Estado
mexicano busca concentrar en las Ciudades Rurales a miembros
de comunidades aisladas esparcidos en áreas rurales promo-
viendo su relocalización bajo un discurso de “acceso a servi-
cios” y “calidad de vida”. Sin embargo, la motivación del Pro-
grama de Ciudades Rurales Autosustentables dista claramente
de lo social, y es evidentemente el interés económico que tiene
el propósito de lograr la organización territorial más eficaz para
expropiar la tierra de los campesinos. Una vez viviendo en las
Ciudades Rurales, los campesinos dejarán de cultivar y criar
aves de granja para el autoconsumo y serán forzados a trabajar

49
Mariela Zunino, “Integración para el despojo: Proyecto Mesoamérica, o la
nueva escalada de la apropiación del territorio”, en Boletines del CIEPAC, núm.
584, 2010. www.ciepac.org/boletines/chiapasaldia.php?id=584
La reconversión neoliberal de México

87

en minas, agroindustrias y plantas de biocombustibles. Esta “re-


conversión productiva” implica que comunidades enteras están
siendo forzadas a cambiar sus formas de vida y de ganarse la
vida, perdiendo el control del modo de producción y cambian-
do de la autonomía a la dependencia de las corporaciones y a
las ayudas del Estado; la sospechosa participación de Elektra,
Banco Azteca y el programa educativo “BrainPop” en el Pro-
grama de Ciudades Rurales hace evidente que el plan para los
habitantes de las áreas rurales es incorporarlos a la falsa clase
media nacional de consumidores endeudados.
El Programa de Ciudades Rurales tiene también un objetivo
contrainsurgente, ya que les hace eco a las Ciudades Modelo
guatemaltecas de los ochentas. Este proyecto implicó relocali-
zar comunidades desplazadas por la guerra civil a “polos de
desarrollo”.50 El proyecto de Ciudades Rurales Autosustenta-
bles es parte de la historia de despojo continuo de las comuni-
dades originarias. Si antes eran expulsadas de valles y tierras
fértiles y forzadas a establecerse en zonas áridas o montañosas,
actualmente están siendo forzadas a trasladarse otra vez porque
los terrenos que habitan son ricos en recursos minerales, petró-
leo y agua.51 Dos ciudades rurales han sido planeadas para la
sierra norte de Puebla, mientras que la primera Ciudad Rural
fue construida en Chiapas.
Proyectos como las Zonas de Procesamiento de Exportacio-
nes, las Ciudades Rurales y las Casas Geo, como también los
desarrollos habitacionales concebidos para sectores más afluen-
tes de la población, son laboratorios sociales que normalizan la
violencia inherente a estos espacios determinando los términos
de subjetividad, sobrevivencia y calidad de vida de sus ciuda-
danos. La sumisión, de acuerdo con Butler y Athanasiou, impli-

50
Japhy Wilson, “La nueva fase del Plan Puebla-Panamá en Chiapas”, en
Boletines del CIEPAC, núm. 562, 2008. www.ciepac.org/boletines/chiapasaldia.
php?id=562
51
José Gil Olmos, “El despojo interminable de los pueblos indígenas”, en
Proceso, núm. 1928, 2013. www.proceso.com.mx/?p=355293
Irmgard Emmelhainz

88

ca en este sentido, la subjetivación sensible y la distribución de


la vulnerabilidad.52 Por lo tanto, la aplicación de políticas neo-
liberales en México implica que los ciudadanos no están sien-
do solamente despojados de sus modos de vida tradicionales,
sino que están siendo sometidos a una dependencia injuriosa
al Estado, a las corporaciones, y otras formas de sometimien-
to (como el endeudamiento). Además, los proyectos de regio-
nalización (zoning) hacen evidentes la política del gobierno de
reforzar selectivamente instituciones a nivel nacional y local,
ajustando el espacio político a las demandas del capital global y
transformándose en el regulador de distintos espacios que son
unidos o separados de los mercados globales.53 La articulación
de distintas zonas socioeconómicas, impulsadas por la produc-
ción global y los mercados financieros en México y en la Ciudad
de México, son ejemplos de cómo la espacialización del capital
somete a las poblaciones y comunidades a la violencia política,
militar, legal y criminal, forzándolos a adoptar nuevas formas
de vida por medio de la “reconversión económica”. Sus formas
de vida, al igual que la percepción sensorial y afectiva de los
lugares que habitan, están siendo modeladas por intereses y
valores corporativos, que tienden y se caracterizan por la ho-
mogeneización y diferenciación espacial y social, mientras que
un gobierno fragmentado, calculado y graduado está puesto al
servicio del capital corporativo transnacional.

52
Judith Butler y Athena Athanasiou, Dispossession: The Performative in the
Political. Londres, Polity, 2013.
53
A. Ong, op. cit., p. 78.
Capítulo 2. Subjetivación y gubernamentalidad:
Vida y trabajo bajo el régimen neoliberal

Mañana los vientos alisios comenzarán a moverse


en reversa.
Al soplar las mercancías de vuelta a sus fábricas.
Al soplar a la gente de vuelta a sus hogares
Al soplar sus hogares de vuelta a sus países
Al soplar sus países de vuelta a sus orígenes
asumidos
Al soplar adultos completamente desarrollados
de vuelta a los úteros.

Brian Kuan Wood, El clima para Liquidity

A estas líneas de Brian Kuan Wood, que delinean una utopía


pos-neoliberal de regulación de mercados, redistribución del
trabajo y la riqueza, y la separación rigurosa entre vida y traba-
jo, habría que agregarle alguna sobre la situación del campo y
los campesinos: “Al soplar a los campesinos de regreso a culti-
var sus tierras”. La migración masiva de los campesinos mexi-
canos y centroamericanos, que comenzó en los noventas, hacia
las ciudades y hacia el norte, como uno de los efectos del tlc,
obedeció a las reformas neoliberales que hicieron al trabajo en el
campo poco rentable, agregado a la importación de productos
agrícolas baratos, incluso obsoleto. La migración masiva trajo
cambios radicales en la función y morfología de las áreas rura-
les; al tiempo que se urbanizaron, con el nuevo acceso a bienes
de consumo y, en especial, la televisión por cable e internet, se
crearon nuevas subjetividades. Podría decirse que de los indíge-
nas con manta, sombrero o traje típico y huaraches, que fueron

89
Irmgard Emmelhainz

90

retratados a lo largo del siglo xx como objetos exóticos de la an-


tropología o signos del atraso cultural y económico en algunas
partes de México, quedaron muy pocos. Se reconvirtieron.
La apertura del mercado trajo nuevas oportunidades de pro-
greso personal, al igual que de hibridación cultural, opciones
de subjetivación y la desaparición progresiva de las identidades
étnicas. Por ejemplo, la liquidez fomentada por las remesas se
tradujo a la construcción o mejora de viviendas que reflejan el
nuevo estatus urbano de la gente del campo.1 En el ámbito ur-
bano, durante los noventas, los jóvenes de clase media y media-
alta también se reconvirtieron al hacer licenciaturas en comercio
exterior, administración, economía, negocios internacionales,
leyes, hotelería y turismo. Se preparaban para ser los nuevos
tecnócratas y trabajadores de “cuello blanco” para así trabajar
en las corporaciones y empresas que vendrían paulatinamente
a instalarse en el país. Se hicieron alfabetos en normas de es-
tandarización, optimización, logística, responsabilidad social,
apertura cultural y sensibilidad a las formas neoliberales. Así,
se formaba una generación de sujetos que crecieron viendo pelí-
culas de Hollywood y sitcoms estadounidenses soñando con los
estilos de vida y las mercancías allí anunciadas.
Entre los esfuerzos para promover las relaciones de los tres
países miembros del tlc, se promovió la política de subsidiar la
educación de una nueva élite de trabajadores cognitivos letrados
en diplomacia, leyes internacionales, el know-how corporativo
global, la estandarización de las negociaciones, y versátiles en la
lengua franca del arte, diseño, arquitectura y literatura globales
para amueblar, decorar e ilustrar las nuevas enclaves de sofis-
ticación y riqueza en México. Al regresar a sus países, las élites
se convirtieron en académicos, primeros ministros, secretarios

1
El cambio profundo en el campo ha sido retratado, por ejemplo, en el proyecto
La arquitectura de remesas, una exposición de fotografías y libro sobre la
arquitectura de remesas en Guatemala, Honduras y Salvador presentado en el
Centro Cultural de España en Guatemala en 2010, curada por Walterio Iraheta.
http://arquitecturadelasremesas.blogspot.mx
Subjetivación y gubernamentalidad: Vida y trabajo bajo el régimen neoliberal

91

gubernamentales, gobernadores estatales, economistas, aboga-


dos corporativos, banqueros, burócratas, académicos y produc-
tores culturales, que ayudaron a abrir la economía del país a
las corporaciones e instituciones culturales globales. Mientras
que México es de facto uno de los países más peligrosos para los
periodistas, también es uno de los mejores lugares para los pro-
ductores culturales y académicos. Bajo el mandato del expresi-
dente Salinas de Gortari, una clase media-alta de productores
culturales fue fabricada con un sistema de becas del estado que
permitió a intelectuales, escritores, artistas y académicos vivir
cómodamente y compartir su trabajo por todo el mundo. Unos
años más tarde, el gobierno le dio la bienvenida a la iniciativa
privada en el ámbito cultural, lo que le dio más visibilidad a
la cultura producida en México.2 Desde Salinas de Gortari, la
orden del día fueron experimentos para deconstruir los clichés
sobre México y los mexicanos, seguido del imperativo de apa-
recer híbrido, sofisticado, moderno y más allá de estereotipos
nacionalistas o étnicos.
Los tres fenómenos que acabo de mencionar —la reconver-
sión de indígenas y campesinos, la clase media y media-alta
de profesionistas y la élite educada en Estados Unidos traba-
jando en sectores clave del país— crearon una normalidad in-
cuestionable basada en la racionalidad del mercado, para tomar
decisiones en base a la máxima generación de plusvalía, en la
eficiencia y máxima optimización de los recursos y capital hu-
mano. Como veremos, el neoliberalismo está intrínsecamente
ligado a las reformas laborales posfordistas, lo que implica que
la forma, contenido y condiciones de trabajo cambiaron radical-
mente, haciéndose indisociables de nuevas maneras de subjeti-
vación colectiva y de formas de vida. Los cambios en el ámbito
laboral son también una forma de sujeción neoliberal, hacien-
do que los sujetos dejaran de definirse a partir de la relación
salarial, ya no como clase social, o a partir de su posición en

2
Malú Huacuja del Toro, Salinato Versión 2.0: reflexiones desde el periodismo
cultural sobre el retorno de Carlos Salinas al poder. México, Plaza y Valdés, 2013.
Irmgard Emmelhainz

92

el proceso de producción, sino basándose en identidades ima-


ginarias proporcionadas por el mercado de consumo/régimen
laboral. Las identidades imaginarias creadas a partir de la idea
de autorrealización y de goce (pospuestos indefinidamente), ha-
cen que la racionalidad de la auto-explotación y el actuar en el
interés propio, que se consideran más importantes que el interés
general y el bien común, sean la base de la forma de gestionar la
propia vida.

Subjetivación y formas de vida en el posfordismo/capitalismo


cognitivo

El posfordismo implica el cambio de las sociedades industriales


y la producción estandarizada en masa a la producción diversa
y flexible. A finales de los sesentas, la producción industrial ma-
siva (fordista) de los países desarrollados entró en crisis debido
a nuevos desarrollos económicos además de los logros del mo-
vimiento de los trabajadores a nivel mundial. Muchas compa-
ñías comenzaron a reorganizar los procesos de producción y los
contratos de salarios al introducir sistemas de trabajo flexibles,
subcontrataciones, trabajo en equipo, multi-tasking y multi-ski-
lling, lo que se conoce como flat management, transfiriendo y, por
lo tanto, desterritorializando la producción a países y regiones
donde las leyes laborales eran laxas o inexistentes,3 entre ellos,
México donde la Volkswagen se estableció en 1964 a las afueras
de la ciudad de Puebla.
Los manufactureros buscaron nuevos mercados, sistemas
de consumo y métodos de producción e introdujeron diversi-
dad en las mercancías y nichos de mercado especializados. Los
trabajadores expertos en algún componente del proceso de pro-
ducción fueron sustituidos por métodos de producción flexible
que permitieron a máquinas y trabajadores adaptarse rápida-
mente a las tareas exigidas por las cambiantes mercancías. Con

3
Sebastian Budgen, “A New ‘Spirit of Capitalism”, en New Left Review, núm.
1, 2000.
Subjetivación y gubernamentalidad: Vida y trabajo bajo el régimen neoliberal

93

el posfordismo, el capitalismo se convirtió en una red global


descentralizada y dominada por grandes corporaciones con un
sistema de producción y consumo diversificado. Las formas de
producción posfordistas, junto con las reformas neoliberales
que ya se mencionaron, trajeron una precarización laboral. Para
la fuerza laboral, esto ha significado un cambio entre sueldos
fijos y asegurados por el trabajo en proyectos y la incertidumbre
de dónde vendrá el próximo cheque. Esto significa la necesi-
dad de abrazar estrategias caracterizadas por la novedad y la
auto-invención perpetua. Tener éxito en condiciones precarias
de trabajo implica también performatividad virtuosa del yo en
los medios sociales, un tipo de self-branding.
Si bajo el capitalismo industrial el obrero vendía su trabajo
cuantificado a partir de las necesidades básicas propias y fami-
liares reflejadas en un salario “mínimo” —con el estado de bien-
estar que protegía a la sociedad contra la violencia del capital,
cubriendo áreas clave como educación, vivienda y salud—, hoy
en día, el capital, al mismo tiempo que subjetiva y somete entra
en conflicto directo con la vida. Esto se debe a que los patro-
nes ya no contratan individuos sino que reclutan paquetes de
tiempo de trabajo separados de sus ejecutores. La “despersona-
lización” y separación del tiempo laboral de su existencia social
está puesta al servicio del libre mercado porque el patrón no
está obligado a conceder derechos ni escuchar demandas de los
trabajadores. Como consecuencias, además de la precariedad
como condición laboral generalizada, la auto-explotación es una
de las condiciones para ingresar en el mercado laboral, hacien-
do que trabajo y vida entren en conflicto (por ejemplo, comer y
dormir mal, no tener tiempo para sentarse a comer en la mesa,
vivir estresados o enfermos, los hijos poco o mal atendidos por
los padres, etcétera).
Las identidades se construyen a través de una sobre-identi-
ficación con el ámbito laboral, lo cual sirve para justificar la cre-
ciente auto-explotación. Para paliar los efectos de la auto-explo-
tación, la industria farmacéutica proporciona anti-depresivos,
estimulantes y supresores de síntomas para que el trabajador
Irmgard Emmelhainz

94

pueda cumplir con su jornada laboral. Por lo tanto, ya no po-


demos hablar de una confrontación entre proletariado y bur-
guesía para demandar igualdad o injerencia en las condiciones
laborales, como se daba bajo el capitalismo industrial, sino de
relaciones de poder y mecanismos complejos que diferencian
y jerarquizan las vidas en más o menos valiosas, más o menos
vulnerables, más o menos protegidas, con más o menos acceso
a bienes y servicios (de calidad variable), más o menos explota-
das, o meramente excluidas.
Otro de los aspectos del trabajo posfordista es su automati-
zación. Esto se entiende como la sustitución de un proceso rea-
lizado por una persona por un aparato tecnológico que replica
la lógica y la función de los humanos. Para Berardi, esta susti-
tución tiene dos metas: 1) incrementar la productividad de los
trabajadores, y 2) someter su fuerza política. Con el posfordis-
mo, la máquina y la red digital se expandieron a todas las ramas
de la producción social para incrementar la productividad y las
nuevas formas de automatización, pues transformaron drásti-
camente la actividad cognitiva (atención, memoria, lenguaje,
imaginación) para situarla como condición básica del semioca-
pital y capturarla introduciendo automatismos en la existencia
social. Para Berardi, la automatización de la actividad cognitiva
tiene consecuencias devastadoras. En este sentido, toma el lugar
de la decisión política y de la posibilidad de hacer elecciones
conscientes voluntarias, haciendo que la acción social sea cada
vez menos el resultado de la organización autónoma, y cada vez
más el resultado de cadenas automáticas de elaboraciones cog-
nitivas e interacción social.4
El capital está en conflicto con la vida también porque los
sujetos viven con las expectativas de consumo retratadas en los
medios. El libre mercado pone en escena la promesa diferida de
autorrealización y de que nuestras necesidades y deseos serán

4
Franco Berardi, “The Neuroplastic Dilemma: Consciousness and Evolution”,
en e-flux journal, 2014. www.e-flux.com/journal/the-neuroplastic-dilemma-
consciousness-and-evolution/
Subjetivación y gubernamentalidad: Vida y trabajo bajo el régimen neoliberal

95

colmados por el mercado. De acuerdo con Žižek, uno de los


puntos muertos del consumismo contemporáneo está anclado
en la distinción lacaniana entre placer y goce. Para Lacan, el goce
(jouissance) es un exceso mortal más allá del placer, que es por
definición moderado. Hoy en día, el consumismo materializa los
dos extremos del goce. Por un lado, está el hedonista iluminado
que calcula sus placeres para prolongar su diversión y no per-
judicar su salud (consumiendo café descafeinado, cigarros sin
nicotina, chocolate sin grasa, etcétera). Y, por el otro lado, está
el gozador propio, listo para consumar su existencia en el exceso
mortal del goce. Según Žižek, el goce se tolera pero tiene que ser
sano, para que no amenace nuestra estabilidad psíquica o física,
dando lugar a dos formas de consumidor: el que se protege de
amenazas de salud y el adicto a las drogas o alcohol inclinado
a la autodestrucción.5 Y ya que el mercado proporciona formas
específicas de goce a través del consumo, todos tienen la obliga-
ción de gozar.6 Armado con tarjetas de crédito, el consumidor
es invitado a disfrutar más, a hacer más, a reinventar de nuevo
su identidad. Así, la identidad del consumidor es tan volátil y
dinámica como los flujos del mercado.7 En este sentido, estilo de
vida y trabajo convergen en la perpetua re-invención a la que le
subyace la meta de autorrealización personal. La forma de vida
reúne las características esenciales de una formación socioeco-
nómica en particular que deriva de la elección propia y de la
producción de subjetividad a través del consumo de productos
semióticos. En periodos de crisis, el trabajador está obligado a
migrar o adquirir nuevas habilidades o conocimientos para re-
convertirse y ajustar su forma de vida, su pericia y competencias
a las demandas del mercado, sin olvidar un nuevo self-branding.

5
Slavoj Žižek, “Fat Free Chocolate and Absolutely No Smoking: Why Our Guilt
about Consumption is All-consuming”, en The Guardian, 21 de Mayo de 2014.
www.theguardian.com/artanddesign/2014/may/21/prix-pictet-photography-
prize-consumption-slavoj-zizek
6
Jodi Dean, “Enjoying Neoliberalism”, en Cultural Politics, núm. 4(1), 2008, pp.
47-72.
7
Idem.
Irmgard Emmelhainz

96

El self-branding y el estilo de vida son indisociables y tienen


lazos directos con (y vienen de) la producción cultural, pues ali-
mentan a la actual economía del conocimiento. El virtuosismo y
la “creatividad”, que son valores tradicionalmente ligados a las
artes, están en el centro de la producción de plusvalía y procesos
laborales. En este sentido, el posfordismo implica una apertura
hacia el trabajo cognitivo o intelectual porque, hoy en día, no se
compran cosas materiales, sino los signos que proyectan. Es de-
cir, se compran mercancías inmateriales que le dan forma a nues-
tro lifestyle y branding. De acuerdo con Baudrillard, las luchas de
las revoluciones de los siglos xix y xx culminaron en el mito de
los “derechos del hombre”: el derecho a la igualdad y el derecho
a la felicidad. Esta última, tenía que ser medida en términos de
signos y objetos. La “fantasmagoría de igualdad” se refleja en
la lucha durante la modernidad contra la “exclusividad de los
signos” (signos de poder social y prestigio), lo que dio inició a la
proliferación de los signos consumibles. Por ejemplo, para Bau-
drillard, las imitaciones, las copias y los productos piratas retan
la exclusividad de los signos de privilegio y de poder social.8 Ello
implica que al adquirir mercancías, el valor de intercambio ha to-
mado precedencia sobre el valor de uso, entendido como la base
del fetichismo de las mercancías. En otras palabras, la utilidad de
la mercancía está sometida a su valor de intercambio.
Para Marx, el valor de uso está ligado a las propiedades físicas
de la mercancía y de sus usos materiales, es decir, cómo la pone-
mos a trabajar y cómo satisface las necesidades humanas. Su uti-
lidad se mide en términos de dinero, un tercer término que entra
en juego entre el valor de uso y el valor de intercambio. El valor de
intercambio es el valor del valor de uso, ya que, para Marx, el
dinero esconde el verdadero valor (de uso) de la mercancía y
por eso se fetichiza, pues hay otras cosas que entran en juego en
la valorización de las mercancías. Recordemos que la demanda
se basa en el deseo de las mercancías.

8
Jean Baudrillard, “Towards a Critique of the Political Economy of the Sign”, en
SubStance, núm. 15(5), 1976, pp. 111-116.
Subjetivación y gubernamentalidad: Vida y trabajo bajo el régimen neoliberal

97

Así, bajo el capitalismo industrial, mientras que más trabajo


implica producir una mercancía más cara, las mercancías conge-
lan en sí el tiempo de trabajo. A su vez, con el capitalismo pos-
tindustrial, la eficiencia en el proceso de producción, traducido
a bajos costos y automatización, hacen que el valor de produc-
ción sea difícil de cuantificar (si es producto de trabajo esclavo,
no legislado, subcontratado, etcétera),9 por lo que el valor de
producción está disociado del valor de intercambio. El valor de
intercambio está basado en la oferta y la demanda y en la de-
seabilidad del producto, haciendo que el valor esté incrustado
en el signo, desmaterializando las mercancías. En este sentido,
más que objetos, adquirimos signos de “igualdad”, “felicidad”,
“bienestar” y “autorrealización”, para construir nuestras pro-
pias formas de vida. Aunado a la aceleración generalizada de
los ciclos de consumo, esto hace que las mercancías se basen
en la manufactura de desesidades a través del diseño. Es de-
cir, el consumidor también es manufacturado, diseñado por el
producto. Como declara Baudrillard, los objetos ya no son mer-
cancías o signos de cuyos mensajes o significados nos podemos
apropiar y descifrar, sino que son pruebas que nos interrogan.
La respuesta está incluida en la pregunta, haciendo que las mer-
cancías operen bajo la lógica de circularidad o verificación del
código. En tanto a referendos, crean mismidad, homogeneidad
y manipulación.10 La mercancía te mira y tú te ves en ella, ha-
ciendo que el branding sea indisociable del self-branding.
Por su parte, el diseño de mercancías implica una produc-
ción cognitiva, la cual involucra la personalidad, subjetividad,
habilidades comunicativas y redes sociales del trabajador para
producir plusvalía. Al mismo tiempo, la producción cognitiva
constituye al trabajo que produce el contenido informacional y

9
Para un estudio crucial sobre las formas de trabajo industriales en las
maquiladoras en el tercer mundo en la era postindustrial, véase Naomi Klein,
No Logo. México, Paidós, 2002.
10
J. Baudrillard, “Towards a Critique of the Political Economy of the Sign”, en op.
cit., pp. 111-116.
Irmgard Emmelhainz

98

cultural de las mercancías (medios masivos de comunicación,


moda, mercadeo, publicidad, software, cultura). Por lo tanto, la
productividad cognitiva implica ejercitar el lenguaje, memoria,
sociabilidad, sensibilidad ética y estética, y la capacidad para el
aprendizaje abstracto. Son tanto trabajo como no-trabajo.11 En
este contexto, el mercado laboral valora, sobre todo, cualidades
asociadas con la creatividad. Por ejemplo: “Pensar fuera del cua-
dro”, independencia laboral, extravagancia, relaciones horizon-
tales en vez de verticales en el ámbito laboral, etcétera.
Al comprar signos de “igualdad”, “felicidad”, “bienestar”,
“practicalidad”, “eficiencia”, “competitividad”, “sofisticación”
y “realización”, no sólo nos encontramos consumiendo signos
constantemente, sino que también producimos signos, consti-
tuyendo lo que se conoce en teoría post-obrerista como la fábri-
ca social. La fábrica social, en el sentido que implica producir
conocimiento que esté disponible para todos, tiene el potencial
de emancipación. Los problemas con la fábrica social son que
este conocimiento está siendo capturado y revendido como
mercancía y siendo modelado en base a los medios sociales.
Por lo tanto, circula simplificado, automatizado y enfocado a la
construcción de un yo espectacular. Aparte de ello, el concepto
de fábrica social implica que la idea post-obrerista de la fábrica
como lugar de poder ha sido extendida a toda la sociedad, la
cual está siendo organizada alrededor de los mismos principios
de dominación y producción y reproducción de valor que el
trabajo tradicional en fábricas. En otras palabras, todos somos
trabajadores en la fábrica social, un híbrido de actividades la-
borales materiales e inmateriales enlazadas en redes sociales y
productivas en cooperación altamente desarrollada.
Los signos y los significados, los deseos y las proyecciones,
se encuentran en el mercado porque la economía está basada en
la manufactura de experiencias, signos e información. El centro
de la economía (del conocimiento o del capitalismo comunica-

11
Rob Horning, “Social Media, Social Factory”, Julio de 2011, en http://
thenewinquiry.com/essays/social-media-social-factory/
Subjetivación y gubernamentalidad: Vida y trabajo bajo el régimen neoliberal

99

tivo) es la creatividad y por eso las cualidades de la producción


estética se han hecho hegemónicas y han transformado los pro-
cesos de trabajo y consumo al igual que la experiencia estética.
Así, no sólo se han trivializado las sensaciones y los sentimien-
tos, al ser empaquetadas para venderse, sino que el desinte-
rés —la base de la experiencia estética, definida por Kant— ha
desaparecido también.12 Esto se debe a que la experiencia esté-
tica ha sido esclavizada para producir plusvalía, al igual que
sometida a ser eficaz en el ámbito político, en el sentido de la
inversión estratégica corporativa y del Estado en la cultura, al
igual que en la producción de acciones políticas codificadas en
formas sensibles. Esto es el resultado de lo que Shaviro des-
cribe como la despiadada cognición de las sensaciones y sen-
timientos estéticos, al ser transformados en información, ex-
plotados como formas de trabajo, vendidas como experiencias
novedosas o elecciones de vida excitantes, o como actividades
culturales socialmente responsables. Lo que compramos no son
mercancías sino experiencias, participando en un estilo de vida
determinado. Por ejemplo, adquiero iluminación espiritual en
retiros de yoga, modelo mi cuerpo en el gimnasio y a mi perso-
na pública en restaurantes frecuentados por el grupo de gente
con el que quiero que me asocien.13

12
Stephen Shaviro, “Accelerationist Aesthetics: Necessary Inefficiency in
Times of Real Subsumption”, en e-flux journal, 2013. www.e-flux.com/journal/
accelerationist-aesthetics-necessary-inefficiency-in-times-of-real-subsumption/
13
S. Žižek, “Fat Free Chocolate and Absolutely No Smoking: Why Our Guilt
about Consumption is All-consuming”, en op. cit., 21 de Mayo de 2014.
Irmgard Emmelhainz

100

Emprendimiento y gubernamentalidad neoliberal

Las palabras siguen siendo los instrumentos


principales de control. Las sugerencias son
palabras. La persuasión está hecha de palabras.
Las órdenes son palabras. Ningún aparato de
control diseñado hasta ahora ha podido operar
sin palabras, y cualquier máquina de control que
intente hacerlo apoyándose por completo en la
fuerza externa del control de la mente, se topará
en seguida con los límites básicos del control.

William Burroughs, “The Limits of Control”

Lo que se dice es no esencial; lo que es esencial es


que yo esté ahí para hablar.

Alfonso Lingis, The Community of Those


Who Have Nothing in Common

Para describir la forma de gobernar neoliberal es necesario


considerar la profunda mutación de la subjetividad por la pro-
pagación de nuevas formas de sentir, pensar, fantasear y vivir
que se consumen a través de experiencias, servicios y produc-
tos semióticos que llenan todos los aspectos de nuestras vidas.
Por otro lado, la forma de gobernar atraviesa la subjetividad,
conductas, trabajo y formas de vida del individuo en el sentido
que, de acuerdo con Lazzarato, se le considera como “empren-
dedor de sí mismo” u homo œconomicus: el producto final del
proceso productivo como máquina de subjetivación y sujeción.
Al considerarse “capital humano”, el sujeto implica en todas sus
actividades los recursos materiales e inmateriales (afectivos y
cognitivos) del yo para efectuar un doble proceso de sujeción y
explotación con la meta de convertirse en un “mejor yo”, rein-
ventándolo, construyéndolo y ajustándolo a las demandas del
Subjetivación y gubernamentalidad: Vida y trabajo bajo el régimen neoliberal

101

mercado.14 Además del aspecto de emprendimiento, el homo


œconomicus también tiene aspectos de capital humano financie-
ro, ya que su proyecto es el de auto-inversión en cada una de las
esferas de su existencia para fortalecer su posicionamiento com-
petitivo y apreciar su valor para atraer inversionistas.15 Como
capital humano, el homo œconomicus busca incrementar el valor
de sus acciones en todos los dominios de su vida. Según Brown,
bajo la racionalidad neoliberal, el capital humano es nuestro ser
y nuestro deber, pues somos capital humano no sólo para noso-
tros mismos sino para la compañía, el Estado, nuestras parejas,
o el lugar de trabajo.16
A su vez, el gobierno funciona como facilitador de la ad-
ministración del capital (humano y material), a través de lo
que Foucault llama gubernamentalidad (gouvernementalité), un
mecanismo que concibe a lo político como un campo de admi-
nistración y dominio de estrategias, técnicas y procedimientos,
a través de las cuales diversos grupos intentan maximizar sus
programas, integrando a los sujetos a los objetivos y trayecto-
rias de las naciones, compañías, universidades, etcétera.17 En el
ámbito público, la gubernamentalidad se expresa, por ejemplo,
en programas como el de las pymes o la red del apoyo al em-
prendedor, que da asesoría a quienes deseen iniciar un negocio,
o a quienes deseen consolidarlo y verlo crecer. Esta red funcio-
na mediante una página web, una línea telefónica 1-800 y una
ventanilla de atención por cada delegación de la Secretaría de
Economía, además de módulos en todo el país.18 Bajo el neolibe-
ralismo, los individuos son interpelados como actores empren-
dedores en cada una de las esferas de la vida y, por lo tanto,

14
Maurizio Lazzarato, “Neoliberalism in Action: Inequality, Insecurity and the
Reconsittution of the Social”, en Theory, Culture and Society, núm. 31, 2014, pp.
57-76.
15
Wendy Brown, Undoing the Demos. Nueva York, Zone Books, 2015, p. 33.
16
Ibid., p. 38.
17
Ibid., p. 127.
18
“Pospone Peña Nieto el envío de la reforma energética”, en La Jornada, 7 de
Agosto de 2013. www.jornada.unam.mx/2013/08/07/politica/003n1pol
Irmgard Emmelhainz

102

actúan con “libertad” en base al interés propio bajo la raciona-


lidad del mercado. Una vida “mal administrada” se convierte
en excusa para despolitizar la gubernamentalidad neoliberal. Es
decir, quien no sea rentable no cuenta, porque el tema principal
de la economía política es la competencia. Así, el neoliberalismo
produce una forma moderna de darwinismo social que subdi-
vide a la sociedad en poderosos y no poderosos, en ganadores
y perdedores. Por lo tanto, este modelo promueve conductas
competitivas en interés propio, conciencia de élite y lucha en
lugar de cooperación.19
Durante la era industrial, el hombre estaba sujeto a la máqui-
na; era una pieza del engranaje y tenía la función de garantizar
su buen funcionamiento. La subjetividad estaba definida por el
trabajo, enajenada y disciplinada por las fábricas en las que cir-
culaba el cuerpo: escuela, hospital, prisión y trabajo. Esta forma
de subjetividad coexistía con la posibilidad de cultivar una sub-
jetividad privada liberatoria – lo que Foucault llamó el “cuidado
del yo”.20 En su texto fundamental, “Postcriptum sobre las so-
ciedades de control”,21 Deleuze describe cómo las sociedades de
control habían sustituido a las disciplinarias. Para Deleuze, los
incipientes aparatos de control funcionan modulándose al cam-
biar de forma y contenido de un momento a otro, pues le dan
forma también al alma. Así, Deleuze lo comparó a un gas que
toma la forma de su contenedor. Esta idea es retomada de Fou-
cault, que propone que las formas de control le siguieron a las
sociedades disciplinarias basadas en el biopoder y la biopolítica;
son imperceptibles y tienen la tarea de conducir las conductas

19
Christoph Nutterwegge, “Neoliberalism as a Variety of Social Darwinism:
Ten Million More Unemployed”, 2013, en http://la.indymedia.org/
news/2013/04/259574.php
20
Michel Foucault, “Technologies of the Self”, en Ethics: Subjectivity and Truth.
Nueva York, The New Press, 1994, pp. 221-251.
21
Gilles Deleuze, “Postscriptum sobre las sociedades de control”, publicado
originalmente en L’autre journal, núm. 1, 1990.
www.fundacion.uocra.org/documentos/recursos/articulos/Posdata-sobre-las-
sociedades-de-control.pdf
Subjetivación y gubernamentalidad: Vida y trabajo bajo el régimen neoliberal

103

a través del sometimiento de la vida y sus mecanismos al reino


del cálculo. Como consecuencia, el conocimiento se convierte en
un agente de transformación técnica de la vida humana. La ra-
cionalidad del control implica que debemos formarnos sin cesar
para darle mejor forma al mundo, hacer decisiones de consumo
más acertadas, éticas y óptimas. Ser flexibles implica también
poder optimizar nuestros tiempos “muertos” o “libres” e incor-
porarlos al tiempo de la producción sin límites y poner todas
nuestras competencias al servicio del capital, incluso la sexuali-
dad no reproductiva, para hacernos más rentables.
Esta taylorización del yo,22 la nueva forma de objetificación
o colonización de algo a través de una mirada, su puesta en uso,
o alienación, implica que todas las dimensiones subjetivas han
sido colonizadas por el capitalismo: los humanos se han con-
vertido en su curriculum vitae en patas. Y, sin embargo, como lo
plantea Power, la objetificación implica que hay algo del suje-
to que se resiste a la captura, una diferencia subjetiva mínima,
pero en el ámbito laboral no aplica el derecho a no tener que
exponer por completo la personalidad y la vida privada. Como
consecuencia, lo personal ya no es político, sino absoluta y ente-
ramente económico. Así, la vida y la existencia son colonizadas
por nuevas formas de dominación que van más allá de cómo
entendíamos antes la objetificación.23
La taylorización del yo, junto con los nuevos dispositivos
de control, a la par que coexisten con formas más antiguas de
coerción, guían los comportamientos y moldean los deseos y
valores de los sujetos. Los nuevos aparatos de control tienen la
particularidad de estar en perpetua estabilidad porque logran

22
El taylorismo hace referencia a la división de las distintas tareas
del proceso de producción dentro de una organización de trabajo. Fue un
método de organización industrial elaborado por Frederick Taylor con el fin de
aumentar la productividad y evitar el control que el obrero podría tener en los
tiempos de producción. (N. del edit.)
23
Nina Power en conversación con Hito Steyerl en el Institute of
Contemporary Art en Londres, 28 de Marzo de 2014. www.youtube.com/
watch?v=BoqHQ05J22k
Irmgard Emmelhainz

104

invariablemente salir triunfantes de desafíos; siempre están en


crisis desde adentro (como el capitalismo) y por eso son cons-
tantemente sujetos a reformas, remakes, cambios de look, conde-
coraciones y sometidos a la lógica de “regulación de los resulta-
dos”, “el menor de los males”,24 y la “administración de daños
colaterales”. A diferencia de la subjetividad maquinística de la
era industrial, la sujeción social no está centrada en la fábrica
sino en el tejido social, urbano, doméstico, y en el paisaje psico-
lógico individual, en las formas de comunicación colectivas, y
en la industria del entretenimiento.
En efecto, la industria del entretenimiento comercial ha
cambiado radicalmente volcándose al “consumo productivo”.
En el ámbito del entretenimiento para los niños, esto implica
introducir la productividad en el entretenimiento pedagógico
o edutainment. Por ejemplo, Dora la exploradora y los Umizumis
son dos caricaturas en las que los niños aprenden idiomas y ma-
temáticas respectivamente. Sin embargo, quisiera analizar aquí
un caso en específico en el que operan de manera indisociable
el edutainment y la subjetivación neoliberal. Kidzania (en sus ini-
cios conocido como “La Ciudad de los Niños”) es un complejo
de entretenimiento con sucursales en Londres, dos en la Ciudad
de México, Malasia y Tokio, Delhi, Mumbai, Cairo, Estambul,
Lisboa y Seúl, y hay once más en construcción. La mayoría se
encuentran dentro de centros comerciales y son establecidas
como mini-ciudades con aeropuerto, estación de policía, esta-
dio deportivo, teatro, tiendas, universidad, banco, concesiones
de restaurantes y otros servicios, su propio periódico, pasaporte
y monedas. Al ingresar, los niños reciben un cheque y tienen
la opción de gastárselo en mercancías, alimentos y/o servicios,
o de meterlo al banco y ponerse a trabajar y acumular más di-
nero. Las actividades que pueden ejecutar van desde manejar
un avión, hacer hamburguesas o pizzas, ponerle gasolina a un
coche, ser bomberos, jueces o carteros, conocer los principios

24
Eyal Weizman, The Least of All Possible Evils. Londres, Verso, 2012.
Subjetivación y gubernamentalidad: Vida y trabajo bajo el régimen neoliberal

105

de diseño de modas en H&M, administrar hoteles, etcétera. El


golpe de genio de su creador, el mexicano Xavier López Anco-
na, fue el haber invitado a empresas a que prestaran sus marcas
y crearan versiones miniatura de sus tiendas y oficinas con sus
logos. En pocas palabras, Kidzania recrea espacios laborales y
de consumo donde los niños pueden trabajar y ser pagados y/o
consumir. El argumento a favor de este tipo de edutainment es
que prepara a los niños para el mundo real empoderándolos a
que tomen sus propias decisiones. En este sentido, se supone
que las marcas que participan como Nestlé, Coca-Cola, Mitsu-
bishi, Johnson & Johnson, Unilever, Nike, Bancomer, Pizza Hut,
Cemex, Corona, Bimbo, Domino’s, DHL, etcétera, le dan “au-
tenticidad” al juego.
Sin embargo, Kidzania azuza la fantasía de que se pueden
obtener cosas buenas del capitalismo, creando ceguera sobre las
fuerzas reales del mercado, condiciones de trabajo y fidelidad de
marcas desde una edad temprana; las mercancías ya no tratan
de seducir a los niños desde las pantallas de televisión sino que
se han liberado de las pantallas para ponerse directamente al al-
cance de sus manos como “juguetes pedagógicos”. Además, Ki-
dzania es un tipo de híper-realidad en el sentido de Baudrillard,
porque crea la ilusión que podemos distinguir entre el bien y el
mal, la verdad y la mentira. Esta diferencia se convierte en un
código cultural que esconde el hecho de que los niños son niños
transformándolos en emprendedores de sí mismos gestionando
su capital humano.25 A diferencia de Disneylandia, en la que lo
imaginario se materializa en la realidad virtual,26 Kidzania cap-
tura el mundo real integrándolo a un universo sintético aboca-
do a las transacciones monetarias y al consumo, reduciendo las
relaciones sociales y el juego a una relación salarial. La realidad
se convierte no en un espectáculo como Disneylandia, sino en
un dispositivo de subjetivación bajo la ley del libre mercado, en

25
J. Baudrillard, “Disneyworld Company”, en Libération, 4 de Marzo de 1996.
www.egs.edu/faculty/jean-baudrillard/articles/disneyworld-company/
26
Idem.
Irmgard Emmelhainz

106

una alucinación de lo real sin los efectos de distracción y dis-


tancia que ofrece Disneylandia, pues entrena cognitivamente a
los niños para tomar decisiones en base al interés (monetario)
propio. En suma, Kidzania es un universo mental en el que los
niños son nodos productivos en una red omnipresente y ubicua
de relaciones de mercado, invitados a jugar con su propio ca-
pital humano, lo cual refuerza la forma de gubernamentalidad
neoliberal, junto con la hegemonía discursiva que impone un
solo mundo posible y una única forma de interpretarlo, como
una relación de producción y consumo.
Por otro lado, Disneylandia fue el simulacro en segundo ni-
vel de la realidad de que los niños al crecer salieran para sumer-
girse entre las páginas de la revista Playboy y la Playboy Man-
sion, en donde se resaltó la domesticidad, se creó un imaginario
de género, un topos erótico alternativo a la casa suburbana y
hábitats diseñados para poner en práctica hábitos (esteriliza-
dos) del cuerpo pero en un espacio fuera del ámbito social y
laboral. Al haber crecido “jugando” en Kidzania, lo lógico no
es que estos niños sueñen con Las Vegas, donde predomina el
entretenimiento adulto más que la producción y consumo, sino
con ciudades como Hong Kong y Dubai, que son ciudades clave
del capitalismo global posdemocráticas que no producen nada,
pues son nodos de flujos financieros internacionales y están avo-
cadas al consumo de bienes de lujo materiales o inmateriales.27
Finalmente, si Disneylandia fue una amalgama de tradiciones,
mitos, cuentos presentados en un mismo plano sincrónico, eli-
minando pasado, presente y futuro,28 en Kidzania los elementos
culturales no son atávicos sino que simulan la cultura corporati-
va al ser replicados en la temporalidad de un eterno presente.
Bajo el neoliberalismo, la posibilidad de cultivar una subjeti-
vidad eficiente en relación a la racionalidad del emprendimiento

27
Thorsten Botz-Bornstein, “A Tale of Two Cities: Hong Kong and Dubai”,
en Transcience, núm. 3(2), 2012. www2.hu-berlin.de/transcience/Vol3_
Issue2_2012_1_16.pdf
28
J. Baudrillard, “Disneyworld Company”, en op. cit., 4 de Marzo de 1996.
Subjetivación y gubernamentalidad: Vida y trabajo bajo el régimen neoliberal

107

se le une la posibilidad de cultivar una subjetividad liberatoria


que se ejerce a través del consumo y que formatea nuestra sub-
jetividad por medio de los flujos de imágenes, información, co-
nocimiento, servicios y productos. Al involucrar a nuestra inteli-
gencia y conocimientos, conductas, gustos, opiniones, sueños y
deseos, la forma de control en nuestra era, además de la subje-
tivación —a través del consumo— y de la sujeción —por medio
del trabajo—, se basa en el control de la psique social a través del
cableado biogenético que crea subjetividades y que emergen de
automatismos tecno-biológicos y tecno-cognitivos. Al capturar
al lenguaje y la comunicación —lo sensible— con el propósito
de extraer plusvalía, el capitalismo ha cosificado la vida cotidia-
na y colonizado el tiempo vital, operando en nuestros afectos y
causando cambios profundos en la subjetivación y las formas de
vida. Los automatismos derivan de la disociación del lenguaje
y la sensibilidad, de la descomposición de la función lingüísti-
ca, de la liquidación del significado, además de ser causas de
psicopatologías como el pánico y la ansiedad. Las democracias
neoliberales se apoyan en estos automatismos para sustentar la
irrealidad necesaria para que funcionen a través de programas
de visualización y de discurso que se transmiten, por ejemplo,
en películas icónicas que movilizan programas paradigmáticos
proporcionando infraestructura que organiza la atención.
Por un lado, dos instancias de películas programáticas se-
rían los cientos de películas que surgieron desde el mandato de
George W. Bush, dedicadas a todo lo que ocurre antes, para y
por las bodas. Por otro lado, están también las narrativas dedi-
cadas a temas apocalípticos que han poblado los cines desde el
año 2000.29 El espíritu que transmiten las narrativas apocalípti-
cas, reafirma la ideología hegemónica para lo cual es más fácil
imaginar el fin del mundo más que el fin del capitalismo.30

29
Entre 1950 y 2000, el total de películas con este tema fue de 164. Desde 2000 y
hasta 2019, están planeadas un total de 110.
30
Cf. Jason Barker, Marx Reloaded. Films Noir Ltd, 2012.
Irmgard Emmelhainz

108

En México, la sensibilidad que predomina es la crítica al sis-


tema y que se manifiesta en la circulación comercial de películas
de ficción como La ley de Herodes (1999), El infierno (2010), y La
dictadura perfecta (2014), todas de Luis Estrada, Miss Bala (2011),
de Fernando Naranjo, Heli (2012), de Amat Escalante, La jaula de
oro (2014), de Diego Quemada Diez, o documentales como En el
hoyo (2006) y ¡De panzazo! (2012), de Juan Carlos Rulfo, o Colo-
sio: El asesinato (2012), de Carlos Bolado, entre otras. Todas estas
películas exponen en menor o mayor grado los mecanismos de
corrupción en el país y le dan voz al sentimiento que se opone al
pri como un descontento general. Parece que la información que
hacen “pública” pudiera poner en jaque al régimen que gobier-
na, sin embargo, así como las películas apocalípticas, hacen que
sea más fácil imaginar que todo seguirá igual, que la corrupción
es inherente al carácter mexicano, antes de se puedan imaginar
formas alternativas de construir las relaciones colectivas y re-
configurar las relaciones (piramidales) de poder en México. Al
mismo tiempo, desactivan la empatía, activando el miedo y la
victimización colectivos.
Aunado a ello, la producción audiovisual extrae plusvalía
de nosotros bajo la forma de nuestra atención, porque moviliza
la circulación y el consumo de mercancías e ideas a través de la
circulación y consumo de imágenes. De acuerdo con Shaviro,
las imágenes digitales en movimiento que nos rodean son expre-
sivas en el sentido que son sintomáticas y productivas al darle
voz (sonidos o imágenes) a un tipo de sensibilidad que flota en
el aire que permea nuestra sociedad y que no es atribuible a
ningún sujeto en particular. Esto implica que la producción au-
diovisual no representa los procesos sociales sino que participa
activamente en ellos ayudando a constituirlos, generando afecto
y extrayendo valor de dicho afecto.
En este sentido, Shaviro retoma la definición que propone
Massumi del afecto, mismo que es distinto a la emoción. El afec-
to es no-consciente, asubjetivo o presubjetivo, asignificante, sin
cualidades e intensivo. A su vez, la emoción tiene contenido, es
derivativa, consciente, calificada, significativa y puede atribuír-
Subjetivación y gubernamentalidad: Vida y trabajo bajo el régimen neoliberal

109

sele a un sujeto ya constituido. Los sujetos están atravesados o so­


brepasados por el afecto, pero tienen o poseen sus propias emo-
ciones. Hay que considerar que detrás de cada emoción siempre
hay un surplus de afecto que permanece sin actualizarse y que
es inasimilable a una perspectiva particular. Los flujos afectos
nos atrapan y nos alejan más allá de nosotros y, sin embargo,
constituyen subjetividades al ser capturados en forma de emo-
ciones. Es por eso que las imágenes en movimiento no repre-
sentan sino que construyen y ponen en escena activamente las
relaciones sociales, flujos y sentimientos de los que se tratan.31
En otras palabras, las imágenes, además de ser parte de la rea-
lidad, actúan sobre ella y le dan forma. Por ejemplo, la primera
secuencia de La dictadura perfecta comienza con una entrevista
en Palacio Nacional entre el presidente y el embajador de Es-
tados Unidos. Durante la charla que se desenvuelve delante de
un puñado de periodistas, el presidente parece abogar por una
reforma migratoria en Estados Unidos que favoreciera a los con-
nacionales porque “Trabajamos más que los negros”.32 El desliz
racista del presidente es objeto de inmediata transformación en
un meme que se hace viral en las redes. La imagen del presi-
dente haciendo esta declaración cobra autonomía causando re-
acciones, por lo que los directores de “Televisión Mexicana” (el
doppelgänger de Televisa) deciden aplicar de inmediato un mé-
todo para desviar la atención creando otro trending topic con la
técnica de la “caja china”, desatar un escándalo mayor relacio-
nado con la política para neutralizar el escándalo y desviar la
atención del desliz del presidente.
Evidentemente, las transformaciones técnicas han cambia-
do las condiciones de la actividad mental y las formas de inte-
racción entre el individuo y la esfera colectiva. A las formas de

31
Stephen Shaviro, Post-Cinematic Affect. Londres, Zero Books, 2010.
32
De hecho, esto mismo lo dijo Vicente Fox en 2005. Rosa Elvira Vargas,
“Realizan mexicanos trabajos que ni los negros quieren: Fox”, en La Jornada, 14
de Mayo de 2005. www.jornada.unam.mx/2005/05/14/index.php?section=polit
ica&article=008n1pol
Irmgard Emmelhainz

110

gubernamentalidad y control habría que agregar la vigilancia


por medio de videocámaras, micrófonos y la captura de infor-
mación por agentes gubernamentales y corporativos. La decli-
nación de las estructuras disciplinarias de control trajo nuevas
técnicas de individuación ejemplificadas por la cultura enfoca-
da en la identidad personal, modos flexibles de autoridad, redes
ubicuas y branding despiadado de los aspectos más íntimos de la
experiencia subjetiva,33 que se reflejan en el llamado a los indivi-
duos a auto-expresarse. El lenguaje, transformado en comunica-
ción entre dispositivos tecnológicos, se ha mudado a una esfera
aislada de control por medio de automatismos tecno-biológicos
cesando de revelar, trabando la comunicación, exterminando al
sentido común y sustituyéndolo con la redundancia, la repeti-
ción, la intimidad prefabricada y la comunicación intransitiva.
Las mutaciones en el alma son causadas por los flujos semióti-
cos que afectan la subjetividad en tanto a que transforman mo-
dos de ver, sentir, desear, gozar, pensar, percibir, habitar, ves-
tir, etcétera, propagando la homogeneización, control extremo,
parálisis y enajenación. El capital moldea constantemente sus
formas de gubernamentalidad a través de la flexibilización de la
subjetivación y sujeción, vampirizando el tiempo-trabajo de los
obreros y todos los aspectos de la vida, la psique y la sensibili-
dad humana.34
Un ejemplo de ello son las técnicas de administración de
comportamientos que se aplican en corporaciones, servicios so-
ciales, fuerzas policiales, lugares educativos, contrainsurgencias
militares, agencias gubernamentales, hospitales, casas de bolsa,
laboratorios, etcétera, para dirigir el comportamiento de los su-
jetos a través de lo afectivo. Lo que se conoce como best practices
o benchmarking. Brown los define como una forma de “poder
suave” de anti-política que representa la aplicación de técnicas

33
J. Dean, “Collective Desire and the Pathology of the Individual”, en Arne De
Boever y Warren Neidich (eds.), The Psychopathologies of Cognitive Capitalism:
Part One. Berlin, Archive Books, 2013.
34
F. Berardi, The Soul at Work. Los Ángeles, Semiotext(e), 2009.
Subjetivación y gubernamentalidad: Vida y trabajo bajo el régimen neoliberal

111

de gobernanza para mercantilizar esferas que previamente no


habían estado mercantilizadas. Esto implica ejecutar reformas
internas, a veces provenientes de otros ámbitos, para lograr
maximizar la ventaja competitiva y lograr el éxito por medio
del establecimiento de metas, el consenso, la ética y la idea que
representan el camino de acción más eficiente para maximizar
la ventaja competitiva.35 Entre estas técnicas destacan, por ejem-
plo, el darle forma al camino de la solución de los problemas
de antemano, es decir, proponer un guión previo de cambio, o
traducir metas a comportamientos concretos para resolver pro-
blemas.36 Otro ejemplo son las técnicas de administración labo-
ral de Zappos, una tienda de ropa y zapatos en línea ubicada
en el estado de Nevada, que tiene la meta de hacer especial y
único el lugar de trabajo para “hacer felices” a sus trabajadores
fomentando un ámbito laboral familiar en el que predominen
extravagancia, creatividad y hacer desaparecer los límites entre
estar en casa y el trabajo. Además de zapatos y ropa, la compa-
ñía Zappos declara vender también “experiencias”.37
En el ámbito del control estatal, se viene a la mente la orga-
nización de un baile de quinceañeras como parte del programa
de pacificación —para recuperar el control estatal en 38 favelas
dominadas por el crimen organizado— de la favela Cerro-Cora
por parte de la policía militar de Río de Janeiro. La fiesta tuvo
lugar en el castillo de la Ilha Fiscal, donde 13 adolescentes, al-
gunas de ellas madres solteras, vivieron una noche un cuento
de hadas organizada por las “hadas madrinas” de la Unidad de
Pacificación Policial (upp). Las donaciones del Copacabana Pa-

35
W. Brown, op. cit., p. 140.
36
Chip and Dan Heath, Switch: How to Change Things when Change is Hard.
Nueva York, Crown Business, 2010.
37
Los valores de la familia Zappos son: entregar WOW a través del servicio;
darle la bienvenida e impulsar al cambio; crear diversión y un poco de
extrañeza; ser aventurero, creativo y abierto; buscar el crecimiento y el
aprendizaje; crear relaciones abiertas y honestas a través de la comunicación;
crear un equipo positivo y espíritu familiar; hacer más con menos; ser
apasionado y determinado; ser humilde. http://about.zappos.com/our-unique-
culture/zappos-core-values
Irmgard Emmelhainz

112

lace Hotel, la diseñadora Monique Gracielle, el catering Aquim,


hicieron que se sintieran como miembros de la realeza durante
una noche. A pesar de la fama que tienen por actuar de manera
violenta contra los habitantes de las favelas, sus parejas de baile
fueron miembros de la policía.38 Aquí aplica el sentido común
neoliberal porque lo que prevalece es cumplir el deseo de las
adolescentes de “ser chicas normales” por una noche, aunque
miembros de sus familias sean violentados rutinariamente por
la upp. Asimismo, al cumplirles un deseo, la upp, establecen la-
zos afectivos con los habitantes de la favela, lo que se convierte
en una forma de control.

Conflicto entre interés propio y sostenibilidad de la vida

Los aeróbics y el fisicoculturismo fueron actividades individua-


les que se ejercían a favor de la auto-mejora física y mental, for-
mas emblemáticas de los eufóricos ochentas y noventas, com-
plementando un régimen laboral cada vez más demandante con
la euforia de la burbuja .com, la liberación de los mercados, y el
incipiente mandato de auto-modelarse física y mentalmente. Lo
que ha predominado desde los albores del siglo xxi, siguiendo
los mismos valores, son el yoga y el jogging; el primero, además
de relajación y bienestar, proporciona iluminación espiritual,
mientras que el segundo abarca los valores neoliberales del es-
toicismo, maximización corporal, auto-mejora física y mental,
etcétera. El jogging funciona también como alternativa al Ati-
van, Rivotril u otros medicamentos para proporcionar las dosis
diarias de endorfina que requieren los trabajadores bajo el régi-
men neoliberal.
En la pista de calentamiento del bosque de Tlalpan, a la
misma hora por la mañana, pululan en un tipo de uniformidad
diferenciada docenas de palomitas Nike, alguno que otro trián-

Flora Charner, “Brazil’s Favela Fairy Tale: When Prince Charming Packs
38

Heat”, en Aljazeera, 24 de Noviembre de 2014. http://america.aljazeera.com/


multimedia/2014/11/debutantes-ball-riodejaneirofavela.html
Subjetivación y gubernamentalidad: Vida y trabajo bajo el régimen neoliberal

113

gulo en varios estilos conjugados al gusto propio, aislados en


una masa densa en movimiento similar a la del periférico. Así,
se llegan a ver mamás arrastrando a niños de entre 3 y 5 años, a
quienes animan para aguantarles el paso, o una pareja vestida
con outfits de jogging iguales empujando carriolas idénticas al-
ternando las manos para empujarlas al mismo ritmo. También
circula un grupo con camisetas llevando logos de las principa-
les entidades que gobiernan al país (Bimbo, TV Azteca, Barcel,
Grupo Salinas, la semarnat) y el letrero: “Ayudo a mantener el
bosque limpio”. Ésta es una brigada que forma parte de “Lim-
piemos nuestro México”, una campaña de limpieza del país con
8.5 millones de voluntarios que han recogido 138 mil toneladas
de basura en todo el país.39 Cada fin de semana, esta brigada re-
corre parques públicos de la ciudad para limpiarlos de basura.
Sin embargo, con la idea de prestar un servicio a la comunidad,
más bien los miembros de la brigada colaboran con políticos y
empresarios para seguir privatizando funciones antes cubiertas
por el Estado. El parque, que es un lugar mantenido con fon-
dos públicos, es periódicamente invadido por maratones u otros
eventos deportivos subsidiados por corporaciones que lo inva-
den con anuncios y mercadeo.
Tanto el bosque de Tlalpan como las vías principales de cir-
culación en la Ciudad de México, son ejemplos del espacio pú-
blico que resultó de las reformas neoliberales. Con el incremento
de presencia del sector corporativo —en el aumento de coches
y detrimento del transporte público, privatización de vías pú-
blicas, la omnipresencia de publicidad—, el individualismo
estresado y los lazos sociales debilitados, incluso disueltos, la
diferenciación a partir del salario, etcétera. Habiendo extendido
las relaciones de mercado a cada grieta de la esfera pública, esta
imagen de máxima individualización, atomización del colecti-
vo, privatización y autosuficiencia, existe en detrimento de lo
público en común, la colaboración, la igualdad y la interdepen-

39
Véase http://www.limpiemosnuestromexico.com/
Irmgard Emmelhainz

114

dencia. Además, es fruto del hecho de que las relaciones sociales


y el colectivo estén también subordinados a la ley del mercado,
haciendo que operen bajo el sentido común de perseguir el in-
terés personal para lograr la máxima ganancia. En otras pala-
bras, los individuos están motivados a actuar a partir del interés
propio. Los derechos de los ciudadanos, a la educación o a la
salud, van sustituyéndose paulatinamente por otros intereses:
mantenerse sanos, educarse y estar al día bien informados.
De acuerdo con Holmes, una de las consecuencias de que
imperen la autonomía y el interés propio en las relaciones so-
ciales y de mercado, es la ceguera y la ocultación de los daños
colaterales.40 Los daños colaterales implican un incremento de
la dependencia del mercado para poder acceder a los recursos
que el Estado ya no garantiza, o incluso la proliferación de mo-
nopolios —porque el Estado deja de intervenir en los mercados
al liberarlos— mientras que los ingresos de la mayoría son cada
vez más inciertos y la desigualdad aumenta. Con la predomi-
nancia de la idea de que los sujetos (o las mercancías) son auto-
suficientes, la desigualdad se naturaliza, es decir, aquellos que
no son autosuficientes es porque tomaron malas decisiones o
hicieron malas inversiones o no se esforzaron lo suficiente. En el
caso de las mercancías, no son de la calidad suficiente, pues “no
pueden competir” o fallan en crear y satisfacer las desesidades
del consumidor. Holmes pone el ejemplo de la comida.41 Para
maximizar ganancias, la agroindustria, que tiende hacia el mo-
nopolio en Estados Unidos, con el dominio de Monsanto y Car-
gyll, vende productos con modificaciones genéticas y transgéni-
cas, a veces contaminados con medicamentos u otros químicos
dañinos para la salud, provocando que sean alimentos de mala
calidad. Los consumidores, actuando en interés propio, aunque
conscientes del papel negativo que la agroindustria tiene en el
calentamiento global, eligen consumir comida orgánica. Sin em-

40
Brian Holmes, “Neoliberal Apetites”, 2009, en: www.16beavergroup.org/
drift/readings/bh_neoliberal_appetites.pdf
41
Idem.
Subjetivación y gubernamentalidad: Vida y trabajo bajo el régimen neoliberal

115

bargo, la optimización de los mercados y del interés propio en


este sector operan en detrimento del bien común: no hay comi-
da de calidad con precios accesibles para todos, y a pesar de la
crisis alimentaria global, el beneficio individual está por encima
de una posible demanda política contra los daños causados por
el sector agroindustrial.
La vida es esencialmente vulnerable e interdependiente, y el
ideal de autosuficiencia no es universalizable. De acuerdo con
Amaia Pérez Orozco,42 sólo es alcanzable gestionando la inter-
dependencia en términos de explotación. Al poner a las relacio-
nes sociales y la vida en el centro de la estructura socioeconó-
mica y, por lo tanto, a su servicio, la vida entra en conflicto con
el capital, porque se han convertido en insumos para el proceso
de producción y acumulación. La vida necesita ser sostenida
material y emocionalmente —lo que se conoce como trabajo re-
productivo, generalmente feminizado— y la acumulación del
capital depende de la explotación de este trabajo no remune-
rado, creando una tensión estructural entre la acumulación de
capital y la sostenibilidad de la misma. El Estado, que es el orga-
nismo que podría mediar en esta tensión, o que había mediado
esta tensión como resultado de varias décadas de luchas políti-
cas, estableció la existencia de la responsabilidad colectiva para
sostener la vida al regular el mercado de trabajo, los derechos
laborales y las contribuciones empresariales a la seguridad so-
cial.43 A través de lo que se conoce como “estado de bienestar”,
el Estado se hizo cargo de ciertas dimensiones de sostenibilidad
de la vida —transporte, educación, vivienda, pensiones—, para
colectivizar la responsabilidad de afrontar algunas necesidades
vitales. Sin embargo, el neoliberalismo implica el desmantela-
miento de las estructuras colectivas que pueden asegurar la sos-
tenibilidad de la vida, privatizando esta responsabilidad.

42
Amaia Pérez Orozco, Subversión feminista de la economía. Madrid, Traficantes
de sueños, 2014.
43
Ibid., pp. 161-176.
Irmgard Emmelhainz

116

Junto con la vida, los cuerpos y sus funciones biológicas se


convierten en insumos, fomentando una nueva forma de aliena-
ción. Para Marx, la alienación capitalista significa que nos senti-
mos humanos sólo durante las funciones animales como comer
y beber. A esta forma de alienación se le agrega una dimensión
más, lo que se conoce como lifehacking, o secuestro de la vida
por el capitalismo. El lifehacking consiste en liberarse de ciertas
necesidades (comer, dormir, cambiarse de ropa) para poder de-
dicarse a actividades productivas. Un ejemplo es el Soylent, un
sustituto alimenticio que soluciona la pérdida de tiempo que
implica la necesidad “recreativa” de comer, que refleja la con-
vicción de que la rutina cotidiana puede y debe optimizarse.44
Con el lifehacking, la productividad —que incluye al cuerpo y
a la vida— se convierte en un insumo más. El lifehacking es una
forma de auto-taylorización para encarar la precariedad laboral,
las entregas bajo presión y las demandantes jornadas laborales,
que implican que muchos trabajadores reestructuren su yo alre-
dedor de una lógica corporativa. En el sitio web, Lifehacker,45 se
comparten consejos para optimizar actividades para maximizar
la productividad, por ejemplo, sugieren comprar cinco camisas
y ponérselas varios días consecutivos poniéndolas cada noche
en el congelador para eliminar olores, evitando tener que lavar-
las y plancharlas. Así, la lógica de Soylent es la del secuestro de
la vida al igual que las propuestas de cómo administrar u opti-
mizar actividades de sostenibilidad de la vida como la respira-
ción e incluso el sueño. Con el lifehacking, la vida se convierte li-
teralmente en trabajo, y el ethos del yo neoliberal es la existencia
incorpórea en el mercado.
Si las funciones vitales y el cuerpo son insumos, hay vidas
que no son para nada rentables, específicamente, la underclass,

44
Jeff Sparrow, “Soylent, Neoliberalism and the Politics of Life Hacking”,
en Counterpunch, 19 de Mayo de 2014. www.counterpunch.org/2014/05/19/
solyent-neoliberalism-and-the-politics-of-life-hacking/
45
Véase www.lifehacker.com
Subjetivación y gubernamentalidad: Vida y trabajo bajo el régimen neoliberal

117

descrita por Bauman46 como aquellos que habitan los espacios


blancos de los mapas —blancos porque están desconectados de
los mercados globales—, los que no son funcionales desde el
punto de vista productivo ni son parte del sistema de consu-
mo. Reconceptualizando la noción de “vidas no llorables” (non-
mournable lives) de Butler, que implica una serie de decisiones
retóricas y prácticas sociales que enmarcan la pérdida de vidas
como llorables o no y que convierten a algunas vidas en blanco
de exclusión o aniquilación para mantener el statu quo de las
vidas que se consideran como dignas de “vivir”,47 Pérez Orozco
habla de la idea de “vidas que merecen ser vividas”. De acuerdo
con ella, el sistema socioeconómico establece distintos niveles
de vida que merecen ser vividas, lloradas o rescatadas. ¿Cómo
es la vida que merece ser vivida ante la violencia de Estado, las
crisis alimentarias, el empobrecimiento, el despojo, las migra-
ciones forzadas, los cuerpos contaminados, agotados, exhaus-
tos y enfermos? ¿Para qué y bajo qué condiciones trabajamos y
pagamos impuestos? En el esquema neoliberal, el bienestar se
mide por la capacidad del consumo. Así, preguntamos, ¿cómo
salir de la esclavitud del salario? ¿Cómo se pueden crear espa-
cios autónomos donde pueda existir la vida y se recupere el
cuerpo, para promover vidas dignas con reglas distintas a las
impuestas por el sistema neoliberal como sentido común?48

46
Zygmut Bauman, Globalization. Nueva York, Columbia University Press,
1998.
47
Judith Butler, Frames of War. Londres, Verso, 2009.
48
A. Pérez Orozco, op. cit., pp. 35-73.
Capítulo 3. Neoliberalismo y giro cultural:
¿Adiós al arte autónomo comprometido?

El arte es transformativo a nivel personal y cul­


tural; el arte reta nuestras perspectivas y en­
riquece nuestras vidas.

Visión de la Fundación Artes Mundi

En la actualidad, se considera que las voces de los artistas son


importantes para darle forma a la sociedad, además de que el
arte sea útil. En este sentido, en el arte “social” o “útil”, las cor­
poraciones, Estados y patronatos de arte ejecutan el siguiente
principio del Prince Claus Fund: “No puede haber desarrollo
sin cultura, y no puede haber desarrollo cultural sin libertad de
debate”. Como esta cita lo hace evidente, el público espera de la
cultura y del arte una responsabilidad rigurosa, un cuestiona­
miento crítico, un acceso democrático, un diálogo y una apertu­
ra al igual que una representación igualitaria en el régimen vi­
sual. Todo esto planteado como el camino hacia el desarrollo y
la paz. La cultura se percibe como “una necesidad básica”, como
lo establece otro de los eslóganes del Prince Claus Fund. Se da
por hecho que el arte tiene el poder de la crítica y, por lo tanto, la
posibilidad de cambiar al mundo al ejercer dicha crítica, inclu­
yendo la autocrítica. Además, el Estado, la iniciativa privada y
la sociedad le atribuyen al arte un valor político decisivo por lo
que invierten en la cultura con el objetivo de generar plusvalía
política y económica. Por otro lado, el arte y las prácticas cultu­
rales tienen cabida en la misma red de estrategias y preguntas
que los movimientos sociales (en la Infoesfera).

119
Irmgard Emmelhainz

120

En un contexto en el que el campo político y mediático es­


tán profundamente unidos, las prácticas culturales contempo­
ráneas indican un nuevo orden social en el que el arte se ha
fusionado con la vida y en el que se privilegian la experiencia
vivida, la comunicación colectiva y la política performativa. A
su vez, la mercantilización de la cultura y su utilización como
un recurso, al igual que la unión entre arte, política y medios,
han impactado significativamente la forma en la que operan las
economías capitalistas. De forma paralela, la imagen se ha con­
vertido en una nueva forma de poder, ya que, por un lado, las
imágenes llevan información sin significado, automatizando el
pensamiento y la voluntad, pero por otro lado, el predominio
del trabajo cognitivo o inmaterial implica que la principal fuen­
te de plusvalía es la producción y diseminación de signos.1 En
otras palabras, el ‘trabajo creativo’ ha sido inyectado a todas las
áreas de la vida económica, abarcando la producción de la vida
social —las formas y estilos de vida—, una nueva forma de lo
común en cuyo centro se encuentra la cultura.
En este contexto, como lo indican Wood y Vidokle, la pro­
ducción de arte contemporáneo se encuentra cercada por una
red de protocolos que dictan las formas de producción del arte
que circula en exposiciones, galerías, bienales y ferias. Los ar­
tistas pueden, por ejemplo, tomar como temas las políticas de
exposición, guerras, dictaduras y violación de derechos huma­
nos en países lejanos, o llevar a cabo proyectos culturales para
desarrollar o mejorar comunidades en situaciones precarias, sin
embargo, están limitados a producir fuera de este tipo de arte
politizado de sensibilidad liberal. Esto se debe a la existencia de
un cerco sistémico que va más allá del consenso del mundo del
arte, ya que este mismo está fusionado con las sensibilidades
políticas que explotan su capacidad diplomática. Esto ocurre
porque se considera que la cultura, además de ser un recurso, es

1
Esto no quiere decir que la producción industrial haya dejado de existir, al
contrario, ésta se ha incrementado y en su mayor parte se ha trasladado a
países del tercer mundo.
Neoliberalismo y giro cultural: ¿Adiós al arte autónomo comprometido?

121

capital social y especulación financiera, haciendo que haya mu­


cho dinero en juego en su producción.2 Mientras que gobiernos
y coleccionistas invierten cantidades sin precedentes de dine­
ro en producción cultural, al arte se le considera activo fijo que
promete a los inversionistas beneficiarse de un mercado crecien­
te.3 Por eso, el arte está intrínsecamente ligado a procesos de
especulación financiera, producción, consumo y poder. A ello se
debe que la reestructuración neoliberal de la riqueza determine
qué tipo de arte y artistas entran en las redes hegemónicas de
exhibición y circulación, y lo que está en juego en la interacción
en estas redes.
En este sentido, el arte politizado es un tipo de arte que no
se desliga del poder: las condiciones de su producción no son si­
quiera tema periférico de debate, además de que no sea algo que
muchos artistas, críticos y productores culturales a nivel global
con intereses distintos a los hegemónicos hayan abordado. En
lo que sigue, analizaré las condiciones de producción del arte
contemporáneo bajo el neoliberalismo, elucidando el papel que
juega el “arte político” en las relaciones de poder e ideología
neoliberal, además de proponer si tiene cabida el arte autónomo
comprometido en este contexto.

El arte contemporáneo politizado y la política sensible

Desde el punto de vista del realismo materialista, algunas prác­


ticas estéticas han buscado mapear los flujos del capitalismo, las
condiciones de trabajo y vida. Por ejemplo, Fish Story (1996) y
The Forgotten Space (2010), de Allan Sekula, buscan romper con
la abstracción inherente a los procesos del capitalismo global. Ya
que los buques de carga encarnan la condición de posibilidad
material del capitalismo global, Sekula se da a la tarea de exami­

2
Anton Vidokle y Brian Kuan Wood, “Breaking the Contract”, en e-flux journal,
núm. 37, 2012. www.e-flux.com/journal/breaking-the-contract/
3
Ben Davis, “On Art and Investment”, en Art Agenda, 25 de Marzo, 2014. http://
art-agenda.com/reviews/on-art-and-investment/
Irmgard Emmelhainz

122

nar el flujo de mercancías por el mundo ligado al comercio ma­


rítimo y los puertos. También está Remote Sensing (2002), de Ur­
sula Biemann, una topografía de la trata sexual global ligada a la
migración de mujeres. En Timescapes/B-Zone (2005-2006), Angela
Melitopolous mapea la construcción de la infraestructura en Eu­
ropa que comunicará a la región entre sí y con otras para inser­
tarse en el flujo global de mercancía, gente y capital. Asimismo,
encontramos la serie de fotografías de Martha Rosler, In Place of
the Public: Airport Series (1983-1994), la cual visualiza las nuevas
formas de experiencia e interacción social transformadas por
la privatización del espacio público ejemplificado por los aero­
puertos. Los aeropuertos son ambientes altamente controlados
basados en una estética modernista avocada al consumo y, en
cierta manera, son el anteproyecto de nuestros actuales espacios
públicos-privados corporativos alrededor del mundo.
A través de mapeos congitivos, Sekula, Biemann, Melito­
polous y Rosler buscan visualizar las condiciones materiales
y las bases para los nuevos discursos (y prácticas) politizados
sobre la globalización. Otro ejemplo del trabajo estético realista
materialista es la exploración de Harun Farocki acerca de cómo
las imágenes nos miran y nos tocan en una era en la que están
íntimamente ligadas a los procesos neoliberales de control y
destrucción. Estas obras son autónomas y existen en un ámbito
cualitativamente distinto de los movimientos sociales, ubicados
en la tradición de la estética materialista de Brecht, Vertov, Go­
dard, etcétera.
En las últimas dos décadas ha surgido un nicho paralelo al
materialismo realista en la producción de arte y cine contem­
poráneos, que busca participar activamente en los procesos so­
ciales a través de varias vertientes y que pertenecen a distintos
ámbitos de la producción cultural. El predominio del “arte po­
litizado” podría explicarse con el hecho de que cuando se plan­
tea la relación entre arte contemporáneo y política, se considera
que de una u otra manera, el arte representa temas políticos o
politizados. Así, prevalece la idea que la conciencia que el arte
pueda engendrar al revelar las contradicciones “escondidas”
Neoliberalismo y giro cultural: ¿Adiós al arte autónomo comprometido?

123

del capitalismo tiene la capacidad de catalizar la acción o parti­


cipación política. Un ejemplo es la declaración de la misión de
Artes Mundi, la organización internacional de arte basada en
Gales y que reconoce y apoya artistas visuales contemporáneos
que “se comprometen con la condición humana, realidad social
y experiencia vivida”:

Artes Mundi ofrece la oportunidad única de reconocer ar­


tistas comprometidos en la transformación de la sociedad
contemporánea al considerar los temas urgentes que preo­
cupan al mundo y usando un lenguaje que habla tanto por
el individuo a nivel subjetivo y a la comunidad en una pla­
taforma social. Enfocado en la especificidad de lugar (site
specificity) y en la actualidad de sus intereses, los artistas de
Artes Mundi cierran la brecha entre el arte y la vida, enfa­
tizando con ello el papel del arte como parte integral de la
condición humana y el capital creativo de la humanidad.4

Aunque el presente sea siempre opaco para quien lo vive,


se le da también al arte la tarea de enseñarnos a ver y percibir
las cosas de manera distinta; se le considera entrenamiento para
observar, alimento de la imaginación colectiva, exégesis. Las ex­
posiciones y las bienales abordan temas que se perciben como
“políticas”: trabajo, pobreza, explotación, violencia, globaliza­
ción, guerra, migración, exclusión. Ejemplos de exposiciones
en México cuyos títulos subrayan la politización de sus conte­
nidos son: “Por amor a la disidencia”, “Ejercicios de resistencia”
(muac, 2012), “La institución redentora” (saps, 2012), “Resistien­
do al presente” (Museo Amparo-Puebla, 2011). En 2011, dos ex­
posiciones abordaron la injerencia del poder sobre los flujos de
información y los códigos de representatividad, al igual que la
indistinción entre arte, acción, movimientos sociales, apropia­
ción semiótica y medios, mismos que tuvieron lugar en el Museo
de Arte Moderno y en el Centro Cultural Digital Estela de Luz.

4
Véase www.artesmundi.org/en/about-us
Irmgard Emmelhainz

124

A escala internacional, está Manifesta 9 en Genk, Bélgica, la


bienal europea de arte joven a comisaría de Cuauhtémoc Medi­
na titulada “The Deep of the Modern” (que podría traducirse
como “Las entrañas del modernismo”). La exposición aborda la
economía política y la historia de la ciudad de Genk marcadas
por las minas de carbón. Las obras en la exposición abordan las
realidades del trabajo, la producción y el comercio del carbón,
e incluye un estudio iconográfico del carbón en el arte moderno
y la memorabilia de las minas de carbón exhibida en un mu­
seo. El carácter politizado de esta exposición se justificó con el
materialismo dialéctico de Walter Benjamin, planteándolo en la
incorporación de las huellas materiales del pasado industrial de
Genk en la exposición para renegociarlas en el presente. En este
caso, el arte ilustra el guión curatorial que señala las condiciones
y relaciones de producción de un momento histórico específico
de la etapa del capitalismo industrial.
Otro ejemplo es la Bienal de Berlin de 2012, que invitó al mo­
vimiento Occupy a participar y acampar en la sede más impor­
tante de la exposición (Kunstwerke). Un pequeño grupo tam­
bién de Occupy fue bienvenido por la curadora de Documenta,
Carolyn Christov-Bakargiev, al instalarse fuera del Friedericia­
num. Las intervenciones de Occupy tomaron prestadas técnicas
y tácticas del arte contemporáneo y ofrecieron una práctica de
cultura participativa y anti-elitista,5 como lo indica uno de los le­
treros colgando por ellos mismos en una de las salas de exposi­
ciones de Kunstwerke: “This is not our museum, this is your action
space” (“Esto no es nuestro museo, sino tu lugar de acción”). Re­
cientemente, la Fundación Jumex exhibió en su recinto de Eca­
tepec una retrospectiva del colectivo danés Superflex, titulada
“The Corrupt Show and the Speculative Machine” (2013-2014),
una serie de acciones y objetos que buscaban evidenciar la espe­
culación y corrupción al centro del sistema económico actual y
cómo la corrupción es contagiosa.

5
Julian Stallabrass, “Art as Radical Camouflage”, en New Left Review, núm. 77,
2012.
Neoliberalismo y giro cultural: ¿Adiós al arte autónomo comprometido?

125

Apegados a la misma política artística de Superflex y Occu­


py, extendiendo su práctica más allá de los confines del estudio
y enfocándose en la acción en el campo social, están también
las manifestaciones del arte “semi-autónomo”. Los artistas, si­
guiendo una ética de acción y compromiso social fuera del mun­
do del arte, se proponen intervenir en temas urgentes en la com­
plejidad de la esfera pública. Estas manifestaciones se exhiben
a veces en museos o se ejecutan dentro del marco de las institu­
ciones culturales. Esta forma de arte fusionado con la vida pro­
pone nuevas formas de experiencia cívica colectiva y se basa en
la comunicación e intercambio; se le conoce como arte relacio­
nal, arte de participación, arte comunitario, arte socialmente
comprometido, arte dialógico, entre otros. Según Bishop, el arte
socialmente comprometido se opone en principio —política y
estéticamente— al espectáculo, volcándose a la participación so­
cial como estrategia de trabajo. Partiendo de la premisa que “El
capitalismo contemporáneo produce sujetos pasivos con poca
posibilidad de actuar o sin empoderamiento”, el arte socialmen­
te comprometido busca activar al público contra el consumo
pasivo y privado del espectáculo, con el propósito de crear un
espacio compartido de compromiso social colectivo por medio
de gestos simbólicos o constructivistas de impacto social para
proponer alternativas.6 Estos trabajos proponen soluciones de
mejora a corto plazo, al contrario del arte tradicionalmente po­
litizado que se opone al statu quo y revela las verdades sociales
contradictorias.
En el campo de la producción cultural, tras décadas de ac­
tivación, se consolidó una alianza entre Estado, corporaciones,
mercado del arte e iniciativa privada. Dentro de este contexto,
la politización del arte puede implicar la búsqueda de apertu­
ras para manifestarse a favor del carácter público de las institu­
ciones culturales, defendiendo su autonomía del mercado y de

6
Claire Bishop, “Participation and Spectacle, Where are we now?”, en Nato
Thompson (ed.), Living as Form: Socially Engaged Art from 1991-2001. Cambridge,
Massachusetts, Creative Time/mit Press, 2012, pp. 34-46.
Irmgard Emmelhainz

126

los patronatos corporativos.7 Por ejemplo, heredero de lo que


se conoce como “crítica institucional”, está un proyecto reciente
del artista visual Jonathan Hernández que fue vetado por la di­
rectora del Museo Tamayo. Su contribución para la exposición
“Primer Acto” (2012) consistía en enlistar los gastos de remode­
lación del museo y de producción de sus exposiciones. Borran­
do la frontera entre deber ciudadano —exigir transparencia— y
crítica institucional —revelar los intereses hegemónicos detrás
de las políticas de exhibición de los museos—, intervenciones
como la de Hernández buscan exacerbar las tensiones entre las
instituciones, la opinión pública y el mundo del arte.
¿Qué tiene que ver todo esto con la autonomía del arte?
Como veremos, con el posmodernismo, el arte y la cultura se
colocaron al centro de los procesos sociales, políticos y econó­
micos, y ahora son inseparables del trabajo, la producción, el
consumo y la subjetividad. Bajo el neoliberalismo, el arte, en
particular, la cultura, en general, y la creatividad como herra­
mienta, aparte de tener un papel predominante en la produc­
ción y el consumo, son usados activamente como herramientas
de compensación y mejora. Por otro lado, el trabajo político ha
sido transformado en un ámbito de codificación usando formas
mediáticas con el propósito de crear un terreno sensible para
los actos políticos, creando un “imaginario activista” hecho de
campos políticos conformados por imágenes. La acción política
alojada en formas culturales implica hacer cosas públicas por
medio de los signos,8 hacer visible lo invisible bajo la premisa
que dicho acto es político. Esta “política sensible” es un nicho en
el arte contemporáneo y la producción cultural de imágenes que
se han dado a la tarea de “codificar actos políticos inestables en
formas mediáticas”. Algunos ejemplos podrían ser las fotogra­

7
Cuauhtémoc Medina, “Camaradas ocultistas, escondidos, opacados
(Respuesta de Cuauhtémoc Medina al cij)”, en: http://comiteinvisiblejaltenco.
blogspot.mx/
8
Megan McLagan y Yates McKee, “Introduction”, en Sensible Politics: The Visual
Culture of Nongovernmental Activism. Nueva York, Zone Books, 2012, pp. 9-22.
Neoliberalismo y giro cultural: ¿Adiós al arte autónomo comprometido?

127

fías de Trevor Paglen de sitios gubernamentales ultra-secretos,


la documentación de protestas, el cine documental en general, el
componente audiovisual de los movimientos sociales, las pues­
tas en escena de protestas y eslóganes de los sesentas de Sharon
Hayes, el proyecto Guaraná Power (2003), de Superflex,9 Penetra-
dos (2010), de Santiago Sierra, o Dining in Refugee Camps: The Art
of Saharahui Cooking (2013), de Robin Kahn.
Una de las ramas de la “política sensible” opera bajo la lógi­
ca de la intervención. Como la definió Foucault, en 1979, la in­
tervención es una manipulación de lo social para introducir un
conjunto de dispositivos liberatorios que buscan producir liber­
tad, desarrollo económico y emancipación cultural. El problema
es que las intervenciones corren el riesgo de caer exactamente en
lo opuesto de lo que pretendían, convirtiéndose así en un mue­
lle de control. La lógica de la intervención en el ámbito militar,
por ejemplo, implica “hacer el bien en otros lados” brindando
desarrollo económico e infraestructura, como las intervenciones
de Estados Unidos en Irak y Afganistán.
Asimismo, bajo la premisa de “hacer (incuestionablemente)
el bien”, la intervención site-specific en el ámbito de la cultura ha
sido uno de los modos predominantes de las prácticas estéticas.
Por ejemplo, las bienales aquí y en otros lados se caracterizan
por implementar dispositivos culturales “liberatorios” a corto
plazo en lugares públicos. No es por azar que “InSite”, la bienal
que instituyó este modelo de práctica cultural intervencionista
en los noventas, haya sido creada en la frontera en Tijuana/San
Diego, cuando se firmó el tlc. La Proyección de Tijuana (2001), de
Krzystof Wodiczko, producida en este contexto es tan icónica
de esta rama de la producción cultural así como problemática.
Wodiczko partió de la premisa que la tecnología es liberato­
ria y creó un aparato con audífonos y una cámara conectados
a una proyección de 60 metros de diámetro. Con este aparato,
Wodiczko quiso dar voz a las mujeres que trabajan en condi­

9
Marc-James Leger, The Neoliberal Undead. Nueva York, Zone Books, 2013.
Irmgard Emmelhainz

128

ciones de esclavas en las maquiladoras de Tijuana. Poniéndose


el aparato de Wodiczko, las mujeres dieron testimonio de ha­
ber sido abusadas sexual y laboralmente, además de vivir en
familias disfuncionales con alcoholismo y violencia. A su vez,
sus testimonios fueron proyectados en vivo en la plaza pública
delante del Centro Cultural de Tijuana. De esta manera, Wo­
diczko creó una plataforma liberatoria para que estas mujeres
pudieran denunciar sus problemas. Es decir, el sitio discursivo
del que hablaron fue el de víctimas. Discutiblemente, sus voces
se dirigieron a una forma de poder virtual y a un espectador co-
presente, a quien se dirigieron desde la proximidad absoluta a
nivel de afecto. En este sentido, la posición de la víctima alienó
a la víctima, transformándola en objeto estético en un circuito
cultural ajeno a sí mismo, impidiendo la subjetivación política.
(Después de que el artista se fue de Tijuana, las mujeres sufrie­
ron represalias de sus patrones por haber colaborado con él.) Al
escuchar y mirar, los espectadores aceptaron los términos éticos
de las demandas hechas por las imágenes y, sin embargo, los es­
pectadores, mientras que pertenecen a una clase más privilegia­
da que las obreras, se mantuvieron cómplices con la situación a
nivel macro, aquella que llevó a las mujeres a dicha situación en
primer lugar, pues compran bienes electrónicos baratos ensam­
blados por mujeres como ellas. La intervención de Wodiczko,
por lo tanto, hace evidente la enorme y problemática brecha que
existe en cómo los artistas tienden a posicionarse a sí mismos
vis-à-vis condiciones no igualitarias y explotadoras del capitalis­
mo global; las denuncian por medio de su arte en redes de con­
sumo y distribución de arte que florecen en la desigualdad y la
explotación, por ejemplo, al ser subsidiados por corporaciones,
gobiernos u oligarcas corruptos.
De cierta manera, la política sensible ha adaptado la acción
política a la producción cultural y a los gustos neoliberales, a su
sensibilidad humanitaria y a la despolitización general. Borran­
do las fronteras entre la vida cotidiana, la realidad política y la
intervención creativa, este tipo de intervenciones tienden a no te­
ner un programa político. Algunas veces están impregnadas de
Neoliberalismo y giro cultural: ¿Adiós al arte autónomo comprometido?

129

pasiones tristes (cinismo, impotencia, melancolía) y se quedan


cortos al expresar o transmitir la solidaridad. Otros problemas
de la política sensible son que lo que representa en términos polí­
ticos es vago, y que transforman a la acción política en una cues­
tión de expresión. Esta forma de política en el ámbito de los sig­
nos es además una versión reductiva de la definición de política
de Rancière: “La política es primero que nada, y principalmente,
una intervención en lo visible y lo decible”.10 En este contexto, la
visibilidad y el reconocimiento se han convertido en un problema.
¿Cómo hemos llegado a esto? Estamos informados de los
horrores, abusos, violación de derechos humanos y abusos de
poder por todo el mundo. Por un lado, estar informado se ha
convertido en una forma de politización en sí misma, y, por
lo tanto, en una manera de normalizar la injusticia, rebajando
nuestros estándares éticos y políticos, y haciéndonos cómplices
de la barbarie neoliberal. Por otro lado, la política sensible re­
presenta a la política de forma abstracta y distanciada, mientras
que difunde una forma de acción política sin el análisis teórico
previo necesario. Confundiendo al “artivismo” con la micro-
política, la política sensible ejerce una política que no está dis­
puesta a pagar el precio de la lucha política real. Vale la pena
evocar aquí la película pornomiseria del belga Renzo Martens,
Enjoy Poverty (2009), la cual de manera auto-reflexiva transmite
la indignación moral impotente delante de la economía de la
producción de imágenes que dan testimonio a las condiciones
de pobreza extrema en las que viven los habitantes del Congo.
La película es una crítica a los artistas “preocupados”, en par­
ticular, y de los documentalistas, en general, al igual que a los
fotoperiodistas que explotan la premisa occidental que las cosas
pueden mejorar si se visualiza el sufrimiento y la abyección de
los países en vías de desarrollo. La película muestra también
cómo la pobreza puede ser también un activo fijo en las regiones
de poco desarrollo porque ésta tiene una función específica para

10
Jacques Rancière, “Ten Theses on Politics”, en: /www.egs.edu/faculty/
jacques-ranciere/articles/ten-thesis-on-politics/
Irmgard Emmelhainz

130

los ciudadanos de países ricos: hacer que la gente afluente sienta


que puede cambiar las cosas. La película de Martens, al igual
que su proyecto de introducir el “trabajo cognitivo” a Congo,
están, sin embargo, empapados de pasiones tristes y, por lo tan­
to, contribuyen a mantenernos impotentes, en les années d’hiver
(los años invernales).
El historiador del arte T. J. Demos ha categorizado Enjoy Po-
verty dentro de una serie de obras de arte contemporáneo “preo­
cupadas” lidiando con los espectros del colonialismo presentes
en actuales situaciones de desigualdad entre el Norte y el Sur.
Para Demos, estas obras buscan confrontar la conciencia de Eu­
ropa con su pasado colonial y con el hecho de que la era colonial
no ha terminado sino que sigue su curso. A su modo de ver, la
tarea política de este género de arte conjura los fantasmas de
la modernidad contra la amnesia y la falta de reconocimiento
alineando la política del arte con la lucha contra el olvido.11 Y,
sin embargo, mientras que la distinción de Demos entre Norte
y Sur ya es obsoleta, pues hoy en día existen burbujas de privi­
legio y sofisticación en el Tercer Mundo y enclaves de miseria
y exclusión en el Primero Mundo, su marco de melancolía mo­
dernista mantiene a este tipo de intervenciones dentro de un
ruego moralizante de reconocimiento a los excluidos eludiendo
la posibilidad de verlos como iguales y, por lo tanto, como en­
tes con potencial de auto-definirse política y estéticamente, sin
la posibilidad de reescribir su propia historia de colonización a
través del lente del presente.
Uno de los problemas que hace evidente la ubicuidad de la
política sensible es que la brecha entre la representación estética
y política es, en nuestra actualidad pos-política, más amplia que
nunca. Representar implica “hacer presente a lo ausente”, una
tarea que siempre se queda incompleta porque es imposible re­
producir la totalidad, y funciona en dos sentidos: como Vertreten
(o representación política) que significa tomar el lugar de otros

11
T. J. Demos, Return to Postcolony: Specters of Colonialism in Contemporary Art.
Berlín, Sternberg Press, 2013.
Neoliberalismo y giro cultural: ¿Adiós al arte autónomo comprometido?

131

para hablar en su nombre, y como Darstellen (o representación


estética) que es la forma de representación que implica descri­
bir a los otros en primera persona. Así, la representación fue
puesta en crisis en los sesentas, acusada de esconder el hecho de
que el hablante ocupa el lugar del representado, trabajadores y
minorías que fueron animados al hablar en su propio nombre
y en primera persona. Hoy en día, la brecha entre representa­
ción política (Vertreten) y representación estética (Darstellen) es
más amplia que nunca porque lo que sea que representen las
acciones políticas codificadas en formas mediáticas es inestable.
En parte, la política se ha hecho inestable porque es imposible
de representarla debido a la falta de sujetos políticos estables,
ya que los sujetos políticos son enunciaciones colectivas que se
encuentran en un constante “devenir”.12 En este contexto, la po­
lítica “expresiva” se valora sobre la representación porque “en­
carna subjetividades rebeldes expresándose sin delegación y lo
hacen a través de la riqueza formal y simbólica”.13 El problema
es que existe una falta de bases comunes para universalizar la
multiplicidad (como archipiélagos) de las luchas singulares y
los movimientos sociales dispersos en el mundo. Ello ha dado
lugar a un conjunto de luchas esporádicas, demostraciones y
ocupaciones aisladas sin significantes que pudieran abarcar to­
dos los temas que nos ocupan como colectivo.
Irónicamente, la antigua perspectiva internacionalista de la
izquierda ha sido sustituida por los titanes asesinos del capita­
lismo. Una nueva plutocracia de mentalidad liberal lleva a cabo
acciones de caridad y responsabilidad social, buscando cambiar
al mundo aplicando las mismas fórmulas que los enriquecieron.

12
Michel Goddard, “‘Media Ecology, Political Subjectivation and Free Radios”,
en The Fiberculture Journal, núm. 17, 2011. http://seventeen.fibreculturejournal.
org/fcj-114-towards-an-archaeology-of-media-ecologies-%E2%80%98media-
ecology%E2%80%99-political-subjectivation-and-free-radios/
13
Marcelo Expósito, “Lecciones de historia. El arte, entre la experimentación
institucional y las políticas del movimiento”, conferencia en el “VII Simposio
Internacional de Teoría sobre Arte Contemporáneo (sitac): Sur, sur, sur, sur...”,
2009. http://marceloexposito.net/pdf/exposito_sitac.pdf
Irmgard Emmelhainz

132

Esta nueva plutocracia, oligarcas que dirigen los monopolios


corporativos globales y otros jugadores de las grandes institu­
ciones financieras, emergieron gracias a la transformación del
capitalismo de estado por las políticas neoliberales de libre mer­
cado. Estos cambios en el capitalismo obligan a crear una nueva
forma de política más allá de las divisiones de clase, las luchas
de decolonización y el anti-imperialismo, para dar cuenta de las
nuevas formas de poder, sujeción, explotación y la nueva ola de
acumulación primitiva.
Desde esta perspectiva, el discurso actual de exclusión, por
ejemplo, es demasiado débil para ofrecer una base social para
confrontar al sistema. Los explotados no son sólo aquellos que
producen o crean, sino también los condenados a no crear. Por
lo tanto, la dominación está inscrita en la propia estructura del
proceso de producción, y es por eso que todo el mundo puede
contar con una libertad e igualdad (formal y graduada) sin acce­
so a trabajo, educación, servicios de salud, habitación, servicios
o bienes. De esta manera, hoy en día el arte y la cultura están al
centro de los procesos neoliberales, ya que son instrumentali­
zados como agentes de la globalización, así como herramientas
de mejora y desarrollo, contrainsurgencia y pacificación. Así, el
proyecto cultural neoliberal ha acabado con la idea de militancia
política pues las únicas soluciones aceptables en la actualidad
son las versiones occidentales de la democracia o el capitalismo
liberal, mientras que las ideas revolucionarias, si no son usadas
como un cliché para el mercadeo cultural, se consideran utópi­
cas y criminales. Cualquiera que se resista a recibir lecciones
de moral sobre la lucha armada o la violencia, es marginaliza­
do en nombre de la seguridad y los derechos. Paradójicamente,
las guerras trasnacionales —contra las drogas, contra el terro­
rismo— están siendo libradas en nombre de la seguridad y los
derechos humanos.
En este contexto, la política sensible existe para y por su pro­
pio público, conformado por productores culturales con sensi­
bilidades políticas liberales. La infraestructura cultural funciona
como plataforma para la política sensible en la que curadores,
Neoliberalismo y giro cultural: ¿Adiós al arte autónomo comprometido?

133

directores de museo y miembros del patronato (que a veces re­


presentan intereses corporativos) seleccionan y contextualizan
el arte que presenta ciertos eventos y acciones sociales y, por lo
tanto, circunscriben las fronteras del pensamiento politizado en
la esfera pública.

Arte contemporáneo y democratización de la cultura

El arte contemporáneo existe en la misma temporalidad que la


cultura y, por lo tanto, se ha integrado a ella. La cultura es el
proceso social a través del cual comunicamos significados para
darle sentido al mundo, construimos identidades y definimos
creencias y valores. A finales de los noventas, Jameson decla­
ró que el espacio social estaba completamente saturado con la
imagen de cultura.14 Esto se debió a que en sus actividades co­
tidianas y profesionales, además de las diversas formas de en­
tretenimiento, la sociedad consume todo el tiempo productos
culturales. Ello caracteriza el giro cultural posmoderno, el cual
fue elaborado por George Yúdice al observar, en 2003, que los
usos de la cultura se habían expandido sin precedentes no solo
al mercado, sino también a lo social, lo político y lo económico.
Según Yúdice, ya que el Estado y las corporaciones utilizan la
cultura como herramienta buscando lograr una mejora socio­
política y económica para resolver, por ejemplo, la violencia y
el crimen de una manera pacífica, o reconstruir el tejido social,
o transformar la sociedad, generar empleos y aumentar la par­
ticipación ciudadana, la cultura se ha transformado en un re­
curso.15 En México, por ejemplo, una de las prioridades de los
gobiernos panistas fue “el desarrollo y democratización de la
cultura”. Por eso el gobierno invirtió cantidades presupuestales

Fredric Jameson, The Cultural Turn. Nueva York, Verso, 1998, p. 111.
14

George Yúdice, “El recurso de la cultura”, en:


15

www.columbia.edu/cu/spanish/courses/spanish3330/9cultural/yudicecultura.
pdf y G. Yúdice, The Expediency of Culture: Uses of Culture in the Global Era.
Durham, Carolina del Norte, Duke University Press, 2004.
Irmgard Emmelhainz

134

sin precedentes en gestión, difusión y producción cultural, invi­


tando y facilitando la participación de patrocinadores corpora­
tivos y privados, colaborando con el mercado del arte al invertir
en la feria de arte contemporáneo maco y, en general, implan­
tando un programa oficial para orientar al desarrollo simbólico
y satisfacer la demanda de bienes culturales y creativos.16
El regreso del pri, en 2012, implicó un seguimiento de las
políticas ya impulsadas por el pan, pero siguiendo el modelo
de culturización de los problemas sociales como solución al res­
quebrajamiento del tejido social y la violencia. Por ejemplo, en
enero de 2014, Peña Nieto inauguró el “Programa Cultural para
la Armonía” en el Estado de Michoacán, que tiene como objeti­
vo contribuir a la reconstrucción del tejido social al transformar
espacios públicos mediante el arte.17 En general, el gobierno de
Peña Nieto considera a la cultura como parte esencial del desa­
rrollo general que promueve. En este sentido, Rafael Tovar y de
Teresa, el presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las
Artes, busca brindar una perspectiva de inclusión social con la
acción cultural a partir de los siguientes ejes: aumentar el diálo­
go entre el estado y los intelectuales; promover la equidad con
la cultura; conservar y aprovechar el patrimonio y la infraes­
tructura culturales; estimular la creación y el desarrollo cultural
productivo; y ampliar el diálogo y el intercambio cultural entre
México y el mundo.18 Privilegiar a la cultura como un sitio aven­
tajado en el campo social para transformar la sociedad, resaltar

16
Carlos Lara González, “Un año de gestión cultural y perspectivas para el
desarrollo de la política cultural del sexenio”, en www.fundacionpreciado.
org.mx/biencomun/bc153/c_lara.pdf; Leonor Flores, “Política cultural ineficaz,
pese a mayores recursos”, en El Economista, 17 de Mayo de 2011; Javier
Aranda Luna, “No más cultura de utilería”, en La Jornada, 27 de Junio de 2012;
Conaculta Cuaderno 13: Patrimonio cultural y turismo Gestión cultural: planta viva
en crecimiento. Encuentro Internacional de Gestores y Promotores Culturales,
Guadalajara, 2006.
17
“Peña Nieto lanza programa de cultura en Michoacán por la paz”, en La
Jornada, 18 de Enero de 2014. www.jornada.unam.mx/2014/01/18/cultura/
a02n1cul
18
Idem.
Neoliberalismo y giro cultural: ¿Adiós al arte autónomo comprometido?

135

la dimensión “social” de la cultura,19 y realizar el trabajo cultural


con enfoque social, son políticas que evidentemente consideran
a la cultura como un transformador social, económico, político
y hasta turístico. En este contexto, la política cultural del pri im­
plica tomar acción e invertir en programas sociales, educativos
y culturales para transformar la realidad violenta del país. La
ciudad de Medellín, en Colombia, es aquí el ejemplo a seguir
como ciudad que venció la violencia con la cultura.20
La tendencia de “democratizar la cultura” no es exclusiva
a México y está inspirada en la definición de cultura propues­
ta por la Declaración Universal de la Diversidad Cultural de la
unesco. Según esta declaración, la cultura juega un papel crucial
en el desarrollo económico y social, ya que las industrias cultu­
rales y creativas generan empleos e ingresos y atraen inversio­
nes.21 Las directivas del consenso global sobre la funcionalidad
de cultura como ente democratizador y paliativo de los efectos
de la violencia, establecen un lazo entre promoción cultural,
democracia y libertad cultural, con el objetivo de ampliar las
opciones individuales e incitar la participación activa del pue­
blo, para que se respeten otras culturas y promover la libertad
de elegir la identidad propia (y respetar la de los demás). Sin
embargo, a pesar de las altas expectativas que se tiene sobre la
utilidad de la cultura, los efectos demostrativos del arte politi­
zado y la organización de discusiones e intercambios culturales
son impredecibles.
La relación entre la esfera cultural y la política, es decir, la
instrumentalización de la cultura en nombre de la política, no

19
“La política cultural es un campo privilegiado para el campo social:
Rafael Tovar”, en La Jornada, 17 de Diciembre de 2013. www.jornada.unam.
mx/2013/12/17/cultura/a05n2cul
20
Michael Kimmelman, “A City Rises, Along with its Hopes”, en The New York
Times, 18 de Mayo de 2012. www.nytimes.com/2012/05/20/arts/design/fighting-
crime-with-architecture-inmedellin-colombia.html?pagewanted=all&_r=0
21
“Plan Nacional de Desarrollo del gobierno de Felipe Calderón, 2007-2011,
3.8, Objetivo 21”, en: http://pnd.calderon.presidencia.gob.mx/igualdad-de-
oportunidades/cultura-arte-deporte-y-recreacion.html
Irmgard Emmelhainz

136

es nueva y, sin embargo, de acuerdo con Yúdice, los proyectos


culturales de la unesco, la sociedad civil globalizada, las organi­
zaciones no gubernamentales (ong), los Estados, el mercado, los
gestores e ingenieros culturales, junto con los trabajadores de las
industrias cultural y creativas, han operado una transformación
sin precedentes en lo que entendemos como cultura y lo que
hacemos en su nombre.22 Esta transformación evoca una trillada
contradicción entre la trivialización de los productos culturales
para servir al mercado de consumo de masa, lo cual se percibe
como algo negativo, y el proceso de democratización cultural,
que se ve como algo positivo. Trascendiendo esta contradicción,
lo que me interesa elucidar es porqué el arte —subsumido a las
industrias culturales y creativas, subsidiado por el Estado, el
mercado y las corporaciones, y abocado a ser “útil”— es consi­
derado bajo el régimen neoliberal como un campo privilegiado
de politización y hasta parte integral de la acción política y voz
en las prácticas contra-hegemónicas.

Arte y el orden neoliberal

En general, en el ámbito de la producción de arte, el neolibera­


lismo ha significado la privatización o la colusión entre el sector
público y el sector privado para subsidiar al arte. En la última
década, el neoliberalismo ha jugado un papel importante en la
inversión de la cultura. Esto es porque tanto instituciones como
corporaciones “han buscado tomar un papel visible en comu­
nicar la perspectiva de la empresa privada en una variedad de
temas públicos críticos”.23 De acuerdo con Sholette, la influencia
corporativa en el arte ha motivado la transformación del capital
cultural público en capital económico privado. Si el apoyo del

22
G. Yúdice, “La el recurso de la cultura”, en: www.columbia.edu/cu/spanish/
courses/spanish3330/9cultural/yudicecultura.pdf
23
Gregory Sholette, Dark Matter: Art and Politics in the Age of Enterprise Culture.
Nueva York, Pluto Press, 2004, p. 259. www.gregorysholette.com/wp-content/
uploads/2011/04/05_darkmattertwo1.pdf
Neoliberalismo y giro cultural: ¿Adiós al arte autónomo comprometido?

137

Estado a las artes partía de la premisa de que la cultura era un


bien para la nación, hoy en día, las corporaciones se han apro­
piado de esta función, ya que al tiempo que generan plusvalía
económica, en mercadeo y relaciones públicas, patrocinan y son
jueces de concursos de arte, ofrecen premios y coleccionan arte,
además de promover su perspectiva en temas públicos críticos.24
La lógica de la simbiosis entre la sensibilidad corporativa y la
estética ha sido descrita en un artículo de 1998 por la historiadora
del arte, Chin-tao Wu, quien subraya cómo las corporaciones se
apropiaron del concepto de innovación para redefinir su signifi­
cado en términos corporativos. Wu cita una declaración de John
Murphy, el vicepresidente ejecutivo de Philip Morris Inc., con
respecto al patrocinio que dio su compañía a la decisiva exposi­
ción de 1969, “When Attitudes Become Form”, una exposición
que marcó un hito en la historia del arte presentando la versión
europea del arte conceptual: “Sentimos que es apropiado parti­
cipar en acercar estas obras al público, porque hay un elemento
clave en este ‘nuevo arte’ que tiene su contraparte en el mundo
de negocios. Dicho elemento es la innovación--sin la que sería im­
posible que cualquier segmento de la sociedad progresara”.25
Esta declaración marca el comienzo de una era en que las
corporaciones, la economía y el arte crítico/vanguardista co­
menzaron a compartir el valor de base de la innovación, conoci­
do también como innovación disruptiva o destrucción creativa.
Esto implica que la vanguardia modernista crítica fue imbuida
de mercadeo, finanzas y consumo. Recientemente, “When At­
titudes Become Form” fue recreada en un palacio barroco en
Venecia bajo el auspicio de la Fondazione Prada, curada por
Germano Celant, el curador original de la exposición, en diálo­
go con Thomas Demand y Rem Koolhas. Las modernas salas del
Kunsthalle fueron reproducidas en el palacio veneciano a partir
de las fotografías que las documentaron. Pero, ¿qué está en jue­

24
Ibid., pp. 260-261.
25
Chin-tao Wu, “Embracing the Enterprise Culture: Art Institutions since the
1980s”, en New Left Review, núm. 230, 1998, p. 31.
Irmgard Emmelhainz

138

go aquí? La afirmación del estatus del arte conceptual y minimal


como la génesis del arte contemporáneo global entendido como
objeto de diseño y leisure, el aplanamiento de sus aspectos críti­
cos y teóricos, y la consolidación del mecenazgo corporativo de
las artes ligado al glamour y a la industria de la moda.
Tomando esto en cuenta, la evolución cultural mexicana se
ha caracterizado por un pasaje gradual del mecenazgo del Es­
tado al mecenazgo privado. Es decir, un gesto tanto financiero
como espiritual que han tenido ciudadanos privilegiados que
buscan aportar a su comunidad abriendo democráticamente el
acceso a sus colecciones de arte, lo que no está motivado por el
desinterés, ya que como hemos visto, la cultura es considerada
vital para acrecentar el “capital humano” del país. Así, el arte se
entiende como un activo privilegiado para invertir. Un ejemplo
de la transición entre el mecenazgo estatal y el mecenazgo pri­
vado es el caso del coleccionista Andrés Blaisten, quien fue invi­
tado por la unam en 2007 para a mostrar su colección al público
en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco.
En el ámbito corporativo, los dos museos en la Plaza Car­
so del Nuevo Polanco no podrían ser más distintos. El Museo
Soumaya (2011), que alberga una parte de la colección de arte
mexicano y europeo de Carlos Slim, es de diseño arquitectónico
atrevido y llamativo. Al ser de acceso gratuito, es de carácter
más bien populista. En contraste, el Museo Jumex (2013) es dis­
creto, elegante y refinado; aloja la colección de arte contemporá­
neo internacional de Eugenio López y se puede visitar pagando
una cuota de 30 pesos.26 Ambos son ejemplos de museos priva­
dos ligados a las misiones corporativas de las empresas que los
sustentan. Esto es subrayado, por ejemplo, por la similitud en
la tipografía del Museo Soumaya y Sanborns, cadena de restau­
rantes, farmacia y tienda, también propiedad de Carlos Slim.
La presencia de otra de sus compañías en el museo a través del
Aula Digital Telmex, hace que en un mismo registro sensible

26
A partir del 2016, el salario mínimo en México es de $73.04 pesos, de acuerdo
al Diario Oficial de la Federación.
Neoliberalismo y giro cultural: ¿Adiós al arte autónomo comprometido?

139

aparezcan servicios consumibles y sus logotipos, imagen cor­


porativa y colección de arte. Al contrario, para el Museo Jumex,
hacer visible un lazo directo entre su colección y la empresa,
sería de mal gusto, aunque sea ubicua la práctica de beber Ju­
mex en sus oficinas. En este sentido, el Museo Jumex está a la
vanguardia de las colecciones de arte corporativas, ya que se
adhiere a un profesionalismo, ética y estándares internacionales
pre-establecidos por el mundo del arte que tiende a mantener
una distancia discreta de las corporaciones que lo subsidian, por
ejemplo, usando sus logos en el muro inicial de la exposición y
en las últimas páginas de los catálogos. Si la colección de Slim
es indistinguible de la compañía, reflejando el carácter de su mi­
sión de filantropía corporativa cultural, la colección Jumex es el
símbolo del enfoque único representado por el buen gusto y la
sensibilidad estética de su dueño. En efecto, ninguna institución
pública (ni privada) posee un acervo equivalente a la colección
Jumex en México, enfocada en arte minimalista y conceptual
desde los sesentas. En este sentido, la colección Jumex se adhie­
re a la nueva forma de pensar las colecciones de arte corpora­
tivas —como privadas— y su relación con el público. Además
de las piezas “históricas” de los años sesentas, el Museo Jumex
aloja una colección de artistas jóvenes o vivos y tiene su propio
cuerpo de especialistas, filosofías, estándares y visión estética,
que están al día con respecto a las vanguardias estéticas del mer­
cado y reconocidas en el ámbito del arte a nivel global.
A diferencia de los museos de Estado, cuya misión es difun­
dir, exhibir y educar sobre arte, a partir de una narrativa que
puede ser mítica, histórica, identitaria o canónica para reforzar
la meta-narrativa que une al pueblo como tal, los museos pri­
vados tienden a ser estratégicamente usados para el desarrollo
de la identidad e imagen de una compañía. Asimismo, son lu­
gares de canalización de fondos, ya que además de los subsi­
dios directos que proporciona el Estado en cuanto a exención
de impuestos a las corporaciones que coleccionan arte, este mis­
mo es considerado un activo fijo como el oro o un inmueble, ya
que ofrece rendimientos estables a largo plazo. En este sentido,
Irmgard Emmelhainz

140

las alianzas entre los coleccionistas fortalecen el mercado inter­


nacional, haciendo que la adquisición de arte sea una garantía
para proteger el dinero que no saben en qué gastar o invertir.27
Mientras que cualquier museo es un lugar en el que se orga­
nizan la memoria y la relación con la memoria, los objetos tan­
gibles y exposiciones de los museos privados y/o corporativos
reflejan los intereses tanto de la compañía como el gusto de sus
dueños. Según asesores de arte, el principal impulsor a la ad­
quisición del arte es el “valor emocional” (84%), aunque el 61%
se refiere también al valor social (estatus, prestigio, relaciones)
y 60% por la exclusividad.28 En ese sentido, el objetivo principal
de un museo privado es ser instrumento de relaciones públicas
y mercadeo. Así, la vocación del Museo Soumaya es enunciada
por el mismo Slim:

Creemos en la importancia de que este museo sea parte de


la población mexicana, poniendo este inmueble y su colec­
ción a disposición de la ciudad y del país, con la intención
y compromiso de contribuir en la formación y desarrollo
de capital humano, procurando enriquecer y compartir la
historia del arte, la cultura mundial y la historia de México.
Buena parte de la obra que incluye el Museo Soumaya es
europea, con el fin de tener disponible en México dicha co­
lección para aquellos mexicanos que no han podido viajar
fuera del país para que también tengan acceso a este arte y
disfrutarlo.

Según su página web, el museo recibe un promedio de 3,500


visitantes al día y lo han visitado 3,000 escuelas, asilos y casas
hogar que reciben desayunos, visitas guiadas y talleres educa­

27
Leticia Gasca Serrano, “Todos coinciden: invertir en arte es buena opción”,
en El Economista, 13 de Febrero de 2012. http://eleconomista.com.mx/
entretenimiento/2012/02/13/todos-coinciden-invertir-arte-buena-opcion.
28
L. Gasca Serrano, “Arte en México, ¿cómo se compra?”, en El Economista, 13
de Febrero de 2012. http://eleconomista.com.mx/entretenimiento/2012/02/13/
arte-mexico-como-se-compra
Neoliberalismo y giro cultural: ¿Adiós al arte autónomo comprometido?

141

tivos gratis. El Aula Digital Telmex es un espacio dotado de re­


cursos, herramientas y dispositivos digitales para “innovar los
procesos de enseñanza-aprendizaje y favorecer el desarrollo in­
tegral de la comunidad escolar”.29
El museo fue diseñado por el arquitecto y diseñador Fernan­
do Romero, el yerno de Slim. Vestido con mosaicos hexagonales
de aluminio, podría confundirse con un excéntrico monumento:
entre corset y torre de enfriamiento de reactor nuclear, fue un
proyecto que Romero propuso para Beijing pero que nunca se
realizó. Su valiente ostentación contrasta con el acercamiento
conservador a la manera en la que se exhibe el arte en su inte­
rior. Las piezas de la colección son de calidades dispares entre
las cuales pocas son excepcionales. La calidad de la colección es
mancillada por las vitrinas que alojan algunos de sus objetos, el
techo de lámina, la luz neón que ilumina casi todas sus salas y
el descuido general del recinto. A esta “sensibilidad filantrópica
Slim”, quien contribuye billones a fundaciones pero no a pro­
gramas contra la pobreza, porque según él, crean dependencia,30
se le unen las obras de teatro de Broadway en el Teatro Telcel y
el periódico estadounidense, New York Times. O como se ha di­
cho cínicamente, la teoría del goteo es siempre válida, porque si
los caballos de los ricos tienen alimento en abundancia, al pasar
siempre dejarán unos granos en los montones de estiércol. El
Museo Soumaya le abre sus puertas a las masas, a las cuales les
da igual pasearse en su interior que en el de un Sanborns, ade­
más de que ha servido de escaparate diplomático y antesala de
negocios; en 2011, la presidenta argentina Cristina Fernández
fue agasajada allí en una cena de negocios con Slim, incluso an­
tes de hacer la visita oficial a Calderón.
En este sentido, el Museo Jumex no podría ser más distinto.
Es un enclave de poder para hospedar a la élite local sedienta
del refinamiento y de la exclusividad que brindan el arte con­

Véase www.telmexeducacion.com/proyectos/Paginas/aula-telmex.aspx
29

Rodolfo Acuña, “The Age of the Billionaires”, en Counterpunch, 12 de Diciembre


30

de 2013. www.counterpunch.org/2013/12/27/the-age-of-thebillionaires/
Irmgard Emmelhainz

142

temporáneo, al tiempo de ser escaparate de la ambición de la


empresa a nivel global en el ámbito económico, social y artístico.
Para la inauguración del museo, hubo una fiesta de 3 mil invita­
dos, entre los cuales 700 —curadores, galeristas, coleccionistas
que tienen el papel de asegurar que los artistas que Jumex apoya
sean buena inversión financiera— fueron traídos de todas las es­
quinas del mundo. La fiesta tuvo lugar en el Estado Mayor Pre­
sidencial. Según cuentan las crónicas, las escaleras de acceso se
cubrieron de lámina de oro, costó 3 millones de dólares y el salón
fue diseñado por Etienne Russo, productor de pasarelas de Cha­
nel, Jean-Paul Gautier y Dries van Norten. Entre los asistentes
estaban directores y curadores del Guggenheim, lacma, MoMA
PS1 y el New Museum, el consejo de la Serpentine Gallery de
Londres, el crítico y curador Hans Ulrich Obrist, los galeristas
Paul Schimmel y Monika Sprüth, Lorena Jáuregui, la directora
del fonca, coleccionistas de todo el mundo y artistas como Anri
Sala, Thomas Demand, Adam McEwen y Lari Pittman.31
Con su elegancia restringida, el edificio del Museo Jumex,
concebido por el arquitecto británico David Chipperfield, es
generoso pero no monumental. Si el Museo Soumaya es torpe
y temerario en su querer parecer arquitectura posmoderna, el
neomodernismo sofisticado y refinado del Museo Jumex recuer­
da a Mies van der Rohe, I.M. Pei, Luis Barragán y Ricardo Le­
gorreta. Los pisos y muros están recubiertos de travertina, y el
techo está rematado con triángulos alzados, asemejando dientes
de sierra, que evocan al patrimonio manufacturero del área al
tiempo que bañan al arte exhibido en su interior en luz natural.
El museo se inauguró con una exposición de siete esculturas de
Fred Sandback instaladas entre 50 obras de la colección. El título
de la exposición, Un lugar en dos dimensiones..., evoca la existen­
cia de realidades paralelas, tal vez las realidades diferenciadas
que coexisten en el país: la de los que visitan este museo, los que
visitan exclusivamente al museo de enfrente, y los que no van

31
Linda Yablonski, “Creative Juices”, en artforum.com, 25 de Noviembre de
2013. http://artforum.com/diary/id=44217
Neoliberalismo y giro cultural: ¿Adiós al arte autónomo comprometido?

143

a museos. Asimismo, el museo reúne obras que en su conjunto


subrayan su aspecto lúdico y formal, enfatizando la tendencia al
diseño del neo-conceptualismo y neo-minimalismo. En la cura­
duría de la retrospectiva de James Lee Byars, se plantea al arte
como objeto de contemplación para subrayar la perfección, la
belleza y el equilibrio (valores espirituales secularizados). Trans­
formando en fetiches museográficos objetos como el vestuario
que hizo para vincular dos o más personas, con resonancias a
los experimentos de Lygia Clark, la retrospectiva neutraliza el
carácter social y político de su obra. Ambas exposiciones son el
resultado de fórmulas de curaduría pre-fabricadas en los gran­
des museos imperiales con una obra escogida en el mercado del
arte. Pareciera que el enfoque de las exposiciones es contribuir
a discusiones entre colegas del mundo del arte, incluyendo al­
gunos estudiantes de arte. Sin embargo, las exposiciones ni son
académicas ni se insertan en un diálogo global sobre la historia
del arte reciente. Más bien, le dan forma a la manera en la que
el público se puede acercar al arte para disfrutarlo y discutirlo
como mero amusement.
Una comparación entre las políticas culturales privadas o
corporativas y las del gobierno, revela que mientras las últimas
usan a la cultura como instrumento para recomponer el tejido
social, fomentar la pluralidad de la sociedad y la democracia y
revitalizar el diálogo con la comunidad intelectual y artística,
las instituciones culturales privadas funcionan como un nicho
“alternativo” de lujo en el que las clases privilegiadas pueden
gozar de exclusividad y del sentimiento de “estar cultivándo­
se” con arte más bien hecho irrelevante por su contexto de ex­
hibición. Inevitablemente, los museos corporativos traen a la
mesa discusiones sobre cómo la privatización está modificando
el espacio público. En el ámbito de la cultura, la privatización
implica naturalizar las relaciones de dominación, normalizar la
sensibilidad de la oligarquía y hacerla hegemónica, consolidar
estructuras de poder corporativas en el mundo de la cultura
al igual que nuevos espacios de poder y nuevas formas de or­
denar la vida, promover el elitismo de clase y formas sociales
Irmgard Emmelhainz

144

capitalistas, además de contribuir a la falta de fondos públicos


para la creación del arte. Así, la descripción de Damián Ortega
de la pieza que le comisionó el Museo Jumex para el patio, titu­
lada Cosmogonía doméstica, describen este nuevo espacio públi­
co corporativo/privatizado: “El espacio público como metáfora
del espacio sideral, cósmico [...] un movimiento perpetuo, una
coreografía cambiante que reconfigura el espacio al producir
asociaciones efímeras entre los elementos que la componen y el
propio público”.32
Es decir, un espacio público homogéneo en perpetua bús­
queda de su propio equilibrio, perfección y belleza, donde no
hay antagonismos sino alianzas productivas (desiguales) pa­
sajeras. Así, la escultura consiste en cinco círculos concéntricos
girando en el piso sosteniendo una mesa sostenida de una pata
alrededor de la que giran una tetera, platos, tazones y utensilios
de cocina. Lo “público-privado” de la plaza contrasta con lo co­
tidiano e íntimo de los objetos de la escultura de Ortega.
Aparte de la privatización de la cultura y las consecuencias
de ello en el contexto de las reformas y sensibilidad neolibera­
les, hay una tendencia global sometiendo al arte contemporáneo
a las políticas de la administración de la cultura. Esto implica
“democratizar la cultura” haciéndola accesible a las masas,
usándolo como herramienta para el bienestar de la sociedad,
para así sanar a una comunidad que ha experimentado violen­
cia. En otras palabras, las instituciones culturales subsidiadas
por las corporaciones y patronos individuales siguen aparen­
temente agendas progresivas promoviendo el arte politizado o
socialmente “responsable”. Por ejemplo, Creative Time en Nue­
va York —Patrocinado por nyc Culture, Lambent Foundation,
Ford Foundation, Bloomberg Philantropics, Art Works, The
Standard, fleursBella, nysca— apoya el arte público y comunita­
rio, supuestamente facilitando la politización del espacio social
con la intervención cultural. Por ejemplo, Creative Time finan­

32
Damián Ortega citado por Oscar Cid de León, “Alista el Museo Jumex su
inauguración”, en Reforma, 26 de Octubre de 2013.
Neoliberalismo y giro cultural: ¿Adiós al arte autónomo comprometido?

145

ció el proyecto “Movimiento Internacional Inmigrante” de Ta­


nia Bruguera en Queens (en el 2011), el cual se materializó como
un espacio comunitario flexible y movimiento socio-político a
largo plazo, que incluía talleres públicos, acciones y alianzas
con organizaciones de inmigrantes. Bruguera describió su pro­
yecto como “arte útil”.
En este sentido, los espacios culturales se han convertido en
bastiones institucionales de autoexpresión democrática y sitios
para la reconciliación social y la autoayuda. Debido al actual es­
tatus de inoperancia de las democracias bajo los regímenes neo­
liberales, esto implica una de-evolución ética, política e ideoló­
gica.33 Dichas obras son lo contrario de lo visionario o lo radical
al aplicar métodos de negocios exitosos al arte contemporáneo,
pues son más bien populistas y proselitistas de la racionalidad
corporativa.34 El teórico Olivier Marchart argumenta que la in­
serción de fondos privados en el arte de este tipo (relacional,
semiautónomo, participativo, etcétera) es un paso más hacia el
desmantelamiento del estado de bienestar, el cual proporciona­
ba algunos de estos servicios a los ciudadanos.35 Mientras que el
apoyo corporativo al establecimiento de espacios antagónicos o
prácticas que buscan facilitar o reparar lazos sociales son insti­
tucionalizados por la sociedad, las pregunta que surgen son las
siguientes: ¿A quién le pertenece el capital cultural, quién tiene
el derecho de usarlo y quién se beneficia con su uso y con la di­
fusión de ciertos discursos o programas pseudo-politizados?

33
William Blake, “Opposition is True Friendship”, en The Complete Poetry &
Prose of William Blake. Nueva York, Anchor, 1997, p. 42.
34
La parafernalia incluye textos en el muro, logos, guiones, un manual escrito
por Reyes en el que se apropia de ideas de Marx y Smith, Che Guevara, o el
fundador de Ben & Jerry’s, Ben Cohen.
35
Olivier Marchart, “Art, Space and the Public Sphere(s)”, en: http://eipcp.net/
transversal/0102/marchart/en/
Irmgard Emmelhainz

146

Arte con finalidad política: arte y movimientos sociales

En nuestra era pos-política, la comunicación y la enunciación


declarativa, es decir, la base de la acción política, en términos
de Arendt, han sido transformadas en códigos. Así, el objetivo
principal de la mayoría de las imágenes politizadas es lograr
visibilidad de luchas en específico o injusticias perpetradas aquí
y en otros lados. Al crear la premisa que las imágenes pueden
proporcionar un “lenguaje en común”, el arte y la cultura se
han hecho inseparables de los movimientos sociales. En su en­
sayo de 1968, “La crisis de la cultura”, Arendt argumenta que
el arte verdadero no tiene utilidad y por eso no es parte de la
acción política.36 Según Arendt, el arte y la política son dos esfe­
ras separadas, ya que la acción política implica medios o fines,
mientras que el arte es autónomo y no necesita justificación.
Cuando el arte tiene como finalidad la política, se convierte en
propaganda, por ejemplo, el realismo socialista impulsado bajo
el régimen Stalin. Para Arendt, lo que tienen en común el arte
y la política es que ambos se llevan a cabo en la esfera pública.
Sin embargo, con el advenimiento de la industrialización de la
cultura, una vez que la sociedad de masa empezó a interesarse
por los valores culturales y a monopolizar la cultura para sus
propios fines, transformando los valores culturales en valores
de intercambio, se llevó a cabo una fusión entre arte y políti­
ca en la esfera cultural.37 De este modo, el proyecto político del
modernismo de transformar al mundo por medio de la crítica,
la subversión, la transgresión, la transformación y la negatividad,
se situó con el posmodernismo en el centro de la sociedad.
La fusión de arte y política en la esfera cultural opera dentro
del dominio que se conoce como la Infoesfera llamada también
“paisaje mediático” o “campo sensible”, que puede definirse
como los estratos comunicativos del sistema social que incluyen
Internet, sociedad, cultura, medios de comunicación de masa y

36
Hannah Arendt, La crise de la culture. París, Gallimard, 1989, pp. 253-256.
37
Idem.
Neoliberalismo y giro cultural: ¿Adiós al arte autónomo comprometido?

147

los regímenes simbólicos y afectivos. En la Infoesfera circulan


flujos culturales que recorren el espacio social cambiando al len­
guaje y las formas de auto-representación y significación de la
realidad.38 La cultura es, por lo tanto, una esfera de producción
de significación que logró que el significado se multiplicara al
movilizar todo un sistema de referencias culturales, en generar
plusvalía económica y en la producción de la vida social, es de­
cir, los estilos o formas de vida. En el contexto de la Infoesfera,
se ha dicho que el activismo político implica propagar y com­
partir el deseo de cambiar las formas de vida y que los movi­
mientos sociales son los vehículos para cambiarlas.39
Las políticas neoliberales tienden a erosionar las formas de
vida, y por eso los movimientos sociales contemporáneos no
son iniciados por problemas de distribución o por el antago­
nismo de clase entre capital y trabajo como en el siglo pasado,
sino a partir de preocupaciones por la gramática de las formas
de vida, lo cual implica calidad de vida, igualdad, autorrealiza­
ción individual, democracia (participación y transparencia de
los medios y del gobierno), derechos humanos, medioambiente,
alter-mundialismo, seguridad,40 etcétera.

38
Tiziana Terranova, “Communication Beyond Meaning: On the Cultural
Politics of Information”, en Social Text, núm. 22 (3), 2004.
39
Brian Holmes, “Eventwork: The Fourfold Matrix of Contemporary Social
Movements”, en N. Thompson, op. cit., p. 73.
40
Jürgen Habermas, “New Social Movements”, en Telos, núm. 49, 1981, pp. 33-
37. Un proyecto que podemos evocar aquí es el de Tania Bruguera en Queens,
Nueva York, el “Movimiento Internacional de Migrantes”, patrocinado por
Creative Time y el Museo de Queens. Consiste en un proyecto a largo plazo
en forma de movimiento socio-político iniciado por la artista, cuya sede es un
espacio comunitario en el barrio migrante de Corona, en Queens. Bruguera
parte del principio del “arte útil”, el cual “busca transformar algunos aspectos
de la sociedad por medio de la implementación del arte trascendiendo la
representación simbólica o metafórica y proponiendo soluciones para los
déficits de la realidad”. Un proyecto complementario es el “Partido del
Inmigrante”, que funciona como partido político. El problema de la acción de
Bruguera, además de (provocativamente) plantear al arte como meramente
utilitario, es que la formación política del inmigrante al igual que el partido, son
formas obsoletas de configurar la representatividad política. En este sentido,
considero que la función que le atribuye Holmes a los movimientos sociales —
Irmgard Emmelhainz

148

Teniendo esto en cuenta, Holmes observó que los movi­


mientos sociales incorporan necesariamente una matriz de cua­
tro elementos que convergen: arte, investigación científica y teo­
ría crítica, medios y política (auto-organización). Esto implica
que los movimientos sociales se construyen en la esfera cultural
de la sociedad. Por un lado, la creatividad y la cultura están al
centro de la lucha de los movimientos sociales porque su medio
principal son las tecnologías de la información y la comunica­
ción, las cuales instrumentalizan para retar las actuales configu­
raciones de poder y crear alternativas de interlocución. Por otro
lado, hay que tomar en cuenta que la política se ha convertido
en cuestión de epistemología, en formas de expresión y técnicas
para hacer legibles temas determinados que puedan adquirir re­
levancia con su capacidad de hacerse visibles en el campo socio­
político y mediático, con la capacidad de afectar emocionalmen­
te a los receptores movilizando emociones tales como miedo,
inseguridad, indignación y enojo. Así, el trabajo político implica
crear nuevas formas de vida al igual que modificar lo visible en
la Infoesfera designando “formas de conciencia” política.
Sin embargo, aunque sean “contra-hegemónicas”, estas in­
tervenciones favorecen las formas de poder. ¿Cómo? Por un
lado, hay que tomar en cuenta la distinción que hace Dean
entre la política practicada en la Infoesfera y la política ejer­
cida institucionalmente. Esta distinción hace evidente la des­
conexión abismal entre la crítica comprometida y la estrategia
nacional, entre la política como la circulación de contenido y
la política como política oficial. Podría incluso afirmarse que la
política de contenido beneficia al poder bajo la lógica de la to­
lerancia represiva, ya que la libertad de expresión es un signo
de una democracia saludable. En este sentido, los mensajes son
contribuciones a un contenido circulando y no acciones que
solicitan respuestas y el valor de intercambio de los mensajes

implementación de cambios en los modos de vida— es afín al momento socio-


económico e histórico, aunque no poco problemático.
Neoliberalismo y giro cultural: ¿Adiós al arte autónomo comprometido?

149

para llegar a superar su valor de uso.41 Por otro lado, en tér­


minos similares que Holmes, Chris Kraus plantea que la con­
secuencia de la fusión del arte con la vida cotidiana es que el
arte se convirtió en la última frontera para reivindicar el deseo
de vivir de forma distinta.42 Sin embargo, concebir a los movi­
mientos sociales y al arte politizado como vehículos de cambio
de formas de vida es problemático porque implica subsumir
la crítica económica y social a la crítica artística proponiendo
soluciones de mejora a corto plazo y corriendo el riesgo de re­
ducir el arte politizado a un programa de embellecimiento en
barrios gentrificados, fábricas museológicas y parques corpo­
rativos. Modificar las formas de vida no es crear una realidad
antagonista a la realidad imperante y, por lo tanto, perpetúa lo
que es bloqueando lo que podría ser. Así se establece modificar
las formas de vida en lugar de construir una realidad distinta,
negando el modo de vida establecido incluyendo sus institu­
ciones, su cultura material e intelectual, su moralidad liberal,
sus formas de trabajo y entretenimiento, como una forma de
auto-represión.
Además de construir una realidad distinta a la actual, se ne­
cesita abrir un camino para que la sociedad intervenga directa­
mente en asuntos políticos y logre vetar los planes neoliberales
del gobierno y dar soluciones a la permanencia del orden social
de explotación y exclusión política y económica.43 El problema
es que el estado de la ley burgués y sus instituciones, que son las
que sostienen al neoliberalismo económico e ideológico, son las
vacas sagradas que permanecen intocables. Además, hay que
tomar en cuenta que algunos movimientos sociales recientes

41
Jodi Dean, “Communicative Capitalism: Circulation and the Foreclosure of
Politics”, en Cultural Politics, núm. 1 (1), 2005, pp. 51-74. http://commonconf.
files.wordpress.com/2010/09/proofs-of-tech-fetish.pdf
42
Chris Kraus, Where Art Belongs. Los Ángeles, Semiotext(e), 2011.
43
Raquel Gutiérrez, “The Rhythms of the Pachakuti: Brief Reflections Regarding
How We Have Come to Know Emancipatory Struggles and the Significance of
the Term Social Emancipation”, en South Atlantic Quarterly, núm. 111(1), 2012,
pp. 51-64.
Irmgard Emmelhainz

150

han sido luchas por mantener sus formas de vida y sus privile­
gios, en vez de cambiarlas.44

Por un arte autónomo comprometido

Aparte del arte que está en el centro de los movimientos so­


ciales, está el arte autónomo, es decir, el que no está puesto di­
rectamente al servicio de los movimientos o causas sociales. El
arte que se produce para museos y bienales, más que otras ex­
presiones culturales (tal vez junto con el cine y el teatro), es un
campo privilegiado de politización que al mismo tiempo está
íntimamente ligado a los procesos neoliberales. Con esto quiero
decir que actualmente el arte juega el doble papel de compensar
e intervenir activamente en la nueva forma de distribución del
poder geopolítico de una economía depredadora, contribuyen­
do a la transición al Nuevo Orden Mundial.45 De esta manera,
el arte está en el centro de los procesos de desplazamiento de
población pauperizada en zonas urbanas para renovarlas y ge­
nerar plusvalía —lo que se conoce como gentrificación—, ade­
más de promover la especulación y mercadeo urbano, branding
e ingeniería cultural. La ingeniería cultural encarna la injerencia
gubernamental y corporativa en el diseño de las formas y espa­
cios de vida, ya que significa elaborar proyectos para construir

44
“Capitalism”, en Financial Times, 2012. www.foreignpolicy.com/arti­
cles/2012/10/08/capitalism. No hay que sobreestimar, sin embargo, la
predominancia de la “política de contenido”, ya que un ejemplo reciente es el
uso de Twitter en la actual guerra contra Gaza. El Ministerio de Defensa Israelí
cuenta con un numeroso departamento dedicado a la gestión de sus perfiles en
las redes sociales y Hamás. La guerra se está llevando a cabo también en Twitter.
En un minuto, la cuenta vinculada a Hamás @AlQassamBrigades, anuncia
que ha lanzado un cohete. Pocos minutos después el @IDFSpokesperson le
responde que ha conseguido interceptarlo. Miles (o millones) lanzan mensajes
de apoyo hacia uno y otro. Véase Verónica Calderón, “La propaganda militar
en 140 caracteres”, en El País, 20 de Noviembre de 2012. http://internacional.
elpais.com/internacional/2012/11/20/actualidad/1353433014_417902.html
45
Hito Steyerl, “Politics of Art: Contemporary Art and the Transition to Post-
Democracy”, en e-flux journal. The Wretched of the Screen. Berlín, Sternberg Press,
2012.
Neoliberalismo y giro cultural: ¿Adiós al arte autónomo comprometido?

151

realidades en los que la cultura interviene como elemento fun­


damental de innovación, dinamización y bienestar individual
y social. Por ejemplo, esto se observa al reactivar áreas depri­
midas, elaborar estrategias educativas o diseñar espacios de so­
cialización. Al estar presente en todas partes del mundo como
instrumento de intervención y mejora, además de promover los
valores liberales, el arte contemporáneo contribuye también a
normalizar las políticas neoliberales. Un ejemplo reciente es la
extensión de Documenta13 a Kabul. En este caso, la cultura lle­
gó antes de que cesara la guerra y que llegaran las ong y otras
compañías extranjeras para reconstruir e instalar dispositivos
de seguridad, fibra óptica, infraestructura civil, etcétera. Esto
es posible precisamente porque las expresiones culturales son
fácilmente integradas al panorama global del estado de excep­
ción, militarización y guerra permanente, que se han convertido
en la norma a principios del siglo xxi.
Hay que tomar en cuenta que en el arte contemporáneo, el or­
den burgués que sustenta la economía junto con las condiciones
internas a la producción, exhibición y consumo de arte son tabúes
intocables hasta por los artistas que se consideran más radicales.46
En este contexto, el perfil del artista como radical antisocial se ha
suavizado dando lugar a una nueva imagen afirmativa del artista
emprendedor de sí mismo, capaz de resolver problemas de for­
ma no linear y creativa.47 De este modo, el artista contemporáneo
encarna la figura neoliberal del trabajador emprendedor preca­
rio, gestor de su propio capital humano contratado por proyecto.
Asimismo, hay que tomar en cuenta que la sociedad retribuye de
forma desproporcionada a los artistas, curadores y productores
culturales de la “A-List” de forma análoga a los celebrities o los
directores generales o ceos de las grandes corporaciones, lo que
les confiere a algunos membresía directa a la nueva oligarquía.

Idem.
46

47
G. Sholette, “Speaking Clown to Power: Can We Resist the Historic
Compromise of Neoliberal Art?”, en: www.gregorysholette.com/wp-content/
uploads/2011/11/Speaking-Clown-to-Power.NOCROP.pdf
Irmgard Emmelhainz

152

Si el Estado y las corporaciones usan el arte como herra­


mienta para avanzar sus intereses, teniendo en cuenta que la
autonomía del mismo siempre es una cuestión política, ¿dónde
queda la autonomía del arte? ¿Podría politizarse el arte más allá
de la “política sensible” que he descrito aquí?
Para concluir, consideraríamos el arte politizado como una
política del campo del arte, enfocándose, siguiendo a Steyerl,
no en lo que muestra sino en lo que el arte hace y en cómo lo
hace.48 Como diría Godard: “No hacer cine/arte político sino ha­
cer cine/arte políticamente”. Sin embargo, en cuanto a la política
del campo del arte, prevalece la versión diluida y domesticada
de la crítica institucional de los setentas, por ejemplo, la pieza
vetada de Jonathan Hernández o la frase “Ningún artista re­
siste un cañonazo de $50,000 dólares” de Tercerounquinto (su­
puestamente cincelada en una pared del Museo Amparo). Otro
ejemplo es Artfilm I: Ever Present—Yet Ignored (2006) de Adriana
Lara que muestra el recorrido de varios jóvenes por una galería
de arte mientras se escuchan en el altavoz reflexiones sobre las
condiciones de producción del arte contemporáneo (que es un
mercado de consumo, que no es efectivo políticamente, que lo
que les interesa a los artistas hoy en día son sus emociones). Es­
tas dos obras plantean por medio de la auto-reflexividad iróni­
ca las condiciones de producción del arte. Así, se hace evidente
que la situación del arte contemporáneo es distinta a la que dio
lugar a la crítica institucional en los setentas, que estaba enfoca­
da en examinar la sujeción del arte a los intereses ideológicos.49

48
H. Steyerl, “Politics of Art: Contemporary Art and the Transition to Post-
Democracy”, en op cit..
49
La crítica institucional en los setentas implicó la politización de las estrategias
conceptuales para develar cómo los intereses institucionales, mediados
por intereses económicos e ideológicos, enmarcan y definen la producción,
interpretación y la experiencia visual del objeto artístico. Inspirándose
en las teorías de la Escuela de Frankfurt y en el pos-estructuralismo, la
crítica institucional examinó la sujeción del arte a los intereses ideológicos,
recontextualizando las prácticas estéticas dentro de su aval ideológico,
implicando los intereses sociales e ideológicos con la práctica cultural,
enfocados al proceso de enmascaramiento y neutralización de la cultura por
Neoliberalismo y giro cultural: ¿Adiós al arte autónomo comprometido?

153

A diferencia de hace 40 años, las instituciones son más opacas


y más exclusivas, ya que comparten objetivos intrínsecamente
ligados a las agendas corporativas y neoliberales, al punto que
éstas se han hecho invisibles. De esta manera, las instituciones
culturales son los órganos administrativos del orden dominan­
te, además de que los productores culturales contribuimos a
transmitir la ideología de libre mercado a todos los aspectos de
nuestras vidas.50
En la editorial de septiembre de 2013 de e-flux journal, los
editores declararon que el arte se produce en un double bind:
mientras que el arte puede ser cómplice o instrumentalizado
por el poder, su autonomía se localiza en un espacio imaginario.
¿Qué quiere decir esto? Primero, que el arte, para ser visto, de­
pende de una plataforma —de una institución— y, por lo tanto,
necesita ser parte de algún artworld. Segundo, que la autonomía
del arte —como un régimen separado o una esfera aislada de la
sociedad— es una fantasía.
Para poder considerar la autonomía del arte fuera de este
double bind, Greenberg ligó la autonomía del arte —como arte
por el arte— a la vanguardia, situando la criticidad dentro de la
disciplina del medio del arte en sí. Tomando claramente una po­
sición contra la pintura social-realista y los debates de los trein­
tas sobre la relación entre el arte y la política —representada,
por ejemplo, por el realismo socialista o la pintura mural mexi­
cana, la cual fue muy popular en Nueva York en los treintas—,
la pintura modernista (de vanguardia) se caracterizaba por la
auto-crítica en el sentido de la expresión formal y una medita­
ción de las cualidades del medio de la pintura. Esto implicaba
desenredar la figuración de las artes y un entendimiento esen­
cialista de los medios del arte. Para Greenberg, la “pureza” del

la “tolerancia represiva”. Véase Benjamin Buchloh et. al., “1971”, en Art Since
1900. Cambridge, Massachusetts, mit Press, 2006, pp. 545-549.
50
Stephan Dillemuth, Anthony Davies y Jakob Jakobsen, “There is No Alternative:
The Future is Self-Organised”, en Will Bradley y Charles Esche (eds.), Art and
Social Change: A Critical Reader. Londres, Tate Publishing/Afterall, 2007.
Irmgard Emmelhainz

154

arte era política, especialmente si se veía como la encarnación de


una nación libre contra la Unión Soviética.
El posmodernismo podría ser comprendido como un es­
fuerzo por romper con el totalitarismo disciplinario que expone
Greenberg. Retomando las metas vanguardistas del surrealismo y
dadaísmo de unificar al arte con la vida, el posmodernismo flo­
reció con el advenimiento de estrategias interdisciplinarias y en
la simbiosis del arte con todo lo demás. El arte de la posguerra
continuó la crítica vanguardista de las nociones burguesas de
arte autónomo y artistas expresivos, abrazando los objetos co­
tidianos, transformando la función del artista y cuestionando
la institución de arte o atacándola anárquicamente.51 De acuer­
do con Foster, el arte de los cincuentas y sesentas representa
el fracaso de destruir la institución del arte y la institucionali­
zación de la vanguardia.52 Si Greenberg abogó por la autono­
mía del arte con el propósito de resistir significados ilustrativos
propensos a lo kitsch y a las fuerzas comerciales, las estrategias
interdisciplinarias posmodernistas llevaron al arte, en palabras
de Foster, “a hacerse parte de la vida bajo los términos del ca­
pitalismo de masa, mientras que la industria de la cultura se la
apropió.53 Debido a su condición “pos-medio”, como lo plantea
Rosalind Krauss, los materiales del arte pueden ir desde la inte­
racción social, investigación científica, montaje, etcétera. Con el
posmodernismo, la política de la autonomía del arte implicaba
romper con la pureza greenbergiana y la autonomía del arte se
concibió como “provisional, siempre definida diacríticamente
(como algo suplementario al arte), situado políticamente, siem­
pre semi”.54
En este sentido, Adorno elaboró un ángulo distinto sobre la
autonomía del arte en su ensayo de 1962, “Compromiso”. Ahí,

51
Hal Foster, “What’s Neo about the Neo-Avant-Garde?”, en October, núm. 70,
1994, pp. 5-32.
52
Idem.
53
Idem.
54
Idem.
Neoliberalismo y giro cultural: ¿Adiós al arte autónomo comprometido?

155

le responde al manifiesto estético de Sartre, ¿Qué es la literatura?,


y elabora un debate teórico sobre la literatura y arte autónomos
comprometidos. Según Adorno, hay dos tipos de obras de arte.
Por un lado, están las obras que “se asimilan vulgarmente a la
existencia contra la cual protestan, en formas tan efímeras, que
desde el primer día van a parar a los seminarios en los cuales
inevitablemente terminan”. Estas obras se conforman con ser
fetiches o un pasatiempo y, por lo tanto, decaen de mercancías
culturales en una despolitización que es profundamente política.
Por otro lado, está el arte autónomo comprometido, el cual, como
arte, se encuentra necesariamente desprendido de la realidad.
Adorno se refiere al arte autónomo no en el sentido del “arte por
el arte” en su aspecto estrictamente formalista, sino en el senti­
do que niega una conexión directa con la realidad. La distancia
que el arte autónomo mantiene con la realidad, sin embargo, es
mediada por la realidad misma. Esto quiere decir que la obra de
arte no puede salir de la nada, es decir, su origen es una reacción
contra la realidad. Así, tanto Adorno como Benjamin distinguen
entre el “compromiso” y la “tendencia”. En este sentido, para
Adorno el arte comprometido no tiene la intención de generar
medidas de mejora, actos legislativos, o instituciones prácticas
como la propaganda o transmitir una ideología en concreto, sino
que opera a nivel de actitudes fundamentales.
Para Adorno, una obra de arte autónoma y comprometida
opera a este nivel abandonando el contrato social con la reali­
dad, y dejando de hablar como si estuviera reportando hechos.
Es en este momento en que una obra sorprende. De acuerdo
con Adorno, el shock de lo ininteligible (o lo ambiguo), logra
comunicar más que lo legible o lo explícito. En este sentido,
las obras de arte son autónomas en vez de heterónomas. La
heteronomía implica que están sujetas a otro poder, a una ley
externa. Al ser autónoma, una obra de arte comprometida no
está sujeta a una realidad empírica ni a la tendencia política
correcta. La autonomía del arte le sirve para evitar la popula­
rización y que sea adaptada al mercado, e implica liberarla de
cualquier propósito externo. La obra de arte comprometida no
Irmgard Emmelhainz

156

transmite un mensaje porque tienen que convencer al público.


Y aunque se oponga a la sociedad, el arte autónomo sigue sien­
do parte de ella.
Las condiciones de posibilidad de la autonomía del arte bajo
el actual orden mundial neoliberal que he esbozado, son radi­
calmente distintas a lo que comprendemos como la autonomía
del arte bajo el modernismo (durante la Guerra Fría y definida
por Greenberg como l’art pour l’art) y la interdisciplina posmo­
derna, la cual implica la institucionalización de la vanguardia y
la sujeción del arte al mercado. Es decir, las promesas emanci­
patorias del modernismo (criticidad, auto-diseño, creatividad)
ahora están localizadas en el centro de nuestras vidas cotidianas
por las vías del consumo y los procesos de producción. Bajo las
condiciones del orden neoliberal, lo que está tal vez en juego es
la autonomía del arte como estrategia política en el sentido de
que el arte no necesitaría ni justificarse ni ser útil; evidentemen­
te sin sucumbir a ser diseño ni decoración como arte por el arte.
Para algunos, la autonomía del arte no es más que un “resa­
bio metafísico”, sin embargo, el problema real tiene que ver con
que el arte ya no designa un reino reproductivo ni representati­
vo, sino que es un campo de producción y de poder sociales. Es
decir, la autonomía del arte es, en efecto, un problema porque
es un ámbito de producción de valor agregado, no porque le­
gitime a cualquier cosa como arte y a cualquier persona como
artista. Más allá de Warhol y Duchamp, ha habido una nueva
transformación en la obra de arte. Luego de Warhol viene Rikit
Tiravanija vía Fluxus con la desmaterialización en el arte. Así, la
obra de arte se ha disuelto y transformado en relaciones, espa­
cio, contexto, extendiéndose en el tiempo. Es decir, el artworld es
parte de una economía de especialización y de producción de
relaciones sociales que se materializa en exposiciones, conferen­
cias, simposios, vernissages, homenajes, fiestas vip, presentacio­
nes, etcétera. Los lazos que se crean son más importantes que la
obra en sí, por lo tanto, el artworld es un contexto, una red social
de distribución de la producción creativa que produce plusvalía.
Prueba de ello es el libro de Daniel Montero sobre el arte de los
Neoliberalismo y giro cultural: ¿Adiós al arte autónomo comprometido?

157

noventas, El cubo de Rubik, arte mexicano en los años 90,55 que se


enfoca principalmente en los procesos de institucionalización y
los mecanismos de internacionalización del arte de esa década,
en detrimento de un análisis de las obras y de los diálogos entre
los artistas que las produjeron, limitándose a describirlas como
tendencias “neo-conceptuales” herederas del arte estadouniden­
se de los sesentas. Al mismo tiempo, el arte contemporáneo es un
parque de diversiones para los ricos con la función de embellecer
el capitalismo y por eso el glamour del arte contemporáneo es
indisociable de la precariedad laboral, la expoliación de modos y
de formas de ganarse la vida, la guerra contra el crimen organi­
zado y la guerra contra el terrorismo, las terapias de shock en las
economías en crisis y de las burbujas inmobiliarias.
Si la autonomía del arte moderno implicó considerar al arte
como un reino distanciado de la realidad, la condición pos-me­
dio del arte implica que se ha convertido en un nicho dentro
de la realidad.56 Lo que está, por lo tanto, en juego en el arte
autónomo hoy en día, sería plantearlo como una experiencia de
la realidad fundamentalmente ajena y antagónica a la realidad
que prevalece y no como entretenimiento. Más allá de ser usa­
do como herramienta, el arte autónomo resistiría convertirse en
instrumento contra sus propias ilusiones, negando devenir una
fuerza política y siendo sujeto a intereses ajenos a sí mismo o
devenir una mercancía complaciente. No contento con compe­
tir bajo los términos de la industria creativa y cultural, la pro­
ducción del arte autónomo comprometido olvidaría al artworld
y las ambiciones globalizantes del arte contemporáneo, ya que
se plantearía como un sitio de trabajo precario. Se reviviría el
conflicto entre la sociedad y la cultura en vez de aplacarla con
productos pseudo-políticos para su consumo autocomplaciente.

55
Daniel Montero, El cubo de Rubik, arte mexicano en los años 90. México,
Fundación Jumex Arte Contemporáneo/rm, 2013.
56
Marina Vishmidt, “Mimesis of the Hardened and Alienated: Social Practice
as a Business Model”, en e-flux journal, núm. 43, 2013. /www.e-flux.com/
journal/“mimesis-of-the-hardened-and-alienated”-social-practice-as-business-
model/
Irmgard Emmelhainz

158

Sería una forma de arte “no-democrática” que no se alinearía


con el ideal neoliberal de libertad política: hacer visible lo que
no existe.
Por lo tanto, una política del campo del arte implicaría ir
más allá del arte políticamente correcto y satisfecho con el siste­
ma de galerías, becas, mercado, y de servir de escaparate oficial
del gobierno. Dirigiéndose a todos, el arte se desligaría de la cir­
culación de contenido, la interrumpiría y no comunicaría nada.
Iría contra la visibilidad de lo que el sistema declara como exis­
tente. El arte autónomo politizado haría visible lo que no existe
desde otro punto de vista, contagiando la actitud de los que no
tienen nada que ganar o perder.
Capítulo 4. País doliente: Resignificar la dolencia

[Franz] Fanon insiste en que la tragedia está en que


los muy pobres se reducen a la violencia porque no
hay otra respuesta posible a la ausencia de respuesta
y a un ejercicio absoluto de violencia legítima por
parte de los colonizadores.

Gayatri Chakravorty Spivak, Concerning Violence

Para muchos, la violencia en México es lo que nos define como


país, ya que está presente en sus modalidades subjetiva, objetiva
y lenta; así como en la vida cotidiana, en las calles, en los sem-
bradíos del campo y en los medios de comunicación, en el ámbi-
to de la cultura “alta” y la popular, en la planeación urbana, en
las escuelas privadas y públicas, en el ámbito laboral y domésti-
co al igual que en los medios masivos de comunicación, internet
y cine. Por lo tanto, la violencia está en la mente de todos.
Desde el sexenio de Felipe Calderón, la violencia incremen-
tó exponencialmente, misma que se ha cuantificado con vagas
cifras oficiales. Desde el 2000, ha habido más de 100 mil muer-
tos aproximadamente y 23,270 mil desaparecidos.1 El problema
de la violencia se percibe como originado en la guerra entre los
narcotraficantes y la “guerra contra el narcotráfico”, iniciada
en 2006 y que implicó militarizar gran parte del país, especial-
mente el norte. Bajo esta perspectiva, a través de las expresiones

1
Véase José Merino, Jessica Zarkin y Eduardo Fierro, “Desaparecidos”, en
Nexos, 1 de Enero de 2015. www.nexos.com.mx/?p=23811@nexos

159
Irmgard Emmelhainz

160

culturales y mediáticas, se ha intentado denunciar, diagnosti-


car, historizar, condenar, dar versiones definitivas y alternativas
a las oficiales. Asimismo, se ha buscado darle voz a la queja y
reclamo de las víctimas (vivas y muertas), es decir, se trata de
mostrar el lado humano de las tragedias. Es por ello que en el
espacio sensible ha habido un desfile de víctimas que se nom-
bran para hacerles el duelo colectivamente, o que denuncian y
reclaman restitución, justicia y visibilidad más allá del desfile
mediático de cadáveres. En general, lo que han tenido en común
las formas de plantear la violencia en México es que se conside-
ra como un problema de soberanía: el resultado del resquebraja-
miento del Estado de derecho, un estado fallido, un “estado sin
entrañas” o anEstado.2
Según González Rodríguez, el problema principal reside en
el reordenamiento de vastas regiones del país por los grupos cri-
minales que crearon una cartografía movediza y que gobierna a
través de la colusión entre el gobierno y el crimen organizado,
coaccionando a los ciudadanos bajo un nuevo régimen criminal-
institucional.3 Así, esta forma de organización ha fragmentado
al colectivo y transformado al país en un campo de batalla. Go-
bernado por un Estado de derecho falso y la ausencia de ley, el
país se ha caracterizado por tener instituciones disfuncionales,
justicia criminal deficiente, y sin la posibilidad auto-correctiva
del Estado, haciendo que la colusión de lo legal y lo ilegal go-
bierne bajo un Estado normativo que simula legalidad y legiti-
midad.4 A esta forma de Estado degradado y disfuncional se le
unen los esfuerzos de desestabilización del país de los Estados
Unidos a través del paramilitarismo y lo que se conoce como el
Plan Mérida, una iniciativa bi-nacional para paliar la violencia
en México que paradójicamente la ha incrementado. Estos es-
fuerzos se hicieron transparentes cuando salió a la luz la ope-
ración “Rápido y Furioso” de la atf (Departamento de Alcohol,

2
Sergio González Rodríguez, Campo de guerra. México, Anagrama, 2014.
3
Ibid., pp. 15-16.
4
Ibid., p. 20.
. País doliente: Resignificar la dolencia

161

Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos), misma que consistió en


vender armas de asalto a carteles de droga mexicanos para se-
guirles la pista y recolectar información. Así, entre 2010 y 2011,
más de 2,500 armas de asalto entraron ilegalmente a México que
podían ser rastreadas por un gps.
Teniendo estos puntos en cuenta, la perspectiva de un Es-
tado degradado y disfuncional, casi “fallido”, es también la na-
rrativa oficial que ha justificado la militarización del país para
supuestamente prevenir que el crimen organizado siga captu-
rando amplios segmentos de la vida pública en México y para
“reforzar” las instituciones y el sistema judicial. Bajo este esque-
ma, se supone que el crimen organizado tomó posesión de las
estructuras débiles y que la solución es la “reconstrucción ins-
titucional”. Por ejemplo, la política de Peña Nieto se encaminó
hacia la centralización y militarización de la seguridad pública
a través de una reforma constitucional basada en eliminar a las
policías municipales para instaurar un único mando policial.
Con el argumento de que los policías son corruptos e incapaces
de mantener la seguridad de la ciudadanía, se han despojado
a los municipios de la función policial, incorporándolos a las
policías estatales después de entrenarlos en técnicas del ejército,
eliminando el esquema de una policía de proximidad e instau-
rando uno de militarización.5
Sin embargo, podríamos considerar la violencia en México
como la versión local del Nuevo Orden Mundial (New World
Order), con la manifestación de procesos globales tales como el
abaratamiento o encarecimiento de la mano de obra en China.
Por ejemplo, en Ciudad Juárez, la violencia no está solamente
ligada a la guerra entre los carteles, sino que tiene directamente
que ver con el hecho de que en la última década, México perdió
competitividad ante Asia, y que miles de trabajadores en las ma-
quiladoras hayan sido despedidos y fomentada una de las cau-
sas de la violencia. Otras causas globales de la violencia en Mé-

5
Jorge Carrasco Araizaga, “Peña: en materia policiaca, tras las huellas de
Calderón”, en Proceso, 2 de Diciembre de 2014.
Irmgard Emmelhainz

162

xico son el recrudecimiento de las leyes de migración en Estados


Unidos, fluctuaciones de precios en Wall Street de minerales y
otros recursos extraídos por corporaciones trasnacionales en
México, la reconfiguración momentánea de las redes operativas
del narcotráfico manifestada en una guerra molecular, la crisis
alimentaria global y la incipiente imposición de la agroindustria
en el campo mexicano, etcétera. La violencia en México no es
el resultado del funcionamiento anómalo o fallido del Estado,
sino que es una de las múltiples expresiones del actual orden
mundial que resulta de una forma de gobernar de las democra-
cias regidas por la economía política neoliberal, ilustrando lo
que Aiwha Ong llama “soberanía calculada”. De acuerdo con
Ong, los gobiernos neoliberales manejan diferencialmente a sus
poblaciones, creando una diversidad de zonas, entre ellas algu-
nas regidas bajo regímenes de excepción. Es decir, en algunas
áreas, el Estado es sólido y protege —por ejemplo, la industria
maquiladora en Ciudad Juárez no fue afectada por la violencia
en la ciudad—-, mientras que en otras está casi ausente y don-
de es sustituido por formaciones privadas de defensa como las
autodefensas o los paramilitares. De cualquier manera, este me-
canismo tiene el doble propósito de permitir que algunas áreas
sean flexibles con respecto a los mercados —si no correrían el
riesgo de perder su relevancia estructural en la economía neo-
liberal—6 y de impedir que no sean un obstáculo para el flujo
—legal e ilegal— de mercancías, recursos, dinero y personas.
Teniendo en cuenta la forma de gobernar bajo el esquema de
“soberanía calculada”, podemos también considerar lo que Achi-
lle Mbembe llama necropolítica, o la fusión entre política y guerra,
no en función de la primera para limitar a la segunda, sino en una
amalgama que resulta de la depredación de una globalización
neoliberal y la privatización de la esfera pública que caracteriza al
Nuevo Orden Mundial. Para Mbembe, la soberanía es un proceso
de auto-institución y de auto-limitación, lo que implica que las

6
Aihwa Ong, Neoliberalism as Exception. Durham, Carolina del Norte, Duke
University Press, 2006, p. 96.
. País doliente: Resignificar la dolencia

163

sociedades se rigen públicamente por sus propias normas de una


manera deliberativa y dentro de un espacio de comunicación. De
acuerdo con Mbembe, lo que se repudia después del 11 de sep-
tiembre de 2001 es el principio de la auto-limitación, es decir, se
elimina el tabú contra la matanza a partir de la manera en que
se definen las amenazas existenciales y cómo se manejan a los
enemigos. El nihilismo en la dinámica de la violencia hace que las
nociones de Estado de derecho y la soberanía sean inadecuadas
para explicar la situación.7 A nivel global, enfrentamos a un ene-
migo incierto que amenaza nuestro modo de existencia, nuestro
bienestar y nuestra seguridad física y económica y, por lo tanto,
su eliminación está justificada de antemano.
El proyecto de la necropolítica implica justificar como medida
de “seguridad” la instrumentalización de la existencia humana
y la destrucción de cuerpos y poblaciones que se consideren des-
echables desde el punto de vista de la economía política. Si el Es-
tado mexicano gobierna diferencialmente a sus poblaciones de
acuerdo con las necesidades de la economía política, la “guerra
contra el narcotráfico” es una manifestación de la necropolítica y
el resultado del gobierno diferenciado de áreas y poblaciones.
Caracterizada por la indistinción entre legalidad e ilegalidad
bajo la sombra de la legitimidad o la lucha contra el crimen, la
militarización del país ha sido acompañada de una serie de re-
formas jurídicas para endurecer la función represiva del Estado,
reduciendo fenómenos violentos a casos criminales. El objetivo
de esta guerra, por lo tanto, es la desestabilización del país por
medio del paramilitarismo para así reconfigurar al territorio
mexicano con base a los intereses de oligarcas y corporaciones
nacionales y trasnacionales bajo formas de violencia de Estado.
Siguiendo a Pilar Calveiro,8 la violencia estatal cobra dos
formas: 1) la guerra contra el terrorismo, que implica el modelo

7
Achille Mbembe, “Necropolítica, una revisión crítica”, en Helena Chávez
McGregor (ed.), Estética y violencia: necropolítica, militarización y vidas lloradas.
México, muac, 2012, p. 134.
8
Pilar Calveiro, Violencias de Estado. Buenos Aires, Siglo XXI, 2012, pp. 21-29.
Irmgard Emmelhainz

164

concentracionario, y 2) la guerra contra la inseguridad y el cri-


men, que implica la reorganización del sistema penitenciario.
Bajo este esquema, la violencia represiva se ejerce por organis-
mos públicos tanto como por entes privados. En otras palabras,
la guerra contra el crimen no es una guerra en la que luchan
enemigos a muerte, sino una forma de violencia estatal contra
los excluidos y disidentes. Así, las instituciones de gobierno, in-
cluyendo las fuerzas armadas y los empresarios a nivel global
(bancos y corporaciones), inclusive la cia y la dea, son parte de
la red del crimen organizado. Esta red disemina formas de vio-
lencia masiva para controlar los mercados, despojar a los ciuda-
danos, desarticular la resistencia, amedrentar o eliminar a los
luchadores sociales al mismo tiempo que afecta a amplios sec-
tores de la sociedad. Así, Calveiro demuestra que esta falsa gue-
rra permite una extraordinaria acumulación de recursos, mien-
tras justifica un nuevo orden punitivo penitenciario. Planteado
como reforma jurídica para combatir la corrupción y reforzar
instituciones, el sistema carcelario privatizado condena a más
personas de los “márgenes” de la sociedad por más tiempo y en
peores condiciones. En esta guerra, la identidad colectiva está
siendo destruida y suplantada por el miedo, la incertidumbre y
la vulnerabilidad. Como lo plantea el Subcomandante Marcos:
“¿Qué tipo de relaciones sociales se pueden mantener o tejer si
el miedo es la imagen dominante con la cual se puede identificar
un grupo social, si el sentido de comunidad se rompe al grito de
‘sálvense quien pueda’?”.9 El terror sentido cotidianamente es
una forma de gobernar a través del sufrimiento que al mismo
tiempo paraliza y fragmenta a la población.
Aunada a la violencia criminal (subjetiva) y a la violencia sis-
témica (objetiva), mismas que conforman la necropolítica, hay un
tercer tipo llamada violencia lenta. Teorizada por Rob Nixon, es

9
Subcomandante Marcos, “Carta a Don Luis Villoro”, 2011, en: http://
enlacezapatista.ezln.org.mx/2011/02/14/sobre-las-guerras-fragmento-de-
la-carta-primera-del-sci-marcos-a-don-luis-villoro-inicio-del-intercambio-
epistolar-sobre-etica-y-politica/
. País doliente: Resignificar la dolencia

165

un tipo de violencia que no aparece en las noticias y que es cau-


sada por la deforestación, los derrames petroquímicos, el cam-
bio climático, etcétera. Esta amenaza invisible contrasta con los
destellos de violencia subjetiva que invade el régimen sensible.
Esta forma de violencia trae vulnerabilidad a los ecosistemas, a
las formas de vida, en general, y a la de los pobres y despoja-
dos, en particular, mientras destruye no sólo el tejido social del
país sino a comunidades, formas de vida y formas de ganarse
la vida, además del medioambiente.10 Un ejemplo de ello es el
derrame de ácido sulfúrico en agosto y septiembre de 2014, en
el Río Sonora, por parte de Cananea, mina de cobre operada por
Grupo México, que paralizó la agricultura y apicultura y dejó
a 22,000 personas sin agua. La compañía hizo un fondo de 147
millones de dólares para mitigar los daños, y pagó una multa al
gobierno. Eventualmente, el derrame dejó de ser noticia en los
periódicos y la profepa (Procuraduría Federal de Protección al
Ambiente) minimizó el daño eximiendo a la empresa del cri-
men, al dejar de pagar multas más altas o de limpiar y retirar los
residuos.11 Esta violencia, además de la devastación ambiental,
precariedad y vulnerabilidad, también es la causa de los con-
flictos sociales. ¿Qué implican la simpatía y solidaridad en estas
condiciones de precariedad, incertidumbre, sufrimiento, dolor
y vulnerabilidad?
En México se vive bajo un estado normalizado de emer-
gencia y tragedia humanitaria por secuestros y asesinatos. Co-
tidianamente se encuentran narcofosas, desaparecen jóvenes,
aumentan los casos de tortura, de violencia sexual, e impera la
impunidad.12 Podría decirse que México, hoy en día, está ocupa-

10
Rob Nixon, Slow Violence and the Environmentalism of the Poor. Boston, Harvard
University Press, 2013.
11
“Profepa minimiza nuevo derrame de Grupo México en Sonora”, en Aristegui
Noticias, 22 de Septiembre de 2014. http://aristeguinoticias.com/2209/mexico/
profepa-minimiza-nuevo-derrame-de-grupo-mexico-en-sonora/
12
“Familias de todo el país protestan para exigir justicia”, en Sin embargo, 30
de Agosto de 2014. www.sinembargo.mx/30-08-2014/1102009; Shaila Rosangel,
“Palizas, amenazas, ataque sexual, descargas eléctricas... policías y militares
Irmgard Emmelhainz

166

do. En el sentido militar, la ocupación tiene un componente ver-


tical, por lo tanto, opera desde arriba e implica relaciones de po-
der extremas, una negociación eterna sin resolución, múltiples
complicaciones espaciales, además de la apropiación, coloniza-
ción, desplazamiento y extracción.13 Ocupados y preocupados,
los ciudadanos tratan de hacer que las vidas que no cuentan
para el Estado —contra quienes ejerce la violencia “legítima” o
las víctimas de la violencia ilegítima— de hecho cuenten, a tra-
vés de las redes sociales, protestas en el espacio público —como
el colectivo “Bordamos por la paz”—,14 movilizaciones de la so-
ciedad civil, gestos simbólicos en los espacios públicos o cultu-
rales, o iniciativas de búsquedas de desaparecidos en México
por medio de organizaciones como Ciencia Forense Ciudadana
o Gobernanza Forense Ciudadana. Estas agrupaciones civiles
buscan que tecnologías normalmente controladas por expertos
se hagan disponibles a familiares de desaparecidos, para que
puedan descubrir la verdad sobre el paradero de sus familiares.
A través de una base de datos, un banco de adn y otras herra-
mientas forenses, los ciudadanos comunes se pueden transfor-
mar en expertos forenses buscando a sus seres queridos.15 En
este sentido, la privatización de la labor policial es fruto de la
desesperación de la gente ante la valiosa disfuncionalidad e in-
eficacia de los organismos responsables.

están fuera de control: Amnistía”, en Sin embargo, 4 de Septiembre de 2014.


www.sinembargo.mx/04-09-2014/1107235
13
Hito Steyerl, “Art as Occupation: Claims for an Autonomy of Life”, en
e-flux journal, 2011. www.e-flux.com/journal/art-as-occupation-claims-for-an-
autonomy-of-life-12/
14
Que convoca reuniones en el espacio público para bordar pañuelos alusivos a
la guerra para recordar a las víctimas y canalizar la protesta social. Véase http://
bordamosporlapaz.blogspot.mx/
15
Ernesto Schwartz-Marin y Arely Cruz-Santiago, “How Citizens Lead the
Search for Mexico’s Disappeared”, en Al Jazeera, 20 de Noviembre de 2014.
. País doliente: Resignificar la dolencia

167

Revolución: nuevo autoritarismo y queja colectiva

No hay que confundir dos cosas: El resultado


histórico de las revoluciones, y el devenir
revolucionario del pueblo. Ambas relacionan dos
conjuntos distintos de gente. La sola esperanza del
hombre está en un devenir revolucionario: es la
única manera de deshacerse de la vergüenza propia
o de responder a lo que es intolerable.

Gilles Deleuze, Negotiations

Ulrike Meinhof, miembro de la Rote Armé Faktion (raf) en


Alemania Occidental de los setentas, vivió una transformación
pública: de periodista y madre pequeñoburguesa, a activista y
terrorista. Su ingreso a la “lucha armada” trascendió la escritura
para librar una batalla anti-imperialista en favor de la liberación
de la alienación total del capitalismo, de la ley marcial política
y existencial bajo la cual la gente estaba forzada a vivir, y de la
cultura de consumo y de los aparatos de control de la clase del
poder. Para Meinhof, la acción directa implicaba escapar propio
al destino.16 Cuarenta años después de que Meinhof fuera parte
de un operativo, en 1970, para liberal a Andreas Baader, otro
miembro de la raf, de la cárcel de Tegel, ha habido un cambio
radical en la forma en la que se perciben las formas de auto-alie-
nación cultivadas por el ejercicio del poder estatal y de la cultura
de consumo. Si la raf se configuró como guerrilla urbana con la
meta de erradicar al Estado para instaurar un régimen socialista
y así liberar al pueblo de las cadenas del capitalismo urbano,
hoy en día, las luchas anti-imperialistas carecen de credibilidad,
además de que se reprimen sistemáticamente. Por ejemplo, las
luchas de los kurdos, palestinos, tamiles, saharauis, o zapatistas
chiapanecos, se perciben y toman forma en los medios y en el

16
Chris Kraus, Aliens and Anorexia. Los Ángeles, Semiotext(e), 2002.
Irmgard Emmelhainz

168

ámbito cultural como conflictos periféricos étnicos, más o me-


nos sin solución y remanentes de las luchas idealistas del siglo
pasado. Mistificadas en la película de James Cameron, Avatar
(2010), las luchas de los pueblos originarios se presentan como
batallas perdidas cuya relación con la tierra de origen es un ro-
mance utópico ante el pragmatismo utilitario impuesto por el
imperio: no hay alternativa al “desarrollo” ni a la destrucción
del bien común y del medioambiente en favor de la plusvalía,
aunque sea para el sector privado.
En el caso de México, de acuerdo con el subcomandante
Marcos, la “guerra contra el narcotráfico” es una guerra de con-
quista en la que brilla la asimetría de los bandos: es una guerra
contra los pobres que no viene ni desde la insurrección, ni de
los movimientos independentistas o revolucionarios, sino que
viene desde el poder. Sin embargo, las luchas de los pueblos
originarios, aunadas a las policías comunitarias y a los movi-
mientos sociales contra los megaproyectos y mineras por todo el
país, son anteproyectos potenciales, células de los movimientos
de resistencia y autonomía contra las nuevas guerras libradas
desde arriba.
Por un lado, las formas de vida hegemónicas basadas en el
híper-consumo, la alienación y los aparatos de control bajo los
cuales se rigen las formas de vida globalizadas, son algo estable-
cido y normalizado. Es por eso que la cultura de consumo, sos-
tenida por la industria espectacular de la imagen, se percibe de
manera distinta que en los años sesentas: en vez de verse como
una fantasmagoría que adormece al colectivo, se plantea como
una fuente inagotable de realización de deseos que le brindan
autonomía y libertad de expresión a consumidores “cínicos”
que conocen perfectamente los mecanismos del fetichismo de
las mercancías. Y ante el evidente recrudecimiento de las formas
de poder en la sociedad de control, se está labrando un nuevo
autoritarismo que incluye la persecución a periodistas, la repre-
sión y el linchamiento mediático de marchas y protestas, y la cri-
minalización de activistas. Por ejemplo, una de las herramientas
del nuevo autoritarismo es la llamada “Ley Bala”, promulgada
. País doliente: Resignificar la dolencia

169

en el estado de Puebla, la cual faculta a los policías a usar ar-


mas letales en defensa propia. Esta ley fue aplicada el 9 de julio
contra manifestantes que cerraban la autopista Puebla-Atlixco,
cuando un niño murió impactado por una bala de goma en la
cabeza. El gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, dijo que
la culpa fue de los manifestantes porque usaron al niño de escu-
do humano.17
El nuevo autoritarismo que se forja en México está en sinto-
nía con los nuevos fascismos del resto del mundo, traducidos en
la persecución de movimientos sociales, disidencia, denuncian-
tes y hacktivismo, cacería contra inmigrantes, impunidad ante la
violencia contra mujeres, y represión brutal contra los pobres.18
Además, las nuevas formas de control no sólo se remiten a la
precariedad laboral ni al ámbito cibernético y de telecomunica-
ciones, sino a la omnipresencia de cámaras de vigilancia y a la
captura integral de datos de los ciudadanos, métodos disfraza-
dos de medidas de efectividad, seguridad y prevención, como
formas sistémicas de operación implementadas por el Estado.
Ante este panorama, la red criminal conformada por militares y
gendarmería, oligarquía, políticos y empresarios, es enfrentada
por los ciudadanos que se identifican como víctimas. Por ejem-
plo, el “Movimiento por la paz”, liderado por el poeta Javier
Sicilia, se congrega para exigirle al gobierno reformas, restitu-
ción, y reconocimiento de las víctimas del crimen y de la guerra
contra el crimen organizado. Los miembros del movimiento, en
su mayoría de clase media, hacen marchas, plantones y camina-
tas vestidos de blanco para exigir claridad, justicia y restitución
de sus derechos humanos. Sin embargo, las situaciones locales de
violencia que padecen son un reflejo de procesos globales que,
por un lado, hacen posibles sus privilegios de clase y de consu-

17
Gabriela Hernández, “Manifestantes ‘usan niños como escudos’, acusa
Moreno Valle”, en Proceso, 10 de Julio de 2014. www.proceso.com.mx/?p=376912
18
Yannis Baboulias, “The New Robocops Policing the Poor”, en Al Jazeera, 17
de Septiembre de 2014. www.aljazeera.com/indepth/opinion/2014/09/new-
robocops-policing-poor-20149139238308665.html
Irmgard Emmelhainz

170

midores y, por otro lado, son puestos en jaque por la violencia,


esta contradicción es obviada por sus protestas. Otro problema
es que la victimización como experiencia fundadora de un mo-
vimiento social implica tomar posiciones populistas que impi-
den la propagación de una conciencia colectiva. Así, algunos de
los logros de este movimiento han sido en el plano del recono-
cimiento: el 30 de agosto ha sido denominado “Día internacio-
nal de las víctimas de desaparición forzada”, además de que
Felipe Calderón proclamó la “Ley general de víctimas” y erigió
el “Memorial a las víctimas” en el Campo Marte. Sin embargo,
el sufrimiento social no es efectivo como plataforma de organi-
zación política antagonista, pues el sistema jurídico incorpora a
las víctimas al archivo y a una indagatoria para convertirlas en
meras cifras; así, las víctimas se descorporalizan y se vuelven
fantasmas.19 Como dice Meinhof, es necesario un proceso co-
lectivo de aprendizaje para “colectivizar” al individuo20 y reali-
zar políticamente el miedo, la indignación y el dolor, como por
ejemplo, cuando el colectivo se vuelca sobre el miedo como en
el caso de Cherán, Michoacán.21

Simone Weil en Ciudad Juárez

Como lo explicó el periodista Charles Bowden, en los noventas,


Ciudad Juárez fue el laboratorio de la globalización neoliberal:
con trabajos a sueldos de esclavos, concentración de mano de
obra desechable, economía ilegal, falta de infraestructura y ser-
vicios, resultaron en niveles de violencia sin precedentes a nivel
mundial. Aunque se acusa a Bowden de usar a Ciudad Juárez
como alegoría del apocalipsis con “licencia poética”, su descrip-
ción hace 20 años de los pobladores de Ciudad Juárez gober-

19
S. González Rodríguez, op. cit., p. 73.
20
Ulrike Meinhof, “Armed Anti-Imperialist Struggle”, en Sylvère Lotringer
(ed.), Hatred of Capitalism. Los Ángeles, Semiotext(e), 2001.
21
Thelma González Durán, “El pueblo que espantó el miedo”, en Daniela Rea
y Marcela Turati, (eds.), Entre las cenizas. Oaxaca, Sur+, 2012.
. País doliente: Resignificar la dolencia

171

nados bajo los principios de la necropolítica, como subalternos


desechables muertos en vida, sonámbulos y enmascarados,22
fue una visión del presente de amplias áreas del país, regido
enteramente por los intereses del capital de la oligarquía corpo-
rativa nacional y trasnacional.
Establecida en los años treinta como obrera en una fábri-
ca francesa, como jornalera en el campo, y como soldado en la
Guerra Civil Española, la filósofa del sufrimiento y la empatía,
Simone Weil hubiera sin duda viajado a Ciudad Juárez y no
como observadora internacional o activista con buenas intencio-
nes y asociada a una ong o a algún periódico o institución cultu-
ral —escudada en el aparataje institucional del complejo global
industrial de solidaridad—, sino que se hubiera hecho contratar
en una maquiladora, haciendo el trayecto en transporte público
y padeciendo migrañas durante su jornada de 14 horas pagada
a sueldos de esclavos, solo para regresar a casa a cenar frugal-
mente, o tal vez para no regresar con vida y aparecer mutilada
y violada en un terreno baldío. Para Weil, la empatía con los
miserables nace al vivir su sufrimiento, que es inextricable de
la pena física. Así, el cuerpo era el material de su filosofía en
el que se perdía para trascenderse a sí misma. Adoptando la
mística cristiana, para ella, hay una realidad más allá del mun-
do a la cual se puede tener acceso con las facultades humanas,
pero a través del sufrimiento. Esta realidad está en el centro del
corazón humano y la llama “nostalgia por el bien absoluto”. Para
Weil, lo que el mal y la pena (o malheur) tienen en común es una
falta de contacto con la realidad, y el sufrimiento puede ser un
recurso para recuperar el sentido de realidad. Es decir, cuando
sufre una pena, el ser humano se modifica para preservarse a
sí mismo lo más que puede, dejando su centro intocable para
que pueda pasar la gracia (o el bien absoluto). En este sentido,
la aflicción ennoblece y, sin embargo, cuando sufrimos, nuestra
mente no es libre para contemplar el sufrimiento porque éste

22
Wilivaldo Delgadillo, “El Juárez de Charles Bowden”, en La Jornada, 3 de
Septiembre de 2014. www.jornada.unam.mx/2014/09/03/opinion/a06a1cul
Irmgard Emmelhainz

172

produce un alma encerrada en sí misma para la cual aceptar el


sufrimiento y sentir compasión por otros es muy difícil. ¿Qué
tipo de atención nos pide la gente que sufre, la conozcamos o
no? ¿Por qué podemos vivir sin preocupaciones cuando otros
están sufriendo?
Según Weil, hay un dios falso que transforma al sufrimien-
to en más violencia, y un dios verdadero que transforma a la
violencia en sufrimiento, un tipo de sufrimiento expiatorio que
regresa por el mal que hemos hecho. Un acto doloso es transfe-
rir a otros la degradación que llevamos dentro, y una forma de
liberarnos es cometiendo dichos actos. Por eso, todo crimen es la
transferencia del mal del que actúa a un nuevo sufriente que, sin
embargo, aumenta el sufrimiento de quien procede: la violen-
cia es un fenómeno que se multiplica exponencialmente. Para
Weil, como remedio al mal que hemos hecho, debemos primero
aceptarlo. Sin embargo, vivimos en una era que tiene mucha ne-
cesidad de expurgar al sufrimiento de la vida. En una sociedad
regida por los ideales neoliberales de auto-mejora, desarrollo,
libertad de expresión y autorrealización, el sufrimiento no tiene
cabida, pues se le considera una aberración y violación al “de-
recho humano de la felicidad”. Ser “civilizado” es no matar, y a
los niños se les leen cuentos sobre animalitos del bosque que se
vuelven vegetarianos para no tener que matarse entre ellos, y se
les explica que “bulear” está mal pero abusamos de los menos
privilegiados de maneras más o menos aceptables socialmente.

¿Vidas lloradas?

El actual régimen que combina la soberanía calculada con la


necropolítica —la amalgama de política y guerra—, ha invadi-
do la forma en la que aprehendemos y representamos nuestros
campos de experiencia y, por lo tanto, la manera en la que las
batallas se libran en el espacio público. En estos tiempos sin fe,
el consuelo tiende a venir desde afuera, y por eso existe esta ten-
dencia de hacer público el dolor. En cierto sentido, la poderosa y
placentera fantasía de transgredir la infranqueable frontera del
. País doliente: Resignificar la dolencia

173

sentir de alguien más, se ha colocado en el centro de la cultura.


Bajo el sexenio de Calderón, los medios masivos de comunica-
ción y la industria de la cultura multiplicaron la violencia: si el
espacio público se saturaba con visiones de cuerpos colgando
de puentes acompañados de mantas documentados en los noti-
cieros nacionales o blogs, en el ámbito de la cultura se traduje-
ron a poesía, reportaje, crónica, ensayo, largometrajes de ficción,
documentales, simposios, instalaciones, performances, novelas,
etcétera. Como lo plantea Cristina Rivera Garza, “el horror es el
espectáculo del poder: Horror de Estado”.23
Siguiendo los mandatos éticos de denunciar, visibilizar abu-
sos contra los derechos humanos, propagar la indignación y de
hacer colectivo el duelo, se han hecho experimentos plásticos y
literarios para denunciar, y plasmar la violencia, y para trans-
mitir la irrepresentabilidad del trauma: desde el realismo trau-
mático o documental hasta el minimalismo o la abstracción. Por
ejemplo, la versión “culta” de los noticieros de Televisa son las
instalaciones pseudo-conceptuales de Teresa Margolles cons-
truidas a partir de rastros de escenas de crimen. O la narrativa
de Heli (2012), de Amat Escalante, que establece los arquetipos
nacionales de víctimas: “Heli” encarna la víctima cuya venganza
es frustrada por su falta de lazos con el poder, por eso no sale de
“jodido” y su misoginia y comportamiento errático se justifican
por el trauma que sufrió. “Estela”, su hermana pre-adolescente,
es robada, torturada y violada, y regresa a casa embarazada
(más allá de poder abortar), muda y “muerta en vida”. En Heli,
la violencia se presenta como un ciclo inútil y auto-alimentado;
los mexicanos aparecen llenos de miedo y degradados por fuer-
zas ajenas a ellos y, por lo tanto, sin agencia. Así, la violencia es
algo con lo que se aprende dolorosamente a sobrevivir.
Por otro lado, en su documental, El velador (2012), Natalia Al-
mada filma el cementerio de Culiacán, el epicentro de las guerras
de las drogas (que no es lo mismo que “la guerra contra el narco-

23
Cristina Rivera Garza, Dolerse: textos desde un país herido. Oaxaca, Sur+/
Frontera Press, 2011, p. 12.
Irmgard Emmelhainz

174

tráfico). Chris Chang especula que este cementerio, con sus capri-
chosas formas arquitectónicas, mausoleos, tumbas y criptas, es
probablemente la zona de desarrollo de más rápido crecimiento
de la entidad y el que tenga el mayor movimiento en todo el país
(entre 2010 y 2012 pasó de tener 18,000 a 35,000 tumbas).24 La cá-
mara contempla los vaivenes de cortejos fúnebres y albañiles que
no paran de construir, mientras que escuchamos en la radio y la
televisión cómo se va extendiendo la violencia. Almada muestra
los rituales que le siguen a la muerte y a las tumbas como expre-
siones idiosincráticas de individualidad de los nuevos “Otros”:
los narcos. Con lente etnográfico, no muestra cuerpos destaza-
dos sino rituales de entierro y las fotografías de sus ocupantes
impresas en lonas para revelar una “narcoestética”.
Con un espacio público, privado y un régimen sensible,
todos saturados de violencia estilizada, realista o minimalista-
conceptual, ya sea enfatizando la humanidad y la tragedia o
explotando la atrocidad y lo grotesco, el cuerpo social está en
shock permanente; la mayoría por procuración, aunque ya casi
no quedan familias que no hayan sido tocadas por la violen-
cia en mayor o menor grado de cercanía. En este contexto, las
expresiones colectivas de duelo son quejas que buscan catali-
zar el dolor aludiendo a un poder que les rebasa. En general,
los excluidos sociales, la subclase (underclass) y los pobres están
en la situación de la queja, y ésta puede servir de oportunidad
para alcanzar visibilidad o un lugar en la sociedad. Además, la
identidad de víctima tiene una gran potencia movilizadora: una
persona que sufre una pena pasa por una desubjetivización, e
identificarse como víctima implica construir un campo en el que
se pueda recuperar la subjetividad cobrando conciencia de sí
a partir del dolor. Es decir, la víctima incorpora el daño a su
identidad al tiempo que se empodera aunado a un sentimiento
de virtuosidad o heroísmo. La idea de que los vencidos —el ar-
quetipo de los troyanos— tienen un estatus moral más alto de-

24
“Natalia Almada by Chris Chang”, en Bomb Magazine, núm. 116, 2011. http://
bombmagazine.org/article/5110/
. País doliente: Resignificar la dolencia

175

riva del hecho de que la derrota conlleva una dignidad. Así, de


acuerdo con Cristina Rivera Garza, “el dolor es una forma de pro-
ducción de realidad, un lenguaje en el que los cuerpos descifran
sus relaciones de poder con otros cuerpos [...] un producto de
significados y de legitimidad”.25 En este sentido, hay que tomar
en cuenta que la temporalidad de la queja o del discurso de la
víctima es la de la inmediatez; debido a la urgencia de la denun-
cia está impedida a articular la visión de un futuro común. Aun-
que la queja vaya dirigida al poder, en vez de la subjetivación
política, se inscribe dentro del marco de los derechos humanos
y de la crisis humanitaria.
Por lo tanto, el sufrimiento se convierte en una experiencia
cultural y social que no implica el disenso o antagonismo, sino
proclamarse como excepción. Un fragmento de la novela La edad
de hierro de J. M Coetzee, que alude a la banalidad de la violencia
como el principio de base del genocidio, dice lo siguiente sobre
la no-excepcionalidad de las víctimas:

Tucídides escribía sobre gente que hacía normas y las cum-


plía. Siguiendo las normas mataban a pueblos enteros de
enemigos sin excepción. Estoy segura de que la mayoría de
los que morían sentían que se estaba cometiendo un error
terrible, que fuera cual fuese la norma no podía estar diri-
gida a ellos. “¡Yo!” era su última palabra mientras les cor-
taban las gargantas. Una palabra de protesta: yo, la excep-
ción. “¿Eran excepciones?”. Lo cierto es que, si tuviéramos
tiempo para hablar, todos nos declararíamos excepciones.
Porque todos somos casos especiales. Todos merecemos el
beneficio de la duda. Pero a veces no hay tiempo para escu-
char con tanta atención, para tantas excepciones, para tanta
compasión. No hay tiempo, así que nos dejamos guiar por
la norma...26

25
C. Rivera Garza, op. cit., p. 54.
26
J. M. Coetzee, La edad de hierro. Barcelona, Mondadori, 2002, p. 51.
Irmgard Emmelhainz

176

Para el Tucídides de Coetzee, hay épocas lamentables en las


que la proliferación de voces de víctimas que se declaran excep-
ciones buscando reconstituirse es fútil, ya que su duelo público
no es más que un espejo en el que se reflejan otras víctimas cla-
mando cada una su singularidad. Y aunque cada uno merece ser
escuchado, como lo dice Coetzee, hay épocas terribles en las que
la compasión no alcanza para todos los reclamos. La empatía es
una elección que hacemos: ponemos atención, nos extendemos,
pero la atención es un recurso limitado. La empatía genuina es
espontánea, y la empatía dotada de intencionalidad es el trabajo
de base para construir una ética de responsabilidad compartida.
A veces, la empatía refuerza el dolor que intenta con­solar exten-
diendo la duración del duelo, dando lugar a una comunidad de
sufrientes aislada.
En este sentido, las declaraciones colectivas y públicas de
excepción opacan las condiciones de reproducción de la violen-
cia: en México, las estructuras de base de la violencia sistémica
están emplazadas desde hace 500 años y por eso se han hecho
invisibles. Por ejemplo, el racismo inherente al sistema de castas
—que todavía impera— hace que se obstruya la empatía que el
etnocentrismo y el clasismo sean inescapables, y que azucen el
deseo de los más privilegiados de aislarse en comunidades ur-
banas cerradas y vigiladas. O la impunidad que caracteriza en
general la relación de los mexicanos con el poder, que implica
afirmar la superioridad propia a través de la violencia y agre-
sión a otros en situaciones cotidianas y banales.
Por otro lado, condolerse con las víctimas que reclaman
reconocimiento es una forma de transformar al acto de ver en
algo que trasciende el voyerismo y el morbo; es responder a una
interpelación que nos hace devenir otros y hacernos colectiva-
mente responsables.27 Llorar las vidas perdidas es ir más allá
del dolor individual para consolarse en un acto colectivo en el

27
Susan Sontag, Ante el dolor de los demás. Madrid, De Bolsillo, 2010 y Ariella
Azoulay, The Social Contract of Photography. Cambridge, Massachusetts, mit
Press, 2009.
. País doliente: Resignificar la dolencia

177

que mostramos nuestra condición humana más básica: la vulne-


rabilidad. Como lo plantea Cristina Rivera Garza: “El duelo, el
proceso psicológico y social a través del cual se reconoce pública
y privadamente la pérdida del otro, es acaso la instancia más ob-
via de nuestra vulnerabilidad y, por ende, de nuestra condición
humana”.28
En este sentido, reconocer la vulnerabilidad propia y la de
otros sirve de base ética para una teoría del poder y responsabili-
dad propia y hacia los demás: “reconocer la vida vivida desde ese
otro” que se ha perdido, en un duelo público, nos hace vulnera-
bles y, por lo tanto, más humanos, ayudándonos a catalizar el do-
lor para no responder con violencia ante lo que nos han hecho.29
Sin embargo, es imperativo ligar al sufrimiento colectivo a la po-
litización del acecho al bien común por las políticas neoliberales y
al asedio corporativo al país y a los ciudadanos, ya que es urgente
que los reclamos de justicia se conviertan en formas de resisten-
cia al nuevo autoritarismo, reconociendo que la destrucción de la
vida y de los cuerpos es la base del capitalismo global.

Ocultación de los cuerpos, resignificar la violencia

Una vez que bajo el gobierno de Felipe Calderón la población


se acostumbró a vivir en condiciones de precariedad y excep-
ción, además del shock permanente, el gobierno de Enrique Peña
Nieto cambió de estrategia. En lugar de mostrar la violencia en
los medios y expresiones culturales, para así potenciarla, y de
hacerle publicidad a capturas aparatosas de líderes del narco,
para subrayar el poder de la marina y el ejército, el gobierno
actual minimiza la sangre, los cuerpos y esconde los números
crecientes de muertos y desaparecidos. Es decir, el nuevo régi-
men autoritario se caracteriza, además de la represión masiva
de la protesta y de desapariciones forzadas, por la ocultación (o
invisibilización) y silenciamiento de la violencia.

28
C. Rivera Garza, op. cit., p. 127.
29
Idem.
Irmgard Emmelhainz

178

A pesar de ello, la opinión masificada hace aparecer perió-


dicamente un evento que domina los medios para renovar la
indignación que ya se ha hecho permanente. Se trata de escán-
dalos que surgen para superar —momentáneamente— la reso-
nancia de los escándalos que le anteceden, y en los que rara-
mente se hace justicia. Por ejemplo, el hallazgo de 72 cuerpos
de migrantes centroamericanos enterrados en una fosa común
en San Fernando, Tamaulipas en agosto de 2010. Las fosas fue-
ron la evidencia culmen de la barbarie: la válvula de la ira. Por
aquel entonces se encontraron un total de 193 muertos en 47
fosas comunes en el área, y que siguieron apareciendo, en abril
de 2011 se encontraron 193 cuerpos más. Recientemente, la pgr
reconoció la complicidad de los policías de San Fernando con
las masacres.30 En 2010, este evento fue para la opinión pública
el catalizador para exigir el poner un “ultimátum” a la violencia.
Las fosas evocaron las tumbas anónimas de hace cuarenta años,
derivadas de la represión al movimiento estudiantil y a otros
movimientos contestatarios, que fueron signo de la brutalidad
de la represión estatal a través del genocidio y desapariciones
políticas. La “privatización” de las fosas de San Fernando impli-
ca que los cuerpos son signos de actividad económica frustrada:
son mano de obra redundante a la cual las bandas criminales
tampoco pudieron sacarles plusvalía uniéndolos a sus filas o
extorsionándolos. Las fosas evocan el máximo aprovechamien-
to del excedente de mano de obra, cuerpos incapaces de deve-
nir en plusvalía eficientemente desechados. Como una medida
para evitar un escándalo similar al que suscitó el hallazgo en
San Fernando, el gobierno de Peña Nieto programó soluciones
represivas como el cierre de albergues de apoyo humanitario a
migrantes, trabas para subir a “La Bestia”,31 persecución ciuda-

30
Paola Chouza, “México admite la participación de la policía en matanzas de
inmigrantes”, en El País, 22 de Diciembre de 2014. http://internacional.elpais.
com/internacional/2014/12/22/actualidad/1419280307_672813.html
31
“La Bestia”, también conocido como “El tren de la muerte”, es una red de tren
de mercancías que utilizan los inmigrantes para atravesar rápidamente México
y dirigirse hacia los Estados Unidos. (N. del edit.)
. País doliente: Resignificar la dolencia

179

dana y policial. A su vez, el crimen organizado, ha optado por


“cocinar”32 a los cuerpos para desaparecerlos.
El siguiente acontecimiento que cruzó el límite de lo indeci-
ble y que, sin embargo, no ha trascendido en la opinión pública,
un ejemplo de la ocultación (o invisibilización) de la violencia
del nuevo régimen, es la masacre masiva en Allende, un pueblo
de Coahuila cerca de la frontera. En marzo de 2011, los Zetas
usaron ranchos como campos de exterminio por una disputa de
800 kilogramos de cocaína. Se calcula que desaparecieron 300
personas cuyas casas, negocios, ranchos y predios se encuen-
tran destruidos y saqueados o abandonados. Además, se piensa
que los desaparecidos fueron calcinados en hornos crematorios
improvisados,33 consecuencia del escándalo causado por el ha-
llazgo en San Fernando, Tamaulipas, para no dejar rastros de
las masacres. Todo comenzó cuando Luis Garza Gaitán y Héc-
tor Moreno Villanueva, rancheros prominentes de la región que
colaboraban en el trasiego de cocaína con los Zetas, los denun-
ciaron y se fueron a Estados Unidos como testigos protegidos.
Las víctimas de los Zetas son familiares, amigos y trabajadores
de ambos. Cabe mencionar que el caso salió a la luz tres años
después con escasas notas en Proceso y un reportaje en Vice.34
Así, el gobierno de la entidad permanece en silencio al respecto,
excepto para anunciar que destruirá las casas de los desapareci-
dos que fueron destruidas y demolidas en ruinas, y que la com-
pañía Geokinetics, dedicada a extraer gas esquisto se encuentra
operando ya en el área, ya que la desaparición de las personas
y sus ranchos les resultó muy conveniente para llevar a cabo
sus operaciones de extracción sin oposición civil. La ausencia de
los cuerpos es significada por sus propiedades en ruinas, pero

32
El término “cocinar” es un vocablo utilizado para describir la incineración o
exhumación de cuerpos por parte de un grupo. Es una práctica que se utiliza
con el fin de desaparecer la evidencia de los cuerpos. (N. del edit.)
33
Véase los siguientes links: www.proceso.com.mx/?p=363638 y www.proceso.
com.mx/?p=382282
34
Diego Enrique Osorno, “El manantial masacrado”, en Vice, 19 de Septiembre
de 2014. www.vice.com/es_mx/read/el-manantial-masacrado
Irmgard Emmelhainz

180

silenciada por el resto de la comunidad, es decir, indicativa de


los nuevos niveles de terror e impunidad que se están viviendo
en el país.
Otro caso más reciente, caracterizado también por la ausen-
cia del rastro de cuerpos, pero que ha tenido resonancia durante
más de tres meses, provocando movilizaciones masivas sin pre-
cedentes por todo el país y en el extranjero tuvo lugar el 26 de
septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero. Según la versión oficial,
esa noche, patrullas de la ciudad bloquearon el paso a autobuses
que estudiantes de la escuela normal rural Raúl Isidro Burgos
Favela en Ayotzinapa, habían secuestrado para ir a recabar fon-
dos para asistir a las conmemoraciones del 2 de octubre del 1968
en la Ciudad de México. Los policías municipales les empezaron
a disparar y luego de una serie de eventos, un comando atacó
en el mismo lugar a los estudiantes y a un equipo de fútbol que
viajaba en otro autobús resultando en 26 heridos. Se cuenta que
más tarde, la policía municipal entregó a 43 de los estudiantes a
miembros del cartel “Guerreros Unidos” para que los desapare-
cieran, teniendo al alcalde de Iguala como autor intelectual del
crimen. Este evento se planteó como ejemplo de los lazos entre
el crimen organizado y las entidades gubernamentales, prueba
de la disfuncionalidad del Estado, pero la justificación para esta-
blecer el esquema del mando único policial en Guerrero. Se dice
que los estudiantes fueron ejecutados y calcinados en Cocula,
y que sus restos fueron arrojados al río San Juan. A la fecha, un
equipo argentino forense contratado por la iniciativa privada,
identificó uno de los cadáveres, el del normalista Alexander
Mora, además de que se ha revelado recientemente el involu-
cramiento de que las fuerzas federales estuvieron involucrados
en el crimen, desmintiendo la versión que los estudiantes fueron
quemados en el basurero de Cocula, especulando que fueron in-
cinerados en el crematorio militar de Iguala.35

35
“As Obama Hosts Peña Nieto, Explosive Report Ties Mexican Federal Police
to Students’ Disappearance”, en Democracy Now, 6 de Enero de 2015. www.
democracynow.org/2015/1/6/as_obama_hosts_pena_nieto_explosive
. País doliente: Resignificar la dolencia

181

En tanto a que no estamos directamente relacionados con las


víctimas, los eventos de violencia potenciados —o no— en los
medios masivos de comunicación y en las redes no nos causan
sufrimiento en sí, pero nos hacen sufrir al ser signos. ¿Signos de
qué? Son signos de un estado de las cosas que nos hace sufrir por
sí mismo,36 signo del asedio al bien común, del nuevo autorita-
rismo, de la incertidumbre, precariedad e inseguridad en las que
vivimos. La disparidad de la atención puesta en el caso de las
fosas de San Fernando —el escándalo no se tradujo a protestas
masivas en las calles—, la masacre de Allende, y los crímenes
contra los estudiantes de Ayotzinapa, tiene que ver más en cómo
los medios son controlados. El poder mediático infla las histo-
rias para manipular las emociones populares: de estar en shock
permanente por el desfile incesante de cadáveres desmembra-
dos y narcomantas bajo el gobierno de Calderón, la población
ha pasado a estar en un estado de indignación perpetua con una
concatenación de escándalos ligados a la corrupción del poder y
corporaciones como la “Casa Blanca” de Angélica Rivera ligada
al Grupo Higa, o los gastos excesivos de políticos y/o de sus fa-
miliares basados en el escrutinio de sus redes sociales, o el lava-
do del dinero de cárteles mexicanos del banco HSBC, etcétera.
Ante ellos, la ley rara vez se aplica y la exigencia de ren-
dición de cuentas en el ciberespacio raramente trasciende a la
realidad. La información que circula en los medios atraviesa la
pantalla para potenciarse en la realidad pero al ser distorsiona-
da. Por ejemplo, la masacre en Iguala ha provocado moviliza-
ciones masivas por todo el país y en el extranjero, caos en Gue-
rrero pues a principios de 2015 había 28 alcaldías tomadas en
todo el Estado,37 cinco organizaciones armadas guerrilleras han
manifestado su apoyo con las familias,38 o personalidades de la

36
Simone Weil, The Notebooks, vol. 1. Nueva York, G. P. Putnam’s Sons, 1956,
p. 2.
37
Sergio Briceño, “Tomadas, 28 alcaldías por el caso Ayotzinapa”, en La Jornada,
29 de Diciembre de 2014. www.jornada.unam.mx/2014/12/29/politica/005n1pol
38
José Gil Olmos, “Ante la pesadilla de Iguala, las guerrillas despiertan”, en
Proceso, 1 de Noviembre de 2014. www.proceso.com.mx/?p=386407
Irmgard Emmelhainz

182

farándula e intelectuales se han pronunciado públicamente ante


el crimen.39 En este sentido, se dice que los 43 de Ayotzinapa son
“los muertos que finalmente contaron”. Los eslóganes “Vivos se
los llevaron, vivos los queremos” y “Faltan 43”, han encauzado
la indignación frente a la colusión entre el gobierno y policía
con los narcotraficantes, así como al racismo y desprecio contra
los jóvenes campesinos e indígenas y contra los estudiantes y
activistas, catalizando encuentros colectivos para exigir cuen-
tas, condolerse, o hacer mantras contando hasta el 43 en lugares
y eventos públicos. Otra de las consignas más visibles ha sido:
“Fue el Estado”, que al mismo tiempo que plantea a la violencia
como una práctica represiva del estado, obvia la complejidad
de la situación, desligándola de la economía política. La mag-
nitud de las manifestaciones en solidaridad con los padres de
los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa y de muestras de
indignación ante los hechos, son prueba de la necesidad de la
gente de encontrarse en la calle para sentir que su indignación
y descontento son comunales. Aquí podemos remitir a la pa-
radoja que evoca Canetti en la formación de una masa: en la
proximidad anímica y física de los cuerpos, se invierte el miedo
a los otros, es decir, el temor a que los límites individuales sean
transgredidos trasciende para hacer presente un colectivo ima-
ginario. Al sentir este proceso revertirse en un ritual de duelo a
los muertos, pues la ritualización de la muerte —según Canet-
ti— tiene que ver con la sobrevivencia arcaica, la igualdad reina
al interior de la masa creando una conciencia compartida.40
Evidentemente, el campo social es un lazo afectivo. En este
sentido, sin proponérselo, el cuerpo empatiza con los otros por-
que tiene la capacidad de ponerse en el lugar del cuerpo de otras
personas. En las manifestaciones públicas de descontento, se tie-

39
Véase la inauguración de Eugenio Derbez del Teletón el 6 de Diciembre de
2014. “Inaugura Derbez el Teletón”, en Aristegui Noticias, 6 de Diciembre de 2014.
http://aristeguinoticias.com/0612/mexico/inaugura-derbez-el-teleton-y-habla-
de-la-casa-blanca-y-de-ayotzinapa/
40
Elías Canetti, Masa y poder. Madrid, Alianza, 2005.
. País doliente: Resignificar la dolencia

183

ne la experiencia de sentirse bien y de formar parte de un campo


social significativo, al tiempo que se crea un sensorium. En este
sensorium, la gente tiene la fantasía de ser parte de algo, se siente
empoderada al experimentar momentáneamente una intimidad
colectiva. Sin embargo, la imagen que atraviesa distorsionada
sobre las pantallas para movilizar al público es ajena a la iden-
tificación política y radicalmente distinta a una imagen con la
cual podríamos identificarnos como colectivo a largo plazo. Es
decir, la imagen que se crea del colectivo dentro de la masa de
dolientes es efímera, y como diría Berardi, la acción social es
menos el resultado de elecciones conscientes organizadas y más el
resultado de cadenas automáticas de elaboraciones cognitivas e
interacción social que se gestan en las redes sociales.41
A pesar de sus poderes terapéuticos momentáneos de re-
sarcimiento colectivo, la condolencia es queja y, por lo tanto,
ruido que necesita transformarse en discurso político. Es nece-
sario resignificar la violencia para estimular nuestra capacidad
de ver más allá de las tumbas o de su ausencia, eliminando la
temporalidad de lo observado; un juego de figurabilidad y le-
gibilidad, de creación o cristalización de un discurso. Ante la
intensificación de la violencia, la tesis de la desintegración del
Estado ya no puede sostenerse, pues se hace evidente que este
mismo selectivamente. Teniendo esto en cuenta, resignificar la
violencia sería ver algo más que habitar y compartir el trauma,
el morbo del sufrimiento ajeno, salir del shock. En este sentido,
sería también ver que la constante presencia de la muerte es in-
disociable del imperio del capital neoliberal y del deseo de la
oligarquía para una limpieza social de vivir bajo un apartheid
socio-económico, con privilegios y accesos a bienes básicos res-
tringidos y que la paz sea imposible en un país cuya política es
despojar y destruir las formas de ganarse la vida de su pueblo.
Más allá de la violencia como problema moral, tanto del lado

41
Franco Berardi, “The Neuroplastic Dilemma: Consciousness and Evolution”,
en e-flux journal, 2014. www.e-flux.com/journal/the-neuroplastic-dilemma-
consciousness-and-evolution/
Irmgard Emmelhainz

184

del poder como del lado de los que denuncian al mismo, resig-
nificar la violencia sería trascender el dogma de que “Si andas
bien, no puedes hacer/ser víctima del mal”.
Ante la intensificación de la violencia, los muertos necesi-
tarían adquirir un estatus simbólico de mártires —en lugar de
un estatus real o judicial como víctimas— para ayudar a repelar
las epidemias de desidia, angustia, depresión, ansiedad, apatía
e indiferencia, y a trascender su lugar en un nicho de consumo
para darles a los sobrevivientes una perspectiva y un programa
de acción claros. Es cuestión de cambiar el marco discursivo del
reclamo de la víctima de la violación de sus derechos humanos
dirigido hacia el Estado y repensar a la violencia como propia-
mente de Estado obedeciendo a la lógica de la política econó-
mica neoliberal. Por ejemplo, en Chalchihuapan, Puebla, nom-
braron a José Luis Tehuatlie Tamayo, el niño que murió por una
bala de goma en una protesta, “Niño Héroe”, y develaron una
placa condenando a Moreno Valle de asesino.42 Están también
las narraciones de las circunstancias de la muerte de miles de
personas plasmadas en telas bordadas colectivamente a lo largo
y ancho del país, incluso en el extranjero. Los bordadores por la
paz decidieron ponerle fin a su actividad de bordar en espacios
públicos porque sentían que corrían peligro al realizar esta acti-
vidad en la calle. Evidentemente, pequeñas acciones simbólicas
como ésta son extremadamente amenazantes para una minoría
que tiene el poder sobre la economía, los procesos políticos y
los medios masivos de comunicación. El poder ve como ame-
naza su gesto silencioso, anónimo, lento, minucioso, paciente,
reflexivo y comunal de protesta, es decir, la creación activa de
un sentimiento de realidad compartida, que implica un encuentro
con la realidad que no está mediada por los medios masivos de
comunicación.

42
Yadira Llaven Anzures, “Proclaman como ‘niño héroe’ al niño asesinado en
Chalchihuapan”, en La Jornada de Oriente, 17 de Septiembre de 2014. www.
lajornadadeoriente.com.mx/2014/09/17/proclaman-como-nino-heroe-al-nino-
asesinado-en-chalchihuapan/
. País doliente: Resignificar la dolencia

185

Resignificar la violencia sería crear formas de estar en común


en el espacio público que pudieran abrir espacios de autoges-
tión y autonomía. En vez de reclamarle al poder, la situación
demanda darle la espalda con la elocuencia de los bordadores
y con la tenacidad de los pueblos purépechas en Uruapan, que
se han auto-organizado para mantener a raya al mandato nacio-
nal, estatal y al crimen organizado.43 De esta manera, también
es urgente poner sobre la mesa qué valores queremos que rijan
nuestra sociedad considerando el bagaje colonial y el sistema de
castas que la estructuran, a qué nivel y con qué medios, si es que
creemos en defender el bien común.

43
Ernesto Martínez Elorriaga, “Exigen habitantes purépechas la salida de la
Fuerza Rural de sus comunidades”, en La Jornada, 15 de Septiembre de 2014.
www.jornada.unam.mx/2014/09/15/politica/007n1pol
Capítulo 5. Movimientos de la sociedad civil y luchas sociales:
Ensayos del programa anticapitalista por venir

Hay que vivir conformes y agradecidos con lo que


cada uno tiene; yo sé que quisieran tener más, que
me llegan a envidiar. Pero tengan en cuenta que yo
también siento envidia de otras porque quisiera
tener más dinero, una sala nueva, viajar más, más
ropa y accesorios de diseñador. Sean conscientes
de que todos aspiramos a tener cosas que tienen
los que están más arriba que una. Por eso hay que
aceptar y estar agradecidas con lo que a cada quién
le tocó vivir.

Dicho por una patrona a sus criadas

Yo soy socialista y ningún partido me representa

Eslogan del #YoSoy132

Servir y no servirse
Representar y no suplantar
Construir y no destruir
Obedecer y no mandar
Convencer y no vender

Principios de gobierno de los K’eris de Cherán


(Michoacán)

187
Irmgard Emmelhainz

188

Esbozo de un panorama

El actual panorama del nuevo pri en México mantiene intacta la


estructura organizacional que prevalece desde el siglo xix: unos
pocos toman decisiones respecto a la economía política y con-
centran los poderes técnicos, determinantes y fácticos, legales e
ilegales —militar, finanzas, comercio, medios masivos de comu-
nicación— que gobiernan al país. Actualmente, esta oligarquía
representa los intereses del capital global neoliberal bajo el dis-
fraz de la democracia presidencialista. La democracia basada en
el presidencialismo implica organizar la representación de los
intereses de todos los miembros de la sociedad a través del me-
canismo de las elecciones. Esta representación toma la forma de
partidos y está ligada al voto. En este sentido, “democracia” sig-
nifica “poder del pueblo” e implica un grado de participación
máxima de los ciudadanos en las decisiones políticas. Sin em-
bargo, los que deciden son los que financian los partidos, como
sus dueños, empresarios y medios masivos de comunicación.
A pesar de ello, la democracia en México implica la coexis-
tencia pacífica de varias facciones de la oligarquía que detentan
el poder. Las facciones están de acuerdo en algunos puntos bá-
sicos: economía de libre mercado y un régimen presidencialista,
además de pactar con el crimen organizado o la hostilidad ha-
cia todo lo que amenace a estos puntos, ya sea la insurrección
indígena, las protestas estudiantiles, o la oposición organizada
a los megaproyectos o los periodistas. La democracia mexica-
na implica, en efecto, construir instituciones creíbles que le den
lugar a un espacio pacífico en el que puedan expresarse opinio-
nes antagónicas, con la condición de que todos estén de acuerdo
con las “reglas del juego”, lo que hace posible decidir cuál de
las opiniones prevalecerá temporalmente sin conflicto violento.
El pacto al que los “partidos de gobierno” se comprometen a
respetar es la libertad de enriquecerse sin límites, apoyo a las
decisiones que tome Estados Unidos en cuanto a la “seguridad”
del país, confianza en los bancos y las transacciones financieras,
soberanía de los mercados, privatización del bien común, indus-
Movimientos de la sociedad civil y luchas sociales:

189

trialización del campo en detrimento de la autonomía alimenta-


ria, otorgamiento ilimitado de créditos, economía basada en el
desarrollo y crecimiento, etcétera.
Dentro del sistema presidencialista, existen partidos pe-
queños con diversas agendas, además del partido de izquier-
da (prd), cuya agenda social progresista —que casi siempre se
traduce a políticas más bien populistas o clientelistas— preten-
de representar los intereses de los pobres, asalariados de clase
media y burócratas. A su vez, los partidos de derecha (pri, pan)
ven por los intereses de la élite y de las corporaciones siguien-
do una agenda social conservadora, con tintes religiosos o, re-
cientemente, ligados a la farándula y a la lógica celebrity. Así, el
sistema político presidencialista es relativamente nuevo en Mé-
xico, ya que antes de la transición a principios del nuevo siglo,
el régimen era unipartidista y se basaba en acuerdos impues-
tos a distintos actores sociales. Hay que tener en cuenta que el
cambio del sistema unipartidista a la democracia se llevó a cabo
dentro del marco de los severos ajustes estructurales impuestos
por el marco de la economía del libre mercado, mismo hecho
de que existan actualmente amplios sectores de la población en
conflicto o movilizados. De acuerdo con Rodrigo Gutiérrez Ri-
vas, la sustitución de un partido único y el cambio del sistema
político en México es una de las causas de la inestabilidad del
país, ya que el régimen del partido hegemónico que duró seten-
ta años, no es sólo una estructura política, sino también social. El
problema es que el régimen sigue manteniendo muchos de sus
aspectos de exclusión, explotación y marginación, de su falta
de pacto social, además de que los esfuerzos de estabilización
del nuevo régimen han sido guiados solamente por un proyecto
de transformación institucional desde las instituciones.1 A pesar
de ello, prevalece una lucha de poder entre las facciones parti-
distas que no han logrado crear equilibrio. Ante ello, se preten-

1
Rodrigo Gutiérrez Rivas, “El neoliberalismo contra los derechos económicos,
sociales, culturales y ambientales”, en: http://biblio.juridicas.unam.mx/
libros/4/1790/8.pdf
Irmgard Emmelhainz

190

de estabilizar el poder político a través de reformas electorales,


un régimen de partidos, un equilibrio entre los poderes, y la
transparencia gubernamental y de la libertad de expresión en
los medios y en el ámbito cultural. Sin embargo, lo que queda
intacto en este tipo de Estado democrático es que representa los
intereses globales de la dominación del capital.
En las ciudades, las políticas neoliberales han hecho extre-
madamente difíciles las condiciones de vida de sus habitantes.
La necesidad de auto-explotarse en el ámbito laboral ha traído
jornadas extenuantes (de 12 a 15 horas al día), aunados a trasla-
dos de dos horas o más en el tráfico o en medios de transporte
públicos y vías atiborrados; encarecimiento de gasolina, alimen-
tos, servicios, vivienda, la reforma fiscal (con vistas a extraer más
impuestos de pequeños negociantes o del comercio informal),
pérdida de poder adquisitivo. También la población se ha visto
afectada por medidas de “limpieza social”, como ciertas formas
de arreglos urbanos (que impiden el ambulantaje), el “Hoy No
Circula” los sábados, o para autos con antigüedad de más de 15
años. En el campo, la agricultura de subsistencia está siendo sis-
temáticamente desmantelada con el objetivo de “modernizarla”,
aunándose a las causas de desplazamiento de las poblaciones
campesinas. En este contexto, la modernización de la agricultura
implica reorganizarla con base al comercio y la explotación.
En un artículo de opinión en el periódico Reforma, firma-
do por el empresario y presidente de Grupo Bimbo, Lorenzo
Servitje, promueve una visión para el campo.2 Apoyándose en
el estereotipo colonial de que los campesinos necesitan ayuda
de los criollos para prosperar, Servitje subraya la necesidad de
la participación de la iniciativa privada, específicamente la del
programa “Educampo”, perteneciente a la Fundación Mexicana
para el Desarrollo Rural, en una coalición del sector público con
el privado pero con preponderancia del último.3 El programa

2
Lorenzo Servitje S., “Una nueva visión del campo”, en Reforma, 29 de Mayo
de 2012.
3
Bimbo, Alpura, Comex, Educampo, Cargill, Comercial Mexicana, Fypa,
Movimientos de la sociedad civil y luchas sociales:

191

consiste en dar capacitación técnica para incrementar la produc-


tividad de los campesinos e incluye un proceso educativo, en el
que se les enseña autoestima, confianza y sentido de empresa. A
los campesinos se les proporcionan “semillas mejoradas, fertili-
zantes, plaguicidas y seguro contra riesgos en la cosecha” y tra-
bajan bajo el esquema de “agricultura por contrato”.4 La visión
de este programa plantea al campesinado como ineficiente por-
que es (supuestamente) incapaz de lograr economías de escala
para incrementar sus rendimientos a niveles que los hagan com-
petitivos en la economía global. Además de la condescendencia
criolla y estatal hacia los indígenas, el programa de Servitje pro-
mueve valores neoliberales como la capacidad y sobrevivencia
individuales y la “auto-mejora”, con la consecuencia de frag-
mentar comunidades, desmantelar su poder colectivo, además
despojarlos y desplazarlos de su tierras comunales. Mientras
que este tipo de programas ha buscado sustituir programas es-
tatales de ayudas básicas a los agricultores, esto es un ejemplo
de alianza entre la iniciativa privada y las agencias cuyos pro-
gramas apoyan la expansión global del capital (Fondo Mone-
tario Internacional, Banco Mundial, Organización Mundial de
Comercio). Así, se destruyen los modos de subsistencia de los
campesinos expropiándolos de sus conocimientos tradicionales
y haciéndolos dependientes a estos tipos de programas y de cor-
poraciones como Monsanto.
Otra embestida contra el campo es la “Cruzada Nacional
Contra el Hambre” promulgada por Peña Nieto en 2013, la cual
se basa en un programa brasileño enfocado en cubrir las necesi-
dades alimenticias básicas de 7.4 millones de mexicanos en los
400 municipios con índices más altos de marginación. Sin em-

Fundación pepsico México, Monsanto, sedarpa, Gobierno de Campeche y


Quintana Roo, C&A, ADO, Fundación Alfredo Harp Helú, Fundación Walmart,
dif, HEIFER Foundation, W.K. Kellogg Foundation, SG Foundation, Estado de
Campeche.
4
La agricultura por contrato es un esquema en el que el productor le vende
al comprador antes de la cosecha en términos de condiciones específicas de
volumen, calidad, tiempo, lugar de entrega, precio y condiciones de pago.
Irmgard Emmelhainz

192

bargo, en vez de atacar las causas estructurales de la pobreza y


contribuir a la autonomía de los indígenas, el programa podría
describirse como una ayuda gubernamental bajo la forma de
dádiva del Estado con el propósito de obtener votos. Aunado a
ello, se está discutiendo actualmente una “reforma para la trans-
formación del campo” con el objetivo de dar apoyos a empresas
transnacionales para que afiancen sus avances en las tierras de
campesinos e indígenas, con el fin de extraer minerales, explotar
la tierra y agua, contaminar semillas, expandir infraestructura,
etcétera. Como Silvia Ribeiro lo menciona en un artículo en La
Jornada, el antecedente directo de esta reforma es la del artículo
27° de la Constitución, que en 1992, junto con el Programa de
Certificación de Derechos Ejidales y Titulación de Solares (Pro-
cede), permitieron la privatización de los ejidos. Además, la re-
forma energética en curso permite la expropiación, ocupación
superficial y servidumbre legal de hidrocarburos y electricidad
en terrenos ejidales bajo las figuras legales de “actividad pre-
ferente” y “utilidad pública”. Con estas leyes, los intereses de
las empresas trasnacionales están por encima de los derechos
de los campesinos y las comunidades indígenas, y lograrán que
pierdan el control de sus semillas, por lo que peligra aún más su
autonomía alimentaria y la del país en general.5
Las políticas neoliberales, si no han destruido formas de vi-
vir y de ganarse la vida, han degradado las condiciones y ba-
jado los estándares de vida y de trabajo de un gran porcentaje
de los ciudadanos en las ciudades y en el campo, devastando
el medioambiente, desplazando y expropiando el territorio, de-
rechos laborales y la calidad de vida, haciendo que el crimen
organizado florezca, violando derechos humanos e implemen-
tando nuevas formas de esclavitud (deudas, a productos de

5
Sivia Ribeiro, “Acoso al campo”, en La Jornada, 12 de Julio de 2014. www.
jornada.unam.mx/2014/07/12/opinion/025a1eco; Juliana Fregoso, “Reforma
energética: el campo, gran perdedor”, en Sin embargo, 18 de Julio de 2014.
www.sinembargo.mx/18-07-2014/1060936; Madalena Gómez, “Resistencia
indígena, libre e informada”, en La Jornada, 29 de Julio de 2014. www.jornada.
unam.mx/2014/07/29/opinion/017a2pol
Movimientos de la sociedad civil y luchas sociales:

193

consumo, al trabajo). Dentro de este panorama urgente, ha sur-


gido una explosión de manifestaciones de la sociedad civil y
de luchas sociales, de producción cultural y mediática, crítica o
contra-hegemónica; movimientos organizados alrededor de te-
mas específicos; movimientos de sindicatos en procesos de des-
mantelamiento (cnte), de pueblos originarios luchando contra
la expropiación o destrucción de sus tierras;6 movimientos de
izquierda corruptos o de base clientelista (Antorcha Campesi-
na), clases medias y altas exigiéndole al gobierno justicia ante
el crimen;7 auto-defensas pagadas por terratenientes defendién-
dose de extorsiones y secuestros y del narcotráfico, policías au-
tóctonas protegiendo sus comunidades de la coalición entre el
Estado y el crimen organizado, etcétera. Algo que caracteriza a
estas manifestaciones es que libran batallas singulares, aisladas
entre sí. Asimismo han sido víctimas del imperio mediático y el
reino de opiniones, los cuales potencian algunos movimientos o
expresiones de disenso en detrimento de otros, de la represión
de Estado (a veces bajo la forma del crimen organizado), y del
consenso general que impera en la población de defender la li-
bertad de enriquecerse sin límites y la “seguridad”.
Ante este panorama, podrían considerarse a los movimien-
tos sociales en México como ensayos de movimientos anticapi-
talistas por venir, concatenados entre ellos y con los demás mo-
vimientos por todo el mundo que empezaron a surgir en 2008,
y que por el momento algunos se encuentran aislados unos de
otros debido a la naturaleza de sus demandas, su forma de or-
ganización, su existencia y difusión. Asimismo, porque la po-

6
Por ejemplo, Comité Salvemos Temacapulín, Acasico y Palmarejo, la Asamblea
de Pueblos Indígenas del Istmo en Defensa de la Tierra y el Territorio de
Oaxaca, el Consejo de Ejidos y Comunidades Opositores a la Presa La Parota,
el Consejo Regional Wixárika en Defensa de Wirikuta, Júba-Wajín-San Miguel
del Progreso, la Unión de Cooperativas de Tosepan, etcétera. Víctor M. Toledo,
“¡La batalla ha comenzado!”, en La Jornada, 19 de Agosto de 2014. www.
jornada.unam.mx/2014/08/19/politica/018a1pol
7
Noé Zavaleta, “Marchan los ricos en Veracruz: exigen seguridad”, en Proceso,
12 de Julio de 2014. www.proceso.com.mx/?p=376988
Irmgard Emmelhainz

194

blación de México es demasiado heterogénea y está plagada de


prejuicios raciales y de clase, ya que no han logrado programar
demandas solidarias ni proyectos de movilización civil que
pudieran abarcar a todos los sectores de la población, ni insti-
gar proyectos de auto-organización colectiva. Teniendo esto en
cuenta, los movimientos en México podrían clasificarse en orga-
nizaciones de la sociedad civil que operan más que nada en las
ciudades, luchas por seguridad o autonomía comunitarias en el
campo, incluyendo los movimientos guerrilleros que prevalecen
desde el siglo pasado y luchas civiles bajo la forma de demandas
legales amparadas por el derecho nacional e internacional.
A diferencia de los movimientos del siglo xx que se basaban
en los derechos laborales y en la representatividad, hoy en día
predominan luchas por las condiciones reproductivas de la po-
blación, es decir, calidad de formas de vida y de ganarse la vida.
Las luchas rurales están en los márgenes y se conforman por
poblaciones indígenas que resisten las intrusiones, despojo y
devastación del crimen organizado o corporaciones transnacio-
nales, “auto defensas”, policías comunitarias o movimientos de
resistencia civil como en Atenco, Cherán, La Parota, Gasoducto
Morelos, en la Sierra Norte de Puebla, San Juan Copala, Pasta de
Conchos, Huizopa, entre otros. Estos movimientos no tienen re-
cursos ni aliados suficientes como para tener mucho peso, aun-
que presenten una inminente amenaza al Estado, pero a corto
o mediano plazo, podrían articularse con movimientos a nivel
nacional e incluso a nivel global, junto con las luchas sociales en
Bolivia, los maoístas en la India, el mst de Brasil, etcétera. Están
también los millones de campesinos sin tierra y los trabajadores
precarios que viven en las áreas marginales de las ciudades de
todo el mundo. Ellos son potencialmente fuente de importan-
te desestabilización del capitalismo. En México, todavía no se
han manifestado, pero surgen disturbios provocados por ellos
en Londres, São Paulo y París. Sin embargo, de acuerdo con Ba-
diou, estas explosiones de violencia propagadas por imitación
de los habitantes pobres de las ciudades son casos de rebelión
pura y dominada por la negación y la destrucción sin organi-
Movimientos de la sociedad civil y luchas sociales:

195

zación pre-política.8 Está también la población que trabaja en


maquiladoras en el norte del país, aunque su posición política
como trabajadores está limitada por la amplia disponibilidad de
mano de obra. Es evidente que estas masas ni existen ni cuentan
para el sistema. Están presentes en el mundo, pero están ausen-
tes de su significado y decisiones, sin capacidad de poder tomar
decisiones sobre su futuro. Los que logran algo de visibilidad
son las masas de cuello blanco, de clase media baja y alta (sin-
dicalistas, estudiantes), organizados en movimientos con una
pluralidad de demandas.
En cierto sentido, las luchas sociales del país representan
los polos de la actual guerra de ricos contra pobres, en la que
los movimientos populares luchan por las condiciones de so-
brevivencia de sus comunidades mientras son linchados en los
medios, y los movimientos de la sociedad civil que hacen de-
mandas de seguridad, mejora de estilo de vida, reformas al sis-
tema —que tienden a provenir de estudiantes de clase media y
trabajadores de cuello blanco— son tolerados o infiltrados. Aun-
que desde sus inicios, en diciembre de 2012, el nuevo régimen
del pri ha tomado rasgos autoritarios9 que se van acrecentando
—notablemente con la reforma a la Ley de Telecomunicaciones
que legaliza el espionaje corporativo y de Estado a los ciudada-
nos, o la “Ley Bala” promulgada por el gobernador de Puebla,
que autoriza a policías a disparar y atacar manifestantes si ellos
lo consideran necesario, o las campañas mediáticas y judiciales
para criminalizar la disidencia—10, este mismo se declara como
“democrático”, mientras que como acto discursivo, se opone a
la dictadura.

8
Alain Badiou, The Rebirth of History. Londres, Verso, 2012.
9
Al tiempo de la toma de protesta de Enrique Peña Nieto, el 1° de Diciembre
de 2012, hubieron detenciones arbitrarias, golpizas, grupos de choque y la
ejecución extrajudicial de José Francisco Kuykendall. La inauguración del
régimen de Peña Nieto fue el comienzo de una campaña por cercar las calles en
donde se pudiera disentir.
10
Gabriela Hernández, “Aplican ‘ley bala’ de Moreno Valle a manifestantes en
Puebla”, en Proceso, 9 de Julio de 2014. www.proceso.com.mx/?p=376830
Irmgard Emmelhainz

196

En este contexto, la mayoría de los ciudadanos son meros es-


pectadores de política y medios, electorado y consumidores. La
oligarquía dictamina quién gana las elecciones y lo que aparece
en los periódicos, haciendo que la política sea un espectáculo
alimentado por la comentocracia, con un ejército de soldados que
propagan las opiniones oficiales en medios populares. Bajo esta
democracia, las soluciones a la corrupción y al crimen organi-
zado se plantean como un necesario “refuerzo y fortalecimiento
de las instituciones democráticas” del país. Aun así, el régimen
silencia y reprime selectivamente,11 al tiempo que deja prolife-
rar la crítica y el parloteo del “buen público”, creando una so-
brecarga informacional, al hacer que la opinión y el discurso se
hagan irrelevantes, mientras banaliza el desacuerdo y la crítica.
Lo mismo sucede con las manifestaciones en las calles y las ocu-
paciones de los espacios públicos de tipo “enjambre”, más o me-
nos espontáneas y distintas a los movimientos civiles. Éstas son
toleradas por las autoridades mientras —a veces— son demo-
nizadas por los medios de comunicación, por lo que no tienen
apoyo del resto de los ciudadanos. El consenso mediático dicta
que manifestarse en los espacios públicos es abusar de la liber-
tad de expresión —porque afectan el tránsito—, y cualquier me-
dida represiva es bienvenida por el resto de los ciudadanos. Las
movilizaciones de tipo “enjambre” son ocupaciones efímeras
para expresar indignación y descontento, más allá de deman-
das de representatividad, inclusividad, resarcimiento de dere-
chos o exigir participación. Por un lado, consisten en cuerpos
físicos ocupando temporalmente los espacios para encontrarse
en colectivo y reactivar un sensorium de empatía y solidaridad
colectivas, para crear un espacio público y un espacio político
en condolencia. La aparición de lo público en las movilizaciones
enjambres, enmarcada por el ritual de hacer un duelo público
por las víctimas de la guerra, abarca además una pluralidad de
demandas sin programas concretos de acción que la trascien-

11
Mayela Sánchez, “La lucha social en México: prohibido abrir la boca”, en Sin
embargo, 7 de Julio de 2014. www.sinembargo.mx/07-07-2014/1037797
Movimientos de la sociedad civil y luchas sociales:

197

dan, pues parecen suspender la idea política basada en “perte-


nencia”, “derecho”, “identidad” u “origen”, para repensar qué
tipo de contra-política demanda la necropolítica o la política
económica de la muerte. Esta lógica de aparición del colectivo
rompe el orden de la vida cotidiana pero termina cediendo por
la presión policial, militar o por el agotamiento de los cuerpos o la
necesidad de ir a trabajar.12
En este contexto, las expresiones, organizaciones y luchas
sociales son el suplemento de la democracia presidencialista, la
cual es una ficción manifestada en la espectacularización de la
vida política que opaca la verdad fundamental, es decir, que la
base del poder del capital es corrupta por naturaleza. ¿Qué sig-
nificante podría trascender y unir a todos los movimientos? ¿A
partir de qué subjetividad o subjetividades políticas? ¿A par-
tir de qué bases se podrían crear nuevas formas de ciudadanía
radical? ¿Podrían conectarse a mediano plazo esta variedad de
luchas, movimientos sociales y enjambres espontáneos bajo un
programa anti-neoliberal con demandas incluyentes? ¿Cómo
enlazar las luchas laborales con las luchas por las condiciones
reproductivas y contra la exclusión social, desigualdad y des-
plazamientos forzados?

El suplemento de la democracia

En los meses anteriores a las elecciones presidenciales en 2012,


proliferaron manifestaciones de la sociedad civil abogando por
temas como elecciones limpias, una nueva ética civil, voto “útil”,
derechos humanos, transparencia en los medios de comunica-
ción, etcétera. Todas tenían en común demandar una “demo-
cracia verdadera”, además de que su medio principal eran las
tecnologías de la información y comunicación, las cuales ins-
trumentalizaron buscando retar las actuales configuraciones de

12
Helena Chávez MacGregor, “Occupying Space: The Battle for Politics”, en
The Johannesburg Salon, núm. 7, 2014. http://jwtc.org.za/test/helena_chavez_
mac_gregor.htm
Irmgard Emmelhainz

198

poder para crear alternativas por medio de la interlocución con


los poderes.13 La sociedad civil es una parte de la sociedad que
no se encuentra activa en el ámbito de la política formal, y las
organizaciones de la sociedad civil son redes de ciudadanos tra-
bajando en temas específicos desde el campo social y civil.
Estas organizaciones tienen el propósito de crear espacios
de diálogo entre los ciudadanos y el gobierno, buscando for-
talecer la “democracia participativa.” A manera distinta de las
ongs, que dan servicios específicos a grupos populares, las or-
ganizaciones de la sociedad civil son parte del espacio público y
se basan en temas específicos haciendo propuestas para resarcir
alguna causa. Las organizaciones de la sociedad civil implican
una nueva forma de estructurar la gobernanza que trasciende la
política partidista. La proliferación de este tipo de organizacio-
nes agrupadas alrededor de agendas específicas hace evidente
la brecha que existe entre la ideología que supuestamente re-
presenta a cada partido y los temas por los que abogan estas en-
tidades —que reflejan el actual estado de las cosas—, reempla-
zando la representatividad y legitimidad partidista con nuevos
valores. La proliferación de manifestaciones y organizaciones
formales, se convirtió en meses antes de la elección de 2012, en
un suplemento del campo del espectáculo político, y específi-
camente del electoral. De esta manera, la sociedad civil se hizo
visible a sí misma con marchas, desplegados, portavoces, blogs,
comentarios, páginas web, manifiestos, y grupos en las redes
sociales. En otras palabras, la “democracia de las redes” tras-

13
Las Organizaciones de la Sociedad Civil (osc) aparecieron en México en
los ochentas y pertenecen a los ámbitos de derechos humanos, desarrollo
social, democracia, género y ecología. Tienen elementos en común con las
Organizaciones No Gubernamentales. Un ejemplo de osc en México activa
desde hace más de 20 años es LaNeta S.C. Creada en 1991, es una organización
civil que provee servicios de comunicación electrónica para organismos no
gubernamentales, organizaciones sin fines de lucro. Uno de sus propósitos es
servir de enlace entre las ong nacionales con las de la comunidad global para
compartir información de las experiencias de las ong; comunicación electrónica
como herramienta para fortalecer los vínculos y el trabajo de las organizaciones
e individuos que “están dando pasos para cambiar al mundo”.
Movimientos de la sociedad civil y luchas sociales:

199

cendió la política partidista. Pero, ¿cuáles son las implicaciones


de la proliferación de manifestaciones de la sociedad civil y su
relación con la representatividad?
Los movimientos sociales que han surgido en la última dé-
cada no son representativos, sino que más bien siguen la ló-
gica de demandas de participación e inclusividad. Una de las
características de estos movimientos es que abarcan demandas
de una pluralidad de intereses, puntos de vista y organización
grupal, aunque no hay líderes ni programas de acción concreta.
Son movimientos constituidos por “individuos” o actores an-
tagonistas que conforman grupos coexistiendo en espacios pú-
blicos. Estos movimientos recuerdan a los raves silent disco, en
los que los asistentes en vez de bailar al son de la música a todo
volumen, tienen audífonos para elegir la música a la que prefie-
ran bailar (de 2 a 5 canales distintos). Todos bailan escuchando
su propia música juntos, pero aislados unos de los otros en un
panorama de arritmia visual. Teniendo en cuenta que los movi-
mientos de la sociedad civil no son representativos, buscan ge-
nerar definiciones de temas de forma crítica para abrir espacios
para la acción. Así, funcionan como un suplemento antagónico
en el espacio público demandando que los partidos o las insti-
tuciones incorporen sus demandas a sus agendas.
Algunos ejemplos de manifestaciones u organizaciones de
la sociedad civil que han surgido en México son: “Intelectuales
por Julian Assange”, firmado, entre otros, por Gabriel Orozco,
Lorenzo Meyer, Elena Poniatowska, Vicente Rojo, Hugo Gu-
tiérrez; otro grupo publicó un desplegado titulado: “Preguntas
cuyas respuestas podrían transformar a México”, firmado por
intelectuales como Héctor Aguilar Camín y Jorge Castañeda, ex-
ministros como Pedro Aspe, Guillermo Ortiz y Fernando Gómez
Mont, académicos como Rolando Cordera, Ana Laura Magaloni
y Juan Pardinas, artistas como Gael García Bernal y Rafael Cau-
duro, empresarios como Manuel Arango y Alejandro Ramírez,
está también “El Grupo de los Cien”, una plataforma fundada en
1985 por el periodista Homero Aridjis conformada por cien per-
sonalidades nacionales, la cual, apoyada por el escritor francés y
Irmgard Emmelhainz

200

premio Nobel, Jean-Marie G. Le Clézio, abogó en un desplegado


a finales de junio de 2012 por “elecciones inmaculadas”.
Dos de los movimientos que abordan la cuestión de la vio-
lencia en México son “Nuestra aparente rendición” y “Movi-
miento por la paz”. En el campo discursivo mediático en Mé-
xico, “la violencia” es un significante que engloba situaciones
heterogéneas: desde la militarización del país, la corrupción ex-
tra-gubernamental, los femicidios, la violación de los derechos
humanos hasta secuestros, extorsiones, crimen organizado,
desapariciones, etcétera. Todas las instancias de “violencia” son
fruto de la forma diferenciada de gobernar de las administra-
ciones neoliberales que implica también la represión selectiva a
través de la violación sistemática de los derechos humanos en el
contexto del conflicto armado que fue creado bajo el pretexto de
la guerra contra el narcotráfico. Con Felipe Calderón, el modelo
de represión de la guerra contra las drogas fue institucionali-
zado bajo el pretexto de la seguridad nacional. Así, la violen-
cia que esta guerra causó, llevó a las instituciones nacionales a
plantear un falso dilema que le sirvió de base a su estrategia de
contención de la crisis social que se vive en el país: ¿Proteger los
derechos humanos o garantizar la seguridad de los ciudadanos?
En otras palabras, la estrategia de Calderón implicó atacar la
inseguridad con medidas represivas que precisamente violaban
los derechos humanos: reaccionó a los síntomas en vez de diri-
girse a las causas.
Uno de los problemas de las organizaciones de la sociedad
civil centradas en la violencia es que plantean una subjetividad de
ciudadanos-víctimas reclamando sus derechos y restitución. El
primer grupo, “Nuestra aparente rendición”, es una iniciativa de
escritores, periodistas y productores culturales que se reunieron
para crear un foro de discusión, que es también una plataforma
de publicación, discusión y denuncia de la violencia en México.
El “Movimiento por la paz con Justicia y Dignidad”, liderado
por el poeta Javier Sicilia, tiene un aspecto más activo y militan-
te, habiendo organizado varias marchas para pedirle justicia al
Estado y “jalarle las orejas” a los gobernantes. Trascendiendo la
Movimientos de la sociedad civil y luchas sociales:

201

lógica de la venganza, la noción de justicia que plantean impli-


ca lograrla sin violencia, despersonalizando a los responsables
y transfiriéndole el saldo al Estado. Sin embargo, es evidente
que el crimen organizado no es algo distinto a las institucio-
nes nacionales sino más bien algo inherente a ellas. Así, uno de
los “logros” del “Movimiento por la paz” fue constitucionalizar
el estatus del ciudadano-víctima a través de la “Ley general de
víctimas”. Promulgada por Calderón en abril de 2012, esta ley
tiene el objetivo de darle justicia y atención a quienes hayan su-
frido la violación de sus derechos. La ley ordena la reparación
integral del daño y que el Estado responda por ello por medio
del Sistema Nacional de Atención a Víctimas, cuyo propósito
es “rescatar la memoria, identidad y dignidad de las víctimas y
familiares; investigar quienes son los responsables y ver que se
les detenga, juzgue y sancione, combatir la impunidad”. Para
redimir un poco a las víctimas del Holocausto de Calderón, se
creó además un registro nacional de víctimas, se estableció el
derecho de los afectados de conocer la verdad de lo que les suce-
dió, y se construyó un controvertido monumento en el Campo
Marte, en la Ciudad de México.14
Por otra parte, el proyecto “Rescate de la nación” fue creado
por un grupo de personas, colectivos, gremios y organizacio-
nes que firmaron, en marzo de 2012, la “Proclama por el rescate
de la nación”, un llamado a los ciudadanos a unir esfuerzos y
a organizarse contra la percibida situación de emergencia que
vive México. El problema principal que plantea el movimiento
es la pérdida de soberanía frente a Estados Unidos; denuncia
también la corrupción de las instituciones del Estado, la guerra
contra los pobres y los jóvenes, la fractura del tejido social, la
compra de votos del pri para ganar la presidencia de la Repú-

14
En Julio de 2012, Calderón propuso modificar la Ley General de Víctimas
para clarificar la cuestión de la subsidiariedad, para asegurarse de que el
primer responsable de la reparación del daño a las víctimas será el delincuente.
Sólo cuando el delincuente no pueda reparar el daño, se encargará el Estado
de hacerlo, para cobrárselo al delincuente. Véase www.jornada.unam.
mx/2012/07/05/politica/016n1pol
Irmgard Emmelhainz

202

blica, megaproyectos, reformas estructurales, etcétera. La pro-


clamación se materializó en la “Unidad Patriótica por el Rescate
de la Nación” (uprn), que agrupa movimientos, gremios, orga-
nizaciones de la sociedad civil, y que ha organizado pronuncia­
mientos, acciones y marchas, debates y difusión, resistencia ci-
vil y pacífica.15
Está también el manifiesto “(r)Evolución sin violencia: una
nueva ética civil” a la cual se suscribieron productores cultura-
les como Juan Villoro, Arnoldo Kraus, Leonardo Da Jandra, Yos-
hua Okón y Daniel Giménez Cacho. Este manifiesto promulga
una nueva “ética civil” con el propósito de dar directrices “para
restaurar el pacto civil e ideas para restaurar la buena conviven-
cia”, poniendo en marcha “acciones civiles afectivas trans-insti-
tucionales” buscando una nueva moralidad como ciudadanos.
Ideológicamente correcto, busca trascender a las instituciones
argumentando que el bien común se opone al mercado, pues
propone plantear a la especulación financiera como un proble-
ma público, y apunta a una lucha más allá del voto, además de
limitar y regular las grandes riquezas. El manifiesto propone:
denunciar, boicotear a los monopolios y a tiendas que sean da-
ñinos para la economía nacional y el medioambiente. Así, di-
buja una forma de rebelión ciudadana que incluye boicotear al
gobierno, ocupar calles, casetas, dependencias, y comprometer-
se a ejecutar actos de patriotismo anti-corporativo. Este llamado
rebelde nunca se materializó ni se intensificó en las calles.
Basado en la idea pacifista de combatir la violencia con la
compasión, está también Inlak’ech, un “movimiento ciudadano”
que no es político, ni religioso ni comercial, y cuyo objetivo es or-
ganizarse como sociedad para “recuperar espacios de manos del
miedo y de la delincuencia”. Las herramientas que usa son el boi-
cot, la protesta, la visibilidad de la verdad y “otros medios creati-

15
Gilberto López y Rivas, “Hacia un pacto por el rescate de la nación y
contra el neoliberalismo”, en La Jornada, 1 de Febrero de 2013. www.jornada.
unam.mx/2013/02/01/opinion/029a1pol y “Rescate de la nación” en: http://
rescatedelanacion.org
Movimientos de la sociedad civil y luchas sociales:

203

vos para inspirar la transformación sin violencia”. El movimiento


está basado en conceptos del controvertido gurú estadouniden-
se Keith Raniere, apadrinado por Emiliano Salinas de Gortari, y
funciona bajo un esquema piramidal de beneficios económicos al
traer miembros al grupo. Para entrar, se requieren 7 mil dólares
para tomar un curso intensivo de iniciación de tres días.16
Por otro lado, “Arte por la izquierda” fue un comunicado
firmado por el gremio de trabajadores de la industria de la cul-
tura. Convocados por su tlatoani más colosal, respondieron al
llamado para firmar una declaración “a favor de la izquierda”
y promover el “voto útil”. Según su manifiesto, la plataforma
de izquierda representa el gremio de la cultura porque impli-
ca “el avance de derechos civiles, reproductivos y sociales”. La
demanda consideraba, además, que los temas de la política cul-
tural son secundarios ante la actual situación de urgencia. Sin
embargo, esta convocatoria se traduce a una izquierda dudosa
y travestida olvidadiza de la política económica que ha venido a
devastar al país desde los noventa. Y no nos sorprende, ya que
este gremio lleva desde el 2000 gozando de los beneficios de la
neoliberalización (mercantilización) de la cultura. Autocensu-
rándose, artistas, curadores, funcionarios de museos, producto-
res culturales, arquitectos, diseñadores, críticos de arte, han sido
recipientes de cantidades de fondos sin precedentes de manos
de la iniciativa privada y gubernamental para hacer proyectos,
simposios, estudios en el extranjero, festivales, catálogos, expo-
siciones, etcétera. convirtiéndose en los portavoces de la élite
corporativa que conforma la oligarquía en el poder. Esta “iz-
quierda” no es más dudosa que la izquierda estratégicamente
moderada de López Obrador (amlo): populista, nacionalista y
conservadora moralmente, demarcada de la izquierda progre-
sista del resto de América Latina.
Al contrario de lo que defiende el grupo “Arte por la izquier-
da” y distinto a la izquierda complaciente de amlo —o el par-

16
Véase http://inlakech.mx/
Irmgard Emmelhainz

204

tido político Morena— la izquierda no implica únicamente la


defensa de derechos civiles, reproductivos y sociales, sino lu-
char por el bien común, una mejor redistribución de la riqueza,
el bienestar para todos, solidaridad, cooperativismo, autonomía
alimentaria bajo el régimen del “socialismo”, en el sentido de
la gestión en común y democrática de los bienes comunes (re-
cursos, educación, infraestructura, salud, conocimiento), crear
un tejido social sólido con relaciones duraderas e instituciones
estables y no en el sentido de los regímenes comunistas del siglo
xx. Aquí el término “socialismo” es luchar por la organización
igualitaria de la sociedad. Hay que tomar en cuenta que hoy
en día la izquierda representa un mito político: que el éxito de
la izquierda en las elecciones creará para la acción política cir-
cunstancias más favorables que el poder oligárquico y conser-
vador de derecha. Sin embargo, este mito se sostiene con una
cultura de izquierda disociada de los principios del comunismo,
no con una práctica política de izquierda. En ese sentido, los
gobernadores del prd que ha tenido el Distrito Federal han teni-
do resultados espectaculares, aunque han estado alineados con
las políticas neoliberales de privatización y limpieza social de
la democracia capitalista. Se hace evidente que la izquierda, no
solo nacional sino global, encara la necesidad de inventar una
política emancipatoria capaz de hacerle frente al mundo en su
situación actual.

El #YoSoy132 y la paradoja de la representatividad política

El movimiento estudiantil #YoSoy132 inició como otros mo-


vimientos sociales en México: demandando transparencia de
elecciones y de los medios de comunicación. Así, comparte
características, principios y estrategias con los movimientos
de la sociedad civil y los movimientos más recientes: Occupy
Wall Street, la Primavera Árabe, los Indignados, los estudian-
tes chilenos. Su plan de lucha comprendía la democratización
y transformación de los medios de comunicación, información
y difusión; un cambio en el modelo educativo, científico y tec-
Movimientos de la sociedad civil y luchas sociales:

205

nológico; cambio en el modelo económico neoliberal; cambio en


el modelo de seguridad nacional y de justicia; transformación
política y vinculación con movimientos sociales; cambio en el
modelo de salud.17 Rápidamente se unieron en solidaridad con
ellos los maestros defendiendo la educación pública, los indíge-
nas luchando por su autonomía, jóvenes excluidos del sistema
universitario de educación, campesinos defendiendo sus tie-
rras, electricistas enfrentando la privatización de la industria,
Alejandro Solalinde a favor de los inmigrantes, Javier Sicilia y
su “Movimiento por la paz”.
El movimiento de estudiantes “YoSoy#132” reclamó desde
su inicio la transparencia de la información y denunció la co-
lusión del poder mediático con el político y su injerencia en las
elecciones de 2012. El movimiento demandó, además, que la
gente tuviera acceso a una elección informada, mientras orga-
nizó marchas, mítines, asambleas para imaginar el México del
mañana y redactar un pliego de demandas. Los jóvenes exigie-
ron que el segundo debate de los candidatos se transmitiera en
cadena nacional y organizó un tercer debate alternativo trans-
mitido en internet en el que se hicieron las preguntas que en-
viaron participantes del movimiento en la red. Fue sintomático
que Peña Nieto no se hubiera presentado al debate organizado
por “YoSoy#132”, y que el resultado de las elecciones hubiera
sido previsto por varios comentaristas como Jorge G. Castañe-
da, Jesús Silva-Herzog Márquez, Isabel Turrent, quienes en un
artículo de opinión tras otro, aconsejaron a los jóvenes a aceptar
resignadamente el inevitable resultado de las elecciones. Que
hubiera ganado Peña Nieto las elecciones con un fraude masivo
comprando votos implica el amargo fracaso y tal vez la inicia-
ción de los jóvenes en los procesos políticos, un reality check. El
haber enfocado su lucha al campo de la comunicación fue acer-
tado y apunta al actual papel clave que tienen los medios de
comunicación en la política.

17
Gloria Muñoz Ramírez (ed.), #YoSoy132: Voces del movimiento. México,
Ediciones bola de cristal, 2011, p. 14.
Irmgard Emmelhainz

206

Hoy en día, la comunicación domina la política, y dicho tipo


de comunicación se basa en la presentación y mediatización de
las ideas. Así, la política se ha convertido en cuestión de semióti-
ca, formas de expresión y técnicas para hacer legibles temas de-
terminados que puedan adquirir relevancia con su capacidad de
hacerse visibles en el campo socio-político y mediático. Así cuen-
tan con la capacidad de afectar a los receptores, movilizando
emociones tales como el miedo, la inseguridad, la indignación,
el enojo. En México, está bien documentada la colusión entre Te-
levisa y el pri, que han creado un imperio mediático similar a la
que operaba en Italia con Silvio Berlusconi, el ex-primer ministro
y dueño del 90% de los medios de comunicación. El esquema de
relación entre poder político, mediático y empresarial en México
cambió de la subordinación de los medios a los políticos y em-
presarios, hacia el sometimientos de los políticos subordinados a
los intereses económicos del poder corporativo y mediático.
En este caso, la democracia está basada no en los poderes fácti-
cos y en el sistema electoral, sino en los medios de comunicación,
que dirigen la opinión pública de acuerdo a los intereses en el po-
der, pero bajo un disfraz de transparencia y libertad de opinión.
Dean ha llamado a esta formación “capitalismo comunicativo”,18
una formación ideológica en la que el capitalismo y la democra-
cia convergen en las tecnologías de comunicación bajo los ideales
de acceso, inclusión, discusión y participación. Las manifestacio-
nes de la sociedad civil operan en la red basándose en la pre-
suposición del ideal habermasiano de la comunicación: un sitio
incluyente de diálogo recíproco y de libertad de expresión. Esta
lógica de la red se convirtió en el modo normativo de organiza-
ción de las relaciones socio-políticas, ya que los principios centra-
les de la democracia representativa —ciudadanía, participación,

Jodi Dean, Jon W. Anderson y Geert Lovink, “Introduction: The Postdemocratic


18

Governmentality of Networked Societies”, en Reformatting Politics: Information


Technology and Global Civil Society. Londres, Routledge, 2006. S. Kubitschko,
“Critical media studies in times of communicative capitalism: an interview
with Jodi Dean”, en PLATFORM: Journal of Media and Communication, núm. 4(1),
2012, pp. 39-44.
Movimientos de la sociedad civil y luchas sociales:

207

igualdad, transparencia, libertad de expresión— son fácilmente


trasplantables al dominio de las redes.
Alineado con la dinámica de la lógica del capitalismo comu-
nicativo, #YoSoy132 denunció la colusión entre los medios y el
poder, exigiendo una “mejor” democracia y transparencia de
la información. También denunciaron el trabajo que Televisa le
hizo a Peña Nieto para posicionarlo como líder de opinión en la
cultura política digital y generar “benevolencia” alrededor de
su imagen luego de que fue gobernador del Estado de México.
La evidencia de este trabajo se encuentra en un documento di-
fundido por The Guardian que causó un intenso escándalo.19
Además de ser una democracia basada en los medios, la po-
lítica en México se ha transformado en un mundo de apariencias
que encarnan mercancías transmitiendo mensajes redundantes
y vacuos. Este modelo de representatividad implica la impostu-
ra de la verdad política y opera bajo el esquema de la lógica de
las celebridades. El paradigma de la representatividad política
celebrity es Arnold Schwarzenegger, actor de Hollywood y anti-
guo gobernador de California (2003-2011), ya que representa el
hecho de que los políticos de hoy en día adquieren más y más el
mismo estatus que las celebridades al ser celebridades-políticos
o unirse con famosos. Ejemplos clásicos son Eva Perón, Ronald
Reagan, Alessandra Mussolini o Clint Eastwood; uno más re-
ciente, es la unión entre Nicolas Sarkozy y la modelo y cantante
Carla Bruni. Con Peña Nieto, se consolida en México la figura
del político celebrity afirmando lazos familiares y amistosos en-
tre farándula y políticos. Evidentemente destacan otras uniones
recientes entre miembros de la farándula de Televisa con políti-
cos mexicanos: César Nava, exdirigente el pan y Patricia Sirvent,
Anahí y el gobernador de Chiapas, Manuel Velasco.
La implicación de la representatividad celebrity es que el ac-
ceso a los políticos es ahora mediado por los medios masivos

19
Jo Tuckman “Mexican Media Scandal: Secretive Televisa Unit Promoted
PRI Candidate”, en The Guardian, 26 de Junio 2012. www.guardian.co.uk/
world/2012/jun/26/mexican-media-scandal-televisa-pri-nieto
Irmgard Emmelhainz

208

de comunicación, es decir, a través del mercado de lo sensible.


Desde antes de las elecciones, la familia presidencial —Enrique
Peña Nieto está casado con Angélica Rivera, actriz de telenove-
las de televisa que se ven a nivel global—, ha aparecido en re-
vistas de modas y de “corazón”, secciones de sociales y las redes
sociales. Por ejemplo, Peña Nieto se tomó un selfie con el actor
Kevin Spacey, por la cual pagó 6.5 millones de pesos.20 En la re-
vista TVyNovelas del 6 de junio de 2014 hay una descripción del
encuentro de Angélica Rivera con la Reina Consorte de España,
o en la revista Quién también del mes de junio, vemos imáge-
nes de la graduación de Paulina Peña del Colegio Miraflores,
y en su último número del mes de junio, la revista Marie Claire
muestra a Angélica Rivera y a su hija, Sofía Castro —actriz tam-
bién de Televisa— bajo el encabezado: “Redefiniendo el poder
femenino”, en una sesión de fotos con ropa de diseñador en Los
Pinos. El cruce entre la farándula y la política se hace evidente.
Por ejemplo, cuando los mandatarios chinos visitaron México,
Angélica Rivera llevó a la primera dama china a Televisa y las
recibieron con un letrero bilingüe que decía: “Primera Dama,
bienvenida a su casa Televisa”. También Peña Nieto apareció en
un programa de transmisión popular para explicar sus reformas
en agosto de 2014.21
Ante la problemática de esta nueva forma de representati-
vidad, se hace evidente una contradicción entre el a-partidismo
y la anti-representatividad de los movimientos de la sociedad
civil y sus demandas de participación democrática. En este sen-
tido, los partidos no representan a nadie, sino que defienden a
los intereses del capital, pues se hace evidente la brecha que hay
entre las decisiones de los políticos y la posibilidad de injerencia
de la sociedad en las decisiones que conciernen al bien común.

20
Véase http://noticias.terra.com.mx/mexico/selfie-con-spacey-costo-a-pena-
nieto-65-mdp,76884562249d6410VgnVCM3000009af154d0RCRD.html
21
Arturo Rodríguez García, “Peña Nieto explica reformas en el programa
‘Hoy’ de Televisa”, en Proceso, 18 de Agosto de 2014. www.proceso.com.
mx/?p=379835
Movimientos de la sociedad civil y luchas sociales:

209

En este contexto —y como lo prueban los ataques sistemáti-


cos a las comunidades zapatistas en Chiapas—, la auto-gestión
es percibida por el gobierno como una amenaza. Además, ex-
cepto por unas pocas iniciativas que logran trascender la red,
institucionalizarse y materializarse en la calle (como la uprn), las
manifestaciones de la sociedad civil representan la proliferación
de opiniones y de tomas de posición sin acción que se pueda
traducir a cosas concretas. La ola de movilizaciones, demostra-
ciones y acciones mediáticas, son de tipo enjambre y raramente
trascienden las declaraciones éticas para convertirse en proce-
sos de autonomía social. Otro de los problemas de las organi-
zaciones de la sociedad civil es que tienden a reducir la política
a la democracia, restringiendo la política a estar informado, a
comunicarse y a enviar mensajes. Discutiblemente, la sociedad
civil funciona no como un espacio autónomo en relación con
el Estado, sino como una técnica de gobierno. Partiendo de las
técnicas biopolíticas de la administración de las conductas, una
racionalidad surge también como modo de gubernamentalidad
no sólo limitada al Estado o a los medios, pues produce sujetos,
formas de ciudadanía y comportamiento hacia una nueva orga-
nización de lo social. En conclusión, mientras que el movimien-
to #YoSoy132 se disolvió eventualmente —como todos tienden
a hacerlo—, podemos intentar la preocupación del movimiento
por la colusión entre los medios y el poder, como una forma
de resistir a la implementación del modelo de representatividad
política celebrity.

Luchas sociales en el campo

En vastas áreas del país, la tierra, la producción y el comercio


(legal e ilegal) se han convertido en objeto de confrontaciones
entre grupos violentos, organizaciones criminales y sectores de
la ciudadanía. En México, la esclavitud, la extorsión, el secues-
tro y el asesinato son parte integral de la economía, parecido a lo
que Achille Mbembe llama como necrocapitalismo. Tal como lo
indica Sayak Valencia, la lógica del capitalismo en las enclaves
Irmgard Emmelhainz

210

tercermundista es indisociable de los usos predatorios de los


cuerpos concebidos como productos de intercambio transfor-
mados en mercancías a través de técnicas predatorias de violen-
cia extrema como el secuestro o el asesinato por encargo.22 Ésta
es una de las causas por las cuales comunidades por todo el país
se han organizado para defenderse de la colusión del crimen
organizado y del ejército, conformando grupos como “policías
comunitarias” o “autodefensas”. La diferencia entre ambas ra-
dica en el hecho de que las policías comunitarias son parte de
las estructuras de gobierno de los pueblos y obedecen a ello.
Su existencia y funcionamiento es reconocida como parte de los
derechos de los pueblos indígenas. En cambio, las autodefensas
son grupos de ciudadanos que se organizan y arman para pro-
curarse seguridad. Sin embargo, el gobierno ha comenzado a
criminalizar estas manifestaciones, aprehendiendo a sus líderes
o cooptándolos con puestos en el gobierno.
En efecto, estas formas de organización de las poblaciones
autóctonas surgieron en las montañas de Guerrero. Hace casi
veinte años los indígenas se organizaron para mantener su terri-
torio seguro, formando su propia guardia con los vecinos más
respetados y capaces. Aunado a ello, crearon un sistema de jus-
ticia para combatir la inseguridad y la violencia en todo el Esta-
do, organizado bajo la Coordinadora Regional de Autoridades
Comunitarias (crac). Recientemente, esta práctica se ha expan-
dido al Estado de Michoacán. Por ejemplo, en abril de 2011, los
habitantes de Cherán (13 mil habitantes aproximadamente) se
organizaron para luchar contra los que saqueaban sus bosques,
ya que en dos años taladores ilegales desaparecieron 20 hectá-
reas de bosques mientras plantaban amapola o hacían laborato-
rios de drogas sintéticas en sus tierras, además de extorsionar,
asesinar o desaparecer a su gente. Por su parte, las mujeres del
pueblo crearon un “comisariado de bienes comunales”, desco-
nocieron al alcalde, corrieron a los policías y apresaron a los

22
Sayak Valencia, Capitalismo gore. Madrid, Melusina, 2010, p. 15.
Movimientos de la sociedad civil y luchas sociales:

211

talamontes, reestableciendo una forma de organización comu-


nitaria que había sido arrinconada cuando los partidos políticos
se instalaron en el pueblo. Miembros de la comunidad tomaron
las camionetas de la policía municipal y comenzaron a encargar-
se de la seguridad del pueblo y crearon la Coordinación General
del Movimiento de la Lucha de la Comunidad Indígena de Mi-
choacán. Así, se rehusaron a votar y lograron ejercer su derecho
de elegir a sus autoridad es por usos y costumbres, y desde el 5 de
febrero de 2012, eliminaron al presidente municipal y a doce 12
K’eris (los grandes).23
También en Michoacán, en el área conocida como Tierra Ca-
liente, cansados de los crímenes de los cárteles que controlan la
región y la complicidad del gobierno y los militares con ellos, se
levantó en armas un grupo de autodefensas liderado por el doc-
tor José Mireles, que llegó a tener presencia en 18 municipios y
eliminó considerablemente la presencia del cártel “Los Caballe-
ros Templarios”. En febrero de 2015, Peña Nieto ordenó que las
autodefensas se enlistaran en la Policía Rural; algunos de ellos
lo hicieron, pero no un grupo liderado por Mireles, quien fue
arrestado a finales de junio con cargos dudosos y en condiciones
represivas. En este sentido, las ocupaciones de los grupos co-
munitarios de autodefensa y las policías comunitarias, que han
proliferado en otros Estados como Quintana Roo, Tamaulipas,24
e incluso el Estado de México,25 para expulsar a presidentes mu-
nicipales, meter a la cárcel policías corruptos y narcos, y patru-
llar las calles, se han planteado como una amenaza en potencia
en el sentido de que son un paramilitarismo parecido al que sur-

23
Thelma González Durán, “El pueblo que espantó al miedo”, en Marcela
Turati y Daniela Rea (eds.), Entre las cenizas: Historias de vida en tiempos de
muerte. Oaxaca, Sur+, 2012.
24
Lydia Cacho, “¿Se siente inseguro? Forme su grupo armado”, en Sin
embargo, 6 de Febrero de 2014, www.sinembargo.mx/opinion/06-02-2014/21418
y “Anuncian la creación de una brigada de autodefensa en Tamaulipas”, en
Proceso, 5 de Marzo de 2014. www.proceso.com.mx/?p=366435
25
Según Mireles, dieciséis Estados del país cuentan ya con autodefensas. Citado
en José Gil Olmos, “Proponen la creación del Frente Nacional de Autodefensas”,
en Proceso, 28 de Mayo de 2014. www.proceso.com.mx/?p=373297
Irmgard Emmelhainz

212

gió en Colombia en los noventa.26 En este caso, las Autodefensas


Unidas se corrompieron y se convirtieron en bandas paramilita-
res criminales luchando contra los militares, cárteles de droga y
la guerrilla (farc).
A pesar del ejemplo colombiano, las policías comunitarias
y autodefensas en México podrían considerarse ser una inci-
piente forma autónoma de organización social, el equivalen-
te político y jurídico a un putsch. Por ejemplo, en el municipio
de Apatzingán, Michoacán, integrantes de la Cámara Nacional
de Comercio (canaco) anunciaron la suspensión de impuestos
para protestar la ineficacia del gobierno federal para combatir
la violencia y el crimen.27 En sus esfuerzos por lograr autono-
mía para salvaguardar su seguridad y poderse asegurar una
forma de ganarse la vida, los grupos armados de Guerrero y
Michoacán, son comparables con los zapatistas, cuyo programa
se ha expandido durante los últimos 20 años hasta convertirse
en una forma de vida. En la pequeña área que controlan en el
sureste de México —una quinta parte del Estado de Chiapas—,
los zapatistas están pasando por un proceso de autogobierno y
han logrado crear una sociedad alternativa, con “autogobier-
no colectivo y rotante, su propio sistema de educación y salud,
producción cooperativa y en sociedad, la recuperación de la
economía local, su propio sistema de administración de justicia
y legal”.28

26
Belén Fernández, “Mexico’s ‘Vigilante Monster’”, en Al Jazeera, 27 de
Enero de 2014. www.aljazeera.com/indepth/opinion/2014/01/mexico-
vigilante-monster-201412754425289780.html; Enrique Krauze, “Mexico’s
Vigilantes on The March”, en The New York Times, 3 de Febrero, 2014. www.
nytimes.com/2014/02/04/opinion/krauze-mexicos-vigilantes-on-the-march.
html?emc=eta1; Héctor Abad, “Colombia’s Warning for Mexico”, en The New
York Times, 23 de Febrero de 2014. www.nytimes.com/2014/02/14/opinion/
mexicos-illusorycure.html?emc=eta1&_r=0
27
“Se rebelan comerciantes de Apatzingán: no pagarán impuestos”, en Proceso,
22 de Enero de 2014. www.proceso.com.mx/?p=363049
28
Peter Roset, “Zapatista Uprising 20 Years Later”, en Democracy Now, 4 de
Enero de 2014. www.democracynow.org/2014/1/3/zapatista_uprising_20_
years_later_how#
Movimientos de la sociedad civil y luchas sociales:

213

Además de las policías comunitarias y autodefensas, en el


país hay otras poblaciones indígenas liderando luchas contra
megaproyectos gubernamentales o de transnacionales. La más
longeva es en Guerrero, conformada por el Consejo de Ejidos
y Comunidades Opositoras a La Parota (cecop) contra la cons-
trucción de la presa La Parota. Luchas más recientes son las de
la Sierra Norte de Puebla contra 87 concesiones a mineras y 10
proyectos de hidroeléctricas, proyectos de carreteras y parques
eólicos y extracción de petróleo y gas por medio de la peligro-
sa y devastadora práctica de la fractura hidráulica (fracking).29
Así, diversas organizaciones pugnan también por aplicar un
instrumento legal conocido como la “Ley del ordenamiento te-
rritorial”, vigente en el municipio de Cuetzalan y que implica la
participación ciudadana en la etapa de decisión sobre la explota-
ción de los recursos que implique a su territorio.30 Está también
la lucha contra el Proyecto Integral Morelos, que incluye dos ter-
moeléctricas, un gasoducto y un acueducto que afectaría tierras
de cultivo, fuentes de agua y pondría en riesgo a las poblaciones
que viven al lado del pasaje del gasoducto. En los Estados de Oa-
xaca, Chihuahua, Puebla y Morelos, los gobiernos han tomado
medidas represivas contra estos movimientos sociales, llevando
a cabo acciones violentas contra activistas y opositores, hostiga-
miento, amenazas, aprehensiones arbitrarias de luchadores so-
ciales y dirigentes de los movimientos campesinos.31
Algunas de estas luchas contra la expropiación se han orga-
nizado alrededor del derecho a la consulta, el único mecanismo

29
“Chomsky, Galeano, Sicilia y más intelectuales exigen a Graco (Morelos) y
Moreno (Puebla) alto al acoso de activistas”, en Sin embargo, 25 de Abril de
2014. www.sinembargo.mx/25-04-2014/973048; G. López Rivas, “Puebla: entre
represión y el despojo neoliberal”, en La Jornada, 25 de Abril de 2014. www.
jornada.unam.mx/2014/04/25/opinion/023a2pol
30
Aurelio Fernández F., “Cuetzalan: defenderse y construir”, en La Jornada, 9 de
Abril de 2014. www.jornada.unam.mx/2014/04/09/opinion/026a1pol
31
Gabriela Hernández, “Aplican la ‘Ley bala’ de Moreno Valle a manifestantes
en Puebla”, en Proceso, 9 de Julio de 2014. www.proceso.com.mx/?p=376830;
“Exigen frenar megaproyectos de cfe y liberar a opositores de presos”, en La
Jornada, 9 de Julio de 2014. www.jornada.unam.mx/2014/07/09/estados/033n1est
Irmgard Emmelhainz

214

legal al que los pueblos indígenas pueden apelar para proteger


sus tierras de la explotación de los recursos naturales como ca-
rreteras, parques eólicos, mineras y presas. Esta ley reconoce que
el sentido de propiedad de los pueblos autóctonos sea cultural
y no económico. Por lo tanto, cualquier modificación al medio
ambiente o destrucción de lugares sagrados, estos atentan con
la posibilidad de considerarse como pueblos, ya que afecta su
cultura.32 Este derecho está planteado en convenios internacio-
nales, específicamente, en el Convenio 169 de la Organización
Internacional del Trabajo (oit) ratificada por México desde 1991
y que reconoce el derecho de los pueblos indígenas a ser consul-
tados por el gobierno para cualquier decisión que les afecte. Este
tratado reconoce a los pueblos indígenas y tribales como sujetos
de derecho, y su objetivo principal es —citando a Rodrigo Gu-
tiérrez Rivas— “obligar a que los Estados —e indirectamente los
poderes privados— tomen en cuenta el sentir, las necesidades,
los conocimientos, y las opiniones de los pueblos originarios
cuando se decida iniciar cualquier plan, proyecto, política o mo-
dificación legislativa que pueda afectar sus vidas o territorios”.33
Es decir, el derecho a la consulta es una herramienta jurídica
diseñada para frenar la arbitrariedad de las intervenciones del
Estado y las corporaciones en zonas indígenas, y para permitir
que los afectados den su opinión y sean parte de los procesos
de toma de decisiones, eligiendo las prioridades para su propio
desarrollo. Algunos casos recientes han sido el de los Yaquis en
Sonora, Cucapá en Baja California, Mayas en Campeche, Rará-
muris en Chihuahua, o los Me’phaa en Guerrero. Los resultados
que han logrado las comunidades al reclamar su derecho a la
consulta han sido diversos: Cherán logró ser reconocido por la
Suprema Corte de Justicia de la Nación como municipio indí-

32
Mayela Sánchez, “Indígenas: Cómo perder la tierra ‘legalmente’”, en Sin
embargo, 22 de Julio de 2014. www.sinembargo.mx/22-07-2014/1059593
33
Rodrigo Gutiérrez Rivas, “El neoliberalismo contra los derechos económicos,
sociales, culturales y ambientales”, en: http://biblio.juridicas.unam.mx/
libros/4/1790/8.pdf
Movimientos de la sociedad civil y luchas sociales:

215

gena, mientras que los Yaquis lograron ser consultados sobre la


construcción y operación del Acueducto Independencia. El pro-
blema es que este derecho no es reconocido por las legislación
mexicana, y que las demandas de consultas son largas, pues
muchas veces no se suspenden las obras durante el proceso de
demanda de consulta, ya que el gobierno, a través de la reforma
energética, trató de facultar a las corporaciones involucradas
para organizar las consultas, hacerlas lo más rápido posible y
así lograr sus objetivos de expropiar y explotar.34
En el contexto de las expropiaciones de tierra a pueblos
indígenas podríamos considerar que la militarización guber-
namental no obedece al propósito de combatir los cárteles de
drogas, sino que funciona como un tipo de contra-insurgencia
que responde a intereses económicos y geopolíticos de Estados
Unidos al igual que a los intereses neoliberales de la élite mexi-
cana. Combatir a los movimientos sociales que luchan contra
su sujeción, explotación y despojo, crean formas de vida y for-
mas de ganarse la vida autónomas, para someter al campo y a
los campesinos a sus intereses. En abril de 2011, en los pueblos
de Allende y Piedras Negras, Coahuila, fueron “desaparecidas”
500 personas; se cuenta que fueron asesinadas, sus cuerpos di-
sueltos en cocinas, sus casas destruidas y vandalizadas. Se dice
que fue una venganza de Los Zetas por el robo de cinco millones
de dólares de dos de sus contadores que vivían en esa zona. Se
llevaron a niños, mujeres y hombres que tuvieran parentesco,
amistad o relación con José Luis Garza Gaytán y Héctor Moreno
Villanueva, quienes huyeron a Estados Unidos.35 Teniendo en
cuenta que en Piedras Negras hay un proyecto de extracción
de gas esquisto, podrían compararse la represión, destrucción
y muerte que imperan alrededor de las luchas sociales rurales

34
R. Gutiérrez Rivas, “Derecho a la consulta de los pueblos indígenas en México:
un primer acercamiento”, en: http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/6/2564/28.
pdf
35
“No se demolerán 39 casas de familias desaparecidas en Coahuila: gobierno”,
en La Jornada, 30 de Abril de 2014. www.jornada.unam.mx/2014/04/30/
estados/038n1est
Irmgard Emmelhainz

216

y la guerra de los cárteles con las guerras de hidrocarburos que


se están librando actualmente en Ucrania, Gaza, Libia, Siria e
Irak.36

La vía legal para frenar los estragos de las medidas neolibe-


rales

En junio de 2013, el juez, Jaime Manuel Marroquín, suspendió el


proceso de cultivo comercial de maíz transgénico del país. Unas
20 organizaciones sociales habían interpuesto una demanda co-
lectiva contra el maíz transgénico, entre ellas, la organización ci-
vil Colectivas A. C., representada por el abogado René Sánchez
Galindo. Se logró suspender el proceso porque se comprobó
que los transgénicos dañan la diversidad biológica en México.
La contienda judicial tuvo lugar ante quince tribunales federa-
les, además de que ha habido 89 impugnaciones contra la sus-
pensión de la siembra y en contra de la demanda ciudadana.37
Acciones como ésta son posibles porque, en julio de 2009, el
Congreso de la Unión reformó el artículo 17° de la Constitución
para añadir un párrafo que reconoce la posibilidad de iniciar
acciones colectivas.38 Los “derechos colectivos” representan un
cambio paradigmático del modelo del sistema de protección de
derechos, que en nuestra tradición parte de la tutela del derecho
individualmente considerado. El precedente viene de Estados
Unidos, donde existen litigios en los que se busca no ganar, sino
más bien obtener una sentencia que proteja de la mejor manera
los derechos colectivos violados.39 El reto al hacer este tipo de

36
Alfredo Jalife-Rahme, “Bajo la lupa”, en La Jornada, 20 de Julio de 2014. www.
jornada.unam.mx/2014/07/20/opinion/014o1pol
37
“Demanda contra maíz transgénico busca apoyo mundial”, en Regeneraciones,
18 de Noviembre de 2014. http://regeneracion.mx/causas-justas/demanda-
colectiva-contra-maiz-transgenico-busca-apoyo-mundial/
38
“Acciones colectivas en la sociedad de consume”, en Documentos Oxfam.
http://oxfammexico.org/oxfam/descargas/Estudio_Accionescolectivas.pdf
39
Fernando García Saíz, “Legitimación y representación adecuada en las acciones
colectivas (y su influencia sobre la cosa juzgada)”, en Revista del Instituto de la
Judicatura Federal, núm. 32, 2011. www.ijf.cjf.gob.mx/publicaciones/revista/32/
Movimientos de la sociedad civil y luchas sociales:

217

demandas es que haya congruencia con el marco legal y los con-


venios internacionales firmados en México, por ejemplo, el Pacto
Mundial sobre la Responsabilidad Social de Empresas ratificado
en 1999, establece que en materia ambiental debe dominar un en-
foque de prevención, responsabilidad y desarrollo de tecnologías
limpias;40 o el derecho a la consulta de los pueblos indígenas.
Para poder suspender la siembra de maíz transgénico en
México, el juez aplicó los tratados internacionales. Sin embargo,
ésta no es una decisión definitiva y los integrantes de la socie-
dad civil efectuando la demanda necesitan aportar más pruebas
para determinar los efectos de la siembra del maíz transgénico
en el medio ambiente. Las demandas colectivas aplican en los
ámbitos de los derechos o intereses de los consumidores de todo
tipo de bienes y servicios: protección del medio ambiente, com-
petencia económica justa, defensa del patrimonio cultural, artís-
tico, urbano de un pueblo, transparencia en la gestión pública,
espacios y bienes públicos, derechos e intereses colectivos reco-
nocidos en la Constitución, tratados internacionales ratificados
por México y las leyes mexicanas.
Otro ejemplo fue el retiro del permiso de siembra de soya en
la península de Yucatán en julio de 2014. Es decir, este problema
surgió ante la amenaza que plantea para la producción de miel
en Campeche, Quintana Roo y Yucatán. El juez dictaminó que la
siembra de soya transgénica y el cultivo de miel no son compa-
tibles, y se le retiró a Monsanto el permiso para plantarlo.41 Otro
caso de demanda civil es aquella liderada por Diana Eugenia
González Saldaña contra la atf (Departamento de Alcohol, Ta-

RIJF%20No%2032%20INTERIORES-FERNANDO%20GARC+ìA%20%20
49-68%20%2006-12-2011.pdf
40
Mathieu Tourliere, “Cuestiona Monsanto a juez por suspender autorizaciones
para maíz transgénico”, en Proceso, 31 de Marzo de 2014. www.proceso.com.
mx/?p=368572
41
Luis A. Bonfil Gómez, “Anulan permiso a Monsanto para sembrar soya
transgénica en Yucatán”, en La Jornada, 22 de Julio de 2014. www.jornada.
unam.mx/ultimas/2014/07/22/anulan-permiso-a-la-empresa-monsanto-para-
sembrar-soya-transgenica-en-yucatan-4309.html
Irmgard Emmelhainz

218

baco, Armas de Fuego y Explosivos) de Estados Unidos, repre-


sentando a las víctimas del operativo “Rápido y Furioso” a tra-
vés del cual el gobierno estadounidense introdujo ilegalmente
armas al país para rastrearlas y atrapar a los criminales que las
adquirieron. En colaboración con un bufete texano, la demanda
se interpuso contra los daños que ocasionó el operativo, buscan-
do indemnizar a las familias de las víctimas.42
A pesar de que con las reformas neoliberales se impulsaron
transformaciones jurídicas e institucionales diseñadas para ga-
rantizar la seguridad de la propiedad privada, asegurar la in-
versión extranjera, privatizar empresas estatales, flexibilizar las
relaciones de trabajo, reducir la propiedad social de la tierra,
explotar recursos naturales y privatizar necesidades básicas,
el derecho constitucional y los derechos sociales pueden servir
como herramienta para ayudar a reconstruir el sistema político
sentando las bases para un nuevo pacto social, eliminando la
desigualdad y remediando las carencias de la población.

Conclusiones

Uno de los posibles logros de las manifestaciones u organizacio-


nes de la sociedad civil es hacer visible, en el campo mediático,
temas de urgencia que le son extrínsecos o hasta antagónicos a
las políticas presidencialistas. Sin embargo, no tienen la capaci-
dad de alcanzar los centros de poder reales ni de ganar poder
político, excepto a través de las demandas colectivas. Asimis-
mo, habría que considerar que la utilización de las redes socia-
les como instrumento de organización política es un problema
general de la organización política. Esto se debe a que a pesar
de que la reforma a las Leyes de Telecomunicaciones de Peña
Nieto servirá como herramienta disuasiva y represiva en este

42
Luciano Campos Garza, “Abogada Mexicana alista demanda civil contra
‘Rápido y furioso’”, en Proceso, 5 de Junio de 2012. www.proceso.com.
mx/?p=309812
Movimientos de la sociedad civil y luchas sociales:

219

ámbito,43 las redes sociales hacen demasiado fácil disentir: com-


partiendo enlaces críticos, noticias indignantes, o dando “me
gusta”. Hay que tomar en cuenta también que los temas por los
que abogan los movimientos de la sociedad civil están enraiza-
dos en cuestiones de clase y, por lo tanto, reflejan el interés por
defender un estilo de vida determinado. Por ejemplo, las clases
media y alta demandan un estilo de vida “seguro” vestidos de
blanco. Reflejando la actual ideología neoliberal e intereses de
clase, las agendas temáticas de estos movimientos se reducen
a temas como: reconocimiento, derechos culturales, restitución,
tolerancia, respeto, seguridad, medio ambiente, justicia ante la
violencia, y transparencia mediática y electoral.
Otro de los problemas de las manifestaciones de la sociedad
civil es que exigen democracia “real”, oponiéndola a la “mala
democracia”, lo cual trae una dinámica pasajera. Esta demanda
es demasiado inherente a la ideología democrática preestableci-
da que sigue permitiendo la dominación del capital en la polí-
tica. Otra cuestión clave que hay que considerar es que algunas
bases de la sociedad han sido erosionadas por el capitalismo y
que, por lo tanto, ahí impera la pasividad, la apatía y el rechazo
a participar porque se duda que aún actuando las cosas pudie-
ran cambiar. El activismo urbano, en tanto a que no tiene un
horizonte claro, es hasta cierto punto falso, quizá un ensayo de
algo por venir. Ante estas luchas, Berardi aboga por la pasivi-
dad radical o sustracción activa.44 A su modo de ver, si el capi-
talismo exige participación, colaboración, intervención activa en
la economía (pagar impuestos, devenir emprendedor, consumir
críticas y mercancías, salir a protestar a las calles), entonces es
necesario sustraerse pasivamente del sistema creando espacios
de autonomía donde pueda reconstruirse la solidaridad a través
de formas de política no-representativa y no-dialéctica. Utilizan-
do una diversidad de herramientas como la acción simbólica, el

43
Luis Fernando García, “Censura gubernamental al internet”, en Nexos, 6 de
Marzo, 2014. http://redaccion.nexos.com.mx/?p=6126
44
Franco Berardi, After the Future. Londres, AK Press, 2011, p. 17.
Irmgard Emmelhainz

220

conocimiento, las demandas colectivas, y la auto-organización,


más allá de prácticas que pongan en cuestionamiento a las insti-
tuciones, es indispensable replantear modalidades transversales
que abarquen movimientos sociales, colectivos, comunidades y
demandas ciudadanas para generar modelos colectivos hetero-
géneos que puedan exceder a las instituciones. Así, siguiendo a
Raunig, podemos retomar a Foucault, quien expresa “el arte de
no ser gobernado de tal forma”, lo que define a la crítica no como
la negación de las formas de gobierno sino como una búsqueda
en las formas de gobernar, es decir, insertar transformaciones
emancipatorias en la forma de ser gobernados.45
Teniendo esto en cuenta, Raunig propone prácticas institu-
yentes, las cuales, en lugar de presuponer a las relaciones de po-
der como un horizonte inamovible, cambian los contextos en
los cuales se insertan los problemas en un horizonte transfor-
mador.46 Más allá de la dicotomía movimientos sociales/insti-
tuciones, las prácticas instituyentes son modelos organizativos
que exceden las instituciones para generar nuevas subjetivi-
dades políticas, crear una nueva gobernanza de los comunes,
implicando contextos plurales y formas distintas de institución
con diversos formatos de participación o implicación de forma
transversal. Además de estas prácticas, también son necesarias
acciones que dieran la mayor autonomía posible a los ciudada-
nos de las corporaciones: energía solar en vez de gas, recolectores
de agua de lluvia, huertos de barrio para consumo propio, reco-
lección y reciclaje de basura, internet pirata, etcétera.
Por su parte, los esfuerzos de organización autónoma que
representan las autodefensas y policías comunitarias que han
tomado en sus manos la seguridad de sus comunidades, o los
pueblos defendiendo sus tierras y cultura, son un ejemplo a se-
guir, en su rechazo a los partidos que trabajan para los intereses
neoliberales del Estado. Estas luchas indican la posibilidad de

45
Gerald Raunig, “Prácticas instituyentes: Fugarse, instituir, transformar”, en
Transversal, 2006. http://eipcp.net/transversal/0106/raunig/es
46
Idem.
Movimientos de la sociedad civil y luchas sociales:

221

una nueva situación en la historia de la política, y contienen la


posibilidad de que el sistema diera un cambio radical para co-
lapsar al actual sistema neoliberal. Prueba de ello son las medi-
das autoritarias que está tomando el gobierno de Peña Nieto en
contra de ellas.47 Sin embargo, estos sujetos políticos son rudi-
mentarios, y es necesario la creación de sujetos políticos que se
fusionen en una acción política verdadera en manifestaciones y
enunciaciones colectivas de un “nosotros” que pudiera modifi-
car el tejido usual de las subjetividades con un programa político
y solidario creando sitios de autonomía. Así, lo que se necesita
es una crítica integral al capitalismo y a las políticas neoliberales
desde una base social al plantear una agenda instituyente, ya
que actualmente encaramos problemas sin soluciones claras ni
garantizadas por la lógica de la evolución capitalista. Tenemos
en frente un nuevo autoritarismo militarizado justificado por
la seguridad nacional de unos pocos, y un sistema socialmen-
te aceptado de cooptación de sindicatos, corporaciones, movi-
mientos sociales, intelectuales y líderes a través de su integra-
ción a sistema de favores. Además, es necesario enfocarse en las
tres características del capitalismo contemporáneo: 1) el cambio
de la plusvalía a la renta, esta última basada en la privatización
de los comunes; 2) el papel estructural del desempleo, es decir,
ser explotado por medio de la auto-explotación es un privilegio;
y 3) la nueva clase que ha surgido con las políticas neoliberales:
la burguesía asalariada.48
Los movimientos políticos por venir, que surgirán de las ac-
tuales luchas sociales y movimientos de la sociedad civil, serán

47
“¿Hacia una nueva dictablanda?”, en Sin embargo, 18 de Julio de 2014. www.
sinembargo.mx/opinion/18-07-2014/25574
48
Siguiendo a Žižek, tenemos que deshacernos de los últimos vestigios del
historicismo evolucionista de Marx (positivismo: que parece ser la fundación
del dogmatismo marxista). Lo que nos interesa es concebir al capitalismo como
formación social, la cual está caracterizada por un desequilibrio estructural: el
antagonismo de fuerzas y relaciones de poder está presente desde el comienzo.
Este antagonismo lleva al capitalismo a auto-revolucionarse y auto-expandirse;
el capitalismo florece porque evita sus cadenas al escaparse al futuro. Slavoj
Žižek, The Year of Dreaming Dangerously. Londres, Verso, 2012.
Irmgard Emmelhainz

222

lugares y sitios discursivos para construir formas radicales de


ciudadanía que abarquen a todos, que provoquen el deseo de
actuar, de solidarizarse y de buscar el bien común. No basta con
buscar cambiar los valores de la sociedad abogando por una for-
ma de capitalismo más benigno, o formas de vida más seguras,
sino que se hace imperativo boicotear, ocupar, deslegitimizar,
desnormalizar. Es decir, negar la legitimidad de la clase política,
denunciar su servidumbre a las élites oligarcas. Debemos denun-
ciar el hecho de que esto es un aparato represivo de extracción de
impuestos que benefician a la clase política y no a los ciudadanos
al introducir prácticas transversales instituyentes. Es imperativo
trascender la heterogeneidad racial y de clase de México, ya que
el futuro del país y nuestra autonomía alimentaria y la habitabi-
lidad de las ciudades y el campo dependen de ello.
Capítulo 6. Neoliberalismo y lucha de mujeres

Si tenemos deseos, se espera que los escondamos,


que los controlemos, que nos mantengamos a la
raya. Se espera que seamos objetos de deseo y no
seres deseantes.

Laurie Penny, Unspeakable Things

A más de cuatro décadas del inicio del movimiento de las mu-


jeres de la segunda ola, que proclamaban libertad sexual, liber-
tad de los estereotipos misóginos y de la carga doméstica para
ingresar al mercado laboral, la liberación de la mujer se ha con-
vertido en una nueva forma de conformismo y represión. Sin
denostar los logros de las mujeres que lucharon arduas batallas
a nivel del cuerpo, sexualidad, trabajo y afectos, que deconstru-
yeron al género y sus arquetipos, permitiendo el ingreso de las
mujeres al espacio público, además de las libertades económicas
y sexuales sin precedentes en la historia de occidente, hoy existe
algo que ya no está funcionando del feminismo que heredamos
de los setentas. Si anteriormente una de sus consignas era “Lo
personal es político”, hoy en día, la política de las mujeres se
ha hecho sólo personal. Esto se debe a que el feminismo bajo el
neoliberalismo ha tomado un giro que podríamos llamar distó-
pico, el cual, por ejemplo, considera que la desnudez pública es
empoderamiento personal (e.g. Kim Kardashian) y hasta decla-
ración política (femen).
Asimismo, el abuso sexual, milenaria arma de guerra, se ha
convertido en arma de represión policial y control social a ni-
vel mundial, como en Atenco en 2006 y Toronto en 2009 contra

223
Irmgard Emmelhainz

224

disidentes y activistas. En este sentido, México es un país con-


tradictorio que, a nivel estatal, usa la violencia de género como
herramienta de represión, mientras que a nivel federal legalizó
el matrimonio entre personas del mismo sexo, pero también se
criminalizó el aborto. Sin embargo, a nivel mundial encontra-
mos que la impunidad ante violaciones y femicidios se están
normalizando. Por ejemplo: a finales de Diciembre de 2012, una
mujer de 23 años fue violada en masa en Delhi; una de 20 años
en un metrobus de Los Ángeles; a principios del 2015, la viola-
ción de una mujer en Washington D.C. fue capturada por cáma-
ras de vigilancia. Estos tres abusos sexuales ocurrieron en lugares
públicos y fueron hechos visibles por los medios. Es decir, las
violaciones son cada vez más comunes: en Estados Unidos, por
ejemplo, una de cada cinco mujeres es violada en su vida (más
del 80% conocen al violador). En 2014, la estudiante de arte en la
Universidad de Columbia, Emma Sulkowicz, se hizo mundial-
mente famosa por su performance Carry that Burden, que consis-
tió en cargar el colchón de su cama cada vez que se desplaza en
el campus de la universidad hasta que su violador fuera expul-
sado del campus, o uno de los dos se graduara. Su acción llamó
la atención sobre el mal manejo de las autoridades académicas
de su caso y otros más de abuso sexual en el campus, desatando
discusiones sobre la epidemia de violaciones a estudiantes en
los campus universitarios en Estados Unidos.
La masculinidad heterosexual está sufriendo una severa cri-
sis. En la cultura popular, desfilan seductores caballerosos como
George Clooney, pero también personajes como Justin Bieber,
Adam Sandler, Homero y Bart Simpson, Jackass, Berlusconi,
Brozo. Los niños juegan con muñecos agresivos y musculosos,
mientras la identidad de los hombres adultos está ligada al éxito
y a su poder adquisitivo. En la economía del placer, las fronteras
entre la esfera masculina y femenina se están disolviendo. Esto
causa ansiedad de disolución de la masculinidad, la cual es con-
trarrestada con una cultura militarizada híper-masculina. Los
hombres crean lazos entre ellos a través de rituales en los que
objetifican y ritualizan a las mujeres. En este sentido, la masculi-
Neoliberalismo y lucha de mujeres

225

nidad neoliberal es tóxica, violenta y está asociada a la domina-


ción, salvajismo, control hedonista, hambre de poder y dinero,
sexo colonizador y abusivo; el arquetipo podría ser El lobo de
Wall Street (2013), o Jordan Belfort, caracterizado por Leonardo
Di Caprio en la película de Martin Scorsese.
Por otro lado, la educación de las niñas es mucho más estric-
ta que la de los niños, mientras se enfoca en hacerlas sumisas y
dóciles. Por lo tanto, cuando crezcan serán más vulnerables al
abuso de los hombres. Las niñas pequeñas cantan: “Libre soy, li-
bre soy, libertad sin vuelta atrás...”; estas palabras forman el coro
de una canción que canta Elsa, el personaje de la película de Fro-
zen, que dice lo siguiente: “[...] hay una tormenta en mi interior...
que de mí salió... ve lo que hay en ti, ser buena chica; libre soy,
libre soy, libertad sin vuelta atrás ¿Qué más da? No me importa
ya, gran tormenta habrá; el frío es también parte de mí... dejé los
miedos que me ataban... probar ir más allá de los límites”.
En la película, Elsa necesita aprender a controlar sus pode-
res de congelamiento para poder ser parte de la sociedad. Es de-
cir, necesita “domesticar” lo que la diferencia de los demás, por-
que es un peligro para ellos. Elsa se “libera” al huir a un lugar
donde puede ser “ella misma” sin preocuparse por lastimar a
los demás con sus poderes. El inquietante mensaje de la película
plantea que el ideal neoliberal de la auto-realización coincide
con la liberación, mientras que esta misma implica autoexiliarse
de la sociedad para regresar —al aprender a controlar sus pode-
res— a ser una “buena chica”.
La noción del apartheid de género se piensa usualmente en
el contexto de las sociedades musulmanas, algunas de las cuales
practican una estricta segregación de hombres y mujeres tan-
to en el espacio privado como en el público (escuelas, univer-
sidades, mezquitas). Asimismo, se ha usado esta noción para
describir la manera en que las corporaciones que producen y
distribuyen juguetes, a través de agresivas campañas de mar-
keting, de las cuales las películas y los programas de televisión
forman parte, producen juguetes específicos para cada género.
A partir de reglas que preceden gustos y necesidades, operando
Irmgard Emmelhainz

226

bajo la suposición de preferencias elementales o innatas en los


niños y en las niñas, la frontera que define los juguetes para am-
bos sexos ha creado un abismo entre los intereses de los niños
y niñas, perpetuando estereotipos de género y moldeando las
subjetividades de los niñ@s. En una época en la que se habla de
la equidad de género, además de salvaguardar los derechos y el
reconocimiento de los homosexuales, paralelo a un incremento
mundial de la violencia a las mujeres, vemos un regreso al con-
formismo de género promovido por una separación de niños
y niñas a través de la cultura de consumo. Codificados como
mundos “azul” y “rosa,” poblados de coches o princesas, agre-
sividad o domesticidad, las escuelas, las tiendas de juguetes y
los cuartos de juego reafirman un tipo de sabiduría conductual:
los niños o las niñas saben lo que le corresponde a cada sexo.
Mientras juegan los niños aprenden reglas no escritas de segre-
gación de género con juguetes que prescriben cómo actuar y qué
desear, enseñando a los niños a identificarse más con su género,
situándolos en mundos separados.
La espectacularización de la feminidad empieza desde que
las niñas pueden hablar y caminar, ejemplificado por el reality
show Toddlers in Tiaras. Con la espectacularización de la femi-
nidad, una vez que su esencia vital es sacrificada para su apa-
rición, el maniquí cobra vida. Animada por la mirada, la subje-
tividad del maniquí es su espectacularización. Su visualización
equivale al devenir ser. La mujer es ícono de la subjetividad
consumista y, al mismo tiempo, la imagen de la mercancía. Una
mujer de 37 años visita al cirujano plástico con su esposo; en el
camino, él le dice, un poco incómodo, un poco dando una or-
den, que deberían contemplar la posibilidad de arreglarle la pa-
pada. En el consultorio, el cirujano plástico le dice que le daría
a su cuerpo una calificación de 8, que no está nada mal para su
edad y después de dos hijos, que no cualquier intervención sería
fútil, que de ese 8 no pasaría. Y accede a reducirle la papada.
A pesar de haber logrado presencia sin precedentes en el
ámbito laboral y en áreas tradicionalmente consideradas como
inadecuadas para las mujeres, en el ámbito académico o cultu-
Neoliberalismo y lucha de mujeres

227

ral, las mujeres siguen sin destacar en puestos altos o a nivel in­
ternacional; brillan siempre como organizadoras, curadoras,
inves­ tigadoras, patrocinadoras, directoras locales, pero casi
nunca como escritoras, creadoras o intelectuales. Las relaciones
de poder en este ámbito, supuestamente “liberal”, siguen siendo
patriarcales y rigiéndose por la lógica del cacicazgo. ¿Cuántos
funerales de Estado se han hecho a mujeres en México? En la
división misógina del trabajo creativo, el hombre es el creador
(falo = pluma o genialidad divina) y la mujer la productora,
administradora o facilitadora; las mujeres organizan, progra-
man, buscan subsidios para proyectos, libros o exposiciones de
hombres. En este sentido, siguen teniendo el papel de “amas de
casa”, lo que implica ser guardianas de la moral, de las costum-
bres y del contrato social.
El modelo de familia nuclear neoliberal exige que las mu-
jeres, además de contribuir con su sueldo para los gastos de la
casa, se ocupen de ella y que eduquen a los hijos. El trabajo de
cuidado ni se paga ni se valora, y ya que la familia es la base del
capitalismo neoliberal, sostenida por el trabajo invisible y gra-
tuito de las mujeres, seguimos en una situación de desigualdad
política y social. Las mujeres “liberadas” de la clase media y
alta sufren la presión en tres frentes donde se les exige eficiencia
y perfección: familia, ámbito profesional y normas de género,
ya que están obligadas además de ocuparse de las tareas de re-
producción, a tener un cuerpo perfecto y hacer elecciones de
vestimenta, maquillaje y cirugía plástica acertadas para gene-
rarse —a sus esposos y jefes— más plusvalía. De acuerdo con
Laurie Penny, a las mujeres del siglo xxi se les vende la idea de
que pueden tenerlo “todo”: matrimonio, hijos, una profesión,
zapatos caros, pero a costo del agotamiento perpetuo, trabajo
mal pagado, comprar cosas innecesarias y al apegarse a reglas
sociales y sexuales más rígidas que antes.1 En otras palabras, las
mujeres están sujetas a la explotación con el trabajo asalariado,

1
Laurie Penny, Unspeakable Things. Nueva York, Bloomsbury, 2014, p. 7.
Irmgard Emmelhainz

228

a la opresión de género del patriarcado del trabajo doméstico, y a


las normas de género que nos hacen ajenas a nuestros propios
cuerpos y deseos.
Actualmente, la imagen de la musulmana velada implica una
amenaza a occidente porque es lo opuesto a la figura neoliberal
de la feminidad, mostrando lo que tiene que vender, liberada
sexualmente, etcétera. De acuerdo con Arundhati Roy, el intento
en Francia de quitarles la burka a las mujeres, lejos de crear una
situación en la que podrían decidir si la quieren llevar o no, es
un acto de humillación e imperialismo cultural. Este gesto no se
trata de liberarla sino de desvestirla, y en este caso el tema no es
la burka, sino la coerción y obligación de las musulmanas a ad-
herirse a prescripciones sociales, económicas y políticas sobre lo
que es el género.2 El asesinato o desfiguración de mujeres musul-
manas por miembros de sus familias por “deshonrarlos” es con-
siderado ser signo de lo primitivo del Islam. ¿Cómo cambiarían
las relaciones internacionales si se les consideraran femicidios?
Y la ablación del clítoris, ¿acaso no podría ser tomado no como
algo primitivo sino como un crimen de género similar a otros
perpetrados en diversas partes del mundo?
La crisis de violencia sexual que vivimos en México y en el
mundo desde los noventas está directamente ligada a la emanci-
pación de la mujer y sus logros relativos en términos de equidad
de género desde el movimiento feminista de los sesentas. Las
mujeres se rebelaron y se movilizaron en el ámbito social, inte-
lectual y artístico contra la represión sexual, el control masculi-
no, la infantilización y el rol que le impuso el patriarcado. A esta
emancipación se le responde hoy con violencia. Mientras más
“liberadas” estamos (autónomas económica, familiar y social-
mente), más aumenta la violencia (pornográfica, visual, emocio-
nal, física, verbal, laboral). Muchas escritoras desde Silvia Plath
y Virgine Despentes hasta Chris Kraus y Leslie Jamison, expo-
nen la idea de que la condición esencial de la feminidad o “ser

2
Arundahti Roy, Capitalism: A Ghost Story. Londres, Verso, 2014, p. 36.
Neoliberalismo y lucha de mujeres

229

mujer” —existir como mujer, ver como mujer— es una herida


inmemorial y heredada desde el momento en que lingüística y
performativamente se nos asigna el género femenino. Sin em-
bargo, la herida como condición —que aparece como traumáti-
ca en la primera escena de Carrie (1976) y como parodia en un
episodio de la serie de HBO Girls de Lena Dunham (2012— se
redujo en un cliché de la condición de género femenino de la
mujer víctima de su propio sexo, un sitio de víctima con el que
no muchas se quisieran identificar, anunciando la era “post-
herida”.3
En diciembre de 2014 se estrenó en México la película Glo-
ria, de Sebastián Lelio, que cuenta la controvertida historia de la
popular cantante, Gloria Trevi, que acabó metida en un lío de
prostitución infantil. Su manager, Sergio Andrade, se dedicaba
a construir las carreras de jovencitas en el mundo del espectá-
culo. Con el consentimiento tácito de sus padres, las explotaba
sexualmente y abusaba emocionalmente de todas, incluyendo a
Gloria Trevi, que se casó con Andrade y quien era de las pocas
mujeres adultas del “clan”, y misma que fue inculpada como
su cómplice. El problema es que la película, como la miríada de
publicaciones y programas que surgieron a raíz de que salió el
caso a la luz, trata el abuso de Andrade a las chicas como un caso
singular, una aberración personal, y no como una situación en
la que se ven comúnmente atrapadas millones de mujeres. Para-
dójicamente, Gloria Trevi le da voz a su persona atrevida, mala,
rebelde, cómoda con su sexualidad y libre de prejuicios sociales,
entonando canciones de abuso emocional: “No me querías las-
timar, me querías matar”, “aunque me mientas...”, “No puedo
reponerme de tu forma tan cruel de abrazarme”, etcétera.
Evidentemente, la cuestión de la herida es tabú, sin embar-
go, el aumento de la violencia contra las mujeres no es algo alea-
torio sino que es específica a un contexto social que sigue un
patrón transmitiendo un mensaje claro. Por ejemplo, los femi-

3
Leslie Jamison, “Grand Unified Theory of Female Pain”, en The Empathy
Exams. Nueva York, Graywolf Press, 2014, p. 197.
Irmgard Emmelhainz

230

cidios en Ciudad Juárez no son patologías privadas de asesinos


en serie sino una actividad ritualizada, parte de la subcultura de
las pandillas locales contra mujeres de clase trabajadora. Esto es
una reacción machista a la nueva independencia de las nuevas
mujeres obreras. De acuerdo con Žižek, la característica crucial
en los casos de violencia de género es que el acto violento no es
una reacción espontánea de energía brutal que rompe las cade-
nas de las costumbres civilizadas sino algo aprendido, impues-
to externamente, ritualizado, parte de la sustancia simbólica de
una comunidad.4 Por lo tanto, ¿es la herida una condición cons-
titutiva del género femenino?
En el caso de las personas de Gloria Trevi y Alejandra Guz-
mán, otra cantante mexicana, la “liberación sexual” se confunde
con la promiscuidad y hace a las mujeres más vulnerables a la
violencia masculina. La denigración de la mujer está tan enrai-
zada en el inconsciente colectivo que las adolescentes que no
son bulímicas o anoréxicas se llaman entre ellas “zorrita”, “pe-
rrita” o “putita”. En este sentido, las jovencitas son obligadas a
aparecer siempre dispuestas, pero si expresan deseo o su sexua-
lidad, son castigadas o abusadas. El mamading es una práctica
que está de moda en los bares en España, donde las mujeres
pueden conseguir barra libre durante toda la noche a cambio de
felaciones al resto de los clientes. La que consiga dar más en un
tiempo determinado es la que gana. Éste es un caso de neolibe-
ralismo androcéntrico que impulsa a las jovencitas a ser parte de
la cultura de transacción sexual no-monetizada y desodorizada
en nombre de la libre elección y del empoderamiento.
En realidad, esta promiscuidad femenina no tiene nada que
ver con el feminismo y es otra estrategia más de control y cosi-
ficación del cuerpo femenino y de normalización de la denigra-
ción y violencia hacia las mujeres. Ejemplo de esto último es la
trasnacionalización del feminicidio representado por la masacre

4
Slavoj Žižek, “Rotherdam Child Sex Abuse: It is our Duty to Ask Difficult
Questions”, en The Guardian, 1 de Septiembre de 2014. www.theguardian.com/
commentisfree/2014/sep/01/rotherham-child-sex-abuse-difficult-questions
Neoliberalismo y lucha de mujeres

231

en Santa Bárbara, California, que Elliot Rodger llevó a cabo en


mayo de 2014, matando a seis personas e hiriendo a siete. Horas
antes del ataque, Rodger había subido un video a YouTube titu-
lado “Retribución” y publicó un manifiesto de 140 páginas en la
red en el que se proclamaba ser “Alfa masculino” para castigar
a las mujeres que no se sentían atraídas hacia él y vengarse de
todas las “putas” que lo habían rechazado sexualmente. Rodger
justificó sus acciones con el principio misógino y sexista de que
las mujeres, como clase y sexo, le deben a los hombres lo si-
guiente: amor, atención, adoración, respeto, obediencia y sexo.5
Para Penny, la cultura contemporánea idolatra cuerpos fe-
meninos irreales y desprecia el verdadero poder de las mujeres;
nos obligan a aparecer social y sexualmente consumibles y a si-
mular estar siempre disponibles sexualmente.6 Penny retoma la
paradoja de la dama de hierro articulada por Naomi Wolf: más
o menos cuatro décadas después de que las mujeres logramos la
igualdad legal absoluta en la mayoría de los países occidentales,
el miedo que siempre se le ha tenido al cuerpo de las mujeres
regresa con venganza. Este odio se traduce en un bombardeo
cotidiano de miles de mensajes informándonos que no nos ve-
mos lo suficientemente jóvenes, delgadas, blancas y dispuestas.
El neoliberalismo denigra los cuerpos de las mujeres en comer-
ciales y en la pornografía, y suceso que se ha hecho fundamental
a la experiencia de la feminidad actual.
Por su parte, el feminismo ha sido demonizado en los úl-
timos veinte años. Se le considera ser un estereotipo, mientras
que a la feminista se le representa como una caricatura de mu-
jer peluda, fea, enojada y que odia a los hombres. Uno de los
problemas del feminismo es que el feminismo que heredamos
de los setentas se ha convertido en un manual para navegar el

5
L. Penny, “Let’s Call the Isla Vista Killings What they Were: Misogynist
Extremism”, en New Statesman, 25 de Mayo de 2014. www.newstatesman.
com/lifestyle/2014/05/lets-call-isla-vista-killings-what-they-were-misogynist-
extremism
6
L. Penny, Meat Market: Female Flesh Under Capitalism. Winchester, Inglaterra y
Washington, D.C., Zero Books, 2011, p. 22.
Irmgard Emmelhainz

232

patriarcado —popularizado en los medios masivos de comuni-


cación— y no sirve para retarlo ni para destruirlo. La rebelión,
hoy en día, se ejerce como estrategia, pero si se ejerce como prin-
cipio entonces es castigada ejemplarmente. Por ejemplo, dos de
las integrantes del grupo punk, Pussy Riot, son madres y las
solicitudes a la corte de postergar sus condenas hasta que sus
hijos tuvieran 14 años les fueron negadas. En este sentido, se
hace urgente la necesidad de amotinarse contra la versión neoli-
beral del feminismo tanto como contra el hetero-patriarcado y el
capitalismo, que son las bases a partir de las cuales se estructura
la actual opresión de la mujer, con un feminismo renovado y
reforzado con el que podamos crear un mundo en el que todos
quieran vivir sin importar raza, género, preferencia sexual, clase
social, etcétera.

La resignificación neoliberal del feminismo

En las últimas cuatro décadas, las mujeres hemos tenido logros


y conseguido poder y reconocimiento legal e institucional sin
precedentes a nivel mundial. Nuestra inclusión en la fuerza de
trabajo cambió radicalmente las relaciones entre los sexos, la
composición de las familias, nuestro papel en la sociedad, y la
forma en la que participamos en la economía. En los medios,
proliferan imágenes de mujeres exitosas: la trabajadora urba-
na hedonista de tacones, workaholic y que gasta su dinero en
viajes, vibradores y vino. Siguiendo a Nina Power, esto es un
síntoma alarmante de que la emancipación femenina coincide
perfectamente con el consumismo neoliberal, ya que según la
cultura popular, casi todo es feminista y empoderador: desde ir
de compras, bailar en tubo y hacer striptease, comer chocolate,
ser promiscua.7 Sin embargo, corremos peligro todo el tiempo
de ser atacadas, violadas, mutiladas y asesinadas, por lo que
las mujeres seguimos teniendo un papel secundario estando su-

7
Nina Power, One-Dimensional Woman. Winchester, Inglaterra y Washington,
D.C., Zero Books, 2009, p. 7.
Neoliberalismo y lucha de mujeres

233

bordinadas a los hombres en términos económicos y políticos.


Además, el número de mujeres que funcionan como líderes po-
líticos es menor que hace 20 años y hay una gran disparidad en
los sueldos promedios entre hombres y mujeres; mientras no
se embarace o pida cosas indebidas, la trabajadora modelo es
deseada y barata.
Aunado al feminismo de consumo y a la feminidad consu-
mible, existe un feminismo prefabricado y paternal derivado de
la globalización del feminismo de los ochentas y noventas, mis-
mo que busca conferirles autodeterminación a las mujeres po-
bres como paliativo a los ataques devastadores de las reformas
económicas, medidas de austeridad, desruralización del campo
y otro tipo de ataques de corporaciones, crimen organizado y
el mismo Estado. No es que denueste el importantísimo trabajo
que han hecho las ong a nivel global con los derechos de la co-
munidad lgbt,8 la violencia doméstica, el sida, o los derechos de
los trabajadores sexuales. El problema, como lo describe Roy, es
que el movimiento global feminista liberal no se ha actualiza-
do para retar las nuevas políticas económicas. Es decir, aunque
las mujeres hayan sido las que más han sufrido, los proyectos
subsidiados por las ong prescriben lo que cuenta como “tema”
de lucha de las mujeres y lo que no.9 Por ejemplo, la idea de
democratizar los medios de producción, para dejar de cons-
treñir a la mujer al ámbito de la reproducción, es ampliamente
reconocida. Teniendo esto en cuenta, corporaciones globales y
Estados se han dado a la tarea de poner a trabajar programas
del “empoderamiento” de las mujeres cooptando sus luchas. Un
ejemplo es un programa de Hewlett-Packard. En la localidad
de Kuppam, Andhra-Pradesh, en la India, hace algunos años
crearon una alianza público-privada para empoderar a las cam-
pesinas y ayudar a aliviarlas de la pobreza. Después de pregun-
tarles sus sueños y aspiraciones, además de observar la vida de

8
lgbt es un acrónimo en inglés que unifica a los individuos que se definen
como lesbianas, gays, bisexuales y/o transgénero (N. del. edit.).
9
A. Roy, op. cit., p. 34.
Irmgard Emmelhainz

234

la gente, los empleados de Hewlett Packard concluyeron que


una de las tecnologías que les faltaba era la fotografía. Detec-
taron una oportunidad emprendedora, y así transformaron a
cinco mujeres en fotógrafas del pueblo. Las entrenaron para
usar cámaras digitales e impresoras portátiles, y les dieron unas
mochilas con ruedas con paneles de energía solar. A cambio de
una parte de las ganancias, Hewlett-Packard comenzó a vender
estudios fotográficos portátiles a las ong por toda la India, con
tinta y accesorios Hewlett-Packard. Usando el discurso de una
oportunidad comercial, ayuda humanitaria y empoderamiento
de mujeres, este tipo de acciones paliativas validan el despojo,
explotación y expropiación de transnacionales, corporaciones y
gobiernos, en un momento en el que urge poner en cuestión a
estas prácticas que, además, acaban por deshacer la organiza-
ción política y los lazos solidarios de las comunidades.
Existe también un tipo de “feminismo público”, que es bas-
tante popular en los medios masivos de comunicación y en las
redes sociales. Este se manifestó, por ejemplo, con la campaña
que dio la vuelta a las redes sociales mundiales, en abril de 2014:
un grupo militante islámico, Boko Haram, raptó a 276 niñas de
una escuela pública en Nigeria y el hashtag “Free our Girls” se
hizo trending topic por todo el mundo, incluso Michelle Obama
se tomó una foto con la demanda escrita en una hoja y la subió a
su cuenta de Instagram. Este “feminismo público”, a la vez que
trata a las mujeres como víctimas de su propio sexo, es ajeno a
una posible comprensión de la sexualidad comercial, de la obje-
tificación de las mujeres, o de su triple opresión bajo el sistema
socio-económico neoliberal.
Otro ejemplo de feminismo, que sirve a los intereses neolibe-
rales, es un episodio de la serie Keeping up with the Kardashians, en
el que las tres hermanas van a comprarse una pistola y aprenden
a dispararla. Reduciendo el evento a una excursión para encon-
trar los accesorios adecuados para tirar a la moda, se confunden
el empoderamiento e independencia de las mujeres con la nor-
malización de la militarización y el derecho a matar a expensas
de otras mujeres y sus hijos, cuyos países y recursos necesita ex-
Neoliberalismo y lucha de mujeres

235

plotar el capital corporativo. Este caso ejemplifica también un


cambio radical en la lucha de las mujeres. Antes lo personal fue
político y ahora la política de las mujeres, tal cual la diseminan
los medios masivos de comunicación, es meramente personal.
El feminismo de la segunda ola se desarrolló a la par de la
revolución sexual en los sesentas y setentas. Así, la revolución
sexual planteó a la sexualidad como el lugar primario de la re-
presión colectiva. Sin embargo, el escritor Michel Houellebecq, la
describe como la antesala de las formas de represión por venir:

La “revolución sexual” ha sido a veces mostrada como una


utopía comunal, mientras que de hecho, fue simplemente
un paso más en el surgimiento histórico del individualis-
mo. Como la linda palabra “hogar” lo sugiere, la pareja y
la familia serían el último bastión del comunismo primiti-
vo en la sociedad liberal. La revolución sexual habría de
destruir estas comunidades intermediarias, las últimas que
separarían al individuo del mercado. La destrucción sigue
hasta hoy en día.10

Para Houellebecq, la desaparición de la familia nuclear, los


rituales religiosos y las formas arcaicas de relaciones sociales
basadas en la urbanidad, constituyen la apertura hacia la coloni-
zación de la existencia afectiva humana; el sexo y la sexualidad
son ahora parte de la maquinaria comercial. En otras palabras,
el hedonismo y la seducción son la base del mercado capitalista:
la libido se encuentra dispersa en el cuerpo social del capita-
lismo empapando todo lo que se produce bajo su régimen, ha-
ciendo que el goce y el fantasma circulen dentro de los ciclos de
producción e intercambio. Como consecuencia, las mercancías
son tentadoras y seductoras, pues libidinizan nuestros hábitos
de consumo, haciendo que la sexualidad, erotismo y libido es-
tén ausentes del acto sexual, transformando a las relaciones se-
xuales en formas de necesidad existencial como apego amoroso,

10
Michel Houellebecq, Les particules élémentaires. París, J’ai lu, 2010, p. 28.
Irmgard Emmelhainz

236

necesidad fisiológica, o simulacro de deseo. Ya que ha perdido


su autonomía, capacidad de seducción y misterio, en vez de
jouissance, la sexualidad presupone alegría y satisfacción dentro
del ciclo neoliberal de producción y consumo.
La libertad sexual y la libertad de hacer dinero han puesto
un cerco alrededor de nuestras mentes y cuerpos: mercado y
negocios están intrínsecamente ligados y dictan lo que la gen-
te quiere. De acuerdo con Penny, cada categoría de interacción
humana, desde el sector público hasta las aventuras íntimas,
funcionan con un mercado, mecanismos competitivos, control
de costos, y una lógica de diversificación.11 Con la lógica del mo-
delo de subjetividad para emprender y “maximizar al capital
humano”, también se puede aumentar una relación o una situa-
ción social. De este modo, siguiendo a Penny, el neoliberalismo
coloniza nuestros sueños, canibaliza nuestros ideales de liber-
tad y los regurgita como estrategias de control social, ya que
la liberación sexual, transformada en neoliberalismo sexual, se
ha hecho rígida, sofocante, y regida por un conformismo que
parece una libertad para disfrutar.12 En otras palabras, el empo-
deramiento sexual con dildos, ropa interior de encaje y bailar
en tubo, están disociados del derecho universal al aborto, de los
proyectos para acabar con la cultura de violación y anticoncep-
tivos, es decir, de la verdadera libertad para gozar.13

11
L. Penny, Unspeakable Things, p. 3.
12
Idem.
13
Ibid., p. 206.
Neoliberalismo y lucha de mujeres

237

Colonización neoliberal del cuerpo femenino

It’s all about you


I mean me
I mean you

Barbara Kruger

La cultura visual no es únicamente la construcción de la visión,


o la visualización de lo social, sino que es la construcción de
lo social a través de lo visual: las imágenes dejaron de ser re-
presentativas para volverse operativas y tener injerencia en la
realidad. Cuando Lady Gaga apareció en 2010 vestida con un
traje de carne cruda (en los mtv Video Music Awards, la portada
de Vogue, en Japón, un concierto), literalizó su estatus de carne
nueva alimentando al espectáculo. Su gesto desplazó la metá-
fora de Jana Sterback sobre el cuerpo, envejecimiento, moda y
consumo, en su pieza Vanitas: Flesh Dress for an Albino Anorectic
(1987). Vanitas: Flesh Dress for an Albino Anorectic consiste en 50
libras de filetes de carne cruda, cosidos y puestos sobre un ma-
niquí como si fueran un vestido. Cada vez que la pieza se exhi-
be, carne fresca propiamente curada se coloca en un maniquí y
se acompaña de una foto de una modelo posando con el vestido
puesto. La pieza alude al género barroco de las vanitas, pinturas
destinadas a meditar sobre la alienación humana de su propia
carne, el envejecimiento y la mortalidad. En Vanitas: Flesh Dress
for an Albino Anorectic, el proceso de putrefacción-cocción de la
carne ocurre bajo nuestros propios ojos, mientras que la pieza
alude, entre otras cosas, a la explosión del número de mujeres
que padecen desórdenes alimenticios como bulimia y anorexia
porque sienten que habitan cuerpos inadecuados.
De manera distinta que el Vanitas: Flesh Dress for an Albino
Anorectic de Sterback, el vestido de Lady Gaga evidencia que
el espectáculo, hoy en día, se alimenta del cuerpo de mujeres y
sus gestos radicales. En un caso ejemplar de auto-espectacula-
rización, la figura de Lady Gaga está conformada por un pasti-
Irmgard Emmelhainz

238

che posmoderno que incluye lo pop, queer, camp y contracultura


(incluyendo lo gay y lo transexual). Otra instancia reciente del
cruce del espectáculo con el arte contemporáneo es la portada
para W Magazine, en la que la estrella de reality Kim Kardashian,
aparece desnuda excepto por el siguiente slogan de Barbara
Kruger: “It’s all about you/ I mean me/ I mean you” (2010). Contra-
rio a la idea de que la imagen busca llamar la atención sin decir
nada —provocar y vender—, reitera la espectacularización de la
subjetividad actual. El sujeto que enuncia la frase y a quien se
dirige son ambiguos, es decir, los deícticos del enunciado son
intercambiables. La frase podría leerse así: “La portada de este
número sobre arte es sobre mí, la artista. ¡No! Seguramente se
trata de ti, la estrella de reality TV desnuda. ¡No! En realidad, se
trata de mí (la artista)”. Leída de este modo, la frase alude a la
actual indistinción entre el arte contemporáneo, la espectacula-
rización y la cultura de celebridad. La frase también puede leer-
se como articulando el hecho de que la subjetividad neoliberal
está centrada en su propia sujeción al espectáculo, misma que
es la condición de la experiencia contemporánea: “La imagen es
sobre ti, la celebrity. ¡No! Es sobre mí, la espectadora (que aspira
a los valores que encarna la celebrity) ¡No! es sobre ti, la celebri-
ty”. Finalmente: la imagen es sobre ti, la celebrity. ¡No! Es sobre
mí, el espectador que consume tu carne desnuda. ¡No! es sobre
ti, la celebrity”. El eslogan, “It’s all about me!”, evoca también al
imperativo de valorización facial y subjetiva, cristalizada, por
ejemplo, en Facebook: la construcción de un yo espectacular
cuya vida, relaciones, muerte y preferencias, es mediatizado y
hecho público, sujeto a juicio de la red (It’s all about you!), con los
calificativos de un “like”.
La intervención de Kruger y el gesto de Lady Gaga obliteran
las diferencias que quedaban entre el imaginario popular y cul-
to, y el espectáculo y la esfera de producción cultural. De hecho,
artistas como Marina Abramovic, Damian Hirst, Santiago Sierra,
o Teresa Margolles, usan la espectacularización como base de su
práctica. De esta manera, el régimen del espectáculo se legitima
para actuar más profundamente en los registros de la formación
Neoliberalismo y lucha de mujeres

239

subjetiva. No es que el espectáculo (en el caso de Lady Gaga


y Kardashian/Kruger) se base en la herencia vanguardista sino
más bien, el arte contemporáneo depende de la subjetividad
neoliberal que masoquistamente celebra su sujeción al aparato
espectacular, el cual le proporciona aparatos intercambiables en
los que puede insertar prácticas superficiales de emancipación.
De esta manera, la cultura corporativa se fusiona con lo subver-
sivo del arte moderno.
En este sentido, el capitalismo neoliberal obliga a las muje-
res a poner su cuerpo a circular como estrategia para conseguir
empleo, mientras que la feminidad se traduce en la lógica del
mercado y espectáculo. Como el traje de carne de Lady Gaga,
la carne femenina se plantea como el exterior consumible en los
programas reality en los que las mujeres se someten a cirugías
plásticas. Por ejemplo, el reality Extreme Makeover (abc), mues-
tra el antes, durante y después de la operación cosmética. Ve-
mos bisturís penetrando y moldeando la carne de las mujeres
para mejorarlas y hacerlas más consumibles. Estos ejemplos son
síntomas de la misoginia al centro de la cultura que celebra la
juventud y belleza mientras que denigra a las mujeres. La de-
nigración se debe a la colonización de la carne femenina por la
figura que Wolf llama la “dama de hierro”: un cuerpo estanda-
rizado de belleza impuesto a todas las mujeres del mundo.14
La “belleza” como valor normativo es algo construido cultu-
ralmente y regulado por el patriarcado. La tiranía de la belleza
es uno de los cuatro elementos que ha colonizado la carne feme-
nina. Luego le sigue el control corporal: a las mujeres se les exi-
ge autocontrol físico, disciplina y que se muestren sexualmen-
te disponibles aunque estériles. Tercero, siguiendo a Powell, el
capitalismo patriarcal impulsa a las jovencitas a ser parte de la
cultura de transacción sexual en nombre de la “libre elección”
y del “empoderamiento”. Esta promiscuidad femenina no tiene
nada que ver con el feminismo y es otra estrategia más de con-

Naomi Wolf, The Beauty Myth: How Images of Beauty Are Used Against Women.
14

Nueva York, Harper, 2002.


Irmgard Emmelhainz

240

trol, que contrasta con un puritanismo colectivo invisible que


censura silenciosamente la evocación del cuerpo de las mujeres.
El último elemento es la forma en la que la medicina trata al
cuerpo femenino como un síntoma. Estos cuatro elementos se
han impreso en nuestra carne y subjetividad, alienando a las
mujeres de nuestros cuerpos, mientras lo femenino se ha con-
vertido en un producto de consumo.
La primera, segunda y tercera olas del feminismo pueden
definirse en términos de sus batallas: 1) sufragio de las muje-
res, 2) igualdad de derechos y derecho al aborto, 3) igualdad
de oportunidades en el trabajo y la educación. La segunda ola
incluyó localizar la opresión de la mujer en el cuerpo sexual,
reclamando el esencial femenino como una respuesta al este-
reotipo de la fantasía misógina de la mujer sumisa, y estéril
usando tacones altos. Sin embargo, la represión sexual todavía
ocurre como forma de control, mientras que la pornografía y
la economía libidinal han colonizado al sexo, convirtiendo a la
feminidad en un objeto de consumo, alienándonos de nuestros
propios cuerpos y transformando lo femenino en mercancías.
El cuerpo femenino, inventado a principios del siglo xxi, se
ha convertido en un sistema de verdades que habitamos y que
nos hace extranjeras a nuestros propios cuerpos. El neolibera-
lismo ha producido cuerpos consumistas cuya existencia se ha
convertido en un campo de batalla de neurosis, fobias, soma-
tizaciones, depresiones y ansiedad. Este cuerpo, si proviene
de un estrato privilegiado, dura el doble de vida que antes y
está obsesionado con la prevención de la decadencia y la mejor
elección en cuanto a tratamientos, hospitales, doctores, medi-
camentos, programas de alimentación y ejercicio. Asimismo,
los contraceptivos han liberado a las mujeres de la maternidad
como destino, obligación o tragedia. En vez de ser el cuerpo de
miseria y sufrimiento de antaño, ahora el cuerpo femenino es
un cuerpo de performance, placer e iniciación a todos los goces de
la vi­da, al cual hay que evitarle a toda costa el dolor. Además, la
neoliberalización de la medicina ha convertido al cuerpo en un
producto que administramos, y a la maternidad en una enfer-
Neoliberalismo y lucha de mujeres

241

medad padecida por un cuerpo necesitado de prótesis médicas


y cirugías. Dentro de este contexto, siguiendo a Penny, podría
entenderse a la anorexia como el deseo de liberarse de un cuer-
po colonizado por completo tanto por el simbolismo como por
la acción de las mercancías en él. Asimismo, podríamos plantear
la impunidad ante la mutilación y asesinato de mujeres como
un fenómeno extremo y en constante expansión del odio misó-
gino a la carne femenina.

Odio a la carne femenina

Si tu veux que je te le donne


Si tu le veux, je te le donne
Si tu veux que je me le fasse
Si tu le veux, je me le fais
Si tu veux que je le devienne
Si tu le veux, je le deviens
Si tu veux que je te le dise
Si tu le veux, je le dirai
Je t’obéis je t’obéis je t’obéis je t’obéirai

Fragmento de la canción “Je t’obéis” de Sexy sushi

De acuerdo con Penny, la cultura contemporánea idolatra cuer-


pos femeninos irreales y desprecia el verdadero poder de las
mujeres. Nos obligan a aparecer social y sexualmente consumi-
bles y a simular estar siempre sexualmente disponibles. Para
Penny, el odio a la carne femenina se traduce en el bombardeo
cotidiano de miles de mensajes informándonos que no nos ve-
mos lo suficientemente jóvenes, delgadas, blancas y dispuestas.
Asimismo, este odio a la carne femenina explica los rituales de
consumo y auto-disciplina que sostienen un mercado global de
productos de belleza, dieta, cirugías, moda y productos de em-
bellecimiento. De acuerdo a Penny, el capitalismo tardío marca
(brands) los cuerpos de las mujeres; la feminidad como marca es
Irmgard Emmelhainz

242

una fórmula estrecha, una identidad mercantilizable en venta a


mujeres que han sido enajenadas de su propio poder como seres
que aman, viven y trabajan.
La mercantilización de la feminidad empieza desde la infan-
cia. Creando un apartheid de género en productos de consumo,
se entrena a los niños y niñas, desde la cuna, para ser autóma-
tas de género, moldeándolos para que se adecúen a modelos
de masculinidad y feminidad establecidos como normales y co-
rrectos. Esto se ha intensificado desde hace más o menos dos
décadas, cuando las niñas comenzaron a habitar un universo
completamente rosa poblado por princesas, hadas, bailarinas,
conejitos, libros, muebles, bicicletas, mochilas, juegos de mesa,
o cocinas de juguete. La pinkification de la infancia de las niñas
implica un retroceso considerable de los logros feministas del
siglo xx y viene con la fuerza del mercadeo contemporáneo.
Desde muy pequeñas, se les vende la mentira que sólo hay una
manera de ser niñas: “princesas”. Se les transmite el mensaje
que la belleza tiene más valor que el cerebro, limitando sus hori-
zontes y restringiendo sus ambiciones. Se les venden narrativas
manipuladoras sobre príncipes, unicornios y princesas, y para
cuando cumplen 15 años, tienen a su alcance las chick flicks como
compensación a las decepciones de los príncipes infieles reacios
al compromiso.
Esta feminidad construida en venta va de la mano con la
sublimación de las mujeres sobre la exigencia patriarcal de te-
ner cuerpos femeninos delgados y musculosos con bustos enor-
mes. Siguiendo a Penny, las mujeres internalizan la estructura
de opresión y viven llenas de ansiedad por mantener sus cuer-
pos “bajo control”. En este sentido, nos introducimos al cuerpo
sustancias peligrosas con cirugías plásticas, matamos a nuestros
cuerpos controlados y denigrados de hambre, para así ocupar el
menor espacio posible, además de hacer los trabajos peor paga-
dos así como ser esclavas traficadas por todo el mundo. Habrá
que seguir el llamado de Penny Rouge, para quien aprender a
rechazar colectivamente la doxa del cuerpo femenino capitalista
y su lenguaje de coerción y de engaño, que promueve la idea de
Neoliberalismo y lucha de mujeres

243

que si nos alineamos al molde del “físico aceptable”, domesti-


cando nuestros cuerpos y comprando los signos comodificados
de lo femenino, ejerciendo una sexualidad frígida y alienada,
podremos entonces vivir vidas felices y plenas.

Martha Rosler y la estadística vital de una ciudadana

Je te ferai des enfants


La vaisselle des compliments
Je deviendrai la plus belle
La plus docile la moins rebelle
Je te dirai les mots bleus,
Les mots qu’on dit quand on est vieux
Tu pourras me taper
Tu pourras m’humilier
Me donner des coups de poings,
Me balancer sous un train

Fragmento de la canción “Je t’obéis” de Sexy sushi

El video de Martha Rosler, Vital Statistics of a Citizen, Simply Ob-


tained, de 1977, tiene como blanco la estandarización social im-
puesta sobre los cuerpos de las mujeres. En este video y perfor-
mance, Rosler sitúa al cuerpo femenino como un lugar de lucha
ideológica, dominación física y sujeción de las mujeres, critican-
do la política de evaluación “científica” u “objetiva” que resul-
ta en la despersonalización, objetificación y colonización de las
mujeres. En su video, vemos cómo se mide y registra cada cen-
tímetro del cuerpo de la artista, mientras que en el voz en off es-
cuchamos un comentario sobre los estándares de belleza, idea-
les corporales y su relación con el masoquismo y los crímenes
contra las mujeres. Para Rosler, era importante la idea de juzgar
interna y externamente a las mujeres, ya que internalizamos
este juicio para pasar a ser parte de un sistema de codificación
de medidas y procedimientos estándares que poco tienen que
Irmgard Emmelhainz

244

ver con el cuerpo femenino. La estandarización corporal tiene


una justificación médica y los avances médicos encarnan, hoy
en día, como ninguna otra área científica, la idea del progreso.
¿Cómo afecta la estandarización médica a las mujeres, teniendo
en cuenta la colonización neoliberal del cuerpo de las mujeres y
de la medicina?
Los controversiales partos de la estrella del reality, Kourtney
Kardashian, son un ejemplo de los efectos de la estandarización
y neoliberalización del cuerpo femenino y la maternidad. Los
partos fueron controversiales por dos razones: 1) porque fue-
ron hechos públicos como parte del reality, Keeping Up with the
Kardashians, y 2) porque en ambas ocasiones Kourtney contri-
buyó a sacar a los bebés del útero con ambas manos. Para algu-
nos comentaristas de los medios, la mediatización del parto y
la intervención activa de Kourtney en éste fueron asquerosas y
tenían el único objetivo de elevar el rating de su programa. Sin
embargo, las doulas dirían que es empoderador que las mamás
ayuden a que el bebé salga, y que es una práctica común en los
partos naturales. La controversia pone en evidencia la norma-
lización de ciertos parámetros para los partos. Kourtney dio a
luz con epidural, acostada, mientras su cuerpo estaba comple-
tamente cubierto (la cámara la encuadró por detrás y a un lado
de la cama). Lo que es poco usual es que haya tenido un parto
natural, ya que en Estados Unidos (y muchos otros países) el
porcentaje de partos por cesárea va en aumento. Después de
ambos partos, Kourtney se mostró en el reality show haciendo
un intenso régimen alimentario y siguiendo una rutina de ejer-
cicio estricta para perder los kilos que había ganado durante sus
embarazos; una rutina de workout basada en el baile diseñado
por la entrenadora de celebridades Tracy Anderson. Aquí están
en juego dos tipos de estándares: los lineamientos normativos
para el parto (el parto natural y sacar al bebé con las manos
se ven como “fuera de la norma”) y la exigencia masoquista de
las mujeres por recuperar su figura inmediatamente después
de dar a luz. Evidentemente, embarazo y parto son experiencias
biológicas y personales, pero también son fenómenos políticos y
Neoliberalismo y lucha de mujeres

245

culturales, y con su creciente medicalización también son un fe-


nómeno económico.
La medicalización describe el proceso a través del cual pro-
blemas que no son médicos se definen y tratan como tales, usual-
mente en términos de enfermedades o desórdenes. Asimismo,
implica que el embarazo y el parto han entrado a la jurisdicción
de la profesión médica y que los doctores fungen como provee-
dores de información, agentes y técnicos institucionales. La apro-
piación y medicalización del embarazo y el parto han tenido un
gran impacto en la experiencia que tienen las mujeres de su ma-
ternidad, además de estar enraizada en un modelo patriarcal que
se ha formado durante siglos. En este sentido, este modelo define
al embarazo como algo patológico, una crisis clínica que necesi-
ta intervención activa y que percibe a las mujeres como esencial-
mente anormales, como víctimas de sus sistemas reproductivos
y hormonas. La medicalización del embarazo y el parto implican
que son eventos vigilados médicamente y regulados por medios
tecnológicos como medicinas, cirugías y otro tipo de estudios ge-
néricos. La medicina ha usado su poder para definir la reproduc-
ción como un defecto biológico que requiere la regulación legal
e intervención médica. Así, la justificación masculina de la infe-
rioridad femenina se internaliza y reproduce para darle forma
a la naturaleza de la interacción entre los doctores y las mujeres
a su cuidado. Es decir, la interacción entre doctor y paciente es
una construcción de género (aunque hayan doctoras, pocas muje-
res prefieren atenderse por ellas), mientras que las prácticas que
prescribe como los discursos que las enmarcan siguen violando
la autonomía de las mujeres. Actualmente, la vigilancia médica se
ha expandido para incluir estilos de vida prenatal, infertilidad y
la interacción posnatal con los bebés.
Dentro de este esquema, el cuerpo femenino se considera
inadecuado para realizar el trabajo de parto e insuficiente para nu­
trir al bebé durante y después del embarazo. Por eso se ha hecho
común la práctica de suplementarlo con medicamentos, hormo-
nas, vitaminas, anestesia, cesárea, fórmulas de lactancia y ciru-
gías prácticas. Cabe notar que actualmente México es el país con
Irmgard Emmelhainz

246

más cesáreas en el mundo y con más baja lactancia maternal de


América Latina: 45% de los partos son cesáreas, mientras que
en los hospitales privados el porcentaje de cesáreas alcanza un
70%.15 Además, sólo 15% de las mujeres amamantan a sus hi-
jos exclusivamente los primeros seis meses de vida. ¿Por qué?
Por un lado, los prestadores de servicios médicos ganan más por
ha­cer una cirugía que por el trabajo de parto y, por otro lado,
las empresas que producen fórmulas de leche hacen su negocio
posparto. Dentro de este esquema, la mayoría de los médicos
son parte de la cadena de comercialización de los productos sa-
nitarios y actúan como intermediarios entre las corporaciones
industriales de la salud (hospitales, farmacéuticas, seguros mé-
dicos) y los proveedores primarios de una sociedad que pro-
mueve vidas placenteras, sin incomodidad ni dolor. La aplica-
ción de la racionalidad neoliberal a la medicina implica que ésta
debe de ponerse al servicio de la libre elección, es decir, de los
deseos de cada sujeto. Desde este punto de vista, ¿qué desean las
mujeres en relación con su salud? Me imagino que desean alcan-
zar un funcionamiento adecuado, normalidad estadística (cor-
poral y de salud), la optimización de las capacidades y no pade-
cer dolor o incomodidad. El problema es que las necesidades no
tienen límites explícitos y lo que la medicina científica considera
un funcionamiento adecuado, normal o posible, una vez someti-
do a las fuerzas del mercado, está en un perpetuo cambio.
Dentro del contexto de la maternidad, se ha planteado incluso
la pregunta desde el punto de vista del feminismo, si las mujeres
deberían de tener el derecho de elegir una cesárea por razones
no médicas. Es decir, dentro del parámetro neoliberal de la libre
elección, se argumenta que hay mujeres que prefieren la “obste-
tricia de alta tecnología”, además de tener el derecho de elegir
una cesárea por razones personales y no médicas. Esta elección,
que es una de consumo, no es la de todas las mujeres, ya que los
doctores u hombres de las familias de muchas mujeres, toman la

15
Véase www.bebesymas.com/parto/mexico-el-pais-con-mas-cesareas-del-mundo
Neoliberalismo y lucha de mujeres

247

decisión por ellas. Evidentemente, el predominio y aumento de


los partos medicalizados están enraizados en la internalización
del juicio externo al cuerpo de las mujeres, el cual se considera
ser insuficiente, incompleto y necesitado de intervención médica,
mientras que al embarazo se le trata como un síntoma. Esto se en-
cuentra ligado a la concepción neoliberal de un cuerpo al que hay
que evitarle el dolor o incomodidad, perder la elasticidad en los
músculos de la pared vaginal, la flacidez de los pechos después
de la lactancia, kilos y centímetros extras de carne, etcétera.

Lo personal es político

Embarazada y visualizando mi parto, me acordé de la figurilla


de jade de Tlazoltéotl, en la colección de la biblioteca de Dum-
barton Oaks, que es la diosa azteca de la tierra, el reciclaje, el
sexo y el nacimiento. En esta figura, Tlazoltéotl está dando a
luz, y en la intervención de Silvia Gruner titulada La mitad del
camino (1994), exhibida en el muro de la frontera con Estados
Unidos en Tijuana, Tlazoltéotl se convierte en una metáfora de
un nuevo comienzo, de una transición. A medio camino entre
norte y sur, las reproducciones en cerámica de la diosa colo-
cadas en el muro, saludaban, acompañaban y anunciaban un
nuevo comienzo a los inmigrantes. Asimismo, la diosa evoca a
la creación, la separación y el desplazamiento forzados. Eviden-
temente, Tlazoltéotl no simboliza solamente la utopía de una
“nueva vida”, sino que encarnando y resguardando a la matriz,
significa una transición transgresiva y dolorosa. La expresión de
angustia y la torsión del cuerpo de la diosa aluden a la ruptura
violenta y al tormento de un nuevo nacimiento.
Me intrigaba la postura en cuclillas de Tlazoltéotl para dar a
luz, pues contrastaba con dos estereotipos hollywoodenses que
me venían a la mente relacionados con el trabajo de parto. Es-
cena 1: a la parturienta se le rompe la fuente haciendo un gran
charco y, de un momento a otro, se la tienen que llevar a toda
prisa a un hospital antes del inminente nacimiento del bebé. Es-
cena 2: durante el parto, la parturienta está acostada boca arriba;
Irmgard Emmelhainz

248

vemos una toma de la cara de la mamá pujando, haciendo profi-


laxis o gritando acostada; a veces esta imagen es intercalada con
una toma desde el punto de vista de la parturienta, mostrando
a sus pies tensos sobre los horribles e incómodos estribos de la
camilla de parto. Sin embargo, en base a la experiencia empírica,
se puede afirmar que el trabajo de parto es progresivo y que las
carreras al hospital pertenecen en la mayor parte de los casos a
Hollywood. Asimismo, que la postura boca arriba no es la más
obvia para dar a luz.
Comparando a Tlazoltéotl con las parturientas de Ho-
llywood, no me cuadraba la idea de dar a luz boca arriba. Para
mí, tenía más lógica aprovechar el efecto de gravedad al estar en
cuclillas para dar a luz. Investigando un poco, leí que en países
europeos, en Canadá y Estados Unidos (y en México, aunque es
menos común en las áreas urbanas), las mujeres dan a luz ya sea
sentadas, de cuclillas, en cuatro puntos; en el piso, en tinas de
agua, o en sillas especiales. Incluso, en México, se diseñó una si-
lla de parto especial para los hospitales y clínicas de maternidad
públicos. Además, los partos pueden ser en casa o en clínicas, y
no necesariamente en hospitales.
Los hospitales y la práctica de parir boca arriba surgieron en
el siglo xviii. La partería estuvo hasta entonces excluida de la me-
dicina, pero en esa época, los doctores (hombres) desafiaron la
distinción que existía entre el trabajo femenino del masculino y
la idea de que la partería estaba por debajo de los hombres y de
la ciencia médica, por lo que empezaron a ejercer su poder. Dos
atlas del cuerpo, publicados en Inglaterra, contribuyeron a me-
dicalizar y masculinizar el parto, transformándolo en objeto de
visualización médica y científica. Es posible que la práctica de dar
a luz acostada se deba a la obsesión de este siglo con lograr la vi-
sibilidad absoluta del parto. En su Atlas, A set of anatomical tables,
with explanations, and an abridgement of the practice of midwifery,16

16
William Smellie, A set of anatomical tables, with explanations, and an abridgement
of the practice of midwifery. Hampshire, Gale, 2010. Este libro fue impreso por
primera vez en Londres, en 1754.
Neoliberalismo y lucha de mujeres

249

ilustrado por Jan van Rymsdyk, William Smellie arguyó que


sólo cuando podemos visualizar al cuerpo de manera correcta,
de adentro hacia fuera, podemos hacernos una imagen clara del
nacimiento. Esta afirmación se opone a la filosofía de la partería,
que se basa en la apariencia externa y en el sentido del tacto, en
vez de la visión y la visualización.
Cuando la medicina se convirtió en disciplina en el siglo
xviii, el cuerpo se convirtió en objeto de conocimiento. La epis-
temología de la medicina se basó en la visibilidad y la habilidad
de los doctores por describir al cuerpo de manera elegante y
persuasiva. La importancia de la visualización prevalece no sólo
en la medicina sino también en la cultura, un ejemplo siendo
los ultrasonidos 3D. Los atlas que mencionamos visualizaron
al embarazo y al parto en su totalidad para el ojo experto de
los médicos, al tiempo que presentaron al embarazo como una
enfermedad. Indiscutiblemente, la visibilidad es una forma de
poder y esta forma de dar visibilidad al trabajo de parto fue una
forma de empoderamiento del hombre sobre los procesos bioló-
gicos de la mujer. La posición boca arriba es la más cómoda para
el doctor, quien logra absoluta visibilidad del trabajo de parto.
Sin embargo, esta posición es la menos cómoda para la madre.
Buscando alternativas al parto en hospital, me di cuenta de
que tanto en México como en Guatemala, el parto en cuclillas y
natural se asocian consciente o inconscientemente con lo indíge-
na y, por lo tanto, tienen un aspecto peyorativo. La gente de cla-
se media y alta prefiere lo que percibe como lo más “civilizado”
que es lo mismo que lo más “seguro”: se prefieren a doctores pa-
ternalistas vistiendo una impecable bata blanca. Esta imagen de
doctor-papá-salvador invoca la imagen de Santa Claus, Jesucris-
to y Dios en la pintura europea hasta el propio Doctor House.
Este arquetipo de doctor obviamente atiende en hospitales pri-
vados y prescribe muchas medicinas y exámenes inútiles para
“prevenir” innumerables y hasta inimaginables complicaciones.
Al principio de mi embarazo comencé a atenderme con un
ginecólogo. Cada vez que iba a consulta, el doctor me hacía
las mismas preguntas en tono condescendiente. Enseguida me
Irmgard Emmelhainz

250

daba información acerca de los procesos que estaban ocurrien-


do en mi cuerpo y sobre el desarrollo del bebé en la semana o
mes de embarazo en la que estaba, que era información que yo
ya había leído en babycenter.com. El colmo fue cuando el doctor
me preguntó si sabía dónde estaba el hueso púbico. Insultada
pero sin tomármelo personal, le pregunté que a cuál sector de la po­
blación atendía, ya que si sus pacientes no saben dónde está ese
hueso, seguramente no habían acabado la primaria. Tanta ig-
norancia de las mujeres sobre su propio cuerpo es apabullante;
pero lo es más la falta de iniciativa de la mayoría para informar-
se, tomar control de sus cuerpos y embarazo. La mayoría de las
mujeres, en lugar de tomar decisiones informadas, le hacen caso
ciegamente al doctor-papá-salvador.
En este sentido, los ginecólogos tienen licencia para propagar
mitos como el de la “cadera estrecha”, un argumento que se usa
con frecuencia para justificar la cesárea. Durante el trabajo de par-
to, la pelvis se desplaza para darle cabida al bebé, es por ello que
sólo es posible detectar estrechez pélvica hasta que esté progre-
sando el trabajo de parto y no antes. Para colmo de males, antes
se hacía un examen con rayos X semanas antes de la culminación
de la gestación para determinar si la cabeza del bebé podía pasar
por la pelvis de la madre. Al enterarse de que había optado por
el parto natural, dos parientes (hombres) del papá de mi bebé, le
insistieron para que me llevara a hacer tal prueba de estrechez
pélvica. Hay tanta ignorancia acerca de este tema que una cono-
cida embarazada de cuatro meses me dijo que su doctor le había
diagnosticado estrechez de cadera, y que si no se hacía cesárea el
bebé se le podía aplastar la cara durante el parto normal.
Tanto en México como en Guatemala los partos en hospita-
les son cesáreas, que en su mayoría no están justificadas. Para
muchas mujeres, la cesárea es una decisión hecha por el doctor o
el hospital, o por los hombres de su familia (padre, marido, sue-
gro). A mí me ofrecieron incluso un “paquete de maternidad”
en un hospital en el que el parto natural era un 10% más caro
que la cesárea. Para algunos, la opción es entonces obvia: ¡parto
industrializado! Una conocida cuenta que su mamá la tuvo de
Neoliberalismo y lucha de mujeres

251

forma natural, sin epidural y en un hospital. No porque la señora


lo hubiera decidido, sino porque su esposo decidió que “los hi-
jos le deberían de doler”. La señora recuerda sus dos partos con
amargura y como experiencias traumáticas, no tanto por el dolor
sino por la violencia que sufrió al haber sido despojada de la op-
ción de decidir por ella misma. En cambio, la hija de esta señora
se programó una cesárea con meses de antelación. Su padre ha-
bía también decidido por ella, dictaminando que no quería que
su hija sufriera durante el trabajo de parto. Al adelantársele el
parto, tuvo problemas hormonales que le causaron depresión y
que le impidieron amamantar a su bebé. Existen también los ca-
sos de mujeres que deciden hacerse cesárea porque no tienen la
capacidad de asumir sus propios procesos fisiológicos y que no
se sienten capaces de sobrellevar el esfuerzo físico que el parto
conlleva. Muchas otras llegan al hospital pensando que tendrán
el parto natural que desean, pero surgió una complicación ines-
perada que hizo que les tuvieran que hacer la cirugía. Conozco
bastantes de estos últimos casos. A quienes les ha sucedido esto,
hablan de sus partos con frustración y enojo. Incluso otra cono-
cida, intentó demandar al doctor y cambió de ginecólogo porque
al informarse más sobre las condiciones bajo las que le hicieron
la cesárea, se dio cuenta de que pudo haber sido evitada.
Actualmente vivimos en una cultura de paranoia y miedo
que sujeta a todos nuestros procesos vitales a la lógica de la pre-
vención. Es así como nos venden seguros, medicinas y proce-
dimientos que en la mayoría de los casos son innecesarios. El
problema es que casi nadie asume el hecho que la medicina y la
farmacéutica son industrias sujetas a la lógica de la plusvalía, y
que por eso se han normalizado los procedimientos híper-me-
dicalizados para el procedimiento de parto, desde el embarazo
hasta el cuidado posnatal. Un ejemplo es la cantidad de medi-
camentos inútiles que me recetó mi ginecólogo: hasta el tercer
mes, ácido fólico y progesterona “para evitar interrupciones del
embarazo”, hasta el noveno mes, vitaminas de embarazo. (Del
cuarto mes en adelante, 1 gramo diario de calcio. En el quinto
mes sufrí una infección en las vías urinarias y me recetó cuatro
Irmgard Emmelhainz

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tipos de antibióticos diferentes. Al final, la infección se me curó


con agua de jamaica que me recomendó mi partera.) La misma
lógica de la prevención opera con mi pediatra, quien se molestó
ante mi renuencia a darle fórmula a mi bebé o a comprar Sertal
para tenerla a la mano “por si” le daba cólico o tos a la bebé. Uno
de los problemas que va de la mano con la sobre-medicalización
es la sobre-especialización de la medicina. En vez de mirar al
cuerpo como un ente interdependiente y global, los especia-
listas conciben al cuerpo diseccionado por partes, funciones y
sistemas, aislados y sin observar el conjunto. Asimismo, el acto
médico casi nunca toma en cuenta al paciente y cómo vive su
estado, ya que se centra exclusivamente en la especialización
técnica y en lo médico-instrumental. En el caso del parto, éste se
patologizó en el siglo xviii y por eso dar a luz se le dice también
“aliviarse”, pues se convierte en un proceso en el que se pone
al cuerpo bajo la mirada médica en la que predominan más sus
herramientas que la parturienta y el bebé.
Así, tuve la inquietud de buscar una alternativa al parto me-
dicalizado, menos frío y más accesible que un hospital. Quise
también erradicar la posibilidad de que me hicieran una cesárea
innecesaria o de que me pusieran epidural, por lo que me hicie-
ron la episotomía, un corte con el bisturí en los labios vaginales
para “facilitar” la salida del bebé, y que pudiera dar a luz en
cuclillas, en vez de ser forzada a parir acostada boca arriba. Al
final, mi parto se convirtió en una transición no sólo física sino
emocional y de vida, y el cómo sobrellevar esta transición es
un tipo de conocimiento que se transmite de mujer a mujer, de
generación en generación desde hace miles de años. Las mujeres
que facilitan esta transición son las madres, doulas, hermanas,
amigas de la nueva madre y, por supuesto, la comadrona. Yo le
decía siempre a mi asesor de mi tesis de doctorado que era como
la comadrona de mi trabajo: dirigiendo, corrigiendo, proveyen-
do la estructura, viendo desde afuera el panorama más amplio
de un camino que él ya había recorrido muchas veces.
Por suerte, encontré a Hannah y su clínica de parto natural.
Mi pareja y yo tomamos cursos prenatales con ella durante seis
Neoliberalismo y lucha de mujeres

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semanas y cada semana nos sentíamos más y más como en fa-


milia. Al principio, el padre de mi bebé estaba absolutamente
opuesto a que tuviera un parto fuera de un hospital, además
de que su familia le calentaba la cabeza diciéndole que no era
“seguro”. Pasamos mucho tiempo buscándoles respuesta a sus
temores y buscándoles verdades a los mitos y a las experiencias
de partos que circulaban en la mitología familiar, mismos que
cayeron inmediatamente.
Los protocolos burocráticos de los hospitales y las enferme-
ras, raramente dejan que la parturienta coma, beba agua o cami-
ne durante el trabajo de parto, actividades que en este proceso
son vitales. En la cultura, el parto se vive como un evento social.
He escuchado de varios casos en los que la parturienta, en pleno
trabajo de parto, pasando contracciones, está en un cuarto lleno
de sus familiares haciendo barullo y socializando. Para mí, el
parto fue un acto extremadamente privado y muy íntimo. ¿Aca-
so no se esconden los animales para parir? En la clínica me sentí
en casa, en las manos familiares, expertas y hermosas de Han-
nah, su hija Elenita y en esos días, de su practicante, Kelly.
Para poder poner la vida de una y de su bebé en las ma-
nos de alguien se necesita de un lazo fuerte que Hannah supo
cómo cultivar, con mucho cariño y sabiduría. Prepararse para el
parto no es sólo recibir información, sino enterarse de primera
mano cómo es el proceso, compartir experiencias, contar mie-
dos y desmentir mitos heredados de las abuelas o de las que cie-
gamente le creen al padre-doctor-salvador. Tuve un embarazo
muy sano, y una semana antes de dar a luz, el ultrasonido reve-
ló que mi bebé venía cabeza abajo pero con la cara hacia arriba.
Por esta razón cualquier ginecólogo me hubiera hecho una ce-
sárea, mientras que, en realidad, cuando el bebé viene en esta
posición, se sabe que el parto es más largo de lo normal. Pasé
las primeras nueve horas del trabajo de parto en casa, contan-
do contracciones, fui a dar una caminata, me bañé: hice mi día
normal. Como a las dos de la tarde, nos fuimos a la clínica pa-
sando antes a comprar comida. Sentía mucha emoción al saber
que en cuestión de horas conocería a Layla. Al haber dilatado
Irmgard Emmelhainz

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unos 7 centímetros, Hannah había logrado voltear a Layla para


que naciera viendo hacia atrás. Nos fuimos a la tina, que ayuda
mucho a relajarse y a calmar el dolor. El problema fue que Layla
se quedó en la que se conoce como “posición militar” y se le
enredó el cordón en el pie. Por esto estuve alrededor de cuatro
horas y media pujando. Fueron las horas más difíciles de mi
vida. Estaba agotada, me costaba mucho trabajo concentrarme
en pasar las contracciones, en respirar y enfocar mis esfuerzos
en pujar correctamente. Todo este tiempo, Layla estuvo de 1 ó 2
centímetros de coronar. Tratamos varias posiciones: boca arriba,
en la silla de parto, de nuevo en la tina en cuclillas. Finalmen-
te, Hannah se ayudó con el “kiwi”, un instrumento que tiene
la función de un fórceps pero es mucho más benigno, pues es
como una ventosa que se pega a la cabecita del bebé para poder
jalarlo y ayudarlo a salir. Durante todo este tiempo yo no tenía
conciencia de la complicación del parto, realmente cuatro horas
y media de pujar son demasiadas, el doble de lo normal, hasta
para una primeriza, y Hannah calificó después a mi parto como
uno de los “top 10” más infernales en 20 años de partería. Yo
estaba consciente de que un parto era algo muy duro, doloroso
y cansado, y sentía que me encontraba exactamente en esa si-
tuación. Hannah se mantuvo todo el tiempo impasible, tranqui-
lizándome y dándome confianza e instrucciones en cómo pujar
y relajarme. La vi ejercitando la paciencia y la tenacidad. Por
cierto, mi parte favorita fue la pujada, porque sentía que estaba
colaborando activamente en el nacimiento de mi hija, algo que
no hubiera sido posible con la epidural, y que es increíblemente
empoderador. Durante esas horas pasé de tigre feroz a dragón
a serpiente a encarnarme completa en un grito para atenuar el
dolor de la contracción y transformarlo en fuerza de presión en
mi vagina. Durante este rato, me pasó toda mi vida por la cabe-
za, pero también visualicé el futuro con mi hija. Al final le su-
surré suavemente que tenía ya muchas ganas de conocerla. Ella
se había portado como palestina: aguantando la adversidad con
paciencia, con su ritmo cardiaco inmutable. Sólo al final le bajó
un poquito y allí fue cuando dimos el último empujón.
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Al contarles mi experiencia a los que se opusieron o se “pre-


ocuparon” por mi parto natural me dijeron: “¿Para qué sufrir?”,
“¿para qué ponerse en peligro?”. Yo, sin embargo, lo veo como
una experiencia de transición que me preparó para ser madre.
Hannah estuvo allí todo el tiempo al pie del cañón. Me había
puesto en sus manos y sabía que todo iba a estar bien. Fue una
experiencia intensa y empoderadora, tuve una gran sensación
de satisfacción y de victoria. No tengo punto de comparación,
pero sí siento que el parto creó un lazo muy fuerte con mi bebé
y con su papá. Si mi embarazo fue un shock porque en mi cabeza
no podía conectar la “función sexual” a la “función reproduc-
tiva”, que se hacen una sola con el embarazo, lo fue aún más
grande el ver a mi hija salir de mi cuerpo.

La crítica del heteropatriarcado neoliberal

Para concluir, pongamos una hipótesis: el neoliberalismo ha im-


plicado la feminización de la pobreza. Al ser el trabajo en su
mayoría precario y desregulado, a las trabajadoras se les ha ex-
propiado la posibilidad de tener un medio para poder resistir el
aumento de la explotación. Por lo tanto, al haber socavado las
formas de ganarse la vida de las mujeres, el neoliberalismo ha
también socavado su autonomía. Evidentemente, el feminismo
pop o neoliberal que he intentado describir en este capítulo, no
toma en cuenta a las mujeres pobres, sino que concibe a la po-
breza como una condición de la que una se debe emancipar y
evitar a toda costa. Como lo prueban los ejemplos que menciono
y de acuerdo con Nancy Fraser, el neoliberalismo ha resignifi-
cado la crítica feminista del androcentrismo para legitimarse,
preparando a las nuevas generaciones para auto-explotarse en
el ámbito laboral y sexual, y para la acumulación sin fin,17 exclu-
yendo a la pobreza y a la precariedad como condiciones de vida
de la mayoría de las mujeres del mundo.

Nancy Fraser, Fortunes of Feminism: From State-Managed Capitalism to Neoliberal


17

Crisis. London, Verso, 2013, p. 23.


Irmgard Emmelhainz

256

De acuerdo con varias observadoras, las estrategias del femi-


nismo de la segunda ola derivaron en la fórmula, “Agregue mu-
jeres y revuelva”, lo que evidentemente tuvo como consecuen-
cia que la paridad entre hombres y mujeres fuera parcialmente
lograda. En retrospectiva, el problema es que el feminismo se
quedó corto en cuestionar el modelo socio-económico como la
base de la opresión de las mujeres, sostenido por un contrato
sexual que impone un modelo de familia nuclear y roles econó-
micos disparejos.18 Esta forma de organización social hace a las
mujeres responsables del trabajo reproductivo, haciendo que las
mujeres tengan en sus manos el sostenimiento de las funciones
vitales y la calidad de vida, que a su vez, están puestas al servi-
cio del capital.
Siguiendo a Amaia Pérez Orozco, con el feminismo de la se-
gunda ola se abrió para las mujeres un mundo de oportunida-
des económicas sexuales, pero sin mover la base de la sociedad,
misma que sigue siendo sexista, homofóbica y misógina, y que
se apoya en el control sexual, desigualdad social y en el trabajo
gratuito de las mujeres.19 En otras palabras, no se puede acabar
con la desigualdad de las mujeres sin cuestionar el capitalismo,
porque la desigualdad de género, más que una construcción
ideológica o una situación social, es el elemento fundamental del
capitalismo. De acuerdo con Pérez Orozco, el ideal del empren-
dedor neoliberal ser autosuficiente, ya que la vida y su cuidado
se supone que tienen que ser resueltos por el trabajo gratuito de
las mujeres. El problema está en que los cuidados no se consi-
deran como actividades centrales sino residuales con respecto
a las del mercado, sin embargo, estas actividades son indispen-
sables para el capitalismo.20 En este sentido, la construcción del
género se ha hecho esencial para la economía, ya que, por un
lado, la noción de “cuidadora” es fundamental en su construc-

18
Amaia Pérez Orozco, Subversión feminista de la economía. Madrid, Traficantes
de sueños, 2014, p. 43.
19
Ibid., p. 57.
20
Ibid., p. 64.
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ción y, por otro lado, se ve la creciente tendencia de feminiza-


ción del trabajo en cuanto a su contenido; resalta el componente
afectivo-relacional y la capacidad comunicativa, mismos que se
han hecho esenciales en las estrategias de producción.21 Es decir,
los agentes económicos están construidos sexualmente, pues el
género no se instala solamente en los cuerpos en función a la
diferenciación biológica sino que es esencial en las interacciones
económicas. Lo masculino implica la construcción de la identi-
dad a través del trabajo remunerado y ser proveedor, mientras
que la feminidad implica hacer trabajos residuales para que la
vida pueda continuar.
En resumen, la “liberación” de la mujer se ha convertido en
un “nuevo conformismo”, mismo que impone nuevos estánda-
res de feminidad. La “super-mujer” de hoy es competitiva, em-
prendedora, sabe manejar su capital erótico; su feminidad es una
marca y la identidad de género —lo más íntimo que tenemos—
tiene que estar a la venta. Por eso, la feminidad contemporánea
es una forma de control a través de un juego de auto-creación y
auto-aniquilación, que se basa en la presuposición de que nues-
tros cuerpos no son como deberían de ser, sino que deben de ser
constantemente mejorados y moldeados. El ideal feminista de
mujer que busca dignidad, seguridad material y liberación de la
autoridad tradicional masculina, derivó en el romance neolibe-
ral del barniz de la consumidora auto-complaciente y traviesa
que enmascara la realidad de la mayoría de las mujeres; viven en
familias de dos trabajadores con salarios deprimidos, sin segu-
ridad laboral, bajos estándares de vida decaídos, auto-explotán-
dose doblemente en los ámbitos de producción y reproducción.
Bajo el capitalismo neoliberal, las mujeres son el principal sector
explotado de la población, y su liberación se ha transformado en
promiscuidad, consumismo y ayuda paternalista corporativa o
de las ong. Esto es evidencia de la subordinación de las luchas
sociales a las luchas culturales, de la política de redistribución

21
Ibid., p. 116.
Irmgard Emmelhainz

258

a la política de reconocimiento y visibilidad. Esto quiere decir


que la crítica a la cultura diluyó la crítica a la economía política,
haciendo que la agenda feminista se plagara de ambigüedad y
que fuera susceptible de legitimar la nueva forma de capitalis-
mo. Evidentemente, la injusticia de género tiene lugar en varios
ámbitos (económico, cultural, corpóreo, subjetivo, doméstico y
político) los cuales se encuentran separados entre sí, carentes de
una crítica integral al capitalismo neoliberal. Por eso es urgente
reconfigurar a un nuevo feminismo anticapitalista para el siglo
xxi, más allá de las luchas culturales de la visibilidad y del em-
poderamiento superficial de las mujeres.
Índice

Prólogo de Franco “Bifo” Berardi.............................................. 9

Introducción Sensibilidad y sentido común neoliberales.............. 15

Capítulo 1 La reconversión neoliberal de México:


Soberanía calculada y formas de vida homogéneas
y diferenciadas................................................ 61

Capítulo 2 Subjetivación y gubernamentalidad:


Vida y trabajo bajo el régimen neoliberal................89

Capítulo 3 Neoliberalismo y giro cultural:


¿Adiós al arte autónomo comprometido?.............. 119

Capítulo 4 País doliente: Resignificar la dolencia.................. 159

Capítulo 5 Movimientos de la sociedad civil y luchas sociales:


Ensayos del programa anticapitalista por venir...... 187

Capítulo 6 Neoliberalismo y lucha de mujeres..................... 223

259
La tiranía del sentido común. La reconversión neoli-
beral de México, se terminó de imprimir el mes de
enero de 2016 en ......................................................
México, D. F. Se tiraron quinientos ejemplares en
papel cultural de 90 gramos. Se utitizaron en su
composición, elaborada por Alejandra Torales M.,
tipos Palatino Linotype 10.5:13.2, 10:12.5.

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