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La imagen escultórica del poder


imperial. Trajano, Adriano y Antonino
Pío en la Bética.
Trabajo Fin de Grado.

Alumna: Inmaculada Segundo Torres.

Tutor: José Beltrán Fortes.


Grado en Arqueología. Curso 2018-2019.

Sevilla, 4 de noviembre de 2019.

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Índice
1. Resumen .......................................................................................................................................1
2. Justificación, Objetivos y Metodología ........................................................................................2
2.1. Justificación..........................................................................................................................2
2.2. Objetivos ..............................................................................................................................2
2.3. Metodología .........................................................................................................................2
4. El ámbito de estudio. La Bética romana .......................................................................................5
5. La dinastía Antonina en el contexto hispano ................................................................................7
5.1. Trajano .................................................................................................................................8
5.2. Adriano.................................................................................................................................9
5.3. Antonino Pío ......................................................................................................................10
6. El culto al emperador en la Bética romana .................................................................................12
6.1. Talleres de la Bética ...........................................................................................................27
7. Catálogo de las representaciones imperiales en la Bética: Trajano, Adriano y Antonino Pío ....30
7.1. Retratos. .............................................................................................................................31
7.1.1. Trajano .......................................................................................................................31
7.1.2. Adriano. .....................................................................................................................31
7.1.3. Antonino Pío. .............................................................................................................33
7.2. Estatuas. .............................................................................................................................35
7.2.1. Trajano. ......................................................................................................................35
7.3. Posibles representaciones imperiales. ................................................................................37
7.4. Estudio de las piezas. .........................................................................................................40
8. Conclusiones...............................................................................................................................47
9. Bibliografía .................................................................................................................................51

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1. Resumen

El siguiente Trabajo Fin de Grado tiene como contenido el catálogo y estudio de las
diversas representaciones escultóricas imperiales pertenecientes a los emperadores de la
dinastía Antonina: Trajano, Adriano y, por último, Antonino Pío. El ámbito territorial
de estudio es la provincia romana de la Bética.

Palabras clave: Bética. Hispania. Dinastía Antonina. Trajano. Adriano. Antonio Pío.
Iconografía. Retratos. Escultura imperial.

ABSTRACT:

The following proyect of TFG contains the catalogue and study of differents imperial
sculpture remainings belonging to emperors of the Antonine Dynasty: Trajan, Hadrian
and, at least, Antoninus Pius. The territorial area of study is the roman province of
Baetica.

Keywords: Baetica. Hispania. Antonine Dynasty. Trajan. Hadrian. Antoninus Pius.


Iconography. Portaits. Emperor Sculpture.

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2. Justificación, Objetivos y Metodología

2.1. Justificación

A pesar de haber gran cantidad de información en lo que a la retratística imperial


respecta, es importante hacer un catálogo más específico donde se recoja las
representaciones de Trajano, Adriano y Antonino Pío procedente de la Bética, debido a
la importancia que el período ocupado por el reinado de estos tres emperadores tiene en
esta provincia romana. Por ello, la realización de este trabajo se justifica en la
elaboración de un inventario y del estudio de las representaciones.

La realización del catálogo será base para un análisis arqueológico más profundo,
estableciendo el estado de la cuestión que actualmente presenta este tema de estudio.
Así, este TFG pretende ser una base para futuras investigaciones, aportando un primer
acercamiento al estudio de la iconografía imperial en la región de la Bética durante el
reinado de los emperadores citados.

2.2. Objetivos

El primero de los objetivos será la elaboración de un catálogo específico de las diversas


piezas escultóricas y retratísticas de Trajano, Adriano y Antonino Pío que se localizan
en la provincia de la Bética. Asimismo, otro de los objetivos es el de realizar un análisis
cronológico-tipológico estas representaciones iconográficas de carácter imperial, con el
fin de elaborar una síntesis que permita aportar conclusiones respecto a lo lugares de
procedencia de las piezas, el material en el que están realizadas o los diversos talleres de
fabricación, así como los tipos retratísticos que se siguieron en la provincia.

2.3. Metodología

La metodología empleada para realizar este trabajo ha sido, en primer lugar, la creación
de una base de datos que permita catalogar los ejemplares escultóricos. Se organizan
según los reinados en las áreas de retratos y estatuas, ya que normalmente –salvo casos
excepcionales- no nos han llegado asociados. Un tercer apartado del catálogo recoge las
esculturas posibles, pero de la que no tenemos certeza de su identificación con alguno
de estos tres emperadores. De este modo, se analizarán las diversas piezas halladas en la

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región de la Bética, que estuvieron ligadas a la exaltación del poder de los mismos en el
marco ideológico de las representaciones imperiales y el del culto imperial. En el
catálogo aparecerán en cada pieza datos tales como: emperador representado,
cronología, material en el que se realizó, procedencia, contexto geográfico, dimensiones
y localización actual. Asimismo, esta catalogación irá acompañada de una o varias
imágenes de cada pieza tratada.

De modo paralelo, se ha consultado una serie de estudios que trata tales


descubrimientos concretos en la Bética, así como la iconografía imperial de manera
general de cada emperador. Así estas referencias bibliográficas sirven tanto para
documentar las piezas de estudio, como para tener un marco de contrastación más real
del estudio de las piezas en el ámbito de la iconografía imperial romana.

De manera previa, nos ha parecido conveniente dedicar varias introducciones: una al


estado de la cuestión del estudio de este tema; otra a delimitar y caracterizar el ámbito
de estudio, la provincia Hispania Vlterior Baetica; una tercera a valorar históricamente
las figuras de los tres emperadores.

3. Estado de la cuestión

El estudio de la escultura imperial romana tratado de manera general en la Bética


romana es amplio, destacando diversos investigadores que se han centrado en diversos
aspectos, como es su catalogación o, de manera más concreta, la retratística y la
estatuaria, así como el material en el que se encuentra realizada la pieza de estudio.

En primer lugar, hay que destacar al profesor Antonio García y Bellido, Catedrático de
Arqueología en la Universidad Central, luego Universidad Complutense, desde la
década de 1930 a la de 1970, y que puede ser considerado como el investigador más
importante durante ese período en España en el campo de los estudios de escultura
romana. Aunque es conocido especialmente por su monografía sobre Arte Romano,
cuya primera edición fue en Madrid en 1955, con diversas ediciones posteriores, y
donde incluía en algún momento la escultura hispanorromana en el discurso general del
arte romano, sobresale en el campo que nos interesa su obra Esculturas Romanas de
España y Portugal (Madrid, 1949), ya que es el primer repertorio actualizado de la
escultura hispanorromana, donde se incluyen algunos retratos y estatuas de los
emperadores citados de Trajano, Adriano y Antonino Pío.

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Otro gran estudioso del arte romano en la provincia de la Bética es su discípulo el
profesor Antonio Blanco Freijeiro, quien se centró sobre todo en el arte griego, pero que
realizó otros estudios referidos a la escultura y arquitectura de la Hispania romana
respecta. Entre sus monografías destaca el Catálogo de la escultura. I. Esculturas
clásicas. II. Esculturas, copias e imitaciones de las antiguas (siglos XVI-XVIII). Museo
del Prado (Madrid, 1981), si bien corresponde a una colección de procedencia no
hispana en su mayoría. Asimismo, otro de los discípulos de García y Bellido, el profesor
Alberto Balil Illana, dedicó una serie interesante de estudios sobre escultura
hispanorromana, que dio a conocer en diversas monografías de la serie Studia
Archeologica, de la Universidad de Valladolid, y en el Boletín del Seminario de Arte y
Arqueología de la misma Universidad.

La profesora Pilar León-Castro Alonso, alumna de Antonio Blanco, siguió sus pasos en
la investigación, en la que trata de una manera más directa el tema de la escultura
romana, destacando por su análisis en la escultura y retratística bética. Así, presenta
estudios relevantes como Retratos Romanos de la Bética (Sevilla, 2001), que nos
interesa especialmente, pues recogió los retratos imperiales. De igual modo, fue
directora de la excavación de Italica durante los años 1979-1983, dejando los resultados
reflejados en el libro Traianeum de Italica (Sevilla, 1988).

Siguiendo con la retratística imperial, destacan también los trabajos del profesor Luis
Baena del Alcázar, con participaciones en numerosos ámbitos científicos. Entre las
monografías podemos destacar su tesis doctoral de Esculturas Romanas de Andalucía
Oriental (Universidad de Málaga, 1982), pero que quedó inédita, o su libro Catálogo de
esculturas romanas del Museo de Málaga (Málaga, 1984).

El profesor José Beltrán Fortes destaca por sus estudios de los marmora en diversos
aspectos, como el estudio de las canteras de donde este material se extraía o el material
marmóreo en el que numerosas esculturas romanas se encuentran realizadas. Entre sus
obras destaca la monografía, elaborada junto a María Luisa Loza Azuaga, El Mármol de
Mijas: Explotación, comercio y uso en época Romana (Mijas, 2003) o la edición, junto
a Trinidad Nogales Basarrate, de la obra colectiva Marmora Hispana. Explotación y
uso de los materiales pétreos en la Hispania Romana (Roma, 2009).

En los estudios de José Antonio Garriguet predominan las investigaciones relacionadas


con la escultura en Hispania y su relación con el culto imperial romano. Destacan sus

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numerosas publicaciones relacionadas con la Bética romana centradas en la dinastía
Antonina, como se observa en su artículo “La ornamentación escultórica de la Bética
entre Trajano y Antonino Pío” (2013) y, a nivel más general, su libro La imagen del
poder imperial en Hispania. Tipos estatuarios (Murcia, 2002).

Finalmente, el Dr. David Ojeda Nogales destaca también por sus numerosos estudios
relacionados a la escultura romana, elaborando diversas investigaciones acerca de la
figura de Trajano y Adriano. Entre sus monografías, son relevantes Trajano y Adriano.
Tipologías estatuarias (2011) o El Trajano de Itálica (2009).

4. El ámbito de estudio. La Bética romana

Baetica alude, en una primera instancia, al entorno localizado en la zona media e


inferior del río Baetis, coincidiendo con el territorio nuclear prerromano de la
Turdetania y parcialmente con el alto Guadalquivir y valle del Genil, donde se ubicaban
los pueblos ibéricos de Oretanos y Bastetanos. La creación de este espacio
administrativo se resume, en cierto modo, en la necesidad que la administración del
Principado augusteo presentaba de una organización política-administrativa de la
Península Ibérica. (Caballos 2011). En efecto, la provincia nace tras las reformas
realizadas por el emperador Augusto una vez finalizadas las guerras cántabro-astures,
hacia el 27 a.C. (Caballos 1986:13-14).

La provincia de la Bética recibe este nombre por el río, Baetis, actualmente nombrado
Guadalquivir, que articula buena parte del territorio y era la principal vía de
comunicación y transporte, al menos hasta el enclave de Corduba (Birley 2003:40).

La provincia de la Bética es una de las herederas más meridionales de lo que en época


republicana fue la Hispania Vlterior y uno de los espacios que se anexionaron a Roma
de manera más temprana. Como resultado, se observa un marco social donde las
personas procedentes de Italia-sobre todo desde el siglo I a.C.- se mezclan junto con las
élites indígenas del entorno, dando lugar a una cultura formada por gentes de diversa
índole (Gil 2017: 6). De esta manera, la historia de la Bética dependió de estos
emigrantes romanos, aquellos que controlaron el sistema político, así como -en lo que a
nosotros nos interesa- la ideología del sistema imperial (Caballos 2017: 12).

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Hispania se encontraba dotada de ciudades ya urbanizadas en cierto grado a la llegada
de Roma, tal y como podemos observar en la Bética, por su larga tradición cultural y
ocupaciones previas; ejemplo de ello son ciudades de antiguo origen fenicio, como
Gades o Malaca. En muchos casos perduran y se transforman en época romana
republicana. Junto a estas podemos mencionar ciudades fundadas por Roma, bien sobre
un asentamiento turdetano preexistente, como es el caso de la Italica de Escipión el
Africano, o bien con un carácter ex novo, es decir, urbes de nueva planta, como es
Corduba, en cuyo caso se abandona el antiguo y cercano asentamiento prerromano de
Colina de los Quemados. Destacan ciudades muy relevantes, como son Corduba, capital
provincial, Gades, Hispalis y Astigi, capitales conventuales, u otras -citadas- como
Italica o Malaca (Birley 2003:41). De todas las urbes mencionadas, es de gran
relevancia económica Hispalis, por su activo puerto fluvial (Duque 1972) (Fig 1).

Según Estrabón (NH, III, 2, 9), Hispania tenía grandes riquezas, especialmente mineras,
pero en la zona del valle del Betis destaca la abundancia de productos agrícolas, como
cereal, vino y aceite de oliva, junto a las industrias de conservas de salazón de pescado
en las zonas costeras. (Birley 2003:42). Por tanto, la población hispana participó
profusamente en las diversas actividades económicas de Roma, debido al
aprovechamiento agrícola de sus tierras, así como la minería y la pesca (Gil 2017: 7).

Otra de las características que se reconoce en la provincia de la Bética es la de su


carácter proconsular, siendo el gobernador nombrado por el Senado de Roma, frente a
las provincias de Tarraconense y Lusitania, que eran provincias imperiales y sus
gobernadores o legati Augusti eran nombrados por el emperador desde la época de
Augusto (Birley 2003:41).

A lo largo del Alto Imperio, se constatan personajes relevantes de la Bética ocupando


cargos políticos, que adquiere su culmen con la familia Vlpia de Italica, uno de cuyos
miembros, Trajano, es el primer emperador romano de origen provincial, lo que denota
la importancia adquirida por la provincia a fines del siglo I d.C. (Gil 2017: 7). De
hecho, con la subida de Vespasiano al imperio y el reinado de sus dos hijos ciertas
familias pertenecientes a Hispania se promocionaron política y socialmente,
incorporándose al Senado de Roma. Así, cabe destacar la figura de Trajano, que reina
entre 98 d.C. y 117 d.C., que es considerado protagonista de uno de los momentos más

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relevantes de la historia de Roma; además, con él se alcanza la mayor extensión
territorial del imperio (Rodríguez 2008).

Figura 1. Provincia romana de la Bética con localización de las principales ciudades


(según Padilla 1989: 15).

5. La dinastía Antonina en el contexto hispano

La tradicionalmente denominada dinastía Antonina se inicia en el año 96 d.C. con la


subida del emperador Nerva al poder y tiene su final en el año 192 d.C., momento de la
muerte del emperador Cómodo. En lo que respecta a la denominación de la estirpe, que
se fue sucediendo mediante adopciones y, en menor caso, sucesiones de sangre, también
ha sido considerada en algún caso como de “los Buenos Emperadores” e incluso de “los
Emperadores Adoptivos”, por la circunstancia antes citada. Ello hace ver la
problemática historiográfica que se presenta a lo largo de este periodo (Blázquez 2005:
477). De hecho, según Alicia Canto (2003), esta dinastía debería llamarse, en realidad,
dinastía Vlpia Aelia o “Hispana”, considerando la importancia de Trajano, nacido en
Italica, y de Adriano, que, aunque nacido en Roma, era de origen italicense,

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estableciendo la visión de una estirpe de origen hispana, en la que recala asimismo
Marco Aurelio, cuya familia era originaria de Vcubi (Espejo). Para ello, esta
investigadora se apoya en ciertos escritores conocidos, entre los cuales Herodiano (hacia
178-251 d.C.), que recoge a todos los emperadores que se suceden tras la muerte de
Domiciano como un conjunto de gobernadores advena, es decir, de origen extranjero
(Blázquez 2005: 478).

5.1. Trajano

Trajano es un miembro perteneciente a la gens Ulpia, familia de gran relevancia en


Italica (Santiponce, Sevilla). En el desarrollo de sus cursus honorum y debido a la
rebelión en el año 88 d.C. contra el emperador Domiciano, Trajano fue destinado al
Rhin. En este momento, desempeñó la legislatura de cónsul en el 91 d.C. y, seis años
más tarde, ostenta el cargo de legatus en Germania, siendo dirigente de las legiones
situadas en ese entorno. Cuando Domiciano fue asesinado, se nombró a Nerva como
nuevo emperador (96-98 d.C.) y este, a su vez, adoptó a Trajano (Canto 2003).

Bajo el gobierno de Trajano, se incorporaron las provincias de la Dacia, Mesopotamia y


Arabia Pétrea. En estos momentos, el Estado romano gozó de gran prosperidad
económica, así como de un notorio disfrute en lo que al bienestar social y político
respecta. Debido a esto, Trajano fue recordado como un gran gobernante, recibiendo el
título de Optimus Princeps (Rodríguez 2008). De igual modo, su forma de gobierno se
caracterizó por ser un gobierno planificado y equilibrado. Trajano, además, participaba
junto con el Senado y se preocupaba por el bienestar del pueblo (Duque 1972).

Asimismo, este emperador de origen hispano ofreció el cargo de senador a numerosas


personas de su mismo origen, con un total de 28 puestos, alcanzando la octava parte del
senado. Estos procedían de diversas ciudades de la Bética, siendo de Italica en su
mayoría, y habiendo presencia de ciudadanos de Gades, Corduba o Ucubi. De igual
modo, en la Guerra de la Dacia, el emperador empleó a numerosos hispanos, como el
ala II Hispanorum Arevacorum o la cohors I Hispanorum Millaria Veterana Equitata
(Duque 1972: 80-83). De este modo, observamos cómo Trajano se sentía ligado a su
lugar de origen.

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5.2. Adriano

Adriano, que reinó entre el 117 d.C. y el 138 d.C., pertenece a la gens de los Aelii,
familia también muy importante de Italica, que estaba emparentada con la de Trajano,
que fue su tutor a la muerte del padre de Adriano. Se casó con Vibia Sabina, reforzando
de este modo los lazos familiares e hispanos de Trajano. Si a Trajano se le asignó el
título de Optimus Princeps, Adriano es caracterizado por ser un emperador “viajero”,
pues visitó gran parte de las provincias del imperio, especialmente en Oriente, del que
fue gran admirador. Otra particularidad de su gobierno fue la realización de importantes
reformas administrativas y jurídicas en el Estado, obteniendo una más efectiva unión
entre las partes occidental y oriental del imperio (Rodríguez 2008). Se trataba, además,
de una persona con una gran riqueza intelectual, pues era conocedor de la cultura griega,
de las lenguas latina y griega y capaz de ejecutar obras de ciencia, letras, artes y
arquitectura (Duque 1975).

No hay constancia de que Adriano visitara la Bética después de haber estado en Italica
cuando era joven, aunque es probable. Según ciertas fuentes, visitó la tierra de su madre,
Gades, de donde viajó hacia África para resolver problemas con las tribus mauritanas
(Duque 1975). Debido a esto, también se piensa que pudo visitar de paso su ciudad de
origen, a pesar de no haber escritos que lo confirmen.

En algunas monedas acuñadas en su reinado se le nombra como Restaurador de toda la


Hispania romana; este hecho se debe a que destinó grandes cantidades de dinero para
favorecer a su ciudad natal, Italica, estableciendo numerosos edificios de carácter
público, como era el caso del nuevo Anfiteatro, siendo este uno de los que presentaban
mayores dimensiones en el Imperio (Birley 2003: 197), o el gran centro de culto a su
padre difunto, Divus Traianus, que ha sido llamado como Traianeum; además, la
convirtió en colonia. Su evergetismo debió extenderse a otras ciudades de Hispania,
aunque tampoco hay constancia expresa.

Adriano mandó a emitir un numerario característico de su imperio, con tipos


relacionados con la propaganda imperial (Duque 1975). En aquel, y especialmente en
los motivos de los reversos, se observaba la intención con la que este emperador
pretendía gobernar, dejando entrever diversas virtudes, como Iustitia, Pax y Clemetia,
entre otras (Pavón 2005:86). Ejemplo de ello es una moneda emitida en los años 128-

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132 d.C., donde, en el anverso, queda representado Adriano laureado junto con la
leyenda HADRIANVS AVGVSTVS P.P., mientras que en el reverso aparece una
personificación en posición sedente y sosteniendo el cetro, siendo esta figura una
representación de la Patientia (Pavón 2005: 93) (Fig. 2).

Figura 2. Moneda acuñada bajo el reinado de Adriano con la representación de


Patientia en el reverso (según Pavón 2005: 94).

Con Adriano, se observa un gran desarrollo del comercio exterior y desarrollo de las
explotaciones mineras, como refleja la lex Metalli Vispascensis, donde refunde las leyes
anteriormente dadas por Vespasiano (Duque 1975).

5.3. Antonino Pío

Antonino Pío, que reinó entre el 138 d.C. y el 161 d.C., era contrariamente a Trajano y
Adriano un miembro de la aristocracia narbonense, que reinó por tanto durante un largo
período de 23 años. Adriano decidió elegirlo como heredero por varias razones: se
trataba de un personaje que, a pesar de no encontrarse ligado a los Aelii por sangre
participaba activamente en la política del imperio; de igual modo, era un funcionario
muy honrado; no presentaba descendencia, por lo que era considerado un emperador de
transición hacia los emperadores preferidos por Adriano, Antonino Pio adoptó a Marco
Aurelio y a Lucio Vero; de hecho, Antonio adoptó a ambos por orden de Adriano
cuando fue designado sucesor (Blázquez 2005: 478).

Durante el reinado de Antonino Pio, se contrasta una amplia actividad en la red viaria
del Occidente romano. Por el contrario, en general, Hispania comienza a perder
relevancia en la economía romana; así, se comienza a observar una crisis en el mercado
aceitero de la Bética, cediendo progresivamente prioridad al africano en el

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abastecimiento de Roma y los puertos mediterráneos. Ello se acentuaría con la
perturbación de las inclusiones moras en el año 172 d.C., ya durante el reinado de
Marco Aurelio. En resumen, el gobierno de este emperador coincide con numerosos
hechos significativos en la Península Ibérica, siendo la causa de una paralización del
auge que se denotaba en siglos anteriores (Duque 1975).

* * *

En general, se observa un incremento de participación hispana durante el periodo de los


tres emperadores, habiendo comenzado previamente en la dinastía flavia, pero que vive
un momento de esplendor en épocas trajanea y adrianea (Caballos 2009: 273) (Tabla 1).

Con Adriano, sin embargo, a pesar de la activa participación de hispanos en la política


romana, habrá un decrecimiento de estos por diversos motivos. Así, el traslado de la
aristocracia bética –y especialmente de Italica- a Roma con su incorporación al Senado
de Roma, incidiría en el agotamiento de los recursos económicos de aquellas familias en
en la provincia (Caballos 2009:273).

Tabla 1. Cónsules de origen hispano (según Caballos 2009: 274).

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6. El culto al emperador en la Bética romana

En la Bética se observa un número significativo de esculturas de carácter imperial.


Algunas de ellas son póstumas, ya que, al fallecer los emperadores, normalmente se les
concedía la consecratio, dotándoles de un carácter divino. En estos retratos póstumos
quedaban reflejadas virtudes como la Pietas o la Iustitia, que a su vez guiaban a pueblo
hacia la Felicitas o Pax (Baena et al 2009: 116). Las bases firmes de este culto se
observan desde el reinado de Augusto. El culto al emperador se amplió a toda la familia
imperial, es decir, la Domus Augusta, que engloba a otros miembros de la familia
imperial. Ya no será el emperador el que reciba aisladamente el culto por parte de la
ciudadanía, sino que esto se traspasará a toda la familia (Duque 1975: 270).

El desarrollo del culto imperial incidió en el desarrollo del uso de las representaciones
de retratos, ya sea en forma de busto o como estatuas completas. Los materiales
escultóricos conservados se complementan con los datos epigráficos, siendo un aspecto
adicional a la iconografía retratística y que comienza a aparecer en la Hispania de
Augusto, en torno al siglo I a.C. (Baena et al 2009: 156-157).

Durante la dinastía Antonina se constatan numerosos documentos epigráficos y


escultóricos de carácter público referidos a los tres emperadores que estudiamos. En
Hispania hay un total de 111 referencias epigráficas y escultóricas a Trajano, a quien se
le asigna el papel de mediador entre Júpiter y la humanidad. De igual modo, se observan
numerosas estatuas y dedicatorias que mencionan a Adriano. Por otro lado, a Antonino
Pío se le erigen estatuas en ciudades como Corduba e Hispalis, entre otros puntos
urbanos de la Bética (Duque 1975). Asimismo, otros miembros de la familia imperial
pueden reconocidos como divus o diva.

Todo ello deja entrever el gran lazo que los emperadores antoninos presentaban con
Hispania. Numerosos habitantes les dedican estatuas de su pecunia, por lo que la
identificación y orgullo respecto a los emperadores era evidente. Así, en datos recogidos
hace un decenio, Trajano aparece honrado 18 veces, casi todas en la Bética. Adriano,
por otro lado, es el emperador a nivel hispano más mencionado, pues aparece 19 veces,
mientras que a Antonino Pío se le menciona 13 veces (Castillo 2009: 629).

El uso de estas representaciones imperiales reforzaba el culto imperial, uno de los


principales elementos de cohesión interna en un imperio tan complejo y diverso en los
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pueblos y gentes que lo conformaban. Por otro lado, daban a conocer la imagen del
poder imperial, a la vez que hacían consciente la participación de los ciudadanos del
imperio en la comunidad romana. Así, los ciudadanos que no se encontraban en Roma
seguían los cambios de imágenes del emperador y miembros de la Domus Augusta,
estableciendo los retratos una personalidad característica de una determinada etapa
imperial (Baena et al 2009:155). La imagen imperial transmitía por tanto un mensaje (o
mensajes) que cada emperador quería ofrecer. Por ello se elaboraban en el entorno de la
corte, generalmente en Roma, y se transmitían a Italia y las provincias generalmente de
forma jerarquizada, en lo que se aprovecharían los talleres locales principales, ubicados
en las capitales de las provincias, en las capitales conventuales y en las principales
colonias y municipios.

Las representaciones imperiales, presentan diversas formas, como los retratos togados o
los ecuestres, los de carácter militar, así como las representaciones divinizadas,
asimiladas a una iconografía propia de las representaciones de dioses, especialmente de
Júpiter (Baena et al 2009: 115).

En general estas representaciones se situaban en ambientes urbanos, en donde son muy


relevantes aquellos situados en lugares de carácter público, donde los representados se
mostraban al ciudadano junto con su implícito contenido de ideología y propaganda
imperial (Garriguet 2004: 269).

Sin embargo, algunas representaciones se encuentran ligadas a las villae. Este hecho se
puede observar en toda Hispania, extendiéndose desde la Bética hasta la Lusitania y la
Tarraconense. Esto tiene claro paralelo en Italia, sobre todo en la zona de la Campania
(Oliva et al 2016: 463). Para el caso bético, podemos mencionar la villa suburbana de la
Estación, en Antequera, de donde procede un retrato de época, de Nerón, hijo de
Germánico (Oliva et al 2016:465).

Seguramente los primeros artesanos que elaboraron los retratos y estatuas fueran
extranjeros provenientes de Roma y conocedores de las técnicas escultóricas del
mármol. Una vez fundados los nuevos talleres serían los encargados de enseñarles los
diversos métodos escultóricos a los artesanos locales, cuyos compradores habituales
serán las élites locales, encargando retratos de ellos mismos, o bien de los emperadores
romanos (Baena et al 2009: 156).

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Asimismo, aunque existían representaciones imperiales sufragadas por particulares,
destacando funcionarios y militares, cabe destacar la financiación de estas esculturas por
parte de los ordines de las ciudades, tal y como podemos observar en la siguiente tabla
establecida por E. Melchor (1994: 235):

Particulares Dioses Emperadores Grupos Total


Escultóricos
Hispalensis 26 20 0 3 49 (31,8%)
46
Astigitanus 22 19 5 1 (29,9%)
31
Gaditanus 23 6 1 0 (19, 55%)
29
Corduben 20 8 0 1 (18,8%)
TOTAL 91 53 6 5 154
BAETICA (100%)

Tabla 2. Obras realizadas a través de donaciones de ciudades


(según Melchor 1994: 238).

Dentro de estas series imperiales caben distinguir entre aquellos procedentes de


importación, que fueron elaborados en talleres extra béticos, generalmente, de Roma o
de otros talleres escultóricos imperiales, y que fueron importados a la Bética, de
aquellos que son elaborados en talleres locales, ubicados en la provincia Bética. En este
segundo caso se diferencian por una serie de características propias de estos retratos
locales, que han sido sistematizadas por Pilar León (2001: 15-17):

• Los retratos no presentan rasgos característicos que se puedan identificar


simplemente con la provincia de la Bética, sino que son comunes a toda
Hispania y otras provincias del Occidente romano.
• El influjo itálico y romano es muy importante y creó lazos de dependencia en los
que la producción de estos retratos provenientes de la Bética parecía ser satélite
de la de Roma.

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• Se observa una mutilación estilística del arte provincial bético debido a los
numerosos artesanos que trabajaban en talleres y, en muchos casos, a la poca
exigencia por parte de la clientela. Esta, a su vez, se encuentra dividida según el
diferente grado social. La calidad de la obra dependerá también del talento del
artesano.

De forma complementaria se observa en la Bética una temprana introducción del


mármol, que sirve para ejecutar estos retratos y estatuas, ya que fueron escultores
romanos, o más bien romano-itálicos, los que venidos a la provincia ya en el siglo I a.C.
debieron estar a cargo de la producción y pusieron en funcionamiento los primeros
talleres escultóricos (León 2001).

También se debió usar, en menor grado, el bronce o el bronce dorado, semejando al oro,
apropiado para las representaciones imperiales, aunque en este caso no solo serían
elaborados en menor grado, sino que se habrían conservado menos, por el valor
intrínseco del material empleado y la destrucción de tales esculturas para recuperar el
metal (Baena et al 2009: 156-157).

Respecto a la época abarcada por el emperador Adriano, destaca el amplio uso de


mármol extranjero, como es el mármol griego de la isla de Paros, especialmente usado
para la escultura de gran calidad, documentándose sobre todo en la estatuaria imperial
de carácter ideal, que se paraleliza con otras representaciones ideales de dioses. El
ejemplo de Italica es significativo, donde este material importado estaría relacionado
con esculturas imperiales e ideales (Beltrán 2008: 109). Tenemos asimismo
documentados el empleo de otros marmora importados, como el mármol de Luni-
Carrara (de Italia) o el Pentélico, localizado en la periferia de Ática (Beltrán 2013: 236).

* * *

Por otro lado, los particulares desde la época augustea comienzan a imitar el retrato
imperial, en una moda que seguirá a lo largo del imperio, en que la iconografía de
emperadores y emperatrices, así como de príncipes y princesas se convierten en modelo
del retrato privado. En la Bética se distinguen dos niveles cualitativos, uno de carácter
muy modesto, que corresponde a gente sencilla insertada en el ambiente de la
romanización, pero poco cultivado. Este nivel se caracteriza por la vistosidad del
peinado. El segundo nivel es más ambicioso y culto, con una intención de mímesis

15
romana, representada por las élites provinciales. El segundo nivel responde mejor al
patrón de moda de la época (León 2001).

A lo largo del siglo II d.C. estos retratos se homogeneizan mostrando un nivel de


calidad aceptable. Con Trajano y Adriano se observa un notable interés por parte de las
élites provinciales de identificarse y asemejarse al emperador.

En la época de Trajano se manifiesta la añoranza de una tradición evocada en la


retratística del propio emperador, como ruptura con las claves del período domicianeo.
Se observa una vuelta a la tradición y a la recuperación en cierto modo de la costumbre
republicana respecto a la representación.

La fisionomía Adriano es de gran relevancia y queda bien expuesta en sus retratos,


como es la representación de su rostro ancho y una mandíbula prominente ocultada bajo
la barba. La presencia de la barba, junto a la incisión del iris son novedades aportadas
por este emperador (Nogales 2005: 70). Los particulares siguen ya ese nuevo modelo,
ofreciendo una imagen cuidada y pulcra identificada con la iconografía de este
emperador, que se plasma sobre todo en el nuevo peinado muy elaborado y en la barba.
Para la Bética, ha destacado P. León (2001: 25) una serie de rasgos muy característicos,
en cierto modo comunes a todo el imperio, como es la solidez del rostro, las líneas bien
marcadas y estilizadas, el pulimiento del rostro, así como la incisión de la pupila,
aspectos que asimismo son reproducidas en los talleres béticos. Las obras realizadas en
esta época se caracterizan por la gran calidad iconográfica, y se basan también en
numerosas copias de origen griego (Garriguet 2013: 262).

Antonino Pío sigue esta tradición adrianea (León 2001).

* * *

Pasamos a destacar ciertos tipos de los retratos/ estatuas de estos tres emperadores.

A. Retratos. Los retratos, al igual que las esculturas de cuerpo entero, se encuentran
regidos por características formales. En la dinastía Antonina nos encontramos con las
siguientes:

16
Retratos de Trajano.

Destacan seis tipos retratísticos establecidos por M. Wegner (1953). Estos, a su vez, se
pueden concretar en dos grupos según M. Bergmann (1994: 234):

Grupo 1. En este grupo se observa un menor movimiento en la obra y un pelo muy


pegado al cráneo. El peinado es representado con una raya en medio o con un flequillo
dividido en dos por el lado izquierdo de la frente. Este último, presenta un tocado
dispuesto en cabellos paralelos que adoptan una forma de luna creciente en el lado
derecho de la cabeza. En este grupo se observan retratos destinados a Domiciano pero
que, debido a la muerte de este y a la damnatio memoriae que se le decretó, fueron
reelaborados como Trajano (Fig. 3 y 4).

Figuras 3 y 4. La primera de ellas pertenece a un retrato de Banco D’Italia, en Roma,


mientras que el segundo corresponde a un ejemplar localizado en el Museo del Louvre
(según Bergmann 1994:149-150).
Bürgerkronentypus1 (tipo de la corona cívica). Pertenece al primer grupo y supone un
tipo específico. Este retrato es característico del intento de reelaborar una obra destinada
al emperador Domiciano como Trajano. En ella, la parte posterior del cabello se
encuentra configurada por un peinado típico de Domiciano, caracterizado por la mitad
de la nuca hacia arriba y en frente, puesto que este presentaba calvicie. Aquí recogemos
un retrato de Trajano localizado en Ostia (Fig. 5).

1
Utilizo el término alemán porque es lo habitual en los estudios de escultura romana.

17
Figura 5. Retrato de Trajano localizado en Ostia (según Bergmann 1996:149).

Grupo 2. Este grupo es, cronológicamente, más avanzado que el anterior. El peinado
presenta más volumen y movimiento, diferenciando los mechones mediante surcos
hechos con el trépano (Fig. 6). Asimismo, se encuentra divido en varios tipos, del que
destacamos a continuación uno de ellos. La fisonomía que Trajano presenta en este
segundo grupo es de edad más avanzada, junto con una expresión de seriedad acusada
por el cierre firme de la boca.

Figura 6. Retrato de Trajano de Caligari (según Bergmann 1994:149).

18
Regierungsantrittypus. Este tipo, incluido dentro del grupo II, comenzó a realizarse con
el motivo del ascenso de Trajano al trono. Aún sigue llevando la corona cívica
anteriormente mencionada. Este tipo pudo crearse a raíz de la designación de Pater
Patriae durante el primer año de su reinado (Fig 6).

Retratos de Adriano.

Encontramos varios tipos escultóricos designados a partir de rasgos faciales y tipo de


peinado; además, si en los primeros años de su reinado aún no presenta la perforación
de la pupila, ello se añade a continuación, dando lugar, además, a cronologías ante quem
y post quem (Bergmann 1994: 236).

Rollockentypus (tipo de los rizos enrollados). En este se aprecian rasgos de avanzada


edad en Adriano, así como una expresión de seriedad (Fig. 7). Esto se ha interpretado
con el momento en el que Adriano comienza a realizar sus viajes, aunque no es del todo
seguro (Bergmann 1996: 152)

Figura 7. Retrato de Adriano en ART INSTITVTE de Chicago (foto de ART INSTITVTE


CHICAGO).

19
Retratos de Antonino Pío.

Este emperador continúa con las características formales de la retratística adrianea.

Tipo Formia. Este tipo comenzó a realizarse a comienzos del emperador Antonino Pío
y prácticamente se mantiene a lo largo de todo su reinado, con pequeñas variantes (Fig.
8). De igual modo, se observan unas características más realistas que en Trajano y
Adriano (Blázquez 1989: 286).

Figura 8. Busto de Antonino Pío procedente de Roma (Museo del Prado).

Tipo Croce Greca 595. En este retrato, el peinado se compone de rizos situados sobre
la frente, siendo acompañado de una elaboración más simple de la labra de los cabellos,
dando lugar a un efecto claroscuro más simple (Baena 1985: 224).

B. Esculturas. Respecto a los diversos tipos de escultura de cuerpo entero relacionados


con la escultura imperial que localizamos en la Bética, realizamos una síntesis de los
siguientes.

Hüfmanteltypus (tipo del manto por la cintura). El representado se dispone mediante un


manto que le cubre la zona inferior del cuerpo, dejando desnudo el torso y las
extremidades superiores del mismo (Fig. 9). Los pliegues del mencionado manto
quedan situados de manera curva en el brazo izquierdo (Baena 2009: 116). A su vez, el
cuerpo aparece en posición frontal, disponiendo en forma de flexión la pierna izquierda
y atrasada (Garriguet 2002: 66).

20
Figura 9. Emperador divinizado procedente del teatro romano de Mérida (Museo
Nacional de Arte Romano). En CERES.
Este tipo presenta una variante:

Tipo Júpiter Sedente, que tiene comienzo a principios de época imperial y finaliza en
el siglo IV d.C., documentándose en diversas manifestaciones artísticas, como es en
esculturas, relieves o en la glíptica. En él se observa al emperador sedente, divinizado,
con el busto desnudo, cuyas piernas quedan cubiertas por una túnica (Fig. 10). El brazo
izquierdo se extiende al frente para sostener un atributo, ya sea una lanza o un cetro,
mientras que la extremidad derecha queda extendida junto al resto del cuerpo (Garriguet
2001: 69). Este tipo sigue el modelo iconográfico de Júpiter sedente, del que recibe el
nombre.

Figura 10. Augusto Divinizado2 procedente de Leptis Magna. Museo de Tripoli.

2
En Carlos Márquez (2017): The seated statue of Divus Augustus Pater found in the province of Baetica.
pp. 268.

21
Tipo Diomedes. El nombre de este tipo deriva de un modelo de representación
asignado para la imagen del héroe griego, que tuvo gran aceptación entre los romanos
para las representaciones del emperador. Este tipo fue identificado por G. Lippold en el
año 1923, con base en los estudios previos de A. Furtwängler.

Las características que presenta son los siguientes (Ojeda 2011) (Fig. 11):

1. El representado se encuentra desnudo junto con un manto que le cubre uno de


los hombros, normalmente el izquierdo, y que su caída adopta diversas
posiciones.
2. La zona del torso se dispone mediante una flexión en forma de arco, elevándose
más uno de los hombros.
3. Los brazos se encuentran en posición relajada, a ambos lados del torso. El lado
izquierdo se localiza flexionado a la altura del codo y hacia delante.
4. La pierna izquierda se encuentra liberada debido a la caída de peso sobre la
pierna derecha.
5. La posición del manto se coloca sobre el hombro izquierdo y queda enrollado en
el brazo de este lado.

Aparece en la provincia de la Bética especialmente en la representación del Divus


Traianus de Italica, que veremos en el catálogo.

Figura 11. Adriano de Pérgamo localizado en la biblioteca de


Asklepion (según Ojeda 2006: 111).

22
Tipo Herrscher. Nombrado como tal en el año 1973 por P. Zanker (según Ojeda 2011),
el modelo primigenio fue, concretamente, el de Alejandro Magno sosteniendo la lanza
elaborado por el escultor Lisipo. Se aprecian dos rasgos relevantes para su
identificación. Por un lado, la representación del cuerpo desnudo, con porte heroizado,
y, por otro lado, la posición de unos de sus brazos, en actitud de llevar una lanza (Fig.
12). Esta iconografía era un símbolo de poder imperial romano, ya que se identificaba
con la fuerza sobrenatural antrópica de Alejandro Magno. Por tanto, la lanza significaba
éxito militar y, por ende, la soberanía del poder (Ojeda 2011).

Este tipo de escultura alcanza su apogeo en el principado de Adriano, al representar de


este modo a su padre adoptivo, pues Trajano obtuvo múltiples éxitos militares. Tras su
fallecimiento se le concedió la glorificación y el éxito, tal y como se puede observar en
la estatua de Divus Traianus coronando la Columna Trajana en su Foro de Roma. En los
relieves de aquella quedan conmemoradas las dos victoriosas campañas militares contra
los Dacios (López 2015: 93).

Figura 12. Estatua colosal de Divo Trajano procedente del Museo


de Argos (según Ojeda 2011: 228).

23
Togados. La toga fue una de las vestimentas más relevantes del ciudadano romano,
siendo también característica de las representaciones imperiales. En estos casos, el
emperador aparece representado como principal ciudadano y magistrado, así como
sacerdote, en concreto como Pontifex maximus, cuando aparece capite velato. De igual
modo, la manera en la que la toga se coloca en la escultura varía con el tiempo, así
como las distintas posiciones del balteus o el umbo, por lo que se trata de un elemento
relevante para la datación del personaje representado, ya que generalmente la cabeza se
añadía como pieza aparte y ha desaparecido (Garriguet 2001: 59) (Fig. 13).

Figura 13. Estatua togada de Adriano procedente de los


Museos Capitolinos, Roma (según Ojeda 2011: 246).

Thoracatos. Esta forma de representación estatuaria de carácter militar, con la coraza,


fue ya estudiada por W. Wroth en el año 1885, al pretender identificar una escultura
perteneciente a Adriano de tales características.

Para su análisis, se debe atender a ciertos aspectos (Ojeda 2011):

1. Hay numerosos subtipos dentro de esta categoría, por lo que hay que tener en
cuenta la variedad en las extremidades, así como el manto.
2. Al haber grandes cantidades de subtipos, las coincidencias no deben tomarse
como similitudes respecto a la cronología, pues hay analogías entre esculturas
realizadas en espacios temporales diversos.
3. Para poder identificar el subtipo de escultura militar que tenemos presente, hay
que recurrir a dos aspectos:

24
3.1. Argumentos tipológicos: para ello, hay que remontar al modelo helenístico
original que fue objeto de inspiración para los diversos tipos de corazas de
esta clase de estatuaria.
3.2. Criterios iconográficos: aun habiendo aspectos iconográficos genéricos, son
ciertos aspectos característicos los que se pueden identificar con una
cronología y emperador definido, como es el tipo Hierapytna-Olympia,
iconografía que se identifica con el emperador Adriano.
4. La estatuaria militar no está ceñida a los emperadores, pues personas de carácter
privado, así como héroes y dioses también eran representados con tales
características; por ello, su identificación con retratos imperiales no es siempre
factible de aquellas esculturas acéfalas.

En este tipo estatuario, el emperador queda representado como el jefe supremo de las
tropas, convirtiéndose, de este modo, en un elemento de propaganda imperial. Alcanza
su momento de auge en el siglo II d.C., momento en el que la dinastía Antonina se
encuentra en el gobierno, a pesar de haber sido una moda desarrollada por militares de
época tardorrepublicana y por Augusto. Estas representaciones se encuentran o bien
descalzas cuando son personajes divinizados, o calzando la bota militar, llamada
mulleus (Garriguet 2001: 62-63) (Fig. 14).

Figura 14. Estatua militar de Trajano en la Gliptoteca Ny Carlsberg de Copenhague


(según Ojeda 2011: 231)

25
Dentro de las thoracatas, debemos destacar dos tipos exclusivos pertenecientes al
reinado de Adriano (Ojeda 2011).

El primero de ellos es el tipo Hieraptyna-Olympia. Este modelo es característico de


Adriano. La principal característica que este subtipo presenta se localiza en la coraza, en
la cual se observan dos Victorias rodeando a una figura femenina, identificada como la
diosa Atenea (Fig. 15). Esta, a su vez, se encuentra situada sobre la loba Luperca, que
amamanta a Rómulo y Remo. Respecto a la postura de la obra, destaca la posición de la
pierna derecha sobre un enemigo vencido.

Figura 15. Adriano de Hierapytna, Museo Arqueológico de


Estambul (según Ojeda 2011: 238).

Tipo Sessa Aurunca, cuyo nombre proviene de la ciudad italiana localizada en la


Campania. En esta se halló una escultura de Adriano mientras se realizaba una
excavación en el teatro. Este tipo porta una coraza con un motivo muy singular, pues en
él aparece Dionisio o Sabacio flanqueado por dos grifos (Fig. 16).

26
Figura 16. Estatua militar de Adriano localizado en el teatro de Sessa Aurunca (según
Ojeda 2011:239).

6.1. Talleres de la Bética

Hay un número significativo de talleres repartidos a lo largo de la provincia Bética, tal y


como nos dejan entrever los hallazgos documentados hasta ahora, aunque pudieron
existir otros (León 2001:34).

Se debe contemplar que el proceso de estas esculturas de talleres locales se inició con la
llegada de talleres o de artesanos romanos o itálicos. Estos estarían asignados a un taller
principal, seguramente localizado en la capital de la provincia, donde se encargarían
ciertas piezas y, a su vez, presentarían gran especialización (León 2001). Posteriores
generaciones incluirían ya a artesanos de procedencia local, que aprenderían de los
primeros, con la ampliación y diversificación de tales talleres locales, que sobre todo se
localizan en la Bética desde época augustea y julio-claudia. Asimismo, este fenómeno
se encuentra relacionado con el extendido uso del mármol. Este hecho ocurrió con gran
rapidez y llegó como símbolo de poder imperial en ambientes provinciales. Entre los
mármoles locales béticos, destacan los de las canteras de Almadén de la Plata (Sevilla)

27
y Mijas (Málaga) (Garriguet 2013: 267). Estos retratos se encuentran muy
estandarizados, siendo modificados según los cánones de moda representativos de cada
época (León 2001: 37).

Algunos ejemplos de talleres localizados en la provincia de la Bética son los siguientes


(León 2001: 35-37):

Corduba (Córdoba). Centro de relevancia principal, pues se trataba de la capital


provincial. Las comunidades de menor rango la elegían para erigir representaciones,
teniendo en cuenta además que era sede del Concilium Provinciae. Las representaciones
son tanto oficiales como privadas. Este taller, además de ser muy prolífico, realizaba
piezas de gran calidad. Respecto a su cronología, podría tratarse de un taller que estuvo
en funcionamiento especialmente durante el reinado de Claudio.

Iponuba (Cerro de Minguillar, Baena). En este taller se utilizaba como material un


mármol blanquecino de granulado fino. De igual modo, se aprecia la labor del trépano
en ciertas figuras y un intento de apreciar la anatomía de las figuras a través del vestido.
Respecto a su cronología, tuvo gran proliferación durante la dinastía julio-claudia
(Garriguet 2001:102).

Epora (Montoro). En esta ciudad también se han encontrado vestigios de un posible


taller. A pesar de ello, las figuras imperiales localizadas en este lugar –de carácter
militar- presentan mucho paralelismo con modelos localizados en la zona de Luni,
pudiendo ser ajenas a los talleres hispanos (Garriguet 2001: 104).

Italica (Santiponce, Sevilla). En lo que respecta al taller italicense, es el que tuvo una
mayor importancia, tanto por la calidad de las piezas como por su longevidad, pues se
inicia en época de Augusto y destaca, sobre todo, en época de Adriano, estando en
funcionamiento hasta época bajoimperial (León, 1995). No obstante, podemos resumir
que presenta dos momentos de auge; por un lado, el de época julio-claudia, en general,
y, por otro, el del principado de Adriano (Garriguet 2001: 100; León, 2001).

Carmo (Carmona, Sevilla). El taller localizado en Carmo estuvo en funcionamiento


durante la dinastía julio-claudia. Este es de gran relevancia, pues en él se observaba
elementos puramente tradicionales de ámbito local, junto con características
relacionadas con los modelos en Roma (León, 2001).

28
Asido (Medina Sidonia, Cádiz). En este taller se observan obras de diversos acabados,
pues algunos no están tan profusamente elaborados como otros, destacando aquellos de
huella local, más bastos, junto con los de aspecto más romano, entre los que destacan
los de época julio-claudia (León 2001: 37; Beltrán y Loza 2018).

Astigi (Écija). De igual modo, se podría considerar la existencia de un taller en este


lugar. Gracias al trabajo realizado por M. J. Merchán (2015) se observa una evolución
que sigue los mismos cánones que el resto de Hispania, así como de otras zonas del
imperio. A través de la materia y el trabajo empleado para elaborar todo tipo de
esculturas, se podría pensar que fueron los artesanos de carácter local los primeros en
realizar estas obras (Merchán, 2015: 143). Esto se debe al auge económico que la Astigi
de época antonina presentaba en ese momento (Garriguet 2013: 263).

Gracias a las piezas adrianeas localizadas en el sector denominado de “El Salón”, se ha


llegado a la conclusión, a partir de sus rasgos formales y estilísticos, que estas habían
sido realizadas por un mismo taller de una gran calidad, quizás extrabético, aunque no
se descarga la posibilidad de que proviniesen de un taller local de primera fila
constituido en época de Adriano (Merchán 2015: 144).

Cabe la posibilidad de existencia de otros talleres, como es el caso de las otras capitales
conventuales de la Bética, Gades e Hispalis, pero las esculturas localizadas hasta ahora
no dan pie a una afirmación de ello.

29
7. Catálogo de las representaciones imperiales en la Bética:
Trajano, Adriano y Antonino Pío

El siguiente catálogo se ha elaborado de la siguiente manera:

- Las piezas se ordenan según la cronología del emperador representado.


- Cada apartado se ordena a su vez alfabéticamente según el nombre del lugar de
hallazgo romano de la pieza.
- Las piezas localizadas en un mismo lugar de hallazgo se encuentran situadas en
el catálogo según su cronología.
- El catálogo quedará dividido en retratos y estatuas imperiales.
- Por último, hay un apartado donde aparecen posibles piezas relacionadas con
representaciones imperiales, pero de las que no hay certeza. Estas se encuentran
divididas, al igual que el resto del catálogo, según el orden cronológico y el
orden alfabético de la ciudad localizada.

30
7.1. Retratos.
7.1.1. Trajano
7.1.1.1. Baelo Claudia (Bolonia, Tarifa, prov. Cádiz).

7.1.2. Adriano.
7.1.2.1. Corduba (Córdoba, prov. Córdoba).

31
7.1.2.2. Astigi (Écija, prov. Sevilla).

7.1.2.3. Italica (Santiponce, prov. Sevilla).

32
7.1.3. Antonino Pío.
7.1.3.1. Corduba (Córdoba, prov. Córdoba).

7.1.3.2. Malaca (Málaga, prov. Málaga).

33
7.1.3.3. Puente Genil (prov. Córdoba).

7.1.3.4. Los Palacios (prov. Sevilla).

34
7.2. Estatuas.
7.2.1. Trajano.
7.2.1.1. Italica (Santiponce, prov. Sevilla).

35
7.2.1.2. Sancti Petri (San Fernando, prov. Cádiz).

7.2.1.3. Urium (Minas de Tharsis, Riotinto, prov. Huelva).

36
7.3. Posibles representaciones imperiales.

7.3.1. Epora (Montoro, prov. Córdoba).

7.3.2. Italica (Santiponce, prov. Sevilla).

37
38
7.3.3. Torreparedones (Baena, prov. Córdoba).

7.3.4. Sancti Petri (San Fernando, prov. Cádiz).

39
7.4. Estudio de las piezas.

Una vez realizado el catálogo, observamos diversos aspectos.

El mármol es el material empleado en casi la totalidad de las piezas del catálogo.


Asimismo, destaca el mármol blanco, habiendo sido utilizado en 13 ocasiones. En lo
que a la extracción de dicho material respecta, destacan las canteras localizadas en la
propia Bética, entre las cuales las de Almadén de la Plata y Mijas.

De época adrianea, destacan diversas piezas localizadas en Italica. Al contrario que en


los casos anteriores, estas se encuentran realizadas en mármoles importados de otras
zonas del imperio romano, tal y como observamos en las dos esculturas de Divus
Traianus fabricadas en mármol de Paros. Además, observamos el busto de Adriano,
actualmente expuesto en el Museo Arqueológico Provincial de Sevilla, que se encuentra
realizado en mármol del Pentélico, material proveniente de Grecia. Otra de las piezas
provenientes de Italica que recoge el catálogo, y que está elaborado con mármol
importado, es la mano sujetando el flumen. El material empleado es mármol de Luni-
Carrara, procedente de Italia.

El empleo de estos materiales italicenses es, por ende, una muestra del interés que el
emperador Adriano mostraba con respecto a Italica, su ciudad natal y, de igual modo, la
de su padre adoptivo, Trajano.

Otro de los hechos destacables en lo que al material respecta es la aparición de una


pieza realizada en bronce. Actualmente, se localiza en el Museo Arqueológico de Cádiz
y podría ser una representación imperial. Sin embargo, tal y como refleja el trabajo
realizado por Ojeda (2017), muy pertinente, este podría ser un trofeo, ya que no
presenta paludamentum y la morfología de los pteruges difiere de las representaciones
imperiales. De igual modo, se observa paralelismos con un trofeo situado en Berlín. En
ese caso podríamos concluir que todas las piezas imperiales de la Bética de los tres
emperadores estudiados están elaboradas en mármol.

Todas las piezas escultóricas nos hacen ver que las imágenes siguen cánones
provenientes de Roma, y que, a su vez, siguen ciertas pautas (Baena et al 2009: 227):

1. Había un desconocimiento del modelo, pues los artistas no habían visto al


emperador en persona.

40
2. Por ende, estos se guiaban mediante reproducciones establecidas a través de la
imagen del emperador oficial.
3. Del nivel de calidad que el escultor presentaba dependía la eficacia de la obra.
4. Estas imágenes se encontraban rejuvenecidas e idealizadas con una actitud de
admiración.

Según José Antonio Garriguet (2005), la Bética es la provincia hispana con más retratos
imperiales dedicados a los emperadores Trajano, Adriano y Antonino Pío, obteniendo
un 50% del total, seguida por la Tarraconense, con un 40%. Asimismo, Italica es la
ciudad de la Bética con más representaciones, siendo estas, además, de una gran
riqueza, tanto en el acabado de la pieza, como en la técnica empleada. Este hecho se
puede observar en la siguiente tabla 3.

Bética Lusitania Tarraconensis

Baelo Claudia (1) Aeminium (1) Acci (1)


Corduba (1) Emerita (2) Barcino (1)
Epora (2) - Ebussus (2)
Gades (2) - Tarraco (11)
Italica (11) - -
Villae (1) Villae (1) Villae (2)
Descon. (3) Descon. (-) Descon. (-)
21 4 17

Tabla 3. Obras antonianas realizadas en Hispania (Garriguet 2005:501). Se ha


añadido el busto de Adriano localizado en 2019 y que se dice del entorno de Écija,
si bien no hay seguridad sobre ese dato.
En esta tabla observamos los retratos imperiales dedicados a los Antoninos situados en
Hispania. De este modo, apreciamos cómo hay un mayor número de esculturas en la
Bética, siendo Italica la ciudad con una mayor representación (11 esculturas, frente a
Tarraco, que presenta 11).

Asimismo, entre todas estas representaciones, el 55% del total pertenecen a los reinados
de Trajano y Adriano. Tras este periodo, la representación de los retratos imperiales
comienza a decaer, no habiendo vestigios en el reinado de Cómodo (Garriguet 2005:
501) (Tabla 4).

41
Trajano/Adriano Adriano/Antonino Pío
(93-138 d.C.) (138/145 d.C.)
Retratos 13 2
Estatuas 10 3
Total (27) 22 5

Tabla 4. Obras realizadas durante el reinado de Trajano a Antonino Pío (según


Garriguet 2005: 501) Se ha añadido el busto de Adriano localizado en Écija.
Además de los numerosos vestigios escultóricos que la Bética presenta, es relevante
que, en lo que respecta a la dinastía Antonina, haya una amplia cantidad de retratos
imperiales en relación con otras dinastías, siendo, tras la figura de Augusto, la que
mayor número de piezas representa (Garriguet 2008: 132) (Tabla 5).

RETRATOS IMPERIALES EN HISPANIA


72

24
6

1
1

1
0

AUG.-JCI. FLAVIA ANTONINA SEVERIANA 2 3 5 - 2 8 4 T E T R A R Q U Í AC O N S T A N T . I M P R E C I S A

Figura 17. Representaciones escultóricas de las diversas dinastías romanas en Hispania


(Garriguet 2008: 132).

Para complementar todo lo dicho, es de gran relevancia realizar una visión sobre la
epigrafía dedicada al culto imperial de los tres emperadores. En ella se observa un total
de 89 vestigios epigráficos que mencionan a los emperadores de la dinastía Antonina.
Estos se localizan, en la mayoría de los casos, en la superficie de pedestales donde se

42
colocarían las esculturas, así como en altares localizados en lugares significantes para
estos emperadores (Garriguet 2005: 502).

De Trajano se atestiguan unas 12 dedicatorias, de las cuales 10 se localizan en la


provincia de la Bética, siendo la mayoría halladas en ciudades, como la localizada en
Italica. Todos estos vestigios datan de finales del principado de Trajano, así como del
principio del reinado de Adriano. En lo que respecta a Adriano, de las diversas
representaciones, se han hallado 9 epígrafes en la Bética; todas ellas se localizan, al
igual que en el caso de Trajano, en ciudades (Garriguet 2005: 503).

En Aratispi (Villanueva de Cauche, prov. Málaga) se ha localizado un interesante


epígrafe en honor a Trajano grabado en el frente de un pedestal y que fue realizado por
el ordo Aratispitanorum; pero fue decretado en vida del emperador y dedicado ya
muerto y divinizado, como recoge la inscripción (CIL II, nº 5730) (Fig. 18). De igual
modo, otro epígrafe realizado en torno al año 131 d.C. se halló en este municipio; se
encuentra dedicado a Adriano, erigido asimismo por parte de la ResPublica
Aratispitana (Baena 2005: 202).

……RES.PUBLIC [a. arati]SPITANORUM


[decrevit. divo]. DEDICAVIT

"…… la República de los Aratispitanos se la


decretó [la estatua] y la dedicó ya divinizado [a
Trajano]".

Figura 18. Inscripción de Aratispi, dedicada a Trajano recién fallecido.

De igual modo, se ha localizado otro pedestal en el municipio de Nescania (Valle de


Abdalajís, prov. Málaga), donde, en el año 113 d.C., se hace honor a Trajano por parte
de los decuriones de este lugar (Baena 2005: 204). A Adriano también se le dedicó otro

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epígrafe en Singilia Barba (El Castillón, Antequera, prov. Málaga) en el 121 d.C.
(Baena 2005: 205).

Por último, es Antonino Pío el personaje más mencionado en la epigrafía bética, lo que
compensa los pocos vestigios escultóricos que nos han llegado de él de este territorio.
En total, se le dedican 22 inscripciones en toda la Hispania romana, de las cuales ocho
se localizan en la Bética, incluyendo ejemplos como Hispalis o Italica, lo que implica
que el seguimiento a este emperador continuó siendo importante tras la devoción hacia
Trajano y Adriano, a pesar de que por circunstancias azarosas no se hayan conservado
las esculturas (Garriguet 2005: 504).

Asimismo, gracias a la epigrafía se pueden localizar ciclos escultóricos de época


Antonina en ciertas ciudades de la Bética, como es el caso de Hispalis, Ilurco e
Ipolcobulcola (Garriguet 2005: 506).

En general, fue la Bética la provincia hispana predominante de estas representaciones


escultóricas imperiales documentadas solo a partir de la epigrafía, con 65 testimonios
(Garriguet 2005: 507).

En lo que respecta a la evolución estilística que abarcan los tres emperadores


comprendidos en este trabajo, es de gran relevancia realizar una visión exhaustiva de
cada una de las características de las obras documentadas.

Por un lado, las obras donde el emperador Trajano quedó retratado gozaban de una
mayor sencillez que los emperadores pertenecientes a la dinastía julio-claudia y flavia,
especialmente las de ciertos emperadores, como Nerón o Domiciano, mostrando de este
modo un resultado más simplista y realista, propio de un militar de procedencia
provincial. Ello se puede observar asimismo en los atuendos, pues aparecen menos
recargados, haciendo hincapié en los motivos iconográficos (Garriguet 2001: 91). Según
M. Bergmann, se pueden observar dos grupos; el primero de ellos correspondería al
momento en el que Trajano fue adoptado por Nerva, donde se observa un peinado más
sencillo, con numerosos cambios en el rostro de este debido a la reelaboración de
antiguas obras destinadas al emperador Domiciano. El segundo grupo coincidiría con el
reinado de Trajano, reflejado mediante un peinado más voluptuoso, cuyo cabello
quedaría formado mediante un juego de movimiento y con una faz más expresiva
(Beltrán 1998: 165). Hay que destacar, finalmente, aquellas representaciones idealizadas

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del Divus Traianus, de época ya adrianea, entre las que destacan las dos piezas de
Italica y la tercera del santuario de Hércules Gaditanus, de Sancti Petri; incluso se
podrían añadir representaciones de carácter colosal en el caso del Traianeum de Italica,
aunque ellos no ofrece certeza, al corresponder solo a fragmentos; sin embargo, alguno
de ellos pudo corresponder a la representación de la estatua de culto colosal de ese
templo de culto imperial, que sería un Divus Traianus quizás en bajo el tipo del Júpiter
sedente.

En lo que respecta a las representaciones de Adriano se observa una mayor idealización,


siendo las representaciones de carácter mayor al natural, junto con el pulimiento intenso
de las figuras y su consiguiente brillo. Asimismo, es de gran relevancia los contrastes de
claroscuro que se aprecian en estas obras, tal y como se contempla en los pliegues de la
vestimenta e incluso la propia piel desnuda de la figura (Garriguet 2001: 93). También
observamos un acabado blando en los tejidos y un tratamiento más grueso en los
cuerpos de los representados, junto con una gran abundancia en la labor del trépano, así
como una simplificación marcada en los detalles de la figura (Garriguet 2001:94).

De igual modo, a través de los ejemplos observados en el catálogo, he realizado un


mapa donde quedan recogidos las diversas esculturas. Estas, al igual que en el catálogo,
se encuentran divididos por emperador y tipología (retrato, divinizado y militar).

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Figura 19. Plano de la Bética, con la división de los conventus jurídicos (según Keay,
1998), donde hemos situado las piezas recogidas en el catálogo.

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8. Conclusiones

Como se planteó en los objetivos iniciales, se ha realizado un catálogo que recoge


representaciones imperiales de Trajano, Adriano y Antonino Pío, junto con posibles
esculturas de estos personajes, localizados en la provincia de la Bética. El catálogo ha
sido realizado mediante una recopilación bibliográfica de diversos autores, que se
recogen en la bibliografía, junto a otras obras que nos han servido para la realización del
estudio correspondiente.

A través de esta recopilación y estudio, hemos podido realizar un acercamiento a las


diversas características formales en las que los emperadores se han representado en la
Bética.

De este modo, Trajano queda representado en tres ocasiones bajo el tipo Herrscher, dos
veces en Santiponce y en una ocasión en Sancti Petri (San Fernando), así como una vez
en forma thoracata, en Río Tinto. Adriano y Antonino Pío, sin embargo, no presentan
esculturas de cuerpo entero a lo largo de la provincia.

En lo que respecta a la retratística trajanea, aparece representado mediante un retrato


encuadrado dentro del tipo Bürgerkronen, que corresponde a la cabeza colosal de
Trajano de Baelo Claudia (Bolonia, Tarifa). Este es el emperador que menos
manifestaciones retratísticas presenta en el catálogo.

Adriano aparece representado en retrato en dos ocasiones bajo la forma del


Rollockentypus, las dos en forma de busto thoracato, a pesar de encontrarse incompleta
la perteneciente a Corduba, siendo el emperador con menos variedad de tipología
retratística en el catálogo. Destaca el nuevo busto hallado –según se dice- en el entorno
de Écija, que se encuentra en el Museo Arqueológico Provincial de Sevilla, donde se
está restaurando para poder ser expuesto al público en un futuro. El esquema es similar
al ya expuesto en el mismo Museo procedente de Italica.

Respecto a Antonino Pío presenta tres retratos dentro del tipo Croce Greca y solo uno
del tipo Formia, a pesar de que este es el más usual en la retratística de este emperador,
lo que ofrece una singularidad a las piezas béticas. En este caso, es el emperador más
representado en un estilo propio, lo que apuntaría a singularidad de talleres locales
béticos.

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Ello entronca con la presencia de numerosos talleres escultóricos en la provincia de la
Bética, aunque algunos de ellos se circunscriben al período julio-claudio. Destacan
ciudades de gran relevancia, como es el caso de Corduba, la capital provincial, Astigi,
una de las capitales conventuales, e Italica, lugar de nacimiento de trajano y patria de
origen de Adriano Algunos de estos talleres son longevos y presentan una proliferación
escultórica muy relevante. En efecto, a talleres béticos podemos vincular piezas como el
retrato de Adriano de Corduba, la cabeza de Antonino Pío en Los Palacios o el busto de
este emperador de Malaca. De igual modo, destacan las piezas que debieron ser hechas
en talleres foráneos y serían importadas a la Bética. Cuestión especial plantea el caso de
Italica, donde en época adrianea se observa el uso de mármoles griegos de gran calidad
–Pentélico y, sobre todo, Paros- en piezas escultóricas sobresalientes, entre las que están
el busto de Adriano y las dos estatuas ideales del Divus Traianus; para algunos
investigadores supondrían piezas importadas de talleres foráneos, pero –como sostiene-
Pilar León es probable que estuviera en funcionamiento en la propia ciudad un taller
escultórico imperial que elaborara estas piezas in situ, junto a otras esculturas ideales
asimismo de mármol pario (León, 1997).

Es de gran relevancia el observar la singularidad de otras representaciones imperiales,


como el retrato colosal de Baelo Claudia, ya que fue reelaborado sobre un retrato del
emperador Domiciano a la par que se colocó en la basílica municipal sobre un togado
que habría sido elaborado en época de Claudio. Es, por tanto, un retrato claramente
vinculado a un taller local.

Los cambios tipológicos y estilísticos asimismo se vinculan a los diversos momentos de


la vida de cada emperador representado, pudiéndose observar diversos momentos de la
vida de estos gobernadores. Este hecho se observa en las primeras representaciones
retratísticas de Trajano, como la citada baelonense, realizadas a partir de los retratos de
Domiciano, tras su asesinato y damnatio memoriae. Asimismo, se vinculan a momentos
especiales de los reinados correspondientes como victorias y conmemoraciones, como
la propia subida al trono o las Decennalia.

En resumen, desde el análisis cronológico-cultural a través de las diversas


características formales que se pueden observar en el catálogo, el conjunto supone un
referente para el estudio detallado de las corrientes estilísticas y del retrato en general

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que se documentaron en la Bética en aquella época, a partir de la guía que suponen las
imágenes imperiales de Trajano, Adriano y Antonino Pío.

Los Antoninos, y en concreto estos tres emperadores, vivieron, sin duda, un período con
una gran presencia de representaciones en la Bética, sobre todo a nivel urbano. Trajano
y Antonino Pío son los emperadores con mayor cantidad de representaciones en este
territorio, aunque para el primero hay que incluir los representados ya como Divus,
realizados en el reinado de Adriano. Este, sin embargo, presenta una representación algo
menor, ya que son tres retratos los recogidos en este catálogo, junto a los cuatro de
Antonio Pío.

Respecto a las ciudades de la Bética, destaca Italica, pues presenta el mayor número de
representaciones imperiales, aunque algunas son dudosas. Estas, además, son de gran
calidad, ya que las figuras muestran un acabado óptimo. Asimismo, destaca en esta
ciudad el mármol exportado de otras zonas del imperio durante la época adrianea, como
es el mármol Paros, Pentélico o Luni-Carrara.

Italica, de igual modo, destaca por los numerosos hallazgos de piezas idealizadas.
Además, en el catálogo se recogen, como se ha dicho, posibles fragmentos que podrían
pertenecer a Trajano divinizado. Entre todas estas, destaca la mano portando el flumen,
símbolo de Júpiter, que significaría una representación de Trajano como Júpiter. De
igual modo, destacamos el fragmento de dedo de dimensiones colosales localizado en el
Traianeum, templo que Adriano hizo en honor a su padre adoptivo ya fallecido, o el
antebrazo asimismo colosal, que pudieron corresponder a representaciones del Divus
Traianus.

Todo esto nos hace ver la importancia que la provincia de la Bética presentaba para
Roma a lo largo del siglo II d.C., momento en el que Hispania destaca, no sólo debido a
los emperadores de origen hispano, sino por la activa incorporación de nobles béticos en
el Senado romano.

De igual modo, esta recopilación escultórica nos hace ver la importancia que presentaba
la figura del emperador durante el siglo II d.C., momento en el que Roma alcanza la
mayor extensión de su territorio con Trajano como soberano. La provincia de la Bética
era uno de los lugares que conformaba el imperio, aparte de ser patria del propio
emperador, lo que debió impulsar la devoción al gobernante.

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Por último, cabe destacar la información que el estudio de la escultura puede aportar a
los estudios históricos. Además del ámbito artístico, sirven para plantear un enfoque
más arqueológico, desde el análisis del material en que se realiza, los talleres o
artesanos que las elaboran o los tipos e iconografía que adoptan, además de otros
aspectos más generales como la asunción de la ideología imperial en ciertos lugares e
incluso las relaciones que estos emperadores desarrollan con diversas zonas del imperio,
como ocurre en este caso con la Bética.

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