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Segundo Torres, Inmaculada. TFG
Segundo Torres, Inmaculada. TFG
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Índice
1. Resumen .......................................................................................................................................1
2. Justificación, Objetivos y Metodología ........................................................................................2
2.1. Justificación..........................................................................................................................2
2.2. Objetivos ..............................................................................................................................2
2.3. Metodología .........................................................................................................................2
4. El ámbito de estudio. La Bética romana .......................................................................................5
5. La dinastía Antonina en el contexto hispano ................................................................................7
5.1. Trajano .................................................................................................................................8
5.2. Adriano.................................................................................................................................9
5.3. Antonino Pío ......................................................................................................................10
6. El culto al emperador en la Bética romana .................................................................................12
6.1. Talleres de la Bética ...........................................................................................................27
7. Catálogo de las representaciones imperiales en la Bética: Trajano, Adriano y Antonino Pío ....30
7.1. Retratos. .............................................................................................................................31
7.1.1. Trajano .......................................................................................................................31
7.1.2. Adriano. .....................................................................................................................31
7.1.3. Antonino Pío. .............................................................................................................33
7.2. Estatuas. .............................................................................................................................35
7.2.1. Trajano. ......................................................................................................................35
7.3. Posibles representaciones imperiales. ................................................................................37
7.4. Estudio de las piezas. .........................................................................................................40
8. Conclusiones...............................................................................................................................47
9. Bibliografía .................................................................................................................................51
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1. Resumen
El siguiente Trabajo Fin de Grado tiene como contenido el catálogo y estudio de las
diversas representaciones escultóricas imperiales pertenecientes a los emperadores de la
dinastía Antonina: Trajano, Adriano y, por último, Antonino Pío. El ámbito territorial
de estudio es la provincia romana de la Bética.
Palabras clave: Bética. Hispania. Dinastía Antonina. Trajano. Adriano. Antonio Pío.
Iconografía. Retratos. Escultura imperial.
ABSTRACT:
The following proyect of TFG contains the catalogue and study of differents imperial
sculpture remainings belonging to emperors of the Antonine Dynasty: Trajan, Hadrian
and, at least, Antoninus Pius. The territorial area of study is the roman province of
Baetica.
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2. Justificación, Objetivos y Metodología
2.1. Justificación
La realización del catálogo será base para un análisis arqueológico más profundo,
estableciendo el estado de la cuestión que actualmente presenta este tema de estudio.
Así, este TFG pretende ser una base para futuras investigaciones, aportando un primer
acercamiento al estudio de la iconografía imperial en la región de la Bética durante el
reinado de los emperadores citados.
2.2. Objetivos
2.3. Metodología
La metodología empleada para realizar este trabajo ha sido, en primer lugar, la creación
de una base de datos que permita catalogar los ejemplares escultóricos. Se organizan
según los reinados en las áreas de retratos y estatuas, ya que normalmente –salvo casos
excepcionales- no nos han llegado asociados. Un tercer apartado del catálogo recoge las
esculturas posibles, pero de la que no tenemos certeza de su identificación con alguno
de estos tres emperadores. De este modo, se analizarán las diversas piezas halladas en la
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región de la Bética, que estuvieron ligadas a la exaltación del poder de los mismos en el
marco ideológico de las representaciones imperiales y el del culto imperial. En el
catálogo aparecerán en cada pieza datos tales como: emperador representado,
cronología, material en el que se realizó, procedencia, contexto geográfico, dimensiones
y localización actual. Asimismo, esta catalogación irá acompañada de una o varias
imágenes de cada pieza tratada.
3. Estado de la cuestión
En primer lugar, hay que destacar al profesor Antonio García y Bellido, Catedrático de
Arqueología en la Universidad Central, luego Universidad Complutense, desde la
década de 1930 a la de 1970, y que puede ser considerado como el investigador más
importante durante ese período en España en el campo de los estudios de escultura
romana. Aunque es conocido especialmente por su monografía sobre Arte Romano,
cuya primera edición fue en Madrid en 1955, con diversas ediciones posteriores, y
donde incluía en algún momento la escultura hispanorromana en el discurso general del
arte romano, sobresale en el campo que nos interesa su obra Esculturas Romanas de
España y Portugal (Madrid, 1949), ya que es el primer repertorio actualizado de la
escultura hispanorromana, donde se incluyen algunos retratos y estatuas de los
emperadores citados de Trajano, Adriano y Antonino Pío.
3
Otro gran estudioso del arte romano en la provincia de la Bética es su discípulo el
profesor Antonio Blanco Freijeiro, quien se centró sobre todo en el arte griego, pero que
realizó otros estudios referidos a la escultura y arquitectura de la Hispania romana
respecta. Entre sus monografías destaca el Catálogo de la escultura. I. Esculturas
clásicas. II. Esculturas, copias e imitaciones de las antiguas (siglos XVI-XVIII). Museo
del Prado (Madrid, 1981), si bien corresponde a una colección de procedencia no
hispana en su mayoría. Asimismo, otro de los discípulos de García y Bellido, el profesor
Alberto Balil Illana, dedicó una serie interesante de estudios sobre escultura
hispanorromana, que dio a conocer en diversas monografías de la serie Studia
Archeologica, de la Universidad de Valladolid, y en el Boletín del Seminario de Arte y
Arqueología de la misma Universidad.
La profesora Pilar León-Castro Alonso, alumna de Antonio Blanco, siguió sus pasos en
la investigación, en la que trata de una manera más directa el tema de la escultura
romana, destacando por su análisis en la escultura y retratística bética. Así, presenta
estudios relevantes como Retratos Romanos de la Bética (Sevilla, 2001), que nos
interesa especialmente, pues recogió los retratos imperiales. De igual modo, fue
directora de la excavación de Italica durante los años 1979-1983, dejando los resultados
reflejados en el libro Traianeum de Italica (Sevilla, 1988).
Siguiendo con la retratística imperial, destacan también los trabajos del profesor Luis
Baena del Alcázar, con participaciones en numerosos ámbitos científicos. Entre las
monografías podemos destacar su tesis doctoral de Esculturas Romanas de Andalucía
Oriental (Universidad de Málaga, 1982), pero que quedó inédita, o su libro Catálogo de
esculturas romanas del Museo de Málaga (Málaga, 1984).
El profesor José Beltrán Fortes destaca por sus estudios de los marmora en diversos
aspectos, como el estudio de las canteras de donde este material se extraía o el material
marmóreo en el que numerosas esculturas romanas se encuentran realizadas. Entre sus
obras destaca la monografía, elaborada junto a María Luisa Loza Azuaga, El Mármol de
Mijas: Explotación, comercio y uso en época Romana (Mijas, 2003) o la edición, junto
a Trinidad Nogales Basarrate, de la obra colectiva Marmora Hispana. Explotación y
uso de los materiales pétreos en la Hispania Romana (Roma, 2009).
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numerosas publicaciones relacionadas con la Bética romana centradas en la dinastía
Antonina, como se observa en su artículo “La ornamentación escultórica de la Bética
entre Trajano y Antonino Pío” (2013) y, a nivel más general, su libro La imagen del
poder imperial en Hispania. Tipos estatuarios (Murcia, 2002).
Finalmente, el Dr. David Ojeda Nogales destaca también por sus numerosos estudios
relacionados a la escultura romana, elaborando diversas investigaciones acerca de la
figura de Trajano y Adriano. Entre sus monografías, son relevantes Trajano y Adriano.
Tipologías estatuarias (2011) o El Trajano de Itálica (2009).
La provincia de la Bética recibe este nombre por el río, Baetis, actualmente nombrado
Guadalquivir, que articula buena parte del territorio y era la principal vía de
comunicación y transporte, al menos hasta el enclave de Corduba (Birley 2003:40).
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Hispania se encontraba dotada de ciudades ya urbanizadas en cierto grado a la llegada
de Roma, tal y como podemos observar en la Bética, por su larga tradición cultural y
ocupaciones previas; ejemplo de ello son ciudades de antiguo origen fenicio, como
Gades o Malaca. En muchos casos perduran y se transforman en época romana
republicana. Junto a estas podemos mencionar ciudades fundadas por Roma, bien sobre
un asentamiento turdetano preexistente, como es el caso de la Italica de Escipión el
Africano, o bien con un carácter ex novo, es decir, urbes de nueva planta, como es
Corduba, en cuyo caso se abandona el antiguo y cercano asentamiento prerromano de
Colina de los Quemados. Destacan ciudades muy relevantes, como son Corduba, capital
provincial, Gades, Hispalis y Astigi, capitales conventuales, u otras -citadas- como
Italica o Malaca (Birley 2003:41). De todas las urbes mencionadas, es de gran
relevancia económica Hispalis, por su activo puerto fluvial (Duque 1972) (Fig 1).
Según Estrabón (NH, III, 2, 9), Hispania tenía grandes riquezas, especialmente mineras,
pero en la zona del valle del Betis destaca la abundancia de productos agrícolas, como
cereal, vino y aceite de oliva, junto a las industrias de conservas de salazón de pescado
en las zonas costeras. (Birley 2003:42). Por tanto, la población hispana participó
profusamente en las diversas actividades económicas de Roma, debido al
aprovechamiento agrícola de sus tierras, así como la minería y la pesca (Gil 2017: 7).
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relevantes de la historia de Roma; además, con él se alcanza la mayor extensión
territorial del imperio (Rodríguez 2008).
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estableciendo la visión de una estirpe de origen hispana, en la que recala asimismo
Marco Aurelio, cuya familia era originaria de Vcubi (Espejo). Para ello, esta
investigadora se apoya en ciertos escritores conocidos, entre los cuales Herodiano (hacia
178-251 d.C.), que recoge a todos los emperadores que se suceden tras la muerte de
Domiciano como un conjunto de gobernadores advena, es decir, de origen extranjero
(Blázquez 2005: 478).
5.1. Trajano
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5.2. Adriano
Adriano, que reinó entre el 117 d.C. y el 138 d.C., pertenece a la gens de los Aelii,
familia también muy importante de Italica, que estaba emparentada con la de Trajano,
que fue su tutor a la muerte del padre de Adriano. Se casó con Vibia Sabina, reforzando
de este modo los lazos familiares e hispanos de Trajano. Si a Trajano se le asignó el
título de Optimus Princeps, Adriano es caracterizado por ser un emperador “viajero”,
pues visitó gran parte de las provincias del imperio, especialmente en Oriente, del que
fue gran admirador. Otra particularidad de su gobierno fue la realización de importantes
reformas administrativas y jurídicas en el Estado, obteniendo una más efectiva unión
entre las partes occidental y oriental del imperio (Rodríguez 2008). Se trataba, además,
de una persona con una gran riqueza intelectual, pues era conocedor de la cultura griega,
de las lenguas latina y griega y capaz de ejecutar obras de ciencia, letras, artes y
arquitectura (Duque 1975).
No hay constancia de que Adriano visitara la Bética después de haber estado en Italica
cuando era joven, aunque es probable. Según ciertas fuentes, visitó la tierra de su madre,
Gades, de donde viajó hacia África para resolver problemas con las tribus mauritanas
(Duque 1975). Debido a esto, también se piensa que pudo visitar de paso su ciudad de
origen, a pesar de no haber escritos que lo confirmen.
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132 d.C., donde, en el anverso, queda representado Adriano laureado junto con la
leyenda HADRIANVS AVGVSTVS P.P., mientras que en el reverso aparece una
personificación en posición sedente y sosteniendo el cetro, siendo esta figura una
representación de la Patientia (Pavón 2005: 93) (Fig. 2).
Con Adriano, se observa un gran desarrollo del comercio exterior y desarrollo de las
explotaciones mineras, como refleja la lex Metalli Vispascensis, donde refunde las leyes
anteriormente dadas por Vespasiano (Duque 1975).
Antonino Pío, que reinó entre el 138 d.C. y el 161 d.C., era contrariamente a Trajano y
Adriano un miembro de la aristocracia narbonense, que reinó por tanto durante un largo
período de 23 años. Adriano decidió elegirlo como heredero por varias razones: se
trataba de un personaje que, a pesar de no encontrarse ligado a los Aelii por sangre
participaba activamente en la política del imperio; de igual modo, era un funcionario
muy honrado; no presentaba descendencia, por lo que era considerado un emperador de
transición hacia los emperadores preferidos por Adriano, Antonino Pio adoptó a Marco
Aurelio y a Lucio Vero; de hecho, Antonio adoptó a ambos por orden de Adriano
cuando fue designado sucesor (Blázquez 2005: 478).
Durante el reinado de Antonino Pio, se contrasta una amplia actividad en la red viaria
del Occidente romano. Por el contrario, en general, Hispania comienza a perder
relevancia en la economía romana; así, se comienza a observar una crisis en el mercado
aceitero de la Bética, cediendo progresivamente prioridad al africano en el
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abastecimiento de Roma y los puertos mediterráneos. Ello se acentuaría con la
perturbación de las inclusiones moras en el año 172 d.C., ya durante el reinado de
Marco Aurelio. En resumen, el gobierno de este emperador coincide con numerosos
hechos significativos en la Península Ibérica, siendo la causa de una paralización del
auge que se denotaba en siglos anteriores (Duque 1975).
* * *
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6. El culto al emperador en la Bética romana
El desarrollo del culto imperial incidió en el desarrollo del uso de las representaciones
de retratos, ya sea en forma de busto o como estatuas completas. Los materiales
escultóricos conservados se complementan con los datos epigráficos, siendo un aspecto
adicional a la iconografía retratística y que comienza a aparecer en la Hispania de
Augusto, en torno al siglo I a.C. (Baena et al 2009: 156-157).
Todo ello deja entrever el gran lazo que los emperadores antoninos presentaban con
Hispania. Numerosos habitantes les dedican estatuas de su pecunia, por lo que la
identificación y orgullo respecto a los emperadores era evidente. Así, en datos recogidos
hace un decenio, Trajano aparece honrado 18 veces, casi todas en la Bética. Adriano,
por otro lado, es el emperador a nivel hispano más mencionado, pues aparece 19 veces,
mientras que a Antonino Pío se le menciona 13 veces (Castillo 2009: 629).
Las representaciones imperiales, presentan diversas formas, como los retratos togados o
los ecuestres, los de carácter militar, así como las representaciones divinizadas,
asimiladas a una iconografía propia de las representaciones de dioses, especialmente de
Júpiter (Baena et al 2009: 115).
Sin embargo, algunas representaciones se encuentran ligadas a las villae. Este hecho se
puede observar en toda Hispania, extendiéndose desde la Bética hasta la Lusitania y la
Tarraconense. Esto tiene claro paralelo en Italia, sobre todo en la zona de la Campania
(Oliva et al 2016: 463). Para el caso bético, podemos mencionar la villa suburbana de la
Estación, en Antequera, de donde procede un retrato de época, de Nerón, hijo de
Germánico (Oliva et al 2016:465).
Seguramente los primeros artesanos que elaboraron los retratos y estatuas fueran
extranjeros provenientes de Roma y conocedores de las técnicas escultóricas del
mármol. Una vez fundados los nuevos talleres serían los encargados de enseñarles los
diversos métodos escultóricos a los artesanos locales, cuyos compradores habituales
serán las élites locales, encargando retratos de ellos mismos, o bien de los emperadores
romanos (Baena et al 2009: 156).
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Asimismo, aunque existían representaciones imperiales sufragadas por particulares,
destacando funcionarios y militares, cabe destacar la financiación de estas esculturas por
parte de los ordines de las ciudades, tal y como podemos observar en la siguiente tabla
establecida por E. Melchor (1994: 235):
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• Se observa una mutilación estilística del arte provincial bético debido a los
numerosos artesanos que trabajaban en talleres y, en muchos casos, a la poca
exigencia por parte de la clientela. Esta, a su vez, se encuentra dividida según el
diferente grado social. La calidad de la obra dependerá también del talento del
artesano.
También se debió usar, en menor grado, el bronce o el bronce dorado, semejando al oro,
apropiado para las representaciones imperiales, aunque en este caso no solo serían
elaborados en menor grado, sino que se habrían conservado menos, por el valor
intrínseco del material empleado y la destrucción de tales esculturas para recuperar el
metal (Baena et al 2009: 156-157).
* * *
Por otro lado, los particulares desde la época augustea comienzan a imitar el retrato
imperial, en una moda que seguirá a lo largo del imperio, en que la iconografía de
emperadores y emperatrices, así como de príncipes y princesas se convierten en modelo
del retrato privado. En la Bética se distinguen dos niveles cualitativos, uno de carácter
muy modesto, que corresponde a gente sencilla insertada en el ambiente de la
romanización, pero poco cultivado. Este nivel se caracteriza por la vistosidad del
peinado. El segundo nivel es más ambicioso y culto, con una intención de mímesis
15
romana, representada por las élites provinciales. El segundo nivel responde mejor al
patrón de moda de la época (León 2001).
* * *
Pasamos a destacar ciertos tipos de los retratos/ estatuas de estos tres emperadores.
A. Retratos. Los retratos, al igual que las esculturas de cuerpo entero, se encuentran
regidos por características formales. En la dinastía Antonina nos encontramos con las
siguientes:
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Retratos de Trajano.
Destacan seis tipos retratísticos establecidos por M. Wegner (1953). Estos, a su vez, se
pueden concretar en dos grupos según M. Bergmann (1994: 234):
1
Utilizo el término alemán porque es lo habitual en los estudios de escultura romana.
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Figura 5. Retrato de Trajano localizado en Ostia (según Bergmann 1996:149).
Grupo 2. Este grupo es, cronológicamente, más avanzado que el anterior. El peinado
presenta más volumen y movimiento, diferenciando los mechones mediante surcos
hechos con el trépano (Fig. 6). Asimismo, se encuentra divido en varios tipos, del que
destacamos a continuación uno de ellos. La fisonomía que Trajano presenta en este
segundo grupo es de edad más avanzada, junto con una expresión de seriedad acusada
por el cierre firme de la boca.
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Regierungsantrittypus. Este tipo, incluido dentro del grupo II, comenzó a realizarse con
el motivo del ascenso de Trajano al trono. Aún sigue llevando la corona cívica
anteriormente mencionada. Este tipo pudo crearse a raíz de la designación de Pater
Patriae durante el primer año de su reinado (Fig 6).
Retratos de Adriano.
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Retratos de Antonino Pío.
Tipo Formia. Este tipo comenzó a realizarse a comienzos del emperador Antonino Pío
y prácticamente se mantiene a lo largo de todo su reinado, con pequeñas variantes (Fig.
8). De igual modo, se observan unas características más realistas que en Trajano y
Adriano (Blázquez 1989: 286).
Tipo Croce Greca 595. En este retrato, el peinado se compone de rizos situados sobre
la frente, siendo acompañado de una elaboración más simple de la labra de los cabellos,
dando lugar a un efecto claroscuro más simple (Baena 1985: 224).
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Figura 9. Emperador divinizado procedente del teatro romano de Mérida (Museo
Nacional de Arte Romano). En CERES.
Este tipo presenta una variante:
Tipo Júpiter Sedente, que tiene comienzo a principios de época imperial y finaliza en
el siglo IV d.C., documentándose en diversas manifestaciones artísticas, como es en
esculturas, relieves o en la glíptica. En él se observa al emperador sedente, divinizado,
con el busto desnudo, cuyas piernas quedan cubiertas por una túnica (Fig. 10). El brazo
izquierdo se extiende al frente para sostener un atributo, ya sea una lanza o un cetro,
mientras que la extremidad derecha queda extendida junto al resto del cuerpo (Garriguet
2001: 69). Este tipo sigue el modelo iconográfico de Júpiter sedente, del que recibe el
nombre.
2
En Carlos Márquez (2017): The seated statue of Divus Augustus Pater found in the province of Baetica.
pp. 268.
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Tipo Diomedes. El nombre de este tipo deriva de un modelo de representación
asignado para la imagen del héroe griego, que tuvo gran aceptación entre los romanos
para las representaciones del emperador. Este tipo fue identificado por G. Lippold en el
año 1923, con base en los estudios previos de A. Furtwängler.
Las características que presenta son los siguientes (Ojeda 2011) (Fig. 11):
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Tipo Herrscher. Nombrado como tal en el año 1973 por P. Zanker (según Ojeda 2011),
el modelo primigenio fue, concretamente, el de Alejandro Magno sosteniendo la lanza
elaborado por el escultor Lisipo. Se aprecian dos rasgos relevantes para su
identificación. Por un lado, la representación del cuerpo desnudo, con porte heroizado,
y, por otro lado, la posición de unos de sus brazos, en actitud de llevar una lanza (Fig.
12). Esta iconografía era un símbolo de poder imperial romano, ya que se identificaba
con la fuerza sobrenatural antrópica de Alejandro Magno. Por tanto, la lanza significaba
éxito militar y, por ende, la soberanía del poder (Ojeda 2011).
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Togados. La toga fue una de las vestimentas más relevantes del ciudadano romano,
siendo también característica de las representaciones imperiales. En estos casos, el
emperador aparece representado como principal ciudadano y magistrado, así como
sacerdote, en concreto como Pontifex maximus, cuando aparece capite velato. De igual
modo, la manera en la que la toga se coloca en la escultura varía con el tiempo, así
como las distintas posiciones del balteus o el umbo, por lo que se trata de un elemento
relevante para la datación del personaje representado, ya que generalmente la cabeza se
añadía como pieza aparte y ha desaparecido (Garriguet 2001: 59) (Fig. 13).
1. Hay numerosos subtipos dentro de esta categoría, por lo que hay que tener en
cuenta la variedad en las extremidades, así como el manto.
2. Al haber grandes cantidades de subtipos, las coincidencias no deben tomarse
como similitudes respecto a la cronología, pues hay analogías entre esculturas
realizadas en espacios temporales diversos.
3. Para poder identificar el subtipo de escultura militar que tenemos presente, hay
que recurrir a dos aspectos:
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3.1. Argumentos tipológicos: para ello, hay que remontar al modelo helenístico
original que fue objeto de inspiración para los diversos tipos de corazas de
esta clase de estatuaria.
3.2. Criterios iconográficos: aun habiendo aspectos iconográficos genéricos, son
ciertos aspectos característicos los que se pueden identificar con una
cronología y emperador definido, como es el tipo Hierapytna-Olympia,
iconografía que se identifica con el emperador Adriano.
4. La estatuaria militar no está ceñida a los emperadores, pues personas de carácter
privado, así como héroes y dioses también eran representados con tales
características; por ello, su identificación con retratos imperiales no es siempre
factible de aquellas esculturas acéfalas.
En este tipo estatuario, el emperador queda representado como el jefe supremo de las
tropas, convirtiéndose, de este modo, en un elemento de propaganda imperial. Alcanza
su momento de auge en el siglo II d.C., momento en el que la dinastía Antonina se
encuentra en el gobierno, a pesar de haber sido una moda desarrollada por militares de
época tardorrepublicana y por Augusto. Estas representaciones se encuentran o bien
descalzas cuando son personajes divinizados, o calzando la bota militar, llamada
mulleus (Garriguet 2001: 62-63) (Fig. 14).
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Dentro de las thoracatas, debemos destacar dos tipos exclusivos pertenecientes al
reinado de Adriano (Ojeda 2011).
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Figura 16. Estatua militar de Adriano localizado en el teatro de Sessa Aurunca (según
Ojeda 2011:239).
Se debe contemplar que el proceso de estas esculturas de talleres locales se inició con la
llegada de talleres o de artesanos romanos o itálicos. Estos estarían asignados a un taller
principal, seguramente localizado en la capital de la provincia, donde se encargarían
ciertas piezas y, a su vez, presentarían gran especialización (León 2001). Posteriores
generaciones incluirían ya a artesanos de procedencia local, que aprenderían de los
primeros, con la ampliación y diversificación de tales talleres locales, que sobre todo se
localizan en la Bética desde época augustea y julio-claudia. Asimismo, este fenómeno
se encuentra relacionado con el extendido uso del mármol. Este hecho ocurrió con gran
rapidez y llegó como símbolo de poder imperial en ambientes provinciales. Entre los
mármoles locales béticos, destacan los de las canteras de Almadén de la Plata (Sevilla)
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y Mijas (Málaga) (Garriguet 2013: 267). Estos retratos se encuentran muy
estandarizados, siendo modificados según los cánones de moda representativos de cada
época (León 2001: 37).
Italica (Santiponce, Sevilla). En lo que respecta al taller italicense, es el que tuvo una
mayor importancia, tanto por la calidad de las piezas como por su longevidad, pues se
inicia en época de Augusto y destaca, sobre todo, en época de Adriano, estando en
funcionamiento hasta época bajoimperial (León, 1995). No obstante, podemos resumir
que presenta dos momentos de auge; por un lado, el de época julio-claudia, en general,
y, por otro, el del principado de Adriano (Garriguet 2001: 100; León, 2001).
28
Asido (Medina Sidonia, Cádiz). En este taller se observan obras de diversos acabados,
pues algunos no están tan profusamente elaborados como otros, destacando aquellos de
huella local, más bastos, junto con los de aspecto más romano, entre los que destacan
los de época julio-claudia (León 2001: 37; Beltrán y Loza 2018).
Cabe la posibilidad de existencia de otros talleres, como es el caso de las otras capitales
conventuales de la Bética, Gades e Hispalis, pero las esculturas localizadas hasta ahora
no dan pie a una afirmación de ello.
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7. Catálogo de las representaciones imperiales en la Bética:
Trajano, Adriano y Antonino Pío
30
7.1. Retratos.
7.1.1. Trajano
7.1.1.1. Baelo Claudia (Bolonia, Tarifa, prov. Cádiz).
7.1.2. Adriano.
7.1.2.1. Corduba (Córdoba, prov. Córdoba).
31
7.1.2.2. Astigi (Écija, prov. Sevilla).
32
7.1.3. Antonino Pío.
7.1.3.1. Corduba (Córdoba, prov. Córdoba).
33
7.1.3.3. Puente Genil (prov. Córdoba).
34
7.2. Estatuas.
7.2.1. Trajano.
7.2.1.1. Italica (Santiponce, prov. Sevilla).
35
7.2.1.2. Sancti Petri (San Fernando, prov. Cádiz).
36
7.3. Posibles representaciones imperiales.
37
38
7.3.3. Torreparedones (Baena, prov. Córdoba).
39
7.4. Estudio de las piezas.
El empleo de estos materiales italicenses es, por ende, una muestra del interés que el
emperador Adriano mostraba con respecto a Italica, su ciudad natal y, de igual modo, la
de su padre adoptivo, Trajano.
Todas las piezas escultóricas nos hacen ver que las imágenes siguen cánones
provenientes de Roma, y que, a su vez, siguen ciertas pautas (Baena et al 2009: 227):
40
2. Por ende, estos se guiaban mediante reproducciones establecidas a través de la
imagen del emperador oficial.
3. Del nivel de calidad que el escultor presentaba dependía la eficacia de la obra.
4. Estas imágenes se encontraban rejuvenecidas e idealizadas con una actitud de
admiración.
Según José Antonio Garriguet (2005), la Bética es la provincia hispana con más retratos
imperiales dedicados a los emperadores Trajano, Adriano y Antonino Pío, obteniendo
un 50% del total, seguida por la Tarraconense, con un 40%. Asimismo, Italica es la
ciudad de la Bética con más representaciones, siendo estas, además, de una gran
riqueza, tanto en el acabado de la pieza, como en la técnica empleada. Este hecho se
puede observar en la siguiente tabla 3.
Asimismo, entre todas estas representaciones, el 55% del total pertenecen a los reinados
de Trajano y Adriano. Tras este periodo, la representación de los retratos imperiales
comienza a decaer, no habiendo vestigios en el reinado de Cómodo (Garriguet 2005:
501) (Tabla 4).
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Trajano/Adriano Adriano/Antonino Pío
(93-138 d.C.) (138/145 d.C.)
Retratos 13 2
Estatuas 10 3
Total (27) 22 5
24
6
1
1
1
0
Para complementar todo lo dicho, es de gran relevancia realizar una visión sobre la
epigrafía dedicada al culto imperial de los tres emperadores. En ella se observa un total
de 89 vestigios epigráficos que mencionan a los emperadores de la dinastía Antonina.
Estos se localizan, en la mayoría de los casos, en la superficie de pedestales donde se
42
colocarían las esculturas, así como en altares localizados en lugares significantes para
estos emperadores (Garriguet 2005: 502).
43
epígrafe en Singilia Barba (El Castillón, Antequera, prov. Málaga) en el 121 d.C.
(Baena 2005: 205).
Por último, es Antonino Pío el personaje más mencionado en la epigrafía bética, lo que
compensa los pocos vestigios escultóricos que nos han llegado de él de este territorio.
En total, se le dedican 22 inscripciones en toda la Hispania romana, de las cuales ocho
se localizan en la Bética, incluyendo ejemplos como Hispalis o Italica, lo que implica
que el seguimiento a este emperador continuó siendo importante tras la devoción hacia
Trajano y Adriano, a pesar de que por circunstancias azarosas no se hayan conservado
las esculturas (Garriguet 2005: 504).
Por un lado, las obras donde el emperador Trajano quedó retratado gozaban de una
mayor sencillez que los emperadores pertenecientes a la dinastía julio-claudia y flavia,
especialmente las de ciertos emperadores, como Nerón o Domiciano, mostrando de este
modo un resultado más simplista y realista, propio de un militar de procedencia
provincial. Ello se puede observar asimismo en los atuendos, pues aparecen menos
recargados, haciendo hincapié en los motivos iconográficos (Garriguet 2001: 91). Según
M. Bergmann, se pueden observar dos grupos; el primero de ellos correspondería al
momento en el que Trajano fue adoptado por Nerva, donde se observa un peinado más
sencillo, con numerosos cambios en el rostro de este debido a la reelaboración de
antiguas obras destinadas al emperador Domiciano. El segundo grupo coincidiría con el
reinado de Trajano, reflejado mediante un peinado más voluptuoso, cuyo cabello
quedaría formado mediante un juego de movimiento y con una faz más expresiva
(Beltrán 1998: 165). Hay que destacar, finalmente, aquellas representaciones idealizadas
44
del Divus Traianus, de época ya adrianea, entre las que destacan las dos piezas de
Italica y la tercera del santuario de Hércules Gaditanus, de Sancti Petri; incluso se
podrían añadir representaciones de carácter colosal en el caso del Traianeum de Italica,
aunque ellos no ofrece certeza, al corresponder solo a fragmentos; sin embargo, alguno
de ellos pudo corresponder a la representación de la estatua de culto colosal de ese
templo de culto imperial, que sería un Divus Traianus quizás en bajo el tipo del Júpiter
sedente.
45
Figura 19. Plano de la Bética, con la división de los conventus jurídicos (según Keay,
1998), donde hemos situado las piezas recogidas en el catálogo.
46
8. Conclusiones
De este modo, Trajano queda representado en tres ocasiones bajo el tipo Herrscher, dos
veces en Santiponce y en una ocasión en Sancti Petri (San Fernando), así como una vez
en forma thoracata, en Río Tinto. Adriano y Antonino Pío, sin embargo, no presentan
esculturas de cuerpo entero a lo largo de la provincia.
Respecto a Antonino Pío presenta tres retratos dentro del tipo Croce Greca y solo uno
del tipo Formia, a pesar de que este es el más usual en la retratística de este emperador,
lo que ofrece una singularidad a las piezas béticas. En este caso, es el emperador más
representado en un estilo propio, lo que apuntaría a singularidad de talleres locales
béticos.
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Ello entronca con la presencia de numerosos talleres escultóricos en la provincia de la
Bética, aunque algunos de ellos se circunscriben al período julio-claudio. Destacan
ciudades de gran relevancia, como es el caso de Corduba, la capital provincial, Astigi,
una de las capitales conventuales, e Italica, lugar de nacimiento de trajano y patria de
origen de Adriano Algunos de estos talleres son longevos y presentan una proliferación
escultórica muy relevante. En efecto, a talleres béticos podemos vincular piezas como el
retrato de Adriano de Corduba, la cabeza de Antonino Pío en Los Palacios o el busto de
este emperador de Malaca. De igual modo, destacan las piezas que debieron ser hechas
en talleres foráneos y serían importadas a la Bética. Cuestión especial plantea el caso de
Italica, donde en época adrianea se observa el uso de mármoles griegos de gran calidad
–Pentélico y, sobre todo, Paros- en piezas escultóricas sobresalientes, entre las que están
el busto de Adriano y las dos estatuas ideales del Divus Traianus; para algunos
investigadores supondrían piezas importadas de talleres foráneos, pero –como sostiene-
Pilar León es probable que estuviera en funcionamiento en la propia ciudad un taller
escultórico imperial que elaborara estas piezas in situ, junto a otras esculturas ideales
asimismo de mármol pario (León, 1997).
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que se documentaron en la Bética en aquella época, a partir de la guía que suponen las
imágenes imperiales de Trajano, Adriano y Antonino Pío.
Los Antoninos, y en concreto estos tres emperadores, vivieron, sin duda, un período con
una gran presencia de representaciones en la Bética, sobre todo a nivel urbano. Trajano
y Antonino Pío son los emperadores con mayor cantidad de representaciones en este
territorio, aunque para el primero hay que incluir los representados ya como Divus,
realizados en el reinado de Adriano. Este, sin embargo, presenta una representación algo
menor, ya que son tres retratos los recogidos en este catálogo, junto a los cuatro de
Antonio Pío.
Respecto a las ciudades de la Bética, destaca Italica, pues presenta el mayor número de
representaciones imperiales, aunque algunas son dudosas. Estas, además, son de gran
calidad, ya que las figuras muestran un acabado óptimo. Asimismo, destaca en esta
ciudad el mármol exportado de otras zonas del imperio durante la época adrianea, como
es el mármol Paros, Pentélico o Luni-Carrara.
Italica, de igual modo, destaca por los numerosos hallazgos de piezas idealizadas.
Además, en el catálogo se recogen, como se ha dicho, posibles fragmentos que podrían
pertenecer a Trajano divinizado. Entre todas estas, destaca la mano portando el flumen,
símbolo de Júpiter, que significaría una representación de Trajano como Júpiter. De
igual modo, destacamos el fragmento de dedo de dimensiones colosales localizado en el
Traianeum, templo que Adriano hizo en honor a su padre adoptivo ya fallecido, o el
antebrazo asimismo colosal, que pudieron corresponder a representaciones del Divus
Traianus.
Todo esto nos hace ver la importancia que la provincia de la Bética presentaba para
Roma a lo largo del siglo II d.C., momento en el que Hispania destaca, no sólo debido a
los emperadores de origen hispano, sino por la activa incorporación de nobles béticos en
el Senado romano.
De igual modo, esta recopilación escultórica nos hace ver la importancia que presentaba
la figura del emperador durante el siglo II d.C., momento en el que Roma alcanza la
mayor extensión de su territorio con Trajano como soberano. La provincia de la Bética
era uno de los lugares que conformaba el imperio, aparte de ser patria del propio
emperador, lo que debió impulsar la devoción al gobernante.
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Por último, cabe destacar la información que el estudio de la escultura puede aportar a
los estudios históricos. Además del ámbito artístico, sirven para plantear un enfoque
más arqueológico, desde el análisis del material en que se realiza, los talleres o
artesanos que las elaboran o los tipos e iconografía que adoptan, además de otros
aspectos más generales como la asunción de la ideología imperial en ciertos lugares e
incluso las relaciones que estos emperadores desarrollan con diversas zonas del imperio,
como ocurre en este caso con la Bética.
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