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los términos en ellos pactados, sin embargo, un cambio en las circunstancia imprevisibles al

momento de celebración del contrato determina que este no deba cumplirse en los términos
pactados, y en la búsqueda de supuestos de previsibilidad destacan dos instituciones, una es la
impractibilidad comercial que es considerada como una excusa de cumplimiento del contrato,
donde su ejecución sería impracticable por una contingencia; la otra es la excesiva onerosidad de la
prestación, en la que si la ejecución de alguna de las prestaciones resulta excesivamente onerosa por
acontecimientos extraordinarios e imprevisibles, la parte perjudicada puede solicitar al Juez que la
reduzca o que aumente la contraprestación; en ambas, la ejecución de las prestaciones se tornan
imprácticas dados los términos contractuales existentes; en ocasiones la diferencia entre lo
imposible y lo excesivamente oneroso puede ser realmente sutil, pero todo es previsible a un costo
determinado; así cuando se comprenda que lo que debe analizarse es lo irracional de incurrir en los
costos necesarios para preverlo, se entiende la lógica que explica instituciones como la
impracticabilidad comercial o la excesiva onerosidad. Un problema es cuando la contingencia
imprevisible cambia la estructura de costos de ejecución y surge la pregunta de quién debe soportar
el riesgo del cambio y por otro lado, si la contingencia se justifica, en términos de costos de
transacción, contemplar su posible ocurrencia en el contrato y asignar los riesgos que de ella se
deriven; así lo que se busca no es un contrato perfecto sino optimo; pues ambas instituciones sólo
pueden perseguir objetivos redistributivos; sin embargo, cuando los costos de transacción son
reducidos es preferible adoptar la impracticabilidad; y, cuando los costos de transacción son
elevadísimos la excesiva onerosidad garantiza un resultado eficiente; en conclusión, cuando se
pueda confiar más en el mercado que en la capacidad de las Cortes para reajustar el precio, es
preferible una regla de la impracticabilidad y contrariamente, optar por la excesiva onerosidad.

I. OPINIÓN – ANÁLISIS:

Converjo en algunos puntos, en principio, se debe tener en cuenta que la excesiva onerosidad se
funda en una situación absolutamente imprevisible y extraordinaria, pero desde el Análisis
Económico del Derecho, no existe lo imprevisible porque para los economistas nada es imposible
de prever; así, el evento más impensable puede ser previsto usando nuestra imaginación y para los
analistas económicos del derecho de lo que se trata es el tiempo que nos costaría preverla que cuesta
más que el beneficio de su predicción; es decir, la previsibilidad se vincula con los costos de
contemplar en el contrato óptimo en términos económicos; pero asumir que todo es previsible nos
lleva a un mundo de fantasía, incluso lo poco de previsible que existe y que responde a un
conocimiento concentrado y limitado de ciertos datos que la experiencia ha puesto a nuestra
disposición, está sujeto a error porque somos humanos; por tanto el derecho y sus instituciones se
deben adaptar.

PREGUNTAS:

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