Está en la página 1de 3

La escuela de etnomusicología en Colombia

Más estudios extranjeros que colombianos


Creación de un “pueblo” desde el mestizaje
La necesidad de seguir apoyando la investigación dentro del país

La fusión
La teatralización de las músicas populares
Los festivales y el apoyo Estatal

1. Los retos de la complejidad colombiana, multicurtural, peleas poíticas,


investigación y fusión
2. Hacía una Colombia “creada” – Pueblo y fusión
3. Críticos o amigos del mercado musical
4. Festivales vs Investigaciones

Los textos de Carlos Miñana y Beatriz Gourbert nos abren una gran puerta hacía un
tema difícil de entender y abordar: La complejidad colombiana. Y en este texto no me
refiero a la complejidad nacionalista, bélica, social o económica sino la cultural.
(aunque la complejidad de los otros sectores mencionados nos habla también de una
trazabilidad de la situación del país) Complejidad que nos presenta un panorama
turbio y confuso pero que, en lo mejor de los casos, puede ser un campo fértil para
avanzar en nuestro entendimiento. Me refiero que, aunque el país haya tenido
momentos difíciles en su construcción de identidad o aceptación de las culturas,
Colombia sigue siendo un país con extrema riqueza y a lo que nos concierne, con una
gran variedad de músicas. Miñana y Gourbert nos invitan a reflexionar en uno de los
puntos de inflexión de nuestra historia: la Constitución del 91 ¿Que implicó en la
creación y en la investigación ser un país multicultural?

Como recalca Miñana en su escrito, la investigación musical en Colombia no es tan


joven como parece. Desde el periodo de la Republica Liberal, a partir de la década de
los años treinta, ha surgido un interés en la profundización de la labor musical en el
país. Investigación que sí presentó avances significativos pero que se impulsaba a
partir de las discusiones en el extranjero. Pero los conflictos políticos y sociales del
país, primero, cortarían con el interés estatal en este tipo de inversiones y segundo,
detendrían la comunicación cultural dentro del país. Lo siguiente sería un “atraso” en
el componente teórico e investigativo de la música y se profundizaría la necesidad de
recurrir a otros países para estar cerca a las discusiones. Miñana nos explica que este
fenómeno de investigación externo también tuvo presencia en los países
latinoamericanos, pero en casos como México, Argentina o Brazil, sí se dio un paso
estatal para trasladar la discusión a una situación interna. Aún así Colombia era un
caso especial, porque a pesar de no contar con suficiente trabajo interno, su diversidad
atrajo investigadores de varios países que adelantarían proyectos de forma local y
extranjera.
¿Qué sucedió entonces con la Constitución del 91? Haber dado el gran paso de, al
menos en una primera estancia, reconocer a Colombia como país multicultural agravó
la situación de nacionalismo incompleto del país. La investigación se empezó a dirigir al
enfoque de entendimiento de una identidad. Usando de base el mapa y los conceptos
de Darcy Reibeiro nos podemos dar cuenta que buena parte de la investigación
musical ha estado enfocada en la lógica del “pueblo nuevo” por su profundización en
el mestizaje y estudios afroamericanos. Y no solo esta búsqueda de pueblo nuevo ha
permeado lo académico, como lo hace constar Beatriz Goubert, el país, a diario sigue
enfocado en entender su cultural, transmitirla en nuevos espacios y repensarla.

¿Cómo se crea pueblo? ¿Entendiendo sus complejidades o repensando conocimientos


previos? Personalmente creo que la creación de una “identidad general” requiere de
condiciones específicas, pero principalmente, requiere de procesos largos de tiempo
que el mundo moderno no podría esperar. En este momento tenemos dos opciones,
entendimiento o fusión, ambas ofrecen bondades y desventajas. El entendimiento nos
ayudaría a preservar a más detalle nociones sociales y musicales, pero dejaría la
expresión sonora como un artefacto de museo que debe ser respetado y entendido
como se registró. La fusión, por su parte, es el camino seguro para que las nociones
musicales encuentren validez en los pensamientos y en las búsquedas modernas, pero
también ofrece arbitrariedades en el uso de los componentes musicales ya que un uso
indiscriminado podría transformar y no valorar el simbolismo musical de estos gestos
en sus contextos nativos. La discusión está echada, lo único certero que podría decir es
que, a pesar del enfoque, hay que procurar que sean investigaciones o creaciones con
resultados locales y pertinentes. En especial para el campo de la investigación, mi
análisis de Carlos Miñana es que debemos seguir creando escuela, confiar en las
herramientas y los conocimientos generados localmente.

En el campo de la práctica de la fusión también siento que hay una reflexión


importante que adelantar: nuestra relación con el mercado musical. Es innegable
pensar que la fusión sea solo un acto de conservación de ciertas características
musicales, también hay un fuerte componente económico detrás. Si bien los géneros
“académicos” o el jazz no tiene salidas fuertes en el campo comercial, otros géneros
como el tropipop, el vallenato y la cumbia sí han encontrado una buena fuente de
ingresos. Siento que, si le hacemos una fuerte apuesta a la fusión como constructor de
identidad, debemos acordarnos de que aún entramos en categorías comerciales como
World Music y debemos ser conscientes de si nuestro trabajo es representativo o sigue
siendo un exotismo comercial.

Por último, quiero hablar de los apoyos económicos estatales (incluidos los festivales) y
como se relaciona con la investigación y la fusión. El apoyo estatal es vital, sobretodo
para el artista moderno para tener una salida económica y propiciar la imagen de su
carrera. Sin embargo, no se nos puede olvidar que el estado tiene control sobre
directrices de los festivales y aunque se cuente con excelentes curadores, aún hay
fuertes influencias del gobierno. No pretendo decir que se deba acabar estos espacios,
me refiero que se debe propiciar la consciencia del músico frente a estos espacios.
¿Qué están validando o socialmente a qué apuntan? ¿Cuáles cuentan con mayor
apoyo y por qué? Como discutimos en clase, en vez de tener un pensamiento
multicultural, donde cada música tiene su espacio delimitado, hay que pensar en la
transculturalidad y sus tensiones propias. Siento que el llamado es que si hacemos
visible esta forma de relacionarnos podemos visibilizar más problemáticas que
ameriten continuar la investigación local (y así mismo llamar la atención del apoyo
estatal) y al tiempo adelantar el dialogo tradicional-fusión, no con ánimos de
apropiación, sino en entender las tensiones, los simbolismos y las teorías de nuestras
prácticas musicales y que esta discusión se traslade a los festivales y a los diversos
apoyos culturales.

Estas son solo propuestas frente a una complejidad con un sinfín de variables. Pero
reitero, es una complejidad fértil y única en el mundo. Frente a nosotros tenemos
muchas posibilidades para seguir construyéndonos.

También podría gustarte