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El reto de ser musicólogo no está en la música en sí, esta existirá sin investigadores. No
podremos explicarla ni anotarla, pero esta seguirá su propio camino. El reto es
presentar nuestros investigativos a un mismo nivel científico. Quizás esta barrera de
altura insospechada es la que ha impedido un comienzo temprano de la musicología,
pero esto nos lleva a otra paradoja: Sin método no habría musicología. Pienso que el
principal obstáculo del estudio objetivo de la música es el lenguaje. Nuestro pensar
tiene que recurrir a metáforas para acercarse a una explicación coherente; no hay
palabras específicas para explicar la estética en el arte, mucho menos para explicar los
detalles musicales. Incluso las metáforas que abordamos son subjetivas y tienen
repercusiones distintas en cada receptor. ¿Estamos abordando un campo inexplicable?
No, al contrario, siento que la consciencia de esté fin imposible es el que nos abre las
puertas a tantos cuestionamientos.
Debemos igual ser consientes de nuestros logros y nuestras fallas. Acá recalco el
artículo de A. Seeger por presentar una visión crítica de las investigaciones. Mi visión,
utópica, de la música como herramienta para entender la vida presenta fallas en su
ejecución. El estudio de la música no significa un avance moral inmediato en la gente
que recibe esta información. Como lo recalca A. Seeger, vivimos en una época con un
fuerte sesgo racial y económico, y es la época que empalma con la constitución de
nuestro estudio ¿lo estamos haciendo bien? Yo creería que sí. Como lo propongo, nos
enfrentamos a un problema subjetivo con herramientas objetivas. No es una tarea fácil
y requerimos de un avance diario de nuestras investigaciones, es un trabajo
interminable, pero, siendo parte de la historia, nosotros tenemos el desafío de
continuar estudiando y demostrando el valor social de la música.
No estoy seguro si el rol de la musicología tendrá un futuro tan prospero como otras
carreras. Pero sí creo que los aportes que se han hecho y que se harán han tenido un
valor muy significativo. La enseñanza de cosmovisiones a través de la música y los
acercamientos a otras culturas compartiendo una acción común como la escucha son
formas de continuar borrando la línea abismal entre ambos mundos. La música ha sido
una herramienta que no se ha podido controlar ni entender del todo por el mundo
occidental, por eso su valor transgresivo en abordar el problema del abismo.
Es probable que el rol de la musicología pueda encontrar un punto muerto por el límite
del lenguaje o por la evolución o devolución de la consciencia social. Pero estoy seguro
de que todas investigaciones y aportes que se han logrado serán bases importantes
para la búsqueda de la compresión de la música. Al igual que la prosa griega, confío
que la próxima generación de personas que estudien la música usen nuestras bases y
sigan caminado a ese camino interminable de este lenguaje abstracto, quizás no con el
nombre de musicólogos, pero sí con ese ingenio tan humano como es la investigación-
creación. ¿Para qué es buena la musicología? Para seguir entendiéndonos.