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UNIVERSIDAD NACIONAL DEL SANTA INOCUIDAD Y SEGURIDAD ALIMENTARIA

ESCUELA DE POSGRADO II CICLO – SEMESTRE 2020-02


DOCTORADO EN INGENIERIA DE ALIMENTOS Dr. Ing. CESAR MORENO ROJO

EL
FRAUDE
MASIVO
DEL
ACEITE DE
COLZA
EL
FRAUDE
MASIVO DEL ACEITE DE COLZA

EL FRAUDE MASIVO DEL ACEITE DE COLZA: HISTORIA DE UN


ENVENENAMIENTO

El 20 de mayo de 1989, la justicia dirimió la causa abierta a 38 empresarios relacionados con el


envenenamiento masivo por el aceite de colza con fines industriales utilizado de forma
fraudulenta. Ocho años después de que falleciera el primer intoxicado —un niño de ocho años
en Torrejón de Ardoz (Madrid)—, sólo 13 de ellos fueron condenados a penas de entre seis
meses y 20 años de prisión, sanciones muy inferiores a las solicitadas por el fiscal, en las que se
llegó a pedir para algunos de los acusados entre 10.000 y 100.000 años de cárcel.

Las cifras del síndrome tóxico, como se le denominó en un primer momento, dejaron alrededor


de 25.000 afectados en una veintena de provincias y más de 300 muertos. EL PAÍS cubrió un
tema que se consideró de “emergencia pública” y de “epidemia”, sobre todo en los primeros
meses en los que la virulencia del envenenamiento se intensificó.

El 27 de abril de 1981, Jaime Vaquero, ingresado en el hospital Del Rey de Torrejón de


Ardoz, murió en un traslado a otro hospital. En un principio, la afección que causó el
fallecimiento se denominó la “enfermedad del legionario”.  Sin embargo, se propagó por la
Comunidad de Madrid rápidamente poniendo en jaque a las autoridades sanitarias. En apenas
dos semanas, seis personas fallecieron mientras la epidemia se extendía a cuatro provincias
más. La enfermedad se calificó de “neumonía atípica” y laboratorios de distintos
continentes recibieron muestras para su análisis.

Un mes y medio después del primer fallecimiento y gracias al trabajo de campo del doctor
Tabuenca Oliver, subdirector del Hospital Niño Jesús (Madrid), se determinó cual era la causa
que había provocado la intoxicación generalizada: aceite de colza adulterado vendido a
granel. A partir de ese momento, palabras como “anilina“, “desnaturalizado” o “refinado” se
harían habituales entre la sociedad, conmocionada tanto por el transcurso de los
acontecimientos como por la inacción de los representantes públicos.
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En julio, cuando se contabilizaban 62 muertes, Unión de Centro Democrático (UCD) calificó el


envenenamiento masivo como “un desgraciado incidente”. Mientras tanto, el número de
afectados no paraba de aumentar. Durante el mes anterior se calculó que la epidemia se podía
extender a más de 10.000 casos en base al número de hospitalizados, superior a los 3.000.

El síndrome tóxico  permitió que se destapara  la red de empresas implicadas en el proceso de


la alteración del aceite desnaturalizado. A finales de julio, siete empresas y una decena de
marcas se encontraban en el punto de mira de las autoridades sanitarias.

El fraude provenía de la mezcla que algunas empresas llevaron a cabo a la hora de procesar el


aceite. Estos mezclaban varios componentes, obteniendo como resultado un producto
adulterado para uso industrial. Acto seguido, se vendía clandestinamente y sin ningún tipo de
control. Una de las empresas más activas fue RAELSA, ubicada en Alcorcón, causante de la
mayor parte del envenenamiento en los municipios del sur de la Comunidad de Madrid.

A mediados de septiembre, la epidemia ya se había cobrado 133 vidas y los ingresos


hospitalarios ascendían a más de un millar. Los meses posteriores contabilizaron menos casos
confirmados y, en noviembre, el Ministerio de Sanidad informó de que el síndrome
tóxico había entrado en una fase claramente regresiva . Habían pasado cinco meses desde el
primer fallecimiento. Por otra parte, casi una veintena de marcas de aceite fueron apartadas
del mercado.
La vuelta paulatina a la normalidad estuvo marcada por las informaciones que surgían a raíz de
los negocios fraudulentos de los empresarios, relacionados con la trama del envenenamiento
masivo. EL PAÍS, tras una exhaustiva investigación, logró reconstruir el relato de los hechos a
través del careo de los implicados en el tráfico de colza. Entre otros, la historia de dos
mayoristas de productos químicos y un aceitero catalán que se asociaron para sacar pingües
beneficios del procesado del aceite a finales de 1980.

El goteo de almacenes clandestinos y negocios fraudulentos desmantelados por la policía con


relación al aceite de colza no paró de aumentar. En poco más de un año, el Gobierno había
mandado recoger más de 750.000 litros de producto presuntamente tóxico. De este modo, se
llegaría al inicio del juicio en la Audiencia Nacional, el 30 de marzo de 1987, en el que  estaban
acusados 38 empresarios del colectivo aceitero. El fiscal del caso, Eduardo Fungairiño, pidió
penas más de 10.000 años de prisión para los ocho principales acusados. El proceso judicial se
prolongó año y medio. Una larga espera para las 18.000 personas inscritas en el censo oficial
de afectados.

El 20 de mayo de 1989 se conoció la sentencia. Durante el proceso judicial, la defensa de los


acusados argumentó que el origen de la intoxicación no provenía de la manipulación del aceite
sino de una serie de partidas de tomates rociados con pesticidas provenientes de Almería. Esta
teoría se rechazó por parte de varios especialistas médicos. Una de las personalidades más
relevantes en este sentido fue el epidemiólogo británico Richard Doll, que acudió al juicio para
sostener —en base a un informe elaborado por él mismo enviado al tribunal— que  el aceite de
colza adulterado fue el causante del síndrome tóxico.
Sin embargo, sólo dos de los acusados —Juan Miguel Bengoechea y Ramón Ferreiro— fueron
condenados con penas privativas de libertad. Los restantes, con penas menores, ya habían
cumplido la condena durante el período de prisión preventiva o fueron absueltos.

La última partida del aceite tóxico recaló en Francia para su destrucción en 1998. 440.000 litros
estuvieron almacenados durante 13 años en una nave industrial a las afueras de Arganda del
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Rey (Madrid). Según fuentes oficiales de la Comunidad, “fue muy difícil encontrar algún gestor
de residuos español, ya que el aceite de colza trae recuerdos muy tristes”. El tiempo tampoco
disipó unas secuelas que muchos de los afectados aún arrastran en su vida diaria.

DESARROLLAR:
1. Elabore un árbol causa efecto.
2. ¿Qué estructura de la ISO 22000:2018, se está incumpliendo? Explique
brevemente
3. ¿Qué requisito adicional de la FSSC 22000 v.5, se está incumpliendo? Explique
brevemente.
4. ¿Qué cláusulas de la BRC v. 8, se está incumpliendo? Explique brevemente.
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