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LA ESCRITURA DE ARISTÓTELES.

La pragmateia, o sea el escrito en el que se expresa una determinada experiencia teórica, es el resultado de un a trabajo
(pómos), de un diálogo de la psiché consigo misma.

LAS TRES ÉTICAS.

Las tres éticas tienen una estructura común… Sobre las cuestiones fundamentales se nos ofrecen parecidas respuestas…
ninguna de las tres éticas representa una célula originaria de la que, en un proceso orgánico, se hubiesen desarrollado las
otras. Tampoco hay acuerdo en torno a ¿cuál de las tres éticas es la más importante? ¿las tres éticas son auténticos escritos
de Aristóteles?

IV. LA NATURALEZA DEL “ETHOS”.

Es el primer análisis de lo podríamos denominar estructura del comportamiento humano.

El estar en el mundo supuso el “estar bien en el mundo”. Ese bienestar no tiene ninguna relación con lo que,
posteriormente, en incluso en el mismo Aristóteles, va a significar algo de lo que acabaría llamándose, con mayor o menor
propiedad el bien moral. El bienestar sólo implicaba la necesidad, en una serie de formas de vida inevitablemente
solidarias o inevitablemente cohesionadas, de proyectar comportamientos que configurasen los distintos niveles
sustentadores del funcionamiento colectivo. (Habla de un egoísmo individual).

El héroe homérico lucha con su finitud a través de sus actos. Él no pelea por ningún Atrida, busca que sus hazañas
coleccionen escuchas en todos los rincones.

VI.

En el inicio de la ética griega vemos, pues, perfilarse un rasgo esencial de toda ética: su carácter social. El héroe griego
necesita, para serlo, el reconocimiento. Esta ética externa que emerge de la situación histórica en la que el individuo se
destaca, muestra la proyección intersubjetiva de las empresas individuales. Ni la muerte ni la vida significan ya nada, si no
se da un contenido especial a lo que llena esa vida. La ética del honor y de la fama, el afán de quedar bien en la boca de
los hombres y mujeres (Odisea XXI 323)

VII.

La solidaridad entre el héroe y su pueblo estuvo condicionada, como hemos visto, por la sumisión. Pero, en el espacio de
la Polis, no se da ya el espejo lejano en el que sólo se vislumbra el personaje distante, no se funda en una areté que se es,
sino en una areté que se consigue, que se construye.

Si el justo parece ir en contra de la naturaleza del hombre que busca la felicidad, entonces la vía es por el inmoralismo. El
inmoralista encarna la forma de la aristocracia sin el aristón. Al asegurar a toda costa lo que considera su felicidad rompe
la igualdad del nómos y, con ello, la pretensión de situar fuera del propio egoísmo la sanción de la moralidad.

La lucha contra el inmoralista tiene que fundarse en argumentos que establezcan un principio de racionalidad, cuya
negación haga inviable la vida social misma. Sumergido, entonces, el individuo en el exclusivo espacio de su egoísmo,
apenas si pueda levantar la tesis moralista.

IX

UNA ÉTICA DEL LÓGOS.

El ideal aristocrático se encuentra oculto en la ética de Platón. En la República, al menos uno de ellos puede alcanzar o
semejarse al Bien.

El “vivir bien” significa ya el salto cualitativo que diferencia al hombre del animal. Porque el bien que determina la vida
se engarza con el otro término que, en este comienzo de la Política define al hombre: “animal que habla”, animal que tiene
logos. El nivel de la animalidas (Zoon) se corresponde con el vivir (Zen). Pero el logos tiene que ver con el Bien, con
todos aquellos niveles que, en el entramado social, van creando la cultura, o sea, la vida específicamente humana.

Las experiencias de la vida en el nivel en el que, precisamente, se convierte en vida humana, en vida de cultura, en vida
superior a la que, a pesar de todo, condiciona el fundamental sustrato de la naturaleza. En este descubrimiento radica una
de las aportaciones de Aristóteles y una de sus novedades. Cualquier reflexión sobre la ética, tiene que apoyarse en el
carácter intersubjetivo y relativo a la sustancia social.
El bien se dice de muchas maneras. Eso quiere decir que es en el lenguaje donde nace y se articula ese bien. Bien,
principio es decir el bien. Y ese bien que se dice es, esencialmente el mismo que constituye el bien vivir.

La praxis: la indisoluble unión entre el hombre y sus obras.

X. DE QUÉ HABLA LA ÉTICA DE ARISTÓTELES.

1. Es evidente que todo lo que el hombre hace tiende hacia un bien. Esta tesis general con diversas matizaciones, se
especifica como “bien político”, porque si es importante buscar el bien del individuo mucho más grande y perfecto es
alcanzar el bien de la ciudad.

Vivir bien y obrar bien es lo mismo que ser feliz.

Tres formas de vida:

1. Vida que se centra en el goce y provecho del instante.


2. Vida política
3. Vida contemplativa.

Cuál es la función del hombre en tanto que hombre: La función del hombre es una energeia de su psyche de acuerdo con
el logos, con su manera de ser y de expresarse y, así, decimos que la función del hombre es una cierta vida y ésta e suna
actividad de la psyche y de unas praxis razonables (con sentido y fundamento), propia de un hombre diligente que obrase
de acuerdo a una areté.

La bondad de la vida tiene que ver con su actividad y no con lo que se tenga.

Lo que sí puede sostenerse es que esa vida plena de la eudaimonía es el resultado constante de un cierto aprendizaje
(mathesis) o ejercicio (áskesis) con vistas a la excelencia o perfección (areté). Porque sería un error, dejar a la fortuna las
cosas más grandes y hermosas.

Si la eudaimonia es una energeia de la psyché, el político tendrá que entender algo de esto.

División del areté en ético y dianoético. Unas tienen que ver con nuestra manera de obrar, de estar en el mundo y en la
sociedad y otras con nuestra manera de entender y de reflexionar.

2. Las capacidades que tienen que ver con el entender arrancan de la enseñanza (mathesis), mientras que las ésticas
emergen de un fondo más complejo que llamaríamos costumbres, fundadas en la experiencia y en el tiempo. A pesar de
ello, la areté ética” no es algo natural porque la naturaleza no se modifica con la costumbre, con el éthos. De todas formas,
la areté ética” que tiene que ver con la vida y la experiencia, se incrementará viviendo y experimentando.

Conviene saber que investigamos no para saber qué es el areté, sino para ser buenos. En otro caso, sería inútil saber qué es
el bien, y no saber cómo practicarlo.

En esta práctica de la areté, hay, sin embargo, una serie de requisitos que la hacen fecunda y que se refieren al
conocimiento que tengamos de lo que hacemos, de por qué lo hemos elegido y de si es el resultado de una disposición
permanente.

Estas grandes corrientes que nos atrviesan son de tres clases: pasiones (pathe), facultades o capacidades (dynamesis)
modos de ser o hábitos (héxeis). La areté tiene que ver con los hábitos. ¿qué cualidades posee el hábito? Y en qué relación
está con el areté y con el medio (meson), y el equilibrio que constituye el areté. De todo ello saldrá una definición de
areté.

3. si estamos en medio del mundo y hemos de saber encontrar el equilibrio, ese encuentro no puede realizarse según los
requisitos necesarios si no sablemos elegir, o sea saber cómo, por qué y qué tenemos que elegir. Hay que distinguir la
voluntariedad de aquello que puede confundirse con ella. ¿qué es la elección? Ya que puede estar condicionada por el
apetito o el deseo.

En este punto surge el problema del mal, que radica en el hecho de que, en principio todos aspiran a lo que les parece
bueno, pero no está en su mano ese parecer; y, según como cada uno es, así le parece el fin.

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