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Los modelos atómicos obedecen a representaciones mentales que ya desde tiempos remotos para
nuestra ciencia actual se planteaban los antiguos estudiosos de la materia, con la finalidad de
explicar el comportamiento de los átomos y sus propiedades.
Han existido diversos modelos atómicos, el primero fue planteado cerca del 400 a. C. por el
filósofo griego Demócrito, el pensaba que los átomos son indivisibles, y que pueden diferenciarse
por su forma, tamaño, orden y posición. Si consideró la noción
del peso atómico, pero no fue él en realidad quien la
desarrollo, sino Epicuro más tarde.
Para 1803, la representación del átomo cambio bastante, él desarrollo un cuerpo teórico, con el
que se pudo conocer los productos resultantes de la reacción química entre elementos, y saber
porque se comportaban de esa forma, desarrollándose posteriormente la ley de las proporciones
constantes y la de las proporciones múltiples.
Se pueden enunciar algunos de los postulados más relevantes del modelo de Dalton:
Luego, surgió en 1916 el modelo del átomo cúbico, por Lewis, aunque fue rápidamente desechado
por el modelo cuántico, logró aportar el descubrimiento del fenómeno de la valencia, qué es el
numero de electrones que faltan o se deben ceder para establecer el enlace químico y balancear
su nivel de energía.
En la misma época, Thomson, propone un modelo de la estructura del átomo, en el que puede
apreciarse por primera vez, el electrón. Postulaba que los
En el periodo de los 1900, los estudios en química estuvieron bastante competidos, para el 1913,
Bohr propone un modelo capaz de explicar cómo los electrones pueden tener órbitas estables
alrededor del núcleo y por qué los átomos presentaban espectros de emisión característicos.
En este modelo los electrones giran en órbitas circulares alrededor del núcleo, ocupando la órbita
de menor energía posible, o la órbita más cercana posible al núcleo. El electromagnetismo clásico
predecía que una partícula cargada moviéndose de forma circular emitiría energía por lo que los
electrones deberían colapsar sobre el núcleo en breves instantes de tiempo. Para superar este
problema Bohr supuso que los electrones solamente se podían mover en órbitas específicas, cada
una de las cuales caracterizada por su nivel energético.
El modelo atómico de Bohr funcionaba muy bien para el átomo de hidrógeno, sin embargo, en los
espectros realizados para átomos de otros elementos se observaba que electrones de un mismo
nivel energético tenían distinta energía, mostrando que existía un error en el modelo. Su
conclusión fue que dentro de un mismo nivel energético existían subniveles, es decir, energías
ligeramente diferentes. Además desde el punto de vista teórico, Sommerfeld había encontrado
que en ciertos átomos las velocidades de los electrones alcanzaban una fracción apreciable de la
velocidad de la luz. Sommerfeld estudió la cuestión para electrones relativistas.
En 1916, Sommerfeld perfeccionó el modelo atómico de Bohr intentando paliar los dos principales
defectos de este. Para eso introdujo dos modificaciones básicas: Órbitas casi-elípticas para los
electrones y velocidades relativistas. En el modelo de Bohr los electrones solo giraban en órbitas
circulares. La excentricidad de la órbita dio lugar a un nuevo número cuántico: el número cuántico
azimutal, que determina la forma de los orbitales, se lo representa con la letra L y toma valores
que van desde 0 hasta n-1. Las órbitas son:
L = 0 se denominarían posteriormente
orbitales s o sharp
L = 1 se denominarían p o principal.
L = 2 se denominarían d o diffuse.
L = 3 se denominarían f o fundamental.