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DIOS HONRA LOS PACTOS, AUN SI ESTOS SON DE CARÁCTER ENGAÑOSO

Un pacto engañoso no deja de ser pacto,


Dios ordenó a Josué que invadiera y conquistara la Tierra Prometida y que matara a todos
los habitantes (Josué 9). Las personas que vivían en la ciudad de Gabaón eran amorreos
(también llamados gabaonitas), y se contaban entre las tribus que moraban en la tierra que
Josué había recibido órdenes de destruir.
Cuando los gabaonitas se enteraron que Josué venía para destruirlos, decidieron engañarlo a
fin de salvar su vida. Se vistieron con ropas viejas, tomaron pan mohoso, cueros viejos de
vino, zapatos gastados y se cubrieron de tierra. Cuando se presentaron ante Josué,
anunciaron que venían de lejos para hacer un tratado de paz con Israel. Estaban mintiendo.
Josué y sus líderes vieron la apariencia de los gabaonitas, la condición de sus alimentos,
ropas, etc., y quedaron convencidos de que decían la verdad. La Biblia dice que «no
consultaron a Jehová». En cambio, Josué 9:15 reza así: “Y Josué hizo paz con ellos, y
celebró con ellos alianza concediéndoles la vida; y también lo juraron los príncipes de la
congregación”. Luego ¡alguien descubrió que los emisarios no eran de un país lejano, sino
que venían del otro lado de la colina! Josué y sus líderes supieron inmediatamente que
habían sido engañados.
Naturalmente, uno pensaría que Josué y sus líderes inmediatamente se levantarían y
matarían a todos estos hombres por causa de sus mentiras y por hacer que Josué y los
líderes se vieran tan necios. La respuesta de hoy seguramente sería: “Nos engañaron. No
sabíamos lo que hacíamos. Por lo tanto, no hay pacto”. El versículo 18 reza así: “Y no los
mataron los hijos de Israel, por cuanto los príncipes de la congregación les habían jurado
por Jehová el Dios de Israel”. Josué y sus líderes tribales conocían la seriedad de un voto
verbal. También sabían que no debían atreverse a tocar a los gabaonitas. En cambio, de ese
momento en adelante Josué no solo les permitió vivir, sino que también los protegió de sus
enemigos tal como él y sus hombres habían prometido a Dios que harían en su pacto.
La siguiente vez que leemos algo acerca del pacto de Israel con los gabaonitas ocurre 350
años después.
“Hubo hambre en los días de David por tres años consecutivos. Y David consultó a Jehová,
y Jehová le dijo: Es por causa de Saúl, y por aquella casa de sangre, por cuanto mató a los
gabaonitas” (2 Samuel 21:1).
Evidentemente, Saúl estaba molesto porque había gran cantidad de gabaonitas que
trabajaban en torno al tabernáculo, de modo que hizo matar a algunos de ellos.
Repasemos los acontecimientos:
Dios originalmente ordenó que Josué matara a todos los habitantes de la tierra.
Josué hizo un pacto con un grupo de gabaonitas engañosos.
Más de trescientos cincuenta años después, Saúl mata a unos pocos gabaonitas.
Dios hace que venga sobre la tierra una sequía severa durante el reinado de David, y dice
que es porque Saúl ha violado el pacto de Josué con los gabaonitas. Saúl solo violó el pacto
de Josué con los gabaonitas al matarlos; no lo rompió.
Piénselo. Dios le dijo a Josué que matara a todos, pero después de que se pronunciaran unas
pocas palabras engañosas todo cambió, y los gabaonitas se convirtieron en un pueblo
protegido. Luego Dios castigó a todo Israel porque Saúl violó el pacto al matar a algunos
gabaonitas. ¡Dios honra los pactos!
David luego preguntó al Señor cómo podría resolver el problema. El Señor le instruyó que
se presentara ante los líderes gabaonitas y les preguntara qué debía hacer para resolver de
modo honorable dicha violación del pacto con ellos, y cómo realizar la expiación por los
que Saúl había matado.
La ley de Israel en aquel entonces era «si se quita una vida, otra vida debe ser quitada». Los
gabaonitas respondieron a David que les entregara siete de los hijos de Saúl para ser
ahorcados. David les entregó siete de los hijos de Saúl, y los gabaonitas los ahorcaron. En
Samuel 21:14c se halla una declaración espeluznante y a la vez esclarecedora: «Y Dios fue
propicio a la tierra después de esto [después de que fueran ahorcados los siete hijos de
Saúl]». Una vez reivindicado el pacto de trescientos cincuenta años, Dios volvió a
responder a la oración de David, y puso fin a la sequía.
Imagine cómo debe de haber orado y llorado David delante del Señor durante esos tres años
sin resultado. No llegó el alivio hasta que fueran resarcidos los gabaonitas por la violación
(no rompimiento) del pacto cometida por Saúl. Si bien el pacto (acuerdo verbal) fue creado
con engaño, Dios lo confirmo. Las palabras se pronunciaron sin buscar el consejo de Dios,
pero una vez que el pacto fue establecido en su presencia, Dios mismo lo reconoció, lo
confirmó, y exigió su cumplimiento.
LA VIOLACIÓN DE UN PACTO NO LO ANULA
El pacto matrimonial queda establecido cuando un hombre y una mujer solteros o viudos de
manera voluntaria se unen jurando permanecer juntos hasta la muerte de uno de los dos.
Todas las faltas que luego cometan el uno y el otro podrán ser violaciones al compromiso
de respetarse, amarse y ser fiel el uno al otro, pero no anulan el pacto. Dios no reconoce ni
reconocerá un nuevo matrimonio mientras cualquiera de los dos primeros cónyuges siga
con vida. Si lo hiciera, estaría violando su propia santidad, rectitud y justicia. Las
condiciones del primer pacto de matrimonio son vitalicias, pase lo que pase. La previsión
divina a problemas graves como en el caso de que por la maldad de uno de los cónyuges la
vida del otro se ponga en peligro es una separación con miras a una reconciliación. Así está
claramente dicho en 1 Corintios 7:10-11
A veces las consecuencias de la violación del pacto serán tan severas como lo fueron en el
caso presentado cuando el rey Saúl violo el pacto y mato a algunos Gabaonitas. Si hay una
infidelidad por ejemplo, no cabe duda que habrá mucho dolor y sobre todo debería haber
mucho análisis de como la relación se está llevando. Que un matrimonio llegue a ser un
pequeño infierno no se soluciona cambiando de pareja sino en la entrega de la vida de los
cónyuges a Dios para que hagan de su hogar un pedacito de cielo. Y si el corazón de alguno
de los cónyuges es tan rebelde y malvado que abandona el pacto y se va con otra persona, el
hijo de Dios fiel seguirá honrando su pacto permaneciendo solo tal como Dios lo indica en
su Palabra (Mateo 19:12).
“Hermanos, voy a hablarles en términos humanos: cuando un hombre hace un pacto y lo
respalda con su firma, nadie puede anularlo ni agregarle nada.” (Gálatas 3:15 (DHH)
“Maridos amad a vuestras esposas” la palabra que aparece allí para “Amad” viene de la raiz
“Agape” que quiere decir un amor incondicional, amor no de sentimientos si no por
decisión. (Efesios 5:25)
“Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has sido desleal,
siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto… Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no
seáis desleales para con la mujer de vuestra juventud. Porque Jehová Dios… aborrece el
repudio, y al que cubre de iniquidad su vestido, dijo Jehová de los ejércitos. Guardaos, pues,
en vuestro espíritu, y no seáis desleales.” (Malaquías 2:14-16).
“Serás librado de la mujer extraña, de la ajena que halaga con sus palabras, La cual
abandona al compañero de su juventud, y se olvida del pacto de su Dios” (Proverbios 2:16-
17 Reina-Valera 1960 (RVR1960)

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