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RÍOhondo
E l Premio Internacional de Poe-
sía Nicolás Guillén llegó a su
jn tal X como estuUo conce-
bido en su origen: quince edi-
ciones y la apertura de un concurso que
por primera vez uniese a los poetas del
Caribe hispano. Así que, aunque cul-
Así que al año siguiente se convocó a
la primera edición y, a su vez, se hizo
un encuentro de poetas caribeños en
Isla Mujeres, cuya presidencia muni-
cipal encabezaba entonces el propio
Fidel Villanueva. En la organización,
participaron tan activamente Düring y
mine, abierta queda la alternativa para Rafael Burgos que la experiencia tuvo
que otros promotores e instituciones una feliz realización con impactos en
den cauce a certámenes análogos con la comunidad isleña.
RÍOhondo
sombras, de Carlos Zamora; La blancu-
ra imantada, de Níger Madrigal; y Nage-
kidori, de Luis Armenta Malpica.
RÍOhondo
Carlos Düring
RÍOhondo
POEMAS GANADORES DEL
PREMIO INTERNACIONAL DE POESÍA
NICOLÁS GUILLÉN
1997
Premio: El restaurador anónimo, de Carlos Jesús Cabrera Enríquez (Cuba)
Menciones:
Revi(ci)taciones y homenajes, de Marilyn Bobes (Cuba)
Los hijos olvidados de Dios, de Daniel Cabrera Padilla (México)
Jurado:
Guillermo Rodríguez Rivera (Cuba)
Ramón Iván Suárez Caamal (México)
Andrés Ruiz Puga (Belice)
RÍOhondo
No hay en tu transparencia, Como navajas inofensivas que no matan,
en tu velo de polvo, en tu diminuta maravilla, sino reviven, como navajas
huellas del fango que acarician el estómago
de los injnitos cenagales donde los pájaros y matan el hambre.
ciegan con su pico las espigas y sucumben
bajo los navajazos de la pólvora y el plomo, Como navajas que se quitan las vainas
donde los peces estiran como telescopios sus ojos para no asustar al hombre,
en busca de la luz. al sonriente hombre
que desde el mostrador los mira
Ni hay el rastro de los pies semidesnudos y en el ensueño de las ollas
que acopian tu hermético amarillo: restañan con su aroma las heridas del esfuerzo,
cáscara de sol, corteza de oro. la grieta del apetito en los músculos.
El hambre que se viste de pompa,
la pobreza que se engaña a sí misma Y la familia agrupada en torno al mantel
con relumbre de astro y joya. para saciar los apetitos del corazón
con las delicias de la ternura y de la risa.
Como tampoco hay en el cansancio
el agotamiento del hombre y de la bestia Como navajas que resguardan la siesta,
que en sus ojcios y en su desvalimiento y en su la noble amargura del café
desamparo se confunden; y el tabaco.
ni la geometría guillotinesca de la máquina
ni la distancia, la profunda distancia Como navajas.
a la vuelta de este mundo tan vasto,
tan diminuto, tan transparente,
como uno de tus granos
con su velo de polvo.
LA OTRA CARA DEL MAR
SAL
1999
Premio: Insomnios en la noche del espejo, de Odette Alonso Yodú (Cuba)
Menciones:
La blancura imantada, de Níger Madrigal (México)
La urdimbre del silencio, de Norberto James (República Dominicana)
Estación de las sombras, de Carlos Zamora (Cuba)
Poemas, de Alfredo Alonso (Cuba)
Jurado:
Luis Armenta Malpica (México)
Francisco Magaña (México)
Javier España Novelo (México)
Odette Alonso
Odette Alonso
RÍOhondo
mientras las olas se estrellan contra el muro
viajes y jestas
y no añoranza de las islas
y no morirse sola
donde ser extranjero no es ningún privilegio
y no deudas y trabajo y centavos contados.
Viajes y jestas y vestidos bonitos
y dólares que caen como un milagro.
Sentada en su balcón
mirando al horizonte,
la niña sueña.
2000
RÍOhondo
Premio: Desde la islas, de Juan Carlos Mieses (República Dominicana)
Menciones:
Extranjero en Delfos, de Yoel Mesa Falcón (Cuba)
Muñeca india, de Carlos López Moctezuma (México)
Tulipán abierto, de Oscar Wong (México)
Jurado:
Antonio Leal Miranda (México)
Ramón Iván Suárez Caamal (México)
Santiago Canto Sosa (México)
Juan Carlos Mieses
RÍOhondo
allende las auroras, Desde el domo del mar
los abismos. bajo la bruma
y bajo un mismo cielo,
Desde el jjo mar del astrolabio,
con el sol a babor al mediodía
desde la latitud exacta de nuestra pequeñez
y la imaginada aguja siempre al norte,
en la esfera de las horas.
el viento.
El viento desde los mapas
donde los astros marcan los caminos del alma, Desde los tifones con órbitas de incienso
el azar de los mares, y espejismos de bosques ataviados de especias,
el quizás del poniente... donde las murallas cierran los conjnes del mundo
en silencios que guardan mil jinetes de barro,
Desde las armaduras y gusanos de plata entretejen diademas con rekejos
donde gira la muerte en torbellino de estrellas,
a través de una máscara de acero. el viento.
Oh perfumes de pólvora, Y en las quebradas donde el agua se pierde
furor de los estribos. al jnal de los ámbitos del cielo,
en la ira del dragón,
El viento desde el amargo instante el calor de su aliento,
donde por vez postrera la luz de sus escamas...,
alguien respira el alba, el barro, la partida, siguen girando los astros.
y el aroma de una noche sin párpados
y sin testigos. El abismo se lanza hacia adelante,
Desde el claustro de Rábida el vértigo de las constelaciones despierta los terrores
donde se acaba el mar, y arriba,
donde comienza el mundo irremediable contra el mañana,
como un sueño que no cupo en los mapas,
El viento desde el sosiego de los olivares, como una mano
desde la vieja viña donde la luz embriaga, que señala la incertidumbre del poniente,
desde el campo de trigo el viento, el viento.
que se inclina bajo el beso del día.
Desde el reino de las piedras
donde Roma dibuja sus caminos
y van todos a Zena
RÍOhondo
y a Castilla.
Más allá de Moguer,
desde el lejano umbral de la Olivela,
desde la infancia y el pasado siempre,
el viento.
El viento desde las atalayas con sus voces de aurora
donde tañen las miserias del hombre,
donde tañe su gloria.
Oh despertar del día
tercamente contra las velas
con su olor de mañanas amarradas al puerto
y amanecer de fuegos
cuando el sol se despeña desde el cielo.
Menciones:
Génesis de la piedra, de Alejandra Camposeco (México)
Si las pompas inundasen el agua con jabón iracundo…, de Julia Calzadilla (Cuba)
Jurado:
Miguel Ángel Meza Robles (México)
Ramón Iván Suárez (México)
Norma Quintana Padrón (Cuba)
Arístides Vega
RÍOhondo
por pájaros fugitivos. Sabía que aguardaban por mí tras una puerta cerrada,
Caiga por sí sola, por decisión de los vientos pero tuve miedo y sentí el dolor de mis llagas.
que golpean en la noche de lejanos planetas. En la sombra ha crecido la fruta.
No vientos visibles, Heridos y culpables, en el pesebre de hojas secas,
aromas levísimos que sólo nos estremecen la desean.
y estrellas que se buscan en las aguas Fruta madura, extraño péndulo
de extraña quietud. que en las altas horas vuelve a mí con su olor a kores.
Pero hace tanto que hemos envejecido, Vuelve a mí
que ya nuestras carnes no son tan tersas cuando las ánforas desenterradas guardan monedas
ni nuestra manera de hablar revela la verdad e historias inciertas.
de la tierra, el mito ¿Acaso moriré desconociendo la verdad?
de la breve huella en la arena. Arrastro las armas por las arenas
Tierra labrada por jlosos vientos que danzan en las que un pez grabó su esqueleto,
y atan la helada noche terriblemente protegido por su sombra.
por la que ha de esperar la ciudad. Pez de las aguas en las que bebió un ciervo,
Serás la mitad de mi rostro, los oscuros aires aguas que transforman la noche en quejidos,
que desgarran mi pecho. devuélvenos la ciudad
Apagas tu lámpara o los peces dejarán de dibujar la luz.
y lo que estuvo vivo en el tintero de la luz No poseo el amor de las mágicas banderas,
ya no existe. mi Patria es un hermoso vientre que abrazo.
Así vivimos bajo estos signos de eternidad. Debo vivir, me digo a solas,
Quien violenta las estaciones, cuando la felicidad ha sido olvidada.
retira con rápido ademán la máscara
para quedarnos a solas con la muerte.
Puedes decir lo que nunca quisiste revelar,
pero ya nadie escucha.
Hemos esperado por la fruta madura sin rostro alguno,
con un ciervo que puede alcanzar el fuego
para que vengan a mí los recuerdos.
RÍOhondo
Nadie se detendrá ante mi herida ni ofrecerá llamas
que penetren en mis ojos para no olvidar los paisajes
que ha de alcanzar mi kecha.
La muerte no tiene grandezas, no es un animal de circo.
Tenebrosa, tal vez un cuerpo oscurecido, alejado
de toda adivinanza.
Tú no olvides nombrar nuestra vigilia
a los hombres que han depuesto las armas,
a las ancianas que lanzaron sus joyas,
las más preciadas,
tras revivir el jinete y herir la bestia por el corazón.
Hubo quien alimentó las brasas, dejó desierta la ciudad
para que encontremos un camino ajedrezado.
Jurado:
Svetlana Larrocha (México)
Lourdes Cabrera (México)
José Díaz Cervera (México)
Patricia Medina
Patricia Medina 3.
Me fui a beber café para el indulto,
LA BÚSQUEDA era una tarde larga
en todo el jrmamento de la especie,
1. una tarde sin brillo
Los muebles son más viejos con vocación de noche apresurada
y en los platos chimuelos la sopa de espaguetti cuando bebí un café de aparecidos,
presiente los colmillos. un café con sabor a cosas que se pierden
y ya nunca se encuentran:
Así ha sido la historia hasta este invierno
un calcetín,
que nos corta los labios.
el broche de un arete,
Brindamos por los muertos que presentan el hermano mayor.
sus heladas mejillas para el beso
que no pudimos darles. Café de la costumbre
que los años derraman en la boca
Aquí está el villancico, con un perfume negro
con dátiles y almendras nos disponemos y una amarga textura
a oscurecer para abrirle la puerta
al parpadeo de velas a un tiempo que se escapa
que tendrán por descanso un año entero. inmolador.
Y repetimos que somos muy felices,
que nuestras vidas bien valen Mientras la luz se pierde
un mazapán de cacahuate, o se cierran los ojos.
que somos muy felices,
aunque enfermos.
2.
Te fuiste.
No te bastó el perdón cansado de la espera
ni desollarte por calles empedradas.
Querías emparejar el paso desprendido
nueve lustros atrás.
No estaba en ti el silencio,
tu mirada era un grito
que todos escuchábamos
con una aceptación desamparada.
Te fuiste mayo en kor de jesta patriotera
con aquel peso oscuro en las pupilas.
Tarde nos dimos cuenta
que deshacías las torres de la infancia
con un dolor de tiempo a bofetones.
No te querías morir sin la memoria
de todos tus atuendos,
de todas tus mudanzas,
de tus presagios y tus remordimientos.
Te fuiste acaso cuando
tu sangre se hizo tarde
por tu boca
koreciendo en almendro.
2003 14
Premio: El evangelio según la muerte, de José Acosta
RÍOhondo
(República Dominicana)
Menciones:
Posguerras, de Michael Hernández Miranda (Cuba)
Libro primero del escriba, de Alejandro González Bermúdez (Cuba)
Innuendo, de Arlén Regueiro Más (Cuba)
Jurado:
Jorge Gómez Jiménez (Venezuela)
Odette Alonso Yodú (Cuba)
Jorge Souza Jauffred (México)
José Acosta
José Acosta
LUCIÉRNAGA
CABALLO
RÍOhondo
tando zafarse de su cuerpo. Liberado al fin, sus
relinchos se dispersan como abismo en la misma
región donde la humana voz busca ser articula-
da. Allí todo vaga sin haber nacido. Increado el
caballo trota sobre el mapa de su sombra hasta
dar con el caballo que lo contendrá. El primer
rayo le inyecta luz a la noche hendiéndola hasta
florecer. El caballo rompe su pared desvanecién-
dose. En el lugar donde estaba quedó un hueco
donde duerme otro caballo.
Jurado:
Ramón Iván Suárez (México)
Winston Morales Chavarro (Colombia)
Norma Quintana Padrón (Cuba)
Roberto Manzano
Roberto Manzano
1. MOTRICIDAD OSCURA
2. LA INSÓLITA CONSTANCIA
RÍOhondo
de Luis Eduardo García (México)
Menciones:
Nagekidori, de Luis Armenta Malpica (México)
La fuerza de la sed, de Aliuska Molina Ponce de León (Cuba)
Jurado:
Jesús David Curbelo (Cuba)
Francisco Magaña (México)
José Acosta (República Dominicana)
Luis Eduardo García
RÍOhondo
quizá,
y no es que las mariposas pardas sean desagradables,
sólo hay quienes dicen que el gris rekeja una buena
parte de nosotros,
tal vez,
lo cierto es que necesitamos blindaje,
un blindaje supremo resistente a la niebla, a la hendidura
al mar negro que revienta sobre el párpado,
que resista con frialdad el grito de la húmeda puta
que juró amor eterno
y ahora cabalga poseída sobre un hombre más bello,
es urgente,
necesitamos blindaje, una armadura distinta
a este himen de doncella vaporosa, necesitamos un
poco
de esa ira que cubre a las hienas,
de ese tacto irresistible que posee toda geisha
al tocar el azul de tu sexo y no tocar nada,
necesitamos,
necesitamos blindaje,
una cubierta de titanio, un búnker,
una constelación infranqueable de muros y cuer-
pos vacíos,
oh, lo necesitamos tanto.
2006
Premio: Las sucesivas puertas, de Heriberto Hernández Medina (Cuba)
Menciones:
Nostalgias de mareas, de Luis Alberto Ortega Medina (México)
Versiones, de Germán Guerra (Cuba).
Jurado:
Ramón Iván Suárez Caamal (México)
Miguel Ángel Meza Robles (México).
Norma Quintana Padrón (Cuba)
Heriberto Hernández
Heriberto Hernández Medina las maderas del ocio, las cartas, las palabras.
Hemos sembrado el placer y el dolor, sus sutiles ramillas,
QUAESTIO DISPUTATA sus sombras que apenas podemos distinguir,
hemos recogido sus frutos
¿Por dónde va el camino a la habitación de la luz? y nadie podrá decir que hemos comido
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de este o aquel con más fruición.
Las paredes, las lozas pulidas y húmedas del piso,
Vuelto hacia el mar que la verdad propone, nada hay más parecido
hacia el tiempo vulgar en que adolece, combada el alma, al vacío discurso borrado por la ausencia.
su mortal sosiego, Aguas del desastre,
embarga del recuerdo el arco efímero habéis dejado los muros desnudos de todo lo superkuo,
de trascendida historia a cruel halago. carne de los recuerdos,
No basta el injnito débil como la carne de la historia en los labios.
mar de oscuros espejos y armas nobles Cartas desde la ausencia hacia la ausencia,
que hundir en sal pudiera de ese no estar sin odio
las islas del recuerdo, las sombras y los libros. al rencor destronado del cuerpo que eterniza
Es frente al mar que el hombre su reinado fatal,
del ocio al singular clamor del agua renaciendo su perfección de máquina signada por lo innoble.
negará el turbio círculo, Hemos recogido los frutos,
equívoco, en oro renovado. hemos comido de unos y de otros y estamos satisfechos.
Imagen y hombre, en ambos dividido
cual cuerpo y alma o páramo y silencio, II
a un largo viaje apresta el hombre otro, A mí una pobrecilla
que ha partido en silencio hacia su imagen, mesa, de amable paz bien abastada
la imagen triste LDA@RSD
que a lamentarse de sus armas vuelve. %Q@X+THRCD+DİM
RÍOhondo
canta entre las ramas; Estos, los cetros y los títulos,
el canto está en lo alto, sin plumaje ni gloria, los símbolos y honores, materia sacra del
en los prados distantes en que el hombre árbol de los héroes,
no funda. savia de los orígenes y del jn de la duda;
Despojados de todo, cegado el ojo y muertos los beber en ella y hacer en silencio amargas y
sentidos, eternas abluciones
queda el silencio, su sustancia breve, no basta, pudiera bastar para escribir dudo
su armonía de páramo sos libros,
en la ciudad en que la luz no miente. cálidas crónicas que adornen los labrados
archivos,
III noble madera.
Los retratos de grandes hombres Cante el ave en lo alto, sople aún el viento,
y mil títulos diversos madure el fruto en los labios,
&THKK@TLD ONKKHM@HQD
el fruto simple,
néctar, no del recuerdo, tras la siesta indolente.
Son estas las cartas de mis antepasados,
en una de estas fotos pudiera estar si el
tiempo no guardase
su orden irreversible,
su vocación de mayordomo cegado por el
polvo
Es éste el pedazo de historia que es carne de mi carne.
Son estas parcelas que la bondad y la maldad disponen
para el fruto jugoso o el miserable fruto,
estos los libros de asiento, los tristes registros,
su olor a carne muerta, papel o carne frágil
de las genealogías y de las heredades.
¿Qué hacer, qué cimentar que fuere duradero, per-
durable,
sobre la frágil identidad del polvo?
Quien una vez destruye, destruirá dos veces y más;
quien funda, aún sobre el polvo, nada más ha de
hacer,
será tan sólo un rekejo del sol sobre los
RÍOhondo
mármoles.
2007
Premio: Metafísica de los patios, de John Jairo Junieles (Colombia)
Jurado:
Roger Metri Duarte (México)
Ramón Iván Suárez Caamal (México)
Norma Quintana Padrón (Cuba)
John Jairo Junieles
2008
Premio: Tu respiración es el asunto, de Armando Alanís Pulido (México)
Jurado:
Luis Armenta Malpica (México)
Luis Aguilar Martínez (México)
Ramón Iván Suárez Caamal (México)
Armando Alanís
Qué real este latido que me delata Se adjudicó una larga tarde
¿y los ojos están deshechos? luego confundió al amor con espejismos.
El alpinista de la noche Si me comparas existo
sabe que hay bajada.
Alguien inventa la kor
sólo así soporto el verso
algo arderá:
la agonía luminosa.
20
y el universo tímido se esconde.
RÍOhondo
Nada que pactar
LA NOCHE NOS HABLA CON SU RONCA VOZ ¿Es involuntario este temblor?
(7 anhelos quizás abandonos) el sudor anida en una ráfaga de música
esto se parece a la felicidad.
Acordes que como un remolque
trasladan mis restos Hay lugares
escribo, canto en eso estoy. pero este no lugar que hoy ocupamos
son los segundos que anteceden al olvido
Pertinaz me convocas
donde me reconozco.
y acudo temblando
porque es la manera de sentirte. Se veía venir, se veía vivir
cuenta la leyenda:
Es la suma de nosotros
fue así, así fue
cicatriz que reverdece
podemos hacernos daño.
es la culpa.
Es impulso en desbandada
toco la superjcie
el fulgor, la luz.
Y adherido, quizá varado
si el zumbido del verbo me incluye
correspondo.
Porque toda pertenencia –así sea temporal–
es pertenencia
regreso al abandono.
Fúnebre el sonido
en un solo acto de ruido
reconsidero
RÍOhondo
y de nada
evoluciono.
2009
Memoria de la ropa y otros desechos para lavar en casa,
de Lirio Garduño-Buono (México)
Menciones:
Llama de frente, de Fernando Carrera (México)
Cabaret barroco, de Wingston González (Guatemala)
Jurado:
Juan José Macías (México)
Jorge Souza Jauffred (México)
Armando Alanís Pulido (México)
Lirio Garduño-Buono
2010
Premio: Fruta de temporada, de Luis Aguilar Martínez (México)
Jurado:
Delfín Prats Pupo (Cuba)
Armando Alanís Pulido (México)
Ramón Iván Suárez Caamal (México)
Luis Aguilar
RÍOhondo
Jurado:
Enrique Saínz (Cuba)
José Landa (México)
Ramón Iván Suárez (México)
Pedro Llanes
RÍOhondo
II las almohadas. Sobre su textura negra se distinguían
No es difícil morir en la isla de las velas azules.3 rayas amarillas y rojas. El reloj de pared marcaba las
Verdad, no verdad, podemos a veces morir de verdad. seis. Faltaban dos horas para que oscureciera.
Mi madre ya inmóvil soñó que moría
en diciembre, de mañana, mientras la arrastraba la luz.
La llevamos de la cama al pasillo exterior,
tirábamos de las sábanas hasta el ataúd,
feo y demasiado grande para su cuerpo.
1
Ellrenstein en «Gottes Tod» hizo un dibujo de Dios «muerto en toda su estatura». Joyce quizás de
acuerdo con él se negó a orar delante de su madre moribunda.
2
Aquí la mano se agranda como en Alicia en el país de las maravillas, simula una pequeña
PDQLREUDGHGHVSHUVRQLƂFDFLÐQ
3
El azul traduce intenciones binarias, con escaso embozo mariano. Mortuorio en las necrópolis egipcias
y en la oblicuidad de lecturas del Príncipe Turquesa (Chalchihuitl) de los aztecas, sugiere defecto, sequía.
&KHYDOLHU/RVPD\DVXQWDEDQGHFKpRKuSDVWDD]XOuDORVƃHFKDGRVULWXDOHV\DORVLQVWUXPHQWRVGH
uso común durante el Olob-Zab-Kamyax (El Libro de los Libros del Chilam Balam.)
4
En el Museo Agramonte (Camagüey, Cuba) pude ver esta camisa en octubre de 2003. ¿Existe
algún nexo en cuanto a color? Los padres priores de San Pablo y San Pedro citaron a Ticiano
SDUDLQWHUURJDUORVREUHODVƂJXUDVGHSHUURVVREUHSXHVWDVHQVXVUHSUHVHQWDFLRQHVGHO+RPR
5
Piénsese en Schöne Jugend de G. Benn: «Por último, en un pabellón bajo el diafragma /
encontraron un nido de ratas jóvenes… Y hermosa y rápida les llegó la muerte». Las ratas son
echadas al agua, se ahogan, no tienen el áster cosido dentro del cuerpo.
6
Madonna Povertà nos regaló cenizas y cruces hechas de estaño.
7
La escalera asciende y desciende desde un punto de pirámide (puede ser rascacielos) que une
a Jacob con el descenso cósmico de Jesús. Funda el equilibrio del paraíso, la caoticidad infernal.
Tiene personeros como Icaro, Breughel y los oscuros constructores de torres.
8
La mariposa que sale de la boca de los difuntos, i.e., la Psique de Pompeya, representada por
una muchacha con alas.
2012
Premio: Viaje solar de un tren hacia la noche de Matachín, de Javier Alvarado (Panamá)
Mención honoríjca: Acotaciones del viajero, de Arístides Valdés Guillermo (Cuba)
Menciones:
Rumor nocturno, de Gustavo Zuluaga, (Colombia)
Loa y diatriba de las 5 piedras, Zairo Anillo Martínez (Colombia)
Jurado
Ramón Iván Suárez (México)
Meztli Vianey Suárez (México)
Carlos Torres Brambila (México) Javier Alvarado
RÍOhondo
para llegar hasta la mancha secreta del paisaje que nadie reclamó y que fueron a dar a la punta del
mientras sigo recorriendo estas piedras, escalpelo, a los recuerdos deforestados de la casa,
acumulando historias, a las escuelas de medicina donde las autopsias son
tocando fantasmas risibles a mi tacto? un recuerdo monorrimo?
¿A dónde todo el dolor y la aventura de ese tren
retórico? Yo tomo una tibia y me voy a acurrucar en
las piernas de mi madre y en las piernas de mi madre
LOS HUESOS DEL TREN hay ese mismo sonido, esa misma música del hue-
so, ese hueso maternal y paternal de los rieles y de
Acaso, dijiste, los durmientes que salen a acosarme, ese llanto del
haya travesías por realizar en soledad guayacán a oscuras, del tren que intermedia la no-
Hans van de Waarsenburg che, donde encontramos esa estación del miedo y
del trópico bisbiseante; ese jadeo de los astros y de
Ése es el jnal, soltar el cordel y dar paso a las otras vidas; la ropa como letreros ahogados: Gorgona, Gamboa
rayar en los espejos esos soplos de felicidad, esas y Blas Obispo,
lenguas que conjuran al rocío, La Línea, Gatún, Bujio, Barbacoas, Matachín y Sum-
esa agua que cambia, ese espejo disonante, ese mit, donde aún perduran la majestuosidad del hueso
bosque y la prontitud ajena del cardumen,
que bosteza y se marcha y abre los manglares ¿A dónde esta el llanto de los personajes y persona-
con sus dotes; ese mar que desdibujamos con la jas de los pueblos perdidos?
tentación de las islas ¿A dónde este rayo de ser y el lugar que deconstruye?
y que ya no volverá a existir ahora que nadamos en Es inmediata la tarea de recolectar los huesos, esos
exceso. huesos que principian
los demonios y los ángeles que amamos,
Ya podrás recordar ese Camino Real y ese Camino esos huesos carcomidos por el amor y el sexo,
de Cruces y por las sandías que roemos con furia (aproximán-
cuando tomes un tren en suelo extranjero, cuando donos a una temporada de marcha,
colmes las hojas a un fuego de estación).
y haya una nostalgia de árbol trepando un sueño Mientras mordemos la sandía con José Manuel Luna
dentro de otro sueño, y escupimos las semillas
donde te sentirás más lejos, donde titubearás ante a Jack Oliver (que cae por el exceso de la bebida y
ese núcleo solitario, vuelve a ser una soga más abandonada en el puerto),
ante esa desbandada de los que se conceden la au- la historia sigue sedienta
tomiseria, como esa interminable tajada de sandía
la humillación de la música.
RÍOhondo
que sigue engordando,
¿A dónde fueron a parar los huesos? como la muerte en los huesos.