Está en la página 1de 24

NICOLÁS GUILLÉN:

GÉNESIS, HISTORIA Y FINAL DE


UN PREMIO LITERARIO
Agustín Labrada
2

RÍOhondo
E l Premio Internacional de Poe-
sía Nicolás Guillén llegó a su
jn tal X como estuUo conce-
bido en su origen: quince edi-
ciones y la apertura de un concurso que
por primera vez uniese a los poetas del
Caribe hispano. Así que, aunque cul-
Así que al año siguiente se convocó a
la primera edición y, a su vez, se hizo
un encuentro de poetas caribeños en
Isla Mujeres, cuya presidencia muni-
cipal encabezaba entonces el propio
Fidel Villanueva. En la organización,
participaron tan activamente Düring y
mine, abierta queda la alternativa para Rafael Burgos que la experiencia tuvo
que otros promotores e instituciones una feliz realización con impactos en
den cauce a certámenes análogos con la comunidad isleña.

Francisco López Sacha

el mismo objetivo de difundir, valorar y De ese encuentro se recuerdan recitales


RÍOhondo
enaltecer la poesía escrita en la región. y conferencias, presentaciones de libros
y revistas, la dramatización con música
El premio nació de una idea del novelista en vivo de algunos poemas de Nicolás
cubano Francisco López Sacha, en me- Guillén en el zócalo isleño, la emocionan-
dio de una reunión alegre e informal, en te lectura colectiva que se hizo en la co-
noviembre de 1996 en Isla Mujeres, con lonia El cañotal –donde el poeta Ramón
el cronista Fidel Villanueva, el poeta Ra- Iván Suárez compuso una décima dedi-
fael Burgos, el cineasta Carlos Düring y cada al Caribe– y la entrega del premio
quien esto escribe. Se pensó en Nicolás al ganador Carlos Jesús Cabrera por su
Guillén porque ha sido el poeta de ma- libro El restaurador anónimo.
yor relieve en la cuenca caribeña, quien
abordó asuntos regionales (en distintas En ese contexto, fue presentada tam-
estrofas) dentro de su gran poesía. bién la revista Sonarte, del taller literario
revista Río Hondo, el escritor y periodis-
ta mexicano Jorge González Durán, y la
Universidad de Quintana Roo.

A la primera edición de 1997 apenas


llegaron veinticinco libros; a la última,
setecientos cincuenta y uno. Ello revela
un proceso de involucramiento por par-
te de los poetas caribeños de todos los
países hispanos de la cuenca: Venezue-
la, Colombia, Panamá, Nicaragua, Cos-
ta Rica, Honduras, Guatemala, Repú-
blica Dominicana, Cuba, Puerto Rico y
México. También se recibieron libros de
beliceños escritos en español.

Al concurso llegaron, además, poema-


rios de escritores caribeños que residen
en Europa, África, Asia, América del Sur,
Estados Unidos, Canadá y Australia. Las
bases y los resultados, así como entre-
vistas con los poetas triunfadores y rese-
ñas sobre sus libros vieron la luz en nu-
merosas publicaciones del mundo tanto
en ediciones impresas como en la Web.

Aunque en las bases fue establecido que


no se realizarían actividades de premia-
ción, fue posible que asistieran a Quinta-
na Roo, en distintos años, cuatro de los
autores premiados: Carlos Jesús Cabrera
Enríquez, Odette Alonso Yodú, Juan Car-
los Mieses y John Jairo Junieles. Cada
uno de ellos leyó sus textos y presentó su
libro ante el público del Caribe mexicano.

El restaurador anónimo, de Jesús Ca-


brera, tuvo una segunda edición en La
Fidel Villanueva Madrid

Syan Ka’an, de Bacalar, íntegramente


dedicada a la obra de Nicolás Guillén, la
noticia del premio y ciertos poemas del
libro elegido por un jurado internacional
que entonces conformaron Ramón Iván
Suárez Caamal, Nicolás Andrés Ruiz
Puga y Guillermo Rodríguez Rivera.

La primera edición estuvo auspiciada


por la Unión Nacional de Escritores y
Artistas de Cuba (UNEAC), el Ayunta-
miento Municipal de Isla Mujeres, la Fun-
dación Nicolás Guillén, la Asociación de
Escritores de Quintana Roo y el Instituto
Quintanarroense de la Cultura. Con el
kuir del concurso, se sumaron y se extin-
guieron diferentes coauspiciadores, pero
siempre se mantuvo la UNEAC y, desde
el año de 2004, la revista Río Hondo.

En 1998 no se convocó al concurso,


pero a partir de 1999 se le dio continui-
dad y entraron otros coauspiciadores
Isla Mujeres

(según el año) como el Ayuntamiento


Municipal de Othón P. Blanco, la Funda-
ción Oasis, la revista Tropo a la uña, la
Habana. Otros poemarios que obtuvie-
ron menciones están publicados por
editoriales de México y Cuba con el
señalamiento de que fueron valorados
4
en el concurso como Estación de las

RÍOhondo
sombras, de Carlos Zamora; La blancu-
ra imantada, de Níger Madrigal; y Nage-
kidori, de Luis Armenta Malpica.

Ramón Iván Suárez


A su vez, la Fundación Oasis de Cancún
y la Unión Nacional de Escritores y Ar-
tistas de Cuba realizaron una ceremonia
en La Habana para otorgarle el premio al
poeta Arístides Vega Chapú, por su libro
De lo que supone, que ganó el concurso
en el año de 2001. La UNEAC también le
hizo un homenaje a Julia Calzadilla, quien
obtuvo mención ese mismo año.

RÍOhondo
Carlos Düring

En 2013, los poetas Pedro Llanes Del-


gado y Javier Antonio Alvarado Díaz,
ganadores del concurso en los años
2011 y 2012, ofrecieron un recital a dos
voces, con textos de sus libros galar-
donados en el Premio Internacional de
Poesía Nicolás Guillén, dentro de las
actividades de la Feria Internacional del
Libro de Cuba en la subsede de la ciu-
dad de Santa Clara.
Nicolás Guillén
En este camino, muchas son las per-
sonas que han colaborado para la
materialización del certamen de modo
muy comprometido como el poeta
y editor Ramón Iván Suárez Caamal,
quien ha fungido como jurado en dife-
rentes ediciones y publicó (con recur-
sos propios) algunos de los libros pre-
miados en su modesta casa editorial
bacalareña Nave de papel.
Enrique Baltar Rodríguez

Agustín Labrada, coordinador


del Premio Internacional de
Poesía Nicolás Guillén

Por su parte, el escritor y periodista Sé que en estas líneas se escapan de la


Jorge González Durán ha colaborado – memoria nombres de otras buenas al-
también con su propio dinero– desde la mas que compartieron el proyecto con
edición nueve hasta la quince con parte sensibilidad y con aportes de diversa
del pago que se le destina a los poetas índole (como jurados, promotores o
ganadores; y el ensayista y poeta Miguel gestores). Pido perdón por no mencio-
Ángel Meza Robles, igualmente, gestio- narlos a todos ni a todas las publicacio-
nó apoyos y publicó los textos premia- nes del patio y el orbe que difundieron
dos en las páginas de la revista literaria los alcances del concurso hacia todos
Tropo a la uña. los puntos cardinales.

Hacia el año de 2007, el doctor Enri-


que Baltar Rodríguez, quien ocupaba
el cargo de secretario docente de la
Magdalena Mulia Cabrera
Universidad de Quintana Roo, propuso
con éxito que la alta casa de estudios
quintanarroense coauspiciara el con-
curso. Ello mejoró sensiblemente tanto
el monto destinado a los poetas gana-
dores como la edición profesional de los
libros premiados.

En este sentido, la labor de la editora A quienes boicotearon el concurso, es-


Magdalena Mulia Cabrera ha sido es- cudados en la demagógica burocracia, y
pléndida y reconocida tanto por los auto- exhibieron su indolencia y también algo
res como por una amplia comunidad lec- de xenofobia, el injnito azar les devolve-
tora, no sólo porque los libros han tenido rá sus malas acciones, aunque –desde
un diseño y una edición impecables, sino hace mucho tiempo– son pasto del olvi-
también porque le dio unidad a las edi- do. A quienes apoyaron la cristalización
ciones que hasta el año de 2007 resulta- de un sueño les manifestamos nuestro
ron ser demasiado libres y heterogéneas. agradecimiento, la eterna gratitud.
Jorge González Durán
6

RÍOhondo
POEMAS GANADORES DEL
PREMIO INTERNACIONAL DE POESÍA
NICOLÁS GUILLÉN

1997
Premio: El restaurador anónimo, de Carlos Jesús Cabrera Enríquez (Cuba)

Menciones:
Revi(ci)taciones y homenajes, de Marilyn Bobes (Cuba)
Los hijos olvidados de Dios, de Daniel Cabrera Padilla (México)

Jurado:
Guillermo Rodríguez Rivera (Cuba)
Ramón Iván Suárez Caamal (México)
Andrés Ruiz Puga (Belice)

Carlos Jesús Cabrera

CON SU VELO DE POLVO COMO NAVAJAS


ARROZ FRIJOLES

RÍOhondo
No hay en tu transparencia, Como navajas inofensivas que no matan,
en tu velo de polvo, en tu diminuta maravilla, sino reviven, como navajas
huellas del fango que acarician el estómago
de los injnitos cenagales donde los pájaros y matan el hambre.
ciegan con su pico las espigas y sucumben
bajo los navajazos de la pólvora y el plomo, Como navajas que se quitan las vainas
donde los peces estiran como telescopios sus ojos para no asustar al hombre,
en busca de la luz. al sonriente hombre
que desde el mostrador los mira
Ni hay el rastro de los pies semidesnudos y en el ensueño de las ollas
que acopian tu hermético amarillo: restañan con su aroma las heridas del esfuerzo,
cáscara de sol, corteza de oro. la grieta del apetito en los músculos.
El hambre que se viste de pompa,
la pobreza que se engaña a sí misma Y la familia agrupada en torno al mantel
con relumbre de astro y joya. para saciar los apetitos del corazón
con las delicias de la ternura y de la risa.
Como tampoco hay en el cansancio
el agotamiento del hombre y de la bestia Como navajas que resguardan la siesta,
que en sus ojcios y en su desvalimiento y en su la noble amargura del café
desamparo se confunden; y el tabaco.
ni la geometría guillotinesca de la máquina
ni la distancia, la profunda distancia Como navajas.
a la vuelta de este mundo tan vasto,
tan diminuto, tan transparente,
como uno de tus granos
con su velo de polvo.
LA OTRA CARA DEL MAR
SAL

Huesos triturados por el mar que se suman


a las catástrofes de los huesos del hombre,
puñaladas de sodio en el corazón.

Vidrio molido como los ojos de las moscas,


como la piel de los caimanes,
donde el sol se descompone en arcoiris
con el único color de la sangre.

Tus cristales son pirámides donde se adora


a un dios falso, la otra cara del mar.
Amargo dios que pone a la mesa
sabores prestados, coartadas del paladar,
heridas de saliva en la lengua.

Dientes que se clavan en la venas,


son ellos los que en realidad catan Carlos Jesús Cabrera
los desabridos bocados que la tierra
nos ofrenda.

Granulada mano, transparentes dedos


que aprietan la frágil
garganta del hombre.

1999
Premio: Insomnios en la noche del espejo, de Odette Alonso Yodú (Cuba)

Primera mención: Botín de poeta, de Yoel Mesa Falcón (Cuba)

Menciones:
La blancura imantada, de Níger Madrigal (México)
La urdimbre del silencio, de Norberto James (República Dominicana)
Estación de las sombras, de Carlos Zamora (Cuba)
Poemas, de Alfredo Alonso (Cuba)

Jurado:
Luis Armenta Malpica (México)
Francisco Magaña (México)
Javier España Novelo (México)
Odette Alonso

Odette Alonso

INSOMNIOS EN LA NOCHE DEL ESPEJO LAS ISLAS

Como sombras danzantes saliendo del telón Sentada en su balcón


azules los anillos te atenazan mirando al horizonte
bajo una lluvia espesa. la niña sueña con viajar muy lejos.
Era tibio tu cuerpo Europa bajo sus plantas
arañas asesinas sobre los vidrios rotos las luces de París en una mano
y el atrio de la iglesia donde jugaba un niño. reconquista del mundo en sentido contrario.
Voces lejanas alegres pesadillas La despeina el viento suave de las islas
bailan sobre la inútil falange enfebrecida y ella cierra los ojos atisbando a lo lejos
colman como lamentos la noche del espejo. marido rico que mantendrá su ocio
La luz no será alivio y tiendas coloridas donde cubrir su cuerpo.
el sueño no vendrá. Sentada en el balcón ve pasar los aviones
aparatos plateados que atraviesan el mar
y pisan otras tierras
donde el verano ha de ser menos caliente
y la nieve una jesta de muñecos blanquísimos.
8
Viajes y jestas imagina

RÍOhondo
mientras las olas se estrellan contra el muro
viajes y jestas
y no añoranza de las islas
y no morirse sola
donde ser extranjero no es ningún privilegio
y no deudas y trabajo y centavos contados.
Viajes y jestas y vestidos bonitos
y dólares que caen como un milagro.
Sentada en su balcón
mirando al horizonte,
la niña sueña.

LOS AMANTES DE POMPEYA

La luna era distinta hace un segundo


te iluminaba
entraba por la hendija como un sorbo.
Moriremos de amor amiga mía
presiento que un tropel desciende de las cumbres
siento su oleada tibia presionando mi espalda.
Moriremos de amor
todos los vientos llegan como una manotada
y yo cubro tu cuerpo lo incorporo
quiero aliviarme en ti.
Hace un segundo la luna era distinta
y no había ese susto en tu mirada.
Algo nos viene encima
ese sordo rumor es un presagio.
Cierra los ojos pronto amiga mía.
Es el amor que llega.

2000

RÍOhondo
Premio: Desde la islas, de Juan Carlos Mieses (República Dominicana)

Menciones:
Extranjero en Delfos, de Yoel Mesa Falcón (Cuba)
Muñeca india, de Carlos López Moctezuma (México)
Tulipán abierto, de Oscar Wong (México)

Jurado:
Antonio Leal Miranda (México)
Ramón Iván Suárez Caamal (México)
Santiago Canto Sosa (México)
Juan Carlos Mieses

Juan Carlos Mieses y me pregunto:


¿es el pasado
EL PERFIL DE LAS TORRES fantasma del recuerdo?
¿Es el olvido la última esperanza del perdón?
“El presente y el pasado ¿Cuáles hojas de parra
existen a la vez en el futuro, han de cubrir la desnudez del alma?
y el futuro ya se encuentra en el pasado”.
T.S Eliot El sol declina detrás del perfecto perjl de las torres,
sobre aquel edijcio de cristales dorados.
Cada noche se repite en nosotros el dolor del Edén. Y más allá,
Cada noche redescubro mi propia y compartida por encima del día y de los hombres,
desnudez el mar.
El mar de entonces. ¿Dónde hubo que comenzar
El mar de siempre. el lento ascenso que aún perdura?
La encrucijada
¿En qué lugar del alma
donde el azar y el porvenir se encuentran,
se inserta el metal del guerrero?
donde el tiempo se estira
e incesante persiste. ¿En qué arena de isla se borraron sus pasos?

Y lo sé todo ¿En qué perfecta línea de horizonte


entonces, se susurró por primera vez?
pues grilletes no hay para el recuerdo. ¿En cuáles litorales
jamás violados por mascarón de proa,
ladridos y relinchos de bestias temerosas
MIENTRAS LAS OLAS... proclamaron su arribo?
¿En qué llanos de polvo,
Plumón de nido, nivel de luna, sendero de manadas,
salud del oro, guitarra abierta, jnal de los caminos,
jnal de viaje, donde una isla.... se perdieron sus huellas?
Pedro Mir ¿En qué puerto de ría
la pleamar lamió sus corazones?
Nosotros...,
¿quiénes somos nosotros? ¿En qué selva lejana
sin porvenir de dichas,
¿Dónde comienza el lejano sonido sin malicia para vencer al hombre diferente,
que envuelve en escamas el viento, sin instinto para prever el oro,
en latidos las olas, para prever el perro,
en velámenes negros la silueta de los pájaros marinos, el vientre del bajel bajo las olas,
en atávicas naves el horizonte circular del agua,
el kotar de los pelícanos del litoral? la desaparición de la koresta bajo un crecido azul
¿En qué olvidada tarde que nunca se termina
los alisios cesaron de soplar desde el pasado? se pudren sus verdades?

¿En qué impreciso instante ¿En cuál de sus vocales


la aguja de marear se alejó de su estrella se repite la clave de la agreste colina,
para marcar un norte insospechado? de la piedra desnuda,
del sendero de cantos que una vez fuera un río?
¿Cuáles giros de lunas
alumbraron la noche y sus delirios ¿Cuáles acentos guardan el secreto
aquel primer verano? del perjl de los vientos,
del malva del poniente en las bahías,
¿En cuáles lejanías del bogar de las yolas al caer la tarde,
las naos marcan aún su rumbo ultramarino, del mirar de los niños
y el surco de la quilla hacia el gris de la lluvia que se acerca?
aún no se cierra?
¿En qué murmullo de guijarro
Nosotros..., se sugieren sus ansias?
¿cómo deletrear esa nueva palabra tan antigua?
¿En cuál hueco de calabaza
¿Con cuáles tintes de lejano reino se recogen sus sílabas agrestes?
se habrá de escribir en siglos venideros?
¿En qué lienzo de impalpables colores
¿Con qué canto de aliento en caracola se aturden sus sentidos?
o de corneta
se aúlla? ¿En qué tranquilas aguas
las algas revelaron los lindes del misterio?
¿Sobre qué arena
o tela ¿Qué bandadas de aves
o pliegue de otro mundo cruzaron los contornos del migratorio cielo
se escribe? cuando sus letras en el Caribe se agrupaban?

¿Con qué signos oscuros


como el agua de un río o el kujo de los mares VIENTO DE PALOS
dibujará sus ámbitos el tiempo?
¿Con qué sangre de ave
o de reptil “...Tengo propósito hazer carta
o tintura de la buscada china nueva de navegar, en la cual situaré todas
se cifra en caracteres? la mar e tierras del mar Océano en sus
propios lugares, debaxo su viento...”
¿Desde cuándo nosotros? CHRISTO FERENS
Desde costas de niebla y de la tierra,
donde ondea sus ropajes la vastedad del mar;
tenaz desde la proa,
el viento.
y ese punto constante que en la noche nos mira.
El viento desde el mármol tallado con amor
y el cincel que lo muerde
10
El viento desde el claro color de los veranos y lo desnuda.

RÍOhondo
allende las auroras, Desde el domo del mar
los abismos. bajo la bruma
y bajo un mismo cielo,
Desde el jjo mar del astrolabio,
con el sol a babor al mediodía
desde la latitud exacta de nuestra pequeñez
y la imaginada aguja siempre al norte,
en la esfera de las horas.
el viento.
El viento desde los mapas
donde los astros marcan los caminos del alma, Desde los tifones con órbitas de incienso
el azar de los mares, y espejismos de bosques ataviados de especias,
el quizás del poniente... donde las murallas cierran los conjnes del mundo
en silencios que guardan mil jinetes de barro,
Desde las armaduras y gusanos de plata entretejen diademas con rekejos
donde gira la muerte en torbellino de estrellas,
a través de una máscara de acero. el viento.
Oh perfumes de pólvora, Y en las quebradas donde el agua se pierde
furor de los estribos. al jnal de los ámbitos del cielo,
en la ira del dragón,
El viento desde el amargo instante el calor de su aliento,
donde por vez postrera la luz de sus escamas...,
alguien respira el alba, el barro, la partida, siguen girando los astros.
y el aroma de una noche sin párpados
y sin testigos. El abismo se lanza hacia adelante,
Desde el claustro de Rábida el vértigo de las constelaciones despierta los terrores
donde se acaba el mar, y arriba,
donde comienza el mundo irremediable contra el mañana,
como un sueño que no cupo en los mapas,
El viento desde el sosiego de los olivares, como una mano
desde la vieja viña donde la luz embriaga, que señala la incertidumbre del poniente,
desde el campo de trigo el viento, el viento.
que se inclina bajo el beso del día.
Desde el reino de las piedras
donde Roma dibuja sus caminos
y van todos a Zena

RÍOhondo
y a Castilla.
Más allá de Moguer,
desde el lejano umbral de la Olivela,
desde la infancia y el pasado siempre,
el viento.
El viento desde las atalayas con sus voces de aurora
donde tañen las miserias del hombre,
donde tañe su gloria.
Oh despertar del día
tercamente contra las velas
con su olor de mañanas amarradas al puerto
y amanecer de fuegos
cuando el sol se despeña desde el cielo.

El viento desde los senderos


que fatigas tiradas por las bestias
dibujan en el suelo,
y donde el hombre crece paso a paso
y paso a paso muere,
como un molino,
como una fragua...

El viento desde las constelaciones en lo alto,


oh esferas donde rielan los astros
desde el girar del cielo
2001
Premio: De lo que se supone, de Arístides Vega Chapú (Cuba)

Menciones:
Génesis de la piedra, de Alejandra Camposeco (México)
Si las pompas inundasen el agua con jabón iracundo…, de Julia Calzadilla (Cuba)

Jurado:
Miguel Ángel Meza Robles (México)
Ramón Iván Suárez (México)
Norma Quintana Padrón (Cuba)
Arístides Vega

Arístides Vega Chapú en el espejo de mi pecho.


Pero mi corazón ya no dirá la verdad,
SI FUERA POSIBLE OLVIDARÍA ESTE TIEMPO no es refugio de los que temen quedar solos,
olvidados por la luna que nos pertenece y alivia.
Siembro un árbol como si abrazara a mi hija Siembro un árbol para que penetre su cuerpo de serpiente
con el temor de desconocer hasta donde crecerán por estas puertas nunca abiertas.
sus hojas. Han crecido las murallas de la ciudad
Para aliviar mis ganas de morir, y ni siquiera la magia de la alfombra podrá sobrevolarlas.
me he dejado llevar por sus sombras.
Tendría un buen corazón si atravesado no estuviera. A solas, converso con alguien a quien no revelo mi nombre.
Pero un árbol quebrado puede mover el cielo Sin decirme si es creíble la conversación,
hasta dejarlo caer suavemente he de imaginarla como tantas otras frases que me agradan
como un pájaro desorientado. y no he pronunciado nunca.
Tendría que maldecir su sabiduría Se marcha entre la memoria y el camino,
para no dibujarle un corazón en el pecho. por el que se vuelve a uno mismo.
Quién le escucha en los días en que el aire tiende su túnica
Mi padre me posee desde lejos. como una última mirada,
Como a un desconocido lo veo ofrecer naranjas inexistente tiempo en que es difícil descubrirnos
que los árboles más altos han endulzado. por muy cerca que estemos.
Quise su miel, Es un aviso: levántate y cobíjame,
pero no es tiempo de escucharnos. pero hoy no basta el arraigo por la tierra,
Ninguna ciudad me pertenece, porque un día desaparecerá mi temor
porque no podré alcanzar jamás y habré muerto en calma.
fruta en árbol tan crecido.

A veces, me parece imposible salir del mar y respirar, DE LO QUE SE SUPONE


kotar como el cadáver de un pez
sin tocar nunca más la tierra, Mirando cómo el cielo se desvanece sin prisa en líquida luz
¿pero quién sabe ciertamente lo que quiere de lo que se supone brillase en lo más alto para orientarnos,
si no podemos imaginar un astro en nuestras heridas? transcurre aquello que en buen orden sería mi vida. Si la com-
partes o no es respuesta que el corazón no podrá eludir.
Tiempo en que todos sentimos los estruendos de la muerte
que nos sepulta en su soledad. Observo el cielo cuando mirar el sobresalto del fuego ningún
A los milagros tememos, provecho me proporciona.
a la luna que semeja un cazador viajando hacia nosotros.
Debo lanzarle kechas, proteger la tierra que oscurece, No siempre ocupar mi espacio me hace libre, ni siquiera el
pero mi historia es demasiado antigua para recordarla. decidir mi penitencia. Cuando no lo ocupo simulo ser otro, el
que no conozco y abrazo con pasión, porque siempre quise
Convertido en sombra estoy entre dos muertos: tener un hermano.
pasado y presente son nuestra angustia.
Ellos tendrán mañana mi rostro, la tierra Ya que vivo mirando el cielo, pretendiendo dibujarle ángeles
a la que descenderán antes del invierno. con certeras kechas, debiera ser recompensado.
Es una larga historia que nos protege
con el poder de la fruta que madura en la fronda. Tendría que demostrar destreza con la espada, pero he apos-
tado a no ser el elegido y a que el gesto de mis manos no
Quise amar a la que descubrió su pudor alcance el arma.
DELIRIO DE DIOS POR SU RETORNO como si hubiésemos envejecido de pronto.

Hemos esperado porque la fruta madure en el árbol


Pero una parte de mí ya es un fantasma, real y abrumado,
la veo marchar con la mitad de todos mis recuerdos.
12
sepultado aún vivo en tierras agrietadas

RÍOhondo
por pájaros fugitivos. Sabía que aguardaban por mí tras una puerta cerrada,
Caiga por sí sola, por decisión de los vientos pero tuve miedo y sentí el dolor de mis llagas.
que golpean en la noche de lejanos planetas. En la sombra ha crecido la fruta.
No vientos visibles, Heridos y culpables, en el pesebre de hojas secas,
aromas levísimos que sólo nos estremecen la desean.
y estrellas que se buscan en las aguas Fruta madura, extraño péndulo
de extraña quietud. que en las altas horas vuelve a mí con su olor a kores.
Pero hace tanto que hemos envejecido, Vuelve a mí
que ya nuestras carnes no son tan tersas cuando las ánforas desenterradas guardan monedas
ni nuestra manera de hablar revela la verdad e historias inciertas.
de la tierra, el mito ¿Acaso moriré desconociendo la verdad?
de la breve huella en la arena. Arrastro las armas por las arenas
Tierra labrada por jlosos vientos que danzan en las que un pez grabó su esqueleto,
y atan la helada noche terriblemente protegido por su sombra.
por la que ha de esperar la ciudad. Pez de las aguas en las que bebió un ciervo,
Serás la mitad de mi rostro, los oscuros aires aguas que transforman la noche en quejidos,
que desgarran mi pecho. devuélvenos la ciudad
Apagas tu lámpara o los peces dejarán de dibujar la luz.
y lo que estuvo vivo en el tintero de la luz No poseo el amor de las mágicas banderas,
ya no existe. mi Patria es un hermoso vientre que abrazo.
Así vivimos bajo estos signos de eternidad. Debo vivir, me digo a solas,
Quien violenta las estaciones, cuando la felicidad ha sido olvidada.
retira con rápido ademán la máscara
para quedarnos a solas con la muerte.
Puedes decir lo que nunca quisiste revelar,
pero ya nadie escucha.
Hemos esperado por la fruta madura sin rostro alguno,
con un ciervo que puede alcanzar el fuego
para que vengan a mí los recuerdos.

RÍOhondo
Nadie se detendrá ante mi herida ni ofrecerá llamas
que penetren en mis ojos para no olvidar los paisajes
que ha de alcanzar mi kecha.
La muerte no tiene grandezas, no es un animal de circo.
Tenebrosa, tal vez un cuerpo oscurecido, alejado
de toda adivinanza.
Tú no olvides nombrar nuestra vigilia
a los hombres que han depuesto las armas,
a las ancianas que lanzaron sus joyas,
las más preciadas,
tras revivir el jinete y herir la bestia por el corazón.
Hubo quien alimentó las brasas, dejó desierta la ciudad
para que encontremos un camino ajedrezado.

Esta noche no tendremos casa para el reposo,


ni tabernas con vinos fermentados para sentirnos
a oscuras,
mostrarnos las máscaras
que cada mañana nos sirve de coraza.
No somos nosotros, hemos traicionado,
y nos cubrimos el rostro
2002
Premio: La noche que dura, de Patricia Medina (México)

Jurado:
Svetlana Larrocha (México)
Lourdes Cabrera (México)
José Díaz Cervera (México)
Patricia Medina

Patricia Medina 3.
Me fui a beber café para el indulto,
LA BÚSQUEDA era una tarde larga
en todo el jrmamento de la especie,
1. una tarde sin brillo
Los muebles son más viejos con vocación de noche apresurada
y en los platos chimuelos la sopa de espaguetti cuando bebí un café de aparecidos,
presiente los colmillos. un café con sabor a cosas que se pierden
y ya nunca se encuentran:
Así ha sido la historia hasta este invierno
un calcetín,
que nos corta los labios.
el broche de un arete,
Brindamos por los muertos que presentan el hermano mayor.
sus heladas mejillas para el beso
que no pudimos darles. Café de la costumbre
que los años derraman en la boca
Aquí está el villancico, con un perfume negro
con dátiles y almendras nos disponemos y una amarga textura
a oscurecer para abrirle la puerta
al parpadeo de velas a un tiempo que se escapa
que tendrán por descanso un año entero. inmolador.
Y repetimos que somos muy felices,
que nuestras vidas bien valen Mientras la luz se pierde
un mazapán de cacahuate, o se cierran los ojos.
que somos muy felices,
aunque enfermos.

2.
Te fuiste.
No te bastó el perdón cansado de la espera
ni desollarte por calles empedradas.
Querías emparejar el paso desprendido
nueve lustros atrás.
No estaba en ti el silencio,
tu mirada era un grito
que todos escuchábamos
con una aceptación desamparada.
Te fuiste mayo en kor de jesta patriotera
con aquel peso oscuro en las pupilas.
Tarde nos dimos cuenta
que deshacías las torres de la infancia
con un dolor de tiempo a bofetones.
No te querías morir sin la memoria
de todos tus atuendos,
de todas tus mudanzas,
de tus presagios y tus remordimientos.
Te fuiste acaso cuando
tu sangre se hizo tarde
por tu boca
koreciendo en almendro.
2003 14
Premio: El evangelio según la muerte, de José Acosta

RÍOhondo
(República Dominicana)

Menciones:
Posguerras, de Michael Hernández Miranda (Cuba)
Libro primero del escriba, de Alejandro González Bermúdez (Cuba)
Innuendo, de Arlén Regueiro Más (Cuba)

Jurado:
Jorge Gómez Jiménez (Venezuela)
Odette Alonso Yodú (Cuba)
Jorge Souza Jauffred (México)
José Acosta

José Acosta

LUCIÉRNAGA

La luciérnaga es sólo una pregunta. Dentro de su


luz mis paredes conversan cosas líquidas. Posada
sobre la noche crea antiguos túneles hacia el olvido.
Gota de luna que resbaló por los dedos de Dios y
que al jn reposa. Cuando era niño, las luciérnagas
eran el alma de los muertos, y les temía. Ahora sé
que son sólo una pregunta, como yo, sin respuesta,
vagando por las noches.

CABALLO

Este caballo mide cuatro alambradas;


RHR@KS@ BQDD C@QąBNMDKU@BģN

En el vacío, lleno de niebla, un caballo se muere.


Patas arriba da coces contra nada como inten-

RÍOhondo
tando zafarse de su cuerpo. Liberado al fin, sus
relinchos se dispersan como abismo en la misma
región donde la humana voz busca ser articula-
da. Allí todo vaga sin haber nacido. Increado el
caballo trota sobre el mapa de su sombra hasta
dar con el caballo que lo contendrá. El primer
rayo le inyecta luz a la noche hendiéndola hasta
florecer. El caballo rompe su pared desvanecién-
dose. En el lugar donde estaba quedó un hueco
donde duerme otro caballo.

1.1 Señor, no me dejes envejecer en Nueva York.


Haz que esta pared tan noble, donde apoyan los
heridos la sombra de su alma antes de caer venci-
dos, ruede hacia el fondo del cielo, cerca del sol,
para que yo pueda ver la ciudad de mi infancia.
Haz que algo de sal ocurra en mis venas, algo de
cuchillo en mi silencio, algo de soledad en mis en-
trañas huecas de tanto mirar los edijcios con sus
ventanas humanas empañadas de rekejos, con su
castigo inocente de cerraduras, con su suicida ca-
yendo eternamente como una fruta agotada. Se-
ñor, yo no pertenezco a este invierno, a este ruido
espantoso de cosas que se alejan, a este rostro
que siempre llega tarde a la dicha. No, no me de-
jes morir en Nueva York.
2004
Premio: Fogatas sobre el polvo, de Roberto Manzano (Cuba)

Mención: Balbuceos de hierba, de Carlos Alberto Becerro (Venezuela)

Jurado:
Ramón Iván Suárez (México)
Winston Morales Chavarro (Colombia)
Norma Quintana Padrón (Cuba)
Roberto Manzano

Roberto Manzano

1. MOTRICIDAD OSCURA

Escribe, lapicillo triste, escribe. Grajto de dolor, testimonia.


Canta, lapicillo, corriendo sobre tu papel de locura.

Tú estás para crecer, para auspiciar, para ajrmar y restañar. Tú


curas, ensalmas, impulsas y enderezas.

¿Qué me importa ahora si la forma pudiera ser movida de sus


perímetros, trenzada hacia novedosos e intangibles efectos?

La poesía no es la vida, pero es su más honda cisterna, su


museo más extenso y su atalaya más alta.

Así que escribe, lapicillo; mira, grajto, testimonia: ofrece sin


demora esos surcos sutiles de pólvora y de música.

2. LA INSÓLITA CONSTANCIA

Soy icárico. Siempre voy, como si fuese aún un niño, diciendo


adiós a los más diversos cautiverios y buscando zonas de
cálida redención.

De igual modo se avanza hacia la muerte. Trataré de sostener


la libertad, sin los peligros de la caída. Porque también soy
Dédalo, el que avisa.

Soy icárico y dedálico, a la vez, báscula y bruma, relámpago


y estatua, obelisco y pozo, perdigón y cometa. Soy uno y di-
verso como la tierra.

Oh música del frenesí y la pauta, la irradiación fervorosa


y el imprescindible número, águila y arnés que escapan, se-
dientos de luz, del brutal laberinto.

3. COSTADOS PARA EL VUELO

Verso, amigo mío, torre y relevo. Trae hacia la puerta de mi


destino al universo, para que yo pueda cantar con dignidad
bajo la luz al tener presente cuanto existe.

Yo soy el cosmos, y desde mí canta Orfeo. He aquí la sim-


biosis rica y secreta, el haz y el envés áureos de la medalla, la
entrada y la salida a través del gran arco.

Verso, amigo mío, címbalo y espejo. Envía hacia la puerta del


universo a mi destino, para que yo pueda cantar con dignidad
bajo la luz al percibirme vivo y plural.

Yo soy Orfeo y conmigo canta el cosmos. He aquí toda la cla-


ve del misterio. He aquí el arca donde reside el colorido de la
música y la dinámica de los sentidos.
2005 16
Premio: Conversaciones con el arcángel,

RÍOhondo
de Luis Eduardo García (México)

Menciones:
Nagekidori, de Luis Armenta Malpica (México)
La fuerza de la sed, de Aliuska Molina Ponce de León (Cuba)

Jurado:
Jesús David Curbelo (Cuba)
Francisco Magaña (México)
José Acosta (República Dominicana)
Luis Eduardo García

Luis Eduardo García ENMUDECIMIENTO

ÁNGELES cuando tus venas sean sólo venas,


cuando el gris de mis manos resista
Conozco el rostro de los ángeles, nombrarte…
no son muy hermosos,
una magnolia es diez veces más bella; He aplastado cada uno de tus cielos,
sin embargo una magnolia no puede tocarte, cada parte
no puede habitar felizmente el abismo sin sentir unas de esa jebre
nauseas terribles, o mujer: o materia
no, toda de fuego,
una kor nunca podría alcanzar el grado de mutilación y he sido enmudecimiento
necesario he sido enmudecimiento
para sentir el polen que la invade. y he sido girasol
y sol y hiedra.
PLEGARIA Bajo los labios, bajo el BNQSDHMkMHSN
de tus labios.
Necesitamos un blindaje especial
como de mariposas resistentes al fuego y a roces
etéreos,
mariposas grises

RÍOhondo
quizá,
y no es que las mariposas pardas sean desagradables,
sólo hay quienes dicen que el gris rekeja una buena
parte de nosotros,
tal vez,
lo cierto es que necesitamos blindaje,
un blindaje supremo resistente a la niebla, a la hendidura
al mar negro que revienta sobre el párpado,
que resista con frialdad el grito de la húmeda puta
que juró amor eterno
y ahora cabalga poseída sobre un hombre más bello,
es urgente,
necesitamos blindaje, una armadura distinta
a este himen de doncella vaporosa, necesitamos un
poco
de esa ira que cubre a las hienas,
de ese tacto irresistible que posee toda geisha
al tocar el azul de tu sexo y no tocar nada,
necesitamos,
necesitamos blindaje,
una cubierta de titanio, un búnker,
una constelación infranqueable de muros y cuer-
pos vacíos,
oh, lo necesitamos tanto.
2006
Premio: Las sucesivas puertas, de Heriberto Hernández Medina (Cuba)

Menciones:
Nostalgias de mareas, de Luis Alberto Ortega Medina (México)
Versiones, de Germán Guerra (Cuba).

Jurado:
Ramón Iván Suárez Caamal (México)
Miguel Ángel Meza Robles (México).
Norma Quintana Padrón (Cuba)
Heriberto Hernández

Heriberto Hernández Medina las maderas del ocio, las cartas, las palabras.
Hemos sembrado el placer y el dolor, sus sutiles ramillas,
QUAESTIO DISPUTATA  sus sombras que apenas podemos distinguir,
hemos recogido sus frutos
¿Por dónde va el camino a la habitación de la luz? y nadie podrá decir que hemos comido
)NA  de este o aquel con más fruición.
Las paredes, las lozas pulidas y húmedas del piso,
Vuelto hacia el mar que la verdad propone, nada hay más parecido
hacia el tiempo vulgar en que adolece, combada el alma, al vacío discurso borrado por la ausencia.
su mortal sosiego, Aguas del desastre,
embarga del recuerdo el arco efímero habéis dejado los muros desnudos de todo lo superkuo,
de trascendida historia a cruel halago. carne de los recuerdos,
No basta el injnito débil como la carne de la historia en los labios.
mar de oscuros espejos y armas nobles Cartas desde la ausencia hacia la ausencia,
que hundir en sal pudiera de ese no estar sin odio
las islas del recuerdo, las sombras y los libros. al rencor destronado del cuerpo que eterniza
Es frente al mar que el hombre su reinado fatal,
del ocio al singular clamor del agua renaciendo su perfección de máquina signada por lo innoble.
negará el turbio círculo, Hemos recogido los frutos,
equívoco, en oro renovado. hemos comido de unos y de otros y estamos satisfechos.
Imagen y hombre, en ambos dividido
cual cuerpo y alma o páramo y silencio, II
a un largo viaje apresta el hombre otro, A mí una pobrecilla
que ha partido en silencio hacia su imagen, mesa, de amable paz bien abastada
la imagen triste LDA@RSD
que a lamentarse de sus armas vuelve. %Q@X+THRCD+DİM

I  Nada alimenta el alma más que el fruto lejano,


CDKSHDLONMNONCQDLNRDMK@BNQQHDMSDHMLDMR@@MBK@Q sin puertas, sin almenas, en el abierto espacio
/alguna vez? el fruto recobrado que la razón no advierte.
 KOGNMRD+@L@QSHMD De estas mieles no guarda en cántaros para el invierno el
hombre,
No es este ni será este mi cuerpo cuando haya amanecido, que es el invierno eterno la ciudad de sus triunfos;
en él podré rendirme, objeto de la duda. no agota en ellas su sed.
En la primera puerta hemos de entrar desnudos, Al fuego, al calor del fuego en el hogar
es la puerta del polvo, hacia el polvo se olvida todo acto,
que atesora los grises objetos del recuerdo, el fuego en las praderas del alma
los recuerdos mortales de nuestros magros bienes. más que en el alimento o en la muerte.
Cuan desolados, oscuros No importa si destruye o eterniza, hemos de renunciar
los patios arbolados en que a la luz colmamos incluso a las cenizas,
de palabras y elogios la vid de los sentidos. a los mantos que cubren el cuerpo y la memoria,
No es éste que no ha de ser el hombre más que el árbol, su sombra,
ni serán éstas las aguas que han de purijcarle, más que la bestia, su noble o ruin existencia.
es sólo el tiempo en agua diluido, Qué atesorar si todo se deshace,
aguas para el aseo y la sed más amarga, si los muros no tienen más un jn duradero,
sed de las jebres y las ambiciones. si el fuego, la ardua llama
Arrastra, agua sórdida y lenta, ha destruido incluso las palabras,
los paseos oscuros al borde de la nada, el vino sosegado como la luz en los antiguos libros.
los más bellos objetos; destruye, Carne de la duda, ved los recuerdos,
anega en el silencio podéis edijcar sobre ellos murallas y bastiones,
una ciudad inexpugnable Tras la puerta segunda, resguardo de otros muros
en que los hombres canten elogios al vacío.
Sangre turbia en que la duda se renueva,
no basta la renuncia,
que no agreden siquiera las aguas,
pasea la historia sus verdades,
eternas verdades, enormes verdades,
18
mirar a la raíz sin escuchar al pájaro que como la mejor mentira o el más extenso olvido.

RÍOhondo
canta entre las ramas; Estos, los cetros y los títulos,
el canto está en lo alto, sin plumaje ni gloria, los símbolos y honores, materia sacra del
en los prados distantes en que el hombre árbol de los héroes,
no funda. savia de los orígenes y del jn de la duda;
Despojados de todo, cegado el ojo y muertos los beber en ella y hacer en silencio amargas y
sentidos, eternas abluciones
queda el silencio, su sustancia breve, no basta, pudiera bastar para escribir dudo
su armonía de páramo sos libros,
en la ciudad en que la luz no miente. cálidas crónicas que adornen los labrados
archivos,
III  noble madera.
Los retratos de grandes hombres Cante el ave en lo alto, sople aún el viento,
y mil títulos diversos madure el fruto en los labios,
&THKK@TLD ONKKHM@HQD el fruto simple,
néctar, no del recuerdo, tras la siesta indolente.
Son estas las cartas de mis antepasados,
en una de estas fotos pudiera estar si el
tiempo no guardase
su orden irreversible,
su vocación de mayordomo cegado por el
polvo
Es éste el pedazo de historia que es carne de mi carne.
Son estas parcelas que la bondad y la maldad disponen
para el fruto jugoso o el miserable fruto,
estos los libros de asiento, los tristes registros,
su olor a carne muerta, papel o carne frágil
de las genealogías y de las heredades.
¿Qué hacer, qué cimentar que fuere duradero, per-
durable,
sobre la frágil identidad del polvo?
Quien una vez destruye, destruirá dos veces y más;
quien funda, aún sobre el polvo, nada más ha de
hacer,
será tan sólo un rekejo del sol sobre los

RÍOhondo
mármoles.

2007
Premio: Metafísica de los patios, de John Jairo Junieles (Colombia)

Jurado:
Roger Metri Duarte (México)
Ramón Iván Suárez Caamal (México)
Norma Quintana Padrón (Cuba)
John Jairo Junieles

John Jairo Junieles zas y kaquezas: la suerte de uno es el destino de


otro (resulta difícil no pensar en John Donne).
METAFÍSICA DE LOS PATIOS
Me digo, mirando a la jardinera, que, a pesar de las dis-
En el patio, mi madre hace cortes en rosales y en tancias, los hombres también somos almas contiguas.
pequeños árboles y en ellos encaja otras ramas que
Desde la raíz del tiempo nos injertamos unos en los
luego sujeta con pedazos de tela.
otros. Nacemos y luego nos fundimos en los tajos
El injerto que se hace en una planta termina por fundirse del mundo. Nos agitan los mismos vientos, nos tre-
en ella, me dice: ya verás, un día de estos te sorprendo pan las mismas hormigas del miedo.
con una rosa azul o una guayaba con sabor a cereza.
Algunos –sin embargo– nunca dejamos de sentirnos
Algo junta estas plantas y árboles contrarios, los los frutos caídos de un árbol que no crece bajo esta
convocan quizá las mismas ansias, coinciden fuer- estrella.
Un vaso de agua para todos mis muertos De noche, la luna multiplicaba las sombras del patio.
Las velas agotan su lumbre El viento sonaba en la hojarasca como una cadena que se
frente a la foto del abuelo. arrastra (la respiración se volvía difícil, recuerdo).
Frente a su rostro un vaso con agua,
una presencia extraña en el altar Aquel tiempo ha pasado y la memoria guarda la dicha de
de esa mesa en la esquina de la sala. compartir el miedo.
A veces, cuando se peina ante el espejo, mi hermano interrumpe,
Atraído por el misterio, se voltea, y presiente que alguien se esconde tras las cortinas.
yo observaba el vaso de agua
desde atrás de un baúl, También lo acompaño, por encima del hombro, cuando toma
asustado como un indio que come hielo sus alimentos, o por las noches, cuando lee sus libros de leja-
por primera vez. nas tierras: Marruecos, Tánger, Sudán, Mauretania...
Esperando esos temblores que a veces Como ahora que lee estas palabras que escribí en el margen
pueblan el aire, un golpe de luz, de una página y que ambos hemos leído.
un canto de viento
(algo vivo que va pasando). Se vuelve, mira a través de mí, y descubro el miedo en su ros-
tro. Pero ya no puedo decirle: “Tranquilo, sólo estoy jugando.”
La luz de otro fuego secreto Y empiezo a sentir miedo de mí mismo.
me hacía inventar vidas en el aire,
todas gritando desde un silencio
a manos llenas
como sólo lo haría un piano en un incendio.
Nadie sabe lo que nadie sabe.
Pasaron los años en su río de siempre,
descubrí que todo el tiempo decimos adiós,
que aunque las piedras duerman en los lechos
de los ríos, hay una sed de adentro que sólo
se sacia en sí misma.
Ya no soy más ese niño oculto tras el baúl,
pero todavía dejo, todas las noches,
un vaso de agua para la sed de mis muertos.

LUGAR COMÚN, EL MIEDO

Por miedo a los espantos, mi hermano y yo íbamos a orinar


juntos a la cola del patio.

Los fantasmas se ven con los ojos de la nuca —decían los


viejos—: “Y si hay azufre en el aire, es mejor salir corriendo,
aunque se orinen los pantalones.”

2008
Premio: Tu respiración es el asunto, de Armando Alanís Pulido (México)

Jurado:
Luis Armenta Malpica (México)
Luis Aguilar Martínez (México)
Ramón Iván Suárez Caamal (México)
Armando Alanís

Armando Alanís Pulido Oía que alguien la olía


tocó su boca la sensación.
ELLA SUEÑA PERFUMES DULCES QUE LE COMEN EL ALMA
Ese sabor era perfecto: su espalda
(8 sueños dulces quizás pesadillas)
una paleta lamida por los besos.
Se mira al cerrar los ojos Hago palabras con dibujos en esta historia
existe desde adentro. –en este cómic– alguien está hambriento.

Qué real este latido que me delata Se adjudicó una larga tarde
¿y los ojos están deshechos? luego confundió al amor con espejismos.
El alpinista de la noche Si me comparas existo
sabe que hay bajada.
Alguien inventa la kor
sólo así soporto el verso
algo arderá:
la agonía luminosa.
20
y el universo tímido se esconde.

RÍOhondo
Nada que pactar
LA NOCHE NOS HABLA CON SU RONCA VOZ ¿Es involuntario este temblor?
(7 anhelos quizás abandonos) el sudor anida en una ráfaga de música
esto se parece a la felicidad.
Acordes que como un remolque
trasladan mis restos Hay lugares
escribo, canto en eso estoy. pero este no lugar que hoy ocupamos
son los segundos que anteceden al olvido
Pertinaz me convocas
donde me reconozco.
y acudo temblando
porque es la manera de sentirte. Se veía venir, se veía vivir
cuenta la leyenda:
Es la suma de nosotros
fue así, así fue
cicatriz que reverdece
podemos hacernos daño.
es la culpa.
Es impulso en desbandada
toco la superjcie
el fulgor, la luz.
Y adherido, quizá varado
si el zumbido del verbo me incluye
correspondo.
Porque toda pertenencia –así sea temporal–
es pertenencia
regreso al abandono.
Fúnebre el sonido
en un solo acto de ruido
reconsidero

SOY COMO NERVIO EN EL ASOMBRO


DE SU PROPIO ESTALLIDO
(10 versos quizás estallidos)
Coartada de este mundo convulsionado
ante la escritura de nadie

RÍOhondo
y de nada
evoluciono.

2009
Memoria de la ropa y otros desechos para lavar en casa,
de Lirio Garduño-Buono (México)
Menciones:
Llama de frente, de Fernando Carrera (México)
Cabaret barroco, de Wingston González (Guatemala)
Jurado:
Juan José Macías (México)
Jorge Souza Jauffred (México)
Armando Alanís Pulido (México)
Lirio Garduño-Buono

Lirio Garduño-Buono Bailan como ahorcados


en lo marino de las kores y las rayas,
ROPA EN EL TENDEDERO en el rosa frutal y mexicano,
en el azul apastelado de los calzones.
El viento norte los anima: Bailan y no escapan de la vida,
surgen cuerpos hablan con su danza y adquieren
que algún día transpiraron. la exactitud de los fantasmas.
LA ROPA VIEJA ROPA EN SUSPENSO

Mojada arruga triste, No hay pintor que lo rekeje:


cuerpo kácido en arroyo, naranja de azafrán,
adornos de mugre y papeles de sabritas, verde limón,
no le queda más kuorescencia en crecimiento,
que decir su viaje último, cegadores blancos
que sacar a la luz el momento del estreno, de sábanas nubosas
del cuerpo bienamado, en suave danza vespertina,
del color de jestas o revistas. levitan y sonríen,
poco les falta
En el último escalón está la ropa vieja: para salir volando.
algo apestoso que ya nadie quiere
y todos necesitan;
letrina y callejón de olvido,
pena y odio de no tener
a quien contar su historia,
y las ganas de matar a los que llegan.

La ropa vieja se acurruca y muere


pero tarda tanto que parece que está aún aquí,
sin vergüenza ni reojos:
cuero, poliéster, algodón, rayón y látex;
la ropa vieja resiste y se resiste:
momijcada
deja el mundo.

2010
Premio: Fruta de temporada, de Luis Aguilar Martínez (México)

Jurado:
Delfín Prats Pupo (Cuba)
Armando Alanís Pulido (México)
Ramón Iván Suárez Caamal (México)

Luis Aguilar

Luis Aguilar Martínez rar a la impaciencia. Aguarda una misiva


que trae buenas noticias al silencio.
Larga noche desatiende luz para cerrar Dentro dice que fuiste aceptado en el
ojales. Abrir, de par en par, la seda proyecto de vida que nunca realizaste:
apenas perceptible que es el miedo; alas la escuela excepcional aquella de arte, la
oscuras como paloma blanca. Envés de maqueta de una casa que no habrá de
cielo que des/teje a la inversa la mecáni- construirse, la idea de una loca que ven-
ca inocente de los parques: el injerno se día empanadas por las calles mientras
esconde en una sonrisa que da vaivén al vesánico, su hijo, gritaba a sus espaldas
subibaja donde allá, muy más allá, espe- por qué demonios no te mueres. Ella
ra un descuido para asaltar la noche. lanzaba rescoldos de ceniza. Y un día
aunque parecía que no, se pudo. Se fue
Pareciera que no, pero se puede: cues- volviendo grietas anidadas en la rabia.
tión de atraparle al neón algún bostezo; Los ojos fueron de cuenca guardarro-
un tío que borracho nos enseñe el amor pa y en silencio descorrieron persianas
oculto en un caguamón de doce pesos, para que entrara el ruido. Nadie escuchó
justo a las doce del día en que mamá, nunca los gritos de ese llanto, el salitre
enfermera del turno de la noche, cacha escandaloso que trepaba por los muros
dólares en un danzón ruinoso mientras mientras las enredaderas —el mundo al
sueña que si la línea, la línea, la línea revés de lo posible— fueron buscando
el injnito marrón de las baldosas. Al otro
Pensar nada si como pareciera que no, lado, muy más allá de los adioses, nada
pero se puede. Se trata sólo de espe- se pudo ya para volver a casa.
2011 22
Premio: La isla de las velas azules, de Pedro Llanes (Cuba)

RÍOhondo
Jurado:
Enrique Saínz (Cuba)
José Landa (México)
Ramón Iván Suárez (México)
Pedro Llanes

Pedro Llanes He comprado velas azules a mi isla


y las he puesto mirando al oeste,
EN LA ISLA DE LAS VELAS AZULES justo debajo de la camisa
A mi madre, Eugenia, que había bordado Amalia Simoni,4
en medio de las lucernas azules entregada al general Ignacio
como una despedida de amor, muerta ella misma
Soy el señor de los hombres que son levantados, de amor.
el señor que sale de la oscuridad,
y cuyas formas de existencia, Por el río de las quimeras bajan las velas azules,
RNMK@RCDK@B@R@DMPTDKNRLTDQSNRRDG@KK@M bajan sin prisa en dirección al poniente.
LXIX, EL LIBRO DE LOS MUERTOS No es difícil morir en la isla de las velas azules.
Mamá, por ejemplo, murió llamando a mi padre.
I La enterramos como se podría enterrar a una rata,5
Mi madre muerta se había pegado a mí.1 La enterra- cubierta por la implacable pobreza6
mos cuatro o cinco personas a la luz del sol de media en diciembre, de mañana, mientras la arrastraba la luz.
mañana. El tiempo giró. Traje cirios, más cirios. Ano-
che soñé con su cuerpo. Mamá se fue, le dije a Isabel. III
Lloró en el zaguán sin mirarme. Me acuerdo que el Traspuse los pasos de la escalera7 y acompañado
frío la puso rígida. Traje cirios, traje más cirios, mamá de Isabel, abrí la puerta del mirador buscando a mi
se fue, le dije. No puede ser verdad, dijo sollozando. madre. El autómata vendría pronto por nosotros. Isa-
Anoche soñé con su cuerpo, le respondí también so- bel se sentó en la cama. Varios brazos de hojalata se
llozando. Éramos cuatro o cinco personas contando movían a capricho del escaso aire. Me aposté detrás
al pastor de la Trinidad. Tal vez sea así, tal vez sea de las ventanas y descorrí las cortinas. Desde allí se
así, susurraba el pastor. Con la mano derecha gigan- observaba el camino a medio kilómetro, las piedras
tesca2 cogí las cruces y las azucenas. Miré el camino del puente. Una mariposa8 entró por los intersticios
hacia el cielo, le cerré los ojos que le pesaban. del techo y luego se posó en la cama. Sus alas fel-
pudas trataban de equilibrarse. Caminó hasta ganar

RÍOhondo
II las almohadas. Sobre su textura negra se distinguían
No es difícil morir en la isla de las velas azules.3 rayas amarillas y rojas. El reloj de pared marcaba las
Verdad, no verdad, podemos a veces morir de verdad. seis. Faltaban dos horas para que oscureciera.
Mi madre ya inmóvil soñó que moría
en diciembre, de mañana, mientras la arrastraba la luz.
La llevamos de la cama al pasillo exterior,
tirábamos de las sábanas hasta el ataúd,
feo y demasiado grande para su cuerpo.

1
Ellrenstein en «Gottes Tod» hizo un dibujo de Dios «muerto en toda su estatura». Joyce quizás de
acuerdo con él se negó a orar delante de su madre moribunda.
2
Aquí la mano se agranda como en Alicia en el país de las maravillas, simula una pequeña
PDQLREUDGHGHVSHUVRQLƂFDFLÐQ
3
El azul traduce intenciones binarias, con escaso embozo mariano. Mortuorio en las necrópolis egipcias
y en la oblicuidad de lecturas del Príncipe Turquesa (Chalchihuitl) de los aztecas, sugiere defecto, sequía.
&KHYDOLHU /RVPD\DVXQWDEDQGHFKpRKuSDVWDD]XOuDORVƃHFKDGRVULWXDOHV\DORVLQVWUXPHQWRVGH
uso común durante el Olob-Zab-Kamyax (El Libro de los Libros del Chilam Balam.)
4
En el Museo Agramonte (Camagüey, Cuba) pude ver esta camisa en octubre de 2003. ¿Existe
algún nexo en cuanto a color? Los padres priores de San Pablo y San Pedro citaron a Ticiano
SDUDLQWHUURJDUORVREUHODVƂJXUDVGHSHUURVVREUHSXHVWDVHQVXVUHSUHVHQWDFLRQHVGHO+RPR
5
Piénsese en Schöne Jugend de G. Benn: «Por último, en un pabellón bajo el diafragma /
encontraron un nido de ratas jóvenes… Y hermosa y rápida les llegó la muerte». Las ratas son
echadas al agua, se ahogan, no tienen el áster cosido dentro del cuerpo.
6
Madonna Povertà nos regaló cenizas y cruces hechas de estaño.
7
La escalera asciende y desciende desde un punto de pirámide (puede ser rascacielos) que une
a Jacob con el descenso cósmico de Jesús. Funda el equilibrio del paraíso, la caoticidad infernal.
Tiene personeros como Icaro, Breughel y los oscuros constructores de torres.
8
La mariposa que sale de la boca de los difuntos, i.e., la Psique de Pompeya, representada por
una muchacha con alas.
2012
Premio: Viaje solar de un tren hacia la noche de Matachín, de Javier Alvarado (Panamá)
Mención honoríjca: Acotaciones del viajero, de Arístides Valdés Guillermo (Cuba)
Menciones:
Rumor nocturno, de Gustavo Zuluaga, (Colombia)
Loa y diatriba de las 5 piedras, Zairo Anillo Martínez (Colombia)
Jurado
Ramón Iván Suárez (México)
Meztli Vianey Suárez (México)
Carlos Torres Brambila (México) Javier Alvarado

Javier Alvarado más que el recuerdo de la nieve y de las locomotoras que


versijcan
VIAJE SOLAR DE UN TREN HACIA LA NOCHE DE MATACHÍN con su riel fantasma, ahora que estamos aquí. ¿Dónde están
(LA ETERNIDAD A LOMO DE TREN) sus huellas,
sus esponsales, sus cuencas determinadas hacia el cielo de
Mary: “¿Cómo voy a olvidarlo? El pasado es el presente, otra prontitud?
¿no? También es el futuro. Todos nos queremos engañar,
pero la vida no nos lo permite. ¿Dónde está la guía de ferrocarriles ahora que arden los vago-
… nes energúmenos del tren?
Tyrone: “No empieces a sacar cosas que están ya enterradas…
Si empiezas a recordar un pasado tan lejano, cuando sólo aca- Algún deseo permanecerá gravitando, así en el aire, aquí en el
ba de empezar la tarde, no sé qué va a pasar esta noche… istmo de Panamá y en sus otros istmos;
así en el viento, así como cualquier vestigio de que leímos
Eugene O´Neill, Viaje de un largo día hacia la noche junto a las aguas,
de que crecimos junto a alguna cicatrización, junto a al-
guna música
LAS AUSENCIAS SALVAJES que nos retorne al reino de las ausencias salvajes, mientras
un animal vivo
Nos levantamos con la noche escapada de la caja de viento vuelve a habitar –otra vez– estas demencias y ausencias, gol-
John Ashbery peadas en el cuero.

Yo no puedo amordazar las hojas que acontecen en el patio


bajo ese designio del sol y la lluvia permanentes. BITÁCORA FERROVIARIA
Hay algo que mastico dentro de mí como un muro de ahorcados,
rememorando esas escenas donde se fraguaron cálamos de aire En vano recorro estas piedras acumulando historias,
donde siguen revoloteando las historias tocando fantasmas risibles a mi tacto. En el Caribe y en el
mientras repico el cuero mientras repico el cuero mientras Pacíjco
repico el cuero en esta noche, ¿qué nos queda?, ¿qué prevalece?
Y mis manos se vuelven A---V---E---S sobre la piel sanguinolenta ¿Qué ancianos jóvenes
de la caja de viento siguen jgurándose la hora diurna del tren
mientras estamos solos en esta tierra que crece como una ahora que sus muertes cuelgan, ahora que sus muertes
fruta de color compacto, ignorando la bóveda agrietada, el están intactas en el coro de mi sangre?
cuchillo que pendulea en la momijcación de la carne. Ésta es la fatiga del mundo en cada letra,
La semilla estruja entonces el cántico de los jardines celestes, en cada fecha que se desmorona ante los guácimos y los
las metáforas cuelgan de las plumas de las águilas pájaros ausentes,
como una furiosa entrepierna que se abre camino, como una ante el fuego familiar y el dragón que se arrojó en el lago
iguana que encuentra su sendero en la corteza, para estertorear desde el fondo su estela de leyenda.
como un orgasmo concebido en los surcos, como un gesto Yo me quedaré aquí en este pueblo deletreando las cosas,
de osadía y aprehensión redondeando las fechas y oyendo como las crisálidas abren
en el crecimiento espiritual, en la cruci-jcción de las estrellas sus alas con resplandor incierto,
donde la sangre dictamina su posición y su evangelio, donde como regresan las huellas a su polvo, a su viento más originario,
estas rocas me lapidan sin conmiseración ni sonido; donde rebulle su fe a su agua más leve,
multiplicándose a sí mismas con esta sensibilidad en la que donde la vorágine
me aíslo, como un capullo orquestado en la combustión de se hace más clara y donde nos duran más los vocabularios
la imagen, colmando la pureza de la muerte. (Ese sitio donde que estos dioses,
sólo hay huesos, donde sólo hay banderas.) que estas ganas de llorar
con los chinos que colorean la tierra,
Es más que este designio de mirar las aguas divididas, dis- a estas ansias de verlos trabajar y caminar con soledad bullente
puestas en Canal; hacia todos los tiempos que se amortajan con la seda.
Ahora que jjo mis ojos a esta alucinación con la poesía, ¿A dónde están los cráneos de aquellos obreros que
a este tren solar que se dirige hacia la noche
mientras las saudades y las preguntas duermen
resoplándonos y meditándonos a bordo:
excavaron Panamá
y hallaron esa vez los minerales de la muerte?
¿A dónde están sus cadáveres y esqueletos con-
33
24
¿Qué vagón ocupo? ¿Qué silencio invocamos servados

RÍOhondo
para llegar hasta la mancha secreta del paisaje que nadie reclamó y que fueron a dar a la punta del
mientras sigo recorriendo estas piedras, escalpelo, a los recuerdos deforestados de la casa,
acumulando historias, a las escuelas de medicina donde las autopsias son
tocando fantasmas risibles a mi tacto? un recuerdo monorrimo?
¿A dónde todo el dolor y la aventura de ese tren
retórico? Yo tomo una tibia y me voy a acurrucar en
las piernas de mi madre y en las piernas de mi madre
LOS HUESOS DEL TREN hay ese mismo sonido, esa misma música del hue-
so, ese hueso maternal y paternal de los rieles y de
Acaso, dijiste, los durmientes que salen a acosarme, ese llanto del
haya travesías por realizar en soledad guayacán a oscuras, del tren que intermedia la no-
Hans van de Waarsenburg che, donde encontramos esa estación del miedo y
del trópico bisbiseante; ese jadeo de los astros y de
Ése es el jnal, soltar el cordel y dar paso a las otras vidas; la ropa como letreros ahogados: Gorgona, Gamboa
rayar en los espejos esos soplos de felicidad, esas y Blas Obispo,
lenguas que conjuran al rocío, La Línea, Gatún, Bujio, Barbacoas, Matachín y Sum-
esa agua que cambia, ese espejo disonante, ese mit, donde aún perduran la majestuosidad del hueso
bosque y la prontitud ajena del cardumen,
que bosteza y se marcha y abre los manglares ¿A dónde esta el llanto de los personajes y persona-
con sus dotes; ese mar que desdibujamos con la jas de los pueblos perdidos?
tentación de las islas ¿A dónde este rayo de ser y el lugar que deconstruye?
y que ya no volverá a existir ahora que nadamos en Es inmediata la tarea de recolectar los huesos, esos
exceso. huesos que principian
los demonios y los ángeles que amamos,
Ya podrás recordar ese Camino Real y ese Camino esos huesos carcomidos por el amor y el sexo,
de Cruces y por las sandías que roemos con furia (aproximán-
cuando tomes un tren en suelo extranjero, cuando donos a una temporada de marcha,
colmes las hojas a un fuego de estación).
y haya una nostalgia de árbol trepando un sueño Mientras mordemos la sandía con José Manuel Luna
dentro de otro sueño, y escupimos las semillas
donde te sentirás más lejos, donde titubearás ante a Jack Oliver (que cae por el exceso de la bebida y
ese núcleo solitario, vuelve a ser una soga más abandonada en el puerto),
ante esa desbandada de los que se conceden la au- la historia sigue sedienta
tomiseria, como esa interminable tajada de sandía
la humillación de la música.

RÍOhondo
que sigue engordando,
¿A dónde fueron a parar los huesos? como la muerte en los huesos.

También podría gustarte