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Sebastián Francisco de Miranda


De la capitulación al presidio
Los sucesos de fines de julio de 1812 que concluyeron con la prisión del precursor

Por
Ubaldo GARCÍA
Y
Eduardo II ZAMBRANO

1RA EDICIÓN DIGITAL

Boconó y Betijoque, septiembre de 2021

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Depósito Legal: TR2021000024
11/SEP/2021
Diseño de portada: Arq. Eduardo II Zambrano
Imagen de portada: Miranda precursor. Autor
desconocido. Imagen del dominio público,
rotada y matizada con colores resaltados en
Adobe Photoshop.

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Dedicatoria

A los detractores de la vida y obra del


Libertador; a los que alteran los
momentos históricos y le agregan
eventos al pasado, dejando huellas y
costuras; a ellos, que nos permiten y dan
la satisfacción de revisar, hasta
encontrar las mentiras con sus patas
cortas y poder acercarnos a la Verdad en
la Historia…

“¡Qué cosa impresionante es un libro! Es un


objeto plano, hecho de un árbol; con partes
flexibles, en las que se imprimen muchos
garabatos graciosos…
Pero si echamos una mirada nos encontramos
con la mente de otra persona. Quizá alguien
muerto hace miles de años.
A través de los milenios, un autor hablando
clara y silenciosamente dentro de tu cabeza,
directamente a ti. La escritura es quizá la mejor
invención de la humanidad.
Une a personas que nunca se conocieron,
ciudadanos de épocas distintas. Los libros
rompen la barrera del tiempo. Un libro es
prueba de que los humanos son capaces de hacer
magia”.
Carl Sagan

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Índice
Presentación ................................................................................................... 1
Exordio ........................................................................................................... 3
Momento 1: Presentación................................................................................ 9
Momento 2: Con la cara bien lavada ............................................................ 11
Momento 3: Traición en el puerto ................................................................. 13
Momento 4: Cambios de piel ......................................................................... 16
Momento 5: Una capitulación y un destino ................................................... 18
Momento 6: Bochinche… bochinche ............................................................. 24
Momento 7: Un pasaporte para Simón .......................................................... 27
Momento 8: Corazón grande......................................................................... 31
Momento 9: Otro camaleón........................................................................... 34
Momento 10: Actitud Monteverdeana ........................................................... 36
Momento 11: Pájaro del mar por tierra ........................................................ 39
Momento 12: Herida en el corazón ............................................................... 42
Momento 13: La primera derrota .................................................................. 45
Momento 14: Con la misma moneda. ............................................................ 49
Momento 15: Un traidor camuflado .............................................................. 52
Momento 16: Los cuentos del Edecán ........................................................... 55
Momento 17: Un abogado sospechoso .......................................................... 59
Momento 18: Un obispo monarquista ........................................................... 63
Momento 19: Resentimiento personal............................................................ 66
Momento 20: Bolívar acusador ..................................................................... 71
Momento 21: Los sesenta y dos años de don Sebastián ................................. 73
Momento 22: Las conclusiones documentadas .............................................. 76
Bibliografía más relevante consultada: ......................................................... 79
Notas ............................................................................................................. 81
Audios ........................................................................................................... 83

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Presentación

Las líneas que nos proponemos en el presente “artículo largo”,


establecen, con mucho criterio y rigor documental, la vida pública del
Generalísimo Sebastián Francisco de Miranda, comprendida en el periodo
de finales de la Primera República y que dieron como consecuencia la
pérdida de la misma.
Para ello, contamos con valiosa información autenticada y valedera
establecida tanto en el contenido histórico de extraordinarios autores,
como dentro del haber autobiográfico del propio Sebastián. Nos referimos
a su diario y documentos descubiertos en los archivos ingleses por William
Robertson allá en 1922.
Son varios tomos, voluminosos, que hoy se encuentran resguardados
en los archivos de la Academia de Historia de Venezuela y permiten, en
detalle, recorrer certeramente toda la vida del héroe precursor, entre su
salida de Caracas a finales de 1770, hasta su muerte en los fosos de la
prisión española “La Carraca”, en Cádiz, en un periplo de 45 años de vida.
Para ello nos apoyamos en un contexto más amplio y así establecer
las certezas confirmada por historiadores connotados de la talla de
Larrazábal; Lavretski; Meza Dorta; Muñoz Gabriel; O’Leary; Paredes
Muñante; junto a ellos, el propio Bolívar, con sus testimonios e ideario
documental. Todo ello, para dilucidar y quitar el velo a todo un mes de la
vida del generalísimo: julio de 1812.
Como tal, el hecho del debate sobre esos momentos de la pérdida de
la Primera República, han sido cargado de necedades, invenciones, mitos
que, gracias a las redes sociales modernas, viven en constantes
publicaciones que no cuentan la verdad, trastocan la historia para
encasillarlas dentro de algún movimiento particular, quien sabe con qué
fines malsanos.

1
Así surge este trabajo, que va en conjunción con una serie de audios
cortos, 21 en total y que ya han sido publicados en las redes sociales (al
final dentro de las “Notas”, dejamos los enlaces para su descarga o
escucharlos online).
Esta ya es la tercera publicación en conjunto que realizamos, para el
entendimiento de la historia, García y Zambrano; quienes nos hemos
propuesto como meta quijotesca el no consentir la difusión de falsos,
adornos, falacias, todas relacionadas con nuestra historia patria. La primera
vez desmontado, con relativo triunfo, la verdad sobre la falsa heroína
Dolores Dionisia Santos Moreno; dicho invento está tipificado como
“ucronía”, al colocar la ficción de un personaje inexistente dentro de
hechos históricos reales. Trabajo que aún no concluimos y que en los días
venideros será retomado para su correcto desmontaje total.
La segunda ocasión ocurrió con el propio Libertador, a quienes
miopes y ciegos, lo colocan en Lima, recibiendo un título de Abogado
otorgado por la Universidad San Marcos de Perú, además de
incongruencias tales como que Bolívar presentó examen para poder
aceptar dicho título. Demostramos que solo se trató de un “elogio” que
dicha Universidad realizó al Libertador dentro de una pomposa ceremonia
académica, tal cual lo venía haciendo desde hacía 300 años, con príncipes,
virreyes y personajes ilustres a su paso por el Perú.
Toca hoy esta tercera colaboración, poner en su justa balanza la
responsabilidad de Bolívar en los hechos que llevaron a don Francisco de
Miranda a ser detenido en el Puerto de La Guaira ese último de julio de
1812.
Este es un trabajo que, sin egoísmos, con paciencia y amor patrio,
asumimos y colocamos al universo histórico venezolano, cuyo propósito
es seguir demostrando que la historia bolivariana es rica y productiva; no
amerita juicios perniciosos o inventos malsanos para acercarla al lector tal
cual los hechos la describen; ese es precisamente nuestro aporte, la verdad
documentada.
García & Zambrano

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Arquitecto e historiador
Eduardo II Zambrano
Betijoque
Exordio

¿Ante quién capituló Miranda?


Monteverde, definitivamente era un aventurero, impostor caza
fortuna del gobierno español. Llamaba a sus tropas “ejército pacificador”,
del cual se designó comandante en jefe. Era todo lo que tenía, luchando
por riesgo y cuenta propia. Lo inverosímil del caso, es que terminó
triunfando y asirse del poder logrando ser Capitán General de Venezuela.
Pero comencemos poco antes; a principio de junio de 1812, la
vanguardia del ejército patriota se encuentra con el ejército de Monteverde
en la población de Guaica; hubo triunfo patriota, sin embargo, regresaron
a su posición inicial sin los rigores de la persecución.
El generalísimo agrupó sus soldados en La Victoria, a pocas
jornadas de las bases de suministro, Caracas y La Guaira. Monteverde da
el ataque y arremete contra La Victoria, pero es derrotado y emprende la
huida. Miranda decide no perseguir al enemigo; prefiere concentrarse en
sus fortificaciones seguras y aguarda nuevos intentos del canario sobre La
Victoria; allí deberá toparse con su tumba.
Pero pasó lo impensable, una inesperada calamidad cayó sobre el
generalísimo, la esperanza de derrotar al enemigo solo quedó en su mente.
El 14 de junio de 1812 esclavos insurrectos tomaron las fincas cercanas
junto a sus propietarios mantuanos y comenzaron a moverse hacia Caracas.
Se corrieron rumores que algún enemigo infiltrado incitó a dicha
insurrección; lo que haya sido causó el pánico a los hacendados.
Miranda se preguntaba si era correcto y necesario enviar tropas a la
revuelta; un luchador por la libertad, el dictador necesario de la Venezuela
independiente.
Así los hechos, Monteverde – enterado de la insurrección esclava –
reinicia el asalto a La Victoria. Un encuentro que pasó de las siete horas;

3
Miranda estuvo presente, en primera fila; el triunfo lo favoreció;
Monteverde, nuevamente huye del campo de batalla… ¡que bochorno!
Y volvió Miranda a cometer el mismo error: en vez de ordenar la
persecución y acabar con el enemigo, prefirió quedarse en sus posiciones
previas; elegía las condiciones estables de su ejército que arriesgarse a una
persecución sin garantías de resultados favorables.
Visto Monteverde que no hubo persecución, ataca San Mateo, la
hacienda propiedad de los Bolívar. Aun con incertidumbres y pánico por
las fuerzas realistas, que apenas sumaban unos quinientos soldados, con
pocas armas y municiones; dispuesto a retirarse a Valencia, lo disuade el
Presbítero Doctor Juan Antonio Rojas Queipo, signatario del Acta del 19
de abril de 1810 y que luego siguió la causa realista.
En Puerto Cabello sucede lo impensable, el castillo de San Felipe
donde estaban presos varios cientos de oficiales españoles junto a
empleados de la colonia, habían preparado una rebelión cuyos frutos les
fueron favorables al contar con la disidencia de varios guardias, además de
comprar al segundo del comandante de la fortaleza. El 30 de junio,
aprovechando que Bolívar estaba en la ciudad, un oficial liberó a los
prisioneros quienes conquistaron el castillo y sometieron la ciudad con
fuertes bombardeos.
A los sublevados no le daba trabajo rechazar los ataques de Bolívar
quien quería reconquistar la fortaleza; la flota costera patriota también se
rindió ante el enemigo. Bolívar envía un emisario pidiendo refuerzos a
Miranda, quien junto a una gran parte del cuerpo de oficiales del ejército
y la casi totalidad de los miembros patriotas, celebraban en La Victoria el
aniversario de la independencia. A eso de las cinco de la tarde un
ordenanza le informa al generalísimo de la llegada de un informe urgente.
Miranda se levanta y se dirige a su gabinete.
Gual1 narra el momento: “Me acerqué Miranda, lleno de grandes
pensamientos, le pregunté sobre la noticia recibida, cayó, solo cuando por
1.- Pedro Gual, abogado, periodista, diplomático y presidente de Venezuela. Gual estaba al lado de
Miranda como persona de su confianza, y se hallaba presente cuando éste, en La Victoria, recibió el 5
de julio la noticia del alzamiento realista de Puerto Cabello. Por aquellos días, Miranda había decidido
enviar a Gual a los Estados Unidos a fin de negociar el reconocimiento de la independencia de Venezuela
por el gobierno de Washington y adquirir armas y municiones. Gual se hallaba todavía en La Guaira
cuando se produjo la prisión del generalísimo Miranda en la noche del 30 al 31 de julio de 1812, hecho

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tercera vez preguntaba, sacó de su bolsillo un papel y, dándomelo dijo en
francés: Leedlo, Venezuela está herida en el corazón”. Era el informe de
Bolívar desde Puerto Cabello.
Al pasar la primera parálisis – cuenta Gual – el general Miranda
exclama: “hace unas horas estábamos sin peligro, y ahora todo es
inesperada alarma. Ayer Monteverde no tenía ni pólvora, ni plomo, ni
mosquetes, hoy distribuyó 40 mil libras de pólvora, plomo y tres mil
mosquetes. Bolívar comunica que los realistas atacan, pero en este
momento, seguramente ya tomaron la ciudad”.
No era así, Bolívar continuaba luchando con las pocas fuerzas
durante toda la noche; aunque aún con los refuerzos que Miranda podía
haber enviado no reconquistaría la fortaleza.
El control de Venezuela en manos de los patriotas, abarcaba el
triángulo entre Caracas, La Victoria y La Guaira. El resto del territorio ya
está bajo en control de los realistas; aunque Miranda disponía de un
ejército de más de cuatro mil soldados, este se disolvía rápidamente con
deserciones por los ya rumores confirmados; pasada dos semanas de la
toma de la Fortaleza, más de dos mil soldados habían abandonado las filas
de los combatientes patriotas.
No solo la incuria se dio en los soldados; considerando que la causa
estaba pérdida, gran cantidad de funcionarios, militares, comerciantes
entre muchos, se apresuraron al contacto con Monteverde, ofreciéndole sus
servicios. Miranda creyó posible, en tales circunstancias, de lograr un
acuerdo de paz con los españoles, quizá pensando en ganar tiempo para los
patriotas y así lograr la continuación de la lucha por la independencia en
el futuro próximo.
Tal idea se la expresó a los miembros del Comité ejecutivo, así como
a otros directores responsables de la Venezuela libre, quienes el 12 de julio
de 1812, reunidos en el cuartel general, teniendo como argumentos los
testimonios de los presentes, acordaron comenzar negociaciones de paz

en el cual no participó. Logró refugiarse a bordo de un buque que lo condujo a Nueva York, de donde
pasó a Washington. Fuente: Lavrestski. Miranda. Pág. 213.

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con Monteverde. Hasta hoy día los historiadores discuten si esta decisión
era la correcta, incluso sus contemporáneos dudaban de tal decisión.
¿Qué reprochaban? Pues entrar en negociaciones con Monteverde,
aun con el ejército patriota superando al realista; sin embargo, tal
argumento podría decirse era muy relativo, ya que el ejército mirandino se
estaba disipando a plena vista, además que con la caída de Puerto Cabello
se carecía de provisión de armamento y municiones.
Lo que no midió Miranda y tampoco los augustos miembros patrios
del consejo, es que no estaban tratando con un miembro honorable (tal cual
Bolívar lo hizo con Morillo). Este enemigo era pérfido, vengativo,
tramposo y sin escrúpulos. Miranda y los miembros del consejo, tampoco
valoraron las opiniones y reacciones de aquellos patriotas que querían
continuar la lucha libertadora, sin contar la sangre por derramar, a quienes
el armisticio y la capitulación, aunque pareciera honrosa, la consideraban
“Traición”.
Para el 17 de julio ya habían iniciado las conversaciones.
Monteverde no deseaba armisticio, exigía capitulación. Dentro del proceso
de negociación se incrementaron las deserciones; muchos abiertamente
cambiaron sin escrúpulos al enemigo. Miranda y sus consejeros decidieron
capitular y colocaron condiciones:
- Libertad de los presos y armisticio general
- La isla de Margarita quedaría en control patriota
- Todo el que desee abandonar Venezuela se le otorgará
salvoconducto.
- El ejército realista se quedará 30 días en sus posiciones, con el fin
de permitir a los patriotas informar en todas las regiones sobre los
hechos y asegurar su consentimiento de estas condiciones.
Para el 25 de julio finalizan las conversaciones y negociaciones, los
realistas convinieron la amnistía así como permitir la salida del territorio,
pero solo en el papel. Rechazaron la posesión de Margarita en manos
patriotas. Exigían también la entrega de todas las armas. Los mirandinos
aprobaron todas estas condiciones. La capitulación indignó a los patriotas
que querían continuar las acciones bélicas contra Monteverde.

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El 30 de julio Miranda ya estaba en La Guaira. Sus archivos y diario
se encontraban dentro del “Saphire”. Era el mismo barco que trajo a
Bolívar y Miranda desde Inglaterra. El generalísimo se hospedó en la
residencia del comandante del puerto, Manuel de las Casas. Donde se
hospedaron otros oficiales que huían de Caracas.
En las recriminaciones a Miranda, entre los oficiales indignados uno
de ellos dijo que además de las pertenencias y archivos, pasó al “Saphire”
22 mil pesos junto a algunas onzas de oro. No comprendían por qué motivo
huía.
Noche, madrugada y amanecer convulsionado en el Puerto de la Guaira.
Ya temprano el generalísimo estaba arrestado.
- Usted nos traicionó, increpó Bolívar.
- Bochinche… respondió Miranda, “¡no sirven sino para el
bochinche!”
Luego de llevarlo a la cárcel, Peña informa a Monteverde de la
captura de Miranda. Casas, conforme órdenes recibidas, cierra todo el
puerto de La Guaira hasta la llegada de los españoles. Aun así, el “Saphire”
partió del puerto junto a los archivos de Miranda.
Una vez llegados los españoles al puerto ese mismo día, el asistente
de Monteverde, Francisco Cervériz – un sanguinario y feroz realista –
ordenó, como primera medida, engrillar a Miranda. Bolívar junto a otros
oficiales, sospechando que podrían ser víctimas de los traidores Casas y
Peña, se ocultaron.
Aquí yace la primera República, con traiciones, miedos, culpas,
venganzas y perfidia. Acontecimientos viperinos que, entre amigos y
enemigos no pudieron ocultar los ensañamientos contra el precursor ni sus
injustificadas conductas inmorales al retratarse indiferentemente con el
diablo y con Dios. Los españoles fueron crueles en el ensañamiento contra
Miranda, quienes a su gusto, sobrevirá cuatro años más en los peores
calabozos realistas, ultrajándolo y desahogando todo sus odios, ante quien
fue un honorable patricio de la libertad y la dignidad.
Sabemos que en el arresto de Miranda, Bolívar fue parte activa,
quien se esforzó en traerlos desde Inglaterra, para que fuese el Libertador.
No le perdonó la capitulación a su ídolo, aunque él fue responsable de la

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pérdida del castillo de Puerto Cabello, hecho que, en la práctica fue el
detonante para forzar a Miranda a bajar las armas.
¿Cómo se habrían desarrollado los hechos del Libertador si no
hubiese tomado parte en el arresto del generalísimo? ¿Habría sido tomado
prisionero junto a los demás patriotas? Los hechos están allí, no se pueden
cambiar; podríamos justificar, razonar, explicar, deducir e inclusive refutar
intereses; pero no cambiar. El presente aporte se enfoca en los hechos, los
enfatiza y los coloca a disposición de los lectores para su justo tratamiento.
Eduardo II Zambrano

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Ingeniero e historiador
Ubaldo García Boconó

Momento 1: Presentación

Siempre se ha querido meter la mentira en la historia; los detractores


de Bolívar han usado muchos los acontecimientos de su vida para poner
en tela de juicio su claridad, en sus luchas en favor de la población y su
pensamiento digno y liberador.

Los sucesos de finales de julio de 1812 que terminaron con la prisión


del precursor Francisco de Miranda y su posterior traslado a la cárcel de
Cádiz donde murió, siempre han sido un filón para especular, agregar
eventos y hasta para alterar los hechos tristes en la caída de nuestra Primera
República.

En este trabajo absolutamente documentado, pretendemos


acercarlos a la verdad histórica, para salirle al paso a una cantidad de
mensajes malsanos y paquetes edulcorados publicados casi siempre por
autores anónimos y que muchos desprevenidos propagan sin revisión
alguna, causando daño a nuestra rica y caudaloso historia patria.

No queremos enaltecer por sobre sus propias dimensiones al


caraqueño don Simón ni tampoco aspiramos a disminuir a Miranda en sus
complicados días como conductor de tropas en Venezuela; más bien, se
trata de acercarnos a su verdadera acciones y poder revisar sus
pensamientos y creencias siguiendo muy de cerca los documentos
existentes.

Tenemos muy claro, también, que fueron seres humanos con sus
potencialidades, grandezas y debilidades. Además del escrutinio lógico, en
la revisión de los Documentos históricos, encontrados en O’Leary, Blanco
y Aspúrua, Lecuna, entre muchos otros; hemos analizado con entusiasmo,

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páginas primarias y podemos decir que bendiga Dios el día en que los
familiares del doctor Gabriel Muñoz encontraron sus manuscritos y
también el momento en que, la Academia Nacional de Historia de
Venezuela, tomó como un primer objetivo su revisión y publicación.
Verdaderamente que es un trabajo de investigación documental muy
bueno, una maravilla sobre los hechos históricos: “Monteverde cuatro
años de historia patria; 1812-1816”; es un texto como para ganar muchos
premios y ser reeditado para todos los venezolanos. Allí nos asimos gran
parte de la fortaleza del presente trabajo documental.

Queremos copiar una línea de las muchas en las que su autor expone
con brillantez su pensamiento de historiador comprometido con la verdad.
Fieles a nuestro propósito de narrar los sucesos tales como son, y dar a
cada cosa el calificativo que merece. No hemos vacilado un punto en alzar
el velo que cubre los acontecimientos del 31 julio de 1812 y que otros
escritores, con una conmiseración falsa y corrupta han tratado de rehuir y
aun, de atenuar al describirlos, pues, para que las generaciones futuras
deduzcan de los hechos históricos saludables enseñanzas era necesario que
las acciones humanas aparezcan sin máscara alguna y que las
responsabilidades sean distribuidas entre aquellos a quienes corresponda.

Mis alegrías para todos.

Ubaldo García.

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Momento 2: Con la cara bien lavada

A principios de abril de 1812 el Ejecutivo le dio todos los poderes a


don Francisco de Miranda; envistiéndolo como el “salvador de la
República”. El viejo luchador de inmediato se abocó al cumplimiento de
sus funciones, trasladando el cuartel General a la ciudad de La Victoria y
movilizó sus fuerzas para enfrentar los avances sigilosos del canario
Domingo Monteverde que, con mucha suerte y complicidades, había
logrado éxitos en la recuperación del poder español, apoyado por la iglesia
que para el momento explotaba las creencias religiosas, mismas que se le
infundía al pueblo desde los púlpitos, culpando a los insurgentes
republicanos de la ira de Dios. Y que el terremoto era un castigo divino
para los sobrevivientes del rey.

Miranda cambió los cuadros principales del ejército, juramentó un


comando de oficiales europeos, específicamente franceses y aceptó
gustoso el ofrecimiento de don Antonio Fernández de León – Marqués de
Casa de León – para ser director de la renta nacional; este hombre era un
español con increíbles propiedades de mimetismo para acomodarse a los
diferentes momentos; era entonces, algo así, como un ministro de
hacienda, persona de confianza del generalísimo, así como después fue
amigo cooperante de Monteverde, Bolívar, Boves y Morillo; muy cercano
a la familia del Libertador, especialmente de María Antonia; también de
don Francisco José Rodríguez del Toro e Ibarra (Marqués del Toro) y del
mismísimo Fernando VII, a quien acudía para pedir ayudas económicas en
sus años de destierro.

Fue a don Antonio Fernández de León a quien envió Miranda, como


representante de los patriotas, para la revisión y firma de los tratados,
cuando se pretendían negociar los puntos de la capitulación en San Mateo.
Décimos pretendía, porque los numerosos documentos existentes nos
muestran que Monteverde impuso su norma, sus tiempos y sus espacios;

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en tanto que los comisionados de la República actuaban como silenciosos
sospechosos, trasmitiendo las novedades a la ciudad de La Victoria, donde
don Francisco de Miranda esperaba los pliegos, para hacer tibias
recomendaciones, que no fueron tomadas en cuenta.

La credencial firmada para presentar al Marqués de Casa de León decía:


“para negociar algunas modificaciones importantes va el ciudadano
Antonio Fernández de León, sujeto respetable y de conocida probidad y
luces”2.

Fue tanta la entrega y la traición de este representante de la República, que


después de la primera entrevista decidió quedarse en la celebración, en la
hacienda “La Trinidad de Tapatapa” en Maracay3, la cual era de su
propiedad y desde donde despachaba el jefe español. Ya no tenía
disposición para mirarle la cara más nunca al viejo girondino, así que en
carta del 26 julio le dice: “en este estado de cosas y atendiendo a las
circunstancias creo que debo quedarme para asegurar mi tranquilidad”;
allí se quedó, obsequiando y agasajando al vencedor.

2.- Antonio Fernández de León, marqués de Casa León, director general de Rentas de la Confederación
de Venezuela, hombre de su total confianza y al cual lo presenta como “sujeto respetable y de conocida
probidad y luces”. Dos días después, el ciudadano Antonio Fernández de León logra firmar con
Monteverde un convenio de capitulación que pone en conocimiento de Miranda, pero firmando no como
ciudadano sino como marqués de Casa León. Ignora Miranda que su “sujeto respetable y de conocida
probidad y luces” había aprovechado esta misión para pasarse al bando realista. Fuente: Paredes
Muñante: La conspiración contra Miranda del 31 de julio de 1812

3.- La hacienda la trinidad de Tapatapa, es considerada como el epicentro histórico más importante de
la Ciudad de Maracay, por ser testigo indiscutible de la época colonial y la independencia de Venezuela.
La Casona de la Hacienda la Trinidad perteneció a personajes mantuanos, tales como al Capitán Español
Nicolás Brito (Constructor de esta Casona), a don Antonio Carreras; también a Antonio Fernández de
León, al General José Antonio Páez, Familia Palacios (Primos del Libertador Simón Bolívar), General
Cipriano Castro y el General Juan Vicente Gómez. Es un muy hermoso lugar, con gran importancia
ecológica, ya que se encuentra enclavada en una colina adyacente a las montañas del Parque Nacional
“Henri Pittier”, y constituye uno de los inmuebles más antiguos del país, con 271 años de historia.
Fuente: http://colectivoestudiantesdelagro.blogspot.com/

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Momento 3: Traición en el puerto

¿Por qué usted no esperó en La Victoria junto al ejército, al


momento de la llegada de los comisionados, para refrendar los acuerdos
del 25 de julio de 1812?

¿Por qué usted no mantuvo en secreto los puntos esenciales de la


capitulación, celebrada en San Mateo?

¿Por qué usted no informó de su salida hacia el puerto, y más bien


abandonó Caracas casi en solitario y sin los escoltas de siempre?

Eran estas las preguntas que los miembros del grupo que lo
apresaron le hacían a don Francisco de Miranda aquella madrugada del 31
julio de 1813. Estará usted detenido en el castillo de San Carlos y mañana
será juzgado por un consejo de guerra, para que provea las explicaciones
necesarias sobre su conducta y pague las culpas de su traición al ejército y
a la patria.

Después de los tristes acontecimientos, se sabe que muchos de los


conjurados se dispusieron a esperar el nuevo día; el doctor Miguel Peña,
que tenía su mula ensillada, tomó el camino hacia Caracas; era necesario
estar preparado para las nuevas horas. Arriba, en el paso, a media cuesta,
se cruzó con los postas que llevaban los pliegos hacia el puerto. A las 7:30
de la mañana el Coronel Manuel María de Las Casas recibe las órdenes de
Monteverde: “En tanto llegan al puerto de la Guaira la fuerza del rey,
usted mantendrá el cierre absoluto del puerto y no se permitirá la salida
de ningún buque sin el pasaporte requerido”4.

4.- El comandante militar Casas, por su parte, partidario sincero de la capitulación, creía que,
obedeciendo la orden de Monteverde de cerrar el puerto, se obtendría el cumplimiento del tratado.
Serenadas las pasiones de la guerra, Bolívar trató con amistad a Casas en1827. (Nota de Vicente Lecuna,
en Cartas del Libertador).

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Entonces, aquellas frases se regaron como pólvora y el jefe militar
gritaba “aquí no se embarca nadie”; el Capitán Henry Haynes, que
esperaba al General Miranda en el buque británico “Saphire”5, escuchó las
detonaciones en el puerto, hizo sonar sus cornetas, e inició el movimiento
de navegación, logró partir con el bagaje de Miranda hacia Curazao. La
noche anterior había asistido a la posada de la casa de la Aduana para
pedirle a su cliente que se embarcaba y no fue posible.

Miranda sólo permitió que llevaran a bordo su gran equipaje, el


archivo y algunos criados. Bolívar y sus compañeros tomaron caminos
diversos; algunos salieron en pequeñas embarcaciones, otros se
escondieron en los vericuetos del puerto; don Simón pasó camuflado por
entre las fuerzas realistas que estaban entrando a La Guaira; tomó el
camino a Caracas sin ser visto. El Coronel de Las Casas, hombre de
confianza en el gobierno patriota y amigo personal de Miranda, cambió el
rumbo de la historia en aquella encrucijada de las luchas por la
independencia, obedeciendo las órdenes del enemigo se sumó al bando

5.- Extracto: “…Me llegaron muchas solicitudes y súplicas de personas de todo tipo. Para evaluar la
verdadera situación de las cosas, le escribí una carta identificada bajo el No. 2 al general Miranda y
recibí su repuesta bajo el No. 3, a primeras horas del día 30. Inmediatamente, hice la señal de traslado
y giré instrucciones a cuatro buques.
Esta noticia del general Miranda, quien me aseguró que el embargo sería levantado, produjo un regocijo
general.

Durante todo este día, la gente de diferentes nacionalidades que había venido a este país desde la última
revolución [independentista] se encontraba ocupada embarcando sus pertenencias. El Sr. George
Robertson de la Casa de Robertson & Belt embarcó veintidós mil dólares para que se efectúe la
correspondiente entrega con Conocimiento de Embarque.

Mientras el Capitán del “Zeloso”, un bergantín de guerra de bandera independentista, desayunaba


esperándome, le mostré la carta del general Miranda y éste me solicitó que le asistiera con un oficial y
tripulación de bote para aquietar a su gente hasta que se conociera la capitulación. Puesto que la
situación y fuerza de este bergantín junto con el carguero habría hecho imposible el escape del buque
británico “Saphire” en caso de que el general Monteverde infringiera la capitulación, aprobé la solicitud
del capitán Castillo, esperando a la misma vez del correspondiente celo de España que esta medida
creara alguna sospecha en tierra”. Fuente: Carta del Capitán Henry Haynes al Vice-Almirante Charles
Stirling (1812). Publicado por Giovanni Meza Dorta: Miranda y Bolívar, Dos Visiones, 2da edición,
pp. 200-204, bid & co. editor, Caracas; 2007. Los anexos enumerados por Haynes no se incluyen en
esta transcripción. Barco de Su Majestad balandro “Saphire”. Puerto de Ámsterdam, Curazao, 4 de
agosto de 1812

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realista, causando grandes complicaciones en la vida de centenares de
republicanos, que fueron prisioneros pasando años de enormes
sufrimientos y otros murieron, como fue el caso del precursor.

Dicen los estudiosos que, en aquellas horas grises de nuestro pasado,


se impuso la ansiedad por permanecer en el poder, pues bien pudo el
Coronel de las Casas abrir el puerto para todos y él mismo haber escapado
hacia la isla del caribe, ya que la misma orden para detener la emigración
era autoritaria y contra los artículos de la capitulación de Monteverde, la
cual ya estaba violando en aquellos primeros días de su gobierno.

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Momento 4: Cambios de piel

Después de ver preso a don Francisco de Miranda, el doctor Miguel


Peña decidió aquella misma noche mantener distancia sobre el Coronel
Manuel María de Las Casas, con quien había tenido diferencias en el
gobierno; muy de mañana llegó a Caracas, era el día 31 julio de 1812;
venia apresurado desde La Guaira; había cabalgando en solitario durante
la madrugada y fue directamente a la casa de gobierno, para entrevistarse
con el vencedor de la campaña, don Domingo Monteverde.

Mantuvo una larga conferencia con el canario, le contó sobre los


acontecimientos del día anterior; preguntó – muy probablemente – sobre
la ratificación de la capitulación y sus detalles, receloso de la perfidia de
aquel hombre que actuaba con arrogancia y autoridad, desapareció, sin
saberse más nada de él. A pesar de que el jefe del nuevo gobierno español
lo buscó para anunciarlo sobre las nuevas recomendaciones recibidas
desde la corte española, no fue posible conocer su paradero por aquellos
meses.

Bolívar por su parte, subió a Caracas. Hay versiones que dicen que
llegó disfrazado y muy indignado contando a sus íntimos de las desgracias
ocurridas en La Guaira, cuando impotente escuchó vociferar al Coronel
Manuel de Las Casas: “…nadie se embarca. Juntos correremos una misma
suerte con nuestras familias y con los demás compatriotas comprometidos
en nuestra causa”.

Era la felonía presente en los hombres que no tenían claridad en la


lucha por la libertad, que eran fácilmente cambiables con ofrecimientos y
dádivas de recursos y cargos que nunca se equiparan al valor de la patria.
En Caracas se escondió don Simón dentro de la barriga del monstruo; fue
amparado en uno de los muchos aposentos de la casa grande del Marqués
de León, el mismo que envió Miranda como representante de la República

16
para dialogar con Monteverde, con pliegos para la discusión y decidió
quedarse del lado realista; ya un par de semanas después era parte de la
monarquía española.

Don Antonio le brindó su hospitalidad y mantuvo en secreto su


presencia; para él no era tarea difícil porque desde hacía mucho tiempo
había aprendido a cambiar de piel como el camaleón, tomando los colores
que le convenía en el espacio y en el momento preciso. Unas tres semanas
se quedó Bolívar escondido y mientras, por lo bajo, hacia los arreglos de
sus cuestiones económicas y personales, los trámites para obtener un papel
milagroso para salir y un puesto en un barco que lo llevara lejos de
Venezuela para seguir pensando en la reconstrucción republicana.

17
Momento 5: Una capitulación y un destino

El principal artículo de la capitulación que aspiraba Miranda se


firmase en San Mateo el 25 de julio de 1812 por Domingo Monteverde y
el Coronel José Fermín de Sata y Bussy – por los patriotas – decía: “no se
tocaría la vida y bienes de los vecinos, que a nadie se le formará proceso
por sus opiniones políticas anteriores, que no se incomodaría a ninguno
y, que habría un general olvido de todo lo pasado”6.
Un documento, con estos puntos y otros más, que protegía a la
población firmado por un representante de una nación civilizada de
Europa, era una garantía importante para salvar las vidas y los bienes de
todos7; hasta este momento se podría entender la conducta de don

6.- Muñoz, Gabriel, Monteverde; página 208. Sometida dicha petición a Monteverde, la respuesta fue
“Negada”.

7.- Los puntos en consideración fueron:


Primero.- La inmunidad y seguridad absoluta de personas y bienes debe comprender todo el territorio de
Venezuela, sin distinción de ocupado o no ocupado, como conforme a las reglas de la sana justicia y a
la resolución de las Cortes de España, en su decreto de 15 de octubre de 1811, que ofrece para el caso
de los términos de esta capitulación un olvido general de todo lo pasado. Respuesta.- Negado.
Segundo.- Que el papel moneda debe considerarse como una propiedad de los tenedores de él en el día,
que son principalmente los comerciantes europeos, isleños, americanos y los propietarios, y quedaría la
inmunidad de bienes infringida e ilusoria si no abrazase igualmente al papel moneda, cuya circulación
bajo de otro signo parece necesaria e indispensable. Respuesta.- Negada su circulación mientras el
gobierno dispone lo que se deba hacer con él.
Tercero.- La inmunidad debe comprender a los desertores que han pasado al ejército de Caracas.
Respuesta.- Concedido.
Cuarto.- La clase honrada y útil de pardos y morenos libres, debe gozar de toda la protección de las
leyes, sin nota de degradación y envilecimiento, quedando abolidas cualesquiera disposiciones contrarias
en observancia de las justas y benéficas de las Cortes de España. Respuesta.- Gozará de la inmunidad y
seguridad concedida indistintamente en el tercer artículo de la respuesta anterior; tendrá su protección
en las leyes, se les considerará conforme a las benéficas intenciones de las Cortes.
Quinto.- Que se extienda el término para la ratificación de la capitulación por ocho días, después de
recibidas en el Cuartel General de La Victoria las contestaciones de estos capítulos. Respuesta.- Se
concede únicamente el término de doce horas para la aprobación y ratificación de estos convenios,
después que lleguen al Cuartel General de La Victoria.

18
Francisco de Miranda quien, ante tantas dificultades, había procurado
sostener la República con fuerza y entusiasmo; si no fue posible conservar
el poder, pues por lo menos se había intentado y podía esperarse un retiro
con honor y sin gloria.

Sin embargo, los patriotas equivocaron el momento y la madures


española, al descubrir que no tenía políticas muy cultivadas sobre estos
temas, menos aún en las colonias americanas. A ello hay que añadir que
Monteverde no era un hombre legal, ni tampoco representante de la
Corona, pues había saltado todas las normas y usurpado los rangos
políticos y militares; tal vez Miranda, acostumbrado a las guerras regulares
y a los pactos de hombres en las contiendas bélicas, nunca sospecharía del
desastre que se aproximaba en la joven nación y tampoco para su propia
existencia.
Las conversaciones se dieron en San Mateo; los postas se movían
hacia la ciudad de La Victoria, en donde se encontraba don Francisco de
Miranda. Es verdad decirlo, ninguna de las propuestas hechas por los
patriotas fueron tomadas en cuenta a plenitud; una vez firmadas,
Monteverde informó que al día siguiente sus tropas avanzarían sobre
Caracas, por lo que en el campamento republicano se formó un gran
desorden8.

Tan desesperado se hallaba Miranda por arrojar lejos de sí el mando


que, sin esperar conclusión del tratado y sin refrendarlo, abandonó el
cuartel y con la madrugada del 27 de junio salió en sospechoso silencio
hacia Caracas, acompañado de su secretario el Coronel Carlos Soublette9.
Tres días después cuando en Caracas se sintieron los disparos al aire junto

Sexto.- Que no servirá de obstáculo lo convenido en esta capitulación para que los habitantes de la
Provincia de Venezuela disfruten de los reglamentos que se hallan establecidos y establezcan por las
Cortes de España con respecto a la generalidad de las Américas. Respuesta.- Concedido.
Maracay, 24 de julio de 1812.
Antonio Fernández de León / Domingo de Monteverde

8.- El articulado completo y definitivo de la Capitulación al final del presente “momento”.

9.- En 1812 tras la capitulación de La Victoria y la caída de la Primera República, fue hecho prisionero
y confinado al Castillo San Felipe de Puerto Cabello, una vez liberado, se integró al ejército libertador
de Simón Bolívar. Posteriormente combatió al lado de José Félix Ribas como su Secretario Militar en
1813 en la Batalla de Vigirima. (Nota E2Z).

19
al escándalo de las avanzadas de Monteverde, entonces el generalísimo
repitió su procedimiento; tenía su mula ensillada, ya desde la mañana
habían salido sus numerosos baúles; se le vio enfilar el rumbo a la Guaira;
llevaba sus dos criados y cerraban el cortejo como una sombra al atardecer
el Coronel Soublette.

No se entendía cómo el generalísimo en su afán por embarcarse,


acababa de disolver su ejército que, aún en las circunstancias, era mayor
que el del canario. Constaba para el 27 de julio: “197 oficiales, 230
sargentos, 47 tambores, 371 cabos y 3.303 soldados; además de la
caballería con sus cuatro escuadrones con 63 oficiales, 43 sargentos, 43
cabos y 407 soldados; lo que unidos a la plaza anterior, da la respetable
cifra de 4.472 patriotas luchadores”10.

Mediando las 7:00 de la noche llegaron a la casa de la Aduana;


muchos jefes esperaban en aquel lugar la oportunidad para embarcarse.
Miranda tenía un buque enviado por el gobernador de Curazao; el Capitán
del “Saphiro” Henry Haynes vino a tierra; con tranquilidad se sentaron
alrededor de una mesa grande. Estaban allí el jefe militar Manuel María
de Las Casas el doctor Miguel Peña gobernador civil y político11, el doctor
Pedro Gual que ya se había embarcado y vino para saludar al generalísimo,
el Coronel Juan Paz del Castillo, el secretario Soublette y otros. Miranda
dijo que dormiría en tierra, que ya era muy tarde para salir al mar; en tanto
que el Capitán Haynes se mostró en desacuerdo diciendo que a bordo
sobraban las comodidades, por lo que se despidió visiblemente disgustado.

10.- Muños Gabriel. Monteverde; página 214. Nuestra cuenta moderna difiere de Muñoz por 28 plazas,
sin contar la oficialidad; sin embargo, se siente un inmenso dolor que este gran número de patriotas de
más de 4.500 soldados que podrían defender la República, comparada con la tropa realista que, a su
salida de Coro, Ceballos la trazó en “poco más de 1.500”, no representaban obstáculos significativos;
aun teniendo en cuenta que Monteverde debía alojar dicha tropa y encartonarla en los fuertes recurrentes
entre Puerto Cabello, Valencia, La Victoria y Caracas. A esta última, solo llegó con un puñado de
realistas.

11.- Peña se sumó a la Sociedad Patriótica, y el 4 de abril de 1811 pronunció un discurso contundente
que definió la historia de Venezuela, pues pedía la inmediata independencia del país. Participó en la
lucha por la independencia al lado de Simón Bolívar y Francisco de Miranda. Fue elegido secretario del
Interior y presidente del Consejo de Valencia, su ciudad natal. Siendo presidente del congreso de Cúcuta,
como participante firmó la primera constitución de Colombia. (Nota E2Z).

20
En aquel momento el destino de los hombres estaba marcado;
Miranda, sin ningún temor, prefirió descansar entre sus hombres de
confianza; de las Casas y Peña habían sido nombrados por él mismo para
tan importantes cargos; nada que temer… mañana será otro día.

Aquí la suscrita Capitulación final:

“D. Domingo de Monteverde, Comandante general de


las tropas de su Majestad Católica, y el S. Sata y
Bussy, Comisionado por el Generalísimo del ejército
de Venezuela, Francisco de Miranda, después de
terminado y ratificado el convenio hecho entre
ambos, sobre la ocupación del territorio de la
provincia de Caracas por el primero, y seguridad de
la tranquilidad y propiedades de sus habitantes,
convienen ahora de común acuerdo en los siguientes
artículos, sobre el modo y forma con que debe
verificarse y cumplirse aquel tratado.
Artículo 1°: El comisionado del ejército de Caracas
pone por condición de este pacto que la ejecución y
cumplimiento de cuanto se ha estipulado
anteriormente, como la ocupación y posesión del
territorio de la provincia de Caracas, debe pertenecer
exclusivamente al señor D. Domingo de Monteverde
con quien se ha iniciado este convenio, no accediendo
los pueblos de Caracas a ninguna variación en esta
parte.
Artículo 2°: Las tropas de Caracas existentes en La
Victoria la evacuarán por divisiones, que desde hoy
mismo por la mañana empezarán a salir; y con
intervalos proporcionales se retirarán a Caracas, en
donde depositarán sus armas sucesivamente en el
momento que lleguen licenciándose al punto.
Artículo 3°: Quedará en La Victoria una división de
ochocientos a mil hombres, que haga la entrega del
armamento, artillería, municiones y demás efectos
militares que se encuentran en aquel pueblo.

21
Artículo 4°: El ejército del mando del Sr. D. Domingo
de Monteverde entrará en La Victoria el día veinte y
seis por la tarde para hacerse cargo de todo lo
contenido en el anterior artículo.
Artículo 5°: Este ejército dividido en las secciones que
tenga por conveniente su Gefe, podrá pasar a
Caracas sucesivamente desde el día siguiente de su
entrada en La Victoria, con el mismo objeto y fines
insinuados en los artículos 2° y 3°
Artículo 6°: La división que quede en La Victoria,
después de la entrada del ejército español, se retirará
por piquetes a sus cuarteles, y allí depositarán sus
armas de que se hará cargo el Comisionado o Comi-
sionados que nombrase el Jefe de dicho ejército. La
división de Caracas quedará licenciada, y se retirará
con orden a los pueblos de su residencia.
Artículo 7°: A los oficiales se le dejarán sus espadas,
exigiéndoles si se quiere, todas las seguridades que
ellos pueden prestar en su palabra de honor.
Artículo 8°: Con las mismas formalidades se
entregará la plaza de La Guaira, así que la de
Caracas esté pacíficamente poseída por las tropas de
S.M.C.
Artículo 9°: Se enviarán comisarios con la fuerza que
se juzgue conveniente, en nombre de dicho ejército,
para tomar posesión de todos los pueblos y lugares de
las provincias de Caracas, Barcelona, Cumaná e isla
de Margarita.
Artículo 10": No se exigen otros rehenes ni
seguridades de una parte y .otra, que la mutua fe y
palabra de ambos; fiándose tanto el ejército y pueblo
de Caracas de la del Sr. D. Domingo Monteverde, que
no duda que por ella sola se cumplirán religiosamente
todas las promesas.
Artículo 11°: Como las proposiciones hechas por los
comisionados del gefe del ejército de Venezuela, en
las dos referidas fechas de 20 y 24 de julio, han

22
recibido igualmente en ambas sus contestaciones
respectivas que aunque levemente se modifican y
alteran, se hará una sola redacción que las
comprenda todas, y será el acta solemne y definitiva
de lo estipulado; firmándose por ambos gefes en
Caracas o en donde se convenga. Se imprimirá un
número suficiente de ejemplares de esta acta, y se dis-
tribuirán al público.
Cuartel General de S. Mateo, julio 25 de 1812.
Domingo de Monteverde
José de Sata y Bussy12”

Antes de ser firmado el convenio preinserto, se apresuró


Sata y Bussy a escribir al General Miranda sobre la pretensión
de Monteverde de ocupar La Victoria con su ejército al día
siguiente.

12.- Muñoz, Gabriel, Monteverde; páginas 210 - 211.

23
Momento 6: Bochinche… bochinche

Producto de una conspiración entre fuerzas militares y presos


españoles, a finales de junio de 1812, cayó en manos realistas primero el
Castillo de San Felipe y después la ciudad de Puerto Cabello; aquel
acontecimiento fue el detonante para que Miranda iniciara un
acercamiento con los enemigos, proponiéndoles una capitulación que se
firmó por sus enviados, en San Mateo, con el jefe de Domingo
Monteverde, el día 25 julio de 1812.

Don Francisco de Miranda era para entonces generalísimo y


dictador; sin consultar al poder político en la capital, ni tampoco a los
oficiales de su ejército, se apresuró a entregar las armas, a disolver la tropa;
incluso se puso en marcha hacia Caracas, sin esperar la ratificación de la
negociación.

Parecía entonces que don Sebastián, decepcionado de los procederes


de una guerra irregular, quería deshacerse lo más rápido posible de su
cargo para embarcarse fuera del país. La pieza que podemos razonar que
no ofrece misterios, es la que se refiere a la disposición de los oficiales
patriotas discordantes con la capitulación. La prisión de Miranda por el
grupo de oficiales patriotas cabe dentro de la razón militar de desconocer
la capitulación. Trasladando, hoy día se interpretaría como un “Golpe de
Estado al Poder constituido”, realizado por parte de fuerzas en desacato.

Y un misterio: ¿cómo este hecho lleva, casi sin solución por su


consecuencia, a la caída de Miranda en manos de los realistas? Ello hace
que historiadores muy serios acusen responsabilidad a Bolívar por dicha
entrega. Pero veamos cómo se sucede esta fase del fin político de Miranda.

24
El 30 de julio, por la noche, los oficiales discordantes con la
capitulación tuvieron una junta secreta. Según Larrazábal (1865), en dicha
maquinación estuvieron presentes:

1) El Dr. Miguel Peña,


2) Manuel María de las Casas,
3) Coronel Simón Bolívar,
4) Coronel Juan Paz del Castillo,
5) Coronel José Mires13,
6) Coronel José Cortés;
7) Comandante Tomás Montilla,
8) Comandante Rafael Chatillon,
9) Comandante Miguel Carabaño,
10) Comandante Rafael Castillo,
11) Comandante José Landaeta, que mandaba la guarnición, y
12) Juan José Valdez, sargento mayor de plaza.

Reseña Larrazábal que el plan había sido ideado de la siguiente


forma: de las Casas – en cuyo domicilio estaba alojado Miranda – debía
situarse en el Castillo de San Carlos al frente de las tropas; Valdez,
resguardaría, con una guarnición, la habitación en que descansaba

13.- Joseph Mires fue un militar y matemático irlandés. Llegado como capitán del Regimiento de la
Reina a Caracas, fundador de la Academia de Matemáticas en 1808; apoyó la Declaración de
Independencia y el Primer Congreso. El 30 de julio de 1812 es hecho prisionero en La Guaira y, en
septiembre, fue remitido a España junto a Juan Germán Roscio, Francisco Isnardi, José Barona, Juan
Pablo Ayala, Cortés de Madariaga, Juan Paz del Castillo y Manuel Ruiz. Monteverde les dio el nombre
de “los ocho monstruos”. Confinados en la prisión de Ceuta por 7 meses y luego en La Carraca de Cádiz.
En 1814, con la ayuda de un británico, logran fugarse y fueron a dar a Gibraltar, donde se pusieron bajo
la protección de la corona inglesa; pero el Gobernador de la colonia los entregó de nuevo a las
autoridades españolas, y otra vez fueron confinados en Ceuta, hasta recobrar su libertad por mediación
del Príncipe Regente británico quien intercedió ante Fernando VII de España, quien los indultó un 10 de
septiembre de 1815.

25
Miranda; Bolívar, Chatillon y Montilla correspondía apoderarse de su
persona, de grado o por la fuerza.
Mires recibiría y resguardaría el Castillo. Para concluir con lo
planeado habría que despertar a Miranda, reprocharle su traición, detenerlo
y llevarlo al presidio. El encargado de despertarlo – eran entre las 3 o 4 de
la mañana del ya 31 de julio – en aquella “madrugada triste” (Picón, 1958,
p. 235), fue su secretario Carlos Soublette. Miranda, más que con
extrañeza enfrentó con desprecio a sus desleales subalternos y exclamó:
“Bochinche, bochinche; esta gente no sabe hacer sino bochinche”.

26
Momento 7: Un pasaporte para Simón

Más de tres semanas se quedó Bolívar escondido en la casa del


Marqués don Antonio Fernández de León, mientras que en las calles de
Caracas se pueden ver las escandalosas escenas de abusos por parte de las
fuerzas españolas. Ahora estaban en el poder los canarios, bajo el manto
protector de la Iglesia, con apoyo del obispo Narciso Coll y Pratt, sucedían
todo tipo de injusticias y tropelías contra todo aquel que había apoyado al
gobierno republicano, violando abiertamente la capitulación establecida.

Bolívar planea su escape; un espíritu como el suyo no podía


permanecer en la quietud, todos los días venían algunos amigos de visita
entre ellos don Francisco Iturbe, un español muy cercano a la familia y
parte del nuevo gobierno, con quien siempre se había llevado negocios
transacciones y arreglos financieros.

Bolívar quiere firmar un poder para dejar la autorización sobre el


manejo de sus bienes y la venta de las cosechas; don Francisco le informa
que en conversación con el dictador Domingo Monteverde le informó que
apoya la salida de Bolívar hacia las islas del Caribe y de esta forma estaría
libre de su presencia para evitar sublevaciones posteriores, a lo cual el
canario había convenido en que se presentara.

Dice don Felipe Larrazábal que, en una entrevista con Iturbe, le


contó los detalles de aquel acontecimiento; en la mañana del 25 de agosto
de 1812, presentó al joven Simón ante el dictador Monteverde diciéndole:
“aquí está el comandante de puerto cabello, el señor don Simón Bolívar,
por quien he ofrecido mi garantía, si hay alguna pena yo la sufro, mi vida
está por la suya”14.

14.- Larrazábal, Tomo I; pág. 149

27
El mandatario, casi sin mirarlo, ordenó a su secretario don Bernardo
Muro: “…se concede pasaporte al señor en recompensa del servicio que
ha hecho el rey con la prisión de Miranda”. Bolívar rompió el silencio y
dijo: “hicimos preso a Miranda para castigar a un traidor a su patria, no
para servir al rey”.

El nerviosismo cundió principalmente en don Francisco de Iturbe


quien se apresuró a disimular diciendo al Secretario, con quien mantenía
una gran amistad: “vamos, no haga usted caso de este calavera. Dele usted
el pasaporte y que se vaya”15.

Efectivamente, dos días después, el 27 de agosto de 1812, a las 9:00


de la mañana, salió para Curazao la goleta española “Jesús, María y José”,
con los pasajeros que la fletaron, José Feliz Ribas, el doctor Vicente
Tejera, don Manuel Díaz, don Simón Bolívar, Francisco – un sobrino de
Ribas – así como algunos otros hombres y mujeres extranjeros. Señala
Larrazábal uno en especial, el joven Tadeo Piñango, quien en adelante
haría lores por la República y no hallando medios para salir de Venezuela,
al no querer vivir mandado por Monteverde, se fingió doméstico de
Bolívar, entendiéndose en la conducción del equipaje de a bordo, entre
otras; lo certifica don Francisco Cervériz, quien ahora actuaba como
comandante del puerto para el gobierno español; este le escribe una
relación de los hechos a Monteverde al día siguiente:

“Ayer a las nueve de la mañana se dio a la vela


para Curazao la goleta española “Jesús, María y
Josef” con los individuos que la fletaron, a saber: D.
Josef Félix Ribas, el Dr. Vicente Tejera, Don Manuel
Díaz Casado, Don Simón Bolívar y un sobrino de
Ribas, nombrado Francisco que venía incluso en el
pasaporte que V.E. le dio.

También se embarcaron en el mismo buque los


extranjeros Don Patricio Esmita Salias, Don Luis
Bernardo Yatillón, Don Carlos Chasen, que tenía
presos por temor de algún mal procedimiento; fueron

15.- El mismo Larrazábal entrevistó a Iturbe, quien muy cordialmente le narró los acontecimientos.

28
además en el propio buque el francés De Yanot y su
mujer.
Dios guarde a V.E. muchos años.
Guaira, 28 de agosto de 1812.
Francisco Cervériz”16.

Narra Baralt en su historia de Venezuela que este perverso español


– refiriéndose a Cervériz – luego de tomar posesión del cargo de
Comandante del puerto de La Guaira el mismo 31 de julio, procedió luego
a poner en prisión a muchos americanos distinguidos, habiéndoles hecho
desembarcar y apropiándose sin escrúpulos y sin vergüenza sus ricos
equipajes como “botín de guerra”17. En las bóvedas del fuerte se encerró
también a patriotas eminentes: Roscio, Madariaga, Mires, Juan Pablo
Ayala, junto a otros cuatro; quienes más tardes fueron remitidos a Cádiz.

Sobre Miranda, el 9 de agosto fue conducido de las bóvedas de La


Guaira a los calabozos del castillo de Puerto Cabello, vejado allí muchos
meses, maltratado por infames carceleros, injuriado por un gobierno
mucho más perverso. Desde allí escribió a la Regencia española un
“memorial” donde, luego de explicar su conducta, delató las violaciones
del convenio; pidió justicia en favor de sus desgraciados compatriotas.

Extraordinario documento, ninguna queja de él en contra de sus


enemigos personales; ni una palabra, ni la más mínima alusión a su arresto
en La Guaira o a las personas que lo hicieron. Habla de violencia, solo la
de sus conciudadanos que la sufren; pide reparaciones, solo para ellos; se
indigna, contra el miserable que lo ha oprimido.

16.- Blanco y Aspúrua, tomo III, pág. 715

17.- Contra lo que generalmente se ha asegurado, Cervériz no se apropió de los despojos de los patriotas,
tanto de los presos como los que se habían embarcado. En el Libro Manual de la Tesorería de la Guaira,
mismos que aún existen y están en posesión del Archivo del Ministerio de Hacienda, los cuales Muños
Gabriel examinó, existen dos partidas donde consta que el comandante Cervériz le dio entrada
correctamente al inventario incautado. Relación del folio 176 del 4 de agosto de 1812; siguen otros
folios. Sabemos claramente que Baralt, cuando escribió su historia de Venezuela, no sabía este hecho.
Fuente: Muñoz Gabriel; Monteverde, tomo I, pág. 297 (Nota E2Z).

29
Olvidado de sí, generoso, magnánimo, fue en las cadenas aún más
grande de lo que jamás había sido. Sin embargo, tantísima virtud no
conmovió a sus indignos enemigos. España, a pesar de su tan cacareados
“principios liberales”, solo se hizo cómplice de Monteverde, manteniendo
a la ilustre víctima tras las rejas. En 1813 fue trasladado a Puerto Rico y
de allí a Cádiz, quizá con los pesares encima e ignorando las contingencias
de la guerra en su patria, triste y solitario, muere un 14 de julio de 1816.

30
Momento 8: Corazón grande

El buque “Jesús María y José” llegó a Curazao el 1° de septiembre


de 1812; habían viajado 5 días desde la Guaira. El 10 de septiembre,
Bolívar escribe para su amigo en Caracas, don Francisco Iturbe y le dice:

“Con infinitas incomodidades y penas he logrado


llegar aquí ocho días ha. Mala navegación, peor a
bordo y detestable recepción… todavía no había bien
llegado, cuando ya estaba mi equipaje embargado por
dos causas muy raras; la primera porque mis efectos y
tastos estaban en la misma casa en que estaban los de
Miranda; y la segunda porque el ‘Celozo’18 contrajo
deudas en Puerto Cabello, que ahora he de pagar yo,
porque yo era comandante de la Plaza cuando las
contrajo…
Aunque mi situación es tan triste como la pinto, no
obstante conservo algunos amigos que me obsequian
con urbanidad y con franqueza…”19.
Así inicia Bolívar su peregrinar por el destierro que le llevará a
Cartagena; Monteverde le firmó el pasaporte de salida casi sin mirarlo, tal
vez para congraciarse con el poder de los mantuanos que apoyaban su
gobierno; sin sospechar que en menos de un año aquel joven “calavera” –
como lo había catalogado Iturbe en los momentos apremiantes – estaría de
nuevo en Valencia para despojarlo del poder y recuperar la República.

Desde Curazao, Bolívar expresa su agradecimiento para con su


amigo español Iturbe, y le da un gran valor a la amistad, como signo de lo
humano; en un hombre al que sus detractores han catalogado de infiel y
traidor para con Miranda, cuando supuestamente lo entregó Monteverde

18.- Se refiere al bergantín “Zeloso”. Ver nota de pie N° 4.


19.- BOLIVAR, Simón. Obras completas. Vol. I, pág. 35, doc. 29

31
para salvar su vida; la trayectoria del genio caraqueños servirá de soporte
para conocer su conducta en los momentos apremiantes y su
comportamiento, como militar y compañero, en la ruta por la liberación.

Por aquellos mismos días, antes de salir de Caracas, cuando creía


que se embarcaron con facilidad y sin mucho escándalo en la Guaira, dio
una demostración de desprendimiento y fidelidad hacia los sentimientos
del corazón, cuando, en una pequeña esquela escrita de su puño y letra, le
dice a la señora Josefa Tinoco, madre de los tres muchachos de su hermano
Juan Vicente, para reconocerles la herencia correspondiente, pasando por
sobre las leyes españolas y las costumbres familiares, que dejaban sin
legado a los hijos nacidos fuera del llamado “matrimonio legítimo”.

Para el momento, estaba Bolívar apurado cuando cierra la carta,


diciéndole “estoy deprisa y quizá no podré verte, pues el honor de mi
patria me llama a su socorro”20.

Son los papeles los que hablan por él, para conocer sus sentimientos
y no los rumores y agregados de los enemigos de ayer y de hoy. Desde
Curazao, unos días después, dicta cátedra de amor a la vista cuando de
nuevo le escribe al señor Iturbe que:

“…yo sé muy bien que vuestra merced hará por mis


bienes lo que ha hecho por mi persona: quiere decir
que vuestra merced los protegerá como si fuesen
propios suyos… Vuestra merced ama a sus amigos con
preferencia a sí mismo; que es cuanto pueda decirse y
hacerse en el mundo, por el hombre más generoso que
honre la humanidad,

…Es verdad que me han quitado inicuamente mi poco


dinero y equipaje, pero yo estoy conforme en mi
corazón, porque sé que cuando el infortunio persigue
por algún tiempo, todo se conspira contra el infeliz…

20.- BOLIVAR, Simón. Obras completas. Vol. I, pág. 34, doc. 27

32
Amigo Iturbe: vuestra merced cuente con la amistad
reconocida de Bolívar. Cuente vuestra merced que una
época trae otra; y que los beneficios que se hacen hoy.
Se reciben mañana, porque Dios premia la virtud en
este mundo mismo…”21

No había cumplido treinta años y hablaba como un viejo de


experiencias sobradas, exponía sus sentires y comprometía su palabra;
esos son los papeles que tenemos de Bolívar; las letras suyas que nos
muestran su corazón. Cierto cronista me dijo que para acusar a Bolívar de
traición existían cartas de Monteverde que lo certifican; el canario, el
felón, desleal e infiel, no fue serio ni con sus mismos partidarios y nunca
mostró un papel con señal de respeto y grandeza.

21.- BOLIVAR, Simón. Obras completas. Vol. I, págs. 36 y 37, doc. 30

33
Momento 9: Otro camaleón

Veamos las acusaciones contra Bolívar por la prisión del


Generalísimo don Francisco de Miranda en los sucesos finales de julio de
1812. Dice don Feliciano Montenegro y Colón, un español que escribió
nuestra primera historia y geografía de Venezuela:

“El 30 julio debe ser de fatal recuerdo para todos los


que comprenden la villanía cometida en la Guaira por
Bolívar, Miguel Peña y Manuel de Las Casas; tres
venezolanos que llevados por miras diferentes, se
coaligaron, para que el General Miranda cayera en
poder de Monteverde en oprobio del pueblo al que
pertenecía”22.

¿Saben ustedes que este don Feliciano vino a Caracas, enviado por
la Regencia, para conversar con los rebeldes del 19 abril y se quedó
aceptando un puesto en el gobierno?

¿Saben ustedes que unos días antes de la firma de nuestra


independencia este señor Feliciano Montenegro se escapó de Venezuela,
llevando secretos e información a las cortes españolas?

Así actuaba la mayoría de los españoles de entonces; allá fue


incorporado al ejército y muy pronto volvió a Venezuela, formando parte
del gobierno dentro del ejército de don Pablo Morillo.

¿Saben ustedes que en la batalla de Carabobo, este mismo Feliciano,


historiador, formó parte del estado mayor de las tropas del rey? Y luego de
la derrota, se refugió en Puerto Cabello23. Feliciano Montenegro y Colón,

22.- Citado por Muñoz Gabriel; Monteverde. Tomo I. pág. 289

23.- Ver Notas al final, esquema de la formación de Guerra del ejército realista en la Batalla de Carabobo.

34
el que acusaba a Bolívar de haber entregado a Miranda a Monteverde y se
fue a España; cuando Páez se hizo presidente de Venezuela, volvió. Y
después de mucha adulación, se congració con la aristocracia valenciana y
con los comerciantes de Caracas y la Guaira, los mismos de antes de la
guerra qué ahora no querían saber nada del Bolívar vivo y mucho menos
del Bolívar muerto.

Don Feliciano solicitó permiso para fundar en Caracas una escuela


para niños, que serían educados bajo los preceptos europeos y sin tomar
en cuenta la obra del Libertador; al contrario eran los tiempos de la
negación del pensamiento liberador. En 1836 y bajo el patrocinio del
General Páez se inauguró el “Colegio Independencia” – nombre bastante
contradictorio – además, salieron a la luz los cinco tomos de la geografía
general historia para el uso de la juventud de Venezuela.
Tristemente, muchos de nuestros historiadores estuvieron bajo la
influencia de este camaleón, que siendo fervoroso defensor de la
monarquía, se convirtió en escritor para narrar las lecciones de nuestra
independencia; entonces ¿Cuál sería la credibilidad de un personaje como
este para acusar a Bolívar de ser desleal, tramposo y de haber planeado la
entrega de Miranda a Domingo Monteverde?

De todos los conjurados en La Guaira (contra Miranda), los únicos


que quedaron del lado de la corona española fueron Manuel María de las
Casas y José Landaeta; es más, fueron los únicos que abandonaron la
bandera de la República, los únicos que repudiaron de los ideales
sancionados por el Congreso Nacional el 5 de julio de 1811; los únicos que
calumniaron a sus compañeros de causa, tanto en documentos públicos
como en los tiempos de mayor conflicto a la Patria, su Patria.

35
Momento 10: Actitud Monteverdeana

La tarde del 31 de julio de 1812 el Coronel Manuel María de Las


Casas entregó el mando militar de la Guaira a don Francisco Cervériz,
enviado con la tropa realista desde Caracas por Monteverde; desde aquel
mismo momento, empezaron las detenciones; Miranda ya estaba en un
calabozo del castillo de San Carlos; de Las Casas subió a Caracas para la
entrevista respectiva, pues ya el doctor Miguel Peña – otro de los
conjurados – se había también retratado con el vencedor y mandatario.

Por la casa de gobierno, en Caracas, pasaron los sacerdotes de la


familia Ribas, pidiendo auxilio para que saliera José Félix. Don Francisco
de Iturbe, miembro del nuevo régimen y amigo del canario, presentó a don
Simón solicitando un pasaporte que Monteverde autorizó casi sin atención
y con muestra de agradecimiento, por los favores recibidos en los sucesos
de la Guaira.

Habían pasado unas tres semanas y Bolívar levantó la voz para negar
su acción en favor del rey: “Solo queríamos juzgar a un traidor a la
República”; la arrogancia del jefe y la palabra salvadora del amigo Iturbe
hicieron pasar el momento sin mayores consecuencias. Por la tarde de
aquel día 26 de agosto de 1812, Monteverde escribió al secretario de
Estado de la Regencia, donde le dice entre otras cosas:

“Si los que en medio de las turbaciones de Caracas y


del activo contagio de la Rebelión, se han conservado
ilesos, mantenido en amor a Su soberano, sufrido en
sus personas y bienes, y detestado la usurpación,
merecen de S.M. un premio correspondiente al mérito
e intensidad de sus acciones; los que fueron
contagiados, pero de algún modo obraron
opuestamente a la maligna intensión de los facciosos,
deben ser perdonados de su extravío y aún tenerse en

36
consideración sus acciones, según la utilidad que haya
resultado de ellas el servicio a S.M.”24

Y agrega que “en esta clase, excelentísimo Señor, se halla don


Manuel María de Las Casas, don Miguel Peña y don Simón Bolívar”.

Continúa Monteverde su carta al Secretario de la Regencia:

“Casas y Peña eran los que estaban encargados del


gobierno de la Guaira; el primero de lo militar y el
segundo de lo político, cuando los facciosos de esta
provincia trataron de escapar por aquel puerto con su
dictador Miranda, llevándose consigo los restos del
erario de S.M. en los días en que inmediatamente
procedieron a la entrada de mi ejército en Caracas.

En el momento en que pisé esta ciudad; di las órdenes


más perentorias para la detención de aquellos en La
Guaira, pero afortunadamente… ya Casas con el
consejo de Peña, y por medio de Bolívar, había puesto
en prisión a Miranda… operación está en que Casas
expuso su vida… del mismo modo que habrían ocurrido
un riesgo Peña y Bolívar”25.

Como se puede leer, Monteverde no escondía para nada el hecho de


la violación del armisticio, e incluso cuenta los detalles al gobierno español
y termina su carta diciendo que le “ha firmado un pasaporte a Bolívar,
pues su influencia y conexiones podrían ser peligrosas en estas
circunstancias”.

La palabra de un hombre como Monteverde, que involucra a Bolívar


para descalificarlo hacia el futuro, no podrá ser nunca prueba valedera para
inculparlo. Él sabía, entonces, que Casas y Peña podrían quedarse para
esperar sus obsequios; en tanto que Bolívar siendo insurgente de corazón,
era incapaz de las bajas actuaciones. Vale la pena averiguar cuál fue la

24.- Muñoz Gabriel. Monteverte, título I, págs. 290 y 291.

25.- Óp. cit. Pág. 291

37
conducta de los hombres conjurados en la Guaira, para encontrar que sólo
tres se quedaron en Venezuela. Peña desapareció hacia los llanos después
de la entrevista con Monteverde; Manuel de Las Casas convivió en
Caracas durante los diferentes gobiernos realistas y José Landaeta, un
sargento que se sumó a las fuerzas de Monteverde. Todos los demás fueron
combatientes, entre ellos Bolívar que, en menos de un año, ya estaba en
Caracas para fundar la segunda República.

38
Momento 11: Pájaro del mar por tierra

A principios de marzo de 1812 los vecinos de Siquisique,


aconsejado por su sacerdote pidieron auxilios a Coro para enfrentar a los
republicanos, pues como sabemos la región de Coro y Maracaibo se
mantenían fieles a la Corona y pretendía entrar en el conflicto, para la
llamada reconquista; el cura del pueblo era don Andrés Torrellas26, un
religioso de armas tomar contra los insurgentes, que atacaban a la Santa
Iglesia y los benévolo mandato de un rey enviado de Dios.

Don José Ceballos, gobernador de Coro, envió una expedición de


unos doscientos hombres bajo el mando del Capitán de fragata Domingo
Monteverde, un canario que suplantó al comandante Julián Izquierdo,
quien no pudo asistir por enfermedad. Formaba la tropa un destacamento
de caballería; traían un pequeño cañón y tres mil cartuchos de fusil. La
orden del gobernador era apoyar al cura guerrero y hacer algunas
exploraciones sobre Carora, informando a cada momento sobre sus
movimientos.

Para el 23 de marzo Monteverde fue recibido con pólvora en el


pueblo; allí estaba el indio Juan de los Reyes Vargas, acólito del cura
guerrillero, con una gran ascendencia sobre las poblaciones mestizas de la
región. El 26 fue el terremoto, por lo que, el marino Monteverde
entusiasmado, empezó a mentir en los reportes a su cuartel; ofreció a sus
hombres el saqueo y avanzó sobre Barquisimeto, a la que tomó sin
combatir. Encaramado en las ruinas de las casas arengaba a su pequeño
26.- Señala el historiador Mac Pherson que Torrellas, de 26 años para 1812, estuvo al servicio de la
causa del rey, siendo apoyo como capellán, consejero y conocedor del territorio para beneficio de
Monteverde. Torrellas, aliado con el indio Juan Reyes Vargas, defendieron la monarquía por un largo
periodo; Reyes Varga participó defendiendo la República pero fue convencido por Torrellas para la
causa de los realistas. El 21 de octubre de 1820 Bolívar hace una proclama dirigida a los soldados
realistas para que abandonaran el apoyo de la monarquía y se incorporaran al ejército Libertador. El
Presbítero Torrellas abandona la monarquía y se consagra a la de la patria con la misma energía con que
la había combatido.

39
ejército; en tanto que el padre Torrellas, ataviado con sotana arremangada
y un par de pistolas al cinto gritaba a la gente sobre los castigos de Dios y
el arrepentimiento de todos aquellos que habían apoyado la República.

Así fue la corta campaña de Monteverde hasta Valencia, entró en


desobediencia, apuntalado por traiciones y saltos de talanquera, abultando
sus triunfos y mintiendo; rompió la norma y empezó a sentirse un General
en Jefe; los curas hacían lo demás.

Cuando el Gobernador viajó a Valencia para conocer la verdad y


tomar el mando, entonces el canario entró en desacato, diciendo que el
trabajo militar y sus éxitos no le permitiría atenderlo y que desde ya, el
gobierno del rey estaba dividido en el poder político y el poder militar; este
último lo había asumido por mandato superior; Monteverde se convertía,
además, en usurpador; todos los informes y documentos dicen que sin
batallar llegó lejos.

Sin previsión y mucha suerte empezó a asustar al General Francisco


de Miranda; se había alejado mucho de sus almacenes de recursos y no
tenían pertrechos ni municiones; era un comandante desordenado, qué se
congraciaba con la tropa, sin táctica ni planes para mañana; era un ave de
mar por tierra. Pero le llegó de nuevo un golpe de fortuna, Puerto Cabello
cayó en manos de los realistas y Miranda, bajo muchas presiones y gran
decepción, pidió una capitulación.

Por aquellos días llegó a Puerto Cabello el Capitán General don


Fernando Miyares27 y el felón Monteverde desconoció su autoridad y le

27.- Ante los hechos patrióticos del 19 de abril de 1819 en Caracas, el Ayuntamiento de la ciudad de
Coro, exhorta en comunicación escrita al gobernador Miyares a que reasuma la Capitanía General de
Venezuela, junto a la Superintendencia y demás tribunales superiores que existían en Caracas. Esta
solicitud y la gravedad de los hechos incitan a Miyares a proponer en Mayo de 1810 a los capitulares de
la ciudad de Maracaibo la formación de una “Junta Superior” para el “mejor gobierno de la provincia”.
Miyares prestó juramento como Capitán General de Venezuela ante el Ayuntamiento marabino el 23 de
julio de 1810. Ante la postura monarquista del gobierno provincial de Maracaibo, la Junta Suprema de
Caracas, resuelve enviarle a Miyares una comunicacion en junio de 1810, en la que lamenta la actitud
asumida por él como máxima autoridad provincial. A pesar que la Junta Suprema de Caracas, justificara
la actitud de Miyares tratando de atraerlo a ella, no lo consiguió. En él, privó el honor, la lealtad y la
fidelidad que simbolizan su alta magistratura y la voluntad del poder del reino, en éste caso representado
en el Cabildo. A pesar de estas muestras de afecto y solidaridad, en 1812 el Capitán Domingo
Monteverde, quien se desempeñaba bajo las órdenes de Fernando Miyares, desconoce su autoridad y lo
despoja de su cargo.

40
mandó a decir que era mejor que se retirara bien lejos, por qué los patriotas
caraqueños firmarían la entrega de la capitulación solo ante él; que no
estaba en disposición de sacrificar todos sus éxitos, vergonzosamente
Miyares se retiró a Coro.

Así fue como llegó Monteverde a Caracas; sin haber ganado una
sola batalla y a punta de mentiras, de intrigas y falsedades; como para
completar la faena ofreció y firmó mil perdones para todos; desde que pisó
la capital, violó cada uno de los acuerdos de la capitulación e inició un
régimen de terror y destrucción. Un tiempo después, España lo premió, le
llovieron felicitaciones y fue premiado por su exitosa campaña
entregándole el título de Capitán General de Venezuela.

41
Momento 12: Herida en el corazón

En el manifiesto de Cartagena de diciembre de 1812, Bolívar realizó


una disección casi en vivo sobre los acontecimientos de su patria; con el
corazón en la mano y la razón por delante expuso las causas en la caída del
primer intento por levantar una República; además, proyectó las soluciones
y abrió los planes para el avance hacia la recuperación del poder soberano
del pueblo.
En alguna de sus páginas se refiere a la influencia negativa de la
iglesia para con la República, y también, al federalismo como el sistema
discorde para el éxito y avance de una nación libre. Refiriéndose, a la caída
del gobierno dice:

“…Así fue que apenas hubo un oficial traidor


que llamase al enemigo, cuando se desconcertó la
maquinaria política, sin que los inauditos y patrióticos
esfuerzos que hicieron los defensores de Caracas,
lograsen impedir la caída de un edificio ya
desplomado, por el golpe que recibió de un solo
hombre”28.

Al inicio del año 1813, todos marcharon hacia la frontera con


Venezuela; la unión granadina ofreció un apoyo a Bolívar para formar un
ejército y después de algunos puntuales éxitos contra los realistas, se logró
la liberación de Cúcuta, importante ciudad para la organización de la
campaña. Desde allí, se multiplicaron las cartas, para explicar los objetivos
de la lucha y hablando sobre la experiencia venezolana, dice:

“Ni los triunfos de Monteverde han sido tan constantes


y sucesivos, como US. Asegura; pues de diez acciones

28.- Bolívar. Obras completas. Vol. III - Doc. 5;Pág. 546

42
que se dieron en Venezuela, solo las cuatro primeras le
fueron favorables, habiendo perdido las seis últimas, y
quedado en tres de ellas completamente derrotado.
Porque es preciso convenir en que las capitulaciones
vergonzosas de Miranda, no fueron la obra de
Monteverde, sino de las circunstancias y de la cobardía
del General del Ejército de Venezuela”29.

Las fuertes presiones llegaban a Miranda de todas partes; se


levantaron los esclavos en la región de Barlovento, que con grandes
desórdenes, gritaban vivas al rey; los ministros de la Iglesia conspiraban
para la caída de los patriotas. La suerte acompañaba al canario Domingo
Monteverde que, con un pequeño ejército, tomó Valencia sin combatir y
se acercaba al cuartel de los republicanos en la ciudad de La Victoria.
En aquellos últimos combates Miranda fue exitoso, pero
misteriosamente, no autorizó la persecución y remate de los enemigos; el
experimentado girondino30 parecía no adaptarse a una guerra en las
provincias indianas, en donde no existía el orden y la disciplina, ni siquiera
en los oficiales medios; para completar, el 5 de julio de 1812, llegó la
noticia de los trastornos ocurridos en la plaza de Puerto Cabello.

Miranda convocó a una reunión y desde aquel momento pensó en


proponer una capitulación a Monteverde, con la intención de evitar más
derramamiento de sangre. Las versiones dicen que, golpeando la mesa
fuertemente, en perfecto francés gritó: “Le Venezuela est blessé au cœur”
(Venezuela está herida en el corazón).

Existe un acta de aquella convención del 12 de julio, en la que se


puede leer que, debido a las múltiples complicaciones, para la seguridad
de las personas y propiedades, de todos los que aún no han caído en manos
del enemigo, “debemos proponer un armisticio para detener la violencia
y permitir se instala en la paz”.

29.- Cuartel general de Cúcuta, abril 8 de 1813. O’Leary. Memorias. Tomo XIII. Doc. 36. Pág. 179

30.- Aludiendo a la “República” que se aspiraba con los hechos de la Revolución francesa.

43
Al día siguiente, un oficial acompañado de un trompeta, fueron
desde La Victoria al campamento realista y con un toque de clarín,
llamaron la atención de los guardias para entregar el mensaje que Miranda
enviaba al jefe Monteverde. “El Generalísimo Francisco de Miranda,
deseando evitar la efusión de sangre, propone un armisticio para
conferenciar”. Allí se inició la última etapa en la existencia de nuestra
Primera República.

44
Momento 13: La primera derrota

El Generalísimo don Francisco de Miranda nombró a Simón Bolívar


comandante político y militar de la plaza de Puerto Cabello; el día 4 mayo
de 1812 tomó posesión de su cargo. Aquella ciudad y su puerto era un
bastión fortificado, de los más importantes para la defensa de la nación;
allí en la boca del puerto existía el castillo de “San Felipe”, poderosa
edificación, baluarte de la defensa y almacén de innumerables recursos
militares; interconectado además con algunos otros fortines y con la misma
ciudad que rodeada de murallas, era un lugar muy seguro para resistir
ataques por mar y tierra31.

Para el momento la plaza estaba sin conexión por tierra con


Naguanagua y Valencia, pues como sabemos, Monteverde había tomado
la ciudad y amenazaba seguir los avances hacia Caracas; aquel lugar era
mitad cuartel y mitad cárcel, donde existían fuerzas militares para la
custodia y defensa y también, allí, en las bóvedas del monumental edificio
de piedra, se hallaba gran cantidad de españoles y venezolanos, realistas,
que estaban participando en las conspiraciones en contra de la nueva
República.

El día 30 junio de 1812, cayó en poder de los españoles el castillo y


posteriormente la plaza. Sobre este acontecimiento se han tejido
numerosos cuentos y narraciones, para culpar a Bolívar del desastre y de
los cuales nunca presentaron pruebas documentales; siempre con
argumentos falseados, sobre su impericia, o los escándalos amorosos del
caraqueño. El día 30 junio ocurrió en el castillo un levantamiento de los
presos, con el apoyo de algunos custodios, tomaron el fuerte, cerraron sus
portones y enarbolaron la bandera española.

31.- Ver imagen del Castillo de San Felipe en Notas, al final.

45
El Libertador escribió un largo reporte, con lujo de detalles, sobre
los hechos ocurridos desde el 30 de junio, día de la pérdida de la Plaza de
Puerto Cabellos, hasta el 6 de julio, cuando después de una semana de
acciones y combates, decidió embarcarse con un puñado de sus oficiales
en el puerto de Borburata hacia La Guaira. Así empieza el parte para
Miranda:

“Honorable Generalísimo,

Cumpliendo con mi deber, tengo el dolor de haceros


una relación circunstanciada de los sucesos
desgraciados que han obligado a la plaza de Puerto
Cabello a sucumbir.
Hallándome en mi posada a las doce y media de la
tarde, el día 30 del próximo pasado, llegó
apresuradamente el teniente coronel Miguel
Carabaño, a darme la noticia de que en el castillo de
San Felipe se oía un ruido extraordinario y se había
levado el puente, según se le acababa de informar por
una mujer. Que el coronel Mires había ido
inmediatamente a saber la novedad que ocasionaba
aquellos movimientos. Aún no había bien llegado al
castillo dicho oficial, cuando se le intimó desde lo alto
de la fortaleza que se rindiese o se le haría fuego; a lo
cual respondió con la negativa, y revolviéndose hacia
el bote que lo había conducido allí, se reembarcó y
volvió a la plaza.

Inmediatamente después de este acontecimiento


empezó el fuego del castillo sobre la ciudad,
enarbolando una bandera encarnada y vitoreando a
Fernando VII…”32

32.- Muñoz Gabriel. Monteverde, Tomo 1. Documento de Bolívar a Miranda de fecha 14 de julio de
1812. Págs. 178 – 189, detalle del documento suscrito de la página 179

46
En un documento explicativo, con notas y anexos, en el que se
cuentan las complicaciones, sufrimientos y muerte durante el combate de
aquellos días; al final Bolívar dice:

“…y en cuanto a mí yo he cumplido mi deber y,


aunque perdió la plaza de Puerto Cabello, yo soy
inculpable y he salvado mi honor, ¡Ojalá no hubieses
salvado mi vida y la hubiera dejado bajo los escombros
de una ciudad que debió ser el último asilo de la
libertad y la gloria de Venezuela”33.

Un grupo de presos, representante de la aristocracia valenciana,


planearon el golpe; sobornando a algunos militares, se adueñaron del
impenetrable edificio. Allí estaba toda la pólvora, armas y municiones de
la República; tenían suministro y agua para tres meses y contaban, además,
con el apoyo de los comerciantes de la ciudad y con algunas compañías
enviadas por Monteverde desde Valencia. Uno de aquellos militares que
traicionaron a la república se llamó Francisco Fernández Vinoni, español,
que con el andar de la guerra, Bolívar lo encontró en la filas de los
prisioneros en una de las tantas batallas y autorizó su ahorcamiento34.

Otro de los presos alzado protagonista fue Antonio Mata Guzmán35,


español, que fue padre del tristemente célebre Antonio Leocadio Guzmán

33.- Op. Cit. Pág. 189

34.- Tras el levantamiento de Fernández Vinoni gran parte de la población de Puerto Cabello se alzó por
el rey, entregando el puerto al general realista Domingo de Monteverde, quien premió a Fernández
Vinoni con el ascenso a capitán de Volantes y con el cargo de comandante del resguardo de Yaracuy (11
de julio de 1812). Vinoni siguió luego en las tropas realistas y combatió en la batalla de Boyacá, donde
fue hecho prisionero. Bolívar le reconoció entre los prisioneros y ordeno fusilarle en el acto, ya que era
causa de uno de sus mayores fracasos: la caída de la Primera República. Fuente: Diccionario de historia
de Venezuela. t. I, Caracas, La Polar, 1988.

35.- Luego del 19 de abril de 1810, Mata Guzmán sirvió a la Junta revolucionaria, pero participó en la
llamada Conspiración de los Linares, por lo que fue apresado y juzgado. A fines de julio de 1812 Guzmán
se encontraba recluido en el castillo de Puerto Cabello, participando en la asonada realista que permitió
la pérdida de dicha plaza. Tras la pérdida de la Primera República fue nombrado segundo comandante
de Puerto Cabello por Monteverde. Siguió luego combatiendo con los realistas y Morillo le ascendió a
teniente coronel. Desde 1815 ejercía de sargento mayor de la guarnición de Caracas, cargo que ostentó
hasta 1820. Durante el primer semestre de 1821 fue teniente de la Gobernación de Venezuela y defendió
Caracas del ataque del general José Francisco Bermúdez (la distracción de Bermúdez). Tras la derrota

47
y abuelo del presidente Guzmán. El tercero de los más importantes, se
llamaba Francisco González Linares, liberal español que, con el andar del
tiempo, fue el comisionado principal que llegó a Trujillo, cuando se
negociaba el armisticio. Terminó siendo muy amigo de la República y
hasta viajó a España con pliegos de Bolívar para el rey, solicitando la
independencia.

realista de la batalla de Carabobo se fue a Puerto Rico, donde vivió hasta su muerte. Fuente: BRICEÑO,
M. Los Ilustres o la estafa de los Guzmanes, Caracas, 1953.

48
Momento 14: Con la misma moneda.

Las cartas que existen del Libertador para el español don Francisco
de Iturbe, son de agradecimiento y admiración en las que se exalta el valor
de la amistad, como una forma de pagar los favores recibidos. Después de
la batalla de Carabobo en 1821, ya restablecido el poder republicano en
Venezuela, entre las muchas acciones del gobierno, se nombró una junta
de secuestros, que era una comisión para confiscar los bienes de los
españoles de comprobada participación en el gobierno del rey, así como
de las personas que, emigrando, habían abandonado sus fincas después de
la derrota en Carabobo.

Se hicieron los listados con los nombres de los dueños de los bienes,
para proceder al análisis sobre la factibilidad en el decomiso y la
asignación posterior a los patriotas, que ahora estaban en las funciones de
gobierno o, a los militares, que habían ganado premios en la finalizada
campaña.

Bolívar salió de Caracas en su ruta hacia la liberación del sur;


cuando pernocta en la ciudad de Trujillo, se entera que su viejo amigo don
Francisco de Iturbe formaba parte del listado de españoles a los que les
sería secuestrada sus pertenencias; por lo que, en el mismo momento le
escribe al Presidente del Congreso – que para el momento estaba reunido
en Cúcuta solicitando una pretensión personal – le dice:

“Trujillo, agosto 26 de 1821.


Al Excmo. Señor Presidente del Congreso General de
Colombia.
Excmo. Señor:
Permítame V.E. que ocupe, por la primera vez, la
bondad del gobierno de Colombia en una pretensión
que me es personal.

49
Cuando en el año de doce, la traición del comandante
de La Guaira, coronel Manuel María Casas, puso en
posesión del general Monteverde aquella plaza con
todos los jefes y oficiales que pretendían evacuarla, no
pude evitar la infausta suerte de ser presentado a un
tirano, porque mis compañeros de armas no se
atrevieron a acompañarme a castigar [a] aquel
traidor, o vender caramente nuestras vidas. Yo fui
presentado a Monteverde por un hombre tan generoso
como yo era desgraciado. Con este discurso me
presentó don Francisco Iturbe al vencedor: «Aquí está
el comandante de Puerto Cabello, el señor don Simón
Bolívar, por quien he ofrecido mi garantía; si a él toca
alguna pena, yo la sufro; mi vida está por la suya». A
un hombre tan magnánimo ¿puedo yo olvidar? Y sin
ingratitud ¿podrá Colombia castigarlo?36

Bolívar en este documento cuenta de cómo su amigo ofreció sus


bienes y su vida, para salvarlo ante el tirano; ahora 26 de agosto de 1821,
nueve años después, quiere pagar la deuda con la misma moneda y dice:

“Don Francisco Iturbe ha emigrado por punto de


honor, no por enemigo de la República, y aun cuando
lo fuese, él ha contribuido a librarla de sus opresores
sirviendo a la humanidad, y cumpliendo con sus
propios sentimientos: no de otro modo. Colombia, en
prohijar hombres como Iturbe, llena su seno de
hombres singulares.
Si los bienes de don Francisco Iturbe se han de
confiscar, yo ofrezco los míos como él ofreció su vida
por la mía; y si el Congreso Soberano quiere hacerle
gracia, son mis bienes los que la reciben, soy yo el
agraciado.

36.- O’Leary. Memorias, tomo XXIX, pp. 211-212, se publica con fecha Trujillo, 2 de agosto 1821. Es
un error.

50
Suplico a V.E. se sirva elevar esta representación al
Congreso general de Colombia, para que se digne
resolver lo que tenga por conveniente”.

Bolívar recuerda el favor recibido y quiere ayudar a su amigo;


efectivamente el Congreso accede a la solicitud del Presidente Libertador
a favor de la persona y bienes del español:

“Al margen. Sesión del 4 de agosto de 1821.


Resuelto: El congreso accede a la solicitud del
Presidente Libertador de la República en favor de la
persona y bienes del español don Francisco Iturbe, y
quiere que se manifieste la satisfacción que ha tenido
al ver este rasgo de moderación y generosidad de parte
del referido Libertador Presidente.
El Secretario,
F. SOTO37”

Es en esta carta donde se acusa más directamente al Coronel de las


Casas por los acontecimientos que terminaron con la entrega del
Generalísimo Francisco de Miranda a los españoles: en ella Bolívar
confirma que, el movimiento de la madrugada del 31 julio de 1812, en el
que se apresó al precursor, se llevó a cabo con la finalidad de juzgarlo por
sus acciones en la conducción de la guerra, en la capitulación, en el
abandono del ejército y en la prisa por embarcarse, sin refrendar los
acuerdos con Monteverde.

37.- Se dice que esta petición fue considerada en el Congreso el 4 de agosto. Es un lapsus del Secretario
Soto, pues en las Actas del Congreso de Cúcuta (Edición de Cortázar y Cuervo, Bogotá, 1923, p. 512)
consta que fue el 4 de septiembre cuando se debatió el asunto. Por consiguiente, la fecha puesta por
Lecuna y confirmada en el tomo XII es la correcta: Trujillo, 26 agosto 1821. MANUEL PÉREZ VILA

51
Momento 15: Un traidor camuflado

“La grave ofensa inferida al honor y patriotismo del


señor Manuel María de las Casas, calificándosele de
traidor por la conducta que observó como comandante
de la plaza de La Guaira en la primera época de
nuestra revolución, impone a sus hijos y deudos el
deber de defenderle hoy…38”.
Así se inicia un largo documento en defensa del Coronel jefe de la
Comandancia de La Guaira en los días de la prisión del Generalísimo, don
Francisco de Miranda.

Es un escrito de cuarenta y cuatro páginas; siete de los hijos del


Coronel, buscando demostrar la inocencia de su padre. Publicado en 1843,
treinta y un años después de los acontecimientos, hacen una revisión
exhaustiva sobre las publicaciones, los distintos autores, así como
entrevistas y consultas a testigos y sobrevivientes de los sucesos que dieron
al traste con nuestra Primera República y con la muerte en prisión del
precursor de la independencia americana.

Efectivamente, los hermanos de las Casas Iturbe hicieron una amplia


revisión histórica para desmontar los escritos de algunos historiadores, que
acusaban al Coronel de mantener planes con Monteverde para detener y
entregar a Miranda, o aquel que, cuando se reunió con Bolívar y los
oficiales que querían castigar al precursor, la noche del 30 de julio de 1812,
ya el comandante de las Casas estaba confabulado con el jefe español; y
que tenía una trampa armada en la que cayeron todos.

38.- Tomado de Blanco y Aspúrua. Tomo IV, pág. 15. El documento está relacionado como N° 700 y
va desde la pág. 14 a la 57

52
Estas aseveraciones no tienen argumentos valederos para inculpar al
Coronel Manuel María de las Casas. Dicen también en la defensa que la
supuesta traición habría implicado algún premio, rango militar o cargo
para pasar a formar parte del gobierno del Rey en Venezuela. Y que, por
el contrario, después que el Coronel se entrevistó con Domingo
Monteverde, se retiró al campo en donde permaneció inactivo durante
muchos años.

Las posteriores investigaciones han demostrado que esto último no


fue verdad, pues aun cuando para el momento de la defensa – 1843 – ya
habían muerto muchos de los testigos del suceso; sin embargo quedaban
los archivos en los que existen evidencias de su participación en el
gobierno español; eran argumentos de mucho peso que exponía su
pensamiento político. Se encontró su firma en un documento preparado en
Caracas, al que llamaron “Manifiesto Trilingüe”, del 6 de abril de 1819,
que sirvió para acusar a Bolívar de sedicioso y nacido en Venezuela, para
ser la causa de todos sus males.

Y entre las muchas cosas, el documento dice que:

“…un puñado de hombres conocidos en ellos por


sus vicios, trastornó la obra de trescientos años a
presencia de una multitud asombrada con suceso tan
inesperado, y del leal Ayuntamiento de la capital, que
teniendo en su seno tres del número de conjurados, fue
la víctima de su audacia, del terror y de la
sorpresa…”39

Ante la evidencia cierta del acatamiento de las órdenes de


Monteverde, por parte del Coronel de las Casas, la defensa dice que “su
actuación fue limpia, por cuanto cumpliendo con el mandato de cerrar el
puerto, para que nadie lograra embarcarse, aseguraba el cumplimiento
de la capitulación por parte del jefe español”. A lo que en alguna parte
del largo documento, uno de los entrevistados, el Coronel Juan Pablo
Ayala, y testigo del hecho dice:

39.- Blanco y Aspúrua. Tomo 6, doc. 1507, pág. 648 a 664. Textado pág. 649

53
“Pero que la verdad es que el Sr. Casas, se hizo
sospechoso a sus compañeros con su conducta débil y
pusilánime en obedecer ciegamente las inicuas órdenes
de Monteverde, cuando tuvo en su mano la oportunidad
de salvar a todos sus compañeros, embarcándose con
ellos mismos, llevándose consigo al General Miranda
después que hubiese firmado la capitulación. Esta
hubiera sido una acción noble, y no entregarlo ruin y
bajamente a sus enemigos…”40.

En verdad, en el contexto de la época, la acción de embarcarse y


salir, en definitiva hubiese sido una acción noble y no entregándolos ruin
y bajamente a los españoles. En conclusión, creemos que los siete hijos del
Coronel de las Casas salieron con las tablas en la cabeza y sin los
argumentos de peso necesarios para salvar el honor de su padre.

40.- Blanco y Aspúrua. Tomo IV. Do. 700. Pág. 54

54
Momento 16: Los cuentos del Edecán

Sir Robert Thomas Wilson fue un militar inglés y parlamentario,


amigo de la causa por la emancipación de América que, en 1822, envió a
uno de sus quince hijos al Libertador para que lo recibiera bajo el servicio
del ejército Republicano y en una nota le dice:

“Regent Street, Londres, 2 de julio de 1822

A S.E. el Libertador Presidente, etc., etc., etc.

Querido General:

Mi tercer hijo […] se presentara a V.E. como portador


de esta carta y en la confianza de que V.E. se dignará
acordarle la protección que necesite para cumplir el
objeto de su empresa.

…Educado en escuela militar, tiene ya el conocimiento


elemental del oficio, y junto a una educación esmerada,
ha gozado de ventajas fortuitas, que han hecho
adelantar su espíritu más que su edad.

…Yo habría podido colocarlo en el ejército de


Inglaterra, pero aun cuando circunstancias conocida
de todo el mundo no hubiesen hecho esa solicitud
inconciliable con mi honor, habría escogido para él, el
servicio que desea, como la carrera más favorable
para él personalmente, y que aumenta y estrecha más
los lazos que he tenido el honor y la satisfacción de
formar con V.E., expresando todo el reconocimiento y

55
toda la estimación que a V.E. he jurado por toda la
vida”41.

El joven Hinton Wilson Belford, de dieciocho años, se presentó a


Bolívar una tarde de enero de 1824 en Pativilca; desde entonces fue su
Edecán de confianza, prácticamente lo acompañó hasta su muerte; y en
muchas oportunidades sirvió de comisionado para los negocios
importantes. Fue también un consejero con el que Bolívar conversaba
sobre sus proyectos y con quien se desahoga para contar sus
preocupaciones y hasta para amarrarle sus vivencias de otros tiempos.

Por estas razones, encontramos un escrito donde el inglés Wilson


Belford, le cuenta el General O’Leary sobre los sucesos de 1812, cuando
resultó preso el Generalísimo Francisco de Miranda en la Guaira y le dice:

“…Hasta las últimas horas de su vida, Bolívar se


gloriaba de aquel acto, que siempre aseguraba haber
sido exclusivamente suyo para castigar la perfidia y
traición de Miranda, capitulando con una fuerza
inferior, e intentando luego embarcarse, sabiendo que
la capitulación no sería observada.- Londres 4 de
marzo de 1833”42.

En otra parte de la carta agrega:

“[Bolívar] argüía que: sí Miranda creía que los


españoles observarían el tratado, debería haberse
quedado para hacerlos cumplir su palabra; si no lo
creía, era un traidor por haber sacrificado su ejército.
Invariablemente agregaba el general Bolívar que él
había querido fusilar al general Miranda como traidor,
pero los otros lo habían contenido.- Londres, julio 14
de 1832”.

41.- O’Leary. Memorias. Vol. 12, pág. 145-146

42.- O’Leary. Memorias. Vol. 27, pág. 75

56
Existen, numerosas cartas entre Leandro Miranda y Bolívar que
demuestran el trato afable, de respeto y amistad que este hijo del
generalísimo le profesa al Libertador.

El 8 de abril de 1829 le expresa a Bolívar:

“Mi respetado Libertador.

La carta conque me honró V.E. en 5 de febrero,


llegó a mis manos dos días antes de verme postrado en
una cama, por una inflamación del pecho de que fui
atacado. Así me he visto privado hasta ahora de poder
expresar a V.E. mi reconocimiento por la distinguida
confianza que ha depositado en mí, considerándome
capaz de adelantar la educación del sobrino de
V.E...”43

Otra relación de Leandro, desde Bogotá, el 22 de septiembre de


1829:

“…Mi devoción a los intereses de mi patria, y la


gratitud que me une inseparablemente a la gloria de
V.E., me disculparán si he usado de demasiada
franqueza al expresarme en estos términos a V.E., de
quien tengo la honra de repetirme con la mayor
consideración y respeto, muy obediente y servidor
amigo.

Leandro de Miranda”44.

Bolívar también le escribe:

“Turbaco, 1° de agosto de 1827


Señor Leandro Miranda.
Mi querido amigo:

43.- O’Leary. Memorias. Vol. IX. Pág.- 521

44.- Op. Cit. Pág. 525

57
El Comandante Whittle me ha entregado una
carta reservada de Ud. que he leído con la atención que
ella merece y he apreciado por su interés. Ciertamente
que Ud. no ha tenido otro motivo que el del verdadero
bien de la patria, al hacerme las importantes
indicaciones de su comunicación.
…Mucho me ha alegrado saber que mi proclama de
Caracas haya servido a mis amigos, salvándolos del
peligro que los amenazaba… Salí pues de Caracas el 5
del pasado; ahora mismo descanso en este pueblo para
seguir a Bogotá…
…Muy obligado estoy a Ud. por la eficacia de su
comunicación y por su adhesión.
Soy su afectísimo amigo,
Bolívar”45.

Sabemos muy bien que, los muchachos, Leandro y Francisco – hijos


de Miranda – vinieron a la América en 1823, fueron parte del gobierno
Republicano; mantuvieron relaciones de orden y respeto con Bolívar.

En otra carta, el hijo mayor del Generalísimo le escribe al Libertador


por agosto de 1829, y le dice:

“…las elecciones al Congreso no pueden ser mejores y


los amigos de V.E. y de Colombia esperan un buen
éxito de sus deliberaciones… Antes de concluir, V.E.
me permitirá darle las más expresivas gracias por la
consideración con que se ha servido distinguir a mi
hermano [Francisco]. Confío en que él no perdonará
esfuerzo para hacerse digno de las recompensas
conque V.E. ha premiado ya sobradamente sus
pequeños servicios”46.

45.- O’Leary. Memorias. Vol. XXX. Pág. 452-453

46.- Op. Cit. Vol. IX. Pág. 523-524

58
Momento 17: Un abogado sospechoso

El doctor Miguel Peña era el jefe político en la Guaira cuando


ocurrieron los sucesos de la prisión del General Francisco de Miranda.
Unas semanas atrás, había tenido algunas dificultades con el jefe militar
del puerto, el Coronel Manuel María de las Casas; este último autorizó el
toque de queda para todos después de las ocho de la noche. Peña, sin
conocer la orden, fue detenido por un sargento que hacia valer la línea
jerárquica; por lo que el doctor Peña, sintiendo ultrajada su autoridad civil,
acudió ante el comandante las Casas, para protestar su actuación.

Seguramente, se elevaron los ánimos, más aun, contando con el espíritu


guerrero del abogado, que fue un hombre dominante, que siempre
pretendió hacer probar sus convicciones por sobre las prácticas de los
demás. Un día antes de la llegada de Miranda a la Guaira, en aquellas
lamentables horas del 30 de julio, el doctor Peña había enviado su renuncia
ante el Generalísimo, en carta que dice:

“…Mi permanencia en este puerto como Comandante


Político y subdelegado de Hacienda, puede ser
pesarosa a varios de los que ya tienen preparada su
marcha.

Esto me mueve a suplicar a Ud. se sirva removerme


inmediatamente del encargo; pues de otra manera Ud.
conoce mi carácter y este me hará proporcionar mucho
disgusto que pueden evitarse con el favor que pido
ahora a Ud. y a que creo accederá inmediatamente. El
buen orden será sostenido conforme a su orden de
ayer.

59
Dios guarde a Ud. muchos años.
Guaira 29 de julio de 1812; 2° de la República.
Miguel Peña”47.

Miguel Francisco Peña Pérez fue un revolucionario entusiasta,


valenciano, hijo de canarios; fogoso tribuno; acompañó todos los
movimientos de la independencia. Para la noche en que apresaron a
Miranda, estaba en la Guaira y formó parte del debate y la toma de
decisiones, durante las horas trágicas.

El abogado valenciano ha sido acusado por algunos historiadores


por sus actuaciones; es conocido que aquella madrugada salió de inmediato
hacia Caracas y a la mañana siguiente se entrevistó con el jefe realista
Domingo Monteverde.

Esta conducta lo hizo sospechoso, sin embargo se sabe que nunca


por aquellos meses se le vio en compañía de los canarios qué eran gobierno
en Caracas; ni tampoco formó parte de la fuerza político-militar del
comando español.

Cuando Bolívar volvió triunfador a Caracas al año siguiente, el


doctor Peña se sumó a las luchas y tuvo efectiva participación durante los
meses dolorosos del año terrible de 1814. Fue prisionero del sanguinario
Boves y también sabemos que, en la célebre noche del baile en valencia,
salvó su vida milagrosamente.

Tal vez su apuro por subir a Caracas en los acontecimientos de la


Guaira se debió a la enemistad con el Coronel Manuel María de las Casas,
y que ante las posibles dificultades, quería mantenerse bien lejos del
Comandante.

La vida del jurisconsulto valenciano estuvo llena de acciones y


vivencias durante la guerra de independencia; fue diputado en el Congreso
de Cúcuta fue amigo del Libertador; sin embargo, al final de 1825 se

47.- Muñoz Gabriel. Monteverde. Tomo I. pág. 267

60
presentó un gran conflicto en Bogotá en contra del General Santander, lo
que marcó su vida junto a la existencia de la unión colombiana.

Las dificultades y fanatismos entre venezolano y cundinamarqueses


llegaron a las máximas alturas y el doctor Peña terminó en Valencia, de
asesor del General Páez; autores estiman que su presencia en Valencia
influyo fuertemente base para la separación de Colombia, la grande.

En algunas cartas de Bolívar desde el sur por aquellos meses de 1825


a Fernando Peñalver, en la postdata de dicho oficio dice entre otras
palabras:

“P. D.: Recomiendo a Ud. a [Miguel] Peña que me ha


pedido una recomendación para un amigo; y yo no
tengo otro por allá sino Ud.
Dígale Ud., de mi parte, que he sentido mucho su
disputa sobre el negocio de Infante, pero que ya que al
infeliz lo han matado no vaya él a dar escándalos y
mate a los que quedan vivos.
Dígale que yo lo conozco mucho; y sé que sacrifica
todo por la patria cuando es preciso; pero que también
le conozco pasiones muy fuertes que debe reprimir.
En fin, Ud. aconséjele que no haga locuras; que los
gobiernos populares son como todos; y que, por lo
mismo, de todo gobierno debe uno esperar injusticias;
que se acuerde de lo que acaban de hacerle a
Revenga [José Rafael], y que sepa que, por causas más
leves, están ahora mismo suspensos la alta Cámara de
Justicia de Chile y el Tribunal Superior de Lima.
Dígale Ud. que se consuele con que todo esto es muy
republicano; y que él ha tenido la desgracia de ver
diferentemente que los demás, pues todos encuentran a
Infante [coronel Leonardo] criminal, menos él.
Dígale Ud. que nadie lo amaba ni estimaba más que
yo; pero que tampoco nadie era más feroz que él; que

61
mil veces había dicho antes que su instinto único y
universal era matar a los vivientes y destruir a lo
inanimal; que si veía un perro, o un cordero, le daba
un lanzazo, y si a una casa, la quemaba.
Todo a mi presencia. Tenía una antipatía universal. No
podía ver nada parado. A Rondón, [Juan José] que
valía mil veces más que él, lo quiso matar mil veces.
Con esto he dicho todo. Adiós”48.

48.- Bolívar. Obras completas. Vol. II. Doc. 909. Pág. 173

62
Momento 18: Un obispo monarquista

Fueron muchas las personas que murieron en Caracas por el


terremoto del 26 de marzo de 1812; numerosos los daños en casas, calles
y edificios. La Catedral quedó en ruinas; era jueves santo – igual que aquel
día 19 de abril – en el que se gritó independencia en América. Por lo que,
la dirigencia de la Iglesia católica, levantó su voz en los púlpitos, en las
procesiones y en los campamentos al aire libre; para contarle a su feligresía
que todas aquellas desgracias eran el castigo de Dios, por los movimientos
políticos que pretendía desconocer al rey Fernando VII, enviado de Dios;
así, todos debían arrepentirse de sus actos y hacer promesas de obediencia
ante los Santos, jurando la disposición para seguir la vida siempre al lado
del suave yugo español y del sistema monárquico.

El jefe espiritual en Venezuela para entonces era el Obispo Narciso


Coll y Pratt49, enviado por el Papa y el rey de España en mayo de 1810;
allí asistió a regañadientes a la instalación del Congreso y el nacimiento de
la República.

En los días siguientes, formó su cuartel de carpas en la “sabana de


Ñaraulí”, una explanada al pie de la falda del “Ávila”, más allá de las
ruinas del Templo de “La Trinidad”, que después fue el Panteón de la

49.- Enemigo acérrimo de Francia y de la corriente volteriana y enciclopedista de ese país, durante la
invasión napoleónica fue miembro de la Junta de Defensa de Gerona, ciudad a cuya provincia pertenecía
su pueblo natal (Cornellá del Terri, España). Las vicisitudes de la guerra y su puesto de responsabilidad
en la defensa de la plaza fuerte de Gerona, retrasaron la partida hacia su diócesis, aunque estuvo en
comunicación con el Cabildo Eclesiástico de Caracas. Al fin se decidió a salir de Gerona y el 24 de mayo
de 1810 embarcó en Cádiz para dirigirse a Venezuela; hizo escala en Gran Canaria, donde el obispo
Manuel Verdugo le consagró e impuso el palio en los días 11 y 14 de junio de ese año.
Un mes después, el 15 de julio, llegaba a La Guaira, sin tener conocimiento alguno de los cambios que
se habían producido en la capitanía general a partir del 19 de abril anterior. Al desembarcar se encontró
con una situación de hecho que no había previsto; pero decidió quedarse para cumplir sus deberes de
pastor, dispuesto a defender a su Iglesia y a su rey.

63
Patria. El Obispo no venía a los sermones de sus acólitos, que día a día;
ante los seguidos temblores de tierra, pregonaba sobre la ira de Dios,
asustando a la población para lograr el arrepentimiento de todos y que
aprendieran a descubrir en los revolucionarios del 19 de abril, a los
culpables de todos los males de Venezuela.

Cuando cayó la Primera República, Miranda – prácticamente – se


fugó hacia la Guaira; tenía propósito de embarcarse sin refrendar los
acuerdos de San Mateo. El Capitán de fragata Domingo Monteverde entró
en Caracas; a pesar de sus ofertas y declaraciones ante el Obispo Narciso,
inició sus acciones de violencia, detenciones y rompimiento de los
acuerdos. Vinieron días tristes, con caravanas de presos, amarrados, gente
honesta, ciudadanos que arrastraban sus pasos hacia los presidios con la
categoría de monstruos; delincuentes, por haber soñado con la América
libre y la igualdad de los hombres.

El Obispo no dijo nada; Miranda estaba preso, todo el mundo lo


sabía; expusieron al doctor Juan Germán Roscio en un cepo, en la plaza,
frente a la catedral. Maltrataron al canónico chileno Madariaga y lo
sacaron de un buque sin cuenta ni razón; cerraron las Villas y apretaron los
grillos a todos. El jefe de la Iglesia católica tenía conocimiento de todas
estas dolorosas ocurrencias; se violaban escandalosamente los acuerdos de
San Mateo, mientras que, la Iglesia de entonces, sólo organizaba agasajos
para los canarios que eran comando del nuevo gobierno.

El arzobispo, desde su cuartel de “Ñaraulí”, emitió una pastoral en


aquellos primeros días de agosto de 1812, que fue como un refuerzo para
Monteverde y un agradecimiento a Dios por la caída del gobierno patriota.
Les decía a sus ovejas:

“…Después que habéis experimentado los horrores de


la guerra, los temblores de la tierra, la ruina de
vuestros edificios, la muerte de vuestros hijos,
hermanos y amigos, las más sensibles privaciones,
indigencia, hambre y diversas enfermedades; no puedo
menos que creer que os halláis perfectamente
convencidos de la enormidad de vuestros pasados

64
excesos y de que ellos solo han provocado la ira de
Dios.

…Pero a Dios sean dadas gracias infinitas, y a la


bienaventurada Virgen María, su Madre, nosotros no
solo hemos experimentado los males horribles a lo que
íbamos expuestos sino que han cesado ya las
discordias, y con ello los riesgos y precipicios entre que
conducida la máquina social”50.

El obispo, representante del rey en un largo mensaje se apresuró a


informar a su feligresía sobre sus nuevas alegrías, metiéndose en el campo
político directamente y agregaba en el mismo documento:
“…el cielo por fin os ha concedido lo que tanto
deseabais: la paz… y cooperar a la más gloriosa de las
acciones heroicas que admira el mundo civilizado: la
libertad de la Católica e Ilustre Nación Española… y
os deis mutuas pruebas de deferencia, amistad,
confraternidad y recíproco amor; de pronta, firme y
constante obediencia a nuestro legítimo Soberano el
Señor don Fernando VII (Dios lo guarde)”.

Sí Monteverde era usurpador y desobediente de la estructura


jerárquica del poder español, eso no importaba; tampoco que los pueblos
eran saqueados a su paso; mucho menos que la capitulación, firmada con
los patriotas, estaba siendo violada descaradamente, al fin y al cabo, era
necesario castigar a los delincuentes que han soñado con un país de
igualdad y justicia social.

50.- Muñoz Gabriel. Monteverde. Tomo I. pág. 311-312

65
Momento 19: Resentimiento personal

Bolívar fue a Londres – como diplomático – y las instrucciones


particulares eran que no se relacionara con Miranda, mucho menos que lo
invitara a Venezuela; pues aquí aun persistía los prejuicios contra el viejo
revolucionario.

¿Cómo asistir a la capital inglesa, para contarle al mundo de nuestras


aspiraciones políticas y no tropezarse con el más universal de los
venezolanos? Los tres comisionados, Bolívar, López Méndez y Bello,
llegaron a su casa y lo mucho o lo poco que lograron en sus propósitos fue,
bajo la mirada y consejería de don Francisco.

¿Quién no conocía en Europa los antecedentes del luchador


Miranda?

La verdad era que representaba la más alta categoría del líder, un


ídolo para el joven Bolívar, con una carrera militar envidiable, como
guerrero liberal; una leyenda para emular, por lo que, de inmediato, fue
invitado para regresar a su patria Venezuela. En esos primeros años de
guerra, todos vieron a Miranda como el gran jefe y era el hombre
necesario; de una vez, lo nombraron Generalísimo, con todos los poderes.
Bolívar lo admiraba y tenía mucha fe en sus cualidades de guerrero,
estratega y conductor de tropas.

El viejo girondino ya se había hecho un perfil sobre el inquieto


Simón; había tenido tiempo para conocernos la fogosa personalidad del
caraqueño; no quería tenerlo muy cerca del centro del ejército, por lo que
lo nombró jefe político y militar de la plaza de Puerto Cabello, un bastión
importante en la defensa nacional, reserva de armamento y enlace principal
con el Mar Caribe.

66
Una conspiración de presos y oficiales causó la caída del castillo de
“San Felipe” en manos españolas; el reporte que Bolívar hizo para el
General Francisco de Miranda sobre el lamentable suceso, fue un detallado
recuento de las acciones diarias y sus procederes; asumiendo sus
responsabilidades, explicó las razones de su fracaso. Es muy respetuoso
ante su jefe le escribe un 12 de julio de 1812:

“Señor general Francisco Miranda.


Mi general:
Después de haber agotado todas mis fuerzas físicas y
morales ¿con qué valor me atreveré a tomar la pluma
para escribir a Vd. habiéndose perdido en mis manos
la plaza de Puerto Cabello? Mi corazón se halla
destrozado con este golpe aún más que el de la
provincia.
Esta tiene la esperanza de ver renacer de en medio de
los restos que nos quedan, su salud y libertad: sobre
todo Puerto Cabello no espera más que ver parecer el
ejército de Venezuela sobre Valencia para volverse a
nosotros; pues nada es más cierto que aquel pueblo es
el más amante a la causa de la patria y el más opuesto
a la tiranía española.
A pesar de la cobardía con que, al fin, se han portado
los habitantes de aquella ciudad, puedo asegurar que
no por eso han cesado de tener los mismos
sentimientos. Creyeron nuestra causa perdida porque
el ejército estaba distante de sus cercanías. El enemigo
se ha aprovechado muy poco de los fusiles que
teníamos allí, pues la mayor parte de ellos los
arrojaron a los bosques los soldados que los llevaban,
y los otros quedaban muy descompuestos: en suma,
creo que apenas lograron doscientos por todo.
Espero se sirva Vd. decirme qué destino toman los
oficiales que han venido conmigo: son excelentísimos y
en mi concepto no los hay mejores en Venezuela. La

67
pérdida del coronel Jalón51 es irreparable, valía él solo
por un ejército.
Mi general, mi espíritu se halla de tal modo abatido
que no me hallo en ánimo de mandar un solo soldado;
pues mi presunción me hacía creer que mi deseo de
acertar y el ardiente celo por la patria, suplirían en mí
los talentos de que carezco para mandar.
Así ruego a Vd., o que me destine a obedecer al más
ínfimo oficial, o bien que me dé algunos días para
tranquilizarme, recobrar la serenidad que he perdido
al perder a Puerto Cabello: a esto se añade el estado
físico de mi salud, que después de trece noches de
insomnio, de tareas y de cuidados gravísimos, me hallo
en una especie de enajenamiento mortal.
Voy a comenzar inmediatamente el parte detallado de
las operaciones de las tropas que mandaba y de las
desgracias que han arruinado la ciudad de Puerto
Cabello, para salvar en la opinión pública la elección
de Vd. y mi honor.
Yo hice mi deber, mi general, y si un soldado me
hubiese quedado, con ése habría combatido al
enemigo; si me abandonaron no fue por mi culpa. Nada
me quedó que hacer para contenerlos y
comprometerlos a que salvasen la patria; pero ¡ah!
ésta se ha perdido en mis manos.
De su súbdito
SIMÓN BOLÍVAR”52.

Después de aquel enorme fracaso militar de junio de 1812, Bolívar


llegó a Caracas y el parte de guerra que existe habla de la absoluta
subordinación y ofrecimiento para asumir las tareas necesarias, en la

51.- Se trata del oficial de origen español Diego Jalón. Canjeado en 1813, se reincorporó al Ejército
Libertador. Mandaba la artillería en la segunda batalla de La Puerta (junio 1814); hecho prisionero, fue
ajusticiado por orden del jefe realista José Tomás Boves.

52.- Bolívar. Obras completas. Vol. I – Doc. 25 – pág. 32

68
corrección de sus faltas; de inmediato, se pone en marcha para el cuartel
General patriota de La Victoria.

Es entonces cuando Miranda le informa que no lo recibirá; era un


momento de mucha presión en la dirección del ejército y no estaba en
condiciones de más debates; ya se habían tomado las decisiones para entrar
en negociaciones de paz con Monteverde. El fuerte rechazo encendió la ira
de Bolívar y respirando sus profundos enojos – algunos dicen planeando
su venganza – enardecido por el desaire, volvió sus pasos a la capital.

Muchos historiadores han dicho que si el Libertador no actuó con


planificación y alevosía, en la detención del Generalísimo, sí lo hizo lleno
de un resentimiento personal; que en los momentos cumbre de esa noche,
sin prever los acontecimientos del día siguiente – llevado por sus intensas
pasiones – y bajo el fuerte celo patriótico, formó parte del grupo que fueron
a la casa de la Aduana, para detener a Miranda.

Entonces, tratando de acercarnos a los pensamientos de los


protagonistas, con mucho respeto sobre las actitudes asumidas, podríamos
preguntarnos:

¿Cuál sería la reacción de Bolívar cuando esa tarde noche del 30 de


julio de 1812, supo de la llegada de Miranda a la Guaira?

Además de que estaba preparado un buque de bandera inglesa para


sacarlo de Venezuela. Recordemos que allí, en el puerto, estaba un grupo
numeroso de oficiales republicanos, de los que, en el apuro y decepción,
por ver las tropas disolverse en La Victoria y Caracas, habían corrido para
tratar de embarcarse; los mismos que en reunión intempestiva o Consejo
de Guerra, habían sancionado la conducta de Miranda, por no esperar para
poner orden, para explicar a la tropa y a la gente los puntos del Acuerdo
con Monteverde; en especial para refrendar el documento y comprobar su
cumplimiento.

Existe un agravante que gracias a los reportes de “acuciosos


investigadores” han resultado en completa falsedad y es que también
escribieron que el fugitivo, don Sebastián, llevaba en su equipaje grandes
sumas de dinero para cubrir su futuro en adelante.

69
De cómo sucedieron las cosas aquella noche, ya lo sabemos; ahora
solo quedaba para la reflexión los motivos que impulsaron las acciones de
los protagonistas; del corazón patriota y guerrero de aquellos luchadores
surgió la idea de juzgar a Miranda por el fraude que representaba; de la
rabia por el triunfo de la justicia española; el castigo, de quien representaba
en el momento la entrega de la República, que era el ídolo roto, que en el
fragor de las intrigas mostraba sus debilidades humanas, que el gran
salvador se iba sin explicar su conducta.

70
Momento 20: Bolívar acusador

En ningún documento Bolívar niega su participación en la captura


del Generalísimo Francisco de Miranda la madrugada del 31 de julio de
1812, en la Guaira, su posterior encarcelamiento – en uno de los calabozos
del castillo de San Carlos – y puesto bajo la custodia de la autoridad militar
republicana el Coronel Manuel María de las Casas; por el contrario, en
todos los papeles reniega sobre la conducta del guerrero en la conducción
de la campaña, y la entrega del ejército mediante una inesperada
capitulación.

Bolívar dice que, la detención se llevó a cabo, con la intención de


someterlo a un juicio para revisar sus procedimientos y castigarlos, si era
necesario. Pasado el tiempo, el Libertador repite sus palabras contra don
Francisco de Miranda en las distintas épocas de su vida; así, un año
después de los lamentables momentos de la Guaira, ya triunfador de la
campaña de 1813, el 20 de septiembre de dicho año, escribe una larga
proclama para las Naciones del mundo, desde la ciudad de Valencia revisa
las acciones de esos años; sobre el tema, dice:
“…Introducido en ella Monteverde contra las expresas
órdenes del general Miyares, de quien dependía, llegó
subyugando los pueblos consternados y seducidos
hasta las cercanías de la ciudad de Caracas
recientemente destruida por el terrible terremoto del
26 de marzo de 1812.
La única fuerza que le contenía estaba por desgracia
mandada por un jefe que, preocupado de ambición y de
violentas pasiones, o no conocía el riesgo, o quería
sacrificar a ellas la libertad de su patria; déspota y
arbitrario hasta el exceso no sólo descontentó a los
militares, sino que desconcertando todos los ramos de

71
administración pública, puso la provincia, o la parte
que quedaba de ella en absoluta nulidad”53.

Bolívar, en dichas páginas, es duro contra el que había sido su ídolo,


ejemplo de grandeza militar y de actuaciones envidiables en los combates
por la libertad en el mundo; más adelante agrega:

“…En este conflicto, amenazada Caracas al Este por


los negros excitados de los españoles europeos, ya en
el pueblo de Guarenas, ocho leguas distante de la
ciudad, y al Oeste por Monteverde, animado con el
suceso de Puerto Cabello, sin otras tropas que com-
batir que las que estaban acantonadas en el pueblo de
La Victoria, desmayadas y casi disueltas por la
conducta arbitraria y violenta de un jefe aborrecido, se
trató de capitular, y en efecto después de varias
interlocuciones, se convinieron en los artículos de la
capitulación, por virtud de la cual se entregaron las
armas, pertrechos y municiones a Monteverde, y éste
entró pacíficamente en la ciudad, y se apoderó de todo
sin resistencia”.

En los papeles conocidos de don Francisco de Miranda, escritos


posteriormente a aquellos días de julio de 1812, no existe alusión alguna a
sus captores, ni mencionó nombres de personas con las que actuó la noche
fatídica en que cayó prisionero.

Unos seis meses después seguía bajo los muros del castillo de San
Felipe de Puerto Cabello, hacia donde es trasladado y el 8 de marzo de
1813, escribe un memorial dirigido a la “Audiencia de Caracas”, para
quejarse y protestar por su condición de presidiario y de grandes
cantidades de hombres que, injustamente, bajo la violación de los tratados,
seguían entre los barrotes en las cárceles de América.

53.- Bolívar. Obras completas. Vol. III. Doc. Pág. 573-580

72
Momento 21: Los sesenta y dos años de don Sebastián

Miranda, en una larga carta, escrita desde los calabozos del castillo
de Puerto Cabello, para las autoridades españolas encargadas de la
administración de justicia de Caracas; acusa a Monteverde y sus
partidarios de la violación de los puntos de la capitulación del 25 julio en
San Mateo. Se libera de culpas por la caída de la República; entre otras
cosas dice:

“Yo protesto a V.A. que jamás creí haber cumplido mis


encargos con mayor satisfacción que cuando, en las
desastrosas circunstancias que llevo referidas,
ratifiqué con mi firma un tratado tan benéfico y
análogo al bien general, estipulado con tanta
solemnidad y sancionado con todos los requisitos que
conoce el derecho de las gentes: tratado que iba a
formar una época interesante en la historia
venezolana: tratado que la Gran Bretaña vería
igualmente con placer por las conveniencias que
reportaba su aliada: tratado, en fin, que abriría a los
españoles de ultramar un asilo seguro y permanente,
aun cuando la lucha en que se hallan empeñados con
la Francia, terminase de cualquier modo. Tales fueron
mis ideas, tales mis sentimientos y tales los firmes
apoyos de esta pacificación que propuse, negocié y
llevé a debido efecto”54.

En el documento que existe sobre lo convenido, no aparece la firma


del Generalísimo y se pueden leer los nombres del Coronel José de Sata y

54.- Del Memorial de las Bóvedas del Castillo de Puerto Cabello, a 8 de marzo de 1813. Pág. 294.
Fuente: Francisco de Miranda, Francisco de Miranda: Documentos fundamentales. Selección y prólogo
Elías Pino Iturrieta.

73
Bussy, por la República y de Domingo Monteverde, por la monarquía. Es
de todos conocido que, el Generalísimo, al día siguiente de recibido los
pliegos, abandonó el cuartel general de La Victoria, después de haber
encargado del mando de las tropas al Coronel José Mires.

En otra parte del memorial dice Miranda:

“…Son demasiado notorios los acontecimientos de


esta campaña, que omito analizar; pero sí diré que
conociendo Caracas el peligro inminente que corría
entonces su seguridad, por un movimiento y acuerdo
general y espontáneo de todas sus autoridades, y
nombrado generalísimo de sus tropas y revestido de
todas las facultades supremas que ellas ejercían y
depositaron en mis manos, las desempeñé, me
parece, con el honor y celo que estaban a mis
alcances, poniendo en acción todos los resortes de mi
actividad para la consecución de un feliz éxito

Pero, sin embargo, de los ventajosos repetidos sucesos


que obtuvieron nuestras armas en el puerto de Guayca
y pueblo de la Victoria, como por otra parte estaba
persuadido del calamitoso estado a que se hallaban
reducidas la capital y puerto de La Guaira por la falta
de víveres y por la incursión que rápidamente y al
mismo tiempo hacían los esclavos de los valles y costas
de Barlovento, estimulados con la oferta de su libertad
que les hicieron nuestros enemigos, habiendo ya
comenzado a acometer en Guatire y otros parajes los
más horrendos asesinatos, me hicieron conocer la
necesidad absoluta en que me hallaba de adoptar
una medida que, cubriendo mi honor y
responsabilidad, atajando tantos males
trascendentales aun a los mismos que los
fomentaban, restituyese a estos pueblos el sosiego y
la tranquilidad, reparase en algún modo los desastres
del terremoto y, en fin, reconciliase a los americanos

74
y europeos, para que en lo sucesivo formasen una
sociedad, una sola familia y un solo interés, dando
Caracas al resto del continente un ejemplo de sus miras
políticas y de que prefería una honrosa reconciliación
a los azarosos movimientos de una guerra civil y
desoladora”55.

Tenía, el más universal de los venezolanos, 62 años y una vasta


experiencia en la lucha por la libertad en Europa y en Estados Unidos.
Había tocado a la puerta buscando apoyo para enfrentar el despotismo
español; en aquellos días de julio de 1812, se sintió cansado y temeroso de
una guerra que apenas empezaba. Sus palabras buscan la conciliación y
hasta se vuelva creyente de la postura española; en alguna parte
engrandecer los postulados de la constitución liberal de Cádiz y pide
justicia a las instituciones de la Corona.

No tiene nada que decir de sus oficiales, no culpa a ninguno de su


traición y de haberlo entregado a Monteverde; más bien en todo el
documento se puede sentir que tiene una esperanza en el valor de la palabra
de España y en el cumplimiento para con los puntos estipulados en la
capitulación. Lo que no sabía el Generalísimo es que, las Cortes españolas,
habían premiado Monteverde por todas sus arbitrariedades; le habían
conferido el título de Capitán General y estaba en marcha el plan de
ejecución, para su traslado a la prisión de la “Carraca” en España.

Esta vez, el Imperio español, ganó la batalla.

55
Op. Cit. Págs. 292, 293

75
Momento 22: Las conclusiones documentadas

Todos los documentos existentes indican que Bolívar participó la


madrugada del 31 de julio de 1812, en el arresto del generalísimo
Francisco de Miranda, en La Guaira. La intención era realizarle un juicio
en consideración de que había entregado la República y admitido una
Capitulación en condiciones de inferioridad antes las pretensiones de los
españoles.
Los papeles originales de la llamada “Capitulación de San Mateo”
no tienen la firma de aceptación por parte de la jefatura principal del
gobierno patriota; ello indica que Miranda no firmó y no ratificó el dicho
documento.

El generalísimo abandonó el cuartel de La Victoria sin atender la


entrega pautada del ejército. Esta actitud generó desconfianza en la
mayoría de sus oficiales; ello, unido a los rumores propios del momento,
preparó un clima de discordia entre los que llegaron a La Guaira con
intenciones de embarcarse ante la caída inminente de la Primera
República.

El diálogo ocurrido entre el canario Domingo Monteverde y el


español don Francisco Iturbe el día 26 de agosto de 1812, al momento de
presentar a su amigo, pidiendo un salvoconducto para salir por el Puerto
de La Guaira, junto a la réplica contundente de Bolívar negando su
colaboración a la monarquía en el arresto de Miranda, demuestran que
aquel procedimiento no fue premeditado, con el propósito de entregarlo a
los enemigos y mucho menos para pedir a cambio algún favor o
premiación.

La aceptación de las órdenes de Monteverde para el cierre del puerto


en la mañana del 31 de julio, confirma el cambio de mando de Manuel de

76
las Casas, un militar de confianza, jefe de las fuerzas republicanas que,
traicionando su palabra, entregó la plaza a los españoles. Además, su
condición de servidor al rey y al sistema de gobierno español, se observó
en su conducta en el transcurrir de la guerra de independencia, hasta ser
firmante del infausto documento conocido como “trilingüe”, en el cual se
descalifica la lucha por la emancipación, así como la figura del Libertador
Simón Bolívar.

Allí quedó olvidada la gloria de Miranda, entretejiendo mitos


encontrados o simplemente olvidándolo en las veredas de la historia. Sin
embargo el reconocimiento empezó a llegarle de Europa; el 1836, veinte
años de su muerte, París construye un “Arco de Triunfo”, en homenaje a
los jefes de la “Revolución francesa”, allí, entre los grandes, está esculpido
la estela de “Miranda”.
Aquí en la patria, tendrían que pasar 80 años de su fallecimiento -
1896 – para erigir un cenotafio, en el panteón de los héroes; un símbolo a
su grandeza, una tumba sin cuerpo. También el estado central del País, al
lado de la capital, se distinguió con su nombre, al igual que calles, escuelas,
plazas.

Los pleitos y guerras civiles de la segunda mitad del Siglo XIX,


olvidaron la apoteosis Miranda, enterrado en el olvido histórico. No fue
sino ya a finales de dicho siglo que en esta patria se escribió la primera
biografía del precursor. Luego, con la aparición de sus archivos y diario,
se logra una primera aproximación documental del precursor, por W.
Robertson, publicada en 1929; misma que ha servido de pedestal para
todas las modernas biografías mirandinas.

Hoy exaltamos a Miranda no por lo que pudo ser, sino por lo que
fue, un visionario de la libertad, quizá incomprendido como esos hombres
comunes que no entendieron su participación dentro de la Primera
República venezolana. Quizá Bolívar podía, pero lejos de preocuparle la
personalidad del generalísimo, este otro gigante estaba haciendo la libertad
de la América en la práctica.

Como tal y en contraposición, hoy tenemos un “Ideario Mirandino”,


que no dio tiempo a su creador de ponerlo en la práctica; por el otro lado,

77
tenemos una libertad ganada por Bolívar para que, luego de años de su
muerte, empezáramos a recoger su “Ideario Bolivariano”. No es que la
historia tenga nudos, es saber tomar el cordón de la historia que aclara sin
enredos. La verdad se va discerniendo a medida que la vamos contando
con sus documentos.

78
Bibliografía más relevante consultada

 BLANCO, José Félix y Azpúrua Ramón; Documentos para la


historia de la vida pública del Libertador. Colección Bicentenario de
Simón Bolívar; Ediciones de la Presidencia de la República.
Reedición conmemorativa. Según decreto presidencial del 19 de
julio de 1977. Con vista de digitales de la primera edición publicada
en Caracas, en 1876, por la Imprenta de “La Opinión Nacional”.

 BOLÍVAR, Simón; Obras completas. Compilación y notas de


Vicente Lecuna, con la colaboración de la Señorita Ester Barret de
Nazaris. Ministerio de Educación Nacional de los Estados Unidos
de Venezuela. Editorial Lex; La Habana, Cuba, 1950.

 LARRAZABAL, Felipe; Bolívar. Edición modificada por prólogo


y notas por Rufino Blanco Fombona. Ediciones Centauro, Caracas,
Venezuela, 1975. Tomos I, II y III.

 LAVRETSKI, José Grugulievivh. Miranda. Ediciones de la


Academia Nacional de la Historia; Colección Estudios,
Monografías y Ensayos. Traductor del ruso por Alberto E. Olivares.
Caracas, 1991.

 MEZA Dorta, Giovanni: Miranda y Bolívar, dos Visiones, 2da


edición, bid & co. editor, Caracas; 2007

 MIRANDA, Francisco. Documentos fundamentales. Fundación


editorial El Perro y la Rana. Caracas, Venezuela, 2019

 MUÑOZ, Gabriel. E. Monteverde, cuatro años de historia patria;


1812-1816. Colección “Fuentes para la historia republicana de
Venezuela”. Academia Nacional de la Historia. Impreso por
Italgráfica, Caracas, Venezuela, 1987.

 O’LEARY, Daniel Florencio: Memorias; ediciones del Ministerio


de la Defensa, Venezuela; 1981. Impreso en Barcelona, España por
Grafesa, Nápoles 249.

79
 PAREDES Muñante, Jorge: La conspiración contra Miranda del 31
de julio de 1812; Diálogos rev. electr. hist vol.16 n.2 San
Pedro Jul./Dec. 2015.

Portales digitales acreditados, en orden de consulta:


 https://www.anhvenezuela.org.ve/

 http://libertador.bolivarium.usb.ve/index.html

 http://papelesdehistoriavzla.blogspot.com/

 http://bibliofep.fundacionempresaspolar.org/dhv

 http://www.bne.es/es/Catalogos/BibliotecaDigitalHispanica/Inicio/
index.html

 http://colectivoestudiantesdelagro.blogspot.com/

 https://www.scielo.sa.cr/scielo.php?lng=en

Aplicación digital de software libre, para convertir en texto la serie de


audios que dio origen al presente trabajo:

 https://speech-to-text-demo.ng.bluemix.net/

Aplicación digital de software libre, para convertir imagen en texto:

 https://convertio.co/es/ocr/

80
Notas

Formación de guerra del ejército realista en la Batalla de Carabobo; allí figura como “Jefe del Estado
Mayor General el Coronel Feliciano Montenegro Colón”. Fuente Santana, Arturo; La campaña de
Carabobo (1824), relación histórica Documental. Esquema y composición gráfica: Arq. Eduardo II
Zambrano.

81
Castillo de San Felipe

Entre los siglos XVII y XVIII las Costas de la Provincia de Venezuela se vieron fuertemente azotadas
por piratas, corsarios, bucaneros y filibusteros, quienes asolaron y saquearon los poblados circundantes
al Mar Caribe. Este hecho generó una fuerte paralización de la economía en la Provincia. En virtud de
lo cual, en 1718 llega el Juez de Comisos Pedro José de Olavarriaga; quien por Real Orden tuvo la
misión de levantar “La Instrucción General y Particular del Estado Presente de la Provincia de
Venezuela entre 1720 y 1721”, con el propósito de determinar la verdadera situación en la cual se
encontraba la misma.
En el mencionado informe se presentó, entre otras, la necesidad de fortificar las Costas de la Provincia.
Hizo hincapié en las bondades geomorfológicas de Puerto Cabello, lo cual determinó la importancia del
levantamiento de una plaza fortificada en resguardo de ésta importante llave de acceso al territorio.
Por consiguiente, se emitió la orden para la construcción de un Fuerte que se llamaría San Felipe en
Puerto Cabello, con el propósito de contener la piratería, servir de factoría fortificada de la Real
Compañía Guipuzcoana y finalmente, establecer el servicio activo de defensa en las costas de la
Provincia. Por lo antes expuesto, la presente investigación pretende analizar la importancia de la
edificación del Castillo de San Felipe de Puerto Cabello como llave de defensa de las costas de la
Provincia de Venezuela. Fuente: Ávila Sánchez Vanessa. Revista “Tiempo y Espacio”. Vol. 65, N° 64,
diciembre 2015. Imagen del dominio público.

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Audios

A1 MIRANDA AUDIO - PRESENTACION.mp3


https://app.box.com/s/fbi1yq0u3vzs8wydy232oz0l40njhwvs

A2 MIRANDA AUDIO - CON LA CARA BIEN LAVADA.mp3


https://app.box.com/s/ur8wj0xtvpcq7bpygxyllzb9u71ujpc5

A3 MIRANDA AUDIO - TRAICION EN EL PUERTO.mp3


https://app.box.com/s/a66c2sxirc2b9l1an23j4rx1qef5ez73

A4 MIRANDA AUDIO - CAMBIOS DE PIEL.mp3


https://app.box.com/s/ddk4onk6mxi5aj68e2lt3exrtttdk2xh

A5 MIRANDA AUDIO - CAPITULACION Y DESTINO.mp3


https://app.box.com/s/7ylm6kagz5yjdkuqq6w2exv9vvks3k93

A6 MIRANDA AUDIO - BOCHINCHE.mp3


https://app.box.com/s/hls059q5vx6nj21oasl04nqtrhilwfcy

A7 MIRANDA AUDIO - UN PASAPORTE PARA SIMON.mp3


https://app.box.com/s/py394cjnyhnzrh4qaa9twx17k3llfehq

A8 MIRANDA AUDIO - CORAZON GRANDE.mp3


https://app.box.com/s/dz79o5vyqz786cxlzipjkntxka753rsf

A9 MIRANDA AUDIO - OTRO CAMALEON.mp3


https://app.box.com/s/2eg4yotp57nmy4ulryf9g1u7vmee09b8

B0 MIRANDA AUDIO - ACTITUD MONTEVERDIANA.mp3


https://app.box.com/s/3x32rq8jayulumy0h9vawqoro6t67bc2

B1 MIRANDA AUDIO - PAJARO DE MAR.mp3


https://app.box.com/s/vhh8sw1q7rwyorzrv9xiqt9626bxntfb

83
B2 MIRANDA AUDIO - HERIDA EN EL CORAZON.mp3
https://app.box.com/s/xlcpiw8wczpnbvrbnp77gbxxef80nasn

B3 MIRANDA AUDIO - PRIMERA DERROTA.mp3


https://app.box.com/s/ofdof3l1277irb58ht2ltqsl8mudfia8

B4 MIRANDA AUDIO - CON LA MISMA MONEDA.mp3


https://app.box.com/s/by9oovwgc2a8meiuu3ya135txbw0aozm

B5 MIRANDA AUDIO - TRAIDOR CAMUFLADO.mp3


https://app.box.com/s/23toog2jaooidxfrepxt98tqhsr8jd7p

B6 MIRANDA AUDIO - LOS CUENTOS DEL EDECAN.mp3


https://app.box.com/s/c4it2shdx7epq33zz9m6a0zibbwgroya

B7 MIRANDA AUDIO - UN ABOGADO SOSPECHOSO.mp3


https://app.box.com/s/457hgyajmwxusvvt7q15prwd7j3h5ag4

B8 MIRANDA AUDIO - UN OBISPO MONARQUISTA.mp3


https://app.box.com/s/bh45dh438dngazpgfaf7qcurolco8gwo

B9 MIRANDA AUDIO - RESENTIMIENTO PERSONAL.mp3


https://app.box.com/s/ozipsm46nmmje265ja2jchjko1v7v0rf

C0 MIRANDA AUDIO - BOLIVAR ACUSADOR.mp3


https://app.box.com/s/hew0r5td3en34sq7yu6qw7bkc7g4alj6

C1 MIRANDA AUDIO - 62 AÑOS DE DON SEBASTIAN.mp3


https://app.box.com/s/nkh9l9vyq8s59kvcjac6a4tzbgh8i11h

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