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Arteterapia

Mediante diferentes expresiones artísticas como la pintura, la arteterapia


explora el inconsciente de la persona, permitiendo que se exprese,
encuentre una solución a sus problemas, y mejore su salud mental.

Arteterapia en los niños: aplicaciones y


actividades
En los niños, la arteterapia se utiliza habitualmente en casos de abusos
físicos, psicológicos o sexuales, pérdida de familiares cercanos,
pacientes con TDAH, trastorno del espectro autista, síndrome de
Asperger, fracaso escolar por causas desconocidas, etcétera. Además,
es una terapia idónea para los niños que tienen problemas de expresión
oral –como en la etapa de Educación Infantil, los habituales retrasos
simples del lenguaje– o aquellos que son muy introvertidos.

La terapeuta suiza Ursula Tappolet, en su libro 'Las marionetas en la


educación', señala que “traumatizar a un niño es relativamente fácil, pero
el recuperarlo después es largo y penoso”. Y esta frase muestra lo arduo
que es el proceso de rehabilitación en los niños de aquellos traumas que
les atormentan.

Y gracias a la arteterapia, y a través de una metodología entretenida y


lúdica, los pequeños pueden expresar su mundo interior y todos los
procesos emocionales que viven y que, muchas veces, no son capaces
de verbalizar. Así, gracias a la expresión artística, se llega a donde no es
posible de otras maneras.

Las actividades que más se suelen realizar en arteterapia con niños para
alcanzar estos objetivos son las siguientes:

Autorretrato

Permite ver la imagen que tiene el pequeño de sí mismo y entender


en muchos casos si tiene algún complejo importante. Por ejemplo,
los niños con leucemia a veces se pintan con mucho cabello
porque se sienten mal con su falta de pelo.
Retratos de los demás

Ya sean con su familia o compañeros de clase, en los que se


pueden descubrir problemas sociales que afecten al desarrollo
armónico.
Dibujo o creación libre

El más habitual cuando no hay ningún indicio claro de problemas


con la identidad personal, la autoestima, o las relaciones
interpersonales.

Taller de marionetas

Esta experiencia ha sido ampliamente probada en numerosas


investigaciones, como las desarrolladas por la Universidad
Politécnica Salesiana de Cuenca (Ecuador), o la Universidad
Nacional de la Amazonía Peruana. Los encargados enseñan a
elaborar el títere a los pequeños y son estos quienes se encargan
de personalizarlo. Se ha comprobado que los niños tienden a hacer
en sus muñecos lo contrario a lo que les acompleja; por ejemplo,
no les ponen nariz aquellos que piensan que la suya es muy
grande. Además, estas marionetas acaban siendo en bastantes
casos el elemento dinamizador de las sesiones individuales a
través de las que exteriorizar sus problemas.

Cómo son las sesiones de arteterapia

Antes de asistir a una sesión de arteterapia se deben conocer las


opciones artísticas de las que dispone el centro terapéutico, y comprobar
si son las más adecuadas para las necesidades del paciente. El arte es
muy amplio, y aunque inicialmente esta terapia se centró en la pintura,
actualmente se trabaja con la escultura, el teatro, la danza, la música…

Las sesiones pueden ser individuales o grupales, dependiendo del


problema a resolver, o de la opinión del arteterapeuta, que lo valorará en
una entrevista personal previa. Por ello, la primera será muy diferente en
cada caso, y dependerá del profesional y de las necesidades específicas
del paciente. Las siguientes suelen durar una hora, u hora y media, y se
dividen en tres partes:

1. Bienvenida. Es el momento en el que se recibe al paciente o al grupo, y


se charla brevemente sobre temas banales para crear un ambiente
distendido y relajado donde todo el mundo se encuentre cómodo.

2. Desarrollo de la sesión. En la revista Inspira, publicada por la


Asociación Profesional Española de Arteterapeutas, se refieren a las
sesiones “como un lugar de silencio, escucha e introspección. Lugar para
conectar con lo más íntimo a través de la realización de obras y de la
puesta en palabras, en diálogo o con el grupo, y con el terapeuta”.
En una sesión de arteterapia se ofrecerán libremente diferentes
materiales de expresión artística como pinturas de cera, acuarelas,
lápices de colores, plastilina, arcilla, telas, instrumentos musicales… Es
imprescindible analizar las relaciones grupales –si las hubiera–, y las
individuales con el material que libremente se haya elegido, y con su
obra.

La sesión tiene que desarrollarse en un ambiente relajado donde las


personas no establezcan conversaciones, para disparar la abstracción y
concentración en la propia obra. Como mucho se puede poner de fondo
una música suave y relajante que ayude al paciente a no distraerse.

Durante el proceso creativo surgirán dificultades a las que el paciente se


va a enfrentar y que permitirán analizar cómo salió de esa situación –
buscando una solución alternativa, persistiendo, abandonando…–, lo que
llevará a la persona a un constante proceso de reflexión acerca de cómo
enfrentarse a los problemas.

3. Autoevaluación. Terminado el trabajo se debe valorar la obra para


invitar al paciente a la reflexión consciente de su inconsciente, sobre
cómo se ha sentido, qué le ha gustado más, qué le ha costado
especialmente. Eso sí, siempre sin juzgar ni interpretar su obra, ni obligar
a hablar a quien no se sienta cómodo, ya que solucionar aquello que
resulta traumático no sucede milagrosamente en una hora y media, sino
que es un proceso más lento.

El terapeuta tiene que ayudar al paciente a encontrar las herramientas


necesarias para ir superando los problemas con los que empezó las
sesiones, y hacerle ver la evolución en su trabajo para que compruebe
que se ha producido un progreso positivo que repercute directamente en
la autoestima y en el tratamiento

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