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¿QUE ES ROBAR?
Quitar a una persona algo que le
pertenece con ánimo de lucro, por
medio de la violencia o la
intimidación o utilizando la fuerza.
El robo es la usurpación del bien
ajeno contra la voluntad razonable
de su dueño.
Ex 20,15 ¨No robarás¨
Dt. 5,19 ¨No robarás¨
Mt 19,18 «¿Cuáles?» - le dice él. Y Jesús dijo:
«No matarás, no cometerás adulterio, no
robarás, no levantarás falso testimonio,"
El séptimo mandamiento prohíbe tomar o retener el bien
del prójimo injustamente y perjudicar de cualquier manera
al prójimo en sus bienes. Prescribe la justicia y la caridad
en la gestión de los bienes terrenos y de los frutos del
trabajo de los hombres. Con miras al bien común exige el
respeto del destino universal de los bienes y del derecho
de propiedad privada. La vida cristiana se esfuerza por
ordenar a Dios y a la caridad fraterna los bienes de este
mundo. (numeral 2401 C.E.C).
La codicia y el egoísmo llevan a cometer muchos pecados
contra el séptimo mandamiento.
Recuerda las palabras de Jesús: "¿De qué sirve al hombre
ganar el mundo entero, si pierde su alma?" (Mt 16, 26)
El séptimo mandamiento de la Ley de Dios nos manda respetar los bienes ajenos y
pagar las deudas.
Diciendo “No robarás”. Él no se dirige en primer lugar a un individuo aislado, sino al
propio pueblo. Dios no puede aceptar una nueva organización que está basada en el
robo legitimado por la ley. No es sólo el individuo el que no debe robar. Es todo el
pueblo el que no debe robar al pueblo.
Los israelitas querían una sociedad donde las instituciones fuesen tales que no fuera
posible la acumulación de bienes; una sociedad que debía confiar en la providencia
divina. También había leyes para impedir los robos pequeños (Ex. 22,1-15). Querían
una sociedad donde la seguridad fuese total, y donde cada uno fuese respetado con
los medios de vida que poseía. Una sociedad así fomentaba la paz y favorecía la
convivencia y la confianza mutua.
La observancia del séptimo mandamiento ayudaba al pueblo a evitar la acumulación de
bienes y la explotación del hermano; y era una manera de hacer entender que la
Providencia Divina lleva a la organización fraterna y justa del pueblo.
El séptimo mandamiento prohíbe tomar o retener el bien
del prójimo injustamente y perjudicar de cualquier
manera al prójimo en sus bienes.
El robo es la usurpación del bien ajeno contra la voluntad
razonable de su dueño. Toda manera de tomar y de usar
injustamente un bien ajeno es contraria al séptimo
mandamiento. No hay robo si el consentimiento del otro
puede ser presumido o si es consecuencia de la necesidad
urgente y evidente y es el único medio para remediar
necesidades inmediatas y esenciales.
Retener deliberadamente bienes ajenos prestados o perdidos.
Defraudar en el ejercicio del comercio (Deuteronomio 25, 13-16)
Elevar precios especulando con la ignorancia o la necesidad ajenas
(Amós 8, 4-6)
Cumplir rigurosamente las promesas y los contratos celebrados, en la
medida en que el compromiso adquirido sea moralmente justo.
Juegos de azar o las apuestas en sí mismos no son contrarios al
mandamiento, pero sí lo son en la medida en que esclavizan o afectan
gravemente el patrimonio.
Esclavizar a los seres humanos, despreciar su dignidad como humanos
o utilizarlos como medios de obtener lucro.
Robar.
Causar daño al prójimo en sus bienes.
No trabajar conforme al deber o trabajar mal.
No pagar el justo salario a los empleados y obreros.
injustos (Deuteronomio 24, 14-15; Santiago 5, 4)
Servirse de la miseria del prójimo o de la escasez pública
para acaparar o enriquecerse con injustas subidas de precio.
No cumplir los deberes de propio cargo permitiendo que se
perjudique al prójimo o al bien común.
Prestar dinero u otra cosa exigiendo un interés excesivo.
Engañar al prójimo en el comercio con pesos, medidas o
monedas falsas, o con mercancías malogradas o averiadas.
Retener bienes ajenos contra la voluntad de sus dueños.
Sobornar o exigir coimas o gratificaciones
Colaborar en cualquier robo o injusticia contra los bienes
ajenos.
Los que han robado o han hecho daño al prójimo en sus
bienes están obligados, además de confesar su pecado,
a restituir lo mal adquirido y a reparar cuanto antes los
daños culpablemente causados.
1. EL DESTINO UNIVERSAL Y LA PROPIEDAD PRIVADA DE LOS BIENES (numeral 2401-2406)
En materia económica, el
respeto de la dignidad humana
exige la práctica de la virtud de
la templanza, para moderar el
apego a los bienes de este
mundo; de la justicia, para
preservar los derechos del
prójimo y darle lo que le es
debido; y de la solidaridad,
siguiendo la regla de oro y,
según la generosidad del Señor,
que, siendo rico, por vosotros se
hizo pobre a fin de que os
enriquecierais con su pobreza’ (2
Co 8, 9).
2.1. El respeto de los bienes ajenos (Numeral C.E.C 2408-2414)
2419 ‘La revelación cristiana... nos conduce a una comprensión más profunda de las leyes de
la vida social’ (GS 23,1). La Iglesia recibe del Evangelio la plena revelación de la verdad del
hombre. Cuando cumple su misión de anunciar el Evangelio, enseña al hombre, en nombre de
Cristo, su dignidad propia y su vocación a la comunión de las personas; y le descubre las
exigencias de la justicia y de la paz, conformes a la sabiduría divina
2424. Una teoría que hace del lucro la norma exclusiva y el fin último de la actividad
económica es moralmente inaceptable. El apetito desordenado de dinero no deja de
producir efectos perniciosos. Es una de las causas de los numerosos conflictos que
perturban el orden social (cf. GS 63,3 LE 7 CA 35).
Un sistema que ‘sacrifica los derechos fundamentales de la persona y de los grupos en aras
de la organización colectiva de la producción’ es contrario a la dignidad del hombre (cf. GS
65). Toda práctica que reduce a las personas a no ser más que medios con vistas al lucro
esclaviza al hombre, conduce a la idolatría del dinero y contribuye a difundir el ateísmo. ‘No
podéis servir a Dios y al dinero’ (Mt 6,24 Lc. 16,13).
4. LA ACTIVIDAD ECONOMICA Y LA JUSTICIA SOCIAL. (C.E.C Numerales 2426-2436)