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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA

DE MÉXICO

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS

HAITÍ Y LA CONSTRUCCIÓN DEL CONCEPTO DE


RAZA EN LA OBRA DE ANTÉNOR FIRMIN, 1885-
1910.

T E S I S

QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE:


LICENCIADO EN HISTORIA
P R E S E N T A:

SAÚL MICHEL GARCÍA GARNICA

DIRECTORA DE TESIS: MTRA. MARÍA


GABRIELA ITURRALDE NIETO

CIUDAD DE MÉXICO FEBRERO DE 2020

1
2
AGRADECIMIENTOS

Dar gracias es un acto de humildad que a veces olvidamos y que, en su justa dimensión,

siempre es indispensable practicar. En primer lugar, agradezco a Saúl García Escamilla -mi

padre- y toda la historia familiar de Miacatlán, Morelos. Mis recuerdos comiendo

tamarindos y paletas de hielo en las casas de las tías abuelas, son episodios de mi vida que

nunca se borrarán.

A mi mamá, Rosario Garnica, quien ya no pudo ver materializado este sueño porque

se adelantó en el camino de esta vida. En donde quiera que estés, quiero que sepas que me

hace falta un abrazo y contarte lo que soy ahora.

A mis hermanas. Clara porque puso el ejemplo de que picar piedra trae consigo

compromiso y lecciones de fortaleza. A Jazmín le debo saber escuchar sin emitir juicio

alguno. A Dulce, la complicidad que desde pequeños nos ha acompañado. Ahora de

adultos, lo sigue haciendo, pero de maneras que nunca hubiera descubierto.

Invariablemente todo el esfuerzo, las ilusiones y anhelos por la Historia -nuestra

historia- están dedicados a Julieta. Ella representa el amor que hace que valga la pena

despertar cada día y luchar a diario para ser feliz a su lado. Para mi pareja va todo mi

compromiso para construir un futuro mejor. Para ella va la promesa de siempre ser una

mejor persona.

De igual forma a Israel Rodríguez, Ariadna, Guillermo, Sandra Nancy, Israel

Ugalde y Rafael Castañeda son parte de la historia de mi vida académica. A ellos, infinitas

gracias.

3
Agradezco a mi asesora de tesis, la Mtra. Gabriela Iturralde Nieto, la infinita

paciencia en la entrega de este trabajo académico. Al Dr. Bernardo Ibarrola, le debo que me

haya presentado a Haití durante la carrera. Su clase “Dictaduras en América Latina”, allá en

el lejano año 2005, abrió mi espectro de conocimiento sobre esta región.

A la Dra. Margarita Vargas, agradezco los aportes y precisiones de historias sobre

Haití y el Caribe que acompañaron nuestras charlas en el CIALC, al momento de realizar la

revisión de mi tesis. A la Mtra. Perla Valero doy gracias porque sus comentarios me

permitieron reflexionar sobre aspectos de las fuentes que respaldan toda obra

historiográfica sobre el concepto de raza, como lo es la de Anténor Firmin.

Quedo en deuda con la Dra. Paula López Caballero por todos los aportes

metodológicos que me llevaron a reflexionar sobre la manera en la que los intelectuales

construyen discursos de nacionalismo y modernidad en el siglo XIX.

Al Dr. Fernando Aguayo le agradezco haber confiado en mí y darme el aliento

necesario cuando estaba a punto de echar por la borda la idea de titularme.

Al Colectivo Mackandal de Estudios Afroamericanos y todos sus integrantes

(Cynthia, Dalia, Gabriela, Harry, Juan Pablo, Lina del Mar, Lizbeth, Luis Daniel, Ricardo,

Rosalba y Roxana) agradezco sean parte de este corazón que los lleva siempre con gran

cariño.

Finalmente, agradezco a mis felinas Fifina y Toñita todo el amor que siempre recibo

cuando llego a mi hogar. También va este agradecimiento a mi panterita, Basquiat. Hace

casi un año que emprendiste el viaje de este mudo terrenal para dar un rol en el plano

cósmico. Y por supuesto, a la UNAM. A ella le debo toda mi capacidad intelectual.

4
HAITÍ Y LA CONSTRUCCIÓN DEL CONCEPTO DE RAZA EN LA OBRA DE ANTÉNOR FIRMIN,
1885-191

INTRODUCCIÓN ................................................................................................. 6

Capítulo 1. Anténor Firmin y el concepto de raza en el siglo XIX ...................... 16

1.1 Historiografiando a Anténor Firmin .............................................................. 16

1.2. Anténor Firmin y su contexto político-cultural haitiano, 1850-1885 ........... 35

1.3 Intelectuales en Haití en las postrimerías del siglo XIX: 1882-1893. ........... 49

Capítulo 2. El significado de raza en el siglo XIX. .............................................. 71

2.1 Los orígenes de la antropología y las razas humanas .................................... 73

Capítulo 3 La construcción del concepto de “raza” en la obra De l’égalité des


races humaines: anthropologie positive de Anténor Firmin. ............................ 95

3.1 El concepto de raza de Anténor Firmin ......................................................... 95

3.2 Difusión e influencia de la obra de Anténor Firmin en Europa y entre los


intelectuales caribeños y estadounidenses ....................................................... 117

CONCLUSIONES ............................................................................................. 149

OBRAS CONSULTADAS ................................................................................ 157

5
INTRODUCCIÓN

Cuando hablamos de Haití por lo común vienen a nuestro imaginario representaciones

referentes a los escenarios de horror y barbarie que generó la Revolución Haitiana de 1791-

1804. Recordamos también que este país caribeño fue la primera nación latinoamericana en

obtener su independencia desafiando y poniendo en entredicho el sistema económico de la

esclavitud y la lógica colonialista francesa. Pero no únicamente colapsó el territorio

ultramarino galo, sino que también creó un espectro de temor en El Caribe, Estados Unidos,

la Nueva España y allende las fronteras atlánticas americanas.

Sin embargo, más allá de un proceso hito en la consolidación de la identidad

haitiana, hubo intentos en su historia de crear progreso y modernidad como los que

caracterizaban a los Estados Unidos de América. Ejemplo de ello fueron los constantes

intentos por colonizar con migrantes afro estadounidenses los territorios sureños del país

antillano con la finalidad de aumentar la producción agrícola de la República Haitiana.

Una muestra más fueron los intentos de los primeros gobiernos posrevolucionarios

de comercializar materias primas entre John Quincy Adams y Toussaint Louverture; o

inclusive los acuerdos comerciales a los que llegó el mismo Louverture con el Gral.

Maitland, encargado de las fuerzas de invasión que Gran Bretaña envió al Saint-Domingue

revolucionario, con el propósito de abastecer de pertrechos militares a los aliados a la

revuelta esclava con la condición de no inferir y difundir el espectro revolucionario en

Jamaica.

Ambas pruebas dan pie a pensar en una contradicción latente entre la clase política

haitiana de la centuria decimonónica. Por un lado, restringían la injerencia de cualquier

personalidad extranjera en la vida pública del país debido al temor de que su

6
involucramiento en la vida política, económica e inclusive social le permitiesen tener un

estatus superior al de cualquier otro ciudadano haitiano e inclusive lograr hacerse

propietario de alguna parcela del territorio, situación que parecía ser un tabú durante el

proceso histórico haitiano de su largo siglo XIX.

Pero por el otro, comenzaban a tener una visión esperanzadora de repunte a través

de la participación de naciones extranjeras en la inversión de capitales. Esta asociación

demostraría, como lo menciona Watson Denis1, que no siempre la inyección de dinero

extranjero acarrearía el progreso de una nación, sino una dependencia regional en

detrimento de la soberanía de la República Haitiana. Esta tipificación quedaría exhibida a

través del financiamiento de guerras civiles internas en el país mediante la intervención

explícita de personalidades yanquis, como en el caso de la ayuda otorgada por éstos a la

asunción del gobierno de Nord Alexis en 1902.

En el contexto de las postrimerías del siglo XIX surgiría lo que Edmundo O’

Gorman2 denominaría la conquista de la nacionalidad o la impostergable decisión de los

políticos e intelectuales haitianos al decidir qué modelo de modernidad-progreso resultaba

más conveniente para sus fines de consolidación de su idea de representatividad

gubernamental y soberanía, pero sobre todo, del estandarte que simbolizaba para ellos la

reivindicación de la población de origen africano a una escala transatlántica América-

Europa.

1
Watson R. Denis, “Miradas de mutua desconfianza entre dos repúblicas americanas. El expansionismo
marítimo de los Estados Unidos frente a la francofilia haitiana, 1888-1898”, tesis de doctorado en Filosofía y
Letras, San Juan, Universidad de Puerto Rico, 2004, p. 138.
2
Edmundo O’Gorman, La supervivencia política novo-hispana. Monarquía o República, México, 4ª edición,
Universidad Iberoamericana, 1986, p.28.

7
Para ello una generación de diplomáticos, abogados y periodistas de la nación

antillana comenzarían a discernir en torno a la meta de progreso de la República Negra, no

sin dejar de lado la evidente problemática originada en Haití alrededor de la explícita

fragmentación entre el gobierno caudillista, emanado de las fuerzas castrenses, y la

burguesía comercial establecida en los principales puertos del país y que, ya para finales del

siglo XIX, estaría compuesta básicamente por migrantes libaneses, alemanes,

estadounidenses y franceses, acorde a lo descrito por Brenda Gayle Plummer3.

Las primeras respuestas se centraron en la defensa de la “raza negra” a partir de los

testimonios escritos por Spenser Saint John en su obra Hayti or the Black Republic durante

su estancia diplomática en la isla durante 1863. En ella el cónsul británico describía al país

como una sucesión de conjuras políticas que se sucedían de manera constante y lo ubicaba

como entrampado en su proceso de soberanía debido a la superchería propiciada por el

vudú. Esa generación contestó mistificando el pasado haitiano y su revolución de

independencia. Arthur Bowler y Anténor Firmin lograron identificar que este fue un

proceso enaltecedor de la “raza haitiana” que dotó de héroes y heroicidad a los “padres

fundadores” de la nación caribeña.

Entonces, la pregunta sería ¿por qué recurrir a la Revolución Haitiana,

historiografiar a sus principales defensores y otorgar a Haití el papel de defensor de las

personas de origen africano desde El Caribe? En principio porque este país ha sido el único

en donde una revuelta de esclavos logró consolidar una nación y donde se buscó fomentar

el progreso de la “raza negro-africana” a través de las migraciones de contingentes

3
Brenda Gayle Plummer, “Black and White in the Caribbean: Haitian-American relations, 1902-1934”, tesis
de doctorado en Filosofía, New York, Cornell University, 1981, p. 125.

8
afroamericanos, pero también protestó y criticó que su rezago haya sido parte de un sistema

colonialista operado por las principales potencias europeas y americanas.

Al respecto, como se expone en las conclusiones de esta investigación, la formación

de capital humano para su reivindicación fue realizada en Francia. Es curioso mencionar

esta tendencia porque fue desde el mismo contexto galo que la mayoría de los intelectuales

haitianos continuaron con su preparación académica para regresar al Caribe a desempeñar

los principales cargos políticos. El caso de Firmin resulta paradigmático toda vez que sus

vínculos y aspiraciones políticas siempre estuvieron en Haití. Escolar y profesionalmente

obtuvo sus principales logros en la administración pública de su país caribeño, aunque De

l’égalité des races humaines fue un texto que se gestó intelectualmente en Francia.

No obstante, la divulgación de esa obra tuvo un mayor peso en el circuito caribeño y

estadounidense, a pesar de que en Europa su discusión haya sido a través de editoriales

hemerográficas y entre algunos de los miembros de la Société d’Anthropologie de Paris,

como Leonce Manovrier y el Conde de Charencey. Por otra parte, en el ámbito americano,

la lista de sus lectores comprendió a intelectuales como Ramón Emeterio Betances, José

Martí, Edmond Paul, Jean Price Mars, Hannibal Price, así como Auguste Magloire y, si

creemos a lo dicho por Firmin en M. Roosevelt: Président des Etats Unis et de la

République d’Haïti, en apariencia fue leída por Theodore Roosevelt y Booker T.

Washington.

La importancia de su lectura en contextos transatlánticos enriquece la mirada del

análisis de esta investigación, debido a que podemos realizar un abordaje comparativo

respecto de los ámbitos de divulgación, circulación y discusión de la obra tanto en Francia,

Alemania, Estados Unidos, Haití e inclusive México, ya que existe un ejemplar de De

9
l’égalité des races humaines en la biblioteca del Instituto de Investigaciones Históricas de

la Universidad Nacional Autónoma de México.

En lo referente al contexto de producción del escrito poco se sabe acerca de su

financiamiento. A lo largo de esta investigación he hipotetizado en cuanto a quién o

quiénes pudieron ser los mecenas de Anténor Firmin. Sin embargo, este es un tema que

dejaré de lado, toda vez que para esta investigación resulta un tema secundario que con un

mejor rastreo de fuentes esta interrogante pudiese dar las conclusiones esperadas.

Hago tres puntualizaciones esenciales para el entendimiento de De l’égalité des

races humaines en el siglo XIX. La primera tiene que ver con el significado del concepto

intelectual-liberal durante esta época. Al respecto, la historia de las ideas políticas en Haití,

acorde a Michel Héctor y Claude Moïse4, han indicado que ser liberal en la República

Negra tenía forzosamente que ver con una tradición de alineación a un partido político y a

la difusión del contenido de sus programas.

Para el caso haitiano, retomando a Pedro San Miguel5, ser intelectual en las

postrimerías de la centuria decimonónica se entendía como aquellos agentes históricos cuya

producción historiográfica estaba respaldada por alguna entidad académica o estatal.

Adicionalmente, al menos para el contexto caribeño, su trabajo estaba ligado a una

contestación inscrita en un debate ideológico. En lo concerniente a Anténor Firmin,

historiográficamente se ha señalado que su obra era respuesta al texto de Arthur de

Gobineau y exclusivamente al reparto del continente africano por parte de las principales

4
Michel Hector, “Intellectuels et pouvoir politique en Haïti (XIXe-XXe siècles)”, en Cary Hector, L’actualité
d’Anténor Firmin : Hier, Aujourd’hui et Demain, Actes du Colloque Internationale Anténor Firmin tenu á
l’Université Quisqueya les 14-16 décembre 2011, Puerto Príncipe, 2014, pp. 35-46; Claude Moïse, “Las idées
politiques et sociales d’Anténor Firmin”, en Cary Hector, op. cit.
5
Pedro L San Miguel, Los desvaríos de Ti Noel: ensayos sobre la producción del saber en el Caribe, San
Juan, Ediciones Vértigo, 2004.

10
potencias colonialistas de Europa, aunque debiera agregarse también su esfuerzo intelectual

como una respuesta a lo escrito en 1884 por parte de Spenser Saint John y como una

declaración de equidad de la República Haitiana respecto de las naciones consideradas

como occidentales.

En este sentido me aventuraría a argumentar que la construcción del concepto

“raza” en De l’égalité des races humaines provocó un impacto debido a la similitud y

semejanza entre los hombres, que pregonaba su autor. No obstante, utilizó la medida y el

punto de comparación del término modernidad como una referencia de las personas de

origen africano, específicamente de la haitiana, en contraposición al desarrollo intelectual

de la misma Francia.

Así lo ejemplificaba la mención al desarrollo de los estudios de haitianos en

universidades e instituciones académicas galas, mismas que aparecían en el periódico

franco-haitiano La Fraternité. Organe des intérêts d’ Haïti & de la race noire, encabezado

por Benito Sylvain, donde también se reivindicaba a Francia como paradigma cultural que

evidenciaba el camino de Haití hacia el progreso y como nación soberana en materia

política y aliada al crecimiento moral y económico de las sociedades negro-africanas en la

escala mundial. Esta asociación estuvo identificada con el enarbolamiento de la “raza

africana”, aunque todo vínculo con África era considerado como un pasado de escenarios

de involución, a excepción de las configuraciones idílicas con la civilización egipcia.

Entonces pareciera que en la obra de Firmin se plantea una dicotomía de la

transformación de un hombre caribeño-haitiano-progresista, debido a que al negar su matriz

cultural africana pretendía ser moderno. En este sentido, el diplomático antillano no trató de

crear modelos raciales de predominio de sociedades sino un corpus ideológico hecho libro

11
que intentase representar a la República Negra como patrón de liberalismo que se asumiese

moderno acorde a la simiente dejada por los franceses y complementada, posteriormente,

por el ánimo industrioso y tecnificador de los Estados Unidos de América.

En De l’égalité des races humaines Firmin no alcanzó a identificar el proceso de

anexionismo que adoptaría el país de las barras y las estrellas hacia El Caribe. No obstante,

en futuras reflexiones como la de M. Roosevelt: Président des Etats Unis et de la

République d’Haïti de 1905, comprendía que el desarrollo histórico de este país buscaba el

expansionismo territorial como sinónimo de una inserción de su ideología de liberalismo en

el contexto capitalista, en búsqueda de mercados y obtención de materias primas.

En este contexto expansionista de Estados Unidos, Haití reconoció la necesidad de

generar procesos representativos de modernidad, como la de su participación en la feria

internacional de Chicago, en la que hacía gala de los productos agropecuarios de

exportación como el café. Sin embargo, el interés no quedaba únicamente en el

reconocimiento de las materias primas, sino en su explotación en un ámbito económico

global y la consecuente inversión de capitales extranjeros en el sector de transportes, como

al otorgar concesiones ferroviarias y marítimas, e inclusive de operación del manejo de

instituciones financieras, a potencias como Estados Unidos y Francia.6

En este devenir de la historia haitiana surgiría la obra de un Firmin en un primer

exilio, a causa de las desavenencias con el gobierno de Lysius Salomon. No obstante, cabe

hacer mención que su texto estaría inscrito en una generación de intelectuales preocupada

por defender a Haití de los constantes ataques de los que era objeto con la singularidad de

6
Vid. Hadassah St. Hubert, “We are Part of the Civilized World. Haitian Representation in Late Nineteenth
Century Expositions”, en Caribbean Quarterly, Volume 64, Issue 2, 2018, pp. 229-253.

12
tildarla de ser representada como una nación decadente en materia política e incapaz de

fijar su rumbo hacia el ascendente progreso occidentalizador.

Con esta premisa en mente De l’égalité des races humaines se traduciría en un texto

fundamental para comprender una operación historiográfica, que en el siglo XIX parecía

difícil de asimilar: la integración de las personas de origen africano a la Historia. En el

texto de Firmin el diálogo incesante con el lector supone contrarrestar toda una

conceptualización en torno a la construcción que la antropología decimonónica había

construido alrededor de la inferioridad de la “raza negra”. Sin embargo, a título personal,

resultaba contradictorio para el lector que, una obra que presumía atacar el origen de la

desigualdad de la humanidad, centrase su análisis de “modernidad” en equiparar y poner

sus anhelos de progreso del hombre haitiano a la par de Francia sin criticar siquiera su

herencia colonial en la República Negra.

Derivado de lo anterior esta investigación está dividida en tres capítulos. En el

primero realizo una revisión historiográfica de cómo ha sido abordada la obra de Anténor

Firmin, logrando identificar tres categorías de análisis que corresponden a producciones

historiográficas ubicadas, académica y geográficamente, en tradiciones intelectuales de

Estados Unidos, Haití y El Caribe, así como las migraciones de estudiantes provenientes de

esta región al país de las barras y las estrellas.

En este mismo apartado identificamos que Firmin formó parte de una generación de

intelectuales, que centró su preocupación se centró en defender a Haití del vilipendio de la

que era objeto en materia político-soberana y progreso-civilización. De esta manera,

autores como Louis Joseph Janvier, Hannibal Price y Arthur Bowler escribieron para

13
articular un discurso de contención, defensa y reivindicación del papel de Haití en El

Caribe y en la Historia Mundial.

En el capítulo dos reflexiono en torno a la construcción histórica del concepto de

raza, a la par que menciono las principales corrientes y definiciones que han surgido desde

principios del siglo XIX. En este sentido, analizo lo que Arthur de Gobineau, desde su

particular visión de la Antropología, comprendía por el término “raza”.

Adicionalmente, abundo en la forma en la que las distintas escuelas antropológicas

en Francia y los Estados Unidos asumieron posturas ideológicas para debatir el carácter, la

inferioridad e inclusive el exterminio de los distintos grupos humanos para evitar, lo que los

científicos de la época consideraban, una degeneración racial. Asimismo, reflexiono

entorno al concepto de raza como una construcción histórica decimonónica que propició el

establecimiento de juicios acerca de la calidad de una persona a través de las características

fenotípicas.

Finalmente, en el capítulo tres realizo un esbozo biográfico de Joseph Anténor

Firmin recuperando el contexto de su llegada a Francia y la manera en la que logró formar

una red de intelectuales y científicos, que le permitieron ser parte de la Société

d’Anthropologie de Paris. Analizo la manera en la que Firmin elaboró un concepto de raza

al mostrar que la población de origen africano poseía el suficiente intelecto para progresar

sin la tutela e influencia de Occidente, y que Haití era la nación que tenía el deber de

rehabilitarla en una escala mundial. Finalmente, presentaré escenarios acerca del posible

financiamiento de la obra De l’égalité des races humaines: anthropologie positive, además

de hipotetizar, a partir de fuentes limitadas, cómo se dio la difusión del libro y quiénes

fueron sus lectores, lo que conlleva a proponer un análisis de la influencia de Firmin como

14
simpatizante de las causas de la independencia cubana y de Puerto Rico, así como las

críticas que realizaría a la situación racial que prevalecía en EE. UU.

Adicionalmente, plantearé escenarios de la posible difusión de la obra en circuitos

transatlánticos intelectuales de lectores como lo fue la misma Francia, Estados Unidos y El

Caribe.

15
Capítulo 1. Anténor Firmin y el concepto de raza en el siglo XIX

El capítulo pretende abordar la obra de Anténor Firmin a partir de la Historia intelectual y

explicar el abordaje como un estudio que centra su análisis en el lenguaje político y

discursivo de la obra De l’égalité des races humaines. Asimismo, se realiza una revisión

historiográfica acerca de los autores que han escrito sobre Firmin desde distintos ángulos de

estudio, y aquí se abarca su faceta diplomática, política y su vertiente antropológica en el

marco de su participación en la Société d’Anthropologie de Paris.

Adicionalmente se desarrolla el análisis de obras de intelectuales haitianos como

Louis Joseph Janvier, Hannibal Price y Arthur Bowler, para identificar la preocupación en

común que plasmaron en sus escritos respecto a la importancia de la República Haitiana,

como un baluarte y defensa de la raza negra-africana.

1.1 Historiografiando a Anténor Firmin

El abordaje de la presente investigación se realiza a partir de la Historia intelectual,

entendida como una metodología de análisis histórico que reconstruye el sentido del texto a

través de una enunciación particular que lo produce, y las variaciones de significados que

éste tiene acorde con quien las dice, a quién las dice y cómo las dice.1 En este sentido, para

Elías Palti la Historia de las ideas es distinta a la Historia conceptual, ya que en esta última

las ideas de un texto, visto como “actos de habla” nunca están fuera de lugar porque en los

textos se descubren huellas que historizan los discursos y sus contextos de producción y

enunciación.

1
Elías José Palti, ¿Las ideas fuera de lugar? Estudios y debates entorno a la historia-político intelectual
latinoamericana, Buenos Aires, Prometeo Libros 2014, p. 12.

16
Asimismo, la Historia intelectual posibilita analizar las formas en las que los

discursos históricos contienen lenguajes políticos determinados de una época, que produce

momentos de enunciación particular. Por tanto, entender los textos significa interpretar la

intención de quien desea ser entendido y de que esa intención sea captada dentro de un

contexto particular.2

J.G.A. Pocock comenta sobre los usos del texto en la historia intelectual, la

importancia de la utilización de ellos como matrices o patrones en los que pueden ocurrir

una serie de eventos que narran procesos. Además, menciona que una obra, un libro o un

escrito, deben reconstruir invariablemente, para su estudio, la actuación del autor para

estudiar el texto como un evento que permita ser inteligible como acción y suceso que

reconstruye lenguajes.3

Por su parte, Quentin Skinner -como complemento a lo mencionado por Pocock-

indicaba que toda obra siempre refleja lenguajes del pensamiento político de una época, que

posibilitan la manera en la que se expresan, revelan y validan realidades políticas.

Adicionalmente, el desarrollo de las ideas que contienen estos lenguajes permite la

reconstrucción de eventos y procesos del ámbito histórico.4

A su vez, Aimer Granados menciona que los textos son también actos deliberados

de encarnación de significados. Sin embargo, descifrar su “polivalor” implica un juego de

protocolos de lecturas de tiempos y semánticas históricas que delimitan su contenido. La

“estética de la recepción”, como la denomina el mismo Granados, es también una

2
Aimer Granados y Carlos Marichal, comp., Construcción de las identidades latinoamericanas. Ensayos de
historia intelectual, siglos XIX y XX, México, El Colegio de México, 2004, p. 16.
3
J.G.A. Pocock, Pensamiento político e historia. Ensayo sobre teoría y método, Madrid, Akal, 2011, pp. 193-
215.
4
Íbid, pp. 216-249.

17
oportunidad para el lenguaje político de una época determinada para vincular su espectro de

emisión y difusión en un auditorio, sin que ello pretenda decir que un lenguaje político sea

comprendido en su totalidad cuando es transmitido.5

Para el propósito de esta investigación resulta trascendental echar mano de la

Historia intelectual, toda vez que no entraña sumergirse en los orígenes de una idea, su

erróneo entendimiento o aplicación en un específico marco temporal y espacial. Al

contrario de lo que la tradicional Historia de las ideas aporta para el análisis del devenir del

hombre, la Historia intelectual abre brecha al encauzar temáticas como las que Miruna

Achim analiza al cuestionarse la pertinencia de preguntarnos ¿qué se aprende al estudiar el

desplazamiento de conceptos y sus significados de un lugar a otro? Y ¿cómo se vacían de

sentido o se vuelven a significar en sus cruces con otras ideas u objetos culturales?6

Para el caso de la Historia intelectual en el ámbito caribeño, los principales

expositores de esta corriente son Pedro San Miguel y Silvio Torres7. Resulta paradigmático

que ambos aborden temáticamente la historia dominicana. En Los desvaríos de Ti Noel:

ensayos sobre la producción del saber en el Caribe, el primero centra sus esfuerzos

metodológicos en explicar qué es un intelectual en la región. En este sentido, explica su

razonamiento al señalar que un intelectual es aquel que tiene la oportunidad de validar su

producción historiográfica a través de una institución académica. En cambio, para el

segundo, en el libro An intellectual History of Caribbean, los meta-relatos que se han

5
Aimer Granados y Carlos Marichal, comp. op. cit., p. 16.
6
Miruna Achim y Aimer Granados, Itinerarios e intercambios en la historia intelectual de México, México,
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/Universidad Autónoma Metropolitana Cuajimalpa, 2011, pp. 14-
17.
7
Pedro L. San Miguel, Los desvaríos de Ti Noel: ensayos sobre la producción del saber en el Caribe, San
Juan, Ediciones Vértigo, 2004; Silvio Torres-Saillant, An Intellectual History of The Caribbean, New York,
Palgrave, 2006.

18
incorporado en El Caribe indican que la política ha sido la causante de la generación de

intelectuales aliados y vinculados al Estado.

Asimismo, en la presente investigación se retoma por sus vertientes metodológicas,

al autor Michel Rolph-Troulliot. En su obra Silencing the past8, menciona que la

producción historiográfica está forzosamente respaldada por comunidades intelectuales y

que obedece a análisis de procesos históricos con pasados monopolizados o silenciados por

conveniencia.

Para el caso del debate que genera la tensión de los ideales políticos que genera la

modernidad y su relación con los sujetos políticos reales que habitan la sociedad nacional,

retomaremos a Claudio Lomnitz cuestionando, ¿qué tanto Anténor Firmin tuvo la

oportunidad de mediar entre el orden legal del estado y las realidades del pueblo que son la

fuente de la soberanía?9

También abordaremos lo que Lomnitz describe como el problema de la

implementación del liberalismo político para erradicar la ideología racial en los estados

nacionales. Al menos para el caso de la República Haitiana de mediados del siglo XIX, la

forma de hacer política no estaba separada de una identificación étnico-racial, ya que la

conformación de partidos políticos obedeció a esta premisa.10

De igual forma, esta investigación pretende explicar la manera en la que las élites

haitianas, acorde a lo mencionado por Lomnitz, propiciaron una unificación para

8
Michel Rolph Troulliot, Silencing the past. Power and the Production of History, Boston, Beacon Press,
1995. La presente investigación se basa metodológicamente en dicha obra, la cual sostiene que la tesis de
Anténor Firmin fue silenciada historiográficamente, a pesar de contar con el respaldo institucional de la
Societé d’Anthropologie de Paris.
9
Claudio Lomnitz, Modernidad indiana, Nueve ensayos sobre nación y mediación en México, México,
Editorial Planeta Mexicana 1999, pp. 79-97.
10
Claudio Lomnitz, Las salidas del laberinto. Cultura e ideología en el espacio nacional mexicano, México,
Joaquín Mortiz-Planeta, 1995, pp. 337-361.

19
reconstruir el pasado nacional de la República Haitiana a fin de modernizar a la nación

caribeña en términos comparativos a la conformación de narrativas historiográficas

similares al mundo occidental.11

En este sentido y retomando a Troulliot, la obra de Joseph Anténor Firmin resultaba

escasamente conocida para el espectro anglófono e hispanohablante hasta el año 2000,

cuando fue traducida del francés al inglés. Aunque esta publicación se realizó en 1885, tuvo

una difusión casi nula, si tenemos en cuenta que a Firmin lo respaldó intelectualmente la

Société d’Anthropologie de Paris para realizar De l’égalité des races humaines:

anthropologie positive. De allí que su difusión se haya restringid y silenciado, al grado de

imposibilitar el debate en torno al concepto de raza con los entonces científicos europeos de

finales del siglo XIX. 12

El caso de la obra De l’égalité des races humaines del haitiano Anténor Firmin es

paradigmática, toda vez que expresa lo que Achim menciona sobre la circulación y

resignificación de conceptos como el de “raza” que, durante la época de la semántica

histórica que se estudia, está contextualizada a través de dos espectros: el cientificista y el

ideológico. Ambos están ligados, en términos fenotípicos, a ejercer un dominio

expansionista, porque en el siglo XIX el término “raza”, no dejaba de tener unan carga

política, porque implicaba escudriñar la justificación de la inferioridad de parte de la

humanidad.

11
Claudio Lomnitz, “Bordering on Anthropology. The Dialectics of a National Traditional in Mexico”, en
Revue de synthèse, 4e S, Nº 3-4, juil-déc., 2000, pp. 357-358. Para el caso mexicano, Lomnitz menciona que
Justo Sierra, en su obra Mexico. Its social evolution (1910), tradujo al inglés nombres de personajes como Sor
Juan Inés de la Cruz, Guillermo Prieto y Carlos de Sigüenza y Góngora, lo que demostraba que el intelectual
yucateco equiparaba la evolución del estado mexicano al de los Estados Unidos de América.
12
Para más información sobre la crítica a la edición en inglés del libro de Anténor Firmin Vid. Watson R.
Denis, «Anténor Firmin, Haïti et l’Anthropologie á l’époque de la modernité», en la Revue de la Société
Haïtienne d’Histoire et de Géographie, 83eme Année, N° 233, Avril-Juin 2008, pp 41-42.

20
En el contexto particular de la República de Haití se debe tener especial énfasis en

que la palabra “raza” tenía una asociación muy particular con el proceso armado que había

desencadenado la Revolución Haitiana y las escisiones políticas de la sociedad de este país,

provocadas por la conformación de un sistema político bipartidista en el que el Partido

Liberal y Nacionalista Haitiano contendían por hacerse del poder con plataformas

ideológicas opuestas pero que negarían, durante la mayor parte de la centuria

decimonónica, la matriz identitaria africana, con la finalidad de asumir una modernidad

entendida en términos occidentalizadores.13

Sin embargo, la importancia de la construcción del concepto de raza en la obra de

Anténor Firmin sería de gran importancia para el ámbito caribeño, principalmente porque

delimitaría el papel que jugaría como parte de la intelectualidad haitiana, que se iba

definiendo en función de la defensa y reivindicación de la raza negra en un espectro de

argumentos que dejaban de lado el aspecto africano; y por otro lado, silenciando la

contradicción que conllevaba cualquier crítica a la manera en la que el colonialismo francés

civilizó a Haití pero le permitió ingresar al concierto de naciones modernas.

Y es que la esclavitud, al menos en palabras de Hannibal Price, había sido un

recurso pedagógico que permitía a las personas de origen africano civilizarse dentro de un

horizonte cultural francófono. Por ello no resultaba de extrañar que la burguesía comercial

haitiana enviase a la metrópoli francesa a sus hijos, con el fin de recibir la educación que en

su país le estaba negada por la casi nula presencia de instituciones académicas del Estado

de Haití. De hecho, Anténor Firmin en su obra Lettres de Saint Thomas analizaba la


13
Al respecto, Laënnec Hurbon llama la atención al señalar que la intención de los intelectuales haitianos del
siglo XIX estuvo centrada en edificar un Estado haitiano civilizado en términos culturalmente europeos en el
que defender la raza haitiana equivalía a probar que el país contaba con una élite intelectual a la altura de los
europeos. Cfr. Laënnec Hurbon, El bárbaro imaginario, México, Fondo de Cultura Económica, 1993, p. 50.
[Jorge Padín Videla, trad., 1987]

21
disyuntiva que en la República Negra el liberalismo decimonónico representaba. Por un

lado, persistía la francofilia como un discurso político e intelectual, que defendía las

tradiciones y la cultura gala en el país caribeño. Mientras que por el otro existía la opción

anglosajona y progresista, pero que representaba el posible sometimiento y anexionismo

hacia Estados Unidos, en un contexto expansionista de finales del siglo XIX.14

Resulta interesante mencionar el vínculo entre la Historia Intelectual y Joseph

Anténor Firmin. En primer lugar, a Anténor Firmin se le define como un intelectual de

finales del siglo XIX, principalmente porque tuvo la oportunidad de validar su producción

historiográfica a través de una institución académica. Y, en segundo lugar, porque fue uno

de los principales ideólogos que, desde un ámbito político, ayudó a articular definiciones

conceptuales del término “raza” y a configurar un espacio público de debate y defensa de

Haití

Derivado de lo anterior, Joseph Anténor Firmin (1850-1911) ha sido abordado a

través de varias temáticas que le han dado una particularidad historiográfica del hombre

haitiano de Estado por excelencia. Han sido los historiadores estadounidenses quienes más

han realizado estudios sobre este diplomático y político caribeño, abarcando varias

vertientes que podemos identificar en torno a su vida y obra.15

Una de ellas proviene directamente de Haití. Hacia finales de la década de los años

setenta del siglo XX, Jean Price Mars realizó un tributo a Firmin. Su obra titulada Anténor

14
Anténor Firmin, Lettres de Saint Thomas. Études sociologiques, historiques et littéraires, Paris, V. Giard &
E. Briére Libraires- Editeurs, 1910, pp. 295-296.
15
Resulta paradigmático que la obra de Anténor Firmin haya sido rescatada principalmente en el ámbito
académico estadounidense. Debemos recordar que la traducción al inglés de De l’égalité des races humaines:
anthropologie positive fue realizada en este contexto. Sin embargo, podríamos aventurarnos en indicar que el
creciente interés de esta obra se ha debido, en una buena medida, a las migraciones de haitianos que han
salido de su país a realizar estudios universitarios y de posgrado y han mostrado interés en Anténor Firmin.
Tal es el caso de Celucien Joseph y Asselin Charles.

22
Firmin resultó ser una biografía sobre las principales facetas del intelectual antillano. A

pesar de contener mayoritariamente datos básicos sobre su vida, la obra resulta de utilidad

porque contextualiza a Haití durante el último tercio del siglo XIX, cuando ingresó a la vida

política. Price Mars, como intelectual haitiano y sucesor de Anténor Firmin, le rindió un

homenaje póstumo con su obra. En él contempló la posibilidad de recapitular la historia de

la nación caribeña de finales del siglo XIX y representar todo el imaginario político y social

de la “República Negra" en la vida de un personaje. 16

En este sentido, cuando un texto incorpora correlatos que vinculan a un intelectual

con su contexto ideológico, estamos ante una obra que logra rescatar el derrotero de su

producción historiográfica. Al menos esta percepción sucede cuando Price Mars evoca las

facetas de la vida de Anténor Firmin. Sin embargo, la recopilación factual de datos

biográficos deja de ser acumulativa cuando explica el contexto de una época. De esta

forma, Firmin –en palabras de Mars- condensa no solamente una ejemplificación del deber

ser haitiano, sino el comportamiento patriótico de un hombre excepcional que debió

oponerse a la política de su país natal desde el exilio. Al respecto, Anténor Firmin arremetía

de la siguiente manera en contra de aquellos políticos que lo único que deseaban era el

poder a costa de lo que fuese:

Hoy en día son esos haitianos cegados por el poder, impregnados de

sentimientos elitistas y de privilegios, quienes temen perder su estatus;

se atemorizan por una reforma, la revolución que mejoraría al

gobierno, la moral, el progreso, la justicia. Son ellos quienes se

oponen al cambio que destruiría el ostracismo y elevaría al pueblo al

poder; son ellos quienes están conscientes de una inevitable invasión

16
Jean Price Mars, Anténor Firmin, Port au Prince, Imp. Séminaire Adventiste, 1978, p. 23.

23
extranjera en los asuntos interiores del país, para someter la patria de

los Boukman, Toussaint y Dessalines a un yugo extranjero.17

Watson R. Denis ha realizado una aportación al estudio historiográfico de Anténor

Firmin, porque este autor se ha convertido en uno de los especialistas más consolidados

respecto a los estudios del intelectual caribeño. No solamente por innovar con nuevos

enfoques de interpretación de las fuentes documentales, sino por abrir análisis que

posicionan al Caribe desde una perspectiva de la geopolítica y en el plano de la diplomacia

respecto a Estados Unidos y otras potencias europeas. Es así como en “Orígenes y

manifestaciones de la francofilia haitiana: nacionalismo y política exterior en Haití (1880-

1915)” y Miradas de mutua desconfianza entre dos repúblicas americanas. El

expansionismo marítimo de los Estados Unidos frente a la francofilia haitiana, 1888-

189818, expone la forma en la que el pensamiento político de Firmin logró contener los

embates del anexionismo estadounidense hacia Haití en las postrimerías del siglo XIX, a

través de los vínculos diplomáticos y culturales con Francia. Al respecto, Denis nos explica

que:

La francofilia como nacionalismo, como sucede con otros

nacionalismos, rechazaba una cultura que le parecía amenazante. Es la

compleja cuestión del otro. Se reconoce su propia cultura en las

17
Íbid, p. 357. La traducción es mía. En el texto en francés se lee: “Aujourd’hui ce sont des haïtiennes friands
de pouvoir, des individus, imprégnés des sentiments exclusifs, des privilégiés des monopoleurs qui craignant
de perdre leur situation redoutant de un réforme de une révolution que amènerait au gouvernement, la morale,
le progrès, la justice, la sciences s’opposant à une changement qui détruirait l’ ilotisme et élèverait les
prolétaires, se sont con, se sont concertes pour rendre inévitable l’ intervention étrangère dans les affaires
intérieures du pays et par ainsi remettre la patrie des Boukman, des Toussaint, des Dessalines sous la
domination étrangère”.
18
Watson R. Denis, “Orígenes y manifestaciones de la francofilia haitiana: nacionalismo y política exterior en
Haití (1880-1915)”, en Secuencia. Revista de Historia y Ciencias Sociales. Publicación Trimestral del
Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, N°. 67, enero-abril de 2007; Watson R. Denis,
“Miradas de mutua desconfianza entre dos repúblicas americanas. El expansionismo marítimo de los Estados
Unidos frente a la francofilia haitiana, 1888-1898”, tesis de doctorado en Filosofía y Letras, San Juan,
Universidad de Puerto Rico, 2004.

24
miradas que se dan al otro. Los francófilos haitianos habían

construido un “otro” estadounidense avaro, poco cultivado y enemigo

de la libertad de los negros y de la independencia de los países

americanos, frente a un sujeto haitiano refinado e intelectual, émulo

del prototipo francés. En última instancia subrayo que la francofilia se

desarrolló como una oposición a la cultura anglosajona y al

surgimiento del imperialismo marítimo en Estados Unidos en el medio

geográfico del Caribe.19

De hecho, es este autor quien enfatiza que la francofilia20 como categoría histórica,

abarca una posibilidad de estudio sobre las percepciones y representaciones acerca de un

país -en este caso Haití sobre Francia-, a través de la revisión de material hemerográfico y

libros sobre ideólogos del expansionismo estadounidense, que se contraponen a revistas

literarias que señalan la importancia de Haití como heredera cultural de Francia.

Adicionalmente, los textos de Denis resultan de gran valía, ya que analizan la

manera en la que se contextualizan las sublevaciones y posibles guerras civiles en Haití, a

través de mecanismos financieros disfrazados de intereses foráneos, que patrocinaban la

mayoría de las ocasiones, a líderes militares que alteraban el orden civil mediante actos

belicosos que terminaban por deponer a políticos en turno. Asimismo, logra explicar la

forma en la cual la República Negra llegó a convertirse en un enclave geopolítico de las

19
Denis, “Orígenes…”, p. 95.
20
La francofilia, en palabras de Watson Denis, fue concebida como una política exterior en donde las élites
haitianas buscaban romper con su aislamiento internacional. Por ello, recurrieron a Francia para fundar esta
alianza protectora. Cfr. Denis, “Miradas...”, p. 220.

25
pretensiones yanquis para expandir su rampante anexionismo territorial hacia el Caribe,

durante las postrimerías del siglo XIX.21

Cabe mencionar que, en la obra de Denis, Anténor Firmin resulta ser una pieza

clave, debido a que el proceso de transformación de las relaciones sociales entre las

distintas fuerzas políticas de Haití, dio lugar a la conformación de instituciones políticas

con ideologías opuestas. Con el surgimiento de los partidos políticos se conformaría un

escenario de lucha constante por el poder, donde la herencia militar opacaba a los

intelectuales que estaban detrás de las ideas de conformación del concepto de nación.22

Sin embargo, el expansionismo de la nación de las barras y las estrellas no sería

entendido, al menos así lo interpreta Denis, si en Haití no hubiese prevalecido un clima de

apoyo a su favor. Esta atmósfera fue propiciada por la conformación de partidos políticos

que, por más antagónicos que fuesen, permitieron el desarrollo de una ideología

“Anglosajonista”23 que posibilitó el enarbolamiento de plataformas intelectuales que

hicieron de Estados Unidos el modelo industrial y económico a seguir, sin importar la

permisibilidad de los gobiernos caribeños respecto a una política expansionista e

intervencionista en la misma Haití.24

21
Íbid, pp. 50-51.
22
Para analizar una idea acerca del rol que jugaron los intelectuales haitianos en la conformación de espacios
de poder y como artífices de la conformación del ideario de nación durante la segunda mitad del siglo XIX,
Vid. Michel Hector, “Intellectuels et pouvoir politique en Haïti (XIXe-XXe siècles)”, en Cary Hector,
L’actualité d’Anténor Firmin: Hier, Aujourd’hui et Demain, Actes du Colloque Internationale Anténor
Firmin tenu á l’Université Quisqueya les 14-16 décembre 2011, Puerto Príncipe, 2014, pp. 35-46.
23
Cfr. Claude Moïse, “Les idées politiques et sociales d’Anténor Firmin”, en Cary Hector (dir.), L’actualité
d’Anténor Firmin : Hier, Aujourd’hui et Demain, Actes du Colloque Internationale Anténor Firmin tenu á
l’Université Quisqueya les 14-16 décembre 2011, Puerto Príncipe, Editions de l’Université d’État d’Haïti,
2014, p. 362.
24
Brenda Gayle Plummer, “The metropolitan connection: Foreign and semiforeign elites in Haiti, 1900-
1915”, en Latin American Research Review, Austin, University of Texas Press. Year 19. Vol. XIX. N°. 2.
May-August. 1984. p. 119-142. (Artículo tomado de Johanna von Grafenstein, Haití 2, México, Instituto de
Investigaciones Dr. José María Luis Mora, Universidad de Guadalajara, Nueva Imagen, 1989, pp. 173-174).

26
Un ángulo más fresco de la historiografía sobre Joseph Anténor Firmin ha quedado

plasmado en el libro L’ actuallité d’Anténor Firmin: Hier, Aujourd’hui et Demain, Actes du

Colloque Internationale Anténor Firmin tenu á l’Université Quisqueya les 14-16 decembre

2011, coordinado por Cary Hector. Sus artículos fueron el resultado de las memorias del

coloquio celebrado en 2011 en la Universidad de Quisqueya, en Haití, sobre Anténor

Firmin. Los debates allí presentados resultan enriquecedores en torno a su vida en lugares

distintos a Haití y en la misma América Latina. Al menos así acontece con información

sobre sus ligas intelectuales con José Martí –de quien se presume leyó su obra De l’égalité

des races humaines: anthropologie positive antes de su deceso- y Ramón Emeterio

Betances, médico y político puertorriqueño, –quien recomendó a Martí entrevistarse con

Firmin en Cabo Haitiano-25, además de su estancia en Cuba y su participación en el

movimiento del Partido Independentista de Color en el año 1911,26 cuyos principales

dirigentes, cabe mencionarlo, eran descendientes de emigrantes haitianos que llegaron a

Cuba después de la Revolución Haitiana.27

La segunda vertiente son los ya clásicos estudios en torno al tema realizados por la

historiografía estadunidense. Un ejemplo claro es Carolyn-Fluerh Lobban, quien junto con

25
Cfr. Jean Maxius Bernard y Graciela Chailloux (trad.), Un acercamiento a la igualdad de las razas
humanas, La Habana, Ciencias Sociales, 2011 y Diana Cantón Otaño “Presencia de Cuba en Joseph Anténor
Firmin: Puntos de coincidencias”, en Cary Hector (dir.), L’actuallité d’Anténor Firmin: Hier, Aujourd’hui et
Demain, Actes du Choloque Internationale Anténor Firmin tenu á l’Université Quisqueya les 14-16 décembre
2011, Puerto Príncipe, Editions de l’Université d’État d’Haïti, 2014, pp. 114-117, así como Diana Cantón
Otaño, Joseph Auguste Anténor Firmin: lazos con Cuba, Montreal, Les Editions du CIDIHCA, 2016, pp. 90-
93. Ramón Emeterio Betances durante sus exilios, recorrió países como Haití, Cuba y Santo Domingo. Con
José Martí y Máximo Gómez –líderes de la Revolución Cubana de 1895- así como con Anténor Firmin, logró
coincidir ideológicamente en la creación de una Confederación Antillana.
26
Cantón Otaño, “Presencia…”, pp. 114-117.
27
Al respecto, Luis Toledo Sande comenta que en el año 1908 cuando Anténor Firmin fue designado como
Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de Haití en Cuba, logró tener contacto con los líderes del
Partido de los Independientes de Color, Evaristo Estenoz y Pedro Ivonnet. Cfr. Anténor Firmin, Igualdad de
las Razas Humanas. Antropología positiva, Aurora Fibla Madrigal (trad.), La Habana, Ciencias Sociales,
Instituto Cubano del Libro, 2013, p XXI, así como Silvio Castro Fernández, La masacre de los
Independientes de Color en 1912, 2ª edición, La Habana, Ciencias Sociales, 2008.

27
Asselin Charles, en el año 2000, se dio a la tarea de traducir la obra De l’égalité des races

humaines: anthropologie positive del francés al inglés. En este sentido, la difusión de los

trabajos de la Fluerh Lobban, lograron convertirlos en una referencia obligada de consulta

en torno a datos de la principal obra antropológica de Anténor Firmin28, pues cuenta con

estudios acerca de su influencia política en el Caribe y el impacto de su papel como

intelectual vinculado al Estado, al señalar que ocupó cargos de funcionario en el ámbito

financiero y diplomático. Sin embargo, la principal aportación continúa siendo la

traducción al inglés de De l’égalité des races humaines: anthropologie positive al inglés.

De años anteriores a las obras mencionadas líneas arriba, Brenda Gayle Plummer

contextualiza en su obra el papel desempeñado por Anténor Firmin en la contención de la

política de anexionismo yanqui en el Caribe a finales del siglo XIX. En ella también es

posible adentrarnos en la forma en la cual Firmin debatía el concepto de gerontocracia

política de los gobernantes militares de la República Negra. Asimismo, ha escrito acerca de

la relación intelectual que sostuvo con José Martí, a través de la formulación de conceptos

similares al “panamericanismo”, así como el desarrollo de la reformulación de la política y

políticos haitianos por medio de una vía organizada y revolucionaria.

En su texto Haiti and the great powers, Plummer muestra un retrato de Anténor

Firmin íntimamente ligado a la política. Al exhibirlo como un intelectual vinculado al

interés de Haití, la autora describe su obra como un aporte indispensable para tratar de

desplazar al rancio abolengo militar de la vida política de la República Negra. De hecho,

Firmin a través de la pluma de la autora, es representado como una figura orientada al

28
Carolyn Fluehr-Lobban, “Anténor Firmin: Haitian pioneer of Anthropology”, en American Anthropologist,
Vol. 102, N° 103, septiembre del 2000, pp.449-466 y Carolyn Fluehr-Lobban, «Anténor Firmin and Haiti’s
contribution to anthropology», en Gradhiva (en línea), N° 1, 2005,
http://journals.openedition.org/gradhiva/302 [Consulta realizada el 10 de diciembre de 2008].

28
progreso. Asimismo, la caracterización del diplomático haitiano como progresista y

defensor de Haití, resulta un elemento a destacar en el análisis historiográfico de la obra,

debido a que muestra una panorámica de la manera en la que el contexto político y social

del país caribeño, obligaron a Firmin a articular un imaginario alrededor del

establecimiento de gobiernos encabezados por civiles y no por un puñado de caudillos

militares que se dedicaban a disputar el título de señores de la guerra. 29

Un ángulo más en el que Plummer centra su estudio de Firmin es en el concepto de

panafricanismo que lo vincula con la corriente martiana de pensamiento. El parangón que

realiza entre José Martí y Anténor Firmin, como figuras clave del pensamiento caribeño,

nos permiten conocer la manera en la cual la defensa, no exclusivamente de la “raza

negra” sino del territorio caribeño, saltaron a la luz del enarbolamiento de las Antillas

como una comunidad que se pretendía caracterizar por conjugarse en un Estado

supranacional, con la finalidad de contener el anexionismo que presentaba Estados Unidos

a finales del siglo XIX.30

Respecto a la estancia que realizó Firmin en París entre los años de 1883-1885,

Robert Bernasconi, profesor de filosofía de la Penn State University, nos presenta un

recuento sobre la inserción del político y diplomático haitiano en la Société

d’Anthropologie de Paris. A través de la revisión hemerográfica de los boletines que emitió

esta asociación, Bernasconi logra reconstruir la vida intelectual a la que Firmin pudo tener

acceso. El texto resulta de notable valía, principalmente porque recrea, a partir de las

29
Brenda Gayle Plummer, Haiti and the great powers, 1902-1905, Louisiana, Louisiana State University
Press, 1988. Cfr. Brenda Gayle Plummer, “Black and White in the Caribbean: Haitian-American relations,
1902-1934”, tesis de doctorado en Filosofía, Nueva York, Cornell University, 1981, p. 198.
30
Vid. Brenda Gayle Plummer, “Firmin and Martí at the Intersection of Pan-American and Pan-Africanism”
en Belnap, Jeffrey y Fernández, Raúl, José Martí’s Our America. From National to Hemispheric Cultural
Studies, Duke University Press, 1998, pp. 210-227.

29
intervenciones de Firmin en la Sociedad, el pensamiento relacionado con las principales

corrientes antropológicas de los años 1880 a 1885.31

Asimismo, el autor logra adentrarnos en el modo en el que Firmin fue dando forma

a De l’égalité des races humaines: anthropologie positive. La concepción de la obra,

explica Bernasconi, fue construyéndose a partir de los debates que emanaban de las

discusiones y opiniones sobre la antropometría32. En este sentido, si bien el diplomático

caribeño no demostró tener gran participación en las sesiones, el libro que resultó de ellas

fue la principal muestra de la madurez de sus ideas y del lenguaje político que determinaba

las relaciones en torno al concepto de raza de finales del siglo XIX.33

A pesar de esta contribución, no podemos dejar de señalar que el autor realmente no

logra esbozar el motivo por el cual la Société d’Anthropologie de Paris apoyó la edición de

este libro o, mejor dicho, por qué no se opuso a que los postulados que defendía fuesen

cuestionados por un personaje venido del Caribe y que indudablemente retomó conceptos

de la antropología, para desafiar las bases de la antropología física, y sobre todo aquellas

que argumentaban que la medición del cráneo de las sociedades humanas determinaban su

capacidad intelectual.34

31
Robert Bernasconi, “A Haitian in Paris: Anténor Firmin as a philosopher against racism”, en Patterns of
Prejudice, Vol. 42, N° 4 y 5, 2008, pp. 365-383.
32
En la presente investigación definiremos el concepto de antropometría como una interpretación poligenética
que tuvo su origen en la antropología física configurada por la Societé d’Anthropologie de Paris, cuyo
objetivo era realizar mediciones del hombre que permitieran definir tipos raciales a partir de teorías
evolucionistas que buscaban la identificación de la pureza de las “razas”. Cfr. Beatriz Urías Horcasitas,
Indígena y criminal. Interpretaciones del derecho y la antropología en México, 1871-1921, México,
Universidad Iberoamericana, Consejo Nacional para La Cultura y las Artes, Fondo Nacional para la Cultura y
las Artes, 2000, p. 71.
33
Robert Bernasconi, op. cit, p. 369.
34
Íbid, p. 382.

30
Un autor más a rescatar es Douglas W. Leonard. En el texto Writing against the

grain: Anténor Firmin and the Refutation of Nineteenth-Century European Race Science35,

nos menciona los motivos por los cuales Firmin viajó a Francia y logró conformar una red

de intelectuales en la Société d’Anthropologie de Paris. En este sentido, comprobó la

afinidad de pensamiento entre él y el médico, periodista, diplomático y novelista haitiano

Louis Joseph Janvier, también miembro de dicha sociedad de conocimiento, al señalar que

ambos consideraban que la mezcla de razas no generaba otra situación más que su

mejoramiento.

Sin embargo, y este es un punto a considerar para el tratamiento innovador en la

historiografía acerca de Firmin, Leonard señala que su firme compromiso era defender la

igualdad de las razas desde los mismos conceptos y bagaje en la aplicación de la

Antropología. En este mismo ámbito, condenaba el texto del diplomático y filósofo francés

Joseph Arthur de Gobineau, Essai sur l’inégalité des races humaines (publicada entre los

años 1853-1855), al puntualizar que éste justificaba la iniquidad de los hombres

precisamente para su explotación. Firmin refuta la idea retomando a Charles Darwin, ya

que reinterpreta el concepto de evolución de un modo sui géneris, al señalar que ésta se

daba en términos igualitarios. Por lo tanto, la “raza negra” también había alcanzado esta

etapa y era proclive al progreso.36

En torno a la obra y pensamiento de Anténor Firmin, se logra identificar una

corriente historiográfica más: la haitiano-estadounidense-canadiense. Entre los principales

35
Douglas W. Leonard, “Writing against the grain: Anténor Firmin and the Refutation of Nineteenth-Century
European Race Science”, en Radcliffe, Kendahl; Jennifer Scott, and Anja Werner (ed.)., Anywhere but Here:
Black Intellectuals in the Atlantic World and Beyond, Jackson, University Press of Mississippi, 2015, pp. 27-
44.
36
Gérarde Magloire, “Ambassadors at dawn: Haitian Thinkers in the French Colonial Context of the 19th and
20th centuries: The example of Jean Price Mars (1876-1969)”, tesis de doctorado en Filosofía, New York,
New York University, 2005, p. 69.

31
autores se destaca a Gerarde Magloire. Él ha conseguido innovar respecto a la información

y datos contundentes de la estadía de Anténor Firmin en Francia durante su membresía en

la Société d’Anthropologie de Paris. Su tesis doctoral Ambassadors at dawn: Haitian

Thinkers in the French Colonial Context of the 19th and 20th centuries: The example of

Jean Price Mars (1876-1969), rescata el hecho de que Firmin negara la preexistencia de un

riesgo latente del mestizaje racial. Para finales del siglo XIX, el concepto “raza” estaba

íntimamente ligado a un aspecto de soberanía y gobernabilidad, lo cual logró destacar

Firmin al momento de aseverar que Haití se encontraba bien posicionada, en cuanto

intelectuales se trataba, pues contaba con personalidades que habían trascendido en el

ámbito del quehacer intelectual.

Magloire menciona que la obra de Firmin estuvo apoyada por la Société

d’Anthropologie de Paris, que logró ver la luz debido a que el arqueólogo y antropólogo

francés Gabriel de Mortillet, en ese entonces presidente de la misma, así como Ernest

Aubertin, presentaron al diplomático haitiano ante los miembros de la asociación en el año

de 1883. 37 Sin embargo, en la obra de Magloire no se menciona la forma en la que el libro

fue financiado; ni a las personas que colaboraron en su edición, ni la difusión que llegó a

tener en el medio francés y, sobre todo, en Haití.38

Una aportación más al estudio historiográfico de Anténor Firmin se encuentra en la

obra de Jérémie Rouchon titulada Trois générations d’intellectuels haïtiens. De la

perception du discrédit étranger a la Seconde Indépendance39. En ella se plantea que la

37
Vid. Magloire, op. cit. p. 163 y Leonard, op. cit., p. 30.
38
Para tener un panorama acerca de cómo fue recibida la obra de Joseph Anténor Firmin en El Caribe, y
principalmente la influencia que tuvo en la figura de José Martí, Vid. Cantón Otaño, “Presencia…”, pp. 101-
119.
39
Jérémie Rouchon, « Trois générations d’intellectuels haïtiens. De la perception du discrédit étranger a la
Seconde Indépendance », tesis de doctorado en Historia, Ottawa, Université d’Ottawa, 1997.

32
Historia política de Haití puede categorizarse a través de ciclos generacionales de

insurrecciones que empatan con el surgimiento de intelectuales que reelaboran las

relaciones con el poder y pretenden acceder a él.

Además, el autor logra contextualizar los eventos que ocurrieron a nivel

internacional antes y después de la aparición de De l’égalité des races humaines:

anthropologie positive, tales como la Conferencia de Berlín celebrada entre los meses de

noviembre de 1884 y febrero de 1885, en donde las principales potencias europeas

decidieron el reparto territorial de África, así como la publicación de los textos Manifest

Destiny de John Fiske, abogado estadounidense que dedicó su vida a la interpretación

filosófica de la obra de Darwin para argumentar la superioridad anglosajona; y The

Influence of The Sea Power, realizada por Alfred Mahan, en donde plasmó la idea de que su

país debería consolidar una influencia económico-financiera en la región de América y una

“federación de las razas de habla inglesa”.40.

Un elemento importante por destacar en la tesis de Jérémie Rouchon es la categoría

de equidad que le brinda tanto a los descendientes de origen africano en el Caribe y a los

mismos africanos, con la finalidad de hacer notar que no existía ninguna distinción entre

ambos en una etapa tan convulsa en la cual Haití necesitaba destacar y rescatar las

bondades del intelecto de la “raza negra” e insertarlos en el concierto del progreso de las

naciones civilizadas.

40
Cfr. María del Rosario Rodríguez Díaz, “Una década de Doctrina Monroe en El Caribe. La perspectiva de
Alfred Thayer Mahan, 1895-1905”, en María del Rosario Rodríguez Díaz (coord.), El Caribe. Intereses
geopolíticos y dominación colonial, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás Hidalgo, 2000, pp.
136-137.

33
Finalmente, se encuentra el Journal of Panafrican Studies, con su número dedicado

a Anténor Firmin41. La recopilación de artículos sobre el análisis del concepto de raza,

progreso e imaginario africanista resulta de gran valía, ya que aporta nuevas fuentes y datos

acerca de la influencia del pensamiento político del diplomático caribeño a escala

internacional.

Como se ha podido ver a través de este análisis historiográfico sobre quiénes han

escrito acerca de Firmin y su obra, la temática de análisis ha sido variada, centrando el foco

temático en diferentes ángulos sobre el vínculo entre antropología y el concepto raza. No

obstante, los análisis de los lenguajes políticos de este texto no han abundado en la

construcción histórica del término raza en las postrimerías del siglo XIX, cuestión que será

desarrollada a lo largo de esta tesis.

Asimismo, la importancia de esta investigación radica en demostrar y describir los

alcances de la difusión que tuvo la obra De l’égalité des races humaines: anthropologie

positive en un aspecto transatlántico entre los intelectuales franceses de la Société

d’Anthropologie de Paris y caribeños de Cuba, Haití e inclusive de los Estados Unidos de

América.

De igual forma, este texto analiza el proceso de construcción del concepto de raza

de Anténor Firmin a lo largo de su obra y especialmente en De l'Égalité des Races

Humaines, a partir de la reapropiación de argumentos racializados de la disciplina

antropológica de la Société d’Anthropologie de Paris, además de la posible influencia de su

corpus bibliográfico entre los intelectuales haitianos de la época, para la conformación de

41
Journal of Panafrican Studies, Vol. 7, N°. 2, 2014.

34
un discurso de contención en contra del anexionismo estadounidense de finales del siglo

XIX, que es el tema del siguiente apartado.

1.2. Anténor Firmin y su contexto político-cultural haitiano, 1850-1885

Corría el día 27 de noviembre de 185042. En Cabo Haitiano, República de Haití, nacía uno

de los principales personajes políticos que marcaría el derrotero del país caribeño: Joseph

Anténor Firmin. De cuna humilde, basó todos sus logros personales en su constancia y

perspicacia en el ámbito académico. Realizó sus estudios secundarios en el Liceo Philippe

Guerrier de su natal Cabo Haitiano, bajo la tutela de Jules Neff43. Hacia 1870 decidió

estudiar derecho a pesar de su precariedad económica, lográndose graduar cinco años más

tarde en esta misma institución académica.44

Al finalizar sus estudios, fue designado inspector de escuela en su lugar de

nacimiento. Para 1867 sería fundado el Partido Liberal Haitiano bajo el auspicio de Nicolas

Geffrad, quien pretendía la instauración de un gobierno democrático en el país antillano.

Los principales líderes de la institución política comprendieron a figuras tales como Jean

Pierre Boyer Bazelais45, Boisrond Canal46 y Edmond Paul47, quienes estuvieron

42
Respecto de la fecha de nacimiento de Anténor Firmin, Jean Price Mars menciona que fue el 27 de
noviembre de 1850, en tanto que Jean Maxius Bernard, menciona que fue el 18 de octubre del referido año.
Cfr. Firmin, Igualdad…p. 6 y Jean Price Mars, op. cit., p. 14.
43
Jules Neff fue profesor de Anténor Firmin como el encargado del curso de humanidades en el Liceo
Nacional de Cabo Haitiano. El humanismo decimonónico proveniente de Francia, permeó la ideología de
Anténor Firmin en el Caribe. Vid. Price Mars, op. cit. p. 17.
44
Íbid, p. 60.
45
Jean Pierre Boyer Bazelais (1833-1853) fue un militar y político haitiano que tuvo a su cargo el ser parte
del estado mayor del presidente haitiano Fabre Geffrard. Hacia 1870 fue el fundador del Partido Liberal
Haitiano. Para 1883, fue el cabecilla de una insurrección revolucionaria en contra del régimen de Lysius
Salomon, que terminó en su muerte tras el desembarco de sus seguidores en Miragôane.
46
Pierre Théoma Boisrond-Canal (1832-1905) fue un político haitiano que llegó a ocupar la presidencia del
país en tres ocasiones. Hacia 1879, fue forzado a abandonar su cargo como presidente para exiliarse en
Jamaica, regresando a Haití en 1888 para ocupar el cargo provisional como mandatario de la República Negra
47
Edmond Paul (1837-1893) fue un político haitiano descendiente de una familia de abolengo. Debido a su
posición social, estudió en París ciencia política. Entre sus principales logros estuvo la contención
inflacionaria del precio del dólar por cada gourde (divisa haitiana), aunque debido a rivalidades con el

35
cohesionados políticamente en torno a la figura de Pierre Momplaisir como sucesor

presidencial de Nissage Saget.48

Para 1878 Anténor Firmin fundaría el periódico Le Messager du Nord49 como

órgano informativo del Partido Liberal. Posteriormente, ya como su miembro activo,

decidiría al año siguiente contender por una diputación. Sin embargo, no resultaría

vencedor de los comicios debido a que la oposición, el Partido Nacional Haitiano, lograría

alzarse con la victoria en las elecciones y a las luchas intestinas que prevalecieron en torno

al liderazgo político del Partido Liberal entre Jean Pierre Boyer Bazelais y Boisrond

Canal.50

Debido a la negativa de Firmin para colaborar con los políticos en el poder en turno,

decidió, en 1883, partir hacia Caracas, Venezuela, para asistir a una misión diplomática que

le había sido encomendada por el gobierno haitiano como su representante al centenario del

natalicio de Simón Bolívar51. Posteriormente se exiliaría en Saint Thomas, desde donde

presidente Michel Domingue, se vio forzado a abandonar Haití y exiliarse en Jamaica. Vid.
www.lenational.org [Consultado el 13 de mayo de 2017].
48
Price Mars, op. cit., pp. 63-64. Respecto a Nissage Saget (1810-1880) fue un político haitiano que fue
presidente 1869 a 1874. Pretendió ser electo congresista a la Asamblea Legislativa de Haití.
49
Cary Hector, L’actualité d’Anténor Firmin : Hier, aujourd’hui et demain. Actes du colloque international
Anténor Firmin tenu á l’Université Quisqueya les 14-16 décembre 2011, Haïti, Editions de l’Université de
l’État d’Haïti, 2014, pp. 133, 157, 255, 302. Aunque historiográficamente se ha señalado la existencia de este
periódico como fundado por Anténor Firmin, en la presente investigación se postula la teoría de su
inexistencia, toda vez que no existen referencias hemerográficas que demuestren lo contrario. Asimismo, hay
quienes difieren en la fecha de su fundación, señalando que realmente fue en enero de 1879 cuando apareció
la publicación. La única referencia encontrada del mismo Firmin sobre este periódico la recuperamos en su
obra Lettres de Saint Thomas, donde señala que el 26 de enero de 1878 había escrito sobre la constitución
haitiana. Cfr. Firmin, Lettres…, p. 82.
50
Price Mars, op. cit., p. 136. La traducción es mía. En el texto en francés se lee: “Tous le deux [refiriéndose
Price Mars a Salomon y Firmin] préconisaient le même objectif de voir que Haïti, la fille aînée de l’Afrique
émergée naguère de l’esclavage par l’héroïsme de ses enfants, devait constituer une modèle, un exemple de la
perfectibilité de l’homme noir et de sa capacité de promouvoir le progrès dans tous les postulats de la
civilisation occidentale”.
51
Firmin, Igualdad…, p. VI.

36
partiría con rumbo a París, en medio de un abierto conflicto político en Haití con el

presidente Lysius Salomon.52

Al respecto, resulta paradigmático señalar que tanto él como Firmin se interesaron

en el estudio de la antropología decimonónica debido a que observaban a la República

Negra, según palabras de Price Mars, como la “hija predilecta de África (sic), la cual

emergería de entre la esclavitud por el heroísmo de sus hijos, con el fin de construir un

modelo de perfectibilidad del hombre negro y de su capacidad para promover el progreso

con los postulados de la civilización occidental”.53

A pesar del exabrupto con el presidente Salomon, entre 1883 y 1884 Joseph

Anténor Firmin logró arribar a París, cobijado por la influencia del también haitiano Louis

Joseph Janvier, quien había salido de Haití a realizar estudios de medicina apoyados por el

país caribeño. Cabe señalar que fue a través de él que logró conocer a personajes

destacados dentro del ámbito científico francés de finales del siglo XIX, con quienes logró

tener una fructífera amistad que le permitió ingresar como miembro de la Société

d’Anthropologie de Paris. Fueron específicamente Gabriel de Mortillet54 y Ernest Aubertin

quienes presentaron a Firmin ante los miembros de dicha sociedad, en el año de 1883.

En este sentido, y acorde a lo registrado en los Bulletins de la Société

d’Anthropologie de Paris, en la sesión del 17 de julio de 1884, gracias al apoyo de

52
Lysius Salomon (1815-1888) fue un comerciante y político haitiano que perteneció a las élites de
mercaderes de la República Negra. Fue electo presidente en 1879 y debido a que propició la bancarrota del
Estado haitiano, tuvo que dejar su cargo en 1888. Fungió como Ministro de Finanzas en el imperio de
Soulouque. Asimismo, creó el Banco Nacional de Haití y logró la unión postal entre Haití y Jamaica.
53
Price Mars, op. cit. p. 136.
54
Gabriel de Mortillet (1821-1898) fue un arqueólogo y antropólogo francés que fue condenado por el
gobierno de Luis Napoleón de Bonaparte por haber participado en el bando socialista durante la Revolución
de 1848. Entre sus principales aportaciones a los estudios de Prehistoria estuvo la clasificación en etapas de
este periodo de la Historia de la Humanidad. Asimismo, fue presidente de la Société d’Anthropologie de Paris
desde 1876. Fue él quien presentó a Anténor Firmin a los integrantes de la sociedad arriba señalada. Vid.
Magloire, op. cit., p. 163 y Leonard, op. cit., pp. 27-44.

37
Mortillet, Aubertin y Janvier, Firmin fue designado como miembro titular de dicha

sociedad de conocimiento55. Asimismo, su obra De l’égalité des races humaines:

anthropologie positive aparecería registrada en la sección “Ouvrages Offerts” de la sesión

del 1 de octubre de 1885 de la Société d’Anthropologie de Paris.56 Sin embargo, no existe

mayor noticia de su participación en la misma, a excepción de aquella de fecha 7 de abril de

1892 en donde debatió con Clémence Royer, la traductora al francés de la obra de Darwin,

la influencia de la geografía en el desarrollo intelectual de las “razas superiores e

inferiores”. Al respecto, Firmin señalaba que un claro ejemplo tangible de la evolución de

la “raza africana”, era la República Haitiana57.

La otra intervención que tuvo Firmin en esta sociedad fue el 21 de abril de 1884,

año en el que refutó que los hombres con cráneos dolicocéfalos fuesen superiores. Dos

miembros contestaron al haitiano increpándole si realmente no tenía algún lazo

consanguíneo con familiares de raza caucásica, debido a que su inteligencia no podría

explicarse sin que estuviese de por medio este vínculo. Asimismo, pretendían realizar

mediciones craneométricas a Firmin con la intención de conocer la razón de su

inteligencia58

Como ya se ha mencionado múltiples veces a lo largo de la investigación, tres

factores importantes necesitan ser considerados para entender las motivaciones por las que

55
Bulletins de la Société d’Anthropologie de Paris, Tome Septième (Troisième Sérié), Année 1884, Paris, p.
571.
56
Bulletins de la Société d’Anthropologie de Paris, Tome Huitième (Troisième Sérié), Année 1885, Paris, p.
599. Vid. Paul B. Miller, “Todos los hombres son el hombre: Anténor Firmin, Toussaint Louverture, la
igualdad racial y el hecho de la negrez”, en Past, Mariana y Léger, Natalie, M., coord., Toussaint Louverture:
Repensar un ícono, Santiago de Cuba, Editorial del Caribe, 2015, p. 72.
57
Bulletins de la Société d’Anthropologie de Paris, Tome Troisième (IV Sérié), Février à Avril, Paris, 1892,
pp. 235-236.
58
Íbid, pp. 329-330. También Vid. Anne-Marie Drouin-Hans, “Hierarchy of races, hierarchy in gender:
Anténor Firmin and Clémence Royer”, en Ludus vitalis, Vol. XIII, N° 23, 2005, p. 167.

38
Anténor Firmin decidió realizar una obra como la que ahora estamos analizando. El

primero está ligado a razones meramente de índole de reacomodo colonialista. Es decir, a la

firma de un tratado entre potencias extranjeras que decidieron repartirse la riqueza natural y

demográfica de África a través de lo que historiográficamente se ha denominado

Conferencia o Tratado de Berlín.

El otro elemento fue la aparición de la obra Hayti or The Black Republic del

diplomático británico Spenser Saint John, donde analizaba la realidad política y cultural de

Haití a través de una lente enfocada en un trinomio que caracterizó a la nación caribeña

como salvaje, devota a la superchería, así como adicta a la violencia.59

El tercer elemento, y retomando a lo que refiere Adriana Arpini60, fue la reedición

de la obra Inequidad de las razas humanas en 1884 de Arthur de Gobineau. Su reaparición

constituyó un elemento que brindó un soporte ideológico para el repartimiento, no sólo del

continente africano, sino también de lo que sería denominado, a finales del siglo XIX,

como Medio Oriente. Sin duda, el rescate de Gobineau por parte de la sociedad francesa era

el resultado de reafirmar la superioridad de la raza caucásica y posteriormente teutona con

base en los rasgos somatológicos.

Para entender el contexto de la aparición de la obra de Anténor Firmin se deben

hacer los siguientes cuestionamientos. El primero es ¿por qué el diplomático caribeño llegó

a París tras su exilio de Haití por motivos políticos? Como se ha reiterado anteriormente,

los lazos culturales entre Francia y la República Negra, datan desde la misma conformación

59
Vid. Denis, “Miradas…”, pp. 71-76.
60
Cfr. Adriana Arpini, “De Toussaint Louverture a Joseph-Anténor Firmin. Dos expresiones de la lucha por
la libertad y la igualdad en Haití”, en Revista Pucara, N° 24, 2012, pp. 61-78.

39
de Saint-Domingue como posesión ultramarina gala en el año de 1697 con el Tratado de

Ryswick.61

No es nuestra intención analizar el proceso histórico del Saint-Domingue del siglo

XVIII y parte del primer tercio del XIX. Bastará únicamente indicar que posterior a la

Independencia de Haití (1804), sus élites jamás se separaron del predominio cultural

francés. Una ejemplificación de ello fue la misma educación, debido a que los haitianos con

recursos económicos tenían como opción enviar a sus descendientes a realizar estudios a

París. Tal y como lo menciona Watson Denis, para el último tercio del siglo XIX, se había

creado un vínculo cultural y económico tan estrecho con Francia, que la denominada

“francofilia haitiana” fue una herramienta diplomática y discursiva de la República

Haitiana, para contener las pretensiones de poderío regional de los Estados Unidos de

América y de cualquier otra potencia que tuviese en las miras de su anexionismo

territorial.62

Cabe hacer hincapié que la ideología del Partido Liberal Haitiano distaba de lo que

se estaba conceptualizando como “francofilia haitiana” para finales del siglo XIX, debido

a que existió un resquebrajamiento entre dos maneras de representar y adherirse a los

rituales del poder en las esferas políticas y del poder en Haití. Nos referimos a la forma en

la que, acorde a Leslie Manigat, se explicaba el oportunismo de sociedades migrantes en

Haití que lograron beneficiarse a través de estrategias leguleyas -como la obtención de

61
Es el tratado de paz que da fin a la Guerra de los Nueve Años que vio enfrentada a Francia contra España e
Inglaterra, las Provincias Unidas de los Países Bajos y el Sacro Imperio Romano. En él, España cede a
Francia la parte oeste correspondiente a La Española y que posteriormente sería conocida como Saint-
Domingue. Cfr. Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo Americana, Tomo LII, Madrid, Espasa-Calpe,
S.A., 1926, p. 1014.
62
Denis, “Orígenes...”, p. 111.

40
dobles nacionalidades y testaferros-, para que a finales del siglo XIX aparecieran como

distribuidoras y proveedoras de bienes esenciales para el pueblo haitiano.63

Otro de los elementos que permitió una contraposición a la francofilia haitiana, fue

el establecimiento de burguesías mercantiles en los principales puertos marítimos haitianos.

Dichos estratos de la sociedad caribeña tuvieron vínculos con mercaderes estadounidenses

con lo que lograron difundir el patrón de vida yanqui en la “República Negra”. De hecho,

fueron estas mismas élites comerciales las que, en palabras del mismo Watson Denis,

apoyaron las revueltas nordistas para derrocar los gobiernos constituidos en Haití, a través

del financiamiento de pertrechos militares, a cambio de concesiones navales, construcción

de ferrocarriles o la directa injerencia política del país de las barras y las estrellas en el

Caribe.64

Surgirían entonces dos modelos de cariz progresista que Haití retomaría como

paradigmas de modernidad. El primero, como lo hemos mencionado a través de la presente

investigación, fue el de la misma “francofilia haitiana” como una articulación diplomática y

discursiva para contener el avance anexionista de Estados Unidos en el Caribe de finales

del siglo XIX. El segundo distaba mucho de esta idea de Francia como baluarte de la

cultura francófona. El “anglosajonismo tecnificante”, en palabras de la misma Brenda

Gayle Plummer fue una ideología que ponderaba el espíritu de iniciativa e individualismo.

No obstante, en una sociedad haitiana cuya premisa era aún la de no ceder un ápice de

tierras a los extranjeros, este tipo de pensamiento resultaba improcedente principalmente

63
Leslie Manigat, “Substitution de la prépondérance américaine á la prépondérance française en Haïti au
début du XX e siècle : La conjoncture de 1910-1911”, en Revue d’Histoire moderne et contemporaine, Paris.
Libraire Armand Collin, Año 14. Vol. XIV, No. 4, octubre-diciembre, 1967. p. 326-337. Vid. Denis,
“Miradas…”, p. 198.
64
Íbid, p. 113.

41
porque ello implicaba la total y abierta injerencia del poder político de Estados Unidos en

Haití.65

Fue así como la ideología “anglosajonista-tecnificante” permeó en la

representación de la idea de progreso en el Caribe. De hecho, resultaba ser una

contradicción para una de las facciones políticas de Haití: el Partido Nacional. Sin

embargo, las divisiones ideológicas entre éste y el Partido Liberal no deberían ser tomadas

de una manera tajante. El ejemplo más clarificador al respecto fue el caso de la defensa que

realizó Anténor Firmin del Môle Saint-Nicholas en 1891, al no haber permitido su

arrendamiento a particulares estadounidenses para establecer una base naval de

aprovisionamiento de carbón,66 siendo que la ideología de los liberales haitianos estaba

vinculada al ejemplo del progreso industrial del país de las barras y las estrellas.

Es en este sentido que debemos reflexionar sobre cuál fue el interés que motivó a

Anténor Firmin para escribir acerca de la igualdad de las razas humanas, en un contexto en

el que el repartimiento africano por parte de las potencias extranjeras era tan reciente.

En el mismo libro De l’égalité des races humaines, Anténor Firmin indicaba lo

siguiente:

La mayoría de mis amigos pensaban, incluso, que aprovecharía mi

estancia en la gran capital [París] parar seguir estudios en Derecho y

obtener así los títulos de licenciatura y de doctorado. Hubiera sido,

65
Gayle Plummer, Haiti…, pp. 31-32 y 76.
66
Roger Gaillard, Les blancs débarquent. La République Exterminatrice, Première partie : Une
modernisation manquée (1880-1896), Port-au-Prince, Imprimerie Le Natal, 1984, p. 218; Gayle Plummer,
Haiti..., pp. 26-28 y The Haitian Revolution and the Early United States. History, Textuality, Geographies,
Elizabeth Maddock Dillon y Drexler Michael J. (eds.), Philadelphia, University of Pennsylvania Press, 2016.

42
ciertamente, un resultado digno y de mis deseos, no de las exigencias de

mi solidaridad y de las obligaciones familiares.67

Líneas arriba había mencionado que el principal interés de Firmin era la

rehabilitación intelectual y el enarbolamiento a escala mundial de la “raza etíope” a través

de Haití. Esta idea se reafirma al momento de constatar que el intelectual caribeño estaba

conformando un corpus ideológico, que desmantelaba el concepto “raza” como una

taxonomía vinculada a la medición de rasgos y tipologías antropométricas que

determinaban la superioridad de las sociedades humanas.68

Cabría aclarar que el determinismo fenotípico de los hombres estaría asociado a un

territorio que generaría atisbos identitarios que consolidarían la base de incipientes o

sólidos Estados nacionales. La “raza haitiana”, era intención de Firmin demostrarlo a

través de la misma Antropología, no debía ser menospreciada en cuanto a su capacidad

intelectual que, a final de cuentas, era la primicia con la que el ser humano podía defender

su integridad, y no con asociaciones métricas vinculadas a la frenología, la craneometría e

inclusive su pureza racial o su degeneración.

Y es que, acorde a los propósitos enaltecidos por Anténor Firmin en su obra, como

señalaré más adelante, el interés iba más allá del mismo enaltecimiento de su raza. El valor

del libro debía estar determinado por la cantidad de lectores y la circulación que podrá

llegar a tener, principalmente porque la constatación que hiciera al mundo de que la raza

humana valía en razón de las cualidades que poseía, era una postura ideológica que

desechaba el prejuicio de la superioridad de sociedades que habían sido colonialistas y

ejercido con la esfera pública de la antropología y la Historia Natural, un sistema

67
Firmin, Igualdad…, p. 1.
68
Íbid, p. 2.

43
ideológico de dominación a través de un sui géneris arraigo de las diferencias fenotípicas de

las características del ser humano.69

Asimismo, y en total apego a la tradición historiográfica que refiere que Anténor

Firmin escribió De l’égalité des races humaines en respuesta a la obra Essai sur l’inégalité

des races humaine del conde Joseph Arthur de Gobineau, debo señalar que si bien ambos

libros cuentan con títulos disímiles, en la presente investigación puedo aventurar que

Firmin escribió con afanes de que su obra circulase en torno a la crítica que realizó a la

antropología en boga de la Société d’Anthropologie de Paris. No obstante, el diplomático

haitiano retoma de Gobineau la siguiente frase acerca del devenir de la historia de la

República Negra:

La historia de Haití, del democrático Haití –dice Gobineau-, es una

larga relación de masacres; masacres de mulatos por los negros

cuando estos son los más fuertes; de negros por los mulatos cuando

estos últimos tienen el poder. Las instituciones por filantrópicas que

sean, nada pueden. Duermen impotentes en el papel en que fueron

escritas. Lo que reina sin freno es el verdadero espíritu de las

poblaciones. Conforme a una ley natural señalada antes, la variedad

negra que pertenece a esas tribus humanas no aptas para civilizarse,

alberga el más profundo odio por todas las demás razas, por lo que se

ve a los negros de Haití rechazar de forma enérgica a los blancos y

prohibirle la entrada a su territorio. Quisieran también excluir a los

mulatos y la tendencia es su exterminación.70

69
Íbid, p. 7.
70
Íbid, p. 279.

44
Derivado de la cita anterior, entonces puede dilucidarse que el margen estrecho de

soberanía impuesto por Gobineau a todo aquello que no fuese europeo, caucásico y teutón,

dejaba sin posibilidad de inserción al espectro de la “Modernidad”, a las sociedades que no

emularan a Francia: es decir, que no orbitaran en la esfera de la lucha colonialista por los

territorios ultramarinos de la América o cualquier otro reducto que posibilitase una zona de

influencia y dominio económico. En este sentido, Firmin también escribía a favor del

reconocimiento de la soberanía y el derecho a gobernarse de los pueblos que habían logrado

su independencia de potencias europeas, a lo largo del siglo XIX.

Sin embargo, resulta de gran valía señalar que el personaje estudiado a través de la

presente investigación, no se desvinculó totalmente de la Antropología. He de reconocer

que los aportes realizados al mismo concepto de “raza” dejaron de lado la inserción del

ámbito humano a la Historia Natural que la Société d’Anthropologie de Paris había

realizado para determinar sus taxonomías civilizatorias. No obstante, al momento de

retomar este término, también estaba generando una categoría en la cual la nación era

confundida con la acepción de raza.71

Otra pregunta importante por contestar es el por qué la obra de Firmin fue recibida

por la Société d’Anthropologie de Paris cuando en ese momento importaba más justificar la

inferioridad de sociedades que no eran dignas del progreso sin el halo civilizatorio europeo.

Al respecto, no tenemos noticia de los verdaderos motivos por los que la sociedad permitió

su ingreso. Como referente, debemos recordar que Louis Joseph Janvier había arribado a su

71
Para Anténor Firmin el concepto raza estaba referido a una idea de territorialidad y pertenencia de las
sociedades humanas a geografías específicas, donde la evolución del hombre marcaba su desarrollo
intelectual y estético. Vid. Firmin, Igualdad..., p. 247.

45
seno años antes, cuando gracias al auspicio de una beca del gobierno haitiano, pudo realizar

estudios de medicina en París.

Al respecto, cabe señalar que –acorde a la versión reduccionista de David Nicholls-,

Janvier había pertenecido a las filas del Partido Nacional Haitiano. Sin embargo, el interés

tanto de él como de Firmin, se centraron en defender la idea de la igualdad de las razas

humanas para refrendar el compromiso de la República de Haití de enarbolar el progreso de

la “raza africana” a nivel mundial.72 Al menos así lo dejaba ver la coincidencia del título

de sus obras, debido a que en 1883 Louis Joseph Janvier había publicado, a manera de

fascículo hemerográfico La igualdad de las razas humanas; en tanto que Firmin, aguardó

dos años más para sacar a la luz del público galo De l’égalité des races humaines.73

No obstante, debe mencionarse que no existió alguna otra razón para el ingreso de

Anténor Firmin a la Société d’Anthropologie de Paris, a excepción del patrocinio que tuvo

de Gabriel Mortillet para su acceso a ella, toda vez que éste había sido su presidente en la

época en la que Firmin arribó a Francia. No resultaría raro aventurarse a señalar que contar

con la venia del entonces dirigente de dicha sociedad de conocimiento significaba tener un

aval de gran peso para llegar a ser admitido en ella.

Un cuestionamiento más que debe responderse corresponde a la manera en la que

Anténor Firmin logró contar con financiamiento para la edición y publicación De l’égalité

des races humaines. En la presente investigación se manejan tres hipótesis que pudiesen

72
David Nicholls, From Dessalines to Duvalier. Race, colour and national independence in Haiti, New York,
Cambridge University Press, 1979. Vid. Miller, op. cit., p. 59.
73
Marlene L. Daut, “Caribbean ‘Race Men’: Louis Joseph Janvier, Demesvar Delorme and the Haitian
Atlantic”, en L’Espirit Créateur, Vol. 56, N° 1, Spring 2016, p. 16; Elinet Daniel, “Anténor Firmin y José
Martí: crítica epistemológica y perspectivas desde el Caribe insular”, tesis de doctorado en Estudios
Latinoamericanos, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2017, p. 112; Watson R. Denis, “Vie
et oeuvre du Dr. Louis Joseph Janvier (1855-1911). Les itinéraires intellectuels d’un grand savant haïtien”, en
Le Nouvelliste, 9 de diciembre de 2011, http://lenouvelliste.com/lenouvelliste/article/100259/Les-itineraires-
intellectuels-dun-grand-savant-haitien [Consultado el 13 de mayo de 2015].

46
resultar plausibles dado el contexto, la pertenencia a una sociedad de conocimiento

parisina, así como los vínculos que llegó a tener este intelectual haitiano tanto en el Caribe

como en Francia.

El primer supuesto lo categorizo a partir de la membresía que el diplomático

haitiano llegó a tener en la Société d’Anthropologie de Paris, principalmente porque su

pertenencia supondría una serie de privilegios entre los que se encontraban el derecho de

audiencia a cada una de las sesiones de esta asociación, contar con voz en las discusiones

allí celebradas, así como –y no menos trascendental- registrar las obras escritas por los

socios con la finalidad de contar con su difusión en el ámbito científico y antropológico de

Francia.74

Hasta este momento no he encontrado referencia alguna sobre el financiamiento de

la Société d’Anthropologie de Paris a la obra de Firmin, sin embargo, podemos señalar que

fue una de las posibilidades por las cuales salió a la luz De l’égalité des races humaines.75

En lo concerniente a la hipótesis de que el libro fuese financiado por asociaciones

radicadas en Haití durante el siglo XIX, debe mencionarse que Émile Eyma Jr. indica que

la base social del movimiento firminista76 del último tercio del siglo XIX estuvo compuesta

por la mayoría de la clase media haitiana en la que se incluían abogados, maestros y

periodistas influidos por la Mission Pédagogique Française. Sin embargo, también la

74
Vid. Leonard, op. cit., pp. 27-44 y Magloire, op. cit. 159-165
75
Cfr. Daniel, op. cit., p. 128.
76
En la presente investigación definimos al movimiento firminista como la conformación de asociaciones
políticas cuyo ideario estuvo asociado a que Anténor Firmin obtuviera la presidencia de Haití en los periodos
de campaña de 1902 y 1908. Historiográficamente también se le ha denominado como movimiento
progresista. Entre sus principales adherentes se encontraban Jean Jumeau, Hamerton Killick, Rosalvo Bobo e
inclusive el mismo Jean Price Mars. Cfr. Matthew J. Smith, Liberty, Fraternity, Exile. Haiti and Jamaica
after Emancipation, North Carolina, University of North Carolina Press, 2014.

47
constituyeron los obreros agrupados en La Société des Coeurs Unis, que fungía como el

primer sindicato creado en Cabo Haitiano Haití, hacia el año de 1870.77

Finalmente, la tercera asociación a la que Anténor Firmin era miembro fue la Gran

Logia Soberana de Puerto Príncipe –de la cual también Ramón Emeterio Betances fue

socio-.78 Derivado de la participación de Firmin en ellas, podría aseverarse que en conjunto

o de una manera un tanto separada, estas sociedades caribeñas pudieron financiar la edición

de la obra del intelectual caribeño.

Una hipótesis más que no debe desecharse fue el patrocinio que realizó la editorial

F. Pichon y la Librairie Cotillon. Lo anterior es posible porque los libros De l’égalité des

races humaines (1885), Une défense. M. Stewart et les finances haïtiennes (1892), así como

M. Roosevelt, président des Etats-Unis et la République d’Haïti (1905), fueron publicados

bajo este mismo sello editorial. Aunque no debiese ser descartada, debido a que el sistema

de mecenazgos era una práctica que conllevaba la realización de escritos por encargo o con

dedicatorias a los personajes e instituciones que otorgaban apoyo financiero para la

escritura y aparición de libros, panfletos o materiales de difusión.79

Finalmente, propongo dos premisas más que pueden resultar consideradas para

conocer los medios de financiamiento de Anténor Firmin para la escritura de su obra De

l’égalité des races humaines. La primera, y que pudiese resultar la más lógica, es el pago de

la misma a través de los mismos ahorros del diplomático antillano. Como funcionario

público en el extranjero –a pesar de las crisis políticas y económicas de la Republica

77
Cfr. Cary Hector, op. cit., pp. 28 y 145. La Société des Coeurs Unis era un estrato social haitiano de corte
progresista y sindicalista que apoyó al movimiento firminista de Cabo Haitiano.
78
Cantón Otaño, “Presencia…”, p. 108 y Diana Cantón Otaño, “La présence de Cuba en Firmin” en
Rencontré, N° 26-27, septiembre 2012.
79
Hasta el momento cabe mencionar que en ninguno de los libros realizados por Firmin hemos encontrado
una cita o una alusión a persona alguna que haya aportado dinero para que escribiese sus libros.

48
Haitiana-, aunado a su ejercicio profesional como abogado durante su estadía en el país

caribeño, así como a su influencia política a partir de su enlace matrimonial en 1881 con

Rosa Salnave, hija del expresidente Syilvain Salnave80, podría aventurarse que su obra fue

pagada con parte o la totalidad de su peculio.

La otra hipótesis va encaminada a señalar que fue el mismo Estado Haitiano el que

contribuyó al parcial o total financiamiento de la aparición del escrito de Firmin, debido a

que patrocinaba la contención de vilipendios en contra de la “raza negra” a partir de la

misma repartición del territorio africano por parte de las potencias europeas con el Tratado

de Berlín (1884), así como con la aparición del libro Hayti or The Black Republic de

Spenser Saint-John en el mismo año.81

1.3 Intelectuales en Haití en las postrimerías del siglo XIX: 1882-1893.

¿Qué es ser intelectual en Haití y cómo se configuran las redes intelectuales a lo largo de la

segunda mitad del siglo XIX? Al respecto, y a manera de una somera respuesta, se podría

argüir que la adherencia ideológica de los hombres a un partido político define la condición

de intelectualidad, además de traer consigo la labor de haberse insertado en espacios de

opinión pública y aplicable en un espectro de difusión que involucre la actividad de crítica

en el contexto del poder. Anténor Firmin fue el ejemplo más cabal, al menos para el caso

haitiano, de lo que menciono anteriormente.82

Como intelectual del siglo XIX, se dio a la tarea de orientar su pensamiento político

hacia el liberalismo de Jean Pierre Boyer Bazelais, creador del Partido Liberal de Haití y su

80
Fluehr-Lobban, “Anténor Firmin: Haitian pioneer…”, p. 452. Al respecto de Sylvain Salnave (1825-1870),
debemos señalar que fue presidente de Haití de 1867 a 1870. Su derrocamiento se debió a la colusión de
fuerzas castrenses en el Norte y Sur de Haití, comandadas por los generales Michel Domingue, Nissage Saget
y Pierre Théoma Boisrond-Canal.
81
Denis, “Orígenes...”, p. 101.
82
San Miguel, op. cit. También Vid. Cary Hector, op. cit.

49
mentor, con quien a la postre fundaría el periódico Le Messager du Nord hacia el año de

1871. ¿Qué era el liberalismo a la haitiana en el siglo XIX? Michel Hector83 con su

extraordinaria pluma resume este momento ideológico como la influencia directa que

ejerció Estados Unidos hacia el comercio y las tendencias políticas de Haití. En otras

palabras, era el “gobierno de los más aptos” y se contraponía al partido nacional, cuyo

eslogan siempre fue “el gobierno para la mayoría del pueblo”.84 Ahora bien, el liberalismo

en Haití generaba desconfianza porque deseaba conducir al país caribeño al acelerado ritmo

del progreso acorde a los modelos anglosajones que persistían en la época.

Entonces Estados Unidos surgía como modelo de referencia a seguir, como pauta de

un rampante evolucionismo económico. No obstante, su espíritu industrioso, entraban en

contradicción dos factores: el primero era la herencia francesa que hacía exaltar la cultura

haitiana y que parecía ser el resultado de un monolito inamovible que permeaba a la clase

política.85 El otro, no menos importante, es lo que la historiografía haitiana ha dado en

llamar la “gerontocracia política”86, conformada por militares de viejo cuño que no

permitían la inserción de nuevos cuadros políticos que participasen en la renovación de las

redes del poder político.

Para el caso que nos atañe, Anténor Firmin, acorde con Léslie Pean, jugó en arenas

movedizas que le permitieron rescatar un poco el prestigio que tuvo como funcionario en el

Ministerio de Hacienda de Haití y como Ministro Plenipotenciario. A pesar de haber

83
Michel Hector, « Intellectuels et pouvoir politique… », pp. 35-46.
84
Para conocer el contenido ideológico de los partidos nacional y liberal haitiano a mediados del siglo XIX,
Vid. Nicholls, op. cit., pp. 108-141, a pesar de que su revisionismo historiográfico resulta maniqueo al
momento de abordar problemáticas sobre la representación de las personas de origen africano en el siglo XIX.
85
Denis, “Miradas...”, pp. 193-194.
86
Para la presente investigación, se entiende por “gerontocracia política” a la forma oligárquica de gobierno
dominada, generalmente por cuadros castrenses y por las personas de mayor edad. En el caso de Haití,
podemos identificar a los caudillos militares como la oligarquía que ejerció el poder durante la mayoría del
siglo XIX haitiano. Vid. De la gérontocratie en Haïti, Paris, E. Dentu Libraire Editeur, 1860.

50
obtenido este logro, sus adversarios adherentes a esta gerontocracia asumieron como propio

el riesgo de que Firmin aspirase a la candidatura presidencial sin siquiera tener un rango

castrense.87

La misma situación de discriminación política lo llevo al exilio. Durante éste realizó

su más prolífera producción historiográfica acerca de las visiones y configuraciones de

Haití en el Caribe. En el año de 1885 el intelectual caribeño escribió su obra cumbre De

l’égalité des races humaines: anthropologie positive como respuesta al repartimiento de

África con el Tratado de Berlín y en abierta oposición al escrito del Conde de Gobineau

llamado Essai sur l’inégalité des races humaines.

En el presente apartado no se discute la forma en la que configuró el concepto de

raza en la mencionada obra, pero la innovación de sus estudios quedó plasmada cuando

retomó la idea de evolución de Charles Darwin también para la población de origen

africano en América y África. De hecho, se refirió a la Egiptología como la principal

herramienta ideológica, al señalar que el pueblo negro-africano del delta del Nilo (es decir,

los nubios), fueron quienes lograron configurar un patrón cultural que propició el

surgimiento de Egipto88. Asimismo, hacía hincapié en que habían sido los mismos griegos

quienes se formaron intelectualmente en la región africana y que de allí trasladaron su

conocimiento a Europa. Al respecto, Anténor Firmin, indicaba lo siguiente:

En el siglo VI, antes del ocaso de su cultura, Grecia produjo a un

Pitágoras, quien dio muestra de grandes aptitudes para las ciencias. En

87
Respecto a la problemática que enfrentó Anténor Firmin con la “gerontocracia política” como Ministro de
Hacienda Vid. Leslie Péan, “Anténor Firmin, économiste, gestionnaire des finances publiques”, en Cary
Hector (dir.), L’actualité d’Anténor Firmin: Hier, Aujourd’hui et Demain, Actes du Colloque Internationale
Anténor Firmin tenu á l’Université Quisqueya les 14-16 décembre 2011, Puerto Príncipe, Editions de
l’Université d’État d’Haïti, 2014, pp. 227-259.
88
Celucien L. Joseph, “Anténor Firmin, the ´Egyptian Question´ and Afrocentric Imagination”, en The
Journal of Panafrican Studies, Vol. 7, N°. 2, August 2014, p. 144.

51
matemáticas, se le debe el descubrimiento de diversas propiedades de

los números, la demostración del valor del cuadrado de la hipotenusa

y otros teoremas. ¿No podríamos preguntarnos si llegó por si sólo a

estos resultados o si nos transmitió nociones recibidas de los

sacerdotes egipcios –en cuyo país vivió durante 25 años- el colegio

donde incluso fue catedrático de Tebas?89

El valor de Egipto, acorde a lo anteriormente mencionado por Firmin, era reconocer

a esta cultura como propiciadora de los orígenes científicos del conocimiento antes que los

mismos griegos. La comparación resultaba demasiado sugerente debido a que los haitianos

se convertirían en el receptáculo de toda esta herencia proveniente de África. Como

herederos de este conocimiento, debían defender a la “raza negra” de los embates y

vilipendio de los cuales figuras como Spenser Saint-John y Arthur de Gobineau les habían

tildado de caníbales, creyentes de la superchería e incapaces de construir soberanía para

gobernarse.

Sin embargo, Anténor Firmin no fue el único intelectual haitiano defensor de la

“raza africana”. Durante el periodo que comprendió el último tercio del siglo XIX, figuras

como Louis Joseph Janvier, Hannibal Price, Arthur Bowler, así como Edmond Paul,

también optaron por este cometido. De quien tenemos mayor noticia es de Louis Joseph

Janvier quien, al igual que Firmin, tuvo la oportunidad de ingresar a la Société

d’Anthropologie de Paris. Inclusive, fue él quien recomendó al autor de De l’égalité des

races humaines: anthropologie positive para que ingresase a dicha asociación francesa.90

89
Firmin, Igualdad…, p. 218.
90
Rouchon, op. cit., p. 122.

52
Louis Joseph Janvier nació el 7 de mayo de 1855 en Puerto Príncipe. Cursó los

estudios primarios de 1862 a 1867 en l’École Wesleyenne. Posteriormente realizó estudios

de secundaria en el Lycée National Alexandre Pétion. Y su formación universitaria fue en

la l'École de Médecine de Port-au-Prince. Obtuvo del gobierno haitiano una beca para

estudiar medicina en la Faculté de Médecine de París, en el año de 1877.

Tras haber sido formado académicamente en Francia, el gobierno haitiano le brindó

la oportunidad de continuar su carrera profesional como su representante diplomático tanto

en París como en Londres. Sin embargo, también logró desempeñarse como periodista y

teórico político. Su carrera intelectual se desarrolló principalmente en Europa, donde logró

escribir sus obras más representativas concernientes a la crítica a los columnistas galos que

vilipendiaban a Haití y a la “raza negra”, por mantenerse en un estado de opacidad ante el

progreso de la civilización humana. Asimismo, y acorde a Marlene Daut, Louis Joseph

Janvier puede insertarse en la misma categoría de intelectual finisecular y decimonónico

que Anténor Firmin, debido a que compartían una serie de preocupaciones que les eran

comunes: la rehabilitación de la “raza africana” mediante el ejemplo de la República

Haitiana.

Su carrera política y diplomática inició gracias a las relaciones que estableció con

Anténor Firmin, quien posiblemente le haya conferido el cargo de secretario de la Legación

Haitiana en Londres. Fue allí donde surgieron las primeras desavenencias con los entonces

científicos de la época, debidas principalmente a su defensa de la “raza negra”, toda vez

53
que Leo Quesnel había escrito una serie de artículos en la Revue politique et parlamentaire

en contra de Janvier en 1882.91

Como respuesta a Leo Quesnel, Louis Joseph Janvier editó en el mismo año el libro

Les détracteurs de la race noire et de la République d’Haïti. La obra se trataba de una

compilación de ensayos escritos por personalidades que enarbolaban el rol de personas

descendientes de África tanto en Europa como en América. En ella salió a relucir la pluma

del mismo Ramón Emeterio Betances, quien posiblemente influenció al mismo Janvier en

el ideario político y discursivo al señalar que, si América era para los americanos, Haití

debía ser para los haitianos.

El rigor de esta respuesta se inscribió en el deseo de libertad de las personas de

origen africano. Gracias a éstas, se había obtenido que la “raza africana” fuese libre y se

conformasen Estados nacionales como Liberia, o bien influyese en la emancipación de

esclavos en Martinica y Estados Unidos.92

El hecho de que se conozcan dos ediciones de la obra de Janvier, quizá manifieste

su difusión y alcance en Francia. Sin embargo, salta a la vista que en ese país exista una

compilación de intelectuales haitianos que enuncian un lenguaje político y colectivo desde

la misma Europa, al denunciar en sus obras lo que el sistema esclavista ha significado para

el Caribe mismo y en específico para Haití. No por nada en la introducción misma de la

obra colectiva se solicitaba al mismo Víctor Schoelcher prologar lo que resultaría un texto

de denuncia acerca de las condiciones de esclavitud en las que los descendientes de

africanos habían padecido a través del sistema capitalista.

91
Íbid, p. 125
92
Íbid, p. 127.

54
El mismo Schoelcher problematizaba acerca de las vicisitudes experimentadas por

el proceso independentista de Saint-Domingue y su transformación en Haití. Apelando a la

caracterización de su gente como capaz de lograr salir avantes de su proceso de

conformación como Estado, también señalaba que el haber pertenecido a un linaje como el

de Tousaint Louverture, les garantizaba un cariz especial para avanzar hacia el cometido

principal de los pueblos en estos momentos: generar civilización.93

Sin embargo, para dar mayor realce a lo de por sí escrito por el abolicionista

francés, Ramón Emeterio Betances también presta su pluma para opinar acerca del talante

de la República Negra. En la epístola que forma parte de la compilación realizada por

Janvier y con fecha de 18 de febrero de 1882, “El Antillano”, como era también conocido

Betances, mencionaba que, no importando las dificultades atravesadas por Haití tras su

independencia, aún seguía representando una economía importante para la región caribeña.

De hecho, señalaba el mismo Betances que las virtudes, el coraje y la persistencia del

pueblo haitiano eran dignas de admirar, ya que habían conseguido degradar la esclavitud en

plena lucha contra este flagelo.94

Los textos del propio Louis Joseph Janvier, se encuentran en el libro Les détracteurs

de la race noire et de la République d’Haïti con dos epístolas que, como bien lo señala

Michel Rolph-Trouilliot, eran una muestra representativa de la manera en la que el

pensamiento político haitiano se vinculaba con las maneras de hacer historia e

historiografía en Haití a finales del siglo XIX: de un modo contestatario. Janvier

93
Louis Joseph Janvier, et. al. Les détracteurs de la race noire et de la République d’Haïti. Réponses à M.
Leo Quesnel, Deuxième Edition, Paris, Marpon et Flammarion, 1882, p. 1.
94
Íbid, p. 9.

55
sistematizaría la respuesta hacia Leo Quesnel de una forma elaborada que apelaría

principalmente a tres ejes:

El primero era invariablemente el intento de conformar un patrón ideológico que

enfatizara la igualdad de las razas humanas y desmontar el esquema hecho estigma de que

el progreso y sus signos civilizatorios no eran para toda la humanidad.95 Sin embargo,

Janvier ejemplifica, caracteriza y se jacta de ser producto y compartir todo lo que generaba

estar en Europa para un haitiano: aparente equidad ideológica y formar parte de una élite

intelectual.

A pesar de que los méritos de estudio de este político caribeño eran bien conocidos

en esta época, cabría destacar que para Janvier haber sido parte de un selecto grupo de

personalidades que logró destacar por sus esfuerzos, corría el riesgo de que la República

Haitiana estuviese creando sus cuadros políticos y de administración pública en Occidente,

y enaltecer no a las personas que habían logrado sobresalir, sino reconocer que su

conocimiento había sido conformado y adoptado desde Francia, sin atender necesariamente

a un contexto local haitiano.

La reflexión anterior viene concatenada con la segunda caracterización del

pensamiento de Janvier, no ya desde una perspectiva contestaria hacia Leo Quesnel, sino

más bien hacia un reconocimiento de los aportes culturales que había recibido Haití por

parte de Francia. Jean Price-Mars en su obra La vocation de l’élite menciona que uno de los

problemas del atraso de la República Haitiana, hacia principios del siglo XX, era el

deficiente sistema educativo con el que se contaba. Sin afán de nublar este análisis, Louis

Joseph Janvier logra analizar que el esquema pedagógico, religioso e inclusive financiero

95
Leo Quesnel retomado en Janvier, op. cit., p. 17.

56
del país antillano eran netamente de tradición gala. Inclusive, era tanta la francofilia que se

erigió en una plaza pública una estatua del mismo Víctor Hugo.96

A pesar de que los esfuerzos del mismo Janvier se enfocasen en ligar que la

tradición gala era también parte del espíritu civilizatorio de la “raza haitiana”, pareciese que

eufemísticamente señalaba que la República Negra se ennoblecía gracias a los préstamos

intelectuales galos. Cabe indicar que esta caracterización era compartida por el mismo

Anténor Firmin, no obstante, el hecho de haber conformado una teoría que desmitificase la

iniquidad de las razas humanas a partir de la búsqueda de los orígenes de la inteligencia y

capacidad de civilización de las sociedades negro-africanas a escala mundial y representada

en Egipto, llegó a diferenciar el pensamiento de ambos intelectuales caribeños de finales

del siglo XIX.

El tercer eje interpretativo de las miras del progreso de la raza africana en el seno de

la República Haitiana, acorde a Louis Joseph Janvier, tenía que ver con el trinomio

fisiología-historia- religión/moral. En cuanto al primer concepto, estaba en el papel de las

teorías raciales de mestizaje para la absorción de las mejores características morales y

fenotípicas que podían aportar los grupos humanos que deseaban “emparentar”. Esta

absorción, como era definida por el mismo médico caribeño, en nada demeritaba la

extinción de la raza africana, sino que apelaba a su mejoramiento dentro de un muy variado

buffete biogenético y cultural.97

En lo concerniente a las características de corte histórico, Francia como modelo

rector de los patrones culturales de Haití era cuasi un monolito inamovible, debido a que

hacia fines de la centuria decimonónica, el lenguaje y las capacidades intelectuales del país

96
Íbid, pp. 28 y 29.
97
Íbid, p. 37.

57
caribeño eran expresiones que estaban netamente cargadas de un mundo francófono, que

conceptualmente involucraban también un freno hacia una política de tipo expansionista

proveniente de factores geopolíticos dictados desde los mismos Estados Unidos de

América98. Al respecto, Brenda Gayle Plummer analiza la sustitución de preponderancias

de productos mercantiles estadounidenses en el país caribeño en lugar de los galos, al

momento de que el país de las barras y las estrellas comenzaba a extender su influencia

expansionista en la región.

Finalmente, encontramos como tercer elemento a la religión. Si bien el Estado

Haitiano sostuvo un enfrentamiento frontal con la Iglesia católica durante el primer tercio

del siglo XIX, fue hacia la década de los sesenta de esa centuria que se reestablecieron los

vínculos diplomáticos y culturales con El Vaticano. No obstante, Louis Joseph Janvier

miraba en las creencias católicas un viejo dogma. Fue por ello que fomentó la opinión de

permitir la llegada a Haití de iglesias protestantes, ya que las consideraba como garantes de

abierta y libre discusión de ideas, además de que las contemplaba como afianzadoras de un

poderoso factor de progreso.

De esta forma, cabría preguntarse ¿qué era para Louis Joseph Janvier la “raza

negro-africana” y cómo pensaba que la República Haitiana sería su baluarte de defensa?

Derivado del breve análisis realizado a partir de la sistematización del pensamiento del

intelectual caribeño, considero que la “raza haitiana” para Janvier significaba ser un

híbrido cultural, y quizá contradictorio, que rescataba o pretendía rescatar lo mejor de las

herencias culturales anglosajonas y galas, las cuales representaban una sintomática

construcción histórica de los valores de progreso y civilización de un mundo finisecular.

98
Louis Joseph Janvier menciona como ejemplo para este rubro de análisis la manera en la que Jules Michelet
había indicado que Haití era la Francia Negra. Vid. Janvier, op. cit., p. 38.

58
Finalmente, el mismo Louis Joseph Janvier aludía a una conclusión sui géneris

acerca de lo que significaba la misma República Haitiana. En el final de la segunda epístola

comentaba un punto realmente sugerente, toda vez que miraba a la República Negra como

un experimento sociológico en donde abundaban las confirmaciones de lo que sería la

conformación de una “raza negro-africana nueva”, en cuyo territorio, es de resaltar,

quedaban plenamente acreditadas las instituciones que garantizarían su autonomía ante las

demás naciones, es decir, su soberanía no podía ser puesta en duda.99

Respecto a Hannibal Price, nació en 1841 en Jacmel. Obtuvo su principal puesto

político entre 1890 y 1893, ya que se desenvolvió como Ministro Plenipotenciario de Haití

en Washington. Desde esta trinchera diplomática fue que se dio a la tarea de escribir su

obra más importante: De la rehabilitation de la race noire par la Republique d’Haïti.

Originalmente la obra fue escrita por Price durante su estancia como Enviado

Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de la República de Haití en Estados Unidos de

América. Tras su muerte ocurrida en 1893, se publicó de manera póstuma hasta el año

1900, fecha en la que sus hijos Hannibal y Tomas emprendieron esta empresa editorial.

A pesar de existir temáticas y preocupaciones que convergen con la obra de Louis

Joseph Janvier, en el texto de Price pueden reconocerse ejes temáticos que definen su

interés por exaltar a la raza africana. En este sentido, la sistematización de las ideas e

interpretaciones en torno a la misma rehabilitación de las personas de origen negro-africano

estaba enfocada en un esquema eminentemente cargado de una ética laboral y religiosa

digna de una semejanza de redención de un pecado, casi de un estigma fenotípico que debía

atender a ambos conceptos para su cura.

99
Íbid, p. 76.

59
Fue así como el mismo Hannibal Price preponderaba la virtud, la ciencia y el trabajo

como los principales pilares que harían de la “raza haitiana” una de las sociedades más

organizadas y con el espíritu emprendedor que generaría mayormente la renovación moral,

histórica y ontológica del ethos haitiano. Resulta en extremo interesante que la

interpretación del porvenir de la República Haitiana estuviese anclado a estos conceptos, ya

que durante la segunda parte del siglo XIX los viajeros que dedicaron su pluma a narrar las

vicisitudes de Haití, mencionaban que el desprestigio político y la creación de facciones

políticas habían creado un tenso clima de inestabilidad.

En este sentido, resultaba importante indicar que Price reconocía escisiones,

fracciones entre los mismos grupos humanos que conformaban a los descendientes de

origen africano. No es que reconociese taxonómicamente la diferencia, sino que realizaba

una separación entre aquellos que habían logrado adquirir con la disciplina la autonomía,

entendida como soberanía de una nación y entre las personas que padecían una dominación

territorial.100 Al respecto, vale la pena hacer hincapié en que cabría poner a dialogar a Louis

Joseph Janvier con el mismo Hannibal Price, porque hay una pregunta sustancial que debe

ser respondida: ¿de dónde rescata el Estado Haitiano los elementos necesarios para

rehabilitar a la “raza africana”?

Para el caso de Janvier mencionamos que la creación de un “híbrido cultural”

lograría crear un prohombre que reivindicase a la “raza africana”. No obstante, el esfuerzo

de los intelectuales haitianos de finales del siglo XIX por hacer ver que Haití y los haitianos

iban en la correcta vía del progreso y la civilización, el préstamo cultural para que esto

fuese cierto, encontraba su contenido en la misma Francia colonizadora de la región. Con

100
Hannibal Price, De la réhabilitation de la race noire par la République d’Haïti, Port-au-Prince, Imprimerie
J. Verrollot, 1900, p. 29.

60
ello no pretendo explicitar la importancia y el talante revolucionario del proceso

independentista y de la creación del Estado-nación de la República Haitiana. Simplemente

pretendo poner en claro que los modelos de modernidad adoptados por los intelectuales

caribeños eran patrones occidentales que configuraban la realidad política y el contexto

social de una época que, por decirlo menos, debía estar vinculada a un sistema-mundo de la

circulación de ideas y lenguajes políticos donde los conceptos de progreso y civilización

eran un tanto inamovibles y debían generar un ojo censor de lo que debía ser el camino

hacia algo tan abstracto como el ser modernos.

Fue quizás esta misma abstracción la que posibilitó que se concibiese entre los

hombres la palabra igualdad, como sinónimo de búsqueda y exigencia del porvenir y

devenir de los pueblos humanos. Al menos para Hannibal Price esta premisa permitía que

la fraternidad, en por lo menos los hombres de origen africano, fuese un argumento para

defender sus intereses de soberanía intelectual y territorial ante las intentonas de las

naciones que eufemísticamente tenían el mote de civilizadas, de lanzar todo su arsenal

militar y político en contra de aquellas que buscaban serlo.101

Para intentar explicar la diferenciación cultural de los grupos étnicos negro-

africanos a una escala transcontinental África-Caribe-Haití, el mismo autor hace una

distinción entre la sofisticación lograda por los antillanos, en comparación con la

continuidad de sociedades tribales, que parecían ser un monolito sempiterno destinado a

succionar la vorágine imperialista del reparto territorial de su territorio.

Al respecto, una interpretación muy particular de Hannibal Price respecto a las

tradiciones y costumbres de origen africano era el tratar de invisibilizarlas. Todo tufo o

101
Íbid, p. 143.

61
cariz vinculado con África debía ser aniquilado o al menos no ser exhibido de una forma

explícita. Para demostrar este argumento, señaló que era imposible dejar a la “raza negra”

sin la guía, sin un lazarillo que intercediese por ella, ya que corría el peligro de encaminarse

al primitivismo tribal de las sociedades africanas.102

Asimismo, resultaba de gran impacto analizar la obra, vincular con las

consideraciones de Hannibal Price respecto al papel que jugó el sistema esclavista en la

región caribeña para mostrar el progreso a los esclavizados. Anteriormente en esta

investigación me he dado a la terea de indicar que dentro de las consideraciones que tenían

los esclavistas sobre sí mismos, aducían que su participación dentro de este proceso

capitalista estaba totalmente justificada, toda vez que habían comenzado a orientar a la

“raza negra” de una manera por demás pedagógica hacia el camino de la civilización.103

El mismo Price argumentaba que el empeño de Haití siempre estuvo a favor de

justificar la conformación política del país caribeño, defendiéndolo a ultranza de todo lo

que tuviese un abierto descrédito por parte de las potencias extranjeras. Un lugar común era

la constante presencia del supuesto canibalismo, asociado a prácticas religiosas existentes

en la República Negra. Price desmiente el hecho al señalar que el mismo vudú había

posibilitado la cohesión entre la población de Saint-Domingue, para desafiar la lógica

capitalista de la esclavitud y conseguir la libertad de las personas de origen africano.

De hecho, la principal misión del Estado Haitiano en las postrimerías del siglo XIX

era la de velar, resguardar y defender a la “raza negra” y demostrar que todas las personas

en el orbe eran idénticamente iguales, acorde a lo indicado por el autor haitiano. Inclusive,

el mismo Price llegó a mencionar que toda aquella persona que se jactara de tener sangre

102
Íbid, p. 153.
103
Íbid, p.126.

62
africana en sus venas, debía visitar alguna vez en su vida Haití, ya que la consideraba La

Meca, La Judea de las personas de origen africano en el siglo XIX.104

Otro de los personajes que estuvieron en contra de los ataques realizados por

diplomáticos o periodistas a la República Negra, fue Arthur Bowler. Este autor centró sus

esfuerzos en debatir las ideas y argumentos expuestos por Spenser Saint-John en su obra

Hayti or The Black Republic. Fue así como en el mes de septiembre del año 1888, apareció

un panfleto titulado Une conférence sur Haïti, en donde –en opinión del mismo Bowler-

intentaría desmentir la serie de fantasías expresadas por el diplomático británico respecto a

Haití.105 En el principio del texto relata la historicidad de Saint-Domingue, a partir de su

descubrimiento por parte de Colón. Posteriormente describía a La Española como

semejante a un paraíso de abundancia, donde una variedad frutal era parte del escenario de

la naturaleza.

Bowler rescató en su obra la participación de Toussaint Louverture como el

principal personaje de Saint-Domingue en apresurar la libertad de los otrora esclavos. De

hecho, señala en el texto que el mismo Toussaint se ganó la confianza de Francia, al

designarlo como gobernador general de la posesión ultramarina gala, situación que se vio

agravada con su captura y extradición tras la llegada a la isla, del General Leclerc, cuñado

de Napoleón Bonaparte.

Bowler empleaba un mecanismo de representación idílica al señalar que el

desarrollo moral e intelectual del pueblo haitiano tiene, y siempre ha contado, con un

104
Íbid, p. 142.
105
Arthur Bowler, Une conférence sur Haïti, en résponse aux détracteurs de ma race notamment à Sir
Spenser Saint John, Ministre plénipotentiaire de S.M.B au Mexique, Paris, E. Dentu Editeur, 1888.

63
gradiente progresista a través de la instrucción pública en Haití con la enseñanza de

materias elementales en los liceos caribeños dirigidos por maestros franceses.

Otro elemento más que Bowler proponía para ejemplificar el espíritu de progreso en

la República Negra, fue la división de poderes que emularon un Estado de derecho que

contradecía lo escrito por Saint-John, al señalar que en Haití reinaban la anarquía y la

evidente falta de soberanía de una sociedad, cuya herencia africana la dejaban al borde del

precipicio civilizatorio.106 Inclusive, la representación de orden y progreso del intelectual

haitiano señalaban la inexistencia de discriminación entre las élites mulatas y negras,

indicando que ambas conformaban una familia unida principalmente por lazos

consanguíneos que fortalecían su unidad.107

La respuesta del representante diplomático del Reino Unido vino apenas un par de

meses después de la publicación del panfleto de Bowler. El 13 de noviembre de 1888 Saint-

John realizaría una posdata a la introducción a la segunda edición de su obra Hayti or The

Black Republic. En el texto mencionaba el total desconocimiento del intelectual haitiano

respecto de la sociedad y costumbres de la República Haitiana. Inclusive Saint-John se

atrevía a especular que ni siquiera era conocido en el país caribeño, ya que no contaba con

noticia alguna de él en la esfera pública, intelectual y de la clase política de Haití.108

El mismo Saint-John se quejaba de que la respuesta de Arthur Bowler llegase cinco

años después de la publicación de la primera edición de su obra, lo que a juicio del cónsul

británico era una clara muestra de que el debate había sido superado debido al silencio que

reflejaba el paso del tiempo. Lo más destacable de la discusión Saint-John/ Bowler entre los

106
Íbid, p. 22.
107
Íbid, p. 25.
108
Spenser Saint-John, Hayti or the Black Republic, 2nd edition, London, Smith, Elder & Co., 1889, p. XXI.

64
años 1888 y 1889, fue que el primero argumentaba que su conocimiento de Haití, sus

experiencias, además de las influencias y conocimiento de la élite política le habían

permitido tener de primera mano relatos comprobables que eran casi imposibles de

refutar.109

Al menos así lo comentaba al indicar que en el texto de Bowler no encontraba

ninguna referencia que pusiese en entredicho sus declaraciones respecto a la continua

práctica del vudú en el país caribeño, las cuales –enfatiza Saint-John- estaban regularmente

acompañadas por actos de canibalismo y la exhumación de cuerpos por motivos religiosos.

Por si fuese poco este vilipendio en contra de la “raza haitiana”, puntualizaba el contenido

de esta introducción señalando que los signos de brutalidad de los cuerpos policiacos y

militares, además de la corrupción de los órganos colegiados en la impartición de justicia,

eran la clara muestra de la degeneración de la “rehabilitación de la raza negra” a una

escala internacional.110

Asimismo, en un contexto en el que se criticaba la capacidad de autogobierno de las

personas de origen africano en América y África, ¿cómo se insertaría la “raza africana” en

lo que se conocía como modernidad en términos occidentales? E inclusive más allá, ¿cómo

justificó Haití la pertinencia de la defensa de esta “raza” cuando se había establecido el

reparto de territorios africanos y la abierta injerencia de Estados Unidos en el Caribe?

Para contestar este cuestionamiento es pertinente señalar que el estado haitiano se

asumía como garante cultural y reducto intelectual de las personas de origen africano en

América. Cuando en 1804 el antiguo Saint-Domingue logró su independencia de Francia

para convertirse en Haití, las relaciones políticas y sociales con Europa, e inclusive con

109
Íbid, p. XXII.
110
Íbid, p. XXIV.

65
América, cambiaron de tono. Las escenas de horror se multiplicaron a través de los relatos

de viajeros y se fue imponiendo una barrera que fue aislando día con día al país recién

independizado.

Para el primer tercio del siglo XIX, la consolidación de Haití como una nación se

había tornado turbulenta. La división política entre el reino del norte y la república sureña

hacían difícil el establecimiento de patrones de regulación del poder político. No obstante,

con el gobierno de Jean Pierre Boyer111 y la unificación de La Española, parecía que un

periodo de estabilidad comenzaba a vislumbrarse.112

El año de 1844 demostraría que el frágil equilibrio gubernamental sería

quebrantado, debido a que Boyer fue derrocado y con ello la separación de Santo Domingo

de Haití fue inminente. A pesar de estos acontecimientos, Johanna von Grafenstein

menciona que Haití estaría a la cabeza de la “raza africana” principalmente porque lo

asistía su implacable búsqueda de la libertad y su fuerza moral. De hecho, se llegó a asociar

la lucha Revolucionaria de Haití con el genio africano y las virtudes de ese continente,

como una representación del ser maternal, semilla y flor de la vida.113

A pesar de los anhelos enfocados en la Revolución Haitiana como resultado del

genio africano, en Europa estaba surgiendo un mecanismo cuantificable que justificaba los

patrones de medición del hombre para definir la capacidad intelectual de las diferentes

“razas” que habitaban el orbe. La obra de Arthur de Gobineau, aparecida entre los años

111
Jean Pierre Boyer (1776-1850), fue un político y presidente de Haití durante el periodo de 1818-1843.
Entre los años 1822-1844 logró anexar el Haití Español (Santo Domingo) a la República Negra.
112
Grafenstein, op. cit., pp. 289-321.
113
Johanna von Grafenstein, “La Revolución Haitiana en la historiografía de Haití”, ponencia presentada en el
marco del Seminario El Caribe: Visiones históricas de la región, celebrado el 18 de octubre de 2006 en la
sede del Instituto Mora, Ciudad de México. La ponente enfocó su ponencia acerca de la tradición
historiográfica en Haití a partir del siglo XVIII y el XIX, haciendo énfasis en historiadores como Thomas
Madiou y el mismo Anténor Firmin.

66
1853-1854, avalaría los postulados de inferioridad de las personas de origen africano y los

situaría en una condición que avalaba la esclavitud como una etapa pedagógica para la

“raza africana”, en donde habían aprendido el paulatino camino del progreso con la

orientación paternalista de la intervención caucásica.

Sin embargo, la problemática no quedaría allí porque para el último tercio del siglo

XIX Estados Unidos impondría una nueva forma de relacionarse hegemónicamente con los

países caribeños. El intervencionismo militar para defender los intereses de sus ciudadanos,

resultó ser una constante bélica para dirimir conflictos de tipo económico. En este sentido,

el acercamiento de Haití a Francia para generar una especie de padrinazgo protector en

contra de los embates del anexionismo yanqui, fue una estrategia por la que optaron las

élites haitianas en el gobierno.

El padrinazgo político y cultural de Francia a la República Negra, acorde con

Watson, fue conocido como “francofilia”114 Los nexos culturales, ideológicos y

diplomáticos con Francia eran la forma en la que Haití afrontaba un posible

intervencionismo por parte del país de las barras y las estrellas. No obstante, vale la pena

cuestionarse la manera en la que las élites haitianas –adscritas al Partido Nacional o

Liberal- intentaron conciliar el concepto de progreso, vinculado con una filosofía más

tendiente al pensamiento anglo-sajonista. Entonces, la presente investigación también

intenta rastrear la siguiente pregunta: además del posible intervencionismo y ocupación

militar de Haití por parte de Estados Unidos ¿por qué el anglosajonismo era representado

como un peligro latente de invasión?

114
Denis, “Miradas...”, p. 295.

67
Anténor Firmin realizó un breve análisis acerca de la conveniencia de adoptar el

anglosajonismo, a pesar de que la consigna de la asociación política a la que el Partido

Liberal pertenecía comulgaba con el progreso industrial vinculado a la corriente de

pensamiento del anglosajonismo. A decir del intelectual haitiano, consideraba lo siguiente:

No hay ninguna razón para sacrificar la lengua de Voltaire a favor de

aquella de Macauley. Creo que el francés es más favorable al

desarrollo mental haitiano. Cualquier cosa que intentáramos, nuestro

origen étnico nos impide hasta pensar en transformarnos, ni siquiera

moralmente hablando, en anglosajones. Hay en nosotros un ardor de

temperamento y una riqueza de sentimientos afectivos demasiado

grandes e imperiosos para que jamás podamos imponernos la flema y

el egoísmo del hombre del norte. El haitiano que necesita desarrollarse

mentalmente, no sabría concebir un mejor instrumento lingüístico

[que el francés].115

A pesar del análisis del intelectual haitiano, el mismo Firmin cambió su postura

ideológica. Resulta comprensible que haya ocurrido en un momento en el que Estados

Unidos había reconfigurado la política de relaciones exteriores hacia los países de la región

caribeña, tornándose en un enfoque de protección de sus intereses. Sin embargo, es

necesario cuestionarse si la misma ideología liberal estuvo aparejada a una oposición en

contra de la continuidad de los militares en el poder político de Haití. En este sentido, la

gerontocracia política y castrense, de rancio abolengo, resultaba ser una situación que era

insostenible, ya que no permitía la incorporación de nuevos miembros a la clase política

dirigente en la República Negra.

115
Íbid, p. 212.

68
De hecho, una gran aportación de esta investigación para estudiar la inserción de

Anténor Firmin a la gerontocracia militar de su país, fue la adopción del grado militar de

general, porque durante gran parte del siglo XIX haitiano, era imposible acceder al poder

político si no se era un “señor de la guerra”. Firmin apelaba a esta misma lógica, pero

desde la practicidad de allegarse a militares que lo respaldaran para consecuentar sus

aspiraciones presidenciales en los años 1902 y 1908, cuando contó con la participación del

General Jean Jumeau y el almirante anglo haitiano Hammerton Killick.116

Como hemos observado en este capítulo, la preocupación de Anténor Firmin estuvo

dedicada a la defensa de la “raza negro-africana” a escala mundial. No fue el único que

anhelaba este propósito, ya que una generación de intelectuales de finales del siglo XIX,

también pretendieron rehabilitarla.

Desde ángulos similares, como el caso de Louis Joseph Janvier, o atendiendo a

interpretaciones que argumentaban que la presencia cultural de Francia en Haití era

sinónimo de “civilización y progreso” -como lo explicaba Hannibal Price-; e inclusive

conformando visiones idílicas del pasado haitiano, en lo que respecta a Arthur Bowler, para

hacer valer el carácter de soberanía de la República Haitiana, el objetivo era claro:

equiparar a la sociedad haitiana como una sociedad occidental similar a las europeas.

Adicionalmente, se han estudiado las principales preocupaciones en torno al

concepto de raza, la rehabilitación de la misma en el contexto haitiano y la manera en la

que pensaban civilizar y hacer progresar a las personas de origen africano. Se retomaron a

tres autores contemporáneos a Anténor Firmin, mismos que tuvieron o fueron partícipes de

contacto con el exterior y formaron parte de las élites políticas haitianas.

116
Moïse, op. cit., pp. 361-374.

69
En el capítulo dos se reflexionará en torno a la construcción histórica del concepto

de raza, a la par que se mencionarán las principales corrientes y definiciones que han

surgido desde principios del siglo XIX. En este sentido, se analizará lo que Arthur de

Gobineau, desde su particular visión de la Antropología, comprendía por el término.

Asimismo, se examinará la forma en que las distintas escuelas antropológicas en

Francia y los Estados Unidos asumieron posturas ideológicas para debatir el carácter, la

inferioridad e inclusive el exterminio de los distintos grupos humanos para evitar, lo que los

científicos de la época consideraban una degeneración racial.

70
Capítulo 2. El significado de raza en el siglo XIX.

El objetivo de este capítulo consiste en el estudio de la manera en la que autores

decimonónicos han utilizado el concepto de raza para justificar la inferioridad de algunas

sociedades humanas y el rol que jugaron los intelectuales de la Guerra Civil de Estados

Unidos de América en la defensa de la esclavitud.

La hipótesis de esta investigación busca analizar el concepto de “raza” como una

construcción decimonónica, que propició el establecimiento de juicios acerca de la calidad

de una persona a través de las características fenotípicas. En este estudio se pondrá atención

especial en aquellos rasgos que definen a las personas de origen africano. Hoy en día

reconocemos que el concepto de “raza” fue un proyecto fundamental para la ciencia

decimonónica occidental. En particular la antropología lo acuñó para utilizarlo como una

justificación expansionista del imperialismo, al resaltar que existían personas inferiores a

otras.

Historiográficamente el concepto “raza” ha tenido diversos abordajes acorde a

quienes han teorizado acerca de su significado. Al respecto, me adscribo a lo mencionado

por Peter Wade, en el sentido de que no existen diferencias entre los hombres, pues sus

patrones bio-genómicos son similares en un 99 %. Las únicas diferencias se ubican en

características fenotípicas, como el cabello, la pigmentación de la piel, la distinción de

grupos sanguíneos, entre otras características.1

Existen algunas posturas sobre la idea de “raza”: una de ellas era que prevalecían

diferencias bio-genéticas que llevaban incluso a conformar una especie distinta, como lo

veremos más adelante. Otra vertiente señala que hay una sola especie humana, pero las

1
Peter Wade, “Race, nature and culture”, en Man. New Series, vol. 28, N° 1 (March 1993), pp. 17-34.

71
diferencias entre las razas humanas son tan significativas que, retomando específicamente

el caso de las sociedades negro-africanas, únicamente podrían mejorarse “mezclándose”

con una raza superior.

Finalmente, se ubica una cuarta postura que menciona que no existen diferencias

bio-genéticas, aunque sí fenotípicas entre las razas. Lo más importante que las distingue

son los rasgos culturales y sociales. Sin embargo, estas opiniones no eran lineales, ya que

expresaban distintos puntos de vista de los científicos de la época. No obstante,

centraremos la investigación en la problemática que suscitaban estas posturas del siglo

XIX, entorno al concepto de raza.

Arthur de Gobineau en su obra Essai sur l’inégalité des races humaines,

mencionaba la pervivencia de “razas” fenotípica e intelectualmente más cercanas a otros

homínidos como el chimpancé. En consecuencia, debían ser civilizadas o apelar a su

exterminio, debido a que no aportaban gran cosa para la civilización y sus aspiraciones

rumbo al progreso.2

Científicos como Jean Joseph Virey, aseveraban que la “raza africana” tenía mayor

similitud con los chimpancés, ya que fisiológicamente no podía alcanzar un estatus de

progreso.3

Reginald Horseman indica que también se analizaban sociedades a las que

consideraban humanas pero que no tenían visos de civilización y apelaban a tres posibles

soluciones radicales. La primera era la expulsión territorial de aquellos agentes que

degeneraban la vía civilizatoria de una sociedad. Tal era el caso del traslado de antiguos
2
Arthur de Gobineau, Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas, trad. Francisco Susanna,
Barcelona, Apolo, 1937.
3
Reginald Horsman, Race and Manifest Destiny. The Origins of American Racial Anglo-Saxonism, Harvard,
Harvard University Press, 1981, p. 49.

72
esclavos que fueron transportados de Estados Unidos de América a Liberia. Al menos ese

era el argumento de personajes involucrados en la Guerra Civil de EE. UU., como lo fue

Orlando B. Ficklin. La segunda alternativa era su aniquilamiento o su reducción, como fue

el caso de la creación de reservas de indios en pequeñas porciones de territorio. Finalmente,

había quienes pugnaban por una paulatina y controlada “mezcla racial”, lo que traería

consigo la desaparición de la más débil y la instauración de una “raza superior”, cuyo

principal partidario encontró eco en Robert J. Walker.4

2.1 Los orígenes de la antropología y las razas humanas

Para adentrarnos al tema de estudio de la construcción del concepto de “raza” en la obra de

Anténor Firmin, resulta imprescindible señalar para qué y para quiénes Anténor Firmin

escribió. Reconocemos que se encontraba en un contexto, como ya se ha mencionado con

anterioridad, en el cual en la mayoría de los países se acuerda la finalización de la

esclavitud, no obstante, la trata no concluye formalmente sino hasta el año de 1888.

Por lo tanto, mientras el intelectual haitiano se disponía a escribir las primeras líneas

de su monumental obra, las principales potencias europeas estaban decidiendo el reparto

del territorio africano a través de la Conferencia de Berlín de 1884-1885. No obstante, no

resultaba ser el único suceso de importancia a resaltar durante este periodo. La política

expansionista de Estados Unidos hacia el Caribe comenzaba a tornarse más férrea a través

de la adopción de la Doctrina Monroe.5

4
Íbid, p. 303
5
Con relación a la Doctrina Monroe aplicada por los Estados Unidos en América Latina y El Caribe,
debemos hacer hincapié en que, a finales del siglo XIX, el país norteamericano modificó su política exterior
hacia esta región. Es decir, durante el mandato de Thomas Francis Bayard como Secretario de Estado de EE.
UU., no existió la política intervencionista en América Latina. No obstante, cuando abandona el cargo y fue
designado James G. Blaine, viró el rumbo de los vínculos de EE. UU con El Caribe. Para el caso de Haití, en
1891, las pretensiones del país de las barras y las estrellas era que se le concediera Mole-St. Nicholas para la

73
Antes de que ambos procesos acontecieran, en Francia aparecía la obra del Conde

Arthur de Gobineau. El Essai sur l’inégalité des races humaines, editada entre los años

1853-1855, llegó a convertirse en la principal fuente ideológica para civilizar a todos

aquellos que no perteneciesen a la “raza caucásica”.6 Como un dato adicional, cabe

puntualizar que la obra antes mencionada fue reeditada aproximadamente hacia el año de

1883-18847. En este sentido, la aparición de la obra de Gobineau abonó aún más en el

pensamiento racialista y propició la generación de un clima a favor del reparto africano.

Así, la conformación del concepto de raza en la obra de Gobineau estuvo vinculada con la

argumentación de la existencia de pueblos y razas inferiores que necesitaban el tutelaje del

elemento caucásico para completar su proceso civilizatorio.8

En este sentido, Gobineau mencionaba:

Las razas blancas son las naciones del día; las negras aquellas de la

noche; las amarillas las del Este, y las rojas las del ocaso. Entonces las

naciones europeas, propietarias del brillo de su conocimiento

científico, están obviamente en la luz del día, mientras los negros

duermen en la oscuridad de la ignorancia, y los chinos viven en la

línea de vapores Haytian Steamship Line. Vid. Jean Price Mars, Anténor Firmin, Port au Prince, Imp.
Seminaire Adventiste, 1978 p. 266-269. Ver también Brenda Gayle Plummer, “Black and White in the
Caribbean: Haitian-American relations, 1902-1934”, tesis de doctorado en Filosofía, New York, Cornell
University, 1981, p. 10, donde señala que la Doctrina Monroe estableció que EE. UU se convertía en
intermediario de toda disputa entre cualquier país de América Latina y las potencias europeas.
6
De hecho, el mismo Conde de Gobineau mencionaba que los pueblos blancos racialmente más puros de la
Tierra fueron los menos bastardeados por las mezclas de las razas. Cfr. Gobineau, op. cit., p. 8.
7
Adriana Arpini, “Igualdad de las razas e interpretación de la Historia en un discurso del haitiano Joseph-
Anténor Firmin”, en Erasmus, Año XIII, N° 1, 2011, p. 72.
8
Gobineau, op. cit, p. 8.

74
media luz que les da un incompleto, aunque poderoso, desarrollo

social.9

Asimismo, en la revolución de 1848 se sentaron las bases para establecer el

lenguaje político que asoció la manera en la que Francia abolió la esclavitud de sus
10
posesiones ultramarinas en América, además de la abolición de su servidumbre . En

efecto, y acorde a lo señalado por Gobineau, la esclavitud había sido un aprendizaje, un

sistema pedagógico que acercó cada vez más a la “raza negra” al proceso civilizatorio en

su máxima expresión.11

Por tanto, la esclavitud era vista como un camino de una visión paternalista,

principalmente porque los comerciantes de la trata que supuestamente dotaron de

inteligencia a los esclavos, fueron los mismos que procuraron su desarrollo. Al menos esta

era la visión de aprendizaje civilizatorio que representaba al dueño del esclavizado como

un intermediario hacia el progreso. Entonces la emancipación debía ser gradual, debido a

que se corría el riesgo de errar en el intento de dejar sin cobijo a las personas que ahora

emergían como adultos en el concierto de las naciones modernas.12

Este era el punto de vista del filósofo alemán Christoph Meiners, partidario del

poligenismo y de la desigualdad de las razas humanas, caracterizándolas a través de

jerarquías estéticas que las vinculaban a la calidad de su moral, condición civilizatoria y

9
Arthur de Gobineau, The Inequality of Human Races [1853-1855], trad., Adrian Collins, London, William
Heinemann, 1915, p. 112. La traducción es mía.
10
Vid. Robert Blackburn, The Overthrow of Colonial Slavery, 1776-1848, London, Verso, 2011, pp. 473-415.
11
Gobineau, The Inequality… p. 74.
12
Retomamos el concepto de paternalismo estructurado por Mary A. Renda, en el que señala que es una
forma de dominación, una relación de poder, enmascarada como benevolente por su referencia al cuidado
paternal y guía, pero de igual forma estructurada por normas de disciplina y autoridad. En este sentido,
paternalismo no debería ser visto en oposición a la violencia, sino como de los varios vehículos culturales
para ella. Vid. Mary A. Renda, Taking Haiti. Military Occupation & The Culture of U.S. Imperialism, 1915-
1940, Chapel Hill, The University of North Carolina Press, 2001, p. 15.

75
virtud y quien dividía a la humanidad entre lo blanco y hermoso y su contraparte: lo negro

y lo feo, señalando que sólo la primera tiene el verdadero ánimo y amor de la libertad. La

segunda tiene el rasgo de no contar con sentimientos más discretos. El caso del naturalista

y antropólogo francés Julien Joseph Virey quien desarrolló la teoría del poligenismo

minimalista, cuyo principal postulado era la división de las razas en negras y blancas y que

por ello resultó ser más paradigmático, debido a que era particularmente virulento hacia la

“raza negra”, llegó a la conclusión de que ellos no eran realmente hombres, porque

estaban más vinculados con los chimpancés.13

Entonces subyace un debate de mayor importancia que resultó ser consecuencia de

este tipo de pensamiento fenotípicamente racializado. Me refiero a la manera por la cual

ocurrió un paradigma científico dentro de la misma Antropología, el cual hizo que se

negara un ancestro común del cual derivaban las demás “razas humanas”. De esta manera,

la monogénesis quedaba en entredicho al surgir el concepto de poligénesis14. A partir de

ese momento, la identificación de esta palabra con la conveniencia de que una raza

sojuzgara a otra fue un detonante que justificó este sistema económico.15

Por lo tanto, las identificaciones raciales comenzaron a asignarles diferentes

capacidades físicas e intelectuales de las “razas”. De esta forma, las taxonomías se

convirtieron en una categoría de medición del grado de civilización. Al respecto, John S.

Haller mencionaba lo siguiente:

13
Reginald Horsman, op. cit., p. 49.
14
En la presente investigación entenderemos por monogénesis como la corriente antropológica desarrollada
en el siglo XIX que postulaba los orígenes bíblicos y de una pareja de ancestros en común de la “raza
humana” con Adán y Eva. Los monogenistas bíblicos creían que los descendientes del hombre provenían de
sobrevivientes del “Diluvio Universal”. Cfr. John S. Haller, Outcast from evolution. Scientific attitudes of
racial inferiority, 1859-1900, Chicago, University of Illinois Press, 1971, p. 70. Por poligénesis entenderemos
el resultado de las modificaciones de algunas especies de primates que crearon una múltiple diversidad de
hombres que propiciaron la variabilidad de las “razas humanas”.
15
Íbid, p. 74.

76
Respecto al parangón entre los chimpancés y los negros, podemos

señalar que, mientras la raza negra y caucásica eran iguales en sus

capacidades infantiles, tan pronto como alcanzan (sic) la libertad, el

negro, como el orangután, comienza a ser incapaz de generar un

estatus de progreso. Así, la proyección de su mandíbula y el cierre de

su cráneo comienza a suturarse: Por tanto, el negro y el orangután

finalizan su desarrollo intelectual a la par.16

En este sentido, los científicos y antropólogos del siglo XIX pensaban que las

taxonomías fenotípicas eran parte de una evidencia cuantificable de la capacidad del

progreso de un grupo humano específico. Sin embargo, cuando los argumentos tienden a

ser de este tipo, regularmente tienen un trasfondo racista. Por lo tanto, la “Antropología

decimonónica” era la herramienta que ayudaba a marcar estas diferencias, fundando su

práctica en hacer visible aquello que estudiaba y convirtiendo en objeto, modelo y escala de

toda proporción del progreso, al mismo ser humano.

En este contexto de cuantificación de la inteligencia y progreso de las “razas”

surgiría la frenología. Su origen estuvo principalmente asociado a la Antropología física.

Los iniciadores de este procedimiento para categorizar las jerarquías de las “razas

humanas”, acorde a Reginald Horsman, fueron:

Los trabajos de Franz Joseph Gall y Johann Gaspar Spurzheim en las

primeras décadas del siglo XIX. Su interés era científico, y su más

importante publicación fue sobre la anatomía y fisiología del sistema

nervioso. Gall originalmente argumentaba, y su trabajo fue

complementado por el de Spurzheim, que el cerebro estaba separado

16
Íbid, p. 36.

77
en facultades, las cuales involucran específicas emociones,

sentimientos o poder de raciocinio. Así, en general el tamaño del

cerebro indicaba la extensión de poder, y el tamaño de las facultades

individuales podía ser determinado por el análisis de la cabeza o el

cráneo.17

A raíz de la cita anterior, la ciencia antropológica comenzaba a buscar las causas de

la diferenciación mental e intelectual entre los hombres y mujeres. Por tanto, la

cuantificación de la capacidad de raciocinio a través del tamaño del cráneo, fue establecida

como patrón de comparación del progreso de las “razas humanas”. Tal supuesto era la

prueba irrefutable de la existencia de “razas humanas” que necesitaban la custodia y

protección de la mano caucásica para encontrar el camino del progreso.

Pero ¿cuáles eran esas “razas” menos favorecidas y cuál era el camino civilizatorio

que supuestamente debían de seguir? La trayectoria que debían continuar era la que estaba

ligada a la elaboración de taxonomías antropométricas que garantizaran y justificaran la

jerarquización del valor de la gente a partir de rasgos fenotípicos, que hicieron valer su

capacidad intelectual y grado de soberanía (e inclusive la medición de condición salvaje),

tal y como Arthur de Gobineau menciona en el siguiente párrafo de su obra:

Por ejemplo, el negro de la Costa Este de África es alto, fuerte, con

extremidades gruesas y tendencia a engordar. Su color no llega a ser

amarillento, sino completamente negro; su cabello no es ni lacio ni

áspero, sino grueso y ensortijado; su prominente mandíbula, la forma

de su cráneo es a lo que se le conoce como prognatismo. El largo de

17
Horsman, op. cit., p. 57. Franz Joseph Gall, quien postulaba que las funciones mentales residían en el
cerebro y que esto determinaba el comportamiento del hombre, en colaboración con Johann Spurzheim,
generó un sistema de medición craneal denominado frenología.

78
sus huesos sobresale, la frente, la tibia y la fíbula son más convexas

que las de un europeo; los huesos de su peroné son más altos y llegan

más arriba de sus rodillas. Sus pies son chatos, y el talón, en lugar de

estar arqueado, está casi en línea recta con otros huesos de los pies, los

cuales son muy grandes. La mano está formada de una manera similar.

Cuando miramos por un momento a un individuo de este tipo, estamos

pensando involuntariamente en la estructura de un mono, y estamos

inclinados a creer que las razas negras de la Costa Oeste de África

provienen de una especie que no tiene nada en común, excepto la

forma humana, con los mongoles.18

A mediados del siglo XIX, Joseph Arthur de Gobineau definía a la civilización

como un estado de relativa estabilidad, donde la masa de los hombres trataba de satisfacer

sus deseos por medios pacíficos, y eran refinados en su conducta e inteligencia19 La

caracterización de la “gente sin civilización”, acorde a este científico, resultaba estar

vinculada a aquella que no había conformado políticamente un estado o cuyos cimientos

resultaban endebles, debido a que no habían tenido la tutoría y mano custodia del europeo.

De esta manera, los desfavorecidos de esta misión civilizatoria, según lo explica el

diplomático francés, eran:

Las tribus más atrasadas, especialmente los negros polinesios, los

samoyedos y otros en el lejano norte, y la mayoría de las razas

africanas, nunca podrán liberarse de su impotencia; viven lado a lado

en completa independencia la una de la otra. La más fuerte masacra a

18
Gobineau, Ensayo…, p. 107.
19
Gobineau, The Inequality…, p. 91.

79
la más débil, y la más débil intenta estar tan lejos como le sea posible

de la más fuerte.20

De esta forma en el siglo XIX, los en esos entonces considerados científicos

asociados a la práctica antropológica, coincidían en manifestar que el aislamiento de las

personas menos favorecidas con la civilización era una opción viable. Otra estrategia, al

menos para encausarlos, consistía en la inevitable mezcla. El espíritu de la época así dejaba

entreverlo, ya que se pensaba que la transmisión de la inteligencia y capacidades era

hereditaria y pasada de una generación a otra.

En este sentido, y acorde a lo mencionado por Gobineau, el mejoramiento de las

capacidades de las “razas humanas” se daría sin duda a través del mestizaje. Aunque la

conformación identitaria estuviera relegada única y exclusivamente a caracteres fenotípicos

y raciales, era preferible la guía y herencia de personas que estaban ya insertas en el camino

orientado a un progreso civilizatorio. Sin embargo, para este autor el exceso de la “mezcla

racial” propiciaba la degeneración de las personas, ya que no se lograba conservar el

origen de los hombres que habían fundado un pueblo.

Derivado de estos prejuicios y justificaciones ideológicas anteriormente expuestas,

cabe preguntarnos ¿en qué forma la herencia de gobernabilidad -en el plano de inteligencia

y capacidad de generación de progreso- podría ser transmitida a las “razas inferiores”

acorde a los postulados de la Antropología? Al respecto, Arthur de Gobineau explicaba que

dependía formalmente de la manera en la cual se desarrolló su proceso histórico al

momento de tener discrepancias entre el gobierno y la gente a la que gobierna. Por lo tanto,

la temática de gobernabilidad resultaba ser precaria, principalmente porque las personas

20
Íbid, p. 27.

80
que fungían como garantes de la civilización, resultaban ser también una fuerte oposición

para generar espacios y relaciones de poder.21

Para el caso estudiado, el concepto de “raza” estuvo ligado, desde su concepción, al

respaldo institucional de la Société d’Anthropologie de Paris 22. Fundada hacia el año 1859,

era la heredera de las corrientes antropológicas de Paul Broca, su fundador, y adherente a la

tesis de la evolución a través de la selección natural entre las especies; y de Paul Topinard,

considerado como el padre de la craneometría, quienes establecieron prácticas

cuantificables de la capacidad intelectual de las razas, a través de la implementación de la

antropometría. Por lo tanto, resultó que se conjugaron categorías asimiladas a dos esferas

de distinto calibre.

La primera estuvo asociada a un proceso histórico del hombre a partir de la

posibilidad de relaciones sociales o políticas. El resultado de ello fue la conformación de

vínculos interpersonales que denotaron capacidades para interactuar. En cambio, el segundo

plano fue el de insertar la historia social y política del hombre al plano de la Historia

Natural.

No obstante, si “Historia Natural de las razas humanas” se delimitaba por la

medición de sus capacidades intelectuales y cuantificables a través del tamaño de sus

cuerpos y cerebros –que adquirió prácticamente la medición de la cantidad de arena que

21
Íbid, pp. 20-21.
22
La Societé d’Anthropologie de Paris fue fundada en 1859 por Paul Broca (1824-1880), influenciada por la
antropología cientificista y la antropología física, cuyo propósito era utilizar la medición de distintos cuerpos
humanos utilizando taxonomías que demostrasen su grado de evolución intelectual. Firmin fue su miembro de
1883 hasta 1911. Vid. Perla Patricia Valero Pacheco, “Apuntes para la historia del racismo moderno en clave
caribeña: el debate Gobineau-Firmin y la ciencia como arma”, en Quirón. Revista de Estudiantes de Historia,
Vol. 1, N° 2, Enero-Junio 2015, p. 42. Cfr. Gérarde Magloire, “Ambassadors at dawn: Haitian Thinkers in the
French Colonial Context of the 19th and 20th centuries: The example of Jean Price Mars (1876-1969)”, tesis
de doctorado en Filosofía, New York, New York University, 2005, p. 162-165.

81
podían contener los cráneos de los sujetos-, ¿cómo el mestizaje podría propiciar entre las

“razas inferiores a la caucásica” una herencia de soberanía y gobernabilidad?

En este sentido, Anténor Firmin aseguraba que:

El método impuesto a la Historia Natural cuando se trataba de

estudiar los minerales, los vegetales y los animales inferiores al

hombre, no podía siempre adaptarse al estudio completo de este

último desde el punto de vista de la creación. Mientras que la

conformación de los seres inferiores tiende a realizar la vida

vegetativa y animal, la del hombre tiende a la vida social que siempre

alcanza y constituye su vida propia.23

Por lo tanto, quedaba en entredicho aseverar que el estudio del hombre debiera

asociarse a la Historia Natural, principalmente porque su conformación ontológica no

debía ser estudiada con semejanzas y comparaciones de los seres humanos a las que

integran el reino vegetal y animal.

Ahora bien, en el incesante camino de una búsqueda de una soberanía, Firmin

alertaba que la República de Haití no debía perder el camino del progreso y del papel

redentor que tenía Haití hacia la “raza negra”, primordialmente porque fue la primera y la

única República Negra que se emancipó a sí misma. Asimismo, indicaba que debería

crearse un discurso con acciones para hacer de Haití un régimen de soberanía que pudiese

llegar a autogobernarse.24

23
Anténor Firmin, Igualdad de las Razas Humanas. Antropología positiva, Aurora Fibla Madrigal, trad., La
Habana, Ciencias Sociales, Instituto Cubano del Libro, 2013, p. 17.
24
Vid. Johanna von Grafenstein, “La Revolución Haitiana en la historiografía de Haití”, ponencia presentada
en el marco del Seminario El Caribe: Visiones históricas de la región, celebrado el 18 de octubre de 2006 en
la sede del Instituto Mora, Ciudad de México. El término República Negra fue acuñado por el explorador y
político británico Spenser Saint-John para referirse a Haití, país en el que estuvo entre 1864 y 1877 y que

82
Es así como las opiniones vertidas por parte del enviado del gobierno inglés

colaboraron en estigmatizar el carácter de ingobernabilidad de Haití. La ausencia de

soberanía por las constantes guerras intestinas promovidas por los caudillos militares

regionales, le propiciaron una mala reputación a la nación caribeña. De hecho, podría llegar

a considerarse que, si Haití logró su independencia en la alborada del siglo XIX, era

conveniente establecer un tutelaje de orden civilizatorio a causa de las constantes luchas

intestinas y cacicazgos castrenses que se ejercían en el territorio.

Al respecto, el mismo Spenser Saint John mencionaba:

El gobierno de Haití es en forma republicano, pero es de facto un

despotismo militar, ya que el poder se concentra en las manos del

presidente, quien aplica o ignora la ley acorde a su conveniencia. Por

lo tanto, el Gobierno Haitiano puede ser calificado como de un

despotismo templado por la revolución, el exilio y ocasionalmente la

muerte.25

Las descripciones plasmadas en la obra de Saint John tendieron a estigmatizar a

Haití como un país cuyo enarbolamiento de la raza africana quedaba en entredicho. Las

razones que utilizó estuvieron vinculadas con la configuración de un lenguaje racista,

donde el poder y el vudú fueron un binomio en constante ebullición en la sociedad haitiana.

describiría en su libro Hayti or The Black Republic, publicado en 1884, en el que se realizaba una descripción
costumbrista de Haití, poniendo énfasis en el aspecto político. Watson R. Denis nos menciona que el término
no significaba necesariamente una entidad estatal independiente en relación con otros Estados dirigidos por
blancos, pero tiende a simbolizar lo malo y lo pintoresco. Vid. Watson R. Denis, “Miradas de mutua
desconfianza entre dos repúblicas americanas. El expansionismo marítimo de los Estados Unidos frente a la
francofilia haitiana, 1888-1898”, tesis de doctorado en Filosofía y Letras, San Juan, Universidad de Puerto
Rico, 2004, p. 71-72.
25
Spenser Saint John, Hayti or The Black Republic, London, 2nd edition, Smith, Elder & Co., 1889, pp. 258 y
272. La traducción es mía. En el texto en inglés se lee: “The government of Hayti is in form republican, but is
in fact a military despotism, all power being concentrated in the hands of the President, who carries out or
ignores the laws according to his pleasure…so the Haytian Government may be called a despotism tempered
by revolution and exile, and occasionally by death.”

83
Mientras que el diplomático inglés insertaba en las representaciones caribeñas la imagen de

la inferioridad racial de los haitianos, también realizaba un pormenorizado relato de la

manera en la que el poder político era sinónimo de intrigas, asesinatos y una desquiciada

fragmentación territorial que imposibilitaba una cohesión identitaria entre los mismos

habitantes de la República Negra.

Respecto a esta situación, el diplomático británico mencionaba que:

La República de Haití posee un gobierno modelado con el de Francia,

con un presidente, un senado, con una cámara de representantes; con

secretarios de estado, jueces y toda la parafernalia de las cortes de

justicia y de la policía; con una prensa más o menos libre; y,

permítanme mencionarlo, un arzobispo, obispos y clero casi todos en

su mayoría franceses; sin embargo, resulta increíble que el culto a las

serpientes, el envenenamiento y el canibalismo continúen pervirtiendo

a la isla.26

Lo anteriormente mencionado por Spenser Saint John guarda un vínculo con

Gobineau, toda vez que, al referirse a las características de raciocinio y capacidad

intelectual de las personas de origen africano, indicaba lo siguiente:

Regularmente oímos de negros que han aprendido música, que son

empleados de bancos y que saben leer, escribir, contar, bailar y

hablar como los hombres blancos. La gente está asombrada de esto,

y concluye que el negro es capaz de todo. Hay una gran diferencia

entre imitación y convicción. La imitación no necesariamente

implica una seria brecha con los instintos hereditarios, sino cuando

26
Íbid, p. 255.

84
está uno mismo en situación de progresar en ella por sí mismo y sin

guía.27

De la anterior cita rescato dos ideas centrales, las cuales es conveniente enfatizar. La

primera es el evidente cariz discriminatorio de Gobineau en su comentario, al señalar que

no necesariamente la repetición y adopción de costumbres originadas por la raza caucásica

de parte de los “negros”, les generaba conocimiento o elevaba su intelecto. El otro rasgo

importante es el pensamiento explícito de jerarquizar la valía de un ser humano por otro. Es

decir, Gobineau mencionaba que resultaba imprescindible que, si una sociedad se

encontraba en un estadio evolutivo primigenio, otra le debía proporcionar la guía para

alcanzar el estatus civilizatorio.

Derivado de la reflexión anterior, cabría observar que más allá del corte racista del

comentario y de la obra, elementos del posterior darwinismo social florecerían para

continuar el proceso de vinculación y tensión de corte fenotípico entre las distintas razas

del orbe. Es así como pudiese considerarse que el papel de la selección natural se

encargaría de hacer ver que, invariablemente, era la raza blanca la que tenía el deber y la

carga moral de civilizar a la “raza africana”.28

Otro punto de vista era el de aniquilarlo vinculado a la selección natural, según

palabras del mismo Reginald Horseman:

El adulterio de la sangre es la razón por la cual Egipto y los estados

bárbaros nunca podrán desarrollarse, hasta que sean exterminadas por

27
Gobineau, The Inequality…, p. 74.
28
De una manera poco convencional esta premisa fue retomada por Hannibal Price desde una posición
política sui géneris, principalmente porque plasmaba la idea de hacer ver que la esclavitud había sido un
proceso pedagógico por parte de la “raza negra”, donde ésta debía aprender las nociones de civilización y
progreso por parte de los esclavistas. Cfr. Hannibal Price, De la réhabilitation de la race noire par la
République d’Haïti, Port-au-Prince, Imprimerie J. Verrollot, 1900, p. 118.

85
la raza caucásica…Así, en cualquier etapa de la historia del mundo,

las razas inferiores han sido conquistadas y mezcladas con la raza

blanca, para después perderse en la barbarie.29

Entonces quedaba claro el concepto de que el proceso civilizatorio de una “raza”,

era su tutelaje o su inminente desaparición en la barbarie. Aunque también se cuestionaba

que la mezcla entre las mismas tuviera cariz purificador. Al respecto, hubieron importantes

intentos de los gobiernos americanos por financiar migraciones de europeos para eliminar

todo rasgo y supervivencia del elemento indígena o africano, de la composición étnico-

racial de la demografía de los Estados-Nación durante la segunda mitad del siglo XIX.30

Para el caso de Haití lo que importaba para los gobiernos pos-independentistas era

cobijar, defender y actuar de conformidad con la premisa del enaltecimiento de la “raza

negra”. Por ello, a pesar de los conflictos políticos intestinos prevalecientes, intentaron

patrocinar migraciones de gente de origen africano de Estados Unidos a su territorio. La

principal promesa que se ofrecía era la dotación de parcelas, el pago del viaje, así como

incentivos y exenciones fiscales para fomentar el empleo.31

A pesar de que la República Negra se representase como salvaguarda de la

población de origen africano a escala mundial, el desorden financiero que les heredó su

proceso de independencia, complicó el establecimiento de colonos afroamericanos y la

29
Horsman, op. cit., p. 130.
30
Para el caso haitiano debemos señalar que los esfuerzos se centraron en que el gobierno de Jean Pierre
Boyer fomentase las migraciones de población de origen africana radicada en los Estados Unidos, con la
promesa de pagar el traslado a la república caribeña y de ofrecer parcelas de tierras para la siembra. Resulta
paradigmático señalar que las migraciones europeas y de población asiática tuvieron lugar en Haití hacia las
postrimerías del siglo XIX. Una consecuencia de las oleadas migratorias fue la creación de una burguesía
mercantil de origen árabe-libanés. Vid. Gayle Plummer, “Black and White...”, p. 163.
31
L.D. Dewey, Correspondence relative to the emigration to Hayti, of the free people of colour in the United
States. Together with the instruction to the agent sent out by President Boyer, New York, Mahlon Day Press,
1824, p. 16.

86
subsecuente búsqueda de nuevas oportunidades de asentamientos, como en el caso

arquetípico de Liberia, aun cuando la intención real de Estados Unidos fuera dejar de lidiar

con el problema racial, que representaba el mestizaje con las personas de origen africano.32

Hasta el momento únicamente se ha analizado la manera en que las corrientes

europeas han concebido la definición de raza, a partir del establecimiento de taxonomías

apegadas netamente a la Antropología Física, representadas en Francia a través de la

Société d’Anthropologie de Paris y sus exponentes Paul Broca y Paul Topinard, además de

las acepciones del Conde de Gobineau. El contexto estadounidense necesita ser

considerado, haciendo hincapié en la manera en la que se concibió el término “raza” en el

segundo tercio del siglo XIX, pues resultaba revelador debido a que estaba por estallar la

Guerra de Secesión (1861-1865), donde uno de los principales puntos a debate era la

manera en que el país de las barras y las estrellas conciliaría el tema de la esclavitud con el

desarrollo capitalista e industrial.33

Y es que la esclavitud en Estados Unidos conllevaba, de entrada, la justificación de

su permanencia. El que prevaleciese en su territorio era un riesgo que los esclavistas

estaban dispuestos a asumir, a pesar de que ello significase el peligro inminente de

sublevaciones; representaciones latentes de derramamiento de sangre, un exacerbado odio y

32
Respecto al proceso de conformación demográfica de Liberia, debemos señalar que la American
Colonization Society fue la que inició el envío de personas de color libre en Estados Unidos a África en el año
1817. Hacia 1822 la sociedad se estableció en la costa este de África, y en 1847 se convirtió en la nación
independiente de Liberia.
33
Para un análisis sobre las relaciones entre plantadores y esclavos en el ámbito del capitalismo
estadounidense de plantación antes de la Guerra de Secesión, la obra de Eugene Genovese, Roll, Jordan, Roll.
The world the slaves made, es un referente para conocer la forma en la que los vínculos raciales se forjaron en
Estados Unidos. Vid. Eugene D. Genovese, Roll, Jordan, Roll. The world the slaves made, New York,
Vintage Books, 1976. También Cfr. William Styron, Las confesiones de Nat Turner, México, Consejo
Nacional para la Cultura y las Artes/Editorial Lumen, 1990.

87
temor hacia la “raza negra” y al último, aunque no menos importante, un rechazo a la mera

concepción de que existiese la simple posibilidad de mezcla o mestizaje.

Dentro de este orden de ideas aparecería la figura del médico estadounidense Josiah

Nott, discípulo de Samuel George Morton, uno de los padres de la antropología física,

quien dedicó su tiempo a recopilar cráneos para tratar de clasificarlos. Nott, quien

consideraba que el negro alcanzaba su máxima perfección en estado de esclavitud, fue uno

de los principales artífices de la teoría poligenista en los Estados Unidos. Procedente de

Alabama, consideraba que el progreso de la “raza negra” jamás tendría cabida sin la

forzosa participación, guía y orientación del elemento caucásico. Al menos así lo

demostraban cinco mil años de historia de la humanidad, como lo indica la siguiente cita:

Al negro se le hace más fácil aprender los vicios de la sociedad blanca

que absorber las más provechosas e intelectuales virtudes progresistas

de la raza caucásica. En este sentido, todo el sistema social e

intelectual del país [entiéndase Estados Unidos] mejoraría con la

sustitución de blancos por negros en el desarrollo de la nación.34

Cabría cuestionarse para entonces ¿qué significaban las virtudes de la “raza

blanca”? Sin lugar a duda era el progreso. Pero acorde a la taxonomía de la antropometría,

¿cómo y cuál sería la medida adecuada para que el progreso de la “raza negra” se

aparejase al del resto de la humanidad, entendida como el gradiente blanco e intelectual?

Invariablemente a través de un elemento evolutivo asociado a un esquema de herencias

consanguíneas que indican y propician el avance progresivo entre la humanidad.35

34
Haller, op. cit., p. 82.
35
Respecto a la manera en cómo operaba la selección natural en torno al progreso de la humanidad, Charles
Darwin mencionaba que el destino final de cada hombre era el mejoramiento de cada ser orgánico. Vid.

88
La creación de un prohombre, gracias a elementos hereditarios y evolutivos, había

ofrecido a la humanidad las pautas de mejora racial, invariablemente asociada a signos de

progreso. El elemento de la selección natural abordado por el naturalista inglés Charles

Darwin en su obra El origen de las especies, fue retomado en los Estados Unidos por el

geólogo y antropólogo William John McGee, fundador del Bureau of American Ethnology,

creado en 1879 por el congreso de los Estados Unidos, con el propósito de transferir

archivos y registros documentales vinculados a los amerindios.

A través de dicha institución, McGee tuvo la oportunidad de conocer variadas

opiniones respecto al tema de la inferioridad racial de la población de origen africano del

mencionado país. Por tanto, al retomar el patrón de los estadios de la humanidad, defendía

el avance del hombre blanco en términos evolutivos, al señalar:

La teoría poligenista había sido correcta en la aseveración de que el

hombre emergió independientemente de una muy difundida teoría de

ancestro común y que el elemento caucásico había pasado por varias

etapas de cultura primitiva antes de que los indios y los negros

alcanzaran el estadio de bestialidad. Por ello, la tendencia al progreso,

ayudó en parte a la extinción de las razas inferiores y en parte

colaboró al mestizaje, convergiendo en un futuro en donde la

tendencia será propiciar una sola sangre y cultura.36

Entonces, los términos evolutivos de la humanidad eran también la aniquilación o

confinamiento de todo aquello que amenazase con el equilibrio racialmente impuesto por

las acepciones de progreso de los ideólogos de la poligenesia. Por ello, les causaba una

Carlos Darwin, El origen de las especies, México, Editorial Porrúa, 1982. (Colección Sepan Cuantos N° 385),
p. 58 [Richard E. Leakey, trad.]
36
Haller, op. cit., p. 105

89
tremenda desazón a los antropólogos norteamericanos que, en una nación como Estados

Unidos, la “raza africana” pudiese desarrollarse en condiciones tan igualitarias a los

mismos blancos. El cometido era llevarlos de vuelta a África, para evitar que una relación

tirante no se cortase y acontecieran imágenes de una degradación y odio acendrado en

orígenes netamente raciales, que representó la esclavitud en una nación que logró su éxito

financiero gracias a ella.

Entonces, cabría preguntarnos ¿qué opinaban de Haití los principales detractores de

la “raza negra”? ¿En qué forma utilizaron todos los elementos metodológicos de la

Antropología (frenología, antropometría, taxonomías y un largo etcétera) para descarrilarla

del concierto de las naciones en pos del progreso? Y, finalmente, lo que es el cometido de

esta investigación, ¿qué propició que Anténor Firmin formase parte de una sociedad

antropológica que difundía la inequidad del hombre?

Tomando como guion los cuestionamientos de inferioridad de la “raza africana”, el

mismo Josiah Nott señalaba de la República Negra:

Respecto a Haití y la racialización de su proceso histórico, la Historia

no mostraba un mejor ejemplo de la capacidad del mulato en el

fracaso de los negros de Haití. Los mulatos que gobernaron la isla

barrieron con cualquier remanente de civilización en el país, que de

nueva cuenta retornó al salvajismo. Y cuando gobernaron tanto negros

como blancos, produjeron una variedad racial, que era tanto física

como intelectualmente intermedia entre los dos linajes originales. Así,

90
los mulatos son más inteligentes que los negros, pero menos que los

blancos.37

De nueva cuenta salía a la luz la supuesta incapacidad del país caribeño de alcanzar

su propia soberanía, entendida en términos racialmente progresistas y vinculados a su

herencia africana, como estigma de incapacidad biológica e intelectual. Para el caso

estudiado, podría traducirse que Haití había obtenido sus logros, gracias al elemento vigía y

de salvaguarda civilizador de los franceses. Nada parecía haber sido creado por ellos o a

través de esfuerzos que les abonaran el reconocimiento internacional.

Haití a mediados del siglo XIX representaba para Occidente las peores imágenes de

destrucción de todo aquello que había sido creado por la huella civilizadora de Francia. Las

representaciones de antiguas plantaciones incendiadas y de asesinatos de colonos blancos

tras su independencia, fueron una constante que estuvieron en las descripciones de viajeros

que visitaron el país caribeño, recién obtenida su independencia.38

Así lo señala Consuelo Naranjo:

Recurrir a Haití en los términos creados a partir de los rumores sobre

las masacres, o las imágenes violentas o sanguinolentas, que

reflejaban un profundo odio racial, sirvieron a la elite y al gobierno,

tanto en Cuba como en otros lugares, a olvidar y silenciar los

contenidos políticos y sociales de esta revolución. En los relatos sobre

estos hechos la población de color, los negros, fueron dibujados como

auténticos bárbaros, satanizados por unos actos que solo podrían

37
Íbid, p. 82
38
Para conocer más sobre el análisis de las representaciones en Occidente sobre el horror de la Revolución
Haitiana de 1791-1804, Vid. Alejandro E. Gómez, « Images de l’apocalypse des planteurs », en L’Ordinaire
des Amériques, N° 215, 2013, en http://orda.revues.org/665 [consultado el 27 de diciembre de 2016].

91
derivar de su primitivismo y falta de cultura. La Revolución Haitiana

sirvió a la elite para reforzar el prejuicio racial y justificar el sistema

de dominio y subordinación que la esclavitud imponía.39

Sin embargo, no fue únicamente en Cuba que acontecía esta mirada atemorizante.

En la Nueva España la difusión de un texto en 1806 sobre Juan Jacobo Dessalines, líder de

la Revolución Haitiana, dotó a los novohispanos de herramientas para estigmatizar a Haití

como un modelo de barbarie. El libro Vida y obra de J.J. Dessalines, gefe de los negros de

Santo Domingo, con notas muy circunstanciadas sobre el origen, carácter y atrocidades de

los primeros gefes de aquellos rebeldes, desde el principio de la insurrección de 1791,

editado por López Cancelada en territorio novohispano, no hizo otra cosa más que encender

la alerta sobre las implicaciones que surgían de la permisividad de Francia, de que los

esclavos cometiesen actos deleznables en contra de los colonos blancos y franceses.40

En contraposición a Cuba, a donde llegaron contingentes de migraciones de colonos

de Saint-Domingue junto con sus esclavos, en la capital novohispana las descripciones del

episodio que resultó ser la revuelta de esclavos de 1791 a 1804, fue descrita de la siguiente

forma:

Aquí comienza la historia de Dessalines. Este africano feroz que hacía

muy poco tiempo que había sido transportado a Santo Domingo de las

39
Consuelo Naranjo, “La amenaza haitiana, un miedo interesado: Poder y fomento de la población blanca en
Cuba.”, en María Dolores González-Ripoll, Ada Ferrer. et. al. El rumor de Haití en Cuba: Temor, raza y
rebeldía, 1789-1844, Madrid. Ministerio de Educación y Ciencia. Consejo Superior de Investigaciones
Científicas, 2004, (Colección Tierra Nueva y Cielo Nuevo. No. 50), p. 92.
40
Para conocer la influencia que tuvo la obra en la Nueva España Vid. Alicia V. Ramírez Olivares,
“Dessalines y Santo Domingo en la Nueva España, de la libertad al horror”, en Graffylia. Revista de la
Facultad de Filosofía y Letras de la BUAP, Año 3, No. 5, otoño 2005, pp. 108-114; Alejandra Godínez
García, “La Revolución e Independencia de Haití en dos publicaciones de Juan López Cancelada. Usos y
reutilización de una historia (1806-1810)”, tesis para obtener el grado de licenciada en Historia, Universidad
Nacional Autónoma de México, Facultad de Filosofía y Letras, México, 2018, así como Jesús Paniagua Pérez,
La Revolución Haitiana en la obra de Juan López Cancelada, León, Área de Publicaciones de la Universidad
de León/Instituto de Humanismo y Tradición Clásica de la Universidad de León, 2015.

92
costas de Guinea, servía a un negro propietario y libre llamado

Dessalines cuando comenzó la insurrección. Llamábase Juan Santiago

y era tal su ignorancia en cuanto a las costumbres de los europeos, y la

influencia de sus habitudes, de su civilización y de su idioma, que

absolutamente no tenía la menor idea de ellas, y únicamente

conservaba toda la ferocidad, toda la barbarie del clima donde había

nacido: el único sentimiento de que su alma se hallaba poseída era la

venganza, y por consiguiente el primer acto de barbarie en que se dio

a conocer para entrar en la vil carrera de las atrocidades, fue el

asesinato de su amo, cuyo nombre se apropió con cuanto le

pertenecía.41

A lo largo de este capítulo se ha analizado el concepto de raza construido por las

escuelas antropológicas francesa y estadounidense. La presencia de Arthur de Gobineau

dentro de la corriente gala fue fundamental para contraponer el ideario de Anténor Firmin a

este concepto, aunque el desarrollo de la ciencia antropológica tuviese un auge sin

precedentes a través de ideólogos que forjaron y desarrollaron conceptos e ideas en torno a

la inferioridad de la población de origen africano en un contexto de estallido y resolución

de la Guerra Civil de los Estados Unidos.

Se ha dado cuenta de la forma en la que, tanto la monogénesis como la poligénesis,

fueron dos corrientes de pensamiento antropológico que buscaron justificar las diferencias

de origen entre las distintas razas humanas, abundando en los métodos para identificar la

inferioridad de la población de origen africano, en un contexto en el que la esclavitud había

41
Vida y obra de J.J. Dessalines, gefe de los negros de Santo Domingo, con notas muy circunstanciadas
sobre el origen, carácter y atrocidades de los primeros gefes de aquellos rebeldes, desde el principio de la
insurrección de 1791, México, Mariano Zúñiga y Ontiveros, 1806, p. 22. También Vid. Gómez, op. cit.

93
sido abolida pero subsistía la trata negrera en una dimensión transatlántica, poniendo

especial énfasis en naciones como Brasil, Cuba y los Estados Unidos de América.

Asimismo, se abordó la manera en la que ha sido estudiado el concepto de “raza”

durante el siglo XIX y las formas en las que los científicos de la época realizaron

taxonomías de la misma para determinar su inferioridad, lo que dio paso al reparto africano

y al expansionismo colonialista de finales de la centuria decimonónica. En este sentido, la

identificación de dos maneras de interpretar la inferioridad de la humanidad, dio pie a

cotejar el proceso en el que las diferenciaciones taxonómicas consideradas occidentales,

originaron que los argumentos de la descendencia humana fueran perceptiblemente

disasociados, principalmente porque la distinción intelectual era en gran medida por

patrones de medición física para distintos grupos humanos.

En el tercer capítulo se abordará la manera en la que estas ideas antropológicas

permearon en la construcción del concepto de raza de Anténor Firmin, al momento de su

llegada a la Société d’Anthropologie de Paris y en el planteamiento de su obra De l’égalité

des races humaines: anthropologie positive. Adicionalmente, se plantearán escenarios de la

posible difusión de la obra en circuitos transatlánticos intelectuales de lectores, como lo

fueron la misma Francia, Estados Unidos y El Caribe.

94
Capítulo 3 La construcción del concepto de “raza” en la obra De l’égalité des races

humaines: anthropologie positive de Anténor Firmin.

En este capítulo se analiza la manera en la que Firmin elaboró un concepto de raza para

intentar mostrar que la población de origen africano poseía el suficiente intelecto para

progresar sin la tutela e influencia de Occidente, y que Haití era la nación que tenía el deber

de rehabilitarla a escala mundial. Finalmente, se presentan escenarios relacionados a cómo

se dio la difusión del libro y quiénes fueron sus lectores, lo que conlleva a proponer un

análisis de la influencia de Firmin como simpatizante de las causas de la independencia

cubana y de Puerto Rico, así como las críticas que realizaría a la situación racial que

prevalecía en EE. UU.

3.1 El concepto de raza de Anténor Firmin

En este apartado de la investigación se analizan los conceptos de raza planteados por

Anténor Firmin en De l’égalité des races humaines. Cabe aclarar que se han logrado

identificar cuatro categorías, las cuales describiremos a continuación. La primera está

asociada a la noción de igualdad entre las razas humanas. Más adelante se ubican las

implicaciones sociohistóricas derivadas de esta idea. De momento, bastará con indicar que

el diálogo Gobineau-Firmin fue el resultado más palpable, debido a que, como

historiográficamente se ha señalado, la obra del intelectual caribeño fue un corpus

ideológico y contestatario al libro Essai sur l’inégalité des races humaine.1

Cabe señalar que la identificación de estas categorías obedeció principalmente a una

sistematización y segmentación de las ideas expresadas por Firmin en su obra De l’égalité

1
Michael Dash, “Nineteenth-century Haiti and The Archipielago of the Americas: Anténor Firmin’s Letters
from St. Thomas”, en Research in African Literatures, Vol. 35, Nº 2 (Summer 2004), p. 47.

95
des races humaines. Durante esta investigación resulta pertinente indicar que los preceptos

e ideas esbozadas por este intelectual haitiano, y por la mayoría de los ideólogos caribeños

de finales del siglo XIX, estuvieron vinculadas invariablemente por la lógica de la

modernidad capitalista occidental, incluyendo sus horizontes estéticos y culturales.

La segunda categoría es aquella en donde el mismo Firmin construye la idea de que

la “raza” está más asociada a una construcción cultural e histórica, identificada a un

territorio y a una sociedad que modifica su entorno y crea progreso. Desde una perspectiva

particular, las miras del diplomático haitiano se ajustaron a la idea de que la evolución en el

hombre no era exclusiva de las sociedades caucásicas. La denominada “raza etíope” podía

aspirar tanto a reivindicar su soberanía en términos de independencia política, así como a

ser parte de una esfera pública internacional, donde estuviese a la par de las naciones más

industrializadas.2

En lo que respecta a la tercera vertiente, está identificada con la pretensión de una

serie de intelectuales caribeños de rehabilitar a la “raza africana”, a través de edificar el

pasado egipcio como un espectro de civilización que antecedió a la formación de las

naciones europeas que tomaron de ella préstamos intelectuales para constituirse en Estados

que consolidaron su progreso. Al respecto, es interés de esta investigación señalar que la

interpretación “firminiana” de esta tesis resulta innovadora, ya que obedeció a un esfuerzo

de observación y sistematización de los datos demográficos e históricos rescatados por

2
En este sentido, el constante debate entre las corrientes francófilas y anglosajonas hicieron que los políticos
haitianos defendiesen ambas posturas. La lógica de los últimos era la de tecnificar e industrializar a la
República Haitiana para salir a flote económicamente, tal como lo intenta demostrar Johanna von Grafenstein
al indicar que el camino mercantil del siglo XIX haitiano produjo un importante flujo de inversiones
extranjeras. Vid. Johanna von Grafenstein, “Haití en el siglo XIX. Desde la Revolución de esclavos hasta la
ocupación norteamericana (1791-1915)”, en Istor. Revista de Historia Internacional, CIDE, Año XII, N° 46,
Otoño de 2011, pp. 3-32.

96
Ollivier Beauregard, para conformar análisis etnológicos y caracterizar a Egipto como una

sociedad descendiente de la población negro-africana Nubia.3

Finalmente, la cuarta categoría corresponde al enfoque estético-restitutorio

proyectado por Firmin para abordar el estigma heredado por la Historia Natural, de que el

hombre negro era el eslabón entre los homínidos y la “raza caucásica”.4 Al negar esta

condición, lo que hacía Firmin era poner en condiciones de igualdad tanto a las personas de

origen africano como a quienes no lo eran, ya que hacia mediados del siglo XIX en Haití

las burlas hacia su condición de soberanía y república quedaban en entredicho a causa de la

publicación de libros como Soulouque et sa cour. Caricatures par Cham5, en donde se

caricaturiza de una manera grotesca los atributos físicos de la “raza haitiana”, hasta el

grado de asemejarla con primates.

En lo relativo a la primera categorización, concerniente a considerar a la raza en

términos de equidad, Firmin señalaba lo siguiente:

Los esclavistas, cerrando filas alrededor de las doctrinas poligenistas,

que no tuvieron mayores dificultades en adaptar a su sistema inmoral,

declararon que los negros eran de otra especie distinta a la de los

blancos y no podían ser declarados como sus semejantes. Quedaba

rota así toda solidaridad natural entre el etíope encadenado y el

orgulloso caucásico. Este podía tratarlo como un animal cualquiera, al

que se le deben sentimientos de piedad, pero no de justicia. Por su

parte los abolicionistas se esforzaban por demostrar que los negros

3
Vid. Antenor Firmin, Igualdad de las Razas Humanas. Antropología positiva, Aurora Fibla Madrigal, trad.,
La Habana, Ciencias Sociales, Instituto Cubano del Libro, 2013, p. 213.
4
Michele Duchet, Antropología e historia en el Siglo de las Luces: Buffon, Voltaire, Rousseau, Helvecio,
Diderot, Buenos Aires, Siglo XXI Argentina Editores, S.A., 1975, p. 210.
5
Soulouque et sa cour. Caricatures par Cham, Paris, Au Bureau du Journal le Charivari, 1850.

97
eran de una conformación anatómica y fisiológica perfectamente igual

a la de los blancos, salvo diferencias insignificantes y secundarias.6

De la anterior cita cabe destacar tres elementos que resultan significativos: que las

personas de origen africano eran inferiores a la raza caucásica; su vínculo primitivo-salvaje

que lo asemeja a un animal, y, finalmente, la manera en la que a estos hombres no se les

debía tener un sentido de justicia por haber sido esclavizados.

Por tanto, lo que menciona Firmin acerca de la defensa de la esclavitud por parte de

los teóricos poligenistas, es de llamar la atención porque de entrada asume que esta teoría

de distinción racial era partidaria de este fenómeno de orden económico-capitalista, ya que

la mención de que la humanidad en su conjunto no descendía de un antepasado en común,

creaba una distinción antropomórfica entre sociedades del orbe.

Y es que esta diferenciación, como hemos insistido en la tesis, tenía sus orígenes en

el enfoque naturalista de la historia del siglo XVIII. Al respecto, Michel Duchet

mencionaba que la aparición de la inserción del hombre en la Historia Natural, obedeció a

que el nacimiento de la antropología tuvo sus orígenes para justificar y realizar la historia

de las especies vivientes que se situaban en un mismo medio biológico: la Tierra.7 Entonces

si la intención de Firmin era desmontar esta ideología de la antropología del siglo XIX, su

pretensión era demostrar, desde esta misma ciencia, que las únicas divergencias entre los

hombres estaban en sus capacidades intelectuales y, acaso, en características fenotípicas.

Para el conde de Gobineau no resultaba de la misma manera, toda vez que el velo

protector de las naciones europeas sobre aquellas que antiguamente habían sido sus

posesiones, debía continuar. El riesgo de no guiarlas en el camino hacia el progreso estaba


6
Firmin, op. cit., p. 54.
7
Michele Duchet, op.cit., p. 199.

98
en que ocurriesen escenas como las de la República Haitiana. Al respecto, el diplomático

francés argüía lo siguiente sobre la condición de la población de origen africano:

Los pueblos de raza negra que viven en estado de libertad en el

interior de África, nos muestran por sus hábitos y desarrollo mental

por el que no pueden superar el nivel tribal. Por otro lado, es muy

trabajoso, en muchas colonias, sacar provecho de los negros; la tutela

de los europeos les es tan indispensable para mantener en ellos los

beneficios de la civilización, que la inferioridad de su inteligencia,

comparada con la del resto de los hombres, es un hecho irrefutable.8

Resulta interesante que Gobineau, a mediados del siglo XIX, desacreditase la

existencia de África, ya que este territorio debía su progreso a la presencia de los

“guardianes caucásicos de la civilización”. Pero resulta aún más revelador que Firmin lo

rescate en su obra, en tanto que el ascenso a la civilización de un pueblo era determinado

por Europa, y que su tribalización por salirse de los paradigmas y contextos culturales, no

resultaba extraño. Entonces si Haití contaba con una herencia africana ¿cómo debía lidiar

con el complejo de no ser moderno y tribalizado paralelamente?

Para el diplomático francés la “raza negra” no era proclive a ingresar a esta

condición de modernidad, debido a que la consideraba inferior. Fue por ello que el

Gobineau que Firmin retrata en su De l’égalité des races humaines, debía polemizar con el

contexto de la antropología de fines del siglo XIX, toda vez que la rehabilitación de la

“raza etíope” tenía que justificarse en el entorno de la viabilidad de su progreso,

gobernabilidad en términos de soberanía y, por supuesto, su rehabilitación. El autor de

8
Firmin, op. cit., p. 402.

99
Essai sur l’inégalité des races humaines puso el acento en la polémica en su escrito, al

indicar que:

Doy en suponer el caso en que las poblaciones de este desaventurado

país -refiriéndose a Haití- hubieran podido obrar de acuerdo con el

espíritu de las razas de las cuales proceden; en que, no hallándose bajo

el inevitable protectorado y el impulso de doctrinas extrañas hubiesen

formado su sociedad con libertad absoluta y siguiendo únicamente sus

instintos.9

Al respecto no debe perderse de vista que, hacia 1848, los territorios ultramarinos

franceses habían decidido abolir la esclavitud. En ese contexto, tanto detractores como

defensores de este sistema capitalista de producción económica, mencionaban que ésta

había desempeñado un rol pedagógico que encaminó a la población de origen africano

hacia la civilización, al tener contacto con una sociedad, para el caso la francesa, que los

encaminó a este objetivo. Aunque, y lo puntualiza Gobineau, el expresado “odio racial”

caracterizado por la sociedad haitiana (quizá en franca referencia a la mitología del

asesinato de plantadores y pobladores de origen galo a manos de Jean Jacques Dessalines)

culminaría en su autoaniquilamimento.

Por tanto, para que Haití se modernizase debía entrar en una contradicción

ontológica. El debate de su origen se centró en negar la matriz africana, asumir, como

hemos mencionado anteriormente, la imponente herencia cultural francesa; y entrar en

controversia con ella, porque no bastaba para su inserción al mundo progresista e

industrializado. Gerarde Magloire considera que la República Haitiana se decantó por

9
Arthur de Gobineau, Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas, trad. Francisco Susanna,
Barcelona, Apolo, 1937, p. 55.

100
Francia, toda vez que su clase política contó con las bases para legitimar su poder a través

de una ideología progresista y liberal, que controlase las formas de producción de la

Historia, hacer tábula rasa del pasado y convertir en modelos de ciudadanos galos a todo

haitiano.10

Sobre esta problemática el mismo Gobineau había reflexionado, toda vez que el

autoaniquilamiento de la caracterización y personalidad de Haití era evidenciado cuando su

élite y clase política habían optado por la cultura gala como modelo de referencia

gubernamental, cultural y diplomático. De esta forma, en la versión en español de Essai

sur l’inégalité des races humaines, su autor indicaba sobre la República Negra lo

siguiente:

Allí nos encontramos frente a una sociedad cuyas instituciones no son

sólo parecidas a las nuestras, sino que también derivan de las máximas

más recientes de nuestra sabiduría política…todo lo que los

pensadores más amigos de la independencia y de la dignidad del

hombre han podido escribir, todas las declaraciones de derechos y de

principios, han hallado eco en las riberas del Artibonita. Nada de

africano ha sobrevivido en las leyes escritas; los recuerdos de la tierra

camítica han desaparecido oficialmente de los espíritus…el lenguaje

oficial…las instituciones…son completamente europeas.11

10
Gérarde Magloire, “Haitian-ness, French-ness and History. Historicizing the French Component of
National Haitian Identity”, en Pouvoirs dans la Caraïbe, Spécial, 1997, p. 18. La postura de Magloire
polemiza con la de la francofilia haitiana expuesta por Watson Denis, particularmente porque el primero
identifica que todo aquello que tuviese un componente africano, en clara alusión al vudú, era proscripto y
considerado como “salvaje”.
11
Adriana Arpini, “Igualdad de las razas e interpretación de la historia en un discurso del haitiano Joseph-
Anténor Firmin”, en Erasmus, Año XIII, N° 1, 2011, p. 79.

101
De una manera un tanto contradictoria, la República de Haití hizo defensa a su

condición de civilización a través de un vínculo cultural hereditario galo. Watson Denis

señala que la nación caribeña optó por la adopción de la francofilia como un esquema de

relaciones diplomáticas para contener el anexionismo estadounidense a través del Corolario

Roosevelt de la Doctrina Monroe. Así las descripciones en rotativos haitianos y escritos de

finales del siglo XIX de la República Negra señalaban al país antillano como la “Francia

Negra”.12

A pesar de la insistencia de Haití por apelar a la occidentalización de su historia en

el siglo XIX, con todo y la eliminación de todo rastro africano, aún debía decidir la manera

en la que el anglosajonismo podía ayudar al país a industrializarse; a generar una vía

económica viable, así como evitar el actuar beligerante y anexionista de los Estados Unidos

de América en la región caribeña. Acorde a Brenda Gayle Plummer, Anténor Firmin

consideraba que una vía para tecnificar a Haití era intentar adoptar los modelos educativos

de Estados Unidos de América. No obstante, la misma autora indicaba que el modo de vida

anglosajón no correspondía al de las élites haitianas, toda vez que en el primero se

privilegiaba el linaje familiar, en lugar de la riqueza generada por el dinero.13

Y es que en la década de 1890 las migraciones de población sirio-libanesa al Caribe,

transformaron el panorama de las relaciones de poder económico en Haití. Esta singular

demografía propició que la burguesía del país se modificara. De hecho, fueron estas

12
Watson R. Denis, “Orígenes y manifestaciones de la francofilia haitiana: nacionalismo y política exterior en
Haití (1880-1915)”, en Secuencia. Revista de Historia y Ciencias Sociales. Publicación Trimestral del
Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, N°. 67, Enero-Abril de 2007, p. 100.
13
Brenda Gayle Plummer, “Black and White in the Caribbean: Haitian-American relations, 1902-1934”, tesis
de doctorado en Filosofía, New York, Cornell University, 1981, pp. 79, 88, 163 y 168. Era tal la repulsa en
contra de la recién creada burguesía comercial siria-libanesa que regularmente los militares haitianos
realizaban montajes de protestas en las principales ciudades de Haití, que regularmente terminaban con la
quema de casas de estos migrantes de Medio Oriente.

102
personas provenientes del Medio Oriente quienes fomentaron la cultura anglosajona en la

República Negra, toda vez que eran quienes abastecían de armas a las revueltas regionales

de principios del siglo XX y vendían a precios bajos las mercancías provenientes de

Estados Unidos.14

En este tenor el mismo Watson Denis en el contexto de secesión y luchas

diplomáticas entre Haití y Estados Unidos de América por el Mole Saint-Nicholas, rescata

un párrafo de una columna de The New York Times de fecha 24 de octubre de 1889, en

donde la línea editorial del rotativo señalaba: “Y la única cosa que Haití aún necesita es una

infusión de sangre blanca. He aquí un país rico sin comparación con una población

aproximadamente de un millón. Tan pronto como sea permitido, el capital blanco y la

energía blanca entrarán aquí.”15

Hasta ahora he expuesto la disyuntiva por la cual debía decantarse Haití para poder

equipararse a los esquemas de modernidad imperantes a finales del siglo XIX. Tanto la

francofilia como el anglosajonismo fueron dos paradigmas de progreso, diferenciados

regionalmente por las zonas de influencia colonial de esta centuria. Acorde a esta premisa,

es necesario cuestionarse lo siguiente: ¿cómo construyó y qué significaba para Anténor

Firmin la igualdad racial en términos de la presunción de una modernidad caribeñizante?

Para contestar a esta pregunta debemos definir la pretendida “igualdad racial” en

los términos de la modernidad caribeña. Y es que Firmin ideó su modelo de progreso

antillano a través de la recopilación de experiencias vitales de ideólogos que proclamaban,

como él, la conformación de un espacio caribeño unificado. En tanto que esta cohesión no

14
Íbid, p. 163.
15
Denis, Watson R. Denis, “Miradas de mutua desconfianza entre dos repúblicas americanas. El
expansionismo marítimo de los Estados Unidos frente a la francofilia haitiana, 1888-1898”, tesis de doctorado
en Filosofía y Letras, San Juan, Universidad de Puerto Rico, 2004, p. 115.

103
estuviese supeditada a una categoría socio-racial, el intelectual haitiano logró fincar el

concepto de “raza” a un espacio territorial definido, en donde las distinciones

antropométricas parecían no existir, toda vez que la diversidad y lo variopinto de las

sociedades humanas que habitaban y habitan El Caribe, debían estar definidas por su

comunión y, acaso, su capacidad de raciocinio.

A pesar de esta pretendida unión de las sociedades del Caribe, quedaba una

problemática por resolver: la definición de una ontología antillana propia, fuera de la

circunstancia y de la esfera de influencia francófona y anglosajona, aunque capaz de apelar

al progreso tecnificador para alcanzar el progreso económico y civilizatorio. Entonces se

acentuaba que por mucho que la herencia africana de la República de Haití fuese un

cúmulo identitario que definía un pasado glorificador, no podía ni debía ser una piedra de

toque que determinase la rehabilitación de la raza negra.

Al menos así lo confirma Firmin cuando reinterpreta la teoría social-darwinista y

señala que el evolucionismo, en lugar de dividir a las sociedades humanas, las pone en una

equilibrada y racional justa dimensión, ya que serían equiparables en aptitudes

intelectuales y no por su diferenciación acorde a medidas antropométricas que definirían su

inferioridad ante otras “razas”. De esta manera, el mismo intelectual haitiano en De

l’égalité des races humaines, enfatizaba que:

[…] al estudiar seriamente la teoría darwiniana puede verse que, en

lugar de sancionar la doctrina de la desigualdad, esta demuestra que

las razas humanas, por su constitución, están dotadas de aptitudes

iguales, y que las influencias secundarias de medio o herencia

explican la diferencia de desarrollo de cada grupo étnico en la

104
relativamente corta carrera transitada por toda la especie en su

evolución histórica. Esto podría ser cierto, incluso en contra de la

opinión personal del eminente naturalista inglés (Charles Darwin). Lo

más bello de las verdades científicas es que son manifestaciones de

leyes inmutables y eternas, y no resultan más convenientes para sus

descubridores que para el más pobre de los mortales […] Estoy

convencido de cuando se quiera estudiar profundamente las leyes de la

selección, se verá que no son favorables a la teoría que admite una

desigualdad congénita y original entre las razas humanas.16

Derivado de lo anterior, podríamos aseverar que la humanidad como un conjunto

determinado de sociedades regionalmente diferenciadas encontraría su única distinción en

su proceso evolutivo de desarrollo intelectual. Al respecto, Firmin retomó de la misma

antropología dos conceptos esenciales que dieron un toque de originalidad a su misma

concepción de raza. Nos referimos exclusivamente a la Etnología y Etnografía. En el

ideario antropológico del mismo intelectual haitiano, tanto un concepto como otro

resultaban complementarios para no describir únicamente las características

antropométricas del ser humano.

De esta manera, hacer etnografía para este personaje caribeño, era ir más allá de la

mera caracterización física de la especie humana, ya que esta disciplina era involucrada

como una ciencia cosmológica, abocada a comprender el todo que constituye las partes de

la humanidad, dejando de lado el característico rasgo de introducir la Historia del Hombre

16
Firmin, op. cit., p. 341.

105
en la Historia Natural.17 Por lo tanto, para los fines perseguidos por el mismo antropólogo

antillano, ambas ramas auxiliares de la Antropología se definían la una a la otra porque:

En una palabra, la Etnografía, tal como lo indica la etimología, es la

descripción de los pueblos, mientras que la Etnología es el estudio

razonado de estos mismos pueblos, considerados desde el punto de

vista de las razas. La primera sólo mira los grandes trazos exteriores,

mientras la otra examina las partes, las mide, las compara, busca

sistemáticamente entender cada detalle.18

Entonces la sistematización del estudio de la humanidad propuesta por Firmin se

enfocaba a la premisa de equidad de las “razas humanas”. Sin embargo, y no era de

esperarse de otra manera acorde al contexto científico de la época, el antropólogo haitiano

creía en la existencia de distintas razas que debían equipararse entre sí por su capacidad

intelectual y no por la medición antropométrica de sus capacidades físicas. Por lo tanto,

aplicado este axioma al evolucionismo darwinista, entonces podría interpretarse que la

especie humana podía ser perfectible, equiparable e inclusive digna de progreso dentro del

medio europeo, anglosajón y en el esquema de pensamiento Occidental.

Por tanto, ¿cuál era el modelo que debía seguir Haití cuando el imperio francés de

Carlos X les había cobrado una deuda externa exorbitante para reconocer su

independencia, y el liberalismo anglosajón de Estados Unidos significaba prácticamente el

anexionismo y control económico de sus medios de producción y financieros?19

17
Íbid, p. 24
18
Íbid, p. 24 y 25.
19
Vid. Anténor Firmin, Mr. Roosevelt. Président des États-Unis et la République d’Haïti, Paris et New York,
F. Pichon et Durand- Auzias/Hamilton Bank Note, 1905, p. 489. En lo concerniente al esquema de
modernidad que adoptaría Haití, Firmin señalaba que debería existir un punto medio en donde Francia se

106
Al respecto, Patrick Bellegarde-Smith abordó esta temática a través de una

conclusión a la que también llegaría Firmin: el análisis al interior del proceso de la

degradación de las élites haitianas y su escaso compromiso con el desarrollo tecnificante y

económico de la República Haitiana en el siglo XIX, se debió a que el liberalismo de esta

centuria era visto más como un resultado de vínculos intelectuales con Francia, que un

cambio económico profundo.20

En esta misma frecuencia, Bellegarde Smith rescata a Demesvar Delorme al señalar

que:

Es a través de la lengua que la civilización se difunde. El comercio y

otros intereses materialistas tienden a practicar la influencia práctica

del origen del lenguaje anglosajón. Gran Bretaña y los Estados Unidos

están tomando el control del mundo. Pero los intereses materialistas

no son los únicos buscados por la humanidad y corresponde a la

nación francesa contrarrestar esta tendencia materialista, mediante la

difusión de su lengua que es expansiva y civilizatoria en el mejor

interés de su influencia social y política.21

A pesar de que esta marcada tendencia por la francofilia fue utilizada por la clase

política haitiana como una doctrina diplomática de contención contra los embates de

anexionismo yanqui, hacia finales del siglo XIX no quedaba claro que Francia tuviese el

modelo idóneo para defender a la cultura haitiana. Un ejemplo de ello fue el silencio del

“americanizara” en el estricto sentido del anglosajonismo tecnificante; y que a su vez la Unión Americana
fuese más afrancesada en materia de sofisticación y cultura.
20
Patrick Bellegarde Smith, “Haitian Social Thought in the Nineteenth Century: Class Formation and
Westernization”, en Caribbean Studies, Vol. 20, Nº 1, March 1980, p. 26.
21
Íbid, pp. 27-28.

107
país europeo respecto a la pretensión estadounidense de establecer una base militar en

Mole Saint-Nicholas en el año 1891.22

En lo que respecta a la temática de la rehabilitación de la “raza negra” como parte

de una civilización, Anténor Firmin logró concebir a Egipto como un mecanismo cultural

que reflejó avances progresistas en África y a una escala mundial, toda vez que para el

intelectual caribeño, en palabras de Celucien Joseph, la importancia historiográfica de De

l’égalité des races humaines radicó en enfatizar el componente demográfico negro-

africano de la población de esta cultura y poner en entredicho que el origen de la

Modernidad se centraba en Occidente, sin siquiera estar en posibilidad de nutrirlo de otros

saberes, e inclusive señalar que Egipto formó parte del nacimiento del mundo moderno

desde África.23

Al respecto, y abundando en que Egipto era también parte del Mundo Moderno y

predecesor del pensamiento europeo, Anténor Firmin indicaba lo siguiente:

Por otra parte, la raza blanca no tiene el honor de haber inventado la

ciencia de los números ni la medida de la superficie. El origen de las

matemáticas se remonta al negro Egipto, la patria de los faraones.

Todos los científicos que se han ocupado de la historia de las ciencias

exactas, reconocen por unanimidad que los egipcios fueron los

creadores de la geometría. Más de 3000 años antes de la era cristiana,

22
De hecho, este evento puede resultar ilustrativo en cuanto a la incertidumbre que le generaba a Anténor
Firmin el alinearse ya sea a la francofilia o al anglosajonismo, toda vez que ambas tendencias liberales eran
contradictorias entre sí. Al respecto, esta investigación sostiene que la salida planteada por los intelectuales
caribeños para hacer frente a ambos esquemas dicotómicos de liberalismo fue la creación de la Confederación
Antillana como un modelo supranacional de defensa de los intereses de la región caribeña. Vid. Anténor
Firmin, Lettres de Saint Thomas. Études sociologiques, historiques et littéraires, Paris, V. Giard & E. Briére
Libraires- Editeurs, 1910, p. 129.
23
Celucien L. Joseph, “Anténor Firmin, the Egyptian Question and Afrocentric Imagination”, en The Journal
of Pan African Studies, Vol. 7, N° 2, August 2014, p. 133.

108
mientras las naciones europeas aún se encontraban en la barbarie, los

camitas que habitaban a orillas del Nilo, hacían ya cálculos

geométricos del área de diversas superficies.24

Anténor Firmin toma como referente al espacio africano egipcio como un territorio

donde se congregaron las condiciones necesarias para el desarrollo de sociedades

complejas que posibilitaron el nacimiento de una civilización. También trasciende que el

intelectual caribeño recurra a un esquema comparativo de paralelismos históricos, para

concluir que no siempre Occidente haya sido una vanguardia y luz del conocimiento de la

humanidad. El hecho de intentar desmontar esta inercia desde el espacio de la Société

d’Anthropologie de Paris no era una empresa fácil, principalmente por la negativa de los

científicos de la época en acreditar que el componente demográfico que pobló el delta del

Nilo era negro-africano.

Al respecto, cabe cuestionarnos ¿en qué se basó Firmin para señalar este

argumento? En De l’égalité des races humaines menciona que los patrones y asociaciones

lingüísticas entre sociedades de origen nubio y etíope correspondían a una misma rama

familiar y fenotípica que llegó a poblar el territorio conocido hoy en día como Egipto. Basó

el argumento en los estudios encabezados por Jean François Champollion, quien indicó

que los antiguos egipcios pertenecían a una raza de hombres semejantes a los kennous o

barabras, actuales habitantes de Nubia.25 Sin embargo, esta era una innovación

interpretativa para la época, toda vez que el mismo Conde de Gobineau había expuesto que

24
Firmin, Igualdad…, p. 217.
25
Íbid, p. 48.

109
la cultura egipcia tenía sus orígenes en sociedades asiáticas pobladas por gente de

descendencia caucásica.26

Al negar que todo el espectro reconocible de civilización era cobijado por el manto

progresista de Europa y Occidente, Anténor Firmin estaba reconociendo e introduciendo

que los orígenes de la cultura negro-africana, databan de un tiempo mayor que los de los

griegos y romanos. Inclusive, llegó a lanzar la insinuación de que habían sido ellos quienes

adoptaron la ciencia egipcia en su beneficio. Al respecto, Firmin señalaba:

En el siglo VI, antes del ocaso de su cultura, Grecia produjo a un

Pitágoras, quien dio muestra de grandes aptitudes para las ciencias. En

matemáticas, se le debe el descubrimiento de diversas propiedades de

los números; la demostración del valor del cuadrado de la hipotenusa

y otros teoremas. ¿No podríamos preguntarnos si llegó por si sólo a

estos resultados o si nos transmitió nociones recibidas de los

sacerdotes egipcios, en cuyo país vivió durante 25 años, el colegio

donde incluso fue catedrático de Tebas?27

El interés de Firmin en la civilización egipcia no resultaba extraño. Celucien Joseph

lo interpreta como un “afrocentrismo cultural”, que pretendía enraizarlo con la

rehabilitación de la raza etíope y así justificar los orígenes históricos de la modernidad

haitiana. Aunque cabe aclarar que, si bien el reconocimiento del Egipto africano como un

bastión civilizatorio de la humanidad era una realidad construida por el intelectual

caribeño, aún persistía en la República Negra la idea de borrar todo rastro de herencia

26
Íbid, p. 294.
27
Íbid, p. 218.

110
africana, principalmente en lo concerniente al vudú, como práctica religiosa de

perversión.28

Entonces, ¿dónde quedaban los señalamientos de la Antropología física que

indicaban la inferioridad del hombre de origen africano? Si bien la antropometría como

medida cuantitativa de las capacidades intelectuales del hombre no fueron borradas por los

científicos del siglo XIX, Firmin las cuestionaría al indicar que cuando la Europa

Occidental se encontraba en una especie de atraso religioso derivado de la Inquisición,

siglos atrás Egipto había rescatado a la humanidad como civilización, al dar a conocer sus

avances científicos.

Por tanto, exhibir el progreso egipcio y asemejarlo a una civilización

demográficamente conformada por nubios y etíopes, resultaba ser un mecanismo a favor

de la “raza negra”, porque debatía con sus detractores su posibilidad de evolucionar a

estadios similares a los de Estados Unidos, la Europa caucásica y todo aquello que a finales

del siglo XIX fuese entendido como Occidente. En este sentido el binomio raza-progreso

para Firmn jugaba un papel determinante, toda vez que ello daba pie a que se justificase

que la República Haitiana contaba con las mismas posibilidades de un gradual progreso

cultural. De esta forma, el intelectual antillano mencionaba:

Egipto era un país de negros africanos. La raza negra ha sido muy

importante entre todas las demás en la carrera de la civilización; es a

la que se le debe el primer destello del pensamiento, el despertar de la

inteligencia en la especie humana. A partir de ahora, cuando se les

hable a los negros de su inferioridad, tanto los sajones, como los

28
Joseph, op. cit., p. 133.

111
celtas, ligures e íberos, podrán recibir estas respuestas: “Ingratos”. Y

esta lacónica respuesta será suficiente, pues hablarán los viejos

monumentos del ardiente Egipto, desde Menfis a Meroe. Los helenos

les rendirán homenaje, los romanos rendirán homenaje a los helenos y

toda Europa saludará.29

Cabe aclarar que tras la muerte de Champollion la representación demográfica de

Egipto se transformó, ya que Samuel George Morton postularía que la conformación

craniana de las momias egipcias estaría más cercanas al tipo caucásico que al africano. Sin

embargo, Anténor Firmin en su faceta de antropólogo, debatiría esta idea a través del

análisis de las tipologías fenotípicas de las esculturas y monumentos egipcios. Con ayuda

de un método comparativo consistente en denotar las principales características pictóricas

de estas representaciones plásticas, concluyó que, demográficamente hablando, esta

civilización era un pueblo de raza negra. Para llegar a esta aseveración, el haitiano echó

mano de los estudios realizados por François Lernomant, quien consideraba que los rasgos

de las esculturas estaban más asociadas a las personas de origen etíope, porque sus caras

siempre aparecían pintadas de negro.30

Entonces, ¿cuál era el interés de Firmin por reconocer que la civilización egipcia

estaba conformada por población de origen negro-africano? El empeño del “Haitiano

Extraordinario”, como José Martí llamó a Firmin, era hacer visible, a través de un espectro

de difusión editorial de De l’égalité des races humaines, que las poblaciones de origen

africano a una escala mundial eran proclives de evolucionar y generar progreso dentro de

un entorno adverso contextualizado por el Congreso de Berlín. Tal es el caso de la

29
Firmin, Igualdad…, p. 321.
30
Íbid, p. 307.

112
reedición, en 1884, de Essai sur l’inégalité des races humaine del Conde de Gobineau, así

como la aparición editorial de Hayti or The Black Republic y la puesta en práctica de las

instrucciones antropológicas de Paul Broca en 1879. La serie de publicaciones

mencionadas contextualizan históricamente el pensamiento antropológico de la época y

ponían de manifiesto la inferioridad de la raza negro-africana en referencia, especialmente

ante la caucásica. De esta forma, el hecho de que Firmin intentase dejar de lado este

pensamiento sistémico imperialista desde la misma antropología con el ejemplo de Egipto,

también dejaba sentado que el trinomio raza-soberanía-gobernabilidad era posible tanto

para la República Haitiana, antorcha civilizatoria de la raza etíope, como para las naciones

africanas.

En lo concerniente al imaginario de la defensa de la estética negro-africana,

Anténor Firmin antepone su idea de belleza a todo símil que tuviese vínculo con un

estereotipo antropológico entre los homínidos y la “raza negra” y comparó el canon de

belleza occidental con el de la mujer de origen africano, porque buscó compararlo con el

haitiano. La persistencia en esta postura nos sugiere interpretar que ontológicamente la

perfectibilidad entre este grupo de personas y los caucásicos era posible, principalmente

porque su devenir histórico los había hecho proclives a evolucionar tanto intelectual como

estéticamente. Asimismo, se atrevía a señalar que, a pesar del estigma de la esclavitud

entre las poblaciones de origen africano, era posible encontrar cánones y virtudes de

belleza entre, por ejemplo, los haitianos. Al respecto, señalaba:

Que se vaya a Haití, donde la raza africana, en un clima más benigno

comenzó una lenta evolución por la única influencia del cambio de

hábitat, y ha recibido la marca de la vida intelectual y moral. Es un

113
hecho común encontrar entre los descendientes de la raza negra,

fisonomías bellas que recuerdan “las formas ideales del periodo

escultural clásico”, para utilizar la expresión de Hartmann, que, por

haber vivido en el país por un tiempo, no se sorprende de encontrar

haitianos muy negros, pero muy hermosos.31

Resulta curioso señalar, acorde a la anterior cita, que Firmin recurra a una

referencia del determinismo climático como un aspecto del darwinismo social para la gente

de origen africano. La taxonomía de un canon estético, al menos para Firmin, tenía que ser

hiper occidentalizado para poder insertarse en un contexto de asimilación de una cultura

como la haitiana, que había pretendido ser francofílica, deseaba la tecnificación del

anglosajonismo de Estados Unidos de América y negaba toda particularidad africana de su

componente nacional y ontológico.

Pero en la configuración estética de Firmin ¿cuál era el significado de belleza y en

qué forma se vinculaba con la igualdad de las razas humanas? La respuesta a esta

interrogante tenía que ver principalmente con una asociación de un trinomio entre libertad-

soberanía-gobernabilidad, toda vez que una persona podía ser enteramente bella, en la

medida que utilizase su libertad de decisión para elegir el poder político que condujese el

destino de un Estado-nación. En el caso de Haití, tras haber logrado su Independencia en

enero de 1804, había demostrado, en un periodo de tiempo relativamente corto, tener visos

de progreso. Sin embargo, el uso de la política en la República Negra resultaba ser una

compleja relación de sucesiones de poder, en un entramado regional caracterizado por

alzamientos de caudillos militares, financiados por potencias extranjeras en pos de la

presidencia del país antillano.

31
Íbid, pp. 238-239.

114
Entonces, el vínculo entre un canon esteticista y la equidad de razas humanas,

acorde al sistema ideológico de Firmin, se entrelazaba en un binomio de libertad/soberanía

y fecundidad, ya que los agentes históricos tenían la oportunidad de decidir a partir de una

condición igualitaria de progreso con otros países que se pretendían más civilizados y en

un entorno racializado acorde a características fenotípicas. Asimismo, se desmentía la

concepción de la infertilidad de la raza etíope al momento de emparentar con hombre y/ o

mujeres caucásicas, al hacer hincapié que:

El encanto de la mulata le viene de todos los elementos que

constituyen las bases estéticas de la belleza. Tan llena de vida como la

negra, tiene además ese contraste de colores cuya ausencia

ensombrece el brillo pictórico de la belleza etíope. De mayor

vivacidad que la blanca, tiene como ésta la ventaja los tintes

francamente diferenciados, los cuales ponen de relieve todas las

formas del rostro, aunque se mire lejos.Lo que la hace bella entre

otras, es que tiene todas las cualidades oscuras de su madre. Es

inteligente y orgullosa, pero tierna y dulce, atenta y sumisa, y se da

por entero cuando entrega su corazón. Todo esto hace nacer en ella

sentimientos de entusiasmo, amor e incluso heroísmo que relucen en

sus amantes ojos y se reflejan en su pura frente, con la luminosidad

característica de lo realmente bello.32

Resulta interesante identificar en este pasaje que Firmin logró rebasar la barrera

fenotípica de la población haitiana y conjugar en una sola descripción las aspiraciones

estéticas de la demografía de la República Negra. De esta manera encontramos el ideario

32
Íbid, p. 258.

115
“firminista” de este vínculo cuando el autor menciona, en De l’égalité des races humaines

que el reconocimiento de autores como Michelet había logrado la aceptación del

esteticismo de la herencia africana en Haití, que se conjugaba con el desarrollo de la

cultura, la educación y la libertad, piezas clave que en el siglo XIX resultaban ser un

sinónimo de la modernidad, en un contexto progresista. En palabras de Firmin:

Comprendo que, al observar estos rostros de miradas turbadoras, cuya

belleza cada vez más perfecta es la más bella conquista de la raza

africana llevada a Haití, Edmond Paul escribió: “Cuántas bellezas

negras en el pueblo”. Nuestro honorable compatriota no es el único que

manifestó este entusiasmo. Un escritor francés, cuya simpatía es muy

apreciada por la raza negra, el ilustre Michelet, le dedicó palabras de

oro que van al corazón y se graban en la mente de los hombres: “Fue

una felicidad para mí conocer que, en Haití, por la libertad y el

bienestar, por la cultura y la educación, la negra desaparece sin

mezclarse. Se convierte en la mujer negra de nariz fina y labios

delgados, e incluso el cabello se modifica. Allí donde aún sigue siendo

la negra y no puede refinar sus rasgos, la mujer negra es bella de

cuerpo. Tiene un encanto juvenil que no tuvo la belleza griega creada

por la gimnástica, siempre un poco masculinizada. Podría no sólo

despreciar a la odiosa Hermafrodita, sino la belleza musculosa de la

Venus en cuclillas del Jardín de las Tullerías. La negra es una mujer

diferente en relación con las orgullosas ciudadanas griegas. Es en

esencia joven, de sangre, corazón y de cuerpo humilde, infantil, nunca

se siente segura de agradar; siempre está dispuesta a hacerlo todo parar

gustar un poco más. Ninguna pesada exigencia cansa su obediencia.

116
Preocupada por su rostro no se tranquiliza por sus formas delicadas y

frescura elástica…”33

Finalmente, cabe resaltar que Firmin centró su canon de belleza en la mujer de

origen africano y la equiparó a un paradigma estético occidental. En este caso, no resultaba

extraño este vínculo para la época, puesto que, y como se ha señalado anteriormente, era el

género femenino el que representaba la fecundidad y la apertura de todo potencial síntoma

de progreso, porque era ella la receptora de todas las bondades y progresos de la “raza

africana”, así como cúspide libertaria de su esteticismo y desmitificación de su salvajismo.

3.2 Difusión e influencia de la obra de Anténor Firmin en Europa y entre los

intelectuales caribeños y estadounidenses

Dentro de la serie de cuestionamientos que he tratado de contestar, también debo de

preguntarme ¿cuál fue la recepción que tuvo el libro De l’égalité des races humaines en la

Société d’Anthropologie de Paris, en la misma Francia y en América? Hoy en día

realmente no se conoce la manera en la que esta sociedad acogió esta obra, ya que

solamente cuento con referencias acerca de su inscripción en la biblioteca y librería de la

asociación antropológica.

No obstante, la primera referencia con la que cuento para poder especular acerca de

la recepción de la obra de Anténor Firmin en el mundo occidental fue la correspondiente al

suplemento alemán titulado Bibliotheca Philologica Classica de los meses de enero a

marzo de 1885. En este trabajo, editado en Berlín, se hace referencia a la adquisición de

l’égalité des races humaines, a pesar de que el libro del intelectual haitiano haya salido a la

luz en el mes de mayo de 1885, en el apartado cuatro (4), alusivo a las obras de

33
Íbid, p. 249-250.

117
“Etnografía, Geografía y Topografía”. Asimismo, cabe destacar que, en la portada de la

citada obra, se lee la leyenda “Harvard College Library. Sep. 7 1886”, por lo que podría

especular que el libro del diplomático antillano tuvo difusión en los Estados Unidos de

América a partir de esta fecha.34

La segunda referencia es francesa y corresponde a la del discurso de apertura de

cursos que realizó Leonce Manouvrier35 en la Escuela de Antropología de París. La

alocución se intitulaba Place et importance de la Craneologie Anthropologique y apareció

en Materiaux pour l’Histoire primitive et naturelle de l’homme del mes de enero de 1886.

En el texto de Manouvrier se mencionaba escuetamente a Firmin, señalando que en el libro

escrito por él se apelaba a la igualdad de las razas humanas.36

El mismo autor reseñaría la obra de Firmin enarbolando sus cualidades

profesionales en el ámbito de la antropología a pesar de ser abogado de formación.

Evidentemente criticaba en el libro las inexactitudes cometidas al momento de categorizar

las taxonomías anatómicas del hombre. Resulta interesante que el mismo Manouvrier

destacaba que la tesis central de la obra De l’égalité des races humaines se centraba en la

premisa de que todas las sociedades humanas son iguales y que su única diferenciación

estribaba en su evolución intelectual. Además, mencionaba el fisiólogo francés, resultaba

innovadora la idea de que en los márgenes del Nilo surgiese un grupo humano emparentado

34
Bibliotheca Philologica Classica, Verzeichniss der auf fem Gebiete der Classischen Alterthumswissenschaft,
Berlín, Verlag Von. S. Calvary & Co., 1885, p. 308.
35
Leonce Manouvrier (1850-1927) fue un antropólogo, anatomista y fisiólogo francés discípulo de Paul
Broca. Fue director de la Societé d’Anthropologie de Paris en 1900. Entre sus logros académicos destacaron
haber sido el titular del laboratorio de antropología de la Escuela de Altos Estudios de París.
36
Vid. Materiaux pour l’Histoire primitive et naturelle de l’homme : revue mensuelle illustrée, Vingtième
volume, 3me série, Tome III, 1886, p. 33. Al respecto, Anne-Marie Drouin- Hans señala que la recepción en
Francia del libro de Firmin se puede rastrear a través de la primera reseña que realizó Leonce Manouvrier a
este en la Revue philosophique de la France et de l’étranger, Onzième année, Vol. XXI, janvier à juin 1886,
pp. 180-182. Cfr. Drouin- Hans, op. cit., p. 167.

118
con la “raza negra”, pero que hasta ese momento no existía prueba antropológica del dicho

de Firmin.37

Hacia el año 1889 apareció otra referencia bibliográfica a una revisión de la obra de

Anténor Firmin. Se trató del tomo quincuagésimo sexto de la Revue des Questiones

Historiques38, aparecido el primero de julio de 1889. La reseña del libro del intelectual

haitiano en esta publicación periódica corrió a cargo del Conde de Charencey39. En este

sentido, resulta sumamente interesante señalar que este personaje fue uno de los principales

filólogos franceses de mediados y finales del siglo XIX. Por lo tanto, ¿por qué esforzarse en

realizar una crítica a la obra de Anténor Firmin cuatro años después de la aparición de su

obra cuando supuestamente fue silenciada en un contexto de imperialismo y repartición de

territorios africanos?

En primer lugar, porque en el análisis de Charencey se mencionaba que resultaba

curioso que los habitantes del Valle del Nilo hubiesen sido de origen negro-africano, debido

a que señalaba que la demografía protosemítica que había poblado Egipto procedía de la

rama caucásica.40 El filólogo europeo indicaba que era imposible señalar la igualdad de las

razas humanas, porque influía el factor estético en el desarrollo de su intelecto. Así, en el

complejo panorama racial del siglo XIX, el concepto “raza” justificaba la inferioridad de

37
Revue philosophique de la France et de l’étranger, Onzième année, Vol. XXI, janvier à juin 1886, pp. 180-
182.
38
Revue des Questionnes Historiques, 24eme année, T. 56, 1er juillet 1889, pp. 336-339. La Revue des
Questiones Historiques fue una revista histórica fundada en julio de 1866 por el marqués Gastón du Fresne
Beaucourt y editada por Víctor Palmé, cuya periodicidad tuvo lugar hasta el año 1939. Su principal interés se
enfocó en cohesionar a los hombres de ciencia en el terreno de la fe.
39
Charles Félix Hyacinthe Gouthier (1832-1916), fue un filólogo y lingüista francés que se especializó en el
estudio de las lenguas y de la arqueología precolombina. En 1865 fundó la Sociedad de Lingüística de París;
en 1867 la Sociedad Filológica de la misma ciudad. Vid. www.euskkomedia.org/aunamendi/53252
[Consultado el 6 de mayo de 2017].
40
Revue des Questionnes Historiques, 24eme année, T. 56, 1er juillet 1889, pp. 336.

119
los pueblos humanos a través de la Antropología, por lo que surgieron discusiones que

situaban en un horizonte mayor el papel de los intelectuales caribeños.

Y es que la Société d’Anthropologie de Paris fue una asociación que evocaba una

parcial apertura a miembros que no fuesen necesariamente europeos, lo que propiciaba que

su ingreso resultase una ventana a los discursos ideológicos de la etnología, a la misma

antropología e inclusive al vínculo entre la aparición de taxonomías que insertaban al

hombre en la misma Historia Natural.41 En este sentido, hacia finales de 1890, la obra de

Firmin sería registrada como parte del acervo de esta misma sociedad de conocimiento, al

clasificarla como parte del inventario de su biblioteca.42

Asimismo, cabe señalar que, historiográficamente hablando se ha mencionado que

la De l’égalité des races humaines no fue siquiera discutida en esta sociedad de

conocimiento. No obstante, es de suma importancia destacar que, sí fue debatida por parte

de sus miembros titulares, como Leonce Manovrier y el Conde de Charencey, en ámbitos

de publicaciones periódicas tales como Materiaux pour l’Histoire primitive et naturelle de

l’homme: revue mensuelle illustrée y Revue des Questiones Historiques, desde donde

escribieron sus puntos de vista sobre la obra de Firmin.

En el mismo ámbito academicista francés, hacia el año 1892, en el Journal des

Économistes aparecería una reseña de De l’égalité des races humaines escrita por el

periodista, político y economista francés Frédéric Passy (1822-1912), quien comenzaba su

breve escrito de página y media, lamentándose de no haberlo leído cuando había aparecido

41
Duchet, op. cit., p. 202.
42
Catalogue de la Bibliothèque de la Société d’Anthropologie de Paris a la date du 31 décembre 1890
deuxième parte, Paris, G. Masson éditeur, 1890, p. 8. Al respecto, existe una sutil diferencia entre registro y
catalogación de la obra, porque en 1885 fue entregada por Firmin a dicha sociedad de conocimiento. En tanto
que en 1890 fue inventariada.

120
en 1885. No obstante, reconocía el mérito de la edición de esta obra al indicar que la

principal tesis de Firmin era poner a la “raza negra” en la más alta cultura intelectual y

moral, siendo él mismo una prueba viviente de tal aseveración. Finalmente, concluiría que

los asentimientos de bondad y dulzura deberían ser capaces de olvidar tanto la inequidad y

las faltas, así como la opresión de la que fue parte la sociedad de origen africano a manos

de lo que Passy llamaría el “Barbarismo Moderno” de Europa.43

En el espectro de difusión y recepción de la obra de Firmin en Estados Unidos,

podemos aseverar que para el año 1889, The Smithsonian Institution reportaba a su Board

of Regents de junio de 1887, la aparición de bibliografía con temática antropológica en la

sección II de su General Appendix. En ella figuraba De l’égalité des races humaines como

novedad. Derivado de lo anterior, podríamos suponer que desde 1886 la obra de Firmin fue

conocida y difundida en los recintos bibliográficos de las sociedades científicas en Europa

y Estados Unidos. A pesar de su pronto arribo a la esfera intelectual y científica

estadounidense, debería consultarse la prensa de la época para saber si realmente existieron

comentarios y reseñas sobre la obra.44

Otra referencia a la adquisición de su obra fue la del Annals of the American

Academy of Political and Social Science. La publicación periódica fundada en Philadelphia

el 14 de diciembre de 1889, reportaba en el año 1892 entre las adquisiciones de su

biblioteca, la De l’égalité des races humaines. Habían corrido apenas siete años tras la

publicación de esta obra, cuando a principios de la década de los noventa del siglo XIX, el

mismo ámbito académico norteamericano fue indiferente, por segunda vez, a esta
43
Journal des Économistes. Revue Mensuelle de la Science Economique et de la Statistique, Cinquante et
unième année, 5e Série, Tome XI, Juillet à Septembre 1892, pp. 277-279.
44
Annual Report of The Board of Regents of The Smithsonian Institution, showing the operation, expenditures
and condition of the institution for the year ending june 30, 1887, Washington, Government Printing Office,
1889, p. 552.

121
interpretación de la equidad racial fuera de los circuitos occidentalizadores de la

Antropología.45

En la misma tónica y en el mismo año de publicación, aparecería la segunda edición

de la obra Christian Anthropology, del Reverendo John Thein. El volumen citado, acorde a

la introducción realizada por Charles George Herbermann, buscaba conciliar el progreso

científico y espiritual de la humanidad, acorde al grado evolutivo alcanzado durante finales

del siglo XIX. Específicamente en el capítulo XIII, titulado “Specific Unity of Mankind”,

Thein cuestionaba si las personas de origen africano podían llegar a ser los pares (es decir,

los iguales) del hombre blanco. Su respuesta a esta interrogante era afirmativa, a pesar de

que aún persistía el determinismo geográfico de los climas tropicales como obstáculo para

su desarrollo civilizatorio. Para argumentar a favor del progreso, en términos de evolución

de la “raza africana”, recurre a lo escrito por Firmin en De l’égalité des races humaines. Al

respecto, indicaba que él había logrado comprobar que, al menos para el caso haitiano, su

desarrollo podía quedar fuera de duda, aun cuando líneas arriba mencionase que la mayoría

de la población de origen africano a nivel mundial apenas pudiese leer y escribir.46

Dos casos similares sucedieron con las menciones y adquisiciones realizadas entre

noviembre y diciembre de 1897 del Monthly Bulletin of Books Added to the Public Library

of the City of Boston y el Index-Catalogue of the Library of The Surgeon-Generals Office.

En lo concerniente al primer caso, se mencionaba que la obra había sido integrada y

clasificada a la colección de la biblioteca pública de esta ciudad de la costa este de los

Estados Unidos.47 Mientras que, para el segundo, dentro del desarrollo del concepto del

45
Annals of the American Academy of Political and Social Science, N° 4, Vol. 2, January 1892, p. 152.
46
John Thein, Christian Anthropology, 2nd edition, New York, Benziger Brothers, 1892, p. 434.
47
Monthly Bulletin of Books Added to the Public Library of the City of Boston, Vol. III, 1898, p. 15.

122
vocablo “Anthropology”, se mencionaba De l’égalité des races humaines como un libro de

referencia.48

Retomando la manera en la que la obra del mismo Anténor Firmin fue recibida,

difundida e inclusive olvidada y silenciada, debemos señalar en la presente investigación

que este discurso historiográfico ha correspondido más a una corriente de pensamiento

generada desde el mismo siglo XX, la cual se ha producido en los Estados Unidos por

medio de Carolyn Fluehr-Lobban y ha abogado por señalar el silenciamiento occidental,

mas no insular y caribeño de la obra, ya que recordemos que la traducción al inglés de De

l’égalité des races humaines se dio en un contexto académico donde el conocimiento del

intelectual caribeño resultaba nulo y tuvo que ser un equipo conformado por los mismos

haitianos quienes se encargaron de dar a conocer la obra.49

Aunque no es nuestra intención señalar la existencia de intereses editoriales en torno

a la difusión de una obra en el medio de habla anglosajona, sí resulta evidente destacar que

la manera en la que se realizó el acercamiento de Fluehr-Lobban hacia la obra de Firmin

para su traducción, pareciera más una meta de difusión que un propósito de reivindicar al

mismo intelectual antillano en un espectro de opinión pública más amplificado.

Me refiero específicamente al escaso interés que hubo en explicar los mecanismos

de inserción que provocó la obra en la misma Francia. El material hemerográfico

investigado en la tesis desdibuja en gran medida esta aseveración de los espacios de debate

del libro de Anténor Firmin, toda vez que fue desde el mismo contexto intelectual europeo,

48
Index-Catalogue of the Library of The Surgeon-Generals Office, United States Army, Authors and Subjects,
second series, vol. I, Washington, Government Printing Office, 1896, p. 520.
49
Vid. Un acercamiento a la Igualdad de las razas humanas, Jean Maxius Bernard, trad. Habana, Instituto
Cubano del Libro, 2011, p. 15-16.

123
de donde se pueden obtener reseñas acerca de su obra y la manera en la que desempeñó su

tarea como diplomático de la República Haitiana en Francia.50

En este sentido, suele prestarse a una confusión el tratamiento de la información que

aparece en las mismas publicaciones periódicas galas. Por un lado, buscaban resaltar la

figura de Firmin anteponiendo descripciones y adjetivaciones que iban de la mano con su

cargo diplomático. Al menos así lo denotaba la Revue Diplomatique51 del año 1900, al

realizar una sucinta descripción donde indicaba la manera en la que desarrolló sus estudios

primarios, su inserción en la política haitiana como un aliado de las mentes liberales, así

como la fundación de Le Messager de Nord en 1878 y su arribo a París a finales del siglo

XIX, como Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de Haití tras la muerte del

General Manigat.52

Lo interesante de estas dos páginas que ocupa el rotativo para describir a Firmin, no

es el catálogo de cargos públicos que desempeñó tanto en El Caribe como en Francia, sino

los comentarios finales que realiza Auguste Meulemans53, director del referido periódico, al

indicar al lector que Anténor Firmin había escrito una obra “bien apreciada” con el título

50
Historiográficamente la obra de Firmin ha sido abordada desde el análisis de su contenido como un testigo
de finales del siglo XIX. Sin embargo, no se ha reparado en la contribución acerca de la difusión de su lectura
en Francia y en América. Para el caso europeo, la hemerografía consultada nos brinda una radiografía de la
manera en la que De l’égalité des races humaines tuvo un nivel de recepción y desmiente, en gran medida, la
forma en la que se ha solapado su silenciamiento en el espectro académico galo.
51
Al parecer, la Revue Diplomatique realizaba investigaciones acerca de las temáticas que publicaba o tenía
contactos con las representaciones diplomáticas de los países que tenían relaciones con Francia, toda vez que
el editor de la revista, Auguste Meulemans, había sido cónsul general y secretario de legación del país
europeo. Al menos así lo anunciaba en las primeras planas de la publicación periódica.
52
Revue Diplomatique, 23me Année, N° 46, 11 de noviembre de 1900, primera plana y p. 2.
53
Auguste Meulemans (1831-1902) fue un geógrafo y diplomático belga radicado en París cuyas
publicaciones centraron su atención en América del Sur, la región de Los Balcanes en Europa, así como en El
Mahgreb. Fundó la Revue Diplomatique, siendo su principal interés realizar un compendio semanal de las
principales personalidades diplomáticas del mundo radicadas en París.

124
“Igualdad de las razas humanas” y que, además era miembro de asociaciones destacadas

en Francia, entre las que se encontraba la Société d’Anthropologie de Paris.54

Para realizar una categorización acerca de la manera en la que Anténor Firmin fue

difundido en los materiales hemerográficos consultados, debemos reconocer tres momentos

imprescindibles para la presente investigación: el primero está vinculado a la respuesta que

se le dio a su obra a través de publicaciones periódicas, que compilaron reseñas acerca de

las mismas sobre temáticas de corte histórico y antropológico que aparecían en Europa. La

temporalidad dependió exclusivamente del momento en el que se publicó De l’égalité des

races humaines (1885) y hasta el año 1902.

Por ejemplo, en el periódico Le Petit Journal55 de fecha 11 de julio de 1891, se

consigna que generalmente la modestia no es la principal característica de las personas

negras. Sin embargo, el Ministro de Relaciones Exteriores (sic) de la República de Haití,

había publicado un grueso volumen titulado De l’égalité des races humaines, consagrado a

la apología de la raza negra. En él, acorde al redactor de la nota, Firmin arengaba a sus

compatriotas como la “gente del futuro” y predice el dominio del mundo por parte de ésta.

No obstante, la redacción del rotativo ironiza la frase al señalar que ojalá el futuro no fuese

tan negro.56

El segundo momento obedeció a la aparición de colaboraciones del diplomático

haitiano en el rotativo dirigido por Benito Sylvain57 en París entre los años 1890 a 1897, y

54
Revue Diplomatique, op. cit., p. 2.
55
Le Petit Journal, fue un periódico parisiense fundado por Moïse Polydore Millaud en 1863 y editado hasta
1944. Su éxito se debió a que su precio no fue tan oneroso y facilitó su difusión entre el pueblo francés,
llegando inclusive a un tiraje de un millón de ejemplares, lo que le permitió que apareciesen novelas seriales
que fueron difundidas principalmente en la provincia gala.
56
Le Petit Journal, Año 29, N° 10424, 11 de julio de 1891.
57
Benito Sylvain (1868-1915), fue un militar y diplomático haitiano que desempeñó el cargo de secretario de
la Legación de Haití en Londres. Hacia 1890, fundó en París La Fraternité. Organe des interets d’ Haïti & de

125
cuyo título era La Fraternité. Organe des intérêts d’ Haïti & de la race noire.58 Resultaba

paradigmático que un hebdomadario fundado en Francia por un estudiante proveniente de

Haití, acogiese las ideas de Anténor Firmin para difundirlas en un contexto en el que el

colonialismo francés en África y el Este asiático estaban en pleno apogeo.

En lo concerniente al financiamiento de este periódico, no es intención de esta

investigación ahondar en ello; sin embargo, bastará con señalar que era apoyada

monetariamente por sus suscriptores, quienes aportaban una módica cantidad para su

realización y distribución, así como el pago de las inserciones publicitarias que aparecían al

final de la publicación periódica referida.

Respecto a las temáticas en las que Anténor Firmin participó en La Fraternité…,

caben resaltar las críticas que realizó a Paul Broca, al indicar que la antropometría, y en

específico la medición craneométrica de los hombres, resultaba poco fiable y un peligro

para la constatación de su principal argumento en contra de la utilización de la antropología

con fines de justificación y dominación colonialista de los hombres, es decir, la equidad

entre las razas humanas.59

En cuanto a la tercera categorización que reconoce el presente escrito, encuentro

una mezcla entre descripciones del activismo político del diplomático haitiano entre los

años 1900 y 1908 (fechas que coinciden con las revueltas firministas en Haití para hacerse

la race noire, mismo que tuvo una vigencia hasta 1897. En 1893, Sylvain asistió al primer congreso
antiesclavista en Bruselas. Debido a sus acciones a favor de la raza negra, es considerado padre del
panafricanismo.
58
El rotativo tuvo una vigencia de 1890 a 1897. Entre sus principales colaboradores estuvieron Víctor
Schoelcher y Anténor Firmin, éste último dedicó varias de sus participaciones al tema de la igualdad de las
razas humanas. Entre las principales actividades del periódico estaba indicar el nombre y cantidad de
estudiantes haitianos que realizaban estudios en Francia, así como temas de actualidad que reflejasen el
progreso de la “raza negra”.
59
La Fraternité. Organe des intérêts d’Haïti & de la race noire, Cuarto año, N° 7, París, 27 de marzo de
1894.

126
del poder y llegar a la presidencia del país caribeño), así como pequeñas referencias acerca

de su obra De l’égalité des races humaines. Ejemplo de ello fue la publicación Le Matin.

Derniers Telegrammes de la Nuit60, donde se mencionaban las incitaciones que provocó

Firmin en contra del gobierno del presidente Tiresias Simon Sam, su parentesco con la hija

del “dictador” Sylvain Salnave, Rosa Salnave y finalmente el reconocimiento intelectual

que brinda el periódico al acotar que al escribir De l’égalité des races humaines, sería

considerado como un políglota y enciclopedista de primer orden.61

Se puede encontrar una ejemplificación más acerca de esta categoría que

proponemos, en el periódico francés Les Temps62 de fecha 8 de octubre de 1905. En este

caso habían pasado ya 20 años desde que apareciera la obra De l’égalité des races

humaines; sin embargo, en la sección La Vie Littéraire de este rotativo, se aprecian tres

peculiaridades que aportan indicios acerca de la difusión de la obra de Anténor Firmin en

Francia. La primera tuvo que ver invariablemente con la mención de la obra, aunque

debemos cuestionarnos cuál fue el interés del encargado de la sección literaria del

periódico, cuestión que será mencionada en los siguientes puntos.

La segunda temática está íntimamente relacionada con la argumentación ofrecida

por el intelectual antillano respecto a la conformación demográfica de Egipto como negro-

africana y el valor que le otorgó como una simiente de la cultura occidental. Al respecto,

recordemos que el principal argumento que Firmin esgrimía en su obra era la conformación

60
Le Matin: Derniers Telegrammes de la Nuit, fue una publicación periódica francesa que apareció el 26 de
febrero de 1884, cuyo principal objetivo era proporcionar a sus lectores informaciones telegráficas universales
y verídicas. Vid. Journal-le-matin.over-blog.com/article-le-matin-son-organisation-sa-puissance-son-action-
42705523.html [Consultado el 6 de mayo de 2017]
61
Le Matin. Derniers Telegrammes de la Nuit, Año 17, N° 6003, 2 de agosto de 1900, p. 2.
62
Le Temps fue un periódico francés publicado entre el 25 de abril de 1861 y el 30 de noviembre de 1942.
Fue fundado por Edmund Chojecki y su línea editorial siempre fue moderada. Ello le llevó a convertirse en el
periódico más leído entre la élite política francesa antes de iniciar la Gran Guerra.

127
de una zona cultural negro-africana, demográficamente poblada por personas de color que

emigraron del territorio nubio-etíope y desarrollaron la cultura egipcia63, de la cual los

griegos y los romanos tomarían su conocimiento para trasladarlo hacia la Europa

continental.

En lo concerniente al tercer punto, y el cual también está relacionado con la primera

temática, tenemos la mención que realizó el periódico sobre la obra de Firmin como

“lirismo gobineano de un hijo de la tierra libre haitiana”. En este sentido, resultaba poco

convencional que se le atribuyese al diplomático caribeño una filiación, e inclusive

parentesco intelectual e ideológico con el mismo Gobineau, principalmente porque,

historiográficamente hablando se les ha disociado enfatizando que la obra del haitiano ha

sido una respuesta a los postulados de iniquidad de las razas. Inclusive, alude el

hebdomadario en un tono sarcástico, el mismo Firmin afirmaba que la “raza caucásica”

debía su regeneración al contacto con la gente de origen africano”.64

Respecto a la deuda de la raza caucásica con la gente africana debido a la

regeneración de la primera, debemos señalar que resulta poco plausible tal aseveración,

debido a que el mismo Gobineau señalaba que la mezcla entre “razas” causaba una

degeneración porque no se mantenían sus rasgos originales. No obstante, si el comentario

orienta su cauce hacia la afirmación de que la cultura occidental tomó como préstamos

culturales lo realizado por la capacidad intelectual de Egipto, entonces se negaría

categóricamente la similitud ideológica entre Firmin y Gobineau, además de que el primero

innovaría en el terreno de la injerencia de la herencia africana a Europa.65

63
Firmin, Igualdad…, p. 218.
64
Le Temps, Año 45, N° 16181, 8 de octubre de 1905, p. 2.
65
Firmin, Igualdad…p. 321.

128
Una posición totalmente contraria a la aquí descrita por el periódico Les Temps fue

la que otorga, de nueva cuenta, La Revue Diplomatique en su número de fecha 3 de

noviembre de 190166. En la página tercera de este diario su director -Auguste Meulemans–

exponía la temática de las relaciones raciales en Estados Unidos durante la época de la

presidencia de Roosevelt. El título del reportaje “M. Le président Roosevelt et la question

des noirs”, indicaba el porcentaje demográfico que componía la población de origen

africano en la unión americana y la manera en la cual su trato dejaba mucho que desear en

comparación con las políticas aplicadas por Francia hacia sus antiguos esclavos.

De hecho, la frase “la igualdad de las razas hoy en día es una de las piedras

fundamentales de la filosofía europea” empleada, en el diario como un tajante formulismo

que enfatizaba la vanguardia de Francia como el benévolo benefactor del término de

justicia en la humanidad, resulta discursivamente de una vertiente exageradamente liberal.

Y es que la piedra angular del liberalismo francés en términos de relaciones raciales no era,

siquiera, ejemplificado por algún filósofo, historiador o literato galo. La figura recurrente

fue un haitiano: Anténor Firmin.

¿Por qué el diplomático haitiano era el paladín retomado por Francia para justificar

la igualdad entre las razas humanas? Al respecto propongo dos hipótesis: la primera tiene

que ver invariablemente con el título de la obra del representante de la República Haitiana

en París. De l’égalité des races humaines resultaba ser el pretexto que mejor ejemplificaba

la tónica del discurso galo respecto a las relaciones raciales, ya que poner en la justa

dimensión la valía del hombre por su capacidad intelectual y no por corpóreas mediciones

que arrojaran taxonomías y mesuras de su inteligencia, dejaban por detrás el determinismo

66
Revue Diplomatique, 44eme Année, N° 44, 3 de noviembre de 1901, p.4.

129
antropológico en boga en la Société d’Anthropologie de Paris, muy a pesar del contexto

colonialista que se respiraba con el repartimiento africano por parte de las principales

potencias europeas.67

En lo concerniente a la segunda hipótesis, considero que Auguste Meulemans

deseaba dejar constancia de que las políticas colonizadoras de Francia hacia sus territorios

ultramarinos, incluido Haití, habían dejado como herencia cultural un complejo y a la vez

asequible sistema pedagógico, que permitió a la sociedad haitiana asimilar la modernidad

occidentalizante de los colonizadores galos. Entonces Anténor Firmin aparentaba ser para

la misma Francia, por así decirlo, la prueba viva del sometimiento ideológico del

colonialismo implantado en La Española hacia finales del siglo XVII; pero, además, la

justificación de actos deleznables perpetrados por Occidente en pos del progreso y la

idealizada armonía de las dinámicas raciales que generaban incertidumbre en latitudes que

no involucrasen el dominio territorial galo.68

En cuanto a la recepción de la obra De l’égalité des races humaines en la sociedad

haitiana del siglo XIX, no cuento con registros hemerográficos, bibliográficos o

referenciales acerca de la acogida que tuvo la obra en el país caribeño. Se puede realizar un

parangón de su difusión en El Caribe a partir de la descripción de redes intelectuales que el

autor llegó a tener con personajes que estaban a favor de un proyecto de unicidad en la

región.

67
Íbid, p. 5.
68
Aunque la idea de progreso en el siglo XIX estuvo aparejada a la incertidumbre debido a las dinámicas
económicas y geopolíticas que propiciaron el colonialismo en el Caribe, y específicamente en Haití, la
influencia de Francia en la esfera cultural propició una dependencia que generó patrones de asimilación e
inclusive defensa del cosmopolitismo galo como una contención a la influencia en la región por parte de los
Estados Unidos. Vid. Denis, “Orígenes...”, p. 95.

130
¿Para qué y para quiénes escribió Anténor Firmin De l’égalité des races humaines?

En la traducción al español de su libro, editado por el Instituto del Libro Cubano en el año

2013, se indica que el libro estaba dedicado a todos los hijos de la raza negra, dispersos en

la tierra inmensa. Lo dedica también a Haití y a su gigantesco porvenir. Ello da una idea de

una primera pretensión del autor. Sin embargo, en este punto de la investigación considero

que Firmin realizó su investigación enfocándose en dos contextos vinculados

políticamente.69

El primero estuvo inminentemente relacionado con la manera en la que abordó su

obra inmersa en una sociedad de conocimiento como lo era la Société d’Anthropologie de

Paris. Por lo tanto, el diplomático haitiano escribió para esa sociedad, a fin de contrarrestar

todo el utillaje y bagaje científico e intelectual que había propuesto la Antropología de las

postrimerías del siglo XIX. Es decir, Firmin intentó que los modelos taxonómicos de

medición antropométrica fuesen descartados por teóricos y científicos parisinos como Paul

Broca y Paul Topinard en una época en la que la Antropología era aliada del colonialismo,

para justificar y motivar el repartimiento de territorios con sociedades que, a la vista de

Europa, resultaban salvajes e incivilizadas, tal como puede ejemplificarlo el Tratado de

Berlín del año 1884.

El segundo público para quien Firmin escribió su obra fue para los mismos

intelectuales caribeños, en su mayoría haitianos, que nombra en De l’égalité des races

humaines. Nos referimos a Louis Joseph Janvier, Fréderic Marcelin, Geoffrin Lopez, así

como Emmanuel Edouard, entre otros. Fueron ellos muestra palpable del éxito intelectual

que estaba teniendo la “raza negra” a pesar de que existiesen detractores que en ese

69
Firmin, Igualdad…Vid. Dedicatoria.

131
preciso momento estuvieran sometiéndola física e ideológicamente a través de conceptos y

concepciones antropológicas.70

Pero ¿existieron más ligas intelectuales que haya podido conformar Anténor Firmin

en El Caribe a su regreso a Haití desde París? La respuesta es afirmativa. No obstante,

resulta curioso señalar que la difusión de su obra no tuvo un corte inmediatista, debido a

que la conformación de vínculos con intelectuales de la época tuvo que buscarse y darse a

través de intereses políticos compartidos, a decir, la conformación de una Confederación

Antillana.71 Sin embargo, debemos señalar que en un correlato donde la francofilia haitiana

resultaba una política de diplomacia que pretendía la contención de la injerencia de Estados

Unidos de América en la región, la constitución de una Confederación Antillana también lo

era, y no exclusivamente en el marco de los intereses de la República Negra, sino en el de

una meta común: hacer del Caribe un territorio independiente de la influencia del Tío Sam.

Al respecto, debemos recordar que desde el año 1878, y tras la Protesta de

Baraguá72 de Antonio Maceo73, el revolucionario cubano pensaba conformar una entidad

supranacional conformada por Cuba, Puerto Rico, República Dominicana y algunos países

del Caribe Centroamericano y Haití. La República Negra era necesaria en esta integración

regional, ya que era ella la que contaba con la experiencia libertaria y de resistencia en un

contexto en el que España corría el riesgo de perder sus posesiones ultramarinas en

70
Íbid, pp.393-400.
71
Phillipe Zacaïr, “Haiti on his mind: Antonio Maceo and caribbeanness”, en Caribbean Studies, Vol. 33, N°
1, Enero-Junio, 2005, p. 51. Respecto al encuentro entre Antonio Maceo y Anténor Firmin Vid. Diana Cantón
Otaño, Joseph Auguste Anténor Firmin: lazos con Cuba, Montreal, Les Editions du CIDIHCA, 2016, p. 8.
72
La Protesta de Baraguá de 1878 fue un acto de resistencia política encabezado por Antonio Maceo, en
donde proclamaba la independencia de Cuba por parte de España y la abolición de la esclavitud. Vid. Cantón
Otaño, op., cit., p. 49.
73
Antonio Maceo Grajales fue un militar afrocubano nacido en 1845 en Santiago de Cuba. En 1868 se unió al
ejército insurgente durante la Guerra de los Diez Años. Cfr. Zacaïr, op. cit., p. 53.

132
América, debido a revueltas de corte independentista que podían ser coaccionadas por los

Estados Unidos de América para su posterior anexión.74

El mismo ideario de Confederación Antillana, acorde a Phillippe Zacaïr, también se

vio reflejado en el pensamiento político e identitario del boricua Ramón Emeterio Betances,

quien en el año 1870 proclamaba desde Puerto Príncipe la urgente necesidad de crear dicha

entidad supranacional con la finalidad de que España no intentase aplastar la insurrección

cubana para luego vender a Cuba a los Estados Unidos de América y posteriormente allanar

el camino de la absorción de todas las Antillas por parte de la raza anglo-sajona.75

Inclusive, una de las variaciones a la citada Confederación Antillana la tuvo el

escritor de Guadalupe, Henri Adolphe Lara. En Lettres de Saint Thomas, Anténor Firmin

enfatizaba que las pretensiones de Lara iban más allá de la creación de la entidad

supranacional para contener la injerencia del país de las barras y las estrellas en la región

caribeña. Su objetivo era la creación de una “Federación de Negros Antillanos”

encabezada por Haití.76

En cuanto a José Martí, Diana Cantón Otaño, también enfatiza que era preocupación

del “Apóstol Inmortal”, la realización de una Confederación Antillana que estuviese

integrada por algunos países de América Central, Venezuela, Ecuador y Colombia, así

como islas hispanoparlantes, anglófonas y francófonas del Caribe.77 En estricto sentido,

74
El Caribe: Intereses geopolíticos y dominación colonial, María del Rosario Rodríguez (coord.), Morelia,
Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2000, p. 133.
75
Zacaïr, op. cit., p. 51.
76
Firmin, Lettres…, p. 129.
77
Diana Cantón Otaño “Presencia de Cuba en Joseph Anténor Firmin: Puntos de coincidencias”, en Cary
Hector (dir.), L’actualité d’Anténor Firmin: Hier, Aujourd’hui et Demain, Actes du Choloque Internationale
Anténor Firmin tenu á l’Université Quisqueya les 14-16 décembre 2011, Puerto Príncipe, Editions de
l’Université d’État d’Haïti, 2014, p. 107.

133
¿cuál era la verdadera preocupación de los intelectuales caribeños para conformar esta

Confederación?

Dentro del contexto de tratar de explicarnos porqué la obra de Firmin De l’égalité

des races humaines debía estar vinculada a la intelectualidad caribeña a través de un

correlato político, resulta interesante situar la obra dentro de una realidad insular americana

de constantes pretensiones de anexionismo territorial de las Antillas a Estados Unidos. Fue

por ello que quizá Firmin no haya escrito para gente como Maceo, Martí y Betances, sino

que estos intelectuales posiblemente hayan retomado en la década de los noventa del siglo

XIX su escrito, con la finalidad de tener motivos fundamentados para comenzar revueltas,

revoluciones y proclamas que justificasen teóricamente la igualdad y el derecho que tenían

de soberanía fuera de los lazos de la misma España o de la marcada influencia bélica de la

Doctrina Monroe impuesta en El Caribe y América por parte de los Estados Unidos.

Al menos es una hipótesis de lectura de la obra de Firmin que puede quedar

sustentada con la influencia que tuvo sobre José Martí, ya que acorde a la misma Diana

Cantón Otaño, al momento de que fue abatido en Dos Ríos, el “Apóstol Inmortal” traía

consigo una serie de anotaciones en lengua francesa referentes a aforismos sobre las razas

humanas. Al respecto, el historiador cubano Luis Toledo Sandé, ha señalado que se trataba

de apuntes tomados de la obra De l’égalité des races humaines, ya que realizó un cotejo de

estos papeles en el Archivo Central del Instituto de Historia y Cultura Militar de Madrid.78

No fue solamente José Martí quien tuvo la oportunidad de leer las ideas en torno al

concepto de raza de Anténor Firmin. Acorde a Jean Maxius Bernard, los líderes del Partido

78
Íbid, p. 113

134
de los Independientes de Color79 también lo hicieron, entre ellos Evaristo Estenoz80 y Pedro

Ivonet81, ambos veteranos del Ejército Mambí y descendientes de haitianos que habían

combatido al lado de Antonio Maceo82, así como el Dr. J. R. Gonsalba –Encargado de

Negocios de Uruguay en Cuba- en la primera década del siglo XIX. De hecho, un ejemplar

firmado por Firmin y cuya propiedad era del diplomático suramericano, se encuentra hoy

en día en la Biblioteca Nacional de La Habana.83

Otro de los personajes que tuvieron la oportunidad de leer la obra De l’égalité des

races humaines, fue el mismo Ramón Emeterio Betances. En su libro Lettres de Saint

Thomas, el “Haitiano Extraordinario” como lo llamaba José Martí a raíz de su encuentro en

Cabo Haitano en 1893, mencionaba que el Dr. Betances le tomó gran estima después de

haber leído su texto, debido a que le reconfortaban sus ideas de progreso y rehabilitación de

la raza negra. 84

Otro boricua que logró leer, o al menos conocer la obra De l’égalité des races

humaines, fue José Rodríguez Castro, quien en su libro Cosas de Haití: notas de viaje a

este país, publicado en 1893, señalaba que conoció al diplomático haitiano, cuya valía

como intelectual y persona se debían a que había escrito un ejemplar titulado Igualdad de
79
El Partido de los Independientes de Color fue una asociación política conformada en Cuba por Pedro
Ivonet y Evaristo Estenoz, cuyo ideario político establecía la conmutación de la pena de muerte a la población
afrocubana y el nombramiento de ciudadanos de color como diplomáticos. En mayo de 1912, los líderes del
partido político decidieron levantarse en armas cuyo resultado fue fatídico, toda vez que fueron asesinados
alrededor de cinco mil personas.
80
Evaristo Estenoz Corominas (1872-1912), fue un militar y político afrocubano que fundó el Partido
Independiente de Color. Durante la intervención estadounidense a Cuba en 1899, fue encarcelado porque
abogaba por una jornada laboral de ocho horas. En 1912 participó en la Guerrita de agosto, como ayudante de
Quintín Bandera. Cfr. Silvio Castro Fernández, La masacre de los independientes de color en 1912, 2ª
edición, La Habana, Instituto Cubano del Libro/Editorial Ciencias Sociales, 2008, p. 283.
81
Pedro Ivonet Dofourt (1860-1912), fue un militar afrocubano que participó al lado de Antonio Maceo en la
Guerra de 1895. Asimismo, fue fundador del Partido Independiente de Color con el propósito de reivindicar a
las personas de “raza negra”. Falleció en mayo de 1912 en el levantamiento armado de los independientes de
color. Cfr. Castro Fernández, op. cit., p. 281.
82
Diana Cantón Otaño, “La présence de Cuba en Firmin” en Rencontré, N° 26-27, septiembre 2012, p. 86.
83
Firmin, Igualdad… p. VIII.
84
Firmin, Lettres… p. 127.

135
razas que le había valido su inserción a la Sociedad Antropológica de París. Derivada de

esta reseña sobre Firmin y, específicamente a lo concerniente a su papel como defensor del

territorio haitiano frente a las pretensiones de Estados Unidos sobre el Mole Saint-Nicolas,

el mismo Rodríguez Castro comentaba que “sentía que ese negro, que valía más que

muchos miles de blancos, no fuera en vez de haitiano, puertorriqueño”.85

A lo largo de estas últimas páginas he referido las ligas intelectuales de personajes

latinoamericanos y del Caribe que leyeron la obra De l’égalité des races humaines. De

igual forma, señalo que debido a que no contábamos con la suficiente evidencia de que sus

congéneres y compatriotas hubiesen leído la obra en mención, fue una opción metodológica

de la presente investigación explicar la difusión y proyección de la obra del diplomático

haitiano en los circuitos intelectuales caribeños. Sin embargo, y con la imperiosa necesidad

de hacer hincapié en que De l’égalité des races humaines llegó a tener una difusión en

términos políticos y sociológicos en Francia, en la misma República Haitiana durante las

postrimerías del siglo XIX y comienzos del siglo XX, se cuenta con escasos testimonios

para señalar el impacto que tuvo en la misma sociedad haitiana.

A pesar de este obstáculo de carácter metodológico, en el mismo libro Lettres de

Saint Thomas, Anténor Firmin indicaba que Auguste Magloire86, entonces director del

periódico haitiano Le Matin87, había utilizado en múltiples ocasiones sus obras M.

85
José Rodríguez Castro, Cosas de Haití. Notas de viaje a este país, Ponce, Tipografía El Telégrafo, 1893, p.
152.
86
Auguste Magloire (¿? - ¿?), periodista haitiano director del rotativo Le Matin. En 1908 recopiló una serie de
artículos que aparecieron en su diario, lo cuales tituló como Etude sur le temperament haitien, en donde
argumentaba que debido a que los haitianos habían heredado el comportamiento francés del conocimiento,
ellos no tenían la capacidad de pensar por sí mismos. Por lo contrario, deberían adoptar el pensamiento
anglosajón para realizar estudios técnicos y vincularse con Estados Unidos. Cfr. León D. Pamphile, Haitian
and Afro Americans. A heritage of tragedy and hope, Gainesville, University Press of Florida, 2001, pp.98-
99.
87
David Nicholls. “Haití, 1870-1930”, en Bethell, Leslie (ed.), Historia de América Latina. 9. México,
América Central y El Caribe. c 1870-1930, Barcelona, Crítica. 2000, p. 283. El corte temático del periódico

136
Roosevelt: Président des Etats Unis et de la République d’Haïti (1905) y la De l’égalité des

races humaines (1885) para la escritura y edición de su libro Étude sur le temperament

haïtien88, cuya aparición editorial se dio en Puerto Príncipe en el año de 1908.

De una manera que rayó en tonos de recriminación hacia el director del rotativo

haitiano, Anténor Firmin exponía que le resultaba denigrante el que un personaje de tan

ilustre influencia en la República Negra fuese capaz de malinterpretar los principales

postulados de sus escritos, apoyarse argumentativamente en ellos y, sobre todo, haber

realizado una obra en los que sus puntos de vista fueron sacados de contexto,

malinterpretados e inclusive criticados para que se editase un libro. Y es que lo que le

preocupaba sobremanera a Firmin era la forma en la que se le impedía a las personas de

origen africano en Estados Unidos, su inserción en el espacio público, ya sea laboral e

inclusive de relaciones sociales como la educativa.89

Al respecto, narra una anécdota propia donde comenta la manera en la que fue

objeto del racismo estadounidense. Describe da escena durante su estancia en la ciudad de

Nueva York a finales de 1884. El político haitiano se encontraba en un establecimiento de

comida donde solicitó tres veces un vaso de agua. Las mismas veces le fue negada, hasta

que apareció el dueño del restaurante quien señaló a su empleado le diese lo que solicitaba,

ya que “parecía ser un caballero”.90

estaba enfocado en la defensa de la tecnificación progresista de Haití. Sus adherentes eran denominados como
anglosaxonnistes. Entre sus principales personajes se encontraban Auguste Magloire, director de Le Matin.
88
En el libro Auguste Magloire plantea las diferencias de los sistemas educativos en Estados Unidos de
América y Haití, a través de la implantación del anglo-sajonismo que trae consigo un liberalismo comercial de
corte capitalista que conlleva términos de progreso en el ámbito material e industrial del desarrollo de los
países. Vid. Auguste Magloire, Etude sur le temperament haitien, Port-au Prince, Imprimerie-Libraire du
Matin, 1908.
89
Firmin, Lettres… pp. 394-395.
90
Íbid, p. 399.

137
Retomando el espectro de la difusión de la obra De l’égalité des races humaines en

Haití, me aventuro a lanzar la hipótesis de que su lectura en el medio intelectual haitiano

estuvo en buena parte mediado por la difusión de los periódicos. Párrafos arriba he

señalado que fue Auguste Magloire, director de Le Matin en Haití, uno de los personajes

que tuvo la oportunidad de consultar la referida obra. Considerando esta premisa, hago

hincapié en establecer que La Fraternité. Organe des intérêts d’ Haïti & de la race noire,

dirigido por Benito Sylvain, fue un escaparate y un medio de contacto a través del cual se

conocieron las ideas de Firmin en la misma Europa y también en la República Negra.

El principal argumento que puedo señalar es que también aparecían en el

hebdomadario constantemente las listas de haitianos que venían a realizar estudios a

Francia. En ellas se indicaba su región de origen y el nombre e institución académica a

donde venían a realizar sus estudios. En este sentido, podemos considerar que una parte de

ellos fueron los abonados que recibían el periódico y, en consecuencia, conocieron las ideas

y obra de Anténor Firmin debido a que sus reflexiones sobre la ciencia antropológica, el

término de raza y la igualdad de éstas aparecieron a menudo entre los reportajes y lecturas

de La Fraternité…91

La obra de Anténor Firmin no fue solamente conocida indirectamente por este

rotativo. Hacia 1919 Jean Price Mars publicaría el libro La vocation de l’élite. En él

contenía una serie de ensayos, conferencias y artículos referentes al papel de la República

Negra a lo largo de la Historia Mundial. Específicamente en el texto titulado Le Prejugé

des Races, a propos du livre de Mr. Jean Finot, escrito el 17 de noviembre de 1906 como

91
Una muestra de lo que referimos se puede constatar en los ejemplares que aparecieron en fechas de 13 de
julio de 1892, 25 de abril de 1893, 9 de agosto de 1893, 27 de marzo de 1894, 15 de agosto de 1894 y 4 de
noviembre de 1895 de La Fraternité. Organe des intérêts d’Haïti & de la race noire.

138
una conferencia realizada en la Alianza Francesa de París, menciona a Anténor Firmin y De

l’égalité des races humaines como una obra pionera en la antropología, para desmitificar el

paradigma de pensamiento que establecía la iniquidad del hombre, debido a parámetros de

medición y taxonomías corporales, tales como la antropometría y la frenología.92

Un ejemplo más de los intelectuales y políticos de la época que leyeron De l’égalité

des races humaines, fue el caso del aparente diputado de Haití “Jérémie”. Su obra titulada

L’effort, cuya escritura data de 1898, pero su aparición fue en 1905 en Puerto Príncipe,

menciona en un apartado que un principio de verdad que todo haitiano debe atestiguar, es el

de la igualdad de las razas humanas. En este sentido, mencionaba que Anténor Firmin había

dado luces al respecto al mencionar que la evolución de la “raza negra” justificaba esta

creencia. Asimismo, indicaba que el espíritu del África indómita había renacido en Haití y

ella estaba al servicio de todas las personas para continuar con los lazos de fraternidad

universales con la humanidad, ya que la libertad era un deber que tenía que reivindicar,

principalmente porque África sería el cerebro del mundo.93

Un intelectual haitiano más que logró retomar ideas de De l’égalité des races

humaines, fue Hannibal Price. En su De la rehabilitation de la race noire par la

Repúblique d’Haïti, cuya aparición editorial tuvo lugar en 1900, siete años después de su

muerte en 1893, mencionaba que, tal como lo había ya dicho anteriormente Firmin, Haití

sería el instrumento de la aspiración de la equidad entre las “razas humanas”. No obstante

que Price retomó esta idea, también dotó de gran alegoría judeocristiana esta restitución del

hombre de origen africano, al señalar que se asociaba a la obra de Dios, ya que él había

92
Jean Price Mars, La vocation de l’élite, Port-au-Prince, Imprimerie Edmond Chenet, 1919, p. 165.
93
Jérémie (ancien député d'Haïti), L'Effort, Port-au-Prince, Imprimerie L’Abeille, 1905.

139
insinuado que, para que existiese el anhelado equilibrio entre sociedades, éstas debían

amarse las unas a las otras.94

Derivado del análisis que he realizado respecto al espectro de difusión que tuvo la

obra de Anténor Firmin en Haití, podemos señalar una marcada tendencia y recepción de

públicos. Es decir, realmente quienes tuvieron acceso a De l’égalité des races humaines, en

un primer plano, fueron los intelectuales haitianos, miembros de partidos políticos e

inclusive hacedores de opinión pública y publicable en rotativos de la República Negra.

Por lo anterior, realmente su acceso se vio restringido a los principales círculos de la

burguesía letrada de las postrimerías del siglo XIX. En este sentido, retomando los

ejemplos de Auguste Magloire y Hannibal Price, puedo hacer hincapié en que ambos eran

letrados. El primero fue director del periódico Le Matin; en tanto que el segundo fue

Ministro Plenipotenciario de Haití en Estados Unidos durante el periodo de 1891 a 1893.

Aunque la obra de Price fuese publicada post-mortem en 1900, puede percibirse

notoriamente que la circulación de las ideas y conceptos de Firmin rebasaron el ámbito del

Caribe Insular, ya que el deceso de Price ocurrió en el país de las barras y las estrellas. En

este sentido, y acorde a lo que señala el político haitiano en su libro Lettres de Saint

Thomas, podría presumir que en la Unión Americana hubo una recepción de De l’égalité

des races humaines entre un selecto círculo de intelectuales, diplomáticos y defensores de

la “raza negra”95, tales como Frederick Douglass96, Thomas Fortune97, Booker T.

Washington98 y el Dr. T. W. Stewart.

94
Hannibal Price, De la réhabilitation de la race noire par la République d’Haïti, Port-au-Prince, Imprimerie
J. Verrollot, 1900, p. 145.
95
Firmin, Lettres… p. 400.
96
Frederick Augustus Washington Bailey, mejor conocido como Frederick Douglass (1818-1885), fue un
político, embajador y abolicionista estadounidense. Hacia 1889 fue nombrado Ministro Plenipotenciario de la

140
El segundo plano de difusión de espectros de públicos rebasó el siglo XIX y se

insertó en cuatro momentos específicos de la historia de la edición de la De l’égalité des

races humaines. El primero pertenece a la reedición de la obra en Haití durante los años

1968 y 1985 a través de Les Editions Fardin, lo que supuso una masificación de la obra en

la República Negra. La segunda instantánea está vinculada a la aparición en Francia de la

obra en cuestión, misma que fue reeditada por Ghislain Geloin en 2003, basándose en el

original cuyo repositorio se encuentra en la Biblioteca Nacional de Francia.99

Respecto al tercer momento, debo señalar la traducción al inglés de la obra cumbre

de Firmin. Los encargados de esta tarea fueron Asselin Charles y Carolyn Fluehr-Lobban.

Al respecto, resulta de suma valía señalar que tanto Charles como Jacques Raphael

Georges, ambos haitianos, resultaron ser una generación de emigrantes de la República

Negra hacia Estados Unidos de América que traían consigo un bagaje cultural específico.

Dentro de éste, la obra de Anténor Firmin resultaba cercana, principalmente porque habían

existido ediciones de De l’égalité des races humaines en Haití en los años 1963, 1965 y

1985, respectivamente. Ello me hace aventurar que en el mismo país caribeño su difusión

estuvo al alcance de estudiantes universitarios desde la década de los sesenta hasta

mediados de los años ochenta. Entonces, el espectro de difusión de la obra estuvo aparejado

nación americana en Haití, de la cual renunció en 1891 al intentar su gobierno establecer una base naval en
Môle Saint-Nicholas.
97
Thomas Fortune (1856-1928), fue un periodista afroamericano cuyo primer rotativo se denominó People’s
advocate con sede en Virginia. Hacia 1887, como una reacción en contra del clima de violencia en contra de
las personas de origen africano en Estados Unido, fundó la National Afro-American League. Al final de su
carrera, logró ser el editor del Negro World, publicación fundada por Marcus Garvey.
98
Booker T. Washington (1856-1915), fue uno de los principales promotores de la educación para las
personas afroamericanas en Estados Unidos al convertirse en el director de la Tuskeegee Normal and
Industrial Institute, hoy en día Tuskeegee University.
99
Cfr. Elinet Daniel, “Anténor Firmin y José Martí: crítica epistemológica y perspectivas desde el Caribe
insular”, tesis de doctorado en Estudios Latinoamericanos, México, Universidad Nacional Autónoma de
México, 2017, p. 126.

141
con una generación que conoció el referido texto, en una época políticamente convulsa para

Haití.100

En este sentido, la traducción de Asselin Charles del año 2000 propició la difusión

de la obra de Firmin para los medios académicos de habla inglesa. Sin embargo, como ya

he mencionado con anterioridad, el interés editorial de Fluehr-Lobban se limitó a dar a

conocer como una hazaña intelectual propia, el “redescubrimiento” de De l’égalité des

races humaines, sin siquiera mencionar que su importancia radicaba en la exaltación y

reivindicación de la “raza negra” en América, a través de mecanismos que resultaban

propios de la Antropología decimonónica y parisina.101

El último momento de difusión que esta investigación logró identificar, fue la

correspondiente a los proyectos editoriales realizados por la Editorial Ciencias Sociales del

Instituto Cubano del Libro. El folleto titulado Un acercamiento a la Igualdad de las razas

humanas, editado en 2011, fue una compilación de fragmentos de la obra de Firmin

traducida al español. En este compendio se rescatan textos sobre el contacto que tuvo con

José Martí en 1893 en Cabo Haitiano; y la traducción que realizó Lino D’Ou a la

conclusión del libro del diplomático haitiano y que fueron retomados de los papeles de este

Teniente Coronel.102

100
Vid. Un acercamiento…, p. 15.
101
El carácter difusionista de las investigaciones de Fluerh-Lobban respecto a Anténor Firmin puede
identificarse en la manera en la que editorialmente realizó la traducción de De l’égalité des races humaines
sin siquiera relacionar al autor con posibles esferas públicas de difusión de su lectura en los Estados Unidos
de América, en la misma Francia y principalmente en el Caribe.
102
Íbid, p. 78. Los editores del libro Un acercamiento a la igualdad de las razas humanas retoman
fragmentos del rotativo cubano Diario de la Marina. Cabe recalcar que las secciones Ideales de una raza de
fechas 30 de marzo y 6 de abril de 1930, pertenecen a traducciones al español del capítulo final de De
l’égalité des races humaines realizadas por Lino D’Ou en esta publicación periódica. El mismo Teniente
Coronel mencionaba que Juan Gualberto Gómez le había comentado que en el Congreso de Antropología de
Bélgica -no especifica el año de su celebración- el nombre de Anténor Firmin fue muy citado. Cfr. Diario de
la Marina, Año XCVIII, 30 de marzo y 6 de abril de 1930.

142
El segundo proyecto de la Editorial Ciencias Sociales fue la aparición, en 2013, de

La Igualdad de las razas humanas. Antropología positiva. Resulta de gran valía mencionar

que esta edición es imprescindible para la difusión de la obra de Firmin en el mundo de

habla hispana, debido a que tuvieron que transcurrir 128 años para que se diera a conocer

su corpus intelectual en materia antropológica y reivindicatoria de las personas de origen

africano en el orbe y, en especial, el papel de Haití en esta tarea.103

Asimismo, hay que hacer hincapié que otro elemento de importancia es la forma en

la que sus prologuistas nos indican la manera en la que Firmin tuvo vínculos con Cuba, a

través de su estadía como Ministro Plenipotenciario de la República Negra y las relaciones

que logró conformar con los integrantes del Partido de los Independientes de Color, tales

como Evaristo Estenoz y Pedro Yvonet, ambos descendientes de esclavos de Saint-

Domingue, que arribaron tras la Revolución Haitiana.104.

Sin embargo, los contactos que logró tener Anténor Firmin con personas del ámbito

intelectual y revolucionario, no fueron únicamente exclusivos del contexto político cubano.

Acorde a los registros de la Sección de Puerto Rico del Partido Revolucionario Cubano,

por lo menos existieron dos personajes que lograron contactar al autor de la De l’égalité des

races humaines, durante el mes de septiembre de 1897.105

Me refiero a los reportes relacionados con las actividades tendientes a recolectar

recursos y a difundir la causa independentista de Puerto Rico respecto al gobierno español,

103
Firmin, Igualdad…, p. XXII.
104
Íbid, p. XXI.
105
Memoria de los Trabajos Realizados por la Sección Puerto Rico del Partido Revolucionario Cubano.
1895-1898, New York City, Imprenta de A.W. Howes, 1898, pp. 82-86.

143
que realizaron Antonio Mattei Lluberas106 y el Gral. A.F. Morales. En cuanto al primero,

destacamos que fue uno de los principales hombres de abolengo de la provincia de Yara,

Puerto Rico, lugar de su nacimiento, y donde, junto con otros miembros de la sociedad

puertorriqueña, conspiró en contra de la monarquía española. En su relato al partido,

mencionaba que su principal objetivo era promover entre los haitianos la adherencia a la

causa de Borinquen, y conseguir los fondos necesarios para comenzar el proceso

independentista de Puerto Rico. Entre las descripciones que Mattei Lluberas menciona en

su reporte, indicaba haber conocido a Anténor Firmin en su papel de Ministro de Finanzas

de Haití. Esta mediación, comentaba el mismo Lluberas, fue propiciada por Ramón

Emeterio Betances, quien le había otorgado salvoconductos para que el mismo Firmin le

brindase cualquier facilidad, durante su estancia en Haití.107

En lo concerniente a A.F. Morales108, general dominicano adicto a la causa

revolucionaria de Borinquen dirigió sus reportes a J. J. Henna109 –entonces presidente del

Directorio Revolucionario de Puerto Rico- durante su estancia en varias islas del Caribe,

entre ellas la República Negra. El principal cometido del Gral. Morales era el de desmentir

los esfuerzos de Lluberas durante su estadía en Haití, al haber señalado que ni las

recomendaciones del Dr. Betances lograron conseguir las condiciones necesarias para

obtener dinero y los simpatizantes necesarios para comenzar con el proceso independentista

106
Antonio Mattei Lluberas (1857-1908) fue un comerciante y político puertorriqueño, proveniente de una
familia de abolengo en Corsia. En 1897 proclamó la Intentona de Yauco junto con Mateo Mercado, la cual
buscaba proclamar la independencia de Puerto Rico frente a España.
107
Memoria…, pp. 106-115.
108
Realizando una búsqueda sobre este personaje, únicamente podemos señalar que era dominicano, opositor
a Ulises Heureaux, presidente de la República Dominicana en tres ocasiones (1882-1884; 1887-1893 y 1893-
1899). Ramón Emeterio Betances en la obra Las Antillas para los Antillanos lo menciona en la misiva que
envía a J.J. Hena de fecha 9 de octubre de 1895. Vid. Ramón Emeterio Betances, Las Antillas para los
Antillanos, 2ª edición, San Juan, Instituto de Cultura Puertorriqueña, 2001.
109
José Julio Henna (1848-1824), fue un médico y político puertorriqueño fundador de la Sección Puerto Rico
del Partido Revolucionario Cubano en Nueva York. Posteriormente apoyó la anexión de Puerto Rico a los
Estados Unidos de América.

144
boricua. Entre las actividades del personaje castrense caribeño en Haití, mencionaba su

encuentro con Firmin en Cabo Haitiano, en septiembre de 1897.

El militar dominicano señalaba que, por desgracia, Anténor Firmin ya no era

partícipe del gobierno haitiano como Ministro de Finanzas, pero que, sin lugar a duda,

podrían contar con su apoyo para que los simpatizantes de la causa de Borinquen saliesen

de los litorales haitianos en el momento que así fuera propicio. En este sentido, Morales

sentía un profundo agradecimiento por la disposición de Firmin a apoyar a Puerto Rico,

indicando que su ayuda era equiparable a la que Pétion brindó a Colombia para lograr su

independencia de España.110

Ahora bien, derivado del análisis de la difusión y condiciones materiales de edición

de la obra de Anténor Firmin, además de suponer acerca de los posibles patrocinadores y

receptores de la obra tanto en Francia como en El Caribe, así como en la misma República

Negra, debemos preguntarnos ¿por qué y para qué escribe Firmin la obra De l’égalité des

races humaines? El mismo Firmin exponía en su texto que había escrito su obra porque

deseaba comprobar la inexistencia de la inferioridad de la “raza negra o africana” respecto

a las demás, a través de la demostración del intelecto de personalidades haitianas, ejemplo

para este cometido.111

El otro propósito, tal cual lo menciona el autor en su obra, era el de desmantelar el

postulado de la iniquidad de las razas humanas, expresando que todos los hombres, tanto

negros como blancos, son iguales por sus cualidades, como lo son en cuanto a derechos.112

110
Memoria…, pp. 97-100.
111
Firmin, Igualdad... p. 5.
112
Íbid, p. 7.

145
En este sentido, Anténor Firmin escribe también para debatir los postulados

defendidos por Joseph Arthur de Gobineau en torno a los señalamientos de

ingobernabilidad y despotismo que ejercía la población de origen africano en el tema de

soberanía política y progreso. Al respecto, debemos señalar que no únicamente el autor que

estudiamos escribió para acallar esta voz, también lo hizo para generar una esfera pública

desde París, a fin de señalar, desde las sociedades de conocimiento, como lo fue en su

momento la Société d’Anthropologie de Paris, que el desarrollo intelectual del Caribe no

estaba supeditado a patrones de pensamiento Occidental. Principalmente porque –como

retoma Michael Dash a Gordon Lewis- De l’égalité des races humaines fue un estudio

sistemático del modo de ver la antropología en el siglo XIX, más que un texto polemista.113

De este modo, y retomando las palabras del mismo Dash, un enfoque analítico más

que se le puede otorgar a la obra de Firmin, es el de conceptualizar un universalismo que

tendió a señalar las posibilidades para dejar de lado la occidentalización del pensamiento

racista europeo y, por lo tanto, el manejo del determinismo racial que se había moldeado,

principalmente en la antropología física de la escuela francesa.114 Por lo tanto, es viable

señalar que De l’égalité des races humaines en parte fue escrita para debatir, desde los

mismos esquemas de la antropología, las concepciones europeas sobre el vínculo entre el

concepto de humanidad y progreso que la misma Europa había concebido sobre América y

la simiente africana que allí se había establecido, debido al paso de la esclavitud.

113
Dash, “Nineteenth…”, p. 47.
114
Michael Dash, “The disappearing island: Haiti, History and the Hemisphere”, en The Fifth Jagan Lecture
and the Third Michael Baptista Lecture Presented at York University on March 20, 2004.

146
Al respecto, el mismo Anténor Firmin cita a Bory de Saint Vincent en su obra

L’homme (Homo). Essai zoologique sur le genere humain –obra editada en París en 1827-,

señalando:

Nadie duda que el cerebro de un etíope sea tan capaz como el de un

austriaco de concebir ideas correctas, por ejemplo, o como el del

beocio de Europa o incluso el de cuatro de cada cinco franceses, que

pasen por ser el pueblo más inteligente del universo. En una parte

específica del Caribe, en Haití, se ven algunos hombres con fama de

ser intelectualmente inferiores, que dan prueba de una racionalidad

como no existe en toda la península Ibérica e Italia juntas. Puede

augurarse que si los africanos, pervertidos en su suelo natal por

nuestro contacto, permanecen allí hundidos por siglos en la barbarie,

no sería así en las lejanas islas donde la avaricia europea los ha

exiliado.115

La obra del autor en cuestión también resultó una elaborada respuesta que

fundamentaba el concepto raza como una particularidad que no podía deslindarse de rasgos

fenotípicos. No obstante, equiparaba las capacidades intelectuales de las personas de origen

africano con aquellas que en apariencia debían ser herederas del progreso por permanecer

en Europa.

A pesar de esta supuesta igualdad estudiada por el mismo Anténor Firmin en De

l’égalité des races humaines, debo hacer hincapié en que, aún cuando la República Haitiana

se esforzase por emular el progreso francés, siempre estaría a la retaguardia de éste. Al

intentar asimilar la premisa de la evolución de las sociedades, adoptar la francofilia haitiana


115
Firmin, Igualdad…p. 38.

147
como un modelo de proteccionismo diplomático y notar las contradicciones, en términos de

modernidad, que ésta y el anglosajonismo tecnificante de Estados Unidos ofrecían,

entonces la adopción de vías del “ser moderno” obstaculizaban el desarrollo de una

representación del poder de la República Negra que fuese soberano y acorde al patrón

Occidental de gobierno (entiéndase europeo y estadounidense).

En este sentido, resultaría un tanto insulso considerar la prerrogativa firminiana de

que todos los hombres son el hombre. Si bien el precepto judeocristiano apela a un

reconocimiento de hermandad entre las razas, a partir de una condición de igualdad, ésta

estaba supeditada a un contexto de intervencionismo, colonialismo, anexionismo, injerencia

económica y elaboración de mecanismos intelectuales que justificaran la inferioridad de las

personas de origen africano. Por tanto, la situación de progreso o evolución de la República

Haitiana no era exclusivamente un asunto de voluntad o permisividad, estaba inserto en un

contexto de engranajes de una Historia Mundial, en la cual la lógica capitalista de finales

del siglo XIX, imponía el establecimiento de mercados supranacionales e insertos en la

esfera de influencia europea o yanqui que, política, cultural o económicante, permeaban en

la República Haitiana.

148
CONCLUSIONES

Cuando en 1885 apareció De l’égalité des races humaines en el contexto parisino, la

utilización del concepto “raza” refería a la inferioridad de las personas acorde a las

características físicas y fenotípicas con las que nacían. Derivado de esta premisa el

continente africano comenzó a repartirse entre las principales potencias colonialistas

europeas que habían perdido en América, tras la independencia de sus territorios

ultramarinos, mercados comerciales para desarrollarse económicamente.

Asimismo, la obra Essai sur l’inégalité des races humaines acababa de ser reeditada

en 1884, año en el que el “Haitiano Extraordinario” ingresaba a la Société d’Anthropologie

de Paris. Paralelamente, el mismo Louis Joseph Janvier tenía más de un año de haber

publicado el texto homónimo al de Firmin, que fue divulgado a través de la Revue la Jeune

France en agosto de 1883.

Como se ha indicado en el presente trabajo de investigación, todos estos factores

confluyeron en el contenido y análisis de la obra de Anténor Firmin. No obstante, las

consideraciones finales que abordaremos estarán más en el ámbito de referir los argumentos

por los cuales su visión antropológica de “igualdad de las razas humanas” estuvo en

demasía influida por una semejanza entre todo lo que cultural e intelectualmente Haití era

parecido con la representación de patrones del mundo Occidental del siglo XIX,

entendiendo por ello a Estados Unidos y Europa.

Con esto me estoy refiriendo específicamente a la manera en la que Firmin crea el

trinomio civilización-canon estético-progreso. La triada resultaba inseparable porque para

alcanzar la anhelada equidad de la República Negra era invariablemente necesario

compararse con los atributos culturales de Francia. Así lo entendieron los intelectuales

149
haitianos de las postrimerías del siglo XIX. Mientras quienes alababan la función gala del

sistema esclavista como de aprendizaje y deuda del progreso, el autor en cuestión aquí

analizado tenía la convicción y la firme consideración que todo aquello que pasase por el

proceso de afrancesamiento era digno de ejemplificar porque para aspirar a ser moderno

debía primero tener la venia de Francia, toda vez que todo fulgor caribeño se perfeccionaba

allí.

Por el contrario, el mismo Firmin a lo largo de su texto no condena la manera en la

que Francia condujo su política colonialista hacia sus posesiones ultramarinas en América,

toda vez que en apariencia asume que el legado cultural galo es una característica con la

cual pueden asumirse como occidentales e ingresar a una jerarquía de modernidad

asumiendo como una responsabilidad, guiar a la “raza negra” a esta condición.

A lo largo de la obra De l’égalité des races humaines las sociedades de origen

africano son reivindicadas única y exclusivamente a través de la mención de la

composición demográfica del Egipto Antiguo y que los ejemplos para desmentir la

incapacidad de autogobernarse por parte de la “raza negra” provienen de Haití. Ambas

premisas podemos considerarlas como búsqueda del origen de un pasado glorioso, que

acallaría las voces en contra de quienes eran detractores de considerar siquiera la creación

de soberanía en sociedades de origen africano.

Asimismo, se dio la articulación de un discurso de Haití para asumirse dentro del

espectro de la modernidad. La francofilia haitiana como proceso reivindicador de

occidentalización, tenía el atractivo de recurrir a una nación exterior para cobijar y hacer

también suyos los méritos del progreso de una nación como la República Haitiana, con

todo y las convulsiones políticas de su historia a través del curso del siglo XIX.

150
Al menos así lo consideró Hannibal Price antes de su muerte en 1893, al preconizar

en su obra De la réhabilitation de la race noire par la Repúblique d’Haïti, quien atribuía el

carácter moderno haitiano a los franceses al asumir a la esclavitud como un modelo

educativo que preparó a los pobladores caribeños para ser libres y soberanos de una manera

paulatina.

Posiblemente tanta congratulación con la esfera cultural francesa tuviese el

trasfondo de equipararse a una potencia que en el “banquete de las civilizaciones” se

proclamaba como soberana -en términos de autogobierno- y capaz de influir en los cánones

de aquello que se entendiese como modernidad dentro de un contexto de progreso. Al

referirnos al texto de Firmin el ámbito de la “modernidad” estaba vinculado con una

imitación de la libertad al estilo galo donde la estética corporal era un elemento de

occidentalización a pesar de que los “haitianos fuesen negros pero muy hermosos”.

En consecuencia, en el texto De l’égalité des races humaines Francia es concebida

como un modelo que seguir más que un paradigma al cual criticar por el colonialismo

ejercido en Haití durante gran parte del siglo XIX, como en el caso del pago de la

exorbitante indemnización por concepto del proceso de su independencia. Así, silenciar

cualquier crítica en contra del país europeo puede ser considerada como una herramienta

interpretativa del autor para reivindicar a la República Negra como heredera de lo más

granado de la Europa del siglo XIX.

Sin embargo, la contradicción de los términos de progreso en Haití era más

compleja que una mera asociación de su propia francofilia. Bellegarde-Smith detecta esta

discrepancia al mencionar las tradiciones liberales en las que se debatía la “modernidad

haitiana”, sumida entre la francofilia y el anglosajonismo. Este último tuvo un claro

151
despunte, como ha quedado de manifiesto en la investigación, con la asociación entre las

migraciones libanesas a los principales puertos de Haití y la difusión manifiesta de la forma

de vida capitalista-liberal de los Estados Unidos. En tanto que el primer modelo abogó

exclusivamente a apelar por un sentimiento de pertenencia a una comunidad exclusiva

tendiente a reivindicar -civilizar- a través del lenguaje y la cultura a las sociedades de

origen africano a escala mundial.

Con respecto a esta situación vale la pena preguntarnos lo siguiente: ¿Qué modelo

de modernidad era el que Firmin planteaba? La respuesta no aparecería en De l’égalité des

races humaines sino en Lettres de Saint Thomas al mencionar que esperaría que los

modelos de liberalismo galo y estadounidenses se complementaran, haciendo del francés

uno más industrioso, en tanto que, del yanqui, otro más cultural.

Este patrón híbrido exhibe la preocupación del “Haitiano Extraordinario” por el

comportamiento de Estados Unidos hacia El Caribe, principalmente porque para finales del

siglo XIX denotaba el cambio de política exterior con el Corolario Roosevelt a la Doctrina

Monroe y la repulsa de parte de la élite del gobierno haitiano hacia las personas que

difundían el patrón americano de occidentalización, a partir del anexionismo territorial o

dominio de los medios financieros y de producción de la economía haitiana; o bien por

medio del patrocinio de revueltas.

Por consiguiente ¿cuál era el modelo de hombre moderno que Firmin buscaba a lo

largo de su obra intelectual y en específico en De l’égalité des races humaines? Considero

que era concebir al “ethos haitiano” como un híbrido cultural donde la semejanza a un

patrón occidental lo ponía en condiciones igualitarias, que no equitativas, a las demás

sociedades europeas, y en específico al paradigma cultural francés.

152
Quizás no sea un concepto propiamente firminiano, porque Louis Joseph Janvier, en

Les détracteurs de la race noire et de la République d’Haïti había ya indicado esta

contradicción. Sin embargo, rescato que el planteamiento de Firmin respecto a la

construcción de un espacio propiamente acondicionado podía generar modelos de

modernidad en clave caribeña a través de “La Confederación Antillana”. Concretamente

esta entidad supranacional tenía como objetivo cohesionar una identidad caribeña entre

varios países latinoamericanos, incluido Haití. De hecho, de él se retomaba como

ejemplificación su pasado como sinónimo de soberanía y punto de comparación de la

manera en la que creaba una idea de modernidad, civilización y un proceso de estabilidad.

Es probable, que la idea de esta organización supranacional tuviese su cimiente en

las ideas de la Unión Latinoamericana, tal como lo señalaba Firmin en Lettres de Saint

Thomas, configurada por Torres Caicedo y nutrida por el pensamiento de Betances, cuyo

fin común era abonar en la independencia de Cuba y Puerto Rico respecto de España. Sin

embargo, considero que puede ser interpretada como una posterior oposición a la

francofilia de fines del siglo XIX, debido a que el objetivo que perseguía era cohesionar a

un grupo de naciones para oponerse a la franca irrupción e intervencionismo de Estados

Unidos en la región caribeña.

A pesar de esta “contención” constituida por la Confederación Antillana de

principios de la década de 1880, la idea del nacionalismo haitiano seguía siendo dual. Por

una parte, preconizaban ser la sociedad que reivindicaría a la población de origen africano

en el espectro Occidental, agradeciendo a la cultura francesa su adhesión a la modernidad;

mientras que por el otro fomentaban su inclusión -quizá de una manera más discursiva que

pragmática- al mundo considerado “civilizado”, a través de la incentivación de una

153
industria de carácter extractivo de materias primas con Estados Unidos, tal como comenta

Hadassah St. Hubbert respecto a la participación de Haití en las ferias internacionales de

1884-1885 y 1893 celebradas en la nación de las barras y las estrellas.

En relación con la contradicción de modelos liberales de modernidad en América, el

mismo Firmin en De l’égalité des races humaines hacía ya una distinción entre dos

regiones de influencia, acorde a este carácter dual de representar y asociar la modernidad a

espacios de injerencia estadounidense o europea, acotando esta fragmentación entre el

latino americanismo y el anglosajonismo. Al menos así ocurrió esta discrepancia en Haití al

convertirse en un espacio de residencia de migrantes que funcionaba para atraer inversiones

y convertir a su burguesía política dirigente en dependiente de los intereses de potencias

extranjeras que, con el pretexto de industrializar al país, sustituían al poder político

representado por el gobierno de la República Negra.

En mi opinión el “ethos haitiano” para Firmin era también una configuración del

“ethos caribeño” y la posibilidad de constituir una modernidad que fuese equiparable, más

no igualitaria, con las civilizaciones de Occidente que, dicho sea de paso, tenían parte de su

gradiente demográfico en Haití. Por lo tanto, la “raza haitiana” prefiguraba el nacimiento de

un hombre híbrido que intentaría rescatar las raíces históricas y culturales de las tradiciones

francófonas y anglosajonas, percatándose de que el anhelo de ser modernos siempre estaría

en función de parámetros de civilizaciones europeas y de Estados Unidos.

En consecuencia, ¿debía negarse la matriz de origen africano de la República Negra

para alcanzar el anhelado progreso? En el contexto decimonónico, como hemos podido

establecer en la presente investigación, el progreso era determinado por la capacidad de una

sociedad para autogobernarse y conformarse como civilización en términos de pacificación.

154
Para Firmin era una posibilidad que la población de origen africano, encabezada por Haití,

consiguiese este anhelado estado. Sin embargo, en De l’égalité des races humaines la

respuesta a este cuestionamiento es ambigua, ya que la postura firminiana defiende lo que

él denomina como el “corazón de África” a través del reconocimiento de las sociedades

egipcias y etíopes de la Antigüedad.

Al respecto, pareciese que el idilio y la reverencia al pasado glorioso de lo

“africano” fueron un monolito que rescató y nutrió culturalmente a Occidente. No obstante,

la operación historiográfica que realiza el autor para colocar en posición de progreso a la

“raza africana” no es del todo clara, aunque sí identifica una decisión de representar a la

República Haitiana como parte de un eslabón que sacaría del atraso a esta tan vilipendiada

sociedad. Al centrar su interés en Saint-Domingue y su revolución de 1791-1804, enfocaba

su interpretación de este pasado reivindicador a partir de la admiración de los héroes

nacionales como Toussaint Louverture, personificándolo como el soldado, el político y el

mártir en quien la revitalización de la “raza africana” recaía el virtuosismo y la libertad

provocada por la Revolución Haitiana.

A pesar de este compromiso de Haití por restablecer y defender a la población de

origen africano en una escala continental, Firmin no critica la oposición y la ruptura con la

Francia de principios del siglo XIX. Lo anterior quizá obedezca a que De l’égalité des

races humaines fue escrita en 1885 y las pretensiones del autor estuvieron encaminadas en

alertar, en una escala transatlántica, a los intelectuales caribeños el periplo que podía

significar el avance de la influencia de los Estados Unidos en la región. Veinte años más

tarde, en M. Roosevelt: Président des Etats Unis et de la République d’Haïti esta visión

premonitoria sería más latente, porque en ella Firmin indicaba que o la república caribeña

155
demostraba su real independencia del país de las barras y las estrellas o sería invadido en un

corto plazo.

En lo concerniente a la difusión-recepción de la obra aquí estudiada, deja abierto un

debate sobre los posibles medios de circulación en los ámbitos intelectuales caribeños,

norteamericanos, mexicano e inclusive galo, debido a que las constantes referencias de la

obra en La Fraternité. Organe des intérêts d’ Haïti & de la race noire durante la década de

1890, pueden ser una innovadora y recurrente fuente de análisis. Desgraciadamente en el

ámbito haitiano las referencias de difusión del escrito han sido escasas, a reserva de las aquí

mencionadas. Sin embargo, indagar en los recursos hemerográficos de repositorios digitales

son una beta poco explorada y que arrojarían aún más datos referentes a la discusión de la

obra entre los mismos integrantes, además de los aquí señalados, de la Société

d’Anthropologie de Paris.

Asimismo, expandir y considerar el ámbito estadounidense resultaría en extremo

interesante. Las posibles ligas intelectuales de Firmin tanto con Booker T. Washington y

Frederick Douglass no deben descartarse, toda vez que -y como lo menciona Jeff Karem-

Firmin logró trabar correspondencia con ambas personalidades.

Finalmente, concluyo esta investigación señalando que si bien el propósito de

Firmin era el de hacer de todas las “razas” iguales en términos de capacidades intelectuales,

no resultó del todo convincente el señalar que “todos los hombres son el hombre”, porque

por semejanza para él la aspiración de un “hombre moderno” era “convertirse en hombre

dual”, fincando sus expectativas en las representaciones de progreso de las raíces culturales

francesas y el aplastante carácter industrial de los Estados Unidos.

156
OBRAS CONSULTADAS

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