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a

los 80 añ os de la huelga de los trabajadores en la zona


bana- nera, y de la masacre allí cometida contra los
huelguistas, sus significados y los propios hechos, siguen
siendo asunto
de disputa histórica y de valoració n político-cultural.

la herida en la nacionalidad y en la clase trabajadora que


signifi- caron estos sucesos se niega a cicatrizar y a desaparecer.
como si algo muy profundo se negara a ser enterrado, desaparecido
o simplemente ignorado. Se trata de la presencia de los muertos, de
las víctimas y perseguidos de esta feroz represió n del Estado en
connivencia con la United Fruit company, durante el gobierno del
presidente jurista Miguel abadía Méndez.

Por mú ltiples caminos y ríos de la memoria, la experiencia, el


arte, la literatura, el periodismo y la buena y noble historia, se ha
mantenido viva la llama de la conciencia para interpelar al presente sobre
la vigencia de lo allí sucedido. Existe un hilo de complicidad entre las
generaciones para mantener estos recuerdos que se expresan en
conciencia histó rica liberadora.

*
Profesor Asociado Departamento de Historia, Universidad Nacional de Colombia.
introducción. una puerta a la Historia

no es un asunto só lo moral, de ética pú blica y de decencia con


el pasado, los recuerdos y las explicaciones de lo que hemos llegado a
ser como nació n en la actualidad. Se trata de un capítulo decisivo de
nues- tra historia, de las relaciones internacionales, de la cuestió n
social, el derecho laboral, los derechos humanos. Escrito en la praxis
socio-política por uno de los destacamentos de la clase trabajadora
colombiana de grandes repercusiones en las luchas de nuestra
américa.

los trabajadores de la huelga, los masacrados de 1928 se han


negado a ser desconocidos y han ocupado su lugar en las tradiciones
y cultura popular rebelde. Es la presencia por su reparació n que es
una tarea ininterrumpida porque el pleito por el que lucharon, el
proceso que incoaron, no ha sido resuelto. Se expresa en las
constantes luchas de los trabajadores agrarios y en la reciente huelga
de los 20.000 trabajadores bananeros.

El lugar en la historia de los sucesos de las bananeras no ha


cesado de ser puesto en cuestió n. la leyenda, la memoria, la
imaginació n, los rumores que circulan suelen dar cifras que alcanzan
los 3.000, como en las pá ginas memorables de Cien Años de Soledad.
Pero también en su lú cida recreació n literaria, García Márquez
establece el contrapunteo histó rico: a los 3.000 muertos en la
versió n de José arcadio Segundo está la réplica de que aquí “no ha
habido muertos” (sic), por parte de la mujer que le brinda
protecció n, y repetida por los vecinos, cifra que José arcadio
Segundo en su delirio estableció con exactitud en 3.408, segú n nos
recuerda el psicoanalista Mario Figueroa.

En el terreno de la historia, esta disputa está representada en


los argumentos minimalistas de Eduardo Posada carbó y los de
Mauricio archila neira que demuestran que el alcance de la masacre
tuvo dimen- siones mayores y su trascendencia es inocultable.

los triunfadores no han cesado de vencer y como en el aserto de


Walter Benjamín estos muertos no están seguros. Porque se falsifica
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la realidad histó rica y se la frivoliza como historia confortable.

15
ricardo sáncHez ángel

la historia descansa en la documentació n, en el establecimiento


de la objetividad y verdad, en los testimonios y las tradiciones
culturales, pero no es neutral ni carece de empatía. la leemos, la
investigamos y la escribimos desde el presente. Estamos situados
de manera inevita- ble. Por ello la verdad en la historia es abierta,
siempre pensada como problema, a diferencia de la verdad jurídica-
judicial que es concluyente y cerrada.

de allí que el campo de la historia sea también desde los


vencidos y los que luchan, una historia en disputa, en competencia.
lo es, por- que exige ser revisitada en todos sus alcances y detalles,
como cró nica, memoria, documento, testimonio, perspectiva,
disciplina científica, artes y como pensamientos y valoraciones de
todo orden.

Sobre la huelga de las bananeras se ha escrito en forma considerable:


artículos de prensa, cró nicas, reportajes, compilaciones
documentales, ensayos y libros. Está ligada la huelga a los triunfos
del caricaturista Ricardo Rendó n, de Jorge Eliécer Gaitá n y de
Gabriel García Má rquez, quienes supieron dimensionar la realidad y
el mito a los territorios de la cultura y sus símbolos.

En la huelga de las bananeras, con su organizació n, acció n


movili- zadora, impacto latinoamericano, con su masacre y
levantamiento en la resistencia, hay una singularidad en sus
valoraciones. desde temprano se abrió una puerta a la historia y no
ha cesado de circular por ella la renovació n y la nueva
documentació n, la creació n artística y literaria. Un relámpago que
mantiene sus destellos y le da una presencia altiva y activa en la
historiografía nacional y en la historia de las luchas sociales del
continente.

al igual, está n los enfoques que buscan, desde lo político,


reinter- pretar el pasado y ponerlo a tono con las experiencias del
presente. Se trata entonces de una historia plena que no cancela la
discusió n sino que la redimensiona e invita a proseguir
16
investigá ndola teniendo en cuenta sus enseñ anzas.

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introducción. una puerta a la Historia

Este libro recoge las intervenciones en el Simposio Bananeras: Huelga


y Masacre 80 Años y debe mucho a la iniciativa de los estudiantes
de Historia del Grupo Realidad y Ficción y de derecho y ciencias
Políticas del colectivo Eduardo Umañ a luna - Orlando Fals Borda.

En este evento, participaron jó venes investigadores con especialistas


en el asunto, en un ambiente de creatividad y diálogo que genera
puentes de colaboració n intergeneracional adecuados y responsables:
catherine leGrand, Edwin Rojas, Ricardo Sá nchez Á ngel, Víctor
Manuel Monca- yo, John alvarado castañ eda, diego armando Varila,
Mauricio archila neira, Mario Bernardo Figueroa, nicolá s Pernett,
leidy Jazmín Torres, Jéssica Pérez Pérez y Zulma Romero leal.

agradecemos especialmente a nuestro colega fallecido al finalizar


el evento iván david Ortíz, activo promotor a quien dedicamos este
libro. al director del departamento de Historia, darío campos y al
decano de la Facultad de derecho y ciencias Políticas, Francisco
acuñ a, nuestro reconocimiento por su apoyo decisivo a esta
empresa universitaria.
Tierra, organización
social y huelga: la zona
bananera del magdalena,
1890-1928*
Catherine LeGrand**

S
oy estadounidense de nacimiento, aunque he vivido 28 años
en canadá y tengo doble nacionalidad. Empecé a investigar
sobre la zona bananera del Magdalena hace 20 añ os
porque quería
entender como mi país de origen y colombia han estado
interconecta- dos histó ricamente. Sigo con mucho interés y mucha
preocupació n lo que pasó en los municipios de Santa Marta, ciénaga
y aracataca con la llegada de la gran compañ ía estadounidense, la
United Fruit company –UFcO–, a principios del siglo XX. lugares
como estos son los sitios más acendrados para entender la
intersección de lo externo y lo interno, la economía mundial y la vida
local.

Mi investigació n se centra en varias preguntas: ¿có mo respondió


la gente de la regió n a la llegada de la compañ ía extranjera? ¿có mo
reac-

*
Ponencia presentada por videoconferencia en el Simposio “Bananeras: Huelga y Masacre
80 años”, Grupo de Trabajo Realidad y Ficción, Universidad Nacional de Colombia, Sede
Bogotá, 12 noviembre 2008, y en el Coloquio Internacional “80 Años del Conlicto de las
Bananeras: Conmemoración de un Hecho de Historia Económica y Social Más Allá del
Realismo Mágico”, Universidad del Magdalena, Santa Marta, 4 diciembre 2008; y en el
Teatro Municipal de Ciénaga, 5 diciembre 2008.
**
Profesora del Departamento de Historia, Universidad McGill, Canadá.
tierra, organización social y Huelga...

cionaron a las posibilidades que la conexió n a la economía mundial


les ofrecía? ¿có mo la gente le daba sentido a lo que vivía?

Cómo era la región


Quiero empezar con una breve reseña de cómo era la región un
poco antes de la llegada de la compañ ía y cuáles fueron los grupos
sociales que jugaron un papel destacado en la zona bananera,
durante las tres primeras décadas del siglo XX, hasta la huelga.

Quiero enfatizar dos cosas: primero, que las transformaciones


que tuvieron lugar con la llegada de la UFcO fueron importantes,
pero estuvieron cimentadas en las características anteriores de la
regió n. Es decir, la compañ ía extranjera no tenía todo el poder; la
“Mamita yunay” tuvo que ajustarse a las realidades, a las personas, a
las prácticas y a las formas de tenencia de la tierra en la regió n. las
sociedades bananeras que se formaron en varios lugares de
américa latina, donde la UFcO invertía, se diferencian unas de las
otras por la influencia que lo local ejerció sobre la compañ ía y por la
interacció n entre la gente y la pudiente empresa extranjera.

Segundo, en la zona bananera del Magdalena, no só lo hubo


plan- taciones de banano, gerentes extranjeros y trabajadores
proletarios. También jugaron un papel importante los productores
colombianos de banano, los comerciantes, y los campesinos, es decir,
los colonos de las tierras baldías que proveían a los mercados de comida
y trabajaban medio tiempo en las plantaciones. además, es
importante distinguir entre la sociedad y la cultura de Santa Marta,
de aracataca y de ciénaga. Fueron y son lugares con trayectorias
diferentes, aunque todos profundamente afectados por la llegada del
viento del banano.

asimismo, para explicar la huelga y su impacto, es importante


tener en cuenta las relaciones entre el gobierno en Bogotá, el
gobierno regio- nal y los gobiernos locales, que a cada nivel ejercían
influencia con sus iniciativas. Quisiera hacer notar que cuando
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hacía mi investigació n,

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catHerine legrand

quedé impresionada sobre por qué la gente de la antigua zona


bananera no compartía la opinió n muchas veces expresada por los
bogotanos, es decir, que la zona bananera estaba totalmente bajo
el poder de la United Fruit co., que era un “Estado dentro del
Estado”. la gente de Santa Marta, de ciénaga y de aracataca, fueron
actores en esta histo- ria, actores que tuvieron problemas con la
compañ ía extranjera y con el gobierno central.

Entre los documentos que he examinado, los que arrojan má s


luz sobre la historia social y econó mica de la zona bananera son
los que se encuentran en las notarías de Santa Marta, ciénaga y
aracataca. Todas las transacciones entre la UFcO y gente local
está n ubicadas en la notaría Primera de Santa Marta. los
informes de la comi- sió n Especial de Baldíos, que actuó en la
zona bananera en los añ os veinte, está n ademá s en el archivo
General de la nació n, en Bogotá . Finalmente, los perió dicos de la
zona se encuentran en la casa de la cultura en Santa Marta y
algunos en la caja azul en el inFOTEP de ciénaga.

¿có mo lucía la zona justo antes de la llegada de la UFcO? El


puerto de Santa Marta, capital de Magdalena, era un centro españ ol
colonial, donde vivían las élites de la regió n, en su mayor parte de
filiació n política conservadora. los comerciantes estaban perdiendo
su preeminencia frente a los de Barranquilla, ciudad que crecía
rá pidamente ya desde finales del siglo XiX. Muchas de estas antiguas
familias, élites samarias, también tenían grandes propiedades
abandonadas, casi sin valor, en la regió n de aracataca, habitada por
una població n mestiza, indígena y negra. En esta regió n el ganado
andaba suelto. la notaría nos dice que en la regió n de aracataca
había muchas tierras baldías, tierras “proindi- visas”, algunos colonos
dispersos que pescaban en el río y comían carne solo de vez en
cuando.

ciénaga, por el contrario, era un bastió n de renegados liberales.


antiguo pueblo indígena que todavía tenía sus ejidos hasta entrado
el siglo XX, estaba poblado por gente de raza mezclada, con sus
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bogas

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en la gran ciénaga, entre Barranquilla y el pueblo de ciénaga, con


sus tambores, con sus rozas de tabaco, cacao y azú car en la
propiedad comunal, ferozmente independiente y que expresaba
abiertamente su resentimiento contra Santa Marta a causa de sus
pretensiones políticas y culturales.

la UFcO fue incorporada como compañ ía en la ciudad de


Boston en EEUU en 1899, por un comerciante de barcos y frutas, un
banquero y un empresario de ferrocarriles. cuando llegó la UFcO
a colombia, por allá en 1900, la tierra empezó a tomar valor y le
siguió un proceso rápido de privatizació n de la tierra y de
inmigració n a la regió n. la UFcO hizo contratos con algunos
importantes comerciantes de importaciones y exportaciones de Santa
Marta, que también eran antiguos propietarios de tierras de
aracataca. la compañ ía extranjera les extendió a estos
comerciantes y terratenientes crédito para que sembraran banano, y
les compró algunas de sus tierras para formar sus propias
plantaciones. así que había colaboració n estrecha entre la UFcO e
influyentes familias terratenientes de la zona como los de Mier, los
de Vengoechea, Manuel dá vila Pumarejo, y otros dá vila, la cía. U.
a. Valenzuela de Bogotá y
R. E. Echeverría y cía. de Barranquilla.

Si en aracataca se formaban grandes plantaciones de banano,


en ciénaga la llegada de la UFcO también estimuló la economía,
pero de otra manera. En ciénaga, los pequeñ os usufructuarios en
los ejidos también empezaron a producir banano, y también
firmaron contratos con la UFcO para la exportació n, pero no vemos
en ciénaga la con- centració n de la propiedad que ocurrió má s al
sur. así que ciénaga siguió siendo un terreno de pequeñ os y
medianos productores, má s o menos independientes, pero
resentidos contra el monopolio de contratos de la compañ ía
extranjera. a mediados de los añ os 20, el concejo municipal de
ciénaga y dos comerciantes cienagueros, quie- nes también fueron
productores de banano, trataron de romper con la UFcO y de firmar

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acuerdos con compañ ías fruteras competidoras de ella.

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catHerine legrand

Entonces, la llegada de la UFcO trajo muchos cambios a esta


regió n: un nuevo cultivo, la infusió n de muchísima plata, una nueva
conexió n al mercado mundial, la privatizació n de la tierra y una
dinamizació n del mercado de finca raíz. Pero estos cambios
subrayaron el contraste entre Santa Marta y ciénaga –reforzaron la
estructura social– el poder econó mico y político de algunas grandes
familias conservadoras del puerto de Santa Marta y la
perseverancia de los combativos medianos y pequeñ os productores
de ciénaga.

Hay que anotar una diferencia adicional entre Santa Marta y


ciéna- ga: la UFcO hizo del puerto de Santa Marta su base: allá
construyó el barrio de la ciudad denominado “El Prado”, donde vivían
los administra- dores gringos y británicos de la compañ ía, y allá
estaban los almacenes, el centro de comunicaciones (con radio y
telégrafo) y el hospital de la UFcO. a Santa Marta llegaban sus
barcos.

a diferencia de Santa Marta, en ciénaga no había presencia


física de la empresa y allá no vivían administradores extranjeros. En
ciénaga los prominentes activistas liberales se reunieron en la logia
masó nica, la cual fue prohibida por el partido conservador y, más
tarde, formaron un grupo gnó stico importante. ademá s había
comerciantes italianos garibaldistas. algunos trabajadores de las
plantaciones al sur vivían en ciénaga, donde siempre había
contactos frecuentes con Barranquilla a través de la gran ciénaga,
contactos comerciales y también entre los incipientes movimientos
de trabajadores.

¿y qué hay de los trabajadores? El crecimiento rá pido de la eco-


nomía bananera atrajo a la regió n mucha gente de otras partes del
país: hombres solteros, trabajadores mestizos y mulatos de
atlá ntico y Bolívar, y también palenqueros de cerca de cartagena,
indígenas de la Guajira, cachacos de los Santanderes y algunos de
cundinamarca y antioquia. También llegaron algunas personas de
las islas del caribe –de Jamaica y curazao–, pero en nú mero
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minoritario. (É ste es un gran contraste con las zonas bananeras de la
costa de centroamérica, donde la mayoría de la fuerza de trabajo en
las plantaciones venía de las islas

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britá nicas del caribe). En colombia, má s de 90% de la fuerza


laboral de las plantaciones era colombiana. El hecho de que los
trabajadores de las bananeras aquí hablaran un mismo idioma,
tuvieran una misma religió n y, a pesar de las diferencias regionales,
se reconocieran como colombianos, mejoró su habilidad de
organizarse contra la compañ ía en 1928. los trabajadores eran gente
migrante, contratados por ajusteros para trabajar só lo por algú n
tiempo a destajo en las plantaciones, para que así la “Mamita yunay”
pudiera decir que no tenía trabajadores, por lo cual, no se veía
obligada a pagar los beneficios laborales como la ley lo estipulaba.

no todos los trabajadores eran proletarios. Otro grupo


importante de la zona bananera lo constituían los colonos de tierras
baldías. cuan- do la economía bananera estalló en las primeras
décadas del siglo XX y colombia llegó a ser el tercer productor de
banano en el mundo, la población de la zona creció rápido; muchos
agricultores fueron también atraídos a la zona y se asentaron en lo
que pensaban eran tierras baldías en los municipios de aracataca y
ciénaga. Estos agricultores producían alimentos para las ciudades,
los pueblos, y los campamentos de traba- jadores, y algunos
trabajaban cortando bananos en las plantaciones a tiempo parcial.

Estos pequeñ os agricultores tenían también sus resentimientos


contra la UFcO. ya desde 1910 y con creciente frecuencia en los
añ os 20, hubo conflictos por la propiedad de la tierra entre grupos
de colonos y la UFcO, pues ésta quería expandir sus plantaciones y
convertir a los colonos en proletarios trabajadores. los colonos y
los pequeñ os comerciantes de la zona ademá s se indignaban
porque la Frutera tenía sus propias tiendas dentro de las
plantaciones, surtidas con artículos de consumo importados de los
EEUU, y la compañ ía pagaba a sus trabajadores en vales para que
tuvieran que comprar en sus comisariatos.

Entre los colonos y los trabajadores en las plantaciones, había


una relació n de cercanía, y hasta de simpatía y continua
comunicació n.
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catHerine legrand

Muchos colonos, cuyas tierras fueron expropiadas por la UFcO (a


la que nombraron “El Pulpo”), terminaron cortando banano en las
planta- ciones, y muchos trabajadores de las plantaciones querían
establecerse independientemente como colonos en las tierras
baldías fuera de las plantaciones.

así es que la llegada de la compañ ía extranjera, al mismo


tiempo que estimuló mucho la economía de la regió n, también
restringió la expansió n comercial con sus comisariatos, con sus
expropia- ciones de tierras y los contratos monopolísticos que
imponía a los productores nacionales de banano, tanto a los
grandes como a los pequeñ os.

Para concluir esta parte, he tratado de bosquejar una imagen


de algunos de los grupos sociales má s importantes que
precipitaron la huelga de 1928 y mencioné algunos de los
resentimientos que había entre la gente local y la “Mamita yunay”.
En octubre y noviembre de 1928, los trabajadores de las
plantaciones y del ferrocarril, los colonos, los pequeñ os
comerciantes y muchos de los productores nacionales de ciénaga
apoyaron la huelga. También, he querido dibujar las dife- rencias
profundas que había entre Santa Marta y ciénaga a la llegada de la
UFcO y que influyeron mucho en el desarrollo del movimiento
anti-frutera de los añ os veinte.

En cuanto a la cultura, en la época del “boom” bananero (y des-


pués) la cultura de la zona bananera de Magdalena era muy
abierta, muy diná mica, con muchas conexiones no só lo por la UFcO
con los EEUU, sino también con muchas partes de colombia, del
caribe, de Europa y mas allá.

los prominentes comerciantes y terratenientes de Santa Marta


tuvieron inversiones en Bogotá , Ecuador, París y nueva york. En
las primeras décadas del siglo XX, enviaban a sus hijos a estudiar en
Bogotá o Barranquilla y a sus hijas a estudiar en Medellín o curazao.

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algunos

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mandaban sus hijos a Kingston, Jamaica, o a EEUU para que apren-


dieran el inglés. Varias de las familias importantes de ciénaga eran
de ascendencia italiana o judía sefardí, de curazao, y había
pequeñ os comerciantes sirios, libaneses y palestinos. después de
1915, los más ricos de ciénaga establecieron segundos hogares en
Bruselas, Bélgica; las personas de sectores populares echaron
chistes que revolvieron con “bruselosis” y algunos, con tendencia
homosexual. y los masones de ciénaga, liberales radicales adeptos al
rosacrucismo y espiritismo, tuvieron vínculos con masones en
Barranquilla, Bogotá y otros países. ciénaga produjo intelectuales
libre-pensadores –allá vivían un aprista, peruano de origen, arturo
naranjo (“arana Torrol”), médico popular, poeta, que había vivido
en Europa y que podía parar la lluvia; y el gurú anarquista, Gilberto
García Gonzá lez, que conocía Europa y la india de primera mano y
que comía sentado en el piso–. En ciénaga, critica- ban a los pocos
locales que hicieron fortunas en la industria bananera, diciendo que
habían hecho pactos con el diablo. El historiador Fabio Zambrano
habla de una cultura política y formas de sociabilidad opo-
sicionales que florecieron en partes de colombia durante la época
de dominio del partido conservador, de 1886 hasta 1930. ciénaga fue
uno de los epicentros donde había mucho contacto entre obreros y
pequeños cultivadores de banano y comerciantes de la zona que se
juntaron en su liberalismo, su masonería, su pensamiento esotérico
políticamente radi- cal y su oposició n a la compañ ía extranjera.
Mientras tanto, los obreros de la zona bananera estuvieron en
contacto no só lo con el movimiento obrero de Barranquilla –a través
de la ciénaga Grande– también con el de Barrancabermeja, el centro
petrolero en el río Magdalena, ubicado má s al sur.

lo que es obvio es que las conexiones de la zona bananera con


el exterior no fueron completamente propiciadas por la UFcO ni
orientadas solamente hacia los EEUU. la United Fruit company no
logró cercar ni aislar a la zona bananera, ni en lo econó mico ni en
lo cultural. El afán por ideas, prácticas, formas de consumo y
arquitectura que no se originaban en los EEUU, tal vez indica una

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forma cultural

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catHerine legrand

de resistencia o de crítica a la UFcO. Muestran otra vez que la com-


pañ ía no podía controlar por completo esta regió n tan diná mica y
cosmopolita.

la Huelga de 1928
Entonces, ¿qué precipitó la huelga? durante los añ os veinte, las
relaciones entre la UFcO y los productores colombianos se
empeoraron. Un grupo de pequeñ os y medianos cultivadores de
banano de ciénaga, liderados por Julio charris y Juan B. calderó n,
pidieron la intervenció n del gobierno en Bogotá para ayudarles a
independizarse del monopolio de la UFcO. Pedían la nacionalizació n
del ferrocarril de la UFcO y de los canales de riego, y que el gobierno
de colombia reclamara los terrenos baldíos usurpados por la UFcO para
que esta tierra sirviera para fundar una cooperativa de Productores
colombianos de Banano.

El gobierno conservador hizo algunos gestos que fueron


impedi- dos por la empresa extranjera, lo que resultó en una
situació n de alta frustració n para la gente de la zona. Sin embargo,
los esfuerzos de la comisió n Especial de Baldíos restringió la tierra
disponible para colo- nos y en 1927 un huracá n devastó 13
millones de matas, dejando a muchos trabajadores sin trabajo en
las plantaciones. la United negó a los productores colombianos una
ayuda excepcional para reponer sus fincas.

En los mismos añ os se dividió el Partido conservador en la


provin- cia de Magdalena y los liberales empezaron a unirse. El
impulso liberal crítico y casi insurrecto a nivel nacional se expresó
en la fundació n del Partido Socialista Revolucionario –PSR–. aquí
en la zona bananera, alrededor de 1925, comenzó la organizació n
de los trabajadores en la Unió n Sindical de Trabajadores del
Magdalena, promovida por unos obreros españ oles e italianos con
ideas anarco-sindicalistas, junto con José Garibaldi Russo, un
intelectual local impresionado por la Revolu- ció n rusa. En 1927 y
1928, llegaron en gira a la zona los organizadores conocidos del
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PSR, ignacio Torres Giraldo, María cano y, má s tarde,

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tierra, organización social y Huelga...

Raú l Eduardo Mahecha, alberto castrilló n y Tomá s Uribe Má rquez.


En 1928, también llegaron a la zona emisarios de augusto Sandino
en nicaragua para animar los sentimientos anti-imperialistas, anti-
ameri- canos de los colombianos costeñ os.

a fines de octubre 1928, representantes de los obreros presentaron al


gerente de la UFcO un pliego de peticiones, la que se rehusó a
negociar con ellos con el argumento que no eran trabajadores de la
compañ ía. El 12 de noviembre se declaró la huelga de los
trabajadores de la empresa extranjera y de los productores
nacionales, se formaron “sindicatos de trabajadores y colonos
campesinos” en la mayoría de las plantaciones bananeras; mientras
tanto, la cá mara de comercio de ciénaga y los pequeñ os
comerciantes, abastecieron de comida a los huelguistas y algunos
de los productores de banano de ciénaga les apoyaron. ciénaga era el
epicentro de apoyo a la huelga, la que fue efectiva también en
aracataca. En ciénaga se publicaron perió dicos y panfletos a favor
de la lucha obrera.

Esta famosa huelga de las bananeras fue una movilizació n


social extraordinaria en que participaban las mujeres y los hombres
–entre
16.000 y 32.000 personas en total–. Fue por mucho la huelga más grande
contra la UFcO que nunca se había visto, e inspiró a trabajadores
en las otras zonas bananeras de centroamérica y El caribe.

¿Qué querían los huelguistas? Había una conexió n estrecha


entre las demandas socio-econó micas y la cuestió n nacional.
Fundamental- mente, la Unió n Sindical de Trabajadores del
Magdalena solicitaba a la United Fruit que reconociera a sus
trabajadores, quienes producían su riqueza, y que negociara con
ellos. la asamblea de ciénaga declaró el 12 de noviembre:

“Los obreros de la zona bananera están dentro de la ley (…) La


United Fruit Company no cumple una sola de las leyes de Colom-
bia (…) declarándose en abierta rebeldía, como lo han pretendido
35
hacer muchas otras compañías extranjeras, como la que pretendía

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catHerine legrand

apoderarse de las ricas regiones del Catatumbo para (…) formar


una república petrolera (…) Esta huelga es el fruto del dolor de
miles de trabajadores explotados y humillados día y noche por la
compa- ñía y sus agentes. Esta es la prueba que hacen los
trabajadores en Colombia para saber si el gobierno nacional está
con los hijos del país, en su clase proletaria, o contra ella y en
beneficio exclusivo del capitalismo norteamericano y sus sistemas
imperialistas. Vamos todos a la huelga. El lema de esta cruzada
debe ser ‘Por el obrero y por Colombia’”1.

lo que en realidad querían los obreros era arreglos “para hacer


viable la ley y enmarcarse en ella”. Buscaban reconocimiento como
ciudadanos, la afirmació n de sus derechos sociales (mejores
sueldos, servicio de salud, vivienda, etc.), y civiles (el derecho a la
organizació n y a la negociació n).

la compañ ía se mantuvo firme en su rechazo a la negociació n y


en su argumento de que la huelga era una rebelió n contra la
autoridad del gobierno. al principio el gobierno colombiano reaccionó
de una manera ambivalente. El Ministerio de industrias y la Oficina
General de Trabajo decían que los obreros no eran rebeldes sino que
buscaban inclusió n y reconocimiento de sus derechos como
ciudadanos colombianos. Mien- tras tanto, el Ministerio de Guerra y
el Ejército mantuvieron que los huelguistas eran subversivos
insurrectos comunistas y que la huelga se tenía que aplastar de una
vez.

Esta situación llena de tensión, difícil, aparentemente sin


resolución, que duró del 12 de noviembre hasta el 5 de diciembre
1928 en Santa Marta, ciénaga y aracataca, nos hace pensar en el
presente: ¿cuá l es la relació n que hay y que debe haber entre el
gobierno nacional, los

1
Cita tomada de mi artículo “El conlicto de las bananeras”, En: Álvaro Tirado Mejía, editor,

37
Nueva Historia de Colombia, Vol. 3, Bogotá: Editorial Planeta, 1989, p. 203.

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tierra, organización social y Huelga...

inversionistas extranjeros y los trabajadores colombianos de las empresas


multinacionales? ¿las iniciativas de un sindicalismo incipiente, de
un movimiento social heterogéneo e independiente que buscaba
partici- pació n plena en la vida econó mica, política, y cultural de la
nació n, se deben reconocer como tales?

En la colombia de los añ os veinte, y en la de hoy también,


poderes, instituciones y grupos importantes expresaban y expresan
miedo a la subversió n violenta y no distinguen plenamente entre
las peticiones de los pobres y excluidos, y de los que atacan al
Estado y a los inte- reses extranjeros que el Estado piensa son
esenciales al “desarrollo nacional”. como dijimos arriba, y como
subraya el conocido histo- riador Mauricio archila en su escrito
sobre la huelga y la masacre, en la coyuntura de 1928 y en la de
hoy, confluyen la cuestió n social, la cuestió n nacional y la llamada
“razó n de Estado” que, en ciénaga en la noche del 5 de diciembre
de 1928, culminó en la masacre de las bananeras.

unos Comentarios finales


Primero: la huelga de 1928 no fue la única huelga de trabajadores
en la zona bananera. En el espacio de diez añ os, entre 1924 y 1934,
hubo tres huelgas de trabajadores en la zona: la huelga de 1924, la
de 1928, y la de 1934. Todos sabemos sobre la huelga bananera y
la masacre de 1928, pero casi no se ha investigado la huelga de
1934 (durante el gobierno de alfonso ló pez Pumarejo) y sus
resultados. Me pregunto si la narrativa y el mito de la huelga de
1928, que ha tenido tanto impacto en la historia y la literatura
colombiana, cambiaría si se tiene en cuenta la huelga de 1934
también.

Segundo: en lo referente a la producció n bananera y la


economía de enclave en general, es importante anotar que los
enclaves de expor- tació n que son tan influenciados por la inversió n
extranjera, tienden a experimentar periodos rá pidos de expansió n
econó mica seguidos por periodos de contracció n. En la zona
39
bananera de Magdalena, lo

40
catHerine legrand

que vemos es que en la huelga de 1928 –la culminació n del boom


del banano– los propó sitos de los trabajadores proletarios
predominaron y fueron apoyados por los colonos, muchos de los
comerciantes de la zona y algunos productores colombianos. En el
periodo de contracció n brusco durante la gran depresió n
econó mica de los añ os treinta, los movimientos de protesta en la
zona bananera tomaron principalmente formas campesinas, esto es,
ocupaciones de propiedades por personas que se autodenominaban
colonos, y que recuperaban las propiedades privadas de la UFcO
como terrenos baldíos

41
42
la gota que derramó el vaso:
monopolio del agua y
consecuencias para los cultivadores
independientes en la Zona Bananera
del magdalena 1901-1928*
Edwin Hernán Rojas Montoya**

Debo expresar un agradecimiento especial a mi


compañero y colega iván Rúa Panza, quien con sus
conocimientos
enriqueció de gran forma este escrito.

introduCCión

E
n la Huelga Bananera de 1928 confluyeron un sinnú mero
de factores claves. algunos, a lo largo del tiempo, han
cobrado mayor protagonismo que otros, generando una
concentració n
y mayor estudio por parte de los especialistas. Tal es el caso de las incon-
formidades laborales, las malas condiciones de vida de los cultivadores

*
Versión ampliada de la Ponencia presentada en el Simposio “Bananeras: Huelga y
masacre 80 años”, Grupo de Trabajo Realidad y Ficción, Universidad Nacional de
Colombia, Sede Bogotá, 12 noviembre 2008, y en el Seminario “Bananeras: Huelga y
Masacre 80 años”, Grupo de Trabajo Realidad y Ficción, Claustro de San Agustín, abril de
2009.
**
Estudiante de Historia. Universidad Nacional de Colombia. Sede Bogotá.
la gota que derramó el vaso...

y obreros, los sistema de contratació n, entre otros; pero si existe


una constante en las conclusiones de estos trabajos, es que la
huelga só lo fue el estallido de una bomba de tiempo, alimentada
por una incon- formidad social generalizada durante más de 20
añ os, producto de los abusos cometidos por la United Fruit
company y la permisividad del gobierno ante estos hechos.

la Zona Bananera del Magdalena se encuentra ubicada entre la


Sierra nevada de Santa Marta y la ciénaga Grande, se distinguió en
las últimas dos décadas del siglo XiX por un dominio de la clase
terratenien- te, cuyos ingresos se extraían del cultivo de diferentes
productos como cacao y algodó n, destinados al mercado de urbes
como Santa Marta y Barranquilla. las tierras que no estaban
ocupadas por haciendas, eran consideradas baldíos –zonas inhó spitas
de difícil acceso dominadas por la maleza–. Todo esto cambió con la
llegada de la UFcO en 1901, que trajo consigo un empeñ o por
monopolizar los diferentes recursos que intervenían en la
producció n y exportació n del banano.

debido a las necesidades de irrigació n y a la alta producció n que


se tenía planeada en la zona, el agua y la tierra entraron en la
carpeta de consecuciones prioritarias para la compañ ía, que
aprovechó la debili- dad de las autoridades colombianas para
apropiarse de estos recursos de forma ilegal, perjudicando a los
demás habitantes de la regió n. Este hecho generó reclamos ante los
gobiernos nacional y departamental, que en ocasiones terminaron
resolviéndose con la intervenció n de la fuerza pú blica y forjaron
un rechazo generalizado a la permanen- cia de la bananera en el
país, asunto que se materializó en la huelga de 1928.

ante la trascendencia que tienen estas demandas por recursos


naturales para entender los hechos que desencadenaron la
masacre de las bananeras, he extraído, como tema central de este
ensayo, las consecuencias que trajo el monopolio del agua para los
cultivadores independientes, de lo cual poco se ha hablado o se toca
tangencialmente en los escritos. Sin embargo, su importancia no debe
36
ser desestimada,

37
edwin Hernán rojas montoya

teniendo en cuenta dos aspectos: primero, que su estudio puede


dar una perspectiva con miras a analizar las políticas empleadas por
parte de la multinacional norteamericana en materia de recursos
naturales, que fueron aplicadas no solo en colombia, sino también
en las otras regiones de centroamérica y El caribe, donde tuvo
presencia esta empresa; y segundo, que la investigació n y aná lisis de
estos casos pueden aportar nuevos elementos al papel que ha jugado
el medio ambiente en la historia de los “enclaves extranjeros” en
américa latina.

dos subtemas constituyen el punto de partida para la


realizació n de este artículo. El primero, la compañ ía y su
monopolio del agua; el segundo, el Gobierno nacional y local frente
al agua de la Zona Bananera.

con respecto a la compañ ía y su monopolio del agua, se


plantearán tres preguntas. a saber: ¿cuáles fueron las causas que
generaron las prác- ticas monopó licas de la compañ ía en la regió n?
¿dé que forma fueron ejecutadas? y ¿cómo afectaron a los
propietarios independientes? Frente a estos interrogantes plantearé
que en la escogencia de la división Santa Marta, como gran productor
bananero para la United Fruit company, primaron intereses
económicos y geoestratégicos, por encima de otros más prácticos,
como la poca solvencia que tenía la regió n para suminis- trar algunos
recursos medioambientales –como el agua– que requería el cultivo de
banano. Esta necesidad repercutió en una apropiació n de los recursos
hídricos por parte de la compañ ía, que trajo consigo perjuicios a los
cultivadores independientes de la regió n.

Sobre el Gobierno nacional y local frente al agua de la Zona


Banane- ra, la pregunta será: ¿cuál fue la posició n de la
administració n nacional y local ante estos hechos? a este respecto,
mi hipó tesis girará en torno a la voluntad del gobierno, que sobre el
papel pretendía dar un marco jurídico justo a la ocupación de tierras
y distribución de agua en la zona, dictando decretos como el 338 de
1924; sin embargo, este propó sito tropezó con la corrupció n y
38
poderío de la compañ ía, que terminaron por afectar a los demá s
cultivadores de la regió n.

39
la gota que derramó el vaso...

como marco teórico, he encontrado apropiado recurrir a los


trabajos de Joan Martínez alier1, quien agrega nuevos elementos
para hallar la raíz econó mica de los conflictos por recursos
ecoló gicos distributivos2, complementando y corrigiendo algunos
aspectos de la teoría econó - mica ambiental neoclásica que ve el
origen de estos solamente en las externalidades3. Para el caso
específico que pretendo estudiar, escogeré la visió n de Martínez, que
muestra las causas de los conflictos no como fracasos del mercado o de
los gobiernos que “no se ponen de acuerdo para establecer normas
ambientales o no aciertan a imponer una estructura de derechos de
propiedad sobre el ambiente o subsidian actividades nocivas”4;
sino como fruto del crecimiento en el metabolismo de las
sociedades ricas del norte que consumen cada vez más recursos
natu- rales explotados más allá de su capacidad de regeneració n,
impulsando un desplazamiento geográ fico de fuentes de recursos y
sumideros de residuos hacia la periferia, perjudicando de esta forma a
los más pobres y generando sus protestas.

ademá s, Martínez alier clasifica adecuadamente los tipos de


con- flictos por recursos ecoló gicos distributivos que se desprenden
de dis- tintas causas, entre las que se encuentra la no conservació n
que puede presentar un recurso como el agua para determinada regió n.
Para el caso del conflicto entre propietarios independientes y la UFcO
he visto perti- nente ubicarlo en la categoría de “conflictos sobre el
agua que comprende

1
Joan Martínez Alier, “Los conlictos ecológico-distributivos y los indicadores de sustenta-
bilidad”, En: Revista Iberoamericana de Economía Ecológica, Vol. 1, pp. 21-30, Barcelo-
na: Universidad de Barcelona, 2004 y “Conlictos ecológicos y lenguajes de valoración”,
publicado en: http://guajiros.udea.edu.co/fnsp/congresosp/Memorias/martinez.pdf, página
web del Quinto Congreso Internacional de Salud Pública, noviembre 8, 9 y 10 de 2007.
Consultado 07/07/09.
2
Conlictos que nacen de la inconformidad de una de las partes ante la apropiación o
degradación de los recursos ecológicos por otra. Las consecuencias para la primera van
desde la violación a sus derechos ancestrales, hasta la destrucción de su territorio.
3
Término que para esta escuela económica signiica: “Efectos negativos o a veces positivos,
no recogidos en los precios del mercado, como “fallos del mercado”.
Joan Martínez Alier, “Conlictos ecológicos y lenguajes de valoración”, Op. cit., p. 1.

40
4
Ibid., p. 1.

41
edwin Hernán rojas montoya

la defensa de los ríos, con movimientos contra las grandes represas


para hidroelectricidad e irrigación”5, solo que he preferido no usar la
palabra movimiento ya que esta puede denotar una acció n
organizada y com- pleja que no se dio en el caso de los cultivadores
bananeros, lo que en mi concepto incidió en que no fueran
atendidas sus demandas.

1. Causas del monopolio


Para analizar el monopolio de los recursos hídricos que ejerció
la UFcO en la Zona Bananera del Magdalena, debemos comenzar
por determinar la importancia que el líquido tiene para el cultivo del
banano, ya que esta respuesta servirá como punto de partida para
entender el empeñ o que puso la compañ ía por apropiarse de las
fuentes de agua.

Se deben presentar condiciones especiales en la tierra, la temperatura


y el agua, para que un cogollo de banano comience a crecer. El
terreno debe tener las siguientes condiciones: su textura debe ser franco
arenosa, franco arcillosa, franco arcilla limosa o franco limosa, así
como ó ptimas condiciones de drenaje y fertilidad, en tanto que la
facilidad para retener agua debe ser abundante; por su parte el PH
del suelo para el cultivo de esta fruta oscila entre el 5,5 y el 7,5,
siendo lo ó ptimo uno de 6,5; en cuanto al clima, este debe entrar en
la categoría de tropical hú medo, que oscila entre los 18,5°c y los
35,5°c; por ú ltimo, la pluviosidad debe estar entre 1.400 y 1.800 mm
de lluvia anual o precipitaciones de 44 mm semanales6. Para algunas
regiones bananeras, como la del Magdalena o la del litoral
Ecuatoriano, es necesario un riego adicional, ya que los periodos de
lluvias no son constantes, como sí sucede en Honduras y costa Rica.

5
Ibid., p. 23.
6
“El cultivo del banano”, publicado en: www.sica.gov.ec/agronegocios/biblioteca/ Ing
%20Rizzo/periles_productos/banano.pdf, página web del Servicio de Información y
Censo Agropecuario del Ministerio de Agricultura Ganadería, Acuacultura y Pesca del
Ecuador, selección de publicaciones agropecuarias donadas por el ingeniero Pablo Rizzo

42
Pastor. Consultado 05/07/09.

43
la gota que derramó el vaso...

como lo asegura Judith White, hacia el añ o 1900, la Zona


Bananera del Magdalena o la divisió n Santa Marta, como fue
nombrada por la compañ ía, no se encontraba en un estado de
desarrollo comparable al de costa Rica u otras regiones, que ya en
ese entonces poseían adelan- tos en materia de transporte e
infraestructura física7. ante este hecho, White se plantea la pregunta
de por qué la compañ ía decidió invertir en esta divisió n a sabiendas
que su desarrollo costaría un mayor trabajo. la respuesta que da la
autora se basa en un documento que aparece en el libro de Fawcett
W. titulado The Banana, publicado en 1913, que consiste en una
afirmació n que data del añ o 1906 dada por el có nsul
norteamericano en Barranquilla:

“Por razones de clima y geología, no puede decirse que Santa


Marta es un país bananero, tal como por ejemplo Costa Rica. La
irrigación tiene que mantenerse aquí durante por lo menos siete
meses del año; las tierras necesitan drenaje y los vientos con
frecuencia causan grandes daños a las cosechas, pero la mano de
obra es barata, con un promedio de 50 centavos diarios, y se
obtienen muy buenos resulta- dos. Estos resultados, en realidad, se
comparan favorablemente con los de Costa Rica, donde los
vientos son desconocidos y la lluvia es abundante todo el año, pero
donde el trabajador es caro con promedio de $1.00 por día.
Trabajadores de Jamaica son los únicos que se con- siguen en las
haciendas de Costa Rica, en tanto que en Santa Marta se emplea
exclusivamente mano de obra local, la que ha probado ser
satisfactoria”8.

El có nsul no se equivocaba. la lluvia en la regió n varía


enormemente de un pueblo a otro, mientas en los alrededores de
ciénaga la pluvio- sidad anual alcanza los 500 mm, en la periferia
de Sevilla es de 1.400 mm y en la zona que enfrenta la Sierra
nevada alcanza los 2.000 mm; la estació n lluviosa se presenta en el
segundo semestre del añ o con un

7
Judith White, “La United Fruit Company en Colombia: Historia de una ignominia”:
44
Bogotá: Editorial Presencia, 1978, p. 30.
8
Ibid.

45
edwin Hernán rojas montoya

total del 70% de las precipitaciones totales9. al primar las


condiciones econó micas y geoestratégicas sobre las ambientales,
queda claro que el cultivo del banano traería repercusiones tanto al
medio ambiente como a los habitantes de la regió n.

1.1. prácticas monopólicas


En 1928, la UFcO poseía el mayor porcentaje de tierra
cultivable en la zona. Esta consecució n se logró gracias a la compra
de haciendas y otros territorios a los grandes terratenientes, la
ocupació n de terre- nos baldíos, legitimada durante el gobierno del
general Rafael Reyes, y la invasió n de potreros ajenos con la
complicidad de las autoridades pú blicas.

la mayoría de haciendas eran manejadas directamente por la


com- pañ ía, otros territorios se arrendaban a pequeñ os y grandes
cultivadores, con la condició n de que se dedicara a la producció n de
la fruta; había familias de tradició n terrateniente que ocupaban otra
gran porció n de la zona, en ú ltimo lugar se encontraban pequeñ os
cultivadores que dedicaban sus parcelas a la producció n de banano,
de otros productos como plá tano y yuca, o de los dos.

los focos de mayor tensió n por el acceso al agua se presentaron


alrededor de la cuenca de siete ríos que descienden de la Sierra
nevada y desembocan en la ciénaga Grande: Tucurinca, Sevilla,
Riofrío, Ori- hueca, có rdoba, aracataca y Fundació n. dichas fuentes
hídricas, así como otras de menor tamañ o, como el río ají o la
quebrada limoncitos, representaban el sustento hídrico para los
cultivos de la compañ ía.

las formas de desplazar este líquido hasta los cultivos se hizo


por medio de tres vías: Primero, la construcció n de canales y
acequias,

9
Eduino Carbonó De La Hoz, y Ceyder Cruz, “Identiicación de coberturas promisorias
para cultivo de banano en la zona de Santa Marta, Colombia”, En: Revista Intropica,

46
Santa Marta: septiembre de 2005, pp. 7-22.

47
la gota que derramó el vaso...

segundo, la desviació n total del cauce de los ríos y tercero la


represió n de los cauces en algú n tramo de sus tierras.

a falta de una planeació n adecuada en la construcció n de los


canales y acequias, las consecuencias para los vecinos de las
haciendas propiedad de la UFcO no se hicieron esperar. En primer
lugar, durante la temporada lluviosa, el cauce de los ríos crecía
hasta un nivel mayor del que los canales podían transportar, y por
lo tanto, su desborde era inminente, causando inundaciones tanto a
las tierras de la compañ ía como a las aledañas; la diferencia radicaba
en que mientras los terrenos de la multinacional poseían un drenaje
que les permitía deshacerse de gran parte del agua no deseada, los
propietarios de los alrededores no lo tenían, y por lo tanto, el
perjuicio se trasladaba hacia ellos. Una clara muestra la da el
informe que presentó ante la cá mara de Repre- sentantes una
comisió n designada por el gobierno para visitar la zona del
Magdalena en 1935:

“Tuvimos la oportunidad de verificar sobre el terreno esta


inundación y vimos plantaciones y casas de colonos literalmente
invadidas por las aguas, al extremo de que los animales
domésticos se encontraban sobre elevados bancos de palos o tablones;
y al llegar al punto de unión de las aguas del San Joaquín con las que
corren por el canal desviado del Aracataca, observamos que ese
largo trayecto los terraplenes o diques levantados por la
compañía, de un solo lado del canal tienen a trechos aberturas o
boquetes que permiten que las aguas se derramen por ellos sobre los
cultivos y habitaciones de los colonos riberanos. Es de advertir que
el dragado hecho por la compañía en este canal es de bastante
profundidad: 2 metros y aproximadamente 8 de ancho”10.

Otro de los perjuicios ocasionados por estos canales consistía


en que se atravesaban por caminos que comunicaban
asentamientos

48
10
Informes que rindió a la honorable Cámara de Representantes la comisión designada
para visitar la zona bananera del Magdalena, Bogotá: Imprenta Nacional, 1935, pp. 17-
19.

49
edwin Hernán rojas montoya

campesinos con mercados, impidiendo el paso de los cultivadores y


sus animales hacia ellos11.

Por su parte, las consecuencias del desvío de ríos y quebradas,


no serían menores a las anteriormente mencionadas. aparte de las
inunda- ciones que esta práctica trajo consigo, se impedía la llegada
del líquido a los diferentes propietarios, que se encontraban
ubicados a la ribera del tramo original de los afluentes y que
dependían de éstos para su subsistencia.

la tercera vía de transporte del líquido, que afectaba a los


propie- tarios independientes, se llevó a cabo mediante la
construcció n de represas en algú n tramo de los ríos. Esta práctica
queda perfectamente ilustrada en el conflicto que sostuvieron la
compañ ía y Francisco Olarte, propietario de plantaciones cafeteras
conocidas como las Vegas y las nubes. En este litigio, Olarte pidió la
intervenció n de la comisió n de Baldíos ante la construcció n de una
represa por parte de la compañ ía, que tenía como objeto el desvío
del río Tucurinca hacia tierras de la United12.

2. aCtuaCión del goBierno frente al monopolio del agua

la UFcO tenía claro, desde un comienzo, por qué medios llegaría


a tener éxito su divisió n Santa Marta, los cuales ya habían sido
probados con éxito en otras tierras como las costarricenses y que se
basaban en el monopolio de tres elementos: el transporte, la
irrigació n y el crédito. Todo esto no hubiese sido posible sin la
colaboración de gobiernos con- descendientes con sus intereses,
como los que encontró en colombia durante los primeros 8 añ os de
permanencia en el país. El primero, el

11
Catherine LeGrand, “Campesinos y asalariados en la zona bananera de Santa Marta
1900- 1935”, En: Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, No. Vol. 11,
Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1983, p. 241.
12
Para más detalles acerca de este litigio ver: Judith White, Op. cit., pp. 62-63.

50
la gota que derramó el vaso...

de José Manuel Marroquín, Presidente durante una época


convulsio- nada por la Guerra de los Mil días y en cuya cabeza se
encontraban prioridades por encima del enclave bananero; el
segundo, que le ofreció las mayores condiciones para su dominio en
la regió n, el gobierno de Rafael Reyes, mandatario que al mejor estilo
del Porfiriato, retiró trabas tanto al comercio como al capital
extranjero, concediéndoles territo- rios considerados como baldíos a
cambio de que se emplearan para la explotació n bananera, y quien
ademá s continuó la construcció n del ferrocarril –medio por el cual
llegaban los racimos al puerto– suspendido por la aludida guerra. En
definitiva la bananera no pudo encontrar un mejor mecenas.

la rápida expansió n que alcanzó el cultivo de banano en el


Magda- lena, luego de la llegada de la UFcO a colombia, hizo que el
gobierno tomara cartas en el asunto y decidiera hacer trabajos con
miras a ade- cuar la zona con la infraestructura necesaria en
materia de agua. Un claro ejemplo de esto, se encuentra en la obra
de Rafael Uribe Uribe “El Banano”:

“se firma un contrato en el año 1907 entre Ministerio de Obras


Públicas y los señores José Manuel Goenaga y Víctor Fernández
Güell, estos señores se comprometieron a explotar el territorio del
Magdalena para buscar tierras apropiadas al cultivo del banano;
a estudiar el modo de abrir acequias o canales de regadío; a
levantar los planos respectivos y a medir y numerar los lotes del
terreno, con la línea del ferrocarril por eje; todo dentro del
término de seis meses”13.

luego, el mismo autor menciona có mo el contrato fue


modificado por el del 20 de noviembre de 1907, pasando este a manos
de la United14,

13
Diario Oicial No. 12.031, Imprenta Nacional, citado en: Rafael Uribe Uribe, El banano.
Conferencia dictada por el doctor don Rafael Uribe Uribe ante la Sociedad de Agricultores
de Colombia, Editorial: San José de Costa Rica, Imprenta de A. Alsina, 1908, p. 103.

51
14
Diario Oicial No. 13.173, En: Ibid., p. 104.

52
edwin Hernán rojas montoya

que recibiría apoyo econó mico del gobierno, en su construcció n.


É stos contratos empiezan a mostrar la manera deliberada en que
se fue entregando poco a poco el control del agua de la zona por
medio de la construcció n de canales en manos de la compañ ía, que
contaba con la facultad de determinar la ruta de éstos, escogiendo
la que beneficiara sus terrenos.

2.1. el decreto 338 de 1924


durante un lapso de 17 añ os no se presentaron mayores
menciones del gobierno sobre temas hídricos, periodo que ayudó a la
consolidación del monopolio sobre éste recurso en manos de la
compañ ía bananera. Esto trajo consigo una mayor presión de los
pobladores afectados sobre diferentes miembros de la
administració n pú blica, para que tomaran cartas en el asunto, los
cuales finalmente actuarían por medio del decreto 338 de 1924, en
el que se dieron a conocer disposiciones sobre tierras y agua, que
destaparon muchas de las practicas cometidas por la UFcO durante
añ os, en perjuicio de los demá s pobladores. aunque la motivació n
de este decreto haya sido má s la mezcla de intereses de índole
econó mico y social –relacionada con el interés del gobierno a causa
del gran momento por el que pasaba dicha actividad–15 esto no
influyó para que el decreto dejara de cumplir una labor en defensa de
los propietarios independientes de la zona, generando al mismo
tiempo una inconformidad en la UFcO que vio –durante un corto
tiempo– có mo la ley frenaba algunos de sus abusos.

la compañ ía no se percató de la procedencia de los


propietarios a quienes perjudicaban con su actuar. Muchos de ellos,
eran personas con influencia en el gobierno nacional que habían
adquirido tierras en la zona bananera atraídos por su alta
valorizació n o por los beneficios de integrarse a la industria,
mediante el cultivo de la fruta; entonces

15
Archivo General de la Nación, Sección: Industria, Fondo: Ministerio de Fomento, Depar-

53
tamento de Baldíos, folio 53.

54
la gota que derramó el vaso...

era de suponer que sus quejas tuvieran más eco que la de los
pequeñ os campesinos y que atendiendo a estas quejas se expidiera el
mencionado decreto.

Uno de los apartes de este decreto reza: “el gobierno tiene a su


cargo desde ahora la reglamentació n del servicio de aguas nacionales
de usos pú blico y su conveniente distribució n para fines
industriales”. Esto causaría muchos problemas entre la compañ ía y el
gobierno, llegando la primera a amenazar con su salida del país. Por
su parte, los propietarios independientes veían en el segundo una
esperanza, que terminaría con el monopolio que los privaba del
líquido.

con el fin de hacer cumplir dicho decreto, se conformó una


comi- sió n oficial que visitaría la zona, la cual presentaría informes
con res- pecto al tema del agua. a pesar de muchos inconvenientes
por los que pasarían los delegados, como el no pago de sus sueldos,
estuvo atenta a oír las quejas de los distintos afectados. con
respecto al líquido, se divulgaron las inconformidades de la
població n acerca de la forma en que la compañ ía distribuía el agua
que fluía por sus canales, esta se hacía mediante el sistema de
turnos, de cuotas o mixta, que mezclaba las dos anteriores.

las buenas intenciones que tenía la comisió n oficial, fracasarían


ante el incumplimiento de sus disposiciones por parte de la
compañ ía. la UFcO se sirvió del poder que ejercía sobre los
mandatarios locales y la fuerza pú blica, para hacer que los delegados
tuviesen un mal ambiente desde su llegada y que a su salida, no
existiera una autoridad que les hiciera acatar las ó rdenes dadas
por estos.

dos disposiciones legislativas posteriores a la disolució n de la


comisió n, demuestran las intenciones del gobierno por continuar
favoreciendo los intereses de la bananera y de paso acabar con la
esperanza que generó en los propietarios independientes el
decreto 338 de 1924. la primera de estas quedó redactada en el
55
decreto 178 de 1933:

56
edwin Hernán rojas montoya

“El gobierno podrá permitir que para el servicio exclusivo de la


zona bananera, sigan corriendo por los canales de propiedad
particular construidos antes de la expedición del presente decreto,
las aguas que, derivadas de los cauces naturales, no vuelvan a ellos
por motivos de su destinación para el riego de las plantaciones de
guineo”16.

Este mismo añ o, el gobierno decreta una reglamentación del


artículo 9º de la ley 113 de 1928, dándole una interpretación al
término “servicio pú blico”, que se podría confundir con “servicio
pú blico privado”.

“el uso de las aguas tendrá en favor de las plantaciones de


banano, la calidad de Servicio Público, tanto para el bananero
dueño del canal como para los demás bananeros que
racionalmente puedan beneficiarse con ellas. Por Servicio
Público, para efecto de este decreto, se entiende la destinación de
las aguas de los canales de acuerdo con la capacidad de éstos al
beneficio de las plantaciones de banano...”17.

de lo anterior se puede denotar que se establece el servicio


pú blico del agua en la Zona Bananera, pero que este se encuentra
supeditado a las necesidades del líquido en los cultivos. En
definitiva, el gobierno consideraba que primaban los
requerimientos vitales de una planta a los de un ser humano.

Para finalizar, cabe mencionar que el monopolio del agua,


persistiría hasta la crisis sufrida por la compañ ía tras la segunda
guerra mundial; sin embargo, esto no traería consigo un avance
significativo para todos

16
Diario oicial No. 22.203, Decreto 178 de 1933, 31 de enero. Por el cual se reglamentan el
artículo 9º de la Ley 113 de 1928 y otras disposiciones legales, y se establece el servicio
público de las aguas en la zona bananera del departamento del Magdalena, citado en:
Fernando Botero y Álvaro Guzmán Barney, “El enclave agrícola en la Zona Bananera de

57
Santa Marta”, En: Cuadernos Colombianos No. 11, Tomo III, Medellín: segundo
trimestre de 1977, p. 352.
17
Ibid., p. 353.

58
la gota que derramó el vaso...

los pobladores del departamento, en materia de distribución del


líquido. En cifras del reporte concerniente a la calificació n de
inversió n dada a la empresa aguas del Magdalena, para el añ o
2006:

“De una población de un millón cuatrocientos mil personas del


depar- tamento, aproximadamente trescientas sesenta mil no
disponen de abastecimiento de agua potable y un millón veintiséis
mil no tienen alcantarillado. En la zona rural (en donde vive el 34%
de la población) solo el 31% de la población tiene acceso al
servicio de agua potable y apenas un 13,5% tiene
alcantarillado”18.

Esto nos da pie para pensar que la historia de la luchas por


recursos naturales se resiste a ser sacada de los libros, cobrando
una mayor importancia día a día, ya sea con los mismos o con
diferentes actores.

ConClusiones
El desarrollo de esta investigació n me permitió abordar temas
y personajes que poco o nada han sido mencionados por la
historiografía tradicional colombiana; así como encontrar los
numerosos y heterogé- neos elementos de tipo político y social que
pueden confluir en una historia de carácter ambiental, lo que la
convierte en algo muy complejo y difícil de desenredar. Entre los
cruces, convergencias y relaciones de estos elementos que
encontramos en el trabajo, he extraído a manera de conclusió n, seis
puntos que pueden ayudar a la comprensió n del tema en general.

1. la carencia en materia de recursos hídricos que poseía la Zona


Bananera, no fue el ú nico factor para que se generara el
monopolio que la compañ ía ejerció sobre el agua de la regió n,
también influ-

59
18
BRC Investor Services S.A., Reporte de la caliicación para la inversión en la empresa de
servicios públicos Aguas del Magdalena S.A., diciembre 15 de 2006, p. 4.

60
edwin Hernán rojas montoya

yeron las exitosas prácticas de apropiació n del líquido que se


traían de otras latitudes, y que arribaron al país desde el
comienzo, por esta razó n el monopolio no puede ser
considerado como fruto de la improvisació n, más bien, la
conjunció n de monopolio y carencia del fluido propiciaron un
mayor deterioro en la calidad de vida de la població n.

2. la construcción de canales y acequias, era necesaria para la


irrigación de las plantas de banano; sin embargo, este no fue el
único propósito que cumplieron, ya que mediante su elaboració n,
la compañ ía se hizo al poder del líquido en la zona, regulando el
acceso al agua de los demás habitantes, cuyo consumo podía
disminuir el recurso que la compañ ía requería.

3. durante el periodo comprendido entre 1904 y 1909, conocido


como el quinquenio de Reyes, se generaron las condiciones para
el domi- nio que ostentó la compañ ía sobre la zona bananera,
este se logró gracias a las políticas que implantó el mandatario
para favorecer la inversió n de capital extranjero, emulando lo
hecho por Porfirio díaz en México.

4. El decreto 338 de 1924, y la comisió n de Baldíos que se creó para


el cumplimiento del mismo, chocaron con la negligencia del
gobierno nacional y el poder que ostentaba la compañ ía sobre la
administració n local y la fuerza pú blica, lo que dio al traste con las
expectativas que mantenía la població n de la zona, en materia de
una nacionalizació n total y definitiva de los recursos hídricos.

5. los decretos 338 de 1924 y l13 de 1928, pretendían imponer parcial


o totalmente un Servicio Pú blico de agua que mejorara el acceso
al líquido de los pobladores en la regió n; sin embargo, los
gobiernos nacional y local nunca tomaron las medidas
necesarias para su cumplimiento, lo que contribuyó a la
permanencia del monopolio de agua por parte de la compañ ía.

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la gota que derramó el vaso...

6. la huelga y masacre de 1928 en la Zona Bananera de


Magdalena, causaron un gran revuelo a nivel nacional. En
debates como el de Jorge Eliécer Gaitá n ante el congreso, se
evidenció el rechazo de la població n a estos hechos; empero, la
falta de acceso al agua de toda la població n, así como el dominio
del líquido que ostentaba la UFcO no terminó con estos hechos,
perdurando el primero hasta nuestros días y el segundo hasta la
crisis de la compañ ía bananera, luego de la Segunda Guerra
Mundial.

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relaciones gubernamentales

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