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Mgter.

Mónica Soave

Los métodos proyectivos han sido mencionados en 1939 por vez primera
por Frank quien reunía bajo este nombre a los test de asociación de palabras
de Jung creado en 1904, al test de Rorschach creado por el autor del mismo
nombre en 1920 y al TAT de Murray de 1935. Los test eran considerados en
la época como modos de medición.
Ha sido posible diferenciar, a lo largo del tiempo, dos maneras posibles
de efectuar la medición. Estas dos modalidades implican dos formas diferentes
de acercarse y abarcar el objeto de estudio: una mediante test llamados
PSICOMETRICOS y la otra mediante test llamados PROYECTIVOS.
Los primeros:
•• Miden rasgos puntuales de personalidad
•• Tienen estímulos más concretos
•• Poseen estandarización de las respuestas
•• Cuantifican para comparar con una norma
Algunos ejemplos son: El Test de inteligencia de Weschler, el Test
de Bender, el cuestionario estandarizado MMPI (Minnesota Multiphasic
Personality Inventory), etc.
Los segundos, en cambio:
•• Buscan una descripción abarcativa de la personalidad
•• Poseen estímulos más ambiguos
•• Son de respuesta libre
•• Cualifican los resultados en relación a la percepción que el
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entrevistador se haya conformado del individuo y las recurrencias


y convergencias en sus materiales.
En este artículo me propongo sintetizar algunas características que
subyacen a los test proyectivos como métodos de “medición” de la personalidad
de los sujetos
Ante un estímulo, cualquiera sea: una lámina de Rorschach, una pregunta
desiderativa, etc., en el sujeto se ponen en marcha mecanismos psíquicos
a partir de los cuales responde en acuerdo con variables que conforman su
personalidad.

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Este proceso será tanto más exitoso cuanto más desestructurado y
ambiguo sea el estímulo que acercamos al sujeto. De esta manera decimos
que a mayor desestructuración del estímulo mayor el grado de saturación
proyectiva que tiene un test ya que es mayor la “cantidad” de proyección
que el sujeto aporta al material. A la inversa, cuanto más estructurado es el
estímulo, menos son las posibilidades proyectivas del sujeto en él, aunque
nunca son realmente nulas.
Por tanto; la ambigüedad del material es una de las características de los
materiales de los métodos proyectivos.
Como se habrá observado, he hablado de cuantificación, medición,
cantidad, siempre en comillados. Esto remite a que no podemos cuantificar la
personalidad de un sujeto desde los métodos proyectivos. Lo más que logramos
es realizar valoraciones cuantitativas de algunos resultados, que debemos
después interpretar a la luz de las valoraciones cualitativas que realizamos de
los materiales del método en cuestión. Por este motivo, cuando de métodos
proyectivos hablamos, pensamos en valoraciones cualitativas o, en algunos
casos, cuanti-cualitativas.
Las respuestas del sujeto son libres como también lo son los tiempos
que le lleve darlas. Éstos estarán también en relación a variables de su
personalidad que deberán ser pensados en el caso por caso y articulados con
otras características presentes en el material del sujeto.
Los métodos proyectivos pueden ser de características gráficas, verbales,
de láminas y siempre se presentan con una cierta “estandarización”, que ha
sido propuesta por el autor y que, en todos los casos, debe ser respetada.
Por ejemplo, láminas que deben respetar una secuencia, consignas que deben
ser formuladas en determinado orden, etc., dado que las interpretaciones
generales de cada método se han efectuado siguiendo esos lineamientos y
alterarlos introduciría modificaciones y por tanto errores en la aplicación.
Celener (1999), realiza un recorrido por los fundamentos epistemológicos
de las técnicas proyectivas y señala que existen dos tipos de métodos para
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abordar la lectura de las mismas y que cada uno de ellos constituye un modelo
de lectura. Explica la autora que un modelo teórico es un sistema hipotético
deductivo que se refiere a un objeto determinado, considerado modelo
también porque es a su vez la representación conceptual esquemática, de una
cosa o situación real o supuestamente real.
De este modo, enmarca la lectura general de las técnicas proyectivas
en dos posibles modelos: el modelo positivista, al que llama modelo de caja
negra, rememorando la caja negra del avión que guarda información que solo
puede ser conocida en casos particulares (cuando ocurre algún accidente, por
ejemplo) pero que, si no hay situaciones anómalas, es información a la que
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normalmente no se accede; y otro modelo que llama de caja transparente,
antipositivista, para evidenciar que en él sí se conoce que pasa dentro de la
caja.
Ambos modelos persiguen intereses diferentes. En el primero, son
importantes los comportamientos externos, las conductas, y busca comprobar
regularidades observables, a través de la vinculación de una causa a su efecto
y del resultado de la relación enunciado en leyes
En el segundo, interesan los mecanismos a través de los cuales se llegó
a la producción de la respuesta y no solo esta última en sí misma. Ponen el
foco en la producción interior. Buscan comprender, a partir de la respuesta,
la estructura y contenido de la caja, el sentido que los hechos tienen para el
sujeto (por esto lo de caja transparente).
El entrevistador que lo utiliza, realiza hipótesis explicativas del modo
de producción de respuestas, ya que este no es un fenómeno observable sino
inferible por procesos especulativos.
La autora mencionada, ubica al Psicoanálisis como un modelo de lectura
para el material proyectivo enmarcado en el modelo de caja transparente.
En el cuadro1 que ella misma plantea en su texto de referencia, establece
una comparación entre el objeto de estudio, el método y la finalidad para
el Psicoanálisis y los métodos proyectivos concluyendo en que ambos se
diferencian fundamentalmente en su finalidad manteniendo similitudes en
el método y considerando el mismo objeto de estudio: el aparato psíquico.
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Cuadro extraído de Celener G. (1999) Las Técnicas Proyectivas. Su estatus epistemológico actual. Bs. As.
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Arg: J.V.E. editorial

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Clasificación de las Técnicas Proyectivas
Las técnicas proyectivas pueden clasificarse en: Estructurales y Temáticas.
Las Técnicas Proyectivas Estructurales, como su nombre lo indica
permiten objetivar la estructura de personalidad del sujeto. Tienen como
objetivo el cómo de la conducta del sujeto. Buscan hacer un corte representativo
de la organización psíquica del sujeto. Ejemplo de ellas son el HTP de Buck,
la FH de Machover, la persona bajo la lluvia de autor desconocido, el test del
animal de Levi, etc.
Las Técnicas Proyectivas Temáticas, dan cuenta de de los aspectos
dinámicos de la personalidad del sujeto, del “contenido” de la misma; es
decir los conflictos, los mecanismos de defensas, el contenido de las fantasías,
los roles asumidos por el sujeto. Ejemplos de ellas son el TAT de Murray, el
Test de Relaciones Objetales de Phillipson, el Cuestionario Desiderativo de
Bernstein, el test de Rorschach del autor del mismo nombre, etc.
Esta última técnica suele clasificarse con el nombre de mixta ya que
aporta información tanto estructural como dinámica de la personalidad en
términos de que por su complejidad posee una valoración cuantitativa y otra
cualitativa para ser analizada.
De todas maneras, si bien esta es una clasificación en relación al
objetivo, es decir a qué se quiere conocer del sujeto estudiado, no es taxativa.
En los comentarios que el sujeto hace de una técnica estructural muchas
veces proyecta también aspectos dinámicos de su personalidad, abordados en
profundidad por las técnicas de tipo temáticas y viceversa.
Las técnicas Proyectivas presentan la particularidad de haber nacido de
la práctica. Esta es una problemática ya que su fundamentación teórica se
va construyendo a posteriori de su aparición. En los años 40-50 es cuando
surge la necesidad de fundamentarlas. Es en ese tiempo en que los autores
Abt y Bellak encuentran que elementos del Psicoanálisis, de la Gestalt y de la
teoría del Campo pueden haber aportado a las mismas. Freud a partir de la
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noción de aparato psíquico conteniendo instancias psíquicas, de conceptos


tales como principio de placer-principio de realidad, la gestalt a partir de la
noción de un sistema de autorregulación y Lewin con la noción de self de
configuración múltiple. Los tres autores mencionados adhieren a la creencia
de un determinismo psíquico compartiendo el pensar que cada fenómeno
que acontece no es azaroso sino que tiene una causa. Comparten también el
método hipotético-deductivo utilizado también por las técnicas proyectivas.
La gestalt hace un importante aporte a los métodos proyectivos en lo que
respecta al análisis formal del estímulo. El Psicoanálisis brinda herramientas

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relevantes en lo que respecta al análisis de contenido de las respuestas del
material proyectivo, aportando una teoría consistente para su abordaje.
Hay dos conceptos fundamentales, además del de determinismo
psíquico, que también subyacen a las técnicas proyectivas. Ellos son el de
apercepción y el de proyección.
La apercepción, es un término aportado por Bellak, que refiere a la
percepción significativamente interpretada. Es decir parte de la concepción
de que no existe la pura percepción sino que en lo que el sujeto percibe está
implícito su mundo interno, su manera de abordar el mundo, su historia
y de esa metabolización surge la APERCEPCION en los términos antes
expresados.
La proyección es un proceso por el cual se adscribe a la percepción y
al mundo externo significados que tienen que ver con el mundo interno del
sujeto. Es decir en Técnicas proyectivas tomamos este concepto de un modo
amplio, diferenciado del de proyección como mecanismo defensivo.
En un proceso diagnóstico completo, se aborda el conocimiento de la
personalidad del sujeto con diversos fines (diagnósticos, de selección, etc.) y
los métodos proyectivos, que se introducen a posteriori de alguna/s primera/s
entrevista/s, permiten completar el proceso, brindando información
complementaria de la misma.
Para analizar las técnicas, al igual que para el análisis de las entrevistas
previas del proceso diagnóstico se utilizan los criterios de juicio clínico.
Se analiza, compara, contrasta, jerarquiza aspectos; es decir se efectúan
recurrencias, convergencias e inferencias entre los materiales.
Las recurrencias implican la detección de la reiteración de indicadores
iguales o similares intra o intermateriales que dan cuenta de aspectos estables
en la personalidad del sujeto. Por ejemplo, el sujeto da como respuesta hormiga
en la primer catexia negativa del desiderativo y en el HTP realizó dibujos
muy pequeños. Ambos indicadores remiten a un sentimiento de minusvalía
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subyacente.
Las convergencias, en cambio, implican la reiteración de indicadores
que pueden ser disímiles o incluso opuestos pero que aparecen juntos e indican
una misma secuencia dinámica; es decir dan cuenta de un conflicto del sujeto.
Por ejemplo, que el mismo sujeto al que referí en el ejemplo anterior, en la FH
realice un primer dibujo muy grande y el segundo muy pequeño, mostrando
que frente al sentimiento de minusvalía que posee se defiende utilizando la
omnipotencia como recurso. En la secuencia nos muestra el conflicto presente.
A partir de la lectura de recurrencias y convergencias de los materiales
del sujeto es como se pueden conjeturar las inferencias. Estas implican un nivel

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de abstracción mayor. Permiten, desde un lugar interpretativo, pasar de un
concepto a otro de la teoría que se está utilizando para la lectura. Constituyen
la armazón de las hipótesis interpretativas que el entrevistador organiza de los
aspectos relevantes de la personalidad del sujeto; es decir son las piezas con
que se construye el juicio clínico.
Celener (2002), señala en esta construcción, la presencia de tres niveles
de inferencia, a saber:
Un primer nivel observacional, un segundo nivel de interpretación de la
empiria y un tercer nivel que llama de especulaciones metapsicológicas.
El primer nivel implica la observación y el recorte de material. Refiere a
la observación fenoménica. Por ejemplo: En un gráfico de la casa de un HTP
se describen aspectos significativos: las ventanas están cerradas, la casa está en
una loma, no posee puerta, etc. Es decir se ponen de relevancia recurrencias y
convergencias desde un punto de vista observable.
El segundo nivel, el de interpretación de la empiria, constituye un
nivel dinámico, en él se asignan significados a lo observado en el primer
nivel. Así para continuar con el ej. anterior se puede inferir que el sujeto es
introvertido y es dificultoso para él relacionarse con el medio y los otros. Es
decir, se ponen en marcha interpretaciones, no observables, que surgen de
la ligazón de lo observado en el primer nivel con el significado que a esto le
aporta la teoría de referencia.
El tercer nivel, de especulaciones metapsicológicas, es el mayor de los
niveles de abstracción. Remite a aspectos teóricos de manera exclusiva. Por
ejemplo el sujeto posee características de neurosis fóbica.
Estos tres niveles de análisis, si bien la autora los presenta separadamente
con fines didácticos constituyen el modo de pensar clínicamente y en la
práctica esto se realiza dinámicamente, de modo integrado: Se observa, se
infiere, se contrasta, se teoriza, se vuelve a observar, y así en un continuo
movimiento de proceso que concluye con las apreciaciones diagnósticas de la
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personalidad de un sujeto.

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Referencias
Celener G. (1999) Las Técnicas Proyectivas. Su estatus epistemológico actual. Bs. As.
Argentina: J.V.E. editorial
Celener G. y otros (2003) Técnicas Proyectivas, actualización e interpretación en los ámbitos
clínicos, laboral y forense. Bs. As, Argentina: Lugar editorial.
Grassano E. (1984) Indicadores Psicopatológicos en Técnicas Proyectivas.. Bs. As, Argentina:
Editorial Nueva Visión
Siquier de Ocampo M. L. y Garcia Arzeno M. E. (1974): Las Técnicas Proyectivas y el
proceso Psicodiagnóstico. Tomo I, II y III. Bs. As, Argentina: Ed. Nueva Visión.
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