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AMARO RAMON YARDIN

y HUGO RODRIGUEZ JAUREGUI

PAUTAS PARA UNA MEJOR DETERMINACION DEL


RESULTADO SECTORIAL EN LAS AREAS DE FINANZAS Y
COMERCIALIZACION

1. CONSIDERACIONES GENERALES

Es probable que dentro de algunos años, cuando un futuro


historiador trate de caracterizar la economía -y aun la sociología- de nuestro país en
la segunda mitad de la década del 70, adopte la denominación de "El lustro de las
tasas de interés" o alguna semejante.
Ello, porque sin duda, un fenómeno de alta significación y
escasos antecedentes en el país, es la enorme relevancia adquirida por el aspecto
financiero que, a impulsos de una inflación que se niega a ceder aún ante drásticas y
originales medidas, se ha convertido en, la “prima donna" de la vida nacional.
No se requieren estudios profundos para percibir que, en 1980,
los términos "tasa nominal y tasa real", "rendimiento sobre moneda corriente o sobre
moneda constante", "indexación", etcétera, han dejado de ser parte de la jerga de un
reducido núcleo de especialistas para ingresar al lenguaje corriente de toda la
comunidad.
Simétricamente los estudios de alternativas de inversión o
análisis comparativos de costos de distintas fuentes de financiamiento se han
convertido en un tema permanentemente abordado por los más modestos periódicos
y por revistas de "temas de actualidad" cuyo mercado, seguramente, no está
compuesto por empresarios o asesores.
Independientemente de la imputación de superficialidad que se
pueda hacer a muchos de estos artículos de difusión y de la acertada observación
respecto a que los mismos han servido más para divulgar terminología que
conocimientos, lo señalado vale como evidencia de la relevancia pública adquirida
por el tema.
Obviamente, un fenómeno de tal repercusión en la vida
cotidiana originó fuertes cambios en la estructura de las empresas y en su política
interna, donde el sector financiero adquirió un desarrollo y una importancia en el
proceso decisorio enormemente superior a la que tenía en las épocas en que una
empresa ganaba más cuando más debía.
Esta hipertrofia del componente financiero de la gestión
empresaria -que en muchos casos ha tenido mayor significación que la de producción
o comercialización en la composición del resultado del ejercicio- no ha generado, a
nuestro juicio, una respuesta lo suficientemente veloz y acertada por parte de los
encargados de elaborar los informes de los resultados periódicos y sectoriales.
Es así como se han mantenido ciertos criterios de
procesamiento de la información que, aunque conceptualmente cuestionables,
podían ser tolerados considerando su relevancia relativamente escasa y el esfuerzo
adicional que demandaría su corrección, pero que debieron haber sido modificados
ante el evidente vuelco de la situación.
Podríamos mencionar como ejemplos de ello: la falta de claridad
en el diferimiento de los costos financieros y de un criterio homogéneo en la
registración del pasivo.
La primera de estas falencias se presenta toda vez que, al
calcular el diferimiento del quebranto por intereses a un periodo posterior al que fue
concertada la operación, se considera solamente la tasa de interés pactada, dejando
como carga del periodo los gastos propios de la operación, que en ciertas
modalidades de créditos pueden ser significativos y que, sin lugar a dudas, modifican
el costo del dinero. Aun cuando este criterio respeta estrictamente el principio del
devengamiento (los gastos no se verán reducidos aunque el crédito se cancele en
forma anticipada) creemos que no refleja equitativamente la distribución del costo
financiero entre los ejercicios.
En cuanto a la falta de homogeneidad en el criterio de
registración del pasivo, afirmamos que ello ocurre en gran cantidad de casos donde
las obligaciones a pagar son asentadas por el monto nominal del documento o de la
factura, de modo tal que los saldos del pasivo en cualquier momento inter-balances
representarán, para ciertos acreedores -generalmente bancarios, cuando se opera
con "interés anticipado"- la deuda de capital más los intereses que estarán
devengados recién a la fecha de vencimiento mientras que para otros expresará el
monto de factura que podrá ser mayor o menor al de la obligación a ese día, ya fuere
porque nos encontramos en el periodo de "recargos por mora" que serán registrados
recién en el momento del pago- o en plazo para ganar "descuentos por pronto pago".
Esta coexistencia de criterios dispares dificulta el suministro de
informaciones no periódicas y es una generosa fuente de complicaciones al momento
del balance, al practicar los cálculos del diferimiento.
Los aspectos señalados, merecedores sin duda de mayor
discusión y análisis, podrían alterar la composición periódica del resultado,
perjudicando algunos periodos en beneficio de otros. Pero el objetivo de este trabajo
es el de analizar cierto aspecto de la operatoria empresaria donde las diferencias de
criterio en su registración pueden llegar a afectar, en forma sensible, la determinación
de los resultados sectoriales, cual es el de los intereses implícitos.
Se trata, concretamente, del problema que origina la registración
del valor de ingreso de los bienes adquiridos con financiamiento por parte del
proveedor o de ventas financiadas, cuando el interés se halla incluido en el precio,
sea en forma total o sólo parcialmente.
Entendemos que la registración de operaciones de este tipo, de
acuerdo con las pautas tradicionales no permite una adecuada tipo de apreciación de
sus reales características económicas y, en consecuencia, esbozaremos una
propuesta de un sistema de registración alternativo.

2. UN PLANTEO DEL PROBLEMA EN TRAZOS GRUESOS

Si un comerciante compra diez botellas de vino en $ 500 a


pagar a los treinta días, la no existencia de un interés implícito hace que registremos:
___________________ ______________________

Mercaderías 500
a Acreedores varios 500
___________________ ______________________

La venta al contado de estas botellas a $ 55 cada una,


originará registraciones del tipo:
___________________ ______________________

Caja 55
a Ventas 55
___________________ ______________________
Costo de ventas 50
a Mercaderías 50
___________________ ______________________

El posterior pago de la deuda originará el conocido movimiento


de cancelación del pasivo y, supuesta la venta de las diez botellas, al cabo de los
treinta días nuestros estados de resultado mostrarán un beneficio de $ 50 emergente
de haber vendido a $ 550 lo que compramos a $ 500.
Lo que tratamos de demostrar -pese a que el buen sentido del
almacenero ya lo ha puesto muy en claro- es que el beneficio de la operación es
mayor, o, al menos, potencialmente mayor.
En efecto, el hecho que el precio de costo esté expresado en
valores que se harán exigibles dentro de 30 días mientras que la venta al contado
refleja valores de inmediata disponibilidad hace conveniente profundizar el análisis de
esta registración tan elemental.
El valor de activación tiene relevancia por cuanto ha de ser un
factor determinante del beneficio de la gestión comercial, como diferencia entre el
mismo y el precio de venta. Es de la mayor importancia, para un análisis de la
gestión, despojarlo de lo que pueda ser costo financiero, correspondiente a un sector
que nos interesa evaluar separadamente.
Si suponemos que las ventas al contado fueron realizadas el
mismo día que la compra, parece lógico que esa operación ha generado, además del
beneficio de $ 50 originado en la diferencia de los precios, un beneficio adicional
manifestado por la disponibilidad de $ 500 durante 30 días, sin ningún costo reflejado
por la contabilidad.
En este caso, la registración practicada ignorando la real
naturaleza económica de la operación perjudica al resultado comercial en beneficio
del sector financiero.
Evidentemente, si esos $ 500 son conservados líquidos hasta el
momento del vencimiento de la obligación, ese beneficio se diluirá ya que nuestras
disponibilidades sólo alcanzarán para cancelar el pasivo originado por la operación.
Pero parecería adecuado arbitrar un sistema de registración que permitiera
evidenciar todos estos matices de la operación que, en este caso particular, serían:
 Beneficio de $50 originado en la diferencia entre el precio de compra y el de
venta.

 Beneficio aún no cuantificado, emergente de la disponibilidad de $ 500 por el


período transcurrido entre la venta y el momento del pago de la compra.

 Quebranto originado por la falta de empleo rentable de las disponibilidades.

Más adecuado a nuestro propósito de una clara determinación


del resultado financiero puede resultar el análisis de un caso simétrico de una compra
al contado y la venta a plazos con el interés implícito.
Es común observar en los comercios la propuesta "compre a
precio de contado y pague en tres meses sin intereses".
Si esa expresión elemental de técnica comercial se refleja
contablemente sin ajustes, registrando como precio de venta el total a cobrar, será el
área financiera de la empresa la que estará teniendo una merma en su resultado
sectorial mientras que la de comercialización arrojará un beneficio superior al que
podría considerarse equitativo.
Observemos que Finanzas está soportando el costo del dinero
que posibilita esta operatoria comercial, salvo el caso -extraño, si no inexistente- de
una empresa que no tuviera endeudamiento externo, lo que, de todos modos,
obligaría a plantearnos el debatido problema de los intereses sobre el capital propio.
Tal vez resulte conveniente puntualizar que el problema, aunque
incrementado en economías inflacionarias, también se manifestaría en una situación
de moneda estable, ya que aun en esas circunstancias el valor de la moneda
disponible es superior al de la futura.

3. PROPUESTA PRIMARIA DE LA SOLUCION CONTABLE

Una primera aproximación a la propuesta de una forma de


registración más fiel a la realidad económica, pasaría por la determinación y aislación
del componente financiero oculto en la operación de compra o de venta: el interés
implícito.
Si suponemos (ya veremos a partir de qué análisis) que el
precio a treinta días contiene un recargo del 7 % en concepto de carga por
financiamiento, nuestra registración se plantearía:
___________________ ______________________
Mercaderías 467,29

Resultado financiero 32,71

a Acreedores varios 500


___________________ ______________________

Producida la venta, nuestro cuadro de resultados se vería


enriquecido por un desdoblamiento del resultado de $ 50 en un beneficio comercial
de $ 82,71 y un quebranto financiero de $ 32,71.
El caso de un bien comprado al contado y vendido a plazos sin
explicitar intereses, originaría registraciones de este tipo:

Por la compra:
___________________ ______________________

Mercaderías 1.000
a Bancos 1.000
___________________ ______________________

Por la venta, con el cobro íntegro a 30 días, a $ 1.500:

___________________ ______________________

Deudores varios 1.500


a Ventas 1.402
a Resultado financiero 98
___________________ ______________________

Costo de ventas 1.000


a Mercaderías 1.000
___________________ ______________________

Lo que evidenciaría que el beneficio de $ 500 no reconoce su


origen en la gestión comercial, exclusivamente, sino que parte de esta diferencia
entre el costo y el precio de venta es un resultado financiero que, como veremos más
adelante, será más un recupero de costos que un beneficio.
Hasta aquí, la manifestación más elemental del problema y su
solución. Podemos adentrarnos ahora en aspectos de más difícil simplificación y en
terrenos de relativizaciones conceptuales.
4. EL COSTO DE ADQUISICION, EL VALOR DE ACTIVACION Y EL
PRECIO DE VENTA

Según lo expresado precedentemente -si bien sujeto a


posteriores relativizaciones- consideramos que una adecuada exposición de la
realidad económica hace necesario que la activación de los bienes adquiridos
mediante financiamiento se realice considerando el valor actual de la deuda originada
en esa operación, y no el monto nominal de la misma.
Al no hallarse explicitada en esta operación ninguna tasa de
interés, tendremos que estudiar la forma de inducir el "precio de contado" de ese bien
adquirido que es lo que legítimamente debe considerarse como valor de ingreso a
nuestro patrimonio.
Reiteramos que el desdoblamiento del precio de venta no ha de
modificar en modo alguno el resultado total, pero es indudable que una reforma en la
exposición de los resultados, que permita al poder de decisión contar con un
panorama más completo de su operatoria, significaría aumentar la utilidad
instrumental de nuestros informes.
Podría plantearse el caso que el bien adquirido presente en el
mercado un "precio de contado" lo suficientemente conocido como para que el mismo
fuera tomado como costo de adquisición.
Sin embargo, además de tratarse de un dato que no ha de ser
de fácil obtención, este precio de mercado para operaciones de contado puede estar
afectado por la distorsión que analizamos seguidamente.
El otro caso se presentaría ante la explicitación por parte
de¡ proveedor, de un recargo por intereses o, inversamente, de un descuento por
pronto pago.
Supongamos que, en nuestro elemental ejemplo anterior, el
proveedor hubiera planteado la operación ofreciendo sobre el precio total de $ 500 de
costo de la mercadería un 3 % de descuento por pago al contado. ¿Debe esto
llevarnos a considerar ese precio como valor de activación y registrar como intereses
solamente los $ 14,56 que el proveedor dice cobrarnos por tal concepto?
Consideramos que no.
Si nosotros hemos determinado que la tasa de actualización
aplicable para valores pagaderos dentro de treinta días es de un 7 %, tendremos que
convenir que la operación planteada del modo descripto, solamente reflejaría una
parte del costo financiero total, manteniéndose implícita en el precio de venta la otra
parte.
Tampoco, en el caso de la fijación de un precio base y el
ofrecimiento de un financiamiento a tasas inferiores a la que la empresa ha
determinado, permitirá realizar la activación en forma directa.
Si la compra se realiza a 30 días con un recargo del 3 %,
consideraremos como precio a 30 días los $ 515 y como valor de activación $ 481,30
(valor actual de $ 515 a 30 días al 7 % mensual) ya que suponemos que, además de
los $ 15 de intereses explícitos, existen en esta operación $ 18,70 de recargo por
financiamiento, incluidos implícitamente en el precio base.
Similares problemas originará la determinación del "precio de
contado" en las ventas a plazo, que es el monto que -a nuestro criterio- debe
acreditarse como "ventas".
Por las mismas consideraciones por las que afirmamos que
debe computarse como costo de adquisición el valor actual de los futuros egresos,
estimamos que sólo debe ser registrado como precio de venta el valor actual del flujo
de ingresos que habrá de generarse como consecuencia de dicha venta.
Debemos ahora centrar nuestro interés en analizar las pautas a
partir de las cuales la empresa establece la tasa que ha de servir para la
determinación de los intereses implícitos presuntos en una operación a plazo sin
intereses" o sea, la tasa de actualización.
Una alternativa que debe ser discernida es la concerniente a la
consideración de una tasa particular o interna de la empresa o de una tasa general o
de mercado.

5. EL USO DE UNA TASA INTERNA DE LA EMPRESA

Evidentemente, el costo del dinero es un dato propio de cada


empresa en particular -especialmente en coyunturas de inestabilidad economica
como la que largamente padecemos- influido por un cúmulo de factores que no
concierne al caso analizar.
Nos bastará para nuestro objetivo, la aceptación de la idea que
empresas similares pueden presentar considerables diferencias en los índices que
miden el costo marginal del financiamiento.
En principio, parece atinado afirmar que si dos empresas han
comprado un mismo producto a un mismo precio y a un mismo plazo, ha hecho una
"mejor compra" aquélla que trabaja con un costo financiero mayor.
Simétricamente -y con un ejemplo que resulta más aprehensible
puede afirmarse que si dos empresas venden un mismo producto, al mismo precio y
al mismo plazo, ha vendido mejor aquélla que soporta un menor costo de
financiamiento externo.
El valor de activación de un bien adquirido con financiamiento,
actualizado mediante el uso de la "tasa de corte" reflejaría el máximo valor que la
empresa podría racionalmente pagar por él al contado y, en el segundo caso, el
precio obtenido en una venta financiada mostraría el valor mínimo por el cual la
empresa estaría dispuesta a desprenderse del bien, con pago contra su entrega.
Sin embargo, debe advertirse que la aceptación de este criterio
significaría conceder que bienes idénticos, adquiridos por distintas empresas con
idéntico precio final, sean ingresados a los respectivos activos a precios diferentes en
atención a distintas situaciones financieras.
Una empresa que operara con un costo financiero de, digamos,
un 11 % mensual registraría la compra ejemplificada en el punto 2 precedente, del
siguiente modo:
___________________ ______________________

Mercaderías 450,45
Resultado financiero 49,55
a Acreedores varios 500
___________________ ______________________

Sin duda que resulta difícil aceptar conceptualmente que esa


misma mercadería que ha de ser pagada a $ 500 dentro de 30 días sea activada en
un caso a $ 467,29 y en otro a $ 450,45 por una situación externa a la operación en
sí, como es el costo financiero de la empresa, desde el momento que el valor es
idéntico para ambos.
Veamos ahora qué ocurre con el cuadro de resultados que
surgiría de contabilizar idénticas operaciones de empresas con "tasas de corte"
diferentes.

a) Empresa que opera con una tasa del 7 %

1. Compra de un producto a pagar $ 500 dentro de 30 días.


___________________ ______________________

Mercaderías 467,29
Resultado financiero 32,71
a Acreedores varios 500
___________________ ______________________

2. Venta al contado a $ 550.

___________________ ______________________

Caja 550
a Ventas 550
___________________ ______________________

Costo ventas 467,29


a Mercaderías 467,29
___________________ ______________________

CUADRO DE RESULTADOS

Ventas 550,00
Costo ventas 467,29
82,71
Resultado por financiamiento 32,71
50.00

b) Empresa que opera con una tasa del 1 1 %

1. Compra de un producto a pagar $ 500 dentro de 30 días.

___________________ ______________________

Mercaderías 450,45
Resultado financiero 49,55
a Acreedores varios 500.00
___________________ ______________________

500
2. Venta al contado a 550.

500
___________________ ______________________

Caja 550
a Ventas 550
___________________ ______________________

Costo ventas 450,45


a
Mercaderías 450.45
___________________ ______________________

450,45

CUADRO DE RESULTADOS

Ventas 550,00
Costo ventas 450,45
99,55
Resultado por financiamiento - 49,55
50,00

No parece que los resultados mostrados por esta vía sean


indicativos de la realidad económica de esa operación.
La gestión comercial de la empresa que opera con mayores
costos financieros aparece beneficiada por un hecho ajeno a la gestión en sí, y el
sector financiero resulta de este modo condenado a continuar operando con la
máxima tasa.
Podría también pensarse que, en el ejemplo precedente, en
lugar de tratarse de dos empresas, se trata de una misma empresa en dos momentos
diferentes, donde un cambio en las situaciones del contexto ha hecho variar el costo
marginal del dinero.
En consecuencia, entendemos que la tasa de corte interna no
resulta eficaz para la determinación de los resultados departamentales acordes con la
realidad económica.

6. EL USO DE UNA TASA DE MERCADO


Si por medio de la diferencia que arrojen los saldos de las
cuentas Ventas y Costo de Ventas, tratamos de obtener información sobre la eficacia
operativo del departamento de comercialización y del sector Financiero, y
descartando la registración de un precio de venta o de compra a su valor nominal
cuando en el mismo se encuentren implícitos costos financieros, parece que lo más
equitativo consiste en el uso de una única tasa que muestre el costo del dinero para
todo el sector económico en el cual opera nuestra empresa.
De este modo, ni el valor de activación ni el precio de venta
actualizado de los bienes adquiridos o vendidos con financiamiento. se verá influido
por la situación particular de nuestro departamento de Finanzas.
Al plantear tasas uniformes de actualización, las empresas del
ejemplo anterior tendrían una registración idéntica con un idéntico resultado para los
sectores de Comercialización que operaron con igual eficacia.
En el sector financiero, en cambio, la diferencia entre la tasa
interna y la de mercado que se aplique, arrojará un resultado apto para medir la
gestión financiera.
En efecto, este sector "financiará" las compras y las ventas al
interés normal de mercado. Si logra el dinero a un costo menor el beneficio será de
Finanzas, mientras que si paga tasas mayores suyo será el quebranto.
La experiencia diaria nos indica que, aunque en ningún campo
existe ese mercado homogéneo y transparente conceptualizado por los economistas
clásicos, el mercado de capitales es particularmente heterogéneo y "opaco".
Las tasas bancarias varían dentro de una amplia gama según la
"línea" de que se trate y la inclusión o no de comisiones por servicios que, la mayoría
de las veces, son más nominales que reales.
Con mayor razón, las tasas extrabancarias cubren todo un
espectro de tasas reales que dependen, no sólo del interés nominal de la operación
sino de la modalidad de la entrega del préstamo y reintegro del mismo (en algunos
casos, la sola determinación de la tasa real de interés de una operación demanda un
análisis bastante complejo).
Y, si quisiéramos oscurecer un poco más el panorama,
podríamos plantear también la existencia cada vez más difundida de préstamos con
cláusula de reajuste según índices determinados e intereses sobre el capital
reajustado.
Sin embargo, aunque ese cúmulo de dificultades imposibilitará la
recolección de una información lo suficientemente ponderada y cuantificada como
para ser volcada en una ecuación, es muy probable que una regular experiencia en la
operatoria financiera permita practicar estimaciones útiles a nuestro objetivo.
Como sabemos, los que hemos debido adquirir la gimnasia
necesaria para convivir -y sobrevivir- con la inflación, la tasa de interés que estamos
dispuestos a pagar no depende tanto del rendimiento que se espera obtener del
capital como de las expectativas inflacionarias que pueden transformar el crédito en
un verdadero subsidio.
Meses atrás, por ejemplo, difícilmente un comerciante hubiese
rehusado utilizar su margen de crédito bancario en la "línea ordinaria" -que, por otra
parte, se había vuelto de acceso casi imposibe- ya que, por regla general la tasa
aplicable en este tipo de operaciones era inferior al aumento de precios que se
verificaba en la mayoría de los sectores de la economía.
La línea de "aceptaciones bancarias" u otro tipo de operaciones
calzadas" presentaba -en cambio- un costo considerablemente mayor que hacía que
su tasa real fuera positiva salvo escasas excepciones.
Este panorama permitía conjeturar que la tasa que medía el
costo medio de¡ capital ajeno para una empresa se encontraba en un punto entre la
fijada para la línea "ordinaria" y la de las "aceptaciones", y que el costo marginal del
dinero fuera igual a esta última ya que era relativamente fácil obtener créditos
bancarios "caros".
Posteriormente, ciertas medidas de gobierno revirtieron la
situación haciendo que para la mayoría de las empresas las tasas reales fueran
excesivas, lo que produjo una corriente -que continúa actualmente- de reducción del
endeudamiento originando una tendencia a la baja en las tasas y amplias
disponibilidades prestables.
Podría estimarse, razonablemente, que la tasa media y la
marginal se han igualado con la tasa ordinaria, lo que representa, para los treinta
días, un costo de un 5 % a un 7 % mensual.
Aceptando entonces cómo operativamente válida la
determinación conjetural de una tasa media y una tasa de corte para el mercado,
veremos cual de ellas es la utilizable para nuestro propósito.
Supongamos que todo el mercado pueda ser reducido a una
hipotética empresa tipo. Con el propósito de hacer más clara la comparación,
supongamos también que la tasa de corte se emplea concretamente sólo en una
mínima parte de las operaciones financieras de esta empresa tipo y, conforme a ello,
adoptemos el siguiente ejemplo:
Créditos tomados al 20 % $100
Créditos tomados al 10 % $ 10,000

Por consiguiente:

Tasa de corte: 20%


Tasa media: 10,10%

Las operaciones se registrarían de la siguiente manera:

1. Por los créditos tomados al 20 %:


___________________ ______________________

Bancos 100
Resultado financiero 20
a Acreedores varios 120
___________________ ______________________

2. Por los créditos tomados al 1 0 %:

___________________ ______________________

Bancos 10.000
Resultado financiero 1.000
a Acreedores varios 11.000
___________________ ______________________

3. Si la empresa invierte la totalidad de sus disponibilidades en la adquisición de


mercaderías:
___________________ ______________________

Mercaderías 10.100
a Bancos 10.100
___________________ ______________________
Al verificarse la venta a crédito, a un valor nominal de $ 11.120,
la registración sería:

4.a) Empleando la tasa de corte:

___________________ ______________________

Deudores por ventas 11.120


a Ventas 9.267
a Resultado financiero 1.853
___________________ ______________________

4. b) Empleando la tasa media:


___________________ ______________________

Deudores por ventas 11.120


· a Ventas 10.100
a Resultado financiero 1.020
___________________ ______________________

Se advierte a traves del ejemplo presentado que el criterio a)


arroja un beneficio financiero de $ 1.853, menos $ 1.020, igual a $ 833, a la vez que
un quebranto comercial de la misma magnitud, mientras que el criterio b) muestra
resultados neutros en ambos sectores.
Evidentemente, parece más razonable interpretar que la
situación expuesta no genera beneficios ni quebrantos en sector alguno de la
empresa, desde el momento en que la mercadería es comprada valiéndose de
créditos que luego son transferidos a los clientes en condiciones financieras tales que
el ingreso por ventas resulta equivalente en el monto y se producirá en el mismo
momento que el desembolso necesario para cancelar la deuda.

Quedaría en claro, entonces, que la tasa a aplicar será la tasa


media de mercado.

Analicemos ahora, qué resultado arrojará una empresa que se


encuentre operando a tasa medias superiores o inferiores a la de mercado (10,10 %
para nuestro ejemplo).

La obtención de un crédito a un costo del 15 % se registraría:


___________________ ______________________

Bancos 10.100

Resultado financiero 1.515

a Acreedores varios 11.615


___________________ ______________________

Las operaciones de compra y venta originan idénticas


registraciones que en el caso señalado anteriormente (3 y 4b).
En consecuencia, el resultado comercial será también nulo en
este caso pero el sector financiero registrará un quebranto de $ 1.515 menos $ 1.020
igual a $ 495 que representa el mayor costo para la empresa originado en la
obtención de créditos a tasas superiores a la tasa media del mercado.
Si mediante alguna técnica de ventas eficiente, el sector
comercialización consigue realizar ventas financiadas a una tasa superior a la media
de mercado, parece razonable suponer que ese mayor ingreso sea asignado a dicho
sector y no al financiero, independientemente del costo al que la empresa esté
obteniendo el dinero.

7. EL VALOR DE ACTIVACION Y LA TOMA DE DECISIONES

A esta altura del trabajo podría -tal vez- delinearse con mayor
claridad una idea subyacente.
Cuando los bienes ingresan al activo de la empresa, deben
hacerlo a su valor actual, o sea, despojándoselos de todo componente financiero que
pudiera hallarse incluido en el precio, para lo cual debe, necesariamente, definirse
una cierta tasa. Por razones ya explicadas, creemos que dicha tasa debe ser la
media del mercado.
De manera que supuesto un mercado al que concurren diversos
oferentes, donde para un mismo producto existen distintas combinaciones de precio y
plazo, el valor de activación sería el menor valor actual que resulte de descontar a la
tasa de mercado los precios futuros.
El valor de activación será, entonces, el menor de todos ellos, y
éste será el que se puede considerar como valor de mercado o, simplemente, valor
del bien.
La validez de esta afirmación queda, sin embargo, supeditada a
un cierto carácter -difícil de precisar- de "normalidad" de la operación.
Determinadas circunstancias podrían permitir, en ciertos casos
(por ejemplo, un remate judicial) la compra de un lote de productos a un cierto precio.
Si el mismo -como es probable- es inferior a los normales de operación del mercado,
no parece razonable proponer que sea tomado como referencia por otras empresas
en sus operaciones.
Aún más, en tanto el "valor de mercado" sea de determinación
suficientemente confiable deberíamos pensar que esa compra excepcional ha
generado de por sí un beneficio (dejando de lado las consideraciones sobre la
posibilidad y la conveniencia de su registración contable) ya cristalizado por haber
pagado por un bien un precio inferior a su valor.
Esta idea del valor de activación queda subsistente cuando se
plantean circunstancias en las que la empresa paga un precio que, bajo esta
perspectiva, se juzgue excesivo.
Tal caso se presentaría cuando se den situaciones semejantes
a las del siguiente ejemplo.
Si los datos de mercado con que se cuenta son que un mismo
producto puede ser adquirido a $ 100 pagaderos dentro de treinta días o a $ 90 al
contado, siendo la tasa de mercado del 7 % mensual vencido, la opinión del
responsable de Comercialización sería adquirirlo al contado, opción que daría el
menor valor de activación y, por ende, el mejor resultado al concretarse la venta.
Esto coincide con la reflexión formulada anteriormente respecto
del valor de los bienes, como así también en el supuesto inverso que el descuento
por pago al contado fuese inferior a la tasa media de mercado donde, optando por el
menor valor actual, se efectúe la compra a plazos con interés implícito.
Sin embargo, la decisión de la empresa no puede basarse en la
tasa media de mercado sino que deberá atender exclusivamente a su tasa marginal.
Si en los ejemplos presentados introducimos la hipótesis que la
tasa marginal de la empresa es del 9 % tendremos una conjunción de intereses: la
opción más conveniente para la empresa coincide con la de Comercialización. El
bien es adquirido y activado al menor valor actual determinado a tasas de mercado,
lo que es, por definición, el valor del bien.
Podrá, sin embargo, darse una circunstancia menos clara.
Si la tasa de corte de la empresa es del 12 % a la empresa le
resultará más favorable pagar $ 100 a 30 días, ya que si debe tomar $ 90 para pagar
al contado su costo final será de $ 100,80, pero el valor de activación no puede
exceder el valor de mercado (90 según las pautas señaladas) en lugar de $ 93,45
(valor actual de $ 100 pagaderos a 30 días descontados al 7 %) como sería la regla
general.
En consecuencia, toda la diferencia entre ese valor del activo y
el rnonto nominal del pasivo expresará el genuino resultado financiero emergente de
la operación.
En términos más generales, puede afirmarse que la inducción
de un valor de activación a través del cálculo del valor actual de una compra a
crédito, empleando la tasa de mercado, si bien configura una pauta aceptable, debe
ceder ante otras pautas más confiables o de mayor fundamento.
Piénsese en la adquisición, con pago a plazo, de un bien cuyo
valor de mercado sea ampliamente conocido e indiscutido, por ejemplo, una compra
de oro. Si, a través del cálculo del valor actual, empleando la tasa de mercado, el
precio de contado inducido fuera distinto al valor indiscutido, será éste el que deberá
prevalecer a los efectos de su activación, computándose la diferencia como beneficio
o pérdida de la gestión financiera.
Un caso particular de esta situación está dado por las
operaciones de préstamos de dinero.
Si pensamos que se trata de una operación esencialmente
semejante a las aludidas (cambio de un bien presente por moneda futura) se podría
postular su tratamiento bajo idénticas pautas.
Supongamos que una empresa que opera en un mercado con
una tasa media del 10 % obtiene un préstamo de $ 100 a 30 días a un interés del 5 %
anticipado. El valor actual de la deuda de $ 100 pagadero a 30 días es de $ 90,90 (y
ese sería el valor de activación de cualquier bien adquirido con ese tipo de
financiamiento).
Mas ocurre que resulta muy difícil proponer que $ 95 en efectivo
sean activados a $ 90,90 por convincente que fuere el razonamiento seguido.
Podría pensarse que esa operación ha generado un beneficio
de $ 4,10 originado en el mayor valor recibido respecto del valor actual de la deuda, y
en alguna medida es así (como veremos al analizar el caso de financiamientos que
cubren varios periodos). De modo que registraríamos:

___________________ ______________________

Caja 95.00
Resultado financiero 9,11
(diferencia entre el valor actual y el
nominal de la deuda, o costo normal
del uso del dinero)
a Acreedores varios 100,00
a Resultado financiero 4,10
(diferencia entre el valor actual de la deuda
y el valor del bien recibido, o resultado de la
habilidad de la gestión financiera)
___________________ ______________________

Si la operación financiera ha de resolverse dentro de un mismo


ejercicio, no se obtendrá ninguna información adicional a partir de esa registración un
tanto bizantina, por lo que ambos resultados pueden compensarse.
No ocurrirá lo mismo cuando el plazo de la deuda se extienda
más allá del ejercicio presente y debamos operar con el diferimiento de intereses.

8. EL DIFERIMIENTO DE INTERESES

Los costos financieros calculados en base al procedimiento


descripto, merecerán el mismo tratamiento que la forma tradicional de registración da
a los intereses originados en operaciones que se extienden más de un ejercicio y, por
lo tanto, no haremos consideraciones al respecto.
Sin embargo, habremos de analizar la registración que surgiría
de aplicar el método propuesto en el caso de la obtención de créditos en dinero
-aspecto al que ya nos hemos referido- cuando el plazo de reintegro supera la
finalización del ejercicio económico de la empresa.
Las alternativas que se nos plantean como posibles son:
1 ) Registrar como resultado financiero negativo la diferencia entre el valor nominal
de la deuda y el monto efectivamente recibido, sin considerar de ningún modo la tasa
de actualización que utilizamos para las operaciones con otro tipo de bienes.
2) Registrar como resultado financiero negativo la diferencia entre el valor actual (por
aplicación de la tasa media vigente en el mercado) y el monto nominal de la deuda y,
separadamente, el resultado, también financiero, emergente de la diferencia entre el
mismo valor actual y el monto efectivamente recibido, resultado que podrá ser
positivo o negativo según que la tasa real de la operación sea inferior o superior
respectivamente, a la tasa aplicable para la actualización.
Es esta segunda alternativa la que plantea dudas cuando se
trata de operaciones en las que el costo financiero debe ser diferido. parcialmente.
Conceptualmente, podría plantearse una diferenciación entre
ambos resultados. El primero de los enunciados sería el que puede ser susceptible
de ser diferido por cuanto constituye lo que puede ser considerado el costo normal de
la operación.
En cuanto al segundo, originado en la diferencia entre esa tasa
normal y la real, podría validamente considerarse como un resultado de esa
operación en particular que figuraría en el cuadro de resultados del período en el que
la misma se concretó, en forma íntegra.
La registración se plantearía según el siguiente esquema:
Disponíbílídades: Debitada por el monto efectivamente ingresado.

Resultado financiero: Debitada por la proporción que corresponda a este ejercicio de


la diferencia entre el valor nominal de la deuda y el valor actual calculado en función
de la tasa normal.
Resultado fínancíero diferido: Debitada por la proporción que debe ser soportada por
ejercicios futuros de la diferencia mencionada precedentemente.
Resultado financiero: Debitada o acreditada por la diferencia entre el valor actual de
la deuda calculado en función de la tasa normal y el monto efectivamente recibido.
Reflejaría como resultado de este periodo la diferencia positiva o negativa emergente
de haber obtenido financiamiento a una tasa inferior o superior a la normal del
mercado.
Acreedores varios: Acreditada por el monto nominal de la deuda.

A diferencia de lo que ocurría en los casos anteriores, en éste


no se trata de una mejor atribución de resultados entre los distintos sectores de la
empresa, ya que aquí todos los resultados son financieros, sino de su distribución
temporal, donde cada ejercicio transferiría el financiamiento pendiente para ejercicios
futuros al costo normal de mercado, soportando o beneficiándose con las diferencias
de tasas.
Aunque muestra mentalidad contable resulta un tanto dolorida al
reflejar que la obtención de un préstamo ha generado un beneficio si la tasa a pagar
por el mismo es inferior a la tasa media del mercado, creemos que la "mentalidad
empresarial" de quien toma las decisiones percibe a esa operación como generadora
de un beneficio inmediato. Y, en este aspecto como en tantos otros, creemos que
esa percepción empresarial está más próxima a la realidad que nuestra percepción
contable, y que la contabilidad sólo podrá cumplir adecuadamente su papel
instrumental si acepta elastizar las rígidas reglas de juego que nosotros mismos nos
hemos dictado.

9. UNA CUESTION NO RESUELTA

Cuando al comienzo de nuestro trabajo señalamos los matices


de las operaciones de compra y venta que quedaban omitidos por la registración
tradicional, mencionamos "quebrantos originados por la falta de empleo rentable de
las disponibilidades".
Ahora bien, en ese caso particular era la falta de utilización del
activo monetario el origen de esa pérdida, pero pueden presentarse otros casos en
los que ese "quebranto por inmovilidad" se genere en un sector distinto del financiero.
Nuestra mentalidad adecuada al proceso inflacionario crónico
del país, nos lleva a captar con toda claridad el perjuicio económico emergente de la
conservación de activos monetarios.
Pero el mantenimiento estático de activos no monetarios
(aunque se revalúen a idéntico ritmo con que se deteriora el valor del peso) está
también generando un quebranto que, aunque comparativamente muy inferior, no
debería ser ignorado.
Este resultado negativo estaría dado por el costo del capital
ajeno -o el interés del capital propio- que posibilita la tenencia de ese activo no
monetario, que se mantiene inmóvil. Recordemos que dijimos que esta propuesta
contable no estaba necesariamente referida a un contexto inflacionario y, en esa
utópica tesitura, ya no es posible minimizar este problema.
Con la claridad de los ejemplos elementales, retornemos la
operación del punto 2 precedente.
Supusimos allí que las ventas al contado eran realizadas el
mismo día de la compra a crédito lo que generaba una inmediata disponibilidad de $
500 durante un mes y, en la propuesta contable del punto 3 evidenciamos el costo de
esa inmovilidad, haciendo recaer el peso de la misma sobre el sector financiero.
¿Qué ocurrirá si, en otro supuesto límite, nuestra venta no se
realiza el mismo día de la compra, sino treinta días después, coincidentemente con el
vencimiento de la obligación?
Lo propuesto hasta ahora no da una respuesta satisfactoria a
esta situación. Por el contrario, el resultado negativo sigue siendo soportado por el
sector financiero cuando, evidentemente, la responsabilidad del quebranto
corresponde al sector comercialización que mantuvo inmóvil durante treinta días las
mercaderías disponibles para la venta.
Esta falencia informativa sólo podría ser superada incorporando,
concomitantemente, un sistema de "débitos internos de intereses" donde cada sector
de la empresa soporte un interés figurativo que exprese el costo del capital -propio o
ajeno- con que ha evolucionado.
Un régimen de "Notas de Débito Sectoriales" permitiría cargar a
Comercialización, con crédito a Finanzas, los intereses medios de plaza del stock de
productos disponibles para la venta, de modo que cualquier incremento en la
velocidad de rotación de dicho stock beneficiaría en forma directa a Comercialización
lo que es, a todas luces, equitativo.
Las inmovilizaciones de uso directo de Comercialización
también deberían soportar intereses, ya que es razonable esperar que las mismas
posibiliten mayores o mejores ventas.
Pero las cuentas a cobrar por operaciones de ventas no
devengarían tal interés, por cuanto el resultado comercial de la transacción fue
registrado a valores actuales, o sea como si todas las ventas se realizaran al contado.
Los restantes departamentos de la empresa deberían soportar
también intereses -que constituirían costos estructurales directos de los mismos- con
crédito a Finanzas, por los intereses sobre su capital operativo.
El régimen de actualización de las compras y ventas a plazo
media de mercado hace que, supuestamente, el financiamiento recibido de
proveedores u otorgado a clientes sea registrado a por lo que las mismas no
originarían resultados en Finanzas
El resultado de ese sector estaría dado por las diferencias entre
las reales pagadas y la media de mercado, indica eficiencia de su gestión, y el interés
sobre los activos monetarios castigaría el exceso de liquidez de la empresa.
Estas reflexiones elementales y parciales sobre este aspecto
complejo, sólo apuntan a señalar la necesidad de una consideración especial de los
débitos por uso del capital de la empresa a efectos de una "adecuada" determinación
del resultado sectorial.

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