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VI JORNADA GAUCHA DE PSICOTERAPIA DE GRUPO

VIOLENCIAS E GRUPO
25 DE NOVIEMBRE DE 2000
CONFERENCIA
VIOLENCIA EN VIDA COTIDIANA E SUA MANIFESTACAO NA
CLINICA
Violencia: un tema inagotable
La banalización: nuestro enemigo
Janine Puget

Violencia
Toda relación con uno o varios otros y por supuesto con los
representantes de un conjunto incluye actos que tienen
necesariamente que ver con un juego de imposición mutua. La
imposición lleva intrínseca la posibilidad de patologizarse o sea de
imponer mas allá de la necesidad requerida por actos subjetivantes.
Como ya mencioné cuando la imposición vehiculiza violación del
territorio corporal o psíquico del otro o de un conjunto
transformándolos en “objetos” o sea quitándoles su condición de
sujetos hablaré de violencia enloquecedora. Mientras que cuando la
violencia viola las reglas que organizan la vida vincular hablaré de
violencia transgresora.
Hay varias maneras de decirle a un sujeto que “ya no es”, “que ni
se lo piensa siendo” o “transformarlo en un des-existente”. En otro
panel he estado recalcando diversas paradojas que sostienen los actos
violentos. Voy ahora a ahondar en la clasificación de violencias
basándome ya no solo en las diversas paradojas sobre las cuales se
basan, sino que voy a diferenciar los ataques al sujeto, los ataques a la
regla y los ataques a la pertenencia.

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La violencia enloquecedora es sostenida por la paradoja: “para
que mi vida valga debo quitarle a otro o a un conjunto lo que posee,
quitarle su capacidad de decisión imponiéndole la mía o la de la
fuerza dominante, sea haciendo un trueque de subjetividad, que anule
al otro o al conjunto, ya que es al despojarlo que obtendré vida para
mi o dicho de otra manera es ese otro quien me da vida”. De esta
manera se invierte el significado de lo posible e imposible y su
potencialidad vincular. Este acto de des-subjetivar a otro no solo
quita lo que tiene de ajeno, de diferente sino que además le impone la
propia pero, al hacerlo, quien realiza el acto violatorio queda sin un
otro sea porque lo enloquece o porque lo va despojando de sus valores
y por lo tanto de las marcas que dan sentido a la pertenencia a un
conjunto. Ello equivale a poseer una cáscara vacía ya que el ataque a
la organización subjetiva hace desaparecer a otro en su condición de
sujeto. Este último se reviste de una cualidad despreciable al ser
reducido a la condición de mero objeto. En ciertos contextos
familiares el funcionamiento enloquecedor termina invadiendo a
todos los miembros de la familia y el enloquecido llega a enloquecer a
quien lo enloqueció. Al anular a alguno de los miembros de la familia
en su capacidad de diferenciarse como un otro éste va quedando poco
a poco relegado a un espacio marginal donde lo que tenga de ajeno
solo consigue consolidarlo en la marginalidad. En ese caso, los
terapeutas creen poder designar a uno de los miembros de la familia
como el “paciente” y así desentenderse de la vincularidad
enloquecedora. Esta violencia enloquecedora se manifiesta de muy
diversas maneras según sea el vínculo donde se ejerce: contexto
familiar, social, etc..
En la definición que acabo de dar hay que agregar algo y es la
diferencia entre la violencia enloquecedora social y la violencia
enloquecedora familiar. Cuando se trata de anular un conjunto
imponiendo la de la fuerza dominante se producirán estados de

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incertidumbre, amenaza, inquietud desestabilizadora muchas veces
sostenidas por un tipo de información tendenciosa.
Ahora veamos lo que sucede cuando el abuso de poder ataca e
inutiliza las normas que regulan la vida de las personas, lo que llamo
violencia transgresora.
La violencia transgresora atacar las normas reguladoras de la
vida entre las personas e impone otras invirtiendo el significado de lo
prohibido y permitido; las reglas pierden su carácter general y cobran
solo un sentido particular. Una ley para algunos y no para todos. A
nivel de la violencia social transgresora el mejor ejemplo es el de la
corrupción. La inversión de los principios reguladores de los vínculos
desnaturaliza las leyes generales, por lo cual se aplican leyes con
carácter exclusivo para conjuntos reducidos. De esta manera en una
misma sociedad habrá conjuntos regidos por leyes que debieran tener
carácter universal pero que sólo la tienen como singulares.
No me detengo en la modalidad de la violencia transgresora en el
contexto familiar si bien el mejor modelo sería el la perversión como
puede serlo el abuso de menores, el incesto renegado.

En síntesis la violencia enloquecedora crea un desaparecido, un


no-sujeto y crea un grupo oprimido marginal y la violencia
transgresora, crea expulsados, nuevos marginales y desorganización
mutilante donde “todo vale”.
No utilizo el concepto de violencia para lo que entiendo
constituye el espacio intrasubjetivo cuando el ataque a la propia
vida lleva a la desaparición material de un sujeto. Aquí considero que
se trata de una manifestación pulsional mientras que en la violencia
como la fui conceptualizando he tenido en cuenta las relaciones de
poder y su abuso que son esencialmente vinculares.
Retengamos entonces que ya no hablamos de violencia sino de
violencias, que cada una de ellas habrá violación de algún tipo,

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desposesión y desorganización e imposición de un nuevo orden,
interrupción de un encuentro subjetivo siendo estas cualidades las
que otorgan especificidad al acto violento.
Retengamos que cada contexto violento debe ser pensado como
tal. No es lo mismo intervenir en una cárcel, en un hospital
psiquiátrico, en una familia, etc.. En cada caso habrá que encontrar
como transformar una vincularidad inmediata, provocativa en algunos
casos en un espacio de pensamiento y acciones capaces de reiniciar el
proceso subjetivo.
Deseo ocuparme de una de las defensas princeps a nivel social y
para ello privilegio la banalización de la violencia. Esta intenta tornar
común lo que es extraordinario.

Banalización: ¿porqué a mí?


Quiero ahora pensar con Uds. alguna de las diversas modalidades
defensivas que suscita la violencia social ya que, además es probable
que de una manera u otra todo sujeto perteneciente al conjunto sufre
sus efectos. Para ello centraré mi interés en el concepto de
banalización.
La banalización del mal es un término acuñado por Hannah
Arendt al intentar comprender cómo pudieron declararse superfluos o
descartables a millones de personas bajo regímenes totalitarios y
transformarlos en objetos. La autora se apoya sobre la hipótesis del
mal radical, estado de aniquilación del sujeto pensante, a partir del
cual un conjunto pudiera verse reducido a ser un solo sujeto algo así
como transformar el plural en singular.
Banal se asocia con trivial, con conocido por todos, vulgar, sin
importancia. Incluye por lo tanto una serie de procesos que anulan el
deseo de saber, que anulan lo ajeno y diferente, que instituye una
categorización de superior-inferior, clasista al clasificar algo de
vulgar, y que quita cualidad a un evento. Por lo tanto banalizar

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incluirá alguno de estos procesos y por ello lo considero un
mecanismo complejo según el cual se procede a crear nuevos sub-
conjuntos dentro del conjunto mayor, neutralizando sus efectos
desestabilizadores.
La necesidad de banalizar es una defensa contra el surgimiento
brusco del terror-horror-angustia suscitada por la activación del
“principio de incertidumbre social” (Ignacio Lewkowicz). Al modelizar
este principio a partir del “principio de indeterminación” de
Heisemberg, deseo introducir la noción de impredecible. Según dicho
principio es imposible predecir el comportamiento de un cuerpo
conociendo solo dos de sus variables. Así quedan desalojadas las
relaciones determinísticas y nos vemos enfrentados de lleno ante las
dificultades que nos crea el trabajar con variables no calculables en el
orden social. Las variables de orden social son infinitas como lo son
los de todo encuentro subjetivo y es fácil suponer que existe una
estrecha relación entre lo impredescible y el sentimiento de
incertidumbre. Es tambien probable que la banalización sea una de
los mecanismos psíquicos tendientes a hacer tolerable lo no tolerable.
La violencia es una de las situaciones que incrementan la
incertidumbre. La vida cotidiana crea nuevas modalidades de
violencia como por ejemplo lo son los robos cuya metodología la
policía aun desconoce, como si se crearan nuevos ladrones. Ello hace
que tampoco sepa el sujeto de la calle cómo reconocer cuáles son sus
nuevos enemigos. Lo mismo sucede con las modalidades de
corrupción que a diario cambian de reglas. En los relatos de las
personas cada una de estas nuevas modalidades es comentada desde
el extrañamiento y a veces pensando que otros tiempos fueron
mejores.
La banalización al responder a una particular modalidad de
represión y/o de desmentida ejercida por un conjunto o por sujetos a
veces banales. Se manifiesta como indiferencia, conformismo,

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aislamiento. La desmentida protege ilusoriamente del efecto de
alteración, de desorganización, de impotencia, causado en el caso que
hoy nos ocupa , o sea el de acciones violentas. Hay una cualidad de
ajeno propio como lo es el cuerpo y el inconsciente, y una cualidad de
ajeno del otro que sostiene la posibilidad de extrañeza cuando lo que
la mente ha ubicado en un otro como ajeno de golpe se presenta como
cognosible. Ciertos conceptos abstractos ocupan el lugar de por
siempre abstractos, siendo que cuando se tornan concretos son
pensados como del orden de lo imposible. La violencia es uno de estos
concepto y el ser violentado otro. Por este motivo frases como: “Si
solo le pasa a otros, y esos otros están ubicados en un espacio de
exclusión, no me puede pasar a mi” y entonces la violencia pierde su
cualidad desorganizadora, aniquilante e intolerable. Lo banal no
merece la atención de otros, es del terreno de lo obvio, de aquello que
no deja marcas. Al banalizar se opera una nueva sustracción de la
cualidad intolerable y en consecuencia la capacidad pensante sufre un
ataque. Al ubicar en ese otro espacio las acciones violentas, el sujeto
construye su pertenencia en un espacio cada vez más aislado y
reducido (ghetos, equiparables a espacios de auto reclusión. Al crear
un excluido, se ubica en recluido.
La banalización es directamente proporcional al malestar
provocado por la idea que un acto humano pueda interrumpir lo que
el humano tiene de humano o sea su capacidad subjetivante. La
banalización anula la indignación a la cual considero como muchos
autores el germen del principio ético.
La banalización tiene consecuencias graves. En lo que hace al
conjunto social genera un cierto escepticismo, falta de solidaridad,
disminución del deseo de ejercer actos que pudieran modificar la
situación y por lo tanto impotencia y desesperación. Mas aun muchas
veces ello va siendo desplazado a otros espacios vitales que quedan
impregnados de malestar y desesperanza.

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Ello tiene una cierta semejanza con lo que sucede con las parejas
donde hay mujeres o hombres golpeados. Suele suceder que la persona
golpeada transforme la violencia sufrida en violencia merecida,
motivo por el cual se va aislando cada vez mas de su medio social
reduciéndose a ser objeto de las demandas inconsistentes y
arbitrarias de quien viola sus espacios mentales.

Veamos en otras circunstancias como se manifiesta la


banalización. Para ello me ocuparé del efecto producido por un
despido o sea cuando un sujeto es declarado descartable atacando su
condición de sujeto capaz de ocupar un lugar en la vida laboral.
Una respuesta posible tanto de quien padece el despido como de
quien escucha lo que sucedió es y “bueno, esto viene pasando, ya le
pasó a otros....”. Lo impredecible se vuelve predecible. Para quien
pierde su lugar, este tipo de respuesta lo ubica en un espacio solitario
protegido por un pensamiento conformista “ya que también le ha
pasado a otro” o desde la resignación ”Y bueno, qué le vamos a hacer”
por lo cual deja de mecer un trato especial de parte del conjunto. El
aislamiento culposo lo lleva a sentir que ”no tiene a quien hablar”. En
realidad ese “no merece” es un signo de impotencia o de un efecto en
cadena.
Los conjuntos banalizan para defenderse del contagio, del
sentimiento de impotencia y del malestar y para ello, como retorno
de lo reprimido, implementan una acción violenta al excluir al
damnificado. Recordemos que para más quien es el encargado de
anunciar el despido dice que solo ejecuta órdenes: obedece y dice
representar a otro ausente no siendo sujeto del enunciado. Volvemos
entonces a un modelo modificado del terrorismo de estado. Por eso
les decía que el desempleo crea desaparecidos.

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En esta circunstancia la manipulación de las personas la realiza
un sujeto o conjunto no responsable al cual no se le puede hablar ya
que el responsable es un ente sin nombre que se llama X, gobierno,
ministros, empresa. Fue así que el mal radical lo implementaba en
muchas ocasiones sujetos apacibles, aparentemente meros
instrumentos de una fuerza oculta. En todo este proceso la
banalización es facilitada por la falta de presencia activa de quien
ejerce la acción violenta.
.Pasando ahora a otras acciones violencias merece que nos
ocupemos de los ataques directos por robos, asaltos, etc.. Nuevamente
aquí, y en la medida que hoy en día son frecuentes en muchos paises
y sobre todo en los nuestros de latino-américa, la banalización lleva
también el signo del conformismo e indiferencia y se manifiesta desde
el atacado como: :”Bueno, no fue para tanto, me salvé, ya le pasó a
otros. Debuté”, como dicen los adolescentes, confundiendo un debut
sexual con un debut en tanto afectados por un acto violento etc. Y a
quien se le cuenta si bien en el primer momento parece interesarse,
rápidamente aleja la mirada o lo ingresa como una generalidad: ”Sí, ya
sabía, estas cosas pasan”. Aquí si bien la ación violenta es ejercida por
un sujeto responsable tiene algo de anónimo ya que no depende de la
cualidad de un vínculo ya establecido entre víctima y victimario sino
que el sujeto atacado tan sólo es visto como poseedor de bienes o de
una ideología etc. El atacado no queda expulsado de la red social sino
tan solo desposeído. El atacante no cambia de lugar y sigue ubicado
en la marginalidad. Cada uno queda en su lugar.

¿Porqué a mi?
Como resultado de una organización psíquica según la cual el
sujeto imagina que sólo ciertas cosas le pasan a otros surge un tipo de
respuesta como “¿porqué a mi?” lo que nuevamente denuncia una
modalidad defensiva que consiste en refugiarse en el aislamiento o en

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la creación imaginaria de un espacio inmune a la violencia. Ello es
obra de una particular modalidad de desmentida según la cual un
sujeto o un conjunto puede imaginar no formar parte de un conjunto..

Lo abstracto y lo concreto
Pareciera que el saber proveniente de los medios de
comunicación masivos crea una ilusión de saber que en sí tiene el
germen de la renegación o desmentida: lo que se conoce es un
concepto abstracto, algo así como un tema, “ocurren actos violentos”,
pero ello no lleva a relacionarlo con práctica alguna que pueda
concernir al sujeto. Si momentáneamente se toma en cuenta es para
implementar en dichas defensivas de cierta concretud: rejas en la
casa, vigilancia, etc.. sin embargo existe la ilusión que este
conocimiento abstracto no debe tornarse concreto, de no ser así el
sujeto queda invadido por una irrupción del terror-amenaza. Pero
porque no podría suceder a él? Tan solo porque saberse parte del
escenario acarrea el surgimiento brusco de emociones de complejidad,
de imprevistos que viola el espacio ilusoriamente protegido de la
desorganización de un orden establecido. El reconocerse parte de un
contexto lleva a hacer consciente un nuevo posicionamiento en las
organizaciones vínculares, revisar sus creencias, sus valores o sea su
modalidad de pertenencia. Pone en contacto con lo imposible de
tolerar que sería tener que tomar decisiones sin variables fijas que
sostengan la decisión.

La desbanalización ¿porqué no a mi?


Hace pocos días una señora que fue baleada en un asalto, fue
interrogada en un programa televisivo. Le preguntaron si había
pensado que eso le podía pasar a ella, y contestó “porque no a mi”.
Esta respuesta nos ubica en otro espacio que el anteriormente
mencionado: es posible pensar que el propio Yo pueda ser objeto de

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un acto inhumano o ser activamente participe de un acto calificado
como inhumano. Se puede pensar después pero no antes.
La desbanalización incluye un proceso de concientización del
daño sufrido y necesariamente una acción mediante la cual crear una
nueva condición subjetivante, redes sociales, ingresar en la
pluralidad, de alguna manera desglobalizarse o darle mas sentido al
término globalización.. En la estructura familiar incluye medidas que
devuelvan a un sujeto violado su condición de sujeto: ello implica
restablecer vínculos de reconocimiento subjetivo.
En lo que se refiere a la posible acción terapéutica nuestra en
cada contexto, como psicoanalistas nos cabe desrobotizar a los
pacientes, descubrir y poner nombre a las fuerzas ocultas a las cuales
están o estamos sometidos, así como ayudar a encontrar valores que
vuelvan a dar pertenencia.
A manera de síntesis imagino que nuestra tarea como
profesionales de la Salud Mental debiera centrarse en la
desbanalización y en la intensificación de redes solidarias. Asimismo
confiar en que un solo acto solidario puede ser capaz de dejar una
marca que tiene efecto multiplicador.

BIBLIOGRAFIA
Arendt Hannah
1987 Los orígenes del totalitarismo, 3. Totalitarismo. Alianza
Universidad. 1987, Madrid.
2000 Lewkowicz I comunicación personal

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