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Filosofía.

Cátedra: Tomás Abraham


Docente: Gustavo Romero
Segundo Trabajo Práctico Parcial
TEMA 1
Emilia Bauer
DNI: 94.009.632

1) Byung-Chul Han sostiene que cada época tiene enfermedades que predominaron
en ella. Esto lo ejemplifica con las últimas tres épocas de la historia.
En el siglo XIX predominaron las enfermedades bacterianas. Así, por ejemplo,
existían la sífilis y la tuberculosis que, al no haber tratamientos para estas,
causaron la muerte de muchas personas. Esta época llegó a su fin cuando se
inventaron los antibióticos, que combatían a las bacterias.
El siglo XX fue la época viral. Aquí las personas se enfermaban por causa de
virus y muchas veces morían por no tener la cura. Esto se resolvió con la técnica
inmunológica. Con la vacunación se ponía al enemigo (al virus) en el cuerpo, sin
riesgo de muerte, para que se produzcan los anticuerpos y defensas necesarias.
En el siglo XXI, el autor sostiene que predominan las enfermedades
neurológicas. Ejemplos de estas son la depresión, el cansancio, la fatiga, el
trastorno por déficit de atención con hiperactividad (tdah), el trastorno límite de
la personalidad (tlp), etc.
En las primeras dos épocas lo que nos enfermaban o invadían eran bacterias y
virus, que el autor denomina como “lo otro” o como “el enemigo”. Eran
organismos extraños que entraban a nuestros cuerpos desde afuera y debíamos
expulsarlos o vencerlos. En cambio, en las enfermedades neuronales,
desaparecen la otredad y la extrañeza, porque “el enemigo” somos nosotros
mismos. No son infecciones, ni son causadas por “lo otro”, sino por un exceso
de positividad.
Este se da porque vivimos en una sociedad de super-rendimiento para una mayor
productividad, y así, las exigencias a nosotros mismos son cada vez más y nunca
nos conformamos. La propia exigencia y presión es tal que, al ver la distancia
entre la realidad y nuestras expectativas, surgen la depresión y el cansancio,
entre otras.
Por esto, Han sostiene que las enfermedades de nuestro siglo siguen la dialéctica
de la positividad. La violencia viene de nosotros mismos, de la superproducción,
del super-rendimiento y de nuestras propias exigencias.

2) El fanático, según Cioran, es aquel que cree que tiene una verdad absoluta que
revelar (por esto también lo llama profeta), que concibe a sus ideas como una
doctrina y usa esto para dominar. Tiene un ansia de primar, es decir, una
necesidad de poder, de mandar y de imponerse al resto con sus ideales. Por esto,
no acepta opiniones diferentes a las suyas y niega derechos a los que no piensan
como él.
El autor plantea que un fanático duerme en cada persona. Cuando el instinto de
dominio se despierta, no importa qué o a quién pero se quiere mandar, y aquí
está el problema, porque aparecen las farsas sangrientas. Fue así como se
produjeron una serie de calamidades en la historia humana. Catástrofes y
matanzas se realizan en nombre del fanático, contra aquellos que no comparten
los mismos ideales que él.
A la historia del ser humano, Cioran la caracteriza como una “manufactura de
ideales”, una fábrica de esperanzas que el ser humano necesita para vivir. El
fanático se aprovecha de esta situación y se presenta como el que va a cumplir
las ilusiones de su pueblo.
Hasta este momento, la historia fue así: una sucesión de fanáticos como líderes,
con sus doctrinas, que mandaban en el mundo, y los grupos que los seguían.
Se incentivaba a las personas con sus esperanzas y sueños, que eran utopías y al
mismo tiempo, se cometían crímenes y catástrofes porque se llevaba a la muerte,
callaba y aniquilaba a la posición contraria.
Es por esto que el autor afirma: “el pacto de los monos está por siempre sellado,
y la historia sigue su curso, horda jadeante entre crímenes y sueños”.
Según el autor, esto se repetirá si no se tiene una actitud dubitativa.

3) C. Pelluchon afirma que vivimos en una sociedad cruel, donde se le hace un


daño innecesario a los animales en el marco de un sistema de vida, de un modo
de producción y de un tipo de economía.
Nuestro sistema económico se sostiene sobre el maltrato y la explotación a la
naturaleza y a los animales, y en estas prácticas de crueldad, en lugar de haber
límites, impera la ley del máximo beneficio.
Dado a esto, al sistema no le importa si nos alimentamos bien o mal, si
maltratamos o no, si dañamos nuestro planeta o no, sólo le importa obtener la
máxima ganancia. Los seres humanos que son cómplices de este sistema,
también pagan sus consecuencias.
En efecto, la autora sostiene que estamos en guerra contra los animales, contra
nosotros mismos y entre nosotros.
Contra los animales porque el ser humano, al ser soberbio, se considera superior
a estos, y para aumentar la rentabilidad del sistema, aplica la crueldad a los
animales, los tortura y los explota, sin ningún tipo de piedad.
En segundo lugar, hacerle la guerra al animal es hacernos la guerra a nosotros
mismos, no sólo porque también somos animales, sino porque estamos
destruyendo el lugar que compartimos con ellos. Se contaminan los mares, los
ríos, se destruyen los suelos, se daña la naturaleza.
Y por último, la explotación entre nosotros mismos sucede porque un grupo
animaliza al resto, en especial a los más débiles. Se los trata como es tratado un
animal en nuestra sociedad para explotarlos y tener una justificación.
En resumen, explotamos y despreciamos al resto de las especies animales, por
considerarlas inferiores a nosotros, no las aceptamos ni respetamos como seres
vivos que son, nos explotamos entre nosotros mismos, destruimos la naturaleza
y nos perjudicamos porque dañamos nuestro planeta.

SATISFACTORIO
Las respuestas son claras, precisas y completas. Si tuviera que poner una nota
numérica sería de 8 (ocho) para arriba.

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