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Barriers to obesity treatment

La identificación y el manejo tempranos de las barreras del tratamiento pueden


ahorrar recursos y aumentar las perspectivas de éxito a largo plazo, protegiendo
así al paciente de las consecuencias emocionales y físicas del ciclo de peso.
 Reconocimiento de la obesidad como condición crónica
Tanto los pacientes como los profesionales sanitarios deben reconocer y
reconocer claramente la cronicidad de la obesidad para apreciar plenamente la
importancia de las estrategias de tratamiento a largo plazo [9]. Existe la idea
errónea de que la solución simple para la obesidad es la pérdida de peso. Sin
embargo, la pérdida de peso es sólo la primera fase del tratamiento de la obesidad
[12]. Sin estrategias exitosas para prevenir la recuperación de peso, la pérdida de
peso no tiene sentido y puede ser contraproducente. Si bien los pacientes
generalmente están preparados para pasar por la etapa inicial de pérdida de peso,
a menudo no están preparados para aceptar la realidad de que mantener la
pérdida de peso requiere cambios de estilo de vida de por vida y, en algunos
casos, medicamentos o cirugía para contrarrestar los complejos cambios
neurobiológicos y endocrinos que buscan restaurar peso corporal a pesos previos
a la pérdida.
 Estatus socioeconómico
Es posible que las estrategias deban adaptarse para abordar específicamente la
situación socioeconómica del paciente. En las sociedades occidentales, la
prevalencia de la obesidad es mayor en los grupos socioeconómicos más bajos.
Esto se ha atribuido a la mayor densidad de restaurantes de comida rápida en los
barrios de bajos ingresos [19], el mayor costo de las dietas saludables [20], las
preocupaciones de seguridad que impiden caminar y otras actividades al aire libre
[21] y una mayor aceptación social del exceso de cuerpo peso [18]. La
asequibilidad de la membresía en programas comerciales de pérdida de peso,
gimnasios, medicamentos para la obesidad o cirugías también puede resultar ser
un obstáculo importante. Todos estos factores pueden representar barreras
importantes para el control del peso y las intervenciones deben reconocer y
abordar específicamente estas limitaciones.
 Limitaciones de tiempo
La falta de tiempo es una de las barreras más frecuentes para el tratamiento de la
obesidad [22]. Los pacientes pueden tener dificultades para encontrar tiempo
adicional para realizar actividad física o planificar una dieta saludable. Implementar
una estrategia para el manejo de la obesidad que los pacientes puedan adaptar a
su propio horario es esencial si se espera que los sigan a largo plazo. Cuando los
pacientes presentan constantemente nuevas limitaciones de tiempo, es posible
que sea necesario reevaluar su motivación y disposición para el cambio. Las
estrategias que emplean técnicas de entrevistas motivacionales para explorar y
abordar la ambivalencia pueden ser beneficiosas en este sentido.
 Saboteadores
Las obligaciones sociales y profesionales también pueden sabotear los esfuerzos
del paciente, ya que la participación en actividades asociadas con el consumo de
alimentos y alcohol puede estar relacionada con la forma en que una persona
interactúa. Por ejemplo, la negativa a participar en las borracheras o festividades
de los fines de semana puede llevar a la pérdida de amistades y sistemas de
apoyo. Es necesario identificar estas pérdidas y establecer comportamientos
alternativos. Es posible que se requiera asesoramiento profesional sobre
estrategias de “salida” para cambiar patrones sociales y de comportamiento
establecidos desde hace mucho tiempo sin dejar un vacío social o emocional.
 Comorbilidades
Numerosas comorbilidades pueden promover el aumento de peso u obstruir la
pérdida de peso. Si bien la revisión del tratamiento de las comorbilidades está más
allá del alcance de la presente revisión, el reconocimiento y el tratamiento de las
siguientes comorbilidades pueden ser esenciales para el éxito del tratamiento de
la obesidad.
 Salud mental
Los trastornos alimentarios, la ansiedad y las conductas compulsivas en los
individuos obesos se han asociado con el abuso físico, sexual y emocional pasado
o en curso [32]. Todos estos comportamientos, a su vez, pueden ser perpetuados
por factores estresantes psicosociales como el acoso y la estigmatización, lo que
da como resultado una baja autoestima, trastornos de la personalidad y fobias
sociales. El BED se caracteriza por episodios recurrentes de atracones de comida
asociados con indicadores subjetivos y conductuales de control deficiente y
angustia significativa por los atracones sin la presencia de conductas
compensatorias inapropiadas. Se asocia con un inicio más grave y más temprano
de la obesidad, un inicio más temprano de la dieta, más fluctuaciones de peso y
una psicopatología más temprana. Los pacientes con BED pueden tener más
dificultades que otras personas para permanecer en tratamientos para la obesidad
y es más probable que recuperen peso rápidamente. Los pacientes con trastornos
del estado de ánimo pueden presentar un estado de ánimo deprimido o irritable y
una falta de interés o placer normal en la vida diaria, lo que socava cualquier
deseo de seguir un régimen de tratamiento. El tratamiento de las enfermedades
psiquiátricas en esta población de pacientes debe realizarse con una comprensión
del potencial obesogénico de los antidepresivos, lo que incita al uso preferencial
de medicamentos con menor propensión al aumento de peso. Estudios recientes
también sugieren que el trastorno por déficit de atención (TDA) puede no ser
infrecuente entre los pacientes obesos [40]. La falta de control de los impulsos
puede dificultar que los pacientes cumplan con los planes de alimentación o los
medicamentos. Por lo tanto, la identificación y el tratamiento del TDA y la posterior
mejora en el control de los impulsos pueden ayudar a los pacientes a concentrarse
y adherirse a los planes de control de peso. Los pacientes con trastornos
alimentarios activos, abuso de sustancias o problemas de personalidad que
pueden interferir con el manejo de la obesidad deben ser remitidos para
intervenciones específicas antes de comenzar un programa de manejo de la
obesidad.
 Dormir
Si bien hay poca evidencia de que comenzar el tratamiento para la apnea
obstructiva del sueño (p. Ej., Presión positiva continua en las vías respiratorias)
pueda dar como resultado la pérdida de peso, no es descabellado suponer que la
mejora del sueño tendrá un impacto positivo en los niveles de actividad física y la
disposición mental general, promoviendo así motivación, iniciación y adherencia a
cambios de estilo de vida.
 Dolor
La obesidad se asocia comúnmente con dolor musculoesquelético que da lugar a
limitaciones locomotoras funcionales [47]. El exceso de peso corporal está
estrechamente relacionado con la osteoartritis [48] y el dolor lumbar [49]. El dolor
crónico generalizado o la fatiga crónica [50] son hallazgos comunes en pacientes
obesos probablemente debido a una combinación de diferentes factores que
incluyen depresión, fibromialgia, osteoartritis, trastornos del sueño y reducción de
la capacidad cardiopulmonar. La presencia de dolor generalizado o fatiga crónica
puede afectar la sensación global de bienestar, la calidad de vida y la capacidad
funcional, lo que lleva a una disminución de la actividad física y a la falta de
motivación para seguir una dieta saludable. La presencia de un dolor significativo
puede promover la inmovilidad que conduce a la pérdida de masa muscular, la
reducción de la aptitud cardiopulmonar y precipitar cambios psicológicos y
metabólicos que facilitan un mayor aumento de peso. Por tanto, el tratamiento del
dolor puede ser un primer paso importante para promover la movilidad y permitir
así un estilo de vida más activo.
 Enfermedad cardiovascular
Las personas obesas tienen un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular [51].
La presencia de angina, disnea, claudicación o secuelas de un ictus puede limitar
la capacidad del paciente para ser físicamente activo, favoreciendo así el
sedentarismo y el aumento de peso. Por lo tanto, las intervenciones destinadas a
reducir los síntomas de la enfermedad cardiovascular pueden permitir que los
pacientes sean más activos físicamente.
 Enfermedad respiratoria
Las intervenciones destinadas a mejorar la función pulmonar pueden ser
importantes para permitir que los pacientes sean más activos físicamente para
promover la pérdida de peso y prevenir la recuperación de peso. La disnea en
pacientes obesos puede desenmascarar otras afecciones asociadas, como
enfermedades respiratorias y cardíacas. Existe una clara asociación entre la
disnea y la obesidad en adultos y niños [54]. La insuficiencia respiratoria
hipercápnica y el cor pulmonale se observan con frecuencia en la obesidad grave.
 Enfermedad digestiva
La evaluación del estado dental es particularmente importante en pacientes
obesos, ya que una mala salud dental puede limitar la capacidad de ingerir
alimentos con alto contenido de fibra, como cereales, frutas y verduras,
promoviendo así el consumo de alimentos procesados con alto contenido
energético [57]. La obesidad se asocia con un mayor riesgo de síntomas de
enfermedad por reflujo gastroesofágico, esofagitis erosiva y adenocarcinoma de
esófago [58]. Los síntomas del reflujo pueden malinterpretarse como hambre y, a
menudo, se alivian comiendo. Además, se informaron niveles elevados de grelina,
que pueden promover el hambre y el aumento de peso, en pacientes con
dispepsia funcional.
 Medicamento
El aumento de peso iatrogénico como consecuencia de la farmacoterapia se
produce con muchos fármacos de uso común, lo que conduce a la exacerbación
de las comorbilidades relacionadas con la obesidad y al incumplimiento del
tratamiento (tabla 2) [68]. Cuando estos medicamentos son necesarios y no
pueden ser reemplazados por medicamentos con menor propensión al aumento
de peso, se debe asesorar a los pacientes sobre la posibilidad de aumento de
peso y se debe enfatizar las medidas preventivas.

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