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Introducción:
--Frederic Nietzsche
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Índice General:
Capitulo Causas II _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 16
Conclusiones _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __ _ _ _ _ __ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 24
Glosario_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __ _ _ ___ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 26
Bibliografía _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __ __ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 27
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Capítulo I: Generalidades del Suicidio
Figura 1. [Imagen o fotografía sin título de descripción del trabajo]. Recuperado de:
https://www.canva.com/design/DADmuQ5s4Oo/UXiTTQJxyOa6g_5PA8tszw/edit?categ
ory=tACFat6uXco#
A menudo resulta difícil hablar de la muerte, quizás por el miedo que produce lo
desconocido o por la ansiedad que genera la idea de que, como todo ser vivo, algún día
dejaremos de existir (Poch, 1999).
Es evidente que el tema del suicidio es una situación muy compleja, por lo que, hasta
hoy en día diversos autores, han intentado definirlo. A continuación, se mencionan
algunas de estas definiciones:
Etimológicamente, la palabra suicidio proviene del latín: sui (si mismo) cidium (matar),
“atentado contra la propia vida”, “matar-se”. Los griegos lo expresaban como autokeiria
de autos: sí mismo, y keiros: mano, lo que significaría: muerte elegida por uno mismo, o
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sea ejecutada por mano propia. El término latino enfatiza la idea de matar y el griego la
del acto con intención o deliberado (Barrionuevo, 2009).
El suicidio se considera como una forma de morir causada por la autoagresión del
individuo mediante el uso de determinados métodos; es decir, constituye un acto por el
cual, deliberadamente, la persona se quita la vida (Pérez, 2006).
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La Organización Mundial de la Salud lo precisó como "todo acto por el que un individuo
se causa a sí mismo una lesión, o un daño, con un grado variable de la intención de
morir, cualquiera sea el grado de intención letal o de conocimiento del verdadero móvil".
Mientras, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía lo concreta como "el acto o
conducta de las personas que destruye su existencia". En ambos casos, la aniquilación
o menoscabo de la integridad personal es el foco de atención por sus altas
probabilidades de prevenir o mitigar, en el peor de los casos (Jiménez y Cardiel, 2013).
Añón, F. (1993), ha hecho una historización sobre el suicidio y las visiones de éste, a lo
largo de la historia, “en las civilizaciones guerreras, el culto a la muerte violenta era
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considerada una muerte “honrosa y bien aventurada, como única forma conocida de
significar la muerte y por ende la vida, el suicidio tenía el mismo valor que la muerte en
el campo de batalla. Algunas culturas entendieron el suicidio como único salvoconducto
al paraíso, como en la cultura esquimal, en la cual además tiene un valor social. En la
india hasta 1892 la viuda se arrojaba a la pira funeraria de su marido, ceremonia
denominada “SUTTE”, hasta que esta práctica fue prohibida.
“En Oriente se consideraba un acto elogiable” ligado a razones rituales y religiosas. Por
ejemplo, en la cultura Samurái, el SEPPU-KUO, ritual japonés practicado hasta el año
1976. En este ritual, el suicidio era considerado glorioso, para el suicida y propio de
quienes veían mancillado su honor. O el HARA –KIRI también dentro de la cultura
Samurái, pues para el resto de la población japonesa, el suicidio siempre era
considerado un deshonor (Añón, 1993)
Cervera (2004) menciona que en el siglo XIX se crea una imagen del suicida, como
héroe romántico utilizado para inspirar el arte y la cultura: 7 Son rasgos medulares del
sentir romántico la omnipresencia de la muerte. Proyectan en el suicidio un motivo
artístico y genera un debate intelectual. Este movimiento de exaltación hacia la muerte
coincide con el temor hacia la misma. Estos no son irreconciliables, “el temor hacia la
muerte y la atracción por el suicidio (…) La posibilidad de darse muerte tiende a
compensar la angustia de la muerte, pues traduce un poder, el de dar muerte, el de
disponer de ella de alguna manera y quitarle así todo su carácter mistérico y
trascendental.
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Dicho autor describe que el suicida se convierte en héroe al crear una escena
dramática para llamar la atención de la sociedad. En este periodo es que Goethe
publica su libro, “El joven Werther”, este provoca un efecto de epidemia de suicidios que
conlleva a que en algunos países sea prohibido. El “efecto Werther” se sigue dando en
la actualidad cuando por ejemplo muchos jóvenes se suicidan identificándose con algún
ídolo. Cervera menciona también, que hacia finales del S. XVIII diversos autores se
alarman ante el incremento del suicidio, (Álvarez, Arena, Dumas, Tissot). Otros filósofos
como Montesquieu, Rousseau y Voltaire coinciden en que el suicidio aumenta con el
progreso de la sociedad. La sociedad es condicionante del medio, es decir, se justifica
al suicidio como “exceso de civilización” El suicidio se convierte en un elemento de a
culturización pues para Locke el hombre es una “tabula rasa” (Ídem).
Durante mucho tiempo, México presentó una de las tasas de mortalidad por suicidios
más bajas de América Latina. Sin embargo, en los últimos años la mortalidad por esta
causa se ha incrementado progresivamente en este país a un ritmo más acelerado que
en otros países de la Región (Puentes, López y Martínez 2004).
“En 1970 hubo 554 defunciones por suicidio en toda la República mexicana, para
ambos sexos, y 2 603 en 1994. El suicidio se ha instalado como parte del perfil
epidemiológico moderno del país. En 2007, último año con estadísticas vitales
disponibles al momento de escribir este trabajo, se dieron en México 4 388 muertes por
suicidio en toda la República, con una tasa de mortalidad por suicidio de 4.12 por cada
cien mil habitantes (Borges, Benjet. y Medina, 2010)
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suicidios en hombres de 3,90 muertes por 100 000 individuos en 1990 a 6,14 en 2001
(Figura 2), (Puentes, et al. 2004).
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Figura 2. Puentes, López y Martínez (2004), Tasas observadas y estandarizadas de
mortalidad por suicidios en hombres y mujeres (por 100 000 habitantes del sexo
correspondiente), por año. México, 1990- 2001. Recuperado de:
https://www.scielosp.org/scielo.php?script=sci_abstract&pid=S102049892004000800005
&lng=en&nrm=iso&userID=-2
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El mayor incremento en las tasas de suicidios, calculadas por sexo y grupo de edad, se
observó en las mujeres de 11 a 19 años, en quienes la tasa observada ascendió de 0,8
en 1990 a 2,27 por 100 000 habitantes en 2001 (figura 3). En los hombres, el mayor
incremento se encontró también entre los adolescentes y los adultos jóvenes. Entre
1990 y 2001, la tasa aumentó de 2,6 a 4,5 por 100 000 en el grupo de 11 a 19 años y
de 6,4 a 9,5 en el de 20 a 39 años (figura 4).
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Figura 4. Puentes, López y Martínez (2004), Tasas observadas y estandarizadas de
mortalidad por suicidios en hombres y mujeres (por 100 000 habitantes del sexo
correspondiente), por año. México, 1990- 2001. Recuperado de:
https://www.scielosp.org/scielo.php?script=sci_abstract&pid=S102049892004000800005
&lng=en&nrm=iso&userID=-2
Si bien México presenta a nivel mundial una tasa baja de suicidios, ésta ha mantenido
un incremento constante en las últimas dos décadas (1990-2010), lo que ha devenido
en un problema de salud pública por su voraz crecimiento. En retrospectiva, durante
1990 la tasa de suicidio era de 2.4 suicidios por cada 100 mil habitantes; para 1999 la
tasa de mortalidad por suicidio fue de 3.4; en 2010 la tasa fue de 4.6 suicidios, mientras
para 2011 fue de 4.9; lo anterior corresponde a un aumento de 399 por ciento en la tasa
de muertes por suicidio en dicho periodo (Ídem).
Si estos datos son desagregados por sexo, encontramos que en el periodo de 1990-
2011, en hombres, la tasa de suicidios creció de 4.3 a 7.5 suicidios por cada 100 mil
habitantes, presentando una ligera baja entre 2010 y 2011; entretanto, para mujeres
pasó de 0.6 a 1.7 suicidios por cada 100 mil habitantes, manteniéndose estable en los
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dos últimos años considerados para este estudio. Esto nos muestra claramente que la
prevalencia de suicidios en el sexo masculino es mayor que en el femenino; sin
embargo, en términos porcentuales, la tasa de crecimiento anual se incrementó de
1990 a 2011 en siete por ciento para las mujeres contra cinco por ciento en el caso de
los hombres (Tabla 1 véase página 2) (Jiménez y Cardiel, 2013).
Posteriormente, se ubican los estados de Yucatán, Tabasco y Campeche, con una tasa
estandarizada promedio de nueve suicidios por cada 100 mil habitantes, seguidos de
Baja California Sur, Chihuahua y Sonora, con una tasa promedio de siete suicidios. En
los niveles más bajos de suicidio, el estado de Chiapas encabeza la lista con un
promedio de 2 suicidios por cada 100 mil habitantes, seguido de Hidalgo, Guerrero y
Tlaxcala, con una tasa promedio de tres suicidios (Ídem).
En general, las estadísticas por entidad federativa reafirman el problema del suicidio a
nivel nacional y, con ello, la necesidad urgente de implementar programas que
prevengan, identifique o reduzcan las consecuencias negativas de esta causa de
muerte. No obstante, algunos de ellos han tomado cartas en el asunto. El gobierno de
Tabasco desarrolló el Programa de Prevención de Suicidio, a través de la línea de
ayuda y atención a personas en crisis o con deseos suicidas; además, por parte de la
Secretaría de Salud del estado operan brigadas de salud mental en los municipios de
mayor vulnerabilidad (Ídem).
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1.6 Tipos de suicidios
Suicidio anómico: depende de un fallo o dislocación de los valores sociales que lleva a
una desorientación individual y a un sentimiento de falta de significación en la vida.
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Capítulo II: Causas del suicidio
Figura 5. [Imagen o fotografía sin título de descripción del trabajo]. Recuperado de:
https://www.canva.com/design/DADmz0sxmpw/ZHbxXcVdVxJCWMXFdy6UUQ/edit?ca
tegory=tACFat6uXco
Se considera que las tendencias de las conductas suicidas pueden estar influidas por
factores psicosociales y cambios en el estilo de vida que, específicamente en las
poblaciones jóvenes, podrían correlacionarse con trastornos depresivos, problemas
académicos, desempleo, uso o abuso de alcohol o de otras drogas, pobre acceso a
tratamientos específicos y fácil acceso a métodos más letales de suicidio (Brent, 2001
citado en del Pilar, 2010).
El acto suicida, según Jung (1959 citado en Pulido, de Rivera, Revuelta y de Oca
Hernández, 1990), ocurre cuando:
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a) Prevalece una situación a la que sólo podría poner fin la muerte
Este enfoque psiquiátrico explica al suicidio desde dos puntos de vista: por una parte, lo
considera una consecuencia de alguna patología mental de índole individual y por otra,
como una enfermedad de tipo epidémico, identificada en grupos de riesgo y variables
frecuentes específicas. Algunas premisas psiquiátricas asocian la conducta suicida con
trastornos afectivos como la esquizofrenia o la depresión; por su impacto a nivel
interpersonal, esta última tiene más probabilidad de desenlazar en muerte (Clemente y
González, 1996).
Con el paso del tiempo, la Psiquiatría amplió su visión del suicidio, dando pauta a
comprenderlo como el síntoma o expresión de trastornos o desequilibrios emocionales
aún más complejos. En consecuencia, la población afectada por este fenómeno no
necesariamente tendría que estar en condiciones mentales deplorables. Cualquier
miembro de la sociedad podría ser un punto o blanco vulnerable y, por esta razón, los
interesados en la materia deberían ampliar su campo de acción para prevenirla o
contrarrestarla.
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Capitulo III: Prevención
Figura 6. [Imagen o fotografía sin título de descripción del trabajo]. Recuperado de:
https://www.canva.com/design/DADmz0sxmpw/ZHbxXcVdVxJCWMXFdy6UUQ/edit?cat
egory=tACFat6uXco
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La prevención del suicidio va más allá del acto suicida, es decir, su objetivo debe fijarse
primordialmente en la atención de las diversas manifestaciones del comportamiento
suicida (ideación, amenazas, gestos suicidas y/o tentativas de suicidio). Para esto se
recomienda reducir los factores de riesgo y a la vez reforzar los factores de protección,
influyendo tanto en el estado psicológico como en el medio ambiente físico y/o las
condiciones culturales/ subculturales. Los factores de riesgo son características
estadísticamente asociadas con un riesgo de salud. Por otro lado, los factores de
protección están asociados con una disminución en la vulnerabilidad a un riesgo de
salud nuevo. Ambos son una consecuencia de la interacción entre elementos familiares,
sociales y medio ambientales. La suma de éstos, más las señales de advertencia, son
indicadores del riesgo que tiene una persona de cometer suicidio (Ídem).
-Comportamiento autoagresivo.
-Miedo a la separación.
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-Repartir objetos muy queridos.
-No obstante, los signos más fuertes e inquietantes son los verbales "no puedo seguir
adelante", "ya nada me importa" o incluso "estoy pensando en acabar con todo". Los
comentarios de esta índole hay que tomarlos siempre en serio.
Pérez (1999) a su vez indica que la ideación suicida abarca un amplio campo de
pensamiento que puede adquirir las siguientes formas de presentación:
El deseo de morir ("La vida no merece la pena vivirla", "Yo lo que debiera es morirme",
etcétera).
La idea suicida con un plan indeterminado o inespecífico aún ("Me voy a matar de
cualquier forma, con pastillas, tirándome delante de un carro, quemándome").
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La idea suicida con una adecuada planificación ("He pensado ahorcarme en el baño,
mientras mi esposa duerma"). Se le conoce también como plan suicida. Sumamente
grave.
Según Bustamante y Florenzano (2013), consideran que, para poder prevenir el suicidio
en forma efectiva, existe un consenso generalizado del que hay que implementar
prácticas basadas en la evidencia, las cuales se clasifican en tres niveles:
-Nivel indicado: para aquellos individuos que presentan un alto riesgo de cometer
suicidio. Las intervenciones en este nivel son individuales y altamente especializadas,
muchas de ellas con evidencia probada acerca de su efectividad como la
farmacoterapia, la terapia cognitivo conductual o la terapia conductual dialéctica entre
otros.
La Psicología de la Salud como ciencia social y como disciplina, tiene mucho que
aportar para la comprensión y prevención del suicidio, que es un fenómeno cuya
esencia es psicológica, aunque en él influyen factores de otras dimensiones. No
obstante, es innegable que los fenómenos de salud-enfermedad son complejos, y para
su mejor comprensión se requiere de enfoques multidisciplinarios e integrales
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Cuando una persona resulta evaluada como riesgo suicida se procede a comunicárselo
al Médico de Familia, o al psicólogo, de manera que se haga efectiva la intervención
más especializada del equipo de salud mental.
Guibert (2002) sugiere que una vez que se detecta a las personas con peligro suicida
en su intervención inicial se debe hacer lo siguiente:
-Enseñar al paciente que pida ayuda en los momentos de angustia antes de tomar
decisiones.
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-Darle apoyo emocional y de soluciones a los familiares.
Conclusión
Los puntos que se consideran con mayor importancia dentro de este proyecto son la
diversas definiciones que ha tenido este tema tan delicado, sus altos índices en el país
y que año tras año han ido aumentando de manera considerable a tal grado de volverse
un problema de salud pública y una de las principales causas de muerte, otro punto
muy importante son las causas y con base abordar algunas recomendaciones de
prevención de suicidio.
Finalmente se ha encontrado que la población con mayor riesgo son los jóvenes y que
el género es una variable muy importante a considerar a la hora de plantear este tema,
ya que el género masculino es el grupo con mayores índices en comparación con las
mujeres.
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Lista de tablas
Tabla 1. Tasa de muertes por suicidio por sexo de 1990 a 2011 en México.
Glosario
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Glosario
Pensamientos suicidas:
Suicidio: Acción que es tan arriesgada que puede causar graves perjuicios a
quien la realiza.
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Bibliografía
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