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Introducción:

“El pensamiento del suicidio es un

poderoso medio de consuelo: con él se

logra soportar más de una mala noche.”

--Frederic Nietzsche

Los intentos de suicidio o bien los suicidios consumados se han convertido en un


problema grave de salud pública a nivel mundial, nacional y local por lo que con los
años el suicidio se ha considerado como una de las principales causas de muerte en las
personas a nivel mundial.

En el siguiente trabajo realizado se abordará sobre un tema que se ha vuelto muy


importante en la sociedad por sus índices alarmantes que parecen no detenerse sino
aumentar año con año: el suicidio, dicho tema es bastante amplio y complejo por lo que
se plantearán los puntos claves y de mayor importancia tales como: su definición, los
índices de suicidio en el país, además sobre los pensamientos y conductas suicidas,
algunos de los motivos que conducen a tal acto y como prevenirlo, esto con el fin único
de evidenciar un problema grave que destruye de forma silenciosa y aumenta
considerablemente en la sociedad, esperando también lograr impactar en la conciencia
de quien pueda leer el presente trabajo.

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Índice General:

Capítulo I Generalidades del Suicidio_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _4

1.1 Definición de Suicidio_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __ _ _ _ _ _ _ 4

1.2 El suicidio en la historia_ _ _ _ __ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __ _ _ _ _ _ _ _ 6

1.3 El suicidio en México _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 8

1.4 Estadísticas generales de suicidio en México (1990-2011) _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 9

1.5 Suicidios según entidad federativa_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 14

1.6 Tipos de suicidios _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ ___ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 15

Capitulo Causas II _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 16

2.1 Factores psicológicos _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 17

2.2 Factores psicopatológicos _ _ __ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 18

Capitulo III Prevención _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __ _ _ __ _ _ _ _ _ 19

Conclusiones _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __ _ _ _ _ __ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 24

Glosario_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __ _ _ ___ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 26

Bibliografía _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __ __ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 27

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Capítulo I: Generalidades del Suicidio

Figura 1. [Imagen o fotografía sin título de descripción del trabajo]. Recuperado de:
https://www.canva.com/design/DADmuQ5s4Oo/UXiTTQJxyOa6g_5PA8tszw/edit?categ
ory=tACFat6uXco#

1.1 Definición de Suicidio

A menudo resulta difícil hablar de la muerte, quizás por el miedo que produce lo
desconocido o por la ansiedad que genera la idea de que, como todo ser vivo, algún día
dejaremos de existir (Poch, 1999).

Es evidente que el tema del suicidio es una situación muy compleja, por lo que, hasta
hoy en día diversos autores, han intentado definirlo. A continuación, se mencionan
algunas de estas definiciones:

Etimológicamente, la palabra suicidio proviene del latín: sui (si mismo) cidium (matar),
“atentado contra la propia vida”, “matar-se”. Los griegos lo expresaban como autokeiria
de autos: sí mismo, y keiros: mano, lo que significaría: muerte elegida por uno mismo, o

4
sea ejecutada por mano propia. El término latino enfatiza la idea de matar y el griego la
del acto con intención o deliberado (Barrionuevo, 2009).

El suicidio a consecuencia de una serie de factores sociales, demográficos,


ambientales, económicos, psicológicos, históricos e incluso filosóficos, que se
manifiestan y agrupan canto en el colectivo de una sociedad como en las expresiones
individuales de cada uno de sus integrantes como todas las conductas humanas el
suicidio a un acto complejo, por lo que no se puede dejar de considerarlo bajo distintos
ángulos (Quintanar, 2008).

El Diccionario de la Real academia (2001). Define el término suicidio: (Voz formada a


semejanza de homicidio, del lat. sui, de sí mismo, y caedĕre, matar).

1. m. Acción y efecto de suicidarse.

2. m. Acción o conducta que perjudica o puede perjudicar muy gravemente a quien la


realiza.

El suicidio es definido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como el acto


deliberado de quitarse la vida. Su prevalencia y los métodos utilizados varían de
acuerdo a los diferentes países (Ravalli, 2017).

Suicidio es el acto de matarse en forma voluntaria y en él intervienen tanto los


pensamientos suicidas (ideación suicida) como el acto suicida en sí (Contreras,
Gutiérrez y Orozco, 2006).

El suicidio se considera como una forma de morir causada por la autoagresión del
individuo mediante el uso de determinados métodos; es decir, constituye un acto por el
cual, deliberadamente, la persona se quita la vida (Pérez, 2006).

También puede conceptualizarse como "un comportamiento intencional autodestructivo


llevado a cabo por una persona en una etapa de su vida altamente sensible, agravado
por un contexto familiar vulnerable que no puede impedirlo" (Marchiori, 1998 citado en
Jiménez y Cardiel, 2013).

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La Organización Mundial de la Salud lo precisó como "todo acto por el que un individuo
se causa a sí mismo una lesión, o un daño, con un grado variable de la intención de
morir, cualquiera sea el grado de intención letal o de conocimiento del verdadero móvil".
Mientras, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía lo concreta como "el acto o
conducta de las personas que destruye su existencia". En ambos casos, la aniquilación
o menoscabo de la integridad personal es el foco de atención por sus altas
probabilidades de prevenir o mitigar, en el peor de los casos (Jiménez y Cardiel, 2013).

El suicidio, entendido como un proceso, es complejo y dinámico, está conformado por


varias etapas que comienzan con una ideación suicida pasiva, le siguen fases cada vez
más activas como la visualización del propio acto y su manifestación mediante
amenazas verbales y gestos suicidas, la planeación y preparación, la ejecución del
intento y por último el suicidio consumado. Entonces, la persona que tiene
pensamientos suicidas es más propensa a intentar quitarse la vida, así como quien lo
ha intentado una vez está más propenso a intentarlo nuevamente en menos de un año,
y ahora con mayores probabilidades de éxito. La estrecha relación entre ideación y
conducta suicida no sólo ha sido verificada en adultos sino también en adolescentes
(Chávez, Medina y Macías 2008).

1.2 El suicidio en la historia

A lo largo de la historia, el suicidio se ha presentado como un fenómeno que varía de


acuerdo con la época y condiciones del país. En el tiempo prehispánico, por ejemplo,
era considerado y honor y veneración. Por el contrario, en la actualidad es visualizado
como una decisión que proyecta debilidad, vergüenza o repudio. A pesar del rechazo
generalizado en la sociedad, esta causa de mortalidad ha mostrado un incremento
considerable a nivel nacional. Por esta razón, existe la necesidad de obtener algunas
aproximaciones sobre el mismo, e inclusive de generar índices que permitan una
interpretación de los acontecimientos o factores que dan pauta a dicho crecimiento
(Jiménez y Cardiel, 2013).

Añón, F. (1993), ha hecho una historización sobre el suicidio y las visiones de éste, a lo
largo de la historia, “en las civilizaciones guerreras, el culto a la muerte violenta era
6
considerada una muerte “honrosa y bien aventurada, como única forma conocida de
significar la muerte y por ende la vida, el suicidio tenía el mismo valor que la muerte en
el campo de batalla. Algunas culturas entendieron el suicidio como único salvoconducto
al paraíso, como en la cultura esquimal, en la cual además tiene un valor social. En la
india hasta 1892 la viuda se arrojaba a la pira funeraria de su marido, ceremonia
denominada “SUTTE”, hasta que esta práctica fue prohibida.

“En Oriente se consideraba un acto elogiable” ligado a razones rituales y religiosas. Por
ejemplo, en la cultura Samurái, el SEPPU-KUO, ritual japonés practicado hasta el año
1976. En este ritual, el suicidio era considerado glorioso, para el suicida y propio de
quienes veían mancillado su honor. O el HARA –KIRI también dentro de la cultura
Samurái, pues para el resto de la población japonesa, el suicidio siempre era
considerado un deshonor (Añón, 1993)

Durante la Ilustración, el suicidio juega un importante papel en los debates ideológicos


que cambiaron la concepción del hombre, mundo, vida y muerte. En el transito del
S.XVIII al S.XIX se puede hablar del suicidio como tal, ya que el hombre puede
disponer de su vida como lo desee. En el S. XVII se repiten los argumentos de
Aristóteles y de San Agustín en las que se condena al suicidio como delito contra la
sociedad, Dios, y contra uno mismo; sin embargo, algunos pensadores de la época,
como Montaigne, defienden el derecho del hombre a decidir libremente el momento de
su muerte (Ídem).

Cervera (2004) menciona que en el siglo XIX se crea una imagen del suicida, como
héroe romántico utilizado para inspirar el arte y la cultura: 7 Son rasgos medulares del
sentir romántico la omnipresencia de la muerte. Proyectan en el suicidio un motivo
artístico y genera un debate intelectual. Este movimiento de exaltación hacia la muerte
coincide con el temor hacia la misma. Estos no son irreconciliables, “el temor hacia la
muerte y la atracción por el suicidio (…) La posibilidad de darse muerte tiende a
compensar la angustia de la muerte, pues traduce un poder, el de dar muerte, el de
disponer de ella de alguna manera y quitarle así todo su carácter mistérico y
trascendental.

7
Dicho autor describe que el suicida se convierte en héroe al crear una escena
dramática para llamar la atención de la sociedad. En este periodo es que Goethe
publica su libro, “El joven Werther”, este provoca un efecto de epidemia de suicidios que
conlleva a que en algunos países sea prohibido. El “efecto Werther” se sigue dando en
la actualidad cuando por ejemplo muchos jóvenes se suicidan identificándose con algún
ídolo. Cervera menciona también, que hacia finales del S. XVIII diversos autores se
alarman ante el incremento del suicidio, (Álvarez, Arena, Dumas, Tissot). Otros filósofos
como Montesquieu, Rousseau y Voltaire coinciden en que el suicidio aumenta con el
progreso de la sociedad. La sociedad es condicionante del medio, es decir, se justifica
al suicidio como “exceso de civilización” El suicidio se convierte en un elemento de a
culturización pues para Locke el hombre es una “tabula rasa” (Ídem).

En México, específicamente en el sureste, las civilizaciones mayas, hace miles de años,


realizaban “ofrendas” humanas, a los dioses, las personas estaban dispuestas a
entregar sus vidas a los dioses, ya que esto era signo de honor en la cultura.

1.3 El suicidio en México

Antes de situarlo en el contexto mexicano, el suicidio debe pensarse como una


problemática mundial que se presenta con mayor frecuencia en las cifras de defunción.
De acuerdo con la OMS, se ha convertido en la undécima causa de muerte a nivel
mundial, situándose entre las tres primeras entre la población de 15 a 35 años de edad.
Esto significa que al año mueren alrededor de un millón de personas en el mundo a
causa de este fenómeno. Dicho de otro modo, lo equivalente a 1.8 por ciento del total
de las defunciones, o a un suicidio por cada 40 segundos y a 20 intentos de suicidio por
cada uno consumado. Con esta tendencia, para el año 2020 aproximadamente un
millón y medio de personas fallecerá por este motivo (Jiménez y Cardiel, 2013).

Específicamente para el caso mexicano, en las últimas cuatro décadas se han


elaborado diferentes análisis sobre el tema. Entre ellos, destaca un estudio sobre la
evolución del suicidio en México de 1970 a 1994, realizado por Gómez-Castro y Borges,
en donde, a partir de datos censales y de certificados de defunción, concluyeron que el
suicidio afecta principalmente a los hombres de edad avanzada. Asimismo, afirman que
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el aumento de este fenómeno entre la población adolescente y de adultos jóvenes
enfatiza la necesidad de desarrollar programas para su prevención (Ídem).

Durante mucho tiempo, México presentó una de las tasas de mortalidad por suicidios
más bajas de América Latina. Sin embargo, en los últimos años la mortalidad por esta
causa se ha incrementado progresivamente en este país a un ritmo más acelerado que
en otros países de la Región (Puentes, López y Martínez 2004).

1.4 Estadísticas generales de suicidio en México (1990-2011)

En México, el suicidio es considerado como un problema de salud pública. Un estudio


realizado por la OMS en países con población superior a 100 millones de habitantes
analiza los cambios en los índices de suicidio según grupos de edad en intervalos de
tiempo específicos y afirma que México es el país con el porcentaje más alto de
incremento (+ 61.9%, en el periodo 1981–1983/ 1993–1995); le siguen en orden
descendente la India, Brasil y la Federación Rusa. En el país, la tasa de suicidios por
cada 100 000 habitantes fue de 3.4 en 1999. Asimismo, los reportes oficiales del año
2001 indican que 7.4% de las muertes violentas tuvieron como causa el suicidio o las
lesiones autoinfligidas, principalmente entre personas de 15 a 24 años de edad. Según
estudios realizados en México, se calcula que por cada tentativa de suicidio existen
aproximadamente veinte que no se registran (Chávez, Medina y Macías 2008).

“En 1970 hubo 554 defunciones por suicidio en toda la República mexicana, para
ambos sexos, y 2 603 en 1994. El suicidio se ha instalado como parte del perfil
epidemiológico moderno del país. En 2007, último año con estadísticas vitales
disponibles al momento de escribir este trabajo, se dieron en México 4 388 muertes por
suicidio en toda la República, con una tasa de mortalidad por suicidio de 4.12 por cada
cien mil habitantes (Borges, Benjet. y Medina, 2010)

En términos absolutos, los suicidios aumentaron de 1 930 en 1990 a 3 784 en el año


2001. El número de suicidios aumentó de 281 a 674 en mujeres y de 1 646 a 3 110 en
hombres. Estos incrementos representaron un cambio en la tasa de mortalidad por

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suicidios en hombres de 3,90 muertes por 100 000 individuos en 1990 a 6,14 en 2001
(Figura 2), (Puentes, et al. 2004).

La estandarización de las tasas mostró que el efecto del envejecimiento de la población


sobre este incremento ha sido mínimo. El aumento de las tasas estandarizadas fue de
aproximadamente 0,16 muertes por 100 000 habitantes por año, frente a un incremento
de 0,20 anual en las tasas observadas. En el caso de las mujeres, la tasa observada en
2001 fue el doble de la observada en 1990. Aunque el número de suicidios en mujeres
es bastante más bajo que en los hombres, su incremento relativo ha sido mayor y, de
acuerdo con el análisis de las tasas estandarizadas, ha sufrido menos el efecto de los
cambios demográficos en el período estudiado. Cabe destacar que entre 1993 y 1997
hubo un aumento acelerado de 0,1 muertes por 100 000 habitantes anuales en la tasa
de mortalidad por suicidios en mujeres, frente a un aumento promedio de 0,05 por año
entre 1990 y 2001 (Figura 2).

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Figura 2. Puentes, López y Martínez (2004), Tasas observadas y estandarizadas de
mortalidad por suicidios en hombres y mujeres (por 100 000 habitantes del sexo
correspondiente), por año. México, 1990- 2001. Recuperado de:
https://www.scielosp.org/scielo.php?script=sci_abstract&pid=S102049892004000800005
&lng=en&nrm=iso&userID=-2

Figura 3. Puentes, López y Martínez (2004), Tasas observadas y estandarizadas de


mortalidad por suicidios en hombres y mujeres (por 100 000 habitantes del sexo
correspondiente), por año. México, 1990- 2001. Recuperado de:
https://www.scielosp.org/scielo.php?script=sci_abstract&pid=S102049892004000800005
&lng=en&nrm=iso&userID=-2

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El mayor incremento en las tasas de suicidios, calculadas por sexo y grupo de edad, se
observó en las mujeres de 11 a 19 años, en quienes la tasa observada ascendió de 0,8
en 1990 a 2,27 por 100 000 habitantes en 2001 (figura 3). En los hombres, el mayor
incremento se encontró también entre los adolescentes y los adultos jóvenes. Entre
1990 y 2001, la tasa aumentó de 2,6 a 4,5 por 100 000 en el grupo de 11 a 19 años y
de 6,4 a 9,5 en el de 20 a 39 años (figura 4).

En 2001, el porcentaje de suicidios por ahorcamiento ascendió a 67,2%, mientras que


la utilización de armas de fuego disminuyó a 18,9% y el envenenamiento a 9,7%. El
incremento del porcentaje de muertes por ahorcamiento fue mayor en las mujeres, en
quienes la proporción de muertes por esta causa se elevó de 34,2% en 1990 a 51,3%
en 2001; el segundo método más frecuentemente utilizado por las mujeres según los
registros de 2001 fue el envenenamiento (27,3%). En hombres, los suicidios por
ahorcamiento constituyeron el 70,2% de todos los suicidios, mientras que el disparo con
arma de fuego fue el segundo método más utilizado (19,8%) (Puentes, et al. 2004).

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Figura 4. Puentes, López y Martínez (2004), Tasas observadas y estandarizadas de
mortalidad por suicidios en hombres y mujeres (por 100 000 habitantes del sexo
correspondiente), por año. México, 1990- 2001. Recuperado de:
https://www.scielosp.org/scielo.php?script=sci_abstract&pid=S102049892004000800005
&lng=en&nrm=iso&userID=-2

Las últimas estadísticas de suicidio disponibles en México reportan que se suicidaban


ya, en 2008, alrededor de cinco mil personas cada año. Las razones que da una
institución como el Instituto del Seguro Social (IMSS) es que los suicidios se producen
como consecuencia de la ansiedad, depresión, estrés, soledad, desesperanza,
exigencias sociales, sentimientos de culpa y rechazo. El IMSS también menciona que la
Organización Mundial de la Salud reportó que en los últimos 45 años el índice de
suicidios se incrementó 60 por ciento a nivel internacional. Ante esta tendencia al alza
que, como se verá más adelante, también se ha vivido en México, se confirma la
relevancia de obtener análisis más detallados respecto a las posibles relaciones entre el
fenómeno y las condiciones del país. La importancia del tema radica no únicamente en
el número creciente de vidas que cobra, sino que la incidencia del suicidio pudiera ser,
siguiendo a Durkheim, un reflejo de los cambios de vida que se han vivido en México en
los últimos 50 o 60 años (Hernández, 2011).

Si bien México presenta a nivel mundial una tasa baja de suicidios, ésta ha mantenido
un incremento constante en las últimas dos décadas (1990-2010), lo que ha devenido
en un problema de salud pública por su voraz crecimiento. En retrospectiva, durante
1990 la tasa de suicidio era de 2.4 suicidios por cada 100 mil habitantes; para 1999 la
tasa de mortalidad por suicidio fue de 3.4; en 2010 la tasa fue de 4.6 suicidios, mientras
para 2011 fue de 4.9; lo anterior corresponde a un aumento de 399 por ciento en la tasa
de muertes por suicidio en dicho periodo (Ídem).

Si estos datos son desagregados por sexo, encontramos que en el periodo de 1990-
2011, en hombres, la tasa de suicidios creció de 4.3 a 7.5 suicidios por cada 100 mil
habitantes, presentando una ligera baja entre 2010 y 2011; entretanto, para mujeres
pasó de 0.6 a 1.7 suicidios por cada 100 mil habitantes, manteniéndose estable en los

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dos últimos años considerados para este estudio. Esto nos muestra claramente que la
prevalencia de suicidios en el sexo masculino es mayor que en el femenino; sin
embargo, en términos porcentuales, la tasa de crecimiento anual se incrementó de
1990 a 2011 en siete por ciento para las mujeres contra cinco por ciento en el caso de
los hombres (Tabla 1 véase página 2) (Jiménez y Cardiel, 2013).

1.5 Suicidios según entidad federativa

El suicido es un fenómeno que se presenta a lo largo de todo el territorio mexicano, con


una tasa promedio estandarizada de 4.9 suicidios por cada 100 mil habitantes. Si
consideramos el promedio de tasas de entre 2005 y 2011 por entidad federativa, se
encuentra que los estados con mayores índices de suicidio pertenecen al sureste de la
República; el primer lugar lo ocupa Quintana Roo con un índice de 11 suicidios por
cada 100 mil habitantes (Jiménez y Cardiel, 2013).

Posteriormente, se ubican los estados de Yucatán, Tabasco y Campeche, con una tasa
estandarizada promedio de nueve suicidios por cada 100 mil habitantes, seguidos de
Baja California Sur, Chihuahua y Sonora, con una tasa promedio de siete suicidios. En
los niveles más bajos de suicidio, el estado de Chiapas encabeza la lista con un
promedio de 2 suicidios por cada 100 mil habitantes, seguido de Hidalgo, Guerrero y
Tlaxcala, con una tasa promedio de tres suicidios (Ídem).

En general, las estadísticas por entidad federativa reafirman el problema del suicidio a
nivel nacional y, con ello, la necesidad urgente de implementar programas que
prevengan, identifique o reduzcan las consecuencias negativas de esta causa de
muerte. No obstante, algunos de ellos han tomado cartas en el asunto. El gobierno de
Tabasco desarrolló el Programa de Prevención de Suicidio, a través de la línea de
ayuda y atención a personas en crisis o con deseos suicidas; además, por parte de la
Secretaría de Salud del estado operan brigadas de salud mental en los municipios de
mayor vulnerabilidad (Ídem).

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1.6 Tipos de suicidios

Durkheim (citado en Pulido, de Rivera, Revuelta y de Oca Hernández, 1990) a través de


su teoría sociológica Hipotetiza que todos los suicidios resultan de perturbaciones en la
relación entre el individuo y la sociedad, y en base a ello establece cuatro formas de
suicidio: el egoísta, el altruista, el anómico y el fatalista.

Suicidio egoísta: donde existe un trastorno en la integración en la colectividad social y


un exceso de individualización de la persona, se produce siempre que se da una
desintegración de las estructuras sociales.

Suicidio altruista: aquí el yo no sé pertenece, se confunde con otra cosa que no es 1,


que está situado fuera de sí mismo.

Suicidio anómico: depende de un fallo o dislocación de los valores sociales que lleva a
una desorientación individual y a un sentimiento de falta de significación en la vida.

Suicidio fatalista: se caracteriza por una excesiva reglamentación, es el que cometen


los sujetos cuyo porvenir está implacablemente limitado.

A su vez Menninger (Ídem) en su teoría propone otras formas de suicidio:

Suicidio crónico: se refiere a aquellas formas de autodestrucción en las cuales el


individuo pospone la muerte indefinidamente, a costa de sufrimientos y del deterioro de
las funciones. Incluye en este grupo las formas de ascetismo y martirio, invalidez
crónica y neurótica, alcoholismo, conductas antisociales y psicosis.

Suicidio localizado: definido como aquellas actividades autodestructivas que se


concentran habitualmente sobre una parte limitada del cuerpo como, por ejemplo,
morderse las uñas, las automutilaciones, las enfermedades fingidas, la policirugía, los
accidentes intencionados y la impotencia y frigidez.

Suicidio orgánico: aquel que suscita internamente procesos destructivos, generales o


focales, haciendo hincapié en los factores psicológicos de la enfermedad orgánica.

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Capítulo II: Causas del suicidio

Figura 5. [Imagen o fotografía sin título de descripción del trabajo]. Recuperado de:
https://www.canva.com/design/DADmz0sxmpw/ZHbxXcVdVxJCWMXFdy6UUQ/edit?ca
tegory=tACFat6uXco

Se considera que las tendencias de las conductas suicidas pueden estar influidas por
factores psicosociales y cambios en el estilo de vida que, específicamente en las
poblaciones jóvenes, podrían correlacionarse con trastornos depresivos, problemas
académicos, desempleo, uso o abuso de alcohol o de otras drogas, pobre acceso a
tratamientos específicos y fácil acceso a métodos más letales de suicidio (Brent, 2001
citado en del Pilar, 2010).

El acto suicida, según Jung (1959 citado en Pulido, de Rivera, Revuelta y de Oca
Hernández, 1990), ocurre cuando:

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a) Prevalece una situación a la que sólo podría poner fin la muerte

b) El ego se ve envuelto en el conflicto

c) El resentimiento puede alcanzar proporciones asesinas, con la ira dirigida a la


persona responsable, en cuyo caso, el suicidio es un intento de preferir tales actos
asesinos

d) La falta de vitalidad hace imposible encontrar alguna situación sustituta que


desahogue la tensión.

2.1 Factores psicológicos

En términos de la Psicología, la conducta suicida se compone de factores emocionales


y cognitivos que llevan al individuo a buscar en la muerte una solución a las
frustraciones, sufrimientos, enojos o miedos que lo agobian. Por lo tanto, la hostilidad,
perturbación, constricción y cese son los elementos necesarios para deformar la
realidad; con ellos, la persona deforma la realidad —enfatizando los matices más
negativos de su entorno— para anteponer el deseo de "dormir eternamente" como el
mejor camino para desaparecer junto con los problemas (Shneidman, 1976; citado en
Villardón, 1993).

Dentro de las características psicológicas del suicidio, también se encuentran los


rasgos de la personalidad que tienden a la agresividad, impulsividad, neurosis,
ansiedad, perfeccionismo, apatía, pesimismo, rigidez cognitiva, rechazo a recibir ayuda,
escapismo o egocentrismo (Casullo, 2000 citado en Villardón, 1993).

Asimismo, la predominancia de un pensamiento irracional y, por ende, la falta de una


fuente que controle el comportamiento (locus de control) son variables psíquicas por las
cuales el individuo puede hacer una lectura equívoca de su lugar en la sociedad y
decide suicidarse. Por otro lado, en el actual contexto neoliberal, además de la
disminución de lazos sociales, la desigualdad de acceso a oportunidades, así como la
insuficiente satisfacción de necesidades originan sentimientos de desesperanza,
tristeza, incertidumbre, desesperación y soledad, que pueden convertirse en un
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detonante para el desarrollo de trastornos como la depresión, que ya vimos, es muchas
veces antesala del suicidio (Jiménez y Cardiel, 2013).

2.1 Factores psicopatológicos

La psiquiatría considera que las conductas suicidas pueden acompañar a muchos


trastornos emocionales como la depresión, la esquizofrenia y el trastorno bipolar. Así
pues, más del 90% de todos los suicidios se relacionarían con trastornos emocionales u
otras enfermedades psiquiátricas. Las conductas suicidas a menudo ocurrirían como
respuesta a una situación que la persona ve como abrumadora, tales como el
aislamiento social, la muerte de un ser querido, un trauma emocional, enfermedades
físicas graves, el envejecimiento, el desempleo o los problemas económicos, los
sentimientos de culpa, y la dependencia de las drogas o el alcohol (Barrionuevo, 2009).

Este enfoque psiquiátrico explica al suicidio desde dos puntos de vista: por una parte, lo
considera una consecuencia de alguna patología mental de índole individual y por otra,
como una enfermedad de tipo epidémico, identificada en grupos de riesgo y variables
frecuentes específicas. Algunas premisas psiquiátricas asocian la conducta suicida con
trastornos afectivos como la esquizofrenia o la depresión; por su impacto a nivel
interpersonal, esta última tiene más probabilidad de desenlazar en muerte (Clemente y
González, 1996).

Con el paso del tiempo, la Psiquiatría amplió su visión del suicidio, dando pauta a
comprenderlo como el síntoma o expresión de trastornos o desequilibrios emocionales
aún más complejos. En consecuencia, la población afectada por este fenómeno no
necesariamente tendría que estar en condiciones mentales deplorables. Cualquier
miembro de la sociedad podría ser un punto o blanco vulnerable y, por esta razón, los
interesados en la materia deberían ampliar su campo de acción para prevenirla o
contrarrestarla.

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Capitulo III: Prevención

Figura 6. [Imagen o fotografía sin título de descripción del trabajo]. Recuperado de:
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egory=tACFat6uXco

Por prevención puede entenderse aquella estrategia o acercamiento que reduce la


probabilidad de algún riesgo o disminuye el impacto negativo de ciertas condiciones o
conductas. El modelo médico clásico de la prevención propone tres momentos:
prevención primaria, secundaria y terciaria. Procurando disminuir la probabilidad de
aparición de ciertos fenómenos se orienta hacia el futuro a través de intervenir en el
presente. No requiere de un espacio específico, su ámbito natural es la vida cotidiana.
Es un hecho que en las poblaciones en las que opera algún programa de prevención
existen previamente actitudes que van desde la disposición al cambio hasta la negación
o tolerancia del problema (Chávez, Medina y Macías 2008).

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La prevención del suicidio va más allá del acto suicida, es decir, su objetivo debe fijarse
primordialmente en la atención de las diversas manifestaciones del comportamiento
suicida (ideación, amenazas, gestos suicidas y/o tentativas de suicidio). Para esto se
recomienda reducir los factores de riesgo y a la vez reforzar los factores de protección,
influyendo tanto en el estado psicológico como en el medio ambiente físico y/o las
condiciones culturales/ subculturales. Los factores de riesgo son características
estadísticamente asociadas con un riesgo de salud. Por otro lado, los factores de
protección están asociados con una disminución en la vulnerabilidad a un riesgo de
salud nuevo. Ambos son una consecuencia de la interacción entre elementos familiares,
sociales y medio ambientales. La suma de éstos, más las señales de advertencia, son
indicadores del riesgo que tiene una persona de cometer suicidio (Ídem).

Guibert (2002) considera las siguientes señales de peligro para el comportamiento


suicida que se deben observar en las personas:

-Comportamiento autoagresivo.

-Comportamiento pasivo ante frecuentes agresiones del entorno social.

-Cambio brusco en los hábitos de comer y dormir.

-Presencia frecuente de desvalorización.

-Miedo a la separación.

-Cambios súbitos en el estado de ánimo.

-Presencia de poco interés hacia el trabajo y hacia la vida en general.

-Pérdida o ausencia de amigos.

-Pérdidas recientes e importantes (afectivas o de estatus).

-Obsesión con la muerte o pensamientos recurrentes en torno a ella.

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-Repartir objetos muy queridos.

-Hacer algo así como testamentos o cartas de despedida.

-Presentar sentimientos de desesperanza o desilusión frecuente.

-Presencia de deseos de muerte, o fantasías de autodestrucción.

-Proferir amenaza suicida a amigos, familiares o personal de salud.

-Persona desesperada con sentimiento de culpa y temor a perder el control emocional.

-Presencia de fantasías de dormirse y no despertar.

-Adolescentes con problemas sentimentales y dificultades en su comunicación.

-Pérdida de la ilusión por el futuro.

-No obstante, los signos más fuertes e inquietantes son los verbales "no puedo seguir
adelante", "ya nada me importa" o incluso "estoy pensando en acabar con todo". Los
comentarios de esta índole hay que tomarlos siempre en serio.

Pérez (1999) a su vez indica que la ideación suicida abarca un amplio campo de
pensamiento que puede adquirir las siguientes formas de presentación:

El deseo de morir ("La vida no merece la pena vivirla", "Yo lo que debiera es morirme",
etcétera).

La representación suicida ("Me he imaginado que me ahorcaba").

La idea de autodestrucción sin planeamiento de la acción ("Me voy a matar", y al


preguntarle cómo lo va a llevar a efecto, responde: "No sé cómo, pero lo voy a hacer").

La idea suicida con un plan indeterminado o inespecífico aún ("Me voy a matar de
cualquier forma, con pastillas, tirándome delante de un carro, quemándome").

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La idea suicida con una adecuada planificación ("He pensado ahorcarme en el baño,
mientras mi esposa duerma"). Se le conoce también como plan suicida. Sumamente
grave.

Todas estas manifestaciones de la ideación de autodestrucción deben ser exploradas,


si el paciente no las manifiesta, pues la comunicación y el diálogo abierto sobre el tema
no incrementa el riesgo de desencadenar el acto, como erróneamente se considera y
es una valiosa oportunidad para iniciar su prevención (Ídem).

Según Bustamante y Florenzano (2013), consideran que, para poder prevenir el suicidio
en forma efectiva, existe un consenso generalizado del que hay que implementar
prácticas basadas en la evidencia, las cuales se clasifican en tres niveles:

-Nivel indicado: para aquellos individuos que presentan un alto riesgo de cometer
suicidio. Las intervenciones en este nivel son individuales y altamente especializadas,
muchas de ellas con evidencia probada acerca de su efectividad como la
farmacoterapia, la terapia cognitivo conductual o la terapia conductual dialéctica entre
otros.

-Nivel selectivo: se dirige a determinados subgrupos poblacionales que pueden estar en


un mayor riesgo, como, por ejemplo, adolescentes escolares.

-Nivel universal: se dirige a toda la población por igual.

Para prevenir el intento y el suicidio consumado, es de vital importancia conocer los


factores de riesgo, que son aquellos que los predisponen.

La Psicología de la Salud como ciencia social y como disciplina, tiene mucho que
aportar para la comprensión y prevención del suicidio, que es un fenómeno cuya
esencia es psicológica, aunque en él influyen factores de otras dimensiones. No
obstante, es innegable que los fenómenos de salud-enfermedad son complejos, y para
su mejor comprensión se requiere de enfoques multidisciplinarios e integrales

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Cuando una persona resulta evaluada como riesgo suicida se procede a comunicárselo
al Médico de Familia, o al psicólogo, de manera que se haga efectiva la intervención
más especializada del equipo de salud mental.

Guibert (2002) sugiere que una vez que se detecta a las personas con peligro suicida
en su intervención inicial se debe hacer lo siguiente:

-Creerle y tomarlo en serio.

-Entender sus sentimientos y alentarlo a que actúe, luche, etcétera.

-Ayudarle a encontrar respuestas y alternativas para la vida.

-Hacerle saber que se desea ayudarlo y se sabe cómo.

-Facilitar que verbalice y exprese sus sentimientos.

-Explorar los motivos del intento sin temor y con seriedad.

-Enseñar al paciente que pida ayuda en los momentos de angustia antes de tomar
decisiones.

-Estimular sus cualidades positivas y éxitos recientes.

-Buscarle ayuda profesional especializada (psicólogo, psiquiatra).

-Visitar a su familia y orientarla sobre cómo apoyar y comunicarse clara y directamente


con el suicida.

-No retar al paciente, ni aliarse a su solución de muerte.

-Ayudarlo, darle cariño, seguridad y no juzgarlo.

-Entrenar a su familia en la realización de comunicaciones cálidas y espontáneas entre


sus miembros.

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-Darle apoyo emocional y de soluciones a los familiares.

-Propiciar la comunicación del individuo en riesgo y su familia con grupos de autoayuda


del escenario comunitario.

Conclusión

El trabajo realizado ha contribuido de manera muy importante para identificar y resaltar


los puntos que hay que cubrir y considerar a la hora de abordar un tema tan complejo
como el suicidio, asi como su prevención. Se espera que la información rescatada de
diversas investigaciones, influya de tal manera que invite a la reflexión de los puntos
importantes de la investigación y el conocimiento adquirido durante la lectura del
presente trabajo sea aplicado en los ámbitos necesarios por las personas a las que
llegue este trabajo así como su buena implementación.

Los puntos que se consideran con mayor importancia dentro de este proyecto son la
diversas definiciones que ha tenido este tema tan delicado, sus altos índices en el país
y que año tras año han ido aumentando de manera considerable a tal grado de volverse
un problema de salud pública y una de las principales causas de muerte, otro punto
muy importante son las causas y con base abordar algunas recomendaciones de
prevención de suicidio.

A partir de todo lo revisado anteriormente, se concluye que el suicidio está presente


desde la antigüedad hasta la actualidad. El suicidio se propicia como una epidemia y
sus motivos incluyen todo un conjunto de factores, entre los cuales se pueden
encontrar; la depresión, cuestiones de salud (incluidas las enfermedades de transmisión
sexual), aspectos religioso-político-económico-sociales, etcétera.

Finalmente se ha encontrado que la población con mayor riesgo son los jóvenes y que
el género es una variable muy importante a considerar a la hora de plantear este tema,
ya que el género masculino es el grupo con mayores índices en comparación con las
mujeres.

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Lista de tablas

Tabla 1. Tasa de muertes por suicidio por sexo de 1990 a 2011 en México.

Glosario

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Glosario

 Autodestructivo: Que causa o puede causar la propia destrucción.

 Deliberado: Que se hace de forma voluntaria e intencionada después de haberlo


pensado.

 Menoscabo: Disminución de una cualidad positiva de cierta cosa.

 Mitigar: Atenuar o suavizar una cosa negativa, especialmente una enfermedad.

 Pensamientos suicidas:

 Pira funeraria: Son pensamientos acerca de hacerse daño a uno mismo o


quitarse la vida

 Prevalencia: Es la proporción de individuos de una población que presentan el


evento en un momento, o periodo de tiempo, determinado.

 Suicidio: Acción que es tan arriesgada que puede causar graves perjuicios a
quien la realiza.

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