Temas Selectos Arquitectura

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Temas selectos

en Arquitectura
Maestro Rafael Cid Mora

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Temas selectos
en Arquitectura

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Temas selectos
en Arquitectura
Maestro Rafael Cid Mora

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Maestro Rafael Cid Mora Director de la Faciultad
Dr. Arq. Hermógenes Castellón Campos
Hermógenes Castellón Campos tiene un Doctorado en
Teoría y Práctica del Proyecto Arquitectónico por la Escuela
Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politéc-
nica de Madrid. Es Profesor investigador tiempo completo
de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y Coor-
dinador del área de Teoría e Historia de la Arquitectura de
la Facultad de Arquitectura. Es Perfil PROMEP. La línea de
investigación que cultiva es la Teoría y Práctica del Proyecto
Arquitectónico.
Diseñador: Jahziel Ramírez Apango

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PRÓLOGO
Este libro nace de la inquietud de publicar diez trabajos, que
se conforman de investigaciones y ensayos que realizan ca-
tedráticos-investigadores del Cuerpo académico de Tecno-
logía del Proyecto Arquitectónico (BUAP-CA-115), así como
investigadores invitados de otras universidades. En este sen-
tido, ellos pretenden crear un espacio dedicado a sus publi-
caciones anuales.
Cabe hacerse mención de algo notable de este colec-
tivo que es que la mayoría de sus integrantes poseen los gra-
dos de doctorados y maestrías en Arquitectura y Urbanismo,
con especialidad en el Proyecto arquitectónico, la Tecnolo-
gía arquitectónica, la Conservación y el Ordenamiento del
territorio. Son perfiles Promep, lo que garantiza lo relevante e
interesante de esta publicación.
Los temas desarrollados son los siguientes:
1. El concepto espacial japonés Engawa en la casa-estudio de Luis
Barragán, por el Dr. Arq. Hermógenes Castellón Campos
2. Conceptos fundamentales en la docencia del proyecto
de arquitectura, por el Dr. Arq. Antonio Juárez Chicote
3. Arquitectura dúctil, por el Mtro. en Diseño Arquitectónico
Maximiliano Hurtado Mireles
4. Evolución de la temperatura interior de la vivienda vege-
tal de la mixteca poblana, por la Dra. Arq. Gloria Carola
Santiago Azpiazu
5. La vivienda en la arquitectura bioclimática sustentable, por
el Mtro. en Tecnologías de la Arquitectura José Luis Morales
6. Requisitos de diseño arquitectónico de la envolvente ver-
tical de edificios multifamiliares de mediana altura para
su desempeño durable, por la Dr. Arq. Dora María López

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y el Dr. Andrés Olivera
7. Los estudios de vulnerabilidades y riesgos. Énfasis en normas
de construcción ante diversas amenazas y escenarios, por
el Dr. Arq. Andrés Olivera y la Dr. Arq. Dora María López
8. Enfoque sistémico y holístico para el desarrollo de progra-
mas de viviendas en asentamientos humanos sostenibles,
por la Dr. Arq. María Elena Sánchez y Dr. Ing. Salvador
Felipe Espinet
9. La conservación como teoría para la sustentabilidad del
patrimonio urbano arquitectónico, por el Dr. Arq. Moisés
Morales Arizmendi
10. Limitaciones disciplinarias y la problemática ambiental
en la ciudad de Puebla, por el Mtro. en Arq. Marco Aure-
lio Rojas Aguilar
En cuanto a la estructura de la obra y sus contenidos; estos
son presentados en cuatro áreas; en la primera, se tratan
los temas relacionados al Proyecto arquitectónico, en la se-
gunda área, los temas de la Tecnología arquitectónica, en
la tercera, los temas de la Conservación y en la cuarta, los
temas del Urbanismo.
En varios de los trabajos aquí desarrollados, tanto estruc-
turalmente como medioambientalmente, se observa que
hoy en día los arquitectos proyectan la manera en que se
organizan los edificios. Junto con sus dotes creativas, ade-
más de los factores sociales, culturales, filosóficos y políticos
que influyen en el diseño, las herramientas y las técnicas de
la ingeniería –la tecnología- son lo que otorga forma y fun-
ción al entorno construido.
Para entender la arquitectura es fundamental comprender
bien la relación entre el proyecto arquitectónico y la tecno-

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logía arquitectónica. Uno de los objetivos centrales que se
ha logrado en esta publicación y que se considerara en los
subsecuentes libros de este colectivo de investigadores es
presentar el alcance de esta relación, para que todo públi-
co, especialistas o no, comprendan las nociones actuales
del diseño con soluciones estructurales y medioambientales.
Hay cuestiones también muy específicas que se tienen en
estos trabajos aquí presentados, las cuales evidencian no-
tables inquietudes sobre la arquitectura en terrenos muy par-
ticulares, que trastocan “la cultura local versus la civilización
universal”, como lo referiría, el importante teórico de la ar-
quitectura; Keneth Frampton en su teoría arquitectónica del
“Regionalismo Crítico”.
Los investigadores que escriben en esta publicación
como se ha dicho, tienen la gran cualidad de poseer una
formación en diferentes áreas de la arquitectura como son:
el proyecto arquitectónico, la tecnología arquitectónica,
la conservación y el urbanismo, lo que hace que los conte-
nidos de dicha publicación recreen una mirada actual de
esta disciplina, la cual es integral y holística a la vez, muy
apropiada a estos nuestros tiempos contemporáneos, tiem-
pos de globalización que vivimos, en donde las ideas que
conforman el pensamiento arquitectónico de hoy, que son
plurales, diversas, divergentes y contrastantes se ven explí-
citas en esta especial publicación. Es así como las investi-
gaciones y los ensayos que aquí se presentan expresan una
variedad temática sobre la arquitectura.
Otra cuestión a destacar en el trabajo de estos investi-
gadores y que es una gran preocupación mundial, es lo refe-
rente a los problemas medioambientales, los cuales también

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son retomados en estas investigaciones y ensayos, y lo ha-
cen trascendentalmente, ya que se está muy acostumbra-
do a escuchar sobre dicha problemática, un tanto de ma-
nera dramática y unidireccionalmente, con esto se quiere
decir, que los temas aquí son explorados, no solo desde los
aspectos funcionales, constructivos y estructurales, sino tam-
bién desde los aspectos históricos, propios de la evolución
de la arquitectura, así como de los aspectos compositivos,
estéticos, fenoménicos, poéticos y expresivos de la disciplina
misma, que deben como se ha dicho, ser considerados a la
par de las cuestiones medioambientales.
Un hecho que habría que valorar al respecto de este
esfuerzo de los investigadores, es la procedencia de los con-
textos en donde se desarrollaron dichas investigaciones y
ensayos, ya que ellas manifiestan experiencias de las reali-
dades mexicanas, cubanas, europeas y japonesas, contri-
buyendo todo ello a enriquecer el enfoque del abordaje de
los problemas actuales del proyecto, la tecnología, la con-
servación y el urbanismo, lo cual, habla del gran interés, re-
levancia y vigencia que recobran estos temas selectos aquí
tratados, que son parte del espíritu de los tiempos que hoy se
viven, como lo diría un destacable conocedor del Proyecto
arquitectónico Josep María Montaner; que estos son temas
muy propios de la “Cultura relacional” que hoy impera en el
mundo actual”.
De los métodos de investigación empleados en estos
trabajos; cabe comentar que por la misma variedad de te-
mas abordados, se observa que se presenta un “pluralismo
metodológico” o la libertad de métodos. Hay tanto inves-
tigación cuantitativa como cualitativa y mixta. De ahí que

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se tenga una posición hacía la metodología de la investi-
gación que se consideraría muy en relación directa con los
objetos de investigación. Por otro lado, todos estos métodos
son dinámicos y conllevan constantemente en su estructu-
ra, el análisis y la síntesis.
Las investigaciones aquí presentadas se dan tanto en el
nivel de producir conocimiento que sería la llamada la inves-
tigación básica, así como resoluciones de problemas que
sería la llamada investigación aplicada de acuerdo con Ro-
berto Hernández Sampieri et al.
De la presentación de los ensayos, estos expresan pen-
samientos, opiniones; analizan, interpretan y evalúan los te-
mas tratados. Dichos temas son relevantes, están suficien-
temente documentados, tienen argumentos apropiados y
bien organizados. Por otro lado, dichos ensayos evidencian
la organización convencional como es el desarrollo de la
introducción, el cuerpo y las conclusiones.
Por último, tanto las investigaciones como los ensayos,
muestran el abordaje de nuevos enfoques, modelos teóricos y
metodologias sobre las cuestiones urbanas y arquitectónicas.
En lo referente a la bibliografía de estos trabajos, se
podría comentar que ésta evidencia la profundidad de
los temas tratados, una sistematicidad en su desarrollo, los
ámbitos que traWstoca, la extensión que se abarca y una
esmerada actualización.
Para cerrar este prólogo quisiera hacer algunos comen-
tarios finales. Estas investigaciones entre los aspectos a des-
tacar se tienen los siguientes: una gran preocupación por la
calidad del medio construido al nivel arquitectónico, tecno-
lógico, ambiental, la conservación y lo urbano. La inquietud

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por lograr una relación más armónica entre la arquitectura y
la naturaleza. La consideración de la sustentabilidad como
un gran marco general de referencia para el desarrollo de
dicha arquitectura. El replanteamiento de las cuestiones
éticas en el desarrollo de la profesión. La necesaria actua-
lización de la enseñanza del proyecto arquitectónico. La
reorientación del proyecto actual de arquitectura y la tec-
nología arquitectónica como un vínculo natural para en-
frentar la construcción de un nuevo hábitat para el futuro
del ser humano.
Estos temas también pueden servir de referencia para
aquellos que deseen proyectar y construir una arquitectu-
ra más sostenible. Que quieran atender a una sostenibilidad
medioambiental, logrando con todo ello un acto de pro-
yectar y construir que realce el entorno inmediato y global
en un sentido tanto ecológico como visual.

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Dr. Arq. Hermógenes Castellón Campos
Hermógenes Castellón Campos tiene un Doctorado en
Teoría y Práctica del Proyecto Arquitectónico por la Escuela
Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica
de Madrid. Es Profesor investigador tiempo completo de la Be-
nemérita Universidad Autónoma de Puebla y Coordinador del
área de Teoría e Historia de la Arquitectura de la Facultad de
Arquitectura. Es Perfil PROMEP. La línea de investigación que
cultiva es la Teoría y Práctica del Proyecto Arquitectónico.

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Introducción
La presente publicación está constituida como una Colec-
ción de temas selectos sobre proyectación y tecnología en
arquitectura, promovida por los integrantes del cuerpo aca-
démico Proyecto y Tecnología arquitectónicas del Colegio y
Facultad de Arquitectura, como parte de la División de Estu-
dios Superiores de Ingeniería y Tecnología de la Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla, así identificados ante el
Programa de Mejoramiento del Profesorado (PROMEP) de la
Secretaría de Educación Pública (SEP).
En esta Colección, se abordan, de manera accesible y
fresca, diez temas de gran relevancia, vigencia e interés para
estudiantes y profesionistas en el campo de la arquitectura.
Su publicación representa un esfuerzo para entregarle al lec-
tor, especializado o no, un conjunto de temas cuyo conteni-
do responde a la preocupación y atención del tratamiento
relativo a los ambientes construidos por el ser humano y para
el ser humano de acuerdo con su entorno urbano y natural.
En todos los casos se destaca la importancia del problema
abordado y se aportan opciones de solución.
En el primer tema, Del concepto espacial japonés En-
gawa en la casa-estudio de Luis Barragán, Hermógenes
Castellón presenta un estudio que nace de la inquietud de
explorar la posible aplicación del concepto espacial japo-
nés engawa en la sala de la casa-estudio del arquitecto Luis
Barragán, donde dicho concepto se interpreta como “el es-
pacio de transición con límites indefinidos que existen entre
la casa y el jardín”, así como su homólogo en la arquitectura
moderna occidental “el espacio de transición entre el inte-
rior y el exterior con límites indefinidos. Se hace la aclaración

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de que aún cuando el análisis espacial presenta énfasis en
la perspectiva japonesa, paralelamente se va comparando
con la referencia occidental. Se abunda en explicaciones
sobre las características del engawa, que permite concebir
el espacio como un flujo continúo entre dos contrarios: el in-
terior y el exterior. Se presenta una exploración detallada del
engawa en el escenario arquitectónico de Barragán, par-
ticularmente en el caso de la sala de su casa-estudio, que
va desde el amueblado de la sala hasta el jardín. Al final se
llega a la conclusión de que en la casa de Luis Barragán no
hay un engawa y lo que si se constata es que la sala o es-
pacio interior ha asumido ser un “espacio de transición con
límites indefinidos” como se observa en las características
de la arquitectura moderna occidental. Se termina con el
comentario de que Barragán construye su espacio arquitec-
tónico con ideas tanto de su arquitectura tradicional como
con las del movimiento moderno.
El segundo tema, Conceptos fundamentales de la do-
cencia del proyecto de arquitectura, de Antonio Juárez,
constituye la síntesis de una investigación pedagógica sobre
experiencias de introducción a proyectos de arquitectura
desarrolladas en diversas universidades europeas, durante los
últimos diez años. Se presenta de modo sintético el proceso,
desarrollo y conclusiones de tres cursos (semestrales) de “In-
troducción al proyecto de arquitectura” en la Escuela Técni-
ca Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de
Madrid con estudiantes de primer y segundo año; se hicieron
referencias pedagógicas con ejercicios de adiestramiento vi-
sual de Mies Van der Rohe y Walter Peterhans, los principios
pedagógicos de Josef Albers en Search versus Re-Search, la

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noción de equilibrio dinámico de Paul Klee y el concepto de
aprendizaje de Marcel Duchamp. Se desarrollan conceptos
particulares acerca de la percepción, la corporalidad, abs-
tracción, orden, construcción y equilibrio en la arquitectura.
En el tercer tema, Arquitectura Dúctil, Maximiliano Hur-
tado plantea la preocupación por el hecho de que los pro-
cesos de producción en la industria de la construcción se
han rezagado, en comparación con otros procesos indus-
triales que tienden a maximizar beneficios y minimizar per-
juicios o desventajas para los bienes producidos, para el ser
humano y para el medio ambiente, poniendo por ejemplo
la industria automotriz; se cuestiona por qué si la naturaleza
y el propio organismo humano son dúctiles la arquitectura
tiende más a ser rígida, dura, ortogonal, permanente e in-
móvil. Así sostiene que se requiere de un nuevo paradigma
de arquitectura dúctil y de nuevas respuestas, propuestas y
realizaciones compatibles con la ductilidad de la naturaleza
del ser humano y de su entorno exterior; en tal sentido, apun-
ta que la sustentabilidad en arquitectura implica soluciones
que no comprometan la permanencia de la naturaleza y de
la propia humanidad, tanto en el presente como en el futu-
ro. En suma se plantea que la arquitectura dúctil propone un
equilibrio entre el hábitat humano y la naturaleza.
El cuarto tema, Evolución de la temperatura interior de
la vivienda vegetal de la mixteca poblana, de Gloria Caro-
la Santiago, explica la experiencia de lo que llama “la casi
extinta vivienda indígena del pequeño poblado de Santa
Inés Ahuatempan”, al sureste del estado de Puebla, carac-
terizándola como una rica herencia cultural de los grupos
popolocas. Tal es el caso de su vivienda, completamente

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adaptada al medio ambiente, que no provoca alteracio-
nes en su entorno y que aprovecha al máximo los materiales
que ofrece la naturaleza, logrando el bienestar térmico de
quienes la habitan. Explica las características técnicas de lo
que llama “la vivienda vegetal” de la mixteca poblana, a
través del análisis de diversas variables geográficas y climá-
ticas. Expone cómo se configura la vivienda desde el punto
de vista arquitectónico funcional, ambiental y expresivo. En-
tre sus conclusiones termina diciendo que “la sabiduría en el
uso de materiales autóctonos y elementos arquitectónicos
originales se ha perdido paulatinamente para dar paso al
uso de nuevos materiales que conllevan a una idea equivo-
cada acerca del significado de progreso”.
El quinto tema, La vivienda en la Arquitectura Bioclimá-
tica Sustentable, desarrollado por José Luis Morales, nos dice
que el trabajo es una reflexión sobre los olvidados aspectos
medioambientales y su respectivo impacto en el replantea-
miento de los procesos de producción industrial. Define a la
arquitectura bioclimática sustentable como un modelo que
busca la utilización de los recursos naturales para la obten-
ción para obtener un máximo confort así como minimizar el
impacto medioambiental. Se hacen referencias puntuales
con relación a las características de la vivienda bioclimáti-
ca, tales como: adaptación a la temperatura, a las orienta-
ciones, al efecto invernadero, al aislamiento térmico y a los
aspectos estratégicos como la captación, acumulación y
aprovechamiento de las fuentes de energías naturales. Se
llega a la conclusión de que la arquitectura bioclimática es
sostenible, ya que su objetivo general es obtener el máximo
ahorro en el consumo total de recursos en relación a la vida

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útil del edificio y la ciudad, dando prioridad al uso de recur-
sos renovables y reutilizables.
El sexto tema, Requisitos de diseño arquitectónico de la
envolvente vertical de los edificios multifamiliares de media-
na altura para su desempeño durable, de Dora María Artiles
y Andrés Olivera, es un caso más especializado, referido a la
Vivienda Social para condiciones particulares como las de
Cuba, para nuevos proyectos de edificios multifamiliares o
perfeccionamiento de los existentes. Se recomienda el es-
tablecimiento de requisitos enfocados a evitar insuficiencias
en el diseño arquitectónico de lo que denominan la envol-
vente vertical, a efecto de contribuir al mejor desempeño
y durabilidad de las edificaciones. Definen a la envolvente
vertical como “el sistema de elementos cuya posición pre-
dominante es vertical, que puede tener asociados a él y
que en su conjunto sirven de envoltura o separación entre
el interior del edificio y el medio exterior, formado una ba-
rrera total. Se describen los componentes de la envolvente
vertical y sus formas de aplicación. Se explican las tres eta-
pas de la investigación en la que sustentan sus propuestas;
se plantean los lineamientos generales para la justificación
de requisitos para el diseño arquitectónico de la envolvente
vertical, acordes con las variables de diseño involucradas.
Se concluye afirmando que se logró determinar el conjun-
to de variables y parámetros de diseño arquitectónico de
la envolvente vertical del edificio multifamiliar, que guardan
relación con el aseguramiento del desempeño durable de
la edificación
El séptimo tema, Los estudios de vulnerabilidades y ries-
gos. Énfasis en normas de construcción ante diversas ame-

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nazas y escenarios, de Andrés Olivera y Dora María López, es
un amplio y bien documentado estudio en el que se desta-
ca al medio construido como escenario del desastre, en el
que afirma que “los desastres, tan antiguos como la civiliza-
ción humana, siguen cobrando víctimas y causando catás-
trofes en extensas regiones, son evidencia del mantenimien-
to de condiciones de vulnerabilidad”; que a esto contribuye
la gran tendencia de urbanización mundial y a problemas
que aún no encuentran solución adecuada como es “el
agrandamiento de la brecha de desarrollo entre países, el
aumento de la pobreza y el hambre, la falta de condiciones
dignas de habitabilidad y otros flagelos de la sociedad”. De-
fine con precisión los conceptos de riesgo y vulnerabilidad,
según otros estudiosos en la materia. En cuanto a la vulne-
rabilidad de la edificación sostienen que se conforma por la
interrelación de vulnerabilidades tales como: la estructural,
la no estructural y la funcional. El estudio abarca recomen-
daciones para la reducción del riesgo urbano y señala otros
aspectos que influyen en la vulnerabilidad por sismos, tales
como la configuración arquitectónica. Entre sus conclusio-
nes destaca que el reto de un medio construido más seguro
es alcanzable, a través de una gestión local de riesgos orien-
tada específicamente hacia el contexto edificado.
En el octavo tema, Enfoque sistémico y holístico para
el desarrollo de programas de vivienda en asentamientos
humanos sostenibles, María Elena Sánchez y Salvador Felipe
Espinet, plantean que “no puede hablarse de responsabili-
dad social desde la perspectiva ética si se pretende resolver
los problemas de hoy, comprometiendo el desarrollo de las
futuras generaciones” y que “La viabilidad de los proyectos

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de inversión en la realización de programas para la vivienda,
es también un requisito ético para las empresas involucra-
das”. Destacan que la propuesta es un Modelo Sistémico y
Holístico, que contribuya a definir el Sistema Proyecto e iden-
tificar las variables de mayor influencia y los indicadores que
permitan su control para el desarrollo de alternativas viables
en proyecto de inversión inmobiliaria, basándose en la Teo-
ría General de los Sistemas, desde la fase de concepción
hasta su operación y uso, evolución y crecimiento. Hacen
el recuento de un conjunto de variables a considerar en los
proyectos de inversión para construcción de viviendas o
para asentamientos humanos sostenibles, donde señalan las
principales deficiencias en el funcionamiento de los asenta-
mientos, según su orden de incidencia. Concluyen afirman-
do que el Método General y Modelo Teórico propuesto per-
miten un efectivo y novedoso enfoque Sistémico y Holístico
que enlaza lo indicadores condicionantes del entorno y del
funcionamiento interno de los asentamientos humanos.
El noveno tema, La conservación como teoría para la
sustentabilidad del patrimonio urbano-arquitectónico, de
Moisés Morales, constituye un riguroso análisis teórico-con-
ceptual, bien documentado, en torno a la conservación y
la restauración del patrimonio edificado, como parte de un
enfoque multidisciplinario. Los objetos centrales de su traba-
jo son la identidad y la conservación se analizan como un
modo de conciencia individual que se transfiere o condensa
en la social. Se manifiesta en contra de los enfoques reduc-
cionistas y se pronuncia por una comprensión de la realidad
urbana, donde se ubica en la mayoría de los bienes patri-
moniales construidos, como un hecho social complejo. Efec-

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túa un balance de los sistemas como herramienta metodo-
lógica, desde una epistemología constructivista. Al hacer un
repaso sobre las diversas posturas teóricas en la disciplina de
la conservación-restauración, se apoya en un análisis susten-
tado en tres categorías: tiempo organizado como secuen-
cia (transcurso-proceso histórico, tiempo organizado como
radio de acción (espacio-territorio) y tiempo organizado
con rapidez de cambio (intensidad). Apunta que “es nece-
sario considerar la relación entre ideología, identidad y cul-
tura como tres elementos básicos para la comprensión de
la reproducción cultural de un grupo social. Sostiene que la
identidad no puede ser analizada como algo que es estáti-
co, inmodificable y que sólo puede comprenderse como un
conjunto de relaciones cambiantes en donde lo individual y
lo social son inseparables. Destaca que la ideología, como
fenómeno universal, es la encargada de preservar la identi-
dad y que sin ideología no hay identidad. Afirma que para
un grupo social la captación consciente de de la continui-
dad cultural, desde el pasado hacia el presente, es el factor
más importante del sentimiento de identidad, para evaluar
el pasado, para comprender el presente y planear el futuro,
transformando con ello a la sociedad. Igualmente se hace
un repaso sobre las teorías de la restauración y los supuestos
básicos que las sustentan así como las escuelas existentes, a
través de la explicación de diversos casos y ejemplos.
En el décimo tema, Limitaciones disciplinarias y la proble-
mática ambiental en la ciudad de Puebla’, Marco Aurelio Ro-
jas destaca la preocupación por los efectos de la contamina-
ción ambiental, el desequilibrio ecológico y el agotamiento
de los recursos naturales debido al crecimiento poblacional y

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físico de la ciudad de Puebla. Hace un recuento de factores
limitativos básicos que impactan en la problemática urbana
y regional, destacando diversos tipos de limitaciones tales
como: las disciplinarias, las socioculturales, las socioeconómi-
cas y las del ámbito jurídico político, explicando en qué con-
sisten cada una de ellas. Entre las limitaciones disciplinarias
destaca la educación liberal, la práctica profesional liberal y
los métodos existentes de evaluación de impactos ambien-
tales y su aplicación, analizando las opiniones de diversos au-
tores especialistas en estos temas, combinando sus propios
puntos de vista y experiencias. Concluye con la afirmación
de que la ciencia y “la tecnología no deben perder su senti-
do integral, ni su concepción epistemológica”.
A manera de comentarios finales puedo puntualizar los
siguientes: La arquitectura y el urbanismo conjugan los diver-
sos temas disciplinarios tecnológicos propios de las ciencias
aplicadas así como de las ciencias sociales y las humanida-
des. Por lo tanto nos encontramos con temas tendientes a
conciliar armónicamente diversos propósitos como el hacer
nueva arquitectura con respeto y consideración a la natu-
raleza, a la diversidad cultural y socioeconómica y al uso
de materiales pertinentes o accesibles en costo, tiempo y
calidad para el grupo social que demanda o promueve las
obras, incluidos los usuarios finales.
Se logró integrar un paquete de temas de arquitectura y
tecnología que tiene la cualidad de cubrir una muestra re-
presentativa del espectro de inquietudes actuales del es-
tudiante, del profesor deseoso de actualizarse y del espe-
cialista en ciertos aspectos de la práctica profesional. Es así
apreciable un vaivén entre teoría y práctica, que va de la

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DEL CONCEPTO ESPACIAL
JAPONÉS ENGAWA
EN LA CASA DE LUIS RRAGÁN
(La relación del espacio interior-exterior en su sala-jardín)

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Hermógenes Castellón Campos
hermos20002002@gmail.com
Profesor investigador tiempo completo BUAP
Doctorado en Teoría y Práctica del Proyecto Arquitectónico
por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universi-
dad Politécnica de Madrid
Integrante del cuerpo académico de tecnología del pro-
yecto arquitectónico Perfil PROMEP
Coordinador del área de Teoría e Historia de la Arquitectura
de la FA-BUAP
Líneas de investigación: Teoría y práctica del proyecto ar-
quitectónico y la proyección arquitectónica, su tecnología
y su conservación.

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DEL CONCEPTO ESPACIAL JAPONÉS
ENGAWA EN LA CASA DE LUIS
BARRAGÁN
“… El interior y el exterior de la arquitectura o son concep-
tos diferentes, sino que forman un lugar continuo. Se debería
considerar a la arquitectura como un dominio articulado y
cerrado, que sin embargo, mantiene una relación espacial
con su entorno”.
Tadao Ando
Se ha hecho la lectura del escenario arquitectónico, consi-
derando una interpretación contemporánea del engawa.
Se habla de una interpretación actual, ya que este concep-
to, proviene del período histórico japonés llamado Heian,
que se da alrededor del año 1000 (para ubicarse cronoló-
gicamente se estaría hablando de los tiempos de la Edad
Media en Europa). Con este concepto entre otros, los japo-
neses, en la antigüedad, solían construir sus espacios arqui-
tectónicos. Los resultados, como se verá en el desarrollo del
análisis, permiten dar una explicación científica arquitectó-
nica de este asunto.
En cuanto a los contenidos con los que se estructura la
investigación, primeramente, se presenta el concepto espa-
cial japonés en estudio, estructurándolo con los siguientes
contenidos: definición del concepto espacial, seguido, se
precisan las características del engawa y con ellas se logra
realizar el análisis del caso. Para el estudio del concepto es-
pacial occidental, en específico, se presentan algunas ideas
concebidas sobre “el espacio de transición entre el interior
y el exterior con límites indefinidos” hechas por algunos de

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los arquitectos representantivos de la arquitectura moderna
como Wright y Mies, organizando la información en antece-
dentes, definición y características de dicho concepto.

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PRESENTACIÓN DEL CONCEPTO
ESPACIAL JAPONÉS ENGAWA
Antecedentes
de este Concepto
Coincidiéndose con Ruiz de la Puerta (Lo sagrado y lo pro-
fano, en Tadao Ando, 1995) en todo lo relacionado a la
concepción del término engawa se tiene presente un haikú
salido de la pluma de Matsuo Bashoo, el cual describe de
forma poética el “concepto espacial de proyecto” que go-
bierna la arquitectura clásica japonesa.
Llegado el verano, la casa tradicional japonesa se des-
prende de su envoltura, las pantallas corredizas exteriores o
shoji y las pantallas interiores o fusuma se abren al jardín,
quedando entonces la casa reducida a una superficie pla-
na en la que casi se pierde la conciencia de espacio ence-
rrado o delimitado, a no ser por una serie de elementos ver-
ticales o postes que sujetan la cubierta de la casa. Además
de ser elemento de soporte, el poste desempeña el papel
de señalar o indicar que se está en la casa o en el jardín.
En estas condiciones no queda muy claro dónde se
encuentra el límite entre el interior y el exterior. Cuando se
deslizan los shoji y fusuma, si uno mira hacia dentro desde el
exterior se tiene la sensación de que el espacio de transición
fluye hacia el interior de la vivienda, pero si se mira hacia
fuera desde el interior se ve como una extensión del espa-
cio exterior, una prolongación de la naturaleza. Este tipo de
construcción permite que las habitaciones de la vivienda
pasen a formar parte del jardín y que éste se incorpore al
ámbito interior: la casa se adentra en la naturaleza y se bo-

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rran los límites entre el objeto y su entorno, es decir, entre la
casa y el jardín. No se tiene definido el límite a partir del cual
empieza la casa y acaba el jardín. El espacio interior puede
ser exterior y viceversa.
Esta borrosidad espacial tiene su origen en un elemento
típico de la arquitectura japonesa: el engawa, que en la ar-
quitectura tradicional japonesa es “el espacio de transición
con límites indefinidos, que existe entre la casa y el jardín”.
Este término agrega otra dimensión a la concepción y uso
del espacio japonés.
El engawa es considerado como una extensión del es-
pacio interior o como una extensión del espacio exterior de
la casa, dependiendo del observador. Un engawa se tie-
ne cuando se construye un corredor continuo que envuelve
a la estructura debajo de la prolongación de los aleros de
una casa tradicional japonesa
(figura 1) y, de forma más ge-
neral, se llama engawa a todo
aquello que funciona como
una zona de tránsito que lleva
del interior al exterior, del edifi-
cio a la naturaleza, de lo priva-
do a lo público y viceversa.
Una referencia
arquitectónica
El engawa es llamado tercer
espacio, ya que no queda cla-
ro que sea un espacio interior
o uno exterior y es los dos a la
Fig. 1 Engawa del Shugakuin, Kioto vez. La naturaleza de éste, que

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no debe ser considerado como independiente
del interior y exterior, permite tener una interpre-
tación dual. Un típico ejemplo de engawa se tie-
ne en la Villa Imperial de Katsura, como se mues-
tra en las siguientes ilustraciones (Figuras 2 y 3).
En Katsura, el engawa es un corredor conti-
nuo protegido por el alero, que enlaza el exterior
-el jardín- el interior con el que se comunica a tra- Fig. 2 Villa Imperial Katsura
vés de los shoji. Constituye un tercer espacio que Planta del conjunto
no es ni interior ni exterior y es los dos a la vez.
Hay un espacio llamado engawa en la casa tradi-
cional japonesa. Es un largo espacio rectangular,
una especie de pasillo entre las habitaciones y el
jardín. No tiene ninguna función definida pero la
gente realiza varias actividades en él, como sen-
tarse al sol, leer el periódico, tomar una taza de
té verde, jugar con el gato, echar una siesta, etc. Fig. 3 Villa Imperial Katsura
No está ni dentro ni fuera. Es un lugar intermedio. Alzado del conjunto
Si se pinta de negro el interior y de blanco el ex-
terior, el engawa debería ser gris.
Originalmente el papel espacial del engawa era sepa-
rar el interior del exterior. La forma japonesa tradicional para
separar dos espacios es introducir otro espacio entre ellos. Lo
importante es que los espacios no se separan completamen-
te por un muro vertical grueso, sino que se distinguen mental-
mente introduciendo en horizontal un espacio entre ellos. Este
espacio intermedio-engawa es una traducción básica del
concepto de ma a la arquitectura, separa exterior e interior
gradualmente y, al mismo tiempo, los conecta suavemente.
Las habitaciones están siempre llenas del ambiente exterior

31
a través del engawa, se puede sentir el sol, la lluvia, el viento,
el sonido de las hojas, los pájaros… aunque se esté dentro
siempre se está rodeado cuidadosamente por la naturaleza
exterior (Nishida, 2001).
Definición
El engawa es un espacio con límites indefinidos que estable-
ce la existencia de una mayor continuidad espacial. Es un
ámbito exterior expresado como extensión del edificio (ex-
tensión del escenario para la vida cotidiana). El engawa es
una especie de pasaje que une el interior y el exterior tanto
psicológicamente como físicamente. También se le conside-
ra como un espacio de transición entre el interior y la calle.
Es un fragmento del ámbito abierto de la calle que penetra
en el edificio, y que para el paseante se expresa como una
cavidad que se integra en la estructura de la casa y vicever-
sa (es un ahuecamiento en el espacio exterior; se substrae
un fragmento del ámbito de la calle y se le conecta al edifi-
cio), lográndose así una interpenetración de espacios.
El engawa permite concebir el espacio como un flujo
continuo entre dos contrarios: el interior y el exterior. La fi-
losofía taoísta considera el mundo como un juego de fuer-
zas opuestas llamado yin-yang, el cual revela los pares de
opuestos como aspectos inseparables y distintos de una
misma realidad que rigen el equilibrio del universo. Todo
elemento de un par de opuestos está en movimiento hacia
el otro elemento del par y, en este proceso, va perdiendo
características propias y adquiriendo cualidades del opues-
to. La teoría del yin-yang presenta todos los fenómenos del
universo en una relación antitética en la que se adquieren
características opuestas a su propia condición original. Esto

32
en el campo de la arquitectura hizo que el espacio se pre-
sentara cambiante y dinámico.
La concepción espiritual del mundo que recorre la base
del pensamiento de toda la cultura japonesa es también
una filosofía de simbiosis. Los dos elementos polares, el yin y
el yang, son los principios opuestos y complementarios que
rigen el equilibrio del universo. El espacio intermedio no exis-
te como una entidad definida, sino que se muestra extrema-
damente vacilante y dinámico, su presencia hace posible
una simbiosis dinámica que incorpora oposición. Los rasgos
fundamentales de este tipo de filosofía son los conceptos de
espacios intermedios y zonas sagradas, así, el espacio inter-
medio es la zona establecida entre dos elementos opuestos,
es una tercera zona independiente.
El engawa se concibe como el yin y el yang, este espa-
cio japonés está comprendido por debajo de los grandes
alerones de la casa, es denominado espacio gris y rompe
con la tensión de opuestos interior-exterior, se unen y se con-
funden, o bien, es una técnica de crear una continuidad
entre naturaleza y edificio.
En la arquitectura tradicional japonesa, conceptos como
la relación del espacio interior y el exterior, entre otros, cons-
tituyen factores esenciales en la base de su cultura, su arte y
su vida. “Con la ayuda del principio de dualidad uno puede
ver lo infinito de todas las cosas”. En la arquitectura japonesa,
el engawa, a pesar de ser un elemento tan indefinido como
en la arquitectura occidental, es esencial en sí mismo por su
propia condición de espacio intermedio, ambiguo, dual; atri-
butos estrechamente ligados al espíritu y cultura japonesas.

33
Características generales del engawa
1. Se considera un tercer tipo de espacio, con respecto al
interior y exterior de una vivienda.
2. Espacio intermedio, en adición al espacio interior y al ex-
terior.
3. Es un elemento esencial en sí mismo por su propia condi-
ción de espacio intermedio, ambiguo, dual (conceptos
inherentes a la cultura japonesa).
4. Pasillo entre las habitaciones y el jardín.
5. Espacio rectangular alargado.
6. Actividades que se realizan en el engawa: sentarse al sol,
leer el periódico, tomar una taza de té verde, jugar con
el gato o echarse una siesta.
7. Separa exterior e interior gradualmente y al mismo tiem-
po los conecta correctamente.
8. Las habitaciones están siempre llenas del ambiente exte-
rior. Se puede sentir: el sol, la lluvia, el viento, el sonido de
las hojas, el agua y los pájaros. Aunque se esté dentro,
siempre se está rodeado cuidadosamente por la natura-
leza exterior.
9. Es el espacio de transición con límites indefinidos, que
existe entre la casa y el jardín.
10. Es considerado ya sea como una extensión del espacio
interior, o como una extensión del espacio exterior de la
casa, dependiendo de la ubicación del observador.
11. Se tiene un engawa cuando se construye un corredor
continuo que envuelve a la estructura debajo de la pro-
longación de los aleros de una casa tradicional japone-
sa, en donde se enlaza el exterior –el jardín– con el inte-
rior, con el que se comunica a través de los shoji.

34
12. Es todo aquello que funciona como una zona de tránsito
que lleva del interior al exterior, del edificio a la naturale-
za y de lo privado a lo público y viceversa.
13. Es llamado tercer espacio, ya que no queda claro que
sea un espacio interior o uno exterior y es los dos a la vez.
La naturaleza de este espacio, que no debe ser conside-
rado como independiente del interior y exterior, permite
tener una interpretación dual.
14. E l exterior parece irse adentrando al interior de la
habitación.
15. No hay claridad dónde se encuentra el límite entre el in-
terior y el exterior.
16. Al mirar hacia adentro, desde el exterior, se tiene la sen-
sación de que el espacio de transición fluye hacia el in-
terior de la vivienda; pero si se mira hacia afuera desde
el interior, se ve como una extensión del espacio exterior,
una prolongación de la naturaleza.
17. El engawa permite que las habitaciones de la vivienda
(por ejemplo) pasen a formar parte del jardín y que éste
se incorpore al ámbito interior: la casa se adentra en la
naturaleza y se borran los límites entre el objeto y su en-
torno. No se tiene definido el límite a partir del cual em-
pieza la casa y acaba el jardín. El espacio interior puede
ser exterior y viceversa.
18. El engawa establece la existencia de una mayor conti-
nuidad espacial.
19. El engawa tradicional es como un “espacio intermedio”
y como un “espacio de transición”.
20. Es un ámbito exterior expresado como la extensión del edificio.
21. Es extensión del escenario para la vida cotidiana.

35
22. Es una especie de pasaje que une el interior y el exterior
tanto psicológica como físicamente.
23. Espacio de transición entre el interior y la calle.
24. Es un fragmento del ámbito abierto de la calle que pene-
tra en el edificio, y que para el paseante se expresa como
una cavidad que se integra en la estructura de la casa y
viceversa (ahuecamiento en el espacio exterior: se subs-
trae un fragmento del ámbito de la calle y se le conecta
al edificio, lográndose una interpretación de espacios).
25. Permite concebir el espacio como un flujo continúo entre dos
contrarios: el interior y el exterior.
26. El engawa de transición funge como un espacio de circulación.
27. El engawa es más la evocación de sensación que aprecia-
ción de un objeto arquitectónico.
28. El engawa te invita a participar: es como si se entrara a un
espacio sagrado, se percibe como una percepción fluida.
29. A través del engawa, al permanecer en el interior de la ha-
bitación, uno puede sentir la atmósfera del exterior, como
las estaciones del año, el paso del tiempo y el clima.

36
Concepto espacial arquitectónico
occidental:
“El espacio de transición entre el
interior y el exterior con
límites indefinidos”
Antecedentes
En la arquitectura tradicional, los espacios
de transición entre el interior y el exterior
de la vivienda tienen límites bien definidos
por los muros que cierran la casa y el es-
pacio exterior. Son espacios intermedios
hacia donde se extiende la vida del in-
terior de la casa, debido a su condición
de nexos entre la casa como refugio y el
mundo exterior (figura 4)
A comienzos del siglo XX, los arqui-
tectos de vanguardia proponen liberar
a la arquitectura de sus límites y abrirla al
espacio exterior, con la intención de di-
solver la gran división interior-exterior. Así
Frank Lloyd Wright rompe la caja y espar- Fig. 4 Tlacotalpan, Veracruz
ce las distintas piezas en el espacio hasta
lograr la “desintegración” (figura 5). De
este modo, consigue un espacio interior
fluido y, fundamentalmente, culmina su
ideal estético de la plasticidad, entendi-
da como “expresión de la genuina reali-
dad estructural”
Por su parte, Mies van der Rohe, con

Fig. 5 La casa Robbie

37
el fin de estructurar los espacios con libertad, abrirlos al pai-
saje y ponerlos en relación con él, va a conceder gran im-
portancia a la visión continua del espacio desde el interior
de la casa. Como consecuencia de la nueva relación inte-
rior-exterior, nace el espacio de transición moderno, ahora
con límites indefinidos, producto de la continuidad espacial
(figura 6). Este nuevo espacio permite mayor fluidez que
en la “caja tradicional” y, por
lo tanto, una mayor comuni-
cación entre el espacio de la
casa y el exterior.
Uno de los aspectos esencia-
les de la arquitectura moder-
na occidental en un principio
fue la supresión interior-exte-
rior. Los edificios se liberan del
dominio de sólidas paredes,
con el resultado de una planta
abierta, totalmente diferente
a la planta clásica, pues los es-
pacios exteriores e interiores se
Fig. 6 Villa Tugendhat penetran, como lo decía Van
Doesberg.
Los arquitectos occidentales admiraban la interpenetración
de espacios interior-exterior de la casa japonesa, la con-
tinuidad total que se establece entre su interior y el jardín
adyacente. Wright comentaba la imposibilidad de precisar
dónde termina la casa y empieza el jardín. Gropius (Gopius,
1960, pág. 23) llegará a decir: “la relación interior-exterior
entre la casa y el jardín que se ha descubierto hace muy

38
poco en la civilización occidental, fue una cuestión de gran
importancia en Japón hace varios siglos”.
Con la arquitectura moderna, el interior de la casa se
abre al entorno natural asociando interior y exterior. Al igual
que en la cultura japonesa, se impone más un sentido de
continuidad con la naturaleza en lugar del muro que deli-
beradamente la separa para crear un espacio interior pro-
tegido. No obstante, se podría pensar que aunque con la
arquitectura moderna se tiende a desaparecer el concepto
de la casa tradicional protegida por paredes, proporciona
protección contra la intemperie y ofrece un espacio inte-
rior confortable. La villa moderna se convierte en filtro más
que en fortaleza, apunta Shulze (Mies van der Rohe. Una
biografía crítica, 1986) al referirse a la casa de campo en
hormigón de Mies, aún cuando existe esa continuidad entre
el espacio interior y exterior, la casa continúa preservando
su función de protección; es el lugar donde se percibe el
exterior, permitiendo la entrada al interior de lo bueno del
exterior, y dejando fuera lo malo, añade Schulze. Cuando
Wright se refiere a los amplios aleros de sus casas, habla de
protección: “contra el clima extremado, un amplio tejado
protector […] Y a la vez vi una casa en primer lugar como
un espacio interior para vivir bajo protección. Me gustaba el
sentido de protección en la imagen del edificio” (Wright, An
autobiography, 1977, pág. 165).
Para Wright y Mies, a pesar de la interacción espacial
interior-exterior que se experimenta en sus viviendas, para-
dójicamente, “la vida en la casa” no se prolonga al espacio
de transición como en la arquitectura tradicional. Este es-
pacio intermedio moderno es un espacio “ajeno”. No existe

39
intención de incorporarlo a la vida de la casa que, de este
modo, se ve reducida únicamente a su espacio interior.
En la arquitectura japonesa, el techo es un elemento
horizontal importante, pero no se entiende como “imagen
de protección” de la casa. La adhesión a la horizontalidad
es un camino activo del deseo japonés de armonizar con
la naturaleza. El estilo de vida japonés emplea la horizon-
talidad para obtener un espacio interior-exterior que permi-
te a la casa estar en estrecho contacto con la tierra y que
es concebido como refugio temporal para las variaciones
climáticas, dado que el individuo vive con la naturaleza.
Van de Ven afirma que Le Corbusier se aisló del concepto
esencial de la teoría arquitectónica del momento, esto es, el
concepto de espacio. Le Corbusier no cambió su concepto
inicial relacionado, principalmente, con la masa corpórea
que ocupa el espacio, es decir, con la idea del espacio de
la Grecia clásica. Aunque la estructura en esqueleto que Le
Corbusier ya desarrolla en 1914 con la casa Domino permite
definir una planta libre de las paredes portantes y una dis-
tribución libre del espacio; sin embargo, estos principios no
están enfocados en la búsqueda de una continuidad espa-
cial entre el interior y el exterior. El objetivo de Le Corbusier
no consiste en “romper la caja” sino que el verdadero fin de
la arquitectura es la percepción de la armonía mediante re-
laciones que se expresan a través de “la pureza cúbica de
los volúmenes situados bajo la luz”.
Los espacios de transición de las viviendas del maestro
suizo, las terrazas-solarium, no pertenecen a aquella arqui-
tectura sin límites entre los espacios interiores-exteriores, sino
que poseen unos límites claramente definidos por el períme-

40
tro volumétrico de la casa. Guardan por tanto, una relación
más estrecha con los espacios de transición de la arquitec-
tura tradicional, los cuales, por una parte, tienen unos límites
precisos y definidos y, por otra, cumplen una función tanto
física como vital (Ven, 1981).
Definición
Retomando lo planteado por Couceiro Nuñez (El espacio de
transición entre el interior y el exterior en la vivienda (estudio
a través de la relación interior-exterior), 2001), en esta inves-
tigación se entiende por “espacio de transición entre el inte-
rior y el exterior”, en la arquitectura moderna, a la función de
la comunicación con el exterior que asume el espacio inte-
rior de la casa en lugar del espacio de transición tradicional
(el cual tenía límites bien definidos por los muros que cerra-
ban la casa y el espacio exterior, y que pierde su razón de
ser como espacio que ofrecía la conexión con el exterior).
El término “área de transición entre el interior y el exte-
rior”, como se ha dicho, sería el concepto espacial de la ar-
quitectura moderna más próximo al engawa. Este concepto
espacial moderno tiene sus referencias en los modelos de
De Stijl y en las arquitecturas domésticas de Wright y Mies.
El espacio japonés busca armonizar arquitectura y natura-
leza haciéndolos uno. Abrazar la naturaleza y conseguir unidad
y armonía con ella. Permitir que el espacio interior y exterior se
confunda. La casa japonesa tiende a fundirse con la natura-
leza más que permanecer en oposición a ella. La arquitectura
occidental, por el contrario, emerge a partir de una filosofía de
confrontación con la naturaleza y del impulso a conquistarla.
Wright, a diferencia de sus contemporáneos, busca la armonía
e integración de la casa con la naturaleza, anhelo que culmina

41
en la casa de la cascada. Para Wright, la casa no es solamente
un lugar desde donde se “contempla” la naturaleza, sino tam-
bién donde sentirse parte de ella, como sucede en la arquitec-
tura japonesa. Sin embargo, se aleja de ésta porque concibe
el espacio interior como el ámbito donde se establece la fusión
con el entorno: es el interior de la casa –no el espacio de transi-
ción–, el lugar concebido para estar “dentro de la naturaleza”.
El espacio intermedio entre el interior y el exterior de las ca-
sas de Wright adquiere muy distinto significado con respecto al
engawa de la arquitectura oriental. Ciertamente tienen en
común que persiguen la armonía con la naturaleza, pero
en el espacio de transición de las casas de Wright prevale-
ce un significado plástico y simbólico. Esto conduce a una
distinción esencial con la arquitectura japonesa: frente al
plasticismo de Wright, en Japón la arquitectura es la “au-
sencia de la forma”. Como explica Tadao Ando, la arquitec-
tura japonesa “es una arquitectura sin formas, en la que se
integran arquitectura y naturaleza, produciendo un espacio
de carácter flotante” (Ando, 1993, pág. 6). Por otra parte,
frente a la asociación simbólica wrightiana por la que la ar-
quitectura hace referencia a las formas de la naturaleza, la
relación con la naturaleza en Japón es, fundamentalmente,
un sentimiento profundamente arraigado en su cultura.
La continuidad espacial, sin separación visual entre es-
pacio interior y exterior, se logra por medio de la transparen-
cia (el vidrio). Desde el interior de la casa se verá cómo el
espacio se prolonga, se continúa hacia afuera. La casa no
se acaba en las paredes sino que se relaciona con el exte-
rior. Se establece, así, una relación más intensa entre la casa
y el exterior, de tal modo que el espacio de transición pierde

42
la definición de sus límites y deja de ser independiente de la
vivienda. El exterior puede penetrar en el interior del edificio
y el interior puede salir y asociarse con las vistas del entorno.
Para comprender las diferencias que hay entre el “espa-
cio de transición” y el espacio japonés engawa, es importan-
te tener presente la siguiente consideración: el pensamiento
dualístico occidental que sustenta a este espacio de transi-
ción de la arquitectura moderna es distinto, prácticamente
opuesto al pensamiento filosófico de simbiosis japonesa que
fundamenta la concepción del engawa, ya que entre ellos
existen diferencias semánticas.
En el mundo dualístico occidental, resulta difícil admitir
la existencia de lo ambiguo y, por lo tanto, las zonas vagas
y polivalentes son rechazadas, como podría serlo el espacio
de transición. El arquitecto japonés Kisho Kurokawa (Intercul-
tural Architecture. The Philosophy of Symbiosis, 1991) expone
los elementos contradictorios, la simbiosis de los opuestos y
los estados mixtos que han sido tratados como caóticos o
irracionales. Se ha empleado el análisis, la estructuración y la
organización para crear una síntesis universal.
El mundo occidental es percibido como enfrentamiento
de opuestos –parte y todo, ciencia y arte, bueno y malo, vida y
muerte, humanidad y naturaleza, intelecto y sentimiento–. Una
elección dualística entre el sí y el no. El dualismo oposición de
binomios, método analítico, está profundamente entroncado
con los modos occidentales de pensar y vivir. Ésta es una de
las razones que contribuyen a que en la arquitectura moderna
no interesen o no se entiendan los espacios intermedios, im-
precisos e indefinidos, sino que sólo se considere la relación in-
terior-exterior como visión desde el espacio interior – Mies van

43
der Rohe– o de manera plástica desde el exterior –Frank Lloyd
Wright–. Esto es así pese a que la arquitectura moderna utiliza
el concepto de unidad de dos principios opuestos –la masa y
el vacío– como estructura vital de la estética contemporánea
del espacio (Ven, 1981), donde lo esencial es lo no existente, el
vacío, que da lugar a la desmaterialización de la masa y, con
ello, a la indefinición del espacio interior- exterior.
Si bien es cierto que la arquitectura moderna maneja los
mismos conceptos que la arquitectura tradicional japonesa,
utiliza estos conceptos para el caso de la relación del espacio
interior y exterior, únicamente para expresarla plástica y artísti-
camente. Este espacio intermedio queda desposeído de signi-
ficado. El espacio de transición con límites indefinidos surge,
entonces, como resultado de aplicar unos principios arqui-
tectónicos que, paradójicamente, no lo tienen en cuenta
como tal. Conceptualmente, el espacio arquitectónico mo-
derno con límites indefinidos, producto de la indefinición –
difícil de asumir para la cultura occidental– no existe como
tal sino que, aunque podría encerrar más significado, es eli-
minado en el proceso racional y claramente articulado del
pensamiento occidental. Se rechaza todo espacio impreci-
so e indiferenciado que naturalmente existe entre áreas con
límites indefinidos.
Los espacios de transición que son intencionadamente
indefinidos, como se aprecia en los dos casos que se estu-
dian, tienen la voluntad de establecer mayor continuidad
de espacios y una relación más intensa entre interior y ex-
terior. Con la arquitectura moderna, el interior de la casa se
abre al entorno natural asociando interior y exterior. Con el
transcurrir del tiempo, el espacio de transición con límites in-

44
definidos, ha perdido su sentido, se han diluido sus límites. Al
igual que en la cultura japonesa, se impone más un sentido
de continuidad con la naturaleza. (Couceiro Núñez, 2001).
Finalmente, es interesante comentar que la concepción
espacial arquitectónica de comienzos del siglo XX busca, al
igual que la arquitectura oriental, establecer múltiples direccio-
nes espaciales por medio de planos, con un nuevo entendi-
miento entre el espacio interior y el exterior, y Barragán ha sido
de los arquitectos protagonistas de estas ideas espaciales.
Características generales del “espacio de
transición entre el interior y el exte-
rior con límites indefinidos”
1. Se establece una relación más intensa entre la casa y
su espacio exterior, de tal modo que el espacio de tran-
sición pierde la definición de sus límites y deja de ser un
espacio independiente de la vivienda.
2. El espacio interior asume completamente la relación del
interior con el exterior, es decir que asume al espacio tra-
dicional de transición.
3. El espacio de transición entre el interior y el exterior con
límites indefinidos se podría conceptualizar como una
continuidad espacial o la prolongación de planos del in-
terior al exterior.
4. Se retoma el planteamiento de Mies: “la relación de mis
casas con el paisaje se percibe mucho mejor desde den-
tro de la casa”.
5. La relación de la arquitectura con la naturaleza es de
tipo contemplativo.
6. Se asume al interior como “refugio, protección, comuni-
cación, lugar de recogimiento y espacio de transición”.

45
7. En el edificio se abren los espacios al paisaje y se ponen
en relación con él.
8. Concede importancia a la visión continua del espacio
desde el interior del edificio.
9. Permite mayor fluidez interior-exterior, por lo tanto una
mayor comunicación entre el edificio y el exterior.
10. Al estar dentro del edificio con grandes áreas transparen-
tes (vidrios) y áreas abiertas, de alguna manera se está
también en el exterior. No es necesario “salir fuera”. El
espacio interior de la casa es, al mismo tiempo, “habita-
ción y mundo”.
11. Los edificios se liberan del dominio de sólidas paredes,
teniendo como resultado una planta abierta y, así, los
espacios exteriores e interiores se interpenetran.
12. Continuidad total que se establece entre el interior y el
jardín adyacente.
13. Se impone más un sentido de continuidad con la naturale-
za, en lugar del muro que deliberadamente separa dicha
naturaleza para crear un espacio interior protegido.
14. Relación del espacio interior y el exterior que logra el abra-
zo de la naturaleza y consigue unidad y armonía con ella,
permitiendo que el espacio interior y exterior se confundan.
15. Lugar interior de la casa que se puede sentir como parte
de la naturaleza.
16. Se concibe el espacio interior como el ámbito donde se
establece la fusión con el entorno.
17. Espacio continuo sin separación visual entre espacio in-
terior y exterior, el cual se logra por medio de la transpa-
rencia (el vidrio).
18. Desde el interior de la casa se verá cómo el espacio se

46
prolonga, se continúa hacia afuera, más no así “la vida
de la casa”.
19. La casa no se acaba en las paredes, sino que se relacio-
na con el exterior. El exterior puede penetrar en el interior
del edificio y el interior puede salir y asociarse con las vis-
tas del entorno.
ANÁLISIS DE LA APLICACIÓN DEL ENGAWA EN EL
ESPACIO ARQUITECTÓNICO DE BARRAGÁN
“… El espacio es el terreno expresivo privativo de la
arquitectura, hasta el punto que se pueda llegar a
afirmar que la fascinación del espacio es la verdade-
ra fascinación de la arquitectura”. Masao Furuyama
Descripción del espacio donde se
encuentra el escenario
arquitectónico en estudio.
La casa-estudio de Luis Barragán se encuentra ubi-
cada en los números 12 y 14 de la calle General Fran-
cisco Ramírez, colonia Daniel Garza en la Ciudad de
México, D.F. (figura 7), construida en el periodo de
1947-1948. El barrio donde se encuentra está consti-
tuido por modestas casas y por la tipología tradicio- Fig. 7 Exterior de
nal de la vivienda popular de la Ciudad de México la casa
(Fundación de Arquitectura Tapatía, 2004) (figura 8).
La casa no grita su genialidad pues supo integrarse con
maestría en el entorno, posee una riqueza arquitectó-
nica inigualable: se vive, se siente, se mira y observa; se
disfruta sentado en uno de sus muebles o caminando
para descubrir nuevos puntos de vista. La emoción lo
recorre todo, el trasfondo de cada pared, de cada

Fig. 8 Maqueta y
localización

47
piso y cada ventana (González Sil-
va, 2001) (figuras 9 y 10).
La casa-estudio de Luis Barragán
cuenta con los siguientes espacios
los cuales fueron evolucionando
con el tiempo hasta llegar a su es-
tado actual; la planta baja cuenta
con garaje, portería, hall, cocina,
desayunador, comedor, estancia,
biblioteca, taller, vestíbulo, oficina
de la secretaria, oficina, patio de
las ollas, fuente y el jardín. En la se-
gunda planta se encuentra: la ha-
Fig. 9 Estancia bitación principal, la habitación de
huéspedes, habitación de tarde,
vestidor (o cuarto del Cristo), ta-
panco y oficina privada. En la ter-
cera planta se encuentra el cuarto
de servicio, la lavandería, el patio
de servicio y la terraza (figura 11).
La sala (estancia)
La transición hacia la sala-bibliote-
ca se logra con recursos que serán
constantes a lo largo del recorrido.
Un acento de escala, a manera
de contracción, su consecuente
sombra y el movimiento, nunca
frontal ni directo sino obligado a
una directriz quebrada que con-
cluye con una nueva dilatación

Fig. 10 Jardín

48
del espacio, el aire y la luz. Superando el biombo
de pergamino, a la mirada se posa entonces so-
bre la sorpresiva puesta en escena del jardín (figu-
ra 12). Nombrar este suceso como una ventana Fig. 11 Planta baja
seria otra reducción, ya que el marco que ahí se
ha construido para el encuentro con el verde es,
en si mismo, otro espacio: un proscenio que va más
allá de la profundidad mínima que puede poseer
una hoja de vidrio y su herrería (Fundación de Ar-
quitectura Tapatía, 2004) (figura 13).
Las figuras 14 y 15, muestran la sala de la casa-es-
tudio de Barragán, donde las vigas de madera en
el alto techo se hermanan con las líneas del piso
mientras la ventana se sale hacia el jardín en una
geometría enigmática y rica, con la sensación de ir
Fig. 12 Detalle del
por un laberinto. De la sala se pasa a un pequeño
acceso a la sala
rincón más recogido, los muros bajos van crean-
do sutiles variaciones y evitan que se perciban de
golpe los espacios (González Silva, 2001). En este
caso, de la gran ventana en el salón a través de
esta fachada la naturaleza acompaña y provoca
las experiencias de la vida que ocurren al interior.
Frente al jardín se encuentra la sala (Fundación de
Arquitectura Tapatía, 2004).
Como se puede apreciar en la figura 16, el salón
de la casa de Barragán está provisto de un gran
ventanal fijo que da directamente hacia el jardín
de la casa (por cierto, es un jardín bastante exu- Fig. 13 Sala

Fig. 14 Interior de la sala de Fig. 15 Exterior de la sala de L.


lacasa-estudio de L. Barragán Barragán
49
berante). El ventanal carece de una estructura
propia que realce más su carácter de ventana,
así que los cristales se encuentran empotrados a
los muros y sólo se aprecian las dos líneas de dos
Fig. 16 Interior de la sala
perfiles delgados en forma de cruz que forman
de la casa-estudio
cuatro cuadrantes o ángulos rectos y dividen
el ventanal en cuatro partes iguales (Barragán
Foundation/Arquine + RM, 2002).
Exploración del engawa en el es-
cenario arquitectónico
de Barragán
Para dar inicio al desarrollo de la propuesta de
aplicación de la estrategia espacial engawa en
el área del ventanal de la sala de la casa estudio
de Barragán (figuras 17 y 18), se parte de ir obser-
Fig. 17 vando qué tanto proceden las características del
engawa en este espacio y, a la vez, hacer notar
las características del espacio de transición con lí-
mites indefinidos de la arquitectura moderna que
se tienen en este espacio en estudio:
El espacio arquitectónico que se analiza es el
área de la sala de la casa, en donde se encuen-
tra un ventanal con vista a un jardín (figuras 19,
20 y 21). El ventanal es fijo, de grandes proporcio-
Fig. 18 nes y posee una herrería delgada en forma de
cruz central (cruciforme), es decir, no tiene he-
rrería perimetral. También, dicho ventanal tiene
un doble juego de cortinas: unas interiores, que
se encuentran colocadas a partir de la mitad de
la altura del ventanal y las exteriores, que caen

Fig. 19 Ventanal de la sala

50
Fig. 21

51
desde el techo hasta el suelo. Por otro lado, la ventana de la
sala, al exterior, está enmarcada por un prisma cuadrangu-
lar (como un encuadre o gran marco) conformado de mu-
ros laterales que sobresalen. La sala se encuentra amuebla-
da. Al exterior, se tiene un andador que se ubica paralelo al
ventanal y se define por un tratamiento de cambio de suelo,
estableciendo conexiones con la misma sala, el desayuna-
dor, la cocina al norte y con el taller y patio de las ollas al sur.
Esta puntual descripción conduce a precisar con antici-
pación que no hay ningún engawa o espacio de transición
como tal (es decir, físicamente) entre el interior de la sala y el
jardín de la residencia. En este sentido, el análisis que se hace
de la habitación en relación a su exterior, a su jardín, parte de
este hecho. A su vez, se advierte que lo que está operando
en realidad en esta habitación de la sala es que su interior ha
asumido el rol de “espacio de transición con límites indefini-
dos” como se define en la arquitectura moderna occidental.
Procediendo con el análisis, se irán estudiando cada uno de
los siguientes elementos que conforman este escenario ar-
quitectónico:
1. Los muebles de la sala
2. La herrería cruciforme
3. El ventanal fijo
4. Las cortinas interiores y exteriores
5. La ventana enmarcada y su e marcamiento
6. El andador al exterior
7. El tipo de jardín
8. El nivel de piso terminado del interior con respecto al ni-
vel de piso terminado del exterior –el jardín–
Los muebles de la sala: Barragán los distribuyó de tal forma

52
que pareciera que desde cada mueble se
tienen varios ángulos de visión de las diferen-
tes áreas de la habitación, dándose así vistas Fig. 22
que se cruzan en varias direcciones y obser-
vándose que le dio poca importancia a la re-
lación visual directa con el jardín, en términos
de contemplarlo. Pareciera ignorar la continui-
dad espacial entre habitación y jardín (figura
22). Por otro lado, si se pensase que el interior
de la casa se abre al entorno natural y que la
relación que pudiera guardar dicho espacio
interior con respecto al exterior fuese de una
interpenetración de espacios, la distribución
del mobiliario interfiere dicha interpenetración Fig. 23
espacial (figura 23).
Es así como la probabilidad de que estu-
viese operando un engawa en esta área de la
residencia no es posible, porque el interior de
esta habitación, al tener un mobiliario distribui-
do de esta forma, no puede pasar a formar
parte del jardín ni tampoco se podría dar la
sensación de que el jardín se incorpore al ám-
bito interior. No se percibe que la habitación se
adentre en la naturaleza y mucho menos que
se borren los límites entre la sala y su entorno. Fig. 24
Se tiene bien claro, por el tema del cristal del
ventanal, un límite indefinido a partir del cual
empieza la casa y acaba el jardín (figuras 24 y
25). Aún cuando sí existe esa continuidad visual
entre el espacio interior y el exterior, la casa

Fig. 25

53
continúa preservando su función de protección; es el lugar
donde se percibe el exterior y pareciera, coincidiendo con
Schulze, que se está permitiendo la entrada al interior única-
mente de lo bueno del exterior, y dejando fuera lo malo , a
la manera de Mies (Fullaondo, 1966).
A pesar de que con la arquitectura moderna se logra
una fluidez espacial mayor entre el interior y el exterior y una
comunicación directa entre el edificio y el
exterior, en este ventanal, Barragán conside-
ra al área del jardín como una vista que hay
que enmarcar por medio de la prolongación
de sus muros perimetrales, “pareciera como
una pintura monumental que se ha colga-
do de ese lado de la pared de esta sala”
lográndose una vista de la naturaleza, pero
entendida como un espacio que está delimi-
tando el interior y exterior del salón. La armo-
nía entre el hombre y la naturaleza, en este
caso, se entiende que no requiere participa-
ción. La casa es un lugar para “contemplar”
la naturaleza a través de un “diálogo silen-
Fig. 26
cioso” para evitar perturbarla aunque, curio-
samente, se podría afirmar que en este caso
se observa que Barragán no está interesado
en contemplar dicha naturaleza, cosa que
no ocurre en sus otras obras.
2. La herrería cruciforme: la herrería de
la ventana tiene forma cruciforme (con cruz
central), por cierto bastante esbelta (figuras
26 y 27), lo cual no permite percibir al espa-

Fig. 27

54
cio interior con respecto al exterior como un flujo con-
tinuo entre dos contrarios, y esto a pesar de que no
existe herrería perimetral. El engawa es, en algunos Fig. 28
casos, más la evocación de la sensación del exterior
y, a pesar de las grandes dimensiones del ventanal
por las que uno podría percibir la atmósfera del exte-
rior –producto de los cambios estacionales, el transcu-
rrir del día, el paso del tiempo, el clima–, dicha herre-
ría logra bloquear estas percepciones. Es así como no
puede parecer que el exterior se fuera adentrando
al interior de esta habitación y que, desde el interior,
el mismo espacio se pudiera ver como una extensión
hacia el exterior, una prolongación de la naturaleza;
en otras palabras, Barragán no pareciera tomar en
Fig. 29
cuenta dicho jardín.
Por otro lado, si se diera el caso de experimentar y quitar
el mobiliario, los dos juegos de cortinas, la herrería, rediseñar
el tipo de jardín, podría darse la sensación de una habita-
ción abierta y puesta en relación con el jardín, es decir ha-
bría la sensación de estar al exterior. No sería necesario salir.
El espacio interior de esta parte de la casa parecería ser, al
mismo tiempo, “habitación y mundo”, se concebiría al es-
pacio interior como el ámbito donde se establece la fusión
con el entorno. El espacio interior podría ser exterior y, a la
vez, no sería necesario salir de los límites que marca el cristal,
como lo indicara Couceiro, se haría del espacio interior un
lugar que asumiría el exterior, sobre todo cuando se tiene un
jardín. En ese sentido, por la presencia de estos elementos
existentes en la habitación, no hay la posibilidad de un en-
gawa en esta área en estudio (figuras 28 y 29).

55
El ventanal fijo: como se ha dicho, esta habitación no
puede pasar a formar parte del jardín puesto que el
ventanal y la herrería están fijas. No hay ninguna parte
Fig. 30
abatible o “espacio fluyente” ni existe intención de in-
corporar el jardín a la vida cotidiana de la casa, se ve
como “algo” que está allí, afuera, en una cierta lejanía,
inclusive el acceso al jardín se da desde otro ángulo de
la habitación, el cual se ubica en el extremo izquierdo
de dicha ventana. En este sentido, el espacio exterior
no puede ser considerado como una extensión del es-
pacio interior de la casa y es sólo al interior de esta área
que de alguna manera está presente el jardín. Aunque
la habitación se llena del ambiente exterior y, luego, se
Fig. 31 antoja caminar hacia este jardín, al llegar al ventanal
uno se ve obligado a pararse, a no poder traspasar ha-
cía el jardín porque el vidrio, las cortinas y la herrería
detienen. De ahí que no se puede sentir plenamente
el sol, el viento, escuchar el sonido del movimiento de
las hojas, los pájaros, etc. Se está próximo a la naturaleza
porque se tiene en el entorno, pero no se le puede expe-
rimentar como se haría en un espacio que fuese un en-
gawa. Vidrios y herrería separan drásticamente al interior
del exterior y viceversa, y la conexión de tipo visual se da
con ciertas limitaciones (figuras 30, 31, 32 y 33).
Fig.| 32 4. Las cortinas interiores y exteriores: no es muy usual
que en los edificios en México se tengan cortinas al ex-
terior; posiblemente el arquitecto las empleaba para
dosificar la intensidad de la iluminación natural o para
proteger los vidrios, que no se manchasen por la lluvia.
De ahí que, pensar que desde la habitación se tendría

Fig. 33

56
una comunicación visual directa hacía el jardín sería un
tanto relativo, ya que cuando se cerraban cualquiera
de estas cortinas interiores o exteriores de alguna de
Fig. 34
las secciones de la ventana, se obstruía, ya sea parcial
o completamente la visión. La comunicación de este
interior al exterior y viceversa, obstaculizan totalmente la
posibilidad del desarrollo de un engawa. Con ellas reco-
rridas, se puede confirmar plenamente que Barragán no
tenía intención de establecer comunicación, ni física ni
psicológicamente con el exterior de este jardín (figura 34).
5. La ventana enmarcada hacía el exterior: es in-
teresante también observar el ventanal enmarcado al
exterior. Barragán ha creado una especie de enmarca-
miento de esta ventana al exterior, con un prisma cua- Fig. 35
drangular, como recreando un “área de enlace, o de
conexión” entre el interior y el exterior aunque diluido,
tal vez como algo simbólico. Sin embargo, no llega a
ser un “espacio de transición” (aunque con límites inde-
finidos a la manera moderna) como tal, como se desa-
rrollaban en la arquitectura tradicional ya que, como se
ha dicho, no hay posibilidades de circulación a causa
del ventanal fijo y, además, por ese andador que se en-
cuentra paralelo a lo largo de esta ventana.
No se sabe con certeza cual haya sido el propósito
de este diseño, pero se pensaría que tiene propósitos Fig. 36
estéticos, más que de enlace del interior de la arquitec-
tura con la naturaleza (engawa). Esto último se comen-
ta porque la comunicación fluida o enlace que apa-
rentemente se pudiera dar entre el interior y el exterior
por medio de este prisma, se ve interferida, bloqueada,

Fig. 37

57
prácticamente anulada por el cruce del andador (figuras
35, 36 y 37).
6. El andador al exterior: a lo largo de este ventanal, por
afuera, del lado del gran jardín, se tiene una especie de an-
dador exterior, sin cubierta, con un tratamiento de suelo dife-
rente al del salón, dicho andador comunica con otros espa-
cios de la casa lo cual obstruye la interpenetrabilidad entre
el espacio interior y el exterior. Tanto la prolongación de los
muros del ventanal como el andador parecieran crear lími-
tes definidos entre la casa y el jardín. Precisan el límite a partir
del cual termina la casa y empieza el jardín. Hay claridad en
la ubicación de la frontera entre el interior y el exterior. Por
otro lado, al mirar hacia adentro, desde el exterior, se tiene
la sensación de que el espacio no fluye hacia el interior de la
vivienda porque los reflejos de la luz y del cielo crean una es-
pecie de pantalla virtual que perceptualmente parecieran
detener; aunque Álvarez (2007) dice que se observa una
compenetración entre la casa y el jardín, y que luego esto
se confirma por la existencia de una plataforma pavimenta-
da, la cual establece el territorio común a ambos espacios:
interior y exterior, donde la estancia interior dialoga, a través
de la amplia superficie acristalada –el ventanal– con el jar-
dín. Así como comentar que un principio compositivo de la
obra de Barragán, es la idea de crear un espacio plano y
continuo, diferenciado únicamente por el uso de diferentes
texturas, del césped, los pavimentos o las láminas de agua,
no se coincide con él. Es así como las relaciones de dicha
área de la casa –la sala con su ventanal– así como el área
de prolongación, el andador entre el interior de la sala y el
jardín mismo no podrían operar como un engawa, pues no

58
cumplen con las característi-
cas esenciales de este con-
cepto espacial. Más bien, el
interior de la sala de la casa
de Barragán es una área en
la que se experimentan las
ideas del “espacio de tran-
sición con límites indefinidos”
de la arquitectura moderna. Fig. 38 Planta baja
(Fig.38)
7. El tipo de jardín: el jardín da la impresión de ser como
una gran habitación de triple altura o más, sin techo –ni si-
quiera el cielo mismo– muy saturado por las ramas de los
árboles, ya que no se le puede ver. Esta vegetación es de
color verde oscuro, encerrada, enclaustrada, como en un
invernadero. Es un jardín impenetrable, pues su flora densa
parece ser la de una selva impenetrable. Las dos áreas, la
del interior del salón y la del jardín, parecieran ser como dos
habitaciones colindantes muy distintas, con una barrera –no
un salón colindando con un jardín, como haciendo un flujo
espacial o una comunicación continua–. El ámbito del jardín
no se percibe tan fácilmente como extensión del edificio, esto
ocurre así por la apariencia de impenetrabilidad, así como por
las dimensiones monumentales. No parece ser un jardín para
ser contemplado por quienes se encuentren en el salón. Este
efecto es curioso y contradictorio, ya que todos los espacios
interiores de esta casa confluyen en el jardín, pero aún así, éste
no puede ser penetrado, ni siquiera perceptualmente, ni con-
templado y, mucho menos, disfrutado plenamente. Se diría
que esta área no une totalmente el interior con el exterior. No

59
hay un flujo continuo y, por lo tanto, el jardín no se puede
incorporar al ámbito interior. (figuras 39, 40, 41 y 42).
8. El nivel de piso terminado del interior con respec-
Fig. 39
to al exterior –el jardín–. Otro de los aspectos de diseño
importante a destacar es el de los cambios de nivel que
podrían darse entre el espacio interior y el espacio exte-
rior (figuras 43 y 44). En los engawa ocurre que estos se
encuentran elevados con respecto al suelo. En Barra-
gán, el cambio de niveles entre interior y exterior no exis-
te, esto es algo muy particular en la obra del arquitecto
mejicano, ya que al contrario, él busca en esta relación
del paso de un espacio a otro una callada continuidad
espacial, se quiere decir callada, ya que, lo que hace
Fig. 40 el cambio es el tipo de material, pero el nivel permane-
ce prácticamente igual. Este aspecto de diseño es de
los más importantes en esta exploración de la posible
existencia de un engawa en la sala de la casa de Barra-
gán porque evidencia que no es posible tener ningún
tipo de interpretación de dicho concepto espacial. Por
otro lado cabe aclarar que el cambio de nivel en los
engawa tradicionales japoneses es notable, ya que si
existe un desnivel considerable entre el área interior de
la habitación y el área exterior donde se encuentra el
jardín.
Fig. 41 Resultados del
análisis
Como ya se vio en el análisis de la sala de la casa de Ba-
rragán no hay ningún engawa. Lo que si se constata es
que esta sala o espacio interior ha asumido ser un “espa-
cio de transición con límites indefinidos”, como se observa

Fig. 42

60
en las características del espa-
cio de la arquitectura moder-
na occidental.
Otro de los aspectos
que confirma que no es po-
sible que se haya diseñado
esta sala con este concepto
espacial japonés, es la exis-
tencia de un andador, que
se ubica muy próximo y pa- Fig. 43 Villa Imperial Katsura
ralelo al mencionado ventanal de la sala, generando una
interferencia, una obstaculización y hasta un cruce de cir-
culaciones conflictivo, pues al salir de la habitación en es-
tudio uno se encuentra con él. Este andador lleva hacia la
izquierda, a su taller de arquitectura, y hacia la derecha a su
desayunador y cocina.
Una siguiente cuestión que no permite la interpenetra-
ción entre el espacio interior y el exterior, por llamarlo de al-
guna manera, son los “límites virtuales” que se dan en esta
sala, los cuáles son provocados por la presencia del mobi-
liario en la habitación, el vidrio fijo, los dos juegos de corti-
nas, la herrería cruciforme, así como el mismo tipo de jardín,
creándose las interferencias y bloqueándose la posibilidad
del desarrollo de un efectivo flujo espacial entre el interior y
el exterior o la existencia de un engawa.
El arquitecto coincide en la interacción visual entre el
interior y el exterior y con el tema específico de la comu-
nicación de la arquitectura con la naturaleza, aunque se
tenga una idea de relación distinta con ella. En cuanto a
la interpretación de esta concepción espacial, también Ba-

61
rragán coincide en el desarrollo de una misma plástica, con
una misma expresión, lenguaje y elementos arquitectónicos
propios de la arquitectura moderna occidental, como es el
diseño de un gran ventanal que va de suelo a techo con
vidrio y poca herrería.
De los elementos arquitectónicos modernos que fueron
empleados por el arquitecto para configurar sus espacios de
transición, así como otros aspectos de su arquitectura, todos
ellos pertenecen al lenguaje de la arquitectura moderna, a su
geometría pura, limpia de ornamentación, a algunas de sus
composiciones ortogonales, a su gramática de planos, mu-
ros, ventanales con vidrios translucidos, herrería cruciforme,
columnas, trabes, vidrio, a su relación con la naturaleza, etc.
Por otro lado, se puede afirmar que la interpretación
de la arquitectura con su exterior tienen proximidad con el
espacio de transición con límites indefinidos de la arquitec-
tura moderna, la versión de Barragán tienen afinidad con
las ideas de la relación de la casa con su exterior, con su
entorno a la manera de Wright y Mies. Así, esta relación del
interior con el exterior, de la arquitectura con la naturale-
za, se experimenta en la obra del arquitecto únicamente de
modo visual, a través del gran ventanal, y de manera con-
templativa, más no participativa; en Barragán esta relación
es menos directa, no hay tanto énfasis en la comunicación
visual. La posibilidad de contemplar la naturaleza desde el
interior, como se ha dicho, no es ni franca, ni fluida por los
mencionados “obstáculos virtuales”.
Además, es importante comentar que el arquitecto fue
influenciado por la arquitectura moderna occidental, pero
ha sido discreto al respecto, sobre todo en la etapa de pro-

62
ducción arquitectónica de su madurez profesional. Sin em-
bargo, su concepción espacial arquitectónica tiene dife-
rente origen, ya que nace en su propia cultura, es decir, hay
diferencias estructurales de fondo y esto es esencial para la
posible aplicación del engawa.
Otra cuestión interesante que se observa en esta área
en estudio, es el producto arquitectónico que arroja el sin-
cretismo de las ideas de su arquitectura vernácula con los
conceptos de la arquitectura moderna, como bien lo ex-
presa Frampton (Hacia un regionalismo crítico: Seis puntos
para una arquitectura de resistencia, 1998) en su teoría del
“regionalismo crítico”. Se diría que sus soluciones arquitectó-
nicas connotan la intención de plasmar la idiosincrasia y la
cultura, entre otros aspectos, de su país.
Conclusiones:
En Barragán, la hibridación en su arquitectura se da en térmi-
nos de ideas provenientes de su entorno cultural, vernáculo,
por una preocupación estética, por el empleo de soluciones
arquitectónicas, constructivas, así como del uso de materia-
les propios de la región y, todo ello, conjugándose con los
preceptos de la arquitectura moderna.
Por otro lado, el análisis permitió observar que en Barra-
gán la relación del interior con el exterior es íntima, ya que
todos los recorridos llevan y acaban en sus jardines o en sus
patios, no hay comunicación con el entorno urbano.
Los estudios indican que en la concepción espacial de
Barragán no existe ninguna influencia espacial arquitectóni-
ca japonesa, y que lo esencial de dicha coincidencia con
la cultura japonesa radica en la afinidad por relacionar sus
espacios interiores con sus exteriores, sus arquitecturas con la

63
naturaleza, pero que lo hace con una intención muy propia.
Se insiste en precisar que la existencia de un engawa en
su sala, no es real, que la posibilidad de que existiera alguno,
se observa en lo expresivo, porque emplea el lenguaje y la
estética de la arquitectura moderna, ya que le tocó vivir la
coyuntura histórica del desarrollo de la arquitectura funcio-
nalista y el estilo internacional en el mundo, la llegada de
esta tendencia arquitectónica europea y norteamericana
a su país, adoptando y adaptando lo internacional con lo
local en su arquitectura.
En Barragán, la relación de la casa con el jardín interior
es fundamental ya que la vivienda sólo se abre a éste como
única relación con el mundo exterior, ignorando práctica-
mente el entorno urbano, porque toda esta residencia es
la isla dentro de la ciudad creada con el fin de buscar la
tranquilidad, la serenidad, el silencio, la relación con la natu-
raleza, representada por su jardín, da la sensación de estar
distante y, sumado a esto, dicho jardín se presenta profuso,
desordenado y penumbroso. En ese sentido, el arquitecto
mexicano, a pesar de que la arquitectura moderna desarro-
lla una mayor fluidez espacial con su exterior, sigue conside-
rando a su jardín con límites, como una vista de una natu-
raleza que hay que enmarcar y dejarla a la distancia. Esta
concepción de la relación del interior con el exterior parece
estar desarrollada a la manera de Mies: “un lugar desde don-
de se percibe, se puede observar el paisaje”. Por otro lado,
como se ha dicho, se suma a esto el hecho de que el ar-
quitecto mexicano interrumpe y obstaculiza la comunicación
visual entre el salón y el jardín, la interacción entre el espacio
interior y el espacio exterior, al colocar una serie de muebles,

64
cortinas al exterior de dicha área y el cruce de un andador.
Otra cuestión importante a precisar es que en el análisis de
esta técnica espacial se llegó al descubrimiento de que el arqui-
tecto ésta muy preocupado por trabajar el espacio interior, que su
arquitectura es interiorista. Una apreciación interesante a destacar
en este estudio es que en el desarrollo de esta interacción entre el
interior y el exterior, Barragán tiene referencia en la evolución de
la liberación de planos del grupo de Stijl, de la caja de Wright y las
ideas del entorno y la consideración del paisaje de Mies. Por otro
lado, también es pertinente comentar que Barragán inclusive cons-
truye su espacio arquitectónico con ideas tanto de su arquitectura
tradicional como de la arquitectura del movimiento moderno.

65
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67
CONCEPTOS FUNDAMENTALES
EN LA DOCENCIA DEL pROYECTO
DE ARQUITECTURa

68
Antonio Juárez Chicote
ajuarez@arquired.es
Doctor Arquitecto
Beca Fulbright Universidad de Columbia, Nueva York,
1995-1997
Profesor Titular de Proyectos Arquitectónicos en la Escue-
la Técnica Superior de Arquitectura de Madrid desde 2001.

69
GRADO CERO EN EL PROYECTO DE
ARQUITECTURAABSTRACT
El presente trabajo sintetiza la investigación pedagógica sobre
la introducción al proyecto de arquitectura desarrollada en
diversas universidades europeas y
americanas, y especialmente en
la ETSAM (Escuela Técnica Superior
de Arquitectura, Universidad Po-
litécnica de Madrid), durante los
últimos diez años.
Los conceptos que aquí se propo-
nen son, en cierto sentido, concep-
tos pre-formales, es decir, previos
a cualquier disquisición o configu-
ración concreta, y se entienden
Fig. 1. Pieza de terracota con la que se desa- como conceptos básicos. Se trata
rrolló el curso Proyectos I durante la primavera de ideas tan elementales que en
de 2006, ETSAM. Ejercicio de Ismael Barros. muchas ocasiones han quedado
fuera de la docencia del proyecto
de arquitectura, que a menudo fija
la atención sobre presupuestos más
concretos, vinculados directamen-
te a la resolución de un problema
determinado. En este sentido se ha-
bla de Grado Cero en la docencia
de proyectos arquitectónicos.
En el texto se presenta de
modo sintético el proceso, desa-
rrollo y conclusiones de tres cursos
Fig. 2. Dos ejemplos de los ejercicios del curso de
Visual Training en el IIT, dirigido por Mies van der
Rohe y Walter Peterhans. En el primero de ellos
se trataba de dibujar una línea horizontal y una
vertical de distinto grosor en un rectángulo de di-
mensiones dadas. El segundo consistía en trazar
líneas verticales de distinto grosor. Cada uno de
estos ejercicios tenía la duración de un mes y el
curso completo constaba de diez ejercicios.

70
(semestres) de introducción al proyecto de arquitectura de-
sarrollados en la ETSAM con estudiantes de primer y segun-
do año. Dichos cursos desarrollan aspectos fundamentales
en torno al proyecto de arquitectura y se sirven, respectiva-
mente, de tres objetos de referencia: un ladrillo de terracota,
una varilla de acero y prisma de vidrio. Con dichos objetos,
a través de ejercicios encadenados, se desarrollan algunos
procesos en torno a los concep-
tos de percepción, corporalidad,
abstracción, orden, construcción y
equilibrio.
Asimismo, se establecen algu-
nas referencias pedagógicas como
los ejercicios de adiestramiento vi-
sual de Mies van der Rohe y Wal-
ter Peterhans en el IIT, los principios
pedagógicos de Josef Albers en
Search versus Re-Search, la noción
de equilibrio dinámico de Paul Klee Fig. 3. Disposiciones de cuatro fragmentos
y el concepto de aprendizaje de de terracota obtenidos mediante dos cor-
Marcel Duchamp. tes a una pieza prismática de 190 x 100 x 35
mm. Trabajos del curso Proyectos I durante
Desde esas coordenadas se la primavera de 2006, ETSAM. Ejercicio de
desarrolla un territorio de juego en Jorge González.2.jpg
el que se elabora una especie de al-
fabeto elemental de la forma, que se encuentra en fase de
publicación, pero aquí se adelanta lo que podríamos llamar
un ‘diario diferido’ de esos cursos de proyectos.
PALABRAS CLAVE: docencia, proyectos, percepción,
corporalidad, abstracción, orden, construcción, equilibrio.
En 1965 Lancelot Law Whyte emitía un informe sobre la fi-

71
losofía natural de la forma en el que se pre-
guntaba acerca de la relación entre las dos
tendencias cósmicas: una dirigida hacia el
desorden mecánico (principio de entropía)
y otra hacia el orden geométrico (visible en
los cristales, en las moléculas y en muchos
organismos). La primera tendencia nos
acerca al ‘desorden’ aparente del universo,
a la desintegración entrópica de los siste-
Fig. 4. Disposiciones de dos frag-
mas; la segunda dirección señala hacia la
mentos de terracota obtenidos me- exactitud, precisión, calma e invariabilidad,
diante dos cortes a una pieza de y quizás, al anhelo largamente buscado de
190 x 100 x 35 mm. Curso Proyectos trascender el tiempo, de perdurar.
I, primavera 2006, ETSAM. Ejercicio
En este panorama entre la estabilidad
de Ismael Barros.
geométrica y lo “informe” se inscriben los
polos entre los que se puede entender el proyecto de arqui-
tectura, y también el contexto complejo y confuso de nues-
tra cultura.
El presente trabajo sintetiza la investigación pedagógi-
ca sobre la introducción al proyecto de arquitectura desa-
rrollada en diversas universidades europeas y americanas,
y especialmente en la ETSAM, durante los últimos diez años.
Los conceptos que aquí se proponen son, en cierto sentido,
conceptos pre-formales, es decir, previos a cualquier disqui-
sición o configuración concreta, y se entienden como con-
ceptos básicos. Se trata de ideas tan elementales que en
muchas ocasiones han quedado fuera de la docencia del
proyecto de arquitectura, que a menudo fija la atención so-
bre presupuestos más concretos, vinculados directamente a
la resolución de un problema determinado.

72
A lo largo de los últimos quince años la materia ha sido el inter-
locutor secreto de mi trabajo. En torno a su multiforme y diverso
desplegarse a lo largo del amplio campo de sus metamorfo-
sis, y en el complejo tránsito de ida y vuelta entre la materia y
el material, he trabajado tanto en proyectos de arquitectura,
como en la docencia, desde trabajos de investigación hasta
las lecciones impartidas en diversos cursos de doctorado.
Una gran parte de mi tarea docente se ha desarrollado
con estudiantes de primeros cursos. Un reto pedagógico se
abría, con los nuevos planes de estudios, al incorporar la disci-
plina del proyecto de arquitectura desde estos primeros años.
La estructura cuatrimestral exigía un desarrollo más com-
primido que los modelos docentes anteriores, basados en la
secuencia de cursos académicos completos. Por otra parte,
los estudiantes debían aprender a utilizar las herramientas
elementales del arquitecto y, a la vez, desarrollar un conoci-
miento específico disciplinar acercándose a la complejidad
de la arquitectura contemporánea.
Lentamente, y de modo progresivo, a lo largo de expe-
riencias docentes que empezaron a desarrollarse en el año
2000, fui interesándome en secuencias de ejercicios que, con-
catenadas, abarcaban un proceso relativamente complejo.
La inmediatez de lo material, la incuestionable presencia de
las cosas y de los objetos, no sólo visual sino táctil trabajaba
de manera abierta a una experiencia fenomenológica más
amplia que lo meramente visual, tratando de reconstruir la
sensorialidad y apoyándose en ella, se adivinaba un camino
en el que percepción, acción y reflexión estaban intensa-
mente unidas.
Los primeros ejercicios que Mies van der Rohe proponía a sus

73
alumnos en el curso introductorio de
arquitectura titulado Adiestramiento vi-
sual consistían en trazar líneas paralelas
o perpendiculares de distinto grosor en
un rectángulo dado; me sugirió, de ma-
nera incipiente, el trabajo con una pie-
za de terracota, de dimensiones fijas,
en la que, mediante cortes y movimien-
Fig. 5. Josef Albers en 1968 explicando los tos, aparecían espacios potenciales de
principios de percepción visual.
distinta intensidad.
La carga simbólica que rela-
ciona al prisma de terracota con el
ladrillo, aún si cabe, en un estadio
previo, blando, susceptible de defor-
mación, lo convertían en un material
altamente atractivo con el que tra-
bajar.
El prisma de terracota, con un núme-
ro mínimo de cortes y el mero despla-
Fig. 6. Prisma hueco de vidrio utilizado zamiento de los fragmentos, sugería
para el curso Proyectos III durante el oto- un modo elemental de reflexionar so-
ño de 2006. Al representar con precisión el bre el espacio y la dimensión táctil,
objeto se registran situaciones diferentes
de la relación entre lleno y vacío inicial-
inmediata, del espacio entre los de-
mente inesperadas. Ejercicios de Sergio dos.
Cruz y Julio Crespo. Los textos pedagógicos de Josef Al-
bers como Search versus Re-Search
(Albers, 1969), con aquel sorprendente Uno más uno tres y
más: Hechos fácticos y hechos reales (1965) sirvieron para
contextualizar pedagógicamente el nacimiento de esa
‘realidad intermedia’ entre las cosas: el espacio.

74
“No existe comunicación ver-
bal si no existen previamente
sonidos con significado. De
manera similar no hay escritu-
ra sin alfabeto. Por la misma ra- Fig. 7. Envolvente espacial y corporalidad. Ejerci-
zón no hay formulación visual cio realizado con dos varillas de acero de 6 m.
de longitud y 6 mm. de diámetro. Perteneciente
si no hay articulación visual.” al curso Proyectos II que tuvo lugar en la ETSAM
(Albers, “General Education durante la primavera de 2007 en el que se trabajó
and Art Education: Possesive exclusivamente con alambre de acero. Ejercicio
or Productive”, 1969, pág. 9). de Laura Reca.
Josef Albers alude en sus
escritos pedagógicos a un al-
fabeto, que ha de articular el
lenguaje visual y sin el cual no
es posible el desarrollo perso-
nal del estudiante. La escueta
manipulación del prisma de
terracota mediante cortes y
desplazamientos suponía un
intento de acercarnos a un al-
fabeto elemental.
Este ejercicio, que tuvo la du-
ración de seis semanas, abrió
la posibilidad de establecer
una secuencia de nuevos tra-
bajos partiendo de un objeto Fig. 8. Secuencia de relaciones de una varilla de alam-
que tuviera la duración total bre plegada y la mano que las sostiene. Curso Proyectos
II, primavera de 2007. Ejercicio de Laura Reca.
de un cuatrimestre. De esta
manera, a lo largo de dos cursos cuatrimestrales, hubo oca-
sión de trabajar de manera sistemática con distintos mate-

75
riales. Uno de ellos, dúctil –alambre de acero– y otro frágil
–cristal– sirvieron de apoyatura para la exploración de la
materia, el espacio y la construcción.
Percepción
Todo lo que registran nuestros sentidos nos abre a la expe-
riencia sensorial del mundo. La modernidad ha reivindicado
una primacía de la visión, que ha dejado de lado otras di-
mensiones de vital importancia en el arte y la arquitectura,
por ejemplo, la táctil. Nuestras manos al deslizarse por una
pared, al recorrer el tronco o las ramas de un árbol, al hun-
dirse en el agua de una fuente y buscar su fondo, al ple-
gar o arrugar un papel, al llamar a una puerta, al correr una
cortina o al deslizarse sobre
la superficie de un tablero de
dibujo, como aquella mesa
blanca inmensa que marcó el
recuerdo de Alvar Aalto en su
niñez, –y no sólo nuestras ma-
nos, sino todo nuestro cuerpo,
por ejemplo, al tumbarse en
la playa– se abren a dimen-
siones fundamentales de la
arquitectura, que no radican
solamente en la visión.
El abanico de fenómenos
que el mundo nos presenta es
Fig. 9. Proceso de trabajo sobre la casa sumamente complejo. Nues-
Garau-Agusti de Enric Miralles: dibujo, ma- tra esperanza en compren-
queta conceptual y maqueta de alambre. derlo estriba en la capacidad
Ejercicio de Nevada Tendillo. de percibir, poliédricamente,

76
integradoramente, impresiones fragmentarias.
Nuestra capacidad de síntesis nos posibilita
para integrar poco a poco la complejidad. Las
imágenes de las cosas se obtienen restituyen-
do una totalidad que no se ve de golpe, y el
ejercicio sucesivo de análisis y síntesis, de sepa-
ración e integración de datos obtenidos por
los sentidos, nos permite alcanzar una imagen
del mundo válida para nuestra interacción con
él. Sucesivos ciclos de desmembración y unión Fig. 10. Proceso de rotura
tensan el arco de nuestra percepción del mun- de prisma de vidrio y or-
do como ‘constructo’, universo construido, en- denación elemental de las
samblado, articulado, más o menos trabado, piezas. Ejercicios de Laura
entre el azar y la necesidad. Alonso y Julio Crespo.
La costumbre, las palabras y los concep-
tos erosionan fácilmente nuestra percepción.
El ejercicio de describir lo que vemos no es tri-
vial. Precisar en una descripción lo que tenemos
ante nuestros ojos nos obliga a olvidar por un
momento lo que sabemos y atenernos exclu-
sivamente a lo que estamos viendo. La escue-
ta disciplina de ver y nombrar con precisión lo
que se ve, exige un adiestramiento exigente y
permite dejar espacio a la percepción desnu-
da. El trabajo comenzaba con la observación
precisa de los objetos y de los fenómenos que
estos generaban. De esta manera, la más leve
irregularidad se muestra como algo verdadera-
mente significativo y permite tomar conciencia
de lo singular.

Fig. 11. Sistemas de orden.


Ejercicios de Tania Gar-
cía-Albertos y María Felicia-
na Fernández.

77
Este ejercicio exigía también someter a los objetos a ensayos so-
bre su peso, geometría, comportamiento ante la luz, vibración e
interacción con los demás objetos o con el propio cuerpo.
Esta aproximación posibilitaba un ejercicio de representación
rigurosa, donde la precisión era la llave para iniciar ciclos suce-
sivos de percepción, acción, representación y reflexión.
Corporalidad
“La arquitectura se piensa con la cabeza y se siente con los
pies en el suelo” resumió en cierta ocasión Carme Pinós. Esta
frase resumía de manera intensa que el conocimiento de
la arquitectura comienza desde nuestro propio cuerpo. Es
desde nuestra piel desde donde empezamos a explorar el
mundo, desde la extensión de nuestro cuerpo.
Prueba de ello es nuestra experiencia de medir la exten-
sión de las cosas con nuestras manos, o con nuestros pies,
con palmos o pasos.
Algunos ejercicios iban dirigidos fundamentalmente a la res-
titución de esta sensorialidad primaria del espacio. La rela-
ción elemental en un alambre plegado entre el punto de
pliegue y el punto de contacto con la mano generaba ya,
de una manera sistemática, un conjunto de registros de la
relación del cuerpo con los objetos en el espacio.
Abstracción
Uno de los cursos se realizó utilizando exclusivamente alam-
bre de acero. Esa condición posibilitó un trabajo de interés
significativo: la síntesis espacial con trayectorias espaciales,
en definitiva, dibujar en el aire.
Partiendo de proyectos relativamente sencillos como la
casa del futuro de Alison y Peter Smithson, el edificio de ofi-
cinas Sarphatistraat en Ámsterdam o la casa Garau-Agusti

78
de Enric Miralles se desarrollaron maquetas progresivamente
simplificadas hasta sintetizarlas con trayectorias de alambre.
Este grado de abstracción en torno a un proyecto de arqui-
tectura posibilitó entender que el problema de la represen-
tación es un problema de grados o niveles sucesivos y que
un mismo proyecto se puede “dibujar” espacialmente con
distintos materiales y, dependiendo de los mismos –ya sean
cartones o alambres– se están estableciendo distintos grados
de “cercanía” con el modelo, en definitiva, de abstracción.
Orden
Un problema sustancial en el entendimiento de una obra, sea
de la naturaleza que sea, es la relación entre el todo y el frag-
mento. Hay obras intensas en las que el fragmento contiene
el germen de la totalidad. Por ejemplo, en la arquitectura de
Mies van der Rohe, el fragmento encie-
rra las claves de su modo de pensar y de
construir. Al trabajar con piezas de terra-
cota, o de un prisma de vidrio, el referente
del objeto de trabajo presidía modos di-
versos de pensar. La cercanía o distancia
respecto del modelo de origen suponían
posicionamientos diversos en torno a la
unidad o fragmentación de una nueva
obra y abrían maneras distintas de orde-
nar piezas heterogéneas.
Estas posiciones entre el todo y las par-
tes remitían a procesos de construcción
o destrucción, de orden o desorden, de
estabilidad o desintegración. Estos pro-
cesos tienen sus leyes y la atención a los

Fig. 12. Sistemas de orden y api-


lamiento. Ejercicios de Laura
Alonso y Mercedes Luz.

79
mismos abre aspectos fundamentales
del mundo de la construcción.
Entre los extremos mencionados, la esta-
bilidad y la desintegración, la geometría
elemental y lo ‘informe’ se abre el inmen-
so territorio del proyecto de arquitectura,
el concepto de orden es fundamental. A
este respecto ya adelantó Rudolph Arn-
heim (1971) en “Arte y entropía” que el
orden existe hasta en los procesos más
complejos.
Algunos problemas clave de la sensibi-
lidad de nuestro tiempo se inscriben en
las fronteras difusas entre el orden y el
Fig. 13. Marcel Duchamp, Marcel
Duchamp, Avoir l’apprenti dans le desorden. El adiestramiento en la per-
soleil, 1914. cepción de niveles sucesivos de ‘orden’,
y en su articulación física, visual, cons-
tructiva y funcional es de vital importancia para construir
las bases de la docencia del proyecto de arquitectura.
Uno de los retos más importantes a los que hoy se
enfrenta la docencia del proyecto de arquitectura es ar-
ticular los ámbitos complejos en los que se inserta nuestra
disciplina. Los problemas de hoy necesitan una respues-
ta que vaya más allá de la inmensa proliferación formal
que atraviesa los cauces de la comunicación y de nues-
tra cultura, que reclama ‘nuevas formas’. Max Bill lo resu-
mía hace ya medio siglo con unas palabras que pueden
ser dichas en nuestros días:
“Más que nunca, hoy nos encontramos ante el co-
mienzo de una nueva época. Debemos volver a revisar,

Fig. 14. Paul Klee,


The Tightrope
Walker, 1923.

80
a estudiar y a elaborarlo todo. En principio, esto tiene apa-
rentemente poco que ver con la arquitectura entendida
como arte, pero quizá el gran arte consista justo en la riguro-
sa limitación a lo esencial.” (1955, págs. 335-338)
Construcción
Podemos encontrar múltiples entendimientos de la palabra
‘construcción’. Unos vendrían de la mano de aquellos ar-
quitectos o ingenieros que han hecho del acto de construir
una filosofía, pues para ellos ‘construir’ ha llevado consigo
una manera de estar en el mundo. Vitruvio, Viollet-le-Duc,
Behrens, o Mies van der Rohe podrían darnos aproximacio-
nes altamente precisas y matizadas de la noción de ‘cons-
truir’. Esto nos llevaría de la mano a un entendimiento de la
noción de ‘técnica’ (techné) que, desde Grecia, ha venido
cargada de sentido para la arquitectura: la construcción
es el proceso en el que, por medio de la técnica, las cosas
aparecen (aletheia), se hacen claras, inteligibles.
El arquitecto es, en este sentido, ante todo, un constructor,
alguien cuyo entendimiento del mundo se establece desde
la actitud básica y esencial de ensamblar partes, levantar
o erigir estructuras, que es, en el fondo, una manera de vivir
haciendo inteligible el mundo y, desde esa claridad, interve-
nir en él y transformarlo.
Habría, sin embargo, otra visión, quizás menos apoyada
en lo disciplinar, pero no por ello menos válida pedagógica-
mente. Ésta sería la que nos viene desde el significado más
general del término ‘construir’: “ordenar y enlazar”.
Desde este significado, quizás más inmediato, se sugiere
de manera abierta algo de gran interés pedagógico: la re-
flexión sobre los modos de establecer orden y los modos de

81
establecer vínculos, entrelazamientos o trabazones, abre un
arco inmenso en torno a concepto de ‘construir’.
En los ejercicios aquí expuestos, desarrollados con los es-
tudiantes, en especial el realizado con el prisma hueco de
vidrio, se abordaron diferentes modos de ordenar y enlazar
piezas materiales. En cierto sentido se podría decir que cada
estudiante desarrollaba una o varias maneras de ‘construir’,
como si de un alfabeto elemental se tratase. Desde el mero
apilamiento de las piezas, donde sólo el peso traba las piezas,
hasta situaciones en las que un material interpuesto sirve de
conector o vínculo entre las partes. En este sentido, se puede
decir, que se han desarrollado aproximaciones táctiles a la
noción de construir, más que conceptuales.
Equilibrio
La noción de equilibrio va mucho más allá del mero senti-
do del movimiento o del reposo. El equilibrio supone, para
un sistema o una estructura, una tensión dinámica, es decir,
un estado de compensación de fuerzas. Esto podría darse a
varios niveles: térmico, dinámico, electromagnético o gravi-
tatorio, entre otros.
Cualquier acción en el medio físico supone la alteración del
sistema y nos invita a la búsqueda de una restitución del equi-
librio inicial. Un proyecto, en sí mismo, conlleva la existencia
de un sistema de fuerzas, que más allá de salvaguardar su
estabilidad, verticalidad, o reposo, nos exige atención a su to-
talidad, a cómo en el seno de condiciones diversas –e incluso
contrarias– el sistema restituye las condiciones de partida.
Las piezas de Calder, más allá de una visión estática de las
mismas, manifiestan que una alteración local genera una
multiplicidad de ajustes y oscilaciones, a través de las cua-

82
les el sistema se reconfigura lentamente buscando una nue-
va situación de equilibrio. Nuestra experiencia del equilibrio
guarda también memoria de estas oscilaciones y tenemos
la idea de que el equilibrio es una conquista, que se produ-
ce a través de un proceso de sutiles alteraciones. Nuestra
mente restituye esas alteraciones tratando de anticipar las
condiciones de equilibrio que evitarían el colapso.
Es como si el proceso –bien conocido– de ruptura, posibilita-
ra imaginar alternativas a la pérdida del equilibrio, como si
la experiencia del fallo, del error, guardara secretamente las
claves de un acierto no previsible.
Esta aproximación a la forma desde la condición armóni-
ca en medio de tensiones enfrentadas, nos hace asomarnos
también a uno de los dilemas del proyecto, el riesgo, aventura-
do y voluntario que se quiere correr en el proceso de creación.
El equilibrista de Klee o el ciclista de Duchamp –un aprendiz
concentrado en su intensa tarea frente al vacío– nos abren la
mirada a situaciones en el filo de la navaja, equilibrios delica-
dos, milagrosos, que se sostienen desde esa humilde condición
que todo aprendizaje lleva consigo, conquistando metas su-
cesivas, siempre provisionales, condiciones de equilibrio transi-
torias en tensión hacia una búsqueda siempre abierta.

83
BIBLIOGRAFÍA
Albers, J. (1969). “General Education and Art Education: Possesive or Pro-
ductive”. En Search Versus Re-Search. Connecticut: Trinity Collage Press.
Albers, J. (1969). Search versus Re-search. Connecticut: Trinity College
Press, Hartfort.
Arnheim, R. (1971). Entropy and Art. Californi: University of California.
Bill, M. (Noviembre de 1955). “Sobre el estado actual del arte de cons-
truir”. Architectural Design , 335-338.
Procedencia de las imágenes:
Figs. 1, libro: JUÁREZ, Antonio, Exploración con la materia. Grado cero
en el proyecto de arquitectura. (en imprenta).
Fig. 2, los ejercicios del curso de Visual Training en el IIT, dirigido por Mies
van der Rohe y Walter Peterhans.
Fig. 3, 4, 5, libro: JUÁREZ, Antonio, “Exploración con la materia. Grado
cero en el proyecto de arquitectura”.
Fig. 6, Anni Albers Foundation Collection, fotografías de Henri Car-
tier-Bresson.
Fig. 7, 8, 9, 10, 11, 12, libro: JUÁREZ, Antonio, “Exploración con la ma-
teria. Grado cero en el proyecto de arquitectura”.
Fig. 13. Marcel Duchamp, Marcel Duchamp, Avoir l’apprenti dans le
soleil, 1914.
Fig. 14. Paul Klee, The Tightrope Walker, 1923.

84
Arquitectura dúctil,
por el Mtro. en Diseño
Arquitectónico Maximiliano
Hurtado Mireles

85
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla
Facultad de Arquitectura
ARQUITECTURA DÚCTIL
La arquitectura dúctil es personalizada, fácilmente ma-
leable, transformable, acomodadiza, mutable, de flexible
condición y condescendiente con el ciclo vital de la natu-
raleza, se adapta a su entorno natural, social, cultural, esté-
tico, filosófico y tecnológico para satisfacer las necesidades
ambientales, físicas y psíquicas del ser humano.
Arq. Maximiliano Hurtado Mireles
Correo electrónico: maximiliano.hurtado@farqui.buap.mx
Teléfono celular: 2229-65-1230
Grado Académico: Licenciatura en Arquitectura y
Maestría en Diseño Arquitectónico por la FABUAP
Torres García, Elizabeth
COLABORADORA
Correo electrónico: eliztg_7@hotmail.com
Teléfono celular: 2224-25-0678
Grado Académico: Licenciatura en Química Farmacobió-
loga por la BUAP y Maestría en Docencia Universitaria por la
Universidad Iberoamericana

86
Introducción
El presente texto intenta la búsqueda de alternativas para
la arquitectura y su entorno natural que es la biosfera. Una
biosfera que manifiesta ya síntomas de deterioro por las ac-
tividades humanas sin planificación conveniente para su
preservación y del ser humano y una arquitectura que se ve
desintegrada de la naturaleza saturando de manera incon-
veniente la superficie terrestre incrementando su deterioro.
No se busca respetar la naturaleza ni que la naturaleza
respete al ser humano, se trata de generar un nuevo para-
digma arquitectónico dúctil que concilie el espacio natural
formado en procesos que tardan siglos, y el hábitat humano;
para satisfacer las necesidades de ambos, considerando las
contingencias en el proceso de vida de forma más armónica
y crear conciencia de que, el ser humano, es un integrante
más de la biosfera con la responsabilidad de administrarla y
lograr beneficios duraderos para la ecología. Debemos en-
contrar los motivos que nos lleven a revalorar la naturaleza
como el marco básico de la habitación del ser humano sin
incrementar el deterioro del ciclo vital y lograr integrarla a la
arquitectura y viceversa.
El nuevo paradigma arquitectónico dúctil se refiere a la
capacidad de los edificios para transformarse en el lapso
de su vida útil y dar cabida a los cambios substanciales que
requiere el ser humano respecto a sus necesidades de tipo
ambiental, funcional y psíquico, y la naturaleza con materia-
les de reúso y biodegradables. Estos cambios deben apoyar-
se en una tecnología que aporte los avances de punta, con
piezas prefabricadas especiales que sean flexibles, ligeras,
maleables, convertibles, durables, expansibles y desmon-

87
tables, para proponer una arquitectura movible y persona-
lizada, de bajo costo y mantenimiento, y que incremente
notablemente la calidad del espacio y su envolvente, y que
concilie las leyes naturales, sociales, culturales, estéticas, filo-
sóficas y tecnológicas sin contribuir al desequilibrio del ciclo
vital de la naturaleza, y permita que la forma arquitectónica
sea el producto lógico de todos los referentes, incluyendo
de manera consistente, a la naturaleza.
Las circunstancias de una naturaleza deprimida por la
acción desmedida del hombre, y una arquitectura disocia-
da de su entorno natural, creando problemas como la de-
forestación, las inundaciones, el cambio del clima, la esca-
sez de agua y hambrunas, la desertificación, entre muchos
otros, están siendo una influencia decisiva en los derroteros
de la humanidad. Actualmente el ser humano se encuen-
tra en una búsqueda constante de alternativas sustentables
que amortigüen los efectos de la naturaleza sobre el hom-
bre y, aunque existen muchas propuestas donde se priorizan
las condiciones ambientales por ejemplo: el mimetizar for-
mas, trabajar con energías alternativas, arquitectura donde
se mueven algunos de sus elementos, o con formas de árbol,
entre otras, no son aún suficientes.
En el presente estudio se propone un nuevo paradigma
arquitectónico dúctil que tiene movilidad y se transforma
para conciliar el hábitat humano con la naturaleza.

88
¿Por qué generar un nuevo
paradigma arquitectónico?
La arquitectura es ya un riesgo
para la supervivencia.
A lo largo de la histo-
ria de la humanidad
es notable la depre-
dación que el propio
hombre ha hecho del
planeta. En nombre
del avance de la civili-
zación y la tecnología,
se han desplazado
bosques por la cons-
trucción de ciudades
que nada o poco tie-
nen que ver con la
naturaleza, se han desviado ríos, secado lagunas, contami-
nado extensas áreas de terreno y mantos acuíferos con re-
llenos sanitarios, los litorales y sus riquezas de coral han sido
degradados, etc. El ser humano ha dejado que sus ambicio-
nes, su ignorancia y sus intereses particulares incrementen
peligrosamente el deterioro de su ciclo vital.
Entre otras muchas actividades, con la arquitectura se
ha contribuido, en gran medida, al deterioro mayor del me-
dio ambiente y se ha convertido en un riesgo para la super-
vivencia. Las formas creadas por la naturaleza no han sido
respetadas ni integradas al diseño de la arquitectura y de las
ciudades o viceversa “…hemos confundido cada vez más
en este siglo, la arquitectura con la mera construcción banal

89
de sólidos, con edificar sin más, sin mayor sentido, y llenar así
el vacío o ir destruyendo la naturaleza de las cosas, del pai-
saje…” (Rojas Garcidueñas, 1997).
La arquitectura encapsula el espacio y lo separa de la
naturaleza, del paisaje, haciendo aun mayor la disociación
entre espacio abierto y cerrado. El espacio abierto queda
afuera, independiente de la arquitectura construida y el es-
pacio cerrado permanece aislado de la naturaleza. No hay
una conciliación y equilibrio entre el hábitat humano y la
naturaleza, siendo que, la naturaleza, es el marco básico de
la habitación del ser humano, y al no ser considerada en un
sentido más amplio para el diseño del espacio arquitectó-
nico, modifica el proyecto y, en situaciones límite, la propia
naturaleza se ve modificada hasta el extremo de ser devas-
tada por la misma arquitectura.
La naturaleza es pues, la constante que enmarca todas
las acciones humanas pero, de manera inexplicable, el ser
humano no utiliza la totalidad de los elementos de la natura-
leza que tiene a su alcance para afectar el espacio de ma-
nera conveniente y equilibrada, desde su entorno inmediato
horizontal, con los vacíos que le provee la misma naturaleza
de los ríos, las montañas y la vegetación, la luz solar, el viento
o la lluvia, hasta su entorno mediato vertical que son los refe-
rentes con los que guarda una relación visual más allá de la
biosfera como las estrellas, la noche, la luna, los efectos de luz
celeste, etc., por lo que la naturaleza no participa de manera
definitiva en la configuración de la forma arquitectónica, ésta
es, en la mayoría de los casos, autónoma a la naturaleza. Si la
forma no es la conclusión de un proceso donde se conside-
ren todos los elementos involucrados animados e inanimados,

90
entonces la forma arquitectónica es un capricho.
Es indispensable crear un nuevo paradigma arquitectónico
que, con carácter dúctil, concilie el hábitat humano con la natu-
raleza de manera que mantengan una convivencia más armó-
nica y equilibrada. Ocupa un papel trascendental la tecnología,
para adaptar el espacio, conciliando los intereses de ambos.
El desafío de buscar soluciones dúctiles
y personalizadas es la realidad
procedente del siglo XXI.
Los avances en el diseño y construcción de automóviles,
barcos y aviones con nuevos materiales y procesos han dis-
minuido los tiempos de fabricación, sus costos, residuos de
producción y mantenimiento, mientras que la calidad del es-
pacio ha aumentado exponencialmente. En estos campos,
el ingeniero de procesos ha triunfado extendiendo su interés
desde el mismo proceso de diseño hasta prever su vida útil,
pasando por la implementación de
nuevas tecnologías, mientras que
en la construcción, el arquitecto
continúa usando, esencialmente,
los mismos procesos constructivos
del pasado.
Es inminente la necesidad de que
la industrialización intervenga en la
construcción, no vista como la pro-
ducción en masa del siglo veinte,
sino como la participación de la
producción industrial en la adap- El desafío de buscar soluciones dúctiles y
tación de la alta tecnología en los personalizadas es la realidad procedente del
edificios con la finalidad de llevar a siglo XXI.

91
la arquitectura las ventajas de los avances científicos y tecno-
lógicos a favor de la integración y confort del hábitat humano
y la naturaleza, y participe en la transformación de la arquitec-
tura natural y construida con elementos prefabricados especí-
ficos y apoye la formulación de un paradigma arquitectónico
más personalizado y dúctil.
La arquitectura es un acto natural del
ser humano.
El hombre, al hacer arquitectura, busca adaptar el espacio
en forma óptima a las necesidades psíquicas y físicas del ser
humano ya que no puede vivir sin protección del medio am-
biente, de los animales salvajes ni
del mismo ser humano, su proceso
de producción arquitectónica está
orientado por la cultura particular
de cada región del mundo, por las
características de su clima, la pre-
sencia de materiales en la región, su
contexto físico natural, su historia, su
filosofía, sus conceptos de belleza,
su tecnología y el modo de organi-
zación social, económico y político
de la población, por lo que la arqui-
tectura es un acto natural del ser
humano que engloba su entorno
físico y su interior psíquico.
Cuando se da solución arquitectónica a un problema de
espacio físico sin tomar en cuenta el todo, se está falseando
la realidad y, cuando la solución es expuesta para su uso
y apropiación ante los usuarios demandantes y los requeri-

92
mientos de la naturaleza, no responde a todas las condicio-
nantes que presenta la misma realidad, entonces, la solu-
ción se ve modificada en el corto plazo porque no responde
a la demanda. El proceso de diseño de la arquitectura debe
considerarse con toda la amplitud suficiente para abarcar el
conocimiento del problema pasando por la investigación y
conocer la realidad entorno a él, las conclusiones que son
las propuestas de solución desde el programa arquitectóni-
co y los conceptos, hasta la propuesta formal que es la ar-
quitectura y un paso más todavía que debe ser parte de la
estrategia de diseño que es la vida útil del edificio, su mante-
nimiento y por último, su destrucción o cambio de actividad
y aspecto. Este último paso es trascendental a considerar
en la toma de decisiones para que el edificio no sea un obs-
táculo en el desarrollo de la naturaleza y el ser humano, es
decir, de esta manera será un edificio dúctil.
En el mejor de los casos, al diseñar la arquitectura, se
toman en cuenta todos los referentes mencionados, aun-
que no es lo más común, ya que no se diseña con el todo,
sino que se van haciendo reduccionismos tomando algunos
de los referentes en cada caso particular. Sin embargo, es
de reconocerse que el mundo es de una sola pieza, todo
está interconectado, vivimos en un mundo orgánico, donde
nada se encuentra aislado ni fragmentado, todo es parte
esencial de la naturaleza.
Mientras que la naturaleza es dúctil, susceptible de cam-
bios o variaciones, se adapta a las contingencias de su tiem-
po y lugar, se autoorganiza para mantener el orden micro,
regional, global y universal, es orgánica y en movimiento, la
arquitectura habitual es rígida, dura, ortogonal, permanente

93
y, en la inmensa mayoría de los casos, inmóvil. El ser huma-
no también es dúctil, flexible, maleable y se adapta a las
condiciones del medio ambiente de su entorno mediato e
inmediato, se adecua a los acontecimientos de su ser social
e internamente, el organismo humano también se reorga-
niza para buscar el equilibrio de la salud y, el paradigma
tradicional de la arquitectura rígida tampoco responde a
esta condición.
Ante la ductilidad de la naturaleza y del ser humano,
la arquitectura debe responder con soluciones movibles y
transformables, para satisfacer las necesidades de los re-
ferentes funcionales, ambientales y psíquicos, generando
un nuevo paradigma arquitectónico dúctil, que concilie el
hábitat humano con la naturaleza, ya que la naturaleza
no es diferente de la arquitectura, ni un agregado, la na-
turaleza es parte esencial de la arquitectura, así como el
ser humano y sus acciones sociales, científicas, culturales
y artísticas son también parte de la misma naturaleza. La
arquitectura dúctil es personalizada, fácilmente maleable,
transformable, acomodadiza, mutable, de flexible condi-
ción y condescendiente con el ciclo vital de la naturaleza,
se adapta a su entorno natural, social, cultural, estético,
filosófico y tecnológico para satisfacer las necesidades físi-
cas y psíquicas del ser humano.
¿Cómo se justifica la transformación a un
nuevo paradigma arquitectónico dúctil?
La naturaleza como el marco básico del
habitar humano.
“La sostenibilidad es cada vez más el principal argumento
del proyecto arquitectónico en el siglo XXI, tanto por motivos

94
espirituales como prácticos. En el plano físico, el ecosistema
terrestre está sometido a una gran presión debido al calenta-
miento global. Toda arquitectura que eluda este problema y
no sea medioambientalmente sostenible carecerá de validez
moral...” (Edwards, 2008). La arquitectura es un producto cul-
tural que refleja la manera de sentir y de vivir de la sociedad en
cada época representativa de su historia. En la actualidad, el
medio ambiente es un factor más influyente en el quehacer
humano, por lo que la tecnología y las diferentes ciencias han
puesto manifiesto interés en transformar cada vez, con mayor
ahínco, los procesos productivos, sociales y económicos que
permitan adaptarse a la situación de la época.
Las condiciones actuales de la naturaleza, sensiblemente
afectadas, están obligando a encauzar las actividades hu-
manas en la vía de la sustentabilidad. La arquitectura no es la
excepción, hay ya muchas alternativas en las que se toma en
cuenta la naturaleza, la sustentabilidad, el medio ambiente,
las condiciones sociales, las energías alternativas, etc., aun-
que todavía no son suficientes. Se trata no sólo de aliviar de
manera superficial los conflictos creados por el hombre y la
propia naturaleza, sino de crear un paradigma que concilie
notablemente el hábitat humano y la naturaleza.
La sustentabilidad en arquitectura no sólo se refiere al
empleo de energías alternativas y materiales reciclables,
que son una estrategia cada vez más necesaria para la
preservación de las especies y del propio hombre con so-
luciones arquitectónicas que no comprometan la perma-
nencia de la naturaleza y la humanidad presente y futura.
Es indispensable ampliar el concepto incluyendo, la acción
de diseñar con la naturaleza como marco básico del ha-

95
bitar humano en el acondicionamiento del espacio con-
siderando su vida útil, mantenimiento, costos y su reúso, y
también, básico e insoslayable, es tomar en consideración
las condiciones psíquicas de las personas y sus cambiantes
estados de ánimo, para hacer una arquitectura dúctil que
pueda cambiar y que los usuarios puedan ir transformando
a lo largo del día, de las diferentes épocas del año y de
la vida de sus usuarios, tomando decisiones de diseño de
su propio espacio para adecuarlo en el momento en que
lo requieran. Entendiendo que el diseño es un proceso con
múltiples participantes, incluyendo no sólo a los distintos ti-
pos de profesionales, sino también a los usuarios directos del
espacio diseñado y, además, que los sistemas tecnológicos
empleados deben ser muy prácticos para ser desplazados,
rotados, alzados, doblados y sustituidos de manera fácil ya
que, debemos reconocer que, el medio ambiente de la na-
turaleza y el ser humano se encuentra en constante cambio
y que la arquitectura construida por el hombre es el produc-
to de un proceso en curso, sin fin, en constante movimiento
y transformación.
En éstos términos, la arquitectura dúctil es eficaz, flexible,
susceptible de cambios o variaciones según las circunstan-
cias o necesidades, tiene movilidad, recrea ámbitos muy dis-
tintos a cada momento en respuesta a los cambios de esta-
do de ánimo, funciones y requerimientos ambientales del ser
humano, no se sujeta a estrictas normas, dogmas o trabas
permitiendo cambios secundarios en la planificación del
espacio a favor del confort total con la identidad de quie-
nes lo habitan mejorando su operatividad y permitiendo el
funcionamiento independiente o conjunto de los diferentes

96
ámbitos que hacen la composición, dándole la capacidad
de actualizar el proyecto de acuerdo a las necesidades del
usuario en lo espacial y en lo tecnológico, con la aparición
en el mercado de nuevos sistemas constructivos más prác-
ticos, a menor costo o más resistentes, permitiendo, incluso,
un cambio total de uso en el edificio haciéndolo compatible
con las nuevas necesidades agregando espacios o modifi-
cando sustancialmente los existentes
¿Cómo sería un nuevo paradigma arquitec-
tónico dúctil que concilie al hábitat huma-
no con la naturaleza?
Necesidad de una convivencia equilibrada.
Al pretender conciliar, de manera dúctil, el hábitat humano
con la naturaleza, se deberán tomar en cuenta aspectos
del medio ambiente y del ser hu-
mano para lograr una conviven-
cia equilibrada entre ambos.
Respecto al ser humano, las
características a tomar en cuen-
ta son las necesidades psíquicas
como el estado de ánimo, el ha-
bitar en la luz y la penumbra así
como una relación confortable
entre el espacio abierto y el ce-
rrado, las necesidades de función
de acuerdo a las diferentes activi-
dades de los usuarios y las necesi-
dades de comodidad ambiental
en relación a la temperatura durante el día y la noche y las
diferentes estaciones, así como la privacidad visual y sonora.

97
Respecto a la naturaleza, se considerarán el entorno inme-
diato y el mediato, las energías, formas e hitos naturales de
valor histórico y biológico, la composición orgánica y el or-
den de la naturaleza y soluciones que no incrementen el de-
terioro ambiental.
Aspectos del ser humano
Nuestra visión del mundo es provocada por nuestro estado
de ánimo, cuando éste cambia, cambia también nuestra
percepción del mundo. Nuestros estados de ánimo confor-
man el mundo en el que vivimos.
El ser humano, a lo largo del día, tiene distintos estados
de ánimo, los que se ven reflejados en acciones similares,
aunque con variaciones notables, haciendo que sus necesi-
dades de espacio físico y psíquico sean cambiantes durante
el mismo día, a lo largo del año en sus diferentes estaciones,
estados del clima, períodos de tiempo y en sus diferentes
edades, sitios, organizaciones, cuando está solo o cuando
se reúne con familiares o amigos, cuando está melancólico
o alegre, estudiando o trabajando en alguna manualidad
o actividad intelectual, etc., todo esto, conlleva un estado
de ánimo diferente, y los cambios en él también nos provo-
can cambios físicos como latidos del corazón más rápidos
o lentos, sudor, cansancio, etc. Sin embargo, es de llamar
la atención que la arquitectura tradicional es un espacio li-
mitado por elementos fijos e inertes y, en la mayoría de las
ocasiones, permanentes, que satisfacen solamente algunas
de sus necesidades diarias y otras no.
Es un hecho que, en ocasiones, nos cambiamos de ropa
según el estado de ánimo, o asistimos a lugares específicos
a realizar actividades cotidianas, diurnas o nocturnas, por-

98
que en ellos nos encontramos confortables por sus formas,
colores, materiales, texturas, sensaciones o simbolismos. Hay
veces también que cambiamos de lugares porque los ámbi-
tos anteriores nos parecen ya monótonos o porque encon-
tramos algún lugar en el que nos sentimos más protegidos
en ciertas ocasiones, o más expuestos para la socialización.
Nuestros estados de ánimo son, a veces, el único motivo que
nos lleva a elegir el sitio que visitamos. Un lugar con muchos
colores y luces es un lugar adecuado para la convivencia
impulsiva y un lugar más discreto en colores nos permite un
mayor relajamiento emocional y físico.
En otras ocasiones asistimos a lugares porque funcional-
mente, el lugar donde vivimos diariamente no es suficiente
para las necesidades de trabajo, socialización, comerciali-
zación, etc. Las dimensiones del espacio son otra causa que
nos incita a cambiar de lugar cuando cambiamos de acti-
vidad. Por ejemplo, las dimensiones de una sala de una fa-
milia de cuatro miembros puede ser adecuada con tres por
tres metros de lunes a jueves pero, el viernes, cuando llegan
los amigos de los hijos puede reunirse un grupo de quince o
veinte personas, en el mismo espacio de tres por tres que es,
evidentemente insuficiente, el sábado, comparten el mismo
espacio los amigos de los padres y se reúne un grupo, tal
vez, de ocho o doce personas en el mismo espacio ya in-
suficiente, los domingos, con familiares se puede reunir un
grupo de seis o siete personas, en el mismo espacio que es
inadecuado por sus dimensiones, el lunes, el espacio, vuelve
a ser suficiente para la familia a nivel funcional. Todas estas
posibilidades, y más, son necesidades reales de una familia
estándar. Es indispensable que se tome en cuenta que una

99
persona o grupo de personas tienen necesidades funcio-
nales también cambiantes por lo que los espacios deberán
considerar también una flexibilidad mayor para satisfacer los
problemas de espacio arquitectónico. El espacio debe ex-
pandirse o reducirse, girar, elevarse, moverse de lugar, abrir-
se o cerrarse, etc., de acuerdo a las necesidades funciona-
les de los usuarios.
Es también de tomarse en cuenta que durante las dife-
rentes horas del día y estaciones del año, la temperatura, el
asoleamiento, la humedad del ambiente, la luz diurna, etc.,
cambian constantemente. Es también indispensable que se
consideren estos cambios para que el espacio tenga la posi-
bilidad de cambiar, con tecnología práctica, para adaptar-
se a las necesidades de los usuarios y mantener por mayor
tiempo las condiciones de confort ambiental que sean satis-
factorias para los usuarios.
La arquitectura, siendo la adaptación del espacio para so-
lucionar los problemas de espacio físico y psíquico del ser huma-
no, deberá contemplar dichos cambios de estado de ánimo,
ambientales y actividad, con un diseño que flexibilice el espacio
para adaptarlo temporalmente durante el mismo día o en pe-
ríodos mayores y crear condiciones funcionales, ambientales y
estéticas con elementos arquitectónicos movibles, flexibles, livia-
nos, resistentes y fáciles de emplear, que sean prácticos.
Así como la naturaleza se adapta a las diferentes condicio-
nes de su entorno como humedad, lluvia, sol, sombra, nu-
trientes del suelo, vientos dominantes fuertes o débiles, y el
ser humano se adapta también a las condiciones climáticas
y físicas de su entorno y es flexible por naturaleza para adap-
tarse a las condiciones sociales en las que se desarrolla, la

100
arquitectura debe, necesariamente, responder a esa con-
dición de ductilidad. La arquitectura dúctil se adapta fácil-
mente de una manera práctica a las condiciones funciona-
les, ambientales y psíquicas de la naturaleza y el ser humano
con elementos tecnológicos también dúctiles.
El movimiento de algunos de los elementos arquitectóni-
cos deberá crear mejores condiciones de confort para el ser
humano, sin el perjuicio de su entorno natural. La arquitectu-
ra como un acto responsable y sustentable deberá procurar
el equilibrio del desarrollo humano y la naturaleza para no
contribuir más con el deterioro del ciclo vital.
La arquitectura vista de esta manera participará en el
reforzamiento de las condiciones suficientes para la supervi-
vencia de las especies y la consecución de los procesos na-
turales de la biosfera, además de responder a las condicio-
nes físicas y psíquicas del ser humano creando un lenguaje
de formas innovadoras, una estética diferente y elementos
arquitectónicos movibles con cambios de materiales, textu-
ras y colores para las diferentes condiciones ambientales,
funcionales y estados de ánimo de las personas.
Aspectos del medio ambiente
La naturaleza es un ente vivo que cambia momento a mo-
mento de manera compleja, formada por cuerpos de agua
como lagos, lagunas y ríos, así como elevaciones y plani-
cies o valles, éstas son áreas de terreno creados de manera
natural en procesos que tardan siglos, por el efecto de la
lluvia, la temperatura, la latitud, la altitud, la cercanía o la
lejanía del sol y su incidencia perpendicular u oblicua, y por
el escurrimiento de las aguas desde las montañas hacía las
zonas más bajas. El tipo de suelo y su composición mineral

101
dependen de los mantos freáticos y su ubicación en pen-
dientes más o menos pronunciadas. Los vientos dominantes
provocados por la rotación de la tierra, las depresiones, las
elevaciones de las montañas y las temperaturas de la región
complementan las condiciones climáticas para la existencia
de vegetación con características particulares con ámbitos
adecuados para que crezcan los distintos pastos, arbustos,
setos y árboles que son distintivos de la región o del valle en
particular. El clima, resultado de todas las condiciones am-
bientales es determinante no sólo para la existencia de la
vegetación sino para la preservación de la fauna del lugar
donde se mantiene un equilibrio de interdependencia entre
los seres vivos del lugar y de ellos con la naturaleza, equilibrio
que asegura la supervivencia de las especies. El movimiento
y cambios constantes crean energías naturales que provo-
can el equilibrio en el planeta.
Nada es arbitrario, todo tiene un porqué, una, varias o
muchas razones de ser. La ecología, que es el estudio de la
interrelación de los seres vivos con su medio ambiente tan-
gible, explica claramente desde su nivel micro hasta su ni-
vel macro, las relaciones de interdependencia necesarias
para su preservación, la ecología entonces, nos muestra el
inconmensurable grado de complejidad en el que se des-
envuelve la vida en su ámbito particular. ¿Podemos imagi-
nar las innumerables reacciones químicas en cadena que se
producen segundo a segundo en toda la naturaleza, desde
las reacciones internas en cada uno de los seres vivientes
ya sean vegetales o animales pequeños o grandes, hasta
las descomposiciones químicas o los procesos naturales de
reproducción o entropía en el ambiente?

102
Al ser la naturaleza el marco básico del habitar huma-
no, es ineludible tomar como referencias todos los aspectos
que componen el entorno para proyectar la arquitectura.
Las energías naturales, el asoleamiento en los diferentes mo-
mentos del día y estaciones del año, la lluvia, la temperatu-
ra, la luz de la luna, los pastos, arbustos, árboles y setos, los
vientos dominantes y sus cambios en el entorno inmediato
de los edificios producto del microclima, las elevaciones de
sus montañas y las depresiones de ríos o valles y su integra-
ción visual al entorno. Todo esto marcará una tendencia en
la configuración de la forma arquitectónica.
En ocasiones, al proyectar la arquitectura se toman
como referencias hitos arquitectónicos, obviamente, cons-
truidos por el hombre, respetándose por sus valores estéti-
cos, culturales o históricos; sin embargo, no se tiene el mismo
respeto por los hitos naturales. Hay árboles que por su valor
histórico o biológico, por sus dimensiones, formas o su anti-
güedad, deben de respetarse y tomarse como referente al
proyectar la arquitectura.
En la naturaleza están sucediendo eventos extraordina-
rios en cadena, todos, de gran importancia para la supervi-
vencia y el desarrollo de la vida y de la geología. Aquí, en
este ámbito, se asientan las ciudades y su arquitectura. La
ciudades son “… la manifestación más compleja de la inter-
vención humana en la naturaleza. En ellas se puede experi-
mentar la forma en que las sociedades humanas han trans-
formado el medio ambiente y creado un medio ambiente
construido, casi artificial, en donde las referencias al medio
ambiente son cada vez menores…” (Chávez, 2004, pag 32)
Al parecer, las formas físicas de las ciudades se planifican

103
sin tomar en cuenta las formas de la naturaleza, las ciudades
son planificadas por los técnicos y los políticos alejados de
los intereses de los habitantes y de la naturaleza. Los vacíos
que provoca la naturaleza no se aprovechan por el ser hu-
mano para acentuar las ventajas en el diseño de su ciudad,
pues hay áreas que de manera natural son propicias para la
agricultura con terrenos ricos en minerales, deshechos bio-
degradables y humedad donde la producción puede ser
más abundante y con mayor calidad redundando esto en
más ventajas alimenticias y económicas para la población,
hay también terrenos que por su composición geológica y
sus capas resistentes formadas naturalmente, son propicios
para soportar cargas considerables de construcciones urba-
nas, hay también depresiones que forman vasos de agua
necesarios para el soporte hidráulico de los habitantes de
la ciudad y áreas boscosas también indispensables, etc. Al
parecer, las formas físicas de las ciudades se planifican sin
tomar en cuenta las formas de la naturaleza.
Si a nivel urbano, el diseño no incorpora ni respeta total-
mente la naturaleza, ya sea en su geología, clima, vegeta-
ción, fauna y al mismo ser humano, a nivel arquitectónico la
naturaleza sufre la misma suerte.
Cuando se va a modificar el espacio para adaptarlo
y satisfacer las necesidades del ser humano para cualquier
actividad, en la mayoría de las ocasiones, se toma el terreno
como un plano recto horizontal y no en las condiciones en
las que se encuentra, modificándose éstas con herramienta
de mano o con maquinaria pesada, des configurando las
características propias del terreno y obviando su capacidad
de concentración natural de agua de lluvia y la absorción

104
para sus mantos freáticos, sus irregularidades formales (de-
presiones y elevaciones), sus zonas de mayor o menor resis-
tencia a la compresión e incluso zonas pantanosas. Todo el
terreno se considera uniforme en sus características y, cuan-
do se busca la solución técnica, se utilizan cimentaciones
específicas para absorber esas diferencias, si las hubiera.
De igual manera en el diseño del espacio físico no se
toman en consideración, en la mayoría de los casos, las con-
diciones ambientales naturales del terreno como el asolea-
miento en las distintas estaciones del año, las áreas de som-
bra provocadas por los edificios de su entorno y los muros del
propio diseño, las vistas dominantes que integran su alrede-
dor inmediato horizontal ni su mediato vertical (la bóveda
celeste), el recorrido del viento y sus variaciones, las zonas
naturales del terreno respecto a su privacidad visual y sono-
ra desde el interior hacia el exterior y viceversa, las diferentes
temperaturas del año o el aprovechamiento del agua de
lluvia para su captación y reutilización o reabsorción y retro-
alimentación de los mantos acuíferos ni de manera expresi-
va para lograr efectos visuales de ornato. Tampoco la ener-
gía solar o la eólica se aprovechan en su totalidad para el
consumo interno de los usuarios. Aparentemente no importa
saturar de concreto el terreno sin prever la conservación de
la naturaleza del lugar, si hay uno o más árboles, arbustos,
setos o pasto, no se respetan ni se integran al diseño, al con-
trario, es más sencillo quitarlos para tener una explanada re-
gular donde se construya una espacialidad que poco tiene
que ver con el entorno natural. En la mayoría de los distintos
tipos de arquitectura la naturaleza no forma parte intrínseca
de ella sino que, en algunos de ellos, se acerca la vegeta-

105
ción a los espacios construidos como ornato cuando ya el
espacio ha sido concebido en forma independiente. Entre
la arquitectura convencional y la naturaleza hay una sepa-
ración evidente definiendo el espacio cerrado y el espacio
abierto sin que haya integración ni continuidad entre ellos,
obviamente con sus excepciones.
La forma de la arquitectura no es influenciada por la
naturaleza. Las formas de la arquitectura construida no co-
rresponden a su relación con el medio ambiente natural.
La arquitectura no integra la naturaleza, la arquitectura se
concibe, en la mayoría de los casos, como un ente diferen-
te a la naturaleza. No obstante esta concepción y práctica
regular, los seres humanos muestran su interés por la vegeta-
ción llevando al interior de los espacios construidos plantas
pequeñas y grandes e incluso árboles porque el ser humano
se siente ligado a la naturaleza y tiene un gusto especial por
ella. Lo que sucede en muchos casos es que el desconoci-
miento por la misma vegetación le lleva a cometer errores
porque se plantan árboles con raíces superficiales y robustas
que dañan las cimentaciones o la misma estructura de la
construcción o se desconocen las condiciones de vida de
las plantas y se marchitan o secan por falta de agua o se
pudren por abundancia de ésta o se coloca en lugares de-
masiado fríos o con poco o nulo asoleamiento o demasiado
sol, falta de aire, etc.
Si la arquitectura integra a la naturaleza como marco
básico de la habitación del ser humano, se refuerzan las
condiciones suficientes para la supervivencia de las espe-
cies y la consecución de los procesos naturales de la biosfe-
ra, además de que la arquitectura responderá a las condi-

106
ciones físicas y psíquicas del ser humano.
La adaptación de la arquitectura al medio ambiente
creará soluciones con un lenguaje de formas innovadoras,
una estética diferente y elementos arquitectónicos movibles
con cambios de materiales, texturas y colores para las dife-
rentes condiciones de luz ambiental.
El manejo de la luz ambiental, técnica, funcional y esté-
ticamente en los proyectos arquitectónicos, medibles en el
espacio de experimentación, será un factor desencadenante
de propuestas alternativas sustentables y altamente creativas.
Al conciliar, de manera equilibrada, el hábitat hu-
mano con la naturaleza, se obtendrá una arquitectura
dúctil, orgánica, irregular, plantas arquitectónicas libres
soportadas en gran porcentaje por columnas aunque
no se descarta la construcción de áreas mayores apo-
yadas en el terreno, cubiertas, ventanas y/o muros con
movimiento para captar el sol y el viento y la luz, o no,
durante las diferentes estaciones del año y horas del día,
estructuras ligeras y con gran capacidad de maleabili-
dad combinadas con estructuras rígidas en menor can-
tidad, materiales flexibles, ligeros, térmicos, resistentes,
durables, y con poco mantenimiento, sensaciones de
libertad, transparencia, ligereza, protección, metáfora,
seguridad, integración con la naturaleza, sorpresa, be-
lleza, que no rompa con el ciclo vital, con un predominio
del orden ambiental y tomando en cuenta el entorno y
la identidad social.

107
¿Cómo debe ser la forma arquitectónica para
que exista ductilidad y conciliación del há-
bitat humano con la naturaleza?
La forma es la conclusión física de un
proceso de adaptación.
Así como la naturaleza se ve modifica-
da en su forma exterior e interior por los
efectos de las condiciones ambienta-
les por procesos que pueden tardar si-
glos y las acciones del propio hombre,
la arquitectura deberá ser influida por
la sociedad y el medio ambiente que
rodea al sitio, la forma arquitectónica
entonces, será el producto de este pro-
ceso.
“El mundo es, para los natura-
listas, una gran voz de mensajes “a
quien pueda interesar” revestidos de
forma…/… por ejemplo, las adapta-
ciones de los pies y los picos de los pájaros, como las garras
del bucero y el pájaro carpintero, el águila pescadora, el
ánade real y la focha, el avetoro común y la perdiz blanca,
o los picos del pinzón y el tucán, el fulmar y la espátula, la
avoceta y el flamenco, el kiwi y el frailecillo. En cada uno de
estos extremos, la forma expresa el proceso: son indivisibles,
y los dos son explicativos; ésta es la forma significativa ele-
mental en lo referente a los órganos.” (McHarg 2000, pag
168)
Los procesos naturales se ponen en evidencia desde la
forma. La forma es consecuencia de las condiciones y ne-

108
cesidades de permanencia en la vida, e incluso, de los ob-
jetos de por sí inanimados, las montañas y las piedras más
pequeñas son producto de una adaptación, nada es autó-
nomo ni espontáneo, todo responde a un proceso. De igual
manera, la forma en la arquitectura no puede ser autónoma
ni espontánea, la arquitectura responde a procesos natura-
les, sociales, culturales, estéticos, tecnológicos y filosóficos.
La forma arquitectónica es una consecuencia de las nece-
sidades de la naturaleza y el ser humano.
”…La forma es también comunicación, al dejar que unas
criaturas se den a conocer a otras de la misma especie, al
diferenciar especies, al ocultar identidad como ocurre con
el camuflaje, o el engañar como ocurre con el mimetismo.
La forma es pues comunicación, la presentación del signifi-
cado.” (L. McHarg, 2000). La forma en arquitectura comuni-
ca una cultura, una sociedad, una estética y un momento
histórico por lo que la arquitectura debe, necesariamente,
ser el resultado de un proceso que se vea enmarcado por su
entorno cultural tangible e intangible.
La forma arquitectónica, por naturaleza, es un produc-
to, no una ocurrencia. Si la forma no es la conclusión de un
proceso donde se consideren todos los involucrados anima-
dos e inanimados, entonces la forma es un capricho. La ar-
quitectura no es un capricho, es la adaptación del espacio
natural con elementos construidos de manera dúctil para
resolver las necesidades del ser humano y la naturaleza, de
manera sustentable.
El concepto de edificio abierto. No es posible negar que
el ser humano y sus referentes sociales, culturales, estéticos,
tecnológicos y filosóficos son parte de la misma naturaleza por

109
lo que, el hombre, lleva intrínsecamente en su interior como
esencia de su identidad la libertad, el gusto por el medio am-
biente, la lluvia, el sol, el viento, las montañas, los lagos, ríos y
mares. La arquitectura tradicional ha encapsulado el espa-
cio y aislado al hombre de su ámbito natural. La arquitectura
dúctil intenta regresarle a su hábitat la relación inmediata y
mediata de la naturaleza. El edificio abierto es un concep-
to prioritario que identifica lo natural y construido como una
sola percepción. La relación tanto funcional (paso directo),
como ambiental (integración visual) y psíquica (identidad)
del hombre con la naturaleza, es una necesidad insoslayable
que le dará al edificio una característica fundamental, des-
de la forma y su apariencia hasta el confort diario, elevando
parte del edificio en soportes para liberar el terreno y crear mi-
croclimas, como lo hace un árbol, permitiendo la vida natural
en el ámbito construido y motivará la conciliación del hábitat
con la naturaleza de manera dúctil, convirtiéndose en una
influencia positiva en la conformación de la forma arquitec-
tónica como parte de un proceso.
Las características del nuevo paradigma de arquitectura
dúctil trae consigo el movimiento de elementos arquitectó-
nicos, la transformación del espacio y su envolvente, en un
diseño sin fin, así como la ampliación o reducción de las di-
mensiones de la forma para extenderla, dilatarla, ensanchar-
la o difundirla, todo sobre un prototipo estructural en el que
es posible cargar, adosar, colgar, tenzar, pegar, deslizar o
girar con sistemas constructivos ligeros, resistentes, durables,
de bajo costo, fácilmente desmontables y de poco mante-
nimiento, con sistemas constructivos y estructurales de alta
tecnología realizable en procesos industriales especiales para

110
hacer una arquitectura personalizada y bajando los costos
de producción y sus residuos e incrementando la calidad del
espacio dúctil. Todas estas características deberán estar ex-
puestas a la vista para hacer más práctico el movimiento y el
mantenimiento de los elementos arquitectónicos así como su
cambio y reúso, en su caso. Hacer evidente la estructura y los
sistemas constructivos así como el cambio constante del es-
pacio y su envolvente y la liberación del terreno, levantando
un porcentaje considerable de la construcción, permitiendo
la creación de microclimas en ambientes controlados para
permitir el crecimiento de la vegetación entorno a la arqui-
tectura natural y construida, serán característicos de la arqui-
tectura dúctil, por lo que constituye una nueva estética de
formas innovadoras en la arquitectura.
¿Cómo se genera, técnicamente, la ductili-
dad en los espacios arquitectónicos que con-
cilian al hábitat humano con la naturaleza?
La tecnología industrial en apoyo de la
arquitectura dúctil
Tradicionalmente muchos diseñadores y propietarios han tra-
bajado con la presunción de que sus edificios nunca van a
experimentar un cambio
significativo, no existe la
motivación para invertir en
desarrollos de arquitectura
dúctil, ni la cultura social
permite aceptar cambios
sustanciales en la manera
de construir y habitar los
edificios. Los constructores

111
buscan que su inversión tenga una recuperación a corto pla-
zo y obtengan mayores beneficios económicos, por lo que
hay pocos edificios diseñados con ductilidad, y por lo tanto,
pocos ejemplos de que la arquitectura dúctil es un principio
de diseño eficaz para conciliar el hábitat humano con la na-
turaleza.
Es necesario dar cabida a los nuevos paradigmas que
modifiquen positivamente e incorporen los sistemas tecno-
lógicos industriales en apoyo a la arquitectura dúctil y de
diseño permitiendo que los usuarios intervengan en el pro-
yecto de su propio espacio y lo transformen de acuerdo a
sus necesidades o preferencias personales o de grupo con
un proceso de diseño que no tiene fin, que sean ellos mismos
los que decidan el movimiento de los elementos arquitectó-
nicos y en qué momento lo requieren o desean. Es indispen-
sable, entonces, que la tecnología empleada en el edificio
sea muy práctica para ser desplazada, rotada, alzada, do-
blada y sustituida de manera fácil, dándole la capacidad
de actualizar el proyecto de acuerdo a las necesidades del
usuario en lo espacial y en lo tecnológico, con la aparición
en el mercado de nuevos sistemas constructivos más prácti-
cos, de menor costo o más resistentes, permitiendo, incluso,
un cambio total de uso en el edificio haciéndolo compati-
ble con las nuevas necesidades agregando espacios o mo-
dificando sustancialmente los existentes a favor del confort
total con la identidad de quienes lo habitan, haciendo una
arquitectura personalizada por ellos mismos.
Los materiales deberán ser resistentes y de fácil mante-
nimiento para que sean durables, ligeros y de bajo costo, y
con disposición para doblarse fácilmente de manera prácti-

112
ca, y que permite cambios de uso dentro y fuera del edificio
haciendo que el espacio se transforme en algo distinto de
lo que era.
Es indispensable también, en la arquitectura dúctil, dise-
ñar para el desmontaje y mejorar el rendimiento operativo, ha-
ciendo que el prototipo estructural y los elementos arquitectó-
nicos con movimiento tengan cierta independencia para ser
removidos fácilmente para transformar el espacio o para evi-
tar gastos de demolición o desmontaje, para cambiar algunos
elementos por otros de mayor compatibilidad o gusto. De esta
manera se incrementa la capacidad de actualización de los
sistemas constructivos y se está a la vanguardia de la tecnolo-
gía o se planean actividades a corto plazo.
Respecto al costo de la arquitectura dúctil, se puede
hablar en términos de un desembolso inmediato, mediato y
a largo plazo. En el corto plazo, el desembolso no es mucho
mayor de lo que cuesta una construcción tradicional por-
que son elementos ligeros y pueden, algunos, irse adaptan-
do poco a poco, en la medida de las posibilidades econó-
micas del propietario. A mediano plazo, el edificio es más
redituable ya que permite adaptar el espacio mejorando
el confort de acuerdo al crecimiento o decrecimiento de
las necesidades de los usuarios sin tener que cambiar de
edificio o hacer modificaciones con demoliciones costo-
sas y, a largo plazo, tiene las mayores ventajas económi-
cas, ya que los usuarios pueden dejar el edificio y rentarlo
o venderlo y el nuevo propietario o inquilino podrá hacer
las adaptaciones que corresponda sin mayor inversión ya
que el edificio está diseñado para desarmar o desmontar
y lograr transformar el espacio de acuerdo a las nuevas

113
necesidades reduciendo los costos y el impacto ambiental
asociado a edificios para usos nuevos.
Todo cambio trae necesidades de adaptarse en la
forma de vida, en la tecnología, en la manera de diseñar,
etc. En el caso particular de la arquitectura dúctil, el Estado,
tendrá que estudiar la manera de normar políticas públicas
que estimulen la construcción de edificios de este tipo.
¿Por qué es pertinente la arquitectura dúctil?
Equilibrio y armonía entre el hábitat
humano y la naturaleza.
La ductilidad en la arquitectura es per-
tinente porque el mundo enfrenta la
escasez de recursos materiales, eco-
nómicos y una crisis ecológica impor-
tante. Es inminente la necesidad de
poner en práctica nuevos paradigmas
sociales, económicos, políticos y, entre
ellos, nuevos paradigmas arquitectó-
nicos, que permitan una convivencia
más armónica y equilibrada entre el
hábitat humano y la naturaleza, en-
tendiendo que el ser humano es un in-
tegrante más de la naturaleza.
La sociedad está cambiando
constantemente y cualquier pronósti-
co a corto plazo sería inexacto y con
gran nivel de incertidumbre. Construir
edificios rígidos en los que los cambios
sustanciales implican una gran inversión, no son confiables
ni aseguran su utilidad a mediano o largo plazo. Suponer ser

114
adaptados para nuevas actividades es incierto y poco fiable,
pues, no están diseñados para el desmontaje y esto, disminu-
ye el valor del beneficio. El desarrollo tecnológico también
crece a un ritmo acelerado y con él, la sociedad cambia su
forma de vida. Los espacios de trabajo, de convivencia social
y los de la propia vivienda están siendo modificados y no se
sabe cuán distintos serán en el futuro mediato.
En el transcurso de la vida de un edificio, el cambio es
inevitable, tanto en el ámbito social y económico como en
el entorno físico, y en las necesidades y expectativas de los
ocupantes. Un edificio que es más dúctil se utilizará más efi-
cientemente, porque puede responder a los cambios a un
menor costo. Además el edificio puede mejorar el desem-
peño ambiental durante el ciclo de vida y se adaptará a los
cambios y contingencias de la naturaleza y del ser humano.
Los edificios dúctiles utilizan, probablemente, la misma
extensión que los tradicionales, aunque la flexibilidad de los
sistemas constructivos y estructurales permite que los usuarios
lo utilicen con propósitos diferentes sobreponiendo activida-
des cuando les sea conveniente, dándole un uso más efi-
ciente del espacio. Cuando, en una oficina, se requiera más
área de trabajo que de oficina, se moverán los elementos
arquitectónicos y se agrandará el espacio que se va a utilizar,
o viceversa. La ductilidad de la arquitectura podrá permitir
que los cambios sociales y tecnológicos sean aplicados en el
edificio cuando sea necesario y éste, tendrá vigencia y ac-
tualidad aún cuando, en el futuro, las actividades y la orga-
nización social traigan actividades diferentes, prolongando la
vida útil de los edificios y permitiendo aumentar o disminuir
la densidad de los usuarios en la medida de las necesidades

115
y las posibilidades del espacio. El espacio puede ampliarse
porque la arquitectura dúctil está soportada en prototipos es-
tructurales planificados para su crecimiento, llenando los hue-
cos que, exprofeso, se dejaron en el diseño original.
Los edificios dúctiles están adaptados a la naturaleza
ofreciendo la oportunidad de orientarse de manera diferen-
te con movimiento de elementos arquitectónicos, en cada
período del día y la noche o en los diferentes meses del año,
por lo que se puede manipular y aprovechar mejor el micro-
clima creado por el sitio en el que se encuentra el edificio y
bajar, sustancialmente, la necesidad de utilizar energías arti-
ficiales, por lo que el ahorro económico es también conside-
rable, además de que son susceptibles de incorporar nue-
vas tecnologías alternativas o tradicionales que con mayor
eficacia disminuyan el costo energético diario.
En los edificios públicos, la ductilidad es también venta-
josa, pues, si una comunidad experimenta un crecimiento
repentino en la población, la expansibilidad y la convertibi-
lidad de edificios existentes pueden contribuir a la construc-
ción del nuevo espacio con una cubierta más barata, más
rápidamente, y con menos daño al carácter del edificio y
la naturaleza.
La arquitectura tradicional no se adapta a la naturaleza,
la evita y la sustituye, creando ámbitos artificiales construidos
con materiales duros, inmóviles, pesados y, en la mayoría de
las ocasiones, no degradables, esto, cambia las condiciones
naturales del sitio y, repetido infinidad de veces, se crean los
resultados negativos, para el medio ambiente y el propio ser
humano, que tenemos en la actualidad.
En la naturaleza un árbol, por ejemplo, no limita el paso

116
del viento, la lluvia, el sol e, incluso, de la vista. La ductilidad
es un principio de diseño eficaz para mejorar el funciona-
miento ambiental que toma, por ejemplo, el orden de un
árbol y no es un obstáculo para la naturaleza permitiendo la
creación de microclimas entre los espacios construidos y en
su entorno para luego, abrir el espacio interior hacia los ám-
bitos naturales del sitio reforzados por elementos naturales y
construidos movibles para incrementar el confort ambiental
en la vida de los usuarios.
A nivel urbano y ambiental, la arquitectura dúctil permi-
te desahogar grandes extensiones de terreno con edificios
construidos sobre soportes, en proporciones notables, por lo
que el agua de lluvia tendrá más posibilidades de ser absor-
bida por el subsuelo, alimentando la vegetación y creando
microclimas que benefician la existencia de variadas espe-
cies animales y vegetales. El incremento de la vegetación
promoverá un ambiente más saludable ya que los espacios
construidos están más en contacto e integrados a la natu-
raleza, promoviendo un acercamiento mayor entre la na-
turaleza y el urbanismo y a las personas a un ambiente más
natural.
La propuesta de la arquitectura dúctil propone un equi-
librio entre el hábitat humano y la naturaleza ya que la arqui-
tectura tradicional responde fundamentalmente a intereses
económicos, políticos y sociales dando solución a una ne-
cesidad social primaria de protección y seguridad, a través
de la construcción de conjuntos habitacionales donde se
resguarda a la sociedad sin más beneficio de calidad del
espacio, sin que la sociedad reconozca el costo que la na-
turaleza ha pagado para tal solución, ya que grandes zonas

117
naturales con gran variedad de especies animales y vege-
tales que tenían su propio equilibrio han sido desplazadas
o eliminadas; como desviación de ríos, relleno de una ba-
rranca natural, deforestación, contaminación del aire, sue-
lo y agua, para crear una superficie regular donde se han
construido las ciudades que conocemos, creando conflictos
trascendentes para el medio ambiente y el ser humano.
En la estrategia de diseño, la arquitectura dúctil permite
la exaltación de conceptos como los siguientes:
Flexibilidad, porque permite cambios menores en la pla-
nificación del espacio.
Transformar, permite cambios de uso dentro del edificio
y su relación con el exterior.
Agrandar, facilita adiciones a la cantidad de espacio
en un edificio.
Durabilidad, permite seleccionar materiales, ensambles
y sistemas que requieren menos mantenimiento, reparación
y sustitución y alarga la vida útil de los edificios.
Desmontaje, porque sus elementos constitutivos son más
fácilmente reutilizados o reciclados y pueden reducir los cos-
tos y el impacto ambiental relacionados con la adaptación
de edificios para nuevos usos. También reduce los costos
ambientales deliberadamente por diseñar un edificio para
una vida más corta, tal vez, y para facilitar el desmontaje y
la reutilización de componentes y materiales
Es importante que se considere para el mantenimiento
de los edificios, que existen tres categorías en la composi-
ción de los mismos con una vida útil diferenciada:
1ª. La estructura que tiene una vida útil, en promedio, de
60 años o más.

118
2ª. Las instalaciones eléctricas, sanitarias e hidráulicas
con una vida útil aproximada de 15 a 20 años.
3ª. los acabados en pisos, muros y plafones con una vida
útil de 5 años aproximadamente, según sean éstos.
Direcciones de correo electrónico
Equilibrio y armonía entre el hábitat humano y la naturaleza
http://ecologia2009.wordpress.com/2009/06/24/contaminacion-am-
biental/
Consulta: mayo 2010
La forma es, en la naturaleza, la conclusión física de un proceso de
adaptación
wiki.sumaqperu.com/es/Fotografías_del_año_2007
Consulta: mayo 2010
La naturaleza como marco básico del habitar humano
www.xtec.es/~jarrimad/contemp/wright.html
Consulta: mayo 2010
Necesidad de una convivencia equilibrada
www.soygik.com
Consulta: mayo 2010
La arquitectura es un acto natural del ser humano
http://www.turimexico.com/puebla/acholula.php
Consulta: mayo 2010
La arquitectura, es ya un riesgo para la supervivencia
http://homepage.mac.com/helipilot/Photoalbum20.html
Consulta: septiembre 2009
El desafío de buscar soluciones dúctiles y personalizadas es la realidad pro-
cedente del siglo XXI
http://search.babylon.com/?q=autom%C3%B3viles+vanguardia&s=im-
g&babsrc=conduit&q=autom%C3%B3viles+vanguardia
Consulta: mayo 2010
La tecnología industrial en apoyo de la arquitectura dúctil
http://motor-show.com.ar/2008/05/18/industria-automotriz/

119
Bibliografía
Guía básica de la sostenibilidad Segunda edición revisada y ampliada
Brian Edwards
Editorial Gustavo Gili, SL, Barcelona, 2008
Proyectar con la naturaleza
L. McHarg, Ian
Ediciones Gustavo Gili, México, 2000
Arquine
Invierno 2009
Edición número 50
Revista internacional de arquitectura y diseño
Citas
Brian Edwards, 2008
Guía básica de la sostenibilidad
Segunda edición revisada y ampliada
Editorial Gustavo Gili, SL, Barcelona
L. McHarg, Ian, 2000
Proyectar con la naturaleza
Ediciones Gustavo Gili, México
Rojas Garcidueñas, Manuel, 1997
De la vida de las plantas y de los hombres
SEP – fondo de cultura económica
Chávez, Arq. Cesar Rafael.
Artículo: la ciudad y el medio ambiente, una relación compleja
Revista ciencia y desarrollo num. 174, 2004

120
Evolución
de la temperatura interior
de la vivienda vegetal
de la mixteca poblana,
por la Dra. Arq. Gloria Carola
Santiago Azpiazu

121
Evolución de la temperatura in-
terior de la vivienda vegetal de
la mixteca poblana
Gloria Carola Santiago Azpiazu
INTRODUCCIÓN
La casi extinta vivienda indígena del pequeño poblado de
Santa Inés Ahuatempan, situado al sureste del estado de
Puebla en México, forma parte de una rica herencia cul-
tural de los grupos ndaru . Esta vivienda, completamente
adaptada al medio ambiente, no provoca alteraciones en
su entorno y aprovecha al máximo los materiales que ofrece
la naturaleza logrando con ello el bienestar térmico de quie-
nes la habitan.
Situadas en una región climática seca semicálida con
lluvias en verano, estas construcciones poseen característi-
cas particulares en su disposición, orientación y forma que
conjuntamente con un adecuado manejo de materiales,
permiten conseguir ambientes interiores confortables para la
mayor parte del día, tanto para el mes más caluroso como
para el mes más frío.
El análisis bioclimático de esta vivienda está precedida
por una recopilación de las variables climáticas del lugar ob-
tenidas de la estación climátologica 00021165 Ahuatempan,
latitud: 18°24’00” N, longitud: 097°11’00” W., perteneciente al
Servicio Meterorológico Nacional de México (SMN). Los datos
sobre los materiales, procesos constructivos y condiciones de
uso de las viviendas fueron obtenidos de fuentes directas.
A partir de los datos, el estudio valora la relación que
guarda este tipo de hábitat con su entorno. Se explican las

122
características tecnológicas de la vivienda vegetal de la
mixteca poblana y los materiales utilizados, incluyendo una
breve descripción de cada uno de ellos; la ordenación del
conjunto, que permite conocer aspectos relacionados con su
emplazamiento, su estructura urbana y espacios públicos; el
carácter de su estructura en cuanto a su tipología, su distribu-
ción, su forma y volumen, su orientación, su desarrollo interior
y colores; así como el paisaje y la vegetación que ha permiti-
do aprovechar las ventajas que ofrecen los materiales autóc-
tonos integrando en su conjunto el proceso constructivo.
Finalmente se presenta un análisis del ambiente interior
de la vivienda, no se trata de un estudio exhaustivo, pero
permite evaluar el confort térmico de estos espacios habi-
tables. El análisis de la evolución de la temperatura interior
tanto para el mes más frío como para el más cálido, mues-
tra la estabilidad térmica que presentan estas construccio-
nes. Este análisis se complementa con una exploración de
la relación que guardan los elementos constructivos con el
medio ambiente, cuyo resultado es, de acuerdo a las condi-
ciones climáticas, a la disposición de materiales y a la mano
de obra, una adecuada solución a los problemas de protec-
ción y de confort térmico, dando lugar como lo menciona
Olgyay (1963:5) a “expresiones constructivas con un fuerte
carácter regional”.
DESARROLLO de Aspectos
geográficos. Ubicación
El municipio de Santa Inés Ahuatempan está situado al sur del
estado de Puebla en la región central de los Estados Unidos
Mexicanos, sus coordenadas geográficas son 18º 24’ latitud
norte y 98º 01’ longitud oeste. Al norte colinda con el munici-

123
pio de Zacapala, al sur con el de Acatlán,
al este con el de Tepexi de Rodríguez y al
oeste con el de Cuayuca de Andrade. For-
ma parte de la denominada “mixteca po-
blana”, se encuentra a 1800 metros sobre el
nivel del mar (msnm). En esta región los vien-
tos son variables con predominio del viento
del sureste, que sopla a una velocidad de
0,6 a 2,0 m/s.
Fisiografía y clima de la mix-
teca poblana
Los límites del estado de Puebla encierran áreas que corres-
ponden a cuatro provincias o regiones fisiográficas del país:
la Sierra Madre Oriental al norte, la Llanura Costera al este,
el Eje Neovolcánico al oeste y la Sierra Madre del Sur en la
zona meridional.
El poblado de Santa Inés Ahuatempan, perteneciente a
la mixteca poblana, se localiza en la provincia Sierra Madre
del Sur que comprende el 45,42% de la superficie del estado
de Puebla y está constituida por parte de siete subprovin-
cias ocupando la mayor parte de la porción sur de la enti-
dad hasta los límites con el estado de Oaxaca. El poblado
pertenece a la subprovincia Cordillera Costera del Sur que
abarca el 13,11 % de la superficie del territorio poblano en la
zona sur-suroeste del mismo (INEGI, 2000) .
En general los climas que predominan en el estado de
Puebla son los templados, aunque también se encuentran
los climas cálidos, los semicálidos, los semisecos, los secos,
los semifríos y los fríos. Santa Inés Ahuatempan tiene un clima
seco debido al efecto de sombra pluviométrica u orográfi-

124
ca, está definido como un clima seco semicálido con lluvias
en verano, este clima es característico de las regiones que
se encuentran por arriba de los 1500 msnm. Su temperatura
media anual es de 24,3 ºC y su precipitación total anual
es de 877,9 mm, el porcentaje de lluvia invernal es menor
de 5 mm y el invierno se considera fresco debido a que la
temperatura media anual de mes más frío es menor 18 ºC.
El mes más cálido es abril con 20,5 ºC de temperatura me-
dia mensual y el mes más frío es enero con 15,3 ºC. De junio
a septiembre se registran los promedios más altos de lluvia
mensual con un máximo de 175,1 mm para el mes de junio y
en diciembre se presenta el más bajo con 6,0 mm.
Valoración de la vivienda vegetal de la
mixteca poblana
Desde que el hombre aparece sobre la tierra ha sentido la
necesidad de guarecerse de las inclemencias del tiempo,
ya sea del calor o del frío, así como protegerse de la ame-
naza de los animales, es por ello que en un principio aprove-
cha las cuevas, los huecos y las hondonadas, lugares que le
sirvieron de morada.
Posteriormente utiliza los materiales de su entorno, al
principio solo construye simples refugios, es decir, viviendas
de materiales vegetales frágiles, después, gracias a la fa-
bricación de herramientas elementales, combinaron esos
materiales con diferentes minerales para construir albergues
más resistentes y permanentes. El desarrollo y evolución de
la vivienda ha sido lento pero sin duda la influencia del me-
dio ambiente fue y sigue siendo el factor de mayor impor-
tancia (Moya, 1988).
La vivienda indígena en México, como en otras partes

125
del mundo, tiene el mismo principio y desarrollo. Las necesi-
dades, el medio ambiente y la disposición de materiales lo-
cales dan lugar a tipologías edificatorias peculiares de cada
sitio. Por otra parte, el desarrollo de la vivienda está vincu-
lado al estado económico y social, cuando ésta evolucio-
na corresponde siempre a un mejoramiento en el aspecto
económico y por ende en la calidad de vida. Aunque algu-
nos etnólogos consideran que la vivienda es un índice de la
cultura y de la psicología de los pueblos, la construcción de
las viviendas indígenas en México está determinada por la
enorme influencia del medio geográfico aunada a la situa-
ción económica precaria de estos grupos sociales.
La superficie de México es muy vasta y en ella encon-
tramos una gran variedad de medios geográficos y climas.
En esta diversidad de factores se encuentran diseminados
muchos grupos étnicos, algunos comparten regiones y la
única barrera es el idioma como sucede con los grupos indí-
genas que viven en la región mixteca de Puebla y Oaxaca,
en cambio otros viven aislados en zonas muy distantes, tal es
el caso de los indígenas raramuris que viven diseminados en
las alturas de la Sierra Madre Occidental.
El grupo étnico que habita en la mixteca poblana es
el ndaru. Se trata de un grupo que comparte la región con
otros grupos del estado de Puebla y Oaxaca, el medio geo-
gráfico y los materiales de los que disponen para fabricar sus
viviendas son afines, por ello guarda ciertas semejanzas con
las de otras comunidades.
La valoración de la vivienda vegetal se ha realizado en
tres niveles: el primero corresponde a un análisis de las ca-
racterísticas generales de los elementos climáticos predomi-

126
nantes, su importancia relativa y sus efectos direccionales;
en el segundo nivel se determinan las categorías relaciona-
das con la ordenación residencial, el diseño de las vivien-
das y los sistemas constructivos. El tercer nivel comprende un
análisis del ambiente interior de la vivienda, no se trata de un
estudio exhaustivo, pero permite evaluar el confort térmico
de estos espacios habitables. El análisis de la evolución de
la temperatura interior se realiza tanto para el mes más frío
como para el más cálido con el fin de determinar la estabili-
dad térmica que presentan estas edificaciones.
Interpretación climática específica
de Santa Inés Ahuatempan
Ordenación residencial
El poblado de Santa Inés Ahuatempan está constituido por
una zona central y cinco barrios, el Barrio de San Antonio, el
Barrio de Jesús, el Barrio de los Reyes, el Barrio de Santa Inés
y el Barrio de Santiago, las unidades parcelarias urbanas que
integran las manzanas son variables, la densidad actual de
las viviendas es baja y disminuye del centro a la periferia.
La parcela o solar son los elementos generadores de la es-
tructura urbana de la mixteca poblana, las superficies que
abarcan son importantes, los asentamientos no están con-
cebidos para implantar únicamente las viviendas, sino para
servir al modo de producción ya que son comunidades que
dependen fundamentalmente de la actividad agrícola de
temporal.
Este poblado se caracterizan por una sólida organiza-
ción de barrios que rige su estructura social y religiosa, la
conciencia de la gente de pertenecer a un sector del po-
blado se encuentra estrechamente relacionada con la con-

127
ciencia de formar parte una comunidad específica y de su
situación socioeconómica.
Emplazamiento: El poblado está situado en un valle, las
pendientes son poco pronunciadas, la velocidad del viento
que proviene del sureste varía entre 0,6 y 2,0 m/s, hay poca
humedad durante la primavera, otoño e invierno y la pre-
sencia de lluvias torrenciales en verano es importante.
Estructura urbana: No se requiere protección contra los
vientos debido a su baja velocidad. Las viviendas se en-
cuentran agrupadas de dos a tres unidades por parcela en
torno a un espacio central abierto, en donde generalmente
existen árboles de hoja caduca que proporcionan sombra
en verano y permiten el asoleamiento en invierno. La orde-
nación de la vivienda es libre y abierta, está mezclada con
la naturaleza como puede apreciarse en las figuras 2a y 2b.
Los cerramientos de quiotes o cactos delimitan simbólica-
mente el “espacio protegido” (López, 1993:13).
Espacios públicos: En el centro del poblado existe una
plaza central con grupos de árboles que proporcionan som-
bra. La disposición de las calles es irregular no predomina
ninguna orientación en particular.
Paisaje: La relación que existe entre el interior de la vi-
vienda vegetal mixteca y el exterior es armoniosa, la utiliza-
ción de los espacios exteriores no se encuentra afectada
significativamente por la presencia sus habitantes, en los ba-
rrios se percibe un paisaje natural con alteraciones mínimas.
Vegetación: La vegetación de la región es característica
de un clima semiseco, es escasa, predomina la palma (figu-
ra 3a y 3b), material que se aprovecha para la construcción
de las viviendas así como para la elaboración de productos

128
artesanales y de uso cotidiano. Tam-
bién hay pequeños arbustos y árboles
bajos denominados mezquites, cuya
madera que se caracteriza por su du-
reza, también se aprovecha para la a.El clima semiseco es propicio para
vivienda. Existen además otras zonas el crecimiento de algunas especies
como la palma.
cubiertas de cactáceas en donde
crece el maguey, del cual se aprove-
cha el “fruto” o quiote, una especie
de tronco que florece en su centro.
De tejido esponjoso, este material se
utiliza cortado longitudinalmente por
la mitad para la fabricación de los
cerramientos verticales o muros de sus
viviendas.
MATERIALES DE CONSTRUC-
CIÓN
Los grupos indígenas ndaru de la mix-
teca poblana, construyen sus vivien- La abundancia de la palma en
das empleando los materiales que la esta región, genera los llamados
naturaleza les ofrece. La facilidad en “manchones”.
su obtención, preparación y utiliza-
ción permite un aprovechamiento inteligente pues recurren
a aquellos que son asequibles y adecuados para proteger-
los del clima y los cambios atmosféricos.
La experiencia y los conocimientos transmitidos de pa-
dres a hijos les han permitido seleccionar adecuadamente
los materiales, el tiempo de corte y los métodos de acarreo
y habilitación dando lugar a viviendas económicas, dura-
deras y bellas. Esta región climática, seca semicálida con

129
lluvias en verano , se caracteriza por la abundancia
de ciertos vegetales que son aprovechados para la
construcción de sus casas. Aunque en algunos casos
podemos encontrar materiales inorgánicos, predomi-
nan los de origen vegetal. A continuación se presenta
una breve descripción de cada uno de ellos:
Horcón. Tronco o rama robusta de madera mas o
Detalle de uniones menos recto que sirve como pié derecho (columna o
entre horcones, bra- pilar), pero generalmente como poste en el ángulo de
zo o tijera y soleras
(elementos horizon-
una vivienda. Comúnmente el extremo superior rema-
tales de soporte). La ta con dos pequeñas ramas en dirección divergente
solera se sujeta en la en forma de V, como las horquetas. Esta horqueta sirve
horqueta del horcón para fijar la viga horizontal (figura 4).
o elemento estructu- Cuilote: Son varas que se extraen de una cactá-
ral vertical, entre las
dos soleras se forma cea conocida con el nombre de gigante cuilote, este
el alero, cuya fun- vegetal sirve de soporte al formar una retícula en la
ción es evitar que cubierta y es la base donde se teje la palma (figura
durante el tiempo 5), el cuilote es utilizado también como refuerzo ho-
de lluvias, el agua
caiga directamente
rizontal en los muros perimetrales; a veces el gigante
sobre los muros de cuilote es sustituido por otate.
quiotes. Otate. Especie de caña gigantesca que se pro-
Fuente: archivo foto- duce en los terrenos cenagosos, se utiliza como arma-
gráfico GCSA. dura de las cubiertas en las viviendas. El otate es una
planta de la familia de las gramíneas, de tallo nudoso
y leñoso, parecido al carrizo y al bambú, se encuen-
tra en diversos estados de México, entre ellos, Puebla,
Oaxaca, Veracruz, Jalisco, y San Luis Potosí. En algu-
nos otros estados como en Sonora y Chihuahua se de-
nomina otatillo.
En general es un material muy apreciado para la
Preparación de la
palma para el tejido
de la cubierta y los
petates.
Fuente: archivo foto-
gráfico GCSA.

130
construcción de viviendas indígenas por tener una
constitución casi uniforme, gran tamaño y diversidad
de diámetros, esto permite su utilización como pila-
res, vigas o soleras Los diámetros pequeños se utilizan
como recubrimiento de paredes y para construir divi-
siones interiores en otras regiones del país.
Cerramiento verti-
Palma. Se denomina palma en forma general cal de la vivienda
a las hojas de una gran variedad de palmeras que formada por quio-
crecen en las regiones cálidas del país y que se usan tes y refuerzo hori-
en la construcción de cubiertas. Su forma y duración zontal de cuilotes.
dependen de la especie de palmera, edad y natura- Fuente: archivo
leza del terreno, (figura 6). fotográfico GCSA.
Quiote . Palabra del mexicano quiotl. Tallo que
produce el maguey de uno a tres metros de largo y
de 15 a 20 cm. de diámetro. Para su utilización se cor-
ta longitudinalmente por la mitad, de ser necesario se
empareja con machete y se deja secar; después se
coloca verticalmente formando el cerramiento de la
vivienda (figura 7).
Mecate. Cordel vegetal hecho con palma. Para
tejerlo se utiliza la palma verde y se seca al sol. Para
alcanzar su dureza y resistencia se emplea el mis-
mo procedimiento de cocción del petate, se utiliza
como elemento de sujeción en la construcción de la
vivienda mixteca (figura 8).
Petate. Tejido hecho con palma a manera de ta- Amarre de los horco-
pete. La palma se corta tierna, se deja secar, se re- nes con la estructura
moja en agua, se raja o separa en pares y se teje utili- de la cubierta con la
zando los pares de acuerdo al tamaño requerido del utilización de mecates.
petate. Una vez terminado, se hierve en agua (para Fuente: archivo foto-
gráfico GCSA.

131
apretar el tejido y evitar resquebrajamiento), finalmente se
deja secar para utilizarlo como recubrimiento interior del ce-
rramiento vertical y como acabado final de pisos. El petate
hecho de grandes dimensiones y tejido de una sola pieza, se
conoce con el nombre de petlameca (figura 9).
Los materiales descritos para la fábrica de estas vivien-
das son típicos de esta región; sus nombres son los utilizados
por los nativos.
DISEÑO DE LA VIVIENDA
Tipología de la vivienda vegetal: son viviendas ligeras y dis-
persas, organizadas en conjuntos libres dentro de cada so-
lar. Generalmente se orientan al norte o sur con respecto a
su acceso. Existe una relación armónica entre la vivienda
y la naturaleza, se aprovechan los materiales de la región
(horcones, quiotes, cuilotes y palma). Son unifamiliares y se
construyen con formas regulares, su tamaño es variable.
Distribución general: La vivienda de la mixteca poblana
se compone generalmente de dos o tres edificaciones in-
dependientes una de la otra, están ubicadas dentro de un
solar o parcela, se destinan una o dos de ellas a las habita-
ciones y la de menores dimensiones a la cocina. Su planta
es rectangular, se desplantan sobre el terreno natural, están
rodeadas de la vegetación autóctona y no están alineadas
con respecto la calle.
Planta de las viviendas: Las viviendas son de una sola
planta (figura 10), mantienen una proporción 1:2. Los indí-
genas ndaru determinan el tamaño de sus viviendas por el
número de tijeras, las casas de mayor tamaño tienen seis ti-
jeras y éstas a su vez se miden por brazadas (brazos extendi-
dos) (figura 10). La superficie de cada uno de estos espacios

132
varía entre 20 y 32 m2 aproximadamente; su ubicación con
respecto al solar es también variable; las cabeceras pueden
estar al oriente o al poniente; no tienen ventanas, los dos
únicos vanos son: la puerta hecha de quiotes que se coloca
indistintamente al norte o sur según su posición en relación
a la parcela (o solar) y una ventilación en la cubierta sólo
en una de las cabeceras (figuras 11 y 12). Los cerramientos
verticales de las habitaciones y de la cocina se construyen
con quiotes recubiertos al interior con petates, las cubiertas
son de palma sobre una estructura de cuilotes.
El interior: la vivienda mixteca está libre de muros, aun-
que en algunas se emplean divisiones con textiles o petla-
mecas para separar las áreas destinadas a dormitorios. Ha-
bitualmente las camas están hechas con un enrejado de
otates soportados con horcones y recubiertos de petate.
Colores: estas viviendas, al ser completamente vegeta-
les no requieren del uso del color, las superficies exteriores
son naturales. El interior, al permanecer en penumbra, es os-
curo y el color se lo da el petate o petlameca que se coloca
como recubrimiento para la protección contra el viento.
PROCESO CONSTRUCTIVO
Los procesos de construcción en la mixteca poblana son ca-
racterísticos de la región, los principales elementos construc-
tivos son: los apoyos, los cerramientos verticales y la cubierta.
En la vivienda vegetal de la mixteca poblana se utilizan
como elementos de apoyo (pilares) los horcones. Las vigas
perimetrales (solera) y la estructura de la cubierta descan-
san sobre ellos, estos apoyos son troncos o ramas robustas
relativamente derechos, pueden encontrarse descorteza-
dos o no, con un diámetro que varía entre 10 y 20 cm. de un

133
árbol llamado mezquite, cuya madera se caracteriza por su
dureza. Por lo general el extremo superior remata en dos pe-
queños troncos con dirección divergente en forma de “hor-
queta”, de aquí el nombre genérico de horcón.
La estructura de la cubierta se apoya sobre estos ele-
mentos que se encuentran distribuidos perimetralmente a
una distancia aproximada de 1,00 m. Se utilizan horcones
de mayor tamaño en cada una de las esquinas (figura 13).
Los cerramientos verticales de estas viviendas están
compuestos por cuatro elementos oriundos de la región;
los quiotes o elementos verticales, los cuilotes o elementos
horizontales de refuerzo, el petlameca como recubrimiento
interior, y el mecate, como elemento de sujeción y amarre.
Los quiotes se cortan por la mitad en el sentido longitudinal
quedando dos medias cañas, éstas se emparejan, se de-
jan secar y una vez secas se colocan verticalmente con la
parte curva hacia el interior. El cerramiento se amarra con
mecate a dos hileras de otates perimetrales que rodean la
vivienda con una separación de 60 cm aproximadamente
(figura 14). Al interior se colocan petates cuya función es im-
pedir el paso del viento al interior de la vivienda a través de
las aberturas que se forman al unir los quiotes debido a sus
irregularidades (figura 15). La ejecución de este proceso se
realiza una vez concluida la construcción de la cubierta.
Una vez hincados los horcones se construye la cubierta,
su fábrica es la etapa más compleja. Estos elementos sopor-
tan las soleras que a su vez sirven de base para los brazos o
tijeras que sustentan la cubierta en forma de V invertida.
La cubierta está compuesta por soleras, contra soleras,
tijeras, caballete, mecate y palma. El elemento portante es

134
el armazón de la estructura y sostiene al elemento protector
(palma). Los techos son de cuatro aguas con aleros que
sobresalen unos 0,60 metros, el caballete está situado a una
altura aproximada de 5 metros sobre el nivel de terreno. La
cubierta mide unos 3,0 metros de altura y está formada por 4
o 6 pares de tijeras, que son cuatro otates unidos en uno de
los extremos formando dos pares de V’s invertidas apoyadas
en la viga perimetral o solera. Sobre las tijeras se arma una
retícula de otates, éste entramado tiene de separación en
el sentido horizontal 4 “dedos” (8 a 10 cm) y en el sentido
vertical de 1 “cuarta” (mano abierta, de 20 a 25 cm), la retí-
cula está amarrada con mecate torcido (figuras 16, 17 y 18).
Para el acabado de la cubierta o techo se utiliza un
material muy abundante en la región, la palma. El proce-
dimiento consiste en colocar manojos de palma madura,
seca (color marrón) y golpeada (majada) de tal manera
que se forman pequeñas fibras que la hacen impermeable.
Estos manojos se amarran sobre la armadura de otates con
la misma palma.
El acopio y habilitación de los materiales para la cubier-
ta es sin duda lo que requiere mayor tiempo. El proceso es
largo, desde la recolección de la palma en el campo, su
secado, su azote, y la conformación de los manojos, que
requiere de un lapso considerable, hasta la colocación de
la palma en la estructura, pasa otro periodo también impor-
tante.
Cuando la cubierta es nueva el espesor de la palma es
de unos 25 cm y su color es marrón. A medida que transcurre
el tiempo el espesor disminuye y su coloración se oscurece
(figuras 19 y 20). El tiempo de vida útil de este material en

135
la cubierta es variable, de 15 a 30 años, transcurrido este
lapso se procede a cambiar la cubierta por palma nueva.
Actualmente las viviendas sufren alteraciones debido a la
influencia de los materiales “modernos”, se sustituyen tanto
las cubiertas de palma por láminas galvanizadas, como los
muros de quiotes por bloques de hormigón.
Además de utilizar materiales regionales en el procedimien-
to antes descrito, la mano de obra también es regional, existe
una colaboración de los vecinos y cuando la cubierta está fina-
lizada, se hace una fiesta para celebrar su terminación.
Los pisos son de tierra apisonada como sucede con la
mayoría de las viviendas indígenas del país. En esta región
las lluvias no suelen ser frecuentes, se presentan únicamente
en el verano y aunque en ocasiones pueden ser torrencia-
les, no se requiere elevar a vivienda sobre el nivel del terreno.
ANÁLISIS BIOCLIMÁTICO
A partir de la descripción de los materiales y del sistema
constructivo de la vivienda vegetal de la mixteca poblana,
se evalúan las condiciones ambientales de estos espacios y
el bienestar térmico que perciben sus habitantes, como par-
te de dicha evaluación, se requiere un análisis bioclimático
de la vivienda.
La percepción del ser humano sobre el confort resulta
un fenómeno complejo ya que intervienen simultáneamen-
te, diversos parámetros y factores (Serra, 1999). Dentro de los
parámetros ambientales o de confort encontramos aquellas
características objetivas de un espacio valoradas en térmi-
nos energéticos, éstas actúan directamente sobre las perso-
nas que ocupan dichos espacios y pueden ser específicos
(térmicos, acústicos, visuales), o generales (dimensiones del

136
espacio, tiempo, etc.). Los factores de confort están vincu-
lados a los usuarios del espacio por lo tanto son indepen-
dientes al ambiente pero influyen en su apreciación. El ca-
rácter personal que percibe el usuario, queda definido por
un conjunto de condiciones que pueden ser: biológico-fi-
siológicas (edad, sexo, herencia), sociológicas (educación,
moda, ambiente familiar, tipo de alimentación) y psicológi-
cas (adaptabilidad) .
Un ambiente que ofrezca una sensación de confort
resulta de la combinación entre los parámetros y los fac-
tores del usuario. En gran parte, la arquitectura vernácula
ha basado el diseño de sus ambientes habitables en esta
sensación, sus habitantes conocen muy bien la influencia de
cada uno de los factores y sus repercusiones, y partiendo
de una valoración empírica de los parámetros ambientales,
han elegido aquellos materiales que les ofrecen las mejores
condiciones de confort para el medio en el que viven.
El clima ha sido uno de los elementos determinantes en
la fabricación de la vivienda de la mixteca poblana, aun-
que no el único ya que también ha influido de manera im-
portante su precaria situación económica. Para definirlo,
se requieren conocer los valores estadísticos de los distintos
factores climáticos y los estados y fluctuaciones del tiempo
(Neila y Bedoya, 1997).
Las características climáticas de un lugar están dadas,
en gran medida, por su ubicación geográfica, esta región se
encuentra en el hemisferio norte del continente americano
(latitud, 18º 24’ 00” N; longitud de 97º 11’ 00” W), en la zona
interior o continental del centro de México, está situado a
una altura sobre el nivel del mar de 1800 m, las lluvias son

137
escasas aunque pueden
llegar a ser tormentosas
en verano, en términos
generales el clima se
considera seco semicáli-
do con lluvias en verano.
Las normales climatoló-
gicas corresponden a la
estación metereológica
00021165 del poblado de
Santa Inés Ahuatempan.
Los registros correspon-
den al periodo de obser-
vación de 1971 a 2000 (29
años).
Los gráficos 1 y 2
muestran la evolución
de la temperatura y la
precipitación, la tempe-
ratura media anual es de 20,8 ºC y la precipitación anual
acumulada es de 700,9 mm . El mes más frío es diciembre
con una temperatura media mínima de 8,8 ºC con registros
de mínimos diarios de 1 ºC y 0 ºC en los meses de noviem-
bre, diciembre y enero; el mes más caluroso es abril con una
temperatura media máxima de 28,7 ºC y registros de máxi-
mas diarias para los meses de marzo, abril y mayo de 34 ºC y
35 ºC. En el verano se presentan las lluvias más intensas que
pueden llegar a ser tormentosas, no se cuenta con datos
sobre irradiancia.
Gráfico 1. El gráfico muestra que enero es el mes más frío

138
con una temperatura media de 16 ºC, en este mes se registra
una temperatura mínima de 8,8 ºC y una máxima de 23 ºC.
Abril es el mes más caluroso del año con temperaturas que os-
cilan entre los 12,9 ºC como mínima y los 28,7 ºC como máxima.
Gráfico 2. En el gráfico se observa que junio es el mes
más lluvioso del año y diciembre como el mes que presenta
el valor mínimo de precipitación pluvial con 6 mm.
EVOLUCIÓN DE LA TEMPERATURA INTERIOR
La situación geográfica, el clima y la disponibilidad de ma-
teriales de la mixteca poblana han sido determinantes en
la tipología de la vivienda de esta zona, pero también lo
han sido la organización familiar y la situación económica
de estos grupos sociales. Al estar situada en una zona seca
semicálida, sin grandes variaciones anuales y diarias de su
temperatura, se han aprovechado en su construcción los
materiales vegetales autóctonos que además de su disponi-
bilidad, ofrecen buenas condiciones interiores como se pue-
de apreciar en los gráficos 3 y 4 de evolución de la tempera-
tura interior tanto en el mes más frío (enero) como en el mes
más caliente (abril).
En estas gráficas se muestra una variación de la tempe-
ratura interior en función de la exterior, esto se debe a que
tanto los muros como la cubierta de la vivienda son vegeta-
les y ofrecen poca resistencia al intercambio de calor con el
exterior, sin embargo la oscilación térmica no es muy gran-
de, 4,57 ºC para diciembre y 4,94º C para abril, tomando en
cuenta 1 m2 de ventilación correspondiente al único hueco
abierto permanentemente que tiene la vivienda ubicado en
una de sus cabeceras.
Si bien la velocidad del aire es baja, 0,6 a 2,0 m/s, es

139
importante mencionar que las uniones entre los cuilotes que
forman sus muros no están completamente selladas (debi-
do a su irregularidad), quedando pequeñas aberturas entre
ellos. Con el fin de impedir que el viento penetre a través de
estas aberturas, se recubre la parte interior de los muros con
un petlameca, cuya función es impedir la inyección directa
del viento aunque no se consigue un bloqueo total.
Es difícil cuantificar con exactitud el área de estos hue-
cos, ya que el diámetro de cada cuilote presenta variacio-
nes en el sentido longitudinal, por otra parte al ser un ma-
terial vegetal, su consistencia también se modifica con su
edad. Para analizar la evolución de la temperatura interior
bajo estas condiciones, se tomó un área correspondiente a
1 m2, así se comparan los datos obtenidos con las dos alter-
nativas, la primera considerando únicamente la ventilación
existente en la cubierta y la segunda, agregando a la ante-
rior 1 m2 de área equivalente de ventilación por las carac-
terísticas que presentan dichas uniones.
En la tabla 1, se presentan las oscilaciones obtenidas de
la evolución de la temperatura interior y se contrastan con
la oscilación de la tempera-
tura exterior.
Tabla 1. Oscilación
de la temperatura
interior-exterior
La estabilidad térmica de la
vivienda varía en función de
la superficie del hueco para
ventilación, si ésta es de 1
m2 tanto para el mes más

140
frío como para el más caliente, el coeficiente de estabilidad
térmica, C.e.t. = 0,30, indica que se trata de una vivienda
con buena inercia térmica , es decir, es un espacio estable
y la tendencia a cambiar su temperatura interior cuando
varía la exterior es baja. Cuando el área de hueco conside-
rada es de 2 m2, el C.e.t. = 0,52 , esto significa que el local
posee inercia térmica (Neila, 2000) pero con una mayor ten-
dencia a cambiar, la oscilación térmica es mayor, de 7,92 ºC
para el mes más frío y de 8,55 ºC para el más caliente, por lo
que es necesario implementar estrategias bioclimáticas que
ayuden a reducir estas variaciones. Una posible solución es
incrementar el aislamiento de los cerramientos verticales
para que las filtraciones por efecto del viento se reduzcan o
desaparezcan.
ANÁLISIS DE LOS ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS
La vivienda vegetal de la mixteca poblana no posee ven-
tanas, el único hueco que tiene está situado en una de las
cabeceras al este u oeste indistintamente, a través de él se
favorece la ventilación.
Debido a que no hay grandes fluctuaciones estaciona-
les ni diarias en la temperatura, los muros no cumplen con
una función específica como barreras térmicas, su utilidad
principal es la protección contra los insectos sin impedir el
paso de las corrientes de aire, no obstante, el viento no ejer-
ce una acción directa en el espacio interior debido a la pro-
tección de la cara interna de los muros y a su orientación.
Tanto el hueco de una de las cabeceras como el hecho de
no contar con divisiones internas, también favorecen el paso
del flujo del viento.
La cubierta es el elemento más importante y sobre el

141
que se presentan los impactos térmicos más fuertes. Es una
cubierta ventilada en uno de sus extremos, su considerable
altura mantiene fresca la vivienda y su gran inclinación per-
mite el rápido desalojo de las precipitaciones que aunque
escasas pueden llegar a ser torrenciales en el verano. La cu-
bierta se prolonga sobre los muros perimetralmente forman-
do un alero de 50 cm aproximadamente para evitar que la
lluvia caiga directamente sobre ellos y para protegerlos de
la radiación.
De planta rectangular, con una proporción de 1:2 apro-
ximadamente, el eje de composición es oriente-poniente, la
orientación norte-sur que presenta en el sentido longitudinal
permite una protección solar en la primavera y verano, así
como el aprovechamiento de la radiación y ganancias so-
lares en el invierno.
Esta región posee uno de los índices más altos de emi-
gración de la República Mexicana, hay un gran éxodo de la
población joven hacia los Estados Unidos de Norteamérica,
este fenómeno repercute en la economía de la población ya
que en general supone un ingreso adicional para sus familias.
Los cambios que implican un continuo flujo de emigra-
ción-retorno y el desarrollo de las comunicaciones, han ace-
lerado el proceso de intercambio de ideas y tecnología, esto
significa en muchas ocasiones la implantación de nuevos ma-
teriales y sistemas constructivos que no toman en cuenta el
entorno, repercutiendo negativamente en el comportamiento
ambiental de los espacios habitables. Debido a la sustitución
de los materiales autóctonos y los sistemas de construcción tra-
dicionales, las condiciones térmicas se han modificado signifi-
cativamente, alterando en consecuencia el confort.

142
Tabla 2. Evolución de la temperatura in-
terior para el mes más cálido

143
144
145
CONCLUSIONES
La vivienda indígena de la mixteca poblana presenta solu-
ciones que responden adecuadamente a su medio físico,
la interacción entre los distintos parámetros ambientales así
como la repercusión de los diversos factores del usuario han
sido decisivos en la forma y características de estos espacios.
De acuerdo con Olgyay (1963)... ”los resultados han sido ex-
presiones constructivas con un fuerte carácter regional”.
En este tipo de arquitectura el bienestar de quienes ha-
bitan los espacios ha sido uno de los principales factores a
considerar, sin menoscabar la precaria situación económica
de estos grupos sociales quedando de manifiesto el apro-
vechamiento de los materiales que el medio ambiente les
ofrece a través de una inteligente utilización de los mismos.
Aunque no se ha hecho un profundo análisis, puede de-
cirse que la vivienda cumple adecuadamente con su fun-
ción, básicamente protegiendo a sus moradores contra las
inclemencias del tiempo, constituyéndose en una barrera
contra el sol, la lluvia y el viento, principales fenómenos at-
mosféricos que los afectan, además de ser refugios contra el
frío y el calor, para lograrlo, estas viviendas aprovechan los
materiales autóctonos que favorecen el bienestar de quie-
nes las habitan.
A través de la observación y análisis de la arquitectura
vernácula de la mixteca poblana, resalta la gran habilidad
que poseen los grupos indígenas ndaru para adaptar sus re-
fugios a las necesidades particulares de su entorno, las trans-
formaciones que han sufrido este tipo de viviendas vegeta-
les se deben fundamentalmente a la adopción de ciertos
materiales como símbolos de “progreso”, así, la sabiduría en

146
el uso de materiales autóctonos y elementos constructivos
originales se ha perdido paulatinamente para dar paso al
uso nuevos materiales que conlleva una idea equivocada
acerca del significado de “progreso”.

BIBLIOGRAFÍA
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co, (2000), recuperado en noviembre 2009 en www.inegi.gob.mx.
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quitectónicas y constructivas de Acondicionamiento ambiental”, Editorial
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SERRA, Rafael, “Arquitectura y climas”, (1999), Editorial Gustavo Gili, Barcelona.
NORMALES CLIMATOLÓGICAS 1971-2000
ESTADO DE: PUEBLA

147
“La Vivienda en
la Arquitectura
Bioclimática Sustentable”
Evolución de la temperatu-
ra interior de la vivienda ve-
getal de la mixteca poblana,
por la Dra. Arq. Gloria Carola
Santiago Azpiazu

148
“La Vivienda en la Arquitectu-
ra Bioclimática Sustentable”
*José Luis Morales Hernández. Profesor Investigador Ti-
tular de la Facultad de Arquitectura de la Benemérita Uni-
versidad Autónoma de Puebla, Coordinador del Colegio de
Arquitectura de la FABUAP, Maestro en Tecnologías de la Ar-
quitectura por la BUAP, integrante del Cuerpo Académico
Diseño y Tecnología del Proyecto Arquitectónico.
*José Adolfo Ávila Trujeque. Profesor Investigador Titular
de la Facultad de Arquitectura de la Benemérita Universidad
Autónoma de Puebla, Coordinador de la Maestría en Tec-
nologías de la Arquitectura de la FABUAP, Maestro en Tecno-
logías de la Arquitectura por la BUAP.
*Arq. Ana Cecilia Cuevas Aguilar, Alumna de la Maes-
tría en Tecnologías de la Arquitectura de la FABUAP
Resumen:
Nos encontramos actualmente en una sociedad desarro-
llada, una vez que se cubren las necesidades en los edifi-
cios (vivienda), se produce una reflexión sobre los olvidados
aspectos medioambientales y que nos llevan al replantea-
miento en los procesos de producción industrial, siendo la
construcción uno de los sectores clave y como consecuen-
cia uno en los que más interés se ha puesto para la modifica-
ción de hábitos y procesos. La evaluación de los ya numero-
sos proyectos de arquitectura bioclimática nos ha permitido
comprobar la viabilidad económica y por otro lado las gran-
des ventajas medioambientales y de ahorro a mediano y
largo plazo. Se habla hasta de un 60%-70% de ahorro de
energía en los proyectos bioclimáticos frente a los proyectos

149
de construcción tradicionales, cuyo cuidado del medioam-
biente no se toma en cuenta.
El carácter conservador del sector de la construcción,
el escaso apoyo público y la escasez de conciencia social
ha influido para que el desarrollo de iniciativas sean limita-
das a pesar del crecimiento edificatorio experimentando en
los últimos años. El panorama actual del desarrollo paralelo
del aumento de la conciencia social respecto a temas am-
bientales y de la investigación, desarrollo y puesta en prácti-
ca de soluciones técnicas ya viables, sumados a un crecien-
te apoyo por parte de las administraciones públicas están
contribuyendo al resurgimiento de las iniciativas y plantea-
mientos que contribuirán indudablemente a un desarrollo
sostenible de la vivienda.
La arquitectura bioclimática sustentable en la vivienda
se define como el modelo de proceso arquitectónico que
busca la utilización de los recursos naturales, para obtener
un máximo confort. Debemos extender la definición como
aquel modelo que además de lo anterior busca minimizar
el impacto medioambiental tanto en el proceso de la fa-
bricación de los materiales, proceso constructivo y de los
desechos que se generan una vez habitados, así como del
impacto ambiental donde se construyen.

150
Introducción:
Un tema para compartir de diseño y construcción que son
ambientalmente más amables y que hacen que las edifica-
ciones y todo tipo de construcción se integre de una forma
apropiada con su entorno natural y permita convivir de una
forma no perjudicial con la naturaleza del planeta
Considerando que nos encontramos en una sociedad
desarrollada, y una vez cubiertas las necesidades básicas en
lo que se refiere a la salubridad e higiene en los edificios, se
produce una reflexión sobre los anteriormente olvidados as-
pectos medioambientales que lleva al replanteamiento de
todos los procesos de producción industrial, siendo la cons-
trucción uno de los sectores clave, y como consecuencia,
uno en los que más interés se ha puesto para la modificación
de hábitos y procesos
La evaluación de los ya numerosos proyectos de Arqui-
tectura Bioclimática nos ha permitido comprobar, por un
lado, la viabilidad económica de éstos planteamientos, y por
otro, las grandes ventajas medioambientales y de ahorro a
medio y largo plazo. Existen datos que hablan de hasta un
70% de ahorro de energía de los proyectos bioclimáticos fren-
te a los procedimientos de construcción tradicionales, cuyo
comportamiento medioambiental no se tiene en cuenta.
Y aunque al hablar de Arquitectura Bioclimática tende-
mos a destacar las cuestiones relacionadas con la gestión
y ahorro de la energía, la
tendencia actual es la con-
sideración global de todos
los aspectos que intervie-
nen en el proceso arquitec-

151
tónico valorando su adecuación ambiental.
A pesar de las ventajas demostradas, la Arquitectura Bio-
climática no ha dejado de ser, hasta la fecha, más que un con-
cepto con gran proyección mediática que no acababa de
materializarse como alternativa. El carácter conservador del
sector de la construcción, el escaso apoyo público y la escasez
de concienciación social han contribuido a que el desarrollo
de estas iniciativas haya sido muy limitado a pesar del gran
crecimiento edificatorio experimentado en los últimos años.
Panorama actual
El desarrollo paralelo del aumento de la conciencia social
respecto a temas ambientales y la investigación, desarrollo y
puesta en práctica de soluciones técnicas ya viables, suma-
dos a un creciente apoyo por parte de las administraciones
públicas están contribuyendo de manera tangible a un resur-
gir de las iniciativas y planteamientos que contribuirán indu-
dablemente a un desarrollo sostenible de nuestra vivienda.
Desarrollo:
Arquitectura Bioclimática Sostenible
Podríamos definir la Arquitectura Bioclimática como el mo-
delo de proceso arquitectónico que busca la utilización de
los recursos naturales, principalmente pasivos, para obtener
un máximo confort en la utilización prevista para dicho edi-
ficio. Unido a esto podríamos extender la definición a Arqui-
tectura Bioclimática Sostenible a aquel modelo que además
de lo anterior busca minimizar el impacto medioambiental
producido tanto en la fabricación de los materiales a utilizar,
como en desarrollo de la propia construcción, así como su
repercusión en el medio donde vaya a estar ubicada.
Esto no es un concepto nuevo ya que a nadie nos es ex-

152
traño ver documentales en los cuales pobladores de regio-
nes inhóspitas del planeta Tierra han sabido aprender de la
naturaleza aquellos recursos que aplicados a técnicas bási-
cas de construcción han hecho posible aumentar el confort
y la calidad de vida de los mismos. Tomemos por ejemplo
la fabricación de los iglúes por los pueblos esquimales, o las
construcciones de adobe de los pueblos de zonas más cáli-
das, las cuales mantienen una temperatura y una humedad
más adecuadas para la habitabilidad. Es decir, que nadie
ha inventado nada nuevo; todo lo contrario, volvemos a la
sabiduría de los ancestros para conseguir mejorar nuestra
calidad de vida. No vamos a negar que los avances tecno-
lógicos han ayudado bastante, pero eso sí, fundamentán-
dose en la propia naturaleza y su saber.
Cuando hablamos de Arquitectura Bioclimática Sosteni-
ble, debemos tener en cuenta varios factores:
• Bio, es decir, implica algo vivo, en el sentido de su ubi-
cación y el sentido de su fin. Por muy
aislado que esté un edificio estará
ubicado en un espacio rodeado de
vida animal y vegetal; y además es-
tará habitado por personas las cua-
les también interaccionarán con di-
cho entorno.
• Climática, porque tendrá en
cuenta las condiciones climáticas
del lugar y aprovechará las mismas
para crear un ambiente lo más con-
fortable posible, utilizando para ello
los recursos naturales como el Sol, las

153
corrientes de aire, las diferencias de temperatura, la orienta-
ción, etc.
• Sostenible, ya apuntábamos antes, sostenible en to-
dos los aspectos, utilización de materiales no contaminantes,
de ser posible materiales regionales, con una gestión ener-
gética y de residuos que minimice gastos y contaminantes. Y
otro aspecto muy importante, su sostenibilidad con el medio
en el que está ubicada evitando así impactos negativos en
el mismo.
En principio podría parecer que llevar a cabo todo lo an-
teriormente dicho supondría un sobrecosto adicional fren-
te a una vivienda actual normal, es decir, una vivienda to-
talmente no sostenible ni eficiente como la que tenemos
la mayoría de nosotros. Afortunadamente esto no es así, o
no debería serlo, además, una vez construido el edificio, el
ahorro energético es considerable, del orden de un 60-70%,
con su correspondiente ahorro económico. Quizás una de
las cosas que puedan encarecer dichas construcciones sea
el tiempo invertido, ya que para poder cumplir todo esto es
necesario una planificación previa y una dedicación minu-
ciosa a los detalles, cosa que hoy por hoy no suelen tener en
cuenta la mayoría de constructoras las cuales sólo valoran
costos y plazos.
Si que es cierto que no es muy normal poder encontrar
estructuras arquitectónicas a no ser en zonas alejadas de los
núcleos urbanos, o edificios de empresas o entidades que
apuestan por dichos modelos. Últimamente podemos ir vien-
do edificios que aunque no cumplen al 100% todo lo ante-
riormente comentado, si que es cierto que se acercan poco
a poco a dichos modelos constructivos, como por ejemplo

154
las nuevas unidades habitacionales que actualmente se es-
tán construyendo en nuestro país.
La vivienda bioclimática
Consiste en el diseño de edificaciones teniendo en cuenta las
condiciones climáticas, aprovechando los recursos disponi-
bles (sol, vegetación, lluvia, vientos) para disminuir los impac-
tos ambientales, intentando reducir los consumos de energía.
Una vivienda bioclimática puede conseguir un gran
ahorro e incluso llegar a ser sostenible en su totalidad. Aun-
que el costo de construcción puede ser mayor, puede ser
rentable, ya que el incremento de la vivienda se compensa
con la disminución de los recibos de energía y de agua.
El hecho de que la construcción hoy en día no tenga en
cuenta los aspectos bioclimáticos, se une al poco respeto
por el ambiente que inunda a los países desarrollados y en
vías de desarrollo, que no ponen los suficientes medios para
frenar el desastre ecológico que dejamos a nuestro paso.
Adaptación a la temperatura
Es quizá en este punto donde es más común incidir cuando se
habla de Arquitectura Bioclimática. Lo más habitual es aprove-
char al máximo la energía térmica del Sol cuando el clima es
Frío, por ejemplo para calefacción y agua caliente Sanitaria.
Cuando el clima es cálido lo tradicional es hacer muros
más anchos, y tener el tejado y la fachada de la casa con
colores claros. Poner toldos y cristales especiales como do-
ble cristal y tener buena ventilación son otras soluciones.
Orientación
La orientación de los dispositivos de captación y del edificio
en general está vinculada a la energía que se pretende cap-
tar. Si se trata de la radiación solar, la orientación más ade-

155
cuada para su mejor captación durante el invierno y para
evitar efectos perjudiciales en el verano. Si la captación es
de viento, los dispositivos más eficaces son los orientados a
vientos dominantes; pero dado que también es posible un
adecuado funcionamiento con otras orientaciones, en una
combinación de radiación y ventilación debe predominar
la orientación sur.
Efecto invernadero
Las ventanas protegidas mediante persianas, alargadas
en sentido vertical situadas en la cara interior del muro,
dejan entrar menos radiación solar en verano, evitando el
efecto invernadero.
Por el contrario, este efecto es beneficioso en lugares
fríos o durante el invierno, por eso, tradicionalmente, en lu-
gares fríos las ventanas son más grandes que en los cálidos,
están situadas en la cara exterior del muro y suelen tener mi-
radores acristalados, para potenciar el efecto invernadero.
Aislamiento térmico
Los muros gruesos retardan las variaciones de temperatura,
debido a su inercia térmica.
Un buen aislamiento térmico evita, en el invierno, la pér-
dida de calor por su protección con el exterior, y en verano
la entrada de calor.
Ventilación natural.
La estrategia fundamental en condiciones de verano es la
ventilación. Por ello, la estructura del edificio debe facilitar
la ventilación natural. Los elementos básicos serían las ven-
tanas opuestas para permitir la ventilación cruzada. Si se de-
sean sistemas más eficaces, por su capacidad o por su con-
trol, se pueden emplear chimeneas solares u otros sistemas

156
que funcionen con el calentamiento solar o con el viento.
La visión del consumo de la energía en los edificios tiene
varias vertientes. Su reducción representa un menor costo
económico para los usuarios, una menor dependencia de
fuentes limitadas y una reducción de la contaminación vin-
culada a su producción.
Captación, acumulación y aprovecha-
miento de las energías naturales
Los sistemas pasivos y activos de aprovechamiento de las
energías renovables se basan en tres principios: la captación
de la energía (calor o frío), su acumulación y su correcto
aprovechamiento gracias a una adecuada distribución. El
edificio en sí mismo, o los dispositivos mecánicos que se aña-
dan, deben cumplir esas funciones:
Acumulación de la energía.
Las energías naturales utilizadas en los sistemas bioclimáti-
cos son claramente cíclicas, generando altos picos de ener-
gía en momentos puntuales y su ausencia total en otros. El
recurso básico para reducir el golpe de energía y permitir
su disfrute durante un período prolongado de tiempo es
acumulándola según se capta. Un edifico con dispositivos
bioclimáticos de captación de energía, sin ningún sistema
de acumulación, tiene un funcionamiento interno peor que
otro edificio convencional sin ningún tipo de captación. En
los sistemas bioclimáticos la acumulación debe hacerse fun-
damentalmente en los elementos estructurales y constructi-
vos del edificio, optimizando de este modo su empleo.
Aislamiento térmico por el exterior.
Empleo de materiales con difusividades térmicas altas (alta ve-
locidad de calentamiento), como piedra, metales, cerámica.

157
Cubiertas.
Una cubierta plana recibe el 100% de las horas de sol de un
día. En verano, además, los rayos que inciden sobre ella en
los momentos de máxima irradiancia lo hacen de una forma
muy perpendicular. Las cubiertas ventiladas o vegetales del
tipo ecológico (de escaso espesor, con especies autócto-
nas, sin mantenimiento y con un consumo de agua mínimo)
eliminan los efectos del sobrecalentamiento sobre la cubier-
ta, por lo que, en climas calurosos y con alta radiación solar,
es conveniente añadir al aislamiento de la cubierta alguno
de estos sistemas.
Ventiladas Ecológicas
Otros equipos y sistemas energéticos de alta eficacia. Una
parte de la energía que consume el edificio se pierde por la
ineficacia de los sistemas de generación, consumo o distri-
bución de la misma.
Alumbrado.
La mejora de lámparas y luminarias puede ahorrar mucha
energía, si se emplean lámparas de bajo consumo o lumi-
narias de alta eficacia. Un correcto proyecto de alumbrado
dará lugar a la mejora definitiva.
La calidad del ambiente interior tiene que ver con la
calidad del aire, y su correcta distribución. La Arquitectura
Bioclimática debe preocuparse, tanto del ambiente exterior
y el posible daño sobre el medio ambiente, como el del am-
biente interior y el daño sobre los ocupantes.
Empleo de materiales de acabado sanos.
Los materiales interiores no deben desprender ninguna sus-
tancia o cuerpo molesto o perjudicial para la salud. Las re-
sinas sintéticas con formaldehídos emiten regularmente sus-

158
tancias perjudiciales. Las moquetas y los acabados textiles
pueden ser la base de colonias de ácaros. Los disolventes
sintéticos en general emiten sustancias perjudiciales.
Iluminación natural
Si bien el empleo de la iluminación natural representa un
ahorro energético, su aplicación más interesante en la ar-
quitectura debe verse desde el punto de vista de la calidad
ambiental, y por tanto, en ese sentido debe potenciarse.
Orientación de huecos.
Los más adecuados son los orientados hacia los puntos en
los que se capte exclusivamente radiación difusa; en gene-
ral el norte. Si penetra radiación directa en zonas donde se
pretende aprovechar como iluminación natural, los efectos
de deslumbramiento que conllevará serán muy negativos y
no será posible su aprovechamiento.
El agua doméstica, una vez empleada, se convierte en
aguas negras o grises que salen del edificio como una nue-
va forma de contaminación. El empleo de sistemas de con-
sumo de agua eficaces, como los electrodomésticos que
ajustan el consumo de agua a la carga del aparato, o las
cisternas de doble descarga, reducen el consuno. La auto-
depuración primaria de las aguas permitiría su reutilización
para el riego y la reducción del caudal contaminante.
Para ello es imprescindible el empleo de estructuras y
dispositivos interiores que faciliten el reciclado de basuras.
Por otro lado si se emplean materiales reciclables o recicla-
dos en el proceso de construcción, o en cualquier fase de
consumo, se estará reduciendo la cantidad de materia pri-
ma nueva que se incorpora al proceso de recuperación y
tratamiento.

159
Los edificios deben optimizar el uso del agua, tanto en
aquellas zonas donde la falta de agua pueda representar un
problema, como en aquellas donde siendo suficiente, su de-
puración y potabilización representan un alto costo social.
Empleo de sanitarios más eficaces.
El gasto de agua se puede optimizar si los sanitarios se fabri-
can y usan correctamente. El empleo de atomizadores re-
duce el consumo de agua en las llaves, y los electrodomés-
ticos inteligentes reducen, igualmente su consumo de agua.
Por otro lado, si se utiliza una red separativa de pluviales y
aguas sucias interiores, se pueden utilizar las aguas de lluvia
en algunos cometidos, como las cisternas.
Conclusiones:
La Arquitectura Bioclimática es Sostenible. Desde el punto
de vista de la arquitectura sostenible, su objetivo general
sería obtener el máximo ahorro en el consumo total de re-
cursos en relación con toda la vida útil del edificio y de la
ciudad, debiendo darle prioridad a la utilización de recursos
renovables y reutilizables. Un ejemplo destacado de recurso
renovable es el esfuerzo humano invertido por el proyectista
en el correcto diseño urbano y arquitectónico, siendo el que
mejor contribuye ya al ahorro de recursos materiales
Respecto al concepto de ahorro de recursos, la mejor
estrategia será siempre la supresión o reducción de la de-
manda de consumo, criterio que debería prevalecer sobre
el consumo de bienes reno-
vables en su origen o recupe-
rables al final de su vida útil.
Hay que considerar que to-
dos los recursos materiales in-

160
vertidos en la edificación se caracterizan por generar enor-
mes cantidades de residuos, ya sea durante todo el proceso
de ejecución, desde la obtención de materias primas, has-
ta su transformación de elementos o sistemas constructivos,
como también durante la fase de explotación del edificio,
ya sea por su consumo energético y contaminación en su
vida útil, como por las periódicas operaciones de manteni-
miento y renovación, entre los que destaca el proceso final
de demolición Además entre todos los recursos materiales
no renovables se debe destacar el consumo del propio te-
rritorio, mediante la ocupación del suelo y la modificación
medioambiental del entorno. Este proceso se caracteriza
por su acción negativa, generando un deterioro exponen-
cial en función de la escala de la intervención de conse-
cuencias ecológicas irreversibles o difícilmente recuperables

161
Bibliografía:
1.- Ciudades para un futuro más sostenible: http://habitat.aq.upm.es/
selectsost/ab3html;edición 2004
2.- Construible.es: http://www.construible.es/enciclopedia libre
3.- El blog de las energías renovables, Master D.
4.- Monroy Martín M. “La vivienda bioclimática sostenible; Dr. Arquitec-
to del Dpto. de construcción arquitectónica ULPGC
5.- Neila Javier “Arquitectura bioclimática en un entorno sostenible”;
buenas prácticas edificatorias; Madrid España; octubre 2000
6.- www.segundamano.com.mx

162
REQUISITOS DE DISEÑO
ARQUITECTÓNICO DE LA ENVOLVENTE
VERTICAL DE EDIFICIOS
MULTIFAMILIARES DE MEDIANA
ALTURA PARA SU DESEMPEÑO DURABLE.

Dra. Arq. Dora María Artiles López Dr.


Arq. Andrés Olivera Ranero

163
REQUISITOS DE DISEÑO ARQUITECTÓNICO DE
LA ENVOLVENTE VERTICAL DE EDIFICIOS MUL-
TIFAMILIARES DE MEDIANA ALTURA PARA SU
DESEMPEÑO DURABLE.
Consideraciones generales
Dentro de la solución general que requiere la denominada
vivienda social, para las condiciones particulares de Cuba,
el programa de viviendas deberá incluir nuevos proyectos
de edificios multifamiliares, así como el perfeccionamiento
de los existentes.
La solución social de mayor impacto, sustento principal
del desarrollo masivo de viviendas que se produjo en Cuba
en etapas anteriores (sobre todo en las décadas de los ’70
y ’80), fue la generalización de los edificios multifamiliares en
todo el país, con diversos grados de industrialización y pre-
fabricación.
En el curso de la investigación, hubo que profundizar en
varios temas generales, de los cuales se recopiló y realizó un
análisis crítico de un amplio volumen de información cientí-
fico-técnica.
Lo más significativo de este análisis de la durabilidad y
los factores que la determinan, es el reconocimiento general
y su comprobación experimental, a través de diversos estu-
dios estadísticos y de comportamiento real de las edifica-
ciones, de la influencia del diseño de la edificación, en su
comportamiento durable a través del tiempo y el potencial
de problemas que genera la fase de concepción y diseño
de la obra, para el futuro desempeño de la misma durante
toda su vida útil.
Por lo que el establecimiento de requisitos, enfocados a

164
evitar insuficiencias en el diseño arquitectónico de la envol-
vente vertical, contribuyen al mejor desempeño durable de
dichas edificaciones.
El concepto de envolvente vertical puede definirse
como el sistema de elementos cuya posición predominante
es vertical, que puede tener otros asociados a él y que en
su conjunto, sirven de envoltura o separación entre el interior
del edificio y el medio exterior, formando una barrera total,
cuando protege al usuario de las acciones del medio, como
son los agentes naturales, bióticos y abióticos, los agentes
contaminantes y diversas acciones antrópicas y por otra
parte una barrera parcial, pues posibilita la necesaria rela-
ción del usuario con el medio exterior. Las partes componen-
tes de la envolvente vertical son las siguientes:
• Elementos que solucionan la composición material
de los planos o superficies verticales de la envolvente. (Con-
dición de cierre);
• Áreas de vacío o hueco que se producen en los planos
materiales de la envolvente, incluyendo los elementos de cie-
rre y control de las aberturas. (Condición de abertura);
• Elementos no verticales, incorporados o pertenecientes
integralmente a la envolvente vertical. ( Balcón y Voladizo).
Se considera como edificio multifamiliar toda edifica-
ción de varios pisos que agrupe viviendas independientes,
donde cada una de ellas pueda ocupar todo o parte de
un piso, de tal manera que el edificio pueda considerarse
emplazado en parcela independiente o agrupado a otros.
Como desempeño se entiende la forma en que se lo-
gra el comportamiento de la edificación durante su explo-
tación, visto como rendimiento o cumplimiento de los requi-

165
sitos mínimos que permitan el desarrollo adecuado de sus
funciones y reflejado en un ámbito normativo o regulatorio
que establece los parámetros a satisfacer; la definición de
desempeño durable puede expresarse como la obtención
del máximo rendimiento en la explotación de la edificación
durante el tiempo de vida útil previsto, medido a través del
cumplimiento por ésta de requisitos que garanticen el máxi-
mo cumplimiento de sus funciones al mínimo costo.
Se define el concepto de variable de diseño como
cada una de las características físicas que conforman la
solución arquitectónica de un elemento de la edificación,
refiriéndose a aquellos aspectos que están en la esfera de
las decisiones creativas del diseñador, para dar respuesta
al diseño como son las formas, proporciones, materiales, so-
luciones constructivas etc., que en el proceso deberán ser
analizadas con otros aspectos condicionantes del diseño,
con carácter de invariantes como es el contexto. Por otra
parte, se entiende como parámetro de diseño, cada uno de
los aspectos cualitativos o cuantitativos que caracterizan o
definen una variable de diseño en la creación de la obra ar-
quitectónica. Tales aspectos, así definidos, permiten dar una
respuesta o solución a la variable de diseño arquitectónica
con la cual se correspondan.
La investigación transitó de manera general por tres eta-
pas, en la primera parte se establece el análisis teórico-con-
ceptual de la relación existente entre el diseño arquitectó-
nico de la envolvente vertical de los edificios multifamiliares
urbanos y su desempeño durable; la segunda parte presenta
el planteamiento de un enfoque metodológico para estudiar
y precisar la influencia del diseño arquitectónico de la envol-

166
vente vertical en el desempeño durable generalizable a otros
elementos de la edificación; y en la tercera parte se propone
un conjunto de requisitos de diseño arquitectónico para los
elementos de la envolvente vertical de los edificios multifami-
liares urbanos de mediana altura (entre dos y cinco plantas).
La determinación de variables y parámetros de diseño
arquitectónico de la envolvente vertical del edificio multifa-
miliar siguió un proceso metodológico sintetizado en el Es-
quema E1.

167
El análisis experimental que se realizó en el trabajo de
campo sobre la muestra de edificios multifamiliares en ex-
plotación, abarcó el estudio de la patología constructiva,
de una muestra estadística - integrada por 81 edificaciones
- representativa de una población de 500 edificios multifa-
miliares urbanos, de mediana altura (1 a 5 niveles) en la Ciu-
dad de Santa Clara, capital de la provincia de Villa Clara.
Ubicada en la región central de la isla de Cuba, la ciudad
cuenta con una población de 250 mil habitantes y distan-
te 300 km de Ciudad de la Habana, capital del país, este
análisis permitió acopiar una amplia base de datos sobre los
deterioros más frecuentes en la envolvente vertical y, dispo-
ner de un minucioso análisis causal, donde se identificaron y
detallaron las causas de tales deterioros que son imputables
a determinados errores u omisiones en la fase de diseño de
la edificación.
Los objetivos de los requisitos de diseño consisten en es-
tablecer un conjunto de condiciones necesarias para que
en la concepción y diseño arquitectónico de los elementos
significativos de la envolvente vertical de los edificios mul-
tifamiliares de mediana altura se satisfagan determinados
parámetros cuantitativos y cualitativos que eviten la mani-
festación de defectos que puedan constituirse como cau-
sa indirecta de ulteriores deterioros constructivos, los que a
su vez, sea prematura o diferidamente, provoquen una dis-
minución del desempeño durable de la envolvente y de la
propia edificación.
El alcance de los requisitos de diseño propuestos se de-
fine a manera de recomendaciones técnicas que orienten
al diseñador de arquitectura en el proceso de creación e

168
implementación de sus ideas conceptuales, proyecto téc-
nico y elaboración de la documentación correspondiente,
para lograr una mayor calidad de diseño de los elementos
de la envolvente vertical de los edificios multifamiliares de
mediana altura, como uno de los aspectos que contribuyen
con la durabilidad de la edificación y el mejor desempeño
en la fase de explotación y conservación.
Será importante que para su uso en el proceso de con-
formación de la arquitectura, se adecuen a la realidad con-
textual, de manera que además de proporcionar mayor
durabilidad a la edificación y favorecer el cumplimiento de
otros requerimientos de diseño, se garantice la necesaria ra-
cionalidad técnico-económica de la misma.
Dentro del alcance propuesto para los requisitos tam-
bién se contempla su empleo a partir de la observancia de
su uso en la documentación de proyecto, como herramien-
ta de evaluación de soluciones de diseño para la envolven-
te del edificio, válida para ser aplicada por inversionistas y
otros actores del proceso de gestión de la edificación.
Lineamientos generales para la elaboración de requi-
sitos de diseño arquitectónico de la envolvente vertical del
edificio multifamiliar
La definición de las variables y parámetros de diseño
arquitectónico de los elementos de la envolvente vertical
del edificio, el análisis diagnóstico causal de los errores e in-
suficiencias de diseño que dieron origen a los deterioros de
la envolvente y los objetivos y alcances definidos para los
requisitos de diseño, permiten establecer los siguientes linea-
mientos generales, los cuales sirven de fundamento para la
proposición de las especificaciones técnicas contenidas en

169
dichos requisitos:
1. Los requisitos de diseño arquitectónico se definen
como especificaciones de carácter cuantitativo y cualitati-
vo, que se brindan según las variables de diseño y sus pará-
metros correspondientes, cuyo propósito es evitar omisiones,
errores o insuficiencias en la concepción del diseño de los
elementos de la envolvente vertical del edificio multifamiliar
de mediana altura, que puedan constituirse como causa u
origen de futuros deterioros que afecten el buen desempe-
ño durable de la edificación.
2. La efectividad de los requisitos de diseño arquitectó-
nico se concibe en función de su carácter preventivo ante
la aparición de deterioros, que sean susceptibles de originar-
se por razones imputables a la fase de concepción y diseño
de la edificación.
3. La aplicabilidad de los requisitos de diseño se conci-
be en función de su posibilidad de interpretación, empleo e
implementación por los diseñadores de arquitectura y otros
especialistas afines, los inversionistas, gestores y demás ac-
tores relacionados con el diseño, la supervisión, el control,
la conservación y el perfeccionamiento y desarrollo de la
vivienda, en especial de los edificios multifamiliares.
4. Los requisitos de diseño se enfocan hacia las con-
dicionantes necesarias a cumplir para que la envolvente
vertical del edificio multifamiliar alcance su máxima du-
rabilidad; pero su aplicación e implementación tiene que
corresponderse con otros requerimientos de diseño no me-
nos importantes, vinculados con las funciones a cumplir por
la envolvente desde el punto de vista ambiental, estético,
constructivo, estructural, de seguridad, económicos, etc.

170
Propuesta de requisitos de diseño
arquitectónico de la envolvente
vertical del edificio multifamiliar
El proceso de definición de los requisitos de diseño para
cada variable y parámetro de diseño, caracterizados en las
primeras etapas de la investigación, llevó un intenso trabajo
en tres direcciones principales:
• Profundización del ámbito regulatorio y normativo de
especificaciones técnicas relacionadas directa o indirecta-
mente con el diseño arquitectónico (nacional y extranjero).
• Consultas especializadas a expertos de alto nivel en
temas específicos, según determinadas variables y paráme-
tros de diseño.
• Resultados del trabajo de campo, donde se estable-
ció la relación causal entre errores de diseño de la envolven-
te vertical y la aparición de deterioros.
Fueron estudiadas numerosas Normas Cubanas (NC) de
los códigos bajo coordinación ISO (Internacional Standards
Organization) y regulaciones de diseño, así como otros do-
cumentos técnicos regulatorios de carácter ramal o empre-
sarial, o de otros programas ajenos a la vivienda (turismo,
escolares, salud); pero que eran de interés y aplicación a los
objetivos de estudio.
En el ámbito internacional, el análisis abarcó un amplio
volumen de documentos normalizativos de aplicación ofi-
cial en México, Argentina, Brasil, Estados Unidos de Améri-
ca, Nicaragua, Chile y otros países. En la serie NMX de las
Normas Técnicas Mexicanas, así como en sus similares de
Normas-IRAM de Argentina, o los códigos de normas esta-
dounidenses y de organizaciones normalizativas de los otros

171
países, se evaluaron diversas recomendaciones y regulacio-
nes técnicas para el diseño de la envolvente vertical de las
edificaciones, que encontraron correspondencia con las
definiciones realizadas en la investigación para las diversas
variables y parámetros de diseño de los edificios multifami-
liares.
Las consultas especializadas a expertos de alto nivel se
realizaron, sobre todo, para profundizar en aspectos no con-
templados en normas o en especificaciones de amplio em-
pleo en el diseño, o para dilucidar determinados campos no
totalmente definitivos o ambiguos en las especificaciones de
determinados parámetros de diseño de la envolvente, sobre
todos los referentes a: solución estructural de cierres macizos
en su relación con el resto de la estructura del edificio, ais-
lamiento y estanqueidad en general, detalles constructivos
y recomendaciones técnicas relacionadas con aberturas o
vanos, así como en determinados aspectos de la tipología
arquitectónica y estructural de balcones y voladizos.
El proceso llevado a cabo para la determinación defi-
nitiva de los requisitos de diseño Arquitectónico para el des-
empeño durable de los edificios multifamiliares, se refleja en
el Esquema E2.
Tales requisitos de diseño arquitectónico se organizaron
acorde a las variables de diseño establecidas en la investi-
gación y se configuraron en forma de cuadros de fácil ma-
nejo y aplicación, los cuales se auxiliaron de gráficos y de-
talles. Están contenidos en 17 cuadros, o tablas de requisitos
de diseño, debidamente identificados consecutivamente y
todos con un encabezamiento superior que identifica la si-
guiente información:

172
• Elemento de la envolvente vertical al cual se corres-
ponde.
• Variable de diseño para la cual se relacionan los re-
quisitos del cuadro.
• Parámetro de diseño que encuentra definición a tra-
vés de los requisitos.
• Definición del parámetro (descripción sucinta).
A continuación se relacionan textualmente los cuadros
de requisitos de diseño propuestos y las figuras complemen-
tarias a estos cuadros, debiéndose señalar que las figuras 2,
4, 5, 6 y 9 tienen como fuente el Tratado de Rehabilitación
(Tomo IV. Universidad Politécnica de Madrid, 1999) y el resto
fueron elaboradas por los autores del trabajo.
Esquema E2: Proceso de determinación y validación de
los requisitos de diseño arquitectónico de la envolvente vertical
de los edificios multifamiliares para su desempeño durable.
Configuración del cierre vertical macizo por el diseño de
planos y su posición relativa en la envolvente.
La forma de los planos que conforman el soporte del
cierre vertical macizo de la envolvente del edificio, sobre
todo la disposición relativa de los diferentes planos verticales
inclinados con otras formas entre sí, y su ubicación respecto
a otros elementos de la envolvente, debe tener en cuenta la
solución y los efectos que se producirán en dichos planos de
la envolvente en relación con la escorrentía y el lavado des-
igual por los efectos de la lluvia y otros factores ambientales.
El diseño de los planos verticales y de otras formas de la
envolvente vertical del edificio debe contemplar la solución
de elementos y otras vías para la interrupción y evitación de
la escorrentía, que provoca suciedades y manchas en las

173
superficies.
En el diseño de los planos verticales ubicados en las par-
tes superiores del edificio, es menor la necesidad de solucio-
nes a la escorrentía, si la orientación del edificio favorece
el lavado por la lluvia incidente, más beneficiosa a medida
que aumenta la altura de la edificación.
Deberá evitarse que en el diseño de la envolvente verti-
cal del edificio existan planos superiores que queden entran-
tes con respecto a planos inferiores salientes, por la esco-
rrentía que se provoca hacia los planos inferiores. En caso de
plantearse así, el diseño deberá dar una efectiva solución a
ese problema. Fig. 1
En casos en que la solución volumétrica del edificio con-
temple volúmenes salientes o entrantes, respecto al plano
de la envolvente vertical, en dimensiones superiores a los
2,00 m en el plano horizontal, deberán preverse soluciones
de diseño que permitan la evacuación del agua en dichos
planos, similar a los casos de terrazas y cubiertas; incluyendo
la evitación de escorrentías directas a los planos verticales
inferiores de la envolvente, que puedan provocar sucieda-
des y manchas por el arrastre de partículas depositadas en
dichas superficies horizontales.
No es recomendable disponer de planos verticales en
posición inferior y continua a otros planos inclinados hacia
arriba, debido a que el agua descendente por la escorren-
tía arrastra partículas y suciedades que provocan manchas
en sus superficies. Fig. 2
En casos en que existan planos verticales contiguos con
diferente grado de inclinación en el eje vertical, en los die-
dros cóncavos verticales entre planos verticales rectos, debe

174
evitarse la existencia de elementos horizontales salientes o
en voladizo que dificulten el lavado uniforme de las superfi-
cies más próximas al ángulo entrante por la lluvia incidente,
dado que dicha zona es más propensa a la acumulación de
partículas y suciedades. Fig. 3
No es recomendable que en la unión de planos incli-
nados entre sí, respecto al eje horizontal, se formen ángulos
diedros, por la irregularidad del manchado en los diferentes
planos, con el consiguiente afeamiento de la envolvente
vertical por el contraste entre las superficies. Fig. 4
No es recomendable el diseño de planos curvos en el
cierre vertical de la envolvente del edificio, dado que el la-
vado por la lluvia incidente es irregular y poco uniforme, re-
sultando de ello la aparición de manchas y suciedades con
diferente contraste y visibilidad, lo cual influye negativamen-
te en la envolvente vertical.
En el caso de la disposición contigua de planos con
diferente grado de inclinación entre sí respecto al eje hori-
zontal, deberá darse solución efectiva a la interrupción de
la escorrentía que se produce entre ellos, sobre todo en las
aristas de cambio o inflexión, ya que la diferencia de inclina-
ción de los planos produce manchado de diferente inten-
sidad, uniformidad y visibilidad, provocando efectos inde-
seables en la apariencia externa de la envolvente vertical.
Los interruptores de escorrentías no son muy efectivos en los
cambios de un plano inclinado hacia arriba a uno vertical,
todo lo contrario de cuando se presenta el cambio de un
plano vertical a uno inclinado hacia abajo o en el caso de
paños rectos continuos. Fig. 5

175
176
Relación entre las dimensiones vertical y
horizontal de los planos del soporte.
1. En el diseño de los paños del cierre vertical de la envol-
vente del edificio, se recomiendan las proporciones don-
de predomine al ancho respecto a su altura, por cuan-
to ello contribuye a un lavado más uniforme por la lluvia
incidente y evita que la acumulación de suciedad y el
manchado presente contrastes o diferencias en un mis-
mo plano, lo cual provoca un efecto poco estético en la
apariencia del elemento.
2. Es recomendable que aquellos paños o planos del cie-
rre vertical de la envolvente donde predomine su altura,
respecto al ancho, se prevean para las zonas donde re-
ciban un mayor y más uniforme lavado por la lluvia in-
cidente, dado que tal proporción es más desfavorable
para la aparición de diferencias de manchado que pro-
vocan contrastes que afean la apariencia del edificio.
3. Para los casos donde en los planos del cierre vertical pre-
domine la altura respecto al ancho, deberán combinar-
se convenientemente en su diseño aspectos tales como
la rugosidad de sus superficies y elementos de protec-
ción, con el objetivo de atenuar la no uniformidad en el
manchado.
4. Cuando la relación entre la altura y el ancho de los pa-
ños o planos del cierre vertical de la envolvente supera
la proporción de 2:1, deberán solucionarse en su diseño
elementos de protección e interruptores de escorrentía,
para evitar o atenuar el manchado contrastante y las in-
suficiencias en el lavado de las superficies por la lluvia
incidente. Fig. 6

177
Rugosidad visual en la envolvente debido a los elemen-
tos verticales u horizontales que sobresalen o penetran res-
pecto a la línea exterior.
1. En el diseño de los elementos entrantes o salientes del
cierre vertical de la envolvente del edificio, deberá darse
especial solución al correcto vertido y recorrido de las
aguas de escorrentía, dado que constituyen puntos sin-
gulares que pueden tener una implicación directa con la
aparición de manchas y suciedades.
2. En los encuentros de los elementos horizontales sobresa-
lientes con el plano vertical, será necesario suavizar las
aristas, transformándolas en bisel para impedir la pene-
tración del agua.
3. Deben aplicarse con cuidado y parquedad soluciones
de rugosidad visual de la envolvente, con fines ornamen-
tales o de otra índole, pues todo elemento sobresaliente
de la línea exterior contribuye a la aparición de efectos
negativos en la apariencia de la envolvente del edificio,
produciéndose alrededor de los mismos, diversos fenó-
menos perjudiciales de deposición de partículas, acumu-
lación de suciedad, impedimentos para el lavado de las
superficies por la lluvia y otros, que provocan manchas y
suciedades.
4. En caso de incluir en el diseño del cierre vertical de la en-
volvente, elementos de rugosidad visual, tales como en-
trantes y salientes a la línea exterior, es más conveniente
que se dispongan de manera uniforme y continua, a fin
de evitar o atenuar el contraste causado por las sucieda-
des y posibles manchas que necesariamente ocurrirán
en dichos puntos.

178
5. Debe evitarse la colocación o adosamiento a la envol-
vente vertical del edificio, de elementos sobresalientes
adicionales, tales como carteles, vallas, anuncios, ele-
mentos decorativos, etc., por su deficiente comporta-
miento ante la deposición de suciedades y su efecto vi-
sual negativo en las superficies.
6. En el borde o zona de unión de la envolvente horizon-
tal (cubierta) con la envolvente vertical del edificio, es
recomendable la disposición de un pretil o peto de no
más de 0.30 m de altura (que solucione también su par-
te superior con elementos impermeables y en pendiente
hacia el interior), para impedir el libre escurrimiento de la
cubierta hacia la envolvente. Fig. 7
Adecuación del material del soporte a los requerimien-
tos de su trabajo estructural en el edificio y las acciones ex-
ternas.
1. En el diseño de los elementos del cierre vertical de la en-
volvente del edificio, la selección de los materiales com-
ponentes de los mismos debe cumplir con los requisitos de
idoneidad de las normas técnicas vigentes, en relación
con el uso, función y condiciones de explotación pre-
vistos, que permitan un desempeño eficiente y durable.
(Normas recomendadas: NC 360: 2005, NC:247:2005).
2. Dentro de los requisitos de idoneidad, según las normas
vigentes que deben regir la selección de los materiales
componentes de los elementos del cierre vertical de la
envolvente del edificio, deben tener prioridad los que se
relacionen con la resistencia a los agentes del intempe-
rismo y del medio, el comportamiento a la acción del
agua y las humedades en general, los coeficientes de

179
dilatación térmica, impermeabilidad y los factores de
compatibilidad físico-mecánica y química entre diferen-
tes materiales, según el caso.
3. Para el caso del soporte portante en el cierre vertical de
la envolvente, podrán ser empleados ladrillos cerámicos
huecos, siempre que el valor característico de resistencia
sea mayor o igual que 5,0 MPa. (Norma recomendada:
NC 360: 2005).
4. Para el caso de instalaciones técnicas empotradas o
embebidas en el material del soporte del cierre vertical
de la envolvente del edificio, la profundización del con-
ducto debe alcanzar un mínimo de 3 cm desde su cara
hasta la superficie del soporte, evitando profundizar has-
ta la mitad del espesor del soporte. En el caso de muros
de ladrillos huecos no se recomienda la ranuración del
soporte para la canalización de conductos de instala-
ciones.
Condiciones a cumplir por el diseño del cierre vertical
macizo de la envolvente para un adecuado diseño estruc-
tural.
1. En la solución estructural de los elementos del cierre ver-
tical de la envolvente del edificio, el dimensionamiento
estructural y el resto de las definiciones de diseño relacio-
nadas con ello, deben cumplir con las normas técnicas
vigentes, en relación con el material, uso, función y con-
diciones de explotación previstos, todo lo cual permita
un desempeño eficiente y durable del edificio. (Normas
recomendadas: NC 360: 2005, NC 053.115, NC:247:2005).
2. En el diseño de los elementos del cierre vertical maci-
zo, la solución estructural de los mismos, además de la

180
definición de la tipología estructural del cierre, debe
contemplar el predimensionamiento estructural, en co-
rrespondencia con las condicionantes de materiales y
tecnologías disponibles.
3. El diseño estructural del soporte debe tener en cuenta
una adecuada correspondencia con la definición es-
tructural del resto de la edificación, especialmente en lo
relativo a las condiciones de unión de la estructura de
la envolvente con la estructura principal del edificio, el
arriostre, rigidización del cierre y su solución constructiva.
4. Deberá tenerse especial atención al caso de los soportes
de cierre vertical que no sean de carga y que apoyen en
vigas o entrepisos, o estén en contacto con columnas,
por cuanto habrá que limitar o controlar las deformacio-
nes de dichos elementos estructurales, para impedir de-
terioros y fallos inducidos en los cierres no portantes.
Condiciones a cumplir por la unión estructural de los
elementos del cierre vertical macizo de la envolvente y las
juntas constructivas que permitan un adecuado trabajo es-
tructural.
1. En la solución de las juntas y uniones estructurales de los
elementos del cierre vertical de la envolvente del edifi-
cio, se deberá cumplir con las normas técnicas vigentes,
sobre todo en relación con los coeficientes de dilatación
de los materiales, la orientación, dimensiones, forma y di-
seño del cierre macizo, todo lo cual permita un desem-
peño eficiente y durable del edificio.
2. En el diseño arquitectónico y estructural del cierre vertical
macizo de la envolvente del edificio, cuando el soporte
no es un muro cargado, y no es imprescindible su unión a

181
la columna, el mismo se dispondrá de manera continua
por delante de la misma, para lograr independencia en-
tre ellos, a fin de permitir el movimiento de ambos y evitar
la aparición de fisuras y grietas por excesiva rigidez. Fig. 8
3. La solución estructural y constructiva que se diseñe para
las juntas en el cierre vertical de la envolvente del edifi-
cio, deberá lograr la máxima estanqueidad y aislamien-
to, sobre todo a la acción perjudicial del agua y el resto
de agentes nocivos del medio.
4. En el caso de cierres verticales continuos con poca irre-
gularidad en su forma y pocas aberturas o vanos, se re-
comienda la existencia de juntas de retracción, con in-
dependencia de las constructivas.
5. Es recomendable la existencia de juntas en paños conti-
nuos de cierre vertical con un espaciamiento máximo de
12,00 m, que se reduce a 6,00 m en el caso de paños de
esquina.
6. Se recomiendan juntas verticales de retracción en pun-
tos débiles del soporte del cierre, como pueden ser los
lugares de cambio de espesor del soporte, antepechos
de ventanas y en el centro de los paños sin aberturas.
7. Para el caso de soportes de cierre vertical que no sean
de carga, construidos de fábrica, se recomiendan juntas
horizontales de dimensión máxima igual a 0.03 m, en la
unión del elemento de cierre vertical con el entrepiso y
la cubierta.
Adecuación del material de la terminación del soporte
a su resistencia a los agentes degradantes del medio y al
cumplimiento de sus funciones de aislamiento y protección.
En el diseño de la terminación del cierre vertical macizo, la

182
selección del tipo de material debe cumplir con los requisitos
de idoneidad de las normas técnicas vigentes, en relación
con el uso, función y condiciones de explotación previstos,
que permitan un desempeño eficiente y durable.
8. Dentro de los requisitos, que deben regir la selección de
los materiales para la terminación del cierre vertical de
la envolvente del edificio, deben tener prioridad los que
se relacionen con la resistencia a los agentes del intem-
perismo y del medio, el comportamiento a la acción del
agua y las humedades en general, los coeficientes de
dilatación térmica, impermeabilidad y los factores de
compatibilidad físico-mecánica y química entre diferen-
tes materiales, según el caso.
9. En la selección de los materiales de terminación del cierre
vertical de la envolvente del edificio, deben tenerse en
cuenta, sobre todo, sus propiedades de estanqueidad y
protección del paramento, baja porosidad y rugosidad y
compatibilidad química y físico-mecánica con otros ma-
teriales con que se encuentren en contacto, incluyendo
los del paramento del cierre.
10. Cuando las pinturas constituyan el tipo de material se-
leccionado para la terminación de los cierres verticales,
se recomienda que, además de sus condiciones de pro-
tección y aislamiento, se tenga en cuenta el color, para
atenuar o reducir determinados efectos indeseables que
se produzcan en las superficies. Las pinturas de colores
claros no son recomendables en paños propensos a la
acumulación de suciedades y escorrentías; así como en
casos donde se produzcan contrastes por diferencias del
lavado, tal es el caso de superficies cercanas a voladizos

183
y balcones y el resto de la envolvente.
Adecuación de la solución constructiva y/o de sujeción
de la terminación del soporte a los requerimientos para el
cumplimiento de las funciones previstas y su comportamien-
to durable.
1. En el diseño y selección de la solución constructiva para
la terminación del cierre vertical de la envolvente del
edificio, se deben cumplir los requisitos de idoneidad de
las normas técnicas vigentes, en relación con el uso, fun-
ción y condiciones de explotación previstos.
2. La solución constructiva a decidir en el diseño para la
aplicación de los materiales de terminación del cierre
vertical de la envolvente del edificio debe lograr una
compatibilidad entre las formas de sujeción o aplicación
de la terminación al soporte del cierre y los movimientos
generados por la dilatación y contracción de los diferen-
tes elementos, incluyendo tanto las técnicas de fijación
como el diseño de juntas.
3. Para el caso de la terminación de tipo no integral o por
piezas, en su solución constructiva de fijación o aplica-
ción al soporte del cierre, debe velarse que los propios
materiales o aditamentos de sujeción no generen con-
secuencias perjudiciales a los elementos, tales como la
corrosión de los metales, fisuración, etc. Cuando esta
fijación sea mediante anclajes metálicos, su diseño re-
sistente debe estar en correspondencia con el peso de
la pieza (se recomienda que su resistencia supere en 1,3
veces, al menos, el peso de la pieza) y su composición
debe ser de un metal o aleación inoxidable, para garan-
tizar su durabilidad.

184
Rugosidad superficial de la terminación del soporte, en
relación con el tipo de material, solución constructiva y la
acción de agentes degradantes del medio.
1. En la solución superficial de la terminación del cierre ver-
tical de la envolvente del edificio deben preverse aca-
bados con nula o mínima texturación, ya que una mayor
rugosidad superficial favorece la retención de partículas
y suciedades, tanto arrastradas por la escorrentía como
depositadas por vía aérea, creando zonas de manchas
y deposiciones que afean la envolvente y pueden ser
fuente de eflorescencias y disgregaciones del material,
en el caso de que los mismos sean de base cementicia.
2. En casos de preverse en el diseño integral de la termina-
ción de la envolvente del edificio, paños o zonas del cie-
rre con determinada textura o rugosidad superficial, se
recomienda que los mismos se ubiquen en lugares don-
de sea mayor y más efectivo el lavado de las superficies
por la lluvia incidente, como forma de contrarrestar la
acumulación de partículas y suciedades.
3. En los casos de planos inclinados en el soporte del cierre
vertical de la envolvente del edificio, debe evitarse una
texturación de la terminación de las superficies, dado
que hay mínimas posibilidades de la acción del lavado
por la lluvia incidente y/o por el arrastre de la escorrentía.
4. En los casos de las partes inferiores de la envolvente del
edificio, sobre todo en primera planta, debe evitarse el
uso de texturas no lisas, en la terminación de las super-
ficies del cierre, dado que los efectos de la suciedad se
ven incrementados por la proximidad del terreno.
Rugosidad geométrica de la terminación del soporte,

185
dada por elementos volumétricos que sobresalen o pene-
tran en la superficie exterior.
1. En el diseño de la envolvente vertical del edificio, debe
tenerse en cuenta que los relieves, ya sean formados por
elementos volumétricos salientes o entrantes, respecto a
la superficie exterior del cierre vertical, constituyen pun-
tos singulares para el comportamiento de la escorrentía
y el arrastre de partículas que provoca el manchado en
las zonas inmediatas, abajo y alrededor de la rugosidad
geométrica formada por los elementos de relieve.
2. Es recomendable que los elementos de relieve del cie-
rre vertical del edificio, sobre todo cuando son salientes
respecto a la superficie exterior, se ubiquen en lugares
donde sea mayor y más efectivo el lavado de las super-
ficies por la lluvia incidente, como forma de contrarrestar
la acumulación de partículas y suciedades.
3. En los relieves entrantes respecto a la superficie del cierre
vertical de la envolvente del edificio, la profundidad de
rehundido debe estar entre 5 y 15 mm, con el objetivo de
contrarrestar la acumulación de partículas y suciedades
que causan manchas en –y alrededor de la zona del re-
lieve. Fig. 9
4. En caso de incluir en el diseño del cierre vertical de la
envolvente, elementos de relieve, es más conveniente
que se dispongan de manera uniforme y regular, a fin de
evitar o atenuar el contraste causado por las suciedades
y posibles manchas que necesariamente ocurrirán en di-
chos puntos.
5. Debe evitarse utilizar texturas superficiales rugosas en
los elementos de relieves, por cuanto se acentúan los

186
efectos de las suciedades, pues la rugosidad favorece
la acumulación de partículas y dificulta el lavado de la
envolvente por la lluvia.
6. En la configuración de relieve de la superficie del cierre
vertical de la envolvente, son más recomendables los es-
triados de superficie verticales, que los horizontales, dado
el mejor lavado que reciben. Cuando los estriados, cual-
quiera sea su dirección, se realizan en paños de la envol-
vente con lavado insuficiente, la separación entre estrías
debe ser menor de 30 cm. Fig. 9
Área y proporciones de la abertura en relación con las
características del soporte y su función estructural, y la dispo-
sición de los mismos en el soporte.
1. El área de abertura en el soporte del cierre vertical, en
relación con el área maciza del sector estructural en que
el mismo se define; así como sus proporciones y ubica-
ción en el paño del cierre, debe regirse por los criterios
de las normas técnicas vigentes, recomendándose que
el área de abertura no exceda el 25% del área total del
paño macizo, para cierres con función portante y que no
sobrepase el 15% del área total maciza, para cierres con
función de tímpano o panel rigidizador del edificio.
2. Siempre que sea compatible con otras consideracio-
nes de diseño térmico o bioclimático, es recomendable
estructuralmente, que la ubicación de la abertura en el
cierre vertical, coincida con el centro del paño, permi-
tiendo así que el vano sea de mayor proporción.
3. Es recomendable que en el diseño de la abertura del
cierre macizo de la envolvente, las proporciones del
hueco o vacío, traten de aproximarse lo más posible a la

187
unidad, sobre todo controlando la dimensión del ancho,
por cuanto de ella depende la solución estructural del
dintel y del elemento del cierre.
Principales parámetros dimensionales del dintel, en rela-
ción con el material del soporte, las dimensiones y proporcio-
nes de la abertura y las condiciones de apoyo en el soporte.
1. En la solución de las aberturas de los cierres verticales
macizos de la envolvente vertical del edificio, se reco-
mienda resolver estructuralmente el dintel, a partir de las
normas técnicas vigentes, por su importante contribución
en la evitación de deterioros por agrietamiento en zonas
superiores del vano, así como el desempeño durable de
su cierre.
2. Cuando el dintel de la abertura o vano del cierre maci-
zo se resuelve mediante una viga, y la solución de cierre
de vano es susceptible de dañarse por deformaciones
del dintel (lucetas y lucernarios de vidrio, marcos poco
resistentes, ventanas de pivote vertical, puertas de corre-
dera, etc.); así cuando el ancho de la abertura supere la
dimensión de 1,50 m, el dintel debe ser empotrado a la
estructura del soporte macizo, en cuyo caso la longitud
de apoyo de la viga de dintel en el soporte deberá estar
entre 0,20 y 0,30 m. Fig. 10
3. En los casos en que no existan grandes paños de vidrio
en la composición del cierre de vano, sus marcos sean
resistentes y la tipología de cierre (puertas, ventanas) lo
permita, la viga de dintel podrá tener un simple apoyo
en el soporte macizo, cuya dimensión podrá estar entre
0,07 y 0,10 m, la cual equivale a aproximadamente la mi-
tad del ladrillo o bloque, cuando el cierre sea de fábrica.

188
Fig. 10
4. En los casos en que la viga de cerramento de la edifi-
cación actúe como dintel de las aberturas o vanos del
cierre vertical macizo de la envolvente, la misma se con-
siderará en condición de empotramiento por continui-
dad.
Solución geométrica y constructiva de puntos singulares
de la abertura o vano en relación con la estanqueidad ha-
cia el interior de la edificación.
1. En el diseño de la abertura o vano del cierre macizo de
la envolvente vertical del edificio, deben encontrar una
solución eficaz todos los detalles arquitectónicos que
aseguren la estanqueidad del interior de la edificación
respecto al agua proveniente del exterior, a partir del
cumplimiento de normas técnicas vigentes y de especi-
ficaciones que permitan el aislamiento y la protección.
2. En la cara inferior o sofito del dintel de la abertura o vano
en el cierre macizo de la envolvente del edificio, debe
preverse un canal o goterón cercano a su borde exterior,
que sirva de barrera física al escurrimiento del agua ha-
cia el interior de la edificación, por efecto de la tensión
superficial del líquido.
3. Se recomienda que sobre la superficie o plano superior
del antepecho del vano del cierre macizo de la envol-
vente vertical se coloquen elementos o piezas, a manera
de vierteaguas, con pendiente del 10 al 20% prevista ha-
cia el exterior, que sobresalgan o vuelen hacia fuera una
dimensión entre 30 y 50 mm. Fig. 11
4. Es recomendable que las piezas que forman el viertea-
guas del antepecho del vano prevean un goterón en la

189
parte inferior de la parte saliente, con el objetivo de evi-
tar la escorrentía sobre el plano vertical del cierre en la
parte inferior del vano, lo cual puede producir sucieda-
des y manchas, con el arrastre de partículas acumuladas
en el alféizar. Fig. 11
5. Los vierteaguas para el revestimiento del antepecho o
alféizar del vano, en el cierre macizo podrán ser piezas
prefabricadas o losas, en cuya elección debe tenerse
en cuenta su compatibilidad con el material del soporte,
soluciones apropiadas de fijación o colocación, su cua-
lidad de impermeabilidad y de elevada resistencia a la
acción del agua y la radiación solar y el desgaste. Fig. 12
6. Se recomienda que los ángulos entrantes entre las dife-
rentes caras interiores de la abertura o vano, formadas
por el espesor del soporte macizo, se realicen biselados
o chanfleados, para evitar que el agua procedente del
exterior se escurra hacia las juntas y los sellados a lo largo
de las aristas resultantes del encuentro en ángulo recto.
Fig. 13
Solución formal y constructiva de los balcones y voladi-
zos de la envolvente vertical del edificio.
1. Teniendo en cuenta que los balcones y otros elementos
voladizos de la envolvente vertical, propician en su proxi-
midad zonas de manchas y diferente coloración de los
revestimientos y pinturas de los paramentos verticales,
es más recomendable el diseño de balcones y voladizos
corridos, o aislados ubicados uniformemente en la envol-
vente vertical, que no reciba un lavado intenso por la
lluvia, con el objetivo de uniformar estos efectos y reducir
su influencia poco estética en la apariencia del edificio.

190
2. En los casos que el antepecho del balcón sea macizo,
el mismo debe cumplir con los requisitos de diseño es-
tablecidos para el diseño y las terminaciones del cierre
vertical macizo de la envolvente del edificio.
3. La solución de diseño de los principales elementos tipo-
lógicos de los balcones y voladizos, tales como el vuelo o
proyección de su plataforma horizontal, su condición de
elemento corrido o aislado y el tipo o solución de ante-
pecho o barandilla para el caso del balcón, debe estar
en relación con la tipología estructural del edificio, las so-
luciones constructivas y materiales previstos para los bal-
cones y voladizos.
Principales parámetros dimensionales estructurales de vo-
ladizos y balcones, en relación con su tipología arquitectónica.
1. La solución estructural de los balcones y voladizos de la
envolvente vertical del edificio debe cumplir con los re-
quisitos de idoneidad de las normas técnicas vigentes,
en relación con el uso, función y condiciones de explo-
tación previstos, que permitan un desempeño eficiente
y durable.
2. Los criterios de solución estructural de las plataformas
horizontales de balcones y voladizos deben evitar una
excesiva flexibilidad de los mismos, ya que pueden pro-
vocar fisuración y agrietamiento del material del soporte
macizo vertical de la envolvente del edificio debido a la
deformación.
3. La longitud de vuelo de la plataforma horizontal de bal-
cones y voladizos deberá estar en correspondencia con
la tipología estructural del soporte del cierre vertical de
la envolvente del edificio y del resto de la estructura de

191
la edificación, con el objetivo de mantenerse en los pa-
rámetros normados en cuanto a deformaciones permi-
sibles. Es recomendable que la dimensión del vuelo de
la plataforma del balcón, cuando la misma se resuelve
mediante un saliente de la losa de entrepiso, no supere
1,20 m y 1,50 m para el caso de que tengan vigas.
4. La sección resistente de la plataforma horizontal de bal-
cones y voladizos, para el caso de empotramiento en la
estructura del soporte vertical macizo de la envolvente,
podrá ser racionalizada a través de una disminución de
su peralto en el extremo de la misma, siempre que no sea
menor que un 25% del peralto en el empotramiento. Fig.
14
Detalles de diseño de los elementos componentes del
balcón o voladizo a la estructura de la envolvente vertical,
incluyendo las uniones de los antepechos o barandillas de
balcones a su propia estructura.
1. En la solución de las uniones y apoyos estructurales de
los elementos de balcones y voladizos a la estructura de
la edificación, incluyendo la del soporte macizo del cie-
rre, se deberá cumplir con las normas técnicas vigentes,
sobre todo en relación con las condiciones de empotra-
miento, la disposición y cuantía del refuerzo de acero y
los rangos permisibles de flexibilidad y deformación de
los elementos, así como de aislamiento en la unión del
antepecho del balcón con el soporte.
2. La condición estructural de la unión de los antepechos
o barandas macizas del balcón a su estructura, debe ser
de empotramiento, definiendo las soluciones constructi-
vas más adecuadas para lograr la estabilidad y resisten-

192
cia de dichos antepechos.
3. En el caso de balcones de tipología corrida, que ex-
cedan una longitud de 3,00 m, en el sentido paralelo a
la envolvente del edificio, deberá lograrse un adecua-
do refuerzo y rigidización intermedia del antepecho, en
caso de ser de tipología maciza, sobre todo de fábrica.
4. Los antepechos de perfiles metálicos deben ser fijados
preferiblemente al borde vertical de la plataforma del
balcón, previendo una adecuada impermeabilización
en dicha junta, todo lo cual reducirá la corrosión del ele-
mento de anclaje y las fisuras y desprendimientos produ-
cidos por el aumento de volumen. Fig. 15 y 16
Detalles de diseño para la conducción y drenaje del
agua de la plataforma horizontal de balcones y voladizos a
los puntos de evacuación.
1. La pendiente mínima de las plataformas o superficies ho-
rizontales de balcones y voladizos será del 1% hacia los
puntos de desagüe, cumpliendo con las normas técni-
cas vigentes (Norma NRMC 78:2004).
2. En la cara inferior o sofito de la plataforma horizontal de
balcones y voladizos debe preverse un canal o goterón
cercano a su borde exterior, que sirva de barrera física
al escurrimiento del agua por tensión superficial hacia
el interior de la edificación o superficies verticales de los
elementos de cierre de la envolvente del edificio.
3. Para el caso de antepechos de balcones, sobre todo
con solución constructiva de fábrica u hormigón arma-
do, deberá preverse que el remate superior, a manera
de albardilla, tenga la forma y pendiente adecuada,
siendo recomendable que dicha pieza o elemento so-

193
bresalga interiormente y exteriormente no menos de 15
mm, para evitar el escurrimiento del agua por las superfi-
cies verticales. Fig.17A.
4. En la selección de las piezas de remate o albardillas de
los antepechos macizos del balcón, debe tenerse en
cuenta su compatibilidad con el material del antepe-
cho, soluciones apropiadas de fijación o colocación, su
cualidad de impermeabilidad y de elevada resistencia a
la acción del agua, la radiación solar y la corrosión y el
desgaste.
5. En la solución de evacuación del agua de la plataforma
horizontal de los balcones o voladizos deberá darse cum-
plimiento a las normas técnicas vigentes y otras especi-
ficaciones, sobre todo en relación con la caída libre del
agua y su altura, la cual cuando excede los 3,00 m, pro-
voca indeseables efectos sobre la envolvente vertical.
6. En los casos que el agua de la plataforma o superficies
horizontales de balcones y voladizos se escurra libremen-
te para ser evacuada por caída libre, deberán prever-
se elementos o piezas de vierteaguas en dichos bordes,
para impedir que el agua se resbale o se deslice en la
cara exterior del espesor de la plataforma, lo cual causa
manchas y afeamiento y contribuye a la corrosión del re-
fuerzo, en el caso de plataformas de hormigón armado.
Fig. 17B.
7. En el caso de los balcones, el diseño de las pendientes
horizontales en su plataforma deberá impedir el flujo del
agua hacia el interior de los locales del edificio, previen-
do además un desnivel o saltillo mínimo entre el nivel de
piso interior y el del balcón no menor de 20 mm.

194
8. En balcones y voladizos, las zonas o aristas de encuentro
de los planos horizontales con los verticales entre diferen-
tes elementos deben evitar la formación de ángulos die-
dros, conformando en su lugar un bisel u ochava.
9. En la información de diseño de los balcones debe in-
cluirse todo lo referente a la impermeabilización, sobre
todo de la plataforma horizontal, mediante las solucio-
nes de empleo general para estos casos (membrana im-
permeabilizante, materiales bituminosos, cementosos o
productos poliméricos, etc.), para lo cual es importante
prever el tratamiento de los ángulos entre planos vertica-
les y horizontales con un ancho de aplicación no menor
de 250 mm y levantarse a una altura no menor de 200
mm en todo el perímetro del balcón, protegida por ele-
mentos de rodapié. Fig. 18.
10. En el caso del drenaje de balcones mediante gárgolas,
se recomienda que se coloquen no menos de dos, en
lugares no próximos a las esquinas de la plataforma, con
su colector por debajo del Nivel de Piso Terminado del
balcón (NPT), con una sección mínima no menor de 4
cm2/m2 de superficie horizontal y aislado en todo su pe-
rímetro, del antepecho mediante el uso de una masilla
impermeable. En el caso de que la evacuación a la gár-
gola sea mediante un sumidero en el piso, protegido por
rejilla, el mismo debe estar ubicado a una separación no
menor de 100 mm del antepecho macizo del balcón,
para evitar la aparición de manchas provocadas por el
agua, en la terminación del soporte. Fig. 19.

195
196
Validación de los requisitos propues-
tos mediante la consulta a especialistas
La concepción y aplicación de un procedimiento de
validación que se enfocó a la efectividad y aplicabilidad
de los requisitos de diseño propuestos y a la integración de
un Comité de Especialistas de amplia competencia, expe-
riencia y significativa representatividad como potenciales
introductores de los resultados, permitió determinar con rigu-
rosidad y de manera convincente, la validez de los requisitos
de diseño propuestos.
Bajo el concepto de efectividad se entendió el grado
en que el requisito propuesto contribuye a la prevención de
defectos y deterioros que afecten la durabilidad de la en-
volvente vertical del edificio multifamiliar, mientras que en
la aplicabilidad se concibe el grado en que el requisito pro-
puesto sea factible de usarse por diseñadores, inversionistas,
supervisores, constructores u otro personal técnico.
La consulta utilizó dos instrumentos, iguales en su forma,
solo varió el contenido de los mismos, referido a los requisi-
tos de diseño de los elementos de la envolvente vertical, se
desarrolló de manera grupal, distinguiendo tres momentos
característicos:
1. Orientación por parte del moderador;
2. Respuesta individual y directa al cuestionario por cada
especialista y 3) Debate controlado final para ampliar so-
bre las modificaciones propuestas.
3. Como principio de validación se estimó validado todo
requisito de diseño cuyo valor medio resultante de las res-
puestas a ambos criterios (efectividad y aplicabilidad),
dadas por el total de especialistas consultados sea supe-

197
rior a 3,5, en una escala de 1 a 5.
4. Como conclusión general, el 100% de los requisitos some-
tidos a consulta fueron evaluados satisfactoriamente en
efectividad y en aplicabilidad, lo que resulta que recibie-
ron una evaluación promedio general superior al valor
mínimo de validación establecido.
Conclusiones
1. El enfoque de desempeño durable de las nuevas edifi-
caciones es portador de un concepto que se extiende
al logro de estándares elevados de calidad, con el pro-
pósito de que el producto final tenga la capacidad de
mantener sus principales propiedades y condiciones en
la etapa de explotación y durante el tiempo de vida útil
previsto.
2. Se puso en evidencia la acertada relación metodológica
y conceptual existente entre las variables, los parámetros
y los requisitos de diseño arquitectónico, como ruta de
análisis y planteamiento de criterios teóricos y prácticos
que permitan hacer una contribución significativa, des-
de la fase de diseño del edificio, al logro de un mejor
desempeño durable durante su explotación.
3. La influencia del diseño arquitectónico en el desempeño
durable de la edificación ha sido demostrada internacio-
nalmente, atribuyéndole a los problemas originados en
el diseño entre el 35% y el 45% de las causas de deterioro
de las edificaciones.
4. En las investigaciones de campo realizadas en esta inves-
tigación se determinó, que la influencia causal del diseño
arquitectónico de la envolvente vertical en los deterioros
registrados fue del 32,9%.

198
5. Se determinó el conjunto de variables y parámetros de
diseño arquitectónico de la envolvente vertical del edi-
ficio multifamiliar, que guardan relación con el asegura-
miento del desempeño durable de la edificación, según
los elementos componentes de la envolvente.
6. En el estudio patológico de la envolvente vertical de los
edificios multifamiliares que fueron objeto de la investi-
gación de campo, se comprobó la máxima importancia
del agua, como principal agente perjudicial para la en-
volvente.
7. La concepción y aplicación de un procedimiento de va-
lidación que se enfocó a la efectividad y aplicabilidad
de los requisitos de diseño propuestos y a la integración
de un Comité de Especialistas de amplia competencia,
experiencia y significativa representatividad como po-
tenciales introductores de los resultados, permitió deter-
minar, la validez de los requisitos de diseño propuestos.
8. Los requisitos de diseño arquitectónico definidos para la
envolvente vertical de los edificios multifamiliares, se or-
ganizaron en 17 cuadros, complementados con figuras
y detalles gráficos, todo lo cual permite una adecuada
implementación y aplicabilidad entre los diseñadores y
otros especialistas.

199
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201
LOS ESTUDIOS DE VULNERABILIDADES
Y RIESGOS. ÉNFASIS EN NORMAS DE
CONSTRUCCIÓN ANTE DIVERSAS
AMENAZAS Y ESCENARIOS.

Dr. Arq. Andrés Olivera Ranero, Dra.


Arq. Dora María Artiles López

202
LOS ESTUDIOS DE VULNERABILIDADES
Y RIESGOS. ÉNFASIS EN NORMAS DE
CONSTRUCCIÓN ANTE DIVERSAS AME-
NAZAS Y ESCENARIOS.
El medio construido como escenario
del desastre.
La entrada al siglo XXI enfrenta a la humanidad ante viejos
y nuevos problemas que siguen pendientes de solución. Los
desastres, tan antiguos como la civilización humana, siguen
hoy cobrando víctimas y causando verdaderas catástrofes
en extensas regiones, como evidencia del mantenimiento
de condiciones de vulnerabilidad.
Desde hace varias décadas se mantiene una tenden-
cia de urbanización de la población mundial, como resulta-
do del aumento demográfico, la polarización social y eco-
nómica hacia las principales ciudades y otros procesos de
dinámica social que se manifiestan en los diferentes escena-
rios y regiones. Paralelo a esto, también tienen lugar proble-
máticas que no encuentran aún una solución adecuada,
como es el agrandamiento de la brecha de desarrollo entre
países, el aumento de la pobreza y el hambre, la falta de ac-
ceso a condiciones dignas de habitabilidad y otros flagelos
de la sociedad
En el Informe Mundial de Reducción de Riesgos de De-
sastres, elaborado por el PNUD en el 2004, se fija en un 75%,
la proporción de la población mundial que vive en zonas
impactadas por eventos como terremotos, ciclones tropica-
les, inundaciones y sequías, lo cual trae como consecuencia

203
que cada día por causa de los desastres en el mundo mue-
ren 184 personas, y por cada una de estas víctimas existen
no menos de 3000 seres humanos bajo amenaza cierta. En
ese estudio se expresa que si bien sólo un 11% de la pobla-
ción expuesta a amenazas naturales vive en países de bajo
índice de desarrollo humano, éstos concentran más del 53%
por ciento del total de víctimas fatales.
En América Latina y el Caribe se ha venido elevando
la frecuencia con que se producen situaciones de desas-
tres; aunque esto no quiere decir necesariamente que exis-
ta una tendencia verificada de aumento de la intensidad
y recurrencia de los fenómenos y procesos naturales, sino
que se ha incrementado la vulnerabilidad. Un huracán de
categoría menor, como Stan en el 2005, que mantuvo ca-
racterísticas extremas con categoría 1 en la escala de Sa-
ffir-Simpson, provocó una seria situación de emergencia por
inundaciones en Centroamérica, sobre todo en Guatemala
y El Salvador.
A inicios del 2000, un reporte del Banco Mundial recono-
cía que 330 millones de habitantes en el planeta desarrolla-
ban su existencia en situación de pobreza, 600 millones en
condiciones peligrosas para sus vidas, mientras que 800 mi-
llones residían en viviendas inadecuadas. América Latina y
el Caribe, con más del 75% de su población aglomerándose
en sus núcleos urbanos, constituye un ejemplo de este som-
brío panorama, una de cuyas consecuencias directas es el
incremento de la vulnerabilidad a los desastres naturales.
En las próximas décadas, se superará la cifra de 500 mi-
llones de latinoamericanos y caribeños que vivan en áreas
urbanas; lamentablemente muchos de ellos en situación de

204
pobreza, insalubridad y desprotección.
El medio construido, en tanto entorno físico edificado
por la actividad humana y sustrato donde se desarrollan las
actividades colectivas e individuales de todo tipo; constitu-
ye no sólo la base para el funcionamiento de la sociedad en
sus diferentes escalas y manifestaciones; sino que ha deveni-
do en uno de los principales escenarios del desastre.
Existen problemáticas dentro del entorno edificado, so-
bre todo en los núcleos urbanos más populosos, que devie-
nen en factores originarios y catalizadores de situaciones de
desastre potencial, como es el hacinamiento habitacional,
las graves inequidades sociales, la distribución desigual de la
riqueza, la degradación ambiental, el aumento de la tuguri-
zación y de los cinturones de miseria alrededor de las gran-
des ciudades y otras carencias políticas, económicas, socia-
les, educacionales, culturales, ambientales y de otra índole.
Sin embargo, se manifiestan otros problemas que dis-
paran la vulnerabilidad del medio construido a los procesos
naturales, como son: el diseño incorrecto y la deficiente ca-
lidad de las construcciones, el mantenimiento insuficiente, la
falta de correspondencia entre la planificación del desarro-
llo y el uso del territorio, problemas de legalización del suelo
o institucional, que hacen que se realicen las construcciones
sin la calidad necesaria y en terrenos menos recomenda-
bles, el crecimiento incontrolado de las ciudades y los asen-
tamientos humanos y la ausencia de una acertada y previ-
sora gestión del riesgo urbano.
Vulnerabilidad y riesgos en el medio construido.
El riesgo al desastre: amenazas y vulnerabilidad en el
medio construido.

205
La definición clásica más aceptada del riesgo de desas-
tre, tal como la plantea Mansilla (2000), es la probabilidad
de que se manifieste una amenaza determinada sobre un
sistema con un grado de vulnerabilidad dado, que en térmi-
nos formales expresa de la siguiente manera:
Riesgo = (Amenaza X Prevención) (Vulnera-
bilidad X Mitigación)
Es bueno aclarar que definiciones como la anterior, centran
su concepto en el papel dominante del elemento físico-na-
tural y por ende, en la vulnerabilidad física o tangible ante la
acción del peligro. De aquí que existan visiones de mayor in-
tegralidad en torno a la relación entre vulnerabilidad y ame-
naza, lo cual conduce también a enfoques más completos
del concepto de riesgo.
Wilches-Chaux (1989) desdobla la vulnerabilidad en
múltiples dimensiones que rebasan el marco de lo físico y
relaciona otros elementos no menos importantes, como lo
económico, social, ambiental, cultural, educativo, ideológi-
co, política e institucional. Esto es ampliado por Lavell (1996)
al incorporar una visión global sobre la concepción del ries-
go, partiendo de caracterizar las amenazas en sus diferentes
tipos, según su fuente de origen y demostrando que en el
proceso de manifestación del riesgo concurre un conjunto
de factores sociales y de otra índole, en relación con la con-
formación de cierto tipo de amenazas, como resultado de
un proceso continuo.
Estas y otras definiciones y concepciones giran alrede-
dor de los conceptos fundamentales de amenaza, riesgo,
desastre y vulnerabilidad. Existe coincidencia en definir la
amenaza o el peligro, como el evento detonador o desen-

206
cadenante de las consecuencias desastrosas. Herzer (2002),
junto con otros, precisa justamente la necesidad de que los
factores amenazantes se conjuguen con determinadas con-
diciones de vulnerabilidad en los objetos expuestos, a fin de
desembocar en tales situaciones de riesgo. Por ello, no todo
acontecimiento crítico se convierte per se en desastre; para
que ello ocurra, el evento debe impactar en una comuni-
dad o contexto social determinado y superar la capacidad
de éste para hacerle frente, lo cual es explícitamente visible
en el medio construido.
De este modo, los eventos desencadenantes, son fac-
tores necesarios pero no son condición suficiente ni pre-
dominante para la existencia de un desastre en el entorno
edificado, partiendo del enfoque de Wilches-Chaux (1993),
compartido por Herzer (1998, 2000), Cardona (2003) y otros,
que reconoce el grado de vulnerabilidad del medio cons-
truido, en un momento dado y para peligros identificados,
como una acumulación de vulnerabilidades. No se puede
ignorar que los desastres ponen de manifiesto la relación ex-
trema entre los eventos desencadenantes y la estructura y
organización de la sociedad, de tal manera que se constitu-
yen en procesos y momentos críticos que superan la capa-
cidad material de la población para absorber, amortiguar o
evitar los efectos negativos del acontecimiento físico.
El presente trabajo parte de los conceptos expresados
por Cardona (2001, 2003), vulnerabilidad definida como el
factor de riesgo interno de un elemento o grupo de elemen-
tos expuestos a una amenaza, correspondiente a su predis-
posición intrínseca a ser afectado o de ser susceptible a sufrir
un daño; así como de entender el riesgo como la probabi-

207
lidad que se presente un nivel de consecuencias económi-
cas, sociales o ambientales en un sitio particular durante un
período de tiempo definido.
Para el caso específico del medio construido, tales con-
ceptos encuentran una precisión más apropiada, tal como
se expresa por Wilches-Chaux (1993) citando a Cuny, que
comprende la vulnerabilidad como la condición en la cual
los asentamientos humanos o las edificaciones de encuen-
tran en peligro en virtud de su proximidad a una amenaza,
la calidad de la construcción o ambos factores.
Esto es abordado por Arguello-Rodríguez (2004) quien
señala que la satisfacción de la necesidad de vivienda lleva
a una serie de acciones constructivas que incluyen el uso de
tierras inadecuadas para habitar, el uso de edificios urbanos
en malas condiciones y la generalizada autoconstrucción.
Llama la atención también a la diversidad de condiciones
de riesgo derivadas tanto de los sistemas constructivos como
de la gestión del uso del suelo, sobre todo en la localización
de las construcciones en territorios de alto riesgo, en la baja
calidad de materiales, su uso inadecuado y el desconoci-
miento de las técnicas.
El enfoque del presente trabajo gira alrededor de la
denominada vulnerabilidad física, en coincidencia con los
criterios Cardona (2003) que cita a Starr, relacionada con el
grado de exposición y la capacidad de los elementos del
medio construido para soportar la acción de los fenómenos
naturales o de otro tipo. Éste es un abordaje técnico o tec-
nológico de la vulnerabilidad, que centra su planteamiento
en la amenaza como detonante del desastre, en la vulnera-
bilidad intrínseca del medio construido como condición pro-

208
piciatoria del riesgo y en sus causales u orígenes, tanto en las
fases de diseño y construcción, como en las de explotación
y uso de sus elementos.
Dar la prioridad a la vulnerabilidad física o técnica, para
estudiar el comportamiento del medio construido respecto
al desastre, no desconoce la influencia de las otras dimen-
siones de la vulnerabilidad (económicas, sociales, cultura-
les y de otro tipo), pero orienta sus conclusiones hacia las
medidas tecnológicas que permitan elevar la capacidad
resistente de sus elementos a los efectos de las acciones ex-
tremas del contexto.
Principales amenazas naturales al
medio construido.
Un número importante de las ciudades, expresión más
compleja del medio construido, sean grandes o de menor
tamaño, se ubican en zonas propensas a un amplio surtido
de amenazas físicas - naturales, cuyos impactos se hacen
más notorios por los niveles de población e infraestructura
ahí concentrados y los niveles de vulnerabilidad social exis-
tentes. Además, de forma cada vez más relevante, el mismo
proceso de urbanización y los cambios que suscita en las
regiones que circundan las ciudades, modifica y transforma
los elementos físico-naturales existentes, creando nuevas
amenazas o amplificando en intensidad y recurrencia las ya
existentes.
Es preciso recordar que las amenazas de origen físi-
co-natural constituyen solamente un componente de los
factores de riesgo en el medio construido. La concentración
espacial de población e infraestructura económica, la com-
plejidad e interconexión de los elementos de la estructura

209
urbana y la amplia falta de controles y normatividad refe-
rente a la seguridad ciudadana, incrementan y diversifican
los factores de riesgo.
En relación del medio construido, las amenazas natura-
les más características son de los siguientes tipos:
• Amenazas geodinámicas: Sismos, tsunamis, desliza-
mientos (deslaves, avalanchas, grandes deformaciones del
suelo), erupciones volcánicas.
• Amenazas hidrológicas: Desbordamientos de ríos y
embalses, sequías, desertificación, sedimentación y saliniza-
ción de los suelos.
• Amenazas meteorológicas: Huracanes y tormentas
tropicales, tornados, eventos asociados a El Niño y fenóme-
nos comunes, grandes heladas.
Es común considerar, entre la clasificación y ejemplos
anteriores, las amenazas de mayor peligrosidad e incidencia
en las construcciones y sus aglomeraciones urbanas, enten-
didas como:
• Eventos geodinámicos: sismos, erupciones volcánicas
y deslizamientos del
suelo.
• Eventos hidrometeorológicos: huracanes, depresio-
nes y tormentas tropicales,
con otros fenómenos asociados, como las inundacio-
nes, penetración del mar.
Eventos geodinámicos:
El sismo es una de las amenazas naturales más destruc-
tivas, incluyendo al medio construido, donde puede llegar a
destruir ciudades enteras, en virtud de su fuerza de impacto
repentino y poco aviso.

210
Las vibraciones del sismo ocurren en una variedad de
frecuencias y velocidades, dentro de un proceso de ruptu-
ra que puede durar desde una fracción de segundo has-
ta unos pocos minutos en el caso de terremotos mayores.
Las ondas sísmicas generadas por la ruptura pueden durar
desde menos de décimas de segundo hasta menos de un
minuto.
La escala de Richter, a través de la cual se mide la in-
tensidad de los sismos es logarítmica, lo cual significa que
un aumento de una magnitud significa un aumento de 10
partes en el movimiento de la tierra, o aproximadamente un
aumento de 30 veces la energía. De modo que, un terremo-
to de magnitud 7.5 descarga 30 veces más energía que uno
de magnitud 6.5, y aproximadamente 900 veces la de un
terremoto de magnitud 5.5.
El potencial peligroso del sismo, si bien se manifiesta por
sus efectos directos, también causan efectos indirectos muy
dañinos para las construcciones, como pueden ser los desli-
zamientos de tierra y los tsunamis.
Las erupciones volcánicas constituyen otra amenaza
natural de tipo geodinámico, características por sus efec-
tos directos y las consecuencias secundarias o indirectas. La
lluvia de cenizas, que llega a ser copiosa en grandes distan-
cias, además de su nocividad a las personas, la naturaleza
y el ambiente en general, puede llegar a provocar fallos y
destrucciones de edificaciones, sobre todo de viviendas pre-
carias y construcciones antiguas con poco mantenimiento,
debido al sobrepeso en sus techos y otras superficies horizon-
tales e inclinadas, que llegan a causar daños estructurales y
el desplome total o parcial de la construcción.

211
El efecto más nocivo de la erupción volcánica es el flu-
jo piroclástico, dado su potencia de destrucción y lo súbito
de su aparición. Consiste en explosiones dirigidas horizon-
talmente o de rápidas ráfagas de gas en movimiento que
contienen ceniza y fragmentos más grandes en suspensión.
Viajan a gran velocidad y queman todo lo que encuentran
a su paso. Los flujos se mueven en forma de avalancha de
nieve o rocas ya que contienen una pesada carga de polvo
y fragmentos de lava, los cuales son más densos que el aire
que los rodea. A medida que viajan se sigue descargando
gas, creando una nube que se expande continuamente.
Entre los efectos indirectos de la erupción, se cuentan
los aludes de lodo y otros detritos volcánicos, formados por
enormes cantidades de ceniza y de fragmentos más gran-
des se acumulan después de una erupción en las empina-
das laderas de un volcán, a veces de una profundidad de
varios metros. Cuando se mezclan con agua, las eyecciones
volcánicas se transforman en un material que fluye fácilmen-
te colina abajo, como concreto mojado.
La velocidad del alud es afectada por el volumen del
lodo y los escombros, su viscosidad y la pendiente y carac-
terística del terreno. La velocidad puede alcanzar hasta 100
km por hora y la distancia viajada puede sobrepasar los 100
kilómetros.
Todavía está en la memoria la destrucción de Armero,
Colombia en el 1985, causada por la erupción del Nevado
del Ruiz, lo que causó la muerte de 25 mil personas, otros 5
mil heridos, 10 mil damnificados y pérdidas millonarias.
Otros fenómenos destructivos pueden ser intuidos por
las erupciones volcánicas, como el arrasamiento de todo lo

212
que encuentren los ríos de lava en las pendientes del vol-
cán, o eventos tan significativos como los tsunamis.
Los deslizamientos de tierra son una amenaza geodiná-
mica de frecuente ocurrencia como resultado de cambios,
súbitos o graduales, en la composición, estructura, hidrolo-
gía o vegetación de una ladera.
Las causas de los deslizamientos son diversas, entre las
que se cuentan las vibraciones (por sismos u otras causales),
los cambios en el contenido interno de agua del suelo, la
remoción de apoyo lateral que es producto de la erosión, el
fallo de la ladera, obras incorrectas de construcción y exca-
vación, así como la deforestación o pérdida de vegetación
estabilizadora.
También el peso excesivo sobre las laderas, por granizo,
nieve, acumulación de piedras sueltas o material volcánico,
acumulaciones de material (roca, desechos) y el desgaste
por acciones físicas o químicas.
En área urbana, los deslizamientos muchas veces se
proWducen por acciones humanas, donde suelen ser indu-
cidos por la interrupción del curso de las aguas y cambios en
el agua potable, así como por las nuevas construcciones en
laderas que emplean métodos de desmonte y terraplén, los
cuales perjudican la estabilidad.
Eventos hidrometeorológicos:
El huracán o ciclón tropical constituye el evento por ex-
celencia entre las amenazas hidrometeorológicas. Según
un informe del la Organización Meteorológica Mundial del
2002, en la década anterior (1991-2000) más del 90% de las
víctimas de desastres naturales perdieron la vida a causa de
fenómenos hidrometeorológicos extremos. Para la región

213
geográfica de Centroamérica y el Caribe, uno de los desas-
tres más significativos fue el paso del huracán Mitch, con la
nefasta secuela de muertos, damnificados y destrucción del
hábitat construido, sobre todo en Honduras y países limítro-
fes.
Los ciclones tropicales se caracterizan por sus vientos
destructivos, las mareas de tempestad, y los niveles excep-
cionales de lluvia que pueden causar inundaciones.
Los vientos violentos generados por un ciclón tropical
circulan en el sentido de las manecillas del reloj en el hemis-
ferio sur y en el sentido inverso en el hemisferio norte, mien-
tras forman espirales hacia adentro y aumentan de intensi-
dad cerca del centro. Las velocidades del viento aumentan
progresivamente al acercarse al núcleo.
Provocadas por los huracanes, la sobreelevación del
mar por encima de la marea normalmente pronosticada
astronómicamente, es a menudo un factor clave o incluso
el factor dominante en un desastre causado por ciclones y
tormentas tropicales. Al acercarse el ciclón a la costa, la fric-
ción de vientos fuertes en tierra firme sobre la superficie del
mar, en combinación con el “efecto de succión” de la pre-
sión atmosférica reducida, pueden acumular agua de mar
a lo largo de la costa muy por encima del nivel de marea
pronosticado para ese momento cerca del punto donde
el ciclón toca tierra. En ciclones de intensidad moderada,
el efecto no suele rebasar unos cuantos metros, pero en el
caso de ciclones excepcionalmente intensos se han docu-
mentado olas de tormenta de hasta ocho metros.
La región costera centroamericana y los países de la
cuenca del mar Caribe, presentan una propensión a sufrir

214
los efectos de la marea de tormenta, sobre todo en zonas
con tierras de poca elevación a lo largo de bahías cerradas
o semicerradas que dan al océano.
Las lluvias de gran intensidad son otra de las amena-
zas hidrometeorológicas de consideración para el medio
construido. Los niveles más altos de precipitación en uno o
dos días corresponden a ciclones tropicales. La humedad
específica tan alta se condensa en gotas excepcionalmen-
te grandes de lluvia y nubes cúmulo gigantescas, las cuales
casan las altas tasas de precipitación.
Cuando un huracán toca tierra, la lluvia satura rápida-
mente aún las áreas secas de la cuenca de captación y
el rápido derrame puede inundar repentinamente las vías
normales de desagüe y crear otras vías nuevas. La relación
entre la fuerza del ciclón y la precipitación pluvial puede no
ser proporcional. Por ejemplo, si la atmósfera sobre la tierra
es seca, un ciclón fuerte puede debilitarse rápidamente y la
precipitación puede ser reducida. Por otro lado, si la atmós-
fera se encuentra saturada y grandes extensiones de terre-
no están inundadas, un ciclón débil o mediano tardará en
debilitarse y la precipitación persistirá.
En los últimos años ha aumentado la ocurrencia de inun-
daciones repentinas y el desbordamiento catastrófico de
ríos atribuibles a ciclones debido a la caída de precipitacio-
nes altas sobre pendientes de montes severamente desfo-
restadas. Los derrumbes y los ríos pequeños bloqueados con
troncos flotantes y escombros han anegado rápidamente
pueblos y planicies habitadas, causando muchas muertes y
la destrucción de las construcciones y la infraestructura.
Vulnerabilidades del medio construido.

215
El medio construido se distingue en dos escalas o pla-
nos de complejidad y dimensión. Por una parte, el medio
urbano, que está constituido por la aglomeración de cons-
trucciones, infraestructura y otros elementos edificados que
se interrelacionan como un sistema, conformando las ciu-
dades de diferente magnitud e importancia y otros asenta-
mientos edificados. En otro sentido, por las construcciones
específicas en sí mismas, en tanto viviendas, edificios socia-
les, industriales y de otra índole, obras viales y de ingeniería
infraestructural, las cuales pueden formar parte de ciudades
y núcleos urbanos o asentarse en zonas rurales, montañosas
y otros escenarios.
La creación de condiciones de vulnerabilidad al desas-
tre está relacionada con un contexto natural y construido
específico y con un momento dado; constituyendo un fenó-
meno complejo, por cuanto posee un carácter multidimen-
sional, enmarcado en un proceso de causa-efecto, donde
se gestan y pueden ir acumulándose progresivamente, si-
tuaciones de riesgo y de vulnerabilidad progresiva.
La vulnerabilidad del medio urbano no es la suma de las
vulnerabilidades de sus construcciones componentes, por
cuanto depende de una gran variedad de factores y rela-
ciones que tiene lugar en su interior.
La vulnerabilidad urbana condiciona un riesgo múltiple,
dado por la creciente extensión de las áreas susceptibles a
sufrir daños causados por amenazas de distinta magnitud y
por la concentración de elementos expuestos tales como vi-
viendas, infraestructura, servicios, etc. En el caso de amena-
zas de gran magnitud (terremotos, erupciones volcánicas,
huracanes, etc.) muchas ciudades han sido escenarios de

216
grandes desastres, con la destrucción masiva de viviendas,
edificios, infraestructura y cantidades considerables en pér-
didas de vidas humanas, sobre todo en áreas densamente
pobladas.
La vulnerabilidad urbana se eleva también como re-
sultado del proceso de tugurización que se ha dado como
consecuencia del modelo de urbanización, con una densifi-
cación y el deterioro de las edificaciones. También se agra-
va la situación con las precarias condiciones de vivienda
existentes en las áreas críticas, la escasez y deficiencia de
los servicios, con mayor énfasis en los asentamientos margi-
nales, con mayor precariedad en las técnicas y materiales
de construcción y por las características geográficas de los
terrenos ocupados que generalmente se localizan en ba-
rrancas susceptibles a deslaves, inundaciones, sismos, hun-
dimientos, etc.
La vulnerabilidad de la edificación se conforma por la
interrelación de las siguientes vulnerabilidades:
• Vulnerabilidad estructural
• Vulnerabilidad no estructural
• Vulnerabilidad funcional
La vulnerabilidad estructural es la que está referida a los
elementos portantes de la edificación, es decir a las partes
que garantizan estabilidad, como son los cimientos, muros
portantes, vigas, columnas, entrepisos y cubiertas, etc. Ex-
presa la susceptibilidad que la estructura presenta frente a
posibles daños, muchas veces totalmente destructivos para
la edificación.
En la vulnerabilidad estructural influye el propio diseño
de la edificación, puesto que una parte importante de los

217
mayores daños constructivos se refieren a la aplicación de
esquemas arquitectónico-estructurales nocivos.
Especialmente vulnerables son las construcciones infor-
males o las viviendas por autoconstrucción, por la pobre o
incorrecta aplicación de especificaciones y normas de dise-
ño estructural y de ejecución de las obras.
La vulnerabilidad no estructural se asocia con aquellos
componentes de la edificación que están incorporados a
las estructuras, como ventanales, marquetería, cristales, fal-
sos techos, puertas, etc. y que cumplen funciones esencia-
les en el edificio. Puede darse el caso de que la edificación
quede en pie luego de un desastre y esté inhabilitada debi-
do a daños no estructurales. En término de magnitud econó-
mica de pérdidas, muchas veces el costo de los elementos
no estructurales en la mayoría de los edificios es considera-
blemente mayor que el de los estructurales. Para el caso de
edificaciones sociales e industriales, este valor puede ascen-
der al 85 y 90% del valor de la instalación, por concepto de
acabados arquitectónicos, sistemas mecánicos y eléctricos,
revestimientos y otro equipamiento y elementos de termina-
ción.
Finalmente, la vulnerabilidad funcional es la que se re-
fiere al mantenimiento de las funciones esenciales de la
edificación durante la ocurrencia de un fenómeno natural
y que están representadas por una correcta relación entre
los espacios arquitectónicos y los servicios, una adecuada
zonificación y relación entre las áreas, vías de acceso, etc.
Las vulnerabilidades anteriores constituyen, integradas
entre sí, la denominada vulnerabilidad intrínseca o especí-
fica de una edificación; que a su vez está influida también

218
por factores externos a la edificación, como son las obras de
infraestructura del contexto y el resto del entorno natural y
construido a la edificación, comprendiendo en la misma a
la vegetación en las áreas exteriores a la edificación, la con-
figuración topográfica y del terreno, las obras construidas en
sus inmediaciones o contiguas a la misma, los elementos na-
turales que pueden convertirse en zonas o factores de ries-
go, tales como ríos, líneas de costas al mar y embalses, etc.
Vulnerabilidad urbana a las
amenazas naturales. Factores de
vulnerabilidad urbana.
En el estudio del riesgo urbano, Lungo (2000) y La-
vell (2000) coinciden en caracterizar las fuentes de vulne-
rabilidad urbana, precisándolas como: la concentración,
densidad y centralización de la ciudad y sus actividades, la
complejidad e interconectividad de los procesos urbanos,
la informalidad e ilegalidad presente que eleva el riesgo y
la gestión descontrolada de la ciudad y la degradación del
medio ambiente. A tales problemas, les adicionan otros fac-
tores concomitantes, como la debilidad política e institucio-
nal; así como la falta de participación social en la política y
la planificación.
Los factores de vulnerabilidad urbana se relacionan con
las malas actuaciones de los humanos para la modificación
del medio ambiente natural, y la transformación de lo modi-
ficado para la construcción de los asentamientos humanos.
De hecho, las áreas metropolitanas y mega-ciudades del
mundo en desarrollo representan el mayor potencial de pér-
didas humanas, patrimoniales, de insumos productivos, de
infraestructura y de capacidad de producción, en el caso

219
de un desastre natural.
Lavell (2000) valora la capacidad de disminuir la vulne-
rabilidad urbana, a partir del diseño y el planeamiento, asig-
nando más la importancia a los procesos que contribuyen a
su crecimiento.
Los elementos de la configuración urbana que influyen
con mayor fuerza en la vulnerabilidad de la ciudad a las
amenazas naturales –de otro tipo, como las tecnológicas y
ambientales- consisten en:
• Morfología urbana
• Estructura y zonificación de la ciudad
• Infraestructura urbana
• Vegetación y áreas verdes
• Tecnologías de construcción empleadas
en las construcciones
• Emplazamiento de las edificaciones y sus conjuntos
La morfología o trazado urbano tiene una responsabilidad
esencial en la capacidad de la ciudad de resistir las accio-
nes extremas de las amenazas naturales, como por ejemplo,
las inundaciones causadas por fenómenos hidrometeoroló-
gicos u otras causas.
Algunos trazados, más que otros, favorecen, por poner
un ejemplo, la escorrentía de las aguas en el caso de una
inundación. En ciudades de litoral, con asentamientos edifi-
cados en zonas bajas, o emplazadas en las áreas de riesgo
provenientes de corrientes de agua procedentes de terre-
nos altos o elevaciones, el trazado urbano debe facilitar el
curso de las aguas, impidiendo las inundaciones intra-urba-
nas y su expansión hacia zonas riesgosas de elevada densi-
dad poblacional.

220
El trazado debe favorecer también la interconexión y la
accesibilidad. Es necesario tener en cuenta en este factor
las dimensiones, las tipologías viales, así como su relación de
distancia con las edificaciones. Debe utilizarse en función de
la prevención tanto el diseño como la ubicación de las vías
peatonales y vehiculares, áreas de estacionamiento, zonas
de vegetación y el desarrollo planimétrico de la ciudad.
Respecto a la estructura urbana, que se refiere al uso de
suelo de la urbanización, a la zonificación de la misma en
sector habitacional, la industria, servicios, espacios públicos
y las áreas verdes; resulta muy importante colocar en zonas
más seguras los sectores vitales para la sociedad y la eco-
nomía.
Es tendencia ubicar en espacios de mayores ondas sís-
micas o de inundaciones, por ejemplo, las áreas de reserva
natural, espacios públicos, como plazas, parques entre otros
que en ocasiones de eventos naturales no afecten tanto a
la economía y pérdidas humanas. Con respecto a la vege-
tación en los centros urbanos se deben estudiar los tipos, las
alturas y las funciones para que en las situaciones de crisis no
sean un obstáculo sino un elemento que apoye y ayude a la
organización de la urbanización.
Varios autores (Urbina, 2005; Rodríguez, 2007) exponen
experiencias de adecuación de los proyectos urbanos a su
marco geográfico, evaluando oportunamente los factores
de riesgo de zonas singulares, como los bordes de ríos, fren-
tes costeros y tierras ganadas al mar.
La infraestructura urbana es decisiva en el comporta-
miento de la ciudad ante los fenómenos naturales extremos
y llegan a decidir el grado de daños y pérdidas resultantes.

221
La interconexión o dependencias de una misma fuente pue-
de provocar que una rotura en un lugar puntual afecte una
mayoría de sectores que de otra forma estarían fuera de la
acción del evento, por eso muchas veces en necesario di-
señar varios tipos de soluciones y fuentes de abastecimiento
y evacuación.
La ubicación o emplazamiento es el factor más abor-
dado por los autores que se refieren al tema. Su importancia
en el diseño urbano con enfoque de reducción de desastre
natural es obvia porque una ciudad diseñada en una zona
propensa al fenómeno natural tiene un punto a favor de la
vulnerabilidad.
Para realizar los emplazamientos adecuados, varios
autores, como Kuroiwa (s.f.), proponen la realización de la
microzonificación que no es más que la realización de in-
vestigaciones de todos los tipos de eventos sucedidos y pro-
bables a partir de estudios de distintas disciplinas y luego se
superponen los efectos de los desastres y se hallan las zonas
vulnerables y seguras. Sin embargo no siempre se tienen op-
ciones para escoger el emplazamiento.
Se puede apreciar que cuando no es posible evitar un
emplazamiento riesgoso es necesario prestar atención a
otros factores del planeamiento, en las edificaciones y tec-
nologías de construcción. En estos aspectos se deben es-
tudiar las ubicaciones de las obras, las distancias entre las
mismas, la forma volumétrica y espacial, la altura, así como
los materiales que son necesarios proponer. Es válido señalar
que estos criterios estarán muy relacionados con las carac-
terísticas de la zona y los tipos de fenómenos naturales pre-
dominantes.

222
Recomendaciones para la reducción del
riesgo urbano.
• Elaborar e implementar instrumentos para el Ordena-
miento Territorial y Urbano perspectivo de las ciudades, que
se apunten hacia la paulatina solución de los factores de
crecimiento incontrolado y anárquico y tengan en cuenta,
junto con las diversas consideraciones de índole económi-
ca, social, urbanística, histórico-cultural, ambiental y de otro
tipo, los elementos de una gestión de riesgo urbano que
contribuya a reducir la vulnerabilidad de la ciudad.
• Definir e implementar políticas de uso del suelo y del
territorio urbano, que eviten la excesiva concentración de
elementos construidos, permitan cumplir con las normas y
regulaciones técnicas para el trazado y el ordenamiento ur-
banos y garanticen el crecimiento de la ciudad hacia zonas
seguras.
• Definir, a partir de los instrumentos de ordenamiento
urbano, diferentes planes de zonificación del territorio de la
ciudad a diferentes escalas, basado en estudios de riesgos
específicos que permitan llegar a niveles de microzonifica-
ción que rijan la ubicación o emplazamiento de las edifica-
ciones y la infraestructura urbana en lugares seguros.
• Aplicar políticas y medidas de ordenamiento urbano
emergente para contrarrestar la estructura caótica de zo-
nas de la ciudad, basadas en criterios particulares y anárqui-
cos, a contrapelo de estudios de riesgo urbano.
• Imponer políticas y acciones para detener y revertir
la degradación ambiental de las ciudades y territorios cir-
cundantes; sobre todo del deterioro del suelo y el terreno, la
sobreexplotación de las fuentes hídricas, la reducción de las

223
áreas verdes urbanas con el aumento del área construida,
la alteración de los cauces de los ríos y embalses y el dete-
rioro de laderas y taludes.
• Crear las condiciones políticas, sociales, económicas,
técnicas, institucionales y de todo tipo, que hagan factible
detener el crecimiento del hábitat precario en las ciudades,
de la tugurización, las franjas periféricas de alto riesgo.
• Construcción de obras protectoras en las zonas de
riesgo de la ciudad o de conurbación, sobre todo en los
cauces de ríos y embalses, las elevaciones y laderas, des-
niveles del terreno con tendencia al deslizamiento y proble-
mas potenciales al sismo.
• Elevar el marco de legalidad y normatividad en la
ciudad, a partir de regulaciones urbanas y otros instrumen-
tos técnico-jurídicos que permitan reforzar la gestión urbana
basada en políticas de reducción de vulnerabilidad y ries-
gos.
• Aplicación de controles sobre el cumplimientos de las
normas de diseño y construcción de las edificaciones y el
resto del medio construido esencial de la ciudad, así como
de una buena gestión de uso y conservación, basadas en los
parámetros que permitan un eficaz comportamiento ante
las principales amenazas y acciones perniciosas propensas
al desastre.

Vulnerabilidad de la edificación a las amenazas natu-


rales.
Estudio de la vulnerabilidad estructural, no estructural y
funcional.

224
Vulnerabilidad estructural a los sismos.

Las vibraciones que se desencadenan por la acción


del sismo impactan sobre las construcciones en un movi-
miento de subida y bajada y hacen vibrar a su vez a las es-
tructuras, causando eventualmente la destrucción y desplo-
me súbito inicial de las que no tienen capacidad resistente;
así como graves grietas, deformaciones y destrucción de
muchas otras construcciones, tanto en sus elementos estruc-
turales, como no estructurales y la infraestructura.
Las consecuencias nocivas de los terremotos se multi-
plican cuando surgen efectos indirectos, como las fallas del
suelo y el efecto de licuefacción, en determinados suelos,
los deslizamientos de tierra en laderas y las inundaciones;
además de los efectos submarinos cerca de las costas, así
como fallas de represas y diques.
En el caso del diseño arquitectónico y estructural de
las construcciones, con enfoque de resistencia sísmica, los
márgenes de seguridad se alcanzan a partir de la aplica-
ción de la normativa sismorresistente vigente, lo cual debe ir
acompañado de una estricta supervisión técnica de la obra
durante su ejecución. No obstante, la aplicación de los có-
digos de diseño se basa en suponer una representatividad
del “sismo de diseño” respecto a la amenaza sísmica real
para la zona de diseño, lo cual no deja de ser un punto de
partida hipotético. Por ello, además del apego a la normati-
vidad de cálculo, se debe recurrir a otros recursos del diseño
general de la edificación, como es la ductilidad y redundan-
cia, como forma de lograr cierto margen de seguridad si los
movimientos resultan más severos que los anticipados por el

225
diseño. El daño severo o colapso de muchas estructuras du-
rante sismos importantes es, por lo general, consecuencia
directa de la falla de un solo elemento o serie de elementos
con ductilidad o resistencia insuficiente.
A causa de sismos fuertes es común que se presenten
daños estructurales en columnas, tales como grietas dia-
gonales causadas por cortante y/o torsión, grietas vertica-
les, desprendimiento del recubrimiento, aplastamiento del
hormigón y pandeo de las barras longitudinales por exce-
so de esfuerzos de flexocompresión. En vigas, se presentan
grietas diagonales y rotura de estribos a causa de cortante
y/o torsión, grietas verticales, rotura del refuerzo longitudinal
y aplastamiento del hormigón por la flexión que impone el
sismo arriba y abajo de la sección como resultado de las
cargas alternadas.
Las conexiones o uniones entre elementos estructurales
son, por lo general, los puntos más críticos. En las uniones vi-
ga-columna (nudos) el cortante produce grietas diagonales
y es común ver fallas por adherencia y anclaje del refuerzo
longitudinal de las vigas a causa del poco desarrollo del mis-
mo y/o a consecuencia de esfuerzos excesivos de flexión.
En las losas se pueden presentar grietas por punzona-
miento alrededor de las columnas y grietas longitudinales a
lo largo de la placa debido a la excesiva demanda por fle-
xión que en ciertas circunstancias puede imponer el sismo.
Es peligroso que se produzcan irregularidades en la al-
tura de un edificio de varios pisos, ya que causa cambios
súbitos de rigidez entre los mismos, por lo que la absorción y
disipación de energía en el momento del sismo se concen-
tren en los pisos más flexibles, donde los elementos estructu-

226
rales se ven sobresolicitados. También las irregularidades de
la planta, en cuanto a la masa, rigidez y resistencia, pueden
originar concentraciones de esfuerzos difíciles de evaluar.
La experiencia viene indicando que las construcciones
rígidas se desempeñan respecto al sismo, mejor en gene-
ral, que las flexibles, particularmente en lo que respecta a
la protección de los componentes no estructurales, que su-
fren menos daños al limitarse el desplazamiento entre pisos.
De todas formas, es necesario proporcionarle a la estructura
capacidad de disipación de energía mediante tenacidad y
ductilidad en los lugares en que se espera que la resistencia
elástica puede ser excedida. Esto se aplica a los elementos
y a las conexiones de los elementos, puntos que usualmente
son los más débiles.
Configuración arquitectónica
Una de las mayores causas de daños en edificaciones
ha sido en el uso de esquemas de configuración arquitec-
tónico-estructural nocivos. Puede decirse de manera gene-
ral que el alejamiento de formas y esquemas estructurales
simples es castigado fuertemente por los sismos. Por ello, es
aconsejable evitar el planteamiento de configuraciones
riesgosas, independientemente del grado de análisis que
sea posible lograr en el análisis de cada caso y del lógico
margen a la creatividad de formas y volúmenes que una
obra arquitectónica puede generar.
Configuración en planta
Con relación a la disposición de la estructura en el plano
horizontal o planta del edificio, sobre todo en plantas conti-
nuas, ya que con un apropiado uso de juntas de dilatación
sísmica, pueden lograrse plantas complejas, aunque debi-

227
damente resueltas.
Los aspectos de mayor singularidad en la configuración
de la planta de las edificaciones son la longitud y la regula-
ridad.
La longitud en planta de una construcción influye en la
respuesta estructural de la misma de una manera que no es
fácil determinar por medio de los métodos usuales de análi-
sis. En vista de que el movimiento del terreno consiste en una
transmisión de ondas, la cual se da con una velocidad que
depende de las características de masa y rigidez del suelo
de soporte, la excitación que se da en un punto de apoyo
del edificio en un momento dado difiere de la que se da en
otro, diferencia que es mayor en la medida en que sea ma-
yor la longitud del edificio en la dirección de las ondas. Los
edificios cortos se acomodan más fácilmente a las ondas
que los edificios largos.
Considerando lo anterior, el correctivo usual para el pro-
blema de longitud excesiva de edificios es la partición de
la estructura en bloques por medio de la inserción de jun-
tas de dilatación sísmica, de tal manera que cada uno de
ellos pueda ser considerado como corto. Estas juntas deben
ser diseñadas de manera tal que permitan un adecuado
movimiento de cada bloque sin peligro de golpeteo o cho-
que entre los diferentes cuerpos o bloques que componen
la edificación. Los edificios largos son también más sensibles
a las componentes torsionales de los movimientos del terre-
no, puesto que las diferencias de movimientos transversales
y longitudinales del terreno de apoyo, de las que depende
dicha rotación, son mayores.
Respecto a la regularidad, los casos más críticos se dan

228
en las denominadas plantas complejas, entendiéndolas
como aquellas en las cuales la línea de unión de dos de sus
puntos suficientemente alejados hace su recorrido en bue-
na parte fuera de la planta. Esto se da cuando la planta
está compuesta de alas de tamaño significativo orientadas
en diferentes direcciones (formas en H, U, L, etc.).
En las plantas irregulares suelen introducirse juntas de di-
latación sísmica, como las mencionadas para el caso de los
edificios largos. Estas juntas permiten que cada bloque ten-
ga su propio movimiento sin estar atado al resto del edificio,
con lo cual se rompe el esquema de trabajo en voladizo
de cada ala. Las juntas, obviamente, deben tener el ancho
suficiente para permitir el movimiento de cada bloque sin
golpearse.
Configuración en altura
En términos de la configuración en altura, sobre todo vo-
lumétricamente, uno de los efectos a evitar, para lograr un
adecuado comportamiento sísmico, es el escalonamiento
del edificio de varios pisos.
Los escalonamientos en los volúmenes del edificio se
presentan habitualmente por exigencias urbanísticas, arqui-
tectónicas u otras causas, como puede ser el aprovecha-
miento de la iluminación y ventilación natural u otro motivo.
Sin embargo, desde el punto de vista sísmico, son causa de
cambios bruscos de rigidez y de masa; por lo tanto, traen
consigo la concentración de fuerzas que producen daño en
los pisos aledaños a la zona del cambio brusco. En términos
generales, debe buscarse que las transiciones sean lo más
suave posible con el fin de evitar dicha concentración.
Configuración estructural

229
Desde el punto de vista de la configuración estructural
de la edificación, respecto a su buen desempeño sísmico,
deben abordarse los siguientes aspectos:
• Concentraciones de masa
• Resistencia de columnas
• Rigidez y resistencia de los pisos o niveles
• Redundancia y flexibilidad estructural
Concentraciones de masa
En el diseño general de la edificación, sobre todo de va-
rios pisos, deben evitarse altas concentraciones de la masa
en algún nivel determinado del edificio. Esto puede obede-
cer a la ubicación en dichas zonas del inmueble de equipos
o elementos pesados; con lo cual, por razón de esa con-
centración de masa a mayor altura, aumentan hacia arriba
las aceleraciones sísmicas de respuesta, con lo cual se tiene
una mayor fuerza sísmica en ese punto.
Por lo anterior, en el diseño arquitectónico es recomen-
dable disponer los espacios que representen pesos inusuales
en sótanos o en construcciones aisladas aledañas al cuerpo
principal del edificio. En casos en los que por razones topo-
gráficas se deba tener almacenamientos de agua eleva-
dos, debe preferirse construir torres independientes para ese
fin, en lugar de adosarlas al edificio principal.
Resistencia de columnas
Las columnas dentro de una estructura tienen la vital im-
portancia de ser los elementos que trasmiten las cargas a
las cimentaciones y mantienen en pie a la estructura, razón
por la cual cualquier daño en este tipo de elementos puede
provocar una redistribución de cargas entre los elementos
de la estructura y traer consigo el colapso parcial o total de

230
una edificación.
Por lo anterior, el diseño sísmico de pórticos busca que
el daño producido por sismos intensos se produzca en vi-
gas y no en columnas, debido al mayor riesgo de colapso
del edificio por el de daño en columnas. Además de fallos
ocurridos por la menor resistencia de las columnas, respecto
a las vigas, también ocurre un fenómeno denominado las
“columnas cortas”, que tiene lugar cuando la longitud libre
de las mismas se reduce drásticamente por confinamiento
lateral parcialmente en la altura de la columna, debido a
la existencia por muros divisorios, muros de fachada, muros
de contención, etc. También se comportan como columnas
cortas al existir disposición de losas en niveles intermedios y
cuando el edificio está emplazado en terrenos inclinados.
Las columnas cortas son causa de serias fallas en edificios
bajo excitaciones sísmicas debido a que su mecanismo de
falla es frágil.
Rigidez y resistencia de los pisos o niveles
Uno de los problemas de mayor complejidad y vulnerabili-
dad a la acción del sismo en edificaciones de varios nive-
les es la diferencia de rigidez y resistencia en determinado
piso, respecto a otros, lo cual es el resultado de la selección
de determinados esquemas arquitectónicos y estructurales.
Esto ocurre cuando existe una diferencia de altura entre pi-
sos y cuando se produce la interrupción de elementos es-
tructurales verticales en el piso.
La diferencia de altura entre pisos ocurre en la búsque-
da de volúmenes mayores en ciertos niveles de la construc-
ción, generalmente por razones técnicas o estéticas. Esto
conduce a que en los pisos en cuestión se presente un de-

231
bilitamiento de la rigidez, debido a la mayor altura de los
elementos verticales.
La interrupción de elementos verticales de la estructura
ha probado ser la causa de múltiples colapsos parciales o
totales en edificios sometidos a sismos, sobre todo cuando
la interrupción de los elementos verticales resistentes (muros
y columnas) se presenta en los pisos inferiores. La razón del
deslizamiento del piso recae en que el nivel en que se inte-
rrumpen los elementos es más flexible que los restantes, con
lo que aumenta el problema de estabilidad, pero además
porque se origina un cambio brusco de rigidez que ocasiona
una mayor acumulación de energía en el piso más débil.
Los casos más usuales de interrupción de elementos ver-
ticales, que ocurre generalmente por razones espaciales,
formales o estéticas, son la interrupción de las columnas o
de muros estructurales o incluso divisorios, concebidos erró-
neamente como no estructurales, alineados con pórticos.
Redundancia y control de la flexibili-
dad estructural
La redundancia estructural es un criterio de seguridad, que
consiste en buscar, mediante el diseño sismorresistente de la
estructura, que la resistencia a las fuerzas sísmicas dependa
de un número importante de elementos y se distribuya entre
ellos, puesto que cuando se cuenta con un número reduci-
do de elementos (poca redundancia) la falla de alguno de
ellos puede tener como consecuencia el colapso parcial o
total durante el sismo.
La excesiva flexibilidad de la edificación ante cargas
sísmicas puede definirse como la susceptibilidad a sufrir
grandes deformaciones laterales entre los diferentes pisos,

232
conocidas como derivas. Las principales causas de este pro-
blema residen en la excesiva distancia entre los elementos
de soporte (luces), las alturas libres y la rigidez de los mis-
mos. Dependiendo de su grado, la flexibilidad puede traer
como consecuencias daños en los elementos no estructura-
les adosados a niveles contiguos, inestabilidad del o los pisos
flexibles, o del edificio en general y no permite aprovechar
la ductilidad disponible.
También es indeseable un comportamiento excesiva-
mente flexible del denominado “diafragma” del piso, pues
implica deformaciones laterales no uniformes, las cuales son
en principio perjudiciales para los elementos no estructurales
adosados al diafragma. Esta indeseable flexibilidad del dia-
fragma puede deberse a la propia flexibilidad del material
del cual está compuesto, por razones geométricas (relación
ancho/largo) o por la existencia de aberturas de considera-
ción (o gran cantidad de ellas), las cuales pueden haberse
previsto por necesidades de comunicación, instalaciones,
visualidad o consideraciones arquitectónicas o ambientales.
Las soluciones al problema de excesiva flexibilidad del
diafragma son múltiples, y dependen de la causa que la
haya ocasionado. Las grandes aberturas en el diafragma
deben estudiarse con cuidado, con el fin de proveer meca-
nismo de rigidización o, si esto no es posible, segmentación
del edificio en bloques.
Vulnerabilidad estructural
a los huracanes.
Dentro de las amenazas hidrometeorológicas, el agente de
mayor peligrosidad para la resistencia y estabilidad estructu-
ral de las construcciones está constituido por la acción del

233
viento, que en el caso de los huracanes de mayor intensi-
dad, según la escala internacional de Saffir-Simpson de cin-
co categorías, llegan a superar los 250 km/h. No obstante, a
los efectos de la integridad de las edificaciones comunes, la
fuerza de los vientos de un huracán con categoría 3 adquie-
re una capacidad destructiva apreciable.
El poder destructor del viento sobre las estructuras au-
menta rápidamente con su velocidad, ya que no depende
de la magnitud simple de su velocidad, sino del cuadrado
de esa medición, como se observa en la siguiente expresión,
contenida en la norma técnica cubana (NC 285:2003) y en
la cual se aprecia que la presión básica del viento sobre los
paramentos verticales (q10) está en relación directa con el
cuadrado de su velocidad (V10), medido a una altura con-
vencional de 10 metros sobre el nivel del terreno:
Hay que tener en cuenta el efecto de las rachas de
viento, que son producto de efectos dinámicos instantáneos
que en lugares específicos pueden provocar grandes inten-
sidades del viento, de sólo dos a tres segundos de duración,
que llegan a superar la velocidad sostenida hasta al viento
máximo sostenido hasta 1,5 veces su valor.
Para el diseño estructural de las construcciones, tenien-
do en cuenta su capacidad resistente a los vientos huraca-
nados, hay que tener en cuenta determinadas caracterís-
ticas locales de la zona o región, las cuales determinan la
dirección predominante del viento, los gradientes de veloci-
dad que son condicionados por la forma y altura del terre-
no y el medio construido, la localización geográfica y datos
sobre la ocurrencia histórica de dichos fenómenos meteoro-
lógicos en ese escenario específico.

234
Los factores intrínsecos de la estructura que influyen en
su vulnerabilidad a los fuertes vientos presentes en un hura-
cán, tienen que ver con:
• Altura de la edificación
• Geometría espacial de la edificación
• Configuración en planta
A diferencia de lo que ocurre en el caso del sismo, don-
de tanto la configuración estructural como arquitectónica
deciden su comportamiento ante este fenómeno destruc-
tor; en el caso del huracán, la posibilidad de daño y des-
trucción por los fuertes vientos depende también de las ca-
racterísticas y comportamiento de las cubiertas y los cierres
exteriores de la construcción, en especial de la fenestración.
Muchas veces el mecanismo destructor de la edifica-
ción se dispara con el fallo de puertas y ventanas exterio-
res, lo cual crea las vías para la penetración de presión de
viento interior (presurización interna) que contribuye con las
acciones que desde el exterior ejercen la presión directa y
el impacto dinámico del viento en las superficies a barlo-
vento; así como los efectos de succión que el mismo crea
en superficies a sotavento, planos inclinados de los techos
y otros puntos singulares de la construcción, en virtud de su
configuración y geometría.
Altura de la edificación
La presión del viento sobre la estructura se hace mayor
a medida de que es mayor la altura de la edificación, acor-
de con una ecuación logarítmica; aunque también hay que
tener en cuenta determinados coeficientes dados por la al-
tura del terreno donde está emplazada la construcción.
En edificaciones de más de 30 m de altura, deben te-

235
nerse especiales consideraciones en su cálculo estructural
respecto a la resistencia de valores incrementados en las
zonas superiores de la construcción; así como para soportar
efectos dinámicos dados por la variabilidad de la dirección
del viento y la influencia de la forma y el volumen de la es-
tructura en sus partes superiores. También deben hacerse
consideraciones específicas para los muros de cierre exterior
y las características técnico-constructivas de las ventanas.
Geometría espacial de la edificación
La geometría espacial tiene un papel fundamental en
el comportamiento de la construcción ante la acción del
viento, y en ella intervienen las formas de las superficies ex-
puestas, la volumetría, la proporción, ubicación y forma de
las aberturas hacia el exterior de la edificación, el grado de
estanquidad –o permeabilidad- que tengan las estructuras
al paso de las corrientes y rachas de viento.
Toda construcción que presente aberturas en sus cierres
exteriores que no sean susceptibles de limitarse eventual-
mente con ventanas, puertas u otras soluciones similares; o
que por la forma de su volumen haga factible determinada
penetración ocasional del viento, deben considerarse per-
meables y, como tales, existirá una presurización interna pro-
vocada por los vientos a alta velocidad y ello incrementará
la vulnerabilidad de la edificación.
Determinados edificios comerciales, sociales o de otra
índole, que por consideraciones simbólicas, de diseño o fun-
cionales, presentan en su diseño determinados volúmenes
entrantes, o partes de sus fachadas abiertas o penetrantes
respecto a su línea exterior de cierre, requieren tener en
cuenta en su diseño estructural los efectos aerodinámicos

236
que surgen por la permeabilidad al viento, en situaciones
extremas.
La volumetría esbelta, poco concentrada, con cambios
bruscos de volúmenes, escalonamientos, etc. aumentan la
vulnerabilidad ante los vientos. También los denominados
“edificios pantalla” tienen un comportamiento aerodinámi-
co específico que debe tenerse en cuenta, por lo extenso
del área expuesta al viento, así como las edificaciones de
varios pisos con una elevada permeabilidad al viento con-
centrada en su nivel inferior.
Configuración en planta
De manera similar al caso de la vulnerabilidad al sismo,
el grado de irregularidad de la configuración de la edifica-
ción en el plano horizontal puede ser un factor causal de
malos comportamientos al viento, sobre todo si existe un cre-
cimiento en altura de la estructura.
Las plantas complejas, con perímetro accidentado o
en formas singulares (H, U, L) con alas de tamaño aprecia-
ble, crean condiciones para que la incidencia del viento en
ráfagas sobre sus superficies expuestas tenga un comporta-
miento errático y se produzcan fenómenos indeseables en
la proximidad de las fachadas y bordes superiores y laterales
del edificio, que aumentan el efecto de succión y pueden
crear condiciones para la aparición de las rachas de corta
duración y gran incremento instantáneo del impacto, que
son funestas para la integridad de los elementos de cierre,
aleros y voladizos.
Por otra parte, deben recibir una consideración especial
los efectos del viento en contextos construidos de gran com-
pacidad, como son los núcleos urbanos con un uso intenso

237
del suelo y donde se agrupan edificaciones de diferente al-
tura, como sucede en las zonas céntricas de las ciudades
tradicionales. Estos contextos de elevada obstaculización al
paso del viento, contribuyen a la disipación de parte de su
energía; pero por otra parte, tienen una gran susceptibilidad
de provocar fenómenos imprevisibles, como por ejemplo el
denominado efecto venturi, que tiene lugar debido al incre-
mento considerable que sufren las corrientes de viento al ser
direccionadas o focalizadas por los macizos impermeable
de las edificaciones hacia determinados puntos, donde la
intensidad y el impacto se hace más destructivo. También
las calles estrechas, bordeadas por construcciones de varios
pisos, pueden crear el efecto de cañón y convertirse en ca-
nales de ráfagas que elevan los efectos del viento.
El mayor estado de peligro que se crea con la acción
directa de los vientos huracanados dentro de contextos ur-
banos, es causado, no obstante, por la gran cantidad de
objetos sueltos o desprendidos y acarreados a gran velo-
cidad por las corrientes y ráfagas que en vuelo rasante y
errático hacia todas direcciones, actúan como verdaderos
proyectiles contra las edificaciones y causan víctimas entre
las personas que no buscan resguardo.
Estudio de la vulnerabilidad no estructural.
La experiencia ha demostrado que los efectos de se-
gundo orden causados por daños en elementos no estruc-
turales pueden agravar significativamente la situación. Por
ejemplo, cielos rasos y acabados de paredes pueden caer
sobre corredores o escaleras interrumpiendo la circulación;
incendios, explosiones y escapes de gases en cocinas y otros
locales de la vivienda pueden ser peligrosos para la vida y

238
causar incendios. Los daños o interrupción en los servicios
básicos (agua, electricidad, comunicaciones, etc.) pueden
interrumpir el funcionamiento de edificaciones sociales (hos-
pitales, comercios, industrias) o hacer muy difícil la habita-
bilidad de las viviendas, tanto desde el punto de vista hi-
giénico-sanitario como del mínimo confort adecuado a sus
residentes.
Los elementos no estructurales se pueden clasificar en
las siguientes tres categorías:
• Elementos arquitectónicos: incluyen componentes
como muros exteriores no-portantes, tabiques y paredes di-
visorias, ventanas, cielo rasos, sistema de alumbrados, etc.
• Equipos y mobiliarios: incluyen el equipamiento fijo
de la edificación, generalmente formado por los muebles y
aparatos hidrosanitarios, equipamiento de calefacción, re-
cipientes, equipos de comunicación y otros.
• Instalaciones básicas: incluyen los sistemas de abas-
tecimiento de servicio tales como electricidad, agua, gases,
comunicaciones, etc.
Para realizar el estudio de la vulnerabilidad de los ele-
mentos no estructurales, es necesario contar previamente
con los resultados del estudio de vulnerabilidad estructural,
ya que este último entrega resultados valiosos que permiten
determinar de manera más acertada la susceptibilidad a su-
frir daños de los elementos no estructurales.
Por ejemplo, los datos de la aceleración o desplaza-
miento de los diferentes pisos, niveles o partes significativas
de la edificación dada a causa de un sismo; así como de
los niveles de distorsión o deformación, son de gran utilidad
para determinar sus consecuencias afectantes o destructi-

239
vas sobre los elementos no estructurales.
En el caso de los fuertes vientos del huracán, la deter-
minación previa de la vulnerabilidad estructural de los te-
chos y cierres exteriores de la edificación, condicionará el
comportamiento esperado, o capacidad resistente, de los
elementos no estructurales que están interconectados o en
relación con ellos.
Para el caso de la vulnerabilidad de los elementos no
estructurales, se recomienda establecer tres niveles de ries-
go característicos, teniendo en cuenta la magnitud, grave-
dad o naturaleza de los posibles efectos. Estos niveles son:
• Riesgo para la vida: si la falla o mal funcionamiento
del elemento no estructural puede causar peligro para la in-
tegridad o la vida de las personas o el deterioro de su salud.
• Riesgo de pérdida de bienes: significan una pérdida
importante en el patrimonio contenido en la edificación,
pero no afectarían de manera importante ni a sus ocupan-
tes ni al funcionamiento.
• Riesgo de pérdida funcional: cuando el fallo o daño
del elemento estructural, aunque no provoque riesgos para
la vida o la pérdida de bienes de consideración, cause la
afectación o interrupción a las condiciones de habitabili-
dad y al desarrollo de las funciones básicas en el inmueble.
En la evaluación final de la vulnerabilidad no estructural
se tiene en cuenta la clasificación que se haga del tipo de
riesgo y la calificación de los mismos, para lo cual se aplica
una escala de Riesgo Alto, Medio o Bajo, en dependencia
de las condiciones específicas que se determinen en la revi-
sión o inspección de las diferentes partes de la edificación.

240
Estudio de la vulnerabilidad funcional.
Los primeros aspectos que deben verificarse en la eva-
luación de la vulnerabilidad funcional son los relacionados
con la infraestructura, por cuanto está relacionada con los
insumos o recursos básicos que hacen posible el funciona-
miento de las funciones de la edificación. En el caso de un
edificio social, industrial o de otra índole, estos recursos físicos
son más complejos (comunicaciones, suministro de agua,
alcantarillado, energía, gases, vapor, vacío, etc.) para la
vivienda, se trata de los elementos esenciales para la habi-
tabilidad.
Las acciones geodinámicas, como los sismos y los desli-
zamientos, son altamente nocivos para estos elementos de
infraestructura, ya que los efectos del movimiento y la defor-
mación del suelo y los graves daños o destrucción parcial
que provocan en las edificaciones, causan roturas, esca-
pes, deterioro o destrucción de las instalaciones y el equipa-
miento que hace posible el funcionamiento del inmueble.
Durante sismos, la vulnerabilidad de tuberías de acueducto,
alcantarillado, gas y combustibles depende de su resisten-
cia y flexibilidad. Una alta flexibilidad de las tuberías puede
evitar el rompimiento durante un sismo moderado; los asen-
tamientos diferenciales pueden ser compensados y el des-
plazamiento del suelo no necesariamente conduciría a una
ruptura. Especial atención se le debe dar a las conexiones
en los edificios, las cuales necesitan cumplir requerimientos
especiales de diseño.
En el caso de los huracanes, los fuertes vientos destruyen
o inhabilitan las redes aéreas, dañan seriamente las peque-
ñas construcciones y equipamiento exterior adosado a la

241
edificación. En caso de inundaciones, el agua puede dañar
también dicho equipamiento y causar rompimiento de las
tuberías.
La evaluación de la vulnerabilidad funcional está en re-
lación con el tipo de edificación de que se trate (vivienda,
hospital, escuela, teatro, etc.) y las amenazas para lo cual
se realiza el estudio. A partir de esto, para cada elemento
de infraestructura de la edificación deben analizarse los si-
guientes aspectos:
• Función del elemento en la edificación
• Características técnicas del elemento
• Exposición al daño o destrucción (según tipo de
amenaza)
• Riesgo estimado (en términos de daño pérdida pre-
vista)
• Grado de afectación al funcionamiento: Alto, Me-
dio, Bajo
Evaluación de las vulnerabilidades
de la edificación.
En la evaluación de la vulnerabilidad de la construcción
ante las variables del desastre natural (sismos, fuertes vien-
tos, inundaciones, etc.) la vulnerabilidad física de la edifica-
ción tendrá un carácter determinante, y dentro de ella, la
vulnerabilidad estructural.
El grado de vulnerabilidad no estructural y funcional que
presente una edificación en un momento dado, general-
mente está condicionado por la vulnerabilidad de su estruc-
tura, ya que los posibles daños y deterioros que ésta induzca
en la construcción, repercuten en las otras condiciones no
estructurales dentro de su comportamiento o desempeño.

242
Por otra parte, la vulnerabilidad intrínseca de la edifica-
ción no puede evaluarse desligada de los factores determi-
nantes del entorno más inmediato, reflejados por su ubica-
ción o cercanía a lugares de riesgo potencial, los índices de
ocurrencia de determinados fenómenos naturales extremos
para dicha zona geográfica, las características geológicas,
de relieve topográfico e incluso otras variables no natura-
les, como los indicadores de contaminación o polución am-
biental, las características del entorno urbano o construido,
la infraestructura, etc.
En el Esquema 1 se muestra el método general para la
evaluación de la vulnerabilidad de la edificación, en el cual
se destaca la influencia del entorno natral y construido y el
proceso a seguir en la evaluación del cumplimiento por la
construcción de las normativas, especificaciones; así como
de su estado técnico-constructivo general, como base para
determinar el desempeño de sus diferentes elementos y así
sus vulnerabilidades.
En el Esquema 2 se exponen los pasos a seguir para eva-
luar la vulnerabilidad intrínseca de la edificación, que co-
mienza con una etapa general de acopio de informaciones,
registros y análisis del entorno inmediato a la misma; seguida
de una revisión técnica detallada, con la finalidad de eva-
luar las características tipológico-constructivas de la edifica-
ción y de su estructura; así como los daños y deterioros exis-
tentes. Esto sirve para arribar a un dictamen o diagnóstico
sobre su estado de desempeño, dado por el comportamien-
to estructural y no estructural estimado de la construcción, o
lo que es lo mismo, su vulnerabilidad. Finalmente, las conclu-
siones de este proceso deben servir de base para el tipo de

243
actuación que demanda el caso específico.
El estudio de vulnerabilidades de las
construcciones en la gestión de riesgos
del medio construido.
El estudio, evaluación y actualización sistemática de la vul-
nerabilidad de las construcciones es una pieza más dentro
del esquema general que constituye la gestión de riesgos de
una comunidad o localidad, en este caso, del medio cons-
truido que constituye el sustrato de toda su actividad social.
En el Esquema 3 se desarrollan las etapas componentes
del Estudio de Riesgos de un entono o medio construido es-
pecífico, consistentes en el Estudio de Amenazas y el Estudio
de Vulnerabilidades, el cual se realiza en dos escalas funda-
mentales: urbana y edificatoria.

244
245
246
Conclusiones
• El medio construido, contexto esencial donde se de-
sarrolla la actividad humana y complejizado por la tenden-
cia a la urbanización concentrada que se viene producien-
do en los últimos años, se constituye en uno de los escenarios
principales del desastre natural, agudizado por otras ame-
nazas tecnológicas y antrópicas que lo afectan.
• Tanto en la escala de la ciudad (vulnerabilidad urba-
na), como en la de la edificación (vulnerabilidad edificato-
ria), se pone de manifiesto la denominada Vulnerabilidad
Global, al interactuar y potenciarse mutuamente, las dife-
rentes dimensiones de la vulnerabilidad. El medio construido,
en tanto sustrato material de ese organismo vivo que es la
sociedad, reúne a todas las vulnerabilidades.
• Las amenazas naturales de mayor peligrosidad para
el medio construido, que en nuestra región centroamerica-
na-caribeña son los eventos geodinámicos (sismos y desliza-
mientos) y los hidrometeorológicos (huracanes y eventos cli-
máticos) muchas veces encuentran condiciones propicias
al desastre, en vulnerabilidades evitables, como la falta de
una gestión urbana basada en el enfoque de riesgo e insufi-
ciencias en el respeto a las normativas en el diseño, la cons-
trucción y el mantenimiento de las edificaciones.
• El reto de un medio construido más seguro es alcan-
zable, a través de una gestión local de riesgos orientada es-
pecíficamente hacia el contexto edificado, basada en el
inventario, registro y control sistemático del fondo construido
y una consecuente gestión de explotación y conservación
del mismo, orientado hacia la reducción de su vulnerabili-
dad física y funcional.

247
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249
ENFOQUE SISTÉMICO Y HOLÍSTICO
PARA EL DESARROLLO DE PROGRAMAS
DE VIVIENDAS EN ASENTAMIENTOS
HUMANOS SOSTENIBLES
Dra. Arq. María Elena Sánchez Gutiérrez, Dr.
Ing. Salvador Felipe Espinet Vázquez

250
ENFOQUE SISTÉMICO Y HOLÍSTICO
PARA EL DESARROLLO DE PROGRAMAS
DE VIVIENDAS EN ASENTAMIENTOS
HUMANOS SOSTENIBLES
Introducción
Los términos encargo social, responsabilidad social, profe-
sionalidad, ética empresarial y ética de la gerencia están
apareciendo cada vez con mayor frecuencia en el argot
técnico y popular, cuando se abordan temas cotidianos re-
lativos al trabajo y desempeño de las empresas en todo el
mundo. La producción de construcciones como prestación
de un servicio social y sobre todo, en la construcción de la
vivienda, debe satisfacer las expectativas de las partes in-
teresadas y en especial, de los usuarios o comunidad, si se
quiere considerar que se ha prestado un servicio profesional.
No puede hablarse de responsabilidad social desde la
perspectiva ética, si se pretende resolver los problemas de
hoy, comprometiendo el desarrollo de las futuras generacio-
nes. La viabilidad de los proyectos de inversión en construc-
ciones de programas para la vivienda es también un requisi-
to ético para las empresas involucradas.
Debido a que la ética de la toma de decisiones es muy
compleja, los gerentes difieren algunas veces en sus puntos
de vista sobre lo que es o no es ético. Actualmente, muchos
asuntos éticos son objeto de controversia en el ambiente
empresarial, la doctora Adela Cortina Orts expresa al espec-
to “… La ética de la empresa debería tratar sobre cómo ir
forjando en el día a día un carácter prudente y justo que
ayude a tomar decisiones prudentes y justas en los ámbitos

251
de la empresa…”. Por lo que las organizaciones trazan pa-
trones éticos que orientan a sus directivos, a la hora de elegir
la alternativa correcta, en una situación en la que deban
decidir.
¿Cómo ganar en seguridad de desempeño profesional
responsable y ético al decidir acometer un proyecto de in-
versión en construcciones y sobre todo, en programas de
viviendas de asentamientos humanos sostenibles?, es el ob-
jetivo central de esta publicación.
A juicio de los autores, lo primero que se requiere es una
definición confiable de la configuración y alcance del pro-
yecto de Inversión, de tal modo que satisfaga la necesidad
que se pretende cubrir. Después, hay que investigar las varia-
bles o factores del entorno que influyen positiva o negativa-
mente en las aspiraciones de lograr el objeto del proyecto:
El Asentamiento. La cantidad y complejidad de relaciones
entre variables que intervienen, tanto internas como exter-
nas, son una magnitud que parece imposible de controlar:
Se enfrenta un problema de proyecto altamente complejo.
No considerar alguna variable intrínseca o extrínseca ha
sido la causa de muchos proyectos fracasados, asumiendo
el tema de la vivienda, en el mejor de los casos, como un
problema sencillo o en otros, como un problema de nego-
cio. Contribuir a definir el sistema proyecto e identificar las
variables que tienen mayor influencia y los indicadores que
permiten su control para logar concebir alternativas viables
de proyectos de inversión en construcciones, es el objetivo
del modelo propuesto en este trabajo.
Modelo Sistémico y Holístico para Pro-
gramas de Viviendas de Asentamientos

252
Humanos Sostenibles.
No es posible enfrentar la actividad de concepción de un
proyecto, sin un apropiado enfoque de métodos y metodo-
logías. Estudios precedentes consultados no han llegado a
precisar la multiplicidad de “factores condicionantes” que
inciden y determinan al objeto de un proyecto de inver-
sión en construcciones de viviendas, como es el caso de
los asentamientos humanos sostenibles. La teoría que per-
mite estudiar sistemas complejos inmersos en entornos que
se muestran cada vez más inciertos e inestables es la Teoría
General de los Sistemas.
Será por tanto posible determinar esos factores condi-
cionantes con una visión contemporánea, a través de la
definición de indicadores que permitan contribuir a la viabili-
dad o sostenibilidad, los que agrupados en variables o subsis-
temas componentes configurarían el Sistema. Para lograrlo
en el tema que se aborda, se conforma el método general
para proyectos de inversión de viviendas y se profundiza en
el análisis de la fase de concepción, dentro de su ciclo de
vida. Este método persigue un alcance más general para
establecer un trabajo integral y coordinado de las partes in-
volucradas en el sistema proyecto- operación y uso y lograr
la viabilidad de las inversiones de dichos asentamientos.
El diálogo ético, en el sentido empresarial según algunos
autores, expresa que toda persona es un interlocutor válido
que hay que tener en cuenta cuando se trata de cuestiones
que la afectan. Se trata del principio de la Ética del Diálogo
que hoy en día tiene una enorme aplicación en el mundo
empresarial. Es desde el punto de vista ético, la base de la
concepción de la empresa como un conjunto de stakehol-

253
ders (partes interesadas), o sea, un grupo de afectados por
la actividad empresarial que tienen que ser tomados en
cuenta, cuando se toman decisiones que les afectan.
En ese sentido la empresa no es un negocio utilitario,
sino que es un conjunto de accionistas, trabajadores, clien-
tes, proveedores, comunidad local, etcétera, ¿dónde se in-
sertaría la responsabilidad social de las empresas? El tema
de la responsabilidad social tiene una larga tradición e histo-
ria, pero en los últimos tiempos, han habido dos posturas que
parecen las más debatidas, según la doctora Cortina Orts, y
con la cual coinciden los autores:
La de Milton Friedman que señala que la responsabili-
dad social consiste en crear valor para los accionistas. Ellos
son los propietarios de la empresa y la empresa es su instru-
mento. La visión de Friedman es que las empresas tienen que
actuar honestamente; si cada empresa crea valor al accio-
nista, entonces todas crecerán para dentro y para afuera.
La segunda visión engloba la de Friedman pero la mejo-
ra, es la que considera que la responsabilidad social consiste
en el compromiso que adquieren voluntariamente las em-
presas de hacer un balance integral, social, económico, y
de otros factores internos y externos, porque se comprome-
ten con todos los afectados por la empresa. Dentro de ese
compromiso, se trata de contemplar, no sólo el beneficio de
los accionistas, sino evidentemente, el de todos los demás y
en especial, de la comunidad a la cual va dirigido el progra-
ma de viviendas dentro del asentamiento.
El proceso del sistema proyecto – operación y uso en el
caso de los asentamientos humanos o ciclo de vida de es-
tos, se divide en fases, como se muestra en la figura 1:

254
El éxito de estos programas depende mucho de las defini-
ciones y decisiones que se tomen en la fase de concepción
de los asentamientos, pues es allí donde debe enfrentarse el
ejercicio de alta complejidad, considerando todos los fac-
tores que participan en la viabilidad o sostenibilidad de las
propuestas. Al dejar de considerar uno de ellos y su interac-
ción con el resto, se revertiría en dejar de dar repuesta a
intereses de las partes que participan, convirtiéndose éstas,
en el entorno del sistema proyecto del asentamiento, que
para su operación y uso sostenible tendría que satisfacer eso
intereses.
Para alcanzar resultados viables, donde las empresas
podían situarse con un alto grado de responsabilidad para
alcanzar el fin, necesita en la fase de concepción de estos
programas, de la utilización de un método general de aná-
lisis que permita la acertada toma de decisiones, conside-
rando todos esos factores que intervienen. Este método se
compone de cinco pasos fundamentales, como se muestra
en la figura 2
Seleccionar aquellas soluciones que aporten una rela-
ción beneficio/costo mayor, teniendo en cuenta que el con-

255
cepto de “valor” de una alternativa ha de ser visto como
un sistema de valores interrelacionados que comprende, no
sólo el valor económico agregado, sino el aporte social, am-
biental, jurídico, político, entre otros, que implica que una
alternativa podrá reportar beneficios y que garantizará la
sostenibilidad de la propuesta con la satisfacción de todas
las partes interesadas.
Las variables e indicadores para la concepción de los

256
asentamientos se ilustran de forma gráfica, siendo posible su
aplicación para la concepción de otros proyectos de inver-
sión en construcciones de viviendas e incluso, de otros tipos
de proyectos. La descomposición de cualquier sistema en
sus partes componentes, las interrelaciones entre ellas y el
análisis de la interacción con su entorno, son elementos cla-
ves para proyectos y organizaciones complejas, si se quiere
lograr su supervivencia.
El enfoque sistémico y holístico de los asentamientos
permitirá concebirlos en toda su diversidad y riqueza de ele-
mentos y conexiones, de un modo sostenible, un tanto dife-
rente a la forma tradicional.
Para ello se necesita de un cambio en la forma de pen-
sar, partiendo de las siguientes premisas:
• Cada elemento del asentamiento forma parte de
una determinada cantidad de subsistemas y no de uno sólo,
en cuanto a su estructura interna y en relación con su entor-
no (macroescala).
• Habrá que definir cuántos y cuáles son los subsistemas
a que pertenece un elemento o actividad y cómo se super-
ponen e interrelacionan para conformar el sistema asenta-
miento.
• Crear el marco físico apropiado para que puedan
desarrollarse simultáneamente todos ellos y permitan satisfa-
cer las necesidades vitales y espirituales de la sociedad: Su
hábitat.
Para definir los indicadores de análisis han sido conside-
radas las variables físicas definidas en los estudios sobre teo-
rías y prácticas urbanas con criterios de sostenibilidad, tanto
desde el punto de vista del funcionamiento interno, como

257
del entorno y fuerzas exteriores en la conformación de la
estructura urbana. Como resultado de esas valoraciones se
propone considerar las variables que se presentan a conti-
nuación en la figura 3

258
Ejemplos de indicadores del entorno que influyen en la
sostenibilidad de un proyecto de inversión de construcción
de viviendas de un asentamiento humano.
a). VARIABLE ECONOMICA.
• Fuentes de financiamiento disponibilidad de recur-
sos.
• Costo de inversión de la propuesta de diseño urba-
no-arquitectónica.
• Estudio de mercado (demanda de tipologías).
• Rentabilidad (ingresos más gastos de mantenimiento
y conservación).
• Costo de la tierra.
• b). VARIABLE HISTÓRICO-CULTURAL.
• Valores patrimoniales (contexto natural y construido)
Modos de vida de la
• comunidad tradiciones, costumbres).
• Vínculo del asentamiento con Centro Histórico y
otros asentamientos
• Áreas productivas tradicionales (fuerza de trabajo /
ocupación).
• VARIABLE POLÍTICO – JURÍDICA.
• Participación de los gobiernos, la iniciativa privada
y otras
• Estrategias y planes de desarrollo presentes y futuros.
• Plan director para el ordenamiento urbano de la
zona en estudio.
• Indicadores Urbanísticos (Uso del suelo).
• Normas y regulaciones jurídicas de las viviendas. De-
cretos y otros.
• De estas variables enumeradas, se derivan también

259
indicadores que miden calidad y flujos.
• La calidad referida a la calidad de vida de la pobla-
ción (accesibilidad a la salud, educación, empleo,
vivienda, cultura, etc.) y calidad del medio ambien-
te urbano (agua, aire, suelo, biodiversidad, activida-
des urbanas, transporte, espacios públicos, en resu-
men su hábitat.
• Los flujos incluyen análisis del metabolismo de la ciu-
dad, todos los recursos que se consumen y su desti-
no final, generalmente se mide por el consumo de
recursos naturales no renovables y el porcentaje de
residuos reciclados.
Listar un número de indicadores a utilizar como regla, sería
negar el principio de la viabilidad y singularidad a cada lo-
calidad le corresponderá definir los suyos, en dependencia
de sus características. En la actualidad, y bajo los designios
del proceso de acelerada internacionalización de los diver-
sos fenómenos, lo externo no sólo proviene de la región de
la cual forma parte el asentamiento, sino que puede llegar
desde otras latitudes a través de constructoras y propietarios
multinacionales, de regulaciones económicas por organis-
mos internacionales, entre otros debido al fenómeno de la
globalización, lo cual acentúa considerablemente el análisis
de alta complejidad para el sistema.
Estos indicadores tienen como elemento común ser
cuantificables cuantitativa y cualitativamente, compren-
sibles, comparables en el transcurso del tiempo, incluyen
análisis multidimensionales; además favorecen la iniciativa
local, al motivar a los implicados, a ejecutar acciones que le
permitan mejorar los indicadores existentes.

260
Recordar que cada uno de estos indicadores/variable,
se analizan para las diferentes fases del ciclo de vida del
asentamiento.
Configuración interna del sistema pro-
grama de viviendas para asentamientos
humanos sostenibles
Para la determinación de los subsistemas o variables internas
se ha procedido como ejemplo, a configurar el sistema a
partir de las funciones vitales estables y no estables que en
el mismo se deben desarrollar, como se muestra en la figura
4 y a la conformación física, a través de la estructura urbana
del asentamiento

261
a. Configuración del sistema asentamientos humanos
para su sostenibilidad, desde su funcionamiento interno. Fun-
ciones vitales estables y no estables.
Figura 4. Subsistemas o variables internas de un progra-
ma de vivienda para alcanzar asentamientos humanos sos-
tenibles.
b. Configuración del sistema asentamientos humanos
según la estructura urbana.
Como se puede identificar en el gráfico anterior, el sub-
sistema residencial aglutina las viviendas que configurarían
el programa mencionado. En edificaciones de vivienda y
sus áreas aledañas, mediante el procesamiento de la infor-
mación captada de diversas fuentes (Instituciones guber-
namentales y empresas constructoras de asentamientos hu-
manos, así como la consulta a directivos y especialistas de la
vivienda y desarrollo urbano, considerados como expertos),
se concluye que por la falta de un enfoque de sistema, las
principales deficiencias en el funcionamiento de los asenta-
mientos por orden de incidencia son las siguientes:
• Incumplimientos de especificaciones técnicas en la
construcción de las viviendas dentro del subsistema residencial.
• Falta de estandarización en los procedimientos cons-
tructivos en la empresas constructoras responsables de la
ejecución, lo que trae como consecuencia, modificaciones
del alcance del proyecto e incumplimiento de los objetivos
costo, plazo y calidad.
• Impacto ambiental negativo de las soluciones de sa-
neamiento de las aguas residuales y elevado costo de las
alternativas existentes para tales fines.
• Fracaso de empresas constructoras al acometer los

262
proyectos de construcción de viviendas en los asentamien-
tos por no disponer de una base metodológica para las esti-
maciones de costo y para la preparación de sus ofertas y el
control posterior del presupuesto.
• Deficientes procedimientos para la obtención y pro-
cesamiento de la información, sobre el avance de los pro-
yectos de construcción de los asentamientos, lo que oca-
siona afectaciones en la toma de decisiones oportunas e
incumplimiento de los objetivos costo y plazo.
• Inadecuada concepción de los programas de cons-
trucción de viviendas en los asentamientos, al no considerar
determinados componentes, según la idiosincrasia y cultura
de sus usuarios y la conducción administrativa del capital
humano que conforman las empresas constructoras que
acometen dichos proyectos.
• Se ha observado de forma general, en la concepción
de los proyectos de asentamientos humanos, ausencia de
enfoque sistémico y falta de atención, en especial, al sub-
sistema residencial, al subsistema técnico funcional y a las
variables culturales, psicoperceptuales y medio ambientales
Esta situación se considera general, y de acuerdo a la
literatura consultada, es común en los países del entorno la-
tinoamericano.
Conclusiones
• El método general y modelo teórico propuesto per-
miten un efectivo y novedoso enfoque sistémico y holístico
que enlaza los indicadores condicionantes del entorno y
del funcionamiento interno de los asentamientos humanos,
a diferencia de los enfoques asistémicos utilizados, con los
que no es posible lograr la sostenibilidad de sus proyectos de

263
construcción.
• Para la determinación de los subsistemas o variables
internas se deben establecer los componentes de la estruc-
tura urbana y proceder a configurar el sistema asentamiento
humano a partir de las funciones vitales estable y no estable
que en el mismo se deben desarrollar.
• Los problemas de funcionamiento de los programas
de vivienda de los asentamientos humanos existentes se de-
ben principalmente, a la falta de atención al subsistema resi-
dencial, el Subsistema técnico funcional y a las variables cul-
turales, psicoperceptuales y medioambientales del entorno.

264
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por el Dr. Arq. Moisés
Morales Arizmendi

266
La Conservación como Teoría para la Sustentabilidad
del Patrimonio urbano arquitectónico.
Moisés Morales Arizmendi.
Profesor Investigador Tiempo Completo BUAP
Doctor en Arquitectura con especialidad en Sitios y Mo-
numentos.
Universidad Benito Juárez de Oaxaca.

267
1.1. Marco conceptual.
Para el análisis de un objeto arquitectónico dentro de la dis-
ciplina de la conservación, restauración, se debe partir de
considerar un enfoque interdisciplinario, que sólo se puede
lograr si se aplica una conceptuación epistémico-constructi-
vista, como única posibilidad de poder superar los enfoques
reduccionistas y unilaterales que son demostrados en las
condiciones de desarrollo de las sociedades modernas, que
nos muestra: “la necesidad de buscar conceptuaciones
que integren la multiplicidad de procesos que concurren a
determinar los complejos problemas urbanos arquitectóni-
cos contemporáneos”. (Habermas Jurgen, 1987).
Es primordial manejar esta conceptuación epistémi-
co-constructivista para que nuestros procesos centrales de
la investigación que son: la identidad y la conservación,
puedan ser analizadas como un modo de apropiación de
lo real que se da en cada individuo, por medio de las articu-
laciones, como el marco de la vida cotidiana, la internaliza-
ción de referentes que constituyen la conciencia individual y
que no es otra cosa que la condensación de la conciencia
social.
Por esto al iniciar nuestro proceso de análisis tenemos la
necesidad de ubicarnos dentro de nuestro contexto social,
sin olvidar que en él se sintetizan todos los referentes históri-
cos, sociales, culturales, políticos, económicos, etc.; que le
dan una expresión espacial concreta en un tiempo presen-
te, ya que como lo dice Francisco Covarrubias: “La concien-
cia científica como condensación individual lleva fundidos
en su constructo de pensamiento los intereses, valores, vo-
liciones y proyectos existentes en los discursos ideológicos

268
correspondientes a grupos y clases sociales existentes en la
formación social, entre los cuales domina uno de los grupos,
la clase dominante y es aceptada por los grupos subalter-
nos”. (Cobarruvias Francisco, 1992).
Considerar que: “La diferencia generada por un pro-
gresivo distanciamiento entre los expertos que revisan las
tradiciones aún persistentes y los grupos sociales que han
generado que las soluciones de los
primeros no correspondan a resolver
las necesidades de los segundos y
con esto las prácticas cotidianas que
experimentan un proceso de empo-
brecimiento creciente”, (Covarrubias
Francisco,1992). Situación que se ob-
serva en las ciudades modernas como
un todo social fragmentado y sólo ar-
ticulado por relaciones particulares en
cada caso y por eso, en una totalidad
así fragmentada, sólo privan las sobre
determinaciones económicas y políti-
cas que imponen su propia lógica, por lo que es necesario
considerar: “en el caso de la problemática urbano arqui-
tectónica, los esfuerzos de una integración disciplinaria que
se lleven a cabo desde la perspectiva de otras ramas del
conocimiento como pueden ser: la economía, la política,
la sociología; para que al incorporar estas variables no se
caiga en un análisis urbano con un enfoque reduccionista y
se tenga una comprensión de la realidad urbana como un
hecho social complejo”. (López Rangel, 1992).
Dentro de la teoría de los sistemas se ha realizado un en-

269
foque crítico que no sólo rescata la noción de la realidad so-
cial como totalidad en movimiento y autogeneración, sino
como totalidad compleja que es articulación y síntesis de un
conjunto de procesos sociales que constituyen la realidad
objetiva como tal.
1.2. Los sistemas como
herramienta metodológica.
Tomando como base la epistemología constructivista, se ha
desarrollado un andamiaje teórico-metodológico de ca-
rácter interdisciplinario a través de los sistemas; esta teoría
considera al conocimiento como un proceso de construc-
ción realizado por la interacción del sujeto y el objeto don-
de todo conocimiento implica una construcción a partir de
experiencias previas y simultáneas a la apertura de nuevos
conocimientos.
Siguiendo a Von Bertalanffy se puede decir que la teoría
general de los sistemas no es más que una extensión orgáni-
ca de la ciencia donde se enfrenta a los fenómenos como
conjunto de objetos y sucesos dinámicamente interrelacio-
nados con niveles diferentes y permitiendo que los diferen-
tes fenómenos conserven su autonomía y su sujeción a leyes
específicas; como dice Ackoff: “que plantea a los sistemas
como entidades más que como conglomerados de partes,
relacionando la tendencia de romper con el aislamiento de
los fenómenos en contextos reducidos y por lo mismo a en-
frentarse a un análisis más abierto de las interacciones y el
estudio de porciones cada vez más amplias”.
Rudner señala “un conjunto de requisitos a cumplir para
procurar una explicación funcional de cualquier rasgo cul-
tural, que en este caso hablaríamos de la identidad como

270
rasgo cultural consolidada y expandida a través de la re-
creación: a) especificar y describir exactamente de qué
rasgo cultural se trata, b) definir al rasgo cultural como sis-
tema, c) demostrar que este sistema tiene un conjunto de
componentes (subsistemas), d) que el rasgo cultural que
estudiamos bajo un enfoque sistémico no se puede expli-
car por la relación entre sus partes componentes, sino sobre
todo, a partir de la relación con su medio ambiente que son
los otros sistemas que lo determinan como tal, e) especificar
con exactitud qué constituiría el conjunto de estados para el
sistema total, f) producir un cuerpo de teoría bien articulado
que relacione todos los subsistemas, los sistemas y las rela-
ciones que los constituyen, así como la función social que
cumplen”.
Para Rolando García, “los sistemas complejos consisten
en el conjunto de elementos más relevantes que concurren
a determinar una situación previamente problematizada (el
problema), con sus factores constitutivos, sus interrelaciones
y sus interacciones con la realidad exterior”.
Por otra parte, el estudio de un sistema, donde esté en
juego el funcionamiento de la totalidad del sistema sólo
puede ser obra de un equipo con marcos epistémicos, con-
ceptuales y metodológicos compartidos. Este cambio del
punto de partida tiene implicaciones importantes: las carac-
terísticas de los sistemas no sólo establecen la necesidad de
estudiarlos con una metodología adecuada, de carácter
interdisciplinario, sino que determinan, en buena medida,
cuáles son las condiciones que debe reunir dicha metodo-
logía. “En este contexto, metodología adecuada significa
que debe servir como instrumento de análisis de los procesos

271
que tienen lugar en un sistema complejo y que explican su
comportamiento y evolución como totalidad organizada”.
(García Rolando, 1986).
Los sistemas se comportan como totalidades compues-
tas de subsistemas. Siguiendo una terminología que hemos
utilizado en otros trabajos, llamaremos funcionamiento del
sistema al conjunto de actividades del (sistema) como un
todo, y función a la contribución de cada elemento o sub-
sistema al funcionamiento del sistema. Debe notarse, sin
embargo, que ambas expresiones son relativas: lo que lla-
mamos sistema total, en un contexto dado del análisis, es
también un subsistema de sistemas más amplios, dentro de
los cuales puede desempeñar una o más funciones.
La decisión de emprender el estudio de un cierto siste-
ma complejo, en general, proviene del reconocimiento de
situaciones o fenómenos que tienen lugar en esa localiza-
ción geográfica y que han generado o están generados por
procesos de deterioro en el medio físico, y en el medio so-
cial. Estas situaciones, fenómenos, procesos, constituyen la
realidad que es objeto de estudio.
Cuando un investigador o un equipo de investigadores
enfrenta la necesidad de llevar a cabo ese estudio, en nin-
gún caso se ve en presencia de un sistema ya dado que
no hay más que observar y analizar. Una parte fundamental
del esfuerzo de investigación es la construcción del sistema,
como recorte más o menos arbitrario de una realidad que
no se presenta con límites, ni definiciones precisas.
Esta construcción del sistema (como objeto de estudio)
no es otra cosa que la construcción de sucesivos modelos
que representen la realidad que se quiere estudiar. Es un

272
proceso laborioso de aproximaciones sucesivas hasta que
arribamos a una definición satisfactoria del sistema como
modelo de la realidad que se está estudiando capaz de dar
cuenta de los hechos observados que se están estudiando.
Por lo tanto el eje que articula este capítulo para dar a
conocer las diferentes posturas teóricas dentro de la discipli-
na de la conservación-restauración es poder considerar que
nuestro análisis estará basado en tres categorías: 1) tiempo
organizado como secuencia (transcurso-proceso histórico);
2) tiempo organizado como radio de acción (espacio-terri-
torio); 3) tiempo organizado con rapidez de cambio (inten-
sidad).
El patrimonio edificado y su conservación-restauración
nos muestran un proceso de identidad entre lo sociocultu-
ral y lo simbólico. Este proceso hace que la categoría de la
identidad sea imprescindible para poderlo explicar.
Como un antecedente para poder empezar a concep-
tuar este proceso nos podemos referir a Aristóteles que en
su Metafísica expone su doctrina sobre la sustancia que él
califica como: el estudio del ser en cuanto a ser y en su trata-
do dice: “ Resulta evidente que la identidad es una especie
de unidad, o bien de uno tomado como muchos por ejem-
plo cuando se dice que una cosa es idéntica a sí misma, ya
que la misma cosa se toma como si fueran dos”. (Samarach,
1973).
También hace diferencia entre distintas identidades, la
accidental y la esencial donde además de explicar que el
concepto opuesto es el de la heterogeneidad yen éste últi-
mo también encuentra una identidad: “diferentes se llaman
las cosas heterogéneas que con todo son idénticas bajo al-

273
gún punto de vista, con tal que ésta identidad no sea del
orden del número sino del orden de la especie, del género o
de la analogía.” (Samarach, 1973)
Por lo que define al género como aquello por lo cual
dos cosas que difieren entre sí, son con todo idénticas en
esencia; el color negro o blanco del hombre no conlleva
diferencia específica; y no hay diferencia específica alguna
entre el hombre blanco ó negro, aunque a cada uno de
ellos se les dé un nombre distinto.
Con esto parece evidente que Aristóteles, al discutir el
concepto de identidad no perdió de vista los problemas
planteados por la variedad de los seres humanos; donde el
modo de enfrentar la identidad no como singularidad pura,
sino a través de “ese la misma cosa se toman como si fueran
dos” (Samarach,1973).
Donde el enfoque unitario de la identidad, da un claro
fundamento de las distinciones bajo algún punto de vista,
además de que la definición de los conceptos de opues-
to, contrario y análogo es complemento para definir el con-
cepto de idéntico. Por esto toda cultura tiene su descripción
favorita de la distinción humana, no sólo nombramos lo que
somos sino lo que procuramos ser; esto nos permite ver el
uno del otro, confundir lo que somos con lo que aspiramos
ser y esto se traduce en una regla práctica: nunca somos ya
lo que debiéramos ser.
Desde el punto de vista filológico la palabra identidad
viene del latín identitas, carácter de lo que es lo mismo. Ca-
lidad de lo que no tiene diferencias ni variantes, lo que es
igual, lo mismo. La filosofía tradicional define el principio de
identidad como lo que es, es, y lo que no es, no es.

274
La ley o principio de identidad tiene dos acepciones:
como valor lógico o como valor ontológico. En el primer
caso, se trata de identidad entre conceptos o proposiciones
y las condiciones que han de cumplir para que se dé esta
relación; en el segundo caso postula que cada ser es igual
a sí mismo. El principio de identidad, que afirma la sustantivi-
dad de las cosas, fue puesto en duda a partir del idealismo
alemán y por la lógica simbólica.
La connotación psicológica del concepto de identidad
se fundamente en el ser uno mismo; ser lo que se dice ser. El
concepto de la propia identidad se pierde o altera en algu-
nas enfermedades mentales, por ejemplo como en la esqui-
zofrenia.
Implica una conciencia de la permanencia del yo en
situaciones diferentes y en el transcurso del tiempo-recono-
cimiento de que mi yo, que participó en momentos y lugares
distintos a los actuales, es sin embargo igual, el mismo yo del
presente.
Mientras que la identificación es el proceso mediante
el cual un individuo o grupo social asimila las características
o atributos de otra persona u otro grupo social y las hace
suyas. En psicología social y psicoanálisis la identificación se
le define como mecanismo de defensa o proceso psíquico
inconsciente que consiste en la asimilación por parte de un
sujeto de los atributos o características de otra persona con
la que le une un vínculo afectivo. El sujeto se conduce así
como si fuese esa persona; se transforma, en mayor o menor
medida, acercándose al modelo que le brinda esa persona.
La identificación se relaciona con los procesos conocidos
generalmente como imitación y contagio mental y consti-

275
tuye el mecanismo básico mediante el cual se configura la
personalidad vía el aprendizaje social.
La identificación social es el proceso de asimilación por
parte de un grupo social, de los modos de actuar, opiniones,
actitudes, de otro grupo social considerado como modelo.
El conjunto de procesos de identificación que viven las per-
sonas que integran una unidad espacial como es el barrio
los lleva a identificarse como grupo social.
En nuestra cultura entre las definiciones preferidas se ha
contado el Yo, el Ego, la persona, el alma; esto se tradu-
ce en una descripción favorita: La identidad pero ¿qué es
ésta?.Trataremos de enriquecer esta pregunta con concep-
tos de pensadores que además de Aristóteles han contribui-
do a definir este proceso.
La idea de Identidad para Pern Warren en 1965 se ori-
gina “en la lógica de A=A, esto es una afirmación de iden-
tidad al mismo tiempo que de diferencia, ya que un objeto
es lo mismo que todos los objetos que son como él y es dife-
rente de todos los objetos que no son como él; en el ámbito
social esta lógica cambia ya que se habla de una identidad
en la diferencia, donde los actores sociales que son iguales
con respecto a un criterio de identidad pueden diferir con
respecto a otro criterio de identidad por lo que se deduce
que la identidad es muy social pero no muy sociable”.
¿Quién eres?, hasta cuando sabe uno la respuesta, no
es una pregunta fácil “queremos ser una cosa, pero ya no
esta cosa o de nuevo aquella otra”; tememos no ser nada
y fantaseamos con serlo todo, pero no advertimos que todo
es una versión agitada de nada por esto la identidad: Impo-
ne una disciplina es la enemiga del Yo proteico.

276
Afirma Robert Jay Lifton: “él yo proteico es él yo promis-
cuo, él yo suave y somero, él yo que asume el punto de vista
del consumidor como ideal de vida, él yo al cual aterra el
silencio, el estrés; en el postmodernismo creando esta ana-
logía con Proteo, al que se le recuerda como escurridizo, ya
que tenía su objetivo al transformarse en león o serpiente ó
jabalí y árbol, pero no era el cultivo de su personalidad ya
que asumía sus formas para no contestar las preguntas de
Menelao, la identidad como proceso está dispuesta a con-
testar éstas”.
Toda herencia es un accidente, tal es la identidad re-
ligiosa, sexual o étnica, sustituye un sentimiento de contin-
gencia por uno de necesidad; imparte un sentimiento de lo
interior que nos es impartido desde el exterior y este es vasto:
el país al cual pertenecemos, la ciudad donde nací, el ba-
rrio donde hago mi cotidianidad, mi familia en la que hago
mi yo individual, todo es exterior y dentro sólo está el cuerpo
y el alma.
Desde el principio reconocemos la influencia del exte-
rior aunque no del modo como reconocemos nuestro yo
interior, por esto tenemos que traer la influencia de ese exte-
rior de afuera hacia adentro creando la identidad a la que
pertenecemos ya que ésta vive de hechos: eres hijo de esta
familia, de este barrio, de ésta ciudad, de éste país, de ésta
fe, de esta parroquia. Pero hay un hecho al cual la identi-
dad no atiende y es el hecho de la individuación: no eres
nadie y nadie más que tú.
Es importante poder diferenciar entre justificarse e iden-
tificarse, ya que el señuelo de la identidad es proponer unir
las partes de una vida y querer transformarlos en una uni-

277
dad, esto es una vida sumada y para Erikson” la vida así
totalizada es de seguro la más cómoda ya que sólo es un
experimento de bienestar psicológico sin identidad, ya que
ésta se inicia donde confluye la utilidad de la identificación
múltiple y ésta no concluye jamás”.
Conceptuar la identidad para nuestro propósito de in-
vestigación es sumamente complejo, pero consideramos
que es necesario para poder llegar a una propuesta lo más
posible correcta, por lo que seguiremos refiriéndonos a otros
autores para su mejor comprensión.
Para Habermas: el nivel universal del yo, corresponde
con la autoconciencia generalizada y permite al individuo
referirse así mismo al entrar en comunicación con otro, de
tal manera que ambos puedan conocerse y reconocerse
recíprocamente como yo, a esta autoconciencia es lo que
denomina espíritu que posee la objetividad de los hábitos
de la vida y de las normas sociales. “Él yo como identidad
universal y particular sólo puede ser comprendido a partir
de la unidad de un espíritu que englobe la identidad del yo
como otro que no es idéntico con él mismo; por lo que po-
demos decir que la identidad es el espíritu de comunicación
de 10 individuos singulares en un medio universal”.
Por lo cual la unidad simbólica de la persona que se ha
generado y mantenido por una auto identificación, se va a
basar en la pertenencia a la realidad simbólica de un grupo
que generará una realidad grupal que debe abarcar indi-
vidualidades y esto será la condición fundamental que de-
terminará la identidad que se va a ver expresada en formas
espaciales urbano arquitectónicas dentro de un territorio,
con características muy propias.

278
En contrapunto de la identidad racional equívoca que
se ha desarrollado en las sociedades modernas, donde un
Estado constitucional que se forma de un modo clasista o
estamental con una unidad social irrealizable ya que no está
comprendida en su formación la expresión de los intereses
de la mayoría y al no contenerlos, empiezan a originarse for-
mas de gobierno alternativas con posibilidades dentro de
una unidad territorial pequeña como lo es: la parroquia.
Ya que los síntomas modernos que se han llevado a
cabo en nuestra ciudad a través de una planificación ur-
bana reduccionista o funcionalista han originado la desinte-
gración de la sociedad civil y la separación entre ésta y el
Estado.
Así sólo el concepto de identidad del yo que asegure
libertad e individualización puede brindar una orientación
en los procesos de formación de los individuos de un gru-
po social concreto. Por esto para poder comprender más
el concepto de identidad retomaremos lo que Habermas
dice y analiza de otros autores que abordan el concepto
“Durkheim aportara a Mead una definición de identidad
con la forma de un consenso normativo que se construye
en la semántica de lo sagrado: la conciencia religiosa, que
garantiza la identidad, la genera y mantiene a través de lo
ritual. Mead aportaría a Durkheim la explicación de la ra-
mificación del sistema de instituciones sociales que definen
la identidad de los individuos en relación con la identidad
del grupo al que pertenecen, donde la unidad del colectivo
constituye el punto de referencia de la comunidad”.
En ambos casos se concibe a la sociedad desde la pers-
pectiva de los actores sociales que participan en ella como

279
unidad de la vida a través de la acción comunicativa. A
juicio de Habermas “el control social que sirve para integrar
al individuo y sus acciones en el proceso social organizado
de experiencia y conducta en el que está involucrado sirve
para integrar al individuo a la autoridad moral del otro ge-
neralizado, donde la organización sociales auto conciente
y su proceso de desarrollo va a depender de la actitud del
grupo y ésta va a ser distinta a la del individuo aislado”.
Por último, es necesario considerar la relación entre
ideología, identidad y cultura como tres elementos básicos
para la comprensión de la reproducción cultural de un gru-
po social, como lo es el de la parroquia.
No podemos definir los tres términos por separado, al
contrario consideramos que los tres conceptos deben expli-
carse de manera interrelacionada, de tal forma que la com-
prensión de uno determine necesariamente a los otros dos.
En esta perspectiva toda definición de cultura tiene implícita
una concepción de identidad y de ideología.
El concepto de cultura requiere, entonces, de concre-
ción para que sea útil a la investigación social. Para ello es
necesario dar una definición más puntual del término, por lo
que retomaremos la definición planteada por García Cancli-
ni: “la producción de fenómenos que constituyen, mediante
la representación o reelaboración simbólica de las estruc-
turas materiales, a comprender, reproducir o transformar el
sistema social, es decir, todas las prácticas e instituciones de-
dicadas a la administración, renovación y reestructuración
del sentido”.
La anterior conceptuación nos es útil por partida doble:
en primer lugar, porque acota el concepto de cultura a la

280
producción, reproducción y transformación de sentido, es
decir, de significado; y en segundo lugar, porque permite
establecer un puente entre los conceptos de cultura, identi-
dad e ideología.
Si comprendemos a la identidad social básicamente
como una construcción material en sentido social, es decir,
como una construcción simbólica, en el sentido amplio del
término, cultura es, por así decirlo el cuerpo de la identidad.
Así, cuando se le da concreción al concepto de cultura,
se habla necesariamente de identidad: somos en razón de
nuestra historia y nuestras prácticas, así como de nuestros
productos, pero especialmente del sentido colectivo que
éstos tienen para el grupo.
En términos de André Green el concepto de identidad
agrupa varias ideas: 1) la permanencia, 2) la existencia en
estado separado (la distinción frente al otro) y 3) la relación
de semejanza absoluta entre dos elementos. Estos tres ele-
mentos son solidarios entre sí: “constancia, unidad, recono-
cimiento de lo mismo. Juntos definen los postulados de la
conciencia filosófica y constituyen las condiciones de su ca-
lidad de conocimiento tanto de sí como del mundo y agre-
ga que ser, ser uno, reconocer el uno solidariamente el suelo
de su actividad”.
En otras palabras, el concepto de identidad agrupa di-
versas experiencias como la relativa a la conservación o re-
producción (que garantiza la permanencia); la referente a
la diferenciación y la que podemos señalar como identifica-
ción. La identidad aborda al mismo tiempo el ámbito de lo
público y de lo privado, de lo único y de lo comunitario, de
lo personal y lo social, pero se conforma siempre en relación

281
con otras identidades.
Esta perspectiva implica que la identidad no puede ser
analizada como una esencia, estática, inmodificable, como
una fotografía. Por el contrario, sólo puede comprenderse
en la medida en que es vista como un conjunto de relacio-
nes cambiantes en donde lo individual y lo social son inse-
parables, en las que la identidad tiene un sustrato material.
Ahora bien, es necesario subrayar que en una sociedad
compleja este proceso de reproducción cultural se realiza
desde lugares diferenciables (proceso de distinción), en la
parroquia, en la ciudad, en los ámbitos económico, político,
étnico y social, lo cual produce diversas identidades. En este
marco, ideología e identidad son conceptos íntimamente
relacionados entre sí, al grado de que la conceptualización
del primero determina la comprensión del segundo. El or-
denamiento cultural -en su acepción particular- es también
ordenamiento ideológico y ambos ordenamientos se expre-
san en el ordenamiento territorial.
La ideología, como fenómeno universal, es la encarga-
da de preservar la identidad. Sin ideología no hay identidad,
es decir, que reproducir una identidad particular implica
tener “un lugar” desde donde apropiarse y ordenar la ex-
periencia vivida. Este espacio ordenador que funge como
instrumento necesario, que tamiza las experiencias colecti-
vas e individuales es lo que nosotros llamamos ideología. La
ideología es una dimensión de la cultura.
En síntesis, podemos plantear que la identidad es un
proceso de identificaciones históricamente apropiadas que
le confieren sentido a un grupo social y le dan estructura
significativa para asumirse como unidad dentro de un terri-

282
torio determinado; y en nuestro análisis serán las diferentes
propuestas teóricas sobre la conservación, restauración que
mencionaremos.
Es en el marco de la vida cotidiana donde se estable-
cen el conjunto de relaciones sociales que van nucleando
la identidad sobre el patrimonio edificado, donde la vida
cotidiana que como dice. Heller “es el conjunto de activida-
des que caracterizan la reproducción de los hombres parti-
culares, los cuales, a su vez, crean la posibilidad de la repro-
ducción social” ( A. Heller, 1972: 39- 75). En efecto, es desde
la vida cotidiana que el hombre particular vive prominente-
mente lo social, ya su vez la vida cotidiana es reproducción
del sistema social (económico, jurídico, cultural, simbólico)
concreto en que vive. Reproducida y reproductora de lo so-
cial los hábitos, valores, lenguaje, normas de comportamien-
to, percepción del tiempo transmitidos y reproducidos en el
interior de la vida cotidiana de los hombres y de las mujeres
tamizan la concepción que ellos tienen de sí mismos y de su
entorno.
Por otra parte, los diferentes procesos culturales que van
configurando la identidad cultural hasta llegar a identificar
con el concepto de cultura popular, en este sentido como
dice Antonio Gramsci “la cultura popular debería ser estu-
diada como concepción del mundo y de la vida, implícita
en gran medida, de determinados estratos (determinados
en el tiempo y en el espacio) de la sociedad, en contrapo-
sición con las concepciones del mundo oficial es en sentido
más amplio, de las partes cultas de las sociedades histórica-
mente determinadas que se han sucedido en el desarrollo
histórico. Concepción del mundo no sólo no elaborada y

283
asistemática porque el pueblo (o sea, el conjunto de las cla-
ses subalternas e instrumentales de toda forma de sociedad
que ha existido hasta ahora) no puede, por definición, tener
concepciones elaboradas, sistemáticas y políticamente or-
ganizadas “.
Definición de la cultura popular como una visión del
mundo capaz de subsumir otras concepciones del mundo
(inmensa capacidad sincrética) que incluso corresponden
a formaciones sociales anteriores y superadas; cultura asiste-
mática y sin capacidad orgánica, al no poseer a diferencia
de la cultura de los sectores hegemónicos una concepción
del mundo, unos productores especializados, unos portado-
res sociales preeminentes, una capacidad integrativa, una
dinámica de conflictos, una organización de la cultura se
definen por su oposición a la cultura hegemónica. Al igual
la cultura de los barrios se define por oposición a la cultura
oficial.
Debemos primeramente entender que la parte funda-
mental que determina un territorio es el hombre, que pro-
duce con su ingenio aquello que agrupado en un acervo
se va trasmitiendo a las generaciones futuras, formando un
patrimonio común que es clave para distinguir a un grupo
social de cualquier otro ya que: Proteger estas expresiones
es cuidar los testimonios de su identidad, por lo que:
1. La afirmación de la identidad cultural contribuye a la
liberación de los pueblos. Por el contrario, cualquier forma
de dominación, niega o deteriora dicha identidad.
2.La identidad cultural es una riqueza que dinamiza las
posibilidades de realización de la especie humana, al movili-
zar a cada pueblo y a cada grupo a nutrirse de su pasado y

284
acoger los aportes externos compatibles con su idiosincrasia
y continuar así el proceso de su propia creación.
Por esto debemos recalcar que un grupo social tanto
como un individuo necesitan la conciencia de su propia
identidad y que para ambos ésta se fundamenta en las dos
percepciones que define Erickson: “a) la percepción de la
igualdad a sí mismo y la continuidad de la propia existencia
en el tiempo y en el espacio; b) la percepción del hecho de
que los demás reconocen dicha igualdad así mismo y dicha
continuidad”.
Por eso para un grupo social la captación consciente
de la continuidad cultural desde el pasado hacia el presen-
te, es el factor más importante del sentimiento de identidad,
para poder evaluar el pasado, para comprender el presen-
te y planear el futuro, transformando la sociedad.
Debemos por lo tanto considerar que la identidad cul-
tural es una riqueza que dinamiza las posibilidades de reali-
zación de la especie humana, al movilizar a cada pueblo y
cada grupo a nutrirse de su pasado y acoger aportes exter-
nos compatibles con su idiosincrasia y continuar así el proce-
so de su propia creación.
A partir de esto la pluralidad de elementos que se inte-
gran a una cultura para formar su individualidad, donde el
problema reside en la percepción consciente de la capaci-
dad y libertad de selección; ya que ninguna cultura podría
desarrollarse normalmente si estuviera aislada de la influen-
cia externa.
Es importante este análisis, ya que la identidad cultural
parece plantearse como uno de los principios motores de
la historia, esa identidad que es un factor de síntesis viva y

285
original recomenzada; de este modo representa cada vez
más la condición misma del progreso de los individuos, los
grupos, las naciones, pues es ella quien anima y sostiene la
voluntad colectiva, suscita la movilización de los recursos in-
teriores para la acción y transforma el cambio necesario en
una aceptación creadora.
Donde los recuerdos colectivos y el quehacer cotidiano
se van arraigando hasta formar un mundo que reconoce sus
propias leyes y manera de ser y son igualmente importantes
para la delimitación de un estilo de vida característico de
sus habitantes y de su patrimonio urbano-arquitectónico.
Existe un conjunto muy abigarrado de imágenes de rela-
ción que permiten establecer claramente una distinción del
patrimonio de un lugar con respecto a otro, nuclear una
identidad frente a la relación con los otros. Los monumentos,
la arquitectura, cada trazo, cada calle se erige en signo de
la identidad y en esquema relacional y de contraste frente a
otras expresiones. Todas estas imágenes de relación operan
al menos en dos sentidos: parecen ser un ejercicio de dis-
tribución de valor y de diferenciación, al fin y cabo. Dan la
delimitación de un mundo configurado por un conjunto de
atributos de su población y un conjunto de atractivos turísti-
cos de su geografía y sobre la base de él se orienta.
El primer sentido es ininteligible sin el segundo. Gene-
ralmente se ha acentuado la función de diferenciación y
distanciamiento que compete a los textos socio céntricos,
pero esta función no es sino una cara o perspectiva de un
complejo funcional que es al mismo tiempo englobante y
diferenciador.
Por otra parte, es importante considerar la simbolización

286
como el proceso de cómo las cosas y los espacios devie-
nen relevantes para la experiencia humana, a través de la
interacción facilitada por el uso del elemento o espacio por
parte del individuo o grupo. Nos estamos refiriendo al simbo-
lismo a posteriori, es decir, a aquellos espacios y cosas que
tienen un papel activo en el mundo referencial de una co-
lectividad, surgido del significado socialmente adquirido a
través del tiempo y el uso de los usuarios (Pol, E. y Valera, S.,
1995). De manera que un elemento o espacio puede ser es-
tructural o estéticamente insignificante pero muy relevante
para un grupo específico de la población. En cambio, nos
referimos a simbolismo a priori, siguiendo a los mismos au-
tores, cuando una estructura social institucionalizada, pro-
mueve o propone la creación intencional de significado, es
decir, un significado prefijado, o algún cambio de emplaza-
miento o de escena, en estos casos se está llevando a cabo
un acto de poder.
Desde la perspectiva del interaccionismo simbólico
todo objeto, y según Blumer (1969) también puede tratar-
se igual a los espacios, adquiere su naturaleza ontológica
a partir de los significados conferidos por los grupos, incluso
por cada individuo. Por otro lado, se ha reconocido y con-
templado la gran importancia que tienen los mecanismos
de apropiación espacial y de los elementos que configuran
éste (Pol, E., 1994), ya que es través de ellos que los individuos
son capaces de crear o captar los significados simbolizados
en los elementos o espacios e interaccionar con los mismos,
llegando a incorporarlos a su propia identidad (Valera, S. y
Pol, E., 1994).
Desde la antropología y la psicología social ha habido

287
una amplia producción teórica respecto al tema de la iden-
tidad social, pero en este caso nos centraremos en el papel
de los entornos ambientales y entornos físicos, y cómo éstos
juegan un papel importante en la configuración de la iden-
tidad del individuo.
Bajo esta perspectiva, la identidad social es el senti-
miento de afiliación o pertenencia a determinadas cate-
gorías como grupos sociales, étnicos, categorías socio pro-
fesionales, grupos religiosos, con los cuales los individuos se
identifican generando atribuciones internas y externas que
define los contenidos de esa identidad. Ésta formaría parte
del auto concepto de un individuo y se derivaría del conoci-
miento de su pertenencia a un grupo o grupos sociales, jun-
tamente con el significado valorativo y emocional asociado
a esta pertenencia. (Tajfel, 1981).
Determinados espacios tendrán la propiedad de con-
vertirse en espacios simbólicos urbanos. Dos de las caracte-
rísticas necesarias para que un espacio sea simbólico son:
que tenga imagen ambiental o facilidad para evocar una
imagen clara y coherente, siendo las partes de la imagen
fácilmente reconocibles (Lynch, 1960); e inmaginibilidad so-
cial o características del conjunto de significados socialmen-
te creados y atribuidos al espacio.
Los conceptos de identidad social urbana y de espacio
simbólico se relacionan gracias al proceso de apropiación
de espacio que realiza el individuo, debido a que este pro-
ceso es fundamental para que sea de la identificación. Este
concepto quedaría definido como un proceso dinámico de
interacción de los individuos con su medio externo, median-
te el cual el grupo carga de significado a un espacio y lo

288
integra como elemento representativo de una identidad so-
cial urbana.
La idea del espacio como un producto social, se debe
principalmente a que los significados vinculados a un espa-
cio simbólico son fruto de la interacción entre los grupos y el
ambiente. Nos referimos a una concepción social no perma-
nente, que a veces varía con el tiempo y con la evolución
del grupo. Sin embargo, la apropiación del espacio simbó-
lico es tan fuerte, que aunque el espacio desaparezca o se
transforme su significado sigue manteniéndose o se traslada
a otros espacios.
1.3. Las teorías de la restauración y los
supuestos básicos.
La palabra restauración etimológicamente hablando pro-
cede del latín restauratio, onis, restauración. Acción y efec-
to de restaurar. Reparación, reposición, recobro, restableci-
miento de una cosa.
La restauración tiende a rescatar un bien a través de
la recuperación del mismo por medio de una serie de in-
tervenciones técnico-científicas que permitan devolverle al
mismo la integridad perdida. Su puesta en práctica se reali-
za recurriendo a distintas operaciones, cada una de las cua-
les tiene sus particulares características, pero ninguna es, ni
deberá ser tomada en forma independiente de los criterios
generales de la restauración que se adopten y de las cuales
aquéllos se desprenden. (Carta de Salta, a precisiones intro-
ductorias).
Esta integridad perdida que la restauración rescata, re-
cupera, reconstruye sólo es posible entre otras cosas recu-
perando los contextos de emergencia del bien cultural.

289
En los casos en que la restauración aparezca indispen-
sable después de degradaciones o destrucciones, reco-
mienda respetar la obra histórica y artística del pasado, sin
menospreciar el estilo de ninguna época. (Carta de Atenas).
Sea cual fuere la degradación o las causas que hagan
necesaria una intervención conservativa –por ejemplo pro-
blemas estructurales debidos a un sismo-, la obra en su do-
ble polaridad histórico-artística, y todo lo que ellas implican,
es el objeto primero a considerar en todos los pasos previos,
durante y luego de los trabajos que se realicen.
La conservación y restauración de los monumentos
constituye una disciplina que reclama la colaboración de
todas las ciencias y con todas las técnicas que pueden con-
tribuir al estudio y a la protección del patrimonio monumen-
tal. (Carta de Venecia).
La conservación y restauración al tener como uno de
sus objetivos fundamentales rescatar la memoria histórica
contenida en un monumento convierte a éste en un bien
cultural de la humanidad, pero para poder cumplir con
todo el programa de restauración arquitectónica, tiene la
conservación y la restauración que asirse de todo el cono-
cimiento de las demás ciencias, en este sentido, la multidis-
ciplinariedad, la interdisciplinariedad es una exigencia para
reconstruir la identidad del monumento, tanto cuanto, el
monumento contiene un conjunto de significados referen-
ciales arquitectónicos, arqueológicos, históricos, artísticos,
etc., que es prácticamente imposibles conocer desde una
sola ciencia esta multiplicidad de significados que un monu-
mento posee.
En Arquitectura, la noción de restauración hace referen-

290
cia al verbo restaurar, en el sentido artístico, y según la Real
Academia Española, significa reparar una pintura, escultu-
ra, etc., del deterioro que ha sufrido. Extendido el concepto
a la Arquitectura, restaurar es volver a construir en un edi-
ficio antiguo las partes arruinadas o a punto de arruinarse,
en el mismo estilo original. El problema, así concebido, no
fue planteado con anterioridad al segundo tercio del siglo
XIX, en el cual, el profundo estudio de los estilos antiguos
y medievales permitió a los arquitectos contemporáneos
adueñarse relativamente del espíritu y técnica de los anti-
guos. Pero dentro de esa relatividad, aquel conocimiento
retrospectivo abrió a la arquitectura un camino nunca, en lo
antiguo, practicado. Porque en todas las épocas anteriores
a la nuestra, cuando un edificio necesitaba reparaciones o
aditamentos, se hacían en el estilo imperante a la sazón, y
así, por ejemplo, el viejo templo del Sol, en Balbek, fue res-
taurado por los romanos en el estilo del Imperio; la Cámara
Santa de Oviedo, en el siglo XII, en el románico; los pilares
del crucero de la catedral de Burgos, en el siglo XVI, en el
plateresco, y la fachada de la Pamplona, en el XVIII, en el
neoclásico. Y, sin embargo la idea de la restauración , en el
concepto moderno, parece flotar, informe en muchos perío-
dos de la antigüedad, de los que pueden citarse las preten-
siones arqueológicas de los Tolomeos, en los monumentos
egipcios; el arcaísmo de Adriano, en la en la imitación de
las más viejas estatuas griegas; las aspiraciones constructivas
sicut Toleto fuerat del humilde Rey asturiano Alfonso el Casto
y, en tiempos más cercanos, y de un modo más determi-
nado y claro, la restauración a la romana de una parte del
acueducto de Segovia, hecha en el siglo XV por el monje

291
Escobedo; las reparaciones ejecutadas por los Reyes Cató-
licos en la Alambra, valiéndose de artífices moriscos tan há-
biles , que difícilmente se distingue lo hecho entonces, de lo
antiguo. El segundo patio del palacio de la Generalidad de
Barcelona, levantado al finalizar el siglo XVI en estilo gótico,
para imitar al primero; las catedrales de Gerona, Granada,
Tortosa y otras, cerrando los últimos tramos de sus naves, en
plenos siglos XVII y XVIII, con bóvedas de crucería; la substi-
tución, en la tribuna del Erecteo de Atenas, de la cariátide
substraída, por otra copia de ella, y muchísimos otros casos.
Más, volviendo a lo antes expuesto, ello es que las res-
tauraciones arquitectónicas, tal como el concepto dicho
entraña, aparecen como una manifestación de la época
moderna. Fue en Francia, y en 1835, cuando Vitet, nombra-
do inspector de monumentos históricos, sentó las primeras
teorías sobre las restauraciones, aunque en un terreno mera-
mente doctrinal. Al insigne arquitecto Viollet le Duc cabe la
gloria y la responsabilidad de haberlas llevado a la práctica
y a la aplicación, dogmatizando sobre la materia en su fa-
moso Diccionario y en los Entretenimientos de la Arquitectu-
ra y practicándolo en varios monumentos franceses (Nues-
tra Señora de París, el castillo de Pierrefond, la ciudadela
de Carcasota, San Saturnino de Tolouse, etc.). Después la
escuela se extendió por toda Europa, al calor de la literatu-
ra romántica, que tanto exaltó las catedrales y los castillos
de la Edad Media, y fueron numerosos los monumentos me-
dievales que, en todos los países, vieron sus pilares, naves y
torres restauradas según las nuevas teorías. Se llevaron más
allá de lo prudente en muchos casos, y esto, encontró, cier-
tas dificultades de aplicación con que se tropezó al tratar

292
de aplicarlas a los edificios de la antigüedad y la misma ex-
tensión de los estudios de la Arqueología especulativa, fue-
ron causas que originaron un movimiento antirrestaurador,
que fundó su escuela respectiva y de la cual salieron otras
semiescuelas. La lucha entre todas fue y es encarnizada.
La escuela restauradora:
principio y fundamento
La escuela restauradora, parte de la idea de que los monu-
mentos arquitectónicos son obras de arte de elevado va-
lor y además, son tipos representativos de estados históricos
y sociales. Es, por tanto, de alto interés para la humanidad
el poseerlos íntegros, o sea, tal como fueron concebidos y
ejecutados. Más como por la ley de caducidad de todas
las cosas, han llegado a nosotros en estado de deterioro y
hasta de ruina, se hace precisa su restauración para con-
servarlos en su integridad. Esta restauración es posible, con-
veniente, necesaria y no puede inducir al error. Es posible,
porque la arquitectura no es un arte de ejecución personal,
como la Pintura; lo que vale en ella es el pensamiento, no la
ejecución. Aquél subsiste en toda restauración bien enten-
dida, ésta es cosa material, perfectamente reproducible en
todo momento. Por lo que, una restauración sensata, no es
una falsificación, puesto que, al reproducir lo destruido, se
vuelve por la autenticidad de la concepción del autor, que
es lo que vale.
La restauración es conveniente, porque con ella se con-
serva el monumento en su unidad, que es base de belleza
en Arquitectura y se respeta la idea del autor, que así lo con-
cibió. Es necesaria, porque con ello se consigue la utilidad,
que es también base de la belleza Arquitectónica y se hace

293
perenne el edificio en su integridad material y espiritual. Cier-
tamente que esta permanencia se obtendría lo mismo re-
haciendo los elementos ruinosos por otros ejecutados en el
estilo actual, como se ha hecho en otras épocas. Pero, en
primer lugar, esto no ha sido ley general; en segundo, ello
produce evidentemente una desarmonía, y siempre contri-
buirá más a la belleza del edificio lo que mejor se avenga
con su estilo general, que lo que le repugne; en tercero, de-
bemos pensar que el autor del monumento, si pudiera ver-
lo, protestaría de tal interpolación, que tan enormemente
desvirtuaba su concepción, y en último lugar, ha de confe-
sarse que nosotros, los modernos, no poseemos aún un es-
tilo propio y bello, característico de nuestra época. En fin,
la restauración no puede inducir a error a los arqueólogos
presentes y futuros, si el restaurador tiene la conciencia no
de disimular su obra, sino, al contrario, de marcarla con sig-
nos indelebles. Y aún por concedidos, por posibles todos los
errores en que puede incurrirse en una restauración, con ello
se habrá conseguido la vida del monumento, como organis-
mo vivo y útil, objeto capital; pues contra lo que opinan los
arqueólogos especulativos, los edificios son algo más que un
dato para los estudios meramente teóricos de la Arqueolo-
gía. Inútil parecerá decir que los principales sostenedores de
esta escuela son los arquitectos, aunque no faltan críticos y
artistas partidarios de ella.
La escuela antirrestauradora:
principio y fundamento
Profesan los arqueólogos en la escuela antirrestauradora,
para quienes, como ya queda indicado, los monumentos
arquitectónicos son, ante todo, documentos históricos, que

294
hay que mantener libres de toda alteración, como testi-
gos de los tiempos pretéritos. La teoría parece cristalizar o
sintetizarse en dos frases célebres: “no tenemos derecho a
tocar los monumentos del pasado, porque no nos pertene-
cen” (Ruskin), “Restaurar es una manera de destruir”(Viollet
Le Duc). Esta escuela razona la praxis de la restauración de
este modo: Por muy grandes que sean nuestros conocimien-
tos de las arquitecturas pasadas, hoy no pensamos ni senti-
mos como en sus épocas, por lo que nuestras restauraciones
son personales y malas necesariamente, e inducen a enga-
ño sobre el pasado. Aunque fuesen perfectas, quitarían al
monumento su autenticidad: serán falsificaciones, sin valor
alguno histórico ni poético. Las restauraciones por su ideario
unitario y armónico, demuelen las partes de los edificios que
los hombres de los distintos tiempos hicieron en los estilos res-
pectivos, con lo cual se destruyen los jalones de las historia.
Son, pues, ideas capitales de la escuela, estas tres: 1) recha-
zar toda interpolación moderna en los monumentos, 2) res-
petar todos los elementos y estilos que, en distintos tiempos,
han hecho los hombres y 3) respetar igualmente todos los
deterioros, injurias y alteraciones que el tiempo y los hombres
han producido. Se piensa que el edificio, al fin y al cabo, no
ha de desaparecer totalmente, la primera conclusión es de
hecho demasiado absoluta: Conservar no restaurar.
La escuela conservadora:
principio y fundamento
La escuela conservadora, parte de la idea de que no se hu-
bieran producido las prácticas restauradoras, si lo edificios
desde un principio hubieran sido conservados, reparando
inmediatamente los pequeños desperfectos que el tiempo

295
y las causas naturales produjeron. Mas como esto no se hizo,
por ello llegaron al estado de ruina parcial, hay que con-
tenerla para que no llegue a ser total. Esa contención ha
de hacerse conservando el edificio, no restaurándolo; con-
solidándolo, pero sin sustituir ni agregar ningún elemento. El
procedimiento se presenta fácil de comprender y de ejecu-
tar y, al mismo tiempo, es respetuoso del pasado si aquélla
conservación puede obtenerse sin rehacer ningún elemento
esencial. Pero si es necesario construir de nuevo alguna parte
integrante, no habrá de hacerse en el estilo propio del mo-
numento, pues significaría hacer una restauración, sino que
se deben utilizar algunos de estos procedimientos: a) dán-
dole la forma puramente mecánica, sin estilo ni arte alguno,
los ejemplos abundan, los pilares y enjutas de la galería del
Palacio del Yeso de Sevilla, los contrafuertes laterales de los
arcos del Coliseo de Roma, etc.; b) haciéndolo en el estilo
actual, como se practicó en todas las épocas: portada góti-
ca de la Mezquita de Córdoba, remate Renacimiento de la
Giralda de Sevilla, etc.; c) dar al elemento reconstituido una
silueta o bulto, sin detalle ni estilo, que recuerde el elemento
substituido: capiteles del Arco de Tito, en Roma; cornisa de
la tribuna del Erécteo de Atenas, etc.
La teoría o escuela conservadora llega a través de sus
seguidores y partidarios más confesos a proponer el siguiente
corolario de la conservación: En último caso, y si no hay otro
remedio, debe dejarse arruinar el monumento y conservar,
si es posible, las ruinas y si ni aún eso se puede, conformarse
con su desaparición absoluta. Todo antes que restaurarlo.
De esta convicción epistemológica y metodológica surge
otra escuela de pensamiento.

296
La escuela de las ruinas:
principio y fundamento
La escuela de las ruinas surge y es sostenida principalmente
por literatos y pintores. La razón fundamental que sirve de
inspiración a esta escuela de pensamiento es la idea de que
los monumentos arquitectónicos no valen por sí mismos, sino
por el encanto que el tiempo y la historia han puesto en
ellos. Tal interpretación de la belleza arquitectónica hay que
buscarla en aquélla frase célebre de Ruskin que dice: “Un
edificio no se puede contemplar en todo su esplendor, has-
ta que no han pasado sobre él cuatro o cinco siglos”. Con
ello se inaugura la estética de las ruinas, en el sentido que la
vejez y, su término fatal, la ruina quedan proclamadas fuen-
tes únicas de belleza monumental. Bajo esta concepción el
olvido no existe, es al contrario, una proclama de existencia.
Ya en este camino estético, la escuela exalta la hermosura
de los deterioros, de la pátina y de la yedra y los jaramagos,
que hablan desde lo profundo de sus entidades a todo es-
píritu sensible de los siglos y de las generaciones que por allí
pasaron. Esta obra del tiempo debe respetarse, hasta con
veneración. Y cuando, por ley fatal e ineludible, se haya
producido la ruina total del monumento, tendremos, en la
contemplación de aquellos restos, uno de los goces más
elevados que puede experimentar el hombre culto y senti-
mental.
La praxis de la restauración,
la conservación y la
intervención arquitectónica.
Admitidos generalmente los principios de la escuela restau-
radora, han sido llevados a la práctica desde la mitad del

297
siglo XIX, en todos los países europeos, con aplicaciones mas
o menos extremadas y felices. De ellas, y de las teorizaciones
de los especialistas, ha salido un cuerpo de doctrina, mas
como los casos que se presentan son innúmeros y variadí-
simos, no puede aquel condensarse en una serie de reglas
inflexibles, sino que, más bien se expresa en soluciones espe-
ciales. A ellas se refieren lo que sigue.
Desde luego puede tacharse de excesivamente casuís-
tico, pero se debe a las razones dichas. Por eso mismo, pre-
senta un criterio de aplicación.
Clasificación universal de
los monumentos
Desde luego ha sido admitida universalmente una clasifica-
ción de monumentos, que tiene importancia para ciertas
aplicaciones de restauración. Divídanse en vivos y muertos,
según la propuesta de: Schmit en su obra “L´ Architecte des
monuments religieux”, especificada después por Cloquet en
el estudio “La restauration des monuments ancient, en la Re-
vue de L´ art Chrétien” (1900).
Se consideran como monumentos muertos los que per-
tenecen a civilizaciones extinguidas y a usos y costumbres
que no han de volver, como el teatro romano de Merida y
los castillos roqueros medievales, etc. Son monumentos vi-
vos los pertenecientes a civilizaciones persistentes ya a usos
y costumbres que subsisten, como las catedrales románicas,
los palacios del renacimiento, etc. A los muertos y a los vivos
corresponden ciertos principios fundamentales, que nunca
debe olvidar el existente en el monumento, indicador de su
pasado, y o parquedad extraordinaria en la restauración, no
tocando si no lo que sea de indispensable y probada nece-

298
sidad. Dentro de estos principios fundamentales entran ya
los parciales. Ellos pueden referirse a todos y a cada una de
las tres formas que integran la obra arquitectónica, a saber:
dispositiva, estructural y artística.
Monumentos muertos. Fenecida, para no volver, su be-
lleza de utilidad, e inútil, por tanto, su integridad el criterio
restaurador debe ser el de conservarlos en el estado que
llegaron a nosotros, como dato histórico y como elemento
de belleza. En la mayoría de los casos esa conservación será
fácil y no exigirá añadir ningún elemento nuevo: como el
rejuntado de las almenas y torretas del castillo de Coca; la
colocación de los sillares caídos del entablamento del Erec-
teo de Atenas; el desescombrado y reposiciones en su sitio
de las columnas del teatro romano de Mérida.
En alguna ocasión particular, estas fáciles operaciones
no bastan, y hay que rehacer uno o varios elementos prin-
cipales, y ello coloca el monumento en alguno de los casos
de restauración que presentan los monumentos vivos.
Monumentos vivos.
A ellos se refieren casi en absoluto las reglas preconizadas
por los restauradores, y especialmente a los de la Edad Me-
dia, que son, por su particular estructura, los más necesita-
dos de restauración y donde ha habido más casos de apli-
cación. Examinemos las principales, yendo de lo elemental
a lo más complejo y apoyándonos con ejemplos tomados
de monumentos españoles principales:
Restauraciones elementales
1) Restauraciones elementales. Casi no lo son, y no exigen
sino esmero y respeto. Tales son el picado de enlucidos (ca-
pilla dorada en el palacio de Alfonso XI en Tordesillas), rejun-

299
tando de fábricas (claustro de la Rabida), recalzo de cimien-
tos o zocalos (iglesia de San Juan, en Baños) y reposición de
las viejas piedras caidas (columnas del teatro de Merida, ya
citadas). No obstante lo elemental de estas restauraciones,
a ellas llega la enemiga de los antirestauradores, de lo que
es ejemplo la última de las citadas que, al ser propuesta por
el restaurador por lo que contribuía a la belleza y a la recons-
titución del aspecto del monumento, encontró opositores.
Sustitución de elementos en la restaura-
ción de un monumento
2) Sustitución de elementos perfectamente conocidos rui-
nosos o desaparecidos por otros idénticos. Es el caso más
corriente y general y la obra lícita y fácil por no exigir inven-
ción alguna ni ser posible el error (reparación de las tracerías
de los ventanales, en el claustro de la catedral de Burgos,
perfectamente conocidas, por haberse conservado las an-
tiguas entre las mamposterías de los muros nuevos). No obs-
tante, las buenas prácticas restauradoras aconsejan marcar
las piezas nuevas con una cifra, letra o señal.
3) El elemento a subsistir no es el primitivo, si no uno ya
substituido, en estilo distinto al originario del monumento (
como debe hacerse la substitución, reproduciendo el que
hay o imitando el supuesto originario). La solucion es de pru-
dencia o sentido. Si el elemento es sensato estructuralmente
de valía artística y, además, es dato para la historia del mo-
numento, no cabe duda que la substitución debe hacerse
reproduciendo el que hay. Así se arruinasen los pilares del
crucero de la catedral de Burgos, que son hermosas y bien
pensadas obras platerescas que substituyeron en el siglo XVI
a otros pilares góticos del XIII, deberían reproducirse aque-

300
llos. Si, por el contrario el elemento anacrónico a sustituir es
insignificante como arte o peligroso como estructura, será
prudente volver a lo primitivo. De ejemplo puede servir la
cúpula barroca del crucero de la catedral de León, que
causaba grave daño y que, al restaurarse, ha sido substitui-
da por una bóveda de crucería, presumidamente igual a
la que hubo. Pero debe marcarse, como en ese ejemplo se
hizo. Caso particular del que aquí se examina será aquel en
el cual el elemento anacrónico no hubiera tenido antece-
sor por inconclusión del monumento (cúpula barroca de la
catedral nueva de Salamanca) o por otra causa (puerta ro-
mántica del claustro en la catedral de Barcelona). En estos
casos parece obligatoria del elemento anacrónico.
4) Cuando el elemento a restaurar no es desconocido.
El elemento que hay que construir no es desconocido en su
primera forma, por no haber existido nunca, o por no haber
perdido su traza. Es caso verdaderamente grave, pues pre-
cisa la invención del restaurador. Un ejemplo importante y
elocuente es la torre de los pies de la catedral de Barcelo-
na. Era conocido el pensamiento del autor de levantarla allí,
pero desconocida su forma. Los arquitectos de los siglos XVI,
XVII y XVIII la hubieran levantado en su estilo respectivo. El
del siglo XX, a falta de éste, o por ley de unidad, la ha ejecu-
tado en estilo gótico. Es el criterio verdadero de la escuela
restauradora. Pero, para seguirlo, nunca será bastante im-
puesta la obligación, para el restaurador, de atenerse al esti-
lo general y al particular (región, monumento, época, autor,
etc.) del monumento. Y siempre dejar consignados los datos
de fecha, y circunstancias de la obra añadida. Aumenta la
gravedad del caso cunado se ha perdido la traza del ele-

301
mento que hay que reproducir. Sirva de ejemplo el del pri-
mitivo sistema de iluminación de las naves de la mezquita
de Córdoba: en la creencia, fundamentada en los relatos
de los escritores mahometanos, de que no había otra que
la artificial (de 7,500 lámparas, habla Al-Makari), el restau-
rador ha hecho seguida la armadura. Pero, si como otros
arqueólogos suponen, hubo de haber elementos de ilumina-
ción natural, la pérdida absoluta y total de su traza haría de
extremada gravedad el intento de su implantación. Quizá,
la solución en estos casos, estará en poner elementos ac-
tuales, que no da lugar a engaños arqueológicos, pero se
rompen la unidad y la armonía.
5) Restauración total de un monumento cuyo estilo, his-
toria y procedimientos, etc., son pocos conocidos. Entramos
con este caso en los casos de restauración de conjunto. El
que ahora consideramos se asemeja mucho al de los monu-
mentos muertos. En él debe evitarse a toda costa la restau-
ración, apelando a la conservación, respetando en abso-
luto todos los datos que aparezcan en el edificio, pues ellos
nos dicen su historia; acaso la única que podamos saber.
Ejemplo es la pequeña iglesia visigótica de San Juan de Ba-
ños (Palencia), en la que se han conservado los cimientos
de partes desaparecidas, los arranques de bóvedas que no
existen ya, los malos atados de muros, indicadores de solu-
ciones de continuidad, etc., sin intentar reconstruir los brazos
del crucero y capillas absidales.
6) La restauración de un monumento conocido: Restau-
ración total de un monumento del que se conservan pocos
datos y elementos, pero cuya escuela arquitectónica nos
es conocida. La restauración debe hacerse sobre la base

302
de los elementos existentes y de los datos históricos que se
posean. Lo totalmente desconocido puede construirse inspi-
rándose en los monumentos del mismo tiempo, estilo, desti-
no, escuela regional, etc. Pero como en todo esto entra la
invención del restaurador, es indispensable señalar lo que es
netamente auténtico y lo que no lo es. De todos modos, el
edificio así restaurado no tiene valor arqueológico alguno. El
ejemplo más completo de una de estas obras es en España
la iglesia de Ripoll (Barcelona). Se conservan los muros del
perímetro y había descripciones literarias de lo antiguo. Lo
que faltaba se hizo inspirado en las obras románicas de la
región pirenaica barcelonesa y gerundense, pero claro es,
debe tomarse arqueológicamente con todo tipo de reser-
vas.
7) La restauración de un monumento del que se conser-
va la mayor parte y del que se conocen, además, escuela,
historia, etc., de los elementos que faltan; el caso general, se
resuelve aplicando en un todo los procedimientos de la es-
cuela restauradora. Puede haber, no obstante, las circuns-
tancias enunciadas favorables, alguna parte desconocida
o anacrónica, y en ello deben seguirse los criterios ya sen-
tados para los casos segundo, tercero y cuarto. En España
ha sido ejemplo magno de este tipo de restauraciones la
catedral de León.
8) La restauración de un monumento íntegro pero en rui-
nas: restauración de un monumento que está íntegro, pero
amenazando ruina. Más que una restauración lo que se
debe hacer en este caso es una reconstrucción. Ella puede
hacerse sin el menor error, y para ejecutarse debe comen-
zarse por un estudio, gráfico especialmente, detalladísimo;

303
después se hará el desmonte con miras a la utilización de
los mismos materiales desmontados que se hallen en buenas
condiciones y luego se procede a la reconstrucción lo más
fielmente posible. En caso de que por deterioro, haya que
poner materiales nuevos, deben interpolarse con otros de
los antiguos como pruebas de la exactitud de la reconstruc-
ción.
9) La restauración de un edificio y la dificultad de agre-
gar algo nuevo: esto consistente en agregarle un cuerpo
nuevo o parte nueva que no entró en el plan primitivo. Si
los monumentos vivos no fuesen sino reliquias arqueológicas,
este caso debería estar terminantemente proscrito. Pero
como estos monumentos siguen siendo útiles, y a esta condi-
ción van unidas imprescindibles necesidades, no hay modo
de soslayar el caso. Sobre él, la opinión de los técnicos y
especialistas andan divididas. Los más entienden que por ley
de unidad y de armonía, el agregado debe ejecutarse en
el estilo primitivo del monumento. Así se hizo en la sacristía
de la catedral de París, en la escalinata del Museo del Prado
y en muchos edificios más. Otra solución, diametralmente
opuesta, es hacer el cuerpo agregado en el estilo actual.
Existe otra solución intermedia, pero ecléctica, empleada
en algunos monumentos en siglos pasados y que quizá se
pudiera aplicar al presente, es construir el agregado en el
estilo actual, pero dándole una silueta de conjunto que ar-
monice con el monumento. Es el caso de la linterna del cru-
cero de la catedral de Burgos, elevada a mediados del siglo
XVI en estilo plateresco, pero con silueta gótica.
10) La restauración y la constelación de problemas: al
restaurar totalmente un edificio, ¿qué debe hacerse con las

304
partes que no son del estilo originario? Por respeto histórico
deben de conservarse, en general. En unos casos estas par-
tes anacrónicas no son verdaderos agregados, sino varian-
tes producidas por la marcha de los trabajos, y son dignas
de la mayor consideración, pues ellas nos dicen mejor que
la historia escrita, la del monumento. En otros casos esas par-
tes son verdaderos agregados (el remate de la Giralda de
Sevilla, el trascoro de la catedral de León, el palacio de Car-
los V en la alhambra de Granada, etc.), y como se ha soste-
nido se deben conservar. Pero esta obligación se atenúa si
esos agregados son insignificantes.
11) Casos relativos a la estructura originaria de los edifi-
cios. Son en general, de verdadera dificultad. Al restaurar un
edificio podemos encontrarnos con una estructura viciosa o
con unos materiales malos. ¿Qué hacer en la restauración
en este caso? Es cuestión de criterios. El arqueológico pide
la reproducción absoluta de lo antiguo, por defectuoso que
sea. Por el contrario, Viollet le Duc dice que siendo la vida
del edificio el fin primordial de la restauración y visto que
aquellos vicios la han puesto en peligro, hay que ir direc-
tamente a la modificación de la estructura, empleando en
lo nuevo medios más enérgicos y materiales mejores. Así, al
restaurar el crucero de la catedral de Sevilla, hundida por la
mala construcción de los pilares, se ha mejorado ésta, dán-
dole una estructura mejor pensada.
12) La restauración y su relación con el destino y el va-
lor utilitario: casos relativos al destino del edificio. Afectan al
problema de la utilidad del monumento. En los monumentos
muertos, el problema, no se presenta. En los monumentos
vivos, los casos son frecuentes y variados. Lo sensato es res-

305
taurar el monumento para el mismo destino que tuvo; ejem-
plo el acueducto de Segovia, el puente de Alcántara, las
iglesias cristianas, etc. Pero hay casos en que el destino tiene
que variar. Hay Tratadistas hay que lo admiten, entendiendo
que el mejor modo de conservar un edificio es darle destino,
de lo que es un ejemplo la capilla de Santa Agueda, en Bar-
celona, utilizada como Museo Arqueológico. En estos casos
¿cómo restaurarlo? La variación de fin utilitario obligaría a
modificaciones de elementos, seguramente poco respetuo-
sos con lo primitivo (es el caso de lo hecho últimamente en
la catedral de Burgos, en la parte que ocupó el demolido
palacio episcopal). De ello son ineludibles los monumentos
vivos llevan consigo una finalidad utilitaria. Otra teoría sos-
tiene que cuando un monumento no puede o no debe se-
guir sirviendo para su destino primitivo, no debe dársele otro,
pues los monumentos ya cumplen bastante y altamente
con serlo. Otro caso, ciertamente de solución complicada,
es el de la restauración desde el punto de vista utilitario, de
un edificio que ha tenido dos destinos distintos, a los cuales
debió obras importantes. Ejemplo, el Cristo de la Luz de Tole-
do, construido para mezquita y convertido luego en iglesia
cristiana.
13) La restauración es un dispositivo plural: restauracio-
nes; la restauración dentro de un complejo abigarrado de
elementos a restaurar. Sucede frecuentemente que en una
parte del edificio a restaurar, hay elementos escultóricos (es-
tatuas, bajorrelieves, capiteles historiados, escudos heráldi-
cos, etc.). Como son de ejecución personal, y, por tanto,
difíciles de reproducir con fidelidad y carácter, deben con-
servarse, por deteriorados que estén, aunque la restauración

306
haya alcanzado a toda la arquitectura que los rodea. Propo-
nen algunos patinar con tintes las partes restauradas. Puede
ser procedimiento defendible, con tal que esas partes sean
pequeñas y en gracia de una armonía de coloración, pero
nunca lo será si con ello se pretende hacer pasar por viejo lo
que no lo es. Las patinas artificiales encuentran fuertes opo-
siciones en los tratadistas, que dicen que los deterioros de las
piedras y su color vetusto son cosas brutalmente allegadas
por el tiempo y que no formaron parte del pensamiento del
autor. Tanto valdría, añaden, no limpiar las pinturas antiguas
para conservar en ellas, venerablemente, el humo y la sucie-
dad acumulados por los años en su superficie. En los edificios
de la Edad Media hay en los sillares signos labrados, conoci-
dos con el nombre de masónicos. Su valor arqueológico es
importante, cualquiera que sea la teoría que sobre ellos se
acepte.
14) La restauración, el gusto por lo antiguo y su valora-
ción: del objeto antiguo podemos hacer todo un psicoa-
nálisis, o una hermeneútica que nos permita comprender el
sentido profundo que subyace en la relación de los hombres
con el mundo antiguo, de dónde ha surgido esa pasión de
las sociedades modernas por lo antiguo en todas sus expre-
siones. Es una obsesión de autenticidad, mística del pasado,
del origen, densidad simbólica y otros aspectos vividos más
o menos conscientes. Pero lo que queremos indagar es la
función social distintiva, que cumple la relación con lo anti-
guo, indisociable en todos los niveles de la sustancia psicoló-
gica viviente de lo antiguo.
El objeto antiguo se inscribe en lo barroco cultural e
incluso trasciende como un programa civilizatorio, en este

307
sentido, entre más antiguo sea un objeto con el cual nos re-
lacionamos mayor significación otorga a nuestras vidas. Su
valor estético siempre va a ser un valor derivado: en él se
borran los estigmas de la producción industrial y las funcio-
nes primarias. Por todas estas razones, el gusto por lo anti-
guo es característico del deseo de trascender la dimensión
del triunfo económico, de consagrar en un signo simbólico,
cultural y redundante, un triunfo social o una posición privi-
legiada. Lo antiguo es, entre otras cosas, el triunfo social que
se busca una legitimidad, una herencia, una sanción noble.
Será, pues, lo que corresponde a unas clases privilegia-
das a las que importa transmutar su status económico en gra-
cia hereditaria. Pero es igualmente lo propio de capas asa-
lariadas medias que, por medio de la compra de muebles
rústicos (aunque sean producidos industrialmente), quieren
consagrar también su status relativo, como promoción ab-
soluta (respecto de las clases inferiores). Y estará también en
consonancia con unos sectores marginales –intelectuales y
artistas- en los que el gusto por lo antiguo revelará más bien
el rechazo (o la afiliación vergonzosa) del status económico
y de la dimensión social, una voluntad de situarse fuera de
clase, poniendo a contribución para ello la reserva de los
signos emblemáticos del pasado anterior a la producción
industrial.
Así, carecería de interés comprobar que determinada
clase se alimenta del “estilo de la época”, en tanto que
otra del rústico industrial, y otra más del mueble campesino
auténtico del siglo XVIII, para establecer una estratificación
social en términos del gusto: esto no reflejaría sino las coac-
ciones culturales y las leyes del mercado.

308
Por último la restauración es una operación que va de lo
simple a lo complejo y por ello, tiene un carácter excepcio-
nal.Se detiene en el momento en que comienza la hipótesis,
más allá todo complemento reconocido como indispensa-
ble, se destacará de la composición arquitectónica y llevará
el sello de nuestro tiempo (Carta de Venecia, Restauración,
art. 9).
La restauración, la conservación y la intervención en el
patrimonio edificado como bienes culturales de la humani-
dad no sólo tiene un valor de cambio, un valor de uso, sino
también tiene un valor simbólico, éste es valor-signo, el que
permite considerar el complejo de valores con los cuales se
enjuicia a la restauración, la conservación y la intervención
arquitectónica en sus múltiples dimensiones. El criterio de va-
lor no consiste en el agrado o en el desagrado, sino en re-
conocer eso que no es la cosa, que está en ella, y que nos
produce impresiones.
Husserl reconoce al valor como formando parte del gru-
po ontológico de los objetos no independientes, es decir,
que se trata de objetos que no tienen en sí mismos sustantivi-
dad, no son, sino que adhieren a otro objeto. Es decir, que no
se puede separar al valor de la cosa que tiene valor, es una
cualidad. El valor es una relación de deseos hacia las cosas,
y por este atributo desiderativo, es que la restauración, con-
servación e intervención arquitectónica es valorada como
una labor trascendental, tanto cuanto, hace realidad un
deseo del ser humano: estar vinculado con su cultura, con
su historia, con sus identidades esenciales. Desde este cam-
po semántico, tiene sentido, articular las otras nociones de
valor: el valor de la antigüedad, el valor histórico, el valor

309
rememorativo intencionado, el valor instrumental, el valor ar-
tístico, el valor de novedad, el valor identidatario primordial,
el valor de restaurar los monumentos históricos es algo que
aprecia sumamente la sociedad, porque desde este lugar
antropológico se puede reconstruir como un rompecabezas
nuestras identidades culturales que tienen su arraigo en el
complejo civilizatorio.
1.4. Conclusiones.
Podemos concluir en este capítulo que forma parte de una
colección de Temas Selectos del Cuerpo Académico. Don-
de se han abordado diferentes posturas teóricas dentro del
campo de la Conservación, siempre considerando un mar-
co conceptual Sistémico que nos ayuda a hacer constructos
intelectuales para poder comprender y aplicar las diferentes
teorías que tratan de explicar el hacer de la conservación.
Tratar de explicar que el mundo de la conservación en
la lógica del mundo actual, a superado las posturas ortodo-
xas que manejan ciertos “especialistas” que han facilitado
la acción destructora más que conservadora del patrimonio
material y simbólico que las sociedades han construido en su
momento histórico. Por lo que debemos aceptar que existen
nuevas posturas teóricas que aceptan que la conservación
del patrimonio debe ser abordada con constructos teóricos
que entiendan que el patrimonio construido y simbólico va
mas allá de reglas establecidas en el pasado.
Por lo que en este capítulo tratamos brevemente de po-
ner sobre la mesa las diferentes posturas teóricas que se han
generado dentro de la conservación para que los interesa-
dos en esta disciplina tan interesante, tengan brevemente
un primer acercamiento a este mundo tan fascinante.

310
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312
313
314
315
Limitaciones disciplinarias
y la problemática ambiental
en la ciudad de Puebla,
por el Mtro. en Arq.

Marco Aurelio Rojas Aguilar

316
Puebla, Pue. Junio de 2010.

CURRICULUM VITAE

Marco Aurelio Rojas Aguilar (Puebla, México. 1959) estudió


la licenciatura en arquitectura en la Universidad Autónoma
de Puebla (1984) y obtuvo el grado de Maestro en Ordena-
miento del Territorio por la BUAP (1999); es profesor en la Fa-
cultad de Arquitectura, en el Colegio de Arquitectura y de
Diseño Urbano de la BUAP (1985-2010); ha dirigido y elabo-
rado diversos programas de desarrollo urbano, proyectos de
Arquitectura y estudios de impacto ambiental (1985-2010).

317
LIMITACIONES DISCIPLINARIAS Y LA
PROBLEMÁTICA AMBIENTAL EN LA
CIUDAD DE PUEBLA.
INTRODUCCIÓN
Hemos visto como a lo largo de los últimos treinta años, la
preocupación ambiental por efectos de la contaminación,
el desequilibrio ecológico y el agotamiento de los recursos
naturales se ha hecho cada vez más relevante; por otra par-
te el crecimiento poblacional y el crecimiento físico de la
ciudad de Puebla combinados con los problemas ambien-
tales han generado efectos preocupantes que se muestran
negativamente en la dinámica del territorio.
Esta problemática se ha querido controlar a través de
los diferentes programas de desarrollo urbano que cada uno
de los gobiernos estatales implementan en el ejercicio de su
mandato, entre otros, figuran los estudios de ordenamiento
ambiental y los de impacto ambiental exigidos en cada una
de las obras urbanas y civiles que las leyes y reglamentos
federales y estatales indican. Sin embargo, con todo esto,
seguimos viviendo una ciudad que junto con su área me-
tropolitana, no ha resuelto exitosamente sus problemas am-
bientales, entre los que podemos señalar, la contaminación
del aire, el agotamiento del agua potable en la cuenca y
la contaminación del agua con las descargas sanitarias que
se vierten en el vaso de la presa “Manuel Ávila Camacho”,
el agotamiento de los rellenos sanitarios y el desaprovecha-
miento de la basura, el desperdicio energético, la alteración
climática, entre otros problemas.
En principio, comprendemos que la solución del proble-

318
ma ambiental, depende sin duda alguna de una diversidad
de factores, sin embargo, en este documento se señalan
cuatro factores limitativos básicos de gran importancia que
determinan la configuración urbana y territorial:
1. Limitaciones disciplinarias.
2. Limitaciones socio-culturales.
3. Limitaciones socio-económicas.
4. Limitaciones del ámbito jurídico-político.
De estos cuatro factores, en esta ocasión nos referiremos a
las limitaciones que desde las diferentes disciplinas científi-
cas y técnicas se tienen en nuestro ámbito de estudio, las
cuales hemos denominado limitaciones disciplinarias.
LIMITACIONES DISCIPLINARIAS.
Se considera como limitaciones disciplinarias, a aquellas
condiciones que determinan la capacidad de un egresado
universitario en su desempeño profesional. En nuestro caso,
en el tratamiento de las investigaciones y en proyectos de
carácter ambiental, entre ellos los estudios de impacto am-
biental.
Hablamos de condiciones disciplinarias y no de condi-
cionantes científicas, por el sentido un tanto limitado que se
le ha dado a la palabra ciencia en la actualidad, en cuanto
que su significado de acuerdo con Kedrov (1968) está más
relacionado con el saber o el conocimiento y su producción,
pero no de cualquier conocimiento sino del conocimiento ri-
guroso sustentado en un método y que se constituye como
una verdad objetiva comprobada en la práctica. De mane-
ra muy parecida se define a la ciencia en el diccionario de
la lengua española de la RAE (2010): “Ciencia. (Del lat. scien-
tĭa). 1. f. Conjunto de conocimientos obtenidos mediante la

319
observación y el razonamiento, sistemáticamente estructu-
rados y de los que se deducen principios y leyes generales”.
La limitación consiste en que el concepto de disciplina (RAE,
2010) se refiere al conjunto de normas que rigen una organi-
zación o una actividad en los campos de la ciencia, el arte
o alguna facultad, o a la actitud o habilidad de las personas
que acatan esas normas; como se observa, el concepto tie-
ne una fuerte connotación normativa.
El concepto de disciplina según D. Ferríz Olivares (1977)
es más cercano al concepto griego clásico de mathema
(nos recuerda que en esos tiempos el nombre de matemá-
tico se aplicaba a todos los cultores de las ciencias y a los
filósofos), que integra no solamente la cosa que se aprende
sino al que la aprende y el modo de aprenderla, lo que tam-
bién se le ha llamado mathesis. Así, el concepto más amplio
e integral de disciplina nos permite observar un poco, las
condiciones de la producción del conocimiento, tema que
ahora es razón de la epistemología.
IDENTIFICACIÓN DE LAS CONDICIONES
LIMITATIVAS DISCIPLINARIAS.
El análisis de las limitaciones disciplinarias, lo hemos hecho,
destacando tres aspectos relevantes:
a) La educación liberal, en el entendido de que ésta es
la base formativa de la conciencia del estudiante, que lue-
go se transforma en un profesionista armado con herramien-
tas científicas (teorías, métodos, técnicas), de la calidad de
estas herramientas, depende la calidad de la investigación.
Sin embargo, algunos aspectos de su personalidad y acti-
tud, tienen que ver con el grado de conciencia a que ha
llegado bajo las determinaciones culturales familiares o del

320
contexto social amplio que mediante los medios masivos de
comunicación se establecen y que son reforzados por los
marcos teóricos que como modelos preestablecidos se asu-
men acríticamente y definen la configuración ideológica de
su ser interior.
b) La práctica profesional liberal, a partir de las condi-
ciones de la división del trabajo profesional, en el mercado
de la ciencia;
c) de los métodos existentes para la evaluación de im-
pactos ambientales y su aplicación.
La educación Liberal.
En cada una de las etapas en la evolución de la historia del
hombre, etapas socioeconómicas, etapas artísticas o eta-
pas religiosas, generalmente entremezcladas entre sí, ha ha-
bido formas específicas de relación social y económica, se
han conformado clases dominantes, intereses económicos,
valores éticos y estéticos, etc., asimismo se han conformado
diversos modos de educación representativos de sus tiem-
pos, cada modo de educación sintetiza un conjunto com-
plejo de valores, conocimientos, saberes y actitudes.
En cada tiempo la ciencia adquiere diferentes significa-
ciones donde prevalecen concepciones reduccionistas y
cada vez más limitadas que se oponen a las concepciones
integrales con perspectivas más amplias. En esa lucha pola-
rizada se han puesto límites y condiciones para lo que cada
una de las concepciones considera su verdad.
Así las cosas, es necesario reconocer que siempre que
hay un saber oficial hay uno no oficial que generalmente no
se reconoce; cuando hay saberes académicos coexisten
también saberes no académicos; es necesario saber que

321
cuando hay conocimientos que se divulgan hay también
conocimientos y saberes que se ocultan; pues el conoci-
miento, pero sobre todo, el control del conocimiento es uno
de los principales mecanismos en la generación y sostén del
poder, como lo plantea Alvin Toftler (1990).
Que la explicación del auge de una economía super-
simbólica radica en la convulsión de la base de conoci-
mientos social y no en la revolución informática o en la mera
manipulación financiera. Muchos de los cambios que se pro-
ducen en el sistema de conocimientos de la sociedad se
trasladan al mundo de las actividades empresariales. Por lo
tanto, cualquier economía depende de tres fuentes princi-
pales de poder: VIOLENCIA, RIQUEZA Y CONOCIMIENTO. La
violencia se va convirtiendo en Ley, el capital y el dinero, se
están trasmutando en conocimiento.
En consecuencia, el conocimiento que produce poder
y riqueza no es cualquier conocimiento y tiene que ser celo-
samente cuidado.
En nuestros tiempos observamos que la educación so-
cial es una necesidad bastante importante para el funcio-
namiento del sistema socioeconómico, de tal manera que
el gobierno ha sido uno de los primeros promotores que ha
orientado el sentido de la educación en nuestro país, de
acuerdo al dictado del Artículo 3ro. de la Constitución Mexi-
cana.
Gramsci (1998, P. 161) ha puesto de manifiesto que una
de las funciones más importantes del estado es de:
Elevar a la gran masa de la población a un determi-
nado nivel cultural y moral, nivel (tipo) que corresponde a
las necesidades del desarrollo de las fuerzas productivas y

322
por consiguiente, a los intereses de las clases dominantes.
La escuela como función educativa positiva y los tribunales
como función educativa represiva y negativa son las activi-
dades más importantes en tal sentido. Pero en realidad ha-
cia el logro de dicho fin tienden una multiplicidad de otras
iniciativas y actividades denominadas privadas, que forman
el aparato de la hegemonía política y cultural de las clases
dominantes.
En nuestra sociedad con clases sociales económica-
mente diferenciadas vemos, por un lado a la escuela pú-
blica y por otro la escuela privada; por el hecho de haber
diferencias ideológicas y religiosas tenemos que la educa-
ción también se divide en educación laica por parte del Es-
tado y no laica por parte de las instituciones religiosas, la
educación adquiere también matices filosóficos diversos, es
decir, el mercado ofrece un mundo educativo altamente
fragmentado, con mercancías de acuerdo a la capacidad
económica del solicitante.
La escuela pública, nos dice
Covarruvias (1990, p. 61,62)
Atiende a los miembros de las clases subalternas desarro-
llando en ellos las habilidades que el régimen capitalista re-
quiere en cuanto a utilización de fuerza de trabajo; es decir,
desarrolla en los individuos las actitudes y conocimientos re-
queridos para hacer de él un vendedor de fuerza de trabajo.
Entre estas actitudes se cuentan la sumisión, el –sentido de
responsabilidad-, el culto al esfuerzo individual, la compe-
tencia con sus compañeros, los deseos de superación, etc.
Los conocimientos se reducen a nociones de historia univer-
sal y nacional, geografía, matemáticas elementales, nocio-

323
nes de físico-química y biología y adiestramiento. El conte-
nido y la forma de la enseñanza no busca la formación de
dirigentes sociales o de hombres superiores, se orienta a la
formación de los individuos que satisfagan el mercado de
trabajo en las ocupaciones inferiores o intermedias.
En el caso de la educación superior, sea pública o priva-
da el contenido de la enseñanza profesional está cada vez
más orientado a la formación técnica que a la formación
teórica y humanística.
Paul H. Hirst (R. S. Peters, 1977, p.162, 168) comenta acer-
ca de la noción griega de educación liberal y nos dice que
ésta se encuentra arraigada en varias concepciones “filosó-
ficas” emparentadas en función de las siguientes categorías:
1. Acerca de la significación del conocimiento para la
mente.
2. Acerca de la relación entre conocimiento y realidad.
La primera se refiere a que la búsqueda del conoci-
miento es la actividad peculiar y distintiva de la mente y que
la realización del conocimiento la satisface y llena, convir-
tiéndose el conocimiento en el propio bien de la mente y
por consiguiente un elemento esencial de la buena vida.
Se reconoce que el hombre es algo más que mente pura,
más sin embargo, se privilegia a la mente como caracterís-
tica distintiva esencial en términos de conocimiento, siendo
este conocimiento la guía que permite el camino recto en la
vida. En esta concepción se niega pues al hombre integral,
reduciéndolo a simple cerebro, el hombre es algo más com-
plicado que eso.
El segundo grupo de doctrinas afirma que la mente, me-
diante el uso recto de la razón, llega a conocer la naturaleza

324
esencial de las cosas y puede aprehender lo que finalmente
es real e inmutable. Como consecuencia de este hecho, el
hombre debe dejar a un lado las apariencias engañosas y
las creencias dudosas como soporte de su vida para apo-
yarse en lo que es “verdadero”. Tal parece que no se dan
cuenta que el sustento de esta forma de pensar está en un
procedimiento no racional como es la Fe, en este caso la Fe
en la superioridad de la razón, la Fe en la ciencia positiva, la
Fe en el progreso como diría Teilhard de Chardin (Cuènot,
1972, p.12), y todavía más, en el fondo subyace una fuerte
emotividad transformada en deseo que se oculta en si mis-
ma una vez que es reconocida como verdad. La emoción
que triunfa y libera a la emoción y la pasión no puede ser
cuestionada, además la emoción una vez libre se enmasca-
ra inmediatamente con la razón.
De este conjunto de doctrinas nace la idea de la edu-
cación liberal que con base en los pensamientos anteriores
no pretende definir la educación en términos de conoci-
mientos y destrezas que pueden ser útiles posteriormente, o
en términos de cualidades morales y espirituales, la defini-
ción es estrictamente en términos del conocimiento que el
hombre tiene de la realidad. La importancia de este tipo de
conocimiento para muchas personas seguidoras de estas
doctrinas estriba en la creencia de que este tipo de edu-
cación, libera la mente para que pueda funcionar según su
propia naturaleza, liberándose también del error y de la ilu-
sión, liberando del mal la conducta del hombre (R. S. Peters,
1977, p. 162-168).
Hemos enseñado en las escuelas y universidades que la
ciencia positivista sería capaz de resolver todos nuestros pro-

325
blemas y sin embargo, veamos a nuestro alrededor lo que
ha pasado (aunque si no tenemos otros referentes no nos
daremos cuenta, pues ya nos habremos acostumbrado a
considerar esta situación como lo normal)…por ejemplo, los
ríos Atoyac y Alseseca contaminados y sus aguas sin vida
posible, la presa de Valsequillo contaminada con los dese-
chos de la ciudad, los lagos y bosques en los alrededores
de la ciudad desapareciendo, la fauna emigrando a otros
sitios y rompiendo sus cadenas tróficas, los asentamientos
populares en la periferia de la ciudad depauperados y sin
servicios de infraestructura ni equipamientos urbanos cer-
canos. ¿Dónde está la calidad de vida? Pero no podemos
tampoco pensar que toda la culpa por los errores come-
tidos en la construcción y diseño de la ciudad sea de los
arquitectos, urbanistas, ingenieros civiles o topógrafos que
de algún modo se relacionan con estos procesos de realiza-
ción de la ciudad, pues ciertamente un gran porcentaje de
estas acciones es realizada por la población en general y no
precisamente con la contribución especializada, como nos
aclara López (1995), aunque los técnicos especializados de-
bemos reconocer parte de esta responsabilidad. ¿Entonces,
dónde debemos encontrar al culpable? López (1995, p. 1)
nos explica que “los desfases, asimetrías y transformaciones
negativas del medio socio-ambiental y cultural, producidas
a lo largo del siglo en la construcción y transformación de
nuestras ciudades, se deben en buena medida a la aplica-
ción de criterios culturales sometidos y a tecnologías que a la
postre han sido depredadoras del medio socio-ambiental”.
Si, pero ¿quién los aplica y por qué los aplica de ese modo?
¿Cuáles son las bases de esa estructura de sometimiento?

326
El conocimiento se ha dosificado, no solo por la rítmica
natural del tránsito del conocimiento simple al conocimiento
riguroso, sino porque el conocimiento es una condición ne-
cesaria para la transformación de la realidad, lo que puede
poner en riesgo las estructuras de poder establecidas.
Es desde las estructuras del poder político administrati-
vo, que se decide lo que se enseña en las instituciones pú-
blicas y qué no se enseña, es en estos niveles de acuerdo a
los planes y programas de estudio que se dividen los cono-
cimientos en materias que corresponden a la clasificación
de la ciencia y finalmente corresponde a la división social
del trabajo (Covarrubias, 1995, p. 72). Pero es necesario con-
siderar también que desde el ámbito social, se manipula la
conciencia y se define en términos culturales e ideológicos
el sentido, calidad y forma de la educación.
En mi particular experiencia como docente, he obser-
vado, cómo se expresa en la conciencia de algunos estu-
diantes una valoración práctico- utilitaria del conocimiento.
Pero el estudiante pragmático tiene su verdad, tiene sus ra-
zones: él no quiere teorías; quiere aprender a hacer lo que
ya se ha hecho, con los conocimientos ya establecidos y
que él no puede; no quiere complicarse la existencia, no
quiere investigar y mucho menos producir ciencia; tampoco
quiere sermones religiosos, ni discusiones filosóficas “inútiles”;
quiere terminar su carrera para trabajar y hacer dinero. El es-
tudiante sabe y le han dicho que de la ciencia no se vive. A
esa misma conclusión también han llegado algunos docen-
tes. Esa es parte de la realidad de la educación en nuestro
medio.
El estudiante ha sido limitado y se limita a sí mismo en su

327
capacidad crítica pero sobre todo en la capacidad creati-
va a fin de producir nuevos conocimientos, se le han quita-
do valores y sentimientos con las repercusiones a futuro que
esto aplica para la sociedad. El Dr. Raynaud de la Ferriere
(1986, p. 110, 111) un poco después de la Segunda Guerra
Mundial en 1958 decía lo siguiente: “hemos creído que las
necesidades del hombre se limitaban a las manifestaciones
exteriores, y por eso expresamente ha sido borrada de la
preocupación de los conductores de naciones, toda aspira-
ción del sentido estético, ético y espiritual, sin darse cuenta
que es una verdadera mutilación”. Que nuestros tiempos se
deben caracterizar “por una instrucción inductiva y deducti-
va, por un espíritu de síntesis que sucede al de análisis, por un
equilibrio que concilia las vías intuitivas, imaginativas y sen-
sitivas, y las vías de razonamiento, deducción y positivismo
científico y matemático”. Al estudiantado se le están dando
conocimientos simples, conocimientos fragmentados, infor-
mación, creando grandes bancos de datos en el mejor de
los casos, memorizando conceptos, libros y actores, sin nin-
gún sentido crítico y mucho menos creativo y propositivo.
La práctica profesional liberal
El profesionista que ha egresado y se incorpora al mercado
de trabajo con los principios de la educación liberal, a la
hora de enfrentarse a los problemas concretos de la investi-
gación ambiental con carácter interdisciplinario, resulta que
no está preparado para la realización de éstos estudios ni
para generar alternativas de solución adecuadas, en cuan-
to que su capacidad investigativa es limitada, por otra par-
te, podemos decir que no tiene una mística de si mismo en
lo que se refiere a su razón de ser, ni de la naturaleza en lo

328
que se refiere al lugar que se ocupa en ella y en la relación
que con ella se tiene. Se desconocen las técnicas y métodos
del trabajo interdisciplinario, es decir, no se tiene una base
epistemológica sólida.
Esta limitación en la capacidad de los profesionales en
el nivel de licenciatura es puesta de manifiesto por Cova-
rrubias (1995, p.72), quien afirma que “en la actualidad los
investigadores son formados en instituciones educativas es-
pecializadas y sus actividades científicas han sido escindi-
das de la aplicación práctica directa…. Desde los primeros
niveles escolares, la ciencia se enseña como conocimiento
adquirido, mas no como método de su obtención. Es has-
ta el nivel de posgrado cuando se enseña la metodología
de la investigación científica; en el nivel de licenciatura la
característica dominante del conocimiento adquirido es de
mera información científica”.
Von Bertalanffy (1984) ha expresado su profunda preo-
cupación sobre la constante especialización en las ciencias
y la incapacidad del científico tradicional para enfrentar los
problemas actuales que cada vez son más difíciles, por el
crecimiento cuantitativo y avance de la complejidad social,
por el avance y complejidad de los procesos financieros,
políticos, sociales, productivos y tecnológicos que cada vez
exigen de la participación interdisciplinaria y del científico
generalista. En los EE UU, el problema se ha hecho eviden-
te desde los años 30´s y 40´s, mientras que en nuestro país
este tipo de preocupaciones llegan veinte o treinta años
después. Actualmente, aún no se reconoce la necesidad
del trabajo integral, aun se sigue discutiendo en las universi-
dades la importancia de la interdisciplina, mientras que en

329
las prácticas profesionales extra-universitarias la necesidad
es apremiante, los tiempos nos rebasan.
Ahora con los nuevos proyectos educativos en el ám-
bito universitario se pretende que el profesional sea cada
vez más especializado, pero sería mejor que estas especiali-
dades se articulen al menos en proyectos interdisciplinarios.
Veamos el caso de la Facultad de Arquitectura de la BUAP
que en los 90´s creó la licenciatura de diseño gráfico, pero
lo interesante es que de la arquitectura se han escindido el
diseño urbano ambiental y el urbanismo, pudiéndose dar el
caso en el que el urbanista no pueda completar su proyec-
to urbano porque no tiene criterios de arquitectura o que el
arquitecto no pueda integrar su proyecto arquitectónico en
el contexto urbano por desconocer los principios del urba-
nismo o que no pudiera integrar una propuesta de imagen
corporativa desde la arquitectura. Desde el Proyecto Fénix
y la pretensión actual que con el Modelo Universitario Mi-
nerva se tiene, se incorpora una idea de carácter integral
muy loable pero que está en sus inicios y habrá que romper
la inercia de los modelos previos para su cabal desarrollo e
implementación. A pesar de todo esto, en las carreras rela-
cionadas con la física aplicada, es decir, las ingenierías, el
estudiante se forma en una erudición técnica y matemática
especializada pero incapaz de ver la complejidad del suje-
to individual o colectivo como ser biológico, psicológico y
social en relación con su contexto ambiental natural y modi-
ficado. Preparamos estudiantes mecanizados que como dis-
positivos plug and play se integran a un proceso de trabajo
o de investigación de manera “eficiente” pero en la incon-
ciencia de la complejidad de los vínculos con la totalidad.

330
Si bien a los científicos se les ha exaltado socialmente,
con el reconocimiento y admiración de los efectos de sus in-
vestigaciones, también es cierto que se les ha estereotipado
como seres neutrales, así, el único trabajo del científico es
encontrar la “verdad objetiva”, es un ser libre de pasiones,
prejuicios, o intereses egoístas y al margen de los conflictos
sociales, políticos, económicos (Covarrubias, 1995, p. 74) e
incluso al margen de las problemáticas. Así, en los casos de
los estudios ambientales, el ingeniero, el biólogo, el sociólo-
go, el planificador urbano, el abogado, entre otros, partici-
pan cada uno con su parte específica, que finalmente se
suma en un solo documento, el trabajo se ha dividido, aun
cuando la realidad no está dividida. Los problemas ambien-
tales por su complejidad requieren de la participación de
varios especialistas, pero el trabajo interdisciplinario no solo
es la suma de las disciplinas como en la práctica se hace. Se
requiere de un esfuerzo teórico-metodológico que trascien-
da la particularidad de las disciplinas.
En sus trabajos sobre ecología y medio ambiente, los
doctores Turk, Turk y Wittes (1973) ven a la fragmentación de
la ciencia como un problema, pero argumentan que:
la separación de la ciencia en categorías o disciplinas,
tales como la biología, la química y la física no se basan en
división natural alguna de tales conocimientos, sino más bien
en la actitud de los hombres de ciencia. Y que los científicos
actúan de acuerdo con la demanda de sus patrocinadores
respectivos, entre ellos las instituciones y los propios gober-
nantes, quienes se sustentan políticamente, social y econó-
micamente disponiendo de los equipos de investigación ca-
pacitados con métodos y conocimientos aprendidos de sus

331
maestros, de sus colegas y de sus alumnos y de acuerdo a
los paradigmas científicos establecidos.
El problema de la separación de las ciencias efectiva-
mente tiene que ver con una actitud, sin embargo, se deben
reconocer fuertes tendencias socioculturales, empeñadas
en mantener la fragmentación del conocimiento, con base
en una lógica de racionalidad dominada por los intereses
económicos, que busca la maximización de las utilidades en
la producción de los conocimientos, de las mercancías y del
poder. En los casos particulares de realización de estudios
de impacto ambiental, generalmente se participa desde
una empresa particular o una institución del gobierno, don-
de el investigador pierde la libertad de hacer investigacio-
nes rigurosas y se somete al interés particular o político, por
otra parte, son las mismas empresas particulares o institucio-
nes públicas las que en función de sus necesidades solicitan
y pagan una investigación de este tipo, para cumplir con las
exigencias formales de las leyes y reglamentos.
Desde cualquier enfoque, la separación de las ciencias
es vista como un problema, sobre todo en los casos donde
la problemática científica es compleja, como en la planea-
ción urbana, el diseño urbano, el ordenamiento ecológico
y las evaluaciones de impacto ambiental, entre otros. Sin
duda, a la fecha actual, es un problema que no se ha re-
suelto, la visión fragmentaria del científico hacia la realidad
hace que sus propuestas no sean suficientemente efectivas.
El profesional liberal sin duda que es conciente de la ver-
dadera situación ambiental, pero como propietario de una
empresa consultora, su interés se centra en la oferta mer-
cantilizada de sus servicios de investigación, aún cuando se

332
trate de problemas ambientales; la lógica y el amor al cono-
cimiento se someten a la lógica y el amor al dinero. El inves-
tigador como profesional vendedor de su conocimiento y
de su trabajo, integrado en un equipo multidisciplinario en el
mejor de los casos, sólo le interesa cumplir con su responsa-
bilidad individualizada, sin ninguna preocupación por lograr
una efectiva integración cognitiva de la investigación inter-
disciplinaria, ni producir conocimiento científico alguno que
aporte verdaderas soluciones a la problemática ambiental
que esté tratando y en consecuencia la solución de dichos
problemas resulta a sus ojos un planteamiento utópico.
Por la forma en que fue preparado en las instituciones
de educación, desde una visión fragmentaria del conoci-
miento, primero en materias aisladas y luego en profesiones
cada vez más especializadas y por el hecho de que los pro-
blemas ambientales han llegado demasiado rápido a nues-
tra cultura, resulta que el profesional se encuentra ante una
situación nueva, donde su ciencia, sus métodos y técnicas
son puestos en crisis. El profesional desconoce por completo
las técnicas y métodos del trabajo interdisciplinario que los
estudios ambientales requieren pero que al mismo tiempo
no son exigencias claramente establecidas en las disposicio-
nes legales y reglamentarias que las determinan.
En nuestro país hay muy poca experiencia en el campo
de la investigación interdisciplinaria y los especialistas en su
mayoría desconocen los procedimientos de la investigación
integral, siendo ésta una exigencia en los estudios ambien-
tales así como en la elaboración de las manifestaciones de
impacto ambiental que se requieren como requisito para la
autorización de los proyectos industriales, de infraestructura

333
regional, urbanísticos o arquitectónicos, etcétera, de acuer-
do con lo establecido en las leyes respectivas. Siendo el
desconocimiento de los métodos, las técnicas y del funda-
mento epistemológico propios para abordar los problemas
desde una perspectiva de la complejidad una verdadera
limitación. En las investigaciones ambientales generalmen-
te se recurre a experiencias y planteamientos metodológi-
cos correspondientes a naciones como los Estados Unidos
de Norte América o los países europeos y se toman acríti-
camente sus modelos sin considerar que sus condiciones
socioeconómicas, técnicas y ambientales corresponden a
realidades totalmente diferentes.
La rigurosidad científica no significa, tan solo, la aplica-
ción lineal de los manuales de investigación normalmente
conocidos, sino que requiere además, de formar la actitud,
de tener una base sólida de categorías epistemológicas
para lograr la construcción de los objetos de investigación
de manera eficiente.
Se ha dicho en forma apologética por Bolea (1984, p.
7 y 8) que los estudios de impacto ambiental son el mejor
instrumento para obtener un conocimiento claro y extenso
del efecto de una acción o proyecto en una determinada
zona, pues facilita información integrada de los posibles im-
pactos sobre:
• El medio natural que abarca el aspecto ecológico y
que se refiere principalmente a los estudios de impacto físico
o geofísico.
• El medio social que abarca el aspecto humano y
que se refiere principalmente a factores socioeconómicos y
culturales.

334
Sin embargo, debemos precisar que el conocimiento
sobre los problemas de impacto ambiental en sí es altamen-
te complejo, pues al abarcar la esfera social y natural se re-
quiere de la participación de diferentes disciplinas y campos
científicos de conocimiento, lo que nos lleva necesariamen-
te a desarrollar las técnicas y los métodos interdisciplinarios
que en nuestro medio aún no son muy conocidos ni reco-
nocidos tanto por los propios técnicos que elaboran dichos
estudios, como por las propias autoridades, encargadas de
controlar las investigaciones y los problemas ambientales.
El trabajo interdisciplinario significa en cierta forma un
intento de recuperación de la categoría epistemológica
de totalidad (Follari, 1982, p. 45), y decimos en cierta forma,
dado que las experiencias predominantes en la investiga-
ción se han dado desde el positivismo o empirismo lógico y
desde el enfoque de la Teoría General de Sistemas, que si
bien esta última difiere del positivismo, comparte la actitud
científica positiva. Asimismo, tenemos concepciones dia-
metralmente opuestas como la expresada por la corriente
crítica dialéctica, e incluso concepciones intermedias o hí-
bridas diversas. En los casos específicos de investigación de
impactos ambientales, se presenta una condición tal que
es necesario el trabajo interdisciplinario en un ambiente de
concepciones oficiales positivistas generalmente expresa-
das en los estudios de ordenamiento territorial.
En la relación interdisciplinaria de las ciencias no se trata
de que una disciplina o ciencia esclavice a otras como sus
ciencias auxiliares, véase el caso de la relación entre la so-
ciología y la estadística, tampoco se refiere al acercamiento
entre dos disciplinas emparentadas o muy cercanas entre

335
si como la biología y la química que da como resultado la
bioquímica o la física y la química, entre las cuales es difícil
señalar fronteras. “Se trata en cambio de la interrelación
orgánica de los conceptos de diversas disciplinas hasta el
punto de constituir una especie de `nueva unidad` que sub-
sume en un nivel superior las aportaciones de cada una de
las disciplinas particulares” (Follari, p. 27) en un esfuerzo no
analítico sino sintético.
Podría decirse que un grupo interdisciplinario, en un sen-
tido práctico, se compone por personas que han recibido
una formación disciplinaria, cada uno, en diversos dominios
del conocimiento y que en consecuencia tienen diferentes
conceptos, métodos, datos y términos que adquieren signifi-
cado en un esfuerzo común alrededor de un problema co-
mún, se presupone una continua intercomunicación entre
los participantes de la investigación (Follari, 1982). Sin embar-
go en la actualidad cada disciplina es un feudo celosamen-
te defendido y resguardado, existe una escasa intercomu-
nicación que permita la socialización de los conocimientos,
procedimientos y técnicas específicas. En estas condiciones
y desde el momento en que “a todo constructo con preten-
siones científicas corresponde una concepción ontológica
de la realidad” la síntesis disciplinaria se dificulta aun más
(Covarrubias, 1995, p. 67)
Asimismo, dado el hecho de que en los estudios am-
bientales coexisten profesionales con diversas concepcio-
nes científicas, implica también la coexistencia de diversas
concepciones filosóficas y metodológicas en un mismo tra-
bajo de investigación y aquí tenemos ya un serio problema
de conocimiento, que en la práctica sucede frecuentemen-

336
te, sin duda alguna. El problema aparentemente puede re-
solverse desde dos posturas:
• Con el logro y mantenimiento de una supuesta homo-
geneidad teórico conceptual del grupo de investigación; o
• Con la exigencia hacia los profesionales implicados
en el conocimiento y comprensión de múltiples teorías, mé-
todos y enfoques filosóficos sin casarse con ninguno, como
condición básica para el establecimiento del dialogo inter-
disciplinario.
La segunda alternativa requiere una mayor preparación
del profesional, es algo así como tener la capacidad para
hablar y comprender varios idiomas, considerando que los
idiomas también tienen diferentes grados de complejidad y
que sus palabras no tengan igualdad de significados entre
un idioma y otro.
Diferencias en las
concepciones ontológicas.
Toda investigación parte de un conjunto de conocimientos
básicos de orden ontológico, de concepciones que cum-
plen un papel fundamental en la construcción de objetos
de investigación. Así como concebimos a la realidad, así
la investigamos. Este hecho presupone una diversidad de
modos ontológicos de concebir la realidad y de modos de
abordar su investigación. Todo depende, de la respuesta
que le demos a la siguiente pregunta; ¿Qué es la realidad?
(Kosick, 1963). Así las cosas, veremos de manera muy sintéti-
ca, algunas de las concepciones más importantes para ilus-
trar el problema.
Para el enfoque sistémico positivista, la realidad se en-
cuentra conformada por múltiples sistemas y subsistemas, el

337
concepto de sistema se ha definido como un complejo de
elementos interactuantes (Bertalanffy, 1984), en esta con-
cepción resultan relevantes los elementos en sí, su número
y sus relaciones. Desde el punto de vista de Bertalanffy, de
acuerdo a su teoría general de sistemas, se aclara que ese
complejo de elementos adquiere un valor sinérgico donde
cabe la expresión de que el todo es algo más que la suma
de las partes. Una concepción parecida podría construirse si
entendemos a los procesos como resultado de un complejo
de sistemas interactuantes, pero entender a la realidad en
su forma interactuante no significa comprenderla en el am-
plio sentido de su dinámica de totalidad dialéctica.
Covarrubias (1995) ha hecho relevante la polémica con-
cepción althuseriana sobre la totalidad en la que se habla
de todos estructurados en los que se reconocen niveles o
instancias distintas relativamente autónomas y esta situación
es común en las concepciones positivistas. El todo se presen-
ta como un conjunto de instalaciones cuyo funcionamiento
se encuentra sujeto a un componente dominante que otor-
ga ritmos y velocidades a un conjunto, la contradicción se
encuentra en la ambigüedad del concepto de autonomía
relativa, es decir, se es autónomo o no se es, pero no se pue-
de ser autónomo en un momento o desde un punto de vista
y simultáneamente no ser autónomo desde ese mismo pun-
to de vista o momento.
Kosick ( 1963) por su parte reconoce que el concepto de
totalidad se ha ido modificando continuamente principal-
mente en los últimos decenios, en una dirección que redu-
ce el concepto a una exigencia metodológica y a aplicarlo
como una simple regla metodológica en la indagación de

338
la realidad. Esta degeneración del concepto ha desem-
bocado en dos trivialidades: a) que todo está en conexión
con todo y b) que el todo es más que las partes. Kosick nos
aclara que la totalidad no significa todos los hechos sino la
realidad como un todo estructurado y dialéctico donde se
puede comprender racionalmente cualquier hecho, clase
o conjunto de hechos. Marx (s. f. p. 111), a finales del siglo
XIX, expresó su concepto de totalidad de la siguiente forma:
“lo concreto es concreto porque es síntesis de lo múltiple o
unidad de lo diverso”, la diferencia es clara, para Marx las
cosas son la expresión sintética del todo, es decir totalida-
des concretas en que se comparten las mismas cualidades
entre la parte y el todo. El concepto de totalidad concreta
es muy diferente al concepto de sistema por muy totalizante
que este sea.
En el sentido epistemológico del término, esta concep-
ción de totalidad concreta se convierte en una herramienta
altamente poderosa que abre la razón, permitiendo la per-
cepción de lo real con una amplitud visual o conceptual no
reduccionista.
Si revisamos el concepto de totalidad aplicado a la
ciudad, veremos que existen diferencias muy significativas,
como es el caso de Coppola ( 1980, p. 19) que dice que
la “ciudad es un organismo unitario dentro del cual interac-
túan, como en el cuerpo humano, una serie de sistemas,
cada uno de alguna manera autónomo e identificable en
él mismo, cada sistema puede aislarse temporalmente para
ser estudiado y analizado en sus dinámicas internas, pero de
cualquier modo debe estar relacionado con los otros siste-
mas para identificar sus acciones reciprocas”, sin embargo

339
el hecho de que en la realidad urbana se constituyan ob-
jetos identificables, no quiere decir que éstos sean autóno-
mos, pues en forma analógica, el hecho de yo distinga mi
mano de mi brazo y mi brazo de mi cuerpo, no quiere decir
que mi mano sea autónoma del resto de mi cuerpo. Por otra
parte no se debe olvidar que los procesos son múltiples y
complejos y que la naturaleza no es algo aparte a lo urbano
y que la ciudad no es más que una forma socializada de lo
natural. Podemos comprender que la ciudad sea un “orga-
nismo” unitario o no en el sentido de la simpleza del concep-
to matemático de unidad, sino en el concepto de que tal
unidad es la síntesis concreta de lo múltiple, pero que para
poder apropiarnos de tan compleja realidad lo hacemos en
un proceso en el que el análisis es tan solo una fracción del
proceso de conocimiento y que debe ser complementada
en la comprensión sintética.
De igual manera, el ambiente natural no puede ser
pensado como una simple colección de elementos interac-
tuantes, tampoco puede ser pensado en su forma aislada
respecto al hombre ni a su quehacer o su producción. La
ciudad, como producto humano, tiene profundas implica-
ciones en la naturaleza y a su vez la naturaleza determina
muchas de sus características.
Definitivamente, las limitaciones implícitas en las con-
cepciones fragmentarias de la realidad por más especia-
lizadas que sean, nos llevan paradójicamente a resolucio-
nes ineficientes en la medida que resuelven un aspecto del
problema mientras que provocan daños en otros aspectos,
que generalmente no son considerados. Por ejemplo, una
obra de drenaje tradicional, higieniza la ciudad pero conta-

340
mina suelos, barrancas y cuerpos de agua en las periferias
urbanas, hacemos ciudades pero acabamos con bosques
y otros recursos naturales. La tecnología concebida desde
una concepción fragmentaria nos puede llevar, o más bien
nos está llevando ya a situaciones de verdadera crisis en los
ámbitos ambientales, económicos, sociales y culturales en-
tre otros.
Lo anterior resulta de la creencia de que la eficiencia se
encuentra en la fragmentación de los procesos, en hacerlos
lo más simples posibles, para su entendimiento y su manipu-
lación, negamos el hecho de que la realidad concreta es
una totalidad y como tal es compleja. Pero sobre todo de-
bemos tener claro que en el trasfondo existe una convicción
política de dominio y control de los procesos sociales, eco-
nómicos, científicos y tecnológicos que garantizan la supre-
macía de los sectores sociales hegemónicos. Aunque ésta
convicción pudiera estar más sustentada en las fuerzas bási-
cas de los instintos que en la razón. La inteligencia colectiva
se desequilibra por la limitada evolución de la inteligencia
moral.
El ser humano es una complejidad de procesos físicos,
biológicos, psicológicos, sociales y ambientales que se han
sintetizado en su ser y cada ser, diferente y semejante uno
de otro manifiesta su individualidad en modalidades que ex-
presan su sentido práctico-utilitario, su sensibilidad estética,
su conciencia religiosa, su sentido científico o filosófico, en
diferentes grados de complejidad. Estos modos de apropia-
ción de lo real coexisten y no se pueden eliminar, aunque
aparentemente haya un sentido contradictorio entre ellos,
son parte del carácter humano, porque somos seres integra-

341
les. La ciencia se enriquece del arte por su valor creativo; la
filosófica aporta el sentido total de las leyes más generales
de lo real; el conocimiento solidario que construye y eleva
la calidad humana nos aparta del desequilibrio destructivo;
la ciencia sin sentido moral contribuiría a la formación de
sociedades débiles, decadentes, y manipulables; la condi-
ción física de nuestro ser fundamenta el sentido utilitario sin
embargo, éste sentido sin control nos puede llevar a excesos
atrofiantes.
La ciencia y la tecnología no deben perder su sentido
integral, ni en su concepción ontológica ni epistemológica.
El método debe ser dinámico y pasar continuamente de la
parte al todo, del análisis a la síntesis, de lo objetivo a lo sub-
jetivo, de la razón a la intuición, de la lógica a la estética, de
lo conocido a lo desconocido, de lo esperado a lo inespera-
do, de lo individual a lo colectivo, del pasado al presente y
futuro, de la disciplina a la interdisciplina y de ahí a la trans-
disciplinariedad.
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Para esta obrá se utilizó la tipografía Century Gothic a 11
puntos en un papel bon blanco de 120g.
Se imprimió en el Taller de Impresión Offset SENA,
el 2 de Mayo del 2013, con un tiraje de 1000 libros y 500 de
reserva.
Imagen de la portada: fran-silvestre-arquitectos-valen-
cia-house-on-the-cliff-img-arquitectura-10

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