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El corazón refleja la vida

"Como el agua refleja la cara, así el corazón del hombre refleja al hombre."

(Proverbios 27:19)

Una de las cosas más importantes que debemos conocer si queremos caminar con Dios es que los
pensamientos determinan el rumbo de nuestra vida.

Es decir, de acuerdo con la manera de pensar que una persona tenga, así será su vida.

Ahora, ¿qué tanta importancia le da la Biblia a los pensamientos?

En el libro de Génesis encontramos que Dios consideré el pensamiento del hombre como algo que
influye rotundamente en las decisiones y en el modo de vivir.

Génesis 6:5 dice:

“Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los
pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal”.

Ya que el pensamiento de los hombres era malo, su vida era mala y corrupta.

Además, el rey sabio, Salomón, escribió acerca de los pensamientos que se guardan en el corazón
lo siguiente:

“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida”.

Aquí, la palabra “corazón” puede traducirse también como “mente”.

En síntesis, los pensamientos que se guardan en la mente influyen en la manera en la que vivimos.

No solo eso, el mismo Señor Jesús resaltó la tremenda importancia que tiene el pensamiento y la
manera de pensar.

En Mateo 15:19 está escrito:

“Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las
fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias”.

Como podemos ver, la Biblia presta una especial atención a la manera de pensar del hombre.

Si cuidamos nuestra mente y cultivamos diariamente junto al Señor pensamientos correctos, lo


cierto es que la felicidad nos saldrá al encuentro.

Muchas personas destruyen sus vidas por la manera de pensar equivocada.

Se dedican a pensar en cosas que destruyen, que entristecen, que amargan y que desalientan.

Sin embargo, otros edifican vidas de bendición, de prosperidad y éxito a partir de cultivar buenos
pensamientos.

Tales personas comprenden que la felicidad es una decisión que uno debe tomar cada día.
No es verdad que una persona es infeliz por las circunstancias o por culpa de las personas que le
rodean.

Es uno el que decide si va a ser feliz a pesar de las circunstancias.

Y es uno el que decide si va a vivir en la amargura o en la felicidad.

Un sabio dijo:

“No nos afecta lo que nos sucede, sino lo que nos decimos acerca de lo que nos sucede”.

Lo que pensamos, lo que decimos, lo que hacemos, como resultado de las cosas que nos suceden,
es en realidad lo que importa.

Usted puede tener una aflicción o un problema, y entregarse a la amargura y al sentimiento de


frustración.

O puede encontrar el propósito divino en medio de lo que le ocurre, y como resultado crecer
espiritualmente, fortalecerse en la fe y volverse el campeón de la vida.

La decisión de ser feliz o no es de cada quien.

Huno una vez dos mujeres que eran vecinas.

Sus casas eran muy parecidas, ambas eran muy jóvenes, tenían 3 hijos y sus vidas eran muy
similares.

Sin embargo, la primera de ellas siempre se encontraba desesperada e irritada, mientras que la
segunda se mantenía alegre y afable.

La casa de la primera mujer se mostraba sucia y deteriorada, mientras que la casa de su vecina
siempre se veía radiante y limpia.

Uno de los vecinos se percató de la diferencia que existía entre ambas mujeres a pesar de que sus
circunstancias eran casi indistintas.

Entonces, decidió preguntar a la primera:

“Señora ¿Por qué vive de esta manera?”

Ella le respondió:

“Tengo muchos problemas, nos hacen falta muchas cosas en casa, el tiempo no me alcanza.

Lo único que puedo hacer es estar enojada e irritada la mayor parte del tiempo”.

Más tarde le hizo la misma pregunta a la segunda mujer:

“Señora, disculpe, ¿Por qué vive de esta manera?”

Ella le respondió en un principio, de una manera muy similar.

Sin embargo, hubo algo que marcó una diferencia extraordinaria.

Ella dijo:
“Tengo muchos problemas, la verdad es que nos hacen falta muchas cosas en casa y el tiempo no
me alcanza.

Lo único que puedo hacer es estar feliz y ser amable la mayor parte del tiempo”.

Por una parte, una de las mujeres, por causa de la postura de su corazón, solo podía pensar de
manera negativa y vivía enojada.

Pero por otra parta, la otra mujer, aunque vivía bajo circunstancias similares, elegía vivir con
entusiasmo y gozo.

Mis amados, a pesar de estar viviendo en condiciones adversas, al final, somos nosotros los que
decidimos cómo vamos a vivir.

Un proverbio hebreo muy antiguo dice que “El corazón puede crear el cielo o el infierno”.

Significa que, dependiendo de la postura del corazón, se puede vivir una vida feliz o una vida
infeliz.

Esto nos hace preguntarnos:

¿Cuál es el estado de mi corazón y de mi mente?

En la Biblia, la palabra “Corazón” no se refiere al músculo, al miocardio como lo llaman los


médicos, sino que se refiere a la mente.

Génesis 6:5, como lo vamos hace un momento, dice:

“Los pensamientos del corazón”.

El Salmo 37:4 dice:

“Los deseos de tu corazón”.

Y Hebreos 4:12 dice que el corazón son también las intenciones.

Lo que es más asombroso es que la Bilbia nos enseña que existe una íntima relación entre la
manera en la que uno piensa y la manera en la que uno vive.

Esta es una de las más grandes enseñanzas que he aprendido caminando con el Señor.

Proverbios 27:19 dice:

“Como en el agua el rostro corresponde al rostro,

Así el corazón del hombre al del hombre”.

Nuestro rostro, al mirarnos al espejo, no puede ser sino el nuestro.

No puede aparecer otro rostro.

Y en la vida del hombre, mis amados, ocurre lo mismo.

Nada se puede reflejar en nuestra vida excepto aquello que está en el corazón.
Si en nuestro corazón hay amargura, resentimiento, culpa, eso fluirá de nosotros.

Pero si en su lugar hay paz, gozo, bendición, esperanza y felicidad, eso se reflejará.

Porque todas las cosas que estén en el corazón, fluirán de él.

La mente y la vida son inseparables.

Es decir, el pensamiento y la vida cotidiana no se pueden separar.

Todo lo que sucede en la mente se verá reflejado en el estilo de vida, en las palabras, en las
actividades, en todo.

Es imposible divorciar estos dos elementos.

Quiero preguntar, ¿logramos ver la importancia del corazón y sus efectos en la vida?

¿Nos damos cuenta de cuán determinante es en todo lo que hacemos?

Esta es la razón por la que quiero invitarlo a que me acompañe durante los días siguientes para
que juntos descubramos la determinante influencia del corazón en la vida del hombre.

No solo eso, quiero invitarlo a descubrir cómo renovar el corazón y la mente, a partir de la Palabra
de Dios.

Es decir, cómo poner en marcha los principios bíblicos que traen frescura y renovación al corazón,
y por ende, a la vida.

Y además, quiero hacerle la invitación para que juntos aprendamos a erradicar los viejos
pensamientos y descubramos cómo, con la ayuda del Espíritu Santo, podemos sembrar nuevos
pensamientos que traerán felicidad.

Estamos comenzando una nueva semana y con ella nuevas oportunidades para caminar con Cristo,
nuevas oportunidades de escribir un futuro de bendición y paz.

Recuerde siempre esto, el corazón se refleja en la vida.

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