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El Apocalipsis Según Leonardo Castellani: Alfredo Sáenz, S.J
El Apocalipsis Según Leonardo Castellani: Alfredo Sáenz, S.J
Alfredo Sáenz nace en Buenos Aires (1932) y muy joven ingresa en la Compañía de Jesús, en la que es
ordenado sacerdote en 1962. Licenciado en Filosofía, obtiene el doctorado en Teología en la Universidad romana
de San Anselmo. Vive en la residencia jesuita de Buenos Aires Regina Martyrum, y desarrolla una gran actividad
como predicador y conferenciante. Es autor de más de un centenar de artículos y de muchos libros. Enseña
Patrística en la Facultad de Teología de San Miguel (Buenos Aires).
Leonardo Castellani nace en Reconquista, Argentina (1899), ingresa en la Compañía de Jesús (1918) y es
ordenado sacerdote (1931). Obtiene doctorados en Filosofía y Teología en la Universidad Gregoriana de Roma,
estudia psicología en la Sorbona de París, y en 1935 regresa a Argentina. Publica desde joven muchos libros y
artículos de carácter poético, literario, religioso y político, y es con frecuencia muy crítico. Expulsado de la
Compañía de Jesús y suspendido como sacerdote (1949), es acogido por el obispo de Salta (1959) y regresa a
Buenos Aires (1952). Por estos años publica El Apocalipsis de San Juan. Es reintegrado al ejercicio del sacerdocio
ministerial (1966), y hasta su muerte en Buenos Aires (1981) sigue escribiendo y publicando. Es uno de los
escritores más grandes de Hispanoamérica en el siglo XX. Las distinciones anuales más prestigiosas, instituidas
para los escritores católicos argentinos por el Cardenal Antonio Quarracino, cuando era Arzobispo de Buenos
Aires, llevan el nombre de «Leonardo Castellani».
El P. Castellani dedicó El Apokalypsis (1963) al Papa Juan XXIII, «que me devolvió la misa». Y en el prólogo escribe:
«Hemos traducido el libro de la “Revelación” de San Juan directamente del texto griego y le hemos añadido una
interpretación literal. Cuanto más “tradicional” sea una exégesis de la Sagrada Escritura, mejor es. La presente interpre-
tación no podría exactamente llamarse “mía”, por lo cual es llamada “nuestra”. Proviene del trabajo de innumerables
intérpretes, comenzando por los Santos Padres antiguos. Es fruto de innumerables lecturas y muchas meditaciones».
3
Introducción
Dios haya legado a su Iglesia una revela-
ción tan impresionante –«Apocalipsis» sig-
nifica descubrimiento, develación–, sabien-
do que resultaría inaccesible al entendi-
En nuestro libro El fin de los tiempos y miento de la mayoría. Un enigma insolu-
seis autores modernos (Asociación pro- ble es lo contrario de una revelación.
cultura occidental, A.C., Guadalajara Castellani se abocará a su interpretación,
19962, 402 pgs.), expusimos el pensamien- con la ayuda de la gran tradición patrística
to sobre este tema en los escritores de la Iglesia, y de autores más recientes
Dostoiewski, Soloviev, Benson, Thibon, como Newman, Billot, Benson y Pieper.
Pieper y Castellani. En esta breve obra Los Padres vieron mucho, sin duda, pero
presente reproducimos sólamente el últi- en cierto modo nosotros podemos ver más,
mo capítulo, que expone lo que el P. encaramados sobre sus hombros y con la
Leonardo Castellani nos dice acerca de experiencia de los hechos que ya han su-
las ultimidades de la historia. cedido o que se van volviendo predecibles.
Los cuatro primeros pensadores aludi- Por otra parte, el mundo actual se mues-
dos, Dostoievski, Soloviev, Benson y tra ansioso de atisbar el futuro que la his-
Thibon, se expresaron prevalentemente toria le depara. Nada de extraño, ya que
mediante el recurso literario, sin dejar de semejante inquietud se suele acrecentar
lado, por cierto, las cosas que de los tiem- en las épocas tempestuosas y preñadas
pos postreros se leen en el Apocalipsis. de amenazas. ¿A dónde se dirige el acon-
En lo que toca a Josef Pieper, investigó el tecer histórico?, se preguntan todos. De
mismo tema desde el punto de vista filo- ahí el pulular de falsas profecías, de apari-
sófico-teológico. El P. Castellani, que cita ciones insólitas, de pronósticos peregrinos.
frecuentemente a algunos de los autores Por eso hoy se vuelve más apremiante
nombrados, apelará a los dos expedien- que nunca poner sobre el tapete el gran
tes, el del novelista y el del teólogo. Lo tema de la esjatología. A decir verdad, al-
que en algunas de sus obras nos lo dice de gunas de las interpretaciones que nos ofre-
manera novelada, lo reitera en otras de cerá el genial Castellani son muy perso-
modo más sistemático. nales y no estamos obligados a hacerlas
Para muchos, señala nuestro autor, el nuestras. Con todo, sus intuiciones resul-
Apocalipsis es un libro enigmático, prácti- tan frecuentemente brillantes y, según de-
camente hermético, y por consiguiente cíamos, se respaldan en el aval de gran-
resulta inútil leerlo. Pero cuesta pensar que des pensadores.
4 Alfredo Sáenz, S. J. – El Apocalipsis según Leonardo Castellani
bras resultan deficientes, pero proyectán-
dolos analógicamente desde sucesos cer-
canos. «El profeta se interna en la eterni-
dad desde la puerta del tiempo y lee por
transparencia trascendente un suceso
mayor indescriptible en un suceso menor
próximo; es el modo que existe también
I analógicamente en los grandes poetas».
De este modo Isaías profetizó la reden-
El Apocalipsis ción de la humanidad en la liberación del
y la Teología de la Historia pueblo judío del cautiverio babilónico, así
como San Juan describió la Segunda Ve-
nida en la destrucción de la Roma impe-
rial, y el mismo Cristo previo el fin del
Un primer aspecto que estudia nuestro mundo en la caída de Jerusalén. Cuando,
autor es la relación del Apocalipsis con lo pues, dijo «no pasará esta generación sin
que se ha dado en llamar «el sentido teo- que»... se refería a la vez a los apóstoles
lógico de la historia». allí presentes, con referencia al typo, que
es el fin de Jerusalén; y también a la des-
1. Typo y Antitypo cendencia de los apóstoles, con referen-
cia al antitypo, el fin del mundo. Los após-
Entre los discursos de Cristo que con- toles vieron el fin de Jerusalén, la Iglesia
signa el Evangelio se encuentra el deno- verá el fin del mundo. Así lo puso en claro
minado «Discurso Esjatológico». Allí el un gran teólogo, el Cardenal Billot, en su
Señor anunció que hacia el fin de los tiem- libro La Parousie, donde afirma que el
pos estallaría una gran tribulación, tras la profeta ve el futuro lejano e inescrutable a
cual Él reaparecería, lleno de poder y la luz o por transparencia de un suceso
majestad. En el transcurso de dicho ser- cercano, también futuro, pero más inteli-
món, encontramos esta afirmación tan gible y obvio. O, si se quiere, en el caso
categórica como desconcertante: «En ver- del Apocalipsis, percibiendo el vidente los
dad os digo que no pasará esta genera- tiempos propiamente parusíacos, profeti-
ción sin que todas estas cosas sucedan. za en esquema todos sus prolegómenos y
El cielo y la tierra pasarán, pero mis pala- su germinación histórica latente en las tres
bras no pasarán» (Mc 13, 30-31). Aque- primeras visiones que resumen cabalmen-
llos que lo oían murieron y, sin embargo, te la historia de la Iglesia en forma simbó-
no llegó el anunciado fin de los tiempos. lica: el Mensaje a las Siete Iglesias, los
¿Se equivocó Cristo? Castellani juzga que Siete Sellos y las Siete Tubas.
acá se esconde la clave que explica el sen-
tido de la interpretación profética. Toda El mismo San Juan afirma en el Apoca-
profecía se desenvuelve en dos planos y lipsis que la Parusía –palabra griega que
se refiere a la vez a dos sucesos: uno próxi- aplicada a Cristo significa su presencia
mo, llamado typo, y otro remoto, llamado justiciera en la historia humana– está cer-
antitypo. El profeta describe sucesos ca. Lo hace desde el comienzo, cuando
lejanísimos, para los cuales hasta las pala- titula el libro «Revelación de Jesucristo
El Apocalipsis y la Teología de la Historia 5
para manifestación de lo que ha de suce- días del Hijo del hombre. Comían, bebían,
der pronto» (Ap 1, 1), hasta el final, donde tomaban mujer o marido, hasta el día en
reiteradamente le hace repetir a Cristo: que entró Noé en el arca; vino el diluvio y
«Mira, vengo pronto» (Ap 22, 7.12.20). los hizo perecer a todos... Lo mismo su-
Digamos una vez más que Cristo no se cederá el Día en que el Hijo del hombre
equivocó. Porque, como señala Castellani, se manifieste» (Lc 17, 26-27.30). Lo sen-
este «vengo pronto» puede ser entendido sato será, pues, pensar que el fin está siem-
de tres modos. Ante todo trascendental- pre cerca, para tener aceite en el candil,
mente, en cuanto que el período histórico como las vírgenes prudentes.
de los últimos días, o sea el tiempo que Por fin la expresión «vengo pronto» pue-
corre de la Primera a la Segunda Venida de ser interpretada literalmente. Porque
será muy breve, cotejado con la duración ese «pronto» de Cristo, un presente justi-
total del mundo. Según una antigua tradi- ciero, se cumplió al poco tiempo en la des-
ción judeo-cristiana, «este siglo», es decir, trucción de Jerusalén, y luego en el de-
el tiempo que va desde Adán al Juicio Fi- rrumbe del Imperio Romano, los dos typos
nal, tendría una duración de siete milenios, del fin del siglo, o sea, el término del ciclo.
a semejanza de los siete días de la crea- Se cumplió en su primera fase para los
ción: dos milenios corresponden a la Ley contemporáneos del Señor, y se cumplirá
Natural, dos milenios a la Ley Mosaica, quizá en su forma plenaria para nosotros,
dos milenios a la Ley Cristiana, siendo el que pensamos menos en los fines últimos
último milenio el de «los tiempos finales», que los primeros cristianos, siendo que
el domingo de la historia, la época estamos más cerca que ellos.
parusíaca de los nuevos cielos y de la nue-
va tierra. Así, pues, en un sentido trascen- 2. El estilo profético
dental, Cristo pudo decir con verdad que Hay exégetas que han interpretado la
su Segunda Venida estaba cerca. totalidad del Apocalipsis en un sentido ale-
En segundo lugar, la promesa «vengo górico, lo que se presta a las más fabulo-
pronto» puede ser entendida místicamen- sas fantasías. San Agustín y Santo Tomás
te, en el sentido de que todos debemos dejaron una regla de oro para la interpre-
considerarnos próximos al juicio en razón tación de las Escrituras en general, y es
de la muerte, que puede sobrevenir en que todo lo que en ellas se puede enten-
cualquier momento, resultando siempre der en sentido literal, debe ser así com-
sorpresiva e inesperada para las expecta- prendido. Por cierto que «literal» no se
tivas e ilusiones humanas. La pedagogía contrapone a «simbólico». El Apocalipsis
de Cristo en el Evangelio fue siempre aler- es un conjunto de símbolos plásticos, se-
tar sobre el carácter imprevisto que tiene gún se estila en todas las literaturas primi-
la muerte para cada uno de los hombres: tivas. Como sabemos, símbolo es una cosa
«Necio, esta misma noche morirás. Lo que o imagen concreta de algo que no se ve;
has juntado, ¿para quién será?» (Lc 12, por ejemplo, el anillo del obispo represen-
20). Y no sólo respecto de los hombres ta su autoridad. Alegoría, en cambio, es
individuales sino también en un sentido más una imagen concreta de un concepto abs-
universal: «Como sucedió en los días de tracto, como la barquilla del poema de
Noé –dijo Jesús–, así será también en los Lope representa la vida humana. Las vi-
6 Alfredo Sáenz, S. J. – El Apocalipsis según Leonardo Castellani
siones del Apocalipsis son, por cierto, las Iglesias, que examina los diversos es-
metafóricas, y no pueden entenderse en tadios de la historia de la Iglesia; el de las
un sentido «literalísimo», pero sí en un sen- Trompetas o Tubas, que recorre las suce-
tido literal-simbólico. En razón de la teoría sivas herejías que se han ido manifestan-
del typo y el anti-typo, dicho sentido es do en el curso de los siglos, hasta la últi-
doble. Así la Primera Bestia puede signi- ma; el de los Sellos, que describe la curva
ficar simultáneamente a Nerón y al Anti- del progreso y de la decadencia del cris-
cristo, la Mujer calzada de luna a la Igle- tianismo en el mundo; el de las Copas o
sia y al pueblo de Israel, la Gran Ramera Redomas, que preanuncia las calamida-
a la Roma Pagana y a la ciudad que será des de los tiempos postreros, los castigos
la capital del Anticristo... de Dios a la Gran Apostasía. Dichos sep-
El tema central del Apocalipsis es la tenarios siguen un método recapitulatorio,
persecución de los fieles y el triunfo final es decir, en algún momento el escritor de-
de Cristo y de la Iglesia. En torno a dicho tiene su relato y vuelve atrás en una nue-
asunto se concentran las diversas visio- va visión; cuando se acerca a la Parusía,
nes, que se desenvuelven tanto en el cielo recomienza en una inesperada perspecti-
como en la tierra y su tiempo histórico, va, o desde un punto más cercano a ella.
con la ayuda de símbolos plásticos, como La marcha no es así recta ni lineal, sino
la Bestia, la Mujer Coronada, la Gran Ra- en espiral. Es el mismo tema general vis-
mera, los Dos Testigos. Su género litera- to desde diferentes enfoques, «sinfoni-
rio tiene algo de polifonía: los espectácu- zado» por visiones que lo van explicando
los celestiales se conjugan con las diver- cada vez más, hasta la visión de la Jeru-
sas intervenciones de Dios en las vicisitu- salén celestial, que es el objeto y término
des religiosas de la historia humana. La de las otras. Como dice San Victorino
contemplación del Trono divino abre la tra- mártir, autor del siglo III: «No hay que
ma del texto sagrado, le confiere un mar- buscar en el Apocalipsis el orden [crono-
co litúrgico en toda su extensión, y la clau- lógico] sino el sentido». Y San Agustín:
sura en la última visión de la Jerusalén «Con muchas palabras repite la misma
celestial. Mientras tanto, los hombres se cosa, cuando procura decir lo mismo de
debaten en el devenir de la historia. Y así otra manera». Por lo que no hay que per-
«el autor de este drama divino se mueve der de vista el sentido de la imagen total.
continuamente del cielo a la tierra y otra
vez al cielo, hasta que la tierra y el cielo 3. Los signos de los tiempos
quedan unidos y como compenetrados, De lo que se trata es, fundamentalmen-
nuevos cielos y nueva tierra, la Jerusa- te, de percibir los signos de los tiempos.
lén Celeste». Como Castellani le hace decir al protago-
La gran dificultad para penetrar en el nista de su novela teológica Los papeles
sentido del Apocalipsis es su estilo. No de Benjamín Benavides : «La Venida Se-
debe ser interpretado, señala Castellani, gunda es imprevisible y es previsible a la
como si se tratase de una historia lineal, vez... Es imprevisible desde lejos y en
sino según las leyes propias del hablar pro- cuanto al tiempo exacto; pero a medida
fético. Como se sabe, en el Apocalipsis que se aproxime se irá haciendo... no diré
encontramos diversos septenarios: el de cierta, pero sí, como dicen, «inminente».
El Apocalipsis y la Teología de la Historia 7
Se olerá en el aire, como las tormentas; de aceptar en la edad del Progreso, de la
pero no por todos, ciertamente, sino por Civilización y de la Ciencia Moderna.
muy pocos». La percepción de los signos de los tiem-
Le pasa al Apocalipsis lo que a todos los pos resulta, pues, insoslayable para enten-
libros proféticos, que sólo se vuelven cla- der tanto la complejidad como el cumpli-
ros a medida que se van cumpliendo las miento del Apocalipsis que, al decir de San
profecías. Es natural que habiendo pasa- Agustín, «abarca todos los acontecimien-
do dos mil años desde la Primera Venida, tos grandes de la Iglesia, desde la primera
y encontrándonos nosotros más cerca del venida de Cristo hasta el fin de este siglo,
fin de la historia, estemos más capacita- en que será su segunda venida». Una gran
dos para entender mejor las cosas relati- profecía que engloba lo que se ha dado en
vas a las ultimidades. Por eso algunos au- llamar «el tiempo de la Iglesia», es decir,
tores de los tiempos recientes han logrado el tiempo que corre entre la Ascensión de
inteligir los hechos con más claridad que Cristo –en que un ángel anunció a los dis-
los mismos Padres de la Iglesia, si bien en cípulos el Retorno del Señor– hasta su
continuidad con ellos. Cuando una profe- Segunda Venida, con el acento puesto en
cía se cumple, entonces todos aquellos que el término. O, como escribe Castellani: «El
la guardan en su corazón creyente, y so- Apokalypsis es una profecía referente a
lamente ellos, ven con claridad que no la Segunda Venida de Cristo (dogma de
podía ser de otra manera. fe que está en el Credo) con todo cuanto
Al igual que Pieper, Castellani observa la prepara y anuncia, que es ni más ni
cómo algunas de las cosas anunciadas en menos que el desarrollarse en continua
el Apocalipsis, que antaño pudieron pare- pugna de las Dos Ciudades, la Ciudad de
cer irrealizables y hasta ridículas, hoy se Dios y la del Hombre». Por el hecho de
las ve como perfectamente posibles. Hace que dicha Segunda Venida se basa en el
sólo un siglo Renan se permitía burlarse Sermón Esjatológico de Cristo y en su
del apóstol Juan y de su «imaginación exégesis auténtica hecha por Juan bajo la
oriental delirante y desmesurada», tan di- inspiración del Espíritu Santo, el Apoca-
ferente del sereno equilibrio y elegante lipsis constituye «la cúspide y clave de to-
compostura de la imaginación griega. «¡Un das las profecías del Antiguo y Nuevo
ejército de doscientos millones de hom- Testamento, así como de la Metafísica de
bres!», dice con sorna, aludiendo a Ap 9, la Historia de la Iglesia; y del Mundo por
16. Pues bien, en la última guerra ha habi- extensión». Lo que explica que ningún li-
do cerca de doscientos millones de com- bro de la Escritura haya tenido tantos co-
batientes, contando los obreros de las fá- mentaristas y dado lugar a tantas extra-
bricas de armas. ¡Ciudades enteras que vagancias.
se derrumban en un instante y se convier- Nosotros afirmamos que el Mesías ya
ten en ruinas! ¡Fuego que cae del cielo! ha venido –contra lo que sostienen los ju-
Todo ello es hoy factible con las bombas díos–, de modo que las profecías me-
nucleares. ¡La imagen de la Bestia que se siánicas ya se han cumplido en su primera
ve en todo el mundo! Hoy es posible por parte, pero también afirmamos que han
la televisión satelizada. Renan paladea con de realizarse de manera plenaria y más
gusto los «absurdos» de Juan, imposibles espléndida en su segunda venida. Afirma
8 Alfredo Sáenz, S. J. – El Apocalipsis según Leonardo Castellani
San Juan que Cristo es ο ων και ο ην και
ο ερχοµενοδ (Ap 1, 8), el que es, el que
era y el que va a venir. Con la expresión
el que es, el nombre mismo que Dios se
dio cara a Moisés, se alude, escribe Caste-
llani, a la existencia eterna de Dios; al de-
cirse el que era, se quiere significar la
II
existencia temporal de Cristo, que tuvo
principio y término en la tierra; y con la Las reluctancias
fórmula el que vendrá, el que está por frente al Apocalipsis
venir, el erjómenos, se hace referencia al
futuro de quien está viniéndose.
Ni optimismo ni pesimismo,
sino esperanza
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Índice
Introducción, 3.