Está en la página 1de 12

INTRODUCCIÓN

En a cuanto a las líneas directrices que guían la aprobación de la Ley


39/2015, de 1 de octubre (LA LEY 15010/2015), encontramos,
entre otras, la implantación con carácter general de la Administración
electrónica, la racionalización de la gestión de los recursos con el fin de
aumentar su productividad, es decir, recortar para ahorrar o gestionar
teniendo en cuenta la productividad, ahorrar papel por ejemplo, y la
expansión de la centralización de los procedimientos administrativos, con
la elevación del rango de los procedimientos sancionador y de
responsabilidad patrimonial que están regulados por la Ley como
especialidades del procedimiento administrativo común. Con la Ley
39/2015, de 1 de octubre (LA LEY 15010/2015), estos
procedimientos administrativos, que hasta ahora estaban regulados por
reglamentos estatales que se aplicaban en las Comunidades Autónomas
con carácter supletorio, son especialidades del procedimiento común de
aplicación plena por las Administraciones autonómicas y locales.

La regulación de los actos administrativos pone de manifiesto el fomento


de la Administración electrónica y, con ella, obviamente el ahorro de
recursos como el papel. La Exposición de Motivos de la Ley señala que la
generalización de la Administración electrónica permitirá ahorrar costes
a los ciudadanos y empresas y aumentará las garantías para ellos,
aunque lo cierto es que, también, supondrá un ahorro importante en la
gestión de los recursos para las Administraciones públicas. La economía y
el objetivo de equilibrio presupuestario están presentes en la Ley
39/2015, de 1 de octubre (LA LEY 15010/2015), como viene siendo
habitual en las leyes aprobadas en la última legislatura.

El Título III de la Ley 39/2015, de 1 de octubre (LA LEY


15010/2015), bajo la rúbrica «De los actos administrativos» regula los
requisitos de los actos administrativos para ser eficaces y ejecutivos, así
como el régimen de nulidad y anulabilidad de éstos. La regulación de
este Título III se corresponde con el Título V de la Ley 30/1992, de 26
de noviembre (LA LEY 3279/1992), de Régimen Jurídico de las
Administraciones Públicas y Procedimiento Administrativo Común. No
obstante, el Título III de la Ley 39/2015, de 1 de octubre (LA LEY
15010/2015), se limita a regular los actos administrativos, mientras
que el vigente Título V de la LRJPAC (LA LEY 3279/1992) regula los
actos y disposiciones administrativas.

En cuanto a los actos administrativos, como declara la propia Exposición


de Motivos de la Ley, la regulación de los mismos no presenta novedades
significativas con respecto a la regulación vigente, salvo lo relativo a las
notificaciones por medios electrónicos. En efecto, una de las líneas
directrices que vertebran la nueva Ley es, como ya señalé, la
implantación con carácter general de la Administración electrónica, esto
es que la tramitación electrónica sea la forma habitual de tramitación de
los procedimientos administrativos, de ahí que en el Titulo III de la
misma se introduzca la práctica de las notificaciones electrónicas como
regla general. Como es sabido, Ley 11/2007, de 22 de junio, de Acceso
Electrónico de los Ciudadanos a los Servicios Públicos (LA LEY
6870/2007), estableció las notificaciones por medios electrónicos
cuando el interesado hubiese indicado este medio como preferente o
hubiese consentido su utilización. Sin embargo, la Ley 39/2015, de 1 de
octubre (LA LEY 15010/2015), configura la notificación de los actos
administrativos por medios electrónicos como la regla general para la
práctica de las notificaciones. No obstante, es una regla general de difícil
cumplimiento, como veremos en el comentario que con estas líneas se
inicia.

En cuanto a la regulación de las disposiciones administrativas que en


la LRJPAC (LA LEY 3279/1992) figura en el mismo Título V junto
con los actos administrativos, la Ley 39/2015, de 1 de octubre (LA
LEY 15010/2015), le dedica un Título propio, el VI, que bajo la rúbrica
«De la iniciativa legislativa y de la potestad para dictar reglamentos y
otras disposiciones», unifica en un solo texto la regulación de los
principios como la publicidad de las normas o el principio de jerarquía
normativa, junto con la iniciativa legislativa y el ejercicio de la potestad
reglamentaria, que actualmente regula la Ley 50/1997, de 27 de
noviembre (LA LEY 4058/1997), del Gobierno (arts. 22 a 25). Pero
además de unificar la regulación se introducen, como novedad,
disposiciones dedicadas a los principios de la buena regulación, a la
planificación normativa y, entre otros, a la participación ciudadana en la
elaboración de normas con rango de ley y reglamentos. Respecto a esto
último he de señalar que aunque resulta bienvenida la previsión de la
participación ciudadana en la elaboración de las leyes y reglamentos a
través de consultas públicas, acogiendo en nuestro país la práctica
habitual en el ordenamiento jurídico de la UE o en países de nuestro
entorno como Reino Unido, la regulación es muy tímida por el alto
número de excepciones que se contemplan en el apartado cuarto del
art. 133. En primer lugar, la consulta pública, así como la audiencia a
los interesados y la información pública, puede no tener lugar cuando se
trate de normas presupuestarias u organizativas o cuando concurran
razones graves de interés público que lo justifiquen. Pero, además, en
segundo lugar, la consulta pública en la elaboración de normas con
rango de ley o reglamentarias puede excepcionarse cuando la norma no
tenga un impacto significativo en la actividad económica, no imponga
obligaciones relevantes a los destinatarios o regule aspectos parciales de
una materia, o bien porque la normativa prevea la tramitación urgente.
Si a este amplio número de motivos por los que puede quedar
excepcionada la obligación de convocar una consulta pública se une el
hecho de que no están previstos plazos amplios para su cumplimentación
por los ciudadanos, auguro que la introducción de la participación
ciudadana en la elaboración de normas en nuestro país será
probablemente un fracaso. Se trata, en mi opinión, de una buena idea
con una mala traslación normativa.

A continuación analizo sumariamente las escasas novedades que


introduce la Ley 39/2015, de 1 de octubre (LA LEY 15010/2015),
en la regulación de los actos administrativos, tal como indica el título de
este comentario. He de señalar que esas novedades vienen provocadas en
la mayoría de los casos bien por la actualización de las disposiciones para
incorporar la jurisprudencia en materia de actos administrativos, o bien
por la actualización de las disposiciones para adaptarlas a la sociedad
tecnológica en la que vivimos actualmente.

2. REQUISITOS DE LOS ACTOS ADMINISTRATIVOS

El capítulo I del Título III regula los requisitos de los actos administrativos,
arts. 34 a 36, que vienen a sustituir a los arts. 53 (LA LEY
3279/1992) a 55 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre (LA LEY
3279/1992) (en adelante LRJPAC). Estos preceptos regulan los
requisitos relativos a la necesaria competencia del órgano que dicte el
acto y la tramitación a través del procedimiento administrativo previsto
(ex art. 34), sin ninguna modificación respecto de la regulación del art.
53 LRJPAC (LA LEY 3279/1992).

Es posible encontrar algunas modificaciones puntuales en el art. 35


dedicado a la motivación de los actos administrativos, que sustituye al
vigente art. 54 LRJPAC (LA LEY 3279/1992). El legislador actualiza
los preceptos para incorporar la jurisprudencia sobre la motivación de los
actos administrativos.

De acuerdo con el tenor literal del art. 35.1 de la Ley que comento
serán motivados «con sucinta referencia de hechos y fundamentos de
derecho», además de: «a) actos que limiten derechos subjetivos e
intereses legítimos»; «b) Los actos que resuelvan procedimientos de
revisión de oficio de disposiciones o actos administrativos, recursos
administrativos y procedimientos de arbitraje y los que declaren su
inadmisión». Se elimina aquí la referencia a los actos administrativos que
resuelvan las reclamaciones previas a la vía judicial en concordancia con
la supresión de las mismas por la Ley 39/2015, de 1 de octubre (LA
LEY 15010/2015) dada la escasa utilidad práctica de las mismas,
según la Exposición de Motivos; «c) Los actos que se separen del criterio
seguido en actuaciones precedentes o del dictamen de órganos
consultivos»; «d) Los acuerdos de suspensión de actos, cualquiera que sea
el motivo de ésta, así como la adopción de medidas provisionales
previstas en el artículo 56»; «e) Los acuerdos de aplicación de la
tramitación de urgencia, de ampliación de plazos y de realización de
actuaciones complementarias». El legislador introduce la referencia a la
motivación en los actos que acuerden la realización de actuaciones
complementarias reguladas en el art. 87; «f) Los actos que rechacen
pruebas propuestas por los interesados», que como novedad en la ley,
que no en la jurisprudencia, deben ser motivados. Y ello porque el
legislador está pensando en los procedimientos de carácter sancionador
donde se aplican las garantías del art. 24.2 CE (LA LEY
2500/1978) en el ámbito administrativo y, por tanto, la
Administración está obligada a respetar el derecho fundamental a
utilizar los medios de prueba pertinentes para la defensa, cuya lesión se
produciría con el rechazo carente de toda motivación de las pruebas
propuestas por los interesados; «g) Los actos que acuerden la
terminación del procedimiento por la imposibilidad material de
continuarlo por causas sobrevenidas, así como los que acuerden el
desistimiento por la Administración en procedimientos iniciados de
oficio». Esta exigencia de motivación de los actos administrativos se
justifica por la aplicación del principio de transparencia que, como
sabemos, deben regir la actuación administrativa, y para posibilitar el
control judicial de su adecuación al fin perseguido por la norma, en
definitiva, su respeto al principio de legalidad; «h) Las propuestas de
resolución en los procedimientos de carácter sancionador, así como los
actos que resuelvan procedimientos de carácter sancionador o de
responsabilidad patrimonial». En no pocas ocasiones se ha pronunciado
el Tribunal Constitucional otorgando el amparo por falta de notificación
de la propuesta de resolución cuya motivación es fundamental para la
defensa del interesado (SSTC 70/2008 (LA LEY
86258/2008), 145/2011 (LA LEY 191027/2011) y 169/2012
(LA LEY 154267/2012), entre otras); «i) Los actos que se dicten en el
ejercicio de potestades discrecionales, así como los que deban serlo en
virtud de disposición legal o reglamentaria expresa». Y, finalmente, en el
apartado segundo del art. 35 de la Ley 39/2015, de 1 de octubre (LA
LEY 15010/2015), se mantiene la obligación de motivar los actos
«que pongan fin a los procedimientos selectivos y de concurrencia
competitiva [que] se realizará [la motivación] de conformidad con lo que
dispongan las normas que regulen sus convocatorias, debiendo, en todo
caso, quedar acreditados en el procedimiento los fundamentos de la
resolución que se adopte» (exart. 35.2 de la Ley 39/2015, de 1 de
octubre (LA LEY 15010/2015)), con idéntica redacción al actual art.
54.2 LRJPAC (LA LEY 3279/1992).

Por último, dentro del capítulo I del Título III, se regula la forma de los
actos administrativos por el art. 36 que mantiene idéntica redacción a
la del art. 55 LRJPAC (LA LEY 3279/1992), exigiendo la producción
de los actos administrativos por escrito «a través de medios
electrónicos», lo que de acuerdo con la sociedad tecnológica en la que
vivimos elimina cualquier posible vestigio histórico de producción de los
actos administrativos escritos a mano o a máquina.

3. EFICACIA DE LOS ACTOS ADMINISTRATIVOS


El Capítulo II del Título III de la Ley 39/2015, de 1 de octubre, arts. 37
(LA LEY 15010/2015)a 46 (LA LEY 15010/2015), se inicia con la
conocida regla de la inderogabilidad singular de los reglamentos, cuya
regulación se unifica en un solo precepto (art. 37.1). Actualmente la
citada regla está establecida no sólo en el art. 52.2 LRJPAC (LA LEY
3279/1992), sino también en el art. 23.4 de la Ley 50/1997 (LA
LEY 4058/1997) del Gobierno.

La novedad la encontramos en el apartado segundo del art. 37 de la


Ley 39/2015, de 1 de octubre (LA LEY 15010/2015), cuando
establece lo siguiente:

«Son nulas las resoluciones administrativas que vulneren lo establecido en


una disposición reglamentaria, así como aquellas que incurran en alguna
de las causas recogidas en el artículo 47».

El art. 47 de la Ley 39/2015, de 1 de octubre (LA LEY


15010/2015), regula las causas de nulidad de pleno derecho de los
actos y disposiciones administrativas con la misma redacción que el
actual art. 62 de la LRJPAC (LA LEY 3279/1992). Como es sabido la
nulidad de pleno derecho es la excepción en nuestro sistema jurídico, es
la sanción que se aplica sólo por los motivos que expresamente recoge el
citado art.62. Por tanto, la regla general es la anulabilidad de los actos
administrativos que incurran en cualquier infracción del ordenamiento
jurídico, incluso la desviación de poder (ex art. 63 LRJPAC (LA LEY
3279/1992)). Sin embargo la Ley 39/2015, de 1 de octubre (LA LEY
15010/2015), al introducir como motivo de nulidad de pleno derecho
de los actos administrativos «que vulneren lo establecido en una
disposición reglamentaria», en realidad lo que hace es convertir la
excepción (la nulidad de pleno derecho) en la regla general. La excepción
será ahora la anulabilidad de los actos administrativos.

No se introducen novedades importantes en la regulación de


la ejecutividad de los actos administrativos (art. 38 de la Ley) ni en
los efectos de los mismos (art. 39), aunque se incluyen entre los efectos la
obligación de todos los órganos administrativos de respetar los actos y
normas dictados por una Administración pública incluso distinta a la
suya en el ejercicio de sus competencias, lo que era obvio aunque ahora
está establecido de forma expresa en el apartado cuarto del art. 39 de
la Ley 39/2015, de 1 de octubre (LA LEY 15010/2015).

Por último, entre los efectos de los actos administrativos se introduce en


la Ley de Procedimiento Administrativo Común la norma que recoge la
LJCA en su art. 44, (LA LEY 2689/1998) al regular el requerimiento
previo a la interposición del recurso contencioso-administrativo cuando
una Administración considere ilegal un acto de otra Administración
Pública. El art. 39.5 de la Ley 39/2015, de 1 de octubre (LA LEY
15010/2015), inserta el requerimiento previo en el curso de un
procedimiento administrativo en el que el acto a aprobar tenga como
base un acto administrativo de otra Administración pública que se
considere ilegal. En este supuesto el citado art. 39.5 dispone que, con
carácter previo a la aprobación del acto, se podrá requerir a la otra
Administración para que anule o revise el acto y, en caso de no ser
atendido el requerimiento, quedará expedita la vía contencioso-
administrativa. En este supuesto está previsto que se paralice el
procedimiento en curso y, por tanto, quede en suspenso la aprobación
del acto administrativo hasta que se resuelva el contencioso.

En cuanto a las notificaciones de los actos administrativos es donde más


novedades introduce el Título III de la Ley 39/2015, de 1 de octubre
(LA LEY 15010/2015). Como he comentado previamente el legislador
cambia la regla general imperante hasta nuestros días de las
notificaciones en papel con envío certificado por correos. Sobre esta regla
general vigente se insertó la regulación de las comunicaciones y
notificaciones por medios electrónicos de la Ley 11/2007, de 22 de
junio, de Acceso Electrónico de los Ciudadanos a los Servicios Públicos
(LA LEY 6870/2007), en la que se establecieron las notificaciones por
medios electrónicos cuando el interesado hubiese indicado este medio
como preferente o hubiese consentido su utilización (art. 28 de la citada
Ley 11/2007, de 22 de junio (LA LEY 6870/2007)). Es decir, en la
actualidad las notificaciones por medios electrónicos se hacen como
excepción a la regla general cuando lo solicita el interesado o éste
consiente su utilización. Sin embargo, el art. 41 de la Ley 39/2015, de
1 de octubre (LA LEY 15010/2015), dispone la preferencia por las
notificaciones a través de medios electrónicos. No obstante, esta regla
general puede finalmente resultar la excepción, dada la regulación de la
práctica de las notificaciones en los procedimientos iniciados a solicitud
del interesado entre otros motivos.

En cuanto a la regulación de la obligación de notificación a los


interesados y el contenido de la misma he de señalar que el art. 40 de la
Ley 39/2015, de 1 de octubre (LA LEY 15010/2015), reitera el
contenido del art. 58 LRJPAC (LA LEY 3279/1992). La única
novedad radica en la introducción de un apartado nuevo, el quinto del
art. 40, que coordina las notificaciones de un acto administrativo a
múltiples destinatarios con las exigencias en materia de protección de
datos, para lo que faculta a la Administración autora del acto a que
adopte medidas de protección de los datos de carácter personal que
consten en los actos administrativos cuando éstos vayan a ser notificados
a otros interesados. En realidad, la exigencia de la salvaguarda de los
datos de carácter personal fue introducida por la Ley 11/2007, de 22
de junio (LA LEY 6870/2007), en las comunicaciones por medios
electrónicos con los ciudadanos (art. 27.5).

Como he comentado, en las condiciones generales para la práctica de las


notificaciones el legislador de la Ley 39/2015, de 1 de octubre (LA LEY
15010/2015), apuesta por generalizar la actuación de la
Administración pública a través de medios electrónicos y, por ello,
dispone que la misma se realizará preferentemente por medios
electrónicos (art. 41.1). Además, recogiendo lo previsto en la Ley
11/2007, de 22 de junio (LA LEY 6870/2007), prevé que para
determinados procedimientos y colectivos, debido a su capacidad
económica y técnica, la Administración pueda determinar
reglamentariamente que las notificaciones se practiquen siempre por
medios electrónicos (art. 41.1).

No obstante, la citada obligación general que se impone a la


Administración pública de notificación electrónica se deja sin efecto en
dos supuestos (letras a y b del apartado primero del art. 41): cuando la
notificación tenga por causa la comparecencia espontánea del interesado
o su representante y que éste solicite la notificación personal en ese
momento, o bien cuando sea necesario para asegurar la eficacia de la
actuación administrativa que un empleado público entregue
directamente el acto administrativo. Pero, además, en otros supuestos es
el propio legislador el que establece que no se practicará la notificación
electrónica: cuando el acto vaya acompañado de elementos no
convertibles a formato electrónico, o bien en las notificaciones que
contengan medios de pago a favor de los obligados, como los cheques
[art. 41.2, letras a) y b)].

Por último, la Ley 39/2015, de 1 de octubre (LA LEY 15010/2015),


distingue en la práctica de las notificaciones en los procedimientos
iniciados a instancia de parte o de oficio, apartados tercero y cuarto del
art. 41 respectivamente. En los procedimientos iniciados a solicitud del
interesado la notificación se practicará por el medio señalado por el
interesado, salvo que haya obligación legal de relacionarse con la
Administración de forma electrónica, por ejemplo, para los colectivos
que por su capacidad económica y técnica así se disponga
reglamentariamente. Es decir que la regla general de notificaciones por
medios electrónicos se deja a elección del interesado en los
procedimientos iniciados a instancia suya, lo que junto con las
excepciones a la aplicación de la regla general que prevé la ley permite
augurar un gran número de supuestos en los que, todavía, no se hará
efectivo el cambio de modelo en las notificaciones administrativas.

En todo caso, cuando no fuera posible utilizar el medio señalado en la


solicitud o la notificación resultare defectuosa, por ejemplo, porque el
interesado haya cambiado de domicilio respecto de aquél que señaló
para la notificación, la Ley dispone que se practicará por cualquier medio
que permita tener constancia de su recepción por el interesado o su
representante, así como de la fecha, la identidad y el contenido de la
resolución (segundo párrafo del apartado tercero del art. 41 Ley
39/2015, de 1 de octubre (LA LEY 15010/2015)).

En los procedimientos iniciados de oficio está previsto la notificación en el


domicilio del interesado al menos a efectos de su iniciación, es decir, que
con posterioridad la Administración podrá seguir el procedimiento
utilizando notificaciones electrónicas siempre que ello no provoque
indefensión a los interesados. La regulación de la práctica de la
notificación en el domicilio sale al paso de la numerosa jurisprudencia
que reconoce la indefensión del interesado al que no se notificó la
resolución administrativa en su domicilio por ser desconocido y obliga,
con carácter previo a ordenar la publicación del acto, a indagar el
domicilio del interesado mediante consulta de los datos que consten en el
Padrón Municipal (apartado cuarto del art. 41). En supuestos similares
el Tribunal Constitucional otorgó el amparo a los interesados (SSTC
135/2005 (LA LEY 12217/2005) y 161/2006 (LA LEY
66764/2006), entre otras muchas).

Además está previsto que la Administración envíe un aviso al dispositivo


electrónico y/o a la dirección de correo electrónico comunicada por el
interesado informándole de la puesta a disposición de una notificación en
la sede electrónica de la Administración (ex art. 41. 6 de la Ley
39/2015, de 1 de octubre (LA LEY 15010/2015)). Aunque dispone
el legislador que la falta de envío de este aviso no invalida la notificación.

Cuando se haya realizado la notificación por distintos medios se debe


tomar como fecha de notificación la primera de ellas (ex art. 41.7 de la
Ley).

La regulación de la práctica de las notificaciones en papel por el art. 42


de la Ley 39/2015, de 1 de octubre (LA LEY 15010/2015), no
presenta novedades relevantes. Se actualiza la regulación del art. 59.2
(LA LEY 3279/1992), segundo párrafo, de la LRJPAC por el art. 42.2
que establece que la notificación que no se haya podido practicar en el
domicilio del interesado por estar ausente que debe reiterarse por una
sola vez en los tres días siguientes y dispone que la misma se practique no
sólo en horas distintas, sino después de las quince horas si el primer
intento se realizó por la mañana.

En cuanto a la práctica de las notificaciones electrónicas no hay


novedades respecto de la regulación que realizó el art. 28 de la Ley
11/2007, de 22 de junio (LA LEY 6870/2007). Se entienden
realizadas desde el momento que el interesado accede al contenido, o
bien a partir de los diez días naturales de su puesta a disposición por la
Administración pública, salvo que no hubiese obligación de recibir las
notificaciones por medios electrónicos (véanse los supuestos del art. 41.1
(LA LEY 15010/2015) y 2 de la Ley 39/2015, de 1 de octubre (LA
LEY 15010/2015)).
En cuanto a las notificaciones infructuosas, como las denomina el art. 44
de la Ley 39/2015, de 1 de octubre (LA LEY 15010/2015), es decir,
aquellas que no se hayan podido realizar por ser los interesados
desconocidos o se ignore el lugar de la notificación o, aunque intentada
ésta no se haya podido realizar, la nueva regulación dispone que, a
diferencia de lo previsto en el art. 59.5 LRJPAC (LA LEY
3279/1992), la notificación se hará por un anuncio en el BOE, y no
como hasta ahora que debe publicarse en el tablón de edictos del
Ayuntamiento del último domicilio conocido (con escasa difusión por
tanto), y en el boletín oficial de la Administración autora del acto. La
publicación en el BOE permitirá, en mi opinión, que la práctica de la
notificación goce de mayor publicidad. Los otros medios de publicación
que recoge el art. 59.5 LRJPAC (LA LEY 3279/1992) y otros
complementarios como la publicación en medios de difusión son, de
acuerdo con la regulación del art. 44 de la Ley 39/2015, de 1 de
octubre (LA LEY 15010/2015), opcionales, y en ningún caso su
utilización puede sustituir la publicación en el BOE, que se convierte así
en el medio de notificación habitual para las denominadas notificaciones
infructuosas.

En cuanto a la publicación de los actos administrativos el art. 45 de la


Ley 39/2015, de 1 de octubre (LA LEY 15010/2015), actualiza lo
dispuesto en el art. 60 LRJPAC (LA LEY 3279/1992), al incluir
expresamente la obligación de publicar dos supuestos clásicos relativos,
por un lado, a actos administrativos con pluralidad de destinatarios, y,
por otro lado, actos integrantes de procedimientos selectivos o de
concurrencia competitiva. La publicación de los actos tendrá el contenido
previsto actualmente y se practicará en el diario oficial que corresponda
según sea la Administración autora del acto.

En cuanto a la indicación de notificaciones y publicaciones se incluye en el


nuevo art. 47 de la Ley 39/2015, de 1 de octubre (LA LEY
15010/2015), la posibilidad de que las Administraciones públicas
utilicen de forma complementaria cualquier medio de difusión, sin que
eso excluya la obligatoria publicación en el diario oficial que corresponda.

4. NULIDAD Y ANULABILIDAD
El Capítulo III del Título III, arts. 47 a 52, bajo la rúbrica «Nulidad y
anulabilidad», reproduce los preceptos del Capítulo IV del Título III, arts.
62 (LA LEY 3279/1992) a 67 LRJPAC (LA LEY 3279/1992). La
única diferencia es el cambio en la rúbrica del art. 64 LRJPAC (LA LEY
3279/1992), («Transmisibilidad»), que el legislador de la Ley
39/2015, de 1 de octubre (LA LEY 15010/2015), sustituye por
«Límites a la extensión de la nulidad o anulabilidad de los actos», con lo
que se describe el contenido del precepto de forma más precisa. Esta
disposición, así como los siguientes artículos 50, «Conversión de los actos
viciados»; 51 «Conservación de los actos y trámites»; y 52
«Convalidación», tienen por finalidad hacer efectivo el principio de
conservación de los actos administrativos o de trámites administrativos
que no hayan incurrido en causas de nulidad o anulabilidad, o que
habiendo incurrido en algún vicio susceptible de anulabilidad su
contenido se hubiese mantenido igual de no haberse producido el mismo.

5. CONCLUSIONES

En el Título III dedicado a regular los actos administrativos no se


introducen novedades significativas, salvo la ya mencionada de cambiar
la regla general en las notificaciones apostando por dar preferencia a las
realizadas por medios electrónicos. Una regla general que puede ser
generalmente incumplida no sólo por las excepciones que contiene la ley,
que no son muchas, sino porque la regulación permite que no se aplique
en los procedimientos iniciados a solicitud el interesado y porque, en los
procedimientos iniciados de oficio, la Administración debe garantizar en
todo caso que no se produce la indefensión del interesado, lo que hará
imposible la práctica de las notificaciones electrónicas cuando los
interesados sean personas de la tercera edad u otros colectivos no
familiarizados con el uso de dispositivos electrónicos.

También podría gustarte