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6-Esferapública Hegemonía
6-Esferapública Hegemonía
Habermas denomina Proyecto de la Modernidad (1992), a aquel que en virtud del uso
de la razón, desea progresar hacia una sociedad más justa y educada. El hombre
quiere librarse de sus cadenas de mito, arbitrariedad, religión y tradiciones y para ello,
idea y pone en funcionamiento formas de pensamiento y desarrollo social racionales. La
Ciencia y la Tecnología se van a configurar como los motores del desarrollo, del progreso,
que se entiende como algo positivo, y ligado a una cadena imparable de causas y
consecuencias (pensamiento lineal). La modernidad trae aparejada la idea de proyecto, es
decir de proyección hacia el futuro y de progreso humano infinito.
Cambios en las familias. Desde el siglo XVIII se producen una serie de cambios que
provocan la transición desde una familia “extendida” en entornos rurales a una de corte
“patriarcal”, más nuclear, urbana y basada en la noción de amor romántico.
A tal proyecto vital emprendido por el matrimonio patriarcal y basado en el amor romántico
se refiere extensamente Anthony Giddens, que lo relaciona precisamente con un proceso
de modernización emprendido por la burguesía del siglo XVIII y XIX al que ya hemos
aludido. Esta clase deja atrás el matrimonio de conveniencia para aplicar a la unión
conyugal las ideas humanistas que reivindican el individualismo, la libertad de elección y
las emociones humanas. También las posibilidades de mejora mediante el esfuerzo y la
educación, en esta idea de proyecto que implica trabajar constantemente para lograr un
objetivo futuro conscientemente planteado.
1
Giddens, A., La Transformación de la Intimidad: Sexualidad, amor y erotismo en las sociedades modernas,
2000, página 50.
Teoría de la Comunicación y de la información Curso 2011-2012. Prof: María Lamuedra
Desde finales de los años 602 comienzan a cuestionarse algunos de los pilares del modelo
de desarrollo moderno basado en los principios ilustrados de racionalidad y fe en el
progreso humano ligado al tecnológico. Esto sucede por varios sets de razones y nuevos
cambios que motivan una crisis general de los valores y las instituciones modernas. A
continuación esquematizamos brevemente algunos elementos incluidos en este proceso
de cambio:
Crisis de la cultura elitista moderna. A su vez, se deshace cierto elitismo cultural que,
según Martín Barbero (1987: 40-43), había permitido establecer distinciones en una
sociedad democrática en la que todos los ciudadanos pueden participar de la política. Es
decir, en una comunidad en la que todos los ciudadanos tienen los mismos derechos
políticos, las distinciones entre clases sociales se realizan de otras maneras. 3 Una de ella
es establecer diferencias “culturales”. “Lo culturalmente legítimo” sería cierta literatura,
pintura, escultura y artes escénicas que no gozan del favor popular porque resultan
difíciles a los no iniciados, como ejemplifican las corrientes vanguardistas en la pintura. A
primera vista es difícil que a alguien que no sepa algo de pintura aprecie un cuadro de la
época cubista de Picasso. De la “cultura elevada” se margina a formatos favorecidos por
clases populares o por el género femenino, como el melodrama (Bourdieu: 1986, 34-60).
3
Para saber más de cómo distintas clases sociales han llevado a cabo diversas estrategias para distinguirse de
otras, el libro clásico de referencia es el de Pierre Bourdieu, que aparece en bibliografia.
4
Esta es la tesis que Beck, Giddens y Lash (1997) mantienen en su obra conjunta, aunque prefieren utilizar el
término modernidad reflexiva a post-modernidad.
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A partir de 1880 surgen nuevos medios cuantitativa y cualitativamente distintos a los del
S. XIX que constituyen el origen de la información propia del siglo XX. Poco a poco
evolucionan los panfletos partidistas en los que los propietarios de los medios abogaban
por sus intereses, y que - cómo documenta Habermas (1961) van creando un espacio
público de discusión que beneficia el proceso de democratización. No obstante, desde sus
inicios, el poder de la prensa y de la opinión pública ha generado una mezcla de
preocupación y esperanza entre intelectuales y críticos.
Antes de que los periódicos circulasen nacionalmente ya los críticos de la época temían
su poder al considerarlos órganos de partidos políticos (Roussau,1750) o de intereses
privados inspirados por el ánimo de lucro (Marx, 1842 o Bücher, 1893/1901:2006, en
Splichal, 2007: 240-242). Durante décadas, el debate académico entre estos y otros
autores, se planteó cómo los medios son un poderoso vehículo social y cómo deben estar
al servicio de la sociedad. No obstante, la estructura de la propiedad de la prensa se
consolidó como privada, y hasta el nacimiento de la radio y luego de la televisión, este
ideal de medios de comunicación orientados hacia la democracia no trató de ser aplicado
mediante medidas de regulación y también, con el nacimiento de las corporaciones
públicas de radiotelevisión. (Ibidem)
Se desarrolla entonces (en los últimos años del siglo XIX y primeros del XX) la llamada
prensa de masas en EE.UU. y algunos países de Europa: aumentan espectacularmente
su tirada, incluyen muchas páginas de publicidad, se establecen en grandes edificios y
obtienen unos beneficios insospechados hasta entonces, abandonan las viejas fórmulas y
se atribuyen nuevas funciones en la sociedad del siglo XX: son bienes de uso y consumo,
se venden a bajo precio y ofrecen a sus lectores un producto atractivo y bien acabado. Su
presencia reiterada en la sociedad los convierte en instrumentos de gran influencia y ese
exceso de poder les va a permitir provocar manipulaciones de todo tipo. Surge en este
contexto la prensa amarilla. En contraposición, se desarrolló también una prensa muy
documentada y seria para élites, que representaban en España El Imparcial (1867) y El
Liberal.
Entre los vencedores de la Primera Guerra Mundial se alzó la teoría de que los medios
debían cumplir una función social de servicio público. En el caso de la BBC, un referente
del periodismo mundial, durante los años 20 el mayor enfásis estaba en la pesada
responsabilidad de las corporaciones públicas de radio como asistentes de un nuevo y
potente motor social. La noción de responsabilidad no necesariamente implicaba
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imparcialidad e independencia editorial. Esto se vió claro como el cristal en Gran Bretaña
la huelga general de 1926, cuando la BBC, entonces el único medio que podría cubrir la
huelga estaba constantemente bajo la presión constante del gobierno. El primer director
de la BBC, John Reith consiguió , no obstante, mantener la independencia editorial y
conseguir una BBC con financiación estable para que así siguiese siendo, y eso fue
posible porque en ese momento ya se reconocía que las corporaciones públicas debían
ser independientes tanto del control del gobierno como del mercado. (Mäntymäky,
20010:75)
Sin embargo, fué la Segunda Guerra Mundial la que marcó en punto de inflexión para las
noticias de Radiotelevisión de Servicio Público e independencia (Briggs and Burke,
2002:217-218). En Gran Bretaña todas las restricciones sobre los servicio informativos
fueron levantadas y por primera vez la radio tuvo una ventaja competitiva sobre la prensa
porque las noticias eran más inmediatas. El rol de la radio cambió durante la guerra para
convertirse en un instrumento vital de información pública y entretenimiento. La BBC se
ganó una reputación de credibilidad en tiempos de enorme propaganda y su modelo
general influyó en las radiotelevisiones públicas de toda Europa. En los debates
académicos sobre la profesión periodística, los 60 y los 70 se consideran como la cima del
periodismo profesional en general. Según Hallin (2006), el periodo entre la segunda
guerra mundial y 1980 son un resultado de condiciones históricas específicas. La
economía de las empresas periodísticas y las corporaciones de servicio público eran
bastante estables si las comparamos con las de hoy en día, y hubo un periodo de relativo
consenso político centrado en la Sociedad del Bienestar en Europa y el New Deal en
EEUU. (en Mäntymäki, 2010; 75-76)
Desde 1945 a 1970 se vive una etapa de expansión económica que repercute en el
desarrollo del sector informativo. Los Estados defienden la libertad de expresión y, al
mismo tiempo, establecen normas de control de unos medios. Paralelamente, se
convierten en dueño de diarios, emisoras de radio y cadenas de televisión públicas (Gran
Bretaña había sido pionera). El negocio informativo irá creciendo y las empresas de
información aumentan su poder. Esto favorece la concentración de los medios (cada vez
menos empresas son dueñas de más medios), a pesar del control de los Estados que
promulgan leyes antimonopolio.
Para iniciar un camino que busque respuestas, vayamos (de la mano de Habermas, 1987)
la Inglaterra del siglo XVIII, pionera en la Industrialización, dónde comienzan a encajar las
transformaciones estructurales que hemos glosado brevemente, y que dan lugar a una
sociedad mucho más "mediada" de lo que era la sociedad rural, en la que nuevas
instituciones como la enseñanza, los medios y el parlamento cobran una creciente
influencia en las dinámicas sociales.
De este modo, la hegemonía que la clase dirigente logra no es estable sino que debe ser
negociada constantemente: en primer lugar ha de mantener la alianza de las clases
intermedias, para lo que está dispuesto a hacer las concesiones que sean necesarias, y
en segundo, los medios de comunicación y la industria cultural debe estar nutrida de
discursos afines que contrarresten y ganen la batalla a los discursos disidentes y
alternativos a los que no se puede prohibir circular. El modelo de propaganda,
desarrollado por Herman y Chomsky y que estudiaremos en este curso desarrolla y
concreta- en gran medida- estas ideas.
Hoy, a pesar de la comodidad vital en la que estamos instalados los que estamos
presentes, también hay grandes problemas de injusticia social; con el 1% del dinero que
se ha destinado a salvar el sistema financiero se acabaría con el hambre que hoy afecta a
más población que nunca, a más de 925 millones de personas en el mundo (según la
FAO septiembre de 2010). Al iniciarse la presente recesión mundial, entre junio y
septiembre de 2008, cientos de artículos de opinión y editoriales se dedicaron a ensalzar
los valores de la socialdemocracia frente a los del capitalismo tardío. Sin embargo, tras
salvar a los bancos en quiebra con dinero público, (aunque éstos no estén devolviendo
ese dinero a la economía real, cómo prometieron) esa misma socialdemocracia parece
hoy más en juego. También podemos preguntarnos por qué las medidas de reforma
laboral y recorte social y salarial que el gobierno socialista ha aplicado recientemente no
han tenido mayor respuesta social ¿Por qué? Hoy cabe que nos preguntemos lo mismo
que Gramsci en los años 20, y que pensemos ¿tiene la comunicación mediada algo qué
ver? ¿el qué? ¿cómo?
Notas bibliográficas
Beck, U., Giddens, A. y Lash, Scott (1994) Reflexive Modernization: Politics, Tradition and
Aesthetics in the Modern Social Order, Londres: Polity. Páginas 84-107.
Hallin, D,C (2006) " The Passing of the 'High Modernism" of American Journalism
Revisited", en Political Communication Report. International Communication Association &
American Political Science Association, Vol. 16 No. 1, Winter 2006
Splichal, (2007), Does History Matter? Grasping the Idea of Public Service Media at Its
Roots, en "From public service broadcasting to public service media (RIPE 2007).
Gregory Ferrel Lowe and Jo Bardoel (eds). Göteborg. Suecia
O’Donnell, H. (2007) “Noticias y Ciudadanía: El telespectador, el poder y el debate
público”. Trad. Lamuedra Graván, M. Ediciones de la Torre. Madrid
Witschge and Nygren (2009) Journalism: A profession under pressure? Journal of Media
Business Studies, 6(1) pp.31-59