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CITACIONE
S LEE
12 864
Francesco Carotenuto
Mirko Di Febbraro
Universidad de Nápoles
Federico II Universidad de los Estudios de Molise
Marina Melchionna
Silvia Castiglione
Universidad de Nápoles
Federico II Universidad de Nápoles Federico II
Algunos de los autores de esta publicación también trabajan en estos proyectos relacionados:
ARTÍCULOSENFORM
ABSTRACTO
ACIÓ N
Comprender el efecto del clima en la composició n de las comunidades y su cambio en el tiempo y el
Historia del artículo:
Recibido el 19 de abril de
espacio es uno de los principales objetivos de la ecología y la paleoecología. En este trabajo abordamos
2016 Recibido en forma esta cuestió n estudiando las paleocomunidades de grandes mamíferos del Cuaternario tardío de
revisada el 15 de julio de Eurasia. El Cuaternario tardío fue un período de fuerte inestabilidad ambiental, especialmente
2016 caracterizado por la ocurrencia del ú ltimo má ximo glacial (LGM). Utilizamos la filogené tica de
Aceptado el 27 de julio de 2016 comunidades y los modelos de distribució n conjunta de especies para entender los factores que
Disponible en línea el 3 de agosto de determinan la composició n de las paleocomunidades en el Cuaternario tardío. Nuestros resultados
2016
apoyan la existencia de una fuerte selecció n climá tica que operó sobre la fauna del LGM, tanto por la
desaparició n de especies adaptadas al calor como Elephas antiquus, Hippopothamus amphibious y
Palabras clave:
Stephanorhinus hemitoechus, como por la creació n de una comunidad caracterizada por grandes
Ú ltimo má ximo
mamíferos adaptados al frío. Los patrones de abundancia en el registro fó sil, la co-ocurrencia entre
glacial Há bitat
filtering
pares de especies y el grado de forzamiento climá tico en la composició n de la fauna difieren entre las
Ensamblaje de la comunidad paleocomunidades, pero no entre las especies extinguidas y las existentes, lo que es consistente con la
filogené tica Estepa del mamut idea de que el cambio climá tico, má s que la presencia humana, ejerció un efecto importante en la
Modelos conjuntos de distribució n supervivencia de la megafauna del Cuaternario tardío.
de especies 2016 Elsevier Ltd. Todos los derechos
reservados.
1. Introducció n
modelando explícitamente la paleobiogeografía del registro fó sil
(Villalobos et al., 2016b), o basá ndose en las pruebas almacenadas
Comprender la influencia del cambio climá tico en la
en los á rboles filogenéticos (Diniz-Filho y Bini, 2007; Diniz-Filho et
distribució n de las especies individuales y las comunidades
al., 2013).
ecoló gicas a lo largo del tiempo y el espacio es uno de los
El enfoque paleoecoló gico para el estudio de la composició n y el
principales objetivos de la ecología (Ovaskainen et al., 2013;
cambio de las comunidades a lo largo del tiempo (es decir, el
Parmesan y Yohe, 2003; Walther et al., 2002). Muchas ac-
recambio temporal) se ve obviamente empañ ado por los
tuaciones se centran en determinar si las especies con tollerancias
problemas de diacronía y lo incompleto del registro fó sil
ambientales similares reaccionan como una comunidad integrada,
(Alroy,1998;Raiaetal.,2009). Afortunadamente,
o si muestran respuestas individualistas, al cambio (Burns et al.,
En la actualidad, varios mé todos estadísticos son capaces de tener
1996; Lorenzen et al., 2011; Parmesan,2006;Villalobosetal.,2016a).
en cuenta estos sesgos de muestreo
Estos enfoques se centran principalmente en las reacciones de las
(Ferna'ndezyVrba,2005;Raiaetal.,2006; WagneryMarcot,2013), y
especies a corto plazo. Sin embargo, esto podría ser engañ oso, ya
de aplicar herramientas ecoló gicas modernas a las comunidades
que se sabe que los eventos climá ticos de tiempo profundo han fó siles (Barnosky,2005;Bloisetal.,2014;Canoetal,
influído en la estructuració n de las comunidades actuales (Davis y 2014; Cantalapiedra et al., 2011; Raia, 2010). En lo que respecta a
Shaw, 2001; Svenning et al., 2015; Valiente-Banuet et al., 2006). De la influencia del cambio climá tico en la composició n de la
ahí que en la actualidad se esté prestando cada vez má s atenció n a comunidad y su evolució n, varios informes indican claramente que
los métodos aptos para integrar esa informació n en tiempo la rotació n temporal de la fauna del Cuaternario aumentó durante
profundo en los estudios que tratan de los efectos ecoló gicos del los períodos de agitació n ambiental (Barnosky, 2010; Blois et al,
cambio climá tico a nivel comunitario, ya sea 2014; Blois y Hadly, 2009; Faith y Behrensmeyer, 2013; Prothero,
2012; Raia et al., 2005), lo que sugiere que las especies que
coinciden en el tiempo tambié n deberían tener tolerancias
* Autor correspondiente. climá ticas comparables (Burns et al., 1996; Raia, 2010; pero véase
Dirección de correo electrónico: pasquale.raia@unina.it (P. Raia). Villalobosetal.,2016b). Tasas de especiació n y extinció n
http://dx.doi.org/10.1016/j.quascirev.2016.07.036
0277-3791/© 2016 Elsevier Ltd. Todos los derechos
reservados.
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afectan de forma similar a la composició n de la comunidad, y competencia ademá s de los de la alteración del há bitat (Godoy et
muchos estudios vinculan dichos índices a la agitació n climá tica al.,2014;Kembel,2009). La alteració n del há bitat suele asociarse con
que caracterizó el periodo cuaternario (Barnosky, 2005; Dynesius la agrupació n filogenética, ya que las especies estrechamente
y Jansson, 2000; Kozak y Wiens,2010;McPeek,2008), lo que sigue relacionadas tienden a mostrar una tolerancia climá tica similar. Por
apuntando a un gran efecto del clima en la identidad de las el contrario, los altos niveles de competencia interespecífica
especies dentro de las comunidades. conducen a la sobredispersió n filogené tica, ya que los nichos de
El Cuaternario tardío fue un periodo de cambios ambientales especies estrechamente relacionadas tienden a solaparse de forma
extraordinariamente intensos (Dawson, 2013). Al final de este constante, de modo que se asientan lejos unas de otras (en el
periodo, el ú ltimo má ximo glacial (LGM) marcó uno de los espacio) en
momentos má s extremos de variabilidad climá tica de la Tierra
(Clark et al., 2009). El intenso y global vaivén del clima afectó en
gran medida a las faunas terrestres, provocando movimientos de
especies a larga distancia (Raia et al., 2012), disminuyendo el
endemismo de las especies, y posiblemente aumentando la tasa de
extinció n en las especies de pequeñ o tamañ o (Davis y Shaw, 2001;
Sandel et al., 2011), y en los pequeñ os mamíferos (Bloisetal.,2010).
En cuanto a los grandes mamíferos, las faunas del LGM en Eurasia
se caracterizaban por ser especialistas de la estepa, como el
mamut lanudo, el saiga, el rinoceronte lanudo, el buey almizclero y
el bisonte estepario, formando un ecosistema que ya no existe y
que se conoce como la estepa de los mamuts (Dale Guthrie, 2001;
Zimov et al., 2012). La desaparició n de este ecosistema suele
considerarse parte de la extinció n de la megafauna del Pleistoceno
tardío (Koch y Barnosky, 2006), y se atribuye directamente al
efecto del cambio climá tico (Grayson, 1977; Grayson y Meltzer,
2003; Lima-Ribeiro et al., 2014; Melt- zer, 2015; Wroe et al., 2013),
o al ensañ amiento humano (Alroy, 2001; Brook y Bowman, 2005;
Surovell et al., 2016). Aunque un nú mero de especies adaptadas al
calor, de mediados a finales del Pleistoceno, se extinguieron antes
del LGM (por ejemplo, el hipopó tamo, el elefante de colmillos
rectos, la hiena de las cavernas) varios componentes de la
megafauna esteparia del LGM siguen vivos hoy en día (por
ejemplo, el antílope saiga, el buey almizclero, el ciervo). Otras
especies del LGM aparecen ya en el ú ltimo interglacial cá lido (LIG)
que precedió al LGM (por ejemplo, el mamut lanudo, el bisonte
estepario, el rinoceronte lanudo). Por ú ltimo, varias especies que
coinciden geográ ficamente con la megafauna esteparia del mamut,
como el alce irlandés, el ciervo rojo y el lobo, no eran especialistas
en la estepa. Estas idiosincrasias sugieren que ni la identidad de la
megafauna esteparia del mamut, ni su desaparició n, estuvieron
necesariamente o ú nicamente controladas por el clima
extraordinariamente duro del LGM. Aquí nos preguntamos si el
cambio climá tico tuvo algú n efecto discernible en la distribució n
de la megafauna a lo largo del tiempo y el espacio, utilizando
enfoques explícitos del clima para estudiar los patrones de co-
ocurrencia de especies en paleocomunidades que abarcan desde el
ú ltimo interglacial (LIG) hasta el comienzo del Holoceno
(abarcando así el LGM). Comprobamos si el clima influyó en la
composició n y el recambio de las comunidades de megafauna
durante los intervalos temporales discretos del LIG, el LGM y el
Holoceno temprano. Esta pregunta también aborda
indirectamente la cuestió n de si los humanos, y no el clima,
causaron la extirpació n de la megafauna al final del LGM. Si los
humanos tuvieron un impacto importante, esperamos que la
composició n faunística del LGM tenga poco o
no hay firma de efectos climá ticos, ya que la incidencia de las
especies en el
El registro fó sil del LGM estaría má s influenciado por la presió n de
la caza humana que por las condiciones ambientales imperantes.
Para ello, aplicamos modelos de distribució n conjunta de
especies y técnicas de filogenética de comunidades. Las primeras
permiten identificar las condiciones climá ticas en las que viven las
especies individuales, y en qué medida las especies con requisitos
climá ticos similares tienden a coocurrir en el espacio. Con ello, es
posible determinar la magnitud del efecto del clima en los
patrones de co-ocurrencia geográ fica (Hui et al., 2015; Pollock et
al., 2014). La filogenética de las comunidades ofrece la
oportunidad de comprender los factores que afectan a la
composició n de las comunidades, indicando los efectos de la
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19para reducir la competencia interespecífica. Bajo la alteració n del
há bitat, la convergencia evolutiva origina una sobredispersió n Las paleocomunidades (PCOMs sensu Raia et al., 2006) son
filogenética porque las especies de diferentes ramas del á rbol grupos estadísticamente discretos de localidades fó siles
tienden a converger en una tolerancia climá tica similar. Por (Raiaetal.,2009, 2005). Para identificar las PCOMs de LIG, LGM y
ú ltimo, bajo una intensa competencia y en presencia de HOL utilizamos aná lisis de conglomerados bootstrapped (BCA),
convergencia, la estructura de la comunidad muestra una como en (Raia et al., 2009, 2005). El BCA funciona per- formando
dispersió n aleatoria o bien una agrupació n filogenética un ú nico aná lisis de conglomerados (los conglomerados de
(Cavender Bares et al., 2004; Cavender-Bares et al., 2009; referencia) basado en
Ndiribeetal.,2013Swensonetal.,2006;Webbetal.,2002). La
filogenética de comunidades se extendió con éxito al estudio de
las faunas fó siles (Raia, 2010). En este caso, primero definimos
estadísticamente las paleocomunidades (Raia et al.,2009, 2006),
y luego comprobamos los patrones de co-ocurrencia de las
especies segú n el clima mediante el uso de JSDM (Hui et al., 2015;
Pollock et al., 2014). Finalmente, aplicamos la filogenética
comunitaria para comprobar si la composició n de la
paleocomunidad estaba influenciada por el clima o por las
interacciones ecoló gicas. Nuestro objetivo era comparar las
comunidades LGM con las pre y post LGM para entender el efecto
del cambio climá tico en los patrones de co-ocurrencia en estos
conjuntos fó siles.
2. Material y mé todos
4. Debate
Clima Positivo 51 51 8
Negativo 28 24 7
% Clima 51.0% 74.3% 93.8%
Interacciones ecoló gicas Positivo 32 11 0
Negativo 44 15 1
% Ecoló gico 49.0% 25.7% 6.3%
Fig. 3. Modelos de distribució n conjunta de especies para PCOM LIG. Las correlaciones significativas entre pares de especies se representan con círculos. Círculo azul: relació n positiva y
significativa impulsada por el clima. Círculo rojo: relació n negativa y significativa impulsada por el clima. Círculo naranja: relació n positiva y significativa no impulsada por el clima.
Círculo morado: relació n negativa y significativa no impulsada por el clima. (Para la interpretació n de las referencias al color en esta leyenda de l a f i g u r a , se remite al lector a la
versió n web de este artículo).
Cuadro 2
Nú mero de co-ocurrencias significativas explicadas por el clima, la ecología y sus porcentajes, segú n el aná lisis JSDMs. El nú mero total de posibles co-ocurrencias por especie se
indica como #co-occ. La tabla incluye especies con al menos 10 apariciones en el registro fó sil.
ntaxampd.obsd.meanmpd.rand.sdmpd.obs.rankmpd.obs.zmpd.obs.p
lig38159.776153.3633.2849871.953 0.987
lgm39144.342153.4413. 1254-2.912 0.004
hol23149.342152.7494. 299262-0.792 0.262
NTI
ntaxamntd.obsmntd.rand.meanmntd.rand.sdmntd.obs.rankmntd.obs.zmntd.obs.p
lig3835.50242.0383.72828-1 .753 0.028
lgm3947.31241.5713.6799371.561
0.937
hol2347.09949.3395. 854364-0.383 0.364
ntaxampd.obsd.meanmpd.rand.sdmpd.obs.rankmpd.obs.zmpd.obs.p
lig380.7280.690.0557440.695 0.744
lgm390.6690.6780. 065401-0.138 0.401
hol230.7270.6520.0967640.783
0.764
NTI
ntaxamntd.obsmntd.rand.meanmntd.rand.sdmntd.obs.rankmntd.obs.zmntd.obs.p
lig380.0110.0380.031288-0 .863 0.288
lgm3900.0380. 03744-1.022 0.044
hol2300.0640. 06581-0.994 0.081
Tabla 4
Ocupació n de las especies. Nú mero total de ocurrencias en el registro fó sil, p r i m e r a columna (la segunda columna contiene los nombres comunes de las especies), y el porcentaje
de tales ocurrencias que caen en el PCOM LGM, tercera columna. Las especies son las mismas que en la Tabla2.
se dan juntos en funció n de las condiciones climá ticas imperantes. el ciervo rojo, el lobo y el jabalí (Fig.5), y los efectos climá ticos sobre la
El bisonte estepario coexiste de forma significativa con estas coexistencia de especies son abiertamente importantes (Tabla 1). Una
especies, y se vuelve mucho má s abundante, durante el LGM. de las principales razones de esta prevalencia del control climá tico es
Finalmente, el paso a la ú ltima fauna de PCOM HOL está que la extinció n de la megafauna en Eurasia podría haber estado
marcado por la falta de especialistas esteparios adaptados al frío determinada en parte por el clima.
como M. primigenius,
C. antiquitatis, y Bison priscus. Dentro de este PCOM, las especies
predominantes son taxones abundantes y tolerantes al clima, como
cambio (Abramson et al., en prensa; Bartlett et al., 2015; Prescott
et al., 2012; Pushkina y Raia, 2008). Por lo tanto, ademá s del
clima, la crisis de extinció n de finales del Pleistoceno
(Barnosky, 2004; Koch y Barnosky, 2006) contribuyó sin duda
a formar el PCOM HOL. Aunque su fauna es demasiado
reducida en cuanto a diversidad (11 especies) y distribució n
como para avanzar en una explicació n só lida de su
composició n, el porcentaje de co-ocurrencias significativas
explicadas por factores ecoló gicos es el má s bajo en este PCOM
(6,3%, Tabla 1), lo que sugiere que la extinció n de finales del
Pleistoceno perturbó el funcionamiento del ecosistema en
cierta medida durante el Holoceno temprano (Malhietal.,2016).
En este trabajo nos preguntamos si los grandes mamíferos del
Pleistoceno tardío
Fig. 5. Modelos de distribució n conjunta de especies para PCOM HOL. Las correlaciones significativas entre pares de especies se representan con círculos. Círculo azul: relació n positiva y
significativa impulsada por el clima. Círculo rojo: relació n negativa y significativa impulsada por el clima. Círculo naranja: relació n positiva y significativa no impulsada por el clima.
Círculo morado: relació n negativa y significativa no impulsada por el clima. (Para la interpretació n de las referencias al color en esta leyenda de l a f i g u r a , se remite al lector a la
versió n web de este artículo).
La fauna de Europa se comportó de forma individualizada o impulsada por el clima durante el PCOM LIG apuntan a la
coordinada en funció n de los intensos cambios climá ticos que
caracterizaron este periodo. Nuestros datos apuntan a esto ú ltimo,
ya que el forzamiento climá tico controló el inicio, la composició n y
posiblemente la desaparició n del PCOM LGM. Las especies que lo
componen (tanto las vivas como las extinguidas) no só lo
aumentaron y disminuyeron su abundancia conjuntamente, y
presentan un patró n de co-ocurrencia impulsado por el clima (lo
que implica que estaban asociadas geográ ficamente a lo largo del
tiempo y el espacio), sino que también desaparecieron en el mismo
lugar y momento. El rinoceronte lanudo, el mamut y el bisonte
estepario, por ejemplo, se dirigieron al norte y al este de Siberia
tras la LGM, donde acabaron desapareciendo (Stuart, 2015). Es
importante destacar que el hecho de que estas especies tiendan a
coexistir entre sí tanto temporal como geográ ficamente, y bajo las
mismas condiciones ambientales, es una prueba de que, como
mínimo, los humanos no alteraron la distribució n espacial, ni
tampoco la abundancia, de las que ahora está n extintas.
Aunque las pruebas de patrones coordinados de abundancia
y la co-ocurrencia no son tan evidentes para la fauna adaptada al
calor típica de los otros dos PCOM, tales cambios concertados
podrían ser parcialmente ciertos para estas especies también. El
elefante de colmillos rectos y el rinoceronte de nariz estrecha se
dan de forma conjunta dependiendo del clima, se extinguieron
aproximadamente a la misma edad y fueron muy abundantes
durante las estaciones cá lidas. El caballo hidruntino Equus
hydruntinus se dirigió al sur de Europa durante sus ú ltimas
estancias (má s o menos al mismo tiempo que el mamut y el
rinoceronte lanudo se extinguieron en el extremo norte), lo mismo
ocurre con el oso de las cavernas (Crees y Turvey, 2014; Pacher y
Stuart, 2009). Finalmente, las propias pautas de la coocurrencia
existencia de un conjunto de especies adaptadas al calor, junto
con un conjunto coetá neo adaptado al frío (Fig. 4). Esto sugiere
que la existencia y extensió n de los refugios (Hewitt, 2000;
Sommer y Nadachowski, 2006) fueron al menos tan importantes
durante el LIG como lo fueron durante el LGM, o que el recambio
geográ fico de especies durante el LIG fue má s importante que
durante el LGM. La gran extensió n geográ fica del PCOM LGM
(Fig.2) y de su bioma dominante, la estepa de los mamuts (Dale
Guthrie, 2001; Zimov et al., 2012) apunta a esto ú ltimo. La
reducida extensió n geográ fica del LIG del PCOM se ajusta aú n
má s a esto. Los yacimientos fó siles de edad LIG está n
geográ ficamente mucho má s extendidos de lo que sugeriría la
propia distribució n geográ fica de PCOM LIG (Fig. 2). Esto
significa que el recambio espacial (diversidad beta) en las faunas
LIG fue mucho mayor que durante el LGM. En consonancia con
esto, las asociaciones significativas entre pares de especies en
PCOM LIG se explican mucho má s a menudo por la ecología de las
especies que con los otros PCOM (Tabla1).
La principal conclusió n de este estudio es que el forzamiento
climá tico deter-
de los grandes mamíferos durante el ú ltimo má ximo glacial. Las
condiciones climá ticas que precedieron al LGM, en cambio, son
má s consistentes con respuestas descoordinadas a nivel de
comunidad, probablemente debido a una mayor variabilidad
espacial del há bitat. Por ú ltimo, la inestabilidad ecoló gica parece
haber caracterizado a las faunas del Holoceno temprano. La
abundancia en el registro fó sil, que es un buen indicador de la
abundancia ecoló gica (Meloro et al., 2007), indica que las
especies adaptadas al frío eran extremadamente comunes
durante el LGM. Sin embargo, esto es cierto tanto para las
especies extintas como para las existentes adaptadas al frío. Por
lo tanto, no encontramos ningú n efecto evidente de la presencia
humana en la composició n de la fauna del LGM, la abundancia y
la coexistencia de especies.
lo que sugiere que el cambio climá tico fue probablemente má s Science 325, 710e714. http://dx.doi.org/10.1126/science.1172873.
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