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El Eneagrama,
¡un mapa para descubrir
quién puedes llegar a ser!
Tipos de
Personalidad
Registrado STRS: OOVA721109L1-0005
Introducción
Su origen, en el Oriente hace casi más de 2000 años. La corriente psicológica que se ha ido desarrollando
en Occidente inició hace 50 años.
Hasta nuestro siglo se ha transmitido por estricta tradición oral, sólo conocida por los maestros sufíes,
quienes revelaban individualmente a sus discípulos exclusivamente la parte del Eneagrama correspondiente el tipo
de personalidad del interesado.
El Eneagrama trata de ayudar a que las personas se vean a sí mismas en el espejo de sus mentes, en
especial para que vean las imágenes de su personalidad deformadas por actitudes básicas sobre sí mismas.
Identificar y admitir esta "compulsión" prevalente supone estar abierto a ver la vida de modo más pleno, siempre
que uno esté dispuesto a enfrentarse a este "pecado oculto" en la propia conducta y a mirar directamente a Dios
para que nos cure.
El Eneagrama se traduce en una nueva autocomprensión y en unas directrices prácticas para lograr la
salvación. Esto le lleva a uno a una mayor libertad personal bajo la guía del Espíritu.
El Eneagrama representa un viaje al interior del yo. El objetivo fundamental del Eneagrama consiste en
descubrir el propio tipo de personalidad. El resultado merece la pena. Puede aportar una nueva comprensión de la
propia personalidad que tendrá validez para el resto de la vida.
Encontrar el propio tipo en el Eneagrama supone una autoiluminación que conduce a la auténtica libertad
personal en un nivel nunca experimentado antes.
Cada tipo de personalidad se identifica de forma negativa, aunque también tiene características positivas.
La identificación negativa nace de la “compulsión” específica impresa en el propio autoconcepto, que tiene gran
influencia sobre la propia conducta.
La “compulsión” típica de una determinada personalidad se experimenta como una fuerza impulsora básica.
No se trata simplemente de una obsesión, como una idea o preocupación fija de la conciencia, tiene la
característica de prevalecer en la forma en que la energía se canaliza en la conducta personal, siendo incluso
irresistible, en especial cuando permanece oculta y desconocida.
La compulsión es una especie de "pecado oculto", entendiendo el pecado como una parálisis o
impedimento para convertirse en el auténtico propio yo. Provoca que las personas no se comprendan a sí mismas
en sus motivos reales y los impulsos subyacentes a sus personalidades.
El descubrimiento de este "problema" se traduce en una nueva libertad porque la persona podrá después
decidir libremente si sigue o no la “compulsión”. En la medida en que se desconozca la “compulsión” tal elección
será mucho más difícil. Cuando la fuerza impulsora de la “compulsión” no se descubre, sigue su camino, teniendo
gran influencia en las decisiones sobre qué hacer o qué no hacer, cómo pensar sobre uno mismo en relación con
los demás, etc.
El viaje al interior del yo no es fácil, para algunos será en extremo amenazador. No es agradable pensar
en la propia personalidad básica como un "tipo de pecado". La “compulsión” sirve para protegerse y nos
ofrece seguridad personal. El intento de desvelarla se experimentará como una especie de "muerte" a uno mismo
al disponerse para permitir la investigación y la crítica sobre la propia forma de enfrentarse a la vida,
probablemente muy desarrollada ya a los seis años de edad.
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No te limites a averiguar quién eres: el Eneagrama, ¡un mapa para descubrir quién puedes llegar a ser!
Lo negativo de la personalidad aún identificado, persistirá. Siempre tendremos este tipo de pecado,
aunque al fin será más "redimido" que compulsivo. Para empezar, lo que se pide para este viaje al interior del yo es
la disposición para reconocerse pecador. Las compulsiones son egoístas, como es típico del pecado. Llegan a
deformar la manera de ser propia.
Se debe identificar la personalidad con el conjunto de aspectos negativos característicos de cada tipo. Sólo
entonces puede iniciarse el proceso de liberación de la “compulsión”. La táctica de descubrir los aspectos positivos
de cada tipo retrasa el necesario dolor para el auténtico viaje al interior del yo. El camino más corto consiste en
armarse de la sinceridad y el valor necesarios para afrontar seriamente la verdad sobre uno mismo, el tipo de
verdad que puede hacernos libres.
Mediante el descubrimiento del propio tipo del Eneagrama se despierta un nuevo sentido de autocrítica.
Siempre habrá algo de qué arrepentirse, algo que confesar como pecado, algo para tomar algunas resoluciones en
el futuro. Esta autocrítica ya es en sí misma un paso fundamental hacia la nueva libertad prometida por el
Eneagrama, libertad frente al ser llevado secretamente por el lado obscuro del propio yo interno.
El descubrimiento del propio tipo mostrará también una falta de fe en un nivel profundo. Bajo la
“compulsión” de cada tipo existe una forma de defensa del yo que es egoísta y perjudicial para la unión con los
demás. En cuanto estrategia de autoprotección es un modo seleccionado de "autosalvación". La personalidad opta
por lograr la seguridad y la realización personal mediante el propio esfuerzo. Esto, por supuesto, es un error. Con el
descubrimiento del propio tipo del Eneagrama puede despertarse un nuevo sentido de necesidad de ser salvado,
en vez de basarse sólo en las propias estrategias y recursos para la realización personal.
Cada tipo de personalidad se caracteriza por una estrategia distinta para defender y proteger el yo. Esto
significa que la “compulsión” consiste fundamentalmente en evitar algo. Su fuerza en la propia vida se siente
precisamente por eso, aunque no suele reconocerse como problema; en efecto, a menudo se considera como algo
de lo que uno puede enorgullecerse. Aunque las personas no suelen estar orgullosas de lo que llaman sus
pecados, tienden a enorgullecerse de la “compulsión” que caracteriza su tipo de personalidad. Piensan que les
hace superiores a quienes no la tienen.
Emprender este viaje hacia el interior del yo constituye un paso muy grande que puede tener tremendas
consecuencias sobre la forma de verse uno mismo, a Dios y a los demás. Abre nuevos horizontes de conciencia
respecto a lo que ocurre en la propia personalidad, capacitándola por ello para descubrirlo y dominarlo.
El reconocimiento antecedente del propio "tipo de pecado" ayudará a la comprensión y aceptación de las
demás “compulsiones” como otros "tipo de pecado". De este modo, los descubrimientos efectuados a través del
Eneagrama pueden servir para construir la unión con los demás mediante el reconocimiento común de que todas
las personas somos pecadoras, en vez de que el reconocimiento de las propias “compulsiones” haga más intenso
el disgusto o, incluso, la hostilidad hacia ellas. Las “compulsiones” se entienden y experimentan siempre mejor
desde el interior del yo. Uno puede adivinar los motivos e impulsos de los otros, pero ello no supone
conocerlos en su conciencia real.
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Fuerza de Dios
Ven, Espíritu de vida, toca nuestro corazón,
¡Te necesitamos tanto, llénanos!
con tu fuego, con tu fuerza, ven, infúndenos valor,
y de todos nuestros miedos cúranos.
Si nos faltas Tú
¿Cómo aceptar que esta vida se puede vivir con pasión, si nos faltas Tú?
¿Cómo cantar y reír, cómo amar y luchar y soñar, si nos faltas Tú?
¿Cómo consolar a los que sufren, cómo estar por la justicia, si nos faltas Tú?
¿Cómo convencerse que no todo está perdido, y que puede haber salidas, si nos faltas Tú?
Anhelo de vida
Espíritu de vida, ven, llénanos de tu presencia,
sin tu aliento todo muere;
Tú que todo lo sostienes y renuevas día a día,
ya no tardes, ven a darnos nueva vida.
Señor y dador de vida, cuánto te anhela mi corazón, estéril se vuelve todo sin tu calor;
donde Tú estás presente todo renace: la vida, el amor, la ilusión, la paz, la lucha por la justicia y la libertad.
La muerte nos amenaza, por todas partes se oye su voz: violencia, tristeza, angustia, desesperación,
muchos están perdiendo, el gusto por vivir, pero cuando mandas tu aliento vital,
la vida vuelve y todo empieza a cambiar.
Enséñanos a dar vida, a no negarla a nadie jamás, y amarla y a promoverla sin descansar,
dar vida a los que este mundo se la ha negado, al que no le alcanza la salud ni el pan,
y a los que ven pisoteada su dignidad.
Líbranos de acostumbrarnos al milagro de vivir, y de aceptar tantas formas de hacer morir,
líbranos de la apatía ante el sufrimiento; pasión por la vida concédenos sentir,
para llenar de vida el diario vivir.
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“Gimes en mi interior
para realizar
mi condición de hijo”
Sostengo además que los sufrimientos del tiempo presente son cosa de nada
comparados con la gloria que va a revelarse reflejada en nosotros.
De hecho, la humanidad camina impaciente aguardando a que se revele lo que es ser hijos de Dios;
porque, aún sometida al fracaso (no por su gusto, sino por aquél que la sometió),
esta misma humanidad abriga una esperanza:
que se verá liberada de la esclavitud a la decadencia,
para alcanzar la libertad y la gloria de los hijos de Dios.
Pero, además,
precisamente el Espíritu acude en auxilio de nuestra debilidad:
nosotros no sabemos a ciencia cierta lo que debemos pedir,
pero el Espíritu en persona intercede por nosotros con gemidos sin palabras;
y aquél que escruta el corazón conoce la intención del Espíritu,
porque éste intercede por los consagrados como Dios quiere.
Rom.8,18-30
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Como la vida del bebé dentro del útero está tan íntimamente relacionada con la vida de la madre, los
recuerdos del bebé tienen relación con las experiencias y reacciones de la madre. Esta relación se puede entender
fisiológicamente porque cada emoción que sentimos produce cambios hormonales y químicos en nuestro torrente
sanguíneo. Cuando una mujer embarazada siente miedo, ira, rechazo, alegría, paz, confianza, comparte con su
bebé los cambios que se producen en la química de su sangre por medio de la placenta. La madre y el bebé
comparten las mismas emociones y sentimientos.
En el parto el bebé viene al mundo llorando y gritando, no se da cuenta del amor que se tiene por su
anhelada espera, no empieza a absorber ese amor hasta que se le coloca en el pecho de la madre. Al nacer, el
bebé depende de los demás para satisfacer sus necesidades, pero no es totalmente pasivo, ya que tiene muchos
recursos para dar a entender sus necesidades, aunque no puede hacer mucho para satisfacerlas.
La manera como el bebé entiende el amor es a través del contacto corporal especialmente a través de la
forma como se le abraza y se le toca. El bebé entiende el contacto físico porque la piel es nuestro órgano más
grande y con más necesidades, y es el primero en desarrollarse. El contacto corporal en la vida del bebé afecta y
estimula directamente su desarrollo. Aunque el amor y los cuidados de la madre son de crucial importancia durante
la lactancia e infancia, el bebé también necesita que el padre lo cuide y lo toque.
Es muy fácil que un bebé sea lastimado: a menudo tiene frío, está cansado, tiene hambre y casi siempre
está mojado; para el bebé es muy importante verse en los brazos del padre, o ser alimentado con ternura por el
pecho de la madre. El bebé tiene que enfrentar acontecimientos dolorosos durante su desarrollo, como son el
destete o el nacimiento de un hermanito.
Cualquiera que esté cerca de un niño de dos años sabe que las palabras favoritas de la criatura son: “no”,
“mío”, “mí”, “yo”. Al final de la lista está “sí”. El niño trata de hacer su propia voluntad y experimenta la decepción de
la madre y de otras personas por no vivir de acuerdo con las expectativas de éstas. Imaginemos al niño a la edad
de dos años aventando comida, tirando la leche, rompiendo algo o pegándole a otro niño; siendo corregido o
castigado.
El niño se está convirtiendo en él mismo, esto porque está aprendiendo cosas nuevas. Entre otras, está
aprendiendo a caminar, puede pararse en sus dos pies y sentirse importante, e ir a donde quiera. Está aprendiendo
a hablar. Puede sentarse cómodamente y descartar cosas. Está empezando a tener control de su propio cuerpo,
está entrenando sus esfínteres.
Los padres necesitan firmeza para decir “no”, cuando el niño está en peligro, aunque vuelva a probar una y
otra vez la situación. El niño prueba su voluntad contra la de sus padres. Se necesita firmeza para que el niño
aprenda que hay algunas cosas que simplemente no puede elegir hacer. Los padres moldean la sana autonomía
del niño, para ello los padres deben respetar sus propias necesidades y no dejarse manipular por los juegos del
niño. Es necesario enseñar al niño a respetar límites. El error más común es que la voluntad del niño se estrelle
contra la de unos padres demasiado firmes, que constantemente digan no, de modo que el niño nunca tome sus
propias alternativas.
Si se es el primogénito, llega el hermanito menor, si no se es el primero hay que convivir con los hermanos
mayores y menores, el espacio se comparte y no deja de haber conflictos en las relaciones familiares. El niño es
llevado al maternal, al kinder y al preescolar, tiene que aprender a desprenderse de la seguridad que le dan sus
padres, experimenta cierto abandono y tiene que empezar a convivir con otros niños, pierde el espacio seguro de
casa y tiene que enfrentar nuevas relaciones y buscar la manera de hacer amigos.
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Entre los cuatro y seis años posee un “exceso de energía” que le permite convertirse en “autoactivador” o
“iniciador”, especialmente mientras domina tres habilidades: lenguaje, movimiento e imaginación. El niño va
dominando distintas formas de intrusión por medio del lenguaje y de decir: “dame esto”. El niño también se
entromete por medio del movimiento cuando escala para alcanzar cosas que hasta los padres creían que estaban
fuera de su alcance. El niño se entromete especialmente a través de su imaginación porque puede convertirse en
cualquier cosa que se imagina ser.
El niño puede inventar todo tipo de historias para salvarse de un posible castigo por haber roto algo en
casa, o por haber tomado algo sin permiso. Su maravillosa imaginación dispara en el niño lo travieso y la iniciativa
cuando se dispone a explorarlo todo, desde el anaquel más alta de la despensa hasta el fondo del bote de basura.
Pero si el niño va a seguir desarrollando sanamente o no su juguetonería, su curiosidad y su iniciativa, depende de
un factor crítico: el manejo de la culpa. La capacidad para experimentar sentimientos de culpa proviene de una
conciencia que está emergiendo. El niño sabe que algo es malo aunque nadie se lo diga. No tiene que contar con la
opinión pública para saber que es lo que tiene que hacer.
El niño es tan sensible a la culpa que no sólo es probable que se sienta culpable por haber roto algo en
casa, sino que se sienta totalmente responsable y culpable de cosas que poco o nada tiene que ver con ello, tales
como el divorcio de los papás o incluso la muerte de un amigo. A causa de esta extrema sensibilidad, el niño a
quien se le regaña continuamente puede acabar sintiendo un profundo odio hacia sí mismo. Esto sucede porque el
niño con frecuencia es incapaz de distinguir una acción mala de una persona mala.
Hay un fuerte deseo del niño de vincularse estrechamente con los padres. Mucha de la creativa iniciativa y
de la juguetonería provienen de los intentos del niño de ser como sus padres. Mientras el niño trata de imitar la
fuerza de su padre cargando dos pesadas bolsas con víveres, la niña trata de imitar la belleza de su madre
andando por ahí con los zapatos de tacón de mamá.
Al tratar de volverse como los padres, el niño empieza a hacer comparaciones entre él y sus padres. El
niño puede comenzar a sentirse inadecuado al comparar su tamaño, inteligencia, capacidad sexual o de trabajo con
el de sus padres. El niño aprecia extraordinariamente la forma como se parece o que lo hace convertirse casi
idéntico a sus padres, lo cual le asegura que algún día podrá ser como su madre o como su padre. Y cosas tan
sencillas como el que la madre le permita poner la mesa con ella o que el padre le permita poner cosas en su
carrito de las compras son crucialmente importantes. Esto le da esperanzas al sueño que está detrás de todas las
iniciativas de juego del niño: la esperanza de convertirse en un adulto exactamente igual a mamá o a papá.
El niño puede o no sentirse alentado a probarlo todo. El niño puede ser lastimado cuando se ahoga su
iniciativa para explorar, esto cuando pasa demasiado tiempo mirando la TV. Los cambios de residencia dejan sin
raíces. El niño muchas veces tiene que enfrentar al bravucón del vecindario o del colegio, o experimentar miedo por
un perro o cualquier cosa que lo asuste y provoque pesadillas. Cualquier cosa que provoque sentimientos fuertes
de culpa, por ejemplo: un abuso sexual o un conflicto familiar sin resolver, también ahogan la iniciativa.
Entre los seis y doce años llega la etapa escolar y el niño necesita oír: “lo estás haciendo bien”, “estás
aprendiendo bien”. Pero por cada recuerdo de competencia en que el niño escuchó un halago, la mayoría de las
veces tiene recuerdos de haberse sentido inferior al escuchar “eso está mal”.
El niño se enfoca principalmente a sentirse competente al aprender y hacer bien las cosas, o a sentirse
inferior si fracasa. La escuela no es sólo un lugar para adquirir competencia a través de los conocimientos y
destrezas, sino más bien la oportunidad de experimentar la intimidad del aprendizaje compartido con los
compañeros y maestros; y la oportunidad de hacer equipo para jugar juntos y convivir.
Los maestros tienen un gran poder para hacer sentir al niño competente o inferior. Los demás niños tienen
también un gran poder para modear las reacciones no sólo de sus compañeros de clase, sino incluso de los
maestros. Las escuelas facilitan más que el niño se sienta inferior a que se sienta competente. Por lo general se
elogia nada más a los pocos que están hasta arriba. La competencia escolar le dice al niño que ganó que es
superior, pero a todos los demás les dice que son inferiores. El sistema recompensa sólo a los que tienen mayor
éxito.
Aunque el niño sea competente a su manera, quizá no sea recompensado. El niño que muestra ser
competente en el arte, la música, el baile o el deporte, por lo general no recibe los elogios que se dan a los que son
competentes en la lectura, escritura y matemáticas, las destrezas que se enfatizan más en la escuela. En la libreta
de calificaciones del niño se elogia por su diez en el examen de matemáticas, pero se ignora el hecho de
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que
empezó el semestre con un amigo y ahora tiene cuatro. El artista, a menudo, se sentirá incompetente durante los
años escolares, no porque no tenga dones, sino porque sus dones no son afirmados en la escuela.
Muchas veces en la escuela, el niño tiene miedo al ridículo y a la vergüenza, que apenas puede prestar
atención a cualquier otra cosa. A muchos niños se les ridiculiza en la escuela, muchos maestros tratan cruelmente
a sus alumnos, en muchos casos hay insultos, abusos y golpes.
Entre los doce y quince años, el púber se dispone a emprender la transición de la infancia a la
adolescencia. Durante esta transición se vacila entre ser muy niño, ser festivo y juguetón, o muy adolescente,
vestirse formalmente. Ya sea frente al espejo o en cualquier parte, el púber hace el escrutinio de cada nuevo brote
de acné y se hace las preguntas por su identidad: ¿quién soy?, ¿qué estoy haciendo aquí?, ¿qué voy a ser?
En muchos casos el púber escucha esta expresión que interioriza con mucha culpa: “Dios ve el sexo como
malo, y tú eres malo porque no puedes vivir como Dios quiere”. En esta etapa de “baja tolerancia”, el púber se
avergüenza de sus padres y encuentra siempre una manera de rebelarse. Un púber puede rebelarse contra un Dios
que, como sus padres, siempre lo critica y nunca lo abraza, lo ama solamente cuando tiene éxito o, como ocurre
con un padre ausente, nunca se puede contar con él.
Con frecuencia, para el púber, es necesaria una crisis de fe para poder descartar la imagen de Dios que
tienen los padres y encontrar la propia. Una crisis de éstas, a menudo causa serio conflicto entre los padres y el
púber, pero puede ser sana porque ahora el púber se puede comprometer con un Dios que actúa diferente de sus
padres falibles y que ama más de lo que sus padres nunca imaginaron. Para el púber vivir en conflicto es normal.
Las heridas en el área de la sexualidad son tan sólo una de las muchas que el púber puede sufrir durante
estos años turbulentos. Otras heridas pueden ser: materias reprobadas, discusiones entre los padres, rompimiento
con la novia o el novio, discusiones con los hermanos y padres, pérdida o alejamiento de un amigo o amiga
cercana, estrés a causa de una enfermedad o lesión. Muchos púberes tratan de olvidar el dolor volviéndose al
sexo, el cigarro, las drogas o al alcohol.
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- ¡Escuchad!
Y añadió:
Mc. 4,1-9
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Remover la tierra
Recuerdos de la concepción y gestación
Ocupaste un espacio estando en el útero..., fuiste o no deseado…, qué iban diciendo cuando iban a consulta…, qué te han
contado..., qué decía el médico: “ya no cabías”…, qué decían de tu papá…, que pasaba con tu espera…, dabas maromas…,
tenías mucho lugar donde brincar y moverte..., hablaba tu mamá contigo..., se comunicaba contigo a través de su vientre...,
comienza a formarse tu cerebro..., tus extremidades..., tu cabeza es mayor a tu tronco…, tus manos comienzan a
desprenderse de tu brazo..., tus pies adquieren forma diminuta…, recupera frente a este momento ¿de qué te das cuenta?
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Recuerdos del parto y primeros días de vida
Dónde naciste…., quién te recibió…, cómo fue el parto..., cómo estaba tu mamá..., tenía miedo o estaba contenta o nadie la
acompañó..., qué te han contado..., quiénes estaban ahí..., quién preparó el lugar donde dormías..., era un moisés o cuna o en
la cama de tus papás..., cuál fue tu calificación médica...., qué dijeron de ti: “es hermoso… peludito… es idéntico a…”, cómo
fue tu alimentación..., la lactancia…, tuviste o no reflujo?..., eras llorón o no..., eras tranquilo…, decían expresiones como
“parece que no había niño aquí”..., cómo escogieron tu nombre..., qué significado tenía y por qué..., ese bebé nació entre
cantos, risas o entre enojos..., divorcio, separación o alguien falleció..., había armonía entre papás o pleitos durante esa
época..., qué iban diciendo: ”déjalo que llore eso le va a reforzar sus pulmones, que llore bien”…, desde el bebé que eras,
cómo se sintió oír esto..., escribe lo que recuerdes, tus sentimientos..., recuerda las fotos que te vengan a la memoria de esa
etapa, trata de escribir desde ese bebé cómo se sentía no desde el adulto.
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Aprendiste a caminar con dos pies y te sostenías…, cómo era el espacio en que te movías..., no te hacías daño por donde
andabas..., eras activo o no..., comienzas a hablar..., quién entendía y atendía tus necesidades…, de buen modo o se
desesperaban contigo..., tenías que hacer alguna maniobra para obtener lo que necesitabas..., para que te pusieran
atención... del primer al tercer año trata de recordar cómo eras tratado por tus hermanos..., qué lugar tenías..., quién te
echaba flores..., cuál era tu gracia o qué te repetían constantemente.: ”qué pasó, en qué quedamos..., eras el bonito o el feo...,
eras el más parecido al abuelito o a la abuelita, a tu mamá o a tu papá..., con el genio del papá o de la mamá…, la sonrisa de
mamá o de papá..., aprendiste a ir al baño en esta etapa…, cómo te enseñaron..., qué te decían..., quién te limpiaba cuándo
no llegabas al baño y en qué actitud..., y tú cómo estabas ante esto..., aprender a ir al baño, es deshacerte de lo que no sirve:
aprendiste a deshacerte de lo que no te sirve..., eres estreñido desde esa época..., quizá tus padres trabajaban, con quién te
dejaban..., cómo viviste eso…, estabas sólo o con tus otros hermanos..., te vivías triste o alegre..., cuando te mandaron al
kinder qué expresiones oíste..., cómo estabas tú ante esto..., si no recuerdas nada no te preocupes, checa que sientes al no
poder escribir nada, ni recordar lo que viviste..., si hay sentimientos identifícalos y escríbeles, puedes hacer un dibujo.
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Si afirmamos no tener pecado, nosotros mismos nos extraviamos y no llevamos dentro la verdad.
Si reconocemos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo,
cancela nuestros pecados y nos limpia de toda injusticia.
Hijos, les escribo esto para que no pequen; pero, en caso de que uno peque,
tenemos un defensor ante el Padre, Jesús, Mesías justo, que ha expiado nuestros pecados,
y no sólo los nuestros, sino también los del mundo entero.
Quien dice estar en la luz mientras odia a su hermano, no ha salido de las tinieblas.
Quien ama a su hermano habita en la luz, y en la luz no se tropieza.
En cambio, quien odia a su hermano está en las tienieblas y camina en las tinieblas sin saber adónde va,
porque las tinieblas le han cegado los ojos.
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Tipos de personalidad
en el Eneagrama
Nueve puntos
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2. Los DOS evitan reconocer que tienen necesidades. Ven rápidamente las necesidades de los otros y
se preocupan por descubrir las que tienen los demás. Se enorgullecen de ser serviciales, en especial con quien
tengan alguna relación privilegiada. Cuando se inspeccionan a sí mismos, no admiten necesitar ayuda de nadie, ni
tener necesidades propias a las que atender. Para ellos es importante no admitir sus necesidades.
3. Los TRES evitan el fracaso. Hay algo que siempre les impulsa a trabajar en pos del éxito. Su
personalidad se identifica con el éxito que logran. En consecuencia, tratan de evitar los fracasos de cualquier tipo,
aún con un costo grande para sí mismos y para los demás.
4. Los CUATRO evitan la mediocridad. Para ellos es muy importante ser especiales. Se experimentan a
sí mismos como personas refinadas y de gran sensibilidad; de ningún modo como simples personas corrientes. Se
inclinan a pensar que los demás no les entienden por la singularidad de los sentimientos que experimentan, en
especial los relacionados con la tristeza y la tragedia.
5. Los CINCO evitan el vacío. Se preocupan de aumentar su almacén de conocimientos, que tratan de
adquirir con su propio esfuerzo. Sienten una profunda necesidad de saber más de lo que poco dirán a los demás,
como si el hecho de compartir algo los dejase sin nada. Les parece muy importante no dejarse involucrar en hechos
sociales que les resulten aburridos, que no les ayuden a aprender algo.
6. Los SEIS evitan la transgresión. Consideran que la vida está regida por leyes, reglas y normas. Aparte
de la responsabilidad ante las exigencias que la vida les plantea, tratan de evitar el incumplimiento de sus
obligaciones. Se preocupan por la observancia de todas las reglas, en especial de las dictadas por personas
investidas de autoridad o de las fijadas por escrito. Contemplan esta actitud en términos de lealtad al grupo o
grupos a los que pertenezcan.
7. Los SIETE evitan el dolor. Son optimistas y amantes de la alegría. Para ellos la vida no debe
experimentarse como dolorosa. Evitan saber acontecimientos dolorosos o trastornos en las vidas de los que les
rodean. A menudo dejan de hacer lo que habían pensado por las dificultades e incomodidades que supone su
ejecución.
8. Los OCHO evitan la debilidad. Se glorían de ser personas fuertes. Perciben la vida como una lucha
por lo correcto. El hecho de que el mundo no sea como debiera, significa que deben intervenir en todo lo
equivocado y desenmascarar su injusticia y fingimientos. Les gusta poner en claro las cosas con los demás.
Están alertas ante la posibilidad de que pasen por delante de ellos y se cuidan mucho de no aparecer ante los
demás como débiles en ningún sentido.
9. Los NUEVE evitan el conflicto. Se sienten incómodos ante cualquier tensión o falta de armonía entre
las personas. Para ellos nada tiene mayor importancia que la paz y la moderación. Se preocupan mucho, no sólo
de mantener su propia tranquilidad interna, lo que es fácil de conseguir, sino la paz entre quienes les rodean.
Sienten la necesidad de que otros les impulsen a la acción, porque si no carecen de incentivos para hacer cosas.
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Característica dominante
“Cualquier tipo puede hacer cualquier cosa, las razones para hacerlas serán distintas”
1. El tipo UNO, es el perfeccionista moral y el reformador ético. Tienden a tener una ira no del todo
admitida; tienden a ser críticos, especialmente consigo mismos, y a ver la vida como una escena de heroísmo
moral.
2. El tipo DOS es la quintaesencia del colaborador, que va por la vida encontrándose con las
necesidades de los demás, pero, entre tanto, no reconoce las suyas. Son el grupo de gente más interpersonal, y
están siempre preocupados por la calidad de las relaciones que pueden mantener con los otros. Si ellos se
encuentran en alguna necesidad, lo negarán, tienen tendencia a convertirse en manipuladores. Aunque son sanos,
dulces, seductores e increíblemente generosos para perdonar.
3. El tipo TRES es el que está orientado al éxito. El héroe de elevada energía que logra todo lo que se
propone. Ponen sus necesidades emocionales en primer término e intentan conseguir el amor a través del
rendimiento. Socialmente son astutos y son capaces de presentar una imagen acorde con la situación que sea
precisa en un momento determinado. Se sienten atrapados por el trabajo de manera obsesiva. Son capaces de
ponerse en contacto con el amor y con otros valores personales.
4. El tipo CUATRO pertenece a la categoría de sujetos románticos y artísticos. Les gusta compartir en
colonias de artistas, por ejemplo, porque creen que nadie puede llegar a comprender la profundidad de sus
emociones. Su compulsión es ser diferentes, especiales, auténticos y tomar el componente emocional de la vida de
forma más seria que el resto de las cosas. Tienen una curiosa habilidad para revolcarse en el dolor, que los hace
emocionalmente más profundos que los demás.
6. El tipo SEIS es la persona temerosa que contempla cada situación preguntándose qué es lo que
puede ir mal. Son ambivalentes con respecto a la autoridad: leales o sospechosos de ella. Les encanta mantener
unido a cualquier grupo. Tienen tendencia a desear que todas las leyes estén vigentes, de forma que nadie del
grupo pueda apartarse del centro.
7. El tipo SIETE es la persona que le encanta el optimismo y el humor. Son enérgicos, a menudo tienen
un problema de desarrollo, porque evitan el dolor con excesivo empeño. Cuando no se encuentran muy bien, son
adictos a cualquier tipo de placer y tienden a no quedarse quietos. Si la situación es favorable, se convierten en
personas emprendedoras, debido a su amplio abanico de intereses y vitalidad.
8. El tipo OCHO es la persona que considera que el mundo significa poder. Son muy poderosos por sí
mismos. Rechazan la debilidad y constantemente presionan a la gente que tienen a su alrededor. Paradójicamente
son los campeones de la gente desvalida en su mundo, y dedican inmensas cantidades de tiempo y de talento para
intentar que los desfavorecidos obtengan justicia.
9. Los tipo NUEVE son los que buscan la paz. No quieren conflictos, tienen un perfil emocional bastante
bajo. No se comprometen con ninguna posición hasta que la tempestad haya amainado. Son gente con fuerte
agresión pasiva. Están más dispuestos a complacer para no conflictuarse. Su problema es una cierta indolencia
espiritual. Pueden hacer verdaderos esfuerzos para enmascarar el hecho de que no cuidan demasiado de las
preocupaciones espirituales de sus vidas.
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No te limites a averiguar quién eres: el Eneagrama, ¡un mapa para descubrir quién puedes llegar a ser!
Descripción abreviada
UNO El perfeccionista
Por regla general, el perfeccionista es una persona aficionada al orden, a quien le gusta trabajar bien y que
se siente a gusto entre los demás, manteniendo las distancias; es capaz de mantener una conversación inteligente,
pero muy a menudo pretende llevar la razón.
El perfeccionista no suele hacer gala de sus sentimientos, tal vez porque los controla demasiado, y le gusta
la crítica, pero nunca la que va dirigida hacia él; al fin y al cabo él es “Don perfecto”; cuando así ocurre, se vuelve
duro, puede responder de forma hiriente y mostrarse muy enfadado.
Pero cuando el perfeccionista alcanza un nivel de armonía salen a relucir cualidades como la tolerancia y el
buen juicio. Consciente como nunca de la realidad, sus opiniones y sus consejos resultarán sabios y bien
razonados.
En el extremo opuesto, el tipo insano se vuelve intolerante e injusto. No es capaz de admitir que se ha
equivocado, pese a que los hechos demuestren lo contrario. Apenas es capaz de contener la agresividad.
DOS El ayudador
El ayudador es de esas personas entrañables, cariñosas, capaz de dejar a medias una conversación en
una fiesta para ir a otro rincón a hacer compañía a alguien que se encuentra solo o está triste. Le gusta profundizar
en las amistades, aunque a veces no se da cuenta de que es demasiado absorbente, de que puede llegar a ser
“empalagoso-a” y contraproducente tanta ayuda como ofrece, y de que su actitud llega a resultar arrogante, por
mostrar tanta superioridad. En cierto modo se cree que los demás le necesitan, que él está por encima y que es su
obligación ofrecer todo ese amor de que dispone. Y los demás deberían agradecérselo.
El ayudador en sus niveles más altos, más equilibrados, sí resulta ser generoso de una forma auténtica,
altruista. Y su preocupación por los demás es genuina, pero le ocurrirá sólo si él mismo ha sido capaz de hacer
frente a sus necesidades emocionales y de todo tipo. Porque el ayudador insano, en los niveles más bajos, pierde
contacto con la realidad y llega a creer que todo el mundo le debe mucho porque él ya ha dado mucho, cuando lo
que hace es manipular a la gente: entonces no duda en emplear el arma de la coacción emocional, la manipulación.
Además, la frustración de no saberse superior genera en él agresividad.
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CUATRO El artista
El artista es un ser sensible, hasta cierto punto romántico, que vive con fuerza la necesidad de expresar
sus sentimientos mediante expresiones artísticas, acciones hermosas, grandes pensamientos o guardándoselas en
los más profundo de su ser. Muestra una cierta tendencia a ser autocompasivo y hacia la melancolía, porque
considera que los demás no lo comprenden. Soñador empedernido, cae a menudo en la introversión, aunque eso
suele ser fruto de un interés por proteger sus sentimientos.
En los niveles más altos de salud, el artista muestra toda su fortaleza emocional; seguro de sí mismo,
abierto y sensible, es capaz de grandes logros creativos, gracias a una mezcla poco frecuente de intuición y
reflexión.
Pero en los niveles más bajos, llega con frecuencia a la depresión; son momentos en los que no se gusta
en absoluto, se desprecia y se autocastiga envolviéndose en un aire de tristeza y soledad, vive intensamente la
tragedia.
CINCO El observador
Al tipo cinco del eneagrama, el observador, le corresponde la pasión de la avaricia. Efectivamente, el
observador es un personaje ávido de conocimientos, de experiencias, con grandes cualidades de análisis y
capacidad de abstracción. En el colegio sus apuntes y sus resúmenes eran los más apreciados. Todo es debido a
la postura que adopta ante la vida: prefiere observar a participar, acumular información para elaborar sus propias
teorías a compartirla con los demás. En el fondo, no es mas que una táctica defensiva, para protegerse de un
entorno que en ocasiones cree conflictivo y agresivo.
Pero en sus más altos niveles de armonía, el tipo cinco, el observador, alcanza rasgos de genialidad. Su
especial percepción del mundo y su capacidad de análisis lo revalorizan como persona; entonces será apreciado y
amado, una de sus más grandes aspiraciones.
En el sentido contrario, el observador insano huye de la realidad, del contacto con los demás; colecciona
cosas de forma compulsiva, se obsesiona con temas de nulo interés para los demás y sufre, en último extremo,
graves crisis personales.
SEIS El leal
Este tipo de personalidad viene caracterizada por la existencia de una lucha interna; por una parte, aprecia
el orden y la autoridad, y hasta cierto punto lo necesita, pero, por otra, en ocasiones se rebela, para demostrar casi
siempre que también él cuenta y tiene criterio. Es el conflicto también de áquel que se cree miedoso, y para
demostrar a los demás, y a sí mismo, que no es así, desafía el peligro y actúa como un valiente. En ocasiones,
esta dualidad le lleva a ser autoritario y a atribuir a los demás sus propios defectos.
En sus estados más altos de equilibrio, el leal consigue una gran confianza en sí mismo, y eso le
proporciona el respeto y el cariño de los demás. Es el mejor amigo de sus amigos, el hijo más respetuoso, el padre
más cariñoso.
Pero cuando llega a los niveles más bajos o insanos, el leal es sin remedio un ser inseguro, dubitativo, que
depende de los demás para tomar las decisiones más vulgares, más cotidianas. Entonces con una cierta dosis de
masoquismo, es capaz de humillarse para obtener un poco de aprobación.
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SIETE El disfrutador
Activo, extravertido, la personalidad del disfrutador guarda semejanzas con la de un goloso que anda
siempre buscando cosas nuevas para saciar su apetito. Le gusta vivir la vida “a tope”, disfrutar de experiencias
nuevas , pasarlo bien con los amigos, y es capaz de encontrar la faceta “divertida” a cualquier actividad. El
problema es que, de este modo, pasa por la vida de un modo bastante superficial, y ello sería síntoma de la
necesidad encubierta de superar una angustia profunda.
En lo más alto de su equilibrio, con todo, el disfrutador compensa sus necesidades y utiliza su vitalidad y
sus ganas de vivir en cosas prácticas y productivas. Es de aquellas personas que son capaces de hacer muy bien
muchas actividades.
En los escalones más bajos, no obstante, el disfrutador insano adopta una actitud escapista ante la vida, se
refugia en lo superficial y, aunque no se dé cuenta, oculta su angustia menospreciando a los demás.
OCHO El líder
Posee una personalidad fuerte; es enérgico y dinámico, no le asustan los grandes retos y no se deja
amedrentar fácilmente. Suele caer bien porque tiene un gran sentido de lo que es justo y porque sabe captar el
engaño o la falsedad cuando la tiene enfrente. Pero puede pecar de cínico, pues no ahorra críticas y diatribas a los
demás. Un enfrentamiento directo con el “líder” puede resultar devastador; buen conocedor de la gente, no duda en
utilizar esos conocimientos para desmontar cualquier argumento, a veces de forma vengativa y agresiva; así pues,
es preferible dar rodeos cuando se desee algo de él.
No obstante, en su estado de mayor equilibrio, en el más alto grado de salud, este tipo es un personaje
entrañable por lo que tiene de comprensivo, de tolerante. Es capaz, asimismo, de transmitir a las personas que le
rodean la fortaleza y la energía que lo caracterizan.
En el otro extremo, en los niveles más bajos de equilibrio, franquea constantemente la frontera de la
agresividad; resulta vengativo, despiadado en sus juicios acerca de los demás, intolerante.
NUEVE El pacificador
Por lo general poco dado a grandes demostraciones de actividad, el pacífico es un ser al que le cuesta
poco que los demás le califiquen como remolón, un poco perezoso. En efecto, es pasivo, e incluso un poco
humilde, pero esconde algo en su interior que gusta a los demás: es muy optimista. Tal vez porque rehúye los
conflictos y los problemas, los “capotea” con mil argumentos y vive, ficticiamente, en estado de tranquilidad. En el
fondo es conformista y si ha de luchar por algo será siempre por dejar las cosas igual que como están.
No es difícil que alcance los niveles más altos de armonía para sentirse realizado. Es entonces una
persona completa, paciente, que sabe escuchar y apoyar a sus allegados.
Pero el tipo de personalidad pacificadora puede llegar a los niveles más bajos de equilibrio a fuerza de
reprimirse, de controlarse; se convierte entonces en algo parecido a un vegetal, pierde identidad, se muestra
indolente e incapaz de asumir la mínima responsabilidad.
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1. Los UNO
( ) 01. Me esfuerzo mucho por corregir mis faltas.
( ) 04. Con frecuencia me enfado conmigo mismo por no hacer mejor las cosas.
( ) 07. Con frecuencia mis propias críticas y las de otros “pululan” (dan de vueltas) en mi cabeza.
( ) 12. Frecuentemente siento que el tiempo pasa deprisa y que queda demasiado por hacer.
( ) 18. Me da la sensación de que tengo que ser perfecto para que otros me amen o me aprueben.
( ) 19. Con frecuencia me siento frustrado porque ni yo ni los demás somos como debiéramos.
( ) 20. Parece que veo todo en términos de correcto o equivocado, bueno o malo.
Suma ( )
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2. Los DOS
( ) 01. Hay muchas personas que dependen de mi ayuda y generosidad.
( ) 02. Pongo más interés en servir a los demás que en cualquier otra cosa.
( ) 03. Necesito ser importante en la vida de otras personas. Me gusta que la gente me necesite.
( ) 06. Me gusta rescatar a las personas que veo que están en apuros o en situaciones embarazosas.
( ) 07. Me siento casi obligado a ayudar a otras personas, les guste o no.
( ) 08. A menudo hay personas que se me acercan pidiéndome que las conforte y les aconseje.
( ) 09. Muchas veces me encuentro sobrecargado por la dependencia de otros respecto de mí.
( ) 11. A veces creo que los otros no me aprecian de verdad por lo que hago por ellos.
( ) 16. Merezco estar en primer término en la vida de algunos por todo lo que he hecho por ellos.
( ) 18. Cuando tengo tiempo libre, me dedico con frecuencia a ayudar a los demás.
( ) 19. Me comunico con mis amigos más a menudo de lo que ellos se comunican conmigo.
Suma ( )
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3. Los TRES
( ) 01. Me gusta actuar, trabajar y estar activo.
( ) 06. Me gusta tener objetivos claros y saber en qué punto me encuentro para obtenerlos.
( ) 07. Me gustan los diagramas de proceso y otros indicadores acerca de cómo me desenvuelvo.
( ) 11. Para lograr el éxito, a veces hay que poner entre paréntesis las propias normas.
( ) 12. Cuando miro mi pasado, suelo recordar más lo que hice bien que lo que hice mal.
( ) 13. Odio que me digan que no marcha bien algo que estoy haciendo.
( ) 14. Prefiero estar implicado en el desarrollo de una operación que observar cómo marcha.
( ) 16. Me identifico tanto con mi trabajo o rol que me olvido de quién soy.
( ) 18. Creo que necesito lograr muchas cosas para que los demás me aprecien.
Suma ( )
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4. Los CUATRO
( ) 01. La mayoría de la gente no aprecia la auténtica belleza de la vida.
( ) 05. La mayoría de la gente no tiene unos sentimientos tan profundos como los míos.
( ) 06. Es frecuente que otras personas carezcan de la capacidad para comprender mis sentimientos.
( ) 07. Me gusta hacer las cosas bien y con clase, con categoría.
( ) 09. Me gusta mucho el teatro y fantaseo como si estuviese en escena, soy buen actor.
( ) 14. Pierdo el sentido de dónde acaban mis sentimientos y dónde comienzan los de los demás.
( ) 15. Me parece que el fin de unas relaciones me afecta más que a la mayoría.
( ) 16. Vibro con la figura del "payaso trágico", sonriendo a través del llanto.
( ) 18. Me encuentro a mí mismo pasando por altibajos, cuando estoy en medio no me siento vivo.
( ) 19. Me acusan de ser muy dramático, pero en realidad no entiende mis sentimientos.
( ) 20. La expresión artística es muy importante para mí como medio para canalizar mis emociones.
Suma ( )
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5. Los CINCO
( ) 01. Suelo guardar mis sentimientos para mí.
( ) 02. Me mantengo con lo que tengo y recojo elementos que puede que necesite algún día.
( ) 04. Desde el punto de vista intelectual, me gusta sintetizar y reunir ideas diferentes.
( ) 05. Me quedo mudo cuando estoy en una situación embarazosa o me preguntan cómo me siento.
( ) 08. A menudo me siento detrás y observo a los demás en vez de involucrarme en la acción.
( ) 10. Me da la sensación de que soy más callado que otros, cuando me preguntan lo que yo pienso.
( ) 12. Si surge un problema, primero lo estudio por mi cuenta y luego lo discuto con los demás.
( ) 13. Me resulta muy difícil ser asertivo, decir las cosas como yo las veo.
( ) 15. Me gusta ver las cosas en perspectiva, retroceder e incluirlo todo, no dejo nada fuera.
( ) 16. Tiendo a ser tacaño con mi tiempo, mi dinero y mi yo, mis sentimientos.
( ) 18. Cuando estoy enfadado pienso con frecuencia en mí o en los otros como "locos" o "idiotas".
( ) 19. Mi tono de voz es suave y a menudo tienen que pedirme que hable más alto. Esto me irrita.
Suma ( )
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6. Los SEIS
( ) 01. Básicamente, soy una persona moderada.
( ) 04. Antes de tomar una decisión, obtengo información para estar seguro de que estoy preparado.
( ) 05. Pienso durante mucho tiempo porque necesito explorar exhaustivamente las diversas opciones.
( ) 06. Me pregunto a menudo si tengo suficiente valor para hacer lo que hay que hacer.
( ) 09. Sin leyes estrictas, es difícil decir lo que tienen que hacer las personas.
( ) 10. Con frecuencia, suelo actuar con sentido del deber y responsabilidad.
( ) 13. Tiendo a dividir el mundo en bandos y me preocupa de qué lado están las personas.
( ) 15. Prefiero que las cosas tengan establecido el principio y el fin a que se dejen abiertas sin más.
( ) 16. Evalúo a los otros en relación con la posibilidad de que constituyan o no una amenaza para mí.
( ) 20. Con frecuencia fantaseo sobre mi asunto como si desempeñara el puesto de "héroe".
Suma ( )
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7. Los SIETE
( ) 01. Parece que soy menos desconfiado que otras personas respecto de los demás y sus motivos.
( ) 04. Me gustaría que los demás estuviesen mejor dispuestos respecto a todo.
( ) 06. Suelo fijarme en el lado bueno de las cosas y dejar de lado el aspecto negativo de la vida.
( ) 19. Suelo pasar de una cosa a otra en vez de profundizar en una sola.
Suma ( )
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8. Los OCHO
( ) 01. Me desenvuelvo muy bien manteniendo lo que quiero y luchando por ello.
( ) 02. Me doy cuenta rápidamente de los puntos débiles de los demás y los ataco si me provocan.
( ) 09. Tengo dificultad para aceptar y expresar mi lado tierno, agradable, suave, "femenino".
Suma ( )
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9. Los NUEVE
( ) 01. La mayoría de la gente se preocupa demasiado por las cosas.
( ) 02. No merece la pena molestarse por la mayor parte de las cosas de la vida.
( ) 11. Trato de encontrar enfoques de las cosas que no supongan un gasto de energía considerable.
( ) 13. Puedo ser un árbitro desapasionado porque para mí las dos partes son igual de buenas.
( ) 17. Tiendo a quitar importancia a las cosas para que los demás se tranquilicen.
( ) 20. "Por qué estar de pie cuando se puede estar sentado o mejor tumbado”
Suma ( )
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Centros de personalidad
Centro Emocional Centro Intelectual Centro Impulsivo
CORAZON CABEZA VISCERAS
sentir pensar-hacer relacionarse
Problemática
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Las triadas
Los tipos de personalidad se proyectan en el eneagrama para dar lugar a triadas que reúnen a tres tipos
distintos más relacionadas entre sí que con los demás.
Los nueve caracteres que muestra el eneagrama de las personas se agrupan en tres triadas: la del sentir,
la del hacer y la del relacionarse.
No es una división al azar: cada triada incluye los tres tipos de personalidad que más se avienen con ella,
es decir, que mejor caracterizan las ventajas y los inconvenientes de cada uno de los tipos.
En cada triada, además, uno de los tres caracteres sobrepasa la facultad a que hace referencia, hacer,
sentir o relacionarse, otro de los caracteres lo subexplota y el tercero se muestra en un término medio.
Sea como sea, los tres tipos de la esfera del sentir comparten ventajas y desventajas en relación con los
sentimientos, es decir, cuando están en equilibrio, o sanos, sus sentimientos son lo más positivo y admirable de su
personalidad. Por el contrario, cuando se muestran malsanos, sus sentimientos pierden la armonía que los
caracteriza y suelen mostrarse hostiles.
Los tres tipos tienen en común la gran capacidad para llevar a buen puerto las tareas que se imponen y es
frecuente, siempre que sepan mantener el equilibrio, que alcancen importantes metas. Por el contrario, cuando
caen del equilibrio se muestran inseguros, lo que les ha de provocar angustia.
Tienen en común estos tipos la facilidad con que se relacionan con su entorno, y no es de extrañar, pues,
que sean gente popular y que entre ellos surja algún líder, siempre y cuando conserven el equilibrio; sean sanos.
En caso contrario, pueden resultar crueles e intolerantes, pues tienen problemas para contener su agresividad.
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Al entrar en escena
UNO "Aquí estoy: yo les diré lo que está mal".
DOS "¿Te puedo ayudar en algo?".
TRES "¿Ves que bien lo hago?".
CUATRO "¿Hay alguien tan profundo y original como yo?".
CINCO "¿Cómo podré prevenirme para controlar esta situación?".
SEIS "¿Qué es lo que tengo que hacer?".
SIETE "¿Cómo podré sacar más provecho de esto?".
OCHO "Aquí estoy; yo tengo el poder ¿quién se atreve a quitármelo?".
NUEVE "Aquí estoy: la cosa es tranquila".
La motivación principal
UNO siempre quiere estar en lo correcto y tener la razón en todo.
DOS sentirse amado, necesitado, apreciado, expresar sentimientos por el otro.
TRES quiere ser apreciado, distinguirse, ser admirado, impresionar.
CUATRO quiere comprenderse a sí mismo para poderse expresar hermosamente.
CINCO quiere comprender su medio ambiente, defenderse de amenazas.
SEIS desea seguridad, gustarle a la gente y contar con su aprobación.
SIETE quiere ser feliz, divertirse, entretenerse, escapar de su ansiedad.
OCHO quiere ser autosuficiente, actuar de acuerdo a sus intereses, imponerse.
NUEVE desea unión con los otros, conservar las cosas, ignorar lo que lo altera.
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1. Los UNO
Los UNO evitan la ira porque son perfeccionistas. No se permiten la "imperfección" de airarse. No
muestran ira; la han suprimido, hasta el punto incluso de no sentirla de manera consciente. A menudo sus voces
denotarán un tono de irritación y su conducta será nerviosa. Con frecuencia expresarán a sus amigos íntimos
resentimiento respecto de las faltas de los demás y el daño inferido por ellos.
A causa de las expectativas de los UNOS sobre la perfección de la vida, tienden a mostrarse preocupados
porque las cosas nunca son como deberían ser. Sienten resentimiento por ello, pero suelen reaccionar poniendo
doble empeño en hacer bien las cosas. Pasan mucho tiempo revisando y preparando lo que hay que hacer,
arreglando la casa, etc. Son los perfectos amos y amas de casa, contables meticulosos y profesores que insisten
en que hay que repetir las lecciones si la primera vez no lo han hecho bien. Siempre están dispuestos a emplear
más tiempo en una tarea, ya que para ellos es muy importante que esté bien hecha. Como creen que la perfección
en la que hacen hincapié es alcanzable, trabajan con empeño con ese fin.
La gran importancia que dan a la perfección les lleva a menudo a la frustración y a la insatisfacción con lo
que ven en sí mismos y a su alrededor. Sobrevaloran en gran medida la perfección, en especial ante las
limitaciones del tiempo y de la naturaleza humana, pero no están dispuestos a aceptar esta verdad. Para ellos no
está bien hacer las cosas imperfectas. Siempre se ven a sí mismos tratando de hacer lo que está bien y esperan
que los demás hagan lo mismo. Les molesta que otros no procuren corregir lo que está mal y hacerlo bien con el
mismo empeño que ellos.
Una buena pregunta es: ¿Por qué necesitan siempre que las cosas estén perfectas?. Según su punto
de vista la respuesta es que sólo son aceptables como personas cuando son perfectos. Han crecido con la idea de
que salvo que sean perfectos, no resultan aceptables. De niños han sido los típicos "buen chico" o "buena
chica". Disponen de una crítica interna que comprueba continuamente posibles faltas, del mismo modo que el
control supervisa al presentador de televisión mediante un auricular. Por esta crítica interna, a menudo responden a
críticas de sí mismos que parecen no provenir de ninguna parte. Llegan a interrumpirse en medio de una frase
para responder a una objeción. Se inclinan a revisar el pasado con todo detalle, en especial el día recién pasado,
hasta el punto de analizar lo sucedido en cada momento. Les gustan los detalles del pasado y es probable que
anoten en un diario la hora exacta, el minuto, de despertarse o cuando alguien se ha reunido con ellos. Todo esto
hay que ponerlo en relación con sus comprobaciones sobre si actuaron bien o mal. También tienden a hacer lo
mismo cuando se reúnen con otros. Serán rigoristas buscando detalles del pasado por temor a que se pase por alto
algo que deba considerarse. Mientras tanto, los demás se morderán las uñas esperando seguir con el orden del día
y tomar algunas decisiones respecto al futuro.
Al analizar el pasado, los UNO vuelven una y otra vez a los mismos argumentos, planteando con frecuencia
las mismas dudas y objeciones, aunque los demás hayan dado por zanjeada la cuestión. Para los UNO es difícil
dejar de lado una cuestión sobre lo bueno o malo de algo. Esto se debe a que la crítica interna está siempre
dispuesta a destapar las antiguas objeciones y no parece nunca satisfecha sobre la bondad o corrección de algo.
Las objeciones a la conducta pasada pueden surgir en cualquier momento, incluso fuera de contexto con el
presente. Esta insatisfacción les causa intranquilidad y nerviosismo. Parecen "hipertensos". La frustración reprimida
les provoca irritabilidad en la voz. Lo que en el pasado constituyó una falta se guarda dentro y las nuevas faltas de
ellos mismos o de otros se añaden a la colección que conservan para pensar en ellas.
Por supuesto que los UNO no son conscientes de la represión de la ira, aunque les molesten las
imperfecciones. Consideran inaceptables las faltas y defectos de los demás, pero los UNO no dicen a nadie cuáles
son sus faltas. Esperan de las personas que sean conscientes de las faltas y las corrijan. Esta postura frente a los
demás lleva a que los UNO se adapten mal a su medio. Experimentan una intolerancia no manifestada por la
forma de ser de las cosas. Piensan constantemente en las mejoras necesarias tanto en ellos como en los demás:
éstos piensan que los UNO están en general insatisfechos por algo.
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Los UNO se obstinan también en hacer las cosas a su modo. Tienden a mostrarse impacientes con los
procedimientos tradicionales, "probados con el paso del tiempo". Cuando ven una forma simple y directa de hacer
algo tratan de manipular a los demás para que lo hagan de ese modo. Los detalles sobre cómo se hace algo les
resultan tan importantes que puede cegarles sobre valores superiores. "El árbol no suele dejarles ver el bosque",
perdiéndose de tal manera en los detalles que llegan a no percatarse de que algunas cosas deberían hacerse
antes.
Esta meticulosidad les hace ser muy lentos para tomar decisiones. Insisten en que una decisión no debe
tomarse hasta que no se hayan estudiado todos los detalles. Cuando se trata de lograr su cooperación, no
conviene apremiarlos para que tomen una decisión instantánea, porque, en ese caso, es fácil que su respuesta sea
negativa. Les parece que no hay tiempo suficiente para pensar si algo está bien o mal. Cuando son jefes de grupo,
no son capaces de comenzar una reunión de trabajo mientras no hayan llegado todos los participantes. Desde su
punto de vista, el grupo no puede funcionar hasta que no sea perfecto, o sea, hasta que no estén todos los
miembros presentes.
Con frecuencia los UNO se excusan ante los demás. Dicen "En esto no soy experto. No hubiera hecho esto
de este modo. No había tiempo suficiente para hacerlo bien", expresando así simplemente insatisfacción con ellos
mismos. Nunca les parece que haya bastante tiempo para hacer las cosas bien. No soportan el desorden; dicen:
"Hay un sitio para cada cosa y cada cosa debe estar en su sitio". Se encontrarán psicológicamente bien en la
medida en que puedan tratar de hacer las cosas de acuerdo con sus propias normas de perfección. Sin embargo,
cuando se sienten superados por una montaña de trabajo, surge un problema real. Cuando ven que carecen del
tiempo o la energía necesarios para desarrollar sus tareas verdaderamente bien, es probable que se sientan muy
desanimados, pudiendo caer incluso en la melancolía y en la depresión. En consecuencia acabarán por no hacer
nada, salvo sentirse resentidos contra los demás y pisoteados por ellos.
Al lado de esta compulsividad, tienen muchas cualidades atractivas. Resultan admirables por tratar de
ser perfectos siempre. De niños es probable que fuesen muy fieles a la realización de su trabajo escolar, aún en el
supuesto de que tuvieran que sacrificar aspectos festivos. Harán cualquier sacrificio con tal de que las cosas salgan
bien. Están dipuestos a hacer muchas horas extraordinarias trabajando en la preparación de algo y prestan gran
atención a la limpieza y el orden.
Como compañeros, los UNO pueden ser divertidos porque a menudo son muy entretenidos y agradables.
Son animados hablando y de una sencillez encantadora en su forma de hacer una observación o de ir al grano. Con
frecuencia señalan cuando hablan. Su insistencia en tomar en serio todos los detalles puede hacer de hechos muy
ordinarios, como el momento exacto en que ocurre algo, cosas significativas sobre las que hablar y recordar. Están
en contacto muy directo con la vida cotidiana. El hecho de que piensen en todo lo necesario para hacer mejor las
cosas puede estimular a los demás a tratar de hacer más esfuerzos por mejorar. Su preocupación por el orden y la
limpieza los hace adaptables y atractivos para vivir.
Han de ser apreciados de modo especial por su honradez y carácter directo. Hacen hincapié en la justicia
para todos. Aunque se suele atender mejor a quienes tienen poder o riquezas, los UNO pasan por alto las
pretensiones de superioridad y tratan por igual a todas las personas, porque eso mismo esperan de los demás.
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2. Los DOS
Los DOS evitan reconocer sus propias necesidades; en efecto, siempre están ocupados en satisfacer
las necesidades de los demás. Tras este espíritu servicial, tienen una necesidad profunda de obtener algo de la
persona a la que ayudan. Lo que buscan a cambio, sin que probablemente sean conscientes de ello, es amor y
aprecio, en especial si se expresa como dependencia de los demás respecto de ellos. En realidad, son personas
muy necesitadas. La razón de su preocupación por ayudar a otro consiste en llamar la atención de esa persona
sobre ellos mismos. Esta es su táctica para conseguir el amor. Su incapacidad para percatarse de esta táctica
proviene de que evitan admitir los verdaderos motivos de la necesidad personal que tienen de servir a otros.
Los DOS "necesitan ser necesarios". Dedican su atención a la forma de responder a las necesidades de
los demás, en especial si se trata de personas importantes para ellos. En cierta ocasión, en un partido de dobles en
una cancha de tenis que carecía de un vallado adecuado, la principal preocupación de un DOS consistía en recoger
las pelotas que salían fuera. Esta preocupación por satisfacer las necesidades de los demás es la forma principal
de relacionarse de un DOS. A menudo, los DOS arrostrarán molestias para descubrir las cosas preferidas por su
amigo: qué comida o qué ropa le agrada. Esperan que el amigo o amiga se percate de lo que han hecho para
agradarle. Si no cae en la cuenta, el DOS quedará muy contrariado con profundos sentimientos de haber sido
herido. El amigo puede extrañarse por su reacción, diciéndole al DOS que "hace una montaña de nada". Por regla
general, los DOS no se enfrentan abiertamente a los otros con ira, pero expresan su malestar por haber sido
"despreciados" diciendo, quizá con lágrimas, que no les aprecian todo lo que hacen. Incluso pueden desquitarse
haciendo comentarios maliciosos sobre sus amigos a los demás.
Los DOS valoran el tiempo sobre todo en la medida en que se emplea en las relaciones personales. En las
reuniones se concentran en atender a otras personas o en captar su atención sirviendo café, por ejemplo. Miden el
interés de una reunión por la buena relación que puedan establecer con alguno de los presentes, más que por el
mayor o menor cumplimiento de la agenda de la misma.
Al considerarse como auxiliadores de los demás, a menudo escogen una profesión caracterizada por el
servicio. En ese trabajo existe el peligro de que se excedan procurando establecer relaciones personales con
quienes reciben su ayuda. Pueden tratar de hacerlo mediante diversos tipos de manipulación para convertir a los
otros en dependientes de los servicios que puedan prestarles, de manera que persista la intimidad personal. Por
todo ello, se sienten orgullosos de su sacrificio personal en favor de los demás. Como consejeros, procuran que el
cliente quede entusiasmado con las sesiones y se centre sólo en aquellas necesidades que pueden satisfacerse
con sus propios recursos de amistad y consejo.
Su compulsión de necesitar ser necesarios los sitúa en gran desventaja frente a los demás cuando éstos
no necesitan ayuda o la rechazan. No importa el grado de necesidad de algunas personas; simplemente se resisten
a permanecer en la situación de dependencia que los DOS tratan de crear. ¿Qué ocurre si el DOS no encuentra a
nadie a quien ayudar?. Según su punto de vista cuando no hay nada que hacer a favor de los demás, no hay
nada que hacer en absoluto.
Es fácil ver y admirar las cualidades positivas características de los DOS. Son bondadosos, sensibles y
preocupados por el bien de los demás. Están dispuestos a hacer grandes sacrificios para ayudar. Conceden gran
valor a las relaciones personales. Son personas cálidas, táctiles; quieren tocar a los otros, tomarles de la mano y
hacerlos estar cómodos y felices.
Siempre están dispuestos a acoger a otro en su casa. Lejos de permanecer en su mundo, en cuanto entran
en contacto con otra persona procuran conocerla bien y quieren que se sienta importante y amada. Hablan mucho
de las necesidades de los otros. Están dispuestos a acudir a cualquier sitio con tal de ayudar a otras personas de la
familia o de fuera. Tienen gran simpatía y se acercan a los demás con sensibilidad y los brazos abiertos. No puede
extrañarnos que los demás piensen a menudo que son "santos vivientes". Los DOS son por naturaleza no
violentos. Pueden mostrar incluso una inocencia feliz ante los males reales del mundo. En vez de condenar a los
otros por sus errores morales o de otro tipo, tratan de ayudarles en el infortunio que se derive de esos errores. Para
el DOS, lo importante es ayudar a los otros, no juzgarlos ni condenarlos.
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3. Los TRES
La compulsión de los TRES consiste en evitar el fracaso. Los TRES crecen pensando que su valor
personal se centra simplemente en el éxito de sus logros. En consecuencia, tienden a poner su identidad como
personas en el papel que desempeñan. A lo largo de la vida pueden cambiar sus roles, pero valoran su vida según
el éxito obtenido en el papel que desempeñan en cada momento concreto. Desde su punto de vista, el fracaso es
intolerable. Ponen toda su energía en conseguir éxitos en la tarea o rol que hayan emprendido, si bien suelen
hacerse cargo sólo de aquello que ofrece bastantes posibilidades de tener éxito y no aceptan lo arriesgado.
Para ellos, el éxito incluye la eficiencia. Se preocupan de hacer las cosas de la mejor manera posible.
Creen que el éxito depende de una buena organización y de una adecuada planificación. Insisten en poner por
escrito los fines y objetivos y son minuciosos en la evaluación de la ejecución. Como el éxito en lo que emprenden
tiene la máxima importancia, no sólo sacrifican su vida por él, sino que esperan de los demás que estén dispuestos
a hacer sacrificios personales semejantes. Exigen un trabajo bien hecho y no comprenden la ineficiencia ni la
aparente pérdida de tiempo en la ejecución. Tienden a ser intolerantes ante cualquier incompetencia de otros.
La imagen proyectada en la opinión pública es decisiva para el éxito, tal y como ellos lo interpretan. Como
vendedores, creen a pies juntillas en el producto que venden. Pueden incluso no darse cuenta de que la sinceridad
que proyectan quizá no concuerde con la verdad que conocen en lo profundo de sus corazones. A su modo de ver,
son sinceros, porque sus corazones crecen al proyectar una imagen que venderá el producto. Casi
inconscientemente manifiestan en público sentimientos que consideran apropiados para lograr el éxito. En
consecuencia, sacrifican sus sentimientos innatos en beneficio de la creación de una imagen cara al público.
Tienden a carecer de vida privada y personal, pero se dejan avasallar por su rol y por lo que tratan de lograr.
Tienen fuertes sentimientos personales, pero los dejan de lado para tenerlos en cuenta en otros momentos.
Después de todo, no quieren que sus sentimientos personales tiren por la borda el éxito por el que trabajan. En
consecuencia, resulta típico en ellos llevar una máscara, la persona jungiana, que pone en evidencia su rol, pero
impide que los demás lo conozcan personalmente. Llevan la máscara de su rol sin darse cuenta.
A los TRES les gusta escoger una profesión en la que puedan montar su propia exhibición. Se hacen
vendedores, ejecutivos de negocios, incluso médicos. Cualquiera que sea su rol, constituye su vida real. Se
identifican tanto con su empresa que tienden a pasar por alto las contribuciones que hacen los demás a favor de su
éxito. A veces, manipulan a los demás para conseguir la realización de un trabajo o el éxito. Pueden ser muy fríos
en las cuestiones que consideran claves de su éxito, y necesitan acumular éxitos, uno tras otro, de manera que no
se satisfacen nunca.
Muchos de los valores que resultan importantes a los TRES son también admirados y necesarios para los
demás. El gran esfuerzo que hacen para organizarlo todo constituye un auténtico beneficio. Su insistencia en una
definición clara de objetivos, descripciones de trabajo y normas para la evaluación del éxito o el fracaso lleva a que
la gente trabaje unida y tenga un espíritu común. No se preocupan demasiado por los detalles, pero recuerdan
continuamente a los demás los objetivos del trabajo y una visión de futuro. Su gran determinación para conseguir el
éxito genera energía para ampliar el trabajo e involucrar a más personas para que trabajen en la empresa.
Generalmente exhiben una fuerte tendencia a la acción. Aún cuando no tengan presente ningún objetivo
claro o no sepan qué hacer a continuación, siguen moviéndose aunque sólo sea para resolver papeles o
deambular. Como su impulso hacia la actividad es tan fuerte, les resulta muy incómodo decidir no hacer nada,
independientemente de las razones.
Los TRES son buenos componentes de un equipo. La imagen que irradian arrastra a los demás a la
actividad y crea un sentido de satisfacción por el trabajo en algo verdaderamente digno de esfuerzo. Su
entusiasmo es muy contagioso. Estimulan a los demás a poner más cuidado en las apariencias externas y en la
acción cooperativa sin altibajos. Su fuerte motivación mantiene alerta a los demás y aviva para hacer mayores
esfuerzos a favor de la empresa común.
Suelen ser grandes conversadores. Parece que nunca se les acaban las palabras. Su presencia anima y
entretiene. Pueden hacer que una verdad resuene al máximo. Como llaman la atención, su apariencia es agradable
en todos los sentidos, incluso en su forma de vestir.
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Trabajar para un TRES puede ser magnífico. Los TRES no andan pendientes del reloj, esperando que
todos fichen a la entrada y a la salida en el momento justo. No se meten con la falta de puntualidad ni con alguien
que necesite irse a casa antes de la hora, siempre que se haga el trabajo. Su dedicación al éxito asegura a quien
entre en su organización que pasa a formar parte de un equipo ganador.
Son también buenos consejeros o directores espirituales. Son muy objetivos y pueden ayudar a los demás
a organizar sus vidas de acuerdo con fines que merezcan la pena. Estimulan a los demás a plantearse para qué
viven y a dar los pasos adecuados según sus esperanzas y convicciones.
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4. Los CUATRO
La compulsión de los CUATRO consiste en evitar ser del montón, lo que significa que se sienten muy
diferentes del resto. Esta diferencia se debe en especial al sentido de lo trágico de sus vidas. A menudo este
sentimiento se originó porque de pequeños crecieron sintiéndose abandonados por el padre, la madre o por ambos.
Sienten que los demás no comprenden su soledad y los sufrimientos que han padecido. Este sentido de tragedia
personal les hace sentirse personas especiales.
Les resulta difícil sentirse naturales y espontáneos. Pueden ensayar cómo quieren aparecer ante los
demás, como los actores. Nunca creen haber logrado el desenfado que desean tener. Los demás consideran que
tienen un "encanto estudiado". Con frecuencia son dolorosamente conscientes de estar representando un papel,
de actuar ante los demás, en vez de ser ellos mismos. Ansían la sencillez, pero da la sensación de que nunca la
alcanzan. Les encanta el teatro, pero, cuando asisten a una función, se identifican con la acción, en vez de
experimentar la representación como una forma de profundizar en la vida misma.
Su sonrisa manifiesta que son especiales, que comprenden las cosas mejor que los demás. Esto les da
cierto aire de superioridad o reserva aunque parezcan cálidos y amigables. No es fácil conocerlos bien. Visten de
manera informal, pero con notable gusto y elegancia. Incluso su expresión corporal manifiesta que son especiales,
que los demás no tienen tan buen gusto o estilo, ni sienten las cosas con tanta profundidad.
Parece que los CUATRO miran siempre hacia adelante para iniciar sus verdaderas vidas. Envidian a
quienes parecen más naturales que ellos, pero esperan que cuando comience de verdad su vida, descubrirán cómo
ser naturales. Les da la sensación de que aun no se han implicado de manera suficientemente profunda en el
sentimiento de estar de verdad vivos. Lo que les hace sentirse realmente vivos en la intensidad de la emoción, sea
de alegría o de tristeza. Ansían sentimientos profundos. Sentirse neutrales les supone estar vivos a medias.
Encuentran terriblemente difícil decir adiós porque tratan de profundizar en las emociones trágicas de la
separación. Los sentimientos de tristeza, dolor y demás infortunios cautivan su atención. Se inclinan a rememorar
los aspectos tristes de su pasado, lamentándose por las oportunidades perdidas, su infancia desgraciada u otras
experiencias lesivas de soledad o abandono a causa de otros. Esto puede hacerles taciturnos y perder el sentido
de esperanza en la vida.
Su carácter especial les hace difícil entablar relaciones íntimas que, por supuesto, dependen de la
reciprocidad y de la igualdad. Como tienden a sentirse incomprendidos, atraerán a los demás hacia ellos aunque no
les darán acceso a su verdadero espacio íntimo. Pueden hacer pensar que disfrutan al describirse como marcados
por la tragedia, pero, cuando explican lo que han pasado, tratan de decir lo especiales que se sienten.
Los CUATRO son personas atractivas por sus notables cualidades. Son de corazón muy compasivo.
Saben lo que es el dolor y lo que se siente cuando se vive la incomprensión o el abandono. Por su gran
sensibilidad, sienten profundamente heridas que los demás ni siquiera sentirían o no les darían importancia.
Los CUATRO suelen tener una personalidad encantadora. Muestran buen gusto y maneras elegantes,
muy alejados de cuanto sea burdo o tosco.
Aunque pueda resultar difícil conocerlos realmente bien, por su distinción y originalidad, su sola presencia
se convierte en un regalo especial para los demás.
Otra de sus grandes cualidades es su innato sentido de la expresión simbólica que va más allá de lo que
pueden transmitir las palabras. Su misma compañía acrecienta la consciencia de la persona sobre la belleza, el
gusto, la elegancia y la poesía. A menudo optan por ser poetas, músicos, actores o artistas. Pueden ser creativos,
no sólo en la forma de expresar sus sentimientos sino también en la de configurar su ambiente inmediato. Su
facilidad para ser originales, por ejemplo, en el modo de decorar sus habitaciones, estimula a los demás a tratar de
poner una nota de originalidad en las cosas en vez de hacer ni más ni menos lo que hacen los demás.
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5. Los CINCO
Los CINCO tienen una compulsión a evitar el vacío. A menudo, proyectan hacia afuera su sentimiento de
vacío interior, considerando que los demás tienen pensamientos superficiales. Con el fin de llenar su propio vacío,
los CINCO se apartan de los demás, física o mentalmente, para pensar y reconstruir la realidad siguiendo alguna
pauta de significado. Son observadores de la vida mucho más que participantes. Aún cuando tratan de escapar de
la soledad, parecen quedarse en la periferia de los hechos en vez de implicarse profundamente en lo que sucede.
Se esfuerzan por saber lo que ocurre sin estar exactamente en ello.
Su silencio resulta con frecuencia molesto para los demás. Parece que saben mucho más de lo que dicen.
A menudo esperan hasta el final de una reunión para decir algo, resumen entonces todo lo dicho con brillante
síntesis. Cuando manifiestan lo que han pensado, presentan algo parecido a un tratado: hacen una exposición por
puntos diferentes y se esfuerzan para que cada punto quede perfectamente claro. Como este tipo de discurso no
suele ser muy adecuado para una charla de café o similar, el aburrimiento que provocan en los demás los hace
sentir que éstos son demasiado superficiales como para interesarse por lo que les tienen que decir. Eso hace a los
CINCO proclives a permanecer en silencio. En todo caso, sólo dirán una parte de lo que saben. Decirlo todo
equivaldría a dejarles la sensación de quedar vacíos.
Como agudos observadores de la realidad, se percatan de todo y lo guardan en su interior. Para ellos es
muy importante no hacerle al tonto. Quieron conocer todos los aspectos de un tema o situación antes de sentirse
en disposición de decir algo acerca de ello. Como necesitan mucho tiempo para este estudio y reflexión, dedican
todo el que disponen para sus proyectos y no quieren perderlo con las instrusiones de otros. Esto los hace muy
celosos de su intimidad. Necesitan espacio privado para conocer la realidad. Entienden por realidad la corrección
de juicio respecto a lo observable. Sin esa verdad interior de juicio, se sentirían ignorantes. Para llegar a ese juicio
correcto, insisten en realizar el proceso de estudio e investigación en total soledad.
Esta ansia por llenar el vacío interior con el saber es consecuencia, a menudo, de una infancia pasada en
soledad y abandono de los padres, en especial de un contacto pobre con la madre. De niños, es probable que se
sintieran diferentes de los demás miembros de la familia, pudiendo haber tenido incluso dudas persistentes sobre si
eran hijos auténticos de sus padres. Por una u otra razón, aprendieron pronto a dominar sus sentimientos de
soledad retirándose a su propio mundo interior, que llenaban con la información que percibían y almacenaban.
Buscaban las oportunidades de apartarse de los demás para pensar por su cuenta. Para ellos, la vida llega a
consistir más en la reflexión y la comprensión que en la implicación y la interacción. Se apartan para conocer, y
este conocimiento les da la sensación de plenitud. Sobre todo, quieren evitar volverse locos. Como emplean mucho
tiempo para llegar a ser sabios, siempre están preparándose, de modo que lo que por fin expresan está bien
pensado y será cierto.
Su reserva y falta de compromiso puede resultar molesto para los demás. A menudo parecen perdidos en
sus propios pensamientos. Su sentido del presente es pobre, lo que los lleva a olvidarse de nombres, llegando a no
reconocer a personas con las que han estado recientemente. En las reuniones sociales se encuentran muy
incómodos, tratando de hablar poco. Para escapar del aburrimiento, se marchan discretamente sin decir por qué, o
aún diciendo adiós. De forma igualmente silenciosa, pueden asistir a una reunión, mientras los otros hablan. Para
ellos, el tiempo es oro y si algo no les beneficia, no ven razón alguna para perder el tiempo.
Su tendencia característica a apartarse de los otros para quedarse solos con sus pensamientos les provoca
a menudo la sensación de quedarse fuera de lo que ocurre. Quieren participar en le vida social con los demás pero,
al mismo tiempo, no están dispuestos a sacrificar la distancia para ello. Son remisos a comprometerse con otros
porque esos compromisos pueden llevarlos a perder un tiempo precioso para estar solos. Necesitan ser solitarios
para no sentirse explotados y vacíos. Esto les lleva a evitar pedir ayuda a los otros. Es característico que trabajen
por su cuenta y comuniquen después sus conclusiones a los otros. Sólo de ese modo sienten que la vida puede
mantenerse en la perspectiva adecuada.
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Los CINCO suelen ser tacaños con su tiempo y con lo que aprenden. No les pasa por la cabeza que lo que
reciben como saber han de compartirlo con los demás. Valoran el saber como un tesoro en sí mismo que puede
llenar su vacío interior, con independencia de que lo comuniquen a los demás. Construyen sus propios recursos
cognoscitivos como algo que han de conservar.
Cuando sus admiradores les dicen que deben saber mucho sobre algo, dado que leen mucho, dicen que no
tienen tiempo para saberlo todo. No es falsa humildad; así es como perciben la situación. Para ellos, nunca hay
tiempo suficiente para conocer bien algo, es decir, desde todos los puntos de vista, lo que consideran necesario
saber para poder decir mucho sobre un tema. Cuando se les pregunta cómo se sienten, responden en términos de
lo que piensan. Perciben la realidad según lo que es significativo, más que de acuerdo a lo que sienten. No
carecen de sentimientos profundos, pero creen que no son tan importantes como lo que saben sobre algo. Con
frecuencia lo único que pretenden es conservar sus sentimientos sin expresarlos. En todo caso, les resulta difícil
conectar con sus sentimientos porque habitualmente no viven en un nivel emocional. Cuando hablan, los oyentes
notan que su voz tiene pocas variaciones emocionales. Esto proviene de su forma de compartimentar la vida
propia de los CINCO.
Tienen muchas cualidades atractivas. Son oyentes muy perceptivos. Como padres, tienen la capacidad de
penetrar en los corazones de sus hijos y muestran gran interés por la significación subyacente de todo lo que
experimentan. Les gusta delegar la responsabilidad y animar a los otros a que tomen sus propias decisiones y a
que hagan las cosas por su cuenta. Como personas, son amables y hablan con suavidad extrema.
Otra cualidad atractiva de los CINCO consiste en que consideran que la vida está plena de significado.
En los hechos buscan pautas y significados profundos subyacentes a lo ordinario. Hacen grandes esfuerzos para
comunicarse claramente con los demás cuando hablan y para traducir materias complejas en un lenguaje conciso y
comprensible. Siempre les parece importante que se entienda todo.
Asimismo, no son personas críticas. Su enfoque de la realidad no se orienta desde el punto de vista del
juicio, si algo es correcto o equivocado, bueno o malo. Para ellos, todo es interesante. Consideran que para saber
algo hay que emplear mucho tiempo y, en cualquier materia, prestar atención a muchos aspectos antes de poder
emitir un juicio válido. Este enfoque no judicial de la vida les proporciona también una especial agudeza que apunta
al sentido de lo absurdo. Son capaces de ver el aspecto humorístico de casi todo, de una forma retorcida que suele
ser muy apreciada por los demás, en especial cuando surge de forma totalmente inesperada.
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6. Los SEIS
Los SEIS consideran que la vida les plantea grandes exigencias. Estas exigencias provienen de las
expectativas de los demás, en especial del grupo al que pertenecen. En consecuencia, viven con grandes
aprensiones y muchos temores.
Es probable que de niños tuviesen la experiencia de un padre o figura paterna muy estricto. La escuela
suponía adaptarse a las exigencias, e incluso a las indicaciones, de su profesor. Crecieron con la actitud de que la
autoridad externa ha de decidir todas las cuestiones. Se preocupan mucho por la obediencia a cuanto exija la ley.
Necesitan la total ausencia de ambigüedad respecto a lo que está bien y lo que está mal. Para lograr esto,
apelan a reglas o documentos de la institución que sea. Aparte de tal autoridad o legitimación, carecen de
autoconfianza para tomar decisiones. Este apego a la autoridad se produce, por supuesto, para conseguir
seguridad. Que la autoridad defina lo que hay que hacer y lo que no, y cómo han de ser los demás. Dentro del
marco de la ley, se mueven con libertad, pero es muy probable que se queden inmovilizados ante cualquier cosa
que vaya más allá de las normas. Dicen: "Eso es ir demasiado lejos. Es pasarse de la raya".
Como se identifican con las normas del grupo, necesitan pertenecer a uno específico. Quieren saber quién
pertenece al grupo y quién no. De este modo, propenden a dividir el mundo en "ellos" y "nosotros". Incluso tienden
a ser paranoides respecto de posibles amenazas al bienestar del grupo, dado que las amenazas pueden venir de
cualquier parte. Son muy cuidadosos para que no se produzcan desviaciones de las reglas y normas del grupo.
Perciben cualquier desviación de los otros como un grave error y no dudan en señalar a quien se desvía o la misma
desviación. Están muy seguros de sí mismos cuando exigen a todos los miembros de su grupo que se ajusten a las
reglas. Aunque ellos mismos trasgreden esas normas, no lo admitirán con facilidad, ni siquiera a sí mismos.
Tardan en saber qué hacer con el tiempo libre. Consideran que el tiempo ha de emplearse en cumplir con
alguna responsabilidad encargada por una autoridad exterior. Quieren utilizar todo el tiempo de manera
responsable, pero, si no les dicen con claridad lo que se les pide, se muestran inseguros. Cuando quieren comprar
algo en una tienda dudan mucho antes de decidir qué escoger y sienten la necesidad de pedir la opinión de alguien,
aunque sea un desconocido. Con frecuencia encubren su incertidumbre buscando qué hacer de forma muy
hiperactiva, haciendo poco o nada.
Los SEIS no son emprendedores. Aunque estén dispuestos a trabajar mucho, necesitan una dirección
externa. Para ellos, es muy importante no tomar decisiones erróneas. Esto les hace muy cautelosos. A menudo
evitan tomar una decisión, aunque "no decidir sea ya decidir". Rehuyen riesgos hasta el punto de perder muchas
oportunidades en la vida.
Problema muy importante para ellos es la inseguridad. Experimentan mucho miedo y ansiedad. Parece
que siempre hay algo ante lo que ser aprensivo. Con frecuencia temen lo desconocido, el futuro incierto. Se sienten
mucho más seguros con los "probado y comprobado" del pasado que experimentando nuevas formas de hacer
las cosas. Lo que otros considerarán como una aventura o desafío encantador, los SEIS lo verán como amenaza.
Prefieren repetir lo que han hecho muy bien en el pasado. Les falta confianza en las capacidades que en realidad
tienen, aunque nunca las hayan puesto en práctica, al menos no de un modo concreto. Simplemente, les asusta el
cambio. Se debe esto a su profunda falta de confianza en su propia capacidad de tomar decisiones o de ensayar
cosas nuevas.
Experimentan la vida como llena de peligros y exigencias. Esto significa que deben ser muy cuidadosos
en todo lo que hagan de acuerdo con sus responsabilidades. Dado que piensan que tendrán problemas si no se
ajustan a lo que se espera de ellos, necesitan precaución. La lectura seria también representa una amenaza para
ellos. De algún modo, se sienten responsables de conocer todo lo que leen. Consideran importante cada palabra
impresa, como si les plantease alguna exigencia. Esta compulsión a sentirse responsables de lo que leen supone
para ellos un gran obstáculo para el aprendizaje. A menudo les impide leer mucho.
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Con frecuencia sienten que la mejor forma de afrontar el peligro es un fuerte ataque. Como se sienten
inseguros, es fácil que consideren que cualquier oposición a ellos mismos o al grupo es muy peligrosa e incluso
maliciosa. Para protegerse, combaten vigorosamente, a menudo con argumentos en forma de amenazas "en
nombre de la ley". Otra forma de tomar la ofensiva es mediante la palabra "nunca". Dicen: "Nunca lo permitiré", o
"nunca cambiaré".
Esta inseguridad ante las exigencias que perciben en la vida tiende a hacer a los SEIS personas muy serias
y bastante carentes de humor. Quizá deseen no tomarse la vida tan en serio, pero su compulsión a la
responsabilidad les lleva a adoptar esa postura. Aparecen la aprensión y el miedo. Aunque su experiencia pasada
demuestre que a menudo sus miedos son infundados y las cosas marchan bien, siguen temiendo al futuro.
Los SEIS muestran una auténtica hospitalidad. Son personas muy leales y se dedican en cuerpo y alma al
grupo al que pertenecen. Pareja a esta lealtad surge un calor de devoción y compañerismo. Dan gran importancia a
la vida del grupo y hacen grandes sacrificios por él. Pueden desenvolverse muy bien en puestos ejecutivos o de
dirección por su sentido de responsabilidad y dedicación al grupo. Para actuar bien en esos puestos necesitan
líneas orientadoras adecuadas, claras y carentes de ambigüedad. Cuando saben lo que espera de ellos, son muy
buenos trabajadores. Con frecuencia, los otros se quedan atónitos ante la velocidad, precisión y finura de su
trabajo. Como empleados, se preocupan al máximo de ser puntuales y no suelen tener inconveniente en trabajar
más tiempo del estipulado siempre que lo sepan quienes tienen autoridad.
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7. Los SIETE
La compulsión de los SIETE consiste en evitar el dolor, físico o psicológico. Los SIETE se encuentran a
disgusto con personas demasiado serias, laboriosas o conflictivas. Para ellos, la vida debe ser alegre y planean
desarrollarla así. Pueden incluso hacer de cosas desagradables, como dietas o penitencias, algo de alguna manera
más divertida. En medio de una discusión familiar, son capaces de interrumpir a alguien y proponer que vayan
todos a tomarse un helado.
Para evitar el dolor, los SIETE hacen planes de diversión para el futuro. Tienden a ser optimistas en todo
pasando por alto lo incómodo o erróneo. Como quieren ver el lado bueno de todo, los demás los consideran muy
agradables, aunque más bien superficiales.
Los SIETE sienten la necesidad de escapar de todo lo desagradable, aunque enfrentarse a ello pueda
redundar en crecimiento personal y en logros mayores. Esta huida del dolor puede llevarles a diversas formas de
autoindulgencia. Les es difícil dejar de hacer lo que les resulta placentero. Quieren seguir gustando lo que sabe
bien; para ellos, si algo es bueno, más es mejor. Probablemente enfoquen la vida de este modo porque se criaron
en un ambiente familiar cálido, feliz, llevándose consigo ese calor. Parece que siempre buscan una comodidad
perdida.
Los SIETE piensan que la realidad consiste en hacer planes. Miran al futuro con alegría por los planes que
tienen. No obstante, el presente puede plantearles problemas que tienden a eludir. En vez de empeñarse en el
trabajo concienzudo y en los detalles de la implantación de sus planes, se dedican a hacer más planes o se evaden
mediante diversiones. Como necesitan pasarlo bien con todo lo que hacen, cuando una tarea se les hace costosa,
tienden a dejarla, aunque, si un proyecto les absorbe, es probable que lo rematen. En consecuencia, trabajan a
impulsos. Cuando se entusiasman con algo, pueden desarrollar mucho trabajo, satisfaciéndoles mucho sus logros.
Los otros pueden sentirse muy molestos con sus retrasos pensando que no pueden fiarse de que hagan las cosas
a tiempo. Los SIETE suelen retrasarse en todo.
Evidentemente, entre sus cualidades está la de de su capacidad de gozar de la vida. Aportan un sentido de
plenitud de gozo a cualquier familia o grupo. Disponen de medios para realzar cualquier situación y embargar a
todo el mundo en el carro del "buen vivir". Su optimismo innato puede ayudar a los demás a creer que "todo irá
perfectamente bien".
Los SIETE disfrutan hablando, en especial contando relatos sobre personas. Aunque esto puede conducir a
la murmuración, sus relatos pretenden entretener más que hacer daño a nadie. Tratan siempre de hacer felices a
los demás e incluso en medio de desastres pueden hallar el lado bueno de la vida. Tal como ellos lo ven hay muy
pocas cosas en la vida que no puedan disfrutarse. Con frecuencia sonríen y ríen y, de manera un tanto infantil,
tienden a ver en todos y en todo lo bueno. Una de sus palabras preferidas es "bonito". Les resulta fácil disfrutar
con todo lo que encuentran y tratan de ser ellos mismos muy agradables.
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8. Los OCHO
Los OCHO tienen una compulsión a evitar cualquier muestra de debilidad. Ven la vida como una lucha
por el poder y tratan de situarse en la cima. Tienden a intimidar y parece que buscan la pelea. Con frecuencia dicen
no.
Algunos se sorprenden de que los OCHO tengan muy pocos remordimientos o ninguno por deshacerse de
otros. Tal como los OCHO ven a los demás, hay mucha gente beligerante o hipócrita. Están siempre dispuestos a
las confrontaciones con los demás. Hacen suya la tarea de desenmascarar los fingimientos y la injusticia de los
demás y, para hacerlo, utilizan un lenguaje expresivo o vulgar. Están prestos a percatarse del lado débil de los
demás y dispuestos a atacar esas debilidades si se les provoca.
Los OCHO sienten la necesidad interna de derribar a todos a los que consideran inferiores a sí mismos.
Rápidamente calan las intenciones de los demás a través de sus afirmaciones de poder. No dudan en decirle a otro
lo que quieren o esperan. Les resulta más satisfactoria la vida cuando se enfrentan a otros porque ven la realidad
como un objeto a controlar. Disfrutan siendo personas fuertes y respetan a quienes son fuertes. Como admiran su
propia fortaleza, rápidamente pierden el respeto por quienes parecen buscar compromisos. Les parecen "sosos".
Consideran que hay muchas personas débiles, crédulas y pusilánimes, y están dispuestos a encargarse de
aconsejarles que se dispongan a luchar.
Los OCHO son auténticos cruzados en favor de lo que consideran bueno y en contra de lo que les parece
erróneo. Sólo se unirán a otro si adopta una postura firme contra todos los que estén en el error. Advierten a sus
amigos para que no dejen que nadie les pise. A menudo los OCHO ven la necesidad de cambios radicales en la
forma de ejercer la autoridad y suelen estar dispuestos a tomar la estructura de poder, sea la que sea.
Por su agresividad, los demás pueden no descubrir sus cualidades. No obstante, el valor es amor fuerte y
los OCHO sobreabundan en valor. Están dispuestos a defender a la gente con independencia de quien o de lo que
les amenace. Perciben con facilidad las actitudes aprovechadas de quienes están arriba, en la Iglesia o en
sociedad. Aunque pueden pisar a muchos, creen que tienen razones para hacerlo y no les asusta salir heridos en el
proceso. Su autoafirmación puede estimular a otros menos valerosos a expresar sus sentimientos reales en vez de
ocultarlos por miedo a que los rechacen. Por regla general, no suelen temer el rechazo ni preocuparse de lo que
piensen los demás. Procuran satisfacerse a sí mismos o a decir lo que piensan de los demás sin importarles como
les siente.
Su habilidad para seguir su propia iniciativa o, al menos, para llamar la atención de los demás sobre alguna
cuestión, puede satisfacer grandes necesidades de la sociedad o de cualquier grupo. Captan la atención de los
otros e insisten en hacer lo que ellos mismos digan. No suelen ocultar su insatisfacción y lo ponen de manifiesto
con claridad, de modo que sea posible afrontar la cuestión de alguna manera.
Los OCHO son admirables por el entusiasmo que ponen en todo lo que hacen. Tienen mucha energía
para volcarla en el trabajo, en el juego o para afrontar nuevos desafíos. Están dispuestos a involucrarse en todo y a
aportar a cualquier situación expectativas intensas. Consideran que, de este modo, la vida no es aburrida.
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9. Los NUEVE
Los NUEVE tienen una compulsión a evitar el conflicto. Se debe esto a que viven la vida con un nivel de
energía muy bajo y necesitan evitar la tensión. En general, se sienten interiormente muy pacíficos, pero también
consideran importante que no surjan conflictos externos. Para ellos, la realidad consisten en la armonía. Cuando se
producen conflictos, se enfrentan a ellos negando la importancia de los problemas que los provocan. Dicen: "¿Por
qué excitarse tanto? ¿Qué importancia tiene?". Tal como ellos lo ven, la mayoría de las cosas de la vida
carecen de gran importancia.
Probablemente, la forma de habérselas con la realidad de los NUEVE se deba a la falta de atención
prestada por sus padres, en especial por sus madres, cuando eran niños. Quizá sus padres no fueron personas
afectivas o temieran estropear a sus hijos. Los NUEVE se enfrentan a esta falta de amor diciendo que nada tiene
importancia. Tienen una compulsión a negar su propio valor e importancia. Incluso con su lenguaje corporal
parecen decir: "En realidad, no importo".
Los NUEVE son espectadores típicos de televisión. No obstante, para ellos es importante que no haya
grandes variaciones en la programación regular. Un noticiario no programado, por ejemplo, les inquieta mucho
porque interrumpe el horario previsto. Su respuesta puede consistir en dormirse. A menudo prestan gran atención a
los deportes, a jugar a las cartas y coleccionar chucherías. Disfrutan con una vida estática y se aferran a lo que les
resulta familiar. Como puede que experimenten tensiones si van al encuentro de gentes desconocidas,
generalmente evitan esas situaciones. Se contentan conservando a sus viejos amigos y procuran atraerlos más a
su vida.
Como los NUEVE evitan excitarse con cualquier cosa, a menudo rehúsan hacer cosas, con alguna excusa.
Tienden a retrasarse en las citas e incluso a olvidarse por completo de ellas. Para ellos, el tiempo pasa sin más, sin
saber adónde va. Les es importante que todo esté bien programado. Les satisface mucho la rutina, porque
significa la ausencia de conflictos y no tener que tomar nuevas decisiones. Cuando alguien les pide que hagan algo
más de lo acostumbrado, no protestan, pero habrá que esperar hasta que acaben todo lo que estaban haciendo.
Los NUEVE tienen muchas cualidades admirables que son auténticos regalos para los demás. Su misma
presencia puede llevar a otras personas a adoptar la tranquilidad que muchas necesitan. Su postura nada
amenazadora ayuda a que los otros se tranquilicen y se hagan más pacíficos. Dan gran valor a la armonía y la paz,
importante para cualquier grupo. Su auténtica disponibilidad para escuchar cualquier dificultad que les planteen
los demás actúa como lenitivo o tranquilizante en cualquier situación de intranquilidad. Están a prueba de bomba
respecto a cualquier situación de la que puedan distanciarse. En cambio es raro que den algún consejo, pero
ayudan a los demás a ver en perspectiva sus problemas, indicando posibles reacciones exageradas a la situación.
Los NUEVE son árbitros naturales entre miembros enfrentados de la familia y facilitadores de la
reconciliación. Insisten para que todos se sienten y hablen de sus diferencias. En esos casos, pueden ser muy
imparciales en sus juicios. Lo importante para ellos es la armonía y la paz entre las personas. No debe permitirse
nada que interfiera en ello; no hay valor más importante. Para ellos, la paz siempre es posible.
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DOS El ayudador
El tipo de personalidad DOS, el ayudador, corresponde en el eneagrama de las pasiones, a la soberbia y
expresa ante los demás esa pasión como superioridad. Es alguien que se cree superior a los demás, que es mejor,
y tan convencido está de ello que no alardea ni se esfuerza lo más mínimo en demostrarlo. Confiado, seguro de sí
mismo, desde esa posición de superioridad de la que dice gozar hace gala de su generosidad, pues se siente en la
necesidad de dar amor, de ofrecer constantemente su ayuda como una forma, por así decirlo, de compensar su
excelencia.
En realidad, en lo más íntimo de su ser el ayudador sabe que es una persona emocionalmente incompleta
que pretende, precisamente por esa ansia de ayudar, hacerse querer, ganar los puntos necesarios para
convertirse, finalmente, en la persona que desearía ser, el mejor. El ayudador pertenece a la triada del sentir, y es
entre las tres personalidades tipo de su grupo la que más ha desarrollado esa facultad.
CINCO El observador
La personalidad del CINCO, el observador, está determinada en gran parte por la avaricia. Es un personaje
más dado a acaparar que a repartir, a absorber que a devolver, pero también es un solitario, con muy pocos o
ningún amigo, un ser frío, de escasas emociones, que no sabe, o no quiere, disfrutar con la actividad diaria. Se
trata de alguien con graves problemas emocionales y de comunicación, que se siente amenazado por el entorno y
que sufre la angustia y la inseguridad de vivir en un mundo.
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No te limites a averiguar quién eres: el Eneagrama, ¡un mapa para descubrir quién puedes llegar a ser!
Inteligente, dotado, con gran capacidad de percepción y de análisis, su campo de estudio, no obstante, no
incluye la esfera sentimental, sobre todo los propios sentimientos, a pesar de tratarse de una personalidad
fuertemente necesitada de amor.
Su obsesión por asimilar, por ampliar conocimientos y analizar la realidad esconde en cierta forma la
necesidad de controlar y prever los acontecimientos de su vida cotidiana. Emocionalmente frágil, cree que la única
manera de sobrevivir a las emociones es controlarlas, preverlas. Por ello pocas veces el observador se dará
completamente en una relación, por temor a sufrir un desengaño.
SEIS El leal
En el eneagrama de las pasiones, el tipo SEIS, el leal, se corresponde con la cobardía. Integrante de la
triada del hacer en sus aspectos intermedios, en él se podría hablar mejor de inseguridad antes que de miedo,
aunque en cierto modo ambos términos tienen raíces afines. La denominación de leal tiene que ver tanto con la
pasión con la que se identifica, como con el lugar que ocupa en la triada del hacer: es decir, al tipo seis inseguro le
cuesta actuar, a causa de esa inseguridad, si no es bajo la tutela o las directrices de una figura de autoridad, ante
la cual se mostrará leal y obediente.
Es un tipo de personalidad bastante contradictorio; necesita imperiosamente compartir sentimientos con los
demás, pero teme injustificadamente intimar demasiado, llegar demasiado lejos en el conocimiento íntimo; necesita
la guía de un personaje autoritario, pero le cuesta poco rebelarse contra la autoridad; además, a pesar de esa
debilidad miedosa, en ocasiones se ve impulsado a demostrar su valentía y lleva a cabo verdaderos actos
temerarios.
SIETE El disfrutador
El tipo SIETE del eneagrama, el disfrutador, corresponde a la pasión de la gula, un carácter que algunos
psicólogos identifican con la necesidad oral de alcanzar satisfacción.
Se define el tipo siete como un carácter alegre, pagado de sí mismo, optimista, autoindulgente, marcado
por la necesidad de ser feliz y pasarlo bien y por un afán de “alimentarse”, de dotarse de toda clase de
satisfacciones.
Pertenece a la triada del hacer y tiende a ir más allá de su capacidad de actuar. Es por ello un personaje
disperso, que empieza muchas cosas y termina pocas, que conoce muchísimos temas de forma superficial y muy
pocos en profundidad.
OCHO El líder
El líder, tipo OCHO del eneagrama, se corresponde con la pasión de la lujuria, aunque tiene que ver más
con el exceso en general, con la ausencia de moderación en las diversas áreas de la vida que con la sexualidad
propiamente dicha.
Está integrado en la triada del relacionarse y en ella sobrepasa su capacidad. Esto se puede interpretar
como el afán del líder por controlar y dominar su entorno, aunque para ello se haya de mostrar agresivo. De fuertes
convicciones y desarrollado sentido de la justicia, emprendedor, se siente capacitado para el liderazgo, aunque
suele complementar la tendencia a convencer con la de imponer, lo cual da la pauta de un personaje en conflicto a
quien le resulta difícil “contactar” con los demás.
NUEVE El pacificador
El pacificador, el tipo NUEVE del eneagrama, se corresponde con la pasión de la pereza, la indolencia y el
dejarse llevar. No malgastar energía en cosas inútiles. De hecho, por regla general, se encuentra bastante a gusto
consigo mismo y no ve motivo para cambiar ni su actitud ante la vida, ni sus hábitos. Estable, suficientemente
equilibrado en sus emociones, empeñado en no destacar, pasivo en sus relaciones con los demás, siente una
verdadera aversión por los conflictos, los propios y los que afectan a su entorno, y si alguna actividad es capaz de
realizar realmente motivado será, precisamente, aquélla destinada a atemperar ánimos y evitar altercados y
controversias. Pertenece el tipo nueve a la triada del relacionarse, a la faceta que vive esa actividad de la forma
más desapegada, un indicio más del deseo, necesidad tal vez, de no cambiar nada para todo siga igual.
Tras ello podría intuirse un cierto temor a la pérdida de amor o reconocimiento por efecto del cambio,
conflicto que marca, así, esta personalidad.
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No te limites a averiguar quién eres: el Eneagrama, ¡un mapa para descubrir quién puedes llegar a ser!
Motivaciones inconscientes
UNO
Tender hacia la perfección: ser correcto, respetar las reglas, reprimir la cólera, controlar las reacciones.
DOS
No gusto tal como soy, por tanto tenderé a: ayudar, reprimir mis propias necesidades, ser amable, seducir.
TRES
Me identificaré con los resultados y tenderé hacia: probar mi valor, ser competitivo, triunfar, generar una
imagen de éxito.
CUATRO
Soy diferente de los demás y tenderé hacia: valorizar mis emociones profundas, buscar la intensidad de la
vida (alegre o trágica).
CINCO
Debo proteger mi intimidad y tenderé hacia: buscar mi propia intimidad, saber, conocer, comprender, ser
autónomo y autosuficiente.
SEIS
Debo vigilar y tender hacia: estar alerta y prevenido, imaginar lo peor que pueda pasar, desconfiar de la
autoridad y al mismo tiempo buscar su aprobación.
SIETE
Huiré del sufrimiento y tenderé hacia: la imaginación (en la que no hay límites), la aventura, el placer
venidero.
OCHO
Privilegiaré la fuerza y tenderé hacia: controlar las variadas situaciones, camuflar la sensibilidad personal.
NUEVE
Adormeceré mi opinión (hasta olvidarla) y tenderé hacia: evitar los conflictos, ser atento a los demás,
permanecer neutral.
Mensajes inconscientes
y perdidos de la infancia
UNO “no está bien comenter errores”
“eres bueno”
DOS “no está bien tener necesidades”
“eres deseado”
TRES “no está bien tener sentimientos de identidad”
“eres amado por ti mismo”
CUATRO “no está bien ser demasiado práctico ni demasiado feliz”
“se te ve por lo que eres”
CINCO “no está bien sentirse a gusto en el mundo”
“tus necesidades no son problema”
SEIS “no está bien confíar en sí mismo”
“estás seguro”
SIETE “no está bien depender de alguien para nada”
“estarás cuidado y atendido”
OCHO “no está bien ser vulnerable ni confiar en alguien”
“no serás traicionado”
NUEVE “no está bien hacerse valer”
“tu presencia importa”
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El yo esencial y el ego
El objetivo del Eneagrama es el propio conocimiento, encontrar la iluminación sobre uno mismo, para así
cambiar o sanar lo que necesite ser cambiado o sanado. La creencia Sufí es que nuestra cualidad esencial, llevada
al extremo, vivida en exceso, se convierte en nuestra trampa o nuestro defecto más característico. El objetivo es
encontrar el término medio, el equilibrio en mi cualidad esencial o rasgo dominante, para no exagerarla ni por
exceso ni por defecto.
El Taoísmo lo expresa así: “Lo importante es no perder el centro”. En esto consiste precisamente el
objetivo fundamental: lograr ese difícil equilibrio o centro entre mi don o cualidad y desprenderme del exceso, que
es lo que constituye mi máscara o ego. A la luz del Eneagrama, nos vamos a observar objetivamente, vamos a
descubrir la dualidad que todo ser humano vive internamente. A esta dualidad de voces o inclinaciones, que ambas
proceden de mí, el Eneagrama las denomina el “yo esencial” y el “ego”.
Vamos a examinar las nueve personalidades desde la distorsión, es decir, desde el ego. A veces las
descripciones pueden parecernos exageradas e incluso caricaturescas. Esto responde a la metodología oriental
propia del Eneagrama: empezamos mirando nuestra máscara para desenmascararnos. Identifico el velo que
me impide ver, para quitármelo y ver nítidamente. Caigo en la cuenta de qué ataduras me impiden ser libre, para
desatármelas.
El Eneagrama, como otros sistemas religiosos o psicológicos, cree que llegamos a esta existencia en un
estado esencial bueno -nuestro yo esencial-. En los primeros 6 años de vida empezamos ya, por ensayo y error
en nuestra interacción con el medio exterior a nosotros, a desarrollar mecanismos, comportamientos que amenazan
y enmascaran nuestro yo esencial, constituyendo la máscara, el personaje, lo que en el Eneagrama vamos a
denominar el “ego”.
El Ego es la distorsión o exageración de nuestra cualidad esencial. El ego y el yo esencial constituyen dos
caras de una misma moneda, dos facetas de mi ser. Descubrir el equilibrio o el centro entre estas dos tendencias
opuestas que descubro en mí es lograr la madurez del ser con la que todos soñamos y a la que todos aspiramos.
“Lo importante es no perder el centro”. Lo que nos interesa y deseamos es vivir en el centro.
Cuando nos adentramos en el propio conocimiento, es muy importante saber distinguir los síntomas que
registra todo nuestro ser (mente, sentimientos, centro visceral y nuestro cuerpo) cuando estamos centrados, es
decir, viviendo desde nuestro yo esencial, y cuáles son los síntomas cuando estamos descentrados, es decir,
viviendo desde el ego. Saber distinguir y diferenciar estos síntomas característicos de los dos estados opuestos del
yo es lo que llamamos “discernimiento”.
A continuación se dan unos puntos para que cada uno pueda discernir en sí los rasgos característicos de
su yo esencial y los del ego.
El yo esencial fluye en nosotros espontáneo, causando una sensación grande de libertad interior. El ego,
por el contrario es compulsivo, como fuera de nuestro control. La sensación que deja en nosotros es de rigidez
interna.
El yo esencial es la imagen divina en nosotros. El reflejo del bien. El Ego es la imagen “diabólica” o
cualquier otro nombre o símbolo que exprese para nosotros el mal.
El yo esencial es real, objetivo, auténtico. El ego es ilusorio, fruto de nuestra subjetividad y nuestros
miedos.
El yo esencial me hace sentir en armonía y unidad conmigo mismo y con los demás. El ego me hace vivir
en conflicto conmigo mismo y como desgajado y desconectado de los otros.
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El yo esencial lo experimento como algo muy propio mío, connatural a mi ser; es como el estado original
en el que siento he nacido. El ego no me es connatural; es más bien algo lejano, adquirido, aprendido y como
añadido a mi estado natural.
El yo esencial fluye espontáneo, es flexible y adaptable. El Ego es rígido, repetitivo, sigue un patrón
determinado.
Por el contrario, mi ego lo experimento desintegrado, dividido, falto de libertad, compulsivo, desconectado
de los otros, desgajado de Dios y de la vida.
Es fundamental que cada uno conozca su propia fijación, para así destruir esos patrones de
comportamientos que, al ser compulsivos, son autodestructivos o, por lo menos, no nos dejan ser libres. Otra
manera de definir la fijación sería decir que es la distorsión, el abuso o el mal uso de la cualidad esencial propia
de cada tipo.
De alguna manera, lo que en nosotros se convierte en compulsivo nos aprisiona, no nos deja ser libres; es
como si se descontrolara en nosotros cierto mecanismo antes de que podamos echarle el freno.
Las nueve fijaciones o nueve comportamientos compulsivos del ego son: Enfado, Superioridad,
Eficacia, Melancolía, Ahorro, Temor, Planificación, Represalia e Indolencia.
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1. Fijación enfado
El “ego enfado” exige perfección de sí mismo, de los demás y del mundo que le rodea. La perfección que
intenta conseguir es subjetiva, según sus propios cánones de perfección.
Al no conseguir esta perfección, se desencadena automáticamente una frustración interna o enfado hacia
uno mismo, hacia los demás y hacia el mundo, ya que no cumplen con sus exigencias de perfección. Como soy
muy perfeccionista, fácilmente detecto la imperfección; es como si tuviera unas antenas especiales para detectar la
más mínima imperfección. Esto me hace ser muy crítico conmigo mismo, con los demás y con mi realidad
circundante.
Siento dentro de mí un juez o crítico interno que me está constantemente observando, analizando,
criticándome y corrigiéndome. La voz de este crítico interno me impide estar tranquilamente quieto o inactivo; tengo
que estar siempre activo; no puedo desperdiciar ni un minuto de tiempo; ¡todavía falta tanto que hacer para
alcanzar la perfección...!.
Mi crítico interno me hace repasar toma mi actividad y examinar si he actuado adecuadamente. Con
frecuencia proyecto mi crítico interno en los demás y creo que los otros me están juzgando y criticando con la
misma dureza y exigencia con que lo hago yo conmigo mismo.
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2. Fijación superioridad
Soy ayudador compulsivo. Necesito ayudar a los demás. Ayudo desde una aparente postura de
superioridad: “yo tengo lo que tú necesitas; yo puedo darte lo que tú quieres”; con esta aparente superioridad
estoy ocultando un gran sentimiento de inferioridad; en realidad no tengo noción de mi mismo, no me siento ni me
experimento, sino en tanto en cuanto ayudo a los demás o estoy haciendo algo por ellos.
Mi gran lucha y conflicto consiste en liberarme de la dependencia tan grande que siento de los demás y ser
realmente independiente. Mi dependencia de los demás consiste en que necesito su aprobación para sobrevivir;
necesito que los demás aprueben mi ser y mi actuar; necesito que los demás me den permiso para ser quien soy.
Aparento independencia, porque reprimo mis necesidades y me cuesta enormemente pedir ayuda o
reconocerme necesitado ante alguien, incluso ante personas muy allegadas a mí.
Lo que más deseo es sentirme libre, independiente de las demandas que los demás me imponen y de la
dependencia que los demás tienen de mí; pero, a la vez, tengo que reconocer que soy yo mismo quien fomento
esta dependencia, pues mi estilo de ayudar crea dependencia. No sigo el proverbio chino: “No des un pez;
enseña a pescar”. Yo hago todo lo contrario: no enseño a pescar, pues necesito que diariamente llames a mi puerta
y me pidas un pez. Sólo así me siento yo vivo. Si no me necesitaras, porque hubieras aprendido a pescar por tí
mismo, yo me sentiría muy mal. La gran contradicción es que, a la vez, me rebelo y me siento atosigado por la
dependencia que he creado en los demás. El juego psicológico en el que cae un DOS es el siguiente: salvador-
víctima-perseguidor.
Otro conflicto típico de mi personalidad es que idealizo el amor y el sentimentalismo; creo que el amor
viene de fuera y no de mi interior. Me infravaloro mucho; por eso busco fuera la afirmación y la valoración de mí
mismo. Una de las experiencias más horribles para mí es que alguien me rechace; entonces me siento vacío y
nada; en el fondo, temo estar vacío: es como si mis acciones caritativas fueran sólo el bonito envoltorio de una caja
vacía. Me siento como si no fuera nadie, o como si cesara de existir si dejo de hacer favores. De aquí nace mi
necesidad compulsiva de “hacer el bien”: es mi manera de garantizar mi ser y mi existir.
De aquí procede también el que sea un adulador o piropeador compulsivo; adulo y alabo a los demás
como medio de conseguir ser querido y aceptado. En el fondo, espero que los demás me correspondan también
alabándome con el mismo tipo de alabanza que yo prodigo. Cuando no recibo alabanzas de los demás, me siento
profundamente herido; y, a la vez, cuando me alaban, no doy casi ningún valor a esa alabanza, ya que yo mismo
sé el poco valor que yo doy a las alabanzas que dedico a los demás, porque, si soy sincero, sé que mi alabanza es
una forma de manipulación, ya que busco que me quieran y me aprueben, alabando.
Fácilmente se entiende que, como buen DOS, mi ego viva siempre agobiado, presionado por la
necesidades de los demás, sin tiempo para mí mismo y agotado de tanto dar.
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3. Fijación eficacia
Soy una persona extremadamente activa, no puedo estar quieto ni un momento, porque lo considero una
pérdida de tiempo, y el tiempo hay que aprovecharlo productivamente, eficazmente. Para mí, la eficacia y la
eficiencia son algo que valoro enormemente. Soy una persona en constante productividad, eficiente y eficaz; no
tolero la ineficacia en torno a mí. Siento preferencia por puestos de trabajo donde tenga que organizar el trabajo y
la productividad de las personas. Rindo mucho en el trabajo y sé hacer que los demás rindan y sean eficaces y
productivos.
Siento como un exceso de energía física; soy fuerte, enérgico, atlético, vigoroso y de aspecto juvenil.
Además, soy por temperamento asertivo y competitivo. Tengo dotes naturales de organización. Sé llevar a
cabo proyectos eficazmente. Identifico y defino objetivos claramente y sé qué pasos he de dar para lograr mis
objetivos. Soy preciso; me gusta ir midiendo los progresos y resultados de mi actividad.
A veces, mi eficacia puede resultar algo mecánica: algunos me perciben como una máquina, algo
impersonal y frío, y me dicen que me identifico con mi “rol” y que no pueden ver a la persona que late y vibra
detrás del “rol”.
Tal vez tienen razón: me he hecho tanto a mi propio “rol” que es verdad que a veces me siento incómodo
cuando tengo que actuar fuera de ese “rol”. Es como si me sintiera hueco o vacío por dentro, y como si yo sólo
fuera ese “rol” que tan bien he asumido. En realidad, no sé muy bien qué quiere decir estar en contacto conmigo
mismo; es como si mi personalidad interior no existiese, y todo mi yo fuera sólo mi imagen pública, el “rol”, o la
máscara sonriente hacia fuera. Como si yo fuese un actor que representa un papel. Terminada la actuación, es
como si yo no existiera, excepto en mi constante representación del papel que he asumido en mi vida.
En un curso se distingue a un tipo TRES porque con frecuencia, a pesar de las advertencias, participan
queriendo identificar a todos sus familiares y amigos, en vez de mirarse a ellos mismos, parece no interesarles en
lo más mínimo descubrir su propia identidad. Ese no mirarse a sí misma es la clave.
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4. Fijación melancolía
Soy una persona que me siento especial, distinta de los demás en cuanto a mis sentimientos. Siento que
mi capacidad de sentir es muy diferente de la mayoría de las personas. Creo que siento con más intensidad
que los demás. Mi alegría no es una alegría común; es un gozo sublime, algo así como un éxtasis de gozo puro.
Mis penas y mis tristezas no son penas y tristezas comunes y corrientes. Yo las experimento de manera trágica y
dramática.
Como me vivo tan único y especial en cuanto a mis sentimientos, siento que nadie puede
comprenderme, pues me parece que nadie siente con la misma intensidad que yo. Este sentimiento aumenta mi
sensación de soledad y abandono. Este sentimiento se puede denominar como “distintidad”, que expresa
realmente el verdadero sentir de la personalidad tipo CUATRO.
Siento una dificultad especial en distinguir los límites entre mis sentimientos y los sentimientos de los
demás, pues tiendo a hacer míos estos últimos, de tal manera que los sentimientos me desbordan.
Cuando me siento así, inundado y desbordado de sentimientos, necesito compartirlos con alguien; pero es
tal la carga sentimental que experimento que me doy cuenta de que asusto a los demás, pues mi intensidad llega a
desbordarles, y siento que por ellos los demás me esquivan, lo cual refuerza mi sentimiento de “distintidad”:
¡Nadie me comprende!, ¡Mis sentimientos son tan especiales...!, ¡Me siento absolutamente solo...!.
Algunos piensan que exagero y que resulto un tanto teatral. Yo no me vivo así; para mí, mis penas y
tristezas son verdaderamente dramáticas. Disfruto con temas que otros consideran trágicos, como la muerte, la
soledad, la pérdida y el abandono. Con estos temas me siento identificado en mis momentos de tristeza, y
encuentro en ellos la oportunidad de sentir y vivir la verdadera intensidad de mi tristeza.
Siento particular predilección por momentos del día como el crepúsculo y el anochecer. En estos momentos
siento que la Naturaleza siente conmigo, y esos tonos del firmamento expresan el estado interno de mi espíritu.
Otro momento que yo disfruto y que a la mayoría de las personas les disgusta es el de las despedidas;
decir adiós a una persona de la que me voy a separar, o a una situación que tal vez ya no se vuelva a repetir, es
una ocasión de sentir intensamente, y este sentir intenso es lo que me hace sentirme vivo. Yo transcribiría la
famosa frase de Descartes diciendo: “Siento, luego existo”. Cuanto mayor es la intensidad de mi sentimiento,
más vivo me siento.
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5. Fijación ahorro
Me gusta ahorrar; es mi característica fundamental. Acumulo y atesoro con el fin de evitar el gasto
innecesario de energía, dinero, tiempo, ideas y, sobre todo, sentimientos.
Soy un gran observador de la vida; me doy cuenta de todo lo que sucede a mi alrededor; la mayoría de las
veces, simplemente observo, pero no participo.
Me gusta observar desde un lugar seguro, protegido, y prefiero que sea escondido, para así poder yo
observar sin ser observado.
La vida me parece demasiado peligrosa para involucrarme en vivirla; prefiero observarla sin
comprometerme. Temo el compromiso. Prefiero mantenerme aislado, solo, con mis pensamientos y mis ideas.
Cuido mucho mis espacios de soledad y protejo, a veces excesivamente, mi privacidad. Creo que a veces
llego a resultar paranoico, pues experimento el interés que los demás muestran por mí como una invasión de mi
privacidad. Cuando alguien me pregunta lo que siento, o se interesa por mi opinión, me gustaría poder retraerme
como un caracol.
A veces siento el deseo de esconderme para no ser visto. Querría incluso hacerme invisible para que nadie
me pida comprometerme o involucrarme. Y a veces parezco realmente invisible, pues entro y salgo de reuniones o
encuentros sociales sin saludar y despedirme; permanezco en los sitios sin apenas ser visto ni oído. Soy persona
de muy pocas palabras.
Mi retraimiento es realmente un grito silencioso del gran deseo y necesidad que tengo de calor y
amor; pero me resulta muy difícil comunicar o expresar esta gran necesidad que siento.
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6. Fijación temor
El conflicto típico de esta personalidad es la lucha constante entre su valor o valentía y su temor y
cobardía. La vida es un constante reto a su valentía.
El mundo lo experimenta el SEIS, al igual que el CINCO, como un lugar peligroso del que quisiera
esconderse. La gran diferencia entre el CINCO y el SEIS es que el SEIS, en vez de esconderse, lo que hace es
salir al encuentro y hacer frente a su miedos.
El SEIS se pregunta constantemente: ¿soy suficientemente valiente?, ¿igualo o supero el reto?. Está
probando y demostrándose a sí mismo, una y otra vez, su valentía. El caso es que el miedo real no constituye una
dificultad para el SEIS; el suyo es más bien un miedo vago y difuso a un futuro que generalmente prevé
catastrófico. Lleno de miedos futuribles; tanto se ha preparado para ese mañana que, cuando “mañana” llega y se
hace “hoy”, siempre le resulta mucho más fácil de lo que había imaginado, y no le causa el miedo que tanto había
temido.
Las personas que tienen esta personalidad resultan a los demás mucho más valerosas y decididas de lo
que ellas se experimentan interiormente. Antes de obrar, temen y dudan, incluso obsesivamente; pero nadie
imaginaría sus dudas y temores, de no compartirlos ellos mismos. El comportamiento que se percibe desde fuera
es el de personas decididas y valerosas.
La personalidad tipo SEIS siente por dentro una gran inseguridad, no tiene confianza en sí misma. Es de
su propio interior de donde tiene que nacer su seguridad, pero ella la busca inútilmente fuera de sí. Tiene
sus “antenas” extendidas al exterior, buscando autoridades externas, personas que confirmen lo que ella piensa o
siente por dentro.
Esta necesidad, tan propia del SEIS, de consultar a muchas personas antes de actuar, podría llamarse
“hacer encuestas”. Muchos SEIS han confirmado muy acertada esta expresión. También coinciden los SEIS en
decir que “los encuestados” quedan muy sorprendidos cuando el SEIS no actúa según las sugerencias recibidas.
Lo que los “encuestados” no entienden, hasta que han sido preguntados repetidas veces, es que el SEIS no desea
que se le diga lo que tiene que hacer, sino que está simplemente contrastando su opinión. Esto solamente lo sabe
el SEIS; el “encuestado” percibe la cara de pánico con que le pregunta el SEIS, y cree que genuinamente le está
pidiendo: “dime lo que tengo que hacer”. Con el tiempo, les dicen a los SEIS: ¿para qué me preguntas, si luego
vas a hacer lo que te parezca?. El SEIS sabe lo que quiere, y lo único que busca es afirmarse en su decisión; de
ahí su necesidad de “hacer encuestas”.
Con frecuencia buscan la protección de alguien a quien ellos experimentan como más fuerte que ellos
mismos, aunque en realidad no sea así, ya que los SEIS son personalidades fuertes y valientes, aunque muchas
veces ellos no se ven a sí mismos de este modo. El tema de la autoridad es muy importante para el SEIS. Siente
una dualidad fuerte hacia la autoridad: por un lado la admira, y vive según sus normas, que él mismo ha hecho
suyas; pero, por otro, lucha contra ella. De ahí que resulte contradictorio: unas veces sumiso, y otras rebelde.
Los SEIS necesitan fiarse más de sí mismos, confiar en su propia autoridad y confiar en que son
capaces por sí mismos. Tienen un gran sentido de familia; son muy maternales o paternales. También tienen un
gran sentido de fidelidad a la causa de una nación o grupo religioso, por lo cual son muy fieles a la familia y a los
ideales o principios que rigen una nación o grupo religioso. Resultan personas gratas y acogedoras, que atraen a la
gente hacia ellos.
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7. Fijación planificación
Soy optimista por naturaleza; algunos dicen que soy el optimismo personificado.
Estoy haciendo constantemente planes para el futuro; para un futuro, naturalmente, mejor aún que el
presente.
Soy muy idealista y super-entusiasta. Pienso que la vida hay que disfrutarla a tope. Intento divertirme y
pasarlo lo mejor que puedo. Rezumo entusiasmo, y constantemente sonrío. Algunos expertos en el Eneagrama
dicen que los SIETE somos “espectadores sonrientes” de la vida. La vida es un juego en el que hay que
divertirse, pero yo a veces no participo en el juego, pues estoy demasiado ocupado preparando o planificando en mi
mente futuros juegos, nuevos planes para pasarlo bien. Esta constante planificación me hace ausente del
presente y no vivirlo. Con frecuencia manipulo el presente para lograr un futuro mejor.
Anticipo y saboreo en mi mente ese futuro maravilloso de tal modo que, cuando por fin llega y se hace
presente, ya no me parece tan maravilloso, me desilusiona, ¡no es tan ideal como yo lo había soñado...!.
Pero no me hundo en la desilusión; es más, escapo rápidamente de ese desencanto del momento presente
planificando otra vez un futuro mejor.
Así vivo en un estado de constante escapismo o huida. En realidad, de lo que huyo es de todo lo que
suponga dolor, tristeza o sufrimiento. Por eso también a los SIETE nos llaman “epicúreos”; según esa antigua
filosofía hedonista, los epicúreos procuraban todo tipo de placer y huían o evitaban cualquier forma de displacer.
Los SIETE son también muy imaginativos y creativos de forma compulsiva. Les encantan las visiones,
los sueños, las experiencias místicas. Todo para ellos es una experiencia maravillosa. Todo les fascina, les
obnubila; todo es alucinante. Este es el tipo de vocabulario que utilizan.
Todo es interesante para ellos, mientras sea un plan sobre el que pueden hablar. Lo curioso es que
raramente llevan a cabo sus muchos planes. Con frecuencia, pierden contacto con la diferencia entre lo real
y lo pensado, planeado o imaginado. Hacen constantemente listas de cosas que piensan hacer, y luego
raramente las hacen.
Los SIETE ven absolutamente siempre la parte positiva de todas las cosas y acontecimientos. Tienen el
arte de disfrutar el lado positivo de todos los acontecimientos, retirando la vista de lo menos agradable.
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8. Fijación represalia
La personalidad tipo OCHO tiene un gran sentido de la justicia y una gran sensibilidad para la
injusticia; son especialmente sensibles cuando creen que la injusticia se ha cometido contra ellos.
Se sienten viviendo en un mundo hostil e injusto para con ellos. Ante cualquier cosa o palabra que
ellos experimentan como injusta, su reacción inmediata, instintiva -incluso antes de que pueda intervenir la razón-
es vengativa o de represalia.
Ellos no experimentan esta reacción como vengativa, sino como respuesta justa a la injusticia que acaban
de sufrir. Si se detienen y reflexionan, lo más seguro es que no lleven a cabo esa primera reacción de represalia.
“La mejor defensa es un buen ataque”, define la actitud de la personalidad OCHO. Como vivencian el
mundo en contra de ellos, viven a la defensiva, siempre preparados para el contra-ataque. Ellos en ningún
momento sienten que están atacando o vengándose; están, simplemente, “haciendo justicia”.
Tienen una sensibilidad especial para detectar y descubrir el engaño, la falsedad, lo fingido. Ante esto se
sienten compulsivamente impulsados a desenmascarar y demoler. Sienten que lo que están haciendo es,
simplemente, “hacer justicia” y “dar a cada uno su merecido”. Casi podríamos decir que su lema es enderezar lo
torcido y lo injusto.
Es más, se castigan a sí mismos y a los demás cuando sienten que no están viviendo según sus ideales de
justicia y equidad.
Su sentido de lo que es justo e injusto es muy peculiar. Tienen su propio sentido de la justicia y
desean aplicarla a todos aquellos que, de una manera o de otra, dependen de ellos.
Los OCHO suelen ser personas muy fuertes y de una gran energía. Cuando se sienten negativos con ellos
mismos, pueden ser peligrosos por su tendencia al autocastigo, que es otra forma de hacer justicia con ellos
mismos.
En la infancia recuerdan haber sido castigados con dureza. Por eso crecieron con la idea de que eran
causa de dificultad para su familia. Ahora, de adultos, sienten que tienen que justificar su existencia y que necesitan
tener una razón para exisitir; por eso hablan como justificándose y explicándose constantemente. De pequeños
eran conscientes de su fuerza y se sentían seguros de ella; no tenían que demostrársela ni a sí mismos ni a los
demás. Generalmente, no eran los típicos niños peleoneros que empiezan ellos mismos la pelea; pero sí lo eran si
alguien les provocaba; en este caso consideraban que la pelea estaba justificada; era su represalia o su manera de
hacer justicia.
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9. Fijación indolencia
La personalidad NUEVE es indolente en todo lo referente a su ser y a su esencia y, en general, hacia
todos los asuntos importantes. Por contraste, resultan ser personas superactivas en minucias y temas de
poca importancia. En realidad, esta superactividad es su forma peculiar de evitar enfrentarse a temas más serios
y de mayor importancia.
La indolencia de los NUEVE les hace dejar todo para el final, con lo que consiguen que otros hagan por
ellos lo que por sí mismos no son capaces de hacer. Siempre hay alguien más impaciente o más rápido que ellos,
con lo que caen en un círculo vicioso de mayor indolencia, esperando -y consiguiendo- que otros hagan las cosas
por ellos.
Los tipo NUEVE tienen miedo, ante este sentimiento se dedican a actividades simples y distractoras.
Actividades que ocupan su atención y “narcotizan” respecto del miedo o tema que realmente les preocupa.
Una frase muy delatadora de la personalidad NUEVE es la que algunos utilizan con relativa frecuencia: “yo
eso ni me lo planteo”.
La gente se queja de un tipo NUEVE por su tranquilidad y parsimonia. Esa tranquilidad tan característica
hace que bastantes cosas que pueden hacer perfectamente en el trabajo o actividades, recaigan o se vayan a
pique por su manera de ser.
Hay un proverbio chino que distintos individuos de personalidad NUEVE han hecho suyo: “¿para qué me
voy a preocupar, si no tiene solución?”, y si la tiene, ¿para qué me voy a preocupar? ¡Ya se solucionará!.
Con esta filosofía de la vida, ya se puede imaginar que los NUEVE son personas tranquilas y apacibles que se
alteran pocas veces y por muy pocas cosas.
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No te limites a averiguar quién eres: el Eneagrama, ¡un mapa para descubrir quién puedes llegar a ser!
Uno de los objetivos del Eneagrama es, precisamente, explicitar esta idealización implícita o, dicho de otra
manera, hacer consciente esta idealización inconsciente, ya que lo inconsciente o desconocido nos domina y
gobierna.
La idealización del Ego supone una gran tiranía y falta de libertad, ya que es una imagen idealizada de
nosotros mismos que desarrolla de manera compulsiva la fijación de nuestro Ego. El vivir intentando cumplir la
propia idealización supone vivir en un estado de insatisfacción crónica, ya que la idealización, tal como la
concibe el Ego, es un “ideal” totalmente imposible de alcanzar. El intentar hacer realidad la propia idealización sería
la gran tiranía del “deberías ser” que el Ego de cada tipo se dice a sí mismo.
Una lectura de las idealizaciones sería poner delante de cada una de ellas el “deberías ser”, e imaginar lo
que sería una vida vivida diciéndose a uno mismo siempre y en todo lugar,
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Podemos concluir que la pasión es el resultado emocional o afectivo causado por la tiranía del “deberías
ser” que es la idealización.
Es importante recordar que la idealización es producto de la fantasía del Ego y que, por lo tanto, está fuera
de contacto con su verdaera identidad. En realidad, no tendría que huir de aquello de lo que huye, ya que esta
huida, provocada por el Ego, está obstaculizando la auténtica realización de su Yo esencial.
En vez de huir desde el Ego, tendríamos que enfrentarnos desde el Yo esencial y preguntarnos: ¿cómo
es?, ¿qué quiere?, ¿qué pide?, ¿cuáles son sus necesidades?; y dialogar con las respuestas.
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CINCO piensan que estar apartado con sus pensamientos es una virtud;
su vicio es el querer vivir solitarios, avaricia;
deben ser generosos.
Establecimiento de relaciones, desprendimiento.
SEIS piensan que es virtud cumplir con la autoridad y los deberes externos;
su vicio es la autocomplacencia, no cometer pecado, miedo, cobardía;
deben comprometerse con los valores absolutos.
Coraje, fortaleza, valor, arriesgue.
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El diablo le dijo:
- Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en un pan.
Jesús le contestó:
- Está escrito que “no sólo de pan vivirá el hombre”.
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El Jesús Eneagrámico
Se admite que al describir cada tipo de personalidad en el Eneagrama por su compulsión dominante
hace que la descripción parezca estereotipo o caricatura, en vez de personalidad real.
La intención es exponer la compulsión como la fuerza ciega, con el fin de alcanzar una nueva libertad de
elección. Por otra parte, centrarse tanto en el propio "tipo de pecado" podría obstaculizar el crecimiento,
favoreciendo la negatividad sobre uno mismo o incluso, haciéndonos dudar sobre la validez de la clasificación del
Eneagrama.
Como antídoto estudiaremos la personalidad de Jesús según los tipos del Eneagrama. Jesús, tal como lo
presentan los Evangelios, tuvo estos tipos de personalidad, lo que los hace mucho más aceptables que otros, a
pesar de la debilidad que manifiestan.
¿Por qué podemos pensar que Jesús tuvo estos tipos de personalidad?
La teología cristiana lo presenta asumiendo en su propia persona lo que tenía que salvar. Como decía San
Juan Damasceno: "Si algo de mí no hubiera sido asumido por la Palabra de Dios, no habría sido salvado". La fe en
la encarnación como principio de salvación hace hincapié en que Jesús experimentó el ser humano como es en
realidad la naturaleza humana, incluidas sus tentaciones y debilidades.
Cada tipo se caracteriza por una compulsión, que es un error en cuanto a la forma de vivir las buenas
cualidades, o "esencia", de la naturaleza humana. Cada tipo adopta una buena cualidad del ser humano y la
convierte en una compulsión, llevándola a su extremo. Lo que era una forma limitada de ser persona se convierte
en forma última al precio de no ser una persona integrada. La compulsión es un pecado contra la totalidad.
Toma una parte de la personalidad y pretende que sea la plenitud. Por eso Jesús tenía los nueve tipos. Al carecer
de pecado no tenía compulsiones. En vez de convertir en exclusiva una cualidad aceptó vivirlas todas. Las
cualidades distintivas de cada tipo del Eneagrama formaban parte de su personalidad. Al aceptar todos los modos
de la personalidad humana y vivirlos sin compulsiones, se constituye en modelo de todos los tipos de personalidad
en su viaje hacia la verdadera libertad.
El método utilizado para explorar la personalidad de Jesús con el Eneagrama, tal como se presenta en los
Evangelios, consiste en plantear tres cuestiones relacionadas con cada tipo:
Estas tres cuestiones constituyen un viaje al interior del yo de Jesús. En gran medida, los datos disponibles
del NT. incluyen una interpretación no sólo de la conducta de Jesús, sino de lo que denominamos "valores
evangélicos".
(Lo que a continuación se presenta no es un estudio exegético o hermenéutica bíblica de los datos del Evangelio).
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Fascinante y desconcertante
Es Jesús de Nazaret alguien que siempre sorprende,
el que le conoce entra en un misterio que colma mente y corazón.
Siempre va más allá, siempre es inagotable,
el que le conoce sabe que su vida es eterna novedad.
Creo, Jesús
Creo que me elegiste sólo por amor,
que me has soñado con grande ilusión,
que me llamaste conociendo hasta el fondo de mi corazón;
creo que tu amor es eterno, que no te arrepientes jamás,
creo que aunque todo me falte, tú no faltarás.
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Creo que tú has estado en cada paso que dí,
que no me salen las cuentas sin ti,
creo que mi vida se entiende tan sólo si tú estás ahí,
contigo todo se explica, nada se entiende sin ti,
y sé que lo que has iniciado, llevarás a su fin.
Únicamente Tú
Únicamente Tú quedas cuando todo se desmorona y pierde vida, sólo Tú.
Únicamente Tú quedas firme cuando todo viene abajo, cuando todo es humo, sólo Tú.
Únicamente Tú eres mi consuelo cuando la tristeza me invade el alma, sólo Tú.
Únicamente Tú, Jesús, eres mi esperanza cuando todo es vano, todo vacío, sólo Tú.
Sólo Tú, sólo Tú, sólo Tú no cambias, sólo Tú no mueres, sólo Tú no fallas,
sólo Tú perduras, sólo Tú me bastas, sólo Tú me bastas, únicamente Tú.
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Para Jesús era importante tratar a todo el mundo por igual y con respeto. Un ejemplo de esto aparece en el
relato de la mujer adúltera (Jn.8,1-11). Los dirigentes religiosos estaban intentando conseguir pruebas en contra de
Jesús de manera que pudiesen arrestarlo. Sabían que insistía siempre en el perdón y la compasión, así que le
presentaron a una mujer de la que decían que había sido sorprendida en flagrante adulterio. Indicaban que en la
Biblia, Moisés decía que debía ser lapidada hasta morir (Dt.22,22-24). Sin embargo, Jesús no muestra interés en
discutir cuestiones de teología o de exégesis. Es consciente de la embarazosa situación de la mujer y aunque ha
actuado mal, no es justo que la expongan públicamente. Se da cuenta de que a ellos la mujer no les preocupa en
absoluto; solamente la están utilizando para tratar de atraparlo si dice algo que vaya en contra de la Toráh. En
realidad, peores que ella, son los que están tratando de conspirar para matarla. Dice: "El que no tenga pecado, que
le tire la primera piedra. Al oír aquello fueron saliendo uno a uno, empezando por los más viejos, y él se quedó solo
con la mujer, a la que le preguntó: ¿Dónde están los otros? ¿Ninguno te ha condenado?. Contestó ella: Ninguno
Señor. Jesús le dijo: Pues tampoco yo te condeno. Vete y en adelante no vuelvas a pecar". Con su característico
espíritu de justicia y equidad para todos, los UNO se identifican rápidamente con Jesús en este relato.
Precisamente porque los acusadores de la mujer son más fuertes que ella y gozan de mejor reputación pública, no
debían tener ventaja para decidir lo que es justo. Aunque hubiese cometido una falta moral, deberían respetar su
dignidad como persona, porque tiene iguales derechos que cualquier otro ser humano y utilizarla de este modo va
contra sus derechos.
Al tratar de ser siempre perfectos, los UNO evitan la ira por todos los medios. Sin embargo, su ira sigue
dentro de ellos aunque reprimida en su subconsciente, pudiendo manifestarse como resentimiento y aflorando en
un tono de voz irritado. Les molesta constantemente que los otros no sean como deben. Al aplicarse a sí mismos
su idealismo, una voz crítica interior los mantiene siempre alerta de manera un tanto lacerante. Tratan siempre de
corregirse a sí mismos, en vez de aceptarse como imperfectos. Tampoco aceptan las imperfecciones de los
demás, pero piensan que deben superar estos defectos para que su conducta pueda considerarse aceptable.
A veces, los UNO se encuentran a sí mismos tan llenos de faltas que se entristecen y desaniman. Esta
situación puede surgir al comprobar que carecen del tiempo o de la energía suficiente para hacerlo todo como
debieran.
Como pretenden que todo esté siempre en orden, cualquier transtorno puede enfermarlos e irritarlos. Por
esas y otras razones, su idealismo puede causarles escrúpulos y tenerlos constantemente en un brete. Pueden
preocuparse en exceso. Por todo esto, a los demás les resulta difícil vivir con ellos y especialmente se les hace
difícil a ellos vivir consigo mismos.
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Hacerse más optimistas
El peligro de los UNO en cuanto idealistas consiste en el excesivo énfasis en la perfección. Jesús evita
este peligro o trampa de la perfección en su propio idealismo aceptando a la gente como es. La perfección de
Dios que Jesús presenta como modelo para todos consiste en realidad en la compasión, tal como muestra la
versión del Sermón del Monte de Lucas, en donde dice: "Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo"
(Lc.6,36). Para mejorar este mundo hay que empezar por tener paciencia y tolerancia con la imperfección. Es
preciso "presentar la otra mejilla" (Lc.6,29), acompañar al otro "dos millas" (Mt.5,41), hacer el bien a quienes nos
hacen mal (Lc.6,35). Esta actitud de compasión es característica de Dios, "que hace salir su sol sobre malos y
buenos y manda la lluvia sobre justos e injustos" (Mt.5,45). La compasión se traducirá en optimismo ante los seres
humanos y las situaciones, basándose en las expectativas de que el bien se manifiesta a sí mismo, aunque a
menudo las cosas mejoran muy poco a poco. Respondiendo con suavidad a la brusquedad del otro, su corazón
puede conmoverse de modo que su autoconciencia le dicte la necesidad de cambiar de actitudes y conducta. La
compasión reconoce que el primer paso para hacerse mejor consiste en sentirse amado y aceptado tal como es
uno mismo.
Los UNO necesitan espíritu de optimismo cuando luchan por su propia perfección. Como humanos, están
sujetos a la ley del crecimiento gradual que empieza sólo mediante la autoaceptación. Necesitan ser capaces de
decir: "No tengo que ser perfecto para ser amado; Dios me ha hecho y no hace tonterías". Todos hemos sido
creados por un acto de amor de Dios y esto significa un regalo único de Dios al mundo en este momento de la
historia. Nadie se hace perfecto a base de grandes esfuerzos; cualquier mejoría real depende del crecimiento de la
fuerza dada por Dios en el interior que llega, en primer lugar, a través de la conciencia de ser amado
incondicionalmente, como se muestra en los dones providenciales de Dios y en las autodonaciones de los demás.
Adoptando estas actitudes positivas, tal como enseña Jesús, los UNO pueden hacerse mucho más
pacíficos. A pesar de todo lo malo que existe en nuestro mundo de hoy, aún hay mucho más de bueno para
contemplar y disfrutar. Hay incluso muchos signos de que las cosas van mejor. Hoy día, muchas personas se
preocupan de la honradez, la justicia y la paz universal, y esto es una prueba de que Dios está en medio de los
corazones humanos, moviendo a la raza humana a desear la paz, la justicia y la unidad entre las gentes y
naciones. Jesús resucitado está presente en el mundo para superar el desorden, la injusticia y cualquier otra
amenaza del bienestar porque pertenece a la familia humana y se identifica con los problemas que afectan al
mundo de hoy.
En su medio ambiente de vida y de trabajo, los UNO pueden encontrar en Jesús y sus enseñanzas una
inspiración para tener presente un esquema general, en vez de perderse en minucias. Todo lo que pueda
contribuir a que las cosas vayan mejor a su alrededor se ajusta al plan de amor universal de Dios. Jesús se
identifica con sus seguidores y su preocupación por hacer las cosas bien. No obstante, su presencia no se
encuentra en la voz angustiada de la crítica interior que el UNO puede interpretar erróneamente como la "voz de la
conciencia". En vez de escuchar esa crítica interior, los UNO deben escuchar más lo que Dios dice a través de la
Sagrada Escritura, de los otros y de los deseos profundos de sus corazones. Los UNO necesitan también encontrar
a Dios en las aspiraciones de los demás, que a menudo se corresponden de manera notable con los elevados
ideales de los UNO. Estas aspiraciones, o deseos del corazón, pueden reconocerse como efluvios procedentes de
una especie de "corriente subterránea" que descubren como fuente común de vida quienes entran en lo profundo
de sí mismos mediante la contemplación. La capacidad para experimentar esa contemplación depende, en
principio, de la actitud de compasión universal que capacita a la persona para considerar sus propios fallos y faltas,
así como los de los demás, como perdonables.
Los UNO resultan muy beneficiados al caer en la cuenta de las felices coincidencias de nuestras vidas.
Necesitan darse cuenta de que a menudo las cosas se desarrollan correctamente, y que eso no sólo depende de
nuestros propios esfuerzos, sino de muchos factores impredecibles. Estas intervenciones de la Divina Providencia
suelen ser, no sólo sorprendentes, sino divertidas. Caer en la cuenta de su existencia y recordar los
acontecimientos pasados ayudará a los UNO a "marginar" sus angustias dejando que Dios actúe en sus vidas.
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Las enseñanzas de Jesús sobre la ayuda a los demás se plasman sobre todo en su parábola del buen
samaritano (Lc.10,30-37). Sus seguidores han de hacerse prójimos de los otros tomando la iniciativa de velar por
las necesidades de los demás y cuidarlos. Los Padres de la Iglesia ven a Jesús como el buen samaritano, prójimo
de todos los seres humanos necesitados. Así aparece Jesús en los relatos evangélicos. Su corazón responde
constantemente a las necesidades de los demás. A veces toma la iniciativa para ayudar al otro aunque éste no
mencione su necesidad, como por ejemplo, en el milagro de Caná (Jn.12,1-11) y en la resurrección del hijo de la
viuda de Naín (Lc.7,11-15).
A menudo, Jesús apoya la inobservancia de las leyes religiosas judías cuando se utilizan para negar auxilio
a las necesidades del otro. Dice: "El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado" (Mc.2,27). Las
leyes religiosas y, en general, todas las leyes han de servir a las necesidades reales de las personas concretas.
Dado que la primera prioridad de las leyes es servir a las necesidades de los demás, han de hacerse para servir a
las personas en vez de asegurar que las personas sirvan a las leyes.
Los DOS pueden identificarse rápidamente con estos ejemplos de la actitud de servicio de Jesús, ya que la
imagen que ellos tienen de sí mismos es la de ayudar a los demás. Su principal preocupación son las necesidades
de los otros por eso se dedican a hacer cosas que puedan ayudarlos. Quieren estar en sintonía con los
sentimientos de los demás y estar sensibilizados respecto a todas las personas. Lo más importante para los DOS
en todo momento es entablar relaciones con los demás y hacer que el día resulte más luminoso para alguien.
Junto con este intento de conseguir el amor de los otros mediante el servicio prestado y la preocupación
por agradarles, los DOS evitan reconocer que ellos mismos tienen necesidades. Dicen que sólo viven para hacer
felices a los demás. En realidad, esta actitud los hace depender de que los otros los necesiten y de las necesidades
que los DOS puedan satisfacer. Si los otros diesen muestras a los DOS de que pueden valerse muy bien sin su
ayuda, quedarían muy irritados y frustrados. La identidad y valor auténticos de los DOS consiste en que dependen
de ser necesarios.
Dado que los ideales humanos ordinarios y en especial los valores evangélicos hacen hincapié en estar al
servicio de los demás, a los DOS les resulta difícil identificar su compulsión de estar al servicio de los demás como
un vicio. Aparte de que lo consideran como la mejor de las intenciones, tratan de manipular a las personas para
que los necesiten y les presten atención porque así se cuidan de satisfacer las necesidades que descubren en los
demás. En realidad, los DOS vinculan a sí a esas personas, lo que no es una motivación adecuada para amar a
los demás.
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El reconocimiento de las necesidades personales
Conviene ser consciente de que el verdadero amor de los demás y de Dios, no se consigue. El amor es
siempre, por su misma naturaleza, un don libre de los demás, el amor es gratuidad. Las personas no aman para
satisfacer sus necesidades ni porque las necesiten. Optan libremente por amar y no amar. Dan amor porque
deciden hacerlo así; igual podrían decidir otra cosa.
De acuerdo con el mensaje evangélico, Dios ha optado libremente por amar a todos los hombre y mujeres
como hijos e hijas. Los seres humanos no consiguen este amor por nada que hagan por Dios. Este reconocimiento
de la gracia (o don) del amor divino da a todas las personas una base para reconocer que son dignas de amor por
ser quienes son y no por lo que hagan por los demás. Los DOS necesitan vivir este tipo de fe en el amor de Dios.
Asimismo, se beneficiarán si reconocen que necesitan que cuiden de ellos por amor a ellos mismos, con un amor
que se una al amor divino por ellos. Han de amarse a sí mismos lo suficiente como para saber que no pueden estar
siempre pensando en las necesidades de los demás porque esto les llevaría a caer en la trampa de utilizar su
servicio a los demás para conseguir su amor. Un auténtico amor propio, que reconozca y vele por las propias
necesidades, puede liberarlos del egocentrismo que se encierra en su afirmación de que sólo viven para los demás.
Entre las necesidades personales que los DOS deben procurar satisfacer por sí mismos está la de una
soledad callada para reflexionar sobre sus relaciones y para permitir que la luz de Dios penetre en sus vidas,
aunque evitarán esta oración reflexiva porque en lo profundo de sus almas desean emplear el tiempo en hacer
cosas por los demás, que abarca también el "hacer cosas por Dios". Se resisten de forma innata a dejar que
Dios o los demás actúen por su cuenta. Como la oración meditativa consiste en no hacer nada, les resulta
incómoda. Sin embargo, la fe cristiana se basa en el cuidado que Dios tiene de todos. La historia de la salvación se
basa en lo que Dios hace por las personas humanas. Los DOS necesitan ponderar cómo afecta a sus vidas ese
auténtico significado de salvación, en especial respecto a lo que piensan de sí mismos.
Contemplando a Jesús como modelo de ayuda a los demás, los DOS deben pensar cómo Jesús despide a
la gente después de un milagro. Evita vincular a las personas consigo mismo. Cuando el poseso ya curado, le pide
que le permita ser su discípulo, Jesús no le deja (Mc.5,18s.). Con frecuencia Jesús dice a los curados que no digan
a otros lo que ha hecho por ellos. Por otra parte, en los Evangelios hay muy pocos casos de curación física a favor
de quienes le siguen como discípulos. Se dedica, sobre todo, a fortalecerlos para que sean unos confiados y
valerosos testigos y a comunicarles su mensaje para los demás. Trata de introducirlos en una relación con el Padre
y el Espíritu.
También Jesús se ocupa de algo más que fortalecer a sus discípulos y enviarlos en misión por su causa;
emplea mucho tiempo en el trato personal y una y otra vez les dice lo mucho que los ama y que necesita que
también ellos amen. Un caso memorable de esta necesidad de ser amado se nos muestra cuando le dice a Pedro
por tres veces: "¿Me amas?" (Jn.21,15-17). Su amor no se consigue por lo que ha hecho por ellos, sino que se
basa en la comunión, la mutua comunicación entre corazones. Jesús se hace don de sí mismo a sus discípulos, lo
que es distinto de atender sus necesidades. Ante todo, es amigo suyo. Una señal de que son amigos -dice Jesús-
es que ha compartido con ellos todo lo que ha recibido del Padre (Jn.15,15). Los discípulos, a su vez, simplemente
quieren estar con Jesús. Su anhelo de comunión con Él halla una nueva expresión tras su resurrección, cuando
descubren que está con ellos de una forma especial siempre que se reúnen en su nombre (Mt.18,20), lo que les da
motivo para compartir tiempos de oración, reflexión, comidas y asambleas sociales simplemente para asegurarse
de su presencia y sumergirse en ella. A partir de esta experiencia de comunión surge el celo por compartir con los
demás lo que han descubierto y las riquezas que han recibido por el Espíritu de Jesús. Todo esto puede ayudar a
los DOS a descubrir una gran verdad: el verdadero amor es, en último extremo, comunión, más que actos de
servicio.
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Jesús sólo tenía un objetivo en su vida: construir el Reino de Dios. Sabía que necesitaría un núcleo bien
disciplinado y con elevada motivación para conseguir ese objetivo. No dejó nada al azar. Tras reunirse con sus
discípulos, los envió de dos en dos a todas las ciudades a las que pensaba ir (Lc.10,1ss.). Les encargó la tarea de
preparar su llegada a cada ciudad de manera que la gente aguardase su venida con gran expectación y acudiese
en masa a verle y escucharle.
Jesús siempre estaba de servicio. Esto fortaleció mucho a sus seguidores y generó una profunda lealtad
hacia Él. Sabía cómo atraer tanto a las mujeres como a los hombres. San Lucas dice que las mujeres proveían a
todo el grupo "y le ayudaban con sus bienes" (Lc.8,3). Jesús era un buen vendedor; sabía cómo expresar su
personalidad, despertar admiración y conseguir adeptos. Entró en contacto con tantas personas como pudo de
todas las maneras posibles. Hizo que sus milagros favorecieran su causa, de manera que el poder que ejercía no
sólo fuese conocido, sino que se creyera en Él, de forma que suscitara una reacción favorable a su mensaje.
A pesar de su inmensa popularidad durante gran parte de su ministerio público, Jesús tuvo mucho cuidado
en dedicar la mayoría de su tiempo a sus seguidores más próximos. Los había escogido personalmente y
necesitaban una considerable preparación en la acción para su misión. Jesús no quería que su trabajo fuese
como una llamarada fugaz. Veía la necesidad de una organización cuidada bajo la administración de quienes había
escogido como "los Doce". Estos debían compartir su liderazgo y responsabilidad sobre los posibles numerosos
seguidores, haciéndolo de acuerdo con sus propias perspectivas y métodos. Jesús limitó su propia área de trabajo
al relativamente pequeño territorio de Israel, pero preparó a sus apóstoles para que extendiesen su obra por todo el
mundo. Su propio corazón se entusiasmaba ante el pensamiento de que todas las naciones se acercarían a sus
enseñanazas. Por eso mismo, el trabajo de base debía llevarse a cabo con máximo cuidado. Sólo entonces podría
tener lugar la expansión universal con éxito asegurado.
Como personas con un único objetivo a lograr en sus vidas, los TRES hallarán en estos rasgos de la
personalidad de Jesús un modelo en el que inspirarse. Cuando otros les recuerden que la vida es algo más que la
consecución de cosas, pueden responder diciendo que Jesús hizo de su trabajo su vida, sacrificando incluso casa y
familia por él. No se abandonó a la muerte en la cruz hasta que cumplió todos sus objetivos. Sólo entonces pudo
decir "terminado" (Jn.19,30), permitiendo que su espíritu dejara su cuerpo en la muerte.
Al no reconocer en realidad lo que les sucede como personas, los TRES tenderán a parecerse a máquinas,
reprimiendo sus temores, sus afectos y otros sentimientos con el fin de presentarse a sí mismo como llenos de
entusiasmo en relación con lo que en cada momento traigan entre manos. En consecuencia, pueden quedarse al
margen de la vida ordinaria, tal como la viven los demás. Pueden acabar ignorando a los que sufren a su alrededor
o lo que experimenten al estar pendientes únicamente de sus objetivos.
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Asimismo, pueden llegar a ser muy intolerables ante la aparente pérdida de tiempo que representa el que
sus asociados hablen, lleguen poco preparados a las reuniones o no se entreguen en cuerpo y alma a la
consecución de los objetivos de la organización.
Cuando el trabajo llega a abarcar la totalidad de la vida de una persona, todos sus pensamientos y
sentimientos quedan vinculados al éxito pretendido. Esto deja poco espacio en el corazón para lo que no esté
relacionado con el mismo trabajo, y así pueden permanecer ocultos muchos talentos como los utilizados para
entretener a los demás o para expresar los sentimientos de manera creadora. La persona acaba identificándose
con lo que hace, diciendo: "Yo soy comerciante, ejecutivo, administrador...". Los demás se ven forzados a
relacionarse con esa persona en términos de su rol en vez de hacerlo simplemente con ella, como persona única.
Si el trabajo de esas personas fracasa o si la salud les obliga a retirarse de manera anticipada, no sabrán para qué
ni cómo vivir. El fracaso podría hundirlas y hacer que la vida careciera de sentido para ellas.
Jesús puede constituir un modelo para los TRES en la aceptación de lo que más temen: el fracaso. En vez
de procurar lograr el éxito a toda costa, pueden dejar que les conozcan como son, aunque eso signfique que los
demás les den la espalda y no apoyen sus causa. Por su determinación para conseguir el éxito, están tentados a
engañar no sólo a los demás, sino a sí mismos. Jesús constituye un ejemplo de la importancia de no sacrificar la
integridad personal con el fin de conseguir los propios objetivos. Jesús podía haber actuado de otra manera;
podía haber seguido el movimiento popular que pretendía convertirlo en rey de Israel; podía haber pensado que,
convirtiéndose en rey, tendría más poder para influir en la aceptación del Reino de Dios. Sin embargo, esto habría
supuesto caer en la tentación del Maligno. Habría sido adorar al Diablo (Mc.4,5-8). En consecuencia, como Mesías,
habría utilizado mal el poder recibido de Dios.
Los TRES necesitan tener presente que el fin no justifica los medios. El gran valor concedido al éxito por
la sociedad de hoy día tiende a obscurecer este gran principio moral. A menudo, la preparación para la guerra se
considera un medio para la paz, la violencia se ejerce para proteger los derechos humanos y la mentira y la
murmuración se emplean para salvaguardar la seguridad nacional. Jesús enseñó a no ocultar las verdaderas
intenciones con tácticas engañosas. Hizo hincapié en la veracidad, aún a riesgo de dar al traste con los propios
objetivos y planes. Su propia muerte en la cruz demostró que vivía lo que enseñaba. Cuando miró desde la cruz y
vió el fracaso de todo aquello por lo que había trabajado, abandonó su espíritu en manos de su Padre (Lc.23,46).
Su muerte significa que no sacrificó ningún valor a cambio de que su obra fuese aceptada por los otros.
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4. Jesús es sensible
Los CUATRO verán rápidamente en Jesús al patrono de los incomprendidos porque con frecuencia se
quejaba de que sus discípulos no le entendían. Una de las razones de este sentimiento era su profunda
sensibilidad; su corazón sentía las vibraciones de las emociones, tragedias y tristezas de los demás.
Los relatos evangélicos están llenos de signos de la compasión de Jesús: su pena al ver a la viuda de Naín
yendo a enterrar a su único hijo (Lc.7,11-17), sus lágrimas unidas a las de sus amigos ante la muerte de Lázaro
(Jn.11,35) y la curación de la mujer que estaba encorvada desde hacía dieciocho años (Lc.13,10-17). En este
último caso se enfada ante el argumento de los dirigentes religiosos sobre la inconveniencia de curarla en sábado.
Les dijo que tenían mejores sentimientos hacia un buey que hacia la mujer.
La gran sensibilidad de Jesús le daba también un gran talento para lo simbólico y lo dramático,
característica de los CUATRO. A menudo demostraba un magnífico modo de expresar las Escrituras mediante
comparaciones, parábolas y símbolos. Vió la monotonía y la rutina de la religión judía en la que había sido
educado, su pesado apego a la ley como medio para llegar a Dios, su rechazo de las personas "impuras" por
padecer lepra, su desprecio por quienes habían caído en la prostitución o su negación a hacerse oír en la sociedad
por el mero hecho de ser mujeres. Se relacionaba bien con personas sensibles que lloraban sus pecados, como la
prostituta de casa de Simón el fariseo (Lc.7,36-50), o que pedían algunas "migajas" de ayuda a los paganos
(Mc.7,24-30). Jesús no temía adquirir una mala reputación por su asociación con personas que no observaban la
ley judía. También ellas tenían su corazón.
Los discípulos de Jesús estaban educados en una religión de ley más que de corazón por lo que para ellos
la palabra de Dios consistía más en la ley que en el amor. En consecuencia, no comprendían la sustancia de lo que
les enseñaba Jesús, fundada en la sensibilidad. Ejemplo de su falta de sensibilidad es su queja por la mujer de
Betania que derramó un caro perfume sobre la cabeza de Jesús (Mt.26,6-13). Según ellos, eso era un "derroche".
"¿Acaso no podía venderse el perfume y dar el dinero a los pobres?". Su reacción hace que Jesús se sienta muy
incomprendido: pronto morirá y, sin embargo, le escatiman ese gesto de amor. Se erige en defensor de la mujer: "lo
que acaba de hacer será proclamado por todo el mundo hasta el fin de los tiempos".
Durante la pasión, Jesús se entristeció al ver cómo sus discípulos malentendían lo que significaba para Él,
no sólo enfrentarse al fracaso de la obra de su vida, sino también la experiencia del odio impresionante de quienes
lo prendían. En la Ultima Cena trató de expresar lo mucho que sufría por tener que dejarles. Más tarde, en su hora
de angustia en Getsemaní, cuando su alma estaba totalmente desolada, sus tres discípulos preferidos dormían
mientras Jesús "sudaba sangre" (Mt.26,36-40; Lc.22,44).
Dificultades de la melancolía
La principal dificultad de los CUATRO consiste en la melancolía. No sólo son hipersensibles ante cualquier
daño e infortunio, sino que recuerdan una y otra vez esas tragedias. Viven el drama de sus vidas, en especial sus
partes más tristes, como aspectos muy significativos. Se sienten especiales porque los demás no les tienen en
cuenta, los abandonan o simplemente no los aprecian.
También propenden a ser snobs (originales). Se enorgullecen de su buen gusto y de su gran sensibilidad
hacia las alegrías y las penas. Tienden a "crearse" un estilo de personalidad, ensayando incluso cómo expresarse
ante los demás. Tratan siempre de mostrar el estilo "correcto", que pondrá de manifiesto su carácter único.
Asimismo, suelen pensar que los demás carecen de estilo y de refinamiento. Todo esto les hace un poco irreales
como personas, aunque exhiban más sentimientos de los que realmente surjen en su corazón.
Los CUATRO se inclinan a la autocompasión para atraer la atención sobre sí mismos como si estuviesen
abrumados por los acontecimientos trágicos. Sienten que los demás no comprenden todo lo que ellos tienen que
soportar. A pesar de los suspiros que les invaden, es probable que no abran de verdad su corazón a los otros ya
que no creen que nadie pueda comprenderlos. Esto hace difícil intimar con un CUATRO.
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Evitando la autocompasión
Como los CUATRO, Jesús fué un "varón de dolores" aunque evitó cuidadosamente la melancolía y la
autocompasión. En último término, no se mostró como figura trágica, sino como alguien en trance de convertirse
en el triunfante Hijo del hombre. Habló a sus discípulos de su cercana pasión y de su muerte y también de su
resurrección después de la muerte (Mc.8,31s.). Suspiraba por su muerte como "bautismo" que le confiriría nuevos
poderes de salvación en un mundo que compartiría con sus seguidores. Iba a sufrir su pasión y muerte por los
demás. Aunque pareciera que triunfaba el "príncipe de este mundo" (Jn.14,30), sólo sería una victoria temporal ya
que al final, la victoria definitiva sería la de Jesús sobre el pecado y la muerte.
Sin embargo, sus discípulos no quisieron escuchar lo que pretendía comunicarles: que a través de la
muerte se llega a la resurrección. No querían escuchar que el Reino de Dios llegaba a través de su muerte. Pedro
llegó a decirle: "¡No te pasará a Tí eso!" (Mt.16,22), como si pudiese evitar que los enemigos le hiciesen daño.
Jesús reaccionó violentamente a estas palabras de Pedro porque lo que acababa de decir iba directamente en
contra de la voluntad de Dios. Volvió a decir a sus discípulos que debían estar preparados para sufrir como Él
(Mt.16,23-26). Jesús evitaba convertirse en una figura trágica. Todos sus discípulos, si tratan de llevar el Reino de
Dios a este mundo, estarán dispuestos a padecer como Jesús hasta perder la vida.
Cuando Jesús se hace más consciente de la conspiración contra El, no corre a ocultarse con sus amigos,
sino que se presenta en público de manera aún más abierta. Va a Jerusalén a enfrentarse con quienes conspiran
contra El, entabla discusiones con ellos y les deja que lo conozcan personalmente. En vez de dar vueltas y
esconderse para sufrir su tragedia en solitario, se reúne con la gente abiertamente y mientras puede hacerlo con
libertad (Jn.12,35s.). Como no puede tocar sus corazones mediante los milagros de curación, trata al menos de
tocar sus mentes a través de la lógica. Jesús no era un fantasma, sino un hombre de verdad. Además de otras
cualidades, tenía la mente aguda de un estudioso aunque no hubiera estudiado en ninguna escuela de élite.
Cuando sus enemigos unen sus fuerzas contra Él, reacciona incrementando sus enseñanzas en el área del templo,
en el centro de Jerusalén.
La tristeza y la autocompasión características de los CUATRO les lleva a menudo a la inactividad e incluso
a aferrarse al otro en busca desesperada de comprensión y protección. Cuando aumenta su sufrimiento mental,
Jesús hace lo contrario: aumenta su actividad y se rodea menos de sus discípulos preferidos. En vez de mendigar
su apoyo en los días anteriores a su arresto y muerte, trata de darles su valor y prepararlos para la prueba que se
avecina. Se ve a sí mismo como pastor a quien van a matar, con la consecuencia de que ellos, sus ovejas, se
dispersarán (Mc.14,27). Les insiste en que se fortalezcan mutuamente, en especial amándose unos a otros como
Él los ha amado (Jn.13,33-35), después de que desaparezca físicamente de su presencia (Lc.22,32).
Jesús hizo partícipes a sus apóstoles de su propio poder de perdonar, curar y dar una nueva vida a los
demás. Ellos tenían que ejercitar esos poderes mediante gestos simbólicos y palabras como las utilizadas por Él.
Nunca olvidarían cómo Jesús sanaba a las personas poniendo su dedo en sus oídos sordos (Mc.7,33), haciendo
barro con su saliva y untándolo en sus ojos ciegos (Jn.9,6) o haciendo que saliese de su cuerpo la fuerza
comunicada a la mujer que rozó la orla de su manto (Lc.8,44). Quería que siguiesen su ejemplo imprimiendo
sentimiento y creatividad a la religión. De este modo, su propio corazón entraría en un mundo que a menudo
parece haber perdido el corazón.
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Cuando Jesús reflexionaba sobre sus experiencias con la gente, veía el sinsentido, el disimulo y la falsedad
en la forma de vivir. Veía que era necesario establecer algunas prioridades, como las que aparecen en el Sermón
del Monte del Evangelio de Mateo (Mt.5-7). Jesús se lo presenta a sus discípulos como una sólida roca de
sabiduría sobre la que construir sus vidas (Mt.7,24). Quienes le escuchaban encontraban que su enseñanza
rebosaba frescura porque hablaba de su propia vida y de sus convicciones. Decían que hablaba con autoridad y no
como los otros maestros religiosos que siempre estaban citando diversas opiniones (Mt.7,29). Desafiaba a sus
adversarios a que conocieran la verdad por medio de él. Esa verdad -decía- os hará libres (Jn.8,31s).
Jesús se parecía también a los CINCO en su forma de resumir sus puntos de vista en proposiciones
misericordiosas, como: "No juzguéis y no os juzgarán" (Mt.7,1); "Todos, aunque sean primeros, serán últimos, y
esos últimos serán primeros" (Mc.10,31) y "mi yugo es llevadero y mi carga ligera" (Mt.11,30). Le gustaban los
símbolos y las analogías y a menudo hablaba en imágenes, como cuando dijo a sus discípulos que evitaran la
"levadura" de los fariseos (Mc.8,15), que tuvieran "el delantal puesto y encendidos los candiles", preparados para la
última venida (Lc.12,35), y que se dieran cuenta de que su "comida" era hacer la voluntad del Padre (Jn.4,34).
Jesús inventaba formas originales de comunicar las verdades que descubría en su reflexión, prometiendo a sus
seguidores que también experimentarían un brote de creatividad en sí mismos, sobre abundando en beneficio de
muchos (Jn.7,37). Verdaderamente, Jesús era un hombre sabio, un gurú que iniciaba a sus discípulos en una
forma de descubrir la verdad a través de la cual Dios podría enseñarles directamente a sus corazones.
La trampa de la reserva
En su intento de comprensión mediante el estudio y la reflexión privados, los CINCO tienden a caer en la
trampa de la reserva. Se retraen del compromiso con los grupos y hechos sociales, llegando a ser incluso cínicos
con las personas que utilizan tópicos sin emplear la lógica o el estudio. La búsqueda de la sabiduría exige dedicar
mucho tiempo al estudio de los propios proyectos, y los CINCO suelen ser tacaños a la hora de dedicar ese tiempo
a los demás. Con frecuencia, los CINCO dicen que no les agradan las fiestas porque las encuentran sosas y
aburridas. Aún cuando estén en una reunión social, pueden ensimismarse con sus propios pensamientos,
presentando una apariencia indiferente e incluso fría. Como dan la impresión de saber más de lo que manifiestan,
los demás pueden resentirse de su silencio y reserva.
Los CINCO no siempre están callados. Cuando se les presenta la ocasión, hacen una presentación muy
clara de lo que han estado pensando. Les gusta desarrollarlo en forma de pequeño tratado sobre el tema,
agrupando el material en una serie de apartados para mayor claridad. A medida que desarrollan su exposición, los
demás van poniéndose nerviosos o, simplemente, dejan de escuchar. Cuando los CINCO se percatan de que no se
aprecia lo que dicen, tienden a replegarse en su mundo interior, en el que siempre se encuentran a sus anchas con
sus pensamientos.
Un pensador cuidadoso
A pesar de la tendencia de Jesús hacia la reflexión personal, evitaba cuidadosamente caer en la trampa de
los CINCO. Comenzó su ministerio viviendo con un grupo de amigos íntimos con quienes compartía todo lo que
Dios le revelaba en su interior (Jn.15,15). Aunque a menudo se apartaba de ellos para ir a lugares solitarios,
cuando le interrumpían en su soledad, Jesús no mostraba incomodidad alguna (Mc.1,35-38), probablemente porque
le resultaba grato tenerlos con Él como discípulos leales.
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No compartió todo con ellos de una sola vez; su pedagogía se basó en un enfoque gradual, paso a paso.
Esto queda ilustrado en su instrucción sobre el amor al prójimo, núcleo central del mensaje evangélico. Primero,
Jesús indica que ya en el AT todos los mandamientos se resumían en dos: amar a Dios y amar al prójimo
(Lc.10,25-28). Después, dijo que el mandamiento del amor al prójimo era "similar" al del amor a Dios (Mt.22,39),
para señalar por fin que, para amar a Dios, era necesario amar al prójimo. Después de esto, Jesús hace que sus
discípulos amplíen sus conocimientos sobre el prójimo a quien han de amar, todo miembro de la raza humana que
esté necesitado. Les dice que ellos mismos se hagan prójimos, para ir en busca de los necesitados (Lc.10,30-37).
Finalmente, les demuestra que atendiendo las necesidades de los otros aman en realidad al mismo Jesús y que
ése es el criterio para estar con los justos en el último día (Mt.25,31-46). Inmediatamente antes de morir, Jesús
añade a su enseñanza sobre el amor al prójimo lo que llama su "nuevo mandamiento": que se amen unos a otros
como Él los ha amado, y que observando este mandamiento los reconocerán como discípulos suyos (Jn.13,34s.).
Por último, Jesús ruega para que todos sus seguidores sean uno como el Padre y Él son uno. Mediante esta
unidad entre los creyentes en la verdad y en el amor, el mundo, dice, llegará a creer que Él ha sido enviado por
Dios (Jn.17,20-23). Los discípulos aprendieron bien esta enseñanza escuchando a Jesús. Tras la resurrección, la
Iglesia puso en un lugar preferente de sus preocupaciones las enseñanzas de Jesús sobre el amor al prójimo
(ITes.3,12s.).
Jesús evitó de manera especial presentar a las personas a las que enseñaba en calles y sinagogas un
tratado doctrinal. Solía contarles relatos en forma de parábolas. No debía resultarle agradable dejar que sus
oyentes descubrieran por sí mismos el aspecto que les transmitía en cada ocasión para que lo aplicasen después a
su vida; sin embargo, tenía que adaptarse a ellos con el fin de que le escucharan. Las personas que le oían no
estaban preparadas para tomar notas, pero sí recordarían los relatos, y cuando más tarde pensaran en ellos
podrían descubrir la sabiduría que encerraban. No obstante, esperaba que sus discípulos captaran directamente el
significado de las parábolas. Cuando no lo comprendían, Jesús quedaba visiblemente contrariado (Mt.13,14-16),
aunque siempre se muestra paciente. Siendo un hombre sabio, quiere enseñarles la sabiduría. Su gran
adaptabilidad como maestro que habla con sencillez y hasta en plan campechano, se pone gráficamente de
manifiesto cuando se compara con San Pablo, que no duda en comenzar una carta con una síntesis del plan de
Dios sobre la creación, desde el principio al fin de los tiempos (Ef.1).
Como Jesús era un pensador que de verdad cuidaba de las personas y las amaba profundamente, con
independencia de quienes fuesen, evitaba la reserva y el cinismo típicos de los CINCO. Siempre estaba dispuesto a
repetir sus explicaciones y animaba a que le hiciesen preguntas. Aceptaba de manera bondadosa y seria preguntas
que debían parecerle estúpidas, como cuando en la ascensión le preguntaron si iba a restaurar el reino de Israel
(Hech.1,6). La mayoría de los CINCO se habría marchado ocultándose tras la nube con un desplante, haciendo
muy desagradable la escena de su partida. Sin embargo, Jesús vió en la pregunta una oportunidad para comunicar
algo. En una ocasión anterior, cuando hablaba con una mujer en el brocal del pozo, respondió con profundidad
cada comentario o pregunta de la mujer, aunque algunas fueran intrascendentes. Ese diálogo, que debió poner a
prueba su paciencia, movió al fin a la mujer a expresar su fe en el Mesías (Jn.4,7-26).
Puede sorprender que los Evangelios se centren más en los milagros que hacía Jesús que en el contenido
de su enseñanza. El evangelista dice: "Mientras Jesús enseñaba, llegó uno...", y relata algún milagro. En realidad,
se nos está presentando la enseñanza. La intervención de Dios en la vida de las personas ha de descubrirse en los
hechos que se producen. La persona sabia no es la que colecciona conocimientos, sino la que descubre la
verdad. Ser sabio es entrar en un proceso de contacto con los hechos. Jesús nos trajo el regalo de cómo ser
sabios. Con ese regalo, las personas pueden ordenar las cosas sobre la marcha. Vivir sabiamente significa estar
presente ante cada persona y cada hecho, dispuesto a descubrir la verdad y el amor de Dios como regalo. La vida
misma es el mejor maestro. Subyacente a los hechos que se desarrollan está la mano de Dios extendida en una
"experiencia diáfana"; podemos ver a través de los hechos la realidad más profunda de la Verdad. En nuestra
propia vida hemos de descubrir el conjunto completo de gracias de Dios, cada una como puerta abierta a una
habitación mayor en la que podemos vivir de manera más libre y plena. Esta entrada en el Reino de Dios equivale a
descubrir un nuevo mundo dentro del presente. No obstante, exige que la persona participe en el misterio de la
vida y no sea mero espectador.
La sabiduría verdadera pide a las personas que estén preparadas con "los candiles encendidos" para vivir
el momento presente con el deseo de ver cómo les llegan los dones de Dios, dones que enseñan y corrigen,
animan y fortalecen, sorprenden y confortan. Esto indica a los CINCO que, si quieren ser verdaderamente sabios,
deben evitar la reserva. El Reino de Dios llega en el presente. El hecho de no implicarse ni comprometerse con lo
que ocurre fuera de uno mismo supone correr el riesgo de volverse en último término loco. Ello llleva consigo la
falta de la sabiduría de Dios que se desarrolla en los hechos que sólo pueden ser conocidos mediante la
implicación personal en ellos.
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6. Jesús es leal
Los SEIS, que hacen hincapié en la lealtad al grupo, sea la familia, la Iglesia o una organización de
negocios, pueden descubrir en Jesús un modelo de lealtad. La energía de su vida pública se orienta a contribuir al
máximo a edificar la calidad de vida en su religión y entre los suyos. Su devoción no conocía límites, hasta dar su
vida. Como dijo Caifás, no sin ironía, era mejor que muriese un hombre a que pereciese toda la nación. Según la
explicación que da el evangelista de esta frase, Jesús murió para reunir a los hijos descarriados de Dios (Jn.11,49).
La dedicación de Jesús a la gente estuvo siempre regida por su lealtad a Dios, que prometió el don que Él
mismo era al pueblo escogido, a los judíos. Aceptó su vida como cumplimiento de las Escrituras, con todas las
exigencias que suponía. Le gustaba pensar de sí mismo como el siervo fiel de Dios. El mismo decía que había
venido a servir y no a ser servido "y para dar su vida en rescate por todos" (Mc.10,45). Aunque su corazón estaba
abierto a todo el universo, permaneció fiel a su misión como don de Dios a Israel. Envió a sus apóstoles a los
gentiles. Cuando oyó que los griegos estaban interesados en hablar con Él, ni siquiera consideró la posibilidad de
acercarse a ellos y escapar a su inminente arresto; los vió, en cambio, como un signo de que había llegado el
momento de entregarse a la muerte (Jn.12,20-33), dado que sabía por las Escrituras que la salvación sólo llegaría
a los gentiles mediante su muerte en sacrificio a Dios.
Jesús no sólo permaneció fiel a las Escrituras, sino también al conjunto de la ley judía. Puso de manifiesto
que nadie podía acusarle de pecado (Jn.8,46) y quienes lo prendieron no pudieron encontrar evidencia alguna de
culpabilidad para presentarlo ante el Sanedrín; tuvieron que basarse en testigos falsos que tergiversaron las
palabras de Jesús, diciendo que destruiría el templo (Mc.14,58), que se oponía a pagar los impuestos al César y
que Él mismo se llamaba rey (Lc.23,2).
Jesús expresó una lealtad muy especial a quienes estaban muy próximos a Él. Para dedicarse a sus
discípulos escogidos, dejó su casa, su carpintería y todas sus posesiones con el fin de emplear todo su tiempo con
ellos. Dijo que daba su vida por ellos: "No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Seréis amigos
míos" (Jn.15,13s.). Cuando, en la cruz, vió a su madre, por su lealtad de hijo, le pidió a su discípulo preferido,
Juan, que ocupara su lugar después de su muerte (Jn.19,25-27). Sólo entonces, habiendo cumplido todas sus
obligaciones, pudo entregarse a la muerte (Jn.19,30).
La razón de poner el centro de la religión en la observancia externa de las leyes es la seguridad. Mediante
la observancia externa, la persona pretende hallarse bajo la bendición de Dios y considera segura su salvación. Ese
legalismo tiende a empujarlos hacia otra dificultad: la rectitud neurótica. Como la observancia externa de las leyes
les proporciona seguridad, cualquier desviación de esas obligaciones socava su seguridad. Si los otros señalan al
SEIS algún incumplimiento de sus obligaciones, algún descuido de las normas de responsabilidad en las que tanto
hincapié hace, lo negará, poniendo de manifiesto incluso algunos fallos más graves de los otros.
Junto con la estricta observancia de las leyes escritas, los SEIS pueden encontrar seguridad obedeciendo a
alguien constituido en autoridad. Si en algún caso resultara difícil decir qué hacer, los SEIS prefieren que la
respuesta venga de alguna autoridad externa. Obedeciendo las decisiones de esa persona, el SEIS se siente
seguro de que lo que hace es correcto. Parece que, para los SEIS ni Dios mismo puede echarles en cara que lo
que hacen está mal en la medida en que obedezcan a su superior.
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El espíritu de la ley
Jesús evitó la trampa de buscar seguridades últimas en la observancia externa de la ley. El NT muestra
que las leyes sólo son medios para mantener una relación correcta con Dios; esto es seguir el "espíritu de la ley"
en vez de la "letra de la ley". Para San Pablo, esta distinción tiene una importancia fundamental. Dice que Cristo
nos liberó de la esclavitud de la ley, y que nos mantiene libres (Gál.5,1). Hacer de la observancia rígida de la ley
el árbitro final de la relación de uno mismo con Dios convierte a la ley en un fin en sí mismo. Esa observancia
puede constituir un grave obstáculo para entablar una relación correcta con Dios. Como señala San Pablo: "Si la
rehabilitación se consiguiera con la ley, entonces en balde murió el Mesías" (Gál.2,21).
¿Qué significa, pues, vivir según el "espíritu de la ley" en vez de según la "letra de la ley"?. Vivir según la
letra de la ley consiste en hacer de la observancia de la ley lo que determina la relación con Dios. En cambio,
vivir por el espíritu de la ley es reconocer que la observancia de la ley, aunque importante, no es la causa de la
correcta relación con Dios. Los SEIS necesitan pensar en esto porque tienden a interpretar la vida en términos de
respuesta a las exigencias que se les plantean y a juzgar a los demás según esas exigencias. Es cierto que la
tentativa de San Pablo de explicar la "causa de la justificación", constituye uno de los aspectos más difíciles de la
enseñanza cristiana. No obstante, esta dificultad surge porque muchos cristianos han tratado de encajar la religión
y la moralidad en el molde del punto de vista de los SEIS sobre la vida. Quien considere a Dios ante todo como
legislador, el legalismo le parecerá el punto de vista más lógico. Sin embargo, Jesús nos revela que Dios es en
realidad Abbá.
El mantenerse en el espíritu de la ley en vez de en la letra corrige dos errores. Uno es un error en la
moralidad; el otro, un error en la religión. Cuando la ley se constituye en fin en sí misma, se produce un error en
la moralidad desde el momento en que todas las leyes tienden a tener la misma importancia, porque la
transgresión de cualquiera constituye un acto de desobediencia al legislador. Sin embargo, Jesús enseña que
no todas las leyes tienen la misma importancia. Hace hincapié en ciertas prioridades, considerando siempre en
primer lugar el amor a Dios y el amor al prójimo. Acusa a los fariseos de tergiversar el recto orden con su
observancia de las leyes religiosas y morales. Dice que dejan de lado las cuestiones "más importantes" de la ley,
como la justicia, la bondad y la sinceridad, mientras observan detalles minuciosos, como el diezmo de la
hierbabuena, el anís y el comino. No dice que hayan de pasar por alto ley alguna, sino que, al observar las leyes,
deben asegurarse de poner en primer lugar las obligaciones más importantes (Mt.23,23). Cometen el error de
"filtrar el mosquito y tragarse el camello" (Mt.23,24). San Pablo sigue a Jesús en la primacía del amor: "La Ley
entera queda cumplida con un solo mandamiento, -amarás a tu prójimo como a tí mismo-" (Gál.5,14).
El mensaje de salvación corrige el gran fallo de los SEIS sobre las exigencias de la ley. La salvación no se
basa en las acciones que la persona lleva a cabo por sus responsabilidades sino en algo anterior: su condición de
hijo o hija de Dios. Sólo se puede mantener una adecuada relación con Dios reconociendo este vínculo con Dios
como Abbá y respondiéndole con el amor y la dedicación correspondientes a una relación filial. Esto conlleva la
imitación de Dios con una actitud y conducta hacia los demás de compasión, perdón, justicia y bondad. La
obediencia a las leyes sigue siendo importante, pero debe considerarse sólo como una forma de vivir los
mandamientos del amor a Dios y del amor al prójimo. La causa real de la salvación es el acto de adopción que
inaugura el vínculo con Dios.
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7. Jesús es optimista
Los SIETE aprecian el hecho de que Jesús supiese pasarlo bien con sus amigos. Sorprende a sus
apóstoles con una fiesta en la playa tras la pesca milagrosa después de la resurrección (Jn.21). No cabe duda de
que los apóstoles esperaban una reprimenda después de que Jesús les cogiese pescando en vez de dedicarse a
su trabajo como misioneros. En cierto modo, Jesús les corrige, pero siguiéndoles su juego: después de decirle ellos
que no han logrado pescar nada durante la noche, les apunta hacia dónde deben echar las redes para pescar algo.
El hecho de que el evangelista recuerde el número exacto de peces -ciento cincuenta y tres- demuestra que, antes
de poner por escrito el acontecimiento, el relato de la pesca había sido contado una y otra vez a las atónitas
audiencias de los primeros cristianos. La invitación a añadir algún pez de los suyos a los que Jesús ya había
preparado en la playa era una indirecta a que uniesen sus esfuerzos a los de Jesús para "pescar hombres"
(Mc.1,12). En efecto, Jesús tiene una forma divertida de puntualizar las cosas.
A Jesús le gustaba pasar los ratos agradables con la gente. Sus adversarios le acusan de bebedor y de
que no practicaba la ascesis que se esperaría de un profeta, como lo hacía, por ejemplo, Juan el Bautista
(Mt.11,18s.). La respuesta de Jesús es que estar con Él equivale a estar con el novio en un banquete de bodas; no
es momento para estar triste (Mt.9,15). Jesús había mostrado ya esta actitud en el milagro de Caná. La
transformación en vino selecto del agua de seis tinajas de barro, cada una de las cuales tenía entre ochenta y
ciento veinte litros, era un signo de que el Reino de Dios se había hecho presente ya en la persona y en las
acciones de Jesús (Jn.2,1-11). Recordaba las profecías del AT que presentaban como signo del Mesías la
abundancia de comida y de vino: "El Señor de los ejércitos, prepara para todos los pueblos en este monte un festín
de manjares suculentos, un festín de vinos de solera; manjares enjundiosos, vinos generosos" (Is.25,26).
La personalidad de Jesús no tiene dificultad para disfrutar de estos signos del Reino de Dios. Con mucho
gusto añade al banquete de bodas de Caná una sobreabundancia del mejor vino. Le gustaba decir que el cielo
sería como una perdurable fiesta de bodas (Mt.22,2), y no dudó en participar en esta anticipación del cielo.
Esta "abundancia mesiánica" se muestra también en la comida que da a los cinco mil en el desierto, tras
la multiplicación de cinco barras de pan y dos peces (Mc.6,35-44). Jesús quería que sus discípulos viesen este
signo ante los doce cestos de sobras (Mc.8,19-21). En vez de preocuparse por no tener comida suficiente para dar
de comer a todos, debían ver en ello el signo de que la providencia de Dios les da una magnífica razón para confiar
en que siempre tendrán suficiente. Esta abundancia se muestra también en la institución de la Eucaristía, como
signo de lo que la muerte de Jesús aportaría a sus seguidores. A partir de la presencia humana de Jesús, habrá un
alimento sin fin que asegurará a sus seguidores el logro de la alegría de la vida eterna (Jn.6,54). El hecho de que la
forma principal que tienen los cristianos de dar gracias a Dios por el don de la salvación en Jesús consista en un
banquete de comida es en sí mismo un tipo de culto que hace hincapié en la alegría en vez de la autoabnegación.
Los SIETE pueden relacionarse fácilmente con Jesús viéndole como quien suspira por todo lo bueno que
nos ocurre como consecuencia de las promesas de Dios. Jesús demostró que el Reino de Dios no sólo ha de venir,
sino que ya está aquí, "a mano", de manera real aunque incompleta. El Reino consiste en disfrutar juntos de los
dones que Dios da a los creyentes. Si las personas no saben disfrutar de la vida, ¿cómo podría llamarles la
atención esta predicación del Reino que hace Jesús?.
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Asimismo, las expectativas de los SIETE de que todo sea alegre son poco realistas. Lo importante no es
evitar todo lo doloroso. Una persona puede encontrar razones para decir que cambiar los pañales de un bebé es
divertido, pero, ¿por qué no decir que el amor real significa hacer lo que no es agradable?. La cuestión es: no hay
que evitar necesariamente el dolor. Si lo vemos como el precio que hay que pagar para obtener un bien, deja de
ser un gran mal. Jesús padeció sufrimientos y la muerte con una gran esperanza que le dió valor y paciencia. Sufría
por algo; era su forma de "dar a luz"; a sus apóstoles les dice que su tristeza es como los dolores de parto
(Jn.16,20-22). Tratar de evitar la incomodidad mediante algún tipo de escapatoria puede provocar la falta de alegría
que alumbra la creatividad dolorosa.
San Pablo ve a toda la creación sufriendo dolores de parto, suspirando por su liberación del mal (Rom.8,18-
22). La creciente presencia de Jesús que llena el universo (Ef.4,10) asegura el nuevo nacimiento de toda la
creación. Los "gemidos" son necesarios, porque la venida del futuro glorioso implica la cruz del sufrimiento. El mal
se ha de superar con paciencia y resistencia. Cualquier dificultad resistida con paciencia constituye una semilla
que prepara la gran cosecha final, la de la felicidad perdurable. Los anhelos de una vida mejor, los sentimientos de
carencia o de vacío, pueden encuadrarse en la perspectiva cósmica de la restauración del Paraíso. Esto es posible
mediante la presencia de Jesús que surge en el proceso cósmico. Lo que una vez se perdió será restaurado, pero
en el tiempo decidido por Dios y a través del misterio pascual de la muerte y resurrección. Mientras tanto, los
seguidores de Jesús están siempre dispuestos a responder a quienes les pregunten sobre la razón de su
esperanza (I.Pe.3,15). Los mismos sufrimientos pueden producir una paciente resistencia que reciba la aprobación
de Dios y sea causa de vida en una esperanzada espera (Rom.5,3-4).
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Otro episodio que muestra la confrontación profética de Jesús ante la injusticia e hipocresía oficiales
podemos contemplarlo en su predicación contra los escribas y fariseos (Mt.23). Ellos dicen que les ha insultado.
Jesús no se para a medir las palabras cuando les llama, no sólo hipócritas, sino "sepulcros blanqueados", "guías
ciegos" y "raza de víboras". No duda en arremeter contra todos cuando defiende la justicia y la verdad. La
emprende también con ellos ante el gran disgusto que le provocan los papeles que desempeñan y sus pretensiones
de ser justos y santos. Ocupaban una posición que les permitía fijar el modelo que la religión judía presentaba de la
voluntad de Dios y de lo que le agradaba, aunque hacían de su autoridad un medio para separar la voluntad de
Dios de lo que hacían. Como clase aparte, utilizaban su educación y riqueza para su propio engrandecimiento y
conspiraban contra Jesús, a quien acertadamente consideraban una amenaza ante todo lo que habían conseguido.
Jesús trata de ser también su salvador, moviéndolos al arrepentimiento. Fracasa del mismo modo que Juan el
Bautista antes que Él (Mt.3,7ss.). Estos hombres niegan su necesidad de arrepentirse, mientras planean la muerte
de Jesús. Llegan a sobornar a uno de sus discípulos para conseguir arrestarlo, y llaman a falsos testigos para que
lo acusen en el juicio. Cuando los soldados informan de la tumba vacía el Sábado Santo, les sobornan para que
digan que el cuerpo fué robado mientras dormían (Mt.28,12s.).
Jesús no se calla ante el mal que veía en su sociedad, aunque carecía del poder político necesario para
cambiarlo. No teme que le maten por hablar en público. Cree firmemente que hay que oponerse a los responsables
de la injusticia; de lo contrario, seguirán oprimiendo a los demás para su propio beneficio, ciegos ante su propio
pecado. Cree que hay que poner de manifiesto la injusticia como lo que es; dejar que siga oculta supone poner todo
en manos de quienes conspiran para el mal. Como dice San Pablo, los hijos de la luz han de exponer las cosas a la
luz; los hacedores del mal odian la luz y escapan de ella, porque gran parte de su poder se basa en la mentira y el
engaño (Ef.5,11-13).
Jesús, con su fuerte sentido de la justicia y su disposición a enfrentarse a cualquiera poder, es un modelo
para los OCHO. Como todos los OCHO, Jesús veía que se utilizaba la violencia para influir sobre los demás o para
defender las propias posiciones. Se daba cuenta de que, quienes actuaban así, en realidad lo hacían por debilidad.
La auténtica fortaleza la poseen aquellas personas que, como dice Jesús no temen a quienes pueden matar el
cuerpo pero no pueden disponer del alma (Mt.10,28). Jesús pide a sus seguidores que no comprometan su
conciencia, aún a costa de sufrimientos y de la muerte.
Jesús reaccionó frente a la conducta pecaminosa de los demás de formas muy distintas y, desde luego, no
siempre por medio de la confrontación. Defiende a la mujer adúltera escribiendo signos en la tierra (Jn.8,3-11), se
invita como amigo a casa de Zaqueo, el recaudador de impuestos (Lc.19,1-10) y renuncia a mantener la
confrontación de Juan el Bautista con el rey Herodes tras la decapitación de Juan. Incluso en sus ataques contra
los escribas y fariseos, puede decirse que Jesús arremete contra ellos como clase con intereses personales, lo que
hoy llamaríamos "estructura injusta", más que denunciarlos como individuos.
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Ser vulnerable
El papel de Jesús como profeta no puede entenderse sin contemplar cómo Él mismo se hace vulnerable.
Esto se hace evidente de modo especial en su pasión y muerte. Jesús dijo que tenía poder para evitar su arresto y
crucifixión (Mt.26,53). En Getsemaní, los soldados que van a prenderle caen al suelo cuando les dice: "Yo soy"
(Jn.18,6), como paralizados por el poder de su palabra y su presencia; sin embargo, Jesús no responde a su
violencia con otra violencia. Como le dice a Pedro: "El que a hierro mata, a hierro muere" (Mt.26,52).
Jesús ve la fortaleza real de la no violencia, porque Dios actúa a través de la mansedumbre frente a la
opresión. Jesús expresa esta verdad cuando expulsa a los cambistas del templo, diciendo que si destruyesen el
templo de su cuerpo, lo levantaría de nuevo (Jn.2,19). Consideraba que la extrema debilidad y desnudez expuestas
en su crucifixión le daban el poder de curar al mundo, como la serpiente de bronce elevada por Moisés en el
desierto (Jn. 3,13s.). La visión de su crucifixión constituía la ocasión para que sus enemigos se percataran de que
estaban en el error. Si Jesús hubiese utilizado su poder para enfrentarse a ellos al tiempo que se protegía del daño
que le causaban, habrían seguido convencidos de que tenían la razón.
Al instruir a sus discípulos sobre la sabiduría, Jesús les inculca valor para hablar y capacidad para sufrir las
consecuencias sin oponerse con violencia. Al ponderar las enseñanzas de Jesús sobre la no violencia, los OCHO
deben preguntarse si se enfrentan a la injusticia de forma que lleven a los otros al arrepentimiento o si simplemente
tratan de quedar por encima de quienes actúan mal.
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9. Jesús es paciente
Los NUEVE pueden apreciar la paciencia de Jesús con sus discípulos que esperan la llegada inminente
del Reino de Dios, como parece, por ejemplo, en la escena de la Ascensión (Hech.1,1-11). Los discípulos de Jesús
están contrariados porque todavía no han visto la realización del Reino que suponían iba a llegar. Como Jesús se
va a marchar definitivamente, le preguntan si ha llegado ya el momento de su implantación. La respuesta de Jesús
es que todo está en manos de Dios. Tienen que esperar; el Reino llegará cuando Dios decida el momento
adecuado. En otras palabras, Jesús les dice: "Sed pacientes porque todo está en manos de Dios".
La sociedad moderna educa a las personas para que esperen resultados inmediatos: la luz se enciende en
cuanto se acciona el interruptor; los relojes marcan la hora exacta; las reuniones, los programas de televisión y los
oficios religiosos han de comenzar y acabar a las horas prefijadas; las mismas personas han de lograr éxitos
inmediatamente perceptibles; incluso las cuentas bancarias se ajustan al día, para la anotación de los intereses.
Para los NUEVE, las enseñanzas de Jesús sobre el Reino de Dios les resultarán muy valiosas cuando
traten de evitar las carreras de la vida moderna. Jesús indica en las parábolas del Reino que el ritmo de Dios es
como el ritmo de la naturaleza. El Reino llegará poco a poco; es como una semilla plantada, que hunde sus raíces
despacio y sólo tras un tiempo considerable produce una cosecha (Mt.13,4-9). Esto indica que la vida con Dios
requiere paciencia. Como se demuestra en la evolución del planeta Tierra, Dios esperó millones de años para que
las condiciones vitales estuviesen dispuestas para la aparición de los seres humanos. Pasaron muchos milenios
más antes de que los seres humanos desarrollasen la capacidad de consignar los acontecimientos y pusieran por
escrito sus relatos construyendo la historia. Antes de que la raza humana comenzara a tener la sensación de vivir
la historia del mundo, con todas las naciones en calidad de participantes en una familia humana interdependiente,
pasaron muchos siglos más. El desarrollo de los designios de Dios en el mundo hecho por Él requiere tiempo.
Unirse a esos designios con la propia vida exige que la persona sea paciente.
La tentación de la indolencia
Los NUEVE son dados a esperar; no tienen problema para ser pacientes. Sin embargo, su dificultad radica
en la indolencia. Ir a la par con el tiempo de Dios no significa dejar que Dios haga algo mientras ellos esperan que
la acción divina traiga el Reino. Este problema de la indolencia se desarrolló entre algunos cristianos en la era
apostólica porque estaban seguros de la inminencia del fin del mundo. En Tesalónica algunos rehusaban incluso
trabajar para ganarse la vida. San Pablo respondió a esto diciendo que nunca había supuesto una carga para nadie
cuando estuvo con ellos, ni abusó de la hospitalidad de los demás. Estableció como regla que quien no trabajara,
no comiese (II.Tes.3,7-10). De igual modo, los ángeles, tras la ascensión de Jesús, amonestan a los discípulos por
quedarse allí plantados mirando al cielo (Hech.1,6-11). Tenían que seguir las instrucciones de Jesús preparándose
para recibir el don prometido del Espíritu y después tendrían que transformar el mundo utilizando sus dones.
Jesús promete a sus seguidores la experiencia de verse fortalecidos por Dios mediante la infusión del
mismo Espíritu que empujó a Jesús en sus actividades. Sirve para dar confianza a las personas, no sólo en que
Dios los ama, sino en que son amadas como lo era Jesús (Jn.17,26). Tienen que creer en la fe de Dios en ellas.
Como Dios tiene fe en cada seguidor de Jesús, le entrega dones exclusivos junto con la guía del Espíritu para
desarrollarlos y utilizarlos. A partir de aquí aparece la vocación a la misión. Toda persona es un don especial de
Dios al mundo. Su vida está pensada por Dios para marcar una diferencia con el modo de ser actual del
mundo.
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Esa influencia sobre el mundo se producirá por la conexión de esa persona con su vida interior y la donación de esa
vida interior a los demás.
Con el don del Espíritu llega también la paz interior que se deriva del conocimiento del amor personal de
Dios. El conocimiento de este amor lleva a la persona a aceptar que es digna de amor y le deja libre para hacer
donación de sí a los demás. Aparte de la gratitud por conocer el amor de Dios, la persona querrá ayudar a los
demás a que sepan que también son amados. Una forma de hacerlo consiste en amarlos, porque, haciéndolo así,
se les da el mismo amor de Jesús.
Cuando el amor llega a ser mutuo entre los cristianos, Jesús promete su presencia en medio de ellos
(Mt.18,20). Mediante esa comunidad cristiana, se hace presente y se experimenta la auténtica vida de la
Santísima Trinidad. El desconocimiento de esa comunión de personas supone carecer de la experiencia de la
misma vida de Dios (I.Jn.1,7-11). Los NUEVE necesitan escuchar esta enseñanza como forma de salir de la
indolencia. Superando el aislamiento personal mediante el amor mutuo y el diálogo con los demás, entran en
contacto con la energía de la vida trinitaria de Dios. Al aproximarse a los demás mediante la fe y el amor
compartidos, descubren su propio crecimiento de muchas maneras. Los horizontes de sus intereses se amplían.
Vivir en comunidad significa buscar formas de hallar la paz juntos. Como dice San Pablo, el don del amor
es paciente; está siempre dispuesto a excusar, a confiar, a esperar, a soportar lo que pueda venir (I.Cor.13,4-7). El
amor es el gran constructor de enlaces, el gran reconciliador. Como el Espíritu impulsa a las personas a desear la
unidad desde su interior, los NUEVE encontrarán a través del Espíritu nuevos recursos para reunir a la gente
porque tienen una habilidad natural para hacer comunidad. El don del Espíritu lleva a compartir mediante el diálogo.
De este modo, los NUEVE pueden descubrir su capacidad de liderazgo para tender lazos de unión entre las
personas y ayudarles a trabajar superando conflictos y divisiones. Los NUEVE necesitan tomar la iniciativa
estimulando a los demás a bajar sus defensas diciendo cómo ven las situaciones y lo que cada uno necesita. Es
preciso que las palabras correspondan a sentimientos y no a juicios, ya sean de daños o miedos, de entusiasmo o
de aburrimiento. Cuando cada uno escucha a los demás, elimina las incomprensiones, abriéndose a las disculpas y
expresiones de perdón. Los NUEVE tienen una aptitud grande para llevar a los demás el auténtico valor de la
comunidad, ayudándoles a descubrir que nada es tan importante como la unión entre las personas. De ese
modo, todos pueden compartir la propia vida trinitaria de Dios.
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Recuerda que los CUATRO tratan de huir de su miedo a ser imperfectos y deficientes volcándose
dentro de sus sentimientos. Se ven a sí mismos como sensibles e intuitivos, mientras que puede ser que los
otros los vean como demasiado exagerados y dominados por sus sentimientos. Los CUATRO creen que
encontrarán una solución a su agitación emocional por medio de la incesante y repetida representación de sus
problemas en su imaginación. Dándole vueltas y vueltas a la cosa, despiertan en ellos poderosas contracorrientes
emocionales que les arrastran aún más a su interior hasta que pierden toda perspectiva sobre sí mismos, minando
su capacidad de manejarse con realismo en la vida. Con el tiempo, sus conflictos y dificultades emocionales
reavivan las llamas de la propia inseguridad y del rencor hacia sí mismos y se sumergen en un oscuro y
atormentado mundo de desesperación.
Los CUATRO pueden escapar de su trampa reconociendo y desprendiéndose de los apegos tan
fuertes que tienen a sus sentimientos. Haciéndolo así aprenden que no sólo estos no desaparecerán de sus
vidas, sino que en adelante podrán manejar y poner en práctica otras capacidades y talentos. Y cuanto más se
relacionen con la realidad, más rica llegará a ser su vida emocional. Como ya no están prisioneros de sus
frecuentes y variables caprichos, se encuentran con que sus realizaciones prácticas aumentan. Así descubren los
CUATRO que no sólo son intuitivos y creativos, sino también eficaces y fuertes.
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Recuerda que los SIETE tratan de huir de su miedo a quedarse desprovistos de todo sumiéndose en
una actividad constante. Se ven a sí mismos como personas prácticas y divertidas, aunque puede que los otros
los vean como superficiales e infantiles. Los SIETE creen que, si se les acaban los estímulos, para tener cosas o
hacerlas, sucederá algo horrible, por lo tanto siempre están activos y atentos a todo lo novedoso. Fácilmente echan
el resto, agotando sus recursos, al mismo tiempo que se distraen constantemente experimentando cosas nuevas. A
veces su tensión puede afectar seriamente a su salud y estabilidad emocional; entonces los SIETE pueden quedar
exhaustos y aterrados.
Los SIETE pueden escapar de su trampa reconociendo y desprendiéndose de su apego a estar
continuamente estimulados. Cuando relentizan el ritmo de su vida, descubren que la verdad es que muchas de
sus actividades no les satisfacen. A medida que se libran de su sentimiento de que deben experimentar
constantemente cosas nuevas, aprenden a permanecer en cada experiencia lo suficiente para asimilarla bien. Los
SIETE caen en la cuenta finalmente de que ninguna experiencia o novedad exterior puede a la larga dejarles
satisfechos o libres de ansiedad, a no ser que busquen dentro de sí mismos y encuentren la quietud y la serenidad,
que son fuente de un gozo más completo y de más garantía.
"Trampas" y "Tentaciones”
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Super-preocupaciones
UNO el perfeccionismo.
DOS dependencia-independencia.
TRES super-eficacia y conservador de la imagen.
CUATRO razonador, quiere ir al fondo, a los últimos porqués de sus sentimientos.
CINCO observador, pasar desapercibido, verlo todo y a todos sin ser visto.
SEIS la aventura, el reto, quiere probarlo todo, demostrarse que es capaz.
SIETE ¿tendré tiempo para tanto que tengo que disfrutar?.
OCHO superjusticiero, estar preparado para atacar antes de ser atacado.
NUEVE ¡ojalá no tenga que moverme...!, inconformista.
Huida
UNO huyo del enfado y la rabia siempre estoy molesto.
DOS huyo de mis propias necesidades tengo muchas necesidades.
TRES huyo del fracaso por ineficacia “abarco mucho y poco aprieto”.
CUATRO huyo de lo normal y corriente soy como el común de la gente.
CINCO huyo de mi vacío me percibo muy carente.
SEIS huyo del miedo y la duda vivo en la indecisión.
SIETE huyo del dolor y la tristeza me gasto por no sufrir.
OCHO huyo de la ternura soy muy débil y tierno.
NUEVE huyo del conflicto y del esfuerzo vivo en continuo conflicto interno.
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Mt. 4, 12-17
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Redención de la compulsión
Cualquier persona sometida a una compulsión necesita ayuda. Esta ayuda puede provenir de tres fuentes:
uno mismo, los demás y Dios. Quienes tienen personalidades compulsivas pueden ayudarse a sí mismos
comprendiendo su problema y poniendo la correspondiente solución con sus propios esfuerzos. Pueden obtener
ayuda de otros, en especial de algún amigo íntimo que comprenda su compulsión y le ayude a liberarse de su
influencia. Asimismo puede conseguir la ayuda de Dios que ofrece a todos la salvación a través de la fe.
Las tres formas de ayuda constituyen aspectos de redención. El término "redención" se deriva del pago
de un rescate para liberar a los cautivos de la esclavitud. Las compulsiones provocan un tipo de esclavitud.
Constituyen impulsos internos que impiden que las personas vivan en la libertad de la humanidad plenamente
integrada. Por esta liberación ha de pagarse un rescate o precio. Jesús pagó el precio de la redención de todas las
personas humanas mediante su pasión y muerte, pero el rescate no lo hizo solo. Él llama a cada persona para que
se disponga a perder su vida con el fin de encontrarla (Mt.16,25). Une a sus discípulos en la amistad para que
se ayuden unos a otros con sus amor (Jn.15,16s). Insiste también en la necesidad de vivir por la fe para ser
salvos por la acción directa de Dios, es decir, para poder entrar en el Reino de Dios.
Vamos a referirnos a los esfuerzos necesarios para que el yo pase de ser compulsivo a ser "redimido".
Tales esfuerzos no cambian el tipo de personalidad del Eneagrama ni disminuyen la propia identificación con el tipo
de personalidad que se desarrolló en la primera infancia. Ese mismo tipo de personalidad permanece a través del
proceso de redención, aunque produzca una maravillosa transformación que afecta a todas las causas
subyacentes de la compulsión. Podemos comparar cada tipo de personalidad con un árbol, que mantiene
característicamente su estructura básica determinada en las primeras etapas del crecimiento, pero florece y da
mucho fruto, con una singular belleza y proporcionando vida abundante a muchos.
El "rescate" para redimir el yo ha de ser pagado por las tres fuentes de ayuda: por uno mismo, por los
demás y por Dios. El precio pagado por uno mismo va por la vía del esfuerzo personal de moverse contra la
compulsión. Es un "agere contra", una "actuación en contra". Uno se mueve en sentido contrario a la inclinación
interna de la compulsión.
El precio que pagan otros por la propia redención se pone de manifiesto cuando nos preguntamos cómo
puede ayudar un amigo a que cada tipo de personalidad sea más libre. El precio pagado por Dios ya se ha
cumplido en Jesús.
Al lado de la búsqueda de la redención del yo afectado por la compulsión a través de los propios
recursos moviéndose en contra de la compulsión y mediante la ayuda de un amigo que comprenda, para la
curación profunda del yo sigue siendo crucial la relación personal directa con Dios.
La mayor descripción de esta relación es la del santo abandono porque es el único camino adecuado y
verdadero para estar en unión con Dios como fuente creadora de todo y, por tanto, como restaurador redentor de
todo. El acto de abandonarse en Dios puede influir en las energías del propio ser, rectificándolas. El abandono en
Dios es, ante todo, una conversión intelectual, una forma de contemplar la realidad y a uno mismo como parte de
ella, de acuerdo con el plan divino. La conversión intelectual conduce a la conversión afectiva. A continuación de
la conversión afectiva está la conversión de las energías instintivas de la naturaleza humana.
La compulsión es una consecuencia de la postura del yo ante el mundo, diciéndole: "no te necesito para
ser una persona plena". Representa una estrategia adoptada por el yo para lograr la autosalvación.
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Al incorporar la idea santa, que es básica para el abandono en Dios, el yo deja de lado su estrategia
defensiva de autosalvación y se abre a la aceptación de la necesidad de Dios para lograr la plenitud personal.
Esto es una apertura a la verdad y es crucial para liberarse de la fijación del yo.
La teoría del Eneagrama adjudica una "idea santa" diferente a cada tipo de personalidad. Reconoce que
cada tipo tiene una trampa o "idea falsa" característica que ha de manifestarse y ser redimida por una confianza
incondicional en Dios en vez de descansar sólo sobre los recursos del yo.
Como consecuencia de la conversión intelectual expresada por el santo abandono a través de la idea
santa específica de cada tipo de personalidad, se sigue lo que se denomina conversión afectiva, en la que la
virtud cura o rectifica la deformación de la pasión.
La conversión afectiva sigue a la conversión intelectual porque el corazón responde con amor
apasionado al bien de la plenitud. Al colocar la autorrealización bajo el dominio de Dios o en las manos de Dios por
el santo abandono, el yo queda liberado de la deformación del amor apasionado causada por la actitud de
autosalvación. La autorrealización se considera relacionada con la redención traída por Dios mediante la
participación en el Reino de Dios. La deformación específica de cada tipo de personalidad se denomina pasión. La
virtud que cura o rectifica el amor apasionado de cada tipo tiene una disposición o actitud dominante del corazón.
La conversión afectiva supone en cada tipo de personalidad el paso de la pasión específica a la virtud
específica. Este movimiento o conversión se produce cuando se abandona la pasión en beneficio de la virtud que
es una manifestación típica del amor esencial que es Dios.
Cuando una persona reacciona ante los demás y las situaciones, su conducta es expresión de las
defensas habituales enraizadas en lo que el Eneagrama explica como la compulsión de cada tipo. Cuando una
persona es capaz de responder ante los otros y las situaciones, su conducta manifiesta una conversión
instintiva. Se produce un despertar a lo que San Pablo llama "frutos del Espíritu", o sea: "amor, alegría, paz,
paciencia, amabilidad, bondad, confianza, cortesía y autocontrol" (Gál.5,22). Como movimientos de
consolación, los frutos del Espíritu hacen también más consciente al yo de los movimientos contrarios, que
reciben el nombre de desolación. El deseo de percatarse y discernir estos movimientos surge de la conversión
intelectual y afectiva, porque vivir en las manos de Dios significa moverse con el instinto dado por el Espíritu de
Dios que habita en nosotros. El discernimiento espiritual supone comprobar y seguir estos movimientos de
consolación y desolación para elegir qué hacer y qué no hacer. Vivir en este nivel instintivo siguiendo la
dirección del Espíritu no sólo da al yo un signo de la voluntad de Dios, sino que se traduce en una notable
sensación de bienestar y de alegría interior.
Las experiencias de desolación son: confusión de verse arrastrado por un peso y oscuridad, agitación
y el disgusto y la rebelión, desesperación y egoísmo.
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1. Los UNO
La ayuda procedente del amigo
Los UNO son perfeccionistas y rigurosos en la hipercrítica de sí mismos y de los demás. Con frecuencia su
compulsión los fija en un aspecto y ellos se vuelcan en él. La mejor forma de hacer intervenir a un amigo consistirá
más en plantearles cuestiones que en decirles cosas. El amigo muestra interés por sus dotes personales y les
ayuda a encontrar nuevo uso para sus talentos. Necesitan que se les escuche en su propia onda; de otro modo,
dirán que no han oído. Un amigo escuchará tomando en serio lo que plantean una y otra vez. El o ella dirá: "Esto
es realmente importante para tí porque lo repites mucho". Hay que animar a los UNO a que se rían. Para
nuestro asombro, les beneficia reconocer sus propias extravagancias como cosas divertidas. Bromear es una
forma natural de iluminar su extrema seriedad. Les gusta recibir bromas, pero su forma de devolverlas puede ser
más acerada que despreocupada.
Conversión intelectual
La trampa que se cierne sobre los UNO es su idea de perfección, que constituye una obsesión para ellos.
Molestos ante la más mínima imperfección, luchan por lograr una perfección inalcanzable. Nada de lo que hagan
les satisface, de manera que siempre encuentran defectos. "La realidad no es perfecta". Procuran alcanzar la
perfección cada vez con mayor ahínco haciéndose cada vez más impacientes. Lo que para ellos cuenta es el
ahora. No son gente dada a los procesos.
La idea santa del crecimiento puede liberar a los UNO de su trampa de la perfección. Dios rige el mundo
de manera evolutiva. Según el designio revelado de Dios para el universo, la creación está inmersa en un proceso
evolutivo; esto pone de manifiesto que la forma de mejorar el mundo prevista por Dios consiste en un proceso. La
perfección real de las creaturas supone un proceso de llegar a ser. Existir y estar vivo es una llamada de Dios a
crecer y madurar. Puede decirse del organismo vivo, en cualquier etapa de su evolución, que es "perfecto" en la
medida en que se encuentra en un momento determinado de su desarrollo. Incluso los errores pueden incluirse
como elementos que sirven a este proceso de maduración, como algo que la persona ha de superar. No cometer
errores puede indicar que el interesado no trata de hacer nada nuevo por crecer.
Para los UNO, abandonarse en Dios supone aceptar su designio sobre las creaturas relativo al crecimiento
por etapas graduales. Supone aceptar la propia condición de creatura bajo el designio de Dios. Esto puede llevarles
a considerar que es bueno encontrarse con vías muertas en lo que va ocurriendo y que los errores forman parte del
proceso de convertirse en personas. Hay que considerar la santidad misma como un proceso de crecimiento más
que como el cumplimiento de normas sobre lo completo y correcto. De este modo, los UNO pueden vivir en mayor
paz y serenidad ante la realidad de las cosas y confiar en la forma que Dios tiene de gobernar el universo a través
de un proceso en vez de imponiendo su propia idea de perfección.
Conversión afectiva
Mediante el santo abandono, los UNO pasan de la pasión de la ira a la virtud de la serenidad. Su amor
apasionado se centraba en la perfección y la ira o el resentimiento les inundaba cuando las cosas no eran
perfectas. Mediante el santo abandono, aceptan la idea del crecimiento a través de un proceso como designio de
Dios para la perfección de las criaturas. Esto hace que la imperfección se convierta en aceptable para el amor
apasionado de los UNO porque ahora la ven como característica de un proceso de crecimiento.
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En vez de buscar lo erróneo, el corazón busca lo que ya se ha desarrollado como bueno, aunque sea poco,
porque a veces el bien se presenta en forma de semilla y oculto. De este modo, la calma o la serenidad llegan al
corazón porque en el futuro siempre puede darse un crecimiento mayor y la conversión siempre es posible en el
corazón de toda persona. Cuando contemplan en su inteligencia todo el bien que experimentan, los UNO toman
conciencia de la maravillosa armonía de complementariedad en la creación como danza sagrada de opuestos que
se atraen mutuamente, viendo entonces que ese conjunto se mantiene gracias al magnetismo de un Amor que lo
invade todo.
Conversión instintiva
La consolación de los UNO consiste en la experiencia de paz. Por ejemplo, siguen trabajando con
denuedo, pero relajados. Se dan cuenta de que están en el camino de la perfección al trabajar a diario y están en
paz aunque no logren hoy la total perfección.
La desolación de los UNO se sitúa en la experiencia de disgusto y agitación. Tratando de ser perfectos
se desaniman, dejan de intentarlo y se entristecen. Tienen la sensación de que no merece la pena seguir
probando y dicen: "Ya lo he hecho, pero debería intentarlo otra vez".
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2. Los DOS
La ayuda procedente del amigo
Los DOS creen que son independientes, pero, en realidad, dependen del aprecio que se dé a sus servicios.
Un amigo puede ayudarles apuntándoles sus propias necesidades personales. El amigo les llamará la atención
para que se hagan conscientes de sus sentimientos y les asegurará que es bueno tener necesidades, diciendo: "Es
importante saber que tú también tienes necesidades, porque eso te hace humano como el resto de los
mortales". El amigo debe guardarse de utilizar a los DOS; es muy fácil impulsarlos a satisfacer las necesidades
del amigo, porque consiguen todo o nada sin argumentos. Necesitan afecto; necesitan que les cuiden. No piden
afecto porque no les gusta pedir lo que necesitan. Sin embargo, no se les ayuda a salir de su compulsión dándoles
palmaditas en la espalda por las pequeñas cosas que hacen o adulándoles. Un amigo rehusará reforzar su
compulsión a conseguir la aprobación de los demás por lo que hacen para ayudarles. En vez de amarlos por hacer
lo que agrada, los ama por ser quienes son. Hay que darles las gracias no cuando acaban de prestar un servicio,
sino cuando se comportan como realmente son.
Conversión intelectual
La trampa de los DOS es su idea de servicio por la que piensan que son desinteresados, aunque sean
muy dependientes de la apreciación, atención y afecto expresados por aquéllos a quienes sirven. Su ayuda lleva
consigo siempre ligaduras, de manera que reprochan su actitud a quienes no les devuelven a cambio su amor.
Juegan con la simpatía del otro, diciéndole: "¿Cómo puedes hacerme esto después de lo que yo he hecho por
tí?". Es muy raro que pidan algo directamente, aunque, de forma indirecta, procuran que el otro les dé lo que
quieren. Cuando los demás no responden a esta minipulación, sienten que se aprovechan de ellos. Esto significa
que pueden ayudar a otros más para que aprecien sus propias necesidades que por una sincera preocupación por
las personas. Adulando a los otros satisfacen sus necesidades superfluas. Ofrecen atenciones excesivas, rescatan
a otros contra su voluntad, proporcionan consejos no solicitados y cuidados untuosos -todo por su propia necesidad
de recibir aprobación y ganar la aceptación de los demás-. Esta trampa del servicio los hace celosos y posesivos.
Su cólera inconsciente es grande cuando no se sienten apreciados.
La idea santa de la gracia puede liberar a los DOS de su idea de servicio. Para ellos, el abandono en Dios
significa, sobre todo, reconocer que no hay modo de conseguir el amor de Dios: se trata siempre de un don
libre. Dios los amó antes de que ellos realizaran servicio alguno. El amor de Dios les dió la existencia y por ese
amor han sido salvados. Este amor procede de la libre elección de Dios; no puede obtenerse ni conseguirse de
ninguna manera. Simplemente se otorga por gracia. Esta gracia -el amor "previsor" de Dios- los hace dignos de
amor y les da sentido y valor. Como están atrapados en su idea de servicio, los DOS tienden a relacionarse con
Dios del mismo modo que se relacionan con los demás, es decir, haciendo algo para agradarle. Si tienen en cuenta
la llamada a creer en la gracia de Dios, pueden llegar a convertirse -cambiar de actitud- de manera que acepten a
Dios como quien les ama por ser quien son y no por el servicio que prestan. Esto los libera para empezar a
aceptarse a sí mismos como incondicionalmente amados ya en este momento. En consecuencia, pueden
abandonar sus desesperados intentos de ganar el amor de los demás para satisfacer su anhelo de aprobación.
Es probable que esta conversión intelectual de los DOS sea fruto de la oración silenciosa. Naturalmente,
encuentran difícil esta oración porque les da la sensación de "no hacer nada" y, por compulsión, quieren estar
haciendo siempre algo por los demás. Pasar el tiempo solos con Dios supone hacer algo para sí mismos con el fin
de recibir la gracia que necesitan. Como su compulsión exige que no hagan nada para sí mismos, es probable que
la oración silenciosa en soledad sólo se produzca cuando comiencen a tener en cuenta sus necesidades y, en
consecuencia, quieran emplear tiempo y energía en sí mismos para su propio bienestar personal.
Conversión afectiva
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No te limites a averiguar quién eres: el Eneagrama, ¡un mapa para descubrir quién puedes llegar a ser!
Mediante la conversión afectiva, los DOS pasan de la pasión del orgullo a la virtud de la humildad.
Estaban muy orgullosos de sí mismos; su servicio era el mejor. Desarrollaron un complejo mesiánico; podían salvar
a todo el mundo. Al caer en la cuenta de que no podían merecer el amor antecedente de Dios, comienzan a
aceptarse a sí mismos como personas dignas de amor, con independencia de lo que hagan para ayudar a otros.
Aceptan su necesidad de ser amados y abandonan su tentativa apasionada de hacerse querer por los demás
prestándoles sus servicios. La humildad es su forma de realizarse. Al reconocer sus limitaciones y necesidades,
aceptan recibir ayuda. Se realizan aceptando el don de un amor que no merecen ni controlan. Cualquier otro amor
no llena sus corazones. El amor de Dios y todo amor verdadero es incondicional.
Conversión instintiva
La consolación de los DOS consiste en estar agradecido. Saben que no tienen que probarse a sí
mismos, ni siquiera ante Dios, que satisface las necesidades de los demás que no pueden atender. Esto les libera
para ocuparse de sus propias necesidades. Se hacen más conscientes de esas necesidades y deciden atenderlas
en cierta medida.
Los DOS, que en la consolación desarrollan un festejo, entrañable para amigos y enemigos indistintamente,
experimentan la desolación como una profunda obscuridad en la que son incapaces de responder a ninguna
necesidad. Ni Dios mismo aprecia sus esfuerzos.
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3. Los TRES
La ayuda procedente del amigo
Para ayudar a los TRES hay que reforzarlos más por sus personas que por lo que hacen. Un amigo les
ayudará a ser ellos mismos aceptando, afirmando y disfrutando sus cualidades personales. Necesitan que se les
diga que su éxito consiste en ser quienes son. Asimismo, hay que ayudarles a que se enfrenten a sus propios
fallos, errores y frustraciones con realismo. Un amigo rehusará hablar de un fracaso que hayan tenido como si
fuese un "gran éxito". Para los TRES, es importante aceptar el fracaso por lo que es, como una parte de lo que
significa aceptar la vida. Un amigo dirá: "Me siento más unido a tí cuando tú te unes al resto del género
humano". Cuando los TRES magnifican la importancia de la competición con otros, necesitan que se les exija que
adopten una perspectiva más equilibrada, quizá mediante una suave subestimación. A menudo no se dan cuenta
de cómo les afectan sus sentimientos. Cuando pronuncian frases en exceso positivas o entusiastas, debe
pedírseles explicaciones de lo que dicen. De esa forma, el amigo puede convertirse en su auténtico regalo
mencionándoles lo que suelen pasar por alto. Los TRES tienen una compulsión que les lleva a reemplazar la
calidad por la cantidad; buscan demasiados éxitos. Quizá de niños nunca fuesen amados con independencia de
sus logros, de manera que acabaron fijándose sólo en sus éxitos. Se miran desde fuera como si ellos mismos
fueran sus éxitos. Necesitan que se les muestre que su valor real reside en ellos mismos y no en la multiplicación
de éxitos. El amor del amigo hacia ellos simplemente como personas sustituye el falso amor experimentado
anteriormente, lo que les llevó a aferrarse a su compulsión por el éxito como medida de su valor.
Conversión intelectual
La trampa de los TRES consiste en su idea de la eficiencia, es decir, creen que tienen que ser eficientes
para ser dignos de confianza; esto también vale para los demás. Para ellos, la vida consiste en los logros obtenidos
en competición frente a otros. En consecuencia, siempre están buscando una forma más rápida y provechosa de
hacer las cosas, incluso hasta el extremo de llegar a ser menos eficientes. Esta búsqueda de la eficiencia está
ligada con sus ambiciosos planes, objetivos y expectativas. Para ellos, todo el tiempo es valioso, sobre todo para
utilizarlo en los objetivos de sus propias empresas; el mismo objetivo general de su vida consistirá en seguir
adelante en esa carrera.
La idea santa de la voluntad de Dios puede liberar a los TRES de la trampa en la que se encuentran
atrapados por su obsesión por la eficacia. Su principal forma de abandonarse en Dios consiste en someter sus
vidas y energías al gobierno de Dios sobre el mundo y en el reconocimiento de que el mundo le pertenece. Es
aceptar a Dios como el "Gran Administrador" sobre toda la creación. Mediante el santo abandono, los TRES
ofrecen sus vidas al servicio de los fines, objetivos y planes de acción de Dios. Llegan a descubrir que viven en
feliz sumisión a la forma de actuar de Dios en el mundo y para hacer sus propios planes de éxito, no como
absolutos, sino como relativos a los planes de Dios, que sólo pueden llegar a conocerse gradualmente. Un fracaso
en el terreno de sus propios objetivos no supone necesariamente un fracaso de los planes de Dios respecto a ellos.
Incluso si su fracaso es algo que en realidad no es querido por Dios, sino sólo "permitido", la voluntad de Dios es
sacar bien del propio fracaso.
La confianza en Dios y en la voluntad divina es un antídoto para su excesivo espíritu de competición, dado
que en la administración de Dios hay una preocupación providencial por las actividades de los demás individuos y
grupos del mundo. El Reino de Dios se construye a través de las actividades de muchos, que expresan sus
especiales talentos otorgados por Dios y tratan de utilizarlos de acuerdo con las oportunidades que tienen. Cuando
los TRES aceptan la totalidad del mundo como el Reino de Dios y se dan cuenta de que han sido llamados a tomar
parte en su construcción junto con muchos otros, son más capaces de alegrarse de los logros de los demás que,
de otro modo, habrían sido considerados competidores, atacantes de sus propios logros.
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Conversión afectiva
Para los TRES, la conversión afectiva supone el movimiento desde la pasión del engaño a la virtud de la
sinceridad. En la medida en que buscan su realización a través de los logros obtenidos en competición con otros,
su amor apasionado les lleva a justificar incluso medios poco limpios para conseguir su propio progreso. El santo
abandono hace que los TRES se dejen llevar por la administración de Dios sobre el mundo; entonces aman la
sinceridad y la apertura de alma porque ven que el bien común de la sociedad a la que están dedicados, se
promueve mejor si todos "ponen las cartas boca arriba" y no maniobrando para conseguir algún tipo de ventaja
sobre los demás. Sólo a través de la sinceridad, los individuos y grupos de la sociedad pueden confiar unos en
otros y vivir con espíritu interdependiente planeando juntos y ayudándose mutuamente.
Conversión instintiva
La consolación de los TRES está en la paz. Les surgen sanas dudas y dicen: "no tengo que hacerlo
todo; en todo caso, no hay que hacerlo todo".
La desolación de los TRES consiste en sentirse absorbidos por el torbellino de la confusión. Algo les
impulsa a moverse, pero no van a ningún sitio. Simplemente, se mantienen moviéndose en círculos, dando vueltas
haciendo cosas no esenciales.
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4. Los CUATRO
La ayuda procedente del amigo
Los CUATRO buscan demasiadas razones para todo. Eternamente se preguntan: "¿Por qué?. Un amigo
les ayudará llamando su atención sobre su propia fortaleza cuando no se van a los extremos. El amigo les ayudará
compartiendo con ellos sus propias perspectivas. En este caso, la relación es clave, porque sólo escucharán un
punto de vista diferente si sienten que los otros les entienden. Para ellos, eso es lo que significa tener un amigo.
Como ellos aman para obtener información, el amigo constituye una oportunidad real para decirles lo que necesitan
para ser más libres, es decir, cómo pueden apreciarse las cosas de la vida.
Conversión intelectual
Los CUATRO están atrapados por su idea de autenticidad, que ven como algo que pueden lograr por sus
propios medios si se mantienen atentos a todo lo que les ocurre y expresan los sentimientos más profundos de sus
personalidades. En consecuencia, reflexionan sobre los sentimientos que les suscitan sus experiencias pasadas en
detrimento de sus posibilidades de vivir en el presente de forma relajada y satisfactoria. Se preocupan mucho por
todo lo que les hace especiales a causa de sus experiencias pasadas, sintiendo que nadie puede comprender lo
que han vivido. Esto les convierte en personas un poco irreales, como si fuesen aristócratas en el exilio, navegando
entre dos aguas. Tienen la sensación de que nunca son ellos mismos en grado suficiente, aunque creen que serán
verdaderamente auténticos cuando comiencen a vivir sus "vidas reales".
La idea santa de la unión con Dios puede liberar a los CUATRO de su obsesión por la autenticidad. Sólo
a través de la unión con Dios puede una persona llegar a ser ella misma de forma exclusiva y rotunda. Dios crea a
cada persona humana para que sea única e irremplazable y la divina providencia actúa con todas las alegrías y
tristezas de la vida de esa persona para poner de manifiesto esa especificidad única como don especial de Dios al
mundo en ese momento de la historia. Las tragedias y oportunidades perdidas en la vida de una persona, pueden
servir para manifestar ese don único para los otros. Los CUATRO se abandonan en Dios haciendo de sus vidas un
viaje hacia Dios. Anhelando la unión con Dios sobre todas las cosas, ven las experiencias de la vida como
elementos de crecimiento. Lo más importante será hacer de cada experiencia un medio para crecer en unión con
Dios. Esto sólo puede ocurrir viviendo el presente porque a Dios sólo puede encontrásele en el ahora. Viviendo sus
vidas como respuesta a Dios en todo lo que aparece ante ellos en el momento presente, los CUATRO se liberan de
vivir la nostalgia de la tragedia pasada. Aceptan el reinado de Dios sobre las experiencias de su vida como forma
de alcanzar el tipo de originalidad que Dios pretende que tengan. Al aceptar el abandono en Dios como forma de
vida, descubren en sí mismos una nueva creatividad en la autoexpresión que proviene espontáneamente de ellos
en respuesta a la vida tal como es, sobre la base de la experiencia diaria. Los dones de Dios en las circunstancias
que experimentamos nunca hacen de la vida algo meramente ordinario o de rutina; cada momento, a través de la
mano de Dios y de su presencia, es lo que ha dado en llamarse "el sacramento del momento presente".
Conversión afectiva
Conversión instintiva
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La consolación de los CUATRO consiste en una experiencia espontánea de inflamarse. Están menos
tristes y más dispuestos a hacerse cargo de las cosas. Una convicción única mueve a los CUATRO a emprender
una acción significativa.
La desolación de los CUATRO se experimenta como un sorprendente disgusto por la oración ya que son
contemplativos por naturaleza. Su habitual independencia se disuelve en un embrollo de autocompasión.
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5. Los CINCO
La ayuda procedente del amigo
El amigo puede ayudar a los CINCO a salir de su cueva y ser algo más que perpetuos observadores de
todo. Son capaces de desesperar a cualquiera, de manera que esperar que salgan por su propia voluntad puede
significar esperar muchísimo tiempo. Sabiendo que los CINCO tienen mundos en su interior, el amigo los invitará a
hacer mayor uso del poder que tienen. Esto es pedirles que salgan de su aislamiento y abandonen su tacañería
para darse a sí mismos y hacer lo que es beneficioso para los demás. Debe invitárseles a la actividad y a que
hagan algo nuevo con su amigo.
Conversión intelectual
Los CINCO se encuentran atrapados por su insaciable búsqueda del saber. Para ellos, la vida es
fascinante para conocer a cierta distancia, pero demasiado terrorífica si se trata de implicarse personalmente. Se
sienten como huérfanos abandonados, por lo que se retiran de la compañía de los demás y satisfacen sus
necesidades personales mediante el pensamiento y la reflexión. Equiparan la percepción con la experiencia, de
manera que idean en vez de sentir y actuar. La cantidad de información reemplaza a la profundidad de la
experiencia. Si se les pregunta qué sienten, responderán diciendo lo que piensan. Compartimentan todo,
contemplando incluso su propia vida como una serie de acontecimientos distintos. Para los CINCO, la acción más
difícil es la de pedir ayuda; se ven impulsados a hallar todos sus recursos por sí mismos. Sus débiles relaciones
interpersonales hacen que el compromiso y la lealtad resulten problemáticos.
La idea santa de la divina providencia libera a los CINCO de la trampa de que el pensamiento es lo más
importante y de que tienen que retirarse de la compañía de los otros para alcanzarlo. La divina providencia significa
que Dios actúa en nuestras vidas para cuidar de nuestras necesidades, incluyendo lo que necesitamos saber para
actuar adecuadamente. Esta idea de que lo que necesitamos saber nos lo dará Dios a través de lo que sucede en
nuestras vidas hace que los CINCO estén más dispuestos a involucrarse en la vida en vez de dedicarse
simplemente a observarla y reflexionar sobre ella. Al implicarse con las personas y los acontecimientos que les
rodean, comienzan a dejar que la vida sea la maestra que Dios quiere que sea para ellos. Confían en que Dios les
proporcione las oportunidades a través de los acontecimientos para que ellos estén preparados adecuadamente en
cada circunstancia y les dé su asistencia en su implicación efectiva con los demás y en las tareas que emprendan.
Esa idea de la divina providencia les ofrece a los CINCO una conversión intelectual. Se ven invitados a hacer un
acto de fe, confiando de manera práctica en que Dios les proveerá de todo lo que necesiten para hacer bien las
cosas.
Sólo mediante la implicación social pueden llegar a conocer lo que realmente sucede, porque la vida misma
sólo puede conocerse mediante la implicación personal. Esto la convierte en "misterio". La lectura de libros o la
observación de lo que sucede nunca conduce a conocer el auténtico misterio de la vida, el misterio de "estar en
comunión". Al dejar que la vida sea su maestra a través de su implicación social, los CINCO serán capaces también
de mantenerse en contacto con el espíritu de los tiempos que se despierta en las aspiraciones humanas en todo el
mundo, como si se hubiera enseñado a todas las personas las mismas cosas en el mismo momento de la historia.
El CINCO implicado en su conversión es como si el mismo manantial subterráneo alimentara los depósitos
profundos de muchas personas. Al implicarse con los otros mediante el don de sí, los CINCO descubren en ellos
una sabiduría que nunca hubieran soñado. El Espíritu de Dios que habita en nosotros suscita en su interior
respuestas a las variadas circunstancias en las que pueden encontrarse. Llegan a experimentar una sabiduría que
raramente se menciona en los libros, directamente escrita en los corazones humanos.
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Conversión afectiva
La conversión a Dios en abandono mueve a los CINCO desde la pasión de la tacañería a la virtud del
desapego. Buscaban con ansia la soledad para estudiar y reflexionar satisfaciendo su necesidad de llenarse de
sabiduría y no ser ignorantes o alocados. Al aceptar la vida como maestra y dejarse envolver por lo que sucede, se
desligan de la atadura a su propia intimidad. Deja de ser tan necesario el preocuparse de almacenar recursos para
posibles ocasiones porque pueden vivir los dones de la vida cotidiana. Asimismo, están más dispuestos a compartir
su mundo interior porque saben que es el único camino para entrar en el misterio de la comunión con los demás.
Esta realidad sólo puede conocerse mediante la participación.
Conversión instintiva
La consolación del CINCO se da cuando desafían a la realidad y se implican en la acción, son espoleados
por la convicción, la audacia y en el estar inflamados.
La desolación del CINCO se da en el egoísmo. Escapan de la realidad y se repliegan más aún en sus
cabezas. Deciden ser completamente egoístas y se aferran a sus propias teorías.
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6. Los SEIS
La ayuda procedente del amigo
Como el gran obstáculo para el propio crecimiento de los SIES es su miedo, un amigo puede ayudarles
pidiéndoles que prueben su valor de diversos modos. Es importante actuar sin avisarles. Necesitan que se les
estimule a que tomen sus propias decisiones. Una buena pregunta puede ser: "En realidad, ¿tú qué quieres
hacer?". El amigo refuerza entonces cualquier decisión que tomen y permanece junto a ellos mientras tratan de
llevarla a cabo, aunque no lo hagan bien. Hace falta paciencia para ayudarles a tomar una decisión personal. Si
están en un grupo y son los primeros a quienes se pide que la tomen, su compulsión les llevará a escoger lo que
creen que quieren los demás. Necesitan tiempo para aclarar las cosas en su mente antes de responder. Asimismo,
necesitan ayuda para enfrentarse a sus miedos. Se enfrentan con el miedo a diario. Cuando detentan alguna
autoridad, temen cualquier voz que disienta y tienden a ser autoritarios para demostrar a los demás quién es el jefe.
Un amigo puede ayudarles a ver otras formas constructivas de ejercer la dirección y hacerse más conscientes de
que la responsabilidad no tiene por qué caer sólo sobre sus hombros, sino que puede compartirse con los demás
sobre la base de la confianza.
Conversión intelectual
Los SEIS se encuentran atrapados por su idea de seguridad, basada en la obediencia a la autoridad,
personas o normas. La lealtad al líder les promete protección en sus dudas e indecisiones. El miedo inhibe su
libertad para actualizarse. En cambio, son extremadamente cautos y se bloquean ante la comunicación y la acción.
La ortodoxia se enmascara como valor y el autoritarismo como decisión. Cuando el abandono de las expectativas
que introyectan se les hace intolerable, los SEIS se rebelan proyectando su resentimiento y su falta sobre los
demás. Los SIES perciben la puesta en tela de juicio de sus ideas o procedimientos como un ataque personal
porque se identifican en exceso con sus propios pensamientos. Se sienten como personificaciones de los grupos o
instituciones a los que pertenecen; por tanto, la crítica dirigida a los valores del grupo se considera una afrenta
personal.
La idea santa de la confianza en Dios puede liberar a los SEIS de la trampa de su propia idea de
seguridad. La confianza es nuestra respuesta al ofrecimiento que Dios nos hace a través de Jesús como nuestra
seguridad básica, como la roca donde construir nuestras vidas. Esta seguridad, basada en la confianza en Dios,
lleva consigo la "alianza" de la adopción divina. Mediante esta idea santa de la confianza en Dios, los SIES verán
que vienen de Dios y vuelven a Dios; nada puede dañarles, ni siquiera la muerte, porque Dios los ama como a
niños. Gran parte del mensaje evangélico del NT, en especial tal como se encuentra en las epístolas de San Pablo,
parece formulado específicamente para liberar a las personas atrapadas en la compulsión de los SEIS. Esta
compulsión busca la seguridad última en la religión como institución de observancias y leyes externas más que en
la alianza de Dios por la divina adopción, que precede a toda observancia externa de mandamientos y costumbres.
Para los SEIS, abandonarse en Dios signfica confiar en el amor paterno de Dios como seguridad última de sus
vidas.
Conversión afectiva
Mediante su santo abandono, los SEIS se mueven desde la pasión del miedo a la virtud del valor. Al
hallar su seguridad en la adopción divina, descubren que muchos de sus miedos interiores parecen desvanecerse.
Las estructuras cambiantes, las regulaciones indeterminadas e incluso las actividades ilegales llegan a resultarles
menos amenazadoras porque ven que lo que Dios les pide nunca está completamente indicado por las instituciones
y preceptos humanos. Llegan a descubrir que Dios quiere que promuevan los valores más que las leyes y normas
probadas y comprobadas.
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Sabiendo que nada puede separarles del amor de Dios, descubren en sí mismos el valor de hacer cosas
nuevas por su cuenta y de tomar decisiones cuando las cuestiones son provisionales y arriesgadas.
Conversión instintiva
La consolación de los SEIS consiste en ver las cosas en el contexto de Dios, que ama todo y a todos.
Se inflaman con su seguridad en sí mismos y son espontáneos y entusiastas.
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7. Los SIETE
La ayuda procedente del amigo
Los SIETE son soñadores. Sus planes para el futuro les hacen ser excesivamente entusiastas aunque la
experiencia de desarrollar sus planes no colma sus expectativas. Un amigo debe pedirles mayor responsabilidad
con sus sueños, diciendo: "Esto es lo que dices y esto lo que haces". Ellos se animan a llevar a la práctica sólo
algunos de sus planes porque su planificación total suele salir de los límites de lo posible. En relación con su
tendencia a evitar el dolor, el amigo ha de decirles que no todo es de color de rosa y no tiene nada de malo esperar
que la vida nos haga pasar malos ratos. Es importante no hurtar a los SIETE las malas consecuencias de su
inacción. El amigo les ayudará dejándoles que prueben los resultados de su propia indolencia. Ha de llamarles la
atención sobre su descuido y recordarles que, cuando han elaborado un plan, se espera que den los pasos
necesarios para su puesta en práctica. Los SIETE necesitan que se les haga tomar conciencia del dolor y los
problemas que causan a otros sus descuidos porque tienden compulsivamente a borrar de su conciencia estos
aspectos. El amigo ha de decirles que su negligencia o inacción ha lesionado a otros. Su motivación para que todo
el mundo sea feliz puede ayudarles en el futuro a ser más fiables. En todo caso, al pedirles cuentas, el amigo les
ayudará a mantener el contacto con la realidad en vez de suavizarlo todo.
Conversión intelectual
Los SIETE se hallan atrapados por su idea de idealismo, que les lleva a evitar y negar todo lo que pueda
resultar doloroso. Se encuentran en un viaje fantástico, pensando en lo hermosas que eran o serán las cosas, en
vez de vivir y actuar en el presente: el mundo real. Se ven impulsados a disipar el pesimismo con su habitual
sonrisa. Experimentan la alegría que se desprende en la planificación de algo, de manera que a menudo no llegan
a actualizar sus planes. Todo les parece interesante, en especial si pueden hablar de ello.
La idea santa de la co-creación puede liberar a los SIETE de la trampa de su idea de idealismo. La co-
creación significa trabajar con Dios de acuerdo con su forma de hacerlo en el mundo para lograr lo que sea mejor.
Esta forma de trabajar se revela mediante el misterio pascual de Jesús, que muestra que la nueva vida surge de la
muerte de uno mismo y la alegría se sigue del dolor reforzado por la paciencia. Jesús relacionó la venida del Reino
de Dios con el proceso de dar a luz con los dolores del parto. Sufrir para algo es como la muerte de una semilla en
sí misma para producir una rica cosecha de alegría. San Pablo veía que la creación sufría dolores de parto como
signo del advenimiento de un glorioso futuro. Esta idea de co-creación a través del misterio pascual lleva a los siete
a aceptar los detalles del trabajo necesario para implementar unos planes que hagan una vida mejor. Implicarse en
el proceso creador de Dios tiene la consecuencia necesaria de aceptar el sufrimiento, el trabajo denodado y el
desprecio. En vez de tratar de escapar de ese dolor, como hacen los SIETE en su idealismo, aceptan llevar su cruz
como precio necesario para lograr cualquier bien. Esto constituye la clave del abandono de ellos mismos en Dios.
Conversión afectiva
A través del santo abandono, los SIETE pasan de la pasión del desenfreno a la virtud de la sobriedad.
Convertían en “dios” lo agradable y pasaban por alto las realidades negativas para vivir en un mundo de fantasía. Al
abandonar sus vidas al trabajo denodado de co-creación se hacen capaces de vivir con sobriedad, de hacer suyo
un trabajo de vida que lleva consigo la implantación práctica de la respuesta al desafío de Jesús de llevar la cruz
cotidiana. Esto lleva a los SIETE a considerar la importancia de aceptar el trabajo de dar vida a algunos de sus
sueños e ideales. En lugar de evitar el dolor y buscar los placeres del momento, trabajan incluso al precio del dolor
y la frustración. Asimismo, llegan a aceptar la sobriedad de otros que están implicados en las pruebas y trabajos de
la vida.
Conversión instintiva
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La consolación de los SIETE se da cuando están fortalecidos: su teología mal definida se revela como
sustantiva. La realidad de la relación con Dios que imaginaban se afirma como tal.
La desolación de los SIETE se da en la experiencia de obscuridad. Quizá quieren sentir consolación pero
no pueden, así que tratan de crearla mediante su fantasía. Son capaces de imaginar sentimientos y, por tanto, de
engañarse a sí mismos y al director espiritual cuando describen su experiencia de oración. Los SIETE pueden
poner buena cara y crear la ilusión de hablar como si se encontrasen bien. Cuando, por fin, se enfrentan con su
propia desolación pueden parecer una cometa que cae en picado y se estrella. La desolación salta a la conciencia
en forma de amargo resentimiento contra quienes más cerca están de ellos.
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8. Los OCHO
La ayuda procedente del amigo
Los OCHO se afanan en la búsqueda de la estricta justicia. Atacan lo que haga falta con todas sus fuerzas
sin importarles los sentimientos de los demás. Es bueno que algún amigo les diga cómo se sienten los demás o,
incluso, el mismo. Como actúan como OCHO tanto con un amigo como con terceros, el amigo ha de ser una
persona fuerte para hacer de la amistad una auténtica participación en la vida. Ha de ser capaz de hacer que el
OCHO reflexione ante preguntas como: "¿Sabes cómo me sentí cuando dijiste eso?. Los OCHO respetan a
todo el que se responsabilice de sus propios sentimientos. Sin embargo, no es conveniente responderles con su
misma agresividad. Es mucho más útil una auténtica suavidad, tanto para el OCHO como para la relación, que una
respuesta agresiva. A los OCHO les gusta la lucha y se defienden con estricta justicia aunque sea un amigo íntimo
quien se queje duramente de haber sido lesionado por lo que dijo o hizo. Los OCHO echan la culpa al otro; ellos
sólo se manifiestan como son y el otro les ataca. Necesitan aprender a responder en el nivel de los sentimientos,
así como también tienen que aprender a detectar la fuerza con que han pasado por encima de los demás. El amigo
no ha de tenerles miedo ni retroceder sino que debe apelar con suavidad a su lado tierno. Hay muchas formas
de decir la verdad; la arrogancia no es el único modo de aclarar el ambiente y de comunicar con eficacia. Al
relacionarse con los OCHO, el amigo ha de estar preparado ante posibles reacciones fuertes y repentinas. Con
frecuencia sentirán que han dicho las verdades que los otros no querían oír. El amigo ha de esperar también que
en la primera respuesta de los OCHO a una nueva sugerencia sea "no", aunque después pueden suavizar su
respuesta, cambiándola a "sí".
Conversión intelectual
Los OCHO se ven atrapados por su idea de justicia. Son extremadamente sensibles ante la posibilidad de
que conculquen sus derechos de preservar su dignidad personal y ser respetados por los otros. Ven la injusticia allí
donde se encuentre e inclinan la balanza hasta el equilibrio. Con respecto a qué es injusto o erróneo, ellos
mismos lo determinan. Cuando son interpelados, con frecuencia se niegan a escuchar. Predican su propia idea
de justicia. Reestructuran situaciones y relaciones para lograr sus propios fines y dan por supuesto que los demás
harán lo mismo.
La idea santa de la compasión puede liberar a los OCHO de la trampa de su propia idea de justicia. La
compasión de Jesús revela la justicia de Dios, es decir, las normas por las que Dios gobierna el mundo. Al enseñar
la compasión a sus discípulos, Jesús puso como modelo al Abbá. Dice Jesús: "Vuestro Padre del cielo, que hace
salir su sol sobre malos y buenos y manda la lluvia sobre justos e injustos". Al abandonarse a las formas de
tratar el mal con la compasión que Dios emplea, los OCHO se liberan de su tendencia a juzgar a los demás y a
confiar excesivamente en lo que saben que es justo. Al decir: "No juzguéis y no os juzgarán", Jesús aconseja la
suspensión del juicio en vez de imponer nuestra idea de justicia. La revelación de la compasión de Dios insiste en
una actitud especial hacia los enemigos, que se expresa a través de la gracia, el perdón, la no violencia y la
tolerancia.
Conversión afectiva
Por el abandono en Dios, los OCHO pasan de la pasión de la arrogancia a la virtud de la sencillez.
Cuando dejan todos los juicios en manos de Dios y tratan de imitar la actitud de Jesús ante la injusticia, se hacen
capaces de aceptar las cosas sin poner a prueba ni examinar a las personas. Se hacen sensibles a las
necesidades de los demás y se dan cuenta antes de que todo el mundo tiene algún valor o don. Las palabras de
Jesús acerca de hacerse como niños para entrar en el Reino de Dios resuenan como verdaderas a los oídos de los
OCHO cuando el "niño natural" que llevan dentro sale al exterior.
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No te limites a averiguar quién eres: el Eneagrama, ¡un mapa para descubrir quién puedes llegar a ser!
Los OCHO aumentan su eficacia cuando trabajan a favor de la justicia al identificarse con las formas no
violentas propias de Dios manifestadas en Jesús. Se percatan de la sabiduría auténtica y de la fuerza de la
resistencia pasiva para enfrentarse a la opresión y desenmascararla.
Conversión instintiva
La consolación del OCHO es típicamente la de estar agradecidos. No les gusta afrontar el hecho de que,
a pesar de su conducta aparente de fortaleza, interiormente son débiles. Dios los prodiga con inconfundibles
suspiros de afecto. Fortalecidos por el amor gratuito de Dios, continúan su inpopular vocación profética,
agradecidos de haber sido escogidos.
La desolación de los OCHO se da en una experiencia de egoísmo. Dejando su fuerza aparente, caen en
el montón y desaparecen presos de mal humor.
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No te limites a averiguar quién eres: el Eneagrama, ¡un mapa para descubrir quién puedes llegar a ser!
9. Los NUEVE
La ayuda procedente del amigo
Los NUEVE son inconformistas. No están de acuerdo con la forma de ser del mundo, de manera que
tienden a no actuar en él. Cuando empiezan a descubrir su forma de ser como personas, no suele gustarles lo que
descubren, lo que les lleva a la inactividad. Un amigo puede ayudarles pidiéndoles que adopten una postura y que
tengan la sensación de distinguirse del mundo. Puede desconcertar la forma de llamar la atención de los NUEVE;
parecen carecer de energía y entusiasmo.
El amigo empezará por aceptarlos como son, para expresar después su confianza en ellos, invitándoles a
que participen en actividades y haciéndoles responsables de la parte que les toque. Los NUEVE son como una
bomba que hubiera que cebar. Necesitan que alguien haga algo y les invite a unirse. Quieren que otros les animen
y responden cuando otros toman la iniciativa.
Conversión intelectual
Los NUEVE están atrapados por su idea del autoanonadamiento. Se degradan a sí mismos y no ven en
ellos nada de valor. Carentes de amor propio e inconscientes de su verdadera importancia como personas, piensan
que su energía proviene de alguna fuente externa. Buscan fuera de sí el estímulo que los anime. Experimentan
todos los aspectos de un hecho con el mismo valor, de manera que dan la misma importancia a lo trivial que a lo
significativo.
La idea santa del amor incondicional libera a los NUEVE de la trampa de su autoanonadamiento.
Necesitan desesperadamente sentir en lo profundo de su ser el mensaje evangélico de que son incondicionalmente
amados por Dios y que se les ha infundido el Espíritu. Es necesario que esto sea algo más que una mera creencia;
ha de convertirse en un principio para la acción. Para que les mueva a salir de la indolencia provocada por
autoanonadamiento, la idea del amor incondicional ha de traducirse de manera que se vean a sí mismos como
dignos de amor por ser quienes son. Sólo entonces pueden amar de manera activa y manifiesta.
Para ellos, es cierto sobre todo que salvo que sepan que son dignos de amor, no pueden dar amor. La
idea del amor incondicional de Dios les pide que se percaten de que son dignos de amor. Cuando descubren en sí
mismos la vida por ser amados de manera incondicional, buscan la unión real con los demás, en vez de retirarse de
la vida y sus actividades. Para ellos, el abandono en Dios supone descubrir la realidad del amor incondicional por
ellos.
Conversión afectiva
Mediante la conversión a la idea del santo amor, los NUEVE se mueven desde la pasión de la pereza a la
virtud de la diligencia. El descubrimiento del amor de Dios hacia ellos despierta en su interior nuevas energías
captando su auténtico valor como personas y el vivo deseo de su desarrollo personal. Antes, con frecuencia
padecían la tentación de no hacer nada, pensando que, hicieran lo que hicieran, no significaría mucho.
Convencidos ahora del gran valor de sus almas únicas, se disponen a aprender destrezas y obtener credenciales a
sabiendas de que esto se consigue trabajando hora a hora y día a día. Por gratitud al amor de Dios tratan de
contribuir a la mejora del mundo porque la respuesta al amor se demuestra en acciones de servicio. Es
impresionante cómo pueden transformarse los NUEVE de espectadores indolentes en trabajadores pacientes y
metódicos. El amor de Dios los motiva.
Conversión instintiva
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No te limites a averiguar quién eres: el Eneagrama, ¡un mapa para descubrir quién puedes llegar a ser!
La consolación de los NUEVE se da como experiencia de agradecimiento. Experimentan a Dios que los
ama tal como son, aunque no sean triunfadores. La respuesta al amor incondicional de Dios consiste en la gratitud
cordial. Se aceptan a sí mismos como dignos de amor y capaces de amar.
La desolación de los NUEVE se da como experiencia de desesperación. Sus mismas dudas sofocan su
concepto de ser dignos de confianza.
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No te limites a averiguar quién eres: el Eneagrama, ¡un mapa para descubrir quién puedes llegar a ser!
Territorio personal
CORAZON CABEZA VISCERAS
Aciertos 2 3 4 5 6 7 8 9 1
20
19
18
17
16
15
14
13
12
11
10
9
8
7
6
5
4
3
2
1
0
Tipo básico:__________ Alas:__________ __________ Línea de integración:__________ Línea de desintegración:_________
Diagrama
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DOS
Ala UNO persona más entregada y trabajadora.
Ala TRES persona entregada que busca el éxito.
Integración CUATRO persona con una entrega más reflexiva, piensa en sí.
Desintegración OCHO persona que desarrolla una manipulación agresiva.
TRES
Ala DOS persona con éxito pero entregada, servicial.
Ala CUATRO persona con éxito pero más reflexiva, creativa, artista.
Integración SEIS persona más reflexiva, piensa que lo que hace está mal.
Desintegración NUEVE persona que no siente nada, resuelve todo rápidamente.
CUATRO
Ala TRES persona práctica, no tendrá depresiones, productiva.
Ala CINCO persona más ecuánime, pensará más las cosas.
Integración UNO persona más realizadora, activa, trabajadora, segura.
Desintegración DOS persona manipuladora.
CINCO
Ala CUATRO persona más creativa, más imaginativa.
Ala SEIS persona más segura y más confiada.
Integración OCHO persona más agresiva, menos insegura.
Desintegración SIETE persona con agresividad irreflexiva.
SEIS
Ala CINCO persona más reflexiva, más analítica.
Ala SIETE persona más libre, más espontánea.
Integración NUEVE persona no tan aprensiva, sin ansiedad y miedo, segura.
Desintegración TRES persona que puede sentirse sola y abandonada.
SIETE
Ala SEIS persona más calmada, más reflexiva.
Ala OCHO persona más segura de lo que hace.
Integración CINCO persona más reflexiva, lleva una vida más estable.
Desintegración UNO persona que se culpabiliza demasiado.
OCHO
Ala SIETE persona más libre que le gustará la buena vida.
Ala NUEVE persona más ecuánime, menos agresiva.
Integración DOS persona que se preocupa más de otros, menos agresiva.
Desintegración CINCO persona con más poder reflexivo agresivo.
NUEVE
Ala OCHO persona con más agresividad para tomar decisiones.
Ala UNO persona más activa, más trabajadora.
Integración TRES persona más activa, con más empuje.
Desintegración SEIS persona pasiva, no resuelve por miedo e inseguridad.
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Integración
Cuando los tipo UNO equilibrados van hacia el SIETE, aceptan la realidad con las necesarias
imperfecciones que ésta conlleva y se vuelven más eficaces; ya no sienten por más tiempo que tienen que
esforzarse constantemente en que todo salga perfecto y, por tanto, están más relajados y se permiten disfrutar de
la vida.
Cuando los tipo SIETE equilibrados van hacia el CINCO, profundizan más en las cosas aportando más a su
entorno en lugar de aprovecharse de él; ya no tendrán miedo de quedar desprovistos de felicidad si no están
constantemente consumiendo cosas y experiencias nuevas, y así les es posible encontrar fuentes más genuinas de
satisfacción.
Cuando los tipo CINCO equilibrados van hacia el OCHO, se hacen valientes y actúan poniendo por obra su
sabiduría; sienten que ya saben lo suficiente como para actuar resueltamente y dirigir a los demás con confianza en
sí mismos; ya no temen ser dominados por el ambiente que les rodea y están dispuestos para afrontar desafíos
sabiendo que pueden con cualquier cosa en la vida.
Cuando los OCHO equilibrados van hacia el DOS, se convierten en formadores y entregados,
comprometidos con el bienestar de los otros en lugar de con su propio interés y engrandecimiento; ya no son
dominantes agresivos de su entorno y están listos para expresar sus propios sentimientos y proyectar afecto y
abnegación hacia los otros.
Cuando los DOS equilibrados van hacia el CUATRO, entran en contacto con sus auténticos sentimientos y
motivaciones; caen en la cuenta de que tienen legítimas necesidades que deben ser atendidas plenamente; ya no
sienten que continuamente deben ser “buenecitos” estando al servicio de los demás y por eso pueden ser más
sinceramente amados al ser más auténticamente ellos mismos.
Cuando los CUATRO equilibrados van hacia el UNO, se hacen más autodisciplinados y actúan con
objetividad al mismo tiempo que con los propios sentimientos; ya no piensan que son seres especiales, ni sienten la
necesidad de ser indulgentes consigo mismos o diferentes en nada y, por lo tanto, pueden comprometerse
activamente con el mundo y descubrir en él la autenticidad.
Cuando los NUEVE equilibrados van hacia el TRES, se hacen más atentos, seguros de sí mismos e
interesados en el propio crecimiento y en el de sus talentos; ya no sienten que deben vivir gracias a otros y por eso
llegan a ser ellos mismos, aportando al mundo su considerable entereza y fortaleza de temperamento.
Cuando los TRES equilibrados van hacia el SEIS, empiezan a identificarse con otros y se encuentran con
que, siendo fieles y comprometidos, se desarrollan más en profundidad; ya no son competitivos con nadie y están
capacitados para ayudar e inspirar a otros relacionándose duradera e íntimamente con ellos.
Cuando los SEIS equilibrados van hacia el NUEVE, aprenden a aceptar y sobrellevar a quienes son
diferentes de ellos; así vencen su propia angustia y negatividad; ya no sienten que tienen que demostrarse nada a
sí mismos ni que tienen que defenderse de nadie; por eso son más confiados y positivos en la vida.
120
No te limites a averiguar quién eres: el Eneagrama, ¡un mapa para descubrir quién puedes llegar a ser!
Desintegración
Los tipo UNO desequilibrados se van desilusionando con sus ideales, se encuentran con que ya no pueden
esperar por más tiempo alcanzar la perfección; al irse hacia el CUATRO se deprimen y se vuelven
autodestructivos.
Los tipo CUATRO desequilibrados se desesperan porque nunca se realizan a sí mismos ni realizan sus
sueños. Cuando se van hacia el DOS ya no pueden desenvolverse por sí mismos y se hacen forzosamente
dependientes de otros que cuiden de ellos.
Los tipo DOS desequilibrados están muy dolidos del trato desagradecido que les parece han recibido de los
demás; cuando se van hacia el OCHO, arremeten contra aquéllos que no les han respondido del modo que
querían.
Los tipo OCHO desequilibrados han llegado a dominar en su mundo de tal manera que han convertido en
enemigos a todos los que les rodean; cuando van hacia el CINCO pueden caer en la paranoia de cómo mantener
su dominio y puede que hasta su supervivencia.
Los tipo CINCO desequilibrados se han aislado y son incapaces de actuar con eficacia en su entorno; si se
van hacia el SIETE comienzan a actuar impulsiva e impredeciblemente.
Los tipo SIETE desequilibrados se hacen caprichosos y en su ansiedad pierden el control de sus
pensamientos y sus acciones; si se van hacia el UNO, imponen un orden arbitrario en su vida, llegando a ser
obsesivos y compulsivos.
Los tipo NUEVE desequilibrados han llegado a ser tan apartados e inútiles que ya no pueden actuar en
adelante; cuando se van hacia el SEIS, se vuelven abatidos y derrotistas hasta el punto de que otros tienen que
cuidar de ellos.
Los tipo SEIS desequilibrados se han vuelto acobardados y se sienten muy inferiores a los otros; cuando se
van hacia el TRES, arremeten violentamente contra los demás tanto para superar sus sentimientos de inferioridad
como para hacer daño a quienes se lo hicieron a ellos.
Los tipo TRES desequilibrados se han consumido de tal forma por sus sentimientos hostiles que ya no
pueden seguir actuando en su mundo; cuando se mueven hacia el NUEVE, se separan de todos sus sentimientos y
se cierran completamente.
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No te limites a averiguar quién eres: el Eneagrama, ¡un mapa para descubrir quién puedes llegar a ser!
DOS
Se integra cuando fomenta la sensibilidad del (4), vive más en contacto con sus propios sentimientos,
necesidades y deseos profundos.
Se desintegra cuando a fuerza de darse y darse pierde contacto consigo mismo, con su ternura y gentileza,
volviéndose agresivo como el (8).
TRES
Se integra cuando fomenta y potencia las cualidades del (6), necesita cerciorarse de que va a permanecer
fiel a sí mismo más que a su trabajo y a su rol.
Se desintegra cuando pretende alcanzar un éxito aún mayor, lo cual lo hace trabajar más, metiéndose más
en su rol y escondiéndose detrás de su imagen, llega a un estado depresivo, se quemará y apagará sus motores.
Deja de trabajar y se vuelve indolente, como el (9), añadiendo a su huida del fracaso la huida de toda clase de
conflicto.
CUATRO
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Se integra cuando toma conciencia de los hechos y se vuelve como el (1), más concreto y específico, más
práctico.
Se desintegra cuando se aferra a los demás como el (2), el intentar olvidar y rechazar sus sentimientos, el
reprimir sus necesidades, el hacerse el mártir y el sentirse víctima de los demás.
CINCO
Se integra cuando adquiere la fuerza del (8), ¡Yo puedo!, necesita encontrar el equilibrio entre el dar y el
recibir, necesita recuperar la independencia y autonomía, unir la acción a su actividad pensante, ponerse en
contacto con sus sentimientos y sus reacciones más intuitivas, integrarse al grupo y actuar, influir. Estar dispuesto
a equivocarse, a cometer errores, incluso a parecer loco.
Se desintegra cuando se hace semejante al (7), se encierra aún más en sí mismo y se intelectualiza
todavía más, se hace incapaz de decidir; no actúa ni se involucra, porque ello puede causarle dolor o sufrimiento,
se distancia más de sus semejantes.
SEIS
Se integra cuando cuando hace suya la idealización del (9), ¡Estoy a gusto, en paz!. Necesita ejercer su
libre elección; ganar su propia responsabilidad, sin recurrir a la protección de otro.
Se desintegra cuando une la actividad del (3) a los miedos e indecisiones de su mente, huye del temor a
equivocarse y fracasar, intenta inútilmente encontrar su identidad en la acción y no en su propio interior.
SIETE
Se integra cuando redescubre y fomenta en sí mismo las cualidades del (5): ser más profundo y más
metódico; concretar y sistematizar todos los planes que bullen en su cabeza. Necesita también la sobriedad, la
seriedad y el desprendimiento para equilibrarse.
Se desintegra cuando se aproxima a las características del (1), hace planes en su mente para un lejanísimo
futuro, cuanto más irrealizables son, tanto mayor es la frustración que experimenta, agravada por la rabia y el
enfado, la vida no es tan agradable y perfecta, pierde su alegría y su optimismo.
OCHO
Se integra cuando fomenta las cualidades del (2), sobre todo la ternura y gentileza que tan celosamente
esconde en su interior: "tierna fortaleza y fuerte ternura". Necesita utilizar toda su fortaleza a favor de los demás y
no en contra de los demás, llega a ser excelente amigo y consejero, su elevado sentido de la justicia le hace ser
muy objetivo.
Se desintegra cuando se asemeja al (5), porque entonces utiliza su fuerza y su poder con menor eficacia, lo
cual le hace sentirse débil e impotente... y rendirse, encerrándose en sí mismo y volviendo contra sí toda su fuerza,
a fin de autocastigarse, se vuelve depresivo, emplea su cabeza para efectuar dicha venganza.
NUEVE
Se integra cuando se pone en acción como el (3), necesita saberse importante y convencerse de que tiene
éxito como miembro de un equipo; necesita saber a ciencia cierta que su contribución también cuenta, caer en la
cuenta de que la solución a sus problemas ha de encontrarla dentro de sí, no fuera, no en otros.
Se desintegra cuando añade a sus propias características las del (6) compulsivo, duda aun más de sí
mismo, se preocupa excesivamente y se vuelve más indeciso, se convierte en super-fiel con el peligro de hacerse
fanático.
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No te limites a averiguar quién eres: el Eneagrama, ¡un mapa para descubrir quién puedes llegar a ser!
Estilos de intuición
DOS
Intuye con el sentimiento, llega a convertirse en lo que los demás dependen de él, las emociones se le
imponen antes de que pueda intervenir la razón.
TRES
Intuye con el sentimiento, cambia para hacer suyas las cualidades y requisitos que exige su trabajo o rol, su
intuición puede cambiar y adaptarse incluso antes de que él mismo haya decidido mentalmente qué hacer.
CUATRO
Intuye con el sentimiento, se identifica con las emociones de los demás, sobre todo con su dolor, conecta
con el estado anímico de personas ausentes y distantes.
CINCO
Intuye con la cabeza, observa imparcialmente, testigo perfectamente objetivo, sin dejar que interfieran sus
propios sentimientos o pensamientos personales.
SEIS
Intuye con la cabeza, detecta y desenmascara con su imaginación las intenciones ocultas y no explicitadas
que se esconden tras apariencias.
SIETE
Intuye con la cabeza, tiene una habilidad especial para establecer asociaciones entre los elementos más
dispares. Es capaz de relegar mentalmente un problema a un segundo plano mientras prosigue con otras
actividades. Cuando está en la acción, algo de esa actividad le sirve de "chispa" asociadora que le ayuda a resolver
el problema anterior.
OCHO
Intuye con todo su cuerpo, intuye el poder y las cualidades de los demás y de las circunstancias.
NUEVE
Intuye con el cuerpo, es como un espejo que absorbe la imagen de quien se pone delante. Se hace una
sola cosa con el que tiene una opinión distinta a la suya.
UNO
Intuye con el cuerpo, percibe la posibilidad de perfección en los sucesos y acontecimientos diarios,
normales y corrientes.
Estilos de relación
DOS complaciente, movimiento de acercamiento a los demás.
SEIS complaciente, suele depender de figuras de autoridad-alguien superior.
UNO complaciente, con quienes comparten los ideales suyos.
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Imagen-miedo-enfado
DOS la imagen exteriorizada, siente lo que sienten los demás, se identifica.
SIETE externaliza el miedo, difuso, diluido en opciones agradables.
OCHO el enfado es totalmente exteriorizado, lo manifiesta sin dificultad.
Desperdicio de energía
UNO
Desperdicia energía preocupándose constantemente por la validez de su propia postura. El creer que tiene
la razón le hace estar comprobando constantemente si en realidad la tiene o no.
DOS
Desperdicia energía simpatizando exageradamente con los demás, identificándose con las penas y dolores
de cuantos le rodean, en vez de sentir las suyas propias.
TRES
Desperdicia su tiempo y energía por causa precisamente de su actividad; una actividad que fácilmente se
convierte en activismo, que cansa y no es eficaz.
CUATRO
Desperdicia toda su energía cuando se recrea en su propio dolor, a la vez que suspira por poder gozar de
la dicha de la que otros gozan y de la que él se ve privado.
CINCO
Desperdicia energía intentando almacenar cosas para futuras necesidades o esforzándose en esconderse
de las miradas de los demás. En su intento por lograr su objetivo de pasar desapercibido, pierde un montón de
energía, ya que "está no estando".
SEIS
Una forma de desperdiciar el tiempo y la energía consiste en aceptar riesgos innecesarios; otra, en dar
rienda suelta a su vena anti-autoritaria contradiciendo una y otra vez a la autoridad.
SIETE
Desperdicia tiempo y energía "fascinándose", vive tan "alucinado" que pierde la noción de la realidad,
saboreando constantemente dicha fascinación y "alucine".
OCHO
La forma característica de desperdiciar energía consiste en castigarse a sí mismo cuando experimenta su
propia impotencia, y a los demás impacientándose cuando estos no responden a sus expectativas.
NUEVE
Desperdicia energía evitando conflictos, huyendo de ellos, tratando con toda su energía -que no es mucha-
de huir de todo cuanto suponga conflicto.
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Mecanismos de defensa
UNO la formación reactiva, manifiesta lo contrario de lo que siente.
DOS la represión de sus necesidades, incompatibles con la imagen que da.
TRES la identificación con su rol o con las normas del equipo de trabajo.
CUATRO la sublimación artística.
CINCO el aislamiento o la compartimentalización, entender sus sentimientos.
SEIS la proyección de su rebeldía y su miedo en los demás.
SIETE la sublimación de todo aquello que les puede resultar poco agradable.
OCHO la negación, su postura de entrada ante lo desconocido es negativa.
NUEVE la narcotización, defensa ideal contra el conflicto y consumo de energía.
El yo frente al mundo
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No te limites a averiguar quién eres: el Eneagrama, ¡un mapa para descubrir quién puedes llegar a ser!
(autoconcepto y forma preferida de conducta)
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No te limites a averiguar quién eres: el Eneagrama, ¡un mapa para descubrir quién puedes llegar a ser!
Jesús le replicó:
- Sí, te lo aseguro: Si uno no nace de nuevo, no puede vislumbrar el reino de Dios.
Le objetó Nicodemo:
- ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo?
¿Es que puede entrar por segunda vez en el seno de su madre y nacer?
Repuso Jesús:
- Pues sí, te lo aseguro: Si uno no nace de agua y Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
De la carne nace carne, del Espíritu nace espíritu.
No te extrañes de que te haya dicho: “Tenéis que nacer de nuevo”.
El viento sopla donde quiere, y oyes su ruido, aunque no sabes de dónde viene ni adónde va.
Eso pasa con todo el que ha nacido del Espíritu.
Replicó Nicodemo:
- ¿Cómo es posible que eso suceda?
Repuso Jesús:
- Y tú, siendo maestro de Israel, ¿no conoces estas cosas?
Pues sí, te aseguro que hablamos de lo que sabemos
y que damos testimonio de lo que hemos visto personalmente,
pero nuestro testimonio no lo aceptáis.
Si os he expuesto lo de la tierra y no creéis, cómo vais a creer si os expongo lo del cielo?
Juan 3, 1-12
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No te limites a averiguar quién eres: el Eneagrama, ¡un mapa para descubrir quién puedes llegar a ser!
Una valiosa respuesta es que ya el hecho de conocer nuestro tipo nos ayuda a ser más conscientes
observadores de nosotros mismos y que el autoconocimiento es necesario si queremos liberarnos de nuestras
reacciones inconscientes y mecánicas. Si no nos analizamos a nosotros mismos, nunca podremos ser nuestros
propios dueños, seríamos como marionetas.
Si nos observamos cuidadosamente a nosotros mismos, descubrimos que la mayor parte de lo que sucede
en nosotros es un constante “revoltijo” de respuestas mecánicas, poco menos que la maquinaria toda de nuestra
personalidad dando vueltas sin control. Constatamos que nuestra atención está de continuo poseída por los
siempre cambiantes miedos y deseos, fantasías y asociaciones, que no llevan a ninguna parte, mientras nos
mantienen sin contacto con nuestro más profundo yo. Irónicamente construimos nuestra identidad sobre estos
impulsos caóticos e inconscientes, agarrándonos a ellos como si fueran nuestro yo, y defendiéndoles con la vida.
Las ideas sobre autoconocimiento, aprender cómo no identificarnos con nuestra personalidad, y sobre la
práctica de la desindentificación con el ego, suenan extrañas y un tanto amenazantes para la mayoría de la gente.
Y, con todo, si pensamos en ello, probablemente podemos recordar momentos de desindentificación espontánea.
La mayoría de nosotros ha experimentado situaciones en las que éramos libres de nuestra personalidad y sus
(normalmente) respuestas negativas. A veces una crisis, que amenaza nuestra vida, trae ese tipo de momentos;
otras veces, un acto de amor desinteresado, una experiencia de magnanimidad, o un encuentro con la muerte “nos
despierta” hacia algo que es profundo en nosotros y ciertamente no es nuestra personalidad ni tampoco el producto
de nuestro ego. Este tipo de momentos son estimulantes y profundamente liberadores. Al volver la vista atrás,
hacia ellos, normalmente los vemos como los instantes en que hemos estado más “vivos”.
Una importante parte de nuestra búsqueda espiritual se convierte, pues, en tener más a menudo momentos
como ésos. Necesitamos encontrar el camino para estar despiertos y más atentos a nuestra propia vida de manera
que esas situaciones puedan ser también más frecuentes. No hay mejor herramienta que el Eneagrama para
ayudar a conocernos a nosotros mismos y, por tanto, a “distanciarnos” de nuestra personalidad. Cuanto más nos
miramos en él, tanto más descubrimos que distanciarnos de nuestra personalidad, en lugar de sentirnos desnudos
o empobrecidos, descubrimos que la verdad es que ella nos ha estado bloqueando la mayor parte de nuestra vida.
Más que ser nuestra aliada, ha sido nuestra enemiga secreta; más que ayudarnos a vivir con eficiencia, se
entromete en nuestro camino; más que hacernos fuertes nos debilita y nos hace más miedosos.
El modo de escapar de las garras de la personalidad es crear un espacio entre nuestro “observador interior”
y nuestra personalidad. Al principio, este espacio puede durar solamente un segundo entre un estímulo y nuestra
respuesta. Nuestra atención se ocupa casi de inmediato en las acostumbradas asociaciones de nuestra
personalidad. Pero también habremos experimentado algo nuevo. En esa pequeña brecha que hemos abierto
captamos el brillo de un yo más profundo, el yo esencial, y la posibilidad de la verdadera libertad.
129
No te limites a averiguar quién eres: el Eneagrama, ¡un mapa para descubrir quién puedes llegar a ser!
Por supuesto, todo esto no es fácil, y hay que hacer continuamente, una y otra vez, el esfuerzo para no
identificarnos con nuestro ego. La libertad y el ser conscientes de verdad es algo que hay que ganárselo luchando
denodadamente contra todas las fuerzas reactivas y automáticas que funcionan dentro de nosotros. Tenemos que
combatir especialmente esa obscura fuerza interior que no nos quiere libres ni conscientes de lo que es superior en
nosotros. Una parte de nosotros quiere que permanezcamos dormidos, huyendo de ser, y nos impide caer en la
cuenta de que es posible algo más dentro de nuestras posibilidades.
El Eneagrama puede ayudarnos a controlar las fuerzas contrarias de nuestra personalidad dándoles
nombre y apartándolas de nosotros. El centro de nuestra lucha diaria reside en mirarnos y saber prescindir de lo
que nos seduce, de lo que nos aparta de una vida más llena y auténtica. Difícil y sutil tarea que necesita de la
sabiduría del Eneagrama para acometerla.
Las “máximas de transformación” que ofrece el Eneagrama son diferentes de las que habitualmente
encontramos en libros de autoayuda. Constituyen una nueva concepción de la autoayuda. Son el más reciente
desarrollo de la interpretación del Eneagrama.
En las “máximas autoasertivas” de cada tipo, nos fijamos en las cualidades positivas que necesitan
reafirmación. Como acabamos de ver, cuando nos liberamos de actitudes negativas, permitimos que se vaya una
parte dañada y dolorosa de nuestro pasado que es la que nos causa problemas en nuestro presente. Cuando
afirmamos algo bueno de nosotros mismos cambiamos en nuevos y positivos todos esos sentimientos viejos y
negativos. La sentencia clásica de que “la naturaleza aborrece lo vacuo” también es cierta a propósito de la mente,
porque la mente también necesita sentirse llena. Si nos hemos liberado de una actitud negativa necesitamos
reemplazarla por otra positiva; si no, esa conducta negativa tiende a reinstalarse rápidamente.
El Eneagrama nos proporciona así dos “piezas perdidas” que son esenciales para nuestro crecimiento. Ya
que los distintos tipos de personalidad son realmente diferentes, tratar a todo tipo de gentes como si fuesen iguales
arruina las ventajas que pueden obtenerse por medio de muchos programas de autoayuda. El Eneagrama añade
una importante especificidad a nuestra búsqueda de crecimiento. La especificidad es necesaria porque un consejo
que es sano para un tipo puede que no lo sea para otro. Las generalizaciones sobre cómo la gente madura, cómo
mantener unas relaciones sanas o cómo ser mejores padres o amigos, entre otras muchas cosas, pueden ser
inoperantes o incluso peligrosas, si no tenemos en cuenta las diferencias existentes entre los diversos tipos.
El Eneagrama nos revela que cada tipo de personalidad es un filtro que afecta a todo el proceso de
crecimiento espiritual y psicológico. Aprender a “sanar” el propio tipo (hacer que ese filtro sea menos estrecho y
deformador) es el primer peldaño que debemos subir en cualquier búsqueda espiritual o personal.
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No te limites a averiguar quién eres: el Eneagrama, ¡un mapa para descubrir quién puedes llegar a ser!
03. Me afirmo ahora en aprovecharme para crecer de las dificultades que la vida conlleva.
04. Me afirmo ahora en que este día es precioso y lo voy a vivir como si fuera el último.
08. Me afirmo ahora en que, por haber nacido, tengo derecho a una vida gozosa y fecunda.
10. Me afirmo ahora en orar diariamente para centrarme y acordarme de valores más profundos.
11. Me afirmo ahora en quererme a mí mismo y hacer solamente lo que me hace bien.
14. Me afirmo ahora en que respeto la integridad de los demás al mismo tiempo que mantengo la mía.
15. Me afirmo ahora en que mis hechos y dichos se emplearán en apoyar y proteger a los demás.
16. Me afirmo ahora en que me dedicaré a cuidar de las personas y cosas que se me han confiado.
17. Me afirmo ahora en que perdono a aquellos que me han hecho daño.
19. Me afirmo ahora que acepto a mis padres por ser quienes son y no les condeno por sus fallos.
20. Me afirmo ahora en dejar ir de mí todos los pensamientos, palabras y acciones negativas.
21. Me afirmo ahora en dejar que se aleje el pasado que me daña y en abrirme al presente.
24. Me afirmo ahora en actuar solamente de acuerdo con aquellos deseos que más me acercan a Dios.
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No te limites a averiguar quién eres: el Eneagrama, ¡un mapa para descubrir quién puedes llegar a ser!
08. Renuncio a pensar que los valores y creencias de los otros amenazan los míos.
21. Afirmo que mis sentimientos son legítimos y que tengo derecho a sentirlos.
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No te limites a averiguar quién eres: el Eneagrama, ¡un mapa para descubrir quién puedes llegar a ser!
06. Renuncio a hacer sentir a los otros culpables por no responder a mis necesidades.
08. Renuncio a sentir que otros me deben por lo que he hecho por ellos.
10. Renuncio a esperar que otros me recompensen como quiero por la ayuda que les doy.
12. Renuncio a llamar la atención por lo que he hecho por los demás.
14. Renuncio a hacer cosas por los demás para sentirme necesitado.
19. Afirmo que soy digno de ser amado por lo que soy.
23. Afirmo que amo a los demás sin esperar nada a cambio.
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No te limites a averiguar quién eres: el Eneagrama, ¡un mapa para descubrir quién puedes llegar a ser!
02. Renuncio a pensar que saboteando a los demás obtendré ventaja para mí mismo.
06. Renuncio a pensar que tengo que ocultar mis errores y limitaciones.
08. Renuncio a traicionar mi propia integridad para obtener la admiración de los demás.
13. Renuncio al deseo de querer impresionar a los demás por lo que hago.
17. Afirmo que tengo valor no importa cuales sean mis logros.
22. Afirmo que me siento contento de trabajar por el bien de los demás.
23. Afirmo que desarrollo mis verdaderos talentos aceptando quien soy.
134
No te limites a averiguar quién eres: el Eneagrama, ¡un mapa para descubrir quién puedes llegar a ser!
10. Renuncio a todas las expectativas irreales sobre mí mismo y los demás.
14. Renuncio a querer protegerme retirándome del contacto con los demás.
18. Afirmo que sólo los sentimientos que pongo en acción expresan quien soy.
20. Afirmo que ahora uso todas mis experiencias para crecer.
135
No te limites a averiguar quién eres: el Eneagrama, ¡un mapa para descubrir quién puedes llegar a ser!
15. Renuncio a pensar que siempre necesito saber más antes de actuar.
23. Afirmo que puedo alcanzar a los demás con confianza como iguales.
24. Afirmo que encuentro serenidad en ser compasivo con los demás.
25. Afirmo que doy apoyo a los demás con todo mi corazón.
136
No te limites a averiguar quién eres: el Eneagrama, ¡un mapa para descubrir quién puedes llegar a ser!
11. Renuncio al miedo y disgusto que siento por aquéllos que son diferentes de mí.
18. Afirmo que puedo mantener mi propia identidad en los grupos y en mis relaciones.
21. Afirmo que me siento seguro y soy capaz de hacer lo mejor que puedo.
23. Afirmo que soy comprensivo y generoso con todos los que me necesitan.
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No te limites a averiguar quién eres: el Eneagrama, ¡un mapa para descubrir quién puedes llegar a ser!
16. Renuncio a creer que las cosas externas me van a hacer feliz.
17. Afirmo que me siento más feliz cuando estoy tranquilo y centrado.
18. Afirmo que me puedo decir que no a mí mismo sin sentirme despojado.
22. Afirmo que puedo permanecer con un proyecto hasta que lo termino.
23. Afirmo que me importan de veras las personas y me comprometo a promover su felicidad.
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No te limites a averiguar quién eres: el Eneagrama, ¡un mapa para descubrir quién puedes llegar a ser!
08. Renuncio a pensar que tengo que insultar a los demás para conseguir lo que quiero.
14. Renuncio a permitir que mi orgullo y ego arruinen mi salud y mis relaciones.
15. Renuncio a pensar que el que no esté de acuerdo conmigo está contra mí.
18. Afirmo que soy magnánimo y dejo que otros participen de la gloria.
20. Afirmo que me siento realizado cuando lucho por los demás.
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No te limites a averiguar quién eres: el Eneagrama, ¡un mapa para descubrir quién puedes llegar a ser!
03. Renuncio a creer que no hay nada que pueda hacer para mejorar mi vida.
13. Renuncio a pensar que la mayor parte de las cosas dan mucho.
15. Renuncio a estar de acuerdo con los otros para mantener la paz.
22. Afirmo que puedo mirar profundamente dentro de mí mismo sin miedo.
25. Afirmo que puedo abrazar activamente todo lo que la vida me proporciona.
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No te limites a averiguar quién eres: el Eneagrama, ¡un mapa para descubrir quién puedes llegar a ser!
Actitud desintegrada-normal
UNO desintegrado: intransigente, farisáico y demoledor.
normal-estancado: perfeccionista, vacilante y escrupuloso.
integrado: despierto críticamente, sereno y con altura ética.
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No te limites a averiguar quién eres: el Eneagrama, ¡un mapa para descubrir quién puedes llegar a ser!
Yo esencial integrado
UNO
Resulta objetivo, razonable, tolerante, disciplinado y dotado de un gran autocontrol.
Es una persona concienzuda y tenaz.
DOS
Resulta tener una gran capacidad de empatía y un enorme altruismo.
Es una persona bondadosa que aprecia mucho a los demás.
TRES
Posee una fuerte dosis de autoestima y una profunda confianza en sí mismo.
Es una persona con una gran adaptabilidad.
CUATRO
Creativo con honestidad emocional, profunda conciencia de sí y capacidad de sentir con otros.
Es una persona que aporta mucha creatividad.
CINCO
Sumamente comprensivo, posee una aguda visión y una gran capacidad de "insight".
Es una persona que posee grandes conocimientos y sabe involucrarse o comprometerse.
SEIS
Muy leal, cumplidor de sus deberes y fiel a amistades y compromisos, dedicado y entregado.
Es una persona muy colaboradora y de absoluta confianza.
SIETE
Se caracteriza por su entusiasmo y su alegría, muy agradecido.
Es una persona práctica y productiva.
OCHO
Posee una gran magnanimidad, es muy decidido y valiente.
Es una persona que tiene gran seguridad en sí misma.
NUEVE
Se posee y se acepta a sí mismo, ecuánime y, sobre todo, muy consciente de su inconsciente.
Es una persona receptiva y paciente.
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No te limites a averiguar quién eres: el Eneagrama, ¡un mapa para descubrir quién puedes llegar a ser!
"Centrados"
UNO
Son muy trabajadores; no escatiman esfuerzos.
Desean mejorar todo su entorno, y así lo intentan, haciendo que todo sea más agradable. Ordenados,
honrados y directos, quieren ser justos con todos y tratar a todos por igual, sin preferencias ni distinciones. Desean
ser auténticos y que lo sean los demás.
DOS
Son sensibles y bondadosos, se ocupan y están dispuestos a sacrificarse por otros.
Valoran mucho las relaciones interpersonales; son tiernos, cariñosos y afectivos; tratan por todos los
medios de que se sientan a gusto con ellos; desean que los demás se sientan queridos.
TRES
Poseen una gran capacidad de organización.
Saben con claridad cuáles son sus objetivos y logran alcanzarlos. Trabajan muy bien en equipo y saben
alentar a los componentes del mismo, contagiando a quienes trabajan con ellos. Como son muy objetivos, pueden
ser buenos consejeros y ayudar a otros a organizar sus vidas según sus ideales.
CUATRO
Son individuos muy atrayentes.
Debido a su sensibilidad, comprenden muy bien a los demás. Ya que ellos se sienten incomprendidos,
quieren que los demás no sufran como ellos. Su sentido de la estética ayuda a quienes les rodean a apreciar la
belleza. Tienen buen gusto y son educados.
CINCO
Son muy perceptivos: se dan cuenta de cuanto ocurre a su alrededor.
No ejercen la crítica negativa: las cosas no están bien o mal; todo es interesante de conocer. Ávidos de
saber, saben escuchar muy bien a los demás y suelen ser inteligentes y despiertos.
SEIS
Son muy acogedores y leales.
Viven totalmente entregados a su familia, grupo o causa. Tienen un gran compañerismo y son muy fieles a
sus amigos. El grupo es para ellos muy importante, y saben sacrificarse por él. Cuando el trabajo o lo que se
espera de ellos está bien definido, son entregados y puntuales, dedican a su trabajo más tiempo del exigido.
SIETE
Son verdaderamente capaces de disfrutar y de hacer que los demás disfruten.
Poseen un optimismo que saben contagiar a los demás para conseguir que sean felices.
OCHO
Son individuos dotados de una gran energía y que ponen un enorme celo en cuanto realizan.
Debido a su sentido de la justicia, son muy objetivos y pueden ser excelentes amigos y consejeros.
NUEVE
Con su sola presencia logran pacificar a los demás.
Valoran tanto la paz y la armonía que consiguen contagiarlas. Son buenos árbitros en los conflictos y muy
capaces de propiciar la reconciliación. Al ser sumamente imparciales, saben tener siempre en cuenta los puntos de
vista de todos, incluso los opuestos. Son pacíficos y pacificadores.
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No te limites a averiguar quién eres: el Eneagrama, ¡un mapa para descubrir quién puedes llegar a ser!
Símbolos redimidos
UNO una hormiga, activas y organizadas para lograr un objetivo común.
DOS un setter irlandés, extremadamente leales, efusivos.
TRES una águila, están a gusto con quienes se encuentran, auténtica lealtad.
CUATRO un caballo negro, son especiales con una gracia autodominada.
CINCO la lechuza, descanso vigilante y su silencioso y mortal ataque.
SEIS un ciervo, que siempre está alerta para evitar el peligro.
SIETE una mariposa, la belleza que irradian no es suya, reflejo divino.
OCHO un tigre, hermosos y fuertes, leales a la familia y sensibles.
NUEVE un delfín, habilidad de relajarse y aceptar las cosas, aceptan su valor.
Símbolos compulsivos
UNO un terrier, perro pequeño que causa terror, muerde y luego ladra.
DOS un gato, se restregan hasta estar satisfechos y se marchan.
TRES un pavo real, exhibicionistas de salón, abren sus plumas ante cualquiera.
CUATRO un perro salchicha, los ojos y orejas compiten por ver cual cae más bajo.
CINCO un zorro, merodean y se esconden en los troncos, comen carroña.
SEIS un conejo, siempre atentos y crispados, asustados escapan con histeria.
SIETE un mono, ruidosos y curiosos, les gusta meterse en peleas.
OCHO un rinoceronte, miopes, cornean o derriban todo lo que no reconocen.
NUEVE un elefante, pesados, aplastan a sus congéneres sin darse cuenta.
Reacciones al identificarnos
UNO ¡tenía razón!, ¡es culpa mía...!.
DOS ¡qué bueno es ayudar, pero qué apuro me da...!.
TRES ¡qué horror: me han descubierto!.
CUATRO ¡por fin pertenezco a un grupo!, ¡ya no estoy solo!.
CINCO ¡qué vergüenza: me están mirando!.
SEIS ¡me temo que soy un "seis"!, ¡dudo si seré un "seis"!.
SIETE ¡me encanta ser un "siete"!.
OCHO ¡yo no soy vengativo!, ¡ni hablar!.
NUEVE ¡qué más da...!, ¿para qué vale...?.
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No te limites a averiguar quién eres: el Eneagrama, ¡un mapa para descubrir quién puedes llegar a ser!
Epílogo
Cuenta la historia que una niña zulú vivía en una aldea en la que todas las muchachas casaderas llevaban
collares. El suyo, sin embargo, era diferente y más hermoso que los que llevaban las demás, por lo que las otras
chicas empezaron a tener celos de ella. Un día, cuando paseaba sola a la orilla del río, se encontró un grupo de
chicas que le dijeron que habían tirado sus collares al agua como ofrenda al dios del río. Le exigieron que hiciera el
mismo sacrificio; la chica se quitó su hermoso collar y lo tiró al río. Entonces, todas se echaron a reír al tiempo que
sacaban sus collares de los bolsillos y se marcharon muy contentas. Con gran tristeza; la chica paseaba por la orilla
del río cuando oyó una voz en su interior que le decía: "Tírate al agua". Así que se metió en el río en el acto. En el
fondo vió una cueva en la que encontró a una anciana muy maltratada por la vida. La mujer le dijo: "Besa mis
heridas y llagas". La chica dijo: "Lo haré con gusto". Cuando la muchacha lo hubo hecho, la mujer quedó
completamente curada, convirtiéndose en una joven bella. La mujer dijo a la muchacha: "Como has hecho esto por
mí, yo te haré invisible a los demonios, de manera que no podrán hacerte daño". En ese mismo momento, la niña
escuchó la voz de un demonio que decía: "Huelo carne; huelo carne". Sin embargo, el demonio no pudo verla y se
marchó. La mujer le dió un nuevo collar, aún más hermoso que el que había perdido.
La muchacha regresó a la aldea. Cuando las otras chicas la vieron, se quedaron sorprendidas y le
preguntaron dónde había conseguido aquel hermoso collar. Ella les dijo que, después de que se marcharan, había
paseado sola a la orilla del río hasta que oyó una voz en su interior que decía: "Tírate al agua". Les dijo que se tiró
al río y entró en una cueva en la que encontró a una anciana que le dió el collar. Las otras muchachas le
preguntaron en qué lugar exacto se había tirado al río y se tiraron al agua en ese preciso lugar. Entraron en la
cueva y encontraron a una anciana muy maltratada por la vida que les pidió que besaran sus llagas y heridas. Sin
embargo, las chicas sintieron una enorme repulsión y rehusaron hacer lo que les pedía. En ese momento,
escucharon la voz de un demonio que decía: "Huelo carne; huelo carne". Como el demonio pudo verlas, las devoró.
Emprender el estudio del Eneagrama para propia ilustración supone arriesgarse a que le ocurra a uno
como a la muchacha zulú que arrojó su collar al río. Supone abandonar algo que, hasta ahora, se habrá
considerado muy importante para el propio orgullo y dignidad. Comienza un viaje solitario al interior del yo
que conduce a los recuerdos de daños antiguos, en especial de los vulnerables años de la propia infancia.
Entonces se formó nuestro tipo de personalidad como reacción a los desprecios y sentimientos de
abandono suscitados por los demás en nosotros. Estos daños todavía siguen allí. Han de ser subsanados
junto con sus consecuencias en la vida posterior. Tenemos la posibilidad de curar las heridas del pasado volviendo
a ellas en el recuerdo con disposición al perdón y a la compasión, para besarlas tal y como fueron. Este "desarme
del corazón" puede eliminar las heridas de manera que el yo pueda acceder a una nueva sensación de confianza
liberándonos del lado oscuro del yo. De esta manera, dejaremos de estar en peligro de que nos devore ese lado
oscuro. Aunque todavía sintamos la presencia de la compulsión, sabemos como escapar de sus garras.
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No te limites a averiguar quién eres: el Eneagrama, ¡un mapa para descubrir quién puedes llegar a ser!
Bibliografía
01. Richard Rohr-A.Ebert
El Eneagrama: Los nueve rostros del alma
Edicep, Valencia 1995
4. Claudio Naranjo
Carácter y Neurosis, una visión integradora
Editorial “La Llave”
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No te limites a averiguar quién eres: el Eneagrama, ¡un mapa para descubrir quién puedes llegar a ser!
Indice
Introducción…………………………………………………… pág. 2
¡Ven, Espíritu Santo!…............…………………………………… 4
Gimes en mi interior para realizarme como hijo........................ 6
¿Cómo reaccionaba ese niño, qué sentía, qué pensaba?......... 7
La tierra no era profunda............................................................ 10
Remover la tierra........................................................................ 11
Si afirmamos no tener pecado.................................................... 20
Tipos de personalidad en el Eneagrama.................................... 21
La evasión de cada tipo de personalidad……..………………… 22
Característica dominante.....................................................…… 23
Descripción abreviada..................................................………… 24
Descripción enunciática de cada tipo de personalidad……….. 27
Centros de personalidad y su problemática……………………. 36
Las triadas………………………………………………………….. 37
Experiencia del tiempo, al entrar en escena y motivación……. 38
Descripción amplia de cada tipo de personalidad……………… 39
Pasiones de cada tipo................................................................ 52
Percepción, deseo, miedo e idealización................................... 54
Motivaciones y mensajes inconscientes..................................... 55
El yo esencial y el ego………………………………………….…. 56
Fijaciones de cada tipo de personalidad………………………… 58
Idealizaciones y pasiones del ego……………………………….. 67
Falso sentido de la virtud y el vicio............................................. 69
Estilos de comunicación y pecados capitales............................. 70
El Espíritu lo fue llevando por el desierto.................................... 71
El Jesús eneagrámico...............................................………….. 72
¡Jesucristo es pura vida!............................................................. 73
El Jesús eneagrámico en cada tipo de personalidad................. 76
La trampa y como escapar de ella………………………………. 93
Trampas y tentaciones, super-preocupaciones y huida………. 96
Convertíos, que está cerca el reinado de Dios.......................... 97
Redención de la compulsión en cada tipo de personalidad….. 98
Territorio personal….……………………………………………… 118
Alas, integración y desintegración……………………………….. 119
Estilos de intuición y de relación…………………………………. 124
Imagen-miedo-enfado y desperdicio de energía……………….. 125
Mecanismos de defensa y falso sentido de la realidad……….. 126
El yo frente al mundo……………………………………………… 127
Tenéis que nacer de nuevo........................................................ 128
Liberarnos y reafirmarnos……………………………………….... 129
Afirmaciones para la vida………………………………………… 131
Transformaciones para cada tipo de personalidad……………. 132
Actitud des-integrada y normal, dones que aportamos……….. 141
El yo integrado y centrado……………………………………….. 142
Símbolos y reacciones al identificarnos…………………………. 144
Epílogo……………………………………………………………… 145
Bibliografía en español……………………………………………. 146
Indice……………………………………………………………….. 148
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