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Sinopsis

Adriana

Tengo 16 años, siempre he sido una chica muy alegre y extrovertida, amo ser el
centro de atención y que todos volteen para verme, sin embargo soy un fantasma
para el chico que me gusta, pero… ¿y si fuera un fantasma para todos? ¿Qué
pasaría si nadie pudiera verme? Gritar y pasar por su lado, y… ser invisible.
Invisible para todos… excepto para quien antes no me veía, invisible para
todos… excepto para él.

Damián

Tengo 17 años y guardo un gran secreto, puedo ver fantasmas, literalmente.


Siempre los ignoro y sigo de largo, no tengo tiempo para ayudarlos, mi vida ya es
muy complicada como para ocuparme de otros, y más aún si ya están muertos.

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Prólogo

Él sostenía su mano y la abrazaba con desesperación, ella lo miraba con los ojos
vidriosos, ambos sabían que no le quedaba tiempo y que iba a morir.

 Por favor, no te vayas, no me abandones. Tú no. -rogaba besando sus frías


manos una y otra vez-
 Aunque muera mi cuerpo, mi alma se va a quedar a tu lado, hasta que
encuentres la luz que te saque de la oscuridad en la que estás inmerso.
Hasta entonces no me habré ido definitivamente.

Esas fueron sus últimas palabras, acababa de morir la mujer que lo había visto
crecer y que le había enseñado todo lo que sabe. Hundió su rostro en las manos
de la fallecida y lloró por última vez, juró que esas serían las últimas lágrimas y la
última vez que querría a alguien. Cuando alzó la vista, los vio.

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Capítulo 1

Parece que fue ayer cuando vi por primera vez lo que sería mi nuevo hogar.
Estaba muy emocionada, pues mi vida daría un giro de 180 grados, conocería
gente nueva, una casa nueva en un lugar nuevo, todo diferente a lo que estaba
acostumbrada, lo cual hacía todo más emocionante.

Entre mis primeras y mejores amigas está Daniela, pero todos la llamamos Dany,
una chica de ojos azules, muy pálida, y con una preciosa melena dorada bastante
larga. A pesar de ser muy bonita, Dany vive llena de complejos e inseguridades,
además de una timidez excesiva y que a veces me irrita más de lo normal.
Algunas personas dicen que somos tan amigas porque los polos opuestos se
atraen, pues yo soy más de disfrutar la vida, más liberal, más…loca…como
piensan algunos. Siempre he tenido confianza en mí misma, y si alguna cosa no
soy es tímida, amo ser el centro de atención, sin embargo, no puedo decir que no
tengo momentos de inseguridad.

Soy de estatura baja, bastante delgada, ojos café o tal vez un poco más claros y mi
cabello rojizo y lacio va un poco más allá del nivel de mis hombros, no soy una
súper modelo, pero tampoco soy la chica a la que nadie invita a bailar en las
fiestas, tengo mi encanto.

Ahora curso el segundo año de un pre universitario, donde Alma, Carla y Melody
forman además de Dany, parte de mi mundo. Alma es la mayor de las tres en
cuanto a la edad, pero su personalidad es la misma de una niña de 12 años. Tanto
ella como Carla son muy altas y de bonitos cuerpos, aunque no vivo mal con mis
45 kilos y mi miserable 1.60m las envidio un poco, tienen el pelo unos
centímetros más arriba de la cintura. Melody no está en nuestra clase, cosa que
no nos ha impedido desarrollar una linda e incondicional amistad. Ella es rubia, y

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posee un cuerpo envidiable que al parecer no agradece, porque se dice gorda y
hace dietas imposibles. Ya muchas personas se nos acercan preguntando si somos
familia, pues a pesar de nuestras diferencias somos algo parecidas, al menos eso
dicen todos.

Gracias a mis amigas he pasado un período agradable en la escuela. No veo la


hora de entrar en la universidad y salir de este infierno verde. (así llamo a la
escuela, porque el uniforme y casi todo es verde)

…Baby I´m perfect for you…El fragmento de la canción ¨Perfect¨ de One


Direction que tengo como alarma me despierta.

 Nooooo!!!!! ¡No quiero ir a la escuela, tengo sueño!!!!! -refunfuño para mis


adentros-

Cuando abro los ojos veo a mi hermana menor Alicia al otro lado de la cama.

¿Quién le dijo que podía dormir conmigo?

Recuerdo que es sábado y que hoy, finalmente vamos al Parque de Atracciones,


puede sonar algo infantil, pero me hacía mucha ilusión visitarlo, además después
de haberlo pospuesto cuatro veces no iba a desperdiciar la ocasión. Me voy a
divertir mucho, de eso estoy segura.

 Tata, entra tú primero al baño -lloriquea Alicia somnolienta-


 ¿Yo? ¿Por qué? Anda Alicia que tengo sueño.
 No, yo siempre entro primero, vamos déjame dormir 10 minutos más.
-protesta ella arrastrando las palabras-

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Doy un suspiro de derrota y llego al baño dando tropezones y con los ojos aun
cerrados.

Cuando salgo del baño Alicia está despierta y René ya está en la sala
esperándonos, es mi mejor amigo y el más puntual de todos, siempre llega media
hora antes. No levanta la vista de la pantalla de su móvil. Ahora solo falta Dany,
que al contrario de René siempre llega media hora después, no es que yo pueda
criticarla mucho, es algo en lo que nos parecemos. Yo siempre digo ¨La gente
importante se hace esperar¨ -Jah! Yo soy importante- aunque claro, nunca lo
digo en serio.

El trayecto al parque se hace inmensamente largo y aburrido, y si a eso le


sumamos que vamos en autobús, es insufrible. Con cada bache yo prácticamente
llego al techo, Dany se ríe cada vez que yo brinco en el asiento, –voy a matarla en
cuanto mi trasero vuelva a su lugar- por fin llegamos y mi pobre amigo José nos
espera en la entrada desde hace una hora.

 Holaaaa, José -grito con la alegría de una niña a la que los reyes le trajeron
un maravilloso regalo-
 Tú siempre con tus cambios de look, casi no te reconozco, te asienta. -dice
él al ver mi pelo rojizo y muy aliviado de que llegáramos, por cierto-
 Vamos a entrar ya, antes de que caiga la noche. -bromea Alicia-
 Pero si son las diez de la mañana. –replica Dany que jamás capta la
indirectas-

Durante el camino al Barco voy discutiendo con Dany, pues de algún modo
siempre que digo que algo va a ocurrir simplemente ocurre, como si conociera el
futuro, y esta vez le tomaba el pelo diciéndole que no iba a funcionar esa
atracción ni muchas otras. No había que ser profeta para saber que era verdad

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que muchas atracciones no estarían funcionando. Ese Parque necesita un buen
mantenimiento, la mitad de las atracciones están rotas, pero la que más me duele
es la montaña rusa, ¿De qué sirve haber venido si no puedo subir en la montaña
rusa?

Cuando llegamos al Barco decidimos sentarnos en la punta más alta para


divertirnos más, pero mientras esperábamos nuestro turno en la cola, una chica
vomita y un chico gritaba al operador que le pagaba el doble si lo dejaba salir,
esta escena me estaba poniendo de los nervios, pero ya era demasiado tarde para
arrepentimientos y los tickets ya estaban pagados. Yo solo espero no vomitar o
algo así, eso sería un suicidio social, qué vergüenza.

Como siempre, a mí se me ocurre montar en motos eléctricas, no sé por qué tengo


que andar yo de ocurrente, además ni siquiera sé conducir una moto. ¿Acaso
estoy loca? y encima René propone una carrera a lo que José asiente
entusiasmado.

 Este es el acelerador, estos los frenos –me explica el dueño-

Subo a la moto y comienza la carrera. Giro el acelerador, voy demasiado rápido,


es muy divertido pero me pregunto si sobreviviré a la curva que veo justo en
frente de mí, así que intento frenar ¡Mierda! No funcionan los frenos, me voy a
caeeeeer!!!!!!! ¡¡¡¡Ahhhhhh!!!!!! La moto voltea y antes de que me dé cuenta estoy
en el suelo con la moto encima de mi frágil cuerpo… claro, si es que no tiene que
pasar nada, pero entonces viene Adriana, reina de ¨metelapatilandia¨ y se cae,
pero si es obvio…quiero que la tierra me trague y me escupa diez años después.

Para rematar no dejo de reírme porque justo detrás viene René con cara de pocos
amigos porque le tocó la moto más pequeña y sus piernas sobresalen como si

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montara una bici infantil, viene tan despacio que parece que maneja un tractor, -
eso le pasa por tener una idea tan descabellada- el perdió su propia carrera y yo
mi dignidad.

Dany llega primer lugar con Alicia pisándole los talones, iban chocándose una a
la otra para sacarse mutuamente del camino, después de todo preferí haberme
caído por mi propia torpeza en vez de que una de ellas me empujara, tengo muy
mal carácter y probablemente le habría dicho hasta del mal que se iba a morir.

Finalmente nos detenemos a almorzar, yo opto por helado, el menú es muy


variado pero si hay helado, todo lo demás deja de ser comida para mí. René y José
como hombres al fin -¿Por qué todos los hombres son tan glotones?- eligen pizza
(cada uno se come dos pizzas) y refrescos, además de los helados. Alicia deja la
mitad de su refresco porque ya estaba llena y José sin preguntar siquiera se
apodera de él y lo bebe con euforia, todos lo miramos boquiabiertos, excepto René
que iba por el segundo helado.

 ¿Cómo pueden comer tanto? –pregunta Dany asombrada-


 Aún faltan un par de atracciones, así que no gasten todo el dinero en
comida. –declaro-

Los chicos no dicen nada, solo nos dedican una mirada de falsas disculpas.

Al cabo de un rato de andar por todo el parque y de comprarle a mamá un


pequeño cuadro de mesa, mis amigos deciden ir a la Cápsula, es una atracción en
la que me da miedo subir, sé que si lo hago algo malo va a pasar y conociéndome
voy a subir de todas formas.

Se ve feo cuando estoy dentro de la maldita cosa, es como una pequeña cápsula
con espacio para dos personas (José y yo) con dos minúsculos asientos, frente a

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nosotros hay un pedazo de hierro en forma de cilindro que se supone que debe
sostenernos, lo cual dudo mucho, y una rejilla, pienso que para otorgarnos un
poco de visibilidad.

Cuando creo que no puede ser peor eso empieza a girar hacia abajo y termino
por irme de cabeza contra la rejilla por la que solo cabe alguien como yo y casi
salgo volando.

 Bájenme yaaaa!!! No quiero estar aquí –grito horrorizada-


 Adriana, agárrate bien me estas rompiendo las costillas. –grita José cuando
en otro giro del endemoniado aparato caigo encima de él-
 ¡No puedo!

Y así, cada vez que la cápsula daba una vuelta, yo volaba por los aires dentro del
pequeño aparato de hierro, golpeándome y golpeando todo. Cuando va hacia
adelante yo me voy contra la rejilla nuevamente pero esta vez se me sale la
cabeza, por suerte José tira de mi blusa hacia él, para sostenerme, de lo contrario
habría sido la primera mujer cohete en la faz de la tierra. Por fin termina mi
terrible castigo y logro salir de aquella cosa horrible lo más rápido que soy capaz.

No puedo creerlo, hoy todos los santos están en mi contra, y sin embargo pienso
que debo tener algún tipo de problema mental porque por alguna razón poco
lógica no dejo de reírme y si aún no me he vuelto loca tengo… ¡Sangre! Me partí
la boca. Primero me caigo de una moto, ahora esto ¿Qué falta? ¿Qué me pille una
avalancha de mierda bostezando? Pero no soy de las que se deprimen por estas
cosas, he de admitir que me estoy divirtiendo mucho. Además no soy la única, si
René no se ha tropezado diez veces no se ha tropezado ninguna, José y Alicia
están juntos todo el tiempo y Dany no se entera de nada. Todo está bien, claro,

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siempre y cuando no haya sangre, soy ¨sangrofóbica¨: palabra que expresa miedo
irracional a la sangre aparentemente inventada por mí.

De camino a casa un loco me avienta su coche encima, la caída y el golpe son


inevitables, es un poco raro que no me duela nada, qué digo un poco, es muy
raro, es rarísimo, es imposible.

En casa no hay nadie, solo mi perrita Baby que me mueve la cola como si no me
hubiese visto en días, además ¿Dónde está Alicia? Se supone que venía conmigo.
Comienzo a pensar que no va a pasar nada normal, y que es el Día Mundial de la
Rareza y nadie me avisó. Me dirijo al refrigerador a ver si hay algo para picar
cuando me doy cuenta que…creo que…no puede ser ¿Qué me pasa? No puedo
tocar nada, mi mano atravesó en refri, comienza a darme un ataque de nervios,
seguro mi cerebro me juega malas bromas…es el golpe…es el golpe…es el
golpe…es el golpe…me repito una y otra vez para convencerme de que no pasa
nada, solo estoy aturdida por el golpe. Voy al baño a lavarme la cara a ver si
espabilo, pero nada, ni siquiera consigo abrir el grifo, me quedo aterrorizada
cuando me doy cuenta que no me reflejo en el espejo.

Siento la puerta abrirse y salgo corriendo para ver quién llegó, es mi mamá, se ve
muy cansada y las ojeras parecen precipicios bajo de sus ojos.

 Mami, al fin llegas ¿Dónde están Alicia y mi papá? –pregunto al ver que
viene sola-

No responde, me ignora completamente, intento hablar más alto, grito, paso una
infinidad de veces por delante de ella, pero es inútil, no repara en mi presencia,
simplemente no me ve ni me oye, soy un…¿Fantasma?¿Estoy muerta?¿Morí
atropellada? Voy a la sala y casi me caigo de espalda cuando me percato de la

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fecha, ha pasado una semana del accidente y en la mesita de centro observo el
cuadro de mesa que le compré en el parque. ¿Cómo llegó eso ahí? En ese
momento mil cosas invaden mi mente, como están el resto de mis amigos, mi
hermana…todos. Estar muerta no es como pensé, no veo ninguna luz, nada, no
sé por qué sigo aquí, no sé qué va a pasar ahora.

Mi mamá sale de mi cuarto con un bolso y mi osito blanco de peluche, me


entristece mucho verla así. Creo que va a algún lado, así que decido seguirla. Al
poco rato llegamos al hospital y temo lo peor…mi hermana…mi papá ¿Les habrá
sucedido algo malo? Me voy acercando muy despacio a la puerta de la habitación
por donde ella acaba de entrar, en un intento de digerir todo lo que está pasando
entro lentamente y camino hasta la camilla. Sentí un gran alivio al ver que todos
están bien y que no estoy muerta como pensaba, estoy ahí en esa cama, llena de
tubos de oxígeno y aparatos, y varias heridas en todas partes, algunas se ven
bastante graves, sobre todo la de la cabeza, que atraviesa mi frente. Espero que no
me quede cicatriz si salgo de esta. Me siento abrumada, pero a la vez tengo
esperanza de que voy a despertar y volver a la normalidad. Mamá se está
quedando conmigo, mejor dicho con mi cuerpo, porque yo estoy aquí. Siempre
quise ser invisible, pero esto es demasiado.

Papá entra acompañado de un señor que supongo que es el doctor por la forma
en que está vestido, no tienen buena cara. Dicen cosas que no entiendo y por lo
visto mi mamá tampoco porque pregunta si es muy malo.

 El golpe de la cabeza fue muy fuerte. La inflamación cerebral no ha


disminuido y debido al peligro de la presión intracraneal, la cirugía puede
ser necesaria para reducirla. Este tipo de lesión tiene mal pronóstico si el

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paciente está en estado de coma, como es el caso de su hija. –dijo el doctor
en un intento por explicar-
 Eso significa… -comenzó a decir mi madre-
 Eso significa que en este punto la cirugía es vital –la interrumpió el doctor
muy serio-
 ¿Se va a salvar? –intervino mi madre y luego estalló en sollozos-
 Haré todo lo posible, pero debe estar preparada para lo peor, también
presenta lesiones en otros órganos vitales, si sobrevive, lo cual sería un
milagro, quedarían secuelas.
 ¿Qué tipo de secuelas? –preguntó mi padre que hasta ese momento no
había dicho nada-
 Tal vez quede ciega, o paralítica… -dijo el doctor y acto seguido salió del
cuarto-

Ya han pasado tres semanas de la cirugía, fue un éxito, o al menos eso dicen, las
heridas de mi rostro han sanado casi totalmente, mi cuerpo evoluciona
rápidamente con ayuda de los medicamentos, pero mi estado sigue igual, nadie
sabe cuándo despertaré, ni siquiera saben si voy a hacerlo.

En este tiempo me visitaron Dany y René, Alicia ha venido varias veces, mis
amigas de la escuela llaman todos los días, me hace feliz ver que tanta gente me
quiere. También descubrí que tengo algunos poderes fantasmales, puedo
trasladarme de un lugar a otro imaginando donde quiero estar
(teletransportarme, creo) y aprendí que puedo tocar, pero no siempre, al parecer
necesito práctica, así como traspasar paredes. Pensé que los fantasmas flotaban en
el aire y eso me hacía mucha ilusión, pero no, eso es un cuento que se inventó
algún director de cine fanático de pelis de horror.

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Tanto tiempo sin salir de este deprimente hospital me aburre, no voy a quedarme
aquí viéndome llena de cables y tubos, y las caras de la gente que me miran como
si ya estuviera muerta, es como estar en un laaaaargo funeral. Mejor me voy a
otro lado, a la escuela por ejemplo, da un poco de miedo salir de estas cuatro
paredes, pero el miedo nunca ha sido un obstáculo para mí.

Capítulo 2

En la escuela todo anda igual, de vez en cuando mis amigos hablan de mí, señal
de que se preocupan, yo en su lugar haría lo mismo, ya que los aprecio mucho.
Carla y Alma han ido a visitarme y Melody llama a mi mamá con frecuencia.
Ojala alguien pudiera verme, no hablar para alguien como yo es algo
enloquecedor, si todos lo dicen, si hubiera un premio por habladora yo me los
llevo todos. Tengo que divertirme a como dé lugar.

La clase de Química me pareció interesante los primeros minutos, hasta que


Albert -el empollón de la clase- comenzó a hacer preguntas solo para demostrar
que se lo sabía, muy ridículo de su parte, es un cágalotodo, solo quiero irme de
aquí, es más, me largo.

Es genial poder salir sin que ningún profesor te regañe ni sermonee. Doy una
vuelta a la escuela y me paso por otras aulas, muchos chicos se quedan dormidos
y es muy entretenido asustarlos tirándoles los libros al suelo, uno de ellos dijo
incluso que era la muerte que había venido a por todos y yo solo podía reírme, no
deberían ver tantas pelis de terror.

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En el recreo había cuatro chicas de 1er año jugando a la Ouija en un área que
está en construcción en la parte trasera de la escuela, está prohibido el acceso a
ese lugar. Una de ellas era la que hacía las preguntas -la líder- parecía la más
valiente porque por las caras de las otras pude deducir que estaban horrorizadas.
La cabecilla del grupo preguntó si había alguien, y yo moví el objeto bajo sus
dedos índice para informarles que sí, aprovechando que podía tocar, no sé
cuándo dejaría de hacerlo. Acto seguido volvió a preguntar que quién era, a lo
que respondí que era Jessica –es una leyenda urbana que cuenta que en nuestra
escuela una joven con ese nombre, se quitó la vida en la última casilla del baño de
las chicas, y desde entonces su espíritu vaga por allí, por lo que nadie nunca usa
ese váter, incluida yo, no creo…bueno… no creía en fantasmas, pero por si las
dudas- Me reí hasta que me salieron lágrimas cuando aquellas ilusas salieron
corriendo con el horror tatuado en sus rostros. Si no hubiese sido lo que sea que
soy, me hubiera hecho pis.

Al terminar el horario de recreo me dirigí al aula de mi ex, al pobre casi le da un


infarto cuando en medio de la clase de Literatura que casualmente estaban
hablando de entes sobrenaturales le susurré al oído que era un demonio y que él
había echo mucho mal en vida y por eso me lo llevaría al infierno, luego lancé sus
libros, el muy tonto cayó al suelo gritando que iba a morir y pedía perdón a Dios
por sus pecados, mientras el resto de la clase reía sin poder evitarlo, hasta la
profesora. En ese momento descubrí que algunas personas (no todas) podían
escucharme si yo me concentraba bien en lo que quería transmitir, ya que eran
más sensibles que otras.

Se acercaba la hora de salida, y todos se encaminaban a sus respectivos autobuses


escolares que los llevarían a casa, decido seguir a Damián, el chico que me gusta.

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Me da mucha curiosidad saber cómo es su casa, cómo es él, qué hace por las
tardes, TODO. Jamás hemos cruzado palabra, creo que no sabe ni que existo.

En cuanto subo al autobús me siento a su lado y él saca su móvil, percibo lago


raro, creo que…me está… ¿Mirando? No, no puede ser, supuse que solo mira en
mi dirección, es imposible que pueda verme, miro a mi lado y no hay nada, me
pregunto qué estará mirando Damián. De pronto veo que tiene escrito en su
móvil: ¿Por qué estás aquí? Me quedo impactada, pero una vez más creí que
estaba enviando un mensaje, entonces volvió a escribir: Puedo verte. Siento que
mis ojos se salen de sus orbitas del asombro.

Capítulo 3

 Y puedes escucharme también ¿no? –pregunto atónita y él asiente- ¿Cómo


es eso posible? ¿No te da miedo?

Él escribe en su móvil las respuestas, ya que si habla probablemente todos


pensarían que está loco. Ahora que lo pienso es irónico, antes cuando todos
podían verme yo era un fantasma para él, jamás reparaba en mi presencia y en
este momento que realmente soy invisible, él es la excepción.

 ¿Darme miedo? ¿Tú? –enarca una ceja con un gesto impertinente mientras
escribe-
 Bueno, es cierto, es de lo más normal que se te aparezca un fantasma al
lado y te diga hola, sí, ocurre casi todos los días, la verdad es que la gente
no debería tener miedo de algo tan común como esto. –digo con todo el
sarcasmo del que soy capaz-

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 Mi abuela era espiritista, decía que desde niña podía ver muertos, y
supongo que yo comencé a desarrollar esa capacidad cuando murió.
Nunca había hablado con ningún muerto, eres la primera.
 Yo no estoy muerta.
 Si…claro…Ninguno sabe que está muerto, es como cuando los locos dicen
que no lo están. –se burla el idiota-
 Eres un imbécil!!!! No estoy muerta, ni siquiera sé por qué estoy aquí,
porque es evidente que tampoco estoy viva, estoy en modo vegetal en una
maldita cama de hospital. Y no le encuentro ninguna lógica a tu estúpida
comparación de los locos con los muertos. –digo casi gritando y noto como
las lágrimas comienzan a resbalar por mis mejillas, no lo había visto de ese
modo hasta ahora ¿y si no despierto nunca?-
 ¿Recuerdas qué te pasó?
 Me atropelló un carro, y el chofer se dio a la fuga, voy a encontrarlo
aunque sea lo último que haga y voy a hacer su vida tan miserable que va a
desear morir.

El ómnibus se detiene y él se levanta para bajar, cuando llega a la calle yo ya lo


espero ahí. Damián se ve un poco sorprendido pero su rostro no muestra ni una
pizca de agrado de que me haya bajado con él. Más bien, parece enojado.

 Si piensas seguirme puedes ir borrando esa idea de tu cabeza. –dice con


una voz seca que no le conocía-
 Pensé que me ayudarías.
 Pensar no es tu fuerte, ¿verdad?
 Vamos, no puedes ser tan insensible y pasar de los necesitados. –digo
enojada-
 ¿No puedo deshacerme de ti? ¿Verdad? –resopla con resignación-

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 De todas formas no te conviene llevarte mal conmigo, en primer lugar no
me puedes impedir que me vaya contigo, y en segundo: ¿Quién no ha
soñado alguna vez con que un fantasma o lo que sea le diga la respuesta de
un examen?
 ¿Casa a cambio de fraude? –enarca una ceja, se ve tremendamente sexy-
 Yo no lo vería de ese modo, más bien sería ayuda moral pagada con ayuda
intelectual. No es una casa lo que busco, en mi condición no necesito una. –
sonrío con picardía-
 ¿Qué tipo de ayuda necesitas exactamente?
 ¿Podemos hablarlo en tu casa? el señor de la cafetería te mira como si
estuvieras loco. –indico-
 No, dímelo ahora, quiero saber a qué atenerme contigo. –vuelve a adoptar
esa actitud de chico imposible e insoportable-
 No puedo hablar con nadie más que tú, sabes que en este momento te
necesito más de lo que quisiera, y te empeñas en ser el tipo hosco ¿tanto te
cuesta ayudar a alguien? –hablo en serio- quiero respuestas cuando ni
siquiera sé cuáles son mis preguntas. Estoy confundida, perdida en un
mundo que no es el mío, sola, sin mis padres –se me corta la voz cuando los
menciono, y mis ojos amenazan con estallar en lágrimas, pero me aguanto,
primero me muero antes de llorar frente a esta persona inhumana-
 Bien, tú ganas. –rueda los ojos-

De camino a su casa me cuenta que antes vivía con sus abuelos, desde que su
padre murió en un accidente de barco, era marinero. Su abuelo falleció y pocos
meses después su abuela también lo hizo. Al ser menor de edad se vio obligado a
regresar a vivir con su madre, lo cual odia porque la relación con su padrastro es
pésima y por eso intenta pasar en casa el menor tiempo posible. Todo esto me lo

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cuenta porque insisto demasiado, no porque sea muy comunicativo. -¿Es que no
podía verme otra persona? Este chico es más ácido que sus jugos gástricos-

Nos detenemos ante una reja blanca muy elegante, con esas puertas eléctricas que
se abren con contraseña, tras la reja hay un caminito que llega hasta la puerta
principal, a un lado tiene un precioso jardín y un garaje al otro. Me quedo
admirando atontada cada detalle de aquel lugar, es como la casa de mis sueños,
pero mejorada. Si tenía la boca abierta con el exterior, el interior superó mis
expectativas, detrás de la puerta se levanta una escalera que lleva a la segunda
planta donde hay dos habitaciones, a la derecha de la escalera está la cocina, el
comedor, y al final un baño, a la izquierda está la sala, el estudio y una habitación
con baño propio. En la sala descansa un sofá ¨L¨ blanco y en frente un TV de 40 o
más pulgadas, casi todo es blanco y las ventanas son de cristal al igual que la
puerta. Estoy maravillada y me imagino viviendo con mi familia en una casa así,
pero de pronto un cachorro de labrador me saca de mi ensimismamiento, había
olvidado que los animales también podían verme y este me ladraba como si ya me
adorara sin apenas conocerme. Damián toma el cachorro y juguetea con él como
lo haría un niño, es muy tierno cuando no se empeña en mostrar su lado borde.

 ¿Quién vive aquí? –digo cuando logro articular palabra-


 Pues el Ratoncito Pérez con Walt Disney y el piso de arriba lo renta Santa
Claus. –ahora bromea, ¿Quién entiende a este chico?-
 Me refiero quien vive aquí además de ti. –no tengo ganas de seguirle el
juego, sus cambios de ánimo tan repentinos me agotan-
 Vivo con mi hermana, mi madre y… su marido –con este último se le
asevera la mirada, sí que debe odiarlo mucho- esos son los vivos y los
muertos…

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 ¿Hay muertos? –lo interrumpo con hilo de voz y él comenzó a reír a
carcajadas al ver mi cara de espanto-
 No, tranquila era broma, pero viendo tu cara, mejor no te digo cosas así,
no vaya a ser que esta vez te mueras de verdad, pero de un infarto… -dijo
intentando contener la risa-

Maldito idiota, pero no puedo negar que me encanta verlo reír, se le ilumina el
rostro cuando lo hace y no parece ese chico arrogante, sino un niño muy
adorable al que dan ganas de hacerle cosquillas para que nunca deje de sonreír
así, se ve feliz, como si se le olvidara todo el dolor que guarda su corazón y por
una vez lo entiendo, si a mí se me eriza la piel solo de pensar que los fantasmas
existen ¿Cómo sería tener que convivir con ellos todo el tiempo? Seguramente es
frustrante y él se comporta con mucha valentía, yo en su lugar estaría con el rabo
entre las patas, y probablemente viviría en la Antártida, donde mi único peligro
fuera el fantasma de un pingüino gruñón.

Recorro la casa para verla completa, pero me percato de algo extraño en el


estudio, es como una presencia pero se me hace raro no poder verla y más siendo
yo un fantasma o lo que sea que soy. Doy un respingo al escuchar el ruido seco de
un libro al caer de una de las estanterías, me acerco a ella, pero no parece una
estantería común, creo que es una puerta pero una energía extraña me impide
traspasarla. El libro caído comienza a abrirse en diferentes páginas hasta que se
detiene en una de ellas donde hay una idea subrayada con marcador rojo ¨no
deberías estar aquí ¨ y luego vuelve a cambiar de página mostrando otra idea ¨no
todos los muertos son buenos ¨, cuando levanto la vista habían otros libros en el
suelo con frases como ¨ten cuidado ¨, ¨sal de esta casa ¨, otros libros comenzaron a
caer como si se tratara de una mala broma, pero se fue haciendo más violento y
los estantes empezaron a temblar amenazando con caerse, si en ese instante

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hubiera aparecido un demonio no me hubiese extrañado, aunque he de admitir
que mi valentía se había esfumado y temblaba como una gelatina y si no estuviera
en este estado me hubiera dado un paro cardiaco. Todavía más me asusté cuando
todo se quedó totalmente oscuro y no podía moverme, de repente sentí como las
sillas y el escritorio se arrastraban como si alguien las moviera provocando un
horrible estruendo al chocar entre sí, no pude reprimir un grito y salí corriendo
justo en el instante en que me percaté de que una sombra sin forma venía hacia
mí a una velocidad sobrenatural, desapareciendo y apareciendo cada vez más
cerca.

Capítulo 4

Fui corriendo a toda prisa a la cocina, y por suerte estaba Damián allí, preferí no
decirle nada hasta estar segura de lo que había ocurrido, además supuse que él
no debía estar al tanto, ya que había dicho que no habían muertos, aunque
aquello no sé si fuera uno. Zeus -el perro- también parece percibir esa presencia
extraña que proviene del estudio, porque él no se acerca nunca a esa zona de la
casa.

 ¿Dónde estabas? –pregunta Damián indiferente mientras abre el horno-


 Estaba en…el…j-jardín. –se me da fatal mentir, y él se dio cuenta-
 Te escuché gritar. –me dijo con incredulidad-
 He visto…un ratón –tartamudeo-
 ¿Los ratones te hacen tartamudear así? ¿No me vas a decir que te ocurre? –
ni siquiera me mira-

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 ¿De qué murió tu abuela? –pregunté en un intento inútil por cambiar el
tema-
 Vio un ratón y le dio un infarto, como casi te da a ti.

Ahí está otra vez con sus bromas fuera de lugar, no dije nada al respecto, por su
forma supe que iba a continuar hablando.

 La verdad es que no lo sé, ante los ojos de todos le dio un infarto, pero ella
era la persona más sana que conozco, hacía ejercicio, cumplía con la dieta,
es imposible que se haya muerto así, sin más. –añade-
 ¿La has visto?
 No, sé que está aquí, pero no la he visto. –puedo leer en su mirada el dolor
que le produce haberla perdido-
 ¿Cómo sabes que aún está aquí?
 Demasiadas preguntas. ¿No te parece? –resopla irritado, volteándose hacia
mí y cruzándose de brazos-Te respondo una pregunta y luego me
respondes tú lo que te he preguntado antes. ¿Trato? –asentí y el continuó-
Me prometió que se irá el día que yo encuentre el amor, a alguien que no
me abandone, no quiere dejarme solo. ¿y bien? –enarca una ceja esperando
mi respuesta a su pregunta-
 No me pasa nada, solo estoy cansada –miento-
 ¿Los fantasmas se cansan? –dice con ese estúpido tono de burla que me
saca de quicio-
 ¡Maldita sea! No soy un fantasma, ¿nunca te cansas de ser idiota?

Grito enfadada, todas las lámparas explotaron en ese momento al unísono y los
cuchillos salieron disparados en su dirección, pero ninguno llegó a herirlo ¡Qué
alivio! Sin embargo su rostro no expresaba ni pizca de susto o miedo, sino pena y

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arrepentimiento. Preferí irme a su habitación antes de que dijera otra estupidez y
me hiciera estallar de nuevo. No podemos hablar sin terminar discutiendo.

Su cuarto está muy limpio y ordenado para ser de un chico, tanto que me
sorprende, noto que no hay espejos ni cuadros, solo hay una cama imperial con
dos ángeles tallados en la madera de la cabecera, al frente un armario no muy
grande de dos puertas, y a la izquierda, entre el armario y la cama está la
computadora, situada encima de un elegantísimo escritorio de madera a un lado
de una puerta de correderas de cristal bastante grande que da a un pequeño
balconcillo y muestra una hermosa vista al jardín.

Todo es blanco excepto las paredes y la sobrecama que son de un color azul claro
precioso y que combinan a la perfección. El suelo está cubierto de moqueta del
mismo color de las paredes, la verdad es que la habitación es bellísima, y tres
veces más grande que la mía, si por mí fuera no saldría de allí, creo que es mi
lugar favorito de la casa. Ahora que lo pienso el cuarto muestra la personalidad
de Damián, elegante y fría por fuera, pero hermosa por dentro.

Sigo enfadada con él, odio que me llame ¨fantasma ¨ me hace sentir muerta, pero
sobre todo me hace recordar que no sé que soy, que estoy perdida.

Voy hacia el balcón, desde ahí contemplo las estrellas. Me pregunto qué habrá
después de la muerte, ¿Existe el cielo realmente?, no el cielo común, sino al que
van las buenas personas y los animales cuando mueren, como me decía mi madre
cuando era pequeña y tenía que avisarme que alguien murió, decía que ahora
estaba en el cielo y desde ahí me cuidaría. ¿Yo iré ahí algún día?

No sé por qué, pero algo me obliga a mirar hacia abajo, como si de un imán se
tratase, se ve en la oscuridad de la noche un pequeño columpio en el medio del

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jardín, en el que hay sentado un hombre…muerto, ¿Quién será y qué hace aquí?
Me dispongo a bajar.

 Hola… ¿Quién eres? –digo con un hilo de voz, este tío no me da buena
espina para nada, él no responde-
 Oiga…s-señor –

Digo un poco más alto, no puedo verle la cara, pero creo que no quiero hacerlo
cuando comienza a girar la cabeza con una lentitud terrorífica hacia mí, lo
repaso de arriba abajo y me percato de que no tiene brazos, el izquierdo acaba en
el codo, y el derecho un poco antes. Cuando mi cerebro termina de asimilar lo
que han visto mi ojos, demasiado tarde por cierto, él ya estaba de pie en frente de
mí con la mirada fija cargada de un odio feroz, continuó acercándose como lo
haría un psicópata que disfruta a cada paso el sufrimiento de su víctima. Algo me
dijo que no se acercaba a mí de ese modo para saludarme cordialmente, así que
por segunda vez en el día salí corriendo como un cachorro asustado. Con la
esperanza de volver a encontrar a Damián en la cocina me dirijo hacia allí, qué
ilusa soy, me puede pasar lo mismo dos veces un mismo día, pero no puedo
encontrar a Damián dos veces en la cocina en un mismo día, qué putada.

Me da horror quedarme sola en esta casa, muy linda y todo pero quiero salir de
aquí cuanto antes.

Encuentro dos notas pegadas al refrigerador:

1. Damián, voy a trabajar, no me esperes despierto, tu hermana dormirá esta


noche en casa de su amiga Laura, hay comida en el horno. Mamá.
2. Fantasmita, fui a comprar bombillas nuevas, gracias, ya necesitaban
reemplazo.

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La segunda nota no tenía firma pero no la necesito para saber quién la escribe y
para quien va dirigida.

Decido regresar al cuarto y quedarme ahí hasta que él vuelva, hoy he tenido
muchos sustos, aunque tengo la sensación de que el día aun no acaba. Su
habitación queda al final del largo y oscuro pasillo, lo recorro maldiciéndome por
hacer estallar las lámparas, debería controlar mi ira. De pronto una mano se posa
en mi hombro desde atrás, por lo que no veo de quién se trata. No hay qué temer
–pienso- si me toca es porque no está vivo, y si no está vivo no me puede hacer
daño ¿por qué no se me ocurrió eso cuando estaba en el estudio o en el jardín?,
me giro para encarar lo que sea que osara tocarme…

 Mira no sé qué de qué van ustedes, pero ya eres el tercero que se me


aparece y la verdad ya estoy bastante cansada de vuestro jueguito, sé que
no vienes a saludar porque los fantasmas de esta casa estáis en plan… -se
me corta la voz cuando me doy cuenta de quién tengo en frente, es una
anciana de semblante serio y ojos vacíos, la abuela de Damián, estoy
segura-

Capítulo 5

Iba a decir algo antes de que Damián cruzara el pasillo en mi dirección, ella se
desvaneció en el aire antes de que él pudiera verla.

Tengo los pelos de punta, no sé qué hacer ni que decir, por un lado pienso irme
de esta espeluznante casa y por otro lado quiero quedarme para no darles el
gusto a estos fantasmas antipáticos, y en segundo lugar, creo que aquí puedo

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encontrar algunas repuestas. La abuela de Damián fue espiritista, eso tiene que
ayudar en algo.

 Espero que te hayas calmado, no quiero tener que ir a por más bombillas
por tu culpa. –dice el muy cínico-
 Con respectoa eso… creo que te debo una minipequeñísima disculpa, he
estado un poquitín agobiada.
 ¿Solo un ¨poquitín¨? Tienes un grave problema con minimizar las cosas. –
enarca una ceja, odio cunado hace eso, quiero estrangularlo, si tan solo
pudiera tocar…-

Pero se ve sexy –recalca mi subconsciente.

 Vale, estaba alterada, odio que la única persona que puede ayudarme me
llame fantasma y se comporte como idiota…casi… me duele.
 ¿qué te duele, que me comporte como un idiota resentido o que te llame
fantasma? –pregunta de una forma que no sé descifrar, no sé si se burla de
nuevo o lo dice en serio.-
 ¿Ambas? Sí, puede que ambas –confieso un poco nerviosa por su respuesta,
pues estoy segura que va a decir algo estúpido, pero para mi sorpresa dice:-
 Lo siento, he sido un poco egoísta cuando tú la estás pasando peor, voy a
intentar poner de mi parte, pero sé que no eres tan seria y no es usual en ti
que estés tan callada y distante. –percibo preocupación en su voz-
 No pasa nada en serio, me asusté es todo, ya pasó.
 ¡Mierda! Si estamos juntos en esto necesito que no me mientas y me digas
lo que te ocurre para que pueda ayudarte, -grita exasperado, pero luego de
calma y continúa- ¿por qué te cuesta compartir tus problemas con los
demás y te los guardas para ti? –wau!!! mira quién lo dice-

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Respiro hondo y comienzo a hablar:

 Dijiste que no había fantasmas en esta casa, -él asiente- tal vez no los veas
o ellos se oculten de ti, pero yo si los he visto y no tienen pinta de ser
buenas personas, o de estar en esta casa para velar por la paz y la
tranquilidad. En el estudio hay uno, descubrí algo que él o ella no quería
que descubriera, ni yo ni nadie. En el jardín hay otro sin brazos, por su
apariencia creo que murió de la peor forma. Y el tercero…era ella.
 ¿Qué? ¿Quién? –me interrumpe-
 Pues ella…tu abuela, iba a decirme algo antes de que llegaras.

Su cara se descompuso por la rabia o tal vez por la decepción, pero preferí no
decirle nada más y dejarlo solo así que me giré con la intención de marcharme.

 ¡Espera! Por favor, no te vayas.


 ¿Te dan miedo los fantasmas ahora? –dije con cierta ironía, pero me
arrepentí al momento de haber abierto mi bocaza-
 No a los muertos…tal vez a…la soledad. No lo sé, no quiero quedarme solo,
pensar que no le importo a nadie…
 Damián… -le interrumpo- no te preocupes, todos alguna vez nos hemos
sentido así. No vas a morirte.
 Es que tú no lo entiendes, yo… ¿Sabes qué? Olvídalo. –da media vuelta y se
va con las manos en los bolsillos-

Me hubiera gustado que se abriera conmigo, pero lo entiendo, sé que detrás de


esa fachada de chico duro y engreído, hay un niño pequeño herido. Pero me jode
que critique que no comparta mis problemas y él se los guarde.

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Está a punto de amanecer y me muero del aburrimiento, esto de que los fantasmas
no duermen es una injusticia, me recuesto en el sofá y cierro los ojos, es lo más
parecido a dormir y es muy relajante. Al cabo de un rato siento su voz.

 ¿Estás dormida? –no respondo, es evidente que no sabe que los fantasmas
no duermen, puedo usar eso a mi favor- ¿Por qué crees que mi abuela
estando aquí no haya venido a verme ni una sola vez? ¿Crees que ella
también me abandonó? Al final todos los que quiero lo hacen, así son las
personas…
 No todas.
 C-Creía que estabas dormida…-tartamudea sin poder ocultar la vergüenza
en su rostro-
 ¿Por qué esperas a que duerma para hablarme con sinceridad?
 A veces quiero gritar todo lo que me ahoga, pero no quiero que nadie me
escuche. –confiesa-
 Creo que te entiendo.

Son como las cuatro de la tarde ya, parece mentira que ayer llegué aquí por
primera vez y ocurrieran en una horas tantas cosas, pero no puedo perder el
tiempo, cuanto antes salga de aquí y despierte, mejor. No he hecho otra cosa en el
día que inspeccionar a fondo la casa, aprovechando que Damián ha ido a la
escuela. Fui al estudio en busca de lo que fuera que montara todo ese numerito
ridículo de los libros volando y toda la cosa (ahora me parece ridículo, pero ayer
casi me muero del susto), pero todo estaba en su lugar, como si allí nunca hubiera
ocurrido nada, intento traspasar la estantería de la que cayó el primer libro, pero
una extraña fuerza invisible volvió a impedírmelo, ahí detrás hay algo realmente
importante, estoy segura. En el Jardín tampoco encontré al hombre sin brazos,

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pero no me desanimo, pocas veces me rindo cuando me propongo algo, y esta vez
voy a descubrir los misterios de esta casa.

Las horas pasan y pasan y ya son casi las 10:00 PM, me empiezo a preocupar,
Damián debería haber llegado hace horas y no sé nada de él. El teléfono suena y
sale la contestadora, y luego escucho la voz de Damián, tal vez tengamos algún
tipo de conexión, justo ahora pensaba en él.

 Fantasmita, programé el correo de voz directamente, así puedo hablarte sin


que tengas que tocar nada, sabemos que eso no se te da muy bien. Estoy en
el hospital, ya voy saliendo para la casa ahí te explico todo.

Esa manía suya de llamarme fantasma se la voy a arrancar aunque sea a golpes,
ah!! Cierto, no puedo tocar –pienso-. ¿Acaso no sabe mi nombre? Un momento,
no puede saberlo cuando no se lo he dicho, aunque él tampoco se ha inmutado y
la verdad es que no creo que lo haga, en la escuela todas las chicas babean por
Damián y él las ignora a todas como si no existieran, no dudo que yo esté entre
esas.

Juego con Zeus (a perseguirle, porque no se me ocurre otra cosa que no requiera
contacto) hasta que llegue Don Simpatía, quien no demora. Suena el timbre y al
momento entra él por la puerta, y sin mirarme siquiera se dirige a su habitación.
A juzgar por la hora no creo que vuelva a salir de ahí hasta la mañana, así que
me las ingenio para sobrevivir al ¨aburrimiento nocturno¨.

Ya son las 11:00 de la mañana y Damián aun no despierta, ¿es que no piensa ir a
la escuela?

En un abrir y cerrar de ojos ya estoy en su cuarto –no sé cómo pasó, lo juro,


culpen a mis poderes fantasmales-escucho el agua de la ducha cayendo, y las

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ganas de lanzar una ojeadita me invaden al punto de perder la cordura…lo
intento con todas mis fuerzas, pero no puedo resistirme… ¡Santo Dios! ¿Por qué
seré tan…yo? Solo imaginar lo que debe haber detrás de esa puerta…un chico
súper sexy…horas de gimnasio…

Solo será una miradita rápida, venga -me dice mi pequeño diablillo-,

¡Nooo! Ni se te ocurra, acaso ¿Eres una pervertida? -aparece el angelito del otro
lado de mi cabeza-,

Sé que ambos son mi subconsciente, pero la mayoría de las veces le hago caso al
diablillo, esa parte de mí que me impide ser como las otras chicas,
tranquila…disciplinada, y me convierte en un torbellino impulsivo que actúa sin
pensar.

Cuando me dispongo a mirar, ya es demasiado tarde y Damián me pilla justo


detrás de la puerta intentando asomar la cabeza, sale del baño cubierto solamente
con una toalla enroscada en sus caderas. Y me mira con una ceja arqueada.

Te ha pillado ¨in fraganti¨ -dice mi diablillo con una sonrisa maliciosa-

Capítulo 6

¡MIERDA!, ¡MIERDA!, ¡MIERDA! Y ¡MIL VECES MIERDA! No tengo lo que hay


que tener para mirarlo a la cara, quiero que me trague la tierra ya, y él solo
permanece inmóvil con esa media sonrisa que me desconcierta.

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 ¿Qué? ¿No vas a decir nada? ¿Qué querías ver exactamente? –qué creído
es-
 ¿Q-Qué estás insinuando? ¿Por quién me tomas? –finjo ofenderme- yo solo
venía a decirte que…que… -mierda, no se me ocurre nada- además no
hay nada que ver, tienes el peor cuerpo que he visto en toda mi vida. -
interrumpo mi propia frase, la verdad es que tiene un cuerpo monumental,
con los músculos bien definidos, sobre todo los del abdomen.

Contemplo como el pelo rubio cae mojado sobre su frente como cascadas de oro
fundido y las gotas de agua se deslizan sobre su piel, me deleito con la gran vista
que tengo delante, está para comérselo con toalla y todo, aunque pasara un mes
cagando trapos. Con un breve movimiento de su cabeza se quita el pelo de la cara
y luego se acerca a mí con pasos lentos, que con cada uno e pongo más y más
nerviosa.

 ¿Y bien? ¿Qué venías a decirme? –dice al ver que no hablo, el muy maldito
sabe que no se me ocurre ninguna excusa-
 Nada, mejor no te digo nada, ¡Ufff! Eres muy idiota.
 Y tú muy curiosa ¿no te parece? Demasiado para ser un fantasma.
 ¡No soy un fantasma! Y, por cierto, para que te enteres me llamo Adriana
no es necesario que vayas llamándome fantasmita por todos lados. -grito
enojada-
 Sé que te llamas ADRIANA –dice imitando mi voz- pero es mucho más
divertido llamarte así, siempre te enfadas, te ves linda cuando te enfadas. -
dice inclinando su cuerpo hacia adelante para estar a mi altura y
acercando descaradamente su cara a la mía-
 ¿Cómo sabes mi nombre? -pregunto con verdadera curiosidad, pensé que
no sabía ni que existo-

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 Te he visto un par de veces en la escuela, como no verte si siempre andas
gritando, corriendo y saltando, eres horriblemente molesta -suelta de
repente-

Lo espero en la cocina, él baja casi al instante, viste una sudadera blanca de cuello
“V” en la que se marcan sus voluptuosos músculos, unos pantalones negros
ajustados y botas cuero negras, se ve terriblemente sexy.

Me explica que anoche llegó tarde porque recibió una llamada de su madre,
decía que a Mónica –su hermana- le había dado una apendicitis en casa de su
amiga y la llevaron al hospital de urgencia y la sometieron a cirugía, ya está bien,
pero él tenía que regresar porque su mamá se fue a trabajar. Me pidió que lo
acompañara con el pretexto que se aburre mucho sin poder hablar con nadie.

Subimos en el taxi y en 20 minutos ya estábamos en el hospital, me quedé


boquiabierta y algo triste, es el mismo hospital en el que estoy internada. Pasamos
a ver a su hermana, quien debido a la insistencia de su madre que no quería que
su hija estuviera en los pisos de abajo y un poco de dinero por encima, está en el
mismo piso que yo, tres puertas después de la mía, demasiadas coincidencias,
¿Será cosa del destino? Imposible, este chico borde no puede ser mi destino.

Me quedo en la puerta decidiendo si entrar o no, no estoy preparada para volver


a verme de esa forma, tan vulnerable, tan…así, no sé cómo explicarlo, antes tenía
miedo de salir y ahora me da más miedo entrar.

 ¿Te vas a quedar ahí parada? –dice con impaciencia y algo de arrogancia-

No respondo, suspiro y sigo andando.

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Mónica es una niña preciosa, con una hermosa melena rubia bastante larga y los
ojitos de un maravilloso azul eléctrico idénticos a los de su hermano, la verdad es
que se parecen mucho. Observé que Damián le dice Mona de cariño. La pequeña
ya está estable, pero debe quedarse unos días en observación.

Abandono la habitación sin avisar, para ir a ver a mi familia, no me gusta la idea


de verme en modo vegetal, pero verlos a ellos me da fuerzas para seguir adelante,
aunque siempre peleamos por cosas insignificantes, los amo. Cuando voy saliendo
Damián me ve y va tras de mí.

 ¿No deberías quedarte con tu hermana? -pregunto cortante-


 Mi madre ha llamado diciendo que viene para acá, además se acaba de
quedar dormida. ¿te molesta que quiera ver a tu familia?
 ¿Cómo sabes que estoy internada en este hospital?
 Cuando veníamos vi la puerta abierta, y a una chica igual a ti en una cama,
vamos que, si no eres tú, entonces tienes un clon. -otra broma fuera de
lugar-
 ¿Quién carajo va a ser, si no soy yo? -enarco una ceja como muestra de
enojo, al parecerél lo capta enseguida porque no dice nada más-

Una joven de negros cabellos tropieza con Damián.

 Perdona, no te vi. -dice casi susurrando-

Esto me hace sonreír, solo mi hermana puede chocar con todos a su paso, la
verdad es que un poco distraída si es, qué digo un poco, muchísimo.

 ¿Qué te causa gracia? Hace dos minutos estabas cabreada, ahora solo
pienso que estás como una cabra. -dice confuso-
 Esa chica era mi hermana, hay cosas que nunca cambian.

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Entramos en la habitación y no hay nadie más que mi pobre cuerpo, sigue igual,
sin mejorías. Mi madre ha ido a la casa, papá habla con el doctor y yo…estoy
allí…pálida, triste, vacía…no puedo soportarlo y por mucho que me niego a
llorar frente a Damián, no lo logro. Lloro en silencio, si no fuera por las lágrimas
que resbalan por mis mejillas, nadie lo habría notado. Él mira a esa niña que
tanto me cuesta creer que soy yo, y se acerca a la cama donde parece que duerme,
de pronto siento un cosquilleo en mi mano izquierda y cuando lo miro él la
sostiene y se la lleva a los labios para besarla.

 Tienes las manos muy frías -murmura para sí mismo, tan bajo que casi no
logro escucharlo-

Antes de que pudiera decir algo aparece Dany por la puerta, no capto ni un atisbo
de humor en su rostro. Damián también la mira algo sorprendido y nervioso.

 ¿Quién eres? -pregunta mi amiga-


 S-Soy su…Novio, me llamo Damián -tartamudea-
 ¿En serio? Ella no me dijo nada acerca de un novio. -masculla Dany sin
tragarse el cuento-
 Decidimos no decir nada a nadie para ver primero que funcionara, fue idea
suya. -miente señalando mi cuerpo-

Mientras Dany acribilla a Damián con preguntas y él responde lo primero que le


viene a la mente, yo decido ir a buscar a Alicia y él me hace señas para que no lo
deje solo con mi inoportuna amiga, pero lo ignoro.

Cuando encuentro a mi hermana me doy cuenta que lleva mi móvil la muy


atrevida, y seguro que se adueñó de mi laptop también, ¿solo llevo un mes aquí y
ella ya tiene mis cosas? me trago mis tontos pensamientos cuando me doy cuenta

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que tiene una foto en la que aparecemos abrazadas de fondo de pantalla, nos
veíamos muy felices, no me molesta que lo use, pero más le vale que lo cuide, si
no la que va a estar en coma va a ser ella como me rompa algo. Se ve más
madura, en un mes ha crecido, se ve diferente.

Al cabo de un rato de seguirla escucho el estornudo de un bebé, y busco por todos


lados el causante de ese sonido, recuerdo que es el timbre que anuncia la llegada
de un mensaje, lo puse en mi teléfono antes del accidente, lo había olvidado.
Alicia lee el mensaje y obviamente yo me inclino para leerlo también, dice:

Hola, linda. ¿Cómo sigue tu hermana? Me muero de ganas de verte.

Ella responde:

Yo también, mi hermana sigue igual, no puedo verte hoy, tengo que estudiar y
preparar la cena cuando llegue a casa. Te quiero.

¡¡¡¡¡¡¡QUÉEEEEE!!!!!!!! ¡¿Mi hermana tiene novio?! Mi hermanita pequeña tiene


novio. ¿Quién será? ¿Es bueno? Más le vale, porque si le hace algo le saco los ojos,
eso no me lo esperaba, pero lo que más me asombra es que nunca pensé que las
palabras “estudiar” y “preparar la cena” estuvieran en el diccionario de Alicia.
¡Eso sí que es novedad! La gran Alicia abandonó su país de maravillas y ahora
estudia y cocina. Que alguien me pellizque porque me he quedado dormida y
sueño cosas absurdas -pienso en voz alta- pero que cosas tan estúpidas se me
cuelan en la cabeza, ¿Quién me va a pellizcar si nadie puede tocarme? Y eso de
que estoy dormida…bueno…se le parece un poco. Pensar eso me deprime, lo
normal sería echarme a llorar, pero ¿Cuándo he hecho algo normal? Comienzo a
reír hasta que lloro…pero de la risa.

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 ¿De qué tanto te ríes? Deberías agradecer que la gente no puede verte. -
dice Damián que se acerca por detrás sin preocuparse por ocultar su mal
humor-
 ¡¡¡Qué carácter!!! ¿Podría decirme el Señor Simpatía que le ha bajado tanto
los zumos? -le pregunto con una nota de petulancia en la voz-
 Nada, nos vamos.
 Pero yo estaba pensando en…
 ¿Vienes o no? -me interrumpe con tono autoritario-

Capítulo 7

No digo nada y me limito a obedecer por una vez en mi vida, sé que es mejor no
contradecirlo ahora que está muy alterado ¿Qué habrá pasado? Cuando llegamos
a la casa eran ya las 3:13AM. Damián no dice una palabra y se va a dormir. Yo
me quedo en el sofá pensando en lo que hubiera podido suceder si nunca hubiera
tenido ese accidente, y otras tonterías.

2341, 2342, 2343. Bien, el techo tiene 2343 agujeros, me he pasado estas noches
pensando, hablando conmigo misma, e incluso contando los huecos de las
paredes y los del techo, las noches me aburren –estoy al borde de la locura- ¿Por
qué no puedo dormir como todos? -Tal vez porque yo llevo bastante tiempo
dormida- la idea invade mi mente.

Por fin ya amaneció, hace ya varios días desde que fui al hospital a ver a la
hermana de Damián y desde que salimos de allí casi no para en la casa, solo para
dormir y algunas veces que llega temprano de la escuela se encierra en su

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habitación, por lo que me he pasado todos estos días prácticamente sola, creo que
me está evitando, pero no sé por qué, si hablamos dos veces fueron demasiadas.
Me pregunto qué mosca le habrá picado.

Voy al jardín y me siento en el columpio donde vi al hombre sin brazos, no lo he


vuelto a ver desde aquella vez.

Me siento observada y por alguna razón miro a mi alrededor en busca de aquello


que me perturba, hasta que fijo la vista a mi lado, y ahí estaba ese tipo,
ensangrentado, mirándome fijamente, de repente siento un terrible dolor en mis
manos y en cuanto me percato de que están manchadas de sangre no puedo
hacer otra cosa que correr e implorar que Damián esté en la casa.

Mientras corro con la mayor velocidad que pueden alcanzar mis pies siento la
dulce y aguda vocecita de una niña que me pide que me detenga, cosa que hago y
volteo para verla, es Mónica.

 No le tengas miedo, él no es malo, tal vez solo está jugando. -me dice la
pequeña con una gran sonrisa-
 No sé cuál sea su concepto de jugar, pero no se parece al mío en lo
absoluto… ¡un momento! ¿Puedes verme?
 Sí, pero no le digas a mi hermano ¿Prometido? -me tiende el dedo meñique
para sellar la promesa, pero lo baja de inmediato al recordar que no puedo
tocar-
 ¿Por qué no quieres que lo sepa? -no puedo dejar de pensar en el suplicio
en que se convertirá la vida de Mónica en un par de años-
 La abuela me dijo que no le dijera a nadie, y que los espíritus no me harían
daño, que no les tuviera miedo. -me explica- También me dijo que debía
decirte que el destino comete errores, pero tú tienes luz suficiente para

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alumbrarte tu propio camino de regreso. No sé qué significa eso, yo solo
debía darte ese mensaje.

Eso era lo que me quería decir la abuela el día que apareció frente a mí, pero no
pudo por la interrupción de la llegada de Damián, lo inoportuno no se lo quita
nadie.

Mónica sale corriendo al escuchar que su madre la llama para almorzar y yo


salgo en busca de Damián para decirle unas cuantas cosas por no haberme
avisado que su mamá y Mona venían hoy, como no lo encuentro por ninguna
parte me dirijo al columpio, ese señor también me debe una buena charla.

 Espero que se te hayan pasado ya las ganas de “jugar” -digo en voz alta
para llamar su atención- ¿Quién eres? -pregunto-
 Marcos -responde con voz grave, solo eso, no dice nada más-
 Bueno, Marcos, ¿qué relación tienes tú con Mónica?
 Me ayuda a encontrar al maldito que mató a mi mujer y me hizo esto, -su
voz me da miedo-
 Me dices que usas a una niña pequeña para vengarte de un tipo que
evidentemente es muy peligroso, ¿No te das cuenta de que pones en riesgo
su vida? -gruño indignada-
 Ya lo está y eso no es asunto tuyo, no vas a impedir que lo encuentre. -grita
Marcos poniéndose de pie y viniendo hacia mí a una bestialidad espantosa-

En ese instante mis manos comienzan a sangrar de nuevo, el dolor es


insoportable, y se va extendiendo hacia mis brazos.

 Puedes torturarme si eso te hace sentir mejor, pero no voy a dejar que
utilices a Mónica, es muy peligroso.

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El dolor cesa y la sangre también, Marcos baja la cabeza, se ve afligido y cansado,
Mona tenía razón cuando dijo que no era malo, pero a veces el dolor cambia a las
personas.

 No sé qué tipo de venganza buscas, pero no va a traerte nada bueno. -esta


vez intento que mi voz suene más agradable- piensa en tu mujer, ella
seguramente ya pasó al siguiente nivel, mientras tú te excusas con
vengarte, en realidad solo tienes miedo lo que pueda pasar después, hay
muchos casos así, todos creen tener algo pendiente cuando lo único que no
tienen es el valor de continuar su camino a donde sea que los lleve.
 No sé qué hacer. –murmura abatido-
 ¿No ves una puerta…una luz…algo?
 Una luz, pero me da miedo atravesarla, no sé qué pueda haber detrás.
 Entiendo que te encolerice que el asesino que hizo esto siga por ahí, pero tú
no eres así, no eres malo, ¿Qué te puede pasar si atraviesas? Muerto ya
estás, de esa escoria se encargará otro.
 Es cierto, que se pudra él, yo me muero por reencontrarme con mi esposa
en donde quiera que esté, por cierto, nunca había visto un fantasma que
brillara, solo había escuchado historias, pensé que ya no existían, tienes
suerte. Adiós entonces. -dice Marcos antes de darse la vuelta y atravesar-

No tuve tiempo de preguntar a qué se refería. Me quedo contemplando su salida


de este mundo, para siempre. Aunque hoy fue demasiado fácil convencerlo de
atravesar debido a que en el fondo era buena persona, mañana otro podría ser un
dolor de cabeza, pero me siento bien por haber ayudado a alguien, sin embargo,
sé que su asesino está cerca, muy cerca, nunca me equivoco con un
presentimiento, y esta vez tengo la certeza de que así es.

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Capítulo 8

Mónica y su madre han ido a casa de una tía, estarán allí unos días. Damián no
da señales de vida. Camino por la casa sin ser muy consciente de a dónde me
llevan mis pies, cuando mi mente baja de su nube me doy cuenta que estoy frente
al estudio, que raro, no recuerdo haber venido hacia aquí, pero más raro aún es
que la puerta se abre sola, como invitándome a entrar, cosa que hago, más por
curiosidad que por valentía.

Una vez dentro un libro cae de la misma estantería, pero esta vez dejando ver un
interruptor, ¡Lo sabía! Es una puerta, no puedo traspasarla, así que me concentro
e intento tocar el interruptor, lo logro al tercer intento. La estantería se desplaza
hacia un lado, dejando a la vista unas extensas escaleras que llevan a lo que
parece una especie de sótano. Alguien me toma de la mano.

 Ya me debes conocer, soy la abuela de Mónica y Damián, me llamo Sara.


Nadie conoce de la existencia de esta puerta, solo tú y yo, ni siquiera
Damián, pero a él no se lo vas a contar, se va a enterar por sí solo. No
tengas miedo. –dice con dulzura-
 ¿Eras tú lo que me impidió entrar aquel día?
 Sí, siento asustarte de ese modo, es un viejo truco para que nadie viole mi
privacidad, y no me refiero a los vivos, aquí hay cosas con demasiado valor.
 ¿Voy a encontrar mis respuestas? –pregunto-
 Eso depende del esfuerzo que pongas en encontrar lo que quieres. Por
cierto, con respecto a mi nieto, ten paciencia, es un testarudo, pero de bajo
de toda esa arrogancia hay un corazón noble, dile que aunque no me vea

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siempre estoy con él. –dicho esto desaparece, dejándome con miles de
preguntas-

No sé cómo voy a encontrar lo que busco sino sé qué estoy buscando. Examino
todo el lugar con la vista, me cuesta mucho trabajo poder tocar las cosas, pero
poco a poco aprendo a controlar la habilidad. Hay libros de hechizos muy
antiguos, objetos que utilizan los médiums para conectarse con el más allá, y
otras cosas que no me interesan. Un grito de enfado me sobresalta.

 ¿Qué haces ahí? –ruge Damián-


 No me grites, ¿qué demonios te pasa conmigo? Llevas días evitándome y
ahora vienes a gritarme –repliqué con brusquedad- fue Sara quien me
abrió las puertas.
 ¿Mi abuela? –frunce el ceño- ¿Me estás diciendo que a mí no me había
dicho nada nunca sobre esta puerta y a una extraña va y se lo cuenta? –la
vena de su cuello se tensa cuando grita-

No me da tiempo de explicarle porque sale a grandes zancadas del estudio y al


salir escucho como cierra la puerta con un fuerte golpe. Me quedo pensando
unos minutos intentando asimilar lo sucedido, no puedo creer que haya tenido
ese arrebato de repente, comienzo a sospechar que es bipolar, ¿Por qué se habrá
puesto así? Lleva días demasiado extraño, esto no es de ahora.

Molesta de buscar y buscar y buscar… sin encontrar nada me dejo caer en el


suelo, y observo una bella pintura de ángeles que hay en frente de mí, me acerco
para admirarla y me doy cuenta que oculta un hueco algo grande en la pared,
intento tocarla y lo logro, no sé por qué en la noche me cuesta menos trabajo
tocar las cosas. En el hueco hay un libro inmenso y muy viejo, tanto que parece
que al menor roce puede desintegrarse, tiene la portada roja con un extraño

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símbolo en el centro que en mi vida he visto, lo tomo y lo pongo con cuidado en el
suelo. Me siento a un lado y comienzo a leer.

El libro habla de espíritus y otras cosas paranormales, parece interesante. Leo un


laaaargo rato, hasta que me aburro y decido salir y continuar leyendo en otro
momento, por suerte pude dar respuesta a algunas de mis interrogantes.

Opto por buscar a Damián, hay ciertas cosas que debemos aclarar. Lo encuentro
en su habitación escuchando música a través de los auriculares, está recostado en
su cama, con un pantalón de dormir celeste y el torso desnudo. Tengo que cerrar
los ojos y tragar saliva para concentrarme en lo que voy a decir y no en su
fantástico cuerpo. Él me ve, se quita los audífonos y se sienta en la cama.

 ¡Al fin te dignas a salir! ¡Pensé que te quedarías para siempre! Como te
grité y eso, creí que era un berrinche encerrarte ahí. -dice sin levantar la
vista de su iPhone, como si hablara con la pared-
 Tú eres idiota, me importa poco si gritas o si te enojas con el mundo, no me
encerré por ti, de hecho, ni siquiera fue tanto tiempo, aun es de noche. -
digo cortante mientras enarco una ceja y me cruzo de brazos, este tonto me
pone a la defensiva siempre que hablamos, o mejor dicho, discutimos-
 Llevas tres días encerrada. -dice con el ceño fruncido- es domingo y son las
11:30PM, casi cuatro días.
 Juraría que solo he estado allí unas cuantas horas. -mi voz suena más
calmada-
 Es obvio, no sientes hambre, ni frío ni... -dice, pero al ver mi expresión de
irritación cambia el tema- ¿Averiguaste algo? -esta vez me presta más
atención-

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 Ahora entiendo por qué Sara decía que mi destino estaba torcido, el día del
accidente debió morir otra persona, el auto me atropelló en su lugar, yo no
tenía que estar ahí, y por eso estoy viva. -explicar no se me da bien, pero
intento hacerlo lo mejor posible para que me entienda-
 Es decir, que si esa persona muere se cumpliría su destino y tú despertarías.
-me alegra que ate cabos, ni yo lo habría resumido mejor-
 Pero no sé quién es esa persona, pudo haber sido cualquiera, había
demasiada gente ese día, y luego que la encuentre ¿Cómo hacer que
muera? ¿La mato? -reflexiono- Además solo tengo 63 días para todo eso.
 Un momento, ¿63 días? ¿Solo eso? ¿Por qué? -pregunta sobresaltado-
 Desde el momento en que los destinos se cruzan tengo 100 días para lograr
que quien debe morir muera, para que quien debe vivir viva. He perdido
demasiado tiempo.
 ¿Qué pasa si no logras que esa persona muera?
 Yo moriría en su lugar, no hay espacio para los dos en el mundo de los
vivos. -lo escucho tragar saliva con fuerza- ¿Qué pasa? -pregunto-
 Nada, en 63 días pase lo que pase al fin voy a poder descansar de ti. -su voz
suena indiferente y despreocupada, pero su cara es la evidencia de que
miente-
 Necesito hacerte una pregunta. ¿Me ves brillar? -me siento ridícula, y al
verlo reír con ganas, aún más-
 ¿Brillar? Estás loca. -se ríe como si lo que acaba de escuchar el un total
estupidez-
 El tipo sin brazos del que te hablé, me dijo que brillaba, que hasta que me
vio, pensaba que solo eran historias. Tu abuela también me dijo algo
parecido, pero no sé qué significa. -técnicamente no es una mentira, se lo
dijo a Mónica en un mensaje que era para mí-

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Sus facciones se tensan, señal de furia, siempre que hablo de su abuela se pone
así, el momento augura una nueva discusión si sigo hablando de ella, mejor me
voy a seguir leyendo, a ver qué más puedo investigar.

Vuelvo a encerrarme en el estudio, llevo un reloj conmigo para no volver a pasar


otros tres días, si hay algo que no puedo perder es tiempo.

Por fin encuentro la razón por la que unas veces puedo tocar las cosas y otras no.
Se debe a que entre la persona viva por error y yo hay una especie de conexión,
mientras ella o él duerme (su alma está en un período de trance y es vulnerable
ya que su cuerpo técnicamente no funciona, es lo más parecido a la muerte) yo
puedo tomar parte del control, es decir, hacer cosas como tocar, sentir los olores,
pero ni me canso ni siento cosas como hambre o sueño. Pero… siempre hay un
pero…no puedo tocar a las personas, es decir, sí puedo, aunque no debería
hacerlo muy seguido…ya que mi ciclo vital es utilizado por alguien que debería
estar muerto, por lo que cada vez que toco a una persona viva esta pierde 100
horas de su existencia, excepto cuando está dormido. No es justo ¡La vida es
injusta! ¡Por lo visto la muerte también!

Ya llevo tres horas aquí, son casi las tres de la madrugada, ya no quiero leer más
este libro, cada vez que lo hago encuentro las respuestas que menos deseo
encontrar. Damián ya debe estar durmiendo, pero para mi sorpresa me lo
encuentro en la cocina bebiendo un té para poder conciliar el sueño.

 Por lo visto tú tampoco puedes dormir -comenta mientras agita la


cucharita en el té-
 Bueno…se puede ver de ese modo… -balbuceo-
 Si el sofá es muy incómodo puedes venir a mi cama, es bastante grande. -
me ofrece-

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¿Aún no sabe que no duermo? Y encima me invita a dormir con él –qué tierno-
No pienso sacarlo de su error, al menos hasta que me convenga.

 ¿Debería agradecer que no puedas tocarme? -bromeo y él sonríe-


 Y lo dice la que espía a los chicos mientras se duchan. Tú eres el fantasma
pervertido.

No respondo, solo sonrío y bajo la mirada, qué vergüenza ¿Por qué me saca
trapitos sucios ahora?

 ¿Eso es todo? ¿No me vas a decir imbécil, ni te vas a enojar porque te dije
fantasma? Me estoy preocupando. -abre mucho los ojos y frunce el ceño,
fingiendo espanto-
 No, pero ahora veo que te gusta verme enfadada. -enarco una ceja
fingiendo incomodidad-

Se termina su té y me hace un gesto para que suba con él a su habitación, en las


escaleras él tropieza y está a punto de caer, pero le sostengo la mano para
evitarlo, él recupera su postura y me mira como si acabara de ver un elefante rosa
haciendo malabares sobre una bici.

 Tranquilo, a veces puedo tocar las cosas, pero no siempre. -digo para
calmarlo-
 Lo sé, te he visto…no es eso, son tus manos… -toma mis manos entre las
suyas- están muy frías.

Las suyas, por el contrario, son cálidas y grandes, tanto que las mías caben dentro
a la perfección, se va acercando poco a poco a mí y creo que va a besarme, pero
no lo hace, ¡qué decepción! Se acerca a mi oído y susurra: ahora que puedes tocar
¿Debería replantearme lo de dormir en la misma cama

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Capítulo 9

De repente recuerdo que acabo de quitar 100 horas a su vida y saco mis manos
del dulce cobijo de las suyas con un fuerte tirón.

 ¿Qué pasa? Tu expresión cambió de pronto. -pregunta Damián un poco


descolocado-
 No me vuelvas a tocar, no es bueno. -digo y a continuación le explico la
razón-
 Tranquila, si me hubieras dejado caer, no habría perdido ese tiempo, sino
los dientes y algunos huesos, así que supongo que gracias.

Nos acostamos en su cama, es lo suficientemente grande para que podamos pasar


la noche sin rozarnos siquiera, además es mucho más cómoda que el sofá.
Damián se ha quedado dormido, esa costumbre suya de dormir con el torso
desnudo y conmigo en la misma cama va a terminar mal. Las noches
normalmente son aburridas, pero esta en particular es la mejor de todas, me
podría pasar horas mirando su magnífico físico ¡Dios! ¡Está buenísimo! Me
muero de ganas de tocarlo, si lo hago mientras duerme no va a pasar nada -
pienso-. Oh! Maldita tentación!

Estiro mi mano lentamente para no despertarlo y acaricio sus pectorales, su piel


se siente cálida y suave bajo mi toque, mi dedo continúa a sus bíceps, me detengo
en el tatuaje que tiene en su antebrazo izquierdo, son dos estrellas (una grande y
otra más pequeña) y recorro su contorno, inconsciente de mis movimientos viajo
a su definido e impresionante abdomen, y subo hasta su cuello, donde sigo el
trazo de la vena que ahí sobresale, lo siento tragar y me doy cuenta de que está

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despierto, intento retirar la mano de su cuerpo, pero él la agarra en el aire. ¡Me
ha cogido con las manos en la masa! Literalmente, ¡MIERDA! ¡DE NUEVO!

 ¿Tanto me odias que quieres que viva cuatro días menos? -dice
bromeando, pero sin soltarme-
 P-Pensé que estabas dormido. -tartamudeo intentando inútilmente liberar
mi mano-

Él me agarra de la muñeca con más fuerza y sin decir nada de un solo


movimiento se coloca sobre mí, inmovilizando mi pequeño cuerpo con el suyo,
acerca su boca a la mía. Siento su aliento en mi rostro.

 ¿Cuántas horas crees que perdería si te besara en este momento? –susurra


muy cerca de mis labios-

Mi corazón late tan rápido que juraría que estoy a punto de ser el primer
fantasma al que le dé un infarto. Me muero por que me bese, he esperado eso
desde la primera vez que lo vi. Pero me hago la dura, las cosas difíciles son más
tentadoras.

 Probablemente las pierdas todas porque pienso matarte…si…

No pude concluir la frase, porque pega su boca a la mía, si muriera ahora moriría
eufórica, sus labios se mueven al compás de los míos. ¡Qué bien besa, joder!
Muerde mi labio inferior con una sensualidad enloquecedora, y sigue besándome
como solo él puede hacerlo, luego introduce su lengua en mi boca comenzando
una batalla de lenguas –es el punto medio de la frase ¨hágase el amor no la
guerra¨- Al mismo tiempo que sus manos descienden por mis caderas va
depositando besos en mi cuello, siguiendo una línea hasta el lóbulo de mi oreja,
mi cuerpo entero tiembla, ojalá pudiera estar así para siempre, sentir su piel sobre

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la mía es una sensación mágica e indescriptible. Entierra su mano en el interior
de mi blusa y acaricia suavemente la piel de mi vientre levantándola poco a poco,
dejando a su paso dulces escalofríos que recorren mi cuerpo. No quiero que esto
acabe, pero… ¡No! ¡No puedo permitir que esto siga! Lo empujo a un lado,
inútilmente, él es mucho más fuerte y solo retrocede un poco, intenta besarme de
nuevo y me toma por la cadera y tira de mí, pero ya no puede tocarme cuando se
acerca. Me siento aliviada de que ya no puede tocar, porque no sé si hubiera
podido detenerme una segunda vez.

 ¿A qué juegas? ¿No te das cuenta de que te estás metiendo con alguien sin
vida y que cada vez que la tocas succiona 100 horas de la tuya? ¿Qué te
pasa? -grito cuando recupero el aliento-
 Y qué puedo hacer cuando me tocas de esa forma, soy un hombre, no un
pedazo de piedra. Casi me vuelvo loco intentando resistirme. -sus palabras
me llenan de ganas de saltarle encima y comérmelo, pero desaparezco,
para volver a aparecer en el jardín e intentar calmarme-

Damián baja corriendo las escaleras y siento sus pasos que se vienen acercando a
mí. Intento no hacerme ilusiones, no sé si despierte algún día, y aunque lo haga él
nunca va a sentir por mí algo más que una atracción sexual. –respira Adriana,
respira y olvida lo que pasó- me aconseja mi subconsciente que aparece cuando
quiere, ¿Por qué no me aconsejó que me alejara antes de besarlo? –aunque
tampoco estoy muy segura de si lo habría escuchado-

 Ahora me debes 100 horas. -me dedica una media sonrisa de lo más
seductora-
 200, en realidad –rectifico mostrando indiferencia-
 Las primeras son nulas, lo hiciste para reducir un daño que iba a ser peor.

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 ¿Cuándo quieres que te pague mi deuda?
 Cuando despiertes. –sonrió de medio lado y bajó la mirada, casi pude
imaginar lo que estaba pensando-

Él regresó a su cama para descansar, y yo preferí quedarme en el jardín, por


precaución, si me vuelvo a acercar a él, va a terminar con un millón de horas
menos. Está tan bueno que invita a lo mal hecho.

Damián despierta temprano, aunque por las grandes ojeras que se observan
debajo de sus ojos sé que no durmió nada.

 ¿Piensas quedarte sentada los días que te quedan sin buscar ni hacer nada
para regresar? Si lo hicieras rápido y regresaras antes sería mejor ¿No
crees? -wau, alguien despertó de mal humor, es muuuuy voluble-
 Claro que estoy buscando, no me he cruzado de brazos, hace un rato estaba
en el estudio intentando hallar alguna pista que me ayude a comprender
por qué otros espíritus me ven brillar y dónde comenzar a buscar a quien
sea que robó mi vida.
 Pero no puedes hacerlo sola. ¿verdad? -dice con su habitual tono engreído
y cruzándose de brazos- recordé que mi abuela tenía una amiga, Marta,
también es espiritista, eran muy íntimas, tal vez ella pueda ayudarte. -
prosiguió-
 ¿Qué haría yo sin ti? -pronuncié las silabas muy lentamente, como si
hablara con un niño pequeño con sordera-
 ¡Sarcástica! -gruñe-
 ¡Idiota!
 ¡Tonta!
 ¡Imbécil

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Capítulo 10

La tal Marta vive casi al otro lado de la ciudad, cuando llegamos a su casa ella
recibe a Damián como si hubiese sabido ya que vendría, me doy cuenta de que es
ciega, pero se mueve como si pudiera ver, cuando ella va a la cocina a preparar
té, él me susurra al oído que Marta no ve con los ojos, pero es capaz de sentir la
energía de aquello que la rodea. Regresa con dos tazas de té, coloca una delante
de Damián y otra para mí.

 No sé por qué se molesta, si no puedo beberlo. -replico mirando mi taza


confundida-
 Oh, querida. Lo siento, tu energía fluye como si estuvieras viva.
 Lo estoy. ¿Puede escucharme? -le pregunto a Damián atónita-
 Espero que no te moleste -musita él con una sonrisa-
 Sobreviviré -mascullo-
 ¿Son novios? -pregunta Marta de repente- Siento una energía extraña
entre ustedes, una energía muy fuerte que los une.
 Ni siquiera somos amigos. -aclaro algo incómoda-
 Entiendo. -dice la médium dando por concluido el tema- ¿Y bien? ¿Qué
necesitáis de mí?

Damián le explica mi situación y le cuenta todo lo que he descubierto, aunque


ella no parece prestarle mucha atención, parece muy concentrada en lo que
percibe.

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 Tú brillas -dice señalando en mi dirección con un dedo- y tú estás inmerso
en la oscuridad -esta vez se refiere a él- Sois la luz y la oscuridad, uno para
el otro.
 ¿Eso qué significa? -preguntamos al unísono-
 Cada persona en el universo tiene su alma gemela, una es la luz y la otra es
la oscuridad, son muy diferentes (no sé por qué las llaman gemelas), se
hacen daño mutuamente, pero si se unen ya nada puede separarlos, actúan
como imanes, por mucho que intenten separarse el destino las va a volver a
juntar. Tienen una extraña conexión, como si fueran superpoderes, pero no
funciona hasta que están juntos, es decir, hasta que el amor sea
verdaderamente grande. Pero casi nadie la encuentra, es casi imposible, ya
que pueden surgir en lugares opuestos del mundo o incluso en épocas
diferentes. La luz brilla cuando la oscuridad está cerca, brillas porque eres
la luz. -me dice- Pero no siempre es bueno, otras almas verdaderamente
oscuras querrán aprovecharse de la luz que irradias.
 La conexión aparece solo cuando nace el amor entre ellos, ¿No antes? –
 Exacto, alguna vez escuché de un caso en el que cuando algo malo le
pasaba a uno, el otro podía sentirlo. -explica-
 ¿Por qué mi alma es oscura? Nunca le hecho daño a nadie. -interviene
Damián-
 Nunca dije que tuvieras un alma oscura, sino que estabas inmerso en la
oscuridad. Significa que vives con inseguridades, que cierras tu corazón
por miedo a que te lo rompan, que te niegas a querer a la gente por miedo
a que te abandonen, vives lleno de dolor y encerrado en tu propio mundo.
 Esto es ridículo, nunca debí haber venido. Nos vamos. -dice dirigiéndose a
la puerta-

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 Sabes que en el fondo lo que digo es cierto, cuanto antes lo aceptes será
mejor para ti. -le dice Marta con voz suave y luego se dirige a mí- ¿Creí
que querías saber quién vive en tu lugar?
 ¿Usted lo sabe? -mi voz suena más desesperada de lo que hubiese querido-
 Lamentablemente es algo que debes descubrir tú sola, pero puedo darte
una pista: Es alguien que estaba muy cerca de ti, y lo seguirá estando
después

No hablamos durante el camino de regreso, Damián va enfrascado en sus


pensamientos y yo en los míos. Por un lado, es imposible que él sea mi destino, es
completamente inaceptable, si ni siquiera me quiere. No soy nada para él, me
ayuda para deshacerse de mi cuanto antes, lo ha dicho él mismo. Por otro lado,
está lo del accidente, es alguien que estaba muy cerca de mí, es mi hermana, René,
José, o Dany. Uno de ellos debe morir en 62 días o la que muere soy yo. No sé qué
hacer, no quiero morirme y menos ahora. Llegamos a la casa y él va hacia su
habitación, pero se gira y me pregunta:

 ¿Quién estaba contigo ese día?


 Alicia, Dany, José y René. Ellos estaban conmigo en ese momento y lo
seguirán estando. Estoy en el mismo punto sin saber qué hacer. Uno de
ellos tiene que morir para que yo viva. -sollozo abatida-
 No, no estás en el mismo punto, sí sabes qué hacer, pero no quieres hacerlo.
Quien sea que fuera tenía que haber muerto desde un principio.
 ¿Cómo puedes decirme eso? Son mis amigos. -replico sin dar crédito a lo
que acabo de escuchar-
 Es lo que pasa cuando decides querer a las personas. ¿Acaso ellos harían lo
mismo por ti? -grita-

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 Querer a alguien no es algo que decidas hacer, como si se tratara de decidir
qué quieres cenar hoy, la gente se gana el cariño de los demás por como
son y por lo que valen como persona, y llegas a quererlos y a veces a
amarlos, sin poder evitarlo, incluso aunque esa persona no se lo merezca,
porque eso es cosa del corazón y no de la cabeza. Y no sé si ellos serían
capaces de hacer lo mismo por mí, yo no hago las cosas para recibir algo a
cambio. Debería importarte más lo que tú haces que lo que podrían
hacerte.

Cierro los ojos para concentrarme en qué lugar quiero aparecer cuando
desaparezca, pero él vuelve a gritar:

 Adelante, desaparece como siempre, siempre huyes.


 ¿Qué? -abro los ojos y brotan lágrimas que intentaba contener- ¿Yo
siempre huyo? Eres tú quien se enoja cuando alguien le dice sus verdades.
¿o me vas a decir por qué te molesta tanto que yo pueda ver a tu abuela y
tú no? -me arrepiento al instante de haber dicho eso- ¿Por qué no me
dices? Tal vez…
 ¿Tal vez qué? -me interrumpe- por favor no empieces a sacar tus estúpidas
conclusiones antes de tiempo, ya bastante complicada que es mi vida como
para hacerme cargo de los problemas de una fantasma caprichosa. -se pasa
la mano por el pelo frenéticamente-

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Capítulo 11

 Iba a decir que tal vez podría ayudarte si hablabas conmigo -enfatizo en las
palabras tal vez- pero tranquilo, no veo como pueda ayudarte un fantasma.

Me desvanezco en el aire y aparezco de nuevo en la cocina.

Puedo entender que se sienta presionado, pero eso no le da derecho a tratar de


esa forma a la gente. Si pudiera volver el tiempo atrás me lo hubiera pensado dos
veces antes de venir con él. No estoy aquí porque quiero ni nada parecido, estoy
aquí porque desgraciadamente lo necesito, si hubiera otra persona que pudiera
verme y que no viviera aquí probablemente me iría con ella, pero no es así, de
modo que he tenido que guardarme mi orgullo para más tarde y continuar
soportando sus múltiples e impredecibles estados de ánimo. ¡¡¡Oh, Dios!!! A veces
de verdad lo odio. ¿Cómo alguien puede ser tan tierno a las doce, y a las doce y
cinco ser un perfecto idiota? Pienso que tal vez debería replantearme salir de esta
casa.

Cuando me giro lo veo apoyado en el marco de la puertecilla de la cocina, su


rostro no me dice nada, no sé si está más calmado o si viene a soltar otra bordería.

 Por favor, Adriana, perdóname, escuché todo lo que dijiste y… -comienza a


decir-

No me había dado cuenta de que pensaba en voz alta, qué vergüenza, y encima él
lo escuchó todo. Nunca me ha llamado Adriana ¿De qué va?

 No creí que pensaras así…yo… -continúa-

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 La verdad es que no creías que pensara, si somos sinceros, para ti soy una
tonta sin cerebro. -lo corto antes de que acabara la frase-
 Claro que no, por favor, escúchame, es la primera vez que le pido perdón a
alguien y no me lo estás poniendo nada fácil.
 No necesitas pedirme perdón, al contrario, soy yo la que debe pedirte una
disculpa por entrometerme en tu vida tan complicada. Pero descuida que
ya me voy… -grito irritada-

Doy una vuelta con la intención de desaparecer de nuevo, pero él corre hacia la
meseta donde estoy.

 ¡Espera! -grita- Por favor, perdóname, por favor no te vayas, por favor. -
ruega con cierta desesperación, sus ojos brillan como nunca los había visto
brillar-
 Nunca te había visto así, Damián, se supone que no te causo más que
problemas ¿Por qué quieres que me quede? ¿Por qué te comportas como
un imbécil conmigo?
 Porque eres del tipo de persona al que es muy fácil quererla. -admite-
 No te entiendo
 No tienes que entenderlo, no me dejes solo, sé que te oculto muchas cosas,
pero no te vayas.

Puedo ver como los músculos se tensan debajo de su camisa, y tiene los ojos muy
rojos, pero no llora. La vena de su cuello amenaza con reventar si vuelve a gritar.
Pretende que me quede a su lado, pero siento que no sé quién es, todo en él es
misterio. Me mira fijamente con la respiración entrecortada, esperando que diga
algo.

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 Me voy a casa, a mi casa. -puedo ver la decepción en sus ojos azules, está
destruido- Más te vale estar tranquilo mañana cuando regrese para que
podamos hablar con más calma, aún tenemos un asunto pendiente.
-continúo y su expresión cambia por una más relajada-
 ¿Me prometes que vas a regresar? -su pregunta parece la súplica de un
niño-
 Si tú me prometes estar ahí cuando lo haga -le dedico una sonrisa sincera-
 Te lo prometo.

Sé que no se refería a que regresara mañana a su casa, sino a que regresara a la


vida, a que despertara.

Decido ir a visitar a cada uno de mis amigos, deseché la idea de ir a mi casa, no


me apetece ir ahí por ahora, hay demasiadas cosas que me entristece recordar
ahora. Comienzo con René, está sentado en su cama mirando la tele con un
enorme cuenco de rositas de maíz delante mientras habla con José por teléfono,
su semblante se pone serio de repente:

 ¿La van a desconectar? ¡No! ¡No pueden hacer eso! … Sí, yo le aviso, no te
preocupes, vamos a encontrar el modo de impedirlo…sí, claro…cuenta
conmigo… ¿Qué opina Alicia? ... ¿Qué? ¿Cómo que no sabe nada? Hay que
avisarle…aún puede despertar, he visto casos de personas que despiertan
después de varios años…está bien…hasta mañana entonces, nos vemos en
el hospital a las 6.

Mientras René hablaba me di cuenta que podía tocar las cosas de nuevo, es decir,
que si él y José están despiertos entonces la persona que busco está entre Alicia y
Dany. Voy a buscarlas para ver cuál de las dos duerme y salir de dudas de una
vez, las encuentro a ambas en el hospital y duermen profundamente, un teléfono

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suena y despierta Alicia, Dany ni se inmuta, intento tocar el ramo de flores que
está a mi lado y no lo logro. Es ella…es Alicia, mi hermanita pequeña.

Se acerca la hora acordada y se reúnen los cuatro en la habitación de hospital,


con mis padres y el doctor. Deciden esperar dos meses más, justo el tiempo que
me queda para regresar si es que lo logro.

 Chicos, lo siento, pero si para febrero aun no despierta tendremos que


rendirnos con ella. -dice el doctor-

Mi hermana llora con desconsuelo y José la acuna con sus brazos y le deposita un
suave beso en los labios, a pesar de la tristeza que siento, esta es una buena
noticia. José es un chico dulce y cariñoso, me alegra mucho que sea él el novio de
Alicia. Me quedo allí hasta la tarde, no me gusta pensar que no están yendo a la
escuela por mi culpa, pero a la vez me llena de felicidad tener tanta gente que me
quiere a su lado. Ahora si puedo responder la pregunta que me hizo Damián,
ellos sí harían lo mismo por mí.

Cuando soy consciente de la hora recuerdo que Damián ya debe haber llegado de
la escuela hace buen rato, y voy hacia su casa.

Llego y me lo encuentro dando vueltas de un lado a otro, me ve y le cambia la


cara.

 Pensé que te habías arrepentido, pensé que no ibas a volver.

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Capítulo 12

 Me he arrepentido, no tengo que buscar más a la persona que debió haber


muerto ese día, ya no quiero regresar. Es Alicia, no voy a hacerlo. -explico-
 ¿Estás segura? -pregunta con frialdad-
 Sí
 Entonces supongo que no tienes nada más que hacer aquí. ¿Te irás? -baja
la mirada-
 No lo sé. ¿Quieres que me vaya?
 No lo sé

Se va sin decir una palabra más. Aprovechando que es de noche y que puedo
tocar pienso en ir a nadar a la piscina que está en la parte trasera de la casa,
mañana es posible que Damián me eche de aquí, con él nunca se sabe, y menos
ahora que me he rendido, ya no tiene que ayudarme ni ningún otro compromiso
conmigo.

Me lanzo al agua, para mi sorpresa puedo nadar y mojarme, hace poco descubrí
que podía hacerlo, pero no lo había intentado, también me enteré que los
fantasmas pueden tener sexo, creí que era mentira hasta que Paul (un chico ya
muerto que conocí en el hospital) me contó que se habían dado casos de
violaciones a mujeres vivas, no es que me importe tener sexo (tampoco tengo con
quien), pero jamás hubiera creído que las relaciones íntimas entre los muertos y
los vivos eran posible, además los muertos aprenden a desarrollar la habilidad de
tocar como si se tratara de cantar o bailar, yo sin embargo debo esperar a que
Alicia duerma, por un momento desearía que quien tomó mi vida fuera Dany, ella
se pasa el día durmiendo, y la noche también. Eso haría todo mucho más

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divertido, ya no estoy triste, ni le temo a la muerte, solo voy a divertirme mis
últimos días.

Nado de un lugar a otro, amo nadar, hace mucho tiempo que no lo hacía, estoy
sola y es un poco aburrido así que tomo una piedrecita y la lanzo al fondo de la
piscina, buceo hasta recogerla y repito la acción una y otra vez, recuerdo cuando
mi hermana y yo lo hacíamos de pequeñas, entonces era mucho más entretenido,
lanzábamos varias monedas y la que más recogiera se quedaba con ellas. Una vez
ella las recogió todas hasta contar con la suma suficiente para comprar un dulce,
mientras yo me empeñé en recoger una de cinco céntimos que había en la parte
más profunda y luego de tanto trabajo me quedé sin dulce y sin la moneda, pues
después que logré alcanzarla la lancé por una alcantarilla. Mi mamá decía que
eso demostraba mi perseverancia y de mi hermana también decía mucho, que era
terriblemente glotona. Recordar esas cosas me causa un ataque de risa y me
hundo, no puedo reír mientras nado, siempre me hundo.

 ¿Tanto te emociona nadar? -pregunta una voz detrás de mí, Damián


¿Quién si no? -
 La verdad es que sí, bastante, sobre todo por las noches. Es como si volaras
bajo las estrellas.
 Sabes, estuve pensando…que sería bueno que te quedaras.
 ¿Y eso? ¿Ya aceptaste todo ese rollo de las almas gemelas y no te quieres
separar de mí? -bromeo, aunque me encantaría que me dijera algo
parecido-
 Se acercan los exámenes, te necesito, por lo menos en el de Química. -dice
con indiferencia-
 Ahhh! Exámenes, claro. ¿Cuándo comienzan? -pregunto con una nota de
desilusión en la voz-

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 Este lunes con Matemáticas. Si quieres podemos estudiar juntos.
 Estás loco, estudiar ocupa un lugar en mi lista de tres cosas que más odio.
después de la hipocresía, y que me despierten. -replico-
 Vamos, necesito tu ayuda, al menos diste las primeras clases. ¿No? -me
pone carita de cachorro y no me puedo resistir- Genial, comenzamos
mañana después de que lleguen mi madre y Mona.
 Por cierto, nunca he visto a tu padrastro. -observo-
 Está en un viaje de negocios fuera del país. -por su expresión supe que era
mejor no tocar ese tema-
 Para mañana cuando regreses de la escuela ya habrán llegado. -pienso-
 Sí, para cuando regresemos de la escuela. -me rectifica acentuando en la
palabra “regresemos”-
 No pienso ir a la escuela, estoy de vacaciones. -objeto-
 No estás de vacaciones, te estás comportando como una enferma
desahuciada.
 Claro que no.
 ¿Y entonces a que viene todo eso de divertirte y pasarla bien los últimos
días?
 ¿Por qué no podemos hablar sin acabar discutiendo? Además, es mi
decisión, ¿A ti que más te da? Ni que te importara.
 Es de mala educación responder con otra pregunta.
 Pues perdona mi falta de educación, educado caballero. -digo con
sarcasmo-
 ¿Qué pasaría si no quisiera dejarte ir? Tal vez sí que me importas -no logro
descifrar su rostro-
 No lo dices en serio. ¿o sí?

59
Se queda callado unos minutos y luego suelta:

 Claro que no, solo me parece injusto. Has lo que quieras con tu vida.

Se va, y yo me quedo en la piscina un rato más, luego voy a la sala, me acomodo


en el gran sofá L que tanto me gusta y me pongo a ver El Titanic, sé que quedan
unas pocas horas para que amanezca y yo deje de tocar, así que mejor pongo la
peli para no aburrirme después.

Cuando el sol ocupa su lugar en el cielo, Damián baja a la sala, lleva puesto su
uniforme, le queda tremendamente sexy. Yo estoy destrozada en llanto, él me
mira preocupado y luego se echa a reír cuando ve la razón de mis lágrimas,
Leonardo Di Caprio acaba de morir. Apaga el televisor y me hace un gesto para
que nos vayamos.

 ¿Para qué quieres que te acompañe a la escuela? -digo-


 Porque quiero que asistas a las clases, no te puedes retrasar en los
contenidos.
 ¿En qué me afecta que me retrase en la escuela?
 Cuando despiertes vas a estar más perdida que pingüino en el desierto.
 Damián ya te dije que…
 Sé lo que me dijiste, pero voy a seguir insistiendo, entiendo que me odies
por mi persistencia, pero soy así.
 Tranquilo, no te odio por tu persistencia, también por otras cosillas más. -
bromeo-

60
Capítulo 13

En la escuela una chica muy coqueta lo saluda con mucho descaro, y él lejos de
ignorarla como hace siempre le devuelve el saludo con el mismo coqueteo. Es una
lástima que no pueda tocar porque la dejaría calva en este instante. ¡Arghhhh!

De nuevo en la escuela, ¿Qué mal habré hecho para merecer esto? Qué aburrido,
Damián está sentado a mi lado en la mesa, no sé cómo puede dormir en clases y
que el profesor no le diga nada, a mí me habrían condenado al infierno, pero
como dicen: el que puede…puede, y yo por lo visto no puedo.

La zorra esa está sentada dos mesas más adelante, como siga mirando de ese
modo a Damián le saco los ojos, ya va a ver, mejor que no se meta en territorio
que no puede ver, literalmente.

Por fin la hora de receso ¡Al fin! Damián me obligó a permanecer allí en el salón
el turno Historia completo, total, para dormirse, pero esta sí que se la cobro, otro
que se mete en territorio equivocado. Salimos juntos del aula y esa perra
asquerosa acosadora se acerca a él de nuevo.

 Dami, necesito un súper favor y solo tú me puedes ayudar, eres muy bueno
en Inglés y yo soy pésima ¿Crees que podamos estudiar juntos? -miente esa
estúpida mientras parece que hace una danza erótica en el lugar-
 Damián creo que le está dando un ataque de epilepsia a esta chica ¿Por qué
no deja de moverse? -me burlo de ella, él intenta contener la risa-
 Obvio, en mi casa el miércoles a las 5. Luego te paso la dirección.

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Dice él, le guiña un ojo y se va, ¿Por qué le coquetea? ¿Qué le pasa? No pienso
seguirlo, lo último que me falta es andar con sus estúpidos e inaguantables
amigotes. En fin, me voy a ver a mis amigas, Alma está más que feliz porque su
novio le compró un Oso de peluche, y le tiene preparada una sorpresa para este
fin de semana, pues cumplen dos meses juntos, la pobre está monotemática con el
asunto. Carla la escucha y a cada rato le hace un gesto como: Sí, ajá, para hacerle
entender que la está escuchando, cosa que dudo, ella siempre se quejaba conmigo
del horrible pitillo que tiene la voz de mi amiga, a ambas las quiero mucho, me
hace muy feliz que se hayan juntado más desde que no estoy con ellas, ya que
antes del accidente yo siempre estaba en medio de sus discusiones y era agotador.
Carla por lo que veo no tiene novio, lo último que recuerdo es que tonteaba con
un tal Michael, pero por lo visto no funcionó.

Después de pasar el rato con ellas, el segundo receso lo paso con Melody, aunque
con ella sí me aburro un poquito, pues siempre me he divertido mucho con Alma
y Carla, ellas son más como yo, pero andar con Mel no está mal. Le gusta un
chico, pero no tiene el valor de decírselo, yo era la encargada de aconsejarla y
esas cosas -soy Cupida- . Me propongo juntarla con él, la verdad es que el
muchacho es muy lindo y se ve que babea por ella, pero si hay algo peor que dos
tímidos juntos, es dos tímidos separados.

La hora de la salida me hace sentir viva de nuevo, no me había sentido tan feliz
hace tiempo, extraño lo que siente esperar con ansias las vacaciones, que estés a
punto de hacer un examen y que se te olvide todo en ese momento, que estén a
punto de decirte tu nota y el profesor de más lata que nunca…

Justo lo que pensé, cuando llegamos a la casa ya estaban Mónica y su madre,


Damián las saludó fríamente, bueno, a su madre, porque a Mónica le dio un beso

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tan sonoro y un abrazo tan fuerte que pensé que le iba a romper los huesos.
Luego de una gran merienda que comió en un dos por tres me hizo señas para
subiera con él a su habitación, con gente en la casa es más difícil que podamos
hablar.

 Dam… ¿Puedo pedirte algo? -digo jugueteando con un mechón de pelo-


 ¿Y esa vocecita cariñosa?… ¿me llamaste Dam? -pregunta incrédulo-
 ¿Te molesta?
 No, recordé que mi abuela me llamaba Dam, se siente bien volverlo a
escuchar, pero me gusta pensar que cuando alguien me llama así es porque
me quiere. ¿Suena ridículo?
 No, para nada. Además, tal vez sí que te quiera, quién sabe. -digo
haciéndome la interesante (en modo broma)-
 Ja-ja, ir a la escuela te hizo daño, estás muy graciosilla. ¿Qué querías
pedirme?
 Verás, te vi hoy con Leo, ¿Lo conoces?
 Obvio, es mi mejor amigo, es un buen chico, ¿Por qué? Te advierto que no
le van las Pequeñas Fantasmas.
 Claro que no me interesa, y no soy ni fantasma ni peque… -no terminé de
decir la palabra- bueno, sí que soy pequeña. Pero ese no es el tema, Melody
está por los huesos de ese chico. Un momento, creí que eres un solitario y
eso…
 Sí, pero con Leo me identifico ¿Sabes? Él perdió a su mamá en un accidente,
y su padre no sale de la oficina, todo es trabajo para él, así que cuenta
conmigo, Leo necesita una buena chica que lo quiera de verdad.
 No es el único.
 ¿Disculpa? ¿Qué dijiste? -finge no haberme escuchado-

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 ¿Yo? No he hablado, lo juro.
 Tramposa.
 ¡Wau! Tú me dices tramposa cuando eres quien me obliga a atender las
clases mientras duermes para que luego te explique la lección. Me siento
como la chica nerd de la que el chico guapo se aprovecha para que le haga
los deberes. –hago pucheros-

Damián no puede responder porque tocan a la puerta.

Capítulo 14

 ¿Hablabas con alguien, hijo? -pregunta su madre-


 Estaba…al teléfono.
 ¿Quería saber si te puedes quedar con tu hermana? Tengo que ir a trabajar,
hubo una emergencia y…
 No necesitas explicarme nada, ya sé me de memoria todas tus
explicaciones. -la interrumpe- mi hermana va a estar muy bien conmigo.

Su madre se va sin despedirse siquiera de él, a Mónica le dice que se porte bien y
le da un beso antes de subir al auto. Damián se levanta de un salto de la cama y
grita:

 ¡Monaaaa!

La pequeña llega corriendo.

 Alguien se ha vuelto muy sucia ¿acaso no te piensas bañar hoy? –le dice
con cariño a su hermana-

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 ¿Puedo comer primero?
 De eso nada señorita. –dice y ella hace pucheros- pero cuando salgas
podrás comer lo que quieras. Y no corras, tienes que descansar, te operaron
hace menos de un mes. –le da un beso en la frente y ella se va al baño-
 Ooooooouh!!!!!! ¿Quieres ser mi hermano mayor? ¿Puedes bañarme si
quieres? –bromeo-
 Pervertida.
 Tonto.

Mientras Mona toma una ducha y Damián prepara la cena –qué lindo, prepara la
cena, quiero un marido así- yo voy al hospital un segundo, quiero ver al resto de
mis amigos, ver a Alma, Carla y Melody me hizo extrañarlos a ellos.

Allí todo está igual, excepto Dany que se cortó el pelo y se ha acercado mucho a
René en plan amoroso estos últimos días –yo sabía que algo se traían estos dos-,
mi hermana planea una cena este sábado para presentar a su novio, no pienso
faltar ese día, todavía no me creo que la pequeña Alicia tenga novio, debería
ahorrarme lo de pequeña, porque ella parece mayor que yo en todos los sentidos,
siempre ha sido la más madura. Soy como la Hermana Mayor-Menor.

Regreso a la casa, ya comieron y Mónica está jugando en su habitación, Damián


lava los platos. Voy al cuarto de Mona a saludarla, pero la encuentro dormida.

 No!!!! No lo hagas. –solloza dormida-


 Eh! Mona, despierta, es una pesadilla, Mona!!!

Mona despierta sudada y muy nerviosa.

 Calma, nena, no pasa nada, solo fue un sueño. –la tranquilizo-


 Sí, sí que pasa. No solo fue un sueño, no quiero soñar más.

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 ¿Me quieres contar qué te ocurre? –pregunto-
 La última persona a la que se lo conté terminó muerta, y sin brazos.
 ¿Hablas de Marcos? A mí me lo puedes decir, no creo poder irle con el
chisme a mucha gente ¿Verdad? Tampoco creo que me puedan cortar los
brazos, si te soy sincera. –ella suspira-
 No son sueños normales, son sueños de muertes de personas, y luego
cuando despierto… mueren. –explica- Marcos lo sabía, su mujer era
psicóloga y me ayudaban, pero un día soñé que… -dejó de hablar-
 Lo asesinaron. ¿Sabes quién fue?
 No, no sé nada, por favor no me preguntes más.
 Está bien, no te pregunto de ese tema, pero… ¿Desde cuándo te pasan estas
cosas?
 Desde siempre, supongo. La primera muerte con la que soñé fue la de papá,
yo no quería que se fuera, pero él me prometió que no le pasaría nada. –
rompe a llorar de nuevo-
 No es tu culpa, tú solo sabías que iba a pasar, pero no podías evitarlo.
 Mi abuela también decía eso, pero cuando ella murió comencé a
ver…fantasmas. Con algunos he soñado, como con mi amiga Lucía, le dije
que había soñado que ella moría, y ahora no me deja en paz, dice que es mi
culpa.
 No lo es, la próxima vez que esa chica te moleste mándala a tomar por el
culo.
 Es genial podérselo contar a alguien, no podría decírselo a mi hermano.
 ¿Y qué soñaste?
 Leo se va a suicidar, el amigo de mi hermano, tienes que impedirlo.
 Está bien, te lo prometo.

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Justo cuando me giro para marcharme veo detrás de mí una niña de la edad de
Mona, supongo que es Lucía, no me da buena espina, desprende un aura oscura a
su alrededor.

 Mira enana, tú no me conoces, pero yo soy el ángel guardián de Mona ¿No


ves cómo brillo? –la chica asiente- así que como te vea molestándola de
nuevo te voy a mandar a que renazcas como papel higiénico en tu próxima
vida. ¿Por qué te sigo viendo? Anda, desaparécete, shust-shust. –la echo
con gesto de mi mano-
 Creo que te cogió miedo. Pero… no creo que los ángeles guardianes estén
tan locos como tú. –dice Mona riendo cuando la otra chica desaparece-
 ¿Yo loca? Tú llorabas hace dos segundos. –replico haciendo pucheros-
 Entonces bienvenida al Club. –responde Mona muerta de la risa-
 Duerme bien, pequeña.
 Es una lástima que no pueda decir ¨igualmente¨
 No te burles del mal ajeno. –bromeo-
 Hasta mañana.

Damián duerme plácidamente y yo me recuesto a su lado, boca arriba y con la


mirada fija en el techo, le he cogido el gusto a contar los agujeros de este, es tan
relajante como contar ovejas para dormir –nah, era broma, es más aburrido que
leer un diccionario- Finalmente amanece y me decido a volver a la escuela con
Damián, no puedo dejar que esa perra en celo lo conquiste, no debería
importarme, pues yo no tengo oportunidad con él ni siquiera si llegara a
quererme, mis días en este mundo están contados, pero aun así me jode que le
coquetee y mucho. Soy celosa ¿Y qué? Hueso que me pertenece no hay perra que
me lo quite –él no lo sabe, pero sigue siendo mi hueso-

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Capítulo 15

De camino a la shcool pasamos por una tienda de ropa, y veo a través del cristal
un conjunto blanco hermoso puesto en un maniquí, grito como si me estuvieran
matando. Es cierto lo que dijo Damián alias Don Simpatía aquel día en el
hospital, que debería agradecer que la gente no pueda verme. Cuando me giro él
está detrás de mí, boquiabierto:

 ¿Cómo hiciste eso? –pregunta, está tan asombrado que se le cae la baba-
 ¿Hacer qué? Y deberías cerrar la boca, no queremos que inundes la ciudad.
 Tu ropa…te ves… ¿Cómo lo hiciste?

En ese momento me percato de que llevo puesto el conjunto que vi en el maniquí,


Wau!!!! Puedo usar toda la ropa que quiera y sin pagar. Ya era hora, pues llevo
desde el accidente con el mismo conjunto con el que fui al Parque de Atracciones,
no es feo, pero con ese Damián no pone la cara de idiota que tiene ahora. –oouh,
¡tan tierno! –

Lindo, lindo, lindo, que bella es la vida. -¡Viva el sarcasmo!- por culpa de la puta
vida ahora estoy aquí atrapada, que alguien como yo, tan…loca sea invisible es
todo un reto, amo hablar y solo puedo hacerlo con el aburridamente silencioso:
taratatán tatán (retoque de tambores, es obvio) Damián. Pero al menos ahora
tengo ropa nueva.

En el recreo veo un tumulto de gente corriendo y acumulándose en un rincón de


la escuela, cuando me acerco me doy cuenta de que en la azotea hay un chico, se
va a tirar. Mierda, es Leo, Mona tenía razón. -¿Debería llamar a Melody para que
lo salve y vivan felices para siempre?- Soy tonta, un chico a punto de morir y yo

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pensando idioteces. ¿Pero qué hago para impedirlo? No puedo subir y decirle que
no lo haga porque se caería, pero del susto. - eso si llega a verme- Maldito
Damián, ¿Dónde andas? Echo a correr, tengo que encontrarlo, Leo no puede
morir antes de estar con Mel, además se lo prometí a Mona.

Con todo el corretaje choqué…bueno…traspasé a una chica que se cruzó en mi


camino, Iuuuush!!! Vi su cerebro, que horrible.

En un parquecillo de la escuela veo a Damián besando a esa chiquilla repugnante


de su aula. ¡Mierda! ¿Por qué tuve que ver eso justo ahora? Volteo para
marcharme y entonces recuerdo que la vida de un chico está en apuros. Me
acerco a ellos maldiciendo por lo bajo.

 ¿Cómo puedes estarte besando a esta zorra cuando tu amigo está a punto
de morir? –grito-

El me mira atónito y ella también, ¿Qué ocurre, ella puede verme?

 Disculpa, ¿Te conozco?

Dice el muy imbécil, y ella se ríe por lo bajo, un día le voy a sacar todos esos
dientes sucios para ver si le quedan ganas de reír. Lo tomo del brazo y para mi
sorpresa puedo tocarlo, pero…estas manos no son mías… ¿Qué me pasa? ¿Este es
el cuerpo de la chica que traspasé? No la traspasé, me metí en su cuerpo. ¡Wau!
Esto me gusta cada vez más, ahora que puedo tocar…podría hacer lo que tanto
he deseado…partirle la cara a esa zorra.

 Sí me conoces o no, me importa lo mismo que una ballena verde haciendo


yoga, tienes que venir conmigo ya. –digo halándolo por el brazo-
 ¿Adriana? ¿Eres tú?

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 Sí, no tengo tiempo para explicarte nada, solo ven conmigo, Leo se va a
lanzar de la azotea.
 ¿Qué? ¿Por qué?
 Maldita sea Damián, porque descubrió que es pájaro y quiere volar ¿no te
jode? Se va a matar.
 Mierda. –murmura y echa a correr a una velocidad sobrenatural-

Yo voy tras él, cuando pasamos por la cafetería me veo reflejada en una de los
ventanales de cristal, ¡¡¡¡Qué!!!! No me había dado cuenta que estoy dentro del
cuerpo de Melody. –los sueños sí que se cumplen- aunque no quería tener un
cuerpo así de ese modo precisamente.

Subo a la azotea con Damián, Leo se lanza pero mi dulce rubio cascarrabias logra
alcanzarlo antes que caiga y lo baja del muro, hasta dejarlo en un lugar seguro
donde no pueda cometer ninguna estupidez.

 Maldita sea Leo ¿Qué porquería estás pensando? –ruge Damián-


 No soporto un minuto más en esa casa, me quiero ir, mi vida no vale nada.
–solloza él-

Leo es un chico muy guapo, pero visto así parece un animal herido, Mel va a
tener que brindarle mucho apoyo y paciencia.

 Oye, sé que no me conoces. Pero no te puedes dejar vencer, vida te provoca


heridas, pero depende de ti si te destruyen o te hacen fuerte. Crees que eres
débil y que no lo puedes soportar, pero no lo has intentado, así que no
puedes saberlo. –intervengo, lo que menos que necesita Leo ahora es que
Damián lo regañe-

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 ¿Tú qué sabes de la vida, de las heridas? A veces son demasiado profundas.
–dice mirándome a los ojos-
 Sé más de lo que piensas, mi mejor amiga va a morir en poco tiempo. No te
parece injusto como los que tienen la oportunidad de vivir la malgastan, y a
aquellos que no la tienen no les queda más remedio que luchar para que
esa oportunidad les sea otorgada aunque lo hagan en vano, pero se aferran
a la más mínima esperanza. Ella no quiere morir, sin embargo tú, ¿Qué
haces? Haces que el esfuerzo de los que verdaderamente sufren sea
insignificante. Si odias tu vida, entonces mejórala, cambia lo que odias por
lo que amas y si no tienes esperanza para seguir adelante, entonces búscala,
debe estar ahí esperando a que la encuentres y no a que te rindas. –no soy
consciente de que estaba llorando, Damián me mira fijamente con
expresión afligida-
 ¿Qué esperanza podría buscar? ¿Cómo?

Pregunta Leo mientras seca una de mis lágrimas, y acaricia suavemente el rostro
de Melody, había olvidado que ocupo su cuerpo. Damián se levanta y nos deja
solos.

 El amor es siempre una buena opción, tal vez lo tengas en frente y no lo


veas. –susurro-

Leo acerca su cara a la de Mel para besarla, y acto seguido yo salgo de su cuerpo,
para que sea mi amiga la que disfrute el beso que lleva tiempo esperando. Me
hace feliz pensar que no he perdido facultades –de Cupida, no me refería a otras-

Encuentro a Damián recostado en la puerta de la azotea, con un pie en la pared.


Parece enojado.

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 ¿Le has besado? –pregunta sin poder ocultar su enfado-

¿Qué le pasa? ¿Está celoso? No me da tiempo a responder, continúa hablando.

 Olvídalo, no me importa a quién besas, solo no deberías besarme y luego ir


con otro, menos con mi mejor amigo, y mucho menos aun si él le gusta a tu
amiga.
 No le he besado, ¿De qué vas? Se lo he dejado a Melody enterito, lo hice
porque no podía dejar que el chico que le gusta cometiera un error así, eso
la destruiría, además solo fue un empujoncito para acercarlos. ¿Por quién
me tomas? Qué lástima que no sepas nada de mí. –grito-
 Perdona, yo…
 No hables, déjame recordarte que después de besarme, te encontré besando
a esa estúpida. No tienes nada que reclamar.
 ¿A Amanda? ¿Estás celosa?

Pregunta el imbécil con una actitud arrogante que me dan ganas de matarlo. Así
que esa perra asquerosa que está a por los huesos de mi hueso se llama Amanda,
¡Ya verás, Amanda, ya verás! Buajajajaja (esa fue mi maravillosa risa diabólica),
pero el caso es que no me puedo bajar a su nivel y darle el gusto, así que decido
jugar su juego.

 Tanto como tú hace dos segundos.

Respondo con calma mientras me acerco a él con la gracia de un felino y


desaparezco luego de dedicarle una maliciosa sonrisa y morderme el labio
inferior mirando hacia los suyos con el objetivo de provocarlo. El pobre idiota se
quedó de piedra.

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Capítulo 16

Es miércoles en la tarde y Damián le propuso a esa…(pensando mil ofensas)…a


Amanda venir a estudiar inglés, se tomó muy a pecho el jueguito de darme celos,
pero el tiro le va a salir por la culata.

La sinneuronas esa llega más temprano y suben a la habitación de Damián a


¨estudiar¨ pero yo pienso impedir a toda costa que hagan otra cosa. Esa chica se
las está jugando todas para llevarse a Damián, no la culpo, mi hueso está
buenísimo, pero es mi hueso.

Después de tres horas, esa chica aún no sabe ni decir THANK YOU. ¿Se puede ser
tan estúpida o es que lo hace a propósito para estar más tiempo? Yo no paro de
reír y él me dedica miradas reprobatorias, gritando ¡Vete! Con los ojos, es obvio
que se quiere quedar a solas con ella. ¡Aaaaay! ¡Hombres! Solo piensan con la
cabeza inferior.

Bajo a hablar con Mona, a ella también le cayó mal Amanda desde el primer
momento. Tiene buenas curvas pero… ¿Qué le ve Damián? –bueno…creo que ya
me respondí-. Mona llega al cuarto de Damián con dos vasos de jugo. Le entrega
uno a su hermano y cuando le va a dar a Amanda su vaso… ¡Ups! Se le cae
encima de ella. Yo simplemente no dejo de reír, Amanda le dice que no se
preocupe y que solo fue un accidente, pero por su cara creo que sabe que fue a
propósito, mira a Mona como si quisiera matarla.

Esa tonta va al baño a limpiar su descarado vestido, ahora manchado. Abre el


grifo de agua caliente y se lava en rostro. El espejo se empaña por el vapor. Me las
ingenio para que cuando levante la vista me vea detrás de ella, o al menos una

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silueta poco nítida de mi imagen a través del reflejo empañado. Ella no puede
creer lo que ve cuando levanta la vista y limpia parte del vapor con la palma de la
mano, ya no hay rastro alguno de mi reflejo. Se gira nerviosamente, pero no ve
nada detrás de ella, se vuelve hacia el espejo donde, aprovechando unos minutos
que pude tocar escribí en una parte todavía empañada: Las zorras mueren
pronto.

La pobre salió corriendo del baño directo hacia la puerta, con el horror en la cara,
más pálida que una hoja de papel. Yo salgo detrás de ella andando despacio, muy
calmada y con una sonrisa maliciosa creciendo en mi rostro. Mona aún sigue en
el cuarto con su hermano.

 ¿Qué te pasa? –pregunta Damián cuando la ve salir corriendo, pero no


recibe respuesta-
 Parece que hubiera visto un fantasma. –contesta Mónica con ironía-

No puedo dejar pasar el día de forma tan monótona, necesito divertirme, llevo
una semana haciendo lo mismo, la rutina escuela-casa me vuelve loca y eso que
no estudio ni atiendo a las clases, solo vengo para estar cerca de mi hueso, - que
de hueso no tiene nada, es más músculo que otra cosa- ya yo estoy jubilada.
Además HOY ES EL ÚLTIMO DÍA, ya estamos en las vacaciones de navidad. ¡Sííííí!
Por eso me voy a divertir al máximo hoy.

Las clases fluyen con gran rapidez, el turno de la tarde estará ocupado por una
fiesta de despedida organizada por los estudiantes. Hay de todo tipo de dulces,
buena música, se me ocurre buscar un cuerpo débil o enfermo (aunque sea gripe)
en el que entrar –si no está débil no puedo- pero me arrepiento enseguida, no

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quiero arrebatarle a nadie esta oportunidad de compartir con sus amigos por
última vez en este año.

Todos se divierten mucho, llega la hora de la salida y… ¡Calabaza, calabaza, cada


uno pa´ su casa! Entonces recuerdo algo muuuuuuy importante, 1: que no fui a la
cena de Alicia en la que iba a presentar a José a la familia –me acordé muy tarde,
¡Qué mala hermana que soy!-. Y 2: necesito hacer algo con urgencia. Así que
encuentro a una chica muy linda y agotada de tanto bailar, en el rostro es muy
parecida a mí, pero tiene mejores curvas que yo indiscutiblemente. Me meto en su
cuerpo y salgo a buscar a Damián, lo encuentro hablando con esa tonta de
Amanda, ella todavía tiene algo pendiente conmigo, pues hay unos cuantos
puñetazos en el aire que la quieren de dueña. De nuevo voy a interrumpirlos,
hablan muy animadamente los malditos, pero lo mío es más importante.

 Hey! Damián soy yo, Adriana, necesito tu ayuda urgente. –digo con
exagerada inquietud-
 Tú te llamas Sandra ¿De qué vas? –me contradice esa perra-

Por lo visto la chica de la que ocupo el cuerpo se llama Sandra y encima Amanda
la conoce. ¡Wau! ¡Qué buena soy eligiendo cuerpos! -Sarcásticamente dicho-

 ¡Hablo con el perro no con sus pulgas! –replico de mal humor-


 Vale, ¿Qué necesitas? –pregunta mi hueso, tan lindo él-
 Es muy urgente, pero no puedo decírtelo en presencia de entes malignos no
deseados.
 Amanda ¿Nos dejas solos? –dice Damián sin quitarme la mirada de
encima-

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¡Toma eso, perra! ¿Lo ves? Yo soy más importante para él. Ella se va alterada y yo
la miro con suficiencia, espero que la dueña de este cuerpo no sea amiga suya, de
lo contrario ¡Adiós Amistad! No es que me importe mucho, en realidad.

 EN VERDAD ES MUY IMPORTANTE, necesito tu ayuda.


 Adriana, me estás asustando, ¿Te sucede algo malo? –pregunta
notablemente preocupado-

¿Me llamó ¨Adriana¨? ¿O fue idea mía? Solo lo hace cuando está enfadado o
preocupado, y algunas veces cuando habla en serio.

 Verás, hace mucho tiempo que yo… ¡Maldita sea necesito un helado YA
MISMO! –digo-

Damián se echa a reír, yo no le encuentro la gracia por ningún lado, y luego me


llaman a mí ¨ Pequeño Fantasma Loco ¨, ¿Por qué siempre quedo como la loca si
ellos hacen más cosas incoherentes que yo?

 ¿Has armado toda una tormenta solo porque necesitas un helado?

Okey, lo entiendo, tal vez sea un poquitiiiiico incoherente, nada grave.

 ¿Qué? ¡No te rías! es algo importante, al menos no te pido cocaína, deberías


respetar más las adicciones de la gente. –me cruzo de brazos con aire de
superioridad-

Damián me rodea los hombros con un brazo y tira suavemente de mí para que
camine a su lado, sé que aún se está riendo.

 Vamos por tu helado niña pequeña. –se burla ¡EL MUY CABRÓN!-

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Capítulo 17

Al cabo de un rato llegamos a una heladería preciosa y con todo tipo de sabores,
las mesas están ordenadas en filas, muy elegantes, nos sentamos en una que nos
indica un mesero vestido con un gracioso traje de pingüino, y esperamos
pacientemente por el helado –que conste que hablo por Damián, a mí casi me da
un ataque-. Se me hace raro que los meseros vistan de pingüinos, hasta que leo en
la carta que el nombre de la heladería es: Polo Sur –qué original-

 No sabía que amaras tanto el helado. –Damián interrumpe mi profunda


reflexión sobre los pingüinos-

Dice él mientras me pasa su plato, al ver que me he comido el mío y me he


quedado con ganas de más –siempre que estoy con él me pasa (lo de quedarme
con ganas de más)-

 Si fueran a desaparecer las delicias del planeta y solo pudiera salvar una,
sería el helado. –contesto mientras termino mi-su plato.-

Damián es como el helado, frío y dulce al mismo tiempo. Mi helado…mi hueso…


¿Por qué todos sus sobrenombres tienen que ver con comida? Qué raro. –no es
que me lo quiera comer ni nada por el estilo, creo-

Nos levantamos y nos vamos a un parque cerca de allí a tomar el aire, el ambiente
es muy agradable, hay personas ejercitándose, otras entrenando, otras paseando a
sus perros…en fin cosas de parques. Yo me recuesto a un árbol y Damián se
coloca justo en frente de mí, demasiado cerca. Me mira los labios fijamente, y
muerde los suyos como si deseara que fueran otros los que estuvieran bajo sus

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dientes, desliza el dedo pulgar desde mi mejilla hasta una de las comisuras de mi
boca ¿va a besarme?

 ¿Lo ves que eres una niña pequeña? Tenías helado en la cara. –me saca de
mi dulce fantasía-
 ¡Idiota! ¡nos vamos a casa YA! –grito desilusionada-
 ¿decepcionada? –pregunta con tono engreído-
 La verdad es que sí.

¡¡¡¡Ay no!!!! Lo dije en voz alta, yo y mi mala costumbre de pensar en voz alta
¡MIERDA! Cuando muera voy a pedir que me cosan la boca, solo por si las
moscas.

 O sea, no… quise decir que…

Comienzo a decir pero me interrumpe con un beso tierno y corto, me mordisquea


el labio inferior antes de separarse solo unos centímetros de mí para poder verme
a los ojos.

 ¿Era eso lo que querías? ¿Verdad? –alardea-


 ¡Idiota!

Lo separo de mí de un fuerte empujón, y comienzo a caminar con pasos rápidos,


pero él me alcanza y me hace girar de un solo movimiento, quedando yo de
frente a él, con su brazo alrededor de mi cintura para que no pueda volver a
escapar y con la mano que le queda libre me agarra por la nuca y me atrae de
nuevo a sus labios, nos fundimos en un maravilloso beso dulce y desesperado al
mismo tiempo, apasionado con MAYÚSCULAS. Su lengua se va abriendo paso en
mi boca y yo la dejo entrar, mientras sus manos viajan por mi espalda, enviando

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escalofríos al resto de mi cuerpo, o… quise decir… no es mi cuerpo el que
acaricia y besa, me separo de él cuando la idea cruza mi mente.

 ¿Besas a esta chica porque tiene un hermoso cuerpo? –pregunto con miedo
de la respuesta-
 Beso a la chica que está adentro, porque aunque no pueda tocarlo tiene
además de tener un cuerpo hermoso, un alma hermosa y una personalidad
increíble. Beso a Adriana, a mi pequeña fantasma. –confiesa-

¡Wau! Eso sí que no me lo esperaba.

 No soy un fantasma –repongo-


 Si le quitas esa palabra a esa frase dice: mi pequeña. De igual modo sigues
siendo mía.

Dice en un susurro y vuelve a besarme.

Mi dulce helado de hueso -me importa un mono púrpura con dos narices que no
exista ese tipo de helado- camina de mi mano casi todo el trayecto a pie hasta su
casa, cuando llegamos yo salgo del cuerpo y entro con él a la residencia –pobre
chica, no debe saber cómo llegó hasta ahí, pero igual gracias- Una vez dentro, su
cara se torna oscura y fría con un notable matiz de odio en cuanto lo ve.

 ¿Qué haces tú aquí? –ruge-

Capítulo 18

Por alguna razón fuera de mis entendederas, lo reconozco, estoy segura de que ya
lo he visto antes pero… ¿Dónde?

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 Vivo aquí. ¿Recuerdas? –grita el hombre en respuesta al rugido de Damián.
 Por poco tiempo, hasta que cumpla 18 y esta casa sea mía, cuando eso pase
te voy a echar a patadas. –le espeta Damián-
 ¿Oh, en serio? No me digas. –finge miedo-
 Mi padre me heredó esta casa a Mona y a mí. Tú quedas fuera.

Grita dando un paso con intención de partirle la cara a ese tipo, pero llega su
madre y lo detiene.

 ¿Se puede saber qué te pasa? –escupe ella colocándose detrás de su


marido- Cada día te comportas más como un monstruo. –añade-

Incluso a mí me dolieron esas palabras, no puedo entender como una madre


puede darle la razón a un tipejo como ese en vez de a su propio hijo –no hay
dudas de que el amor ciega- Damián da media vuelta para marcharse, no dice
nada, solo la mira adolorido, ella sale corriendo hacia él y tira de su brazo
arrepentida de sus palabras.

 Perdón, no quise decir eso, sabes que te amo y…

Comienza a hablar, pero Damián se suelta del agarre de su madre y voltea para
verla con una mirada cargada de dolor, mientras toma su mano.

 Eres tú quien ha traído un monstruo a la casa, mamá.

Se va a su habitación sin dar tiempo a que nadie diga nada más, por supuesto yo
voy tras él –¿acaso hago algo diferente desde que lo conocí si no ir tras él?-

Toma una lámpara de la mesilla de noche y la lanza con furia contra el suelo,
luego le pega un fuerte puñetazo al espejo convirtiéndolo en trizas y dejando en

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su puño lleno de heridas, se dispone a arrojar la computadora por la ventana, yo
intento detenerlo.

 ¡Basta! No puedes perder el control de ese modo. ¿Te has vuelto loco?

No hace caso, me ignora y continúa destruyendo todo a su paso, me pongo en


medio cuando va a estampar la silla del escritorio contra la pared, él se detiene un
segundo al verme pero luego la lanza, la silla por suerte me traspasa e lo
contrario tuviera la cara llena de magulladuras. Maldito imbécil, nunca lo había
visto así.

 ¡Mierda, solo detente! Tienes que estar cuerdo para poder cuidar de
Mónica, no conozco a ese tipo, pero no es bueno.

Damián se para en seco, por fin hizo caso de mis palabras, su hermana es lo más
importante para él.

 Ve a curarte la mano, maldita sea, no puedo ver sangre. –digo cerrando los
ojos para no ver sus heridas-
 ¿Te asusta la sangre? –pregunta divertido, si ya lo decía yo, este chico es
bipolar-
 Solo ve a lavarte la mano antes de que termine yo de destruir lo poco que
queda vivo de tu habitación. –mascullo-

Cuando sale del baño lleva el puño vendado y se duchó –huele de maravillas-,
pero está muy serio, demasiado serio para mi gusto. No digo nada, sé que odia
que le hagan preguntas y más cuando está enojado.

 Él la golpea. –dice Damián mientras se sienta en la cama y se pasa una


mano por el pelo-
 ¿Disculpa?

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Me ha tomado desprevenida, no pensé que me confesara nada de su vida jamás.
¿Por qué se abre ahora? Tal vez necesita hablar con alguien, a lo mejor se siente
solo.

 Ese imbécil, Hugo, golpea a mi madre, ella intenta ocultarlo, estoy seguro
de que lo hace.

Así que se llama Hugo. Quisiera asesinar con mis propias manos a todos esos
hombres cobardes que les pegan a las mujeres porque son más débiles. Les
pondría sus malditas lenguas de corbata y luego los diluiría en ácido mientras
aún están vivos. –Creo que soy un poco psicópata-

 ¿Cómo lo sabes? –pregunto-


 Aquel día que operaron a Mona de apendicitis, en el hospital, ella llevaba
gafas de sol. ¿Sabes por qué? Porque ocultaba bajo los lentes un moretón
que tenía en el ojo.
 Claro…por eso saliste ese día tan alterado.
 Discutimos muy fuerte, mi madre se empeñaba en que había sido un
accidente. Quería ir a buscarlo y matarlo, pero salió de viaje el muy
cobarde.
 No sé qué decir. –murmuro, no puedo ayudarlo- ¿Debería tocarlo muchas
veces para que pierda muchas horas de vida? Es todo lo que puedo hacer.
 Ya has hecho suficiente escuchándome.

Es de noche, estoy un poco preocupada por Mona, desde que llegó de la escuela
no sale de su cuarto. Voy a verla.

 Mona, ¿Estás bien, cariño?


 Shhh, estamos tomando el té, no nos molestes.

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Cuando miro a su lado está ahí Lucía, esa chica oscura de antes. No es buena, lo
presiento, y nunca me equivoco en estas cosas.

 ¡Lárgate de aquí!

Le grito a la chica y esta desaparece al instante, pero sé que cuando me vaya va a


regresar de nuevo.

 ¿Por qué la echas? Es mi amiga. –protesta Mónica-


 ¿No decías que te molestaba?
 Me ha pedido perdón.
 Ella es mala, no es tu amiga, no quiero que vuelvas a hablarle.
 Tú no eres nadie para darme órdenes. –grita-
 Lo hago por tu bien, pero si no haces lo que digo no me va a quedar más
remedio que contarle a tu hermano.
 ¿Qué hay que contarme? –escupe Damián muy enojado desde la puerta-
 ¿C-Cuanto tiempo llevas ahí? –tartamudeo-
 Solo escuché la última frase, ¿Ahora me vas a decir por qué demonios no
me has dicho que Mónica puede verte? –gruñe-
 Yo se lo he pedido, perdóname, no es su culpa.

Interviene Mónica, pero él hace caso omiso a lo que acaba de decir, me mira con
furia.

 No me corresponde a mí decírtelo. –respondo-


 ¿Desde cuándo? –pregunta-
 Comenzó cuando tú comenzaste, pero no es todo, ella…
 ¡Nada! Que me encerré en mi cuarto para no ver a Hugo, solo eso. –me
interrumpe Mona-
 ¿Es eso? –pregunta Damián mirándome a los ojos-

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 Sí, es eso.
 ¿Estás segura?
 Sí. –digo bajando la mirada, no quiero mentirle, pero ya es demasiado
tarde-
 Bien, entonces déjame solo con mi hermana. Necesito hablar con ella.

Salgo de la habitación, me siento mal por haberle mentido, pero es niña


caprichosa me debe una charla de la buenas.

Ya son como las diez de la mañana y nadie en esta casa da señales de vida,
¡¡¡Ohhh!!! ¡Qué injusto! ¡Yo también quiero dormir! En lugar de eso me paso la
noche viendo películas de todo tipo en la laptop de Damián, ya que con gente en
la casa no puedo ver la tele, pensarían que hay un fantasma en la casa que
enciende el televisor en la noche –no estarían muy alejados de la realidad pero
sigue sonando loco-

Voy a la sala –no sé por qué, no tengo nada en mente-, desde ahí escucho un
sollozo que viene desde el cuarto de la madre de Damián –se llama Diana, si mal
no recuerdo- doy rienda suelta a mi curiosidad y me dirijo hasta allí. Está
discutiendo con Hugo. Es evidente que el muy canalla solo está con ella por su
dinero. Me quedo ahí para ver si osa golpearla, pero no lo hace, al menos no con
Damián cerca. Este tipo se comporta de una forma extraña, tiene una rara
obsesión con la limpieza, se frota las manos compulsivamente cuando se enoja, y
se le nota en la cara que es muy violento ¿Será psicópata? -¡Nah! Estoy viendo
muchas pelis- pero de lo estoy segura, Diana le tiene micho miedo. ¿Por qué
estará con un hombre como él? ¿La tendrá amenazada? –Ahí voy otra vez con las
pelis-, debería hacer otra cosa en las noches, porque por lo visto el cine me ha
desarrollado demasiado la imaginación.

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Hace buen tiempo que no me paso por el estudio –ya debe extrañarme-. Me dan
muchas ganas de seguir leyendo el libro de cosas paranormales. Es como el diario
de una antigua hechicera, o bien puede haber llegado hasta las manos de Sara
generación tras generación, es la única explicación que encuentro para justificar
que un libro de tantos años esté en esta casa y no en un museo. Lo bueno es que
yo lo hallé, y gracias a eso he resuelto muchas dudas.

Capítulo 19

Al cabo de unas dos horas decido salir e ir a hablar con Mónica, esa pequeña
mentirosa me debe una buena excusa para que yo le haya mentido a su hermano
de esa forma.

 Te estaba esperando. –dice Mona apenas me aparezco a su lado-


 ¿Ahora también predices el futuro? –digo con sarcasmo-
 Sabía que vendrías exigiendo una explicación.
 Y a asegurarme de que esa Lucía no está aquí. –declaro-
 Es buena, te lo juro. –replica-
 ¿Lo es? –inquiero con suavidad- Dime algo, ¿Cómo era cuando estaba
viva?
 No era mala, más bien ayudaba a todos y prestaba sus lápices. Y en los
recreos le regalaba su merienda a los que no traían.
 Si es así entonces… ¿Por qué es un espíritu oscuro? –pienso en voz alta-
 ¿Un espíritu oscuro? –Mona ladea la cabeza confusa-
 Sí, tú y tu hermano solo pueden verlos. Yo en cambio también puedo ver su
aura, si son buenos o malos. Los malos tienen algo parecido a nubes negras

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a su alrededor que los envuelve, se llaman espíritus oscuros. Si una persona
fue en vida de malos sentimientos, asesina…esas cosas…entonces su
espíritu será oscuro al morir.

He aquí mi confusión, Lucía en vida era una niña buena y agradable, pero ahora
es un espíritu oscuro, eso no puede ser posible, hay algo que se me escapa, pero
qué.

 Eso lo entiendo, pero… ¿Qué tiene que ver Lucía en todo esto?
 Lucía es…

Me interrumpe el sonido de la puerta, Damián entra y me pide con un gesto que


salga.

 Estaba hablando algo muy importante con tu hermana, necesito hablar con
ella ahora… -protesto-
 Y yo necesito que salgas. –dice con visible enojo-

Salgo de la habitación maldiciendo por lo bajo, es obvio que aún sigue enfadado
conmigo por no haberle contado lo de su hermana, maldito imbécil, me acaba de
quitar la oportunidad de advertirle que Lucía no era buena, le puede hacer daño
a Mona. Los espíritus oscuros no pueden entrar en el cuerpo de los vivos sin su
consentimiento, por eso se acercan a ellos para ganarse su confianza y ¡CHAS! Se
apoderan de su cuerpo y de su vida. Si eso pasa Damián jamás me va a perdonar
haberle ocultado cosas como esas, 1: que su hermana predice las muertes de las
personas y 2: que hay un ser maligno rondándola para arrebatarle su vida. Me
voy a volver loca, necesito hacer algo cuanto antes.

Mi hueso malhumorado sale de la habitación de su hermana y me pide que


hablemos en el jardín.

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 Mira, quiero pedirte una disculpa, no podías decirme un secreto que no te
correspondía revelar a ti. Lo siento. –dice él-
 No te preocupes pero… ¿De qué habéis hablado ustedes dos ahí dentro?

Damián abre la boca para responderme, pero en ese momento veo a Mona una
calle más delante ¿Cómo llegó ahí? Camina con la vista al frente como si no
reparara en la presencia de lo que la rodea. ¡MIERDA! No puede ser lo que estoy
pensando.

Su hermano, cuando la ve va corriendo tras ella que va en dirección a la calle


repleta de autos a toda velocidad. Se va a matar –pienso-

 Mónica detente. ¡Maldita sea! Para.

Grita Damián desesperado mientras corre hacia su encuentro, ella está muy lejos,
no la va a alcanzar a tiempo –al menos corriendo no lo va a lograr-. Me aparezco
justo detrás de ella.

 ¡Mona! Por favor ven conmigo, vamos a casa. No hagas esto.

Le ruego, pero ella no hace caso, es como si no me escuchara.

 ¿Lu-lucía?

No sé por qué dije ese nombre, la pequeña se detiene en seco y gira su cabeza con
una aterradora lentitud, me dedica una sonrisa siniestra y una mirada vacía por
encima de su hombro. ¡Es ella, es Lucía! No es Mónica, sino… ¡Lucía!

Estos segundos que se detuvo sirvieron para que Damián lograra alcanzarla y
detenerla. La alzó en sus brazos y la llevó a casa, ella no ofreció resistencia, en
lugar de eso reía a carcajadas, con una risa malévola y espeluznante. Una vez en

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el suelo se lanzó al cuello de su hermano, sus intenciones eran muy claras, lo iba
a ahorcar.

 Damián, no es tu hermana, está poseída. –grito con desesperación-

A duras penas Damián logra liberarse de su agarre y la ata a su cama de hierro


para que no se haga daño ni ella ni a nosotros. Por suerte su madre y Hugo no
estarán en casa hasta dentro de tres días.

 ¡Toda esta mierda es tu culpa! –grita Damián-


 Cúlpame todo lo que te dé la gana, pero luego de que tu hermana esté a
salvo. ¿No te parece? –le espeto-
 ¿Qué propones? Tú lo provocaste, tú tienes que saber cómo resolverlo. –
dice con dureza-
 Yo no provoqué nada, intenté impedirlo. –siseé entre dientes-
 O sea que ya lo sabías. –añade-

Se escuchan nuevas risas desde la cama, entramos corriendo.

 No discutáis, el amor es tan bonito.

Se burla lo que sea que esté en el cuerpo de Mónica, ni siquiera es la voz de una
niña, es la de un demonio, grave y escalofriante.

 Esto lleva exorcismo. –indico-


 ¿De dónde voy a sacar un exorcista? –inquiere otorgándole un rabioso
golpe a la pared-
 Marta ¿Ella podría ayudarnos? –sugiero-

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Ambos salimos a la sala en busca del teléfono, y llamamos a Marta, pero dice que
no puede ayudarnos, que eso solo puedo hacerlo yo. ¿Cómo puedo hacerlo yo?
¿Acaso está loca?

 ¡Es una maldita charlatana! –gritó furioso, lanzando el teléfono contra la


pared haciéndolo añicos.-

Decido regresar al cuarto a vigilar a Mónica. Cuando llego las cuerdas que la
inmovilizaban están rotas, y la cama vacía.

 Da-Damián, creo que… –titubeo-


 ¡Cuidado, detrás de ti! –siento su voz alarmada-

Volteo y allí está Lucía con esos ojos sobrenaturales taladrándome el rostro, el
cuerpo de Mona descansa inconsciente en los brazos de Damián.

 Esto sería una pelea un tanto desigual. Una niñita contra una chica grande
¿No crees?

Dice con su terrorífica voz y se transforma en… mí.

 Ahora estamos iguales, literalmente. –me dedica una media sonrisa


malévola y una mirada perversa –

Capítulo 20

¡Acaba de adoptar mi forma! Dios!!! Es exactamente igual a mí. Cómo no me di


cuenta antes, por eso todo era tan confuso, no es Lucía tampoco, una chica buena
no pudo haberse convertido en espíritu oscuro. Es un demonio. Adoptó la forma
de Lucía para acercarse a Mona. Sonrío al darme cuenta de todo.

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 Eres un demonio novato. ¿Verdad? ¿Por qué has desocupado el cuerpo?
Puede que no puedas volver a entrar luego. –advierto desafiante-
 Ya lo veremos.

Se lanza sobre mí, y me corta un hombro con unas garras que le han salido de la
mano de repente. ¡Wau! Eso me ha tomado desprevenida. El dolor es insoportable,
obviamente no sangro, pero en mi hombro se observa una apertura horrible en
lugar de una herida, siento que se me paraliza el brazo del dolor.

 Adriana, ten cuidado. –grita Damián sin poder soltar a su hermana, que
empieza a convulsionar en sus brazos.-

Vuelve a arremeter contra mí, pero le tomo del cuello, y el demonio comienza a
quemarse como si mi mano fuera un guante de hierro caliente. Lo acorralo contra
la pared y se resiste, aunque es muy fuerte, yo lo soy aún más.

 ¿Sabes por qué los demonios y los oscuros les temen a los espíritus
luminosos? Porque somos más fuertes aunque muy pocos, nuestra luz
puede convertir en cenizas a los de tu especie. –digo con tono victorioso-
 No eres lo suficientemente fuerte para acabar conmigo y continuar
existiendo tú. Cada segundo que utilizas tu poder conmigo te debilitas,
cuando yo desaparezca tú estarás tan débil que también lo harás. –replica
retorciéndose del dolor mientras mi mano funde su garganta-
 No te preocupes por mí, unos días más, unos menos, voy a desaparecer
igualmente.

Aumento mi energía y las pequeñas chispas de mi mano en el cuello del demonio


se convierten en un fuego intenso que lo cubre todo. Él por su parte se aferra a
mis brazos con sus afiladas garras intentando liberarse y provocándome un dolor
indescriptible con cada arañazo. Tras varios minutos siento que no puedo más,

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mis energías están el punto mínimo, ya no me quedan fuerzas, no voy a poder
lograrlo, entonces veo el sufrimiento de Damián mientras abraza
desesperadamente a su hermana y saco fuerzas de donde no las tengo. El demonio
emite un horrible y último grito de agonía, finalmente desaparece para siempre.
Si se resistía unos segundos más no habría podido hacerlo.

 ¿Lo ves? Sí que soy más fuerte que tú. –sonrío triunfante, aunque estoy
jadeando y muy mareada.-

Miro a Damián y a Mona, que comienza a despertar algo confundida. Él me ve


con preocupación, yo apenas puedo mantenerme de pie. Les dedico una débil
sonrisa antes de caer al suelo sin fuerzas, y sumergirme en una oscuridad
abrazadora.

 Tal vez solo está dormida. –especula Damián-

¿Qué? ¿Dormida? ¿Cómo es posible? Puedo escucharlo, pero no logo abrir los
ojos ni hablar.

 Imposible, los fantasmas no duermen, ni se cansan. –esa fue Mona-


 ¿En serio? La muy maldita me ocultaba varias cosas. –noto un timbre
divertido en su tono-
 Ya lleva muchos días así, ¿Por qué no despierta?
 No los sé, enana. Anda, ve a tu cuarto, yo me quedaré con ella.

No puede ser, no puedo haber estado días inconsciente ¿Cuántos días


exactamente?, recuerdo que me debilité casi totalmente, pero… ¿al punto de no

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recuperarme en varios días? Escucho los pasos de Mónica cada vez más lejanos y
supe que se había ido. Entonces Damián comienza a hablar.

 ¡Hey! Fantasmita. Necesito que despiertes. Parecerá un poco raro, pero te


extraño, así que por favor regresa ya. –susurra-

Comienzo a abrir los ojos lentamente, aún sigo sin tener fuerzas, me siento débil,
pero ya no tanto. La cabeza de Damián descansa sobre sus brazos, y tiene los ojos
cerrados. Yo, para mi sorpresa estoy acostada en su cama.

 Deberías considerar hablarle a la gente cuando está despierta, esta es la


segunda vez. –mascullo-

Él levanta la cabeza con tanta rapidez que creí que podría desnucarse. Y me mira
un tanto avergonzado y otro tanto feliz. Noto las grandes bolsas bajo sus ojos, es
evidente que no ha podido dormir en días por estar a mi lado.

 ¿Estás bien? Creí que no despertarías, creí que… -se le corta la voz-
 No te preocupes más, estoy aquí. –lo tranquilizo-
 Dice Mona que eres su ángel guardián. –comenta con una sonrisa
confidente-
 Me ha descubierto. –bromeo- por cierto, ¿Cómo llegué hasta tu cama?
 No podía tocarte, así que te trajo un amigo de mi madre que murió hace
poco y había venido a pedirme ayuda. –explica- A cambio de que te trajera
aquí, yo le entregué a su hija un mensaje suyo.

Me siento en la cama y recorro el cuarto con la mirada. Al parecer todo lo que


rompió Don Enojo aquel día, ya fue repuesto. En la pared frente a la cama hay un
reloj digital nuevo con la fecha en una esquina, me levanto sobresaltada.

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Capítulo 21

 ¿Qué ocurre? –pregunta preocupado-


 Tengo que ir a casa, mañana es 31 de diciembre, finaliza el año, tal vez sea
mi último Fin de Año, tengo que ver a mi familia. –arrastro las palabras-
 Ellos están bien, no deberías preocuparte, no van a celebrar el Año Nuevo
en casa, irán a un restaurante o algo así, no quieren hacer nada grande
debido a la situación.
 ¿Cómo lo sabes? –pregunto asombrada-
 He ido al hospital un par de veces.

Por el tono de su voz supe que no iba a decir nada más al respecto.

 ¿Qué va a hacer tu familia para celebrar?


 No lo sé, pero sea lo que sea, yo paso de celebrar con ese tipo. –musita-

Bajo a la sala y no hallo nada diferente, no hay decoración navideña, árbol de


navidad, nada. En la casa están solo Mona y Damián.

 ¡Tooooodos a la sala! ¡¡¡¡¡¡AHORA!!!!! –ordeno-

Mona baja las escaleras corriendo y Damián la sigue con toda la calma del
mundo.

 ¿Qué pasa? ¿Se puede saber por qué tanto alboroto? –refunfuña él con
desgana, si es que más ácido no puede ser-
 Vamos a poner un árbol de Navidad. –aviso-
 Síííí, qué bien. –asiente Mona emocionada-
 Yo paso. –dice cruzándose de brazos-

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Se da media vuelta con toda la disposición de irse, pero Mona lo detiene
agarrándolo de la cintura.

 Vamos, no puedes hacer esto, hace mucho tiempo que no ponemos el árbol
–ruega Mona- Y ella no puede tocar nada, ¿dejarías sola a tu hermanita?
Además es algo que se hace en familia
 No somos una familia, enana.
 Entonces no necesito una, tú eres mi hermano, contigo me basta. –insiste
ella-

Al escuchar esas palabras Damián se gira y alza a su hermana en brazos, le regala


un tierno beso en la mejilla y otro en la frente.

 Contigo, yo tampoco necesito una familia. –repone él- Anda a buscar la


caja del árbol.

Al poco rato estamos los tres tirados en el suelo riendo y contando chistes, el árbol
apenas va por la mitad, pues cada 5 minutos decidimos tomarnos un descanso.
Mona se ha disfrazado de estrella del Rock y se ha puesto unas guirnaldas rosas
en lugar de cabello. No podemos dejar de reír. Al cabo de unas dos horas por fin
terminamos el árbol, bueno…ellos, porque yo no he podido tocar nada, pero mi
labor sigue siendo importante, ¡yo les di la idea! –gran labor, pienso
aplaudiéndome mentalmente-

 Nos ha quedado maravilloso. –exclamo llena de orgullo por NUESTRO


trabajo-
 ¿¨ Nos ¨? –inquiere Damián arqueando una ceja, mierda, quiero
comérmelo cuando hace eso.

Pervertida (Me señala mi subconsciente)

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 ¡Miren! –interviene Mona para evitar una nueva pelea- acabo de
encontrarlo, creí que lo había perdido.

Saca de la caja colgante con dos estrellas de oro, una grande y otra más pequeña.
Son idénticas al tatuaje de Damián. Mona se lo pone en el cuello y va a un espejo
para contemplarlo.

 Ese colgante es igual a tu tatuaje. –observo-


 Mi padre se lo regaló a mi hermana, lo diseñó él. Siempre decía que la guía
de un marinero son las estrellas, nosotros éramos sus estrellas, su guía. Yo
era la estrella más grande y Mona la más pequeña. Cuando salía de viaje
siempre repetía que aunque él se fuera lejos estaríamos juntos a través de
ellas.
 Debes haber sufrido mucho.
 Mi madre cambió por completo luego de su muerte, se volvió distante, ya
no nos prestaba atención, nunca estaba en casa y… ya sabes el resto de la
historia.

Me costó mucho esfuerzo, pero al fin aquí estamos, en el Centro Comercial


comprando los regalos. Damián tiene un gusto pésimo eligiéndolos, por suerte yo
vine con él. Aunque él no quería, yo insistí mucho en que le comprara uno a su
madre, elegimos para ella un Jersey azul, que combina con sus ojos y un par de
zapatos de tacón alto de color blancos. Para Mona compramos un peluche de
Olaf, el muñeco de nieve que quería conocer el verano de la película Frozen, me
di cuenta de que ama esa peli. Y una pulsera de plata con dos iniciales grabadas,
D y M. Mona anda eligiendo sus propios regalos ella sola, dijo que a diferencia de
su hermano ella tenía un gusto elegante –espero que sea verdad-. Por un

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momento perdí a Damián de vista y cuando regresó traía unas cuantas bolsas de
más.

 ¿Has comprado más cosas? –pregunto-

Saca su teléfono y se lo lleva al oído para disimular que ante la vista de todos,
habla solo. Ya saben… NO HABLES NUNCA CON UN FANTASMA EN PÚBLICO.

 Sí, los regalos para tus padres, también tengo algo para ti.
 No era necesario que te molestaras, además no debes gastar dinero en mí,
es absurdo que le compres algo a alguien que ni siquiera lo va a poder
tocarlo. –lo regaño-
 Lo hago porque quiero, no por compromiso. Tu familia me cae bien, ¿Qué
tiene de malo?
 Supongo que nada. –digo al fin dando mi brazo a torcer- ¿Y qué me has
comprado?
 Es un regalo muy especial para cuando despiertes.
 ¿No te vas a rendir nunca con ese tema? –inquiero molesta-
 No, me niego a perder siempre a la gente que quiero. –suelta de repente-
 ¿Tú… me quieres?

Por su expresión sé que dijo algo que no debió haber dicho, las palabras
simplemente se le escaparon de los labios. Se mueve en el lugar visiblemente
nervioso.

 P-pero qué dices… y-yo… no, es decir… No, ¡Estás loca! –tartamudea-
 Vale, no te pongas nervioso, solo es una pregunta inocente. –digo fingiendo
inocencia-
 N-nervioso ¿Yo? Son ideas tuyas.

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Da media vuelta y se va, no sin antes murmurar un ¡Mierda! Mientras se aleja de
mí, yo me quedo parada en mi sitio, asimilando lo que acaba de pasar. ¿Me
quiere?

Capítulo 22

Hoy es el último día del año, he decidido ir a ver a mi familia en la mañana,


estaban en el hospital y colocaron un arbolito miniatura a un lado de mi cama,
saben lo mucho que me encantan estas fechas. Sobre todo por la comida.

Cuando regreso a casa de Damián ya es de noche. Todos han ido a celebrar la


Noche Vieja en un lujoso hotel y no regresarán hasta pasado mañana, Damián ha
preferido quedarse y cenar aquí solo -no es que yo sirva de mucha compañía
mientras come- pues evidentemente donde esté su padrastro él estará a 1500Km
de ese lugar –siempre y cuando se pueda- Mona también se resistió un poco, pero
su madre terminó obligándola, cosa que con mi hueso no puede hacer –por
suerte-

 ¡Hey, fantasmita! ¿Vemos una peli? Te veo muy triste.


Dice mientras termina de lavar los platos –que tierno, intenta alegrarme.
¡¡¡Aplausos para Don Simpatía, POR FAVOR!!!-

 N-no…no pasa nada, estoy bien, anda pon la peli. –digo en un susurro-
 Estás muy callada, y eso solo ocurre cuando…la verdad es que nunca
ocurre.
 Es navidad. –digo-
 Ajá, eso lo sé.

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 Es tiempo de estar en familia, todos juntos, y comer cosas deliciosas…
 Entiendo, extrañas tu familia, es la primera navidad que pasas sin ellos
¿Verdad? –asiento- También es la primera navidad que estoy solo, mis
abuelos se encargaban de que fueran perfectas, pero mi madre se encarga
de que sean un infierno. –añade-
 Te equivocas en algo.
 ¿En qué? –pregunta confundido-
 No estás solo esta navidad, estamos juntos ¿Recuerdas? No estás con Casper,
el fantasmita amistoso. Estoy yo aquí.
 Oh! cierto, estoy con Adriana, la pequeña fantasma. –se burla-
 Idiota, ¿Por qué no me cuentas de qué va la peli y te dejas de tonterías? –
digo con tono autoritario-
 La película cuenta la historia de un chico con leucemia en fase terminal,
que conoce a una chica de la que se enamora, y ella de él, obvio. Aprenden
muchas cosas uno del otro. Es todo lo que dice en la sinopsis.
 ¡Wau! ¿Un drama? Pensé que te gustaban más las de acción y esas cosas.
 Pensaste bien, luego de esta vamos a ver una de ciencia ficción.
 Tal vez me ría durante todo el drama.
La película acaba y yo lloro y lloro como una tonta cuando muere el protagonista.
Damián no para de reírse de mí –maldito idiota-

 Mierda, dije que me iba reír y mírame, por eso odio los dramas. Es que…
¿Por qué tenía que morir? No es justo. Ella lo amaba tanto. –cuestiono
ahogada en llanto-
 Pues porque tenía leucemia, el amor no lo cura todo. ¿Qué esperabas un
milagro?

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 . Yo creía que los fantasmas eran historias para asustar a los niños hasta
hace unos días. ¿Por qué no creer en los milagros? Además, el amor curó el
corazón cerrado y frío de ella y le dio a él los mejores días de su vida,
murió feliz.–grito sollozando como una niña-
 ¿Me estás diciendo que crees en los milagros?
 Creo en ellos desde que necesito uno.

En ese momento me da la sensación de que somos Damián y yo los protagonistas


de la peli, pero sería más bien como: Ella está a punto de morir y lo conoce. Pero
mi final sería mejor, en mi historia sí que ocurriría un milagro, tal vez no en mi
vida, pero sí en mi historia.

Distraídamente miro el reloj de la mano de Damián. Falta un minuto para el


nuevo año, justo a tiempo. Me levanto del sofá de un salto y Damián me mira
perplejo.

 ¿Quieres dejar de mirarme como a un cerdo azul en patines? Falta un


minuto para el Año Nuevo. –digo emocionada-
 ¿Te emocionan esas tonterías? Anda vuelve al sofá –refunfuña Damián-
 No puedes esperar el nuevo año con ese humor, entonces el otro será igual.
Vamos, piensa en un deseo. –pongo cara de cachorro, hasta el Gato con
Botas se queda corto a mi lado
 No estoy de humor como para pedir un deseo a la media noche.
 Oh! Lo harás por mí, cuenta regresiva…10…9…8…7…6…5

Le hago un gesto con la mano para que se una, Damián pone los ojos en blanco,
pero cuenta conmigo.

 4…3…2…1… ¡¡¡¡¡FELIZ AÑO NUEVO!!!!!

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Gritamos al unísono, y él destapa una botella de vino que tenía escondida debajo
del cojín del sofá, el corcho me da en la cabeza, significa BUENA SUERTE.
Espera!!! También significa que puedo tocar ahora, qué raro, Alicia nunca se
duerme en estas fiestas. Damián no pierde oportunidad y me abraza con fuerza, y
luego me da un beso en la frente, otro en la nariz y el último en la boca, besa para
morirse, sus labios se mueven al compás de los míos, Maldita Sea, qué bien besa,
mientras me pierdo en su boca pido mi deseo.

 Feliz Año Nuevo. –susurra-


 ¿Por qué hiciste eso? –digo separándome-

Como siga haciendo cosas así –he de admitir que me encantan- se le va a ir la


vida en esto. Si cada vez que lo toco él no perdiera 100 horas de vida, pues tal
vez…….

Eres una sucia pervertida

Y tú una aburrida!!! (Conversación con mi yo sensato)

 A la media noche debes besar a la persona que más cerca está de ti, eres la
única, no tuve opción. –dice indiferente- Además, dicen que como termines
el año, es como estarás el siguiente, yo quiero pasar el nuevo año a junto a
ti.
 ¿Era ese tu deseo? –pregunto coqueta-
 No he pedido uno. –miente-

Deseos: Adriana: Tener una esperanza para vivir.

Damián: Que Adriana se quede a mi lado para siempre.

100
Capítulo 23

 ¿Abrimos los regalos? –pregunto ansiosa-


 Ya los entregamos, ¿Recuerdas? Los entregué antes de que mi madre se
fuera a ese mugroso hotel.
 En realidad es 5 estrellas. –digo pero Damián me lanza una mirada
asesina- ¡Ups! Lo siento. Es un hotel horrible, la verdad. El punto es que tal
vez haya algún regalo por ahí. ¿Por qué no revisas? –sugiero-

Damián se dirige al árbol navideño, muy hermoso por cierto, decorado con luces
de todos colores y figuritas de ángeles, el niño Jesús debajo y todo, pero no nos
vayamos del tema, él saca debajo del árbol tres cajas. Una es roja y alargada, lo
miro entusiasmada y doy pequeños saltitos de la emoción, él me mira y sonríe.

 Me encanta que te emocionen estas chorradas. Eres una niña.


 A todas las chicas nos gustan, ¿Qué esperas? Ábrelo. –me inclino hacia
adelante-

Hace caso y lo abre, es un reloj de oro. Se le ilumina el rostro.

 Es de mi madre, se acordó de comprarme algo. Nunca lo había hecho desde


que papá murió. –dice-

Él toma una caja con un envoltorio de Santa Claus y yo se la arranco de las manos
y le entrego otra más grande de envoltorio azul, ansiosa de que lo vea.

 Mona me ayudó a elegirlo. –le informo-

La abre y sonríe.

 Un regalo así solo puede ser tuyo.

101
 ¿Qué? ¿No te gusta? Si no…

Es un barco metido en una botella pequeña, tiene dos estrellas en un lateral, como
su tatuaje.

 Eh! ¡Me encanta! ¿El barco se llama ¨Fantasma¨? –sonríe-


 El nombre fue idea de Mona, dijo que así nos recordarías a tu padre y a mí
al mismo tiempo. Él era marinero y yo pues… el fantasma.–explico-
 Tiene lógica. Es fantástico, de verdad es mi favorito. –dice mirando el barco
con los ojos cargados de alegría-
 Falta uno. -le recuerdo-
 Échalo a la basura. Es de Hugo. –contesta-

Damián pone una película de tiburones, yo me enternezco mirándola. Desechó la


idea de la ciencia ficción y puso algo con mucha sangre para fastidiar.

 El mar es alucinante, tan bello y tan peligroso al mismo tiempo. Es como


esas bellezas que matan, pero que merecen la pena. –dice él al cabo de un
rato-
 Esa es una de las razones porque el color azul me obsesiona, por el mar y el
cielo. Son distintos e iguales, cuando uno cambia su color el otro también lo
hace.
 ¡Qué romántica! –se burla-
 Mira quien lo dice, el chico Bellezas que matan. –se la devuelvo y él se ríe-
 Tonta.
 Idiota.

El dos de enero decido pasar casa. Al parecer fueron a cenar a ese restaurante con
la familia de José y se quedaron en su casa el fin de semana. Pero por fin mi

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familia ya está en su hogar y yo puedo verlos. Alicia está muy feliz. No habla de
otra cosa, se va a mi cuarto y se sienta en mi cama, yo hago lo mismo.

 ¿Sabes? Te extraño. Saqué el vestido azul que pensé que te pondrías para la
fiesta de Año Nuevo, eres impredecible, pero yo te conozco mejor que
nadie, si estuvieras despierta te hubieras puesto ese vestido, nunca te lo dije
porque lo quería para mí, pero a ti te queda mejor –suspira- No sé por qué
siempre que te extraño vengo a tu habitación y hablo sola, es ridículo, pero
a veces te siento a mi lado. Te quiero Big Sister.

Se dispone para salir y me pongo de pie.

 Yo también te quiero, enana.

Digo y una lágrima solitaria desciende por mi mejilla. Alicia se para en seco y da
media vuelta, rebuscando con la mirada en la habitación.

 ¿Adriana? ¿Eres tú?

Me acerco a ella, y en el camino choco con mi peluche y este cae al suelo. Alicia
sonríe, pero le sigo viendo tristeza en los ojos.

 Por favor, regresa ya. Si me escuchas, regresa ya.

Dice y sale de la habitación ¡Un momento! ¡Alicia está despierta! Y yo… puedo
tocar. Acabo de tocar mi peluche ¡No me lo puedo creer! ¡No es Alicia! Puedo
vivir, no es Alicia. No quepo de felicidad, Damián tiene que saberlo. Mi sonrisa se
borra de repente. Solo me queda 40 días ¿Cómo voy a encontrar a esa persona en
tan poco tiempo?

Pero no es Alicia, es todo lo que importa.

103
Capítulo 24

Damián está sentado en la computadora, haciendo un trabajo de la escuela. Me


acerco sigilosamente por detrás con la intención de asustarlo, pero no lo logro.

 Qué bromista estás hoy, no me asusto con nada, así que pierdes el tiempo.
–dice de mal humor, otro que el estudio lo altera-
 Hablando de perder el tiempo, Alicia no es la persona que debe morir en mi
lugar.

Mi hueso da media vuelta en su silla giratoria para poder verme frente a frente,
el brillo volvió a sus ojos.

 ¿Es en serio? Qué gran noticia –se levanta emocionado de su silla, pero se
recompone y se aclara la garganta- Lo digo por ti, debes estar muy feliz. –
dice como si no le importara-
 ¿No te importa que vaya a despertar o te estás haciendo el duro?
 ¿Por qué dices: ¨Hablando de perder el tiempo¨?
 Es de mala educación responder una pregunta con otra. –replico- Como
sea, solo tengo 40 días para continuar la búsqueda, una vez más estamos en
el mismo punto, siento que estamos andando en círculos. –suspiro-
 Hey! No te desanimes, Fantasmita, vamos a encontrar la manera de que
regreses, tranquila.
 ¿Sabes? Cuando estoy nerviosa… me pone más nerviosa aún que me digan
que me tranquilice. Por cierto, pensé que no te importaba. Y no soy un
fantasma. -digo trazando un círculo en el suelo con mi pie, fingiendo un
tanto de desinterés y otro tanto de sarcasmo en la última frase-

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 Tal vez me importe un poco, pero TRANQUILA –se burla- no tan poco
como para que te sientas mal. –añade-
 ¿Damián? Hay algo que no sabes. –susurro-
 ¿Qué? –pregunta algo asustado-
 Que el mundo no gira alrededor tuyo.
 Tú mundo si gira a mi alrededor.
 Creído!!! –gruño-
 Tonta.
 Idiota.

Damián me cuenta que no pudo entregar los regalos que le compró a mi familia,
así que envió un mensajero, pero que irá al hospital a verlos, ha creado vínculos
de cariño con ellos, últimamente se llevan muy bien.

A mi hermana le compró una pulsera y un anillo a juego de plata, con unos


aretes del mismo material, además de un bonito vestido de flores. Para mi madre
había un juego de cocina con delantal, guantes, etc., y para mi papá un… taladro,
parece un poco ridículo -¿Quién quiere un taladro? Pues mi papá-

Al amanecer comenzamos el sondeo del lugar donde ocurrió el accidente que me


dejó en coma, para ver que podemos averiguar. Solo sabemos que el auto se dio a
la fuga, nadie vio matrículas, nada que pueda ayudarnos. Es como si allí nunca
hubiera pasado nada. No nos rendimos, ahora que tengo una nueva esperanza
quiero llegar hasta las últimas consecuencias.

Los días pasan, pasan, pasan y siguen pasando, y no tenemos ni una pista. No sé a
quién busco ni cómo hacerlo. Pero de algo estoy segura, y es que cada día es uno
menos, y un poco menos de esa esperanza que me movía al principio.

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Damián me ayuda siempre que puede, aunque han comenzado las clases y a
veces se escapa de la escuela para ayudarme no hacemos algo que sirva de
mucho. Una vez irrumpimos en uno de los controles de cámaras de seguridad de
la zona del accidente, solo había una cámara y el video era de pésima calidad, así
que tampoco fue muy útil, sin embargo pudimos ver algunas personas que
estaban cerca.

 Comienzo a rendirme. –digo en cuanto entramos en la casa-


 No puedes hacerlo, aún te queda tiempo.
 Escucha, tampoco es el hombre que fuimos a ver hoy, hemos buscado entre
todas las personas que pudimos y no es ninguna. Me queda poco más de
dos semanas. –indico cansada-
 Puede aparecer en cualquier momento, tengo fe en que así será. –insiste él-
 Pues a mí se me ha acabado la fe, cada día que pasa soy más débil, mis
poderes van a desaparecer uno por uno, hasta que sea yo quien
desaparezca.

Es cierto, cada día que mi alma pasa en la tierra, se irá debilitando poco a poco.

 Está bien si te rindes, yo no voy a hacerlo. Si no tienes esperanza, yo tengo


suficiente para los dos, y si no tienes fuerzas, yo la tendré por ambos. Pero
me niego a dejarte ir. ¿Me escuchas? Me niego. –sus ojos brillan y me habla
con total sinceridad, como si estuviera dispuesto a hacer todo por mí-

Aparezco en su cuarto y me recuesto en su cama, ya es de noche y estoy cansada,


no es cansancio moral, literalmente estoy cansada, es un síntoma de que pronto
voy a desaparecer sino encuentro lo que busco, los espíritus normalmente no se
cansan, ya que no tienen un cuerpo, y aunque corran todo el día seguirían
teniendo mucha energía, yo en cambio…no.

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 ¡Adriana, joder, Adriana! –escucho que alguien me llama
desesperadamente-
 ¿Qué pasa? –me desperezo-
 Te has…te has dormido. –parece muy preocupado-
 ¡¡¡¡QUÉ!!!! Eso es imposible, yo no duermo, nunca lo he hecho desde que
soy así.
 Los fantasmas no duermen, lo sé. Te has sentido así otras veces… ya sabes
débil, sin fuerzas…
 No, hoy es la primera vez, sabía que iba a pasar porque lo leí en ese libro
que encontré, pero no imaginé que… -un sollozo me corta la frase-
 No te preocupes, voy a hacer que regreses, no sé cómo, pero voy a lograrlo.

Al día siguiente todo es igual, voy a la habitación de Mona para olvidarme un


poco de todo. Está dibujando en el suelo, en su dibujo hay cinco personas, abajo
hay una niña y una mujer de la mano, y una chica y un chico con alas, arriba
aparece dibujado, en el cielo, algo que parece un ángel.

 Hola, Mona. ¿A quiénes dibujas?


 ¿No tienes idea? –pregunta ella con una radiante sonrisa-
 Pues… ¿Hadas?
 Noooo, somos nosotros, yo soy esta y mi mamá me toma de la mano, este es
mi papá que me cuida desde el cielo, y estos sois mi hermano y tú. –explica
señalando a cada uno con un dedo-
 ¿Y por qué tenemos alas? –pregunto curiosa-
 Porque ustedes me salvaron la vida, sois mis ángeles guardianes.
 Yo lo hice cuando el demonio se hizo pasar por Lucía. ¿y él? –me acomodo
para escuchar la historia-

107
 Fue el día de su cumpleaños, el 28 de octubre. Fuimos juntos a tomar
helado. Casi me atropellan pero él me atrajo y el auto no me hizo daño.
luego nos enteramos que ese mismo día habían atropellado a una chica
varias calles más adelante.

Me levanto sobresaltada. ¡No puede ser verdad! El 28 de octubre fue el día que
ocurrió mi accidente, creo que fui yo la chica a la que el auto atropelló varias
calles más adelante después del incidente de Mona, que no puede ser una simple
casualidad, si esto es cierto entonces… si Damián no hubiera sacado a Mona del
camino, no la habría salvado y a mí no me habría sucedido nada. ¿Será Mónica?
No puede ser ¡Maldita sea! Esto no puede estar pasándome. ¡Dios, no puede ser
Mona!

Capítulo 25

 Te quedaste callada de pronto. ¿Pasa algo? –me pregunta la pequeña-


 ¿No soñaste con la muerte de alguien ese día?

Mona se pone nerviosa de repente y mira hacia todos lados menos a mí.

 Y-Yo… no quiero hablar de eso. Me va a hacer daño si te digo –se frota las
manos con nerviosismo-
 ¿Quién te amenaza Mona? Nadie puede hacerte nada.
 No quiero hablar, no puedo. Vete por favor. –dice mirando el suelo-
 Está bien, no quiero presionarte, mañana hablamos. –me despido-

Me dirijo al lugar del accidente, a unas cuatro calles de allí hay una heladería
llamada: ¨Arco iris¨, cuando regreso le pregunto a Damián como quien no quiere

108
la cosa el nombre de la heladería y este me lo confirma. ¿es Mónica quien debió
morir en mi lugar? No puede ser…no puede ser…no puede ser.

 ¿Pasa algo? –la voz de Damián me saca de mis pensamientos-


 Tú estabas ahí el día del accidente y no me dijiste nada. –contesto de mal
humor-
 ¿Qué? ¿De qué hablas?
 Tu cumpleaños, un auto casi atropella a Mona y más adelante me atropelló
a mí. –mascullo-
 No sabía que eras tú, tienes que creerme. Por favor.
 Todo este tiempo buscando algo que estaba frente a mis narices. ¿Crees que
es Mona? Si no la hubieras apartado ese auto no me habría atropellado a
mí. Tal vez es solo una coincidencia, no puede ser ella. –digo arrastrando
las palabras con nerviosismo y moviendo las manos en el aire-
 ¡Maldita sea! Adriana, no quiero pensar en eso, ¿crees que no me duele? Se
trata de las personas que más quiero y una de ellas tiene que morir para
que viva la otra ¿Cómo crees que me siento? –pasa sus manos por el pelo
con frustración-
 No quiero ser egoísta, pero soy yo quien se va a morir. Tú sigues viviendo
¿Cuánto tiempo pasará hasta que me olvides? Vas a rehacer tu vida y yo
soy la que va a estar muerta porque la mía fue ROBADA. –grito la última
palabra y la pronuncio lentamente sílaba por sílaba-
 No quiero perderte… es mi hermana…
 Lo entiendo, –no lo dejo terminar la frase- hasta hace unos días yo estaba
dispuesta a irme por Alicia, ahora… ¿por Mona? Tal vez mi destino no es
vivir.
 No digas eso, yo te prometo que…

109
 No hagas promesas que no puedes cumplir. –lo interrumpo-
 ¡Hey, fantasmita! –su voz se dulcifica pero continúa triste- de verdad no
quiero perderte. No sé qué hacer, si no te quisiera todo sería tan fácil.
 Es lo que pasa cuando decides querer a las personas –repetí la frase que me
dijo él un día-
 No eliges a quien querer es cosa del corazón, ¿Recuerdas? Eso lo dijiste tú.
 ¿Me estás diciendo que me quieres?
 Intenté evitarlo, me prometí a mí mismo no querer a nadie para no sufrir
su pérdida, siempre que quiero a alguien… se va. Tengo miedo de que te
vayas. –baja la mirada, parece un niño perdido-

Me siento en el césped del jardín y dejo que mi mente viaje. Tengo muchas cosas
que pensar, alguien está amenazando a Mónica y debo descubrirlo, no le dije
nada a Damián hasta estar segura y tener pruebas, pues al sospechoso ya lo tengo.
Por otro lado no recuerdo si he podido tocar cuando Mona está despierta, es la
única forma de averiguar si realmente es ella la persona viva por error y solo hay
un modo para saberlo.

En la tarde todos cenan, nunca los había visto a todos juntos, la tensión se puede
cortar con una tijera. Mientras comen observo que Mona evita todo lo que puede
a Hugo, es obvio que le tiene miedo, ella sabe algo que yo no, y pienso
averiguarlo, no dudaría que él fuera quien la amenaza, pero necesito pruebas y
no una simple especulación mía. Cuando entré en esta casa me prometí que iba a
descubrir sus secretos y pienso lograrlo.

Necesito hablar con Damián, él se levanta de la mesa y me hace un gesto para que
suba a su habitación.

 ¿Qué ocurre? –pregunta-

110
 ¿Sabes algo de Hugo, quiero decir su pasado, familia, trabajo?
 Pues…no, ahora que lo dices no sabemos nada de él. ¿Por qué lo
preguntas? –frunce el ceño-
 No me da buena espina, se comporta extraño, desaparece siempre. Y creo
que Mona sabe algo que nosotros no sabemos. –digo-
 ¿Mona? Vamos a preguntarle…
 ¡NO! no podemos, creo que la está amenazando, ella le tiene mucho miedo.
 ¿Qué hacemos entonces? –pregunta confundido-
 Investigarlo, seguirlo sin que se dé cuenta, ya nos hemos infiltrado en la
policía, allí podemos obtener información de él.
 Eres impresionante, fantasmita.
 Lo sé.

Varios días han pasado desde que comenzamos a investigar a Hugo, Damián
descubrió que pasó siete años en un hospital psiquiátrico y ha ido a ese mismo
hospital para confirmarlo y conocer la razón por la que estuvo interno allí. Un
amigo de su madre que es policía lo está ayudando, claro, a escondidas de ella.

Gracias a mi invisibilidad yo me dedico a seguirlo, casi siempre va a un hotel con


prostitutas (una diferente cada día), yo preferí no presenciar lo que obviamente
hacían, pero las escuchaba gritar y me di cuenta que a Hugo lo excita golpear a
las mujeres, no llega a tener sexo con ellas, solo las golpea hasta dejarlas
inconscientes. No hay duda, está enfermo.

De regreso a casa yo voy en el auto de Hugo, si él pudiera verme probablemente


estaría muerta, sé demasiado, me he dado cuenta que es capaz de matar a alguien
de la peor manera, es un asesino de la peor calaña. Ahora temo por Damián, por
Mona y por Diana, lo peor es que no podemos denunciarlo sin pruebas.

111
Estoy sentada en el asiento del copiloto y de repente el auto choca con algo, Hugo
se va de bruces contra el volante, yo salgo disparada hacia afuera atravesando el
cristal y aterrizo en el suelo, hay un perro muerto justo entre de las llantas
delanteras, Hugo arranca nuevamente el auto y continúa su camino sin
preocuparse en saber qué fue lo que chocó. Cuando se pone en marcha el auto
me traspasa, tuve como una especie de déjà vu, entonces veo en mi mente un
recuerdo fugaz del accidente, ocurrió exactamente como ahora, solo que esta vez
no me ocurrió nada ni caí al suelo, pero en aquel instante pude ver al conductor,
fue Hugo quien me atropelló. Cuando lo conocí sentí que lo había visto antes, solo
que no lo recordaba.

Capítulo 26

Regreso a casa y Damián me espera en su habitación, lo veo desde el jardín


parado en la ventana. Voy hacia él.

 ¿Qué averiguaste? –pregunto-

 Estuvo internado por Trastorno Antisocial de la personalidad. –contesta-


 Perdona ¿Qué?
 Es un psicópata. Cuando era más joven vivía en España, robó a su padre un
arma y la llevó a la escuela, asesinó a tres chicos y un profesor. En el juicio
dijo que lo había hecho porque eran demasiado inteligentes y eso le
molestaba.
 ¡¡¡¡QUÉ!!!! Es peor de lo que pensé. –ahogo un grito-
 ¿Peor de lo que pensaste?

112
 Cuando lo seguí, me di cuenta de que fue él quien me atropelló aquel día,
lo recordé, es mismo auto.
 No puede ser, hay muchos autos iguales, no puedes saberlo.
 ¿Lo estás defendiendo? Te digo que fue él.
 No lo defiendo, solo quiero asegurarme que no estamos equivocados.
 ¿Por qué no me crees? ¿Acaso estoy loca?

Antes de que Damián pueda decir algo me doy la vuelta para desaparecer, pero
no lo logro, vuelvo a intentarlo y cuando abro los ojos sigo en el mismo lugar,
volteo para mirarlo y él me observa desconcertado. No puedo desaparecer y
volver a aparecer en otro sitio como antes, -adiós teletrasporte, fue lindo mientras
duró- Me siento vacía ahora, como si hubiera perdido una parte de mí.

Hoy termina mi plazo en la tierra, hoy es mi último día. Contemplo todo lo que
tengo alrededor, las flores, el azul del cielo, las aves, quiero recordarlo todo, y que
mi último recuerdo sea maravilloso. A las 5:41PM se cumplen exactamente 100
Días desde el accidente.

Escucho un grito horrible y sé que es Mona, tiene pesadillas de nuevo, voy a su


dormitorio para despertarla. Cuando llego ya está despierta.

 ¿Otra vez pesadillas? ¿No son muy seguidas ya? –inquiero alzando una
ceja-
 Yo, soñé con mi muerte, es horrible. –dice con la respiración entrecortada-
 Mona, cálmate.–digo agitada acercándome a ella-
 Me va a matar… me va a matar.
 ¿Qué? Ok, calma. Yo voy a ayudarte, solo necesito que me cuentes ahora
todo lo que sabes, mañana podría ser tarde. Demasiado.

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Susurro sentándome en su cama, distraídamente jugueteo con un hilito suelto de
la sábana, y me doy cuenta que no es Mónica tampoco la que debe morir. Tarde.
Me doy cuenta tarde. Maldito idiota que vives mi vida ¿Dónde estás?

La nena respira profundo y se seca el sudor de la frente, entonces comienza a


hablar.

 Soñé con la muerte de la abuela, la de Marcos, la de su mujer y todos


murieron luego de eso. Pero hay algo que no sabes, todos fueron
asesinados, por la misma persona. Ahora es mi turno. –solloza Mona está
temblando-
 ¿Por qué a ti?
 No lo sé, está loco, él mata a todos los que saben.
 Hablas de Hugo ¿Verdad? –inquiero en voz baja-
 ¿Cómo lo sabes?
 Lo hemos investigado. ¿Por qué no habías dicho nada?
 Me tiene amenazada con matarlos a todos si abro la boca, pero… decírtelo
a ti es como no decírselo a nadie ¿No?

Mona se queda callada de repente con la vista fija en la puerta, yo volteo para ver
qué ocurre y me encuentro con los ojos azul-verdosos de Damián que me miran
con una muestra de tristeza y culpabilidad.

 No! –exclama desde la puerta- ahora yo también sé la verdad, y va a tener


que matarme antes de tocarte un pelo.

Dice Damián acunando a su hermana en sus brazos, lágrimas traviesas se


escaparon de sus ojos.

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 ¿Por qué no me dijiste que además de ver fantasmas podías ver sus
muertes, enana? ¿Por qué? –le besa el pelo-
 Lo siento, no quería preocuparte, yo puedo con esto, en serio. –dice la
pequeña-
 No voy a dejar que te pase nada, soy tu hermano mayor y me lo tienes que
contar todo. Sea bueno o malo, yo nunca te voy a dejar sola pase lo que
pase. Te amo.
 Yo también te amo. –responde y le acaricia la mejilla a Damián- Hay algo
más que deben saber. –añade-
 ¿Qué cosa? –pregunto-
 Soñé con la muerte de Hugo hace unos meses, debió haber muerto en su
auto, conducía borracho, pero no sé qué pasó, de pronto llegó a casa, vivo.
–explica-
 Yo… -comienzo a decir- Tomé su lugar, voy a morir para que un asesino
viva.
 No! Ahora sabemos qué es él. –espeta Damián-
 Hoy es el Día 100, no queda tiempo, se acabó para mí. Al menos cumplí mi
objetivo, descubrir los secretos de esta casa, ya sabes lo que tienes que
hacer.
 No quiero dejarte ir, no puedo separarme de ti.
 Ni siquiera la muerte puede separarnos, Damián.

Escuchamos un estruendo horrible que venía de la sala, vamos corriendo hacia


allá, el búcaro y el televisor yacían en el suelo.

 ¿Cómo pudiste envenenar a mi madre? Eres un asesino.

115
Capítulo 27

Grita Diana a su marido ¿Cómo se habrá enterado? Le da una cachetada a Hugo y


este reacciona tomándola del cuello, va a estrangularla, Damián se le lanza
encima y le propina un fuerte puñetazo para alejarlo de su madre, pero Hugo es
más fuerte, retrocede por el golpe y viene hacia Damián con una furia feroz.
Diana trata de impedirlo agarrándolo del brazo, pero ese animal le pega
dejándola inconsciente. Damián avanza para volverlo a golpear pero este saca un
arma y toma a Mona como rehén, poniendo la pistola en las sienes de la pequeña.

Me siento impotente, no puedo hacer nada, solo soy un fantasma inútil que ni
siquiera puede tocar, levanto mis manos y ya no puedo verlas, estoy
desapareciendo.

Damián toma una botella de vino de la mesilla y la estrella contra la pared


convirtiéndola en un arma cortante. Diana logra levantarse, aunque muy
mareada, toma a Hugo de sorpresa y logra arrancar a Mónica de su amenaza,
madre e hija caen al suelo y Damián aprovecha para intentar quitarle el arma,
que cae al suelo. Mi vista comienza a nublarse, ya no logro ver más que sombras.
Escucho un disparo y veo un gran charco de sangre en el suelo, todo se apaga. La
oscuridad de la muerte me lleva consigo.

Narrador omnisciente

Hugo ha muerto, mientras forcejeaban el arma cayó al suelo, Diana la tomó y le


disparó para salvar a su hijo, que estaba siendo herido con el pico de la botella
rota. Damián se percata de que Adriana está desapareciendo y corre hacia ella

116
con toda la velocidad de la que es capaz, no logra alcanzarla, ella desaparece para
siempre justo antes de que él pueda decirle que la ama. Nunca se lo dijo y ahora
no podrá hacerlo, ella se ha esfumado en el aire, para siempre.

 Ni siquiera la muerte puede separarnos. –susurra las últimas palabras de


ella, dichas minutos antes-

Damián se deja caer en el suelo, y llora como un niño. Otra más que se va, otra
persona más que me abandona –piensa. Su hermana se le acerca silenciosamente
por detrás y le pone una mano en el hombro.

 ¿Se ha ido para siempre? –pregunta ella sentándose sobre sus piernas-
 Sí, enana.
 Adriana siempre logra lo que quiere, mira como descubrió lo que no
fuimos capaces de descubrir nosotros. ¿Por qué no merecer otra
oportunidad para vivir alguien tan especial?
 Porque la gente buena siempre se muere. –contestó Damián abrazando a
su hermana-
 ¿Dam…Estás bien?

Damián no responde la pregunta de su hermana, cae al suelo inconsciente, perdió


mucha sangre cuando Hugo lo hirió con el pico de la botella rota en el forcejeo,
justo antes del disparo.

Damián

Hoy se cumplen dos semanas desde que desapareció Adriana, dos semanas que
vengo a verla cada día, la casa se siente vacía sin ella, yo...también estoy vacío sin
ella. Me sacó de la tristeza con su alegría, para volver a hundirme en ella con su

117
ausencia. Se supone que debió morir aquel día que se acabó su plazo, no lo ha
hecho, pero tampoco despierta.

No sé por qué no ha vuelto aún, Hugo está muerto. Pero me temo que murió fuera
del plazo de los Cien Días, entonces ¿Por qué no ha muerto tampoco? Hace unos
días hablé con Marta, la amiga de mi abuela, ella no supo decirme, pero me
recordó una vez más la gran conexión que existía entre Adriana y yo. La
oscuridad atrae a la luz –dijo ella- Pero no sé qué significa.

Sostengo sus manos, ya no están tan frías como antes, como las de mi abuela. Me
inclino y beso su frente, se ve tan pálida como un moribundo, pero yo sé que no
lo es, tengo esperanzas de que va a despertar, y cuando lo haga yo voy a estar ahí,
donde siempre he estado, a su lado.

El doctor entra seguido de dos enfermeros. Hoy se cumple la prórroga que dieron
para desconectarla.
 Debe dejarla ir -me dice-
¿Qué se cree ese imbécil? No sabe que dejarla ir sería aceptar mi propia muerte.
Hago caso omiso y con actitud desafiante me aferro a ella.

Uno de los enfermeros tira de mí para intentar separarme, me giro y le propino


un buen puñetazo, el otro me agarra por detrás y me lleva hasta la puerta casi a
rastras, en ese momento escucho el ruido más doloroso mi vida... los Bip...bip...de
su corazón se fueron apagando, sentí como el mío se detenía con el último
Biiiiiiiiiiiiiiiiiip.

 Traigan el desfibrilador –grita el doctor-

118
Los enfermeros llegan de inmediato con el aparato.

 Planchas, –indica el médico- 270, ¡descarga! –no funciona- 300,


¡descarga! –tampoco esta vez- 360, ¡descarga! –nada-
Se detiene, nos mira con expresión triste y murmura agachando la mirada:

 Lo siento. Se ha ido.

Veo como su madre se desmaya, y su hermana se deja caer en el suelo, como si


sus pies hubieran dejado de funcionar de repente, René toma a Dany en sus
brazos que llora desconsoladamente, no me di cuenta del momento en que
llegaron a la habitación.

 No, no, no!!! ¡Maldita sea! –grito golpeando el suelo- Hey! Fantasmita, no
me hagas esto, por favor, abre los ojos. Si? Por favor. Te lo ruego. Vuelve
conmigo.

La abrazo con vehemencia, como si con aquel abrazo fuera a pasarle mi vida.
Siempre he sido egoísta, prefiero que ella no me tenga, antes que vivir yo sin ella.
Simplemente no puedo, es todo para mí, es mi vida y mi luz. La levanto y beso sus
labios, sus manos, su frente, la pongo en mi regazo y acuno en mis brazos su
diminuto cuerpo, tan delgada, tan frágil, y ahora sin vida, es imposible, no puede
estar muerta, ella no. Acaricio sus suaves y lacios cabellos. Coloco mi cabeza en su
pecho y no escucho los latidos de su corazón, solo hay un profundo y doloroso
silencio en su lugar.

Ya no tiene signos vitales, no va a volver.

119
No puedo aceptarlo, está muerta, muerta, muerta… MUERTA…esa palabra ya no
tiene ningún significado para mí. ¿Qué es la muerte? Es ese maldito juego injusto
del destino que se lleva a la personas cuando le han encontrado el truco, cuando
comienzan a ser feliz. Por qué se empeña en hacerle esto, es buena, es la chica
más dulce que he conocido, es alocada e impulsiva, y me saca de mis casillas y a
veces no aguanto su vocecita de niña pequeña que no para de hablar y sus
travesuras y sus inmadureces, pero daría todo lo que poseo para que abra esos
ojos castaños que hablan por sí solos y en los que me pierdo, solo para poder
decirle que la amo, y que adoro que se comporte como una niña pequeña aunque
finja que lo odio, y que si no está a mi lado mi vida es un infierno, y que me
encanta que sea testaruda y que no soportaría un solo segundo sin sentirla cerca
porque me volvería loco. La amo demasiado y no se lo dije, ahora ya no podré
hacerlo nunca, jamás sabrá que me moría por tocarla y que estaba dispuesto a
perder todas las horas que fueran necesarias para tenerla un solo minuto en mis
brazos.

Capítulo 28

No soy consciente del tiempo que llevo abrazándola, tal vez segundos, tal vez
minutos, no quiero soltarla, me aferro a su pequeño cuerpo como si fuera a
desaparecer de nuevo, mis lágrimas mojan su rostro pálido, parece el rostro de un
ángel dormido, no quiero dejarla ir, quiero irme con ella. Hoy he roto mi promesa
de no volver a derramar jamás una lágrima, de no volver a querer a nadie. Paso
mi mano por sus cabellos, la abrazo con fuerza, no puedo dejar de mirarla, no
quiero dejar de mirarla, quiero acordarme siempre de cada detalle. ¿Por qué ella?
Su hermana se me acerca y se arrodilla a mi lado.

120
 Damián, ya ha pasado una hora, está muerta, ya tienen que llevársela. –dice
llorando-
No le hago caso, coloco la cabeza de la chica que se ha llevado mi vida en mi
hombro, lo único que puedo decir una y otra vez aunque en vano, es:

 Regresa, por favor, te amo. Regresa. Fantasmita…te amo tanto, regresa.


 Damián, sé que es doloroso, para mí también lo es y mucho, pero ya está en
un lugar mejor, no está c…
Comienza a decir pero deja de hablar de repente, su expresión es la misma que si
hubiese visto un fantasma, entonces siento un susurro en mi oído.

 ¿Quién eres?
 Solo la persona a la que le acabas de devolver la vida. –respondo con
lágrimas en los ojos-

Nadie puede creerlo, mi fantasmita ha regresado de la muerte después de una


hora, los médicos no hablan de otra cosa, es un milagro, es el milagro que pedí al
cielo, el regalo que quería, es ella lo único que pido.

Salgo por un café, la felicidad me está volviendo loco. Es como si mi vida tuviera
sentido otra vez. Cuando volteo hacia el salón, justo detrás de mí, veo a mi abuela
con una sonrisa radiante.

 Vengo a despedirme, Damián, prometí que no me iría hasta que


encontraras la luz que te sacara de la oscuridad en la que estabas inmerso.
Ya es hora de partir. –dice ella-
 Pero Adriana no me recuerda. –replico-

121
 La luz atrae a la oscuridad, por eso tú estás aquí. La oscuridad atrae a la luz,
por eso ella está viva, vuestra conexión es tan fuerte que no uno puede
vivir sin el otro, su mente no recuerda eso, pero sí su alma.

Me dedica una sonrisa alentadora y desaparece tras una luz dorada que aparece
detrás de ella, iluminándole el camino, hace un gesto de despedida con la mano y
se desvanece.

Me hace feliz haber vencido los fantasmas del pasado, no lo digo literalmente, me
refiero a que el miedo a querer a las personas ha desaparecido, mi corazón vuelve
a latir con calidez, con alegría. Ahora todo es luz, ahora puedo ver las cosas que
no veía cuando estaba oscuro.

Antes de conocer a Adriana yo era un fantasma, estaba muerto en vida, sin


embargo ella era pura vida entre tanta muerte, pura alegría entre tanta tristeza.

Adriana

Abro los ojos, la luz me molesta. Siento uno brazos fuertes y cálidos alrededor de
mi cintura, mi cabeza descansa sobre unos amplios hombros y su rostro llora en
mi cuello. No logro reconocerle.

 ¿Quién eres?
 Solo la persona a la que le acabas de devolver la vida.-responde el chico
con lágrimas en los ojos-

122
Me he quedado dormida después de las 123481324 de pruebas que me han
hecho, me siento como un ratón de laboratorio, y aun no sé qué pasa. Por fin
puedo ver a mi familia, no los he visto desde que desperté.

Alicia es la primera en entrar, y me da un muuuuuuy fuerte abrazo, Dany se


acerca corriendo pero tropieza y me da un gran cabezazo.

 AUUUUSSHHHH!!!!!! ¿Esta es tu nueva manera de quererme? –hago


pucheros-
 ¿Quieres que vuelva a entrar en coma o qué?

Dice René riendo, mientras se acerca desde la puerta, me da un beso en la frente y


me pasa la mano por el pelo, despeinándome de modo juguetón. Yo arrugo la
nariz fingiendo enojo. Se coloca al lado de Dany rodeándola por la cintura, ya
sabía yo que estos dos se traían algo. Ay! Sí, amistad, cómo no.

 Sabía que ibas a despertar, eres la persona más grande que conozco. –dice
él-

Dany y Alicia se empiezan a reír por lo bajo.

 Si! Sobre todo lo grande que es. –se burla Alicia-


 Lo dice por mi voluntad, tonta, y no tienes que recordarme a cada minuto
que soy más pequeña que un gnomo. –mascullo de mal humor
cruzándome de brazos y todos ríen-
 Ni después de muerta cambias tu ¨carácter¨ -replica Alicia-
 ¿Después de muerta? –pregunto muy descolocada-
 ¿No lo sabes? Estuviste casi cuatro meses en coma, luego una hora muerta,
completamente muerta, sin signos vitales, nada. –contesta René que está
estudiando medicina y conoce el tema-

123
 ¿¡QUÉ!? ¿Qué día es hoy? –inquiero atónita-
 Es 19 de febrero de 2017. –responde Alicia-
 P-Pero ¿Me perdí la fiesta de Año Nuevo? –grito- Ay! Nooo!!!! Voy a morir.

Todos volvieron a reír, ¿De qué tanto se ríen? ¿Tengo algo en la cara?

 ¿Alguien les está haciendo cosquillas o ya me van a contar el chiste? –


inquiero molesta-
 Te estamos diciendo que estuviste mucho tiempo en coma, una hora
muerta y ¿tú sufres porque te perdiste la fiesta de Año Nuevo? –murmura
Dany-
 Además, si te vas a morir de nuevo, asegúrate de mirar esta vez hacia
ambos lados en la calle. –Dice René-
 Ja-ja-ja, mira cómo me río.

Mamá y papá llegan a la habitación corriendo y me abrazan con fuerza, yo les


devuelvo el abrazo y mi mamá llora.

 No llores mami, ya sabes que soy bien sensible. –hago pucheros llorando
también.-
 Te extrañé mucho mi vida. -dice papá-
 Te extrañamos mucho. –mamá lo corrige de mala gana y yo comienzo a
reír-
 Hay cosas que nunca cambian. ¿Verdad? –afirmo-
 Eso díselo a él/ella –dicen al unísono-

Después de muchos abrazos y de que todas las personas que conozco vinieran a
verme, me quedé dormida.

Malditos médicos, un día voy a eliminar todas las agujas del mundo.

124
Capítulo 29

Alicia y Dany se han empeñado en arreglarme, me pintaron las uñas, me


arreglaron el pelo, me maquillaron. Llevan horas en esto.

 ¡Arg! ¿Pueden parar ya? No soy su maldita muñeca de prueba, ni un


maniquí ni nada por el estilo. –refunfuño-
 Pues el color del maniquí lo tienes. –dice Alicia y Dany le propina un
codazo poco disimulado para que se calle.
 ¿Estoy pálida? No me digas eso. –digo al borde de la locura-
 ¿Qué querías? ¿Parecer una Modelo Top? Que estuviste en coma y te
moriste, métete eso en tu cabecita loca. –me regaña mi Big Little Sister-
 Tonta. –digo haciendo pucheros y cruzándome de brazos como una niña
pequeña que le dicen que no hay dulces por una semana-
 ¡Ay! No te he contado, José y yo somos novios.
 Lo sé. –digo-
 ¿Cómo lo sabes? Ya te vinieron con el chisme ¿Verdad? –dice Alicia
fulminando a Dany con la mirada-
 No sé cómo lo sé, solo sé que lo sé. Mierda. Me perdí en el primer ¨ Lo sé ¨ -
respondo.-
 Tranquila te hemos entendido. –dice Alicia-
 Por cierto, Damián vino a verte, pero estabas dormida y no quiso
despertarte, no va a poder venir estos días porque su mamá está en proceso
del Juicio. –interviene Dany-
 ¿Damián? ¿Es el Damián que yo conozco? ¿Por qué vendría a verme? Ni
siquiera hemos hablado nunca.

125
 Adri, cariño, ese chico es tu novio. Y vino a verte muy seguido en estos
meses. –dice Alicia-
 Es cierto, tal vez no lo recuerdes, los doctores dicen que puedes tener
amnesia, es normal que no recuerdes algunas cosas. –dice Dany-
 ¿Por qué su mamá está en un Proceso Judicial? –inquiero-
 Su padrastro intentó hacerles daño, estaba loco, ella le disparó en defensa
propia.

En ese momento un ruido me sobresaltó, un ruido como el de un disparo busqué


a mi alrededor el causante de semejante sonido, pero entonces caí en la cuenta de
que estaba dentro de mi cabeza, provocándome un momentáneo dolor y
dejándome aturdida.

Dany y Alicia se fueron a sus casas para prepararse para mañana lunes la escuela.

Los médicos dicen que evoluciono demasiado rápido, raramente para ellos, pero
después de tanto tiempo en coma y muerta, ya nadie espera algo normal de mí.
Mi destino es marcar siempre la diferencia.

Para mi mala suerte, esa evolución rápida me conlleva a que me acepten en la


escuela este año nuevamente por mis buenas calificaciones, para presentarme a
los exámenes finales. ¡Estudiar, Noooo! Qué mal, yo tenía esperanza de empezar
el próximo curso, después de todo un año de retraso no hace daño (en caso de
enfermedad) sería una vergüenza si una alumna como yo suspendiera alguna
materia y repitiera el año.

En dos semanas comienzo la escuela. ¿Acaso no pude haber estado en coma un


mes más?

Idiota, ¿Cómo puedes pensar eso?

126
Es cierto! Lo retiro.

Dos semanas después

 ¿Quieres darte prisa? Se hace tarde. –irrumpe mi mamá en el baño con


cara de pocos amigos-
 No me mires así, piensa en lo mucho que me amas, y que he perdido
práctica en esto de levantarme temprano y correr para la escuela. –la miro
con inocencia, ella pone los ojos en blanco-
 Solo hoy te la dejo pasar, mañana pones la alarma 20 minutos antes.
 Vaaaaaale. –y eso fue un bostezo afirmador-

El autobús se detuvo en la entrada del instituto y yo bajé con cara de: Maldita
mierda, ¿Es que nadie se ha dignado aun a ponerle una maldita bomba a la
escuela?

Caminé hacia dentro con toda la lentitud de la que soy capaz, entonces siento un
fuerte impacto contra mi cuerpo, era alguien mucho más grande que yo, bueno,
si me fío de eso, pudo haber sido cualquiera. Era Alma, que me abrazaba como si
nunca me fuera a ver de nuevo. Le devolví el abrazo.

 Estúpida, ¿No sabes mirar hacia ambos lados en la calle? Casi me muero sin
ti. –dice mi amiga con exagerado dramatismo, común en ella-
 Casi me muero yo… del aburrimiento, no sabes toda la mierda que puede
hablar Alma en dos segundos. –la interrumpe Carla que se acercaba a
nosotras desde atrás-

Me abraza, y luego nos disponemos a caminar hacia el pasillo para esperar la


campana que indica la entrada a clases, aun es bastante temprano.

127
 Ustedes dicen ¨casi me muero ¨, déjenme decirles que yo morí, literalmente.
 ¿En serio? Cuando Melody nos lo dijo, no nos lo creímos. –dice Alma-
 ¿Cómo lo sabe Melody? –pregunto-
 Es novia de Leo, el mejor amigo de tu novio. ¿Cómo iba a saberlo si no? –
responde Carla-

Se supone que tampoco debería saber que Melody y Leo son novios, ¿Por qué lo
sé? Todo es muy extraño.

 ¿Cómo puede ser Damián mi novio? No recuerdo haber hablado con él una
sola vez y ahora es mi novio.
 Hablando del Rey de Roma. –comenta Carla-

Volteo y ahí está él, con ese aire despreocupado que me vuelve loca, mirándome
con esos ojazos que invitan a perderse en ellos.

 ¿Podemos hablar un segundo? –pregunta echándole una mirada furtiva a


mis amigas, quienes captan la indirecta.
 Nos vemos en clases, Adri. –dicen y se van-
 Fuiste muy grosero. ¿Era necesario? –inquiero molesta-
 Escucha, necesito hablar contigo, sé que todo esto es muy raro para ti, para
mí también lo es, créeme, pero… -comienza a decir obviando mi
pregunta-
 Pues la última vez que me fui a dormir, era un completo fantasma para el
chico que me gusta –lo interrumpo- y de repente despierto y resulta que
somos novios y que han pasado cuatro meses. ¿Te parece raro? Raro es ver
un elefante rosa cagando helado, o que yo me quede sin palabras. Esto no
es raro es inaudito.

128
Damián sonríe y baja la mirada, como si se riera de una broma que solo él
conoce.

 La verdad es que es realmente raro que te quedaras sin palabras, eso nunca
pasa desde que te conozco. Espera… ¿dijiste que yo te gustaba desde antes
del accidente? –dice sonriendo de medio lado y con una mirada que me
corta el rostro-
 Y-yo… jamás dije eso. ¿Cuándo lo dije?... te estás imaginado cosas.

Tartamudeo como una tonta y la sonrisa de Damián se ensancha. ¡Dios! Pero qué
creído es.

 ¿Y… el accidente borró todo rastro de sentimientos hacia mí o todavía te


gusto? –dice acercándose-
 Todavía me gustas. –Las palabras salieron de mi boca antes de que yo
pudiera detenerlas- ¡No! Digo que… todavía me gustas, pero lejos, bien
lejos. –intento arreglar mi fatal error.

Él suelta una carcajada y se acerca hacia mí, hasta que nuestros cuerpos chocan,
yo doy un paso hacia atrás pero él me agarra de la cadera y tira de mí,
volviéndome a pegar a su cuerpo, aproxima su boca a la mía sin llegar a besarme.

 Estás segura de eso, yo creo que no. –susurra-

Capítulo 30

Me muero por besarte. Me encantas

 No me gustan los niños engreídos y arrogantes como tú.

129
 ¿En serio? Porque a mí me encantan las niñas como tú, sobre todo cuando
se ponen nerviosas.

Se acerca aún más para besarme y escucho el sonido de la campana, lo empujo y


me doy la vuelta para marcharme, Damián me toma del brazo y me gira
nuevamente hacia él, muy cerca de su cara.

 Literalmente, te acaba de salvar la campana.

Se va con las manos en los bolsillos, no sin antes dedicarme una media sonrisa y
guiñarme un ojo.

¡Dios! Este chico me va a volver loca.

En el salón todos mis amigos me dieron abrazos, la bienvenida, incluso el profesor


estaba feliz con mi reincorporación a clases. Todos menos yo, que solo pensaba en
poner una bomba en la escuela –Hipotéticamente- No soy una asesina psicópata
que va por el mundo explotando escuelas. Aunque debería considerarlo.

¡RECESO! Adoro ese horario, voy con mis amigas al área de recreo, lo llamamos
polígono. En fin, nos sentamos en un banco frente al polígono a conversar, lo de
siempre.

Melody se me acerca desde el otro extremo de la escuela, cuando llega me levanta


del asiento y me da un fueeeeerte abrazo, yo se lo devuelvo intentando recuperar
mi respiración, la verdad es que extrañé a estas chicas locas que son mis amigas,
cuando las conocí parecían normales, lo juro.

Nos vamos las cuatro a dar un paseo por la escuela, andamos todas de la mano, yo
me suelto en una pendiente y me deslizo por ella.

 Hace mucho tiempo que nadie hacía locuras como esa. –comenta Mel-

130
 Si, tenía que ser Adriana. –responde Alma-

Yo me giro para responderles y sigo caminando despalda al pasillo y de frente a


ellas, pero choco con algo duro y escucho una risilla arrogante detrás de mí, por
las caras de mis amigas supe que era él. Me giro para verlo.

 Hay cosas que nunca cambian. ¿Verdad? Siempre chocando con todo.
 Choqué un auto, deberías ver cómo quedó.
 ¿No se dio a la fuga? –replica divertido-
 Lo mismo que deberías hacer tú antes de que decida dejarte sin
descendencia.
 Tenemos una conversación pendiente. ¿No crees?
 ¿Conversación? No puedo, estoy con mis amigas.
 ¿Qué amigas? –enarca una ceja-

Volteo y ellas ya no estaban ahí, malditas ya se las verán conmigo por dejarme
sola en manos de este chiquillo engreído. Ya verán.

Estás en buenas manos. –me dice mi subconsciente-

 Te escucho. –digo resignada.-

Él suelta un fuerte suspiro y traga con fuerza, preparándose para hablar.

 Mira, sé que no me recuerdas, pero al menos déjame intentarlo. Déjame


estar a tu lado.
 ¿Y si no llego a recordarte nunca?
 Entonces vamos a crear recuerdos nuevos para ti, pero no me separes. –dice
y parece sincero-
 ¿Por qué de repente te gusto? Antes ni siquiera sabias que existía. Era un
fantasma para ti.

131
 Y no sabes hasta qué punto, fantasmita.
 No soy un fantasma. No te entiendo.
 Tranquila, no tienes que entenderlo. Perdón, odias que te digan tranquila
porque te pone nerviosa. –lanza una pequeña sonrisita-
 ¿Cómo lo sabes? ¿Qué sabes sobre mí Damián?

Seguro es la reencarnación de Patch pero rubio.

Damián abrió la boca para contestar a mi pregunta, pero sonó la campana y me


tuve que ir.

En el aula estaba peleando con mis amigas por dejarme sola. El profesor no llegó a
clases.

 ¡Vamos! Se les veía hablando muy plácidamente. –exclama Alma-


 Anda Adri, dile que si, él te quiere. –comenta Carla-
 ¿Cómo sé que es cierto eso? –inquiero-
 Dándole una oportunidad, si no nunca vas a saberlo. –oh! La sabia Alma-

Un chico llega a la clase justo antes que el profesor, pregunta quién es Adriana y
yo voy en su encuentro, me da un sobre sin remitente y se va sin decir nada.

Abro el sobre con la curiosa mirada de mis chismosas amigas encima, decía:

¨¨Sé que te da miedo la oscuridad.

Que estudiar está en tu lista de 3 cosas que más odias luego de la hipocresía y que te despierten.

Que adoras nadar de noche, porque se siente volar bajo las estrellas.

Que si pudieras salvar una comida que fuera a desaparecer para siempre, sería el helado.

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Que en las pelis tristes te muerdes el labio inferior para no llorar, pero terminas siendo un mar
de lágrimas.

Que te obsesiona el color azul.

Que adoras la navidad, dices que es por la familia, pero yo sé que es más por la comida.

Que cuando mientes te colocas un mechón de pelo detrás de la oreja y ladeas la cabeza.

Que no soportas que te digan que te calmes porque te pone más nerviosa.

Que amas los perros pero odias los gatos.

Que estás loca y que amo eso.

Que dices lo que piensas sin guardarte nada.

Que odias madrugar y te pones de un humor de perros cuando te despiertan.

Y que aunque no lo recuerdas… Sé que me quieres.

Eres mi pequeña fantasmita.

Te conozco más que a mí mismo, Adriana

¿Con esto doy respuesta a tu pregunta?

Capítulo 31

¿Cómo puede saber todo eso? Tal vez si es mi novio y no lo recuerdo.

 Solo espero no arrepentirme de esto. –digo mirando a mis amigas muy


seriamente, quienes se quedan muy confusas hasta que Carla lo entiende.
 AAAAAHH!!! –grita- ¿Eso significa que le vas a dar una oportunidad al
Príncipe Azul?

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 Sí, pero no grites. Y no le llames Príncipe azul, me gusta más Abominable
Hombre de las nieves. –digo haciendo un gesto de propaganda con mis
manos y mis amigas se echan a reír-
 Así que soy frío y abominable. –dice una voz detrás de mí y yo volteo con
carita de Yo no fui.-
 Oh-ooh! Ambiente incómodo! –dice Carla y se gira hacia Damián-
Deberías agradecerme, acabo de convencerla para que diga que sí.
 Gracias. No sé cómo pagarte semejante favor. –dice él con ironía en su
sonrisa-
 Soy la única soltera del grupo, solo tienes que presentarme uno de tus
amigos guapos y deuda saldada. –dice ella divertida, Damián se ríe y
asiente-
 ¿No deberías estar en clases? –pregunto cuando las chicas se van-
 Tengo asuntos más importantes que atender.
 ¿Qué tipo de asuntos?
 Unos con ojos que te matan y una boca muy tentadora. –susurra
acercándose a mí-
 Tienes buen gusto. –bromeo y él ríe como un niño-
 ¿Qué? –pregunta al ver que me quedo mirándolo embobada-
 Nunca te había visto reír así. –respondo-
 Sí que me has visto, solo que no recuerdas.

Suena la última campanada de la hora de salida, hoy fue mi primer día en la


escuela y ya parece que no hubiera faltado nunca.

Damián ha quedado en pasar por mí después de clases, a las ocho. Suena el


timbre, es él.

134
 ¿A dónde vamos? –pregunto curiosa-
 Vamos a hacer lo que más te gusta.
 ¿Helado? –pregunto con una vocecita de niña pequeña emocionada-
 Exacto.

El local es fantástico, creo que se llama el Polo Sur o algo así, los meseros van
vestidos de pingüino, no sé por qué, pero siento que estuve aquí antes. Estoy
segura de que ya he venido a este lugar.

Luego de tomar nuestros helados, Damián me lleva a un parque cercano. Yo me


recuesto al tronco de un árbol disfrutando de la sombra y del dulce aroma de los
Galanes de noche (una planta). Él se coloca en frente de mí y se ríe mientras pasa
una mano por mi mejilla.

 En donde sea que estés siempre vas a ser tú, nunca vas a cambiar. –dice-
 ¿Por qué lo dices?
 La primera vez que salimos juntos fuimos a esa misma heladería y pediste
exactamente el mismo sabor que ahora, luego vinimos al parque y escoges
el mismo árbol en el que descansaste aquel día. Sin duda eres la misma.
 ¿Por qué siento que no te ríes de eso solamente? Hay algo más.
 Nos besamos bajo este mismo árbol. ¿En serio lo olvidaste, fantasmita? –
puedo sentir nostalgia en su voz-

No puedo recordarlo, siento que es cierto lo que dice, sé que he estado aquí, pero
no recuerdo cuando.

 No me acuerdo, pero dijiste que íbamos a crear nuevas historias para llenar
el vacío que dejaron las que olvidé. Y no me molestaría un recuerdo de otro
beso aquí.

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Damián se quedó confundido, como si intentara creer lo que acabo de decir. Yo
me pongo de puntillas para estar a su altura, tomo su rostro en mis manos y lo
beso. Él demora un segundo en asimilarlo y me devuelve el beso con intensidad,
de repente sus manos me agarran de las caderas con vehemencia y me acercan
aún más a él, como si nunca fuera suficiente, como si llevara esperándolo desde
hace mucho tiempo.

Llego a casa y son poco más de las once de la noche, tomo una ducha rápida y a
dormir, mañana hay escuela y mi madre no me perdonaría un: Déjame dormir
diez minutos.

Ha pasado una semana y todo va muy bien con Damián, no he recordado nada,
absolutamente nada, él dice que no importa, pero yo realmente quiero recordar lo
que viví con él, cuando hablamos por primera vez…nuestro primer
beso…cuando me dijo que me quería. –si es que realmente ocurrió-

Desconfiada –me acusa mi subconsciente-

Lo raro es que lo recuerdo todo hasta el momento del accidente, y hasta ese
momento entre nosotros no había pasado nada, solo puede ser posible si ocurrió
después de eso, lo cual sería absurdo porque yo estaba en coma. ¿Por qué no
puedo recordar? ¿Cómo ocurrió todo esto? Maldita sea, voy a volverme loca.

Ya lo estás.

En el recreo estoy sentada con Damián en un murito en una esquina del polígono,
él nunca me cuenta nada de lo que pasó entre nosotros porque dice que no lo
entendería o peor, que no le creería, es una historia muy complicada. Yo estrujo
mi memoria en esfuerzo por recuperar lo que olvidé. Necesito recordar…necesito
recordar…necesito recordar… me repito una y otra vez, forzando al máximo a

136
mi cerebro a encontrar algo en él. Llevo días intentando descubrir algo, pero todo
está guardado bajo llave dentro de mi mente.

De repente siento un intenso dolor de cabeza, creo que me va a estallar, no


escucho nada más que un fuerte pitido en mis oídos. Me llevo ambas manos a la
cabeza como si así fuera a disminuir el agudo dolor, todo me da vueltas y el
corazón late dentro de mi cabeza. Un grito alterado se escapa de mi boca.

 Adriana ¿Estás bien? ¿Qué tienes? –pregunta Damián alarmado, veo el


terror en sus ojos, me alza el rostro con ambas manos para verme a los
ojos-
 ¡¡¡Mi cabeza!!! Me duele mucho. No lo soporto –mi voz se escucha como
un gemido débil y cierro los ojos con fuerza-

Damián me levanta del suelo y echa a andar conmigo en brazos, como si mi


cuerpo pesara menos que una pluma. Lo último que recuerdo es que murmura
que todo iba a estar bien y un ¨ no cierres los ojos, joder¨, luego todo se pone
oscuro a mi alrededor.

Capítulo 32

Estoy de nuevo en el hospital cuando abro los ojos. El doctor ha dicho que puedo
volver a casa, pero aún me estoy recuperando de un trauma muy fuerte y no
puedo presionarme demasiado, los recuerdos vendrán por sí solos –no lo creo- de
lo contrario los resultados serían peligrosos. No emociones fuertes, no presión y
blablabla.

137
Salimos del hospital, mis padres me llevan a casa, Damián tuvo que irse antes de
que yo despertara para cuidar de su hermanita que estaba sola.

Al día siguiente en la escuela él me sermonea todo el tiempo por presionarme de


esa forma.

 Me diste un susto de muerte, pensé lo peor, Adriana, tienes que estar


calmada. ¿Acaso no sabes lo peligroso que es esto? Tu vida está en juego…
 ¡Ay! ¡Bueno ya! –interrumpo alzando mis manos en el aire- Ya entendí,
pero tú lo recuerdas todo mientras que yo solo tengo lagunas mentales que
me vuelven loca. Quiero saber por qué me quieres y cuando te enamoraste
de mí, porque todo esto me sigue pareciendo muy extraño que de repente
me ames cuando lo único que sé es que no sabías ni mi nombre. –digo
exasperada-

No le doy tiempo a responder. Doy media vuelta y camino hacia otro lugar lejos
de ahí, él corre detrás de mí, me alcanza y toma mi mano.

Damián

Adriana se va enojada, muy enojada. Yo corro detrás de ella para detenerla, para
pedirle perdón, es cierto que para ella todo esto es muy difícil y no se lo estoy
haciendo más ameno para nada. Pero tampoco puedo decirle: ¨te vi cuando
estabas en coma y eras un fantasma y nadie podía verte.¨ Pensaría que estoy loco,
nadie cuerdo creería algo tan descabellado.

Si hace un tiempo alguien me hubiera dicho que correría detrás de una chica
para pedirle perdón, probablemente le hubiera escupido en la cara por idiota.
Adriana no cambia, lo cambia todo a su alrededor, incluido a mí.

138
Me acerco y tomo su mano. Entonces veo quien se aproxima a nosotros. Amanda.
No sé qué está planeando, pero no es nada bueno.

 Hola, chicos. –dice Amanda con una voz cargada de veneno-


 ¡Alguien llame a un encantador de serpientes! Andan sueltas y son de las
venenosas. –masculla Adriana, es obvio que no se podía quedar callada-
 No hace falta, tu novio es uno. –dice Amanda con una mirada malévola- y
se le da muy bien.
 Amanda, cállate y lárgate. –siseo entre dientes-
 ¿Sabes por qué soy así? –me mira con malicia, pero se dirige a Adriana-
 La verdad es que prefiero pensar que la falta de dignidad es una
enfermedad que sufren las mujeres frustradas. De todo corazón, que te
mejores. –replica mi chica con todo el sarcasmo en sus palabras-
 ¿Te ha dicho que te quiere? A mí también me lo decía. –suelta Amanda
cambiando el tema- pero no era verdad –prosigue- solo me lo decía para
ganar una apuesta. -Adriana me mira atónita-
 ¿Es cierto eso? –me pregunta Adriana-

Asiento ¡Mierda! Iba a decírselo, pero no así, no quería que se enterara de esta
forma, tiene los ojos vidriosos, pero no va a llorar, la conozco demasiado bien
como para saber que no va a llorar aunque se muera de ganas, no frente a mí, su
orgullo no se lo permite. Aún tengo su mano agarrada, siento como la aprieta con
fuerza sin darse cuenta.

 Amanda lárgate ahora, no me importas, la quiero a ella, no te rebajes más.


–digo-
 Déjala. –me interrumpe Adriana con el tono más frío que jamás había
escuchado y se gira hacia ella- Continúa.

139
 Cuando me enteré de que había sido solo una apuesta para tu lindo
Damián, no me importó y seguí a su lado porque lo quería.
 Y por eso te convertiste en su entretenimiento, sé el resto. ¿Sabes? Eres
como un parque de diversiones. Todos van pero solo a divertirse un rato.

Adriana la mira de una forma extraña, estoy seguro que dentro de su cabeza se
imagina golpeando a Amanda hasta matarla. Esta le dedica una media sonrisa
llena de odio.

 No se te hace raro que jamás hayan cruzado una palabra si quiera, y de


repente te ama. Es porque tú eres otra apuesta. Eres su nueva y estúpida
diversión.
 Adriana, escúchame. Ella fue una apuesta para mí, pero tú no lo eres, lo
juro, tienes que creerme. –digo tomando su rostro en mis manos para que
me mire a los ojos-
 ¿Cómo me cambiaste por una niñita estúpida? –grita Amanda con ira-
 Cierra la maldita boca de una vez. –espeto-

Esta vez no lo dije por Adriana, de hecho lo dije por ella misma, no le aconsejo a
nadie meterse con Adriana. Miro alrededor y había un círculo lleno de personas
mirando la escena.

 Cállate antes de decida que quiero trasformar tu rostro en mi nuevo saco


de boxeo. –masculla Adriana como última advertencia, aprieta aún más
fuerte mi mano inconscientemente, señal de que se agota su autocontrol.-
 ¿En serio? –Amanda finge temblar- solo eres una maldit…

No termina la frase, Adriana se le lanza encima con un fuerte cachetada que hace
le voltea la cara a Amanda, antes de que pudiera detenerla. Ambas caen al suelo
jalándose el pelo. Amanda está sobre ella pero Adriana gira con la fiereza de un

140
felino colocándose encima dándole seguidos golpes a Amanda una y otra vez en
la cara, sentada a horcajadas encima de ella para inmovilizarla. Aunque disfruto
ver como alguien le da a esa víbora su merecido, agarro a Adriana de las caderas
y la levanto en el aire, ella forcejea para volverse a lanzar, no entiendo como
alguien tan pequeño tiene tanta furia en su interior. Leo toma a Amanda, quien
está toda magullada, con un rasguño en la mejilla, la nariz le sangra y tiene una
herida en la ceja. Adriana por su parte solo tiene los nudillos ensangrentados por
la paliza que le dio a esa bruja y un pequeño corte en el labio.

Amanda y yo jamás tuvimos algo serio, yo solo la buscaba cuando estaba


aburrido, qué mejor para pasar el rato que una chica fácil, dispuesta a todo a
cualquier hora, era solo sexo. En ese momento me parecía genial, pero después de
Adriana, todo cambió. Ella seguía intentando soltarse de mi agarre, pero la giré
con fuerza hacia mí sujetándola de las muñecas. Me dio la cara y se tranquilizó,
yo la solté.

 Adriana, yo... –empiezo a hablar, ella me hace un gesto con su mano para
que me detenga-
 No te vuelvas a acercar a mí nunca más. -Se aleja unos pasos y la detengo
tomándola del brazo, se libera con brusquedad y se acerca a mi rostro-
 Me das asco. –susurra entre dientes-

141
Capítulo 33

Adriana

Es un idiota por creer que iba a caer en su trampa así de fácil. ¿se cree que puede
hacer lo que quiera solo por estar terriblemente bueno y tener una linda cara y
un cuerpo de muerte y un pelo que te cagas y unos ojos hermosos y ser
inteligente y sexy y lindo y alto y fuerte y… ¿En qué estaba? Cómo sea, jamás voy
a caer en su juego.

Ya lo hiciste y no vas a salir. –canturrea mi odiosa subconsciente-

Calla! Maldita.

Estoy sentada en el salón de clases con los pies cruzados sobre la mesa y los
brazos cruzados sobre mi pecho. El profesor aun no llega. Alma está sentada a mi
lado. Carla no pudo venir hoy a la escuela porque estaba enferma, debe estar muy
grave para no haber venido, para ella una ausencia a clases es un pecado de los
peores. En fin, Alma habla y habla sin parar, yo solo finjo escucharla, pero mi
mente está perdida en otra galaxia, estudio el ciclo de vida de los marcianos, al
menos eso es menos enloquecedor que la vocecilla de mi amiga hablando de lo
bella que es la vida con su novio. ¿Acaso no se da cuenta o su sentido común se
fue a jugar con vacas verdes al polo norte?

 En el libro de psicología que estoy leyendo dice en qué posición se coloca


una persona cuando está terriblemente enojada y no quiere hablar con
nadie. –comenta Alma-
 Enarco una ceja- Seguramente cumplo todos los requisitos. –musito-

142
 Nena, llevas dos días así, por qué no dejas que Damián te explique lo que
pasó.
 No quiero que me explique nada, no voy a escuchar sus mentiras. ¿no te
das cuenta que es un puto playboy? –grito bajando los pies de la mesa-
 No puedes confiar en lo que dice Amanda, ni siquiera puedes escucharlo
porque nunca es cierto que dice.
 Tampoco Damián.
 ¿No estás exagerando un poco? –cuestiona Alma-
 No, no estoy exagerando nada. Imagina que un día te vas a dormir siendo
ignorada totalmente por un chico, de repente él te ama con locura cuando
despiertas y luego te dicen que fue una apuesta. ¿Lo creerías?
 Bueno, viéndolo de esa forma… supongo que sí. Pero no deberías sentirte
mal, el que la hace…la paga. Justicia Divina.
 ¿Crees en algo como la Justicia Divina? –inquiero- para mí no es más que
un término que inventó un cura para erradicar el sentimiento de venganza
de las personas.
 ¿Qué estás pensando, Adriana? Conozco esa cara. –sentí como una sonrisa
maliciosa se abría paso en mi rostro-
 ¿Qué cara? –pregunto haciéndome la inocente-.

Alma me conoce demasiado bien como para saber que nunca me quedo de brazos
cruzados, ella dice que soy loca, alegre y todo lo bueno como amiga, pero la más
vengativa y rencorosa cuando alguien me hace daño, ella dice que no puedo
simplemente perdonar y olvidar.

Tiene razón.

Tú deberías estar de mi lado, tonta consciencia.

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No soy rencorosa, solo siento la terrible necesidad de devolver el daño.

Touché –brama mi subconsciente-

El profesor llega al aula y ella toma asiento a mi lado, la aburrida clase comienza.
Esto es muy raro, se supone que no debería entender nada de lo que está
explicando el profesor debido a mi ausencia a clases, sin embargo entiendo cada
palabra, es como si hubiera venido a la escuela durante esos cuatro meses.

Mi amiga se inclina hacia mí cuando el profe se gira a escribir en la pizarra.

 Por cierto, -susurra- vas el viernes a la fiesta. ¿Verdad?


 Jamás me lo perdería. –pronuncio cada palabra con lentitud, colocando la
goma del lápiz en mi labio inferior y la vista fija al frente-
 Yo sigo pensando que tramas algo. A mí no me engañas.

Capítulo 34

Damián

La campana del recreo suena y me levanto. Salgo del salón y alguien me detiene
tirando de mi brazo. Volteo y es Amanda, sentí un pinchazo de decepción, por un
momento pensé que podría ser Adriana.

Amanda me arrastra hasta el baño de chicas bajo la excusa de que tiene algo muy
importante que decirme.

 ¿Qué quieres? –digo en el tono más seco que pude-

144
 Solo quería recordarte los viejos tiempos. –hace un intento por lanzarse
sobre mí, pero la detengo, sé perfectamente lo que busca-
 Creo que te dejé bastante claro que no quiero nada contigo, ni amistad, ni
sexo, nada. Por culpa de tu maldita mentira Adriana me odia, métete en tu
cabeza que yo solo la quiero a ella. Tú solo fuiste una apuesta, sabes que
ella no lo es.
 Por qué la prefieres a ella, es una pequeña zorra astuta. No está a mi altura.
–masculla-
 Es cierto, está muy por encima de ti.
 ¿Es mejor que yo en la cama?

Amanda enreda sus brazos en mi cuello y me roba un beso de repente, cuando


logro separarla de mí, encuentro los ojos abiertos de par en par de Adriana –
mierda, vio a Amanda besándome- me mira estupefacta, pero una media sonrisa
irónica reemplaza la expresión de su rostro al instante.

 Hola, serpiente –se dirige a Amanda y luego me ve a mí- Hola, encantador


de serpientes. –su voz sonó como un punto entre sensual y perversa-
 No es lo que piensas… -intento en vano explicar-
 Tranquilo, cariño. Estoy segura de que Adriana ha visto alguna vez
adolescentes liberando sus hormonas en un baño. ¿verdad, Adriana? –me
interrumpe Amanda-

Adriana pasa por su lado y una sonrisa se dibuja en su rostro al ver los golpes que
ella misma le hizo a Amanda aun en su rostro. No dice nada, callada, solo
continúa callada, muy raro en ella. En su camino hacia adentro del baño pisa a
Amanda.

 Me has pisado, estúpida. –grita esta-

145
 Perdona, me dijeron que pisar mierda daba buena suerte.

Río por lo bajo. Mi fantasmita nunca pierde.

Lleva cabello recogido en un moño alto, el cual cae hacia un lado, ella lo desata y
mueve su cabeza de un lado a otro agitando su melena. Una vez que se acomoda
el pelo sobre los hombros da media vuelta y se recuesta a la encimera del baño.

 No me miren con esas caras, es el baño de chicas. –su voz es divertida y


cínica al mismo tiempo, esta chica me está volviendo loco-
 Interrumpes! –espeta Amanda de mala manera-

Adriana suelta una carcajada y fija su mirada en el espejo nuevamente, saca de su


pequeña bolsa algo para maquillarse, creo que es rímel y polvo. Entonces mira a
Amanda a través del espejo con una sonrisa.

 ¿No quieres ocultar esos golpes? Digo, pareces perra normalmente, pero así
luces como una perra callejera. Quien te los dio seguro te odiaba mucho.

Le ofrece el polvo, Amanda no lo acepta y sale echando pestes del baño, yo cierro
la puerta con seguro tras su salida y me coloco detrás de mi chica, ella ríe a
carcajadas hasta que siente mi contacto en su piel. La tomo de las caderas y la
giro hacia mí con un solo movimiento.

 ¿A qué juegas, pequeña?


 Estás demasiado cerca ¿no crees? –su voz suena calmada, seductora, pero
su cuerpo tiembla bajo mis manos-
 No has respondido mi pregunta. –la miro a los ojos, una nota de enojo
brilla en mi voz-
 Tranquilo, solo es un juego, tu propio juego. –susurra-
 ¿Quieres vengarte por la apuesta? Tú no fuiste una apuesta, no es cierto.

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 Entonces te perdono. De todos modos no siento nada por ti. –musita con
una sonrisa maliciosa y coloca un mechón de pelo detrás de su oreja-
 No te creo. ¿por qué tiemblas entonces?

Digo acercándome más a su cuerpo, mis manos aún descansan sobre sus caderas,
mis dedos se entierran en ellas y se le escapa un gemido casi imperceptible. Ella
abre la boca para responderme pero no la dejo decir nada, uno sus labios a los
míos y la beso. ¡Solo Dios sabe cuánto deseo sus besos! ¡Cuánto la deseo a ella!
Mordisqueo su labio inferior. Se separa de mí.

 ¿Qué haces? No quiero que me toques. –dice con la voz agitada-


 ¿por qué no? me deseas tanto como yo a ti. Antes no poder tocarte me
volvía loco. Ahora eres mía. No vas a escapar.
 ¿Vas a violarme? –dice irónica y enarca una ceja-
 Para eso tendrías que ofrecer resistencia y no veo que te resistas.

La beso de nuevo, mis manos viajan más allá de su espalda, más abajo. Adriana
sube sus manos desde mi abdomen, mi pecho, y las deja descansar detrás en mi
nuca. Mi boca viaja a su cuello y ella ladea la cabeza dándome total accesibilidad
a él, la levanto en mis brazos y la coloco sobre la encimera, sus piernas se
enredan en mi cintura. Recorro su pierna con mi mano, luego su cintura, hasta
que llego a la parte superior de su blusa y abro el primer botón. Ella se aleja un
poco y lleva sus manos hasta mi camisa y me la quita, me deshago de mi
pantalón, quedándome solo en bóxer. Adriana sonríe al ver el efecto que provoca
en mí, posa la mirada en mi erección y suelta una carcajada. Acaricia mi cuerpo
con sus finos dedos mientras se baja de la encimera.

 ¿Pensaste que iba a hacerlo contigo en un baño? Lo siento pero te dije que
era un juego y evidentemente has perdido.

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En un abrir y cerrar de ojos sale del baño con mi ropa y corre por el pasillo
riendo de su travesura. No me puede dejar así. Estrujo mi cerebro buscando la
forma de salir de aquí sin que nadie me vea y encima desnudo. Al menos llevo
puesto unos bóxer, no tengo opción, voy a tener que salir corriendo sin ropa
hasta mi auto y regresar a casa ¡Niña Traviesa! ¿Quieres jugar? Pues juguemos.
Esta me la vas a pagar, te lo juro.

Capítulo 35

Adriana

Viernes por la noche, estoy en mi habitación preparándome para la fiesta, llevo


un vestido negro corto sin tirantes y el pelo ligeramente ondeado cae sobre mi
espalda y mis hombros. Carla y Alma llegan a buscarme, yo termino de
maquillarme y nos vamos. ¡¡¡Yes!!! ¡¡¡Party!!!

Llegamos, todos estaban allí. Choco con una pareja que se estaba besuqueando,
volteo para pedir disculpas y la chica me mira con ganas de matarme, hasta que
mis ojos se adaptaron un poco y pude distinguir que era Melody y Leo con los que
había chocado.

 ¿Mel? Wau!! Deja algo para después. –bromeo y ellos ríen-


 Por cierto, Damián anda por aquí, deberías cuidarte, yo lo haría después de
haberlo dejado desnudo en un baño de chicas. –advierte Leo-
 Jah!!! Tranquilo, estoy segura de que no hará nada.
 Yo no diría eso, él siempre devuelve el daño. –comenta Leo con una
sonrisa-

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En eso tenemos algo en común, pero yo le devolví el daño a él por no haberme
dicho lo de Amanda, además él no puede devolverme un daño devuelto, bueno ni
yo entendí eso último que dije.

Bailaba con mis amigas hasta que sentí un brazo fuerte y musculoso tomar
posesión de mi cintura, él se colocó detrás de mí.

 No me digas que planeas dejarme desnuda en un baño. –bromee enarcando


una ceja-
 No será en un baño, soy un poco más creativo, pero voy a llevarlo hasta el
final. No planeo dejarlo a medias como cierta persona. –una corriente
sacudió mi cuerpo al escuchar sus palabras-
 ¿Vas a drogarme y llevarme a tu casa para luego violarme y dejarme
desnuda en un callejón? –él se ríe-
 No necesito drogarte, tú vas a ir por voluntad propia.
 Oh, sí claro. No tengo por qué hacerlo, no te debo nada.

Los ojos de Damián relampaguearon como si hubiera recordado algo.

 De hecho, te equivocas. Sí que me debes algo, me debes cien horas. Robaste


cien horas de mi vida, yo voy a robarle cien horas a la tuya.
 No te creo nada. Estás loco.

En ese momento un dolor agudo empieza a azotar mi cabeza, dejo de escuchar la


música de la fiesta, todo se queda en silencio. No escucho nada, tampoco veo
nada, el dolor es como la otra vez, pero un poco más ligero, aun así siento latidos
en mi cerebro que amenaza con estallar, luego dejo de sentir, pero luego siento
unas voces en mi mente, no tardo en identificarlas, una es mía y la otra de
Damián. Mi mente viaja a un jardín muy bonito, estoy hablando con él. Es…un
recuerdo.

149
 Ahora me debes 100 horas.
 200, en realidad.
 Las primeras son nulas en vista que lo hiciste para reducir un daño que iba
a ser peor.
 ¿Cuándo quieres que te pague mi deuda?

Escucho el eco de la voz de Damián cada vez más nítido, como un sonido lejano
que se va acercando. Vuelvo en mí, y él me sacude suavemente por los hombros.
Un mareo momentáneo me hace tambalear pero él me sostiene antes de que caiga
al suelo.

 ¿Te sientes bien? Podemos salir de aquí si quieres. –dice él-


 ¿Te estás aprovechando del momento para llevarme a tu casa?
 Me preocupo por ti.
 Lo sé, lo siento. Solo recordé algo.
 ¿Qué cosa? –casi noto emoción en sus ojos, no estoy segura-
 Que lo que dices de esas cien horas es cierto. ¿Cuándo quieres que te las
pague?
 A partir de mañana, te vienes a mi casa el fin de semana. –exclama con una
sonrisa traviesa-
 ¿Qué? ¿Acaso hay droga en la fiesta? ¿estás drogado?
 No hay droga y no me he drogado, pasaremos juntos desde el sábado, serán
aproximadamente cuatro días lo que equivale a cien horas. –declara-
 Pero el lunes y el martes son días de escuela. –espeto y él me mira
divertido-
 Creo que tu amnesia sigue empeorando. ¿Ya olvidaste que nos vamos de
excursión el domingo? –se burla-

150
Oh!! Mierda, lo había olvidado, y ni siquiera he preparado mi maleta.

En mi escuela, los meses de febrero y marzo hacen excursiones, en las que cada
semana van dos grupos diferentes, allí aprendemos a pescar, cazar, las
aplicaciones de las diferentes plantas medicinales, fogatas, es decir, es como una
escuela campestre. Esta semana le toca a mi clase y a la de Damián, si es que este
chico me sale hasta en la sopa, no podía ser otra clase, tenía que ser la suya.

 No he preparado mis cosas aun, tengo que empacar mi ropa, mi loción anti
mosquito, zapatos. Aush! Creo que no podré ir a tu casa mañana. –me
excuso y hago un fingido gesto de tristeza-
 Buen intento pero no te vas a escapar de esta, paso por ti mañana a las
cuatro. –fue más su decisión que mía-

Sábado por la mañana…

 Pero… ¡Mamáaaaa! –grito exasperada-


 Adriana, ya le dijiste que irías, ahora no te puedes echar para atrás.
 Yo no le dije nada, él lo decidió solo.
 Vamos, ya es hora de que te diviertas un poco, te lo mereces después de
todo. Él es tu novio, nena.
 Pero… -juego mi última carta- es un chico, tú nunca me has dejado ir sola
a casa de un chico a quedarme a dormir. ¿Qué cambió ahora? –replico
cruzándome de brazos como niña pequeña-
 Ya eres lo bastante madura para que pueda confiar en ti. Damián es un
poco arrogante, pero se ve que es bueno y te quiere, te irás con él y no se
habla más del tema.

151
¿Qué? ¿Yo, madura? ¿Damián, un poco arrogante? Damián es muuuuuuuy
arrogante. A mi mamá definitivamente le afectó mi casi muerte.

Termino de empacar mis cosas para el campamento, mi madre decidió que me


fuera con Damián. Intento hacerla cambiar de opinión a como dé lugar. Le lanzo
una camiseta que le da en la cara.

 ¿Y si quedo embarazada? Dos adolescentes durmiendo juntos, nadie sabe lo


que puede pasar.
 Usa condón, querida. –esa fue su última palabra, ella no iba a cambiar su
decisión.-
 Alicia dile que es una locura. –grito cuando mi hermana entra al cuarto,
ella se encoge de hombros.-
 No es mala idea, tata.
 Traidora.

Mi madre me lanza la camiseta nuevamente.

Capítulo 36

Llegamos a la casa de Damián y sale corriendo una pequeña que llega hasta mí
con tanta fuerza que las dos caemos al suelo y Damián suelta una fuerte
carcajada. La niña me abraza aun en el suelo y cuando voy a levantarme sale el
perro con la misma rapidez, yo grito y vuelvo al suelo antes de que el perro me
lance también sobre el césped.

152
Damián me tiende una mano para ayudarme a levantarme, pero a mitad de
camino me arrepiento y decido tirar de él al y cae al suelo junto con la niña, el
perro y yo. Todos reímos como locos, excepto el perro. ¿Los perros pueden reír?

 Hola! -Me dice la niña cuando nos levantamos-


 Hola, Mónica. –respondo y todos se me quedan mirando asombrados, si yo
no fuera yo misma también me mirara estupefacta. ¿Cómo sé su nombre?-
 ¿me recuerdas? –pregunta con un brillo en los ojos-
 Pues, cuando vi tu cara la asocié con ese nombre, pero la verdad es que no
te recuerdo. –bajo la mirada-
 Pues no pasa nada, te voy a caer bien por segunda vez, todos me adoran y
los que me olvidan tienen el privilegio de adorarme dos veces. –bromea-
 Eres igual de modesta que tu hermano. –digo riendo y ella me abraza-
 Te extrañé, Adriana.
 Obvio. Yo también soy adorada por todos. –Mona ríe y entramos-

Recorro la casa, pero extrañamente conozco cada lugar. Como si hubiera estado
aquí antes. La madre de Damián se quedará esta noche en la oficina, solo
estaremos él, Mona y yo en la casa. ¡¡¡SOLOS!!!

Bajo a la cocina dispuesta a prepararme un vaso de leche, cuando mi pie roza el


primer escalón de la escalera escucho un grito en el cuarto de Mona. Corro hacia
allá y me la encuentro sentada en el suelo llorando.

 Es…estoy sa-sangrando… -dice cuando me ve parada en la puerta-

Me acerco con cuidado para ver que tiene, dudo un poco al principio teniendo en
cuenta que soy sangrofóbica.

153
Cuando veo el motivo de la sangre me da un ataque de risa, caigo al suelo
aguantándome el estómago sin poder dejar de reír. Ella llora aún más cuando ve a
su hermano entrar en su dormitorio preguntándole que le ocurre muy
preocupado, yo me incorporo intentando ponerme seria y le explico.

 Damián, creo que es hora de que hables con Mona sobre eso.
 ¿Sobre qué? –frunce el ceño-
 Sobre ESO. –digo enfatizando en la última palabra-
 Aaaaaah! Ya entiendo.
 ¿De qué hablan? Sigo aquí, ¿saben? –interviene Mona y Damián me mira
con cara de: ¿qué digo?
 Verás…enana, -empieza a decir- Adriana te lo va a explicar.
 ¿Yo? No puedo, es tu hermana, no sé qué decirle.
 Fantasmita, eres mujer, dile lo mismo que le dijiste a tu hermana cuando
pasó.
 Le dije que había tomado veneno y moriría en dos días. Y no soy un
Fantasma.
 ¿En serio le dijiste eso a tu hermana? ¿Estás loca? Bueno, eso no importa
ahora, dile lo que te dijo tu mamá.

Tomé aire y miré a Mona, no sabía cómo explicarle que ya era una chica grande
que menstruaba.

 Mona, esa sangre se llama menstruación o regla o periodo o tus días, como
quieras llamarlo, vas a sangrar cada mes. Es el primer paso de las mujeres
cuando se hacen mayor, luego pierden la virginidad, y más tarde tienen
hijos. –explico como puedo, pero ella me mira confundida-
 ¿Qué significa perder la virginidad? –pregunta ladeando la cabeza-

154
 Pues… es cuando una persona tiene sexo por primera vez, ya sabes, el
hombre…
 Sí, ya entendió. –me interrumpe Damián, a quien los colores habían
desaparecido de su rostro, yo río por lo bajo-
 ¿Tú perdiste la virginidad? –pregunta ella-

Yo palidezco.

 Esas cosas no se preguntan, nena. –respondo casi en un hilo de voz-


 ¿Perdiste la virginidad con mi hermano? –quiso saber-
 Mona, te mentí, sangras porque tomaste veneno y morirás en dos días. –
digo y me dirijo a la salida, pero Damián me atrapa en el camino y me
suplica con la mirada-
 Ella perdió la virginidad conmigo. –le dice sonriente a su hermana-
 ¡¿QUÉ?! No puedo creer que haya estado por primera vez contigo –digo
haciendo una falsa mueca de asco-
 Oh, vamos! ¿En serio eres virgen? –dice con una media sonrisa
inquietante y siento el calor apoderarse de mis mejillas.-
 Este tema es sobre Mónica, no sé en qué momento se giró hacia mi vida
sexual. –mascullo molesta, volteo hacia Mona y me inclino un poco para
quedar a su altura- Mira nena, por lo pronto perder la virginidad no es
algo que deba preocuparte, cuando seas mayor y encuentres al chico
que quieras de verdad lo harás, pero eso no pasará antes de los 16 por lo
menos. –dije y salí del cuarto a la velocidad de un cohete-

Algunas horas después yo estaba recostada en la cama de Damián leyendo un


libro en mi teléfono, cuando de pronto siento que alguien me hala por los pies.

155
Capítulo 37

 ¿Te has vuelto loco? Casi me muero del susto. –grito al ver que fue Damián
quien tiró de mis pies-
 No puedes morir dos veces el mismo año, así que calma. –se lanza a la
cama-
 Idiota, mejor me voy a bañar, antes de que se active mi interruptor de la
violencia y te golpee en la cara.
 Fantasmita… ¿De verdad eres virgen? –frunce el ceño incrédulo-
 ¿Qué te importa?
 Adoro las chicas que aún no se han estrenado.

Sé que fue una broma pero quise romperle la nariz, antes de que me diera cuenta
estaba pegado a mi cara, muy cerca. Intenta robarme un beso pero le pego una
cachetada y entro al baño.

Grito al verla, es horrible. Dios! Me da pánico verla, ¿Qué hace en el baño?

Damián entra sobresaltado por mi grito y ella viene hacia mí, yo me lanzo a los
brazos de Damián para evitar que se acerque a mis pies, él me sostiene
confundido y un poco divertido.

 Mata esa rata, hasta que no la saques no pienso bañarme. –grito


horrorizada-

Su vista recorre mi cuerpo en sus brazos y luego el animal, yo repaso lo que


acabo de hacer y… solo quise que me mataran a mí en lugar de a la rata,
pues…allí estaba yo…completamente desnuda, solo envuelta en una toalla… en
los brazos de Damián.

156
¿Alguien puede matarme, por favor?

¿Acaso solo yo hago este tipo de cosas? Por favor díganme que no soy la única. Él
intenta reprimir la risa y me deja sobre su cama, no se ríe, se comporta como todo
un caballero, al menos hasta que saca la horrible bestia del baño.

 Si te vas a reír hazlo ya. –mascullo cuando regresa a la habitación, yo ya me


había duchado y descanso en su cama-
 No me voy a reír, estoy acostumbrado a tus locuras, incluso creo que
empiezan a gustarme, sobre todo cuando haces cosas como saltar desnuda
a mis brazos. –dice con una sonrisa-
 ¿Te estás burlando? Idiota.

Damián

Me recuesto a su lado, ella está leyendo un libro en su móvil, yo me quedo


mirando el techo unos minutos. Río divertido al recordar como palidecía cuando
mi hermana preguntó acerca de su virginidad, Dios! No deja de sorprenderme,
cuando creo que la conozco bien me sale con esto, jamás lo habría imaginado, es
algo que me asusta un poco, pero a la vez me hace que la desee más. Es tan
inocente unas veces y otras es pura maldad, unas veces niña y otras una chica
madura y decidida, por eso la quiero porque es fuerte y frágil, tierna y salvaje, es
simplemente única.

 ¿Te dignaste a reír ahora? –pregunta irónica-


 Recordé algo. –respondo aun riendo.-
 ¿qué? –enarca una ceja- No me digas que fue el incidente del baño, porque
te juro que…

157
 ¿Por qué nunca me dijiste que eras virgen? Hemos estado a punto de
hacerlo en dos ocasiones. –la interrumpo-
 La primera fue en el baño de la escuela. –sonríe al recordar su travesura-
¿Y la segunda?
 En realidad esa fue la segunda.

Ella hace una mueca de dolor y comienza a sudarle la frente, el móvil cae de sus
manos y las lleva a su cabeza. Yo la tomo preocupado y la coloco sobre mi regazo
acunando su cabeza en mi pecho, ella tiembla y se le escapa un gemido
desgarrador como muestra del dolor que sintió de repente. No sé qué hacer.

 ¿Quieres que llame a un médico? –pregunto levantándome rápidamente,


pero ella me toma del brazo-
 No, quédate aquí, ya está pasando. –susurra y suelta un débil suspiro-

Yo vuelvo a la cama y la abrazo. Cuando el dolor se le pasa se separa de mí.

 ¿Te ocurre muy seguido? –inquiero nervioso-


 A veces, cuando recuerdo. El médico dijo que era normal, pero el dolor es
muy fuerte.
 ¿Y qué recordaste?
 La primera vez que nos besamos, estábamos en esta cama. Solo eso.
¿Cuándo ocurrió todo? ¿Por qué no lo recuerdo? –está muy confundida-
 Ya lo recordarás, solo no te presiones demasiado.
 Cuando pasa algo que ya ocurrió y lo olvidé, puedo sentir que ya lo hice,
como cuando me llevaste a aquella heladería, yo sabía que había estado allí
antes. Pero contigo es diferente, no creo…
 ¿No crees que te quiera realmente? ¿Es eso lo que ibas a decir? –termino su
frase, ella asiente-

158
 Solo te importan las chicas guapas para tener sexo. ¿Por qué yo? Hay otras
más bonitas. –une sus manos y baja la vista a ellas, yo levanto su barbilla
para que me mire a los ojos-
 Yo no te quiero para tener sexo. –confieso- Eres más que eso, yo sé que no
me crees, pero voy a demostrártelo con hechos y no con palabras. Solo
dame una oportunidad.
 Ya te la di, y Amanda terminó con la cara echa una mierda, y yo con mi
corazón echo otra mierda aún más grande.
 ¿Eso fue un ¨no¨?
 Fue un ¨duérmete¨.

En realidad fue un ¨ insiste un poquito más ¨

Adriana.

Me giro al otro lado de la cama y lo siento acercarse a mí, me acerca a su cuerpo


y lo escucho susurrar a mi oído:

 Si me dices que no cien veces, entonces cien veces voy a intentarlo de


nuevo.

Sonreí.

Capítulo 38

El reloj suena y Damián se levanta de un salto de la cama, yo le doy la vuelta a la


almohada y sigo durmiendo del lado frío. No quiero despertarme, miro el reloj y
sol las 5:30 AM. Gruño cuando Damián me dice que me levante o llegaremos
tarde, el autobús que nos llevará al campamento sale a las 6:30.

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Voy dormida en el ómnibus, elegí el asiento junto a Melody, Damián va con Leo
detrás y Alma y Carla van delante, todos están muy felices y yo roncando
prácticamente.

Por fin llegamos al lugar, las cabañas donde dormiremos no son como pensé, me
imaginaba habitaciones mugrientas y pequeñas, pero son muy limpias,
acogedoras y cada una tiene dos camas. A Melody y a mí nos toca dormir juntas,
así que unimos las camas, las cuales son pequeñas, pero unidas se convierte en
una cama para dos bastante espaciosa. Aunque he de reconocer que los colchones
son una maravilla.

Al cabo de un rato termino de desempacar mis cosas y escucho que el profesor


suena el silbato para ir a su encuentro. Salgo corriendo, él odia las
impuntualidades.

Nos explica que mañana comenzarán las clases, que el día de hoy es para
familiarizarnos con el lugar y las personas, muestra los horarios y revela las
reglas, no alcohol, no tardanzas, mucha disciplina, no peleas, etcétera.

En la mañana nos despiertan muy temprano, y nos conforman en equipos de tres


personas, mi equipo está formado nada más y nada menos que por Amanda,
Melody y yo, Damián forma equipo con Leo y otro chico. Mi ¨querida¨ amiga Mel
ruega a Damián para que cambie de lugar con ella y poder estar en el equipo de
su novio. Después de un largo rato Damián accede a su petición y viene a mi
equipo, donde Amanda no tarda en saltarle encima. Odio a esa gata.

Celosa.

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Comenzamos la caminata, el juego consiste en encontrar tres objetos, pero no
sabemos qué son, pero en el camino iremos encontrando pistas, el equipo que
llegue primero al inicio ganará.

Damián y Amanda van adelante, ella va colgando de su brazo y él no hace nada


para soltarse de su agarre. Resoplo frustrada, maldita Melody, voy a matarte por
hacerme esto.

 Creo que deberían dejar su gran amor para otro momento, acabo de
encontrar una pista. –digo molesta, señalando la rama de un árbol, no
logro alcanzarla, así que salto, inútilmente, Damián ríe-
 ¿Necesitas ayuda, pequeña? –se burla-
 No necesito nada de ti. –grito y la estúpida esa ríe-
 Las niñas no pueden hacer esas cosas, déjaselo a los grandes.
 Si no quieres que sea tu cara el primer objeto que lleve mejor cállate. –volví
a saltar y esta vez alcancé el pedazo de papel, tenía los puntos cardinales
pintados en él.-
 ¿y eso que significa? –pregunta Amanda molesta-
 Que buscamos una brújula –Damián y yo hablamos al unísono-
 Supongo que las grandes mentes piensan igual. –bramé mirando a Amanda
quien había entendido la indirecta-

Encontré la brújula en un nido de gorriones, caminamos un poco más y la


siguiente pista es un papel con las palabras: fuego, sol, luz.

 Estoy un poco indecisa pero creo que se trata de una linterna. –susurro y
Damián sonríe-

161
 Estaba pensando eso mismo. –sé que no era cierto, solo lo dijo para fastidiar
a Amanda quien tenía una cara de asesina en serie y me fulminaba con la
mirada, yo le dediqué una media sonrisa para molestarla más-
 Lo ves? Las grandes mentes piensan igual. –repetí lo que había dicho con la
pista anterior y prácticamente sentí la sangre hervirle-
 ¿Qué insinúas mocosa? –dijo dando grande y furiosas zancadas hacia mí,
yo no me moví del lugar-
 Pero que agresiva. –dije sarcástica-

Amanda levantó una mano para pegarme y yo la detuve en el intento, giré y su


mano quedó torcida, me alegro de haber asistido a clases de defensa personal el
año pasado. Ella lanzó un grito de dolor, yo sonreí y la solté.

 Es mejor que te vayas, dile al profesor que Damián y yo continuaremos la


búsqueda, inventa que te sientes mal. –le ordené cruzándome de brazos y
acercándome de manera amenazante. Ella miró a Damián quien no dijo
nada y se fue-
 ¿no fuiste un poco dura? –pregunta él la ver que ella se alejaba-
 Fui demasiado buena.
 Adriana, la odias, pero cada día te pareces más a ella.

En serio no creo que acabe de decir eso.

 Yo no soy como ella, no soy malvada ni envidiosa, siempre que puedo


ayudar a alguien lo hago, no intento apagar a los otros solo porque yo no
brillo y no me arrastro detrás de un chico que me dejó claro que no quiere
nada conmigo.
 ¿Estás segura de eso? –enarca una ceja-
 ¿Qué mierda insinúas? –grito-

162
 Por más que odies a alguien nunca lo harías menos, no sé Adriana, pero no
eres la misma.
 Sí que soy la misma, solo que tú no me conoces tan bien como crees. ¿Por
qué he cambiado según tú? Porque la golpeé cuando me insultó frente a
todos, porque odio verla cerca de ti, porque no soporto la idea de que haya
estado en tus brazos, ¿por eso soy como ella? Tú eres un imbécil que no
sabe nada. Es evidente que tienes una idea equivocada de mí, no soy mala
por defenderme de las personas como ella, si te diste cuenta ella iba a
pegarme. Pero ¿Sabes qué? si tanto te preocupa tu dulce Amanda ve tras
ella.

Dicho esto me alejé de él, caminé y caminé, no sé a dónde me dirigía dentro de


aquel bosque, tampoco me importaba, al menos no, hasta que comenzó a caer la
noche y el cielo amenazaba con enviar una gran tormenta y allí estaba yo, sola, a
varios kilómetros del campamento, perdida.

Capítulo 39

Damián

Me arrepentí de lo que dije nada más salir las palabras de mi boca, Adriana tenía
razón, ella era la misma, era yo el que no la veía tal y como era, una niña buena y
tierna, pero que podía convertirse en una leona cuando se sentía amenazada y
eso sucedía cuando Amanda estaba cerca, yo no pude darme cuenta de eso y
evitarlo, al contrario, le dije cosas que sabía que le iban a hacer daño.

Faltan pocas horas para que anochezca y la tormenta se acerca, no sé dónde está,
hace horas que debería haber llegado. No debí dejarla sola, tiene un pésimo

163
sentido de la orientación. Hablé con Melody y Leo, para que me acompañaran a
buscarla, antes de que alguien se diera cuenta de que había desaparecido y se
metiera en problemas.

Ya había oscurecido y el viento azotaba con fuerza las ramas de los árboles, los
truenos comenzaron a escucharse a lo lejos, Leo y Melody me dijeron que ya era
hora de irse y pedir ayuda, llevábamos tres horas buscándola y no había rastro de
ella. Me negué, les prometí que si no regresaba al amanecer entonces llamaran a
la policía. Ellos asintieron dudosos y se fueron, yo seguí buscando y gritando su
nombre.

La lluvia comenzó a caer, yo me cubrí con el gorro de mi abrigo impermeable,


saqué de la mochila la linterna grande de mano que habíamos encontrado en la
mañana agradeciendo que funcionara, la luz era larga e iluminaba buen tramo.

Volví a gritar. ¡Adriana! Y escuché unos sollozos cerca de donde yo me


encontraba. La vi recostada al tronco de un árbol, abrazándose a sí misma
intentando darse calor, estaba temblando y le sangraba una pierna. Alzó la vista
hacia mí y vi confusión en su rostro, como si intentara comprender si yo estaba
allí realmente o estaba alucinando.

La tomé en brazos rápidamente y me di cuenta que tenía calentura, había ido a


ese campamento otras veces y conocía bien la zona, así que la llevé a un pequeño
motel que no quedaba muy lejos de allí, estábamos demasiado lejos del
campamento como para volver bajo la tormenta.

Al llegar la anciana me saludó calurosamente, solía frecuentar ese motel cuando


quería divertirme con alguna chica.

164
 Hola, Damián, cuanto tiempo. –saludó con una sonrisa que se desvaneció al
ver a Adriana en mis brazos-
 Necesito ayuda, se perdió en el bosque y está ardiendo por la fiebre.

La anciana me entregó rápidamente una habitación y toallas, se fue a hacer una


infusión para bajarle la fiebre.

Al poco rato regresó con la infusión, vendas y ropa seca para Adriana, la mía no
se había mojado tanto gracias a mi abrigo impermeable.

 Esto va a bajarle la fiebre en un abrir y cerrar de ojos, la ropa es de mi


nieta, ella la deja aquí para no tener que empacar siempre que viene, no
creo que le moleste y le quedará perfecta a la chica.
 Gracias.

Adriana hizo mil muecas y puso mil pretextos para no beber aquella cosa, pero
terminó tomándolo.

Adriana

Desperté y la cabeza me dolía un poco, la tormenta se había convertido en un


aguacero, no reconocí el lugar donde estaba, pero me tranquilicé cuando vi a
Damián dormido a mi lado, en la misma cama, tenía uno de sus brazos rodeando
mi cintura. Me miré y me di cuenta que llevaba puesta un vestido azul con la
espalda abierta que no era mío, pero he de admitir que me quedaba bien ¿cómo
había llegado aquel vestido a mi cuerpo? ¿Dónde estaba mi ropa? Me fijé en el
vendaje que tenía en la pierna y recordé que me había caído y que Damián me
trajo aquí.

165
Recuerdo que mientras corría por el bosque tropecé y caí casi inconsciente en el
suelo, así fue como me herí la pierna. Un dolor muy fuerte azotó mi cabeza. En
ese momento vi imágenes pasar a modo de película por mi mente…un carro
atropellándome…yo sin poder tocar…yo en el hospital…yo en casa de
Damián…la abuela de Damián mostrándome un cuarto…un libro
extraño…Mona poseída…Fin de año…Hugo con un arma…lo recordé todo…
por un momento pensé que estaba delirando por el golpe, pero recordé por qué
Damián me llamaba fantasmita, y otras conversaciones que no entendía porque
no recordaba, sobre todo cuando me decía que no le iba a creer si me contaba lo
que había olvidado. Era cierto.

Miré el reloj y solo eran las dos de la madrugada, me senté en la cama y el


movimiento despertó a Damián.

 ¿Cómo te sientes? –preguntó desperezándose-


 Bien. –respondí, él puso una mano en mi frente para comprobar mi
temperatura-
 Ya bajó la fiebre, me asustaste mucho, pequeña.
 Lo siento, no debí reaccionar así, actué como una…
 No pasa nada, fue mi culpa. –me interrumpió Damián abrazándome-

Me levanté para ir ducharme, pero él me sujetó por la muñeca y nos volvimos a


acostar en la cama.

 Perdóname por ser un imbécil. –susurró acercándome a su cuerpo-

Tenía el torso desnudo, muy bien definido y musculoso, para abajo solo vestía un
pantalón negro. Intenté alejarlo empujándolo por el estómago, pero me arrepentí
cuando sentí la piel de su abdomen bajo mis manos, todo estaba completamente

166
oscuro, pero juraría que lo vi sonreír. Él llevó sus manos hacia mi espalda
desnuda y comenzó a trazar círculos en ella.

 Ahora todo está bien. –susurré para tranquilizarlo, él besó mi frente-


 Te quiero, Adriana.
 ¿Por qué?
 Porque le diste sentido a mi vida.
 Yo también te quiero.

Levanté mi vista y él me atrajo por la nuca hacia su boca. Fue un beso suave al
principio, pero fue haciéndose más y más intenso a cada segundo. Damián se
colocó encima de mí y me besó el cuello, sus manos bajaron a mis muslos y
fueron subiendo el vestido con lentitud por mis piernas. Su boca bajó a mi
vientre, trazando una línea de besos hasta llegar a mis labios. De repente se
separó de mí y se sentó a mi lado.

 ¿Qué pasa? ¿No quieres? –yo misma me sorprendí al escuchar la decepción


en mi voz-
 No es eso, pequeña. Claro que quiero, no sabes lo mucho que te deseo desde
la primera vez que te besé, me volvía loco no poder tocarte.
 ¿Pero…?
 Pero es tu primera vez, si lo hacemos ahora no habrá marcha atrás, tal vez
te arrepientas luego, quiero que sea con alguien que verdaderamente ames,
alguien especial.
 Tú eres alguien especial, Damián.

Él vuelve a besarme. Y se aferra a mi cintura.

 ¿Estás segura? –susurró contra mis labios, su frente descansaba sobre la


mía-

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 Sí, quiero que seas tú, no me importa no ser la primera, solo ser la más
importante.

Capítulo 40

Un rayo de sol se posa en mi cara, despertándome. Abrí los ojos con una gran
sonrisa, cuando volteé me encontré con la mirada de Damián a mi lado, recostado
de lado sobre un codo.

 ¡Buenos días! –dijo con una sonrisa y me besa-


 Buenos días, ¿Cuánto tiempo llevas despierto? –fruncí el ceño-
 Unos minutos, le prometí a los chicos que estaríamos al amanecer, pero no
quería despertarte, te ves adorable cuando duermes.
 Lo sé, soy hermosa. –bromeo y él se ríe-
 Muy, muy hermosa, y mía, solo mía. –sonreí al escucharlo y recordar la
noche, sus besos, sus caricias, fue mágico.-
 Sí, solo tuya. –afirmé-

Me levanté e hice una mueca de dolor, él me miró asustado.

 ¿Estás bien? ¿Te hice daño? –no pude evitar reír-


 No me hiciste daño en absoluto, Damián, solo me apoyé en la pierna mala.
–el suspiró aliviado y tiró de mi mano para que volviera a la cama, yo
obedecí y me acurruqué en su pecho-
 Anoche… -comienza a decir con timidez, Damián tímido es algo que
nunca maginé ver-

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 No me hiciste daño, fue genial, en serio. –envolví su rostro en mis manos y
besé sus labios, él me abraza y deposita un tierno beso en mi cuello-
 Te amo, pequeña.

Cuando llegamos al campamento, Damián me llevaba en brazos, a mitad de


camino la pierna comenzó a doler y no pude caminar más. Agradecí que todos
estuvieran desayunando y nadie nos viera, Damián me llevó a mi cabaña, para mi
sorpresa allí estaba Melody caminando de un lado a otro hablando al teléfono,
cuando nos vio colgó rápidamente y fue a abrazarme.

 Estaba llamando a la policía. ¿están bien? ¿qué te pasó en la pierna?


¿Llamo a un médico? –preguntaba nerviosa-
 Eh! Tranquila, estoy bien, solo necesito descansar un rato.

Damián me dejó en la cama y me dio un beso en los labios.

 Las dejo solas, voy a buscar a Leo para avisarle que estamos bien, al rato
vengo con tu desayuno, pequeña.

Damián salió y Mel se lanzó a la cama interrogándome con la mirada.

 Esa sonrisa bobalicona no fue porque te heriste la pierna. ¿Verdad? –


inquiere- te ves diferente, ¿ya me vas a contar o tengo que amenazarte de
muerte?
 Estás Loca, Mel.
 Aprendí de la mejor.

Mi amiga y yo hablamos durante una hora, le conté lo que ocurrió, por supuesto
obviando algunos detalles.

 Antes de mi accidente tú también eras virgen. ¿Qué pasó?

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 Conocí al chico perfecto, eso pasó.

Mi mente viajó a un momento en el que Mel y Leo se besaban en la azotea de la


escuela.

 ¿Lo hiciste con Damián anoche, verdad? –chilló dando pequeños aplausos-
 Shhhh! Habla bajo. –la regañé-
 ¿Eso es un sí? Wau! ¿Cómo estuvo?
 Genial.

Damián y Leo entran por la puerta y Mel se lanza sobre Leo, es una lástima que
no pueda hacer lo mismo. La parejita feliz nos otorga privacidad a Damián y a mí.

 Su desayuno, princesa. –dice dejando una bandeja en frente de mí.-


 Dam…tenemos que hablar. –su rostro se oscurece y se sienta en la ama con
semblante muy serio-
 Hace tiempo que no me llamabas Dam. –susurra bajando la mirada- ¿De
qué quieres hablar?
 Ayer recordé todo, no te lo dije porque…no sé por qué…la verdad. Estaba
recuperando mis recuerdos poco a poco pero creo que por la fiebre se
aceleró el proceso. –él suspiró aliviado-
 Fantasmita, no puedes comenzar una conversación diciendo ¨tenemos que
hablar ¨, creí que ibas a decir que te arrepientes, que se acabó lo nuestro o
algo parecido.
 Dam –sonreí- Yo nunca voy a arrepentirme por lo que pasó, te quiero, no
lo dudes ni por un segundo.
 También te quiero, pequeña. Me alegra que por fin hayas recordado.

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Capítulo Final

Hoy cumplimos un año de novios, ha sido un año perfecto, maravilloso. Cada día
que pasa nos enamoramos más. Lo nuestro promete ser para siempre. Decidimos
pasar nuestro día solos, sin nadie más, solo él y yo.

Llevamos un buen rato tumbados sobre la arena, el mar es del mismo color de sus
ojos, esos ojos en los que me pierdo, mi cabeza descansa sobre su pecho y puedo
escuchar los latidos de su corazón, mientras Damián juguetea con mis cabellos, se
inclina hacia mí y me susurra al oído:

 ¡Gracias!

Luego me besa, nos incorporamos y me siento en su regazo, él me coloca un


mechón detrás de la oreja.

 ¿Por qué me agradeces? -pregunto, él sonríe y me vuelve a besar-


 Porque yo estaba perdido y tú me encontraste, yo era mudo y tú me
escuchaste, yo era frío y tú me quisiste. -dice casi en un susurro- yo no
podía llorar y tú me hiciste sonreír, no podía querer y ahora te amo.
 En ese caso…gracias a ti…porque yo era invisible y tú me viste, yo estaba
dormida y tú me despertaste.
 Te amo. -susurra-

Al caer la noche decidimos que es hora de ir a la casa, en el trayecto nos


detenemos en un restaurante, él había reservado allí a mis espaldas. Al entrar uno
de los camareros nos llevó hasta una mesa bastante alejada del resto, allí nos
prestó un servicio especial, nos sirvió vino y al terminar la cena nos trajo una
tarta de chocolate con algo escrito: Te amo, fantasmita. Lágrimas salieron de la
emoción, pero por su mirada supe que aún no acababan las sorpresas, comenzó a

171
reproducirse un video con fotos nuestras, desde el inicio de nuestra relación hasta
las de ayer, no podía dejar de llorar, él se levantó y me apretó contra su pecho, no
sin antes besarme en los labios.

 Cuando te fuiste furiosa hacia el bosque aquel día y luego te vi temblando y


herida bajo aquel árbol no pude evitar pensar que era mi culpa, se me
encogió el corazón al verte así, pensé que era el peor idiota de todos los
tiempos, y entonces me prometí que nunca volvería a hacerte daño y que
mientras estuvieras conmigo solo llorarías de felicidad. –sus palabras solo
hicieron que mis lágrimas crecieran-
 Cuando te conocí también pensé eso, que eras un idiota, un arrogante, pero
entonces me di cuenta que era solo una armadura para que nadie te hiciera
daño, no querías querer a las personas porque siempre que querías a
alguien te abandonaba, entonces yo también me hice una promesa a mí
misma, que jamás te abandonaría, por eso regresé de la muerte. Eras todo
oscuridad y yo quería que conocieras la luz, pero conmigo.

Después de 45 minutos de viaje llegamos a su casa, apenas eran las 10:00 pm y


todo estaba oscuro, pensé en encender las luces pero estas se encendieron antes
de que pudiera encontrar el interruptor. Vi a todos nuestros amigos y familias
reunidas allí, ¡SORPRESA! gritaron, le había dicho un millón de veces a Melody y
a Dany que no planearan ninguna fiesta ni nada parecido, pero evidentemente no
me escucharon.

Comenzó una canción suave, y todos comenzaron a bailar. Paseé mi mirada


alrededor de la habitación y me pregunté cómo podía querer tanto estas personas
locas. Mel y Leo bailaban muy cerca y se veían más enamorados que nunca, Dany
por fin aceptó a René y llevan varios meses juntos, mi hermana y José me dedican
una pequeña sonrisa cuando me ven mirándoles, Alma sigue con su novio y Carla
no ha encontrado el amor pero dice que no le importa, vi a mis padres dándose

172
un beso y luego a la madre de Damián bailando con Mona, me alegró ver que la
felicidad y el amor tocaran las puertas de todos. Miré a Damián y supe que
pensaba lo mismo que yo.

 Todos son felices. –murmuró en mi oído, yo sonreí y lo rectifiqué-


 Todos… somos felices.

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Epílogo

10 años después…

La casa es un completo desorden, gente caminando para allá, gente caminando


para acá, voy a volverme loca. Ya casi es la hora, los invitados están a punto de
llegar. Melody y Alicia me están ayudando a poner los globos, tarea que debería
estar haciendo mi ¨adorable marido¨. Ay! Damián, ¿dónde carajo estarás?

 Mamá, ven quiero mostrarte algo. –me dice mi pequeño y adorado hijo,
cada día se parece más a su padre-
 David, mira como vienes, ¿Dónde estabas?
 Con mis amigos. –responde mi pequeño-
 Diles que entren para que merienden algo. ¿ya los invitaste a la fiesta?
 Mamá están aquí. ¿no los ves? –David ladea la cabeza con asombro-

Antes de que pueda responder veo a Damián entrar por la puerta con un pastel
muy grande, así que por eso estaba perdido, no deja de sorprenderme.

 ¿Dónde está mi campeón? –dice luego de entregarle el pastel a Melody,


David va corriendo hacia él y su padre lo levanta en sus brazos-
 Papaaaaaá!!!!
 Felicidades! Hoy mi campeón cumple seis años. Te traje un pastel grande
con forma de auto como me lo pediste.

Damián me besa y deja a su hijo en el suelo, su cara cambia de repente y me mira


preocupado.

 Hijo… ¿Quiénes son estos niños?


 Son mis amigos, papá. Mamá no puede verlos. –dice David pensativo-

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Su padre lo abraza y lo besa, luego me mira a mí angustiado. David ha heredado
el don de su padre, él también puede ver fantasmas. Mi pequeño se va a jugar y
Damián se acerca a mí y me abraza.

 Tranquilo, -digo pasando una mano por su espalda- si tú pudiste vivir con
esto él también lo hará, además nos tiene a nosotros. Ahora disfruta de la
fiesta.
 ¿Qué haría sin ti? Pero bueno, basta de drama, ¿Qué falta?
 Nada, mientras te perdiste yo lo hice todo. –pone cara de inocente- por eso
te toca poner la piñata.

Cuando todos los invitados llegan Alicia y José lanzan la bomba de que se han
comprometido, yo casi me echo a llorar.

Noto que Melody está muy rara y sube al segundo piso, yo decido seguirla. Entro
a la habitación a la que ella acaba de entrar y pongo las manos en las caderas.

 Anda, suéltalo. ¿Qué tienes? –pregunto-


 Yo…creo que…estoy embarazada, -me pongo a gritar de alegría y
prácticamente la empujo al baño-

Al cabo de unos minutos Mel sale con una sonrisa de oreja a oreja.

 POSITIVO –gritamos pero guardamos silencio de repente cuando


escuchamos una voz masculina irrumpir en el cuarto-
 ¿Qué? ¿Voy a ser papá? –mi amiga asiente y Leo la abraza y besa inundado
de felicidad. Yo salgo de la habitación para darles intimidad.

Bajo a la sala y me encuentro con Mona, ha llegado tarde porque estaba


estudiando para la universidad, un profesor muy bueno que murió el año pasado
la está ayudando.

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Dany y René tienen unos gemelos maravillosos, cumplen los siete años el mes que
viene.

Hora de cortar el pastel, todos se sitúan alrededor de la mesa donde se encuentra


mi hijo y cantan muy animados.

Happy birthday to you

Happy birthday to you

Happy birthday, dear David,

Happy birthday to you.

Fin.

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