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©Tracy Campbell
Un amor más allá del tiempo
Primera Edición diciembre 2022
Sello: Independently published
Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en las
leyes, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita del copyright,
la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier método o
procedimiento, así como su alquiler o préstamo público.
Gracias por comprar este ebook.
A mi hermana Ana.
Por ser una luchadora nata,
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
EPÍLOGO
NOTA DE LA AUTORA
PRÓLOGO
Cementerio de Chicago
25 de febrero del 2022 (viernes)
D
esde que la tristeza llegó para instalarse en el corazón
pesada, al saber que nunca más volvería a estar entre sus brazos o a
mujer más especial del universo. Una persona tan increíble que el mundo
debió detenerse cuando falleció en un accidente de coche mientras
Era imposible seguir adelante con la vida cuando él, con su muerte, se
había llevado su felicidad, su esperanza y todo el amor que había sido capaz
Christine jamás olvidaría cómo el ocaso de ese día no solo llegó con la
Y ahora, tras sobrevivir a los peores doce meses de su vida, solo podía
que lo cambiaría todo. Un amor que nació del calor de una mirada y del
escalofrío que esta le hizo sentir, pues esa mirada seguiría marcada a fuego
CAPÍTULO 1
Ciudad de Chicago
7 de noviembre del 2021
L
as gotas de agua resbalando por la ventana, le indicaron
estuviera sola.
—Maldita sea.
asesinato.
limpia.
que se había hecho esa mañana con una pinza del pelo ahora estaba a punto
desde que su abuela falleció, hacía ya más de cuatro años. Este cambio no
solo se debió a la casa que había heredado, así como todo cuanto tenía su
única pariente que tenía, y había muerto unos meses antes de la graduación
de Christine.
abuela Corín para cuidarla, pero la anciana era una mujer obstinada, incluso
más que Christine, y había insistido en que lo primero era que su nieta
la crio como a una hija, más que como a una nieta, afectó mucho a
Christine. Su muerte fue un golpe muy duro que le costó superar, sobre todo
porque se sintió culpable por dejarla sola y no estar junto a ella cuando más
la necesitaba.
Su abuela Corín había representado toda su familia, ya que la madre
Christine, Evangeline, había sido repudiada por sus padres cuando esta se
todo el barrio, y los que hasta ahora habían sido unos padres amorosos le
dieron la espalda tanto a su única hija como a la niña que esta tuvo y que
durante el año que aguantaron juntas. Sobre todo, debido a los continuos
cambios de humor que tuvo que soportar Corín de una adolescente, que
gustaba vivir sin límites ni ataduras, y por eso no pudo con el peso de sus
cuando esta contaba con menos de un año de edad, sin que jamás volviera a
una niña que nunca quiso y con la que no sabía qué hacer.
vínculo inseparable que las mantuvo felices y les permitió salir adelante, a
en sus cuadros, ya que por nada del mundo quería que su abuela viera el
Desde muy joven, comprendió que el amor solo le serviría para cortarle
Por aquel entonces, ella creía que la causa de ese repentino éxito era su
el lienzo.
estaba saludando.
ella.
—Hola, Kate, mi comida ha explotado en el microondas y me he
—No se lo digas a nadie, no quiero que la gente piense que soy un
recogido medio deshecho y tuvo que admitir que la muchacha poseía una
belleza tan marcada en sus rasgos y una elegancia en su forma de moverse,
asegurar que era una de los pocos clientes que nada más entrar en su
pastelería, sabía exactamente lo que quería.
Con la decisión tomada, siguió hacia adelante sin saber que esa simple
decisión cambiaría toda su vida.
prominente, se deslizo las gafas sobre la nariz con un dedo y la miró como
si fuera un insecto molesto.
tranquilizarlo.
—Yo... yo debo de haberlos confundido —murmuró el hombre, más
—Me equivoqué de paquete —declaró él al fin con una voz más baja
que un susurro, a la vez que miraba por encima de su hombro—. Su
le costara respirar.
Cuanto más tiempo pasaba frente a este hombre, más nerviosa se ponía
Christine, al no entender que fuera algo tan grave. Se había equivocado de
hubo un error?
—Oh, no. No puedo hacer eso.
paquete.
—De acuerdo, pero ¿eso está permitido?
—Al señor Marlow no le gustan las visitas y tiene cierta aversión a los
empleados de correos.
pinturas, entonces tendría que ser ella misma quien fuera a por ellas.
Con la dirección entre sus dedos, se encogió de hombros, al no querer
seguir discutiendo. Estaba claro que ese hombre no iba a ayudarla, por más
que insistiera.
—Gracias..., supongo...
No obtuvo respuesta.
CAPÍTULO 2
Q
uince minutos después, Christine conducía su furgoneta,
Quince minutos más tarde, Christine por fin llegó al lugar que el
empleado de correos le había indicado, y contempló la preciosa cabaña de
madera que tenía ante ella. Con solo una mirada se podía ver su
luz del crepúsculo que se colaba entre las ramas y caía sobre ella. Era una
hablaba.
había conseguido dar dos pasos y no había visto a nadie. Asustada, decidió
que era más prudente olvidarse de sus pinturas y salir de ese lugar cuanto
antes.
—Oh... um... de acuerdo —dijo ella alzando las manos para que no le
disparasen.
que de forma apresurada se giró para dar la vuelta y tropezó con una piedra.
—¿Estás bien?
no fue capaz de decir nada cuando alzó la vista y vio a ese hombre.
miraban fijamente.
Era el hombre más atractivo que había conocido en su vida, y sin duda
al verlo sonreír.
—Pensé que eras otra persona —dijo él, agachándose junto a Christine
larga historia que tiene más que ver con citaciones de desahucio.
Sabía que estaba siendo injusta al echarle la culpa, pero se sentía tan
frustrada, aturdida y dolorida, que era más sencillo pagarlo con él.
entrenamiento médico?
su ayuda. Algo que hizo que ella se sintiera aún peor. Sobre todo, cuando él
me suena doloroso.
un cabestrillo.
Estoy bien aquí. Mejor aún, conduciré hasta mi casa y mantendré mi brazo
que el brazo le dolía cada vez más y ese hombre olía de maravilla.
—Christine intentó parecer seria, pero no pudo contener una sonrisa cuando
—Puede que estés en lo cierto, pero ahora mismo no tienes otra opción
Sin una palabra más, Brian la cogió en brazos, tan de improviso que
sino además conocer un poco más a esa mujer que, no solo era preciosa,
sino que tenía un fuerte carácter que le hacía sonreír.
vivir solo.
—Es... agradable —indicó Christine, apartando su pelo de la cara
cajón y rompiéndola.
—¿Puedes culparme, después de la bienvenida que recibí? Estaba
en el suelo y mirarla a los ojos fijamente. Con ello captó toda la atención de
Christine, dejándola además sin aliento, para después, con sumo cuidado,
colocar la funda de la almohada a un lado.
—¿Estás preparada?
A Christine se le ocurrió miles de cosas para la que estaba preparada
con ese hombre, pero por suerte no contestó en el acto. Antes, le miró a los
labios y preguntó:
—¿Para qué?
nuevo.
—¿En paz, entonces? —dijo extendiéndole una mano.
—En paz —le aseguró ella, tomando su mano para sellar el acuerdo.
—Por cierto. ¿Cuál es tu nombre? —preguntó él, visiblemente curioso.
—Christine. —Ella le sonrió—. Y ya sé que tú eres Brian. Nos hemos
—Esa soy yo. Por suerte, no las llevaba encima cuando me caí al suelo.
—No te preocupes, las tengo guardadas en un lugar seguro. Espero que
decía. Algo que a esta le encantó, pues muchos hombres solo fingían interés
para llevársela a la cama.
—No tengo tiempo para médicos. Lo que tengo que hacer ahora es
pensar cómo voy a continuar pintando con el brazo en cabestrillo.
tener cuidado.
Christine se quedó pensativa durante unos segundos, hasta que se
más tranquilidad. Estaba preocupado por ella y sentía una fuerte sensación
de protección con esta desconocida, que cada vez le intrigaba más.
Con cuidado, la ayudó a colocarse bien el cabestrillo improvisado,
deteniéndose frente a ella y mirándola a los ojos.
él. Se la quedó mirando y pudo ver que ante él tenía una mujer especial que
no se asustaba fácilmente y que, como le sucedía a él, parecía intrigada ante
su presencia.
Sin lugar a dudas, era una mujer interesante a la que quería seguir
conociendo.
CAPÍTULO 3
C
hristine notaba como el dolor del brazo se acentuaba
conforme se acercaban a la clínica. Sabía que era normal,
falsas ilusiones con el interés de Brian por ella, pues estaba convencida de
que solo se trataba de una inquietud nacida de la culpabilidad y no de…
Ella solo quería llegar cuanto antes a la clínica para dejar de pensar en
Brian y en cómo se sentía en su cercanía, o en cómo la había mirado él
Se recordó que era una mujer adulta con un problema más serio en ese
momento, pues su lesión podría imposibilitarle que se centrara en su trabajo
aunque, si su lesión era tal como él le había dicho, siempre podría decirle a
Durante el trayecto, ninguno de los dos habló, quizás por no saber qué
más decir o porque el silencio entre ellos no era incómodo. Solo cuando
Brian detuvo el coche frente al edificio de aspecto moderno de la clínica, le
sola mano. Esta no puso objeciones a ese plan, pues sabía que tenía razón,
pero ahora, por primera vez desde la muerte de su abuela, dependía de otra
persona.
a esta hora. Así que, si hay muchos pacientes, podríamos estar aquí un buen
rato.
cada vez notaba con más intensidad. Incluso podría decirse que la sentía
—No nos iremos de aquí hasta que al menos te hayan hecho una
—Hm… ¿Alguna vez te han dicho que eres un mandón? —Nada más
estaba de guardia.
—¿Qué te pasa, cariño? —preguntó una bonita rubia, que no dejaba de
pues con ella no se había sentido incómodo—. Estamos aquí para que un
Nada más escucharlo, la rubia dejó de sonreír para mirar a Christine por
primera vez. Por supuesto, sin sonreírle, pero sí con unos ojos fríos que
más fría.
error de la enfermera, cuando afirmó que era su novia, aunque lo que más le
al verme.
Al escucharlo, Christine frunció el ceño y se le quedó mirando muy
seria, hasta que pudo ver cómo los hombros de Brian empezaban a temblar.
—No creo que sea así como lo hacen los scouts, pero de acuerdo.
lo terminamos juntos.
respuesta.
—Bueno, te lo agradecería...
Hacía solo poco más de una hora que Christine conocía a este hombre, y
Brian podía ser un hombre que vivía apartado del mundo en su cabaña,
embargo, había algo dentro de ella triste y oscuro. Como si hubiera sufrido
dejaba de sonreír.
—¿Hay alguien que se ocupe de ti? —preguntó Brian al llegar a la casa
a los ojos. Como si se avergonzara de que él supiera que estaba sola. Algo
que no era cierto, sino más bien todo lo contrario, ya que eso le decía a
falsas ilusiones.
—Pero tendrás a alguien en algún lugar que pueda venir a ayudarte…
Christine negó con la cabeza y Brian notó que se sentía incómoda.
Estoy seguro de que hay un buen puñado de hombres que darían lo que
fuera por estar contigo. Yo estaría encantado de ser uno de esos hombres.
¿Cómo podía decirle que lo que más deseaba era pasar tiempo con él,
pero que su vida estaba centrada en su trabajo? ¿Cómo decirle que ya lo
para pensar, para decidir si arriesgarse o no. Para intentar cambiar su suerte
con ese hombre.
—Es un mal momento para… —calló cuando vio cómo Brian curvaba
un lado de la boca en una sonrisa.
Este no quería demostrarle que estaba nervioso por su rechazo, y por
prudente y no imponerse.
—¿Un mal momento para…?
Visiblemente incómoda, ella le respondió:
ella.
—Me gustas. —Sus palabras eran escasas, pero suficientes como para
él, puesto que le atraía tanto que, si se doblegaba a aceptarle, estaría perdida
para siempre.
Pero solo tuvo que mirarle a los ojos y ver la ansiedad y anhelo que
Brian sentía por saber su respuesta, para saber qué iba a responder.
Puede que solo fuera una cita, pero era un buen comienzo.
Cementerio de Chicago
25 de febrero del 2022
Sumida en los recuerdos de su primer encuentro, Christine caminaba de
forma automática por el sendero del cementerio como tantas otras veces
había hecho en ese año.
donde el dolor y la tristeza eran solo palabras que jamás creyó comprender.
De esa manera Brian volvía cada día a estar vivo para ella,
percibiéndolo a su lado cada vez que caminaba despacio por ese lugar tan
dolor aún no había mermado como le habían asegurado que ocurriría, y esa
mañana su pena se había vuelto más insoportable al ser el primer
aniversario de su muerte.
Claro que encontrarse cada pocos días a su anciano vecino preguntando
por él, tampoco era algo que la ayudara a pasar página, más aún cuando ella
misma buscaba excusas para no asumir su pérdida, aunque ello significara
seguir sumida en su tristeza.
No pudo evitar que una solitaria lágrima resbalara por su mejilla, como
tantas otras lo habían hecho antes.
—Le dije que estabas trabajando y que regresarías pronto a casa —no
logró contener el sollozo por más tiempo y un reguero de lágrimas empezó
regreso, sino que ella también lo anhelaba con todo su corazón, pues le era
imposible seguir adelante en este mundo sin tener la esperanza de que él
regresaría algún día.
—Brian —susurró mientras contemplaba la lápida, y sentía por primera
conquistarla y donde una caricia suya significaba poner a sus pies todo el
universo.
El recuerdo de esa otra rosa roja le vino a la memoria, y Christine
volvió a evadirse de la realidad refugiándose en otro tiempo donde sonreír
era posible.
CAPÍTULO 4
Ciudad de Chicago
8 de noviembre del 2021
V
erlo frente a ella, esperándola impaciente, hizo que su
sino porque algo dentro de ella le decía que ese hombre era diferente a
cuantos había conocido, y estar a su lado podría ser tan peligroso como
acercarse a un fuego que te consumiría hasta las cenizas.
casa, justo en su misma acera, para no tener que invitarle a entrar y así
ahorrarse una situación embarazosa. No era la primera vez que quedaba con
un hombre en este lugar, para así poder mantener las distancias, hasta estar
bien segura de conocerle y de decidir por ella misma si quería algo más de
esa velada.
Una norma que había tomado después de tratar con unos cuantos
indeseables, que se tomaban la invitación como algo que no era, y desde el
entonces se había vuelto una mujer más precavida, y ahora prefería una
abierto como si estuviera retando al viento, con una mano dentro del
a la boca.
Tuvo que tragar saliva tras el repaso que hizo por su cuerpo, y deseó
que los pasos que lo acercaban a él fueran más lentos para recrearse por
sobre todo por la seguridad que emanaba de él, haciéndote desear tener esa
fortaleza que a su lado parecía tan natural.
giró la cabeza para mirarla, y durante unos segundos se quedó quieto con el
Por su forma tan descarada de contemplarla, supo con toda certeza que
la había reconocido, y casi la dejó sin aliento cuando vio formarse en sus
qué Brian la estaba contemplando tan fijamente, y qué era lo que estaba
masculinidad y deseo.
Cuando Christine estuvo lo suficientemente cerca de él como para ver el
devorando con la vista, como ella lo había hecho con él, y se sintió
poderosa al saber que había conseguido excitarlo con solo verla caminar.
Y ahora, cuando apenas los separaba un metro, notaba cómo sus ojos
sentirlo como se sonrojaba, y supo sin lugar a dudas, que la velada de esa
—Creía que ya no venías —le dijo Brian cuando por fin habló—. Me
puntual.
—Tampoco creo que sea muy elegante hacer que tu cita se muera de
Estaban uno frente al otro sin que ninguno de los dos se atreviera a
pero estaba convencida de que Brian estaba cavilando cómo conseguir ese
premio.
Lo sabía al ver el examen minucioso que hacía de sus labios, por su
boca entre abierta como si estuviera anticipándose a algo que ansiaba, y por
suculento manjar.
Pero lo más curioso fue darse cuenta de que ella también estaba
haciendo lo mismo que él, y sin embargo ninguno de los dos se atrevía a dar
Solo cuando la mirada azul de Brian dejó sus labios, y vio que él se
movía, se dio cuenta que sus inseguridades les habían hecho desperdiciar la
oportunidad de besarse. Algo que lamentó mucho más de lo que creyó que
haría.
El día anterior se habían sentido cómodos estando juntos, pero hoy
parecía que habían olvidado esa complicidad entre ellos. Esas sonrisas
abrigo, para segundos después sacar algo pequeño y colocarlo frente a ella.
—Por suerte el frío la ha conservado tan roja como tus labios —le dijo
ofrecía, sin saber qué hacer o decir por la sorpresa. La verdad es que jamás
llevara una rosa que parecía recién cortada cuando estaban en pleno
invierno.
—La primera vez que vi tus labios me recordaron al capullo de una rosa
recién abierta. Por eso no he podido resistirme a traerte una.
una.
—¿Y a mí no me las vas a dar? —le preguntó con picardía, viendo por
fin un destello del Brian divertido del día anterior.
—Ya te las he dado antes —le indicó para después llevarse la rosa a los
labios, como defensa a un posible beso. Le gustaba este juego, donde él
pero el beso en sus labios fue tan breve que apenas pudo saborearlo.
La sorpresa, unida al hormigueo que percibió en su piel, le hizo abrir los
ojos de golpe al mismo tiempo que Brian acercaba su aliento hasta su oído.
—Por esta vez me conformaré con este beso como premio, pero la
próxima vez que te bese no será tan tierno. No cuando ambos lo deseamos
tanto.
Christine se preguntó si estaba jugando con ella, hasta que vio su mirada
seria y lo supo. Brian no quería que ella pensara que era como cualquier
otro hombre que solo buscaba llevársela a la cama.
Sentirlo tan dulce y tan diferente le hizo darse cuenta, que si no apartaba
esos prejuicios de su mente y de su corazón, nunca llegaría a conocerlo.
A Brian no le hizo falta ser muy perceptivo para darse cuenta del
malestar que ella estaba sintiendo, y demostrando ser todo un caballero,
llevó con delicadeza su mano a su mejilla para acariciarla, y así tratar de
calmar sus remordimientos o temores.
—¿Te parece bien? —le preguntó a Christine logrando que sus ojos
brillaran emocionados, dejando a Brian sin aliento ante la belleza que estos
desprendían.
—Me parece una idea maravillosa —respondió Christine, viendo ante
ella al hombre que el día anterior se había preocupado por ella, la había
hecho reír y le había hecho sentirse relajada. Un hombre que ahora se
—No soy de las que salen huyendo —le respondió notando que la
tensión entre ellos desaparecía volviendo la conexión que habían sentido el
día anterior.
—Mejor, así me ahorro tener que perseguirte por toda la ciudad como
Era como si en esa calle, de ese barrio de Chicago, solo estuvieran ellos
y todo lo demás hubiera desaparecido.
de alegría que puso Brian, cuando comprobó que Christine también era una
apasionada del entrecot.
CAPÍTULO 5
Cementerio de Chicago
25 de febrero de 2022
esa forma tan extraordinaria con que la trataba haciéndola sentir importante.
Brian fue, en esa ocasión y en otras muchas que se repitieron en los
vez sinvergüenza que había conocido hasta entonces, y por eso resultaba
imposible dejar en el olvido esa primera cita que siempre estaría presente en
su memoria.
Ciudad de Chicago
entrara.
—¿Vamos muy lejos? —le preguntó al mismo tiempo que se sentaba en
el asiento del copiloto, dejándole bien claro que era una mujer curiosa a la
que le gustaba tener el control, y por eso Brian decidió provocarla un poco
surcar el lago mientras cenaba, se dio cuenta de que quería compartir con él
esa experiencia.
—No sé si ya has estado aquí antes, pero quería que nuestra primera cita
—Es la primera vez —declaró mirando al gran barco que tenía frente a
nunca hubiera querido subir a uno de ellos, al parecerle una cursilería que
estaba pensada para atraer a los turistas, y sin embargo, al hacerlo con
preguntándose por qué nunca antes le había atraído hacer con un hombre
dañaran.
haciéndola mecer, se dio cuenta que con Brian no estaba sintiendo ese
Fue con esta actitud abierta y decidida con la que se sentó a cenar en
la bañaba.
picante.
Una velada con un toque inesperado al ser acompañada por los últimos
rayos del sol, pues mientras el barco avanzaba derecho hacia el ocaso, el
luminoso astro moría para dejar paso a las sombras que fueron cubriendo
despacio la ciudad.
durante la cena, al igual que las tórridas miradas que Brian le lanzó durante
hecho. Pero lo más llamativo fue que a su lado se sintió como una mujer
hombre que cada vez que la miraba se la comía con los ojos.
—Me gustaría enseñarte la sorpresa que te prometí —le dijo Brian una
Sin poder negarse a acompañarlo, pues ella también deseaba vivir ese
Una vez que se pusieron los abrigos y dejaron atrás las mesas, así como
la barandilla de proa donde la luz era más tenue y la niebla más espesa, y
Desde ahí, rodeados de unas pocas parejas, que como ellos ignoraban el
luciérnagas.
—Una de las primeras cosas que hice cuando me mudé, fue subirme a
al oído, una vez que se colocó tras ella—. Fue algo espectacular que me
cercanía de él como algo más intenso que un simple deseo carnal, al notarlo
como una necesidad que tiraba de ella para cobijarse entre sus brazos.
Quería responderle con algo coherente que no la dejara como una boba
que se había quedado paralizada, pues era una mujer con experiencia en
citas y no quería quedar ante él como una novata. Sin embargo, a su lado
estaba sintiendo sensaciones completamente nuevas que la confundían, sin
quedara en nada.
mantener una conversación coherente con ese hombre que estaba poniendo
peculiar.
—Es la primera vez que alguien me dice algo así —le contestó en voz
baja, como si no supiera cómo debía actuar después de esa declaración.
Al ver que ella seguía sin decirle nada y sin moverse, se reprendió, al
haber sido tan directo con sus palabras, y deseó poder tenerla frente a él
para decirle lo que pensaba y para que supiera que era sincera. Por eso,
lentamente se giró, y para su sorpresa se encontró con Brian a escasos
centímetros de su rostro.
Por suerte para el raciocinio de ambos, Brian retrocedió un paso
dándole espacio, para así poder mantener la conversación que a los dos les
interesaba y que habían pospuesto durante toda la cena, ya que hasta ahora
—Es que es algo bueno. Yo personalmente odio los clones que siguen a
los demás sin pensar y sin desarrollar su verdadera personalidad. Me gusta
la gente auténtica como tú —le dijo mirándola fijamente, para no perderse
ningún detalle de su expresión.
Christine no pudo hacer otra cosa más que sonreír, pues sus palabras la
habían hecho sentirse a gusto consigo misma y con él. Era muy agradable
que alguien quisiera conocerla como persona, y que la mirara como si fuera
única y especial y no como un bicho raro al que no entendían.
Algo que llevaba sufriendo toda la vida, pues solo su abuela se había
dado cuenta de que era una persona que siempre marcaría sus propias
normas, y le gustó que él hubiera visto en ella lo que nadie más había
conseguido vislumbrar, a pesar de hacer poco que se conocían.
Sabía que había aspectos de su vida que la hacían diferente a las demás
mujeres, como el hecho de que su carrera la llenara lo suficiente y por ello
Todo ello hacía que muy pocos la entendieran, pues tenía unos gustos y
una forma de ser contradictorios, y por eso la consideraban una artista
excéntrica, a la que veían como una curiosidad o como un desafío.
—Reconozco que así es, pero no tienes por qué contarme nada si no
quieres.
Durante unos segundos, Brian permaneció en silencio, hasta que por fin
pareció decidirse. Lo cierto era que no había mucho en qué pensar, pues, sí
quería comenzar algo serio con Christine y que ambos fueran abiertos y
sinceros, él debía hablarle de esa parte de su pasado.
—Verás. Al principio, Elizabeth y yo solo éramos amigos. Nos
intención era comenzar con pequeños proyectos, y todo fue bien, hasta que
en uno de mis viajes me enamoré de Chicago y quise que compráramos la
sofisticado.
Por unos instantes, Brian se quedó pensativo.
algo más serio, pero por aquel entonces no supe verlo. Elizabeth siempre
fue una mujer obstinada que conseguía lo que quería, y me imagino que
solo me vio como algo más que adquirir. Creo que por eso le molestó tanto
que me empeñara en tener la cabaña. Era la primera cosa que deseaba por
mí mismo, y ella no estaba conforme.
hablando.
—Compré la cabaña sin su consentimiento, y fue entonces cuando
mudé a la cabaña.
»Creí que ella lo había comprendido y había seguido adelante, como
hice yo montando otro estudio de arquitectura en Chicago, pero tras diez
la pierda alegando que también es suya, al haberla comprado con dinero del
negocio de ambos. Ha conseguido que un juez apruebe la demanda y ahora
reclama por las malas su parte. De eso hace siete meses y todavía sigo
recibiendo notificaciones.
notificaciones de desahucio.
La sonrisa en sus labios indicó a Christine que estaba bromeando, pero
la tristeza en sus ojos le aseguró que él sabía que tarde o temprano perdería
su amada cabaña.
asunto que le era doloroso, y sabiendo que si continuaban por ese camino la
magia de la velada acabaría desvaneciéndose, decidió cambiar de tema.
—¿Qué lugares te gustaría conocer?
—Claro que sí, ¿O acaso crees que soy un mal tipo? —Sospechando de
que algo se le estaba escapando al ver como a Christine le estaba costando
contener la sonrisa, terminó curioseando—: ¿Por qué te sorprende tanto?
—Porque su perro murió hace más de diez años.
Brian se dio cuenta de que ella no aguantaría mucho más antes de estallar
en carcajadas, por lo que decidió empujarla a que las soltara y rieran juntos.
—¡No me lo puedo creer! —Empezó a quejarse, aunque era evidente
que estaba sonriendo, pues él tampoco podía contenerse—. Le creí al llevar
la cadena del perro en la mano.
desconocido que nada más verme me apuntó con un rifle. Eso significa que
además de notable tengo un ligero toque de locura.
—Por supuesto. ¿Qué sería del mundo sin mujeres atrevidas que se
lanzan sin miedo ante un desafío?
—Solo pinto cuadros que se venden bien, pero no sé si tengo ese toque
que convierte a una persona en artista —murmuró, sin poder aguantar por
más tiempo la mirada profunda de Brian, teniendo que apartar la cabeza
avergonzada al estar más acostumbrada a las críticas que a los elogios, a
el dedo índice para que le mirara a los ojos, y pudiera leer en ellos todas las
sensaciones que en esos momentos estaba sintiendo.
—Por la forma con que miras las cosas estoy seguro de que tienes ese
toque, e incluso me atrevería a decir que mucho más. Alguien con tu
No estaba muy seguro de saber qué era lo que esa mujer le hacía sentir,
pero no podía negarse a sí mismo que le agradaba estar en su compañía y
que quería saber más de ella.
Le parecía una mujer enigmática, atractiva y con un carisma que le
desconcertaba, pues aunque emanaba de ella una gran fuerza, también se
podía distinguir en sus ojos una dulzura tan genuina que te pillaba por
sorpresa.
Notó cómo su piel se erizaba allí por donde su tacto pasaba, y deseó como
nunca antes lo había hecho que en vez de sus dedos fueran sus labios los
causantes de ese estremecimiento.
—Eres tan hermosa que me haces dudar de que esto no sea un sueño —
le susurró Brian mientras observaba el camino que seguía su mano y sus
cuerpos comenzaron a acercarse sin ser conscientes de ello.
Ambos sabían que permanecer medio a oscuras bajo las estrellas era
que eran los últimos que quedaban por desembarcar, notando lo tarde que se
había hecho y de que lamentablemente la cita estaba llegando a su fin.
—Será mejor que nos vayamos antes de que nos llamen la atención.
Sin resistencia Christine asintió, aunque en su interior lamentaba que
esa velada acabara, pues hubiera deseado permanecer en ese barco hasta
que las estrellas hubieran caído del cielo.
Solo entonces volvieron a darse la mano y juntos se encaminaron hacia
la pasarela. Aunque Christine no pudo evitar mirar hacia atrás para
contemplar una vez más la visión de las miles de luciérnagas que brillaban
ahora para ella.
CAPÍTULO 6
S
entados en el coche que les conduciría hasta el final de la
Ninguno de los dos supo muy bien qué fue lo que sucedió después, pero
aún sostenía, y la besó con una pasión que nunca antes había
experimentado.
Un beso que los unió a través de sus labios, de sus cuerpos y de sus
corazones, y los llenó de algo que hasta entonces ninguno de los dos había
notado que les faltaba, pero que acogieron como si fuera el elixir de la vida.
Una caricia que acabó con sus barreras, y les hizo entender que ante ellos se
sensaciones, se dieron cuenta de que ninguno de los dos entendía qué les
Tras esta vinieron otras muchas donde marcaron Chicago con recuerdos,
y donde con el paso de los días, descubrieron que los sentimientos que les
esta primera cita se casaron, y que les mantuvo juntos otros tres años hasta
que la fatídica noche del accidente llegó, dejando a Christine sin el amor de
su vida al tener que despedirse de él para siempre.
todo su cuerpo.
Cementerio de Chicago
25 de febrero de 2022
Sentir cómo una lágrima caía por su mejilla la hizo volver al presente,
Atrás quedaron las noches pasadas entre sus brazos y las veladas frente
a unas velas consumidas junto a una buena botella de vino, donde hablaban
hasta bien entrada la noche entre arrullos y sonrisas, para después hacer el
Su relación con Brian fue un sueño hecho realidad que le fue arrebatado
al despertar y cada noche al irse a dormir, pues saber que jamás volverían
Perdida, solo supo que tenía que estar cerca de él para tratar de mitigar
el pesar que la estaba destrozando por dentro, al haber dejado de sentir los
regresaría.
frío helado que la rodeaba y las sombras oscuras que se estaban acercando
Solo sabía que ese veinticinco de febrero tendría que pasarlo sin la
persona que lo había significado todo para ella, produciéndole esta certeza
un dolor tan fuerte, que no se sentía preparada para ello. Devastada, colocó
sobre la losa la rosa roja que le había llevado como regalo de aniversario, al
contestaría.
para seguir adelante, que no vio cómo una mujer se acercaba a ella.
una mujer hermosa que le sonreía con dulzura, mostrando una expresión en
dudar de si la conocía.
nieve que hacía escasos minutos habían caído cubriéndolo todo. Daba la
una apariencia tan etérea y frágil, que daba la sensación de que en cualquier
no era, hubiera creído que esa muchacha era un ángel o una especie de
resultara gracioso.
parecido —le confesó con aire divertido—. ¿Se imagina que pasaría si
viniera vestida de blanco, con un vestido que me llegara hasta los pies y
la muchacha estaba siendo tan amable, y ella había sido tan mal educada al
quedársela mirando de esa manera, que no se atrevió a hacerle otro
vez en meses con sinceridad, quizá porque había algo en esa mujer que le
por mantener una conversación. Algo poco frecuente en ella, ya que desde
la muerte de Brian rehuía el contacto con la gente.
—No tanto como quisiera, pero procuro acercarme en los días señalados
y siempre que tengo un ratito libre.
Christine asintió sin querer decirle que ella iba casi a diario ya que era
sentirse entre sus brazos. Un hecho que era evidente que jamás sucedería.
Sin querer llamar su atención la miró de reojo, percatándose de lo
mucho que se parecían físicamente. Ambas eran altas, de tez clara, con
ciertas curvas y con un tono de cabello color arena similar, aunque el pelo
de Geline tenía reflejos más rubios que los de Christine. Pero había algo en
la forma de su barbilla redondeada y en su nariz pequeña y coqueta que le
recordaban a la suya cuando se miraba al espejo, y decidió que debía hacer
algo para no sentirse tan sola si no quería acabar perdiendo la cabeza, al ver
cosas imposibles por donde mirara.
Pensar en su aspecto físico le hizo recordar las veces que Brian le había
insinuado que ella estaba hecha a su medida, pues de haber sido menudita
hubiera temido tocarla por miedo a romperla. La verdad es que Brian era un
hombre apasionado, musculoso e impulsivo al que le costaba contenerse, y
Christine se alegraba de tener la medida exacta para él. Es decir; “Con unas
curvas bien puestas en los lugares exactos”, según palabras textuales de
Brian.
—¿Por quién llorabas? —le preguntó Geline interrumpiendo así sus
pensamientos.
—Por mi marido. Hoy hace un año que murió —no pudo evitar decirle.
—Entonces todavía está cerca de ti —aseguró Geline, sorprendiéndola
con este comentario.
Por norma general cada vez que le decía a alguien que su marido había
fallecido, todos, sin excepción, le daban el pésame mientras la miraban con
como algo insignificante que pronto olvidaría. Era como si nadie entendiera
que para ella Brian lo había significado todo, y deseara tras su muerte
haberlo acompañado.
Era por eso que prefería mantenerse apartada de los demás, al sentirse
cansada de tener que sonreír y asentir ante sus consejos, como si nada
transcendental para ella hubiera pasado.
abrirse a ella, y contarle quién fue ese maravilloso hombre que tuvo la
suerte de conocer y que perdió por un estúpido accidente.
vista, por lo menos para mí, aunque no puedo negar que me atrajo su físico
desde el principio. Él era un hombre obstinado que se enorgullecía de
arrogante.
—Por tu forma de hablar de él se nota que lo querías muchísimo —
—¿No vas a preguntarme qué pasó o porque creo que soy culpable? —
inquirió extrañada.
abrirle muchas puertas en los niveles más altos de la ciudad, y por eso se
quedaba hasta tarde para complacerlo. —Empezó a recordar Christine
tarde.
Temblando al recordarlo todo de nuevo, Christine necesitó parar unos
segundos para recobrar fuerzas y luego… siguió hablando.
apenas voz continuó diciendo—: Ya que llegó el día sin que me hubiera
comprado algo, y esa noche, aun saliendo tarde, quiso llegar a la tienda
hablando. Era la primera vez desde el accidente que confesaba en voz alta
la culpabilidad que sentía y se le acumulaba en su pecho.
—Si me vas a hablar del destino o las razones que tuvo Dios para
llevárselo, ahórratelo, pues ya lo he oído mil veces y no me sirve de nada.
—Está bien, entonces no lo haré. Pero ten en cuenta que cada uno debe
tomar sus propias decisiones y vivir o morir por ellas.
el veinticinco de febrero.
—¿Para despedirte de Brian?
—¡No! —Señaló segura—. Para impedir que muriera.
Christine suspiró sabiendo que su deseo era un imposible, y miró a la
tumba de su marido con el anhelo de unirse a él cuanto antes. Estaba
—Eso no importa, mientras que aquellos que los realizan sí crean en ti.
Las palabras de Geline le hicieron pensar y advertir que esa mujer era
mucho más de lo que aparentaba. Se dio cuenta por primera vez desde que
habían empezado a hablar, de que apenas sabía nada de ella y sin embargo
no le había importado revelarle datos privados que nadie más sabía y que
guardaba con recelo, preguntándose qué clase de muchacha andaría sola por
un lugar tan tétrico, en vez de estar en su casa junto a su familia.
Día del accidente
P
or quinta vez en esa hora, Christine volvió a comprobar
llegar tarde.
dos, para que perduraran durante décadas y así, cuando fueran ancianos y
miraran hacia atrás, pudieran hablar delante de una buena copa de vino de
Lo malo era que Brian llegaba una hora tarde y ni siquiera se había
acordado de llamarla para avisar de que se retrasaría, y ese recuerdo no era
nuevo proyecto, y por ello ya había contado con que llegaría con retraso,
aunque debía reconocer que Brian siempre había sido puntual, o por lo
menos hasta ese día siempre se había molestado en avisarla cuando se
media hora tuvo respuesta. Debía reconocer que le extrañó que Brian no le
No estaba segura de qué le estaba pasando, pero hacía un buen rato que
Por ello, se negó a pensar en nada malo que le hubiera podido pasar, y
De pronto, cuando no había hecho nada más que correr las cortinas para
Algo dentro de ella se agitó de una manera tan intensa, que incluso sintió un
había hecho.
se habría olvidado las llaves y ahora vendría agobiado por llegar tan tarde.
que tras la puerta, estuviera Brian a salvo y mostrando esa sonrisa que tanto
le gustaba.
que la hizo sentir frío y le acentuó el miedo, advirtiendo que nunca antes
Pero, sin que le hubiera dado tiempo a reponerse de los temblores que la
agitaban, también notó una sacudida tan intensa que le hizo dudar de si en
ese instante se encontraba sola. Fue tan fuerte esa sensación de que algo o
lo mismo.
querer reaccionar ante lo que sus ojos le mostraban, pues era como si algo
sucederle.
tuvo que llevarse la mano a la boca para sofocar el grito que a punto estuvo
de escaparse de ella. Asustada por lo que le esperaba al otro lado de la
podía posponer por más tiempo aquello que le esperaba y que seguro le
a enfrentarse a su destino.
que estaban a la espera de que les preguntara quién eran o les hiciera pasar,
pero tuvieron que conformarse con su silencio. Christine se negaba a ver la
con usted?
Christine había oído cada una de sus palabras, pero su mente aún no
una idea que ocupaba cada uno de sus pensamientos, y estos eran repetirse
una y otra vez dónde se había metido Brian; aunque una parte de ella supo
Por primera vez consiguió reunir las fuerzas necesarias para mirarles a
los ojos, y tratando de aparentar una calma que estaba muy lejos de sentir,
capaz de articular ni una sola palabra. Se negaba a reconocer que esos dos
detectives debían traer malas noticias, ya que era muy sospechoso que
aparecieran el mismo día en que Brian se retrasaba sin avisar por primera
peculiar recibimiento que habían tenido, para después entrar con paso
mientras sus ojos vagaban por la calle ansiando encontrar a Brian que
capaz de soltar el pomo se agarró con más fuerza a este para tratar de no
caerse. Era inútil esperar por más tiempo pues, aunque las lágrimas le
impedían ver con claridad, era evidente que Brian esa noche no regresaría a
su hogar.
Se lo decía esa voz que le susurraba al oído desde que había intuido que
algo malo había sucedido, como también se lo decía su corazón, al notar
como este se empezaba a sentir roto por un dolor que la oprimía y no la
a la verdad.
Y así, con el acto más valiente que había hecho en su vida, alzó la
Un grito desgarrador intentó salir de la garganta de Christine, pero esta
estaba tan seca y cerrada que el chillido nunca llegó a salir, teniendo que
conformarse con un lamento.
con esa mujer en el cementerio, pero aun así le costaba calmarse debido a la
intensidad con que lo había sentido.
Viendo que los rayos del sol se colaban a través de la ventana, Christine
dedujo que un nuevo día ya había empezado y agradeció no tener que
Una manía que le fastidiaba a Brian y él, lo primero que hacía nada más
levantarse, era abrirlas de par en par antes de ir al baño para dejar paso al
quizá le traería suerte, pero por la forma tan aterradora de despertarse, era
evidente que no había funcionado.
preguntaba cómo era posible que hubiera estado funcionando toda la noche
sin que lo hubiera notado.
escuchado caer el agua desde su habitación. Más aún con el silencio que
reinaba en su casa desde el ocaso hasta el alba, y porque además no
empezó a plantear si aún seguía despierta o estaba soñando, hasta que una
extraña sensación empezó a apoderarse de ella.
sucedido el día del accidente, justo unos instantes antes de que llegara la
policía, cuando una especie de escalofrío se apoderó de su cuerpo y le hizo
hacerlo.
Lo había echado tanto de menos que casi le dolía percibirlo, pues era
una de las cosas que más echaba en falta cuando se acostaba en la cama o
entraba en la casa, al haber sido siempre lo primero que notaba de él.
dicción. Era típica del sur del país, y la había estado escuchando durante
años, pues era la misma que tenía Brian al hablar.
Pero hubo otra cosa que vino a su cabeza en un flashback, y la dejó
paralizada por lo que podía significar.
Sin poder apartar los ojos de la puerta cerrada del baño, Christine
revivió las veces que Brian se levantaba cada mañana, descorría las
ventanas para dejar pasar la luz, se marchaba al baño para ducharse dejando
Lo había vivido durante los cinco meses que vivieron juntos antes de
casarse, y en los tres años que estuvieron casados. Y ahora, a causa de un
vino abajo. Sin previo aviso, y sin estar preparada para lo que iba a pasar, la
puerta del baño se abrió de repente, y ante ella apareció Brian con el cabello
C
uando Christine abrió los ojos toda la ansiedad y el
desconcierto volvió a apoderarse de ella. Le resultaba
Pero a pesar de que la lógica le decía que debía estar soñando, no podía
apartar de su cabeza la sensación de que algo extraordinario estaba
No estaba segura de cómo había sucedido, pero tras lo que había visto y
escuchado, todo señalaba que ahora se encontraba un año atrás en el tiempo
al haber retrocedido hasta el día del accidente. Aunque eso en la vida real
era imposible.
Se había dado cuenta de ello cuando escuchó a Brian felicitándola por
como fue esa mañana cuando, un año atrás, Brian salió del baño tras su
ducha diaria, la despertó acariciando su mejilla con suavidad, para después
sonrisa.
Sentía ese momento como algo lejano que pertenecía a sus recuerdos, y
por eso revivirlo ahora de nuevo se le antojaba como algo insólito que le
costaba asimilar. Tal vez por ese motivo había perdido el conocimiento, al
Ver frente a ella a Brian había sido un shock, ya que durante unos
se aferró con todas sus fuerzas a Brian antes de que este pudiera
desvanecerse.
Pero lo que de verdad estaba notando era el miedo más aterrador que
pasar unas horas durmiendo tras una noche de sexo que la había dejado
universo.
Había echado tanto de menos esa mirada y sus abrazos, que notaba
Por eso solo fue capaz de adentrarse en el azul cielo de sus ojos, y de
dejarse llevar por la dulce sensación de sus caricias.
—Christine, princesa, me estás asustando —le dijo Brian cada vez más
—¡Brian! ¡Brian! —Pudo decir por fin entre hipitos—. ¡Te he echado
tanto de menos!
—¡Pero si solo he ido al baño! —repuso incrédulo.
—¿Te pasa algo, pequeña? —inquirió Brian cada vez más intrigado.
Christine, distraída por el roce de su tacto negó con la cabeza, hasta que
alzó la vista y volvió a contemplar sus ojos. La alegría que brillaba en ellos
hasta hacia unos minutos había desaparecido y ahora solo podía verse el
temor en ellos.
bien.
Sin poder contenerse por más tiempo, y decidida a dejar atrás cualquier
que le otorgaba su mirada, era como volver a sentirse viva, al mismo tiempo
que entendía lo vacía y desesperada que se había encontrado ese año sin
Brian.
—Solo pido que esta vez cuando despierte, el dolor de perderte no
vuelva a partirme el corazón —le pidió con la voz entrecortada, pues sabía
sensación, tan pura su cercanía, que deseaba morirse mil veces antes que
Fue entonces cuando estuvo segura que por mucho que lo intentara no
como cada día, pero con la diferencia de que era su tercer aniversario de
la quería.
trabajo, aunque para ello tuviera que cruzar toda la ciudad hasta
conseguirlo.
importante de su vida, y le dolía verla tan angustiada por algo tan ridículo
había consolado. Pero por primera vez la sintió temblar como nunca antes
lo había hecho, al mismo tiempo que notaba como las lágrimas caían por su
cada palabra.
con más fuerza. Trató de memorizar cada sensación que le producía tenerlo
tan cerca, ya que conforme se iba despertando, más convencida estaba que
—Llévame contigo, Brian, por favor. No quiero estar otra vez sin ti —
su llanto hizo que detuviera su súplica.
hormigueo por su nuca. Cada vez más extrañado por todo lo que estaba
ocurriendo, se separó de ella para mirarla a la cara y así tratar de calmarla,
pero sobre todo para acabar cuanto antes con este asunto que empezaba a
asustarle.
—Mírame, Christine —le pidió imperativo—. Estás despierta y yo estoy
aquí contigo. No sé qué es lo que has soñado esta noche, pero como puedes
ver estoy vivo y no pienso dejarte.
negar que todo resultaba muy real y que se sentía aturdida por la gran
cantidad de sensaciones que estaba percibiendo en ese momento, y la duda
Lo único claro que tenía en su mente era que todo lo que estaba
sucediendo debía de tener una explicación lógica, al estar segura que la
Sin saber muy bien qué más hacer para que Christine entendiera que ya
había despertado de la pesadilla, Brian cogió una de sus manos, y
Ella solo pudo afirmar, pues no sabía qué más podía decirle para hacerle
comprender que aunque lo estuviera tocando, estaba segura de que tanto
la que hubiera fallecido. Pero sobre todo, jamás podré quitarme la culpa que
aprisionó mi corazón al saber que fui responsable de tu muerte.
—No, Christine. Como puedes ver estoy vivo y no eres culpable de
dejaré. Te lo prometo.
Christine estaba cada vez más perdida, pues era verdad que notaba cada
hicieran enloquecer.
Sin saber cómo encontrar una respuesta a tanta incertidumbre, de pronto
hablado con esa misteriosa mujer y esta le había entregado un pañuelo para
que se secara las lágrimas. Luego, en un instante la mujer había
había regresado.
Por lo tanto, si como decía Brian todo había sido un mal sueño; y él era
mismo lugar donde ella lo había puesto la noche anterior, y además era
evidente de que se trataba de la misma prenda.
—¡Dios mío, no ha sido un sueño! ¿Pero entonces…?
De pronto recordó otro dato importante que había sucedido esa tarde en
el cementerio, y que podía hacer que todo cobrara sentido.
las piezas del puzle en su cabeza, dándose cuenta de que su deseo se había
cumplido, y empezando a entender muchos elementos que hasta ahora no
lograba descifrar.
Indudablemente no podía tratarse de una casualidad que ahora se
E
l ambiente en la habitación había pasado de romántico y
cándido a gélido e incoherente en apenas unos minutos. Por
creyera que él hubiera muerto cuando podía comprobar con sus propios ojos
que estaba vivo. Era evidente que esa mañana estaba pasando algo extraño
Por otra parte, Christine empezaba a comprender qué era lo que estaba
ocurriendo, y tenía que hacer todo lo posible para que aceptara un hecho
que hasta hacía unos instantes ni ella misma creía. Aun así, no tenía otra
opción, si quería aprovechar esta nueva oportunidad que se le había
tiempo.
muy importante. Tú me conoces bien y sabes que soy una mujer que se basa
en la lógica y las pruebas empíricas, por lo que no soy dada a fantasear —
palabras.
Él, aún perplejo, solo pudo asentir en silencio y dejar que ella hablara
muy inverosímil que te parezca, pero te juro que lo que te voy a explicar no
que contestaré a todas tus preguntas y haré lo que me pidas. Pero ahora te
salida para todo este sin sentido, pero al mirar a Christine comprendió que
para ella era importante que le diera la oportunidad de explicarse. Pensó que
tal vez si hablaban de ello, y ella oía en voz alta sus ideas descabelladas,
comprendería lo ilógico que eran y por fin entendería que no tenía sentido
maravilloso hombre que tenía frente a ella, y que ahora se aferraba con
fuerza a sus manos, era su amado esposo. Ese que tanto había echado de
justo en ese momento, cuando Christine se percató que tenía que convencer
una cena.
la garganta. Esta iba a ser la primera vez que contaría lo sucedido en voz
alta, y estaba convencida que le costaría revivir los momentos más trágicos
de su vida, a pesar de saber que estos podían cambiarse al tener ante ella a
relatarle lo sucedido.
coche y jamás llegaste a casa —no pudo evitar sollozar al decirlo y notar
Brian no pudo ver por más tiempo el dolor en los ojos de su esposa y,
pasándole una mano por su nuca, la acercó hasta que notó como se sentía
—Sé que lo que te voy a contar es difícil de creer, pero tienes que
confiar en mí. Los recuerdos que tengo de esa noche son tan intensos, y me
causan tanto dolor, que es imposible que solo sean un sueño. Además, tengo
gustaría seguir contándote lo que sucedió esa noche en que nunca regresaste
a casa.
—Te he dicho que te escucharía y así lo haré, pero por favor, no quiero
verte llorar —le pidió, al ver la pena que ella arrastraba y que, impotente, él
preocupación, y sin poder contenerse por más tiempo se acercó más a él,
primero para unir sus labios, y después para perderse en ellos. Luego,
puerta.
sido mi gran secreto al no saber cómo explicarlo, y sobre todo porque sabía
contártelo.
Durante unos segundos ambos permanecieron en silencio, él por no
saber qué decir, y ella por no encontrar las palabras apropiadas para
empezar.
Sin poder soportarlo por más tiempo Christine se lanzó a sus brazos
Brian se quedó sin saber qué hacer. Estaba tan confundido y perdido por
lo que acababa de escuchar, que solo se le ocurrió abrazarla con todas sus
fuerzas para que entendiera que estaba a su lado y que nada malo les iba a
pasar.
que tú crees que lo que has soñado es real, pero no es cierto. Seguro que
primera vez. Algo que ella estaba dispuesta a que no ocurriera, aunque para
ello pusiera en riesgo su propia vida,
cuerpo. —por cómo Brian la miraba sabía que estaba siendo demasiado
dura, pero debía continuar—. Según el médico forense, tus heridas fueron
tan graves, que solo aguantaste cerca de diez minutos hasta que moriste
experimentado algo semejante, pero de lo que sí estaba seguro era que fue
la sensación más espeluznante que había notado en su vida y que esta iba en
aumento.
le alcanzara.
Un miedo aterrador le invadió por completo al verse envuelto en una
—Sé que te cuesta creerme, pero te juro que todo cuanto he dicho es
cierto. Morirás en ese accidente y unos policías aparecerán en mi puerta
para informarme de tu muerte. —Le dijo ella cuando él se mantuvo en
silencio y con la mirada perdida, al no percatarse Christine de la siniestra
algo dentro de él le decía que eso era precisamente lo que había sentido,
aunque no quisiera admitirlo en voz alta.
—Acabas de decirme que has soñado que voy a morir esta noche —
indicó sin querer admitir lo que acababa de percibir, pero sin poder impedir
decidida a hacerle ver a Brian la verdad de lo que había sucedido. Por ello,
y sabiendo que el reloj corría en su contra, siguió relatando su historia.
una pesadilla.
—No comprendo lo que me quieres decir —y sin poder aguantar por
cada segundo que pasaba esa sensación de frío intenso se estaba apoderando
de él, y estaba empezando a percibir como le volvía a faltar el oxígeno.
contando qué está sucediendo, para que así comprendas el peligro que
corres.
—Sí. Es solo que quiero acabar con este tema cuanto antes. —Dijo
mientras se pasaba de nuevo la mano por el cabello para tratar de
tranquilizarse.
Christine se levantó de la cama y se le acercó despacio, pues se dio
Anhelaba con urgencia sentirla cerca, pero sobre todo deseaba dejar de
notar como la muerte le llamaba y tiraba de él hacia el frío y la oscuridad.
meses más amargos de mi vida y nunca creí que sobreviviera a ellos. Pero
un día, al despertarme, me di cuenta de que había pasado un año y volvía a
—¿Qué estás tratando de decirme? —quiso saber Brian cada vez más
perturbado por lo que le estaba diciendo, al darse cuenta por primera vez de
la pena que ella había experimentado; ya fuera en la pesadilla o en la
realidad de su viaje por el tiempo.
—Tras tu defunción los días fueron pasando sin que quisiera seguir
adelante con mi vida. El dolor era demasiado grande para soportarlo y por
ello me negaba a admitir que nunca más volverías. Pero los días fueron
convirtiéndose en meses y con ello llegó el primer año tras tu muerte, y
justo ese día, algo pasó cuando fui a verte al cementerio. No sé muy bien
cómo ha sucedido o el porqué, pero ha conseguido traerme de vuelta a este
tenía de convencerle. Sabía que era una tarea casi imposible de realizar,
pero ahora más que nunca sentía que estaba por buen camino pues todo
B
rian no estaba seguro de haber comprendido lo que
acababa de decirle su esposa, al resultarle imposible creer
para entender qué tenía que ver esa sensación de terror, oscuridad y asfixia
que acababa de experimentar hacía escasos minutos con todo ello.
premonitorio, mucho más absurdo era creer que había retrocedido un año
poco de Christine, al necesitar espacio para aclararse. Era cierto que ella
siempre había sido una mujer racional y muy poco dada a lo espiritual, pues
desde que la había conocido hasta ahora nunca le había dado muestras de
que creyera en temas relacionados con el más allá, y por eso le costaba
eso no conseguía entender cómo en unas horas ella podía haber cambiado
tanto. Descubrir la causa de esta transformación tan repentina le asustaba,
pues tuvo que ser algo muy grave para que en tan solo una noche la
Que él hubiera muerto, y que ella hubiera viajado en el tiempo era algo
—Lo sé, conozco muy bien tu forma de pensar, y por eso me cuesta
—Lo que sucedió es que descubrí como era la vida sin ti y no pude
una prueba que demuestra que tengo razón, —confesó mirándolo fijamente
podía ser cierto era algo para lo que aún no estaba preparado.
indicaba lo contrario.
y que debía hacerlo por el bien de ambos, Christine se preparó para encarar
—Brian, todo esto es tan difícil para mí como lo está siendo para ti. Yo
no soy tu enemiga ni quiero gastarte una broma, pues solo deseo entender
qué está pasando y, si tengo razón y las cosas van a suceder como te he
empezó a llorar de nuevo—. ¿No crees que si hay una posibilidad de que
que es cierto?
lo menos que podía hacer era concederle unos minutos y tomárselo en serio.
por ti haría cualquier cosa y que confío en ti como nunca antes lo he hecho
con nadie.
estuviera seguro que fuera algo bueno seguir adelante con esta ilusión, pero
—Solo dime qué quieres que haga y te prometo que lo haré —le
mente abierta, pero también te pido que entiendas que necesitaré tiempo
Christine suspiró sabiendo que había ganado una batalla, pero temiendo
que la victoria final sería mucho más difícil de conseguir. Conocía muy bien
a Brian, y aunque sabía que él sería capaz de hacer cualquier cosa por ella,
también estaba al corriente de su recelo a admitir que ese día se tendría que
enfrentar a su muerte.
—Si no puedes aceptar que todo esto es verdad, entonces solo confía en
mí.
comprensivo como él. Tener a alguien que la amara de una manera tan
deseo que tanto había pedido para poner punto final a tanto lamento, aunque
para ello tuviera que dejar al descubierto su corazón, pero sería un precio
que me ha llevado a creer que vengo del futuro con una misión, entonces
será mejor que te cuente qué pasó el día del aniversario de tu muerte.
—Es decir, lo que viviste ahora hace un año, justo antes de retroceder en
—Así es.
Tras suspirar y aferrarse con más fuerza a la mano de Brian siguió con
su relato.
—Como cada día iba a visitarte al cementerio, pero esa vez llegué algo
necesidad de estar con ella había crecido tanto que en solo cinco meses
decidieron casarse.
Algo increíble al tratarse de Christine, al ser una mujer tan
a Brian que sus sentimientos debían ser muy profundos; justo como los que
cerca, y sin poder resistirse la cogió entre sus brazos para colocarla sobre su
regazo.
—¿Hablabas conmigo? —le susurró a su oído mientras la abrazaba para
pegarla a él.
—Sí —le contestó también en un murmullo, al sentirse abrumada al
que su corazón latiera con tanta fuerza a causa de su amor, que todo lo
demás dejaba de tener importancia.
corazón y escuchar de sus labios como le decía que todo iba a salir bien.
—Aquí me tienes, pequeña, cuéntame lo que sucedió y seguro que
en el cementerio.
—Ese día, frente a tu lápida, se presentó una mujer joven que empezó a
hablar conmigo. Era la primera vez que la veía, aunque algo en ella me
resultaba familiar, y quizá por eso me sentí cómoda a su lado. El caso es
que empecé a contarle cosas sobre ti, y como solía sucederme cada vez que
te recordaba, acabé llorando. —Brian aprovechó la pausa que hizo para
su Brian. Impulsivo, curioso y escéptico como nadie, pero sobre todo capaz
de sacarte de quicio por cualquier motivo, o de entregarse en cuerpo y alma
de todo —le dijo seria, aunque la ternura que estaba sintiendo por él en esos
momentos se lo estaba poniendo difícil.
—Está bien, me callo —le dijo con una sonrisa cargada de amor.
—Como te iba diciendo, esa mujer me entregó el pañuelo para que
secara mis lágrimas y continuamos hablando. Fue entonces cuando salió el
tema de qué deseo pediría si fuera posible que algo o alguien los
concediera. —Christine aprovechó ese momento para comprobar cómo se
lo estaba tomando, pero Brian solo le indicó con un gesto de la cabeza que
continuara—. Yo le aseguré que no creía en milagros, pero que tenía claro
y salvarte la vida.
Brian suspiró y sin apartar su mirada le contestó:
pienso que esa conversación en el cementerio tiene algo que ver con mi
regreso a este año. No puedo apartar de mi cabeza de que debe de ser más
que una simple coincidencia que le dijera que deseaba regresar a este día
para salvarte, y esa mujer me comentara que para conseguirlo solo debía
tener fe.
—Pero tú no crees en esas cosas —insistió él.
solo importaba que ellos creyeran en mí. Además, esa mujer me hizo notar
como si una herida en mi interior dejara de sangrar y empezara a curarse.
Consiguió hacerme sentir bien por primera vez desde tu muerte y me dio
esperanzas.
—Christine cariño, no quiero que pienses que no creo en ti, pero esto
que dices no prueba nada.
—Ella desapareció, Brian. Nada más hablar sobre pedir el deseo y
encontrarla.
—Nena yo…
—Pero hay algo más —le dijo levantándose de su regazo—. Ese
pañuelo que me entregó, según tú en un sueño, no se lo pude devolver al no
encontrarla.
Despacio se fue acercando a su mesita de noche sin dejar de mirar el
trozo de tela que se encontraba en ella, y que constituía la prueba de que no
mantenía extendida ante él, para después despacio, coger la prenda entre sus
dedos con delicadeza, e inspeccionarla minuciosamente como si se tratara
de un misterio.
—Christine, yo… —no supo qué más decir, pues aunque ese pañuelo
podría ser una evidencia, también podría tener muchas otras explicaciones,
verdadero terror.
De pronto anheló con urgencia estar cerca de Christine, de acariciarla y
besarla como si no hubiera un mañana, de sentirla cerca, de poseerla y de
estar tan adentro de ella, que nada ni nadie pudiera alcanzarlo.
El miedo se fundió con el deseo y la necesidad se unió al desamparo. Se
sintió tan perdido e indefenso en ese instante, que estuvo seguro que solo su
mujer lograría salvarlo de esa agonía en la que se estaba sumergiendo, y que
solo sabría detener protegido en los brazos de la mujer que amaba.
—Christine por favor, no me preguntes ahora qué es lo que pienso de
todo esto, porque no podría darte una respuesta. La verdad es que estoy
asustado y no sabría qué decirte.
Christine comprobó al mirar su rostro que le estaba diciendo la verdad.
Sabía que le estaba costando aceptar su historia como cierta, al ser tan
—Pequeña, solo sé que te amo con locura y que no deseo hacerte daño,
pero me estás pidiendo que crea en cosas imposibles —le dijo con la voz
cargada de emoción, pues la ternura en los ojos de ella le estaba llegando
hasta lo más profundo de su alma.
—Lo sé, yo también te quiero y no quiero que te pase nada malo. Por
eso, si hay una sola posibilidad de que sea cierto tenemos que tomárnoslo
en serio y hacer algo al respecto.
—No voy a morir esta noche, ya lo verás.
Y lo estaba diciendo en serio, pues por nada del mundo iba a permitir
que los separaran o que su esposa sufriera, aunque para ello tuviera que
desafiar al mismísimo cielo.
—Necesito que me lo prometas —le pidió deseosa de que él encontrara
Te lo juro.
Y sin más se tumbó sobre ella dispuesto a demostrarle que estaba
de que pasara lo que pasase, siempre lucharían unidos para salvar ese amor
que sentían.
CAPÍTULO 11
T
umbados en la cama piel con piel y corazón con
paz que tanto buscaba y nadie más que ella podía entregarle.
Solo Christine tenía el poder de calmarlo, reconfortarlo y salvarlo de un
océano de dudas y temores, pues solo ella había logrado conocerlo de una
forma tan intensa que hasta sus almas se reconocerían aunque hubieran
encontrar la verdad que ahora tanto les angustiaba, pero que juntos sabrían
brazos y con su cuerpo cubriendo el de ella, Brian descubrió por fin la paz
decidido a hacer de esos minutos los más tiernos hasta la fecha, le dedicó
sus más apasionados besos hasta que agotada, a Christine se le empezaron a
Sabiendo que esta podía ser la última vez que la contemplaba entre sus
«Iba a llegar tarde».
la joyería, pensando que con una hora lograría tenerlo todo arreglado. Pero
con lo que no contó fue con que tardaría un buen rato hasta dar con la joya
que andaba buscando, ya que quería algo especial para esa celebración.
No fue hasta que vio un precioso reloj de oro cuando supo que había
Estaba visto que hoy su Karma iba en contra de él, pues desde que se
pesar de no ser hora punta, temiendo que a ese ritmo les quedaría muy poco
margen para llegar al restaurante que habían elegido para cenar, por lo que
Pensando que por nada del mundo le estropearía a su mujer esta velada,
Nada más escuchar la voz al otro lado del móvil suspiró, pues por fin las
teléfono.
al tiempo unos pocos segundos, vio cómo el semáforo que estaba frente a
y concluyó la llamada.
Todo sucedió tan rápido, que Brian no entendió qué pasaba hasta que la
luz cegadora de unos enormes faros le hizo girar la cabeza. Ante él vio
como algo grande se le echaba encima, dándose cuenta de que ya era
impacto tan rotundo que sacudió su vehículo, para después notar como este
poder remediarlo.
—Christine —fueron sus últimas palabras antes de que su cuerpo dejara
de obedecerle.
Contorsionado entre cristales rotos y metal aplastado, Brian sintió como
todo su cuerpo le dolía como si fuera una sola herida lacerante, notando
como la sangre le caía por la cabeza, y como se iba empapando de un
líquido pegajoso que se le escapaba por los múltiples cortes y heridas.
regularidad.
Llegado a este punto supo que estaba perdido, y se centró en tratar de
respirar sin prestar atención a los gritos de los transeúntes, que ahora
escuchaba lejanos, al saber que había llegado a un punto donde toda ayuda
resultaría imposible.
Fue entonces cuando apartó de su mente cualquier cosa que no fuera
ella.
Ya no tendrían hijos ni nietos, ni volverían a pasear por el parque ni
comer palomitas mientras veían una película. Nunca más volvería a hacer
con ella esas cosas triviales a las que no le había prestado importancia, pero
que conseguían alegrar sus vidas haciéndolas únicas.
picado.
Y así, mientras se sentía caer en un abismo de paz y oscuridad, deseó
con todas sus fuerzas poder volver a ver a Christine para llevarse al cielo el
consciencia y vio como una luz se extendía ante él. Se dio cuenta de que ya
no estaba aprisionado en el coche y que su cuerpo no presentaba ninguna
herida, al encontrarse de pie en medio de ninguna parte y completamente
solo.
La sangre ya no se le escapaba por la boca llenándola de un sabor
metálico, sino que sentía el sabor de algo fresco y agradable que no lograba
distinguir. No había dolor, ruidos o angustia, tan solo el deseo de caminar
hacia la claridad que cada vez era más brillante y se abría solo para él.
Dentro de él sabía que le estaban esperando y que cruzando ese puente
encontraría la paz que tanto anhelaba, pero durante una fracción de segundo
los eternos.
«Christine». Volvió a repetir su mente y su corazón la reconoció en ese
instante. Él amaba a esa mujer, habría dado su vida por ella, y ahora estaba
dispuesto a entregarle la inmortalidad de su alma.
Sintió la urgencia de tocarla, aunque sabía que eso sería imposible, pero
permitieran regresar por una sola vez y decirle que no llorara por él, pues
siempre estarían juntos hasta que sus destinos se volvieran a juntar al otro
lado.
La necesidad de su deseo por estar con ella fue tan intensa, que notó
cómo el cielo comenzaba a temblar bajo sus pies y la luz que tenía ante él
se volvía cegadora.
«Solo dame unos segundos para decirle que la amo y poder tocarla. No
Un segundo.
lleno de luz y esperanza, pero que él no sentía como algo suyo. Sin
embargo, al percibir que se encontraba en el salón de su casa; justo detrás
creyera en la otra vida ni en nada que tuviera que ver con lo paranormal,
pues él tampoco había creído en ello cuando estaba vivo, y sin embargo
hasta bajarla por su espalda, sabiendo que esta sería la última vez que
podría sentirla.
—Mi princesa, lamento dejarte sola en esta vida, pero te prometo que
no me alejaré de ti —y con cada fibra de su ser temblando de pena le
ella le presentía y sonrió, pues solo un amor tan fuerte como el suyo
lograría atravesar las puertas de otras dimensiones.
—Te amo —le repitió para despedirse de ella, al intuir que el segundo
llegaba a su fin.
lágrimas marcaban sus tristes ojos, al igual que pudo comprobar como su
rostro mostraba una seriedad y una pena que nunca antes había visto en ella.
Y entonces lo supo; ella sabía que había muerto.
Sintiéndose perdido al querer quedarse para consolarla, pero sabiendo
su único objetivo era conseguir que le notara y así poder comunicarse con
ella.
Pero a pesar de sus esfuerzos Christine siguió caminando sin dar más
muestras de percibirlo, hasta que esta llegó a la puerta y alterada miró por la
mirilla.
En ese mismo instante algo cambió en ella, pues ahora podía advertir
cómo el pánico comenzaba a envolver su corazón apartando la esperanza.
Aunque Brian estaba a un escaso metro pudo sentir los temblores que
sacudían el cuerpo de Christine, y hubiera entregado su alma a Lucifer con
tal de poder decirle que no se preocupara, que él estaba bien y que pronto
todo pasaría.
El sonido distorsionado de un segundo timbrazo consiguió que ambos
distancia, por lo que pensó que si se esforzaba pronto llegaría hasta ella.
Sin querer perder ni un solo instante se concentró en su necesidad de
tenerla cerca, para así poder tocarla y tratar de trasmitirle paz antes de
marcharse.
al infierno.
Advirtió también que ella estaba como ausente. Era como si no le
interesara lo que esos hombres le decían, pues en su pensamiento solo
estaba él. Quizás ese fuera el motivo de que Brian no se hubiera ido para
poder atender su llamada, al estar ella reteniéndole mediante su deseo de no
disculpa sobraría.
Despacio Christine se giró, dejando atrás la esperanza de que él
regresara, mientras poco a poco iba siendo cada vez más consciente de que
lo había perdido. Fue justo en ese instante cuando el corazón de ella se
rompió en mil pedazos, y deseara con todas sus fuerzas que el mundo se
detuviera al dejar de tener sentido su vida.
Cuando Brian pudo verle el rostro se dio cuenta por su palidez y su
expresión de sufrimiento que algo dentro de ella se había desgarrado,
dejando un rastro en su mirada de puro dolor y abatimiento.
Brian distinguió el sonido de uno de esos hombres hablando, pero ni
quiso ni pudo averiguar lo que decía. Solo fue el sonido de una voz lejana y
distorsionada que nada le unía a él, y por tanto no estaba dispuesto a gastar
CAPÍTULO 12
E
l atronador grito aún resonaba en su cabeza cuando
Brian se incorporó sudoroso y aterrado. Durante unos
sugestionado.
Quería creerlo con todo su ser, pues admitir que había sido una visión
podía olvidar que había otra explicación para lo que le había sucedido, y era
la que Christine le había dicho y él se negaba a aceptar por ser la más
inverosímil.
significar que su destino ya podría estar escrito, quedándole unas horas para
que su vida acabara, o para que en otra dimensión ya estuviera muerto.
paranormales, pero era evidente que esa mañana estaban sucediendo cosas
sabía que le estaba pidiendo algo impensable, al no poder creer en otra cosa
Por eso ahora, tras haber pasado él por algo similar, comprendió el
terror que debió pasar al despertar del sueño y la urgencia de tenerlo cerca.
labios, y con una suavidad extrema, los unió a los suyos perfilando con su
Fue entonces cuando notó que Christine se había despertado, pues cedió
—No quería despertarte —le dijo Brian, mientras ella rodeaba su cuello
sonrisa satisfecha.
De pronto Christine notó que algo no andaba bien en Brian, al notar su
aferrarse a ella con fuerza. Todo ello le indicaba que mientras había estado
preocupado.
—¿Te encuentras bien? —le preguntó, al mismo tiempo que él se
detalle de su rostro.
—Estoy genial teniéndote tan cerca —le contestó para después quedarse
cara.
nada.
ella. Quería perderse en su aroma para así recuperar el valor que necesitaba
para enfrentarse a lo que les estaba pasando, y sabía que solo de esta
estaba consumiendo por dentro, quizá al no poder admitir que ella había
retrocedido en el tiempo, por lo que supo que solo ella podría ayudarle a
media hora.
La parte fácil del relato había llegado a su fin, y suspirando supo que lo
—Luego todo sucedió muy rápido. Recuerdo que aceleré pensando que
toda prisa y algo grande que apenas pude ver se abalanzó sobre mí.
con una mirada que indicaba que no entendía cómo podía saber qué había
Brian trataba de asimilar como era posible que ella supiera lo que había
fuera cierta, y por eso sabía todo lo que iba a pasar en ese día; incluido el
accidente.
La forma de hablar era tan convincente que realmente parecía que lo
tranquila, en cada palabra era evidente que guardaba un gran dolor y que le
costaba decirle lo que había sucedido por miedo a asustarle, aunque para ser
principio sobre su viaje en el tiempo era cierto, por mucho que él se negara
a creerla, y algo dentro de él se hundió en un mar de desesperación.
—No puede ser cierto —señaló mientras la miraba a los ojos viendo en
ellos la confirmación de sus sospechas.
sin darle importancia al hecho de estar desnudo, pues estaba tan alterado
que ni siquiera se dio cuenta.
—Solo fue un sueño. El accidente solo fue producto de nuestra charla,
que comprendía que ante la perspectiva de la muerte Brian tendría que estar
aún más horrorizado.
Además, en su caso pudo recapacitar y comprobar en lo más profundo
Pero Brian solo la tenía a ella para hacerle entender que no se estaba
volviendo loco, y lo soñado esa mañana era la única forma que tenía el
pasando por esto por una simple coincidencia. Debe de haber una
explicación para ello, y las pruebas indican que mi teoría es la más
probable.
Él seguía caminando de un lado a otro del cuarto sin prestar atención a
sucedió ese día él se quedaría conforme, al ser una evidencia sólida de que
ella estaba en lo cierto. Por ello suspiró y cerró los ojos, preparándose para
Trató de verlo todo de una forma imparcial y fría, pero volver a pensar
en ello le causó el mismo dolor que sentía siempre que lo hacía. No pudo
evitar que las lágrimas picaran en sus ojos, y tuvo que hacer un enorme
esfuerzo para no lanzarse a los brazos de Brian en busca de consuelo.
—No puede ser —susurró Brian bajito con la mirada perdida.
—Te perdí ese día Brian, pero tenemos otra oportunidad para empezar
de nuevo —afirmó mientras se le acercaba.
ventana…
Y el universo de Brian cambió para siempre al asumir, por primera vez
cada vez que recordaba ese día. Lo abrazó con todas sus fuerzas
resguardando su corazón entre ambos, con la esperanza de que no volviera a
ser dañado.
Lo quería tanto y le había echado tanto de menos, que le costaba no
—Lo sé, yo también me siento así, pero estoy segura de que hay un
motivo para todo esto.
Brian la abrazó aún más fuerte y la besó en el cuello. Por algún motivo
que no comprendía no podía apartar de su cabeza el momento en que
falleció, sintiendo además la urgencia de compartirlo con Christine.
una gran paz. No sé muy bien dónde estaba o cómo llegué hasta allí, pero
recuerdo perfectamente la luz, la calma y a ti, —calló unos segundos
mientras trataba de poner en orden sus emociones—. Era como si formaras
ni un segundo más.
Con un amor tan grande que se le escapaba de su pecho, la volvió a
estrechar entre sus brazos con la esperanza de no perderla jamás, pues sin
ella estaría completamente perdido.
por nada del mundo iba a permitir que nadie los separara, aunque para ello
tuviera que enfrentarse a todos los ángeles del cielo.
Por otro lado a Brian le costaba asimilar todo lo que estaba sucediendo,
pero no podía desechar las evidencias de que algo fuera de lo normal estaba
ocurriendo. Debía asumir que él podría acabar muerto sin remedio esa
misma noche, dañando a Christine con ello de una manera irreparable.
—¿Y lo hiciste?
Brian sonrió levemente mientras se perdía en la mirada de ella y le
contestaba:
—Lo recuerdo. Sentí como si algo me tocara por dentro y supe en ese
mismo instante que eras tú. —Luego volvió a mirarlo con la pena marcada
en sus ojos—. Fue entonces cuando supe que habías muerto.
Brian solo pudo asentir, pues tras el sueño que acababa de tener
en el infierno.
La carcajada de Brian no se hizo esperar, y tirando de Christine la
refugió en sus brazos para después besarla con toda su pasión,
demostrándole con todo su corazón lo mucho que la amaba.
—Exacto. Sabemos que ese día salí tarde del trabajo y dónde sucedió
todo. Por lo que estaré más atento y…
—¡No! —Le cortó ella sobresaltada—. No es suficiente. Tenemos que
dónde ibas y qué estabas haciendo, así que tenemos que hacer todo lo
posible para que no sigas cualquiera de estos pasos.
—¿Qué quieres decir?
—Si no vas a trabajar y salimos ahora de la ciudad, a la hora del
accidente no estarás conduciendo y estarás a salvo. Además, debemos ir a
un lugar seguro, donde nada pueda pasarte hasta que todo esto suceda.
Brian se quedó pensando en lo que esto significaba. Si hoy no iba a
trabajar podría perder un tiempo muy valioso que le podía costar su nuevo
proyecto. Reconocía que correría mucho riesgo si se empeñaba en hacerlo,
pero no creía que por acercarse unas cuantas horas para dejarlo todo
preparado se pusiera en peligro.
Pero solo tuvo que mirar a Christine para darse cuenta de que esa idea
era descabellada, pues lo único que conseguiría era angustiarla y complicar
las cosas. Se recriminó por ser un estúpido que anteponía el trabajo a su
seguridad, arrastrando con ello a su mujer, cuando ella debía ser en todo
momento lo más importante.
repercusiones.
—¿La cabaña? —le preguntó él, aunque sabía que la respuesta era
afirmativa.
—¡La cabaña! —confirmó ella al saber que era el lugar perfecto.
de lejos.
—Mientras llamas al restaurante voy a coger provisiones —señaló ella
al mismo tiempo que salía disparada hacia la cocina sintiendo por fin que
todo podía acabar bien.
—Que no se te olvide el champán para brindar por nuestro aniversario
E
ran las primeras horas de la tarde cuando Brian y
Christine llegaron a la cabaña. La claridad de esa hora de la
tarde todavía dejaba ver como los rayos del sol se filtraban
por los árboles desnudos de hojas, y el sonido del viento
las tranquilas aguas, las cuales se hallaban en calma al ser surcadas solo por
una suave brisa, que aunque resultaba algo fría, también te revivía al rozarte
las sonrojadas mejillas.
cabaña, para que así les fuera más sencillo descargar el coche. Nada más
pisar el suelo se dieron cuenta de que tenían que pasar por encima de una
gruesa capa de hojas, al haber transcurrido buena parte del otoño y estar en
pleno bosque.
Era por eso que allá donde miraran descubrían que cada rincón de tierra
haciendo juego con las luces de la tarde, y consiguiendo que ese lugar se
hicieron nada más saber que por fin era suya, fue reformarla y ampliarla,
belleza que les rodeaba. Disponían de todas las comodidades de los nuevos
necesario.
Una de las cosas que notaron nada más llegar fue la buena energía que
transmitía ese sitio, y por primera vez en ese día pudieron relajarse y
respirar con normalidad. A cada paso que daban más agradecían haberse
Christine no pudo resistirse por mucho tiempo a esa calma que emanaba
de cada rincón de ese lugar, y tuvo que acercarse al embarcadero para ver
de cerca las tranquilas aguas del lago Michigan. Con solo respirar
profundamente ese aire que les rodeaba, sintió como una parte de la
tranquilidad que los envolvía se filtraba por cada poro de su piel, dándole
una sensación de frescor y serenidad que le hizo cerrar los ojos y dejarse
llevar.
Mientras, Brian empezó a sacar las maletas y las bolsas del coche, para
después dejarlas dentro de la cabaña, como hacía cada vez que pasaban
unos días en ese refugio alejado de la ciudad, y donde podían relajarse y ser
ellos mismos.
frente al lago, para así poder dejar atrás la locura de las primeras horas de la
mañana, y para que pudiera reponerse de la triste experiencia que había
Por ello no le pidió que le ayudara como hacía en otras ocasiones, pues
sabía que había sido difícil para los dos todo por lo que estaban pasando,
pero algo le decía que para ella era el final de un largo camino del que
necesitaba reponerse.
Cuando todo estuvo recogido, y sabiendo que ese tenue sol no era
suficiente para calentar un cuerpo, Brian se acercó a Christine y la abrazó
dejándose llevar por la calidez que manaba de él y que ella tanto necesitaba.
No solo por el frío que empezaba a filtrarse por sus ropas, sino también por
Fue entonces cuando decidió que había llegado el momento de poner fin
encaminaron hacia la cabaña que les esperaba para refugiarles, no solo del
acercando.
—No. Aún tengo sin digerir ese chuletón que me has obligado a comer
—No seas exagerada, ¡si apenas podía considerarse un filete! —le dijo
divertido para después seguir diciendo—. El que sí era grande era el que me
—El tuyo no era un chuletón, cariño, sino más bien media vaca.
pagar el menú, por lo que intentó por todos los medios terminarse su plato.
Está de sobra decir que para comerte semejante chuletón tenías que
haberte pasado una semana entera sin probar bocado, o tener un silo por
estómago al que podías echar todo lo que quisieras sin que este se llenara.
Al instante de decirlo a los dos se les pasó por la cabeza que quizá
nunca más Brian volvería a entrar en ese restaurante, consiguiendo que toda
inquietos.
Brian se percató de que una suave capa de duda había caído sobre ellos,
por lo menos no volver a sentir el terror que había notado tras despertar del
su cuello.
Nada más entrar resultaba evidente que más que una simple vivienda de
campo era un hogar diseñado para relajarse. Un refugio frente al mundo,
pues era donde podían ser ellos mismos y disfrutar de las cosas sencillas
que ofrecía la naturaleza.
pasar unos días en este lugar, como le habían aconsejado que hiciera, pues
para ella esa cabaña representaba algo muy especial que solo podía
compartir con Brian.
aquí por última vez, pero no puedo evitar sentir lo que siento, al notar que
para mí ha transcurrido poco más de un año. —Le siguió comentando ella.
Brian vio el dolor que volvía a aparecer en sus ojos y, sin querer que
este se apoderara de ella, se la acercó y la besó con toda la pasión que
ella aún en sus brazos, y señalando con su mirada una pequeña foto
enmarcada sobre la chimenea, donde se les podía ver riéndose a carcajadas.
Christine se giró para mirarla; había cinco fotos juntas en la repisa, pero
nada mas ver esa imagen supo que Brian se refería a ella en concreto. Ese
día siempre lo recordaría como uno de los más felices de su vida, pues
marcó un antes y un después en su relación.
Llevaban saliendo poco tiempo cuando Christine fue a pasar unos días
en la cabaña de Brian. Recordaba muy bien las risas y los abrazos que poco
Por suerte solo era su anciano vecino, que de vez en cuando se pasaba
por la propiedad de Brian para pescar. Al verlos les dirigió una socarrona
La foto fue hecha por Marcus esa misma noche donde los pilló haciendo
el amor frente al lago, justo después de brindar frente al fuego.
en que ella aceptara, para dos meses después; ya de recién casados, hacer
una pequeña escapada antes del viaje de novios, convirtiéndose ese pequeño
en matrimonio.
Brian sonrió al evocar ese momento, y abrazó con fuerza a la mujer que
había puesto patas arriba su mundo, consiguiendo que este cobrara sentido
desde que compartían sus vidas.
boca a la de ella.
Christine se quedó paralizada al sentir su cercanía, pero sobre todo al
notar como su cuerpo reaccionaba ante él. Sin poder hacer otra cosa solo
asintió, y se lamió los labios a la espera de su explicación.
—Me dije; Brian, has tenido la inmensa suerte de conocer a esta mujer
y de hacer que se abra a ti. Así que da el paso para hacerla tu esposa antes
de que descubra que solo eres un pobre hombre, y que lo único de valor que
—Menos mal que fui una chica lista y te dije que sí —le contestó ella,
regalándole una brillante sonrisa tras sus palabras.
—Menos mal, sino te hubieras perdido a un tío tan encantador como yo.
día.
El pecho de Brian se hinchó de puro amor al escucharla, y la abrazó con
fuerza agradecido por haberla encontrado. Con ella entre sus brazos trató de
llenarse con el dulce aroma que emanaba de su piel, mientras evocaba ese
—Mucho, así que sería un detalle por tu parte, si esta noche dejas que
sea yo quien te adentre en mis más bajas pasiones.
cuento.
Luego, le dio un cachete en el trasero, y antes de que ella pudiera
reaccionar, se dirigió a la puerta para ir a por leña al cobertizo que estaba
cerca.
—Por cierto —comenzó a decir cuando estaba ya frente a la salida—,
prepara una cena rápida que no podemos perder ni un minuto.
N
o tardaron mucho tiempo en tenerlo todo preparado,
ya que ambos sentían una urgencia feroz en que llegara la
Pronto Brian empezó a preparar la leña para que el calor del fuego se
convirtiera en una luz que cubriera sus cuerpos, cuando estos se colocaran
final, pues en ella celebrarían que habían ganado a las fuerzas del destino
gracias a su amor.
Christine también se hallaba pletórica de felicidad al encontrarse en un
lugar donde se sentía a salvo. Si bien era cierto que algo dentro de ella le
decía que el final de tanto espanto aún no había llegado, también era verdad
que creía que permaneciendo dentro de esa cabaña nada podría dañarlos.
Es por eso que se dispuso a preparar una rápida cena a base de ensalada
y pasta, con el fin de nutrir sus cuerpos como después se nutrirían con sus
besos.
Para acompañar este ambiente de júbilo Brian puso música de fondo,
tatareaba encantada.
sonrisa.
—Sí. Si sigues moviéndote así tengo muy claro lo que voy a hacer
contigo.
Christine soltó una carcajada al sentirse pletórica de felicidad. Deseaba
con todas sus fuerzas estar sometida al placer que su marido le daba con su
cuerpo, pero sabía que tendrían toda la noche para disfrutar de él.
No le quedó más remedio que hacerse con una gran cantidad de fuerza
había llegado el momento de una cena romántica frente al fuego. Algo que
también había añorado cuando tuvo que vivir bajo la ausencia de Brian.
echar a ti y no a la cena.
—¡Serás bobo! —le dijo ella sin dejar de provocarle con el movimiento
de sus caderas.
Christine siguió con sus tareas pensando que Brian se habría marchado
a la habitación para deshacer las maletas, pero cuál fue su sorpresa cuando
sorpresa.
sus palabras con un manotazo en el brazo de Brian que solo le causó una
sonrisa.
—Te lo tienes bien merecido por provocarme —le indicó, para después
besarla por el cuello—. Así aprenderás a no jugar con fuego a menos que
quieras quemarte. Porque te aseguro princesa, que como sigas con este
—El que no va a salir ileso eres tú, si te vuelves a acercar de esa manera
Estando aún a sus espaldas la aferró fuerte entre sus brazos, para
después darle un último beso cargado de deseo y decirle con un tono que
—No hay nada que enfríe más rápido el calentón de un hombre, que ver
disfrutar de esos momentos junto a él. Brian era un hombre que desde el
Lo amaba tanto y estaba tan dispuesta a hacer lo que fuera por él, que
rodeándole el cuello con todas sus fuerzas se perdió entre sus brazos.
—¿Ya me has perdonado? —le susurró Brian aún rozando sus labios.
loco.
encontraban ellos sin que nada más les importara, y sin que nada pudiera
Pegados cuerpo con cuerpo, unieron sus respiraciones en una sola, para
que desde ese instante sus corazones latieran bajo un mismo ritmo. Algo
que les hizo sentirse parte del otro, y en silencio sus almas se juraron que
esperanza de crear un vínculo tan fuerte que nunca más las fuerzas
celestiales osarían separarles.
con nuestros hijos —le aseguró Brian, para después besar sus labios con un
—Además, aún tenemos por delante una larga lista de cosas por hacer, y
cuando seamos unos ancianitos con largas historias que contar a nuestros
palabras de amor, que fueron selladas con el fuego de su deseo. Una locura
donde cada vez más se perdían, olvidando en esos instantes sus planes para
detuviera.
—¿Quién te ha dicho que no es romántico? —le preguntó cegada por
para esa ocasión tan especial. No estaba dispuesto a negárselo, menos aún
al dejarse llevar por un arrebato de pasión.
su ser.
—Voy a preparar la mesa —volvió a decir, pero esta vez sonó como si
tiempo que se daba la vuelta para seguir con su tarea como si nada hubiera
pasado. Aunque todavía le estuvieran temblando las piernas y no
labios.
El gruñido que Brian le dedicó a modo de respuesta le confirmó que él
tampoco quería parar, pero entendía que Brian quisiera que esa noche fuera
una velada con velas, sin conformarse con desnudarte con prisas y poseerte
como si la vida le fuera en ello. Brian sabía que a Christine como a otras
esta manera quedaron bailando unidos al son de la música, sin cesar de girar
por la sala, de reír encantados, y como punto final, de hacer una pirueta
donde él tuvo que agarrarla con fuerza para inclinarla hacia atrás sin que
esta se cayera.
—Tenemos que bailar más a menudo. Me gusta tenerte entre mis brazos
—le susurró Brian.
—Lo que de verdad te gusta es tenerme a tu merced —le contestó
provocarla, y sin pensárselo dos veces, le tiró el trapo de cocina que tenía
delante.
—Da las gracias al cielo de que solo tenía a mano ese trapo y no un
cazo. ¡Caradura!
cabaña.
—Ya está puesta la mesa —le dijo Brian acercándose despacio para
colocarse detrás de ella y poder ver por encima del hombro qué estaba
—¡Es que está buenísima! —afirmó con la boca llena, mientras seguía
robando trozos de lechuga y aceitunas.
fuera.
—Con dos me sobran —le aseguró ella.
CAPÍTULO 15
Y
a hacía más de veinte minutos que Brian se había
marchado a por la leña, y aún no había regresado. En la
podía verlo, pero la puesta de sol ya estaba muy avanzada y los escasos
rayos de luz apenas iluminaban la parte del cobertizo, al estar rodeado de
por donde Brian tenía que aparecer, pero no vio ningún rastro de él,
consiguiendo que ese extraño nerviosismo se acrecentara en su pecho.
casa y de pronto miras por si llevas las llaves, aunque Christine no sabía por
qué motivo sentía esa intranquilidad que la estaba asustando. Solo sabía que
Brian le había dicho que volvería pronto, y sin embargo, aún no había
regresado.
que Brian había salido por la puerta de la habitación como cada mañana,
despidiéndose de ella con un beso y diciéndole que esa noche llegaría
del accidente.
llegar a tiempo sin que pudiera avisarla. Aun así, ella también había
Con su mente pensando a mil por hora, y sus ojos buscándolo a través
una explicación para la sensación que cada vez era más fuerte en su pecho.
La idea de ir a la cabaña era para alejarse de la ciudad, del tráfico y con
ello del peligro pero, ¿acaso podía morir por cualquier tipo de accidente o
ver el edificio a causa de la niebla, sabía que estaba a escasos metros yendo
esa dirección.
En sus ansias por llegar cuanto antes no vio una piedra que tenía
delante, y cayó al suelo al tropezar con ella. Resignada y con ganas de gritar
fácilmente.
Sin comprender cómo era posible, se dio cuenta de que la oscuridad era
cada vez más espesa, e incluso hubiera jurado que el sol esa tarde se había
retirado con más rapidez que de costumbre, como si tratara de impedir que
encontrara a Brian.
nadie la detendrían.
cobertizo, y respiró aliviada al ver que las luces estaban encendidas. Con
más ímpetu que antes corrió hacia sus puertas, mientras gritaba con todas
volvió a florecer de nuevo, al creer que Brian estaba dentro entretenido con
de sus gritos. Ya que, ¿qué otra explicación tendría que estuvieran las luces
encendidas y él no contestara?
peligros donde antes no estaban. Deseó poder correr más rápido para
entretenido, pero cuál fue su sorpresa cuando al mirar por todas partes no lo
—¡Brian! —gritó con todas sus fuerzas, mientras las lágrimas cubrían
toda la habitación alguna pista que le indicara que había sucedido, y sobre
todo que le mostrara hacia donde se había ido. Y es que si de algo estaba
segura era de que Brian había estado en su interior, pues era la única
Pero por mucho que revisó por todas partes no encontró ni rastro de él,
lugar la incertidumbre.
desaparecido.
—Ya hace más de media hora —susurró asustada, pues a cada segundo
que pasaba sabía que más cerca estaba de perderlo—. Aquí dentro no está y
tiempo con solo una opción, aunque era la que menos le gustaba, pues era la
le llamó una vez más. El silencio fue la única contestación que obtuvo en
cada intento, sabiendo que cada segundo jugaba en su contra y la sensación
de peligro aumentaba.
No pudo evitar sentir náuseas al percatarse que debía estar lejos para no
le cruzara por el camino, aunque tuviera que emplear hasta sus últimas
fuerzas para conseguirlo.
Fue entonces, en ese justo segundo en que decides hacer algo, enciendes
la linterna y te giras para ponerte a andar, cuando tropezó con unos troncos
que había en el suelo. No los había visto al entrar, al estar apartados a un
lado, y por ello la caída resultó más aparatosa al acabar sobre ellos.
Esta vez con el resbalón se hizo más daño, y Christine lloró al sentirse
la mujer más estúpida del mundo al no haber tenido cuidado. Le dolía uno
de los tobillos al habérsele enganchado el pie entre unos troncos, y
Era cierto que estaba muy oscuro y que estaba nerviosa, pero caerse dos
veces seguidas, las sombras que la envolvían obstaculizando su avance y
esa extraña sensación que le decía que llegaba tarde por mucho que
corriera, le hizo soltar toda su frustración con un grito.
—¡¿Por qué quieres que muera?! ¡Él es todo lo que tengo! ¡Por qué lo
haces!
presencia positiva, la cual solo quería apoyarla y conseguía que sus miedos
disminuyeran.
Alguien que estaba segura de que no era Brian, pues era una sensación
completamente diferente a la que había sentido la noche de su muerte.
—Si eres real, ayúdame a encontrarlo.
único que fue capaz de hacer fue quedarse paralizada. Algo en lo más
profundo de ella le dijo que esa presencia que estaba a su alrededor no
quería dañarla, al sentirlo como algo completamente diferente a esa otra
Resultaba curioso como esas hojas pasaron a ser mecidas por el viento
con suavidad, dejando un reguero de hojas por el suelo que iba formando un
—Le habló al viento por si este volvía a contestarle, pero esta vez no
obtuvo respuesta y aceleró el paso.
Cuando se fue acercando al pozo observó que en ese lugar se estaba
empezando a levantar una espesa bruma, y supo con toda certeza que Brian
estaba cerca al comprobar que volvían a empeñarse en retenerla.
Era como si dos fuerzas ocultas lucharan juntas, una para ayudarla y la
otra para entorpecerla, y se preguntó si alguna vez entendería todo lo que
lo encontrara, por lo que decidió tener cuidado, por si era ella la que caía en
él y definitivamente perdía a Brian al no poder ir a socorrerle.
ruido, saber si era o no Brian, pues debía de estar muy cerca y no quería
pensar que se había alejado y un animal salvaje le había atacado.
Si eso era verdad y ese animal aún estaba junto al cuerpo, el hecho de
que Brian no le contestara solo podía significar que… Pero tuvo que apartar
Y otra vez escuchó ese sonido, solo que esta vez fue más claro y supo
con total certeza que era humano.
—¡Brian! —gritó sabiendo que estaba cerca, y sobre todo, que estaba
vivo.
de su pecho.
—Estoy cerca —no pudo evitar llorar—. Puedo oírte.
—Chris…
Y de pronto vio un oscuro agujero en el suelo con tablas de madera
rotas a su alrededor.
—¡Brian! —lo llamó desesperada, pues supo a ciencia cierta que él
estaba dentro y podría estar muy grave.
En realidad, que se hubiera caído y aún estuviera vivo era todo un
vehemente.
Christine iluminó bien el pozo para no caerse también en él, al estar el
suelo recubierto de hojas húmedas debido a la niebla y la proximidad del
lago. Era consciente de que si no tenía cuidado podían acabar los dos
muertos, ya que Brian solo contaba con ella para salvarlo, y destrozada por
tras mirarle a los ojos y ver el terror reflejado en ellos no se sintió capaz de
pronunciar más palabras.
CAPÍTULO 16
H
abía sido un estúpido al haberse alejado del cobertizo.
Recordaba con toda claridad haber salido cargado con los
oportunidad.
Estuvo convencido de ello cuando se había alejado unos metros, y la luz
había sido cubierta en cuestión de segundos por una espesa niebla. Pero
de unas tablas mientras sentía como el suelo se hundía bajo sus pies.
Fue entonces cuando entendió que había vuelto al momento donde
Por suerte esta vez el ingenio y los sentidos estuvieron atentos, y pudo
aferrarse con todas sus fuerzas a un saliente. Fue pura suerte encontrar esta
sujeción, pues pudo escuchar perfectamente como las tablas que antes le
mantenían caían a bastantes metros de profundidad en el interior del pozo.
De eso hacía más de media hora a juzgar por la escasez de luz en esos
ramas que habían sido su salvación, fueran cediendo con cada uno de sus
También tenía que enfrentarse con otra dificultad, pues con cada
Y ahora, a causa de esa sangre que empapaba las raíces, estas se habían
vuelto más difíciles de agarrar, y poco a poco se iba escurriendo sin poder
remediarlo.
demasiado tarde, aunque sabía que por los alrededores solo se hallaba
Christine, y ella jamás sospecharía que había sido tan iluso de adentrarse en
resistió a contestar por miedo a que solo fuera una ilusión y agotara su
Tuvo que oírla un par de veces más, hasta que empezó a dudar de si se
que había varias. Por un lado podía haber calculado mal la distancia que lo
Aun así, su alivio fue tan grande que estuvo a punto de llorar, pero se
de que le escuchara esta vez con más claridad, y así poder poner punto final
a esa pesadilla.
Pero estaba tan agotado, y se sentía tan confundido, que todo se
igual que sabía que él había conseguido llamar su atención. Pero a pesar de
las pruebas su mente aún seguía dudando, pues le costaba distinguir si todo
vacío.
No fue hasta que vio el resplandor de una linterna y la escuchó con más
claridad, cuando su mente despertó del infierno donde se hallaba y supo con
Percibió el tacto de sus manos sobre las suyas y, aunque tenía los brazos
mientras le decía:
—¡Ya estoy aquí, cariño! ¡Ya estoy aquí! —y fue justo en ese instante
vida en ese pozo, pero calculaba que a esas alturas debía estar cerca de una
hora.
interior del agujero negro, quedando solo a la vista su cabellera oscura y sus
ahí.
—Ahora solo tienes que impulsarte para salir. Yo estoy aquí para
—Lo sé, mi amor. Solo tienes que esforzarte un poco más y todo habrá
acabado.
inútiles.
—Está bien Chris, lo intentaremos juntos —dijo por fin, aunque su voz
Aun así el alivio de ella fue evidente, y con todas sus fuerzas le agarró
para que te sea más fácil salir. —Estaba tan nerviosa y le temblaba tanto las
manos, que no estaba segura de ser de gran ayuda, pero sabía que no era el
momento de tener dudas sino de hacer por él hasta lo que creyera imposible
pocas fuerzas que le quedaban, al mismo tiempo que la tierra caía sobre él
impidiéndole respirar con normalidad. Oía también como sus pies raspaban
la pared del pozo buscando un enganche, mientras la desesperanza cada vez
Pero ella no estaba dispuesta a rendirse a pesar del terror que estaba
que él no lograría salir, pues era evidente que estaba perdiendo sujeción.
Por unos segundos el pánico se apoderó de ellos, pues Brian notó como
por su culpa la estaba arrastrando hacia dentro. Por otro lado Christine se
dio cuenta del peligro, pero sabía que si en esos momentos lo soltaba, él
caería sin remedio al interior del pozo y volvería a perderlo para siempre.
las gracias al cielo, pues por unos segundos creyó que había llegado su hora
y moriría en ese lugar.
provocaba tos y sabía que si cedía a sus espasmos los arrastraría hacia la
muerte.
—Sí, ¿y tú?
Por unos segundos él calló, pues no sabía cómo decirle lo que para él
era evidente. Estaba convencido de que para su esposa sería muy duro de
asimilar que apenas tenía fuerzas para sostenerse, y por lo tanto no habría
difícil el agarre, por lo que supo que estas seguían sangrando y no le serían
de mucha ayuda al ser escurridizas. No pudo evitar sentir un fuerte deseo de
lo lograremos.
—Christine, suéltame —apenas logró decirle.
Ella no podía creer que Brian le pidiera algo así, y menos sabiendo lo
mucho que lo amaba y lo mal que lo había pasado el año tras su muerte.
—¡No! —exclamó categórica.
—Mi amor, por favor. Mírame —la dulce voz de Brian bañada en
súplica le hicieron ceder a su petición, pues algo en su interior le decía que
tal vez esos momentos serían los últimos que compartiría con su esposo.
Cuando sus ojos se enfrentaron a la verdad al ver a Brian sucio,
a mi lado!
—Lo sé princesa, pero no puedo hacerte esto. No creo que aguante
arriesgara a salir sin importar que ella cediera, por lo que necesitaba hallar
una sola idea que le volviera a dar esperanzas. Pero estaba tan agotada;
tanto mental como físicamente, y se sentía tan enfadada con el destino por
volver a ponerlo en peligro, que no se le ocurría nada más que seguir
estaba decidida a ello, y haría todo lo posible para demostrarle que aunque
él se opusiera, ella terminaría sacándole de ese pozo.
—No voy a soltarte. O lo intentamos de nuevo, o nos quedamos aquí
toda la noche hasta que lo comprendas.
Sin pensárselo dos veces empezó a tirar con fuerza de él hacia arriba,
antes de que a Brian le diera tiempo a soltarse las manos y cayera al vacío.
interior.
—No seas tonta y suéltame —le pidió cuando pudo volver a respirar,
pero sobre todo cuando se hubo serenado del susto que experimentó al ver
cómo ella cedía al abismo.
caer al interior del pozo, pero menos aún toleraría matar en su caída al amor
de su vida.
Tenía las manos sangrando, el cuerpo magullado y la cabeza a punto de
explotarle. Le costaba respirar y tenía que hacer grandes esfuerzos para no
toser, pues de lo contrario caerían ambos sin remedio. Sabía que hacer otro
intento por salir sería un suicidio, y era inaceptable dejar que ella muriera.
—Christine, ¿de verdad crees que esta segunda oportunidad nos fue
dada para que tú también murieras? ¡Porque yo no lo creo! —fue su último
intento para convencerla y con ello salvarla.
—No sé cuál fue el motivo, solo sé que no puedo volver a perderte. Tú
no sabes lo duro que fue, por lo que no me puedes pedir que vuelva a pasar
por eso.
Brian comprendía perfectamente lo que ella sentía, pues él se angustiaba
solo de pensar en que le pasara algo malo. Debió ser un auténtico infierno
para Christine pasar sola por eso, pero estaba convencido que con el tiempo
Sé sentía tan confuso, tan cansado y lamentaba tanto verla sufrir, que
cuando Christine le volvió a hablar sintió en su pecho la necesidad de
complacerla. Se lo debía al recordar todo el amor que le había entregado
desde que se habían conocido, así como por el sacrificio que estaba
dispuesta a hacer por él, y por supuesto, por la forma tan desesperada de
luchar para conseguir salvarle.
—Brian. Tú siempre has sido un hombre de convicciones, un luchador.
Por eso te pido, por el amor que sientes por mí, que no te rindas. ¿Me oyes?
—Esta vez fue Christine quien lo miró a los ojos desafiándolo—. ¡Lucha!
Por mí, por nuestro amor, pero sobre todo por nuestro futuro. ¡Lucha!
La rabia en la mirada de Christine y las palabras dichas entre lágrimas
de frustración, consiguieron que aparecieran algunas dudas en la resolución
de Brian. Empezó a pensar que tal vez ella tuviera razón y debían intentar
salir por última vez antes de rendirse, ya que habían caminado juntos un
camino demasiado largo, como para darse por vencidos en el último
minuto.
pienso soltarte.
La lucha de miradas fue encarnecida, ya que ninguno de los dos quería
ceder en algo tan importante. Hasta que Brian se dio cuenta de que ella
nunca cedería y el tiempo jugaba en su contra.
—¿Cómo puedes ser tan cabezona?
—Lo sé, como tú también sabes que lo eres todo para mí.
Decidir si tu mujer muere contigo o si se salva es una decisión sencilla,
ya que por nada del mundo le harías daño. Pero decidir si la dejas cumplir
su deseo de matarse contigo, o por el contrario la dejas vivir con el dolor de
saber que no pudo ayudarte, era la cosa más difícil a lo que jamás una
persona podía enfrentarse, y ahora Brian estaba en esa vicisitud, al tener
que decidir en pocos segundos sobre la vida o la muerte de la mujer que
amaba.
CAPÍTULO 17
L
a sonrisa en el rostro de Christine le dio a Brian la
esperanza que tanto necesitaba para seguir adelante, y rogó
su interior le hacía confiar en esas fuerzas misteriosas que les habían dado
una nueva oportunidad para permanecer juntos, pues para ella no tenía
marido.
No podía dejar de pensar que debía haber una razón para todo esto, ya
ella creía conocer, estaba convencida de que había algo más grande y
complejo que regía su vida. Sintió que la fe era la única conclusión posible
para todo este enigma, y esa fe que ahora sentía renacer en su corazón era la
ingenua, y una parte de ella sabía que todo podía acabar en el fondo de ese
—No voy a dejarte caer. Si ves que no puedes sacarme y notas que tu
—Pero no puedo…
vea en peligro. Pero solo te soltaré cuando no nos quede otra opción, así
En ese instante contempló sus ojos color ámbar mirándolo con todo su
amor, y se dio cuenta que por ella debía intentar salvarse. Rezó por segunda
vez en su vida encomendando su alma a un Dios que le estaba dando
El alivio de Christine fue más que evidente, y cerró sus ojos para
querer perder más tiempo, pues sabía que a cada segundo que pasaba ambos
confianza.
convencida de que ella tenía algo que ver con su viaje al pasado.
Recordó como la hizo sentirse segura con solo hablar con ella, y
necesitando toda la ayuda que fuera posible, la invocó para volver a percibir
más y protégenos.
Sin nada más por hacer o a quién acudir, y sabiendo que estos podían
ser sus últimos minutos juntos, Brian y Christine se contemplaron con todo
el amor que sentían fluyendo de sus miradas. Ninguno de los dos quiso ser
Se dijeron con lágrimas en los ojos y con el anhelo de que esa noche
acabaran entre los brazos del otro estando vivo o muerto, era ya cosa del
destino.
Brian notó cómo Christine le aferraba con fuerza de las muñecas, y se
impulso. Estaba dispuesto a darlo todo por la mujer que amaba con todo su
pestañear, ya que querían que el rostro del otro fuera su último recuerdo
entregaron todo.
Brian tiró con ahínco hacia arriba ayudándose de sus pies, que hacían lo
posible por aferrarse a la pared de piedra del pozo. Por suerte un pequeño
su mente no había cabida para ello al estar más pendiente de lograr sacar a
hacia arriba.
era posible salir de esa experiencia con vida, y reanudaron los envites con
despacio en ese agujero oscuro sin que pudiera impedirlo, y con la agonía
Lo más duro de todo fue ver en la mirada de Brian la súplica de sus ojos
corazón al comprender que iba a volver a perderlo sin que por segunda vez
pudiera impedirlo. Recordó en un solo instante la agonía que sintió al saber
Fue entonces cuando supo, de forma instintiva y sin ninguna duda, que
Quería decirle que lo sentía por haberle fallado, que siempre le amaría y
que cada noche lo esperaría en sus sueños, pero solo pudo mirarle entre
en el aire, como si estuviera sujeto por unas manos invisibles que impedían
que se moviera.
Podría jurar sin temor a equivocarse que notaba unas manos sujetando
sus pies, pero en vez de tirar de él hacia el interior, lo que hacían era ser un
ayudando.
Se conformó con saber que gracias a esa fuerza misteriosa que le servía
Ahora lo único que contaba era que le parecía posible salir de esa
pesadilla, al sentir cómo unas fuerzas que creía perdidas le hacían
salieran de allí con vida. Aun así, una parte de su cabeza no podía olvidar
que justo en el instante en que sintió esas manos ayudándole, la esperanza
ganado al destino, Brian logró contra todo pronóstico salir de lo que sin
duda hubiera sido su tumba.
Ninguno de los dos sabía qué había sucedido realmente en ese lugar,
pero en las circunstancias en las que se encontraban no les importaba, pues
lo único que querían era sentir que estaban a salvo y que habían vuelto a
vencer a la muerte.
—¡Dios mío, Brian! ¡Creí que te había vuelto a perder!
Ambos sintieron como sus manos les temblaban, pero a pesar de ello
necesitaban con urgencia recorrer el cuerpo del otro en busca de rasguños y
heridas. Sollozaban, reían y suspiraban sin comprender qué había pasado,
le había ocurrido.
En ese momento se sentía tan confuso y tan cansado, que prefirió
apartar todo este asunto para cuando se sintiera más preparado para
pensarlo y asumirlo, ya que ahora lo que más anhelaba era estar con su
esposa.
Abrazados, pues se resistían a separarse, se volvieron a mirar
promesa, ya que por nada del mundo estaba dispuesta a volver a perderle.
Tras unos minutos dedicados a sentir el calor que emanaba del cuerpo
Luego, tras darle un ligero beso en los labios y secarle una lágrima de su
mejilla, Brian le respondió emocionado al haber sido testigo del inmenso
conseguido romper las barreras del tiempo, pero sobre todo, gracias por
seguir luchando cuando parecía que todo estaba perdido.
—Siempre lucharé por nosotros —le confesó sin apartar su mirada, pues
aún le costaba asimilar que habían vencido al destino.
percatándose de que quizá todo ello había sido una prueba para determinar
el alcance de su amor y de su sacrificio. Esa suposición consiguió que un
Sin querer pensar más en ello, al sentirse cansada tras un día tan largo y
dramático, Christine se perdió en un beso donde expresó toda su gratitud y
su amor, sellando por fin un capítulo de su vida que nunca podría olvidar al
haberla marcado para siempre.
atrás ese lugar que siempre permanecería en sus pesadillas, para regresar al
calor de la cabaña sin querer soltarse de las manos.
a sus miles de preguntas, sino sentir que todo había pasado y estaban a
salvo.
Esa noche, tras ducharse juntos, hicieron el amor con lentitud y anhelo
recorriendo cada tramo de sus cuerpos, saciándose de ellos y de esa nueva
oportunidad que tenían por delante. Después, exhaustos, permanecieron
abrazados entre las sábanas revueltas mientras contemplaban en silencio la
fuerza misteriosa, era algo que agradecerían siempre, y por ello acordaron
que ese día lo celebrarían no solo como su aniversario de boda, sino como
la vez en que su ángel de la guarda les había concedido de nuevo la vida.
Una vida que pensaban disfrutar y compartir hasta el fin de sus días,
cuando la vejez llevara años siendo su compañera, y rodeados de nietos e
de las nubes.
EPÍLOGO
Cementerio de Chicago
25 de Febrero del 2022
H
abía pasado un año desde aquel veintidós de febrero
cosas extraordinarias, que jamás podría volver a ser la misma. Ahora creía
tiempo.
Ese era el motivo por el que Christine se encontraba de nuevo en el
que sentía por esa fuerza misteriosa que los había ayudado.
era de que la mujer del cementerio era la clave para resolver el misterio, de
qué o quién les había ofrecido una segunda oportunidad para permanecer
juntos.
Por eso ahora, justo doce meses más tarde, Christine volvía en busca de
sola y abatida por el dolor, sino que andaba cogida de la mano de su marido
Brian.
—Aún recuerdo el dolor que sentía cuando venía a verte a este lugar, y
sin embargo, era donde más cerca de mí te percibía. En casa me hacía daño
tu ausencia, pero aquí te notaba a mi lado —le confesó Christine mientras
caminaban.
Brian comprendía lo duro que debió ser para Christine ese año de luto
tráfico.
su hijo crecía, y no pudo evitar sonreír al saber que dentro de ella se estaba
No quería volver a temer cada vez que Brian llegaba tarde, o cuando
cogía el coche o tenía una pesadilla. Necesitaba darle a su hijo la seguridad
—Lo sé, y te prometo que desde hoy mismo, pase lo que pase en este
lugar, pienso dejar atrás el pasado para empezar a mirar al futuro sin miedo.
acarició la mejilla.
—Te amo sin importarme tus miedos, porque para mí siempre serás esa
mujer valiente que me dio las fuerzas para luchar y seguir hacia adelante.
demostrarle que sus palabras eran ciertas, y que su amor por ella era cada
pudo hacer otra cosa más que reírse y abrazarla con todas sus fuerzas.
punta.
querido saber dónde lo habían enterrado tras su muerte. Por eso ahora, le
para él estar frente a lo que había sido su tumba. Es por eso que permaneció
juntos.
—Tu nombre ya no está inscrito, ¿crees que significa que no vas a morir
hasta dentro de muchos años, o que quizá mueras pero te entierren en otro
lugar?
—No estoy seguro, pero dentro de mí intuyo que tengo una segunda
oportunidad, y quiero pensar que eso significa que me quedan muchos años
por delante.
—Yo también quiero pensar que es así, pero no puedo evitar temer
perderte.
—Lo sé, cariño, pero la vida sigue y debemos aprender a no tener miedo
a lo que nos depare el futuro —le dijo Brian mientras se colocaba tras ella y
abstraída.
que la conocí.
—Tal vez esté pero no la veamos. O tal vez su futuro haya cambiado y
regresemos a casa.
—¿Estás segura? A mí no me ha parecido una tontería venir a buscarla.
como válida.
—Regresemos a casa —le aseguró, pues empezaba a comprender que
los milagros debían considerarse un regalo del cielo sin explicación y sin
condiciones.
pareció percibir la silueta de una mujer que estaba parada tras ellos.
Era como si hubiera salido de la nada, pues estaba convencida que al
girarse para alejarse de la tumba no había visto a nadie que viniera hacia
ellos, y sin embargo ahora, justo detrás suyo, había alguien de pie quieta y
en silencio mientras les observaba.
Despacio siguió girando hasta que apareció ante ella una mujer joven
vestida de blanco, con el cabello largo y suelto y la mirada fija en ellos.
—Quería darte las gracias por todo lo que has hecho por nosotros. Sé
que fuiste tú quien me dio la oportunidad de regresar para salvar a mi
marido.
Las dos permanecieron en silencio mirándose, sin que ningún ruido se
atreviera a interrumpir el silencio del campo santo.
Christine se preguntaba cada vez más alterada por qué en esta ocasión
no le hablaba. Ella tenía tantas cosas que preguntarle y tanto que
algo diferente en esa mujer. No estaba segura de lo que era, pero resultó
curioso que no lo hubiera percibido la primera vez que la vio.
con estas palabras a Christine—. Pero hay muchas cosas que no sabes y que
es mejor que nunca sepas, aunque también hay otras que desconoces y me
gustaría decirte.
supe de ella —le dijo resentida por esa mujer que nunca conoció.
—Ella se asustó y se marchó, pero en realidad no quiso dejarte.
—Entonces, ¿por qué no volvió nunca? —le preguntó cada vez más
enojada.
—Ella murió, Christine, por eso nunca regresó a tu lado. Pero antes de
morir comprendió su error y quería volver contigo —Geline con sumo
responsabilidades.
A Christine le dolía escucharla hablar y más cuando le estaba diciendo
que la habían querido. Durante toda su vida su mayor deseo fue tener una
madre, pero solo pudo contar con el amor incondicional de su abuela,
sintiendo un gran pesar al saber que ninguno de sus padres la había querido.
Por eso se había convertido en una mujer desconfiada, y por eso le
agradecía tanto a Brian que le hubiera dado su amor, pues sin él estaba
convencida que hubiera pasado la vida sola, desconociendo lo que era la
—¿Sufrió? —necesitó saber, a pesar de que intuía que así había sido.
—Solo cuando en sus últimos instantes de vida comprendió que nunca
más volvería a verte.
Christine asintió sin poder evitar llorar, por esa madre a la que nunca
pudo abrazar y que sin saber había odiado durante años por haberla
abandonado, cuando en realidad, de alguna manera, siembre había estado
con ella.
acariciando su barriga.
Cuando volvió a mirar al frente vio como Geline se había girado y
estaba alejándose despacio de ella como si flotara ayudada por el viento.
Christine avanzó unos pasos como queriendo retenerla, ya que aún tenía
—. Te quiero.
Geline le sonrió diciéndole sin palabras que ella también la amaba, para
después simplemente girarse, y comenzar a caminar hasta desvanecerse
llevada por el viento.
fue así, y me alegro que sea ella la que me cuide, aunque sé que mi abuela
también está en el cielo ayudándonos.
Emocionada, se abrazó con más fuerza a su esposo al necesitar sentirle,
permaneciendo así durante unos segundos hasta que por fin pudo seguir
hablando.
para cumplirlos.
Christine nunca más volvió a temer al destino, y mucho menos a
sentirse sola, pues ahora tenía a una familia que la adoraba y a una madre
que estaría por siempre cuidándola. Pero sobre todo porque tenía el amor de
un hombre que le hacía comprender que por ella, vencería a las barreras del
tiempo y de la muerte.
Lo sabía porque ella así lo había hecho, y lo volvería a hacer si fuera
necesario.
NOTA DE LA AUTORA
U
n amor más allá del tiempo es la primera novela
paranormal que escribo, por lo que os pido perdón si no
os ha convencido.
Quería mostrar un amor tan fuerte que incluso
solo el amor podía hacer llevaderas, no solo haciéndoles más fuertes, sino
también enseñándoles lo afortunados que son por tener a alguien a su lado.
suceda en la vida real, pero lo que sí quería mostrar es la fuerza del amor y
la familia.
segunda oportunidad, y por eso quería dedicar este libro no solo a ella, sino
más fuerte del mundo, o conseguir que desesperes y desfallezcas. Este libro
es un canto a esa fuerza, a ese valor y a esa resistencia, que te da saber que
tienes a alguien que te ama y que está dispuesto a todo por ti.
Me gustaría que cada una de vosotras sintiera lo que es ese amor, ya sea
mediante un esposo, un hijo, una abuela, una madre o una hermana. Pero, si
especial que os dé apoyo y consuelo, aquí os dejo esta novela para que
¿Y Devin?
Es el más sexy de todos.
Perdí mi inocencia con Devin en la noche de San Patricio hace cuatro
años.
Durante una temporada lo nuestro parecía perfecto, hasta que descubrí
¡Oh cielos!