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El jueves fallecía en Milán uno de los grandes ensayistas y editores europeos actuales. Su
amigo Jorge Herralde, editor de Anagrama, le dedicó este perfil con motivo de la
concesión del premio Formentor en 2016
JORGE HERRALDE
31/07/2021 06:00
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"Adelphi nació en 1963, y Anagrama, en 1969. Desde entonces hemos coincidido cenas,
cócteles, fiestas o en súbitos encuentros en los pasillos en Frankfurt"
Nos hallamos ante un caso muy singular, posiblemente único: un gran editor, de largo
aliento, que ha desarrollado de forma paralela una amplia, ambiciosa y reconocidísima
obra literaria.
Adelphi nació en 1963, y Anagrama, en 1969. Nos conocimos en los primeros años setenta
y desde entonces hemos coincidido en innumerables cenas, cócteles, fiestas o
conversaciones en nuestros stands o en súbitos encuentros en los pasillos en Frankfurt. Y
también en Barcelona, donde hemos presentado tantos libros suyos, en Turín, Milán o
Londres, en la Feria de Guadalajara. Una ininterrumpida relación profesional y amistosa
que, con mucha frecuencia, por usar una expresión del gran Sergio Pitol, ha sido
“bendecida por las risas”.
En el texto “Los libros únicos”, Calasso relata los primeros años de Adelphi, con Luciano
Foà al frente, que, tras diez años como secretario general de Einaudi, decidió hacer algo
radicalmente distinto, con una regla de oro: “En una editorial, como en un libro, nada es
irrelevante, no hay nada que no requiera la máxima atención”.
"Nos hallamos ante un caso muy singular, posiblemente único: un gran editor, de largo
aliento, que ha desarrollado de forma paralela una amplia, ambiciosa y reconocidísima
obra literaria"
Y Calasso describe a Foà: “Incluso físicamente parecía un escriba egipcio, agazapado con
su tableta sobre las piernas, la mirada fija ante sí. Como el escriba, sabía que su fin era el
de transmitir con la máxima precisión algo que debe ser recordado, ya se tratase de una
lista de víveres o de un texto ritual. Nada más ni nada menos. Solo se interesaba por ir
hasta el fondo”.
El libro único
Y preparando la primera Adelphi estaba también Bobi Bazlen, lector singular que aspiraba
a una edición crítica de Nietzsche y a una colección de clásicos, y además dar a conocer
una serie de libros que no había conseguido que se publicaran en Einaudi y otros sellos (en
sus libros de informes editoriales, editados por Calasso, hay una larga lista de sus
entusiasmos que no encontraron respuesta positiva). Lo que Bazlen llamaba libros únicos.
"Libro único es aquel en el que rápidamente se reconoce que al autor le ha pasado algo,
que ha terminado por depositarse en un escrito”.
Así, se inicia un largo trayecto con la edición crítica de Nietzsche y con los “libros únicos”.
Luego entre 1970 y 1980, mediante la Biblioteca Adelphi, la colección estrella, se
establece, escribe Calasso, “un nexo diamantino entre el nombre Adelphi y Mitteleuropa”
(Hofmannsthal, Kraus, Loos, Horváth, Roth, Schnitzler, Canetti o Wittgenstein, a los que
siguieron muchos otros). Y los transeúntes de librerías, los lectores y los críticos podían ya
descifrar qué diablos era Adelphi, “superado el desconcierto de la inconexión” con
aquellos libros únicos tan diversos entre sí. De pronto tout se tient , todo se enlaza: “El
reconocimiento de una conexión evidente”, Calasso dixit.
Borges y Bolaño
Pese a mi tenaz insistencia, frecuenta poco, demasiado poco el ámbito hispano, pero
figuran en Adelphi nada menos que las Bibliotecas Borges y Bolaño, repescado este último
con 2666 y luego recuperando toda su obra. Calasso comenta en su libro el caso de
Gaston Gallimard y cómo una de sus artes mayores era la de repescar autores importantes
que la equivocada lectura de algún colaborador había rechazado, como sucedió con
Marcel Proust.
En el ámbito de la literatura italiana destaca, por ejemplo, en 1979, la gran novela El día
del juicio de Salvatore Satta, mientras que en el catálogo se van recogiendo, cito de
memoria, las obras casi completas de Gadda, Savinio, Sciascia, Manganelli, Arbasino, Anna
Maria Ortese, Cristina Campo y tantos otros autores fundamentales.
En el texto “La edición como género literario”, Calasso pone énfasis en el concepto
fundamental de la forma.
“En el seno de una editorial del tipo que estoy describiendo, un libro equivocado es como
un capítulo equivocado de una novela”.
Feria del Libro de Frankfurt, tradicional punto de encuentro de editores como Calasso y
Herralde.
Feria del Libro de Frankfurt, tradicional punto de encuentro de editores como Calasso y
Herralde. Frankfurter Buchmesse
Otras afirmaciones perentorias de Roberto Calasso: “Un verdadero editor es, ante todo, el
que tiene la insolencia de pretender que, como principio general, ninguno de sus libros se
le caiga de las manos al lector, ya sea por tedio o por un invencible sentimiento de
extrañeza”.
Y también: “El editor debe encontrar placer en leer los libros que publica”. Subraya la
necesaria complicidad entre editores y lectores que “puede crearse solo sobre la base de
reiteradas experiencias de no desilusión” (…) “Regla mínima: pensar que no desilusionará
aquello que no nos ha desilusionado a nosotros mismos”.
Agentes literarios
Calasso destaca una paradoja: “Una de las nociones hoy veneradas en cualquier ámbito de
la actividad industrial es la de la marca. El programa y el catálogo son “la forma misma de
la editorial”. Pero “si una editorial no se concibe como forma, es incapaz de segregar ese
elemento mágico, esencial, para tener algún éxito en el mercado: la fuerza de la marca”.
Considera que la nueva y poderosa figura del gerente editorial no puede “sino diluir la
singularidad de la propia marca” y concluye: “Hasta ahora nunca ha sucedido que el
nombre de un gerente quede vinculado a algún acontecimiento memorable del mundo de
la edición”.
"La edición tal como he intentado describirla no es una causa perdida. Es, simplemente,
una causa difícil"
Y se ocupa sucintamente del papel de los agentes literarios: “Es obvio que el juicio del
agente puede ser más agudo del que, en un tiempo, fue el juicio del editor. Pero el agente
no dispone de una forma ni la crea. Un agente no tiene más que una lista de clientes”.
Punto y aparte. Tema liquidado.
La literatura absoluta
En otro libro, La literatura y los dioses , aborda el tema de “la literatura absoluta”. Es
decir: literatura “porque se trata de un saber que se declara y se quiere inaccesible por
otra vía que no sea la composición literaria; absoluta, porque es un saber que se acomoda
a la búsqueda de un absoluto y por tanto no puede referirse a nada que sea más pequeño
que el todo”.
"Este Roberto no solo ha leído todos los libros que he escrito sino también los que todavía
no he escrito”, declaró Adorno
Gran y merecido premio, pues, para Roberto Calasso, Calassísimo, como le llamamos los
amigos, con zumbona admiración, cuando realiza uno de sus imprevisibles performances.