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Alerta de género: falacia en el combate a la violencia contra las mujeres trabajadoras.

Yessica Tzunalli Morales Castro

Declaran alerta de género en los municipios de Chihuahua, Juárez, Hidalgo del Parral, Cuauhtémoc
y Guadalupe y Calvo del Estado de Chihuahua.

En el marco del aumento de la violencia estructural que azota brutalmente a la clase trabajadora
en el Estado de Chihuahua, el Gobernador del Estado, Javier Corral, celebró que el pasado 17 de
agosto del presente año se emitiera una alerta por el aumento de la violencia de género en contra
de las mujeres, una forma cínica de “dejar precedente” de que éste gobierno estatal que ya está
por dejar la administración si atendió las problemáticas que aquejan a las mujeres.

El partido en turno en la gubernatura de Chihuahua, el PAN, y que continuará en el periodo


siguiente con Maru Campos a la cabeza, es reconocido a nivel nacional por ser un partido anti-
derechos de las mujeres y de la comunidad sexo-diversa. En Ciudad Juárez, el falso combate al
narco, bajo el mandato de Felipe Calderón respaldado por el PAN, dejo cientos de mujeres
asesinadas y desaparecidas con familias desechas por la pérdida. Además, el tráfico de mujeres
por la frontera con Estados Unidos se profundizó y las redes de trata se fortalecieron, dejando
jugosas ganancias a políticos y empresarios que lucran con los cuerpos de las mujeres.

Con más de veinte años de violencia feminicida a cuestas en el estado de chihuahua y con la
desaparición forzada de mujeres a la orden del día, además de la profunda precarización laboral
que hay en el país, resulta irónico que el subsecretario de Derechos Humanos, Alejandro Encinas,
emita declaraciones festivas diciendo que la declaratoria en un paso muy importante para México
en el sentido de “reconocer la existencia y la gravedad del problema de violencia”, cuando son las
mismas instituciones las que lucran con la lucha cotidiana de las mujeres y ni siquiera brindan los
derechos elementales para el pleno desarrollo de las mujeres.

La alerta de género en una ciudad fronteriza como Ciudad Juárez, lo que hace es perpetuar la
impunidad institucional contra las mujeres, pues refuerza a instituciones como la Fiscalía
Especializada en Delitos por razón de género o a la Policía Municipal, que con patrullas pintadas de
morado y con la repartición de silbatos entre mujeres de colonias periféricas para que pidan ayuda
si se encuentran en peligro, creen que hacen una gran labor para combatir la violencia machista y
patriarcal.

Todo esto se desarrolla bajo la complicidad de las Organizaciones de la sociedad civil y del Instituto
Municipal de las Mujeres, que muestran campañas contra el acoso callejero como un éxito y
firman convenios con empresas de la industria maquiladora para promover el alto al acoso,
mientras que, en las líneas de producción, las obreras viven cotidianamente el acoso laboral y
sexual por parte de sus superiores, sometiendo a las mujeres a extenuantes jornadas laborales y a
la desestabilización mental por vivir estas situaciones.

Es imperdonable que el gobernador de Chihuahua diga que ésta alerta de género obliga a los tres
niveles de gobierno y a los tres poderes del estado a cumplir con las recomendaciones, pues él ha
sido reconocido por su nulo trabajo y aumento de impunidad durante su administración y porque
mientras jugaba golf, se perpetraba de manera artera el asesinato de la periodista Miroslava
Breach. Tampoco olvidamos que durante su administración sucedió el cobarde asesinato de la
activista Isabel Cabanillas, que luchaba por los derechos de las mujeres.

Chihuahua merece un potente movimiento de mujeres con independencia de clase, al lado de


nuestros compañeros explotados y oprimidos, que no deposite su confianza en las instituciones,
pero sí en todas las mujeres trabajadoras, maestras, enfermeras, obreras, para luchar
políticamente en las calles por nuestros derechos. Se hace necesaria la organización política de las
mujeres en los centros de trabajos, escuelas y colonias, para mostrarnos como esas mujeres
valientes que quieren cambiarlo todo y no como las víctimas que el Estado quiere que seamos.

No es suficiente una alerta, un silbato o patrulla pintada de morado. Esas medidas impotentes nos
muestran que, para frenar el feminicidio, la desaparición de mujeres y las redes de trata, el camino
no es aliarse con las mujeres que oprimen a otras mujeres a través de las instituciones, si no
combatir las prácticas burlescas e impunes que realizan contra nosotras con organización
independiente.

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