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de la Cocaína
Mi Museo
de la Cocaína
Michael Taussig
Traducción:
Cristóbal Gnecco
Taussig, Michael
ISBN: 978-958-732-129-6
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Mi Museo de la Cocaína
Cierto, estaba el asunto señalado de alienar tierras que, bajo la española, habían
sido reservadas, y hacerlas accesibles al mercado por medio de reconocimientos
precisos. Cierto, estaba el asunto señalado de que una buena administración
necesita un buen mapa. Y también es cierto, Y no menos vago, que, "por varias
razones de utilidad y conveniencia pública", debería ser. "explorado,
reconocido y·examinado para entregar una descnpc1on de sus relaciones físicas,
morales y políticas" (Sánchez 1999: 82-84).15 Pero ¿qué tonto hombre ele negocios
pondría los mapas y las estadísticas por encima de un cálido contacto humano,
como sabe cualquier funcionario de una embajada extranjera?
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El derecho a la pereza
como primordial dentro de la abstracción que es el poder del mapa. Así, las formas
enigmáticas de las naciones, como se muestran en las fronteras dibujadas por los
cartógrafos, son siluetas que adquieren la intensidad de imágenes arquetípicas.
¿Cómo podemos suponer que un pedazo de tierra pueda ser separable de las
instituciones humanas? Sin embargo, persistimos: en un lado, .la naturaleza; en
el otro, el artificio. Un relato vi.ejo. Primero la naturaleza, .después la segunda
naturaleza. Un relato viejo y bien ensayado porque, a pesar de que siempre el
asunto es la síntesis de la naturaleza y el artificio, el viejo relato que aísla la
naturaleza como un dominio autónomo es fácil de oír; la tierra se concibe como
un plano sobre el cual se sobreimponen la historia humana y la ley, especialmente,
las leyes de los Estados y de la propiedad, de las cuales surge el mapa como firma
de la Caída. Primero la tierra. Después la ley. Pero para cuestionar este cuento
duradero ¿cómo podemos evocar la verdadera realidad, que es la fusión de la ley
y de la tierra, una fusión que conserva la autonomía de .cada parte, hasta cierto
punto, pero al unirlas crea algo completamente diferente? ¿Qué es la segunda
naturaleza? Esa es la pregunta que tenemos que haGer alguna vez vamos a
vislumbrar la naturaleza de la naturaleza. ¿Cómo podemos evocar la manera como
la ley y la tierra se reflejan mutuamente y entran en la fibra del ser de cada una sin
contar los momentos epifánicos cuando parecen separarse y nos cogen sin aliento?
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Mi Museo de la Cocaína
Porque con la independencia del país y, por lo tanto, con el despertar de una
nueva constelación de i_ntereses con Europa y Norteamérica,. junto con su nueva
identidad como una nación que había dejado de ser colonia de España, la
articulación de la diferencia en la constitución del todo encontró expresión en una
actividad que tiene un curioso, no menos arcaico que miasma, que es
corografía -como en la Comisión Corográfica de Codazzi- y que, para empezar,
podemos .definir como la práctica de evocar el genio de una parte del todo.
Así cómo la etnografía, como era practicada hasta la década de 1970, ha sido
rotundamente criticada desde entonces por concentrarse, exclusivamente, en
la ·tribu, el pueblo o la manzana de la ciudad, la corografía es, precisamente,
este arte de concentrar en una unidad pequeña desprendida del todo. Pero
lo que nunca debe ser olvidado es que no importa qué tanto se concentra un
etnógrafo en una parte desprendida, el etnógrafo es, por fuerza , un traductor
que convierte el genio del lugar en términos que puede entender y apreciar
la gente que no vive allí, de manera que algo de ese genio vive como fuerza
vital en la traducción. Implícita o explícitamente, la etnografía del lugar es,
simultáneamente, leal a la vida imaginativa de los lectores que viven mucho más
allá de ese lugar. Lo mismo sucede con la corografía porque no puede haber
etnografía ni corografía que no traicionen lo que buscan traducir y transmitir.
Jean Genet dice algo parecido en su libro de memorias, Prisionero del amor.
Traven le da vueltas al permitir que el barco muerto hable. La cosa más verdadera
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El derech o a la pereza
nivel
ascenso
descenso.
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Museo dt' la Co ca ína
Qué tan aterrador es indicado por el consejo de Codazzi a los gobernadores de las
provincias de la costa Pacífica para que esgrimieran leyes sobre los vagabundos
para obligar a los ex-esclavos a trabajar dos años después de la abolición (Codazzi
1959: 323-324, 333,336). En su opinión, el problema era que los esclavos libres
tenían pocas necesidades. Cuando querían efectivo todo lo que tenían que hacer
era bajar al río, lavar un poco de oro, comprar la baratija que querían, desp:1és,
recaer en lo que consideró su pereza y desnudez acostumbradas. Y en ese duna
los blancos morían como moscas. En comparación con su primera visita a la
costa en 1820, en 1853 encontró muchos más negros viviendo a lo largo de las
orillas de los ríos· los esclavos liberados estaban abandonando los campos de
)
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El derech o a la per e za
La corografía disfruta el detalle. "Entre más detalles, mejor", dice Lloyd Btown en El
relato de los mapas. "Su preocupación es pintar una semejanza'verdadera", escribe
Ptolomeo, "y no simplemente dar posiciones y tamaños exactos''. No necesita un
matemático. Pero requiere un artista, "y nadie lo presenta correctamente excepto
que sea un artista" (citado por Brown 1949: 61).
¿Qué clase de artista? ¿La corografía no es parte de la vida cotidian<i, y no la practicamos
continuamente? En este asunto hay evocado un _sentido de estar-en-lugar que no
está tanto en la mente como en el cuerpo, como cuando el cuerpo de uno se pone
en piloto automático y encuentra su vía habitual a través de los cuartos de nuestra
infancia a lo largo_de caminos bien trillados. Aquí hay intimidad de. paisaje y cuerpo,
el uno en el otro disolviendo tiempo y espacio en un desocultamiento del ser de los
seres. La corografía, entonces, sería el intento por expresar esta intimidad mientras
se vuelve consciente por medio de las a1tes de la representación. Pero ¿es esto
realmente posible? ¿l'\o está el intento mismo equivocado desde el principio?
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M i Mu 5 e o de .¡a C o e aína
A donde voy en la parte alta del estado de Nueva York conozco, corográficamente,
una región diminuta de unos cinco kilómetros de diámetro. La conozco porque
camino a través de ella en las estaciones cambiantes una curva en el camino, un
árbol inclinado, el destello del sol en los rápidos. Viaj;r por la tierra Yel río es hacer
que viajen por usted. Lo más extraño de todo es cómo se vuelve uno ensimismado.
Usted nota menos lo que lo rodea.y más su mundo interior. Pero esto es estimulado
por lo que lo rodea. Viajar por la tierra·es hacer que viaje por usted.
Esto se vincula, aún más estrechamente, a través de la gente que conozco allá Ylos
relatos que nos contamos y que, inevitablemente, hacen referencia al sentido de
lugar del lugar. A decir verdad, sin-embargo, esa referencia tiende a ser indirecta y
es rodeada con relatos de conflictos sobre propiedad, dinero·y el Estado, en tanto
cada uno de ellos o todos impactan el sentido de lugar del lugar. El sentido de
lugar es desplazado por conflictos viciosamente complicados sobre la· propiedad
que un lector de Faulkner o Thomas Hardy reconocería con rapidez. Aún eso,
sin embargo, tiende a retroceder a segundo plano en la vida cotidiana como
tanto ruido blanco. El registro se ha quedado atascado. Usted lo ha oído tantas
·antes. ¡Qué mundo tan loco! ¡La primera naturaleza, como en el sentido de
realidad del· lugar, se vuelve la segunda naturaleza, como en la propiedad raíz, y
después, la segunda naturaleza revierte en primera naturaleza como ruido blanco,
como el río que corre sobre las rocas!
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El .derech o a la pereza
·Es por esto que. Emerson dice que hay una propiedad
l
· .
en el honzonte que no
ª
pertenece nadie ,Y cuyas escrituras. no dan ningún título? A usted le gustaría
pensar que lo que el qmere decir es.que hace mucho tiempo hubo una naturaleza real
la primera naturaleza, Y después Manning y Locke y toda esa progenie la compraron:
la completa Y la escupieron como naturaleza mercantilizada y todo lo que
quedo fue lo que no se pudo comprar, por una u otra razón. Por lo tanto el horizonte
sería residuo, lo que queda o .lo que no se puede acomodar. Pero sospe,cho que esta
es la totalmente equivocada de entender lo que tenemos de especial y lo
que en la invocación que hace Emerson del horizonte. Sospecho que
el honzonte bnlla como un halo sobre un cadáver precisamente porque Manning y
Locke y todos ellos han comprado la naturaleza. El horizonte .no es residuo. No es el
último remanente lamentable de la pureza que resiste antes de que la Caída se .haya
completado. Al contrario, es e1 brillo miasmático de la mercancía. .
En sus reflexiones en La isla del tesoro Stevenson escribe, "He dicho que el mapa
era la mayor parte de la trama. Ahora debo decir que era el todo" (1985 [1883]: 199).
Encontró que sus colores eran bellos y describió cómo su forma "llevó mi fantasía
más allá de la expresión; contenía albergues que me alegraron como sonetos ... los
nombres, las formas ele los bosques, los cursos de los caminos y los ríos, los pasos
prehistóricos del hombre todavía fácilmente reconocibles cuesta arriba y valle
abajo, los molinos y las minas, los estanques y las barcas". Mirando "estos pocos
centímetros cuadrados de una proyección plana" en un instante formuló una lista
de capítulos y en quince días había escrito quince de ellos (Stevenson 1985 (1883]:
194). El mapa abrió la puerta al niño no menos que a la prehistoria. Stevenson lo
comparó con la percepción de un niño que recuerda cómo recostaba su cabeza en
el pasto, "mirando al bosque infinitesimal y viéndolo crecer, populosamente, con
ejércitos de hadas''. Como resultado de la imaginación del adulto de la
del niño este mapa traza el horizonte trascendental de como una isla, La
isla del tesoro, que de ninguna manera puede ser reducida a la naturaleza como
propiedad alienada pero es su resultado directo.
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, ·
La corografia disfruta el detalle y trata 1as regiones P
equeñas · como si fueran
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. , 'bl
unidades aisladas. Por lo tanto, ¿como es posi e equi ·parar la corogra ia con
El horizonte se afirma a sí mismo porque el todo sólo puede ser alcanzado cuando
hay un común denominador en el que puedan ser traducidas las diferentes partes,
por así decirlo. Por eso hay que recurrir a verdades matemáticas, al agrimensor
como un celoso hacedor de mapas dedicado a grados de longitud y latitud, no
menos que recurrir al reconocimiento en forma de tablas estadísticas de hombres
y ganado, puentes y cerdos. Las particularidades se unifican en un todo y se
vuelven híbridas en el proceso porque ahora son algo aparte de sí mismas debido
a la traducción que se ven forzadas a padecer. Se vuelven universales con su
particularidad fantasmal apenas oculta. En alemán hay una palabra con un pedigrí
notable para este tipo de relación, aujbebung, que no simplemente significa
cancelar y transformar sino, también, .incorporar y, por lo tanto, preservar el
estado previo en el estado subsiguiente, de manera que el estado previo persiste,
anulado pero continuamente formativo. El hecho de que me sienta forzado a usar
una palabra extranjera sugiere qué tan activa y complicada es esta persistencia
de lo extinto en el cuerpo de lo nuevo. Ya no puede ir de nuevo a casa y en lo
que respecta al horizonte, como el arcoíris, lo más cerca que usted puede llegar
son los ignorados refugios de quienes no tienen hogar, los terrenos baldíos o
los túneles del metro, o el espacio ilimitado del océano, más allá del límite de
cinco kilómetros donde el Estado se detiene suspendido en el oleaje. Aquí es
donde se reúnen los piratas y los niños perdidos, como Peter Pan, cómodos en su
corC?grafía, a medio camino de la divisoria edípica, a la deriva en botes robados y
en isla desierta como la que pintaron Robert Louis Stevenson
y el joven Lloyd, juntos, mientras estaban en vacaciones.
. .
Pero la Comisión de Codazzi en Colombia se esforzó por recuperar el sentido
de lugar del lugar que estaba destruyendo a través de la evocación de la nueva
república como panorama en acuarelas. Se cree que hubo más de dos mil de estas
pero la se ha perdido: Las camafeos corográficos: paisajes
dramaticos; pueblos vistos desde la distancia como espejismos en el desierto·
mercados; iglesias de pueblo; la gente del campo haciendo canoas tei'iendo t 1 '
· do y ba1·1an do; e m
cocinan · d'igenas en el borde de Ja selva sacando
' sus e as,
· d · .
1ucien o muy senos, como s1 posaran para una instantánea de los corógrafos.arcos,
De
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El derecho a la perez a
fu:
he,cho, :1 país entero visto .como si posara, sacando su Las pinturas son
mas quietas que cualquier fotografía. Todo conteniendo la respiración.
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17 por ejemplo, los retratos fotográficos hechos en Bogotá en 1850 por Luis García
Hev1a y otros fotógrafos (Serrano 1983: 6,35-58).
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El dere c ho a la pe reza
Esto, pienso, equivale a lo que sucedió cincuenta años después con la corografía
de Codazzi; el deseo por el genio del lugar, pero con la grandeza y la escala del
Estado. Tan mágico como este realismo de casa de diversión fue el deseo de tener
el mapa como una imagen que abriría la puerta al conocimiento divino y, por lo
tanto, al dominio de la Tierra y del futuro. Faro de la Ilustración en estos oscuros
rincones de un imperio oprimido, Caldas mismo proclamó que el mapa que tenía
en mente sería mágico (Sánchez 1999: 66-67) . ¿Y cómo debemos entender esta
magia? Caldas dijo que descansaba en el hecho de que cada 'componente del
Estado ahora encontraría su lugar.
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Con la visualización satelital que hace Estados Unidos de otros países, como de
las plantaciones de coca en Colombia, Perú y Bolivia, el sueño de Francisco ]osé
de Caldas del gran mapa como una verdadera réplica mimética de la realidad ha
sido finalmente alcanzado. La abstracción del mapa ha sido trascendida por la
fotografía que puede ser ampliada y leída estereoscópicamente. ¡Pobre Caldas!
¡Pobres Codazzi y Mosquera! Ellos creían que mapear y prospectar redimirían a
la nueva nación, pero su deseo sólo se ha realizado por medio de la reafirmación
del estatus subalterno de la nación como proveedora de cocaína dentro del
imperio de Estados Unidos. Un problema, sin embargo: la naturaleza todavía tiene
la última palabra. Las fotografías.satelitales de las plantaciones de coca no son
buenas cuando hay nubes, como las que envuelven la costa Pacífica, donde están
surgiendo las nuevas plantaciones de coca.
También hay algo de isla en los mapas, miniaturizando la realidad hasta el punto
donde la inmensidad, que es el territorio, se vuelve sólo una pieza de papel que
podemos sostener en nuestras manos, nuestra 'isla desierta' sobre la cual podemos
escribir nuestro relato, como en una tabula rasa. Y así como una isla está segura al
estar contenida por el océano y toma su periferia como un hecho, el reconocimiento
de Codazzi concentra la interioridad. La nación no se define por sus bordes
externos sino por sus constituyentes internos y por la facilidad o dificultad de
comunicación entre ellos. El interior fue convertido en misterioso y maduro para
el mapeo en virtud del hecho de que los exteriores habían sido mapeados, hasta
cierto punto, por emisarios del imperio o por extranjeros dedicados al pillaje y al
contrabando, hombres como William Dampier, que estudió vientos y corrientes
a lo largo de las costas.· Otros piratas, como Basil Ringrose, habían dibujado sus
mapas mostrando los perfiles de la Tierra, tal y como se ven desde la cubierta de
un barco agitado, ansioso por refugio y saqueo. Pero incluso estas visiones de los
exteriores de las naciones pertenecían más al dominio de la corografía que al de
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Pero de esto puede estar seguro: sólo el ejército del Estado necesitaría el mapa.
La guerrilla, nacida y crecida en las montañas y las selvas donde ha luchado por
décadas, no necesita mapa. Hay un relato de un extranjero perdido en una ciudad
que pregunta a unos niños cómo llegar a una dirección específica con el nombre
de la calle y el número de la casa. Pero los niños no tienen idea de dónde es.
"¿Qué les pasa?" exige el exasperado extranjero. "¡Después de todo, ustedes viven
aquí!" "Pero usted es quien está perdido", responden. El sabio Caldas consideró el
mapa como un talismán que disiparía el enigma del interior. Pero ¿no era al revés?
¿No fue la idea del mapa la que hizo enigmáticos los interiores?
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